REPRESENTACIÓN DEL CALENDARIO LITÚRGICO EN LA...

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«Campane dicuntur a rusticis qui habitant in campo, qui nesciant judicare horas nisi per campanas» Jean de Garlande, Dictionarius E L tiempo es un concepto difícil de defi- nir, por ello, su división en periodos ha sido uno de los problemas constantes del hombre. Solamente puede ser comprendido al delimitarlo por aspectos o sucesos físicos y reales, con un antes y un después, o, más concretamente, a partir del sentimiento hu- mano de la historia. 1 Las grandes culturas de la humanidad han creado diferentes for- mas de medir el tiempo utilizando aquellos elementos inmutables y cíclicos de la natu- raleza, principalmente el ciclo agrario y el estudio astronómico. 2 Éstos sirvieron como hitos dentro de la historia de un pueblo pa- ra mostrar diferentes etapas: el mundo fue realizado en seis días y en el séptimo Dios descansó; los griegos diferenciaban entre el tiempo de los dioses y el de los humanos y las olimpiadas se utilizaron como elemento de referencia temporal; la cultura maya marcaba la evolución del mundo con tunes y katunes, o los romanos emplearon los idus y nonas, etc., y, en general, todos ellos se sirvieron de la astronomía como medio in- mutable de división temporal [Fig. 1]. Así, de la misma manera, las grandes religiones determinaron su evolución a partir de gran- des acontecimientos: la hégira de Mahoma 1. A pesar de la importancia del tiempo, hasta el siglo XIX no hubo una concepción unificada, y se llegó a ella gracias a la revolución industrial, y concretamente a la de los transportes, por la necesidad de unos horarios e indicadores de ferrocarriles. Se difundió la era del minuto, el segundo y los cronómetros. Uno de los prime- ros testigos de la importancia del tiempo unificado es la novela La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Ver- ne, datada en 1873. LE GOFF, Jacques. Tiempo, trabajo y cultura en el Occidente medieval. Madrid: Taurus, 1983, p. 71. 2. Es posible encontrar en las Etimologías de san Isidoro de Sevilla una de las primeras definiciones de calen- dario: «Kalendaria appellantur, quae in menses singulos digeruntur» (Etimologías, I, 44, 2). LEMAÎTRE, Jean- Loup. «Martyrologes et calendriers dans les manuscrits latins», En LEGENDRE, O. y LEBIGUE, J. B. Les manuscripts liturgiques, cycle thématique 2003-2004. Paris: IRHT, 2005 (sin paginar). REPRESENTACIÓN DEL CALENDARIO LITÚRGICO EN LA BAJA EDAD MEDIA Matilde Miquel Juan Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias «González Martí» Grupo de investigación APES Fig. 1. Bajorrelieve con la representación de Mi- tra y el Zodíaco. Finales del siglo IV. Museo del Louvre (tomado de Ribémont, Bernard. Le Temps, sa mesure et sa perception au Moyen Age. Caen: Paradigme, 1992, p. 64).

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«Campane dicuntur a rusticis qui habitantin campo, qui nesciant judicare horas nisiper campanas»

Jean de Garlande, Dictionarius

EL tiempo es un concepto difícil de defi-nir, por ello, su división en periodos ha

sido uno de los problemas constantes delhombre. Solamente puede ser comprendidoal delimitarlo por aspectos o sucesos físicosy reales, con un antes y un después, o, másconcretamente, a partir del sentimiento hu-mano de la historia.1 Las grandes culturasde la humanidad han creado diferentes for-mas de medir el tiempo utilizando aquelloselementos inmutables y cíclicos de la natu-raleza, principalmente el ciclo agrario y elestudio astronómico.2 Éstos sirvieron comohitos dentro de la historia de un pueblo pa-ra mostrar diferentes etapas: el mundo fuerealizado en seis días y en el séptimo Diosdescansó; los griegos diferenciaban entre eltiempo de los dioses y el de los humanos ylas olimpiadas se utilizaron como elemento

de referencia temporal; la cultura mayamarcaba la evolución del mundo con tunesy katunes, o los romanos emplearon los idusy nonas, etc., y, en general, todos ellos sesirvieron de la astronomía como medio in-mutable de división temporal [Fig. 1]. Así,de la misma manera, las grandes religionesdeterminaron su evolución a partir de gran-des acontecimientos: la hégira de Mahoma

1. A pesar de la importancia del tiempo, hasta el siglo XIX no hubo una concepción unificada, y se llegó a ellagracias a la revolución industrial, y concretamente a la de los transportes, por la necesidad de unos horariose indicadores de ferrocarriles. Se difundió la era del minuto, el segundo y los cronómetros. Uno de los prime-ros testigos de la importancia del tiempo unificado es la novela La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Ver-ne, datada en 1873. LE GOFF, Jacques. Tiempo, trabajo y cultura en el Occidente medieval. Madrid: Taurus,1983, p. 71.2. Es posible encontrar en las Etimologías de san Isidoro de Sevilla una de las primeras definiciones de calen-dario: «Kalendaria appellantur, quae in menses singulos digeruntur» (Etimologías, I, 44, 2). LEMAÎTRE, Jean-Loup. «Martyrologes et calendriers dans les manuscrits latins», En LEGENDRE, O. y LEBIGUE, J. B. Les manuscriptsliturgiques, cycle thématique 2003-2004. Paris: IRHT, 2005 (sin paginar).

