Reporte lectura Hannah Arendt - que es la política
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Filosofía política
Omar Roberto Sánchez Villegas
Reporte de lectura “¿Qué es la política?” de Hannah Arendt
Vivimos en una paz que no permite que
suceda nada que haga imposible una guerra
Hannah Arendt
¿Qué es la política? Para poder responder esta pregunta, la autora lleva a cabo el
cuestionamiento en otra directriz al intentar desentrañar el hecho de si la política tiene
algún sentido hoy día. Esto no simplemente porque exista alguna falla en un sistema
político determinado, sino porque, como puede observarse a partir del análisis histórico de
las guerras del siglo XX, pareciera que la función primordial de la política, el preservar la
vida, se ha logrado a costa de su propia contradicción y amenaza con convertir el mundo en
un “desierto” –usando la metáfora de Arendt-.
Para Arendt, el hombre no es un ser político a priori, sino que a partir de cierto tipo de
relaciones, el hombre participa de la política, vista esta como el espacio que existe entre los
las individualidades, la relación. Esto nos lleva a pensar el carácter plural que conlleva la
política, es decir, para Arendt esta es producto de la acción que existe entre los individuos,
entre los hombres libres de la Grecia clásica, quienes han cambiado las armas por el habla
para poder llevar los campamentos al ágora de la ciudad.
Hannah Arendt, lleva a cabo una aproximación histórica a la política desde sus
fundamentos. Señala que la génesis de esta es meramente homérica, ya que, como señalo
arriba, pareciera que los aqueos llevaron el campamento de guerra, el lugar donde los
hombres libres convergen en la búsqueda de la gloria, al ágora de la polis, cambiando las
armas por el discurso, estando tanto las primeras como las segundas en el campo de la
acción.
Es necesario entender que para participar de la vida política griega, una cuestión primordial
reside en el ser un hombre libre – de modo tal que la política no busca la igualdad ni libera
a los hombres, sino que es a partir de su propia libertad como se genera- un hombre que
tuviese resuelto el problema del sustento diario, para lo cual era necesario el uso de la
violencia ejercida en el otro, quien llevaba a cabo la labor a beneficio del hombre libre, ya
que una persona sujeta al rutinario y cíclico orden natural no podría conformar ideas de
libertad, ni superarse más allá de los propios animales.
La diferenciación entre labor y trabajo es fundamental en Arendt. La labor esclaviza al
individuo, el trabajo da satisfacción, libera, ya que se encuentra en el plano de la acción,
misma que en una sociedad, en un orden plural, logran la identidad del individuo a través
de la acción pura y su participación en la misma, lo que genera una cadena de acciones
entre los demás hombres.
La libertad, según la conceptualización de Arendt, comienza en el momento en que la
política termina. Esto lo señala al afirmar que en la modernidad solemos asociar la idea de
libertad con la de libre albedrío –así como con el concepto de justicia-, cosa que no pudiera
estar más equivocada, ya que la verdadera libertad, señala la autora, debe ser, como lo
señala Kant, lo espontaneo, es decir, no una visión reduccionista en las que el individuo
elige entre dos vías posibles dadas – de carácter cerrado-, sino inclusive mediante la no
acción, la renuncia a lo político.
Asimismo, diferencia entre espacio público y espacio privado. Para la autora, la política
sucede en el espacio público, que la posibilita a partir de converger en este personas libres –
volviendo al caso de los griegos- que llevan a cabo el acto del habla con sus iguales -
valientes que abandonan el hogar, señala, ya que el hombre en el hogar no puede ser libre,
sino sólo ejercer violencia por no tener iguales -. Este espacio público llega a ser político
cuando se establece dentro de las murallas de una polis, dentro de los márgenes espaciales
de la ley griega.
El Estado es visto aquí como el gran monopolizador de la violencia, la ejerce libremente y
fomenta en los individuos la apatía sobre sus propias funciones. Señala que en el siglo XX
logró erradicarse, en parte, la coerción de un individuo sobre otro – esclavismo, opresión de
la mujer, opresión obrera, etc- pero aconteció algo que nadie se esperaba, que la violencia
fuese ejercida a través del poder del Estado, lo que ha ocasionado que la misma violencia,
que protege la vida y la libertad del hombre, ahora la ponga en riesgo.
La realidad de la violencia que se ejerce sobre otros, a partir del Estado, y que tiende a
llevar a cabo Guerras Totales, es algo que es del interés de Arendt estudiar, para lo cual se
remonta a las guerras de los aqueos con los troyanos y señala que, a pesar de ser guerras
totales –de aniquilación-, subsisten las sociedades derrotadas gracias al las menciones de
honor que los griegos imprimieron en su poesía épica, donde tanto el vencedor como el
vencido eran exaltados, dándole así al vencido la oportunidad de reconstruirse, de generar
algo nuevo a partir de su derrota, esto sólo porque su cultura y cosmovisión permanecía.
La idea de Arendt está en la afirmación de que en la modernidad, a partir del lanzamiento
de la bomba atómica, existe un miedo generalizado hacia la política, miedo que se
transforma en juicio y que ahora nos llega la reminiscencia a través del prejuicio, ya que
esta masacre sobrepasó todos los estándares de guerra conocidos –algunos, como los
romanos, cercanos más a la alianza y al tratado, otros como los griegos a la aniquilación
pero exaltando al vencido-, siendo esta una guerra que sólo tenía como principio y fin la
propia aniquilación de la vida, apartado que es contradictorio a la esencia de la política que
es la encargada de preservar la vida y la libertad.
También analiza el concepto de ley. La ley es aquello que existe en el espacio vacío entre
los hombres o las naciones – tanto política exterior como interior-, no son ni sus
obligaciones ni sus prohibiciones, sino aquello que por acuerdo, por alianza, se elige como
conveniente en la interrelación, afirma Arendt, pero demuestra de manera silenciosa su
principal preocupación al decir que tanto los griegos como los romanos fueron victimas de
su propia ley, ya que esta los llevó al ocaso, en este sentido se plantea la pregunta en torno
a la sociedad moderna ¿podría esta ser victima de sus propios sistemas políticos así como
de sus leyes? Eso es algo que la autora parece vaticinar a través de la metáfora del desierto.