REPRESENTACIÓN DEL CALENDARIO LITÚRGICO EN LA BAJA EDAD MEDIA

Matilde Miquel JuanMuseo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias «González Martí»

Grupo de investigación APES

Fig. 1. Bajorrelieve con la representación de Mi-tra y el Zodíaco. Finales del siglo IV. Museo delLouvre (tomado de Ribémont, Bernard. LeTemps, sa mesure et sa perception au MoyenAge. Caen: Paradigme, 1992, p. 64).

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para distinguir la época de la oscuridad dela de la revelación, o el nacimiento de Cristocomo límite entre el Antiguo Testamento (laley antigua) y el Nuevo Testamento (la leynueva).

La religión cristiana, como en tantosotros aspectos, adoptó de la civilización ro-mana el sistema de cómputo del tiempo,que estaba definido por la naturaleza, es de-cir, principalmente por la astrología (equi-noccios, solsticios, sol y luna, y las estrellas).Fue la herramienta para conocer el paso de

las horas, días, meses, estaciones y años. Enmosaicos de época romana ya hay alegoríasde los meses y estaciones del año a partir delas diferentes tareas agrícolas. En épocasposteriores hay incluso calendarios donde seidentifican las representaciones de los signosdel Zodíaco3 con las ocupaciones ruralesque se realizan en esos meses, acompañadopor las figuras simbólicas del sol, la luna, lasestaciones y un personaje masculino en elcentro que lo domina todo lo que en épocacristiana se identificará con Cristo como se-ñor del Universo [Fig. 2].

Con estos precedentes y conocimientosde época antigua, el cristianismo, en su in-tento de definir y marcar la vida del ser hu-mano, asoció los diferentes momentos delaño solar de época romana con los momen-tos más significativos de la vida de Cristo: elnacimiento de Cristo coincide con el solsticiode invierno, la Pasión de Cristo, con el equi-noccio de primavera, los doce signos del Zo-díaco se asociaron a los doce apóstoles o alos doce profetas, e incluso se aceptaba larepresentación de estos signos zodiacales enrelación con el bautismo y el destino delhombre, por ejemplo. El tiempo de la Bibliay el de la religión cristiana primitiva es prin-cipalmente teológico, es decir, comienza yestá dominado por Dios: Dios creó el mun-do y Él vendrá al final de los tiempos. Y conel año solar empleado por el cristianismosucede lo mismo, puesto que el año litúrgi-co comienza con el nacimiento de Cristo(Natividad) y está dominado por su llegadaa la tierra: Cuaresma, Pascua, Semana Santay Adviento. Es muy significativo que el naci-

3. El Zodíaco se define como el cinturón imaginario que describe el Sol sobre la bóveda celestial, a 8° apro-ximadamente a un lado y otro de la eclíptica. Al principio, la anchura del Zodíaco se determinó incluyendolas órbitas del Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos por los pueblos de la Antigüedad (Mercurio, Venus,Marte, Júpiter y Saturno). El Zodíaco se divide en 12 secciones de 30° cada una, a las que denominamos sig-nos del Zodíaco. Comienza en el equinoccio de primavera, es decir, por la constelación de Aries, y continúahacia el este a lo largo de la eclíptica, hasta la constelación de Piscis.

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Fig. 2. Hoja del calendario de Fulda. Berlin Bi-bliothek National. Ms.Theol.lat.192. ca. 975(tomado de Pérez Higuera, María Teresa. Ca-lendarios medievales: la representación deltiempo en otros tiempos. Madrid: Encuentro,1997, p. 15.)

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miento de Cristo se feche el 25 de diciem-bre, cerca del solsticio de invierno, la jorna-da más corta del año y el momento en quese da comienzo a una nueva etapa.

La palabra calendario procede del latíncalendarium, y se define por el sistema decómputo del tiempo en días, semanas, me-ses y años, ligado de manera más o menosestricta a la revolución de la Tierra alrededordel Sol o de la Luna alrededor de la Tierra.4

Mientras, el calendario litúrgico o eclesiásti-co se ordena a partir del primer domingo deAdviento, y se determina mediante un con-junto de cálculos basados en las reglas ema-nadas del Concilio de Nicea del 325. El ca-lendario litúrgico surge de la necesidad deordenar a partir de los acontecimientos reli-giosos más importantes del cristianismo eltiempo del hombre, facilitando primero alos eclesiásticos la conmemoración de lasfiestas y devociones y, en segundo lugar, alos fieles, la práctica de la fe. La formacióndel año litúrgico tal y como lo conocemos

hoy surge de una evolución que se produceentre los siglos I y IV. Al principio, el iniciodel año litúrgico se conmemoraba el 25 demarzo, día de la Encarnación de Cristo, coin-cidiendo precisamente con el equinoccio deprimavera. El primer ciclo de fiestas que secomenzó a celebrar fue el de la Pasión deCristo, su muerte y resurrección, es decir, laPascua Crucifixionis y la Pascua Resurrectio-nis, y durante los siglos II y IV se añadió elperiodo de Cuaresma (de preparación de laPascua) y el de Pentecostés (posterior a laPascua). Durante el siglo IV se conformó elsegundo ciclo anual, el tiempo de Navidad,periodo al que pertenecen el tiempo de Ad-viento (preparación), Navidad (nacimientode Cristo) y Epifanía (posterior al nacimien-to de Cristo). Así, a partir del siglo IV el añolitúrgico quedará definido a partir de dosetapas, una fija, el tiempo de Navidad (25de diciembre), y una móvil, el tiempo dePascua.5 Y el año litúrgico se iniciará con elNacimiento de Cristo el 25 de diciembre, tal

4. También es posible definirlo como el registro de los días del año, generalmente agrupados por meses y se-manas, con la correspondencia entre las fechas y los días de la semana, necesario para la vida civil. Las divi-siones del calendario están basadas en los movimientos del Sol, la Tierra y la Luna en la esfera celeste. Comoes sabido, un día es el tiempo medio que emplea la Tierra para girar sobre su eje, y el año, la rotación de laTierra alrededor del Sol.

Antes de la fijación actual del calendario, llamado gregoriano, el hombre ha utilizado diferentes sistemasde medición del tiempo. Por ejemplo, en la Antigüedad el mes se medía por el mes lunar o sinódico, basadoen los meses de la Luna, el cual daba lugar al año lunar de 354 días y permitía ajustar los doce meses del añosolar. El origen de los signos del Zodíaco se sitúa en Mesopotamia, hacia el año 2000 antes de Cristo. Los me-sopotámicos emplearon el calendario lunar y los egipcios fueron los primeros en adoptar el calendario solarde 365 días, divididos en 12 meses de 30 días cada uno, con cinco días extras al final, y el rey Tolomeo III in-corporó un día más cada cuatro años (bisiesto). En cambio, en Grecia se empleó el calendario lunisolar, y losromanos, tras el empleo de un complejo calendario, a partir de Julio César (45 a. de C.), retomaron el uso delcalendario solar, conocido como juliano, muy similar al actual. Los egipcios o los chinos asignaron nombres ysímbolos diferentes a las divisiones del Zodíaco, por ejemplo, los chinos denominan los doce signos del Zo-díaco como: rata, buey, tigre, dragón, serpiente, caballo, oveja, mono, gallina, perro y cerdo.En el Concilio de Nicea (325 d. de C.), el papa Gregorio XIII estableció el uso del calendario gregoriano, ba-sado y perfeccionando el juliano, que es el que se utiliza actualmente. También se le conoce como calenda-rio cristiano, puesto que el Nacimiento de Cristo se empleó como punto de partida e hito para marcar la di-visión en dos etapas en la historia del hombre: antes de Cristo y después de Cristo.5. El año litúrgico, además, se caracterizará por cierta libertad, puesto que ya durante la Alta Edad Media seaprecia la independencia de los obispos y monjes por adaptar a su uso ciertas conmemoraciones del santoralo devociones.

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y como hoy lo conocemos. Y todas ellas,además, se caracterizan por celebrar signifi-cativas fiestas que permitían la participaciónde los laicos en la vida de la Iglesia; duranteel tiempo de Navidad destacan san Esteban,los santos Inocentes, la circuncisión de Cris-to o la purificación de la Virgen, y durante eltiempo de Pascua, la Ascensión de Cristo, laTrinidad, la Asunción de la Virgen o el Cor-pus Christi.

En el presente estudio no es posible es-tudiar la evolución de las representacionesmás significativas del tiempo litúrgico, es de-cir, de las escenas de la Natividad, la Epifa-nía, la Pascua, la Resurrección o Pentecostés,principalmente, pero sí indicar la escasa re-lación formal entre las escenas de la vida deCristo, que conforman principalmente lasilustraciones del calendario litúrgico, y lasdel calendario profano. Todas ellas tienen encomún la voluntad de ordenar el cómputodel tiempo y se encuentran juntas con bas-tante frecuencia en los mismos manuscritosmedievales, como son los libros de horas ybreviarios. Como resultado de la cristianiza-ción del tiempo romano es posible apuntaralgunos detalles que relacionan el calenda-rio profano con aspectos de la religión cris-tiana. Por ejemplo, el signo zodiacal deAries se ha relacionado con el Agnus Dei,Virgo con la Virgen Maria y un largo etcéte-

ra de imágenes femeninas de la antigüedad,Géminis como dos bienaventurados, quizáslos hermanos Facundo y Primitivo, Libra co-mo la encarnación de la Justicia, el agua dela gracia con Acuario, los cristianos con losdos peces entrelazados de Piscis, o los signosde Capricornio y Sagitario con seres diabóli-cos,6 representaciones secundarias dentrode la espiritualidad cristiana y alejadas for-mal e iconográficamente de las principalesescenas de la vida de Cristo o la Virgen.

Los espacios de representación delcalendario y su evolución

Durante la Edad Media, el cristianismoimprimió en la vida de los hombres el ordende la práctica de la fe, y para ello utilizó lasucesión del tiempo conocida por el ser hu-mano. Las primeras representaciones de me-canismos cristianos para medir el tiempodatan de los siglos VIII y IX, de época carolin-gia, y se refieren a copias anteriores, de ori-gen claramente romano, en las que se com-binaba el calendario, las fiestas de santos ylos signos del Zodíaco.7 La influencia de lacultura carolingia en la representación delcalendario fue doble, primero por la adop-ción de los modelos y referencias del mundoromano, y, por otra parte, por la naturalidadque impregnó la representación de las ta-reas o signos del Zodíaco que ahora son par-

6. Una investigación muy significativa de la relación entre signos zodiacales y representaciones cristianas es lainterpretación de Serafín Moralejo del programa decorativo de la portada del Cordero de la basílica de SanIsidoro de León, donde el nacimiento del cristiano se integra en el orden de la gracia, sustituyendo así al des-tino. Por ejemplo, la figura que vierte agua sobre dos peces, signo de Acuario, es el nuevo pueblo cristianounificado por el sacramento del Bautismo, Cáncer se asocia con la avaricia, el diablo tienta al hombre en losmeses de Capricornio y Sagitario, o Leo, con el «León de Judá», prefiguración de Cristo, su Pasión y Muerte.MORALEJO, Serafín. «Pour l´interpretation iconographique du portail de l´Agneau à Saint-Isidore de León: lessignes du zodiaque». Cahiers de Saint Michel de Cuxà, n.º 8, 1977, pp. 137-173. 7. Es posible encontrar representaciones de calendarios en gran parte de las culturas desarrolladas de épocaantigua, pero durante la época cristiana los referentes empleados fueron en su mayoría de origen romano,debido principalmente a su importancia, trascendencia histórica y proximidad temporal con la aparición delcristianismo. (Otras representaciones del tiempo en época antigua: RIBÉMONT, Bernard. Le Temps, sa mesure etsa perception au Moyen Age. Caen: Paradigme, 1992.)

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te activa de las tareas agrícolas, debido,principalmente, a la importancia del campe-sino en el mundo medieval.8 Estos modelospermanecieron fijados definitivamente des-de principios del siglo XII, para cambiar du-rante los siglos XIII, XIV y XV, al desaparecerde los programas de escultura monumentaly aparecer en los manuscritos iluminados,donde gozaron, como veremos, de un granpredicamento.9

La forma de representación que adopta-ron estos calendarios durante la Alta EdadMedia fue la de un círculo o rueda con dife-rentes círculos concéntricos en los que se su-perponen las diferentes formas de medir eltiempo: el solar con los equinoccios y solsti-cios, las estaciones y los signos del Zodíacoy, en segundo lugar, por el año de la natura-leza a partir del ritmo agrario. Evidentemen-te, el hombre de la Edad Media requería deaquellos acontecimientos más cercanos a suquehacer diario, tales como la matanza delos animales, la siembra o la recogida de losfrutos, para conocer y celebrar el tiempo li-túrgico, que en la práctica terminó por defi-nir la vida de los hombres. Uno de los ejem-plos más significativos en que a través de lacomposición de una rueda se suceden los di-ferentes ciclos agrarios y astrológicos, es unade las páginas del calendario de Suabia,donde en el centro se sitúa la imagen deldios Sol sosteniendo en sus manos el Sol y laLuna [Fig. 3]. Le rodean dos círculos concén-tricos, el primero muestra los signos del Zo-díaco con una inscripción con su nombre yel mes al que corresponde; el segundo círcu-lo es la representación de las tareas agríco-

las, las cuales, evidentemente, se identificancon el espacio del signo zodiacal y mes delaño. El círculo está enmarcado por un granrecuadro en cuyas esquinas se representanlas figuras de las cuatro estaciones, asocia-das a los signos zodiacales y trabajos agríco-las más cercanos. Y, por último, fuera delrecuadro se representa la aurora, el cre-púsculo, la vigilia y los maitines. A través de

8. En esta misma línea se ha remarcado la importancia que había dado la Iglesia al trabajo como un mediode redención. 9. Sobre la evolución y tipología de las representaciones de los trabajos de los meses a partir de los modelosespañoles y una comparación con los europeos: PÉREZ HIGUERA, María Teresa. Calendarios medievales: la re-presentación del tiempo en otros tiempos. Madrid: Encuentro, 1997.

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Fig. 3. Hoja del calendario astrológico y marti-rológico de Suabia. Württembergische Landes-bibliothek, Stuttgart.Cod.hist.415. ca. 1180(tomado de Nascimento, Aires Augusto. TheImage of time. European Manuscript books.Lisboa: Calouste Gulbenkian Foundation, 2000,p. 119).

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esta composición tan completa el hombremedieval sabía perfectamente los símbolosastrales, los trabajos que se debían empren-der en cada mes del año y que todo estabapresidido por el dios Sol. La cristianizaciónde esta composición se producirá cuando eldios Sol sea identificado con la figura deCristo como «Sol de Justicia» y «Señor delUniverso», tal y como se encuentra en el ta-piz de Girona, datado aproximadamente afinales del siglo XI.10

Tras la importancia de la representaciónde los calendarios en época carolingia, fue apartir de los siglos XI y XII cuando en las fa-chadas de las iglesias y catedrales románicasy góticas se encuentran representaciones deltiempo astrológico, agrario y litúrgico. Setrata de unos conocimientos que el hombremedieval debía conocer, dichos espacios

reunían los principales saberes de la época:en la parte media-superior se situaban lasescenas de la vida de Cristo y los santos,mientras que en la parte inferior, los conoci-mientos o enseñanzas profanas, tales comolos meses del año o los signos del Zodíaco.Un ejemplo de época gótica de esto es el fri-so corrido de la parte inferior del portal nor-te de la fachada occidental de la catedral deAmiens, donde se representan dentro deunos espacios polilobulados unas escenasalusivas a los trabajos agrícolas de los mesesen correspondencia con los signos del Zodí-aco [Fig. 4]. La particularidad del portal nor-te es que los signos del Zodíaco se han orde-nado acorde con la disposición del sol, esdecir, los meses de enero a junio, los inver-nales, en la parte norte del portal, mientrasque los estivales, de julio a diciembre, apa-recen en la zona sur. Es interesante subrayarque este friso es común en los tres portales,lo que proporciona una gran unidad a todala composición de la fachada. Y como fuehabitual en la Edad Media, las escenas de ti-po profano se unen con las religiosas, en es-te caso, los portales central y sur contem-plan escenas alusivas a la infancia de Cristoy a la vida del rey Salomón.11 Una de lasconsecuencias de estas representaciones enlas grandes fachadas góticas es el aumentodel número de escenas religiosas y profanas,la complejidad de los elementos y, por tan-to, también su significado. Las representa-ciones del calendario o, para ser más preci-sos, de los signos zodiacales, en las portadas

10. Evidentemente, esta figura masculina tiene su relación con los dioses de la mitología antigua, concreta-mente con Saturno y Cronos, los cuales presidían el paso de los años. Saturno, o el dios griego Cronos, es elmás joven de los titanes y se le relaciona con el Tiempo. Es hijo de Urano (el Cielo) y de Gea (la Tierra), y pa-dre de Júpiter (o Zeus), según la mitología griega11. WILLIAMSON, Paul. Escultura gótica, 1140-1300. Madrid: Cátedra, pp. 217-224. El autor, además, conside-ra de una calidad exquisita la confección de estos relieves que estaban situados a la altura de los ojos del fiel,lo que hacía que se convirtiesen en auténticas enciclopedias medievales del conocimiento y en espacios de laenseñanza de los clérigos.

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Fig. 4. Catedral de Amiens, fachada occidental,portal norte, 1220-1230. Representación de lossignos zodiacales de Piscis, Aries, Tauro y Gémi-nis y los trabajos de los meses de Febrero, Mar-zo, Abril y Mayo (foto de M. Miquel Juan).

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escultóricas tuvieron un especial significadoen los baptisterios, debido a la asociacióndel edificio con la idea de salvación que pro-porciona la gracia del bautismo, en claraalusión al fatum y a los signos astrológicosque en la Antigüedad se pensaban regían eldestino de los hombres. Resulta por ello in-teresante recordar los magníficos relieves ro-mánicos con los trabajos de los meses talla-dos por Benedetto Antelami y su taller parael baptisterio de la catedral de Parma o ladecoración en mosaicos del mismo tema enel baptisterio de Florencia.

Existen, además, otros espacios secun-darios donde los signos del Zodíaco y la re-presentación de los meses del año ha tenidocierto protagonismo, nos referimos a la de-coración interior de los claustros, concreta-mente a las claves de las bóvedas, o a la de-coración mural de un panteón. Como partedel conocimiento medieval y en convivenciacon las escenas religiosas, cualquier parte deuna iglesia o catedral es susceptible de mos-trar estas composiciones de signo profano.Por ello, es posible encontrar la representa-ción de los meses del año en las claves delclaustro de la catedral de Pamplona, data-das en la primera mitad del siglo XIV, o en ladecoración mural en las bóvedas del Pante-ón regio de san Isidoro de León, acompa-

ñando a los ciclos de la infancia de Cristo, laEucaristía, la Pasión y Muerte de Cristo.

La culminación de este fenómeno artís-tico y la identificación del tiempo profano yel religioso en una misma representacióndata del siglo XIV, con la aparición de la de-votio moderna y la proliferación de los li-bros de horas, en los que se unen las formasprofanas y religiosas conocidas de medir eltiempo, además de escenas religiosas de lavida de Cristo o la Virgen, no solo en el mis-mo manuscrito, sino también en la mismapágina.12 Si los eclesiásticos siempre habíantenido acceso a los calendarios litúrgicos através de los manuscritos de uso religioso,tales como los sacramentarios y misales,breviarios y diurnales, salterios, ordinales ylibros de horas, la difusión del año o calen-dario litúrgico a un número considerable defieles se produce a partir de los libros de ho-ras.13 La gran peculiaridad de los libros dehoras y por lo que resultan tan interesantesen este trabajo es la pervivencia en estosmanuscritos de representaciones religiosasdel año litúrgico y del año natural a travésde iluminaciones de tipo profano, es decir,el ciclo astronómico y el agrario. Los librosde horas tenían como finalidad enseñar lasoraciones de las horas, días y meses del añolitúrgico.14 Este tipo de manuscritos, que

12. La forma en que los libros expresan la relación con el tiempo es más sistemática y ordenada, quizás porello los calendarios tuvieron en los libros de horas uno de sus momentos de máxima expresión. Además, elhecho de considerar a los libros como objetos intelectuales, al alcance de ciertas personas, conecta con el va-lor del tiempo, como parte de las reflexiones que solo el texto puede explicar claramente. 13. Según los casos, cada uno de ellos adoptó un calendario diferente acorde con las devociones más signifi-cativas de la región, lo que implicó la aparición de los llamados «usos», calendarios de fiestas, devociones yceremonias de una zona. Estos detalles son especialmente interesantes para el historiador actual puesto quele permiten identificar la procedencia de los manuscritos y el uso litúrgico para el que fue encargado. Hay quedestacar que igualmente un buen número de obituarios se construyen a partir del calendario litúrgico, gene-ralmente con la fecha y su localización en el manuscrito.14. Los elementos esenciales de los libros de horas son el calendario, el Oficio de la Virgen, los salmos peni-tenciales, las letanías, los sufragios y el Oficio de los Difuntos, mientras que el leccionario de los evangeliospuede considerarse como una pieza secundaria dentro del contenido de los libros de horas. El núcleo era elOficio de la Virgen, o Officium Parvum, alrededor del cual se agrupaba el resto de elementos que contenía el

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ahora estaba al alcance de un gran númerode laicos, generalmente de clase media y al-ta, proporcionaba los conocimientos necesa-

rios para conocer el paso de tiempo. El éxi-to de este tipo de libros radica en que, ade-más de como calendarios, y gracias a la do-ble paginación, los libros de horas tambiénproporcionaban, de un golpe de vista, unarica información sobre la devoción y ritoscristianos: los datos necesarios para calcularla Pascua de Resurrección de cada año (de laque dependen otras fiestas móviles del añolitúrgico), las festividades mayores y meno-res, el santoral, los días de la semana a tra-vés de sus iniciales, el ciclo lunar mensual de28 días, y el número áureo de los 19 cicloslunares, la duración aproximada del día y lanoche de cada mes según las horas del sol, yasí los rezos diarios de los que dependían lashoras canónicas, una miniatura solía repre-sentar las actividades agrarias de cada mes ysu signo del Zodíaco e, incluso, en algunoslibros se encuentran refranes o proverbioscon los que afrontar los cambios del tiemposin riesgo para la salud o el bienestar [Fig. 5y 6]. Además de la información propia delos libros de horas se incluyen las escenasmás importantes del Nuevo Testamento, dela historia de la Salvación, que ayudan al fielen su oración y le ilustran aquellos pasajesque narran la vida de Cristo y la Virgen.15

Evidentemente, esto tenía como finalidadacercar la liturgia cristiana a la vida cotidia-na y poner al alcance de cualquier fiel lasceremonias y actividades del año litúrgico,

libro de horas. La ilustración de los textos se basaba en la representación de los pasajes más importantes dela vida de la Virgen y la Pasión de Cristo, en relación a cada una de las horas canónicas. Los libros de horas,generalmente de pequeño tamaño y destinados a la individualidad, eran invitaciones a la piedad personal,mientras que los libros litúrgicos tenían un carácter más solemne, de uso más frecuente por los clérigos y des-tinados a ceremonias colectivas. GARÍN ORTIZ DE TARANCO, Felipe. Un libro de horas del conde-duque de Oliva-res. Estudio del códice brujense del Real Colegio de Corpus Christi, en Valencia, y de la ilustración europeade su tiempo. Valencia: Diputación de Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1951, pp. 80-83; SERRA

DESFILIS, Amadeo. «Libro de horas del Colegio del Corpus Christi de Valencia». En Libro de horas de Felipe elHermoso. Valencia: Millennium Word Codex, 2002, pp. 169-301.15. Cada evangelio solía estar precedido de una página de identificación y división que facilitaba al lector labúsqueda de determinados pasajes o el rezo de la oración de ese día.

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Fig. 5. Libro de horas Isabel de Inglaterra. LasHoras de Lamoignon. La Virgen y la representa-ción de los días de la semana. Paris, 1430.Maestro de Bedford y taller. f.192v. Museo Ca-louste Gulbenkian (tomado de Nascimento, Ai-res Augusto. Op. Cit., pp. 94-95).

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reservadas hasta este momento a los ecle-siásticos. Como culminación de la unión en-tre tiempo profano y religioso, procedentede una antigua tradición astronómica, en loslibros de horas se encuentran representacio-nes del ser humano como una imagen deluniverso, donde se presentan los elementosde la naturaleza y los signos del Zodíaco[Fig. 7].

En cuanto a la evolución formal y estilís-tica de la representación del calendario litúr-gico y profano hay que indicar la gran rup-tura que se produce alrededor del año 800con la aparición de los calendarios carolin-gios, basados en antiguas copias o reproduc-ciones romanas, que intentan no solamente

recuperar esta información y estructura ca-lendárica sino también proporcionar ciertanaturalidad a las escenas y espacios figura-dos. Se abandona la pasividad y el caráctersimbólico y alegórico de los personajes enpro de un mayor número de personajes, unaparticipación más activa de las figuras en lastareas agrícolas y, en definitiva, un grado su-perior de realismo en la representación delos meses del año y los signos zodiacales.16

La influencia que ejercieron las esculturasque se confeccionaron en las portadas y fa-chadas de las iglesias y catedrales se debe alaumento del marco arquitectónico, lo que

16. Sobre este proceso hacia el naturalismo debido a la influencia carolingia: LE GOFF, Jacques. Op. cit., pp.117-118.

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Fig. 6. Misal del arzobispo Alonso Carrillo deAcuña. Catedral de Toledo. Biblioteca Capitular,Ms. Res. 1. 1446-1482 (tomado de Pérez Hi-guera, María Teresa. Calendarios medievales: larepresentación del tiempo en otros tiempos.Madrid: Encuentro, 1997, p. 67).

Fig. 7. Limbourg, Herman, Paul y Jean. Las muyricas horas del duque de Berry, 1413-1416. Elhombre como signo del Zodíaco. Museo Condé,Chantilly (tomado de Sekules, Verónica. Medie-val Art. Oxford: Oxford University Press, 2001,p. 123).

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modificó el esquema inicial del manuscritopor unas composiciones más amplias y com-plejas que permitían el juego y relación designificados y significantes como uno de losespacios de conocimiento y enseñanza me-dieval más cercanos al fiel.17 Por último, du-rante el siglo XIV y XV el influjo que ejercie-ron las ilustraciones de los libros de horas

tuvo como consecuencia el mayor naturalis-mo de las composiciones, donde los prota-gonistas en muchas ocasiones no son loscampesinos sino los nobles y burgueses delmomento, mecenas de estas obras. Las pala-bras de Jacques Le Goff al recordar la nuevaimportancia del campesino y del burguésdentro de la jerarquía social bajomedievalcobra relevancia. Quizás uno de los libros dehoras más significativos sean las ilustracio-nes de los trabajos de los meses y signos zo-diacales de las Muy ricas horas del duque deBerry, donde los protagonistas de las esce-nas son principalmente los campesinos y enalgunas escenas los nobles o miembros de lacorte del duque de Berry. Por ejemplo, elbanquete característico del mes de enero es-tá protagonizado por los familiares y miem-bros de la corte del duque de Berry y, comofondo, uno de sus castillos, en una mesapreparada con todo lujo de detalles y ele-mentos realistas que proporcionan una ima-gen de los ágapes de la famosa corte france-sa de los Valois. De hecho, dicha celebraciónse ha relacionado con el «día de los aguinal-dos», donde, en la gran sala del palacio deBourges, el duque entregaba y recibía rega-los de sus amigos y familiares [Fig. 8]. La na-turalidad y realismo de esta ilustración estámuy lejos de los escuetos y sucintos banque-tes de época románica, donde una mesa conescasas viandas acompaña al único persona-je que aparece en la representación.

ConclusiónLa religión cristiana se sirvió de los ca-

lendarios del tiempo profano, tales como los

17. Aunque todavía en algunos casos se mantienen ciertas alegorías propias del mundo antiguo, tales comoel mes de abril, relacionado con la primavera como renacimiento de la naturaleza, representado por la dua-lidad de una figura femenina y otra masculina, y en ambos casos, diosa y dios de la naturaleza y la vegeta-ción propia de este mes. Esta doncella de la primavera es un claro símbolo a la Flora romana, mientras queel príncipe de la primavera se relaciona con «Robigus», espíritu símbolo del crecimiento vegetativo que tienesu celebración el 25 de abril. PÉREZ HIGUERA, María Teresa. Op. cit., p. 109.

88 Matilde Miquel Juan

Fig. 8. Limbourg, Herman, Paul y Jean. Las muyricas horas del duque de Berry, 1413-1416. Re-presentación del mes de enero. Museo Condé,Chantilly (tomado de AA.VV. Les Princes desfleurs de lis. La France et les arts en 1400. Pa-rís: Réunin des Musées Nationaux, 2004, p.10).

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ciclos agrarios o lunares, para organizar lapráctica de la devoción cristiana a través dela división de los días, meses y años, acordecon los solsticios, equinoccios, los idus y no-nas de época romana como medios para da-tar las grandes solemnidades o la prácticadiaria de la fe. El afán del cristianismo porracionalizar el tiempo humano a partir delos fenómenos astronómicos y agrarios y suidentificación con el tiempo teológico teníael propósito de controlar la naturaleza y fa-vorecer la subsistencia organizada del hom-bre. La culminación de este proceso en el si-glo XIV y XV con la aparición de los libros dehoras y los breviarios pretendía marcar lashoras, meses y años de los hombres a partirde la oración y el conocimiento del año li-túrgico.

Son excepcionales las representacionesde los meses del año en ciclos pictóricos mu-rales, y posiblemente el tipo de clientes seala causa de estos ejemplos: pinturas de laTorre Aquila en Trento, o el Palazzo Schiffa-noia, en Ferrara, aunque es posible indicarque durante la Edad Media la evolución dela representación del tiempo profano y litúr-gico estuvo influida por el soporte material;desde el manuscrito de época carolingia, alas portadas de las iglesias y catedrales, a losmanuscritos de los siglos XIII, XIV y XV, a fi-nales de la Edad Media. A pesar de la convi-vencia durante toda la Edad Media de lasrepresentaciones del tiempo profano y eltiempo litúrgico, no existe una identificacióno relación formal entre un tipo de escenas y

otras. Sobre la representación del tiempoprofano es posible apreciar unos cambiossegún el tipo de soporte y la amplitud delespacio de representación, además de unamayor complejidad conforme avanza la Ba-ja Edad Media, mientras que iconográfica-mente las grandes escenas de la vida deCristo y la Virgen se mantienen bastante es-tables, quizás por la voluntad de la Iglesiade garantizar y facilitar la identificación deestas imágenes.

Durante la Edad Media el calendario li-túrgico no fue un manuscrito autónomo eindependiente, sino que formaba o comple-mentaba a otro tipo de contenidos de tiporeligioso destinados principalmente a loseclesiásticos. La difusión del calendario litúr-gico a los laicos tuvo lugar a partir de los li-bros de horas, y así también la difusión deeste tipo de ilustraciones profanas y religio-sas entre los fieles. Por ejemplo, uno de losmanuscritos calendáricos más importantes,como es el de Suabia, conservado en laWürttembergische Landesbibliothek deStuttgart y datado alrededor de 1180, estambién martiriológico, en un intento deunificar las fiestas cristianas de los principa-les santos y mártires con los trabajos agra-rios y épocas anuales. Lo curioso e intere-sante a la vez de este fenómeno es que elestudio actual de los libros de horas se tra-duce generalmente en el análisis del calen-dario agrario o astrológico, sin atender a laamplitud de ilustraciones y conocimientosque transmite el manuscrito.

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