Representación europea de la otredad americana
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HISTORIA DE LA CULTURA IIICATEDRA: LIC. ERNESTO CASTILLO
Profesor: DANIEL VAZQUEZ
I Trabajo Práctico domiciliarioRacionalidad e irracionalidad en las
representacionesde los primeros viajeros del Mediterráneo al mundo
americano (SXVI)
Salvador Dalí ,1947.
Alumna: Ma. Victoria Padilla SettierDNI: 28.323.577
Cuando Michel de Montaigne escribe sus ensayos, ya retirado de la vida pública,
lo encontramos a finales del siglo XVI. Según el análisis que realiza Wallerstein, para
ese entonces la crisis que se había iniciado en el siglo XIV afectando las esferas
económica y política y culminando en la creación de una economía mundo capitalista,
había encontrado solución en “la expansión de territorios y de la base de población para
su explotación”1. La exploración ultramarina hacia el Atlántico no fue el primer intento
de expansión pero si el mas exitoso comparado con otros, entre otras cosas porque las
“motivaciones eran mas intensas”2. La necesidad de oro y especias como nos enseñaron
en la primaria no era tan grande como la necesidad de alimento y madera (para
combustible y construcción)3, seguido de la necesidad de nuevos territorios y de una
nueva fuerza de trabajo con relaciones menos conflictivas con la nobleza y la
burguesía4. Montaigne se encuentra entonces al final de esta onda expansionista, apenas
empezando a ver las consecuencias en su sociedad, pero muy pesimista de los
resultados. Un ejemplo de esta mirada crítica que mas tarde en el trabajo voy a retomar
se refiere a lo que Wallerstein denomina “espíritu de cruzada”, el impulso evangelizador
que se toma como uno de los factores de la expansión5 que afecta no solo a las nuevas
tierras, acarreando masacre y tortura con “el pretexto de la piedad y la religión”6.
El eje con que construye Montaigne su ensayo “De los caníbales” no es
entonces, si uno mira con atención, la vida y las costumbres de ciertos pueblos del
Nuevo Mundo aunque definitivamente se explaya en esos temas. El discurso principal
discurre en el tema de que constituye la barbarie, y para eso utiliza el espejo que le
proporcionan los caníbales para señalar a partir de un proceso de comparaciones y
diferencias como ese concepto se ajusta finalmente a su propia sociedad.
Si en un sentido una representación es una imagen que se presenta en lugar de lo
ausente7, Montaigne se sirve de la narración que construye un marinero que viajo a
América, un viajero que podríamos denominar hombre frontera por su experiencia en
los límites de lo inaugural, para completar lo que no puede ver. Toma prestada esta
1 WALLERSTEIN Immanuel, El moderno sistema mundial La agricultura capitalista y los orígenes de la economía europea en el siglo XVI, Madrid: Siglo XXI, 1979. Pág. 34 2 Ídem. Pág. 593 Cfr. Ídem. Pág. 59 y 634 Cfr. Ídem, Pág. 685 Cfr. Ídem, Pág. 696 MONTAIGNE Miguel de, De los Caníbales (1580) en M. de Montaigne, Ensayos Escogidos, México: ed. Univ. Nac. Autónoma, 1978. Pág. 1157 Cfr. CHARTIER Roger, El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y representación
Barcelona: Gedisa, 2001. Pág. 78
representación para su análisis podemos suponer, por privilegiar la mirada como método
de conocimiento: “el ver por si mismo y saber es todo uno”8 . Confía en que el informe
no esté desfigurado por la subjetividad del sujeto por las características que le atribuye,
esto es, de ser un hombre “sencillo y rudo” que al contrario de los “espíritus cultivados”
no tiene “para qué inventar o acomodar a la verosimilitud falsas relaciones”9. En este
sentido cae en la trampa tendida por su manera de representar su realidad y su
clasificación de identidades sociales, porque si ponemos a conversar este texto con el de
Menocchio, un molinero autodidacta que por lo que podemos deducir también caería
para Montaigne en la categoría de hombre sencillo y rudo, vemos que su ilusión de de
obtener datos “sin adulterar” se rompe. Baste recordar por ejemplo la reelaboración que
hace Menocchio a partir de un relato de antropofagia ritual que encuentra en los relatos
de viaje de Mandeville por el que concluye entre otras cosas que el alma no es
inmortal10, para resaltar el hecho de que los filtros culturales de una persona siempre
están presentes. Sin embargo, casi al final del ensayo cuando se refiere a las impresiones
de “tres hombres de aquellos países”11 en la corte de Ruán, Montaigne tiene éxito en
desmontar la representación del rey Carlos IX mediante una técnica de extrañamiento
consistente en que estos viajeros que no están familiarizados con el símbolo del rey y
guardia como parte de un mismo cuerpo12 señalen lo evidente, lo transitivo, es decir que
el rey es “un muchachillo”13, e ignoren el componente reflexivo de la imagen que
proyectan juntos rey y guardia.
Volviendo al tema principal del texto, se puede observar que prácticamente
todas las representaciones occidentales del Nuevo Mundo que hemos estudiado tocan el
tema de la barbarie de una manera u otra. Montaigne al abarcar este tema hace un
movimiento primero de negación de que estos pueblos sean bárbaros explicando que lo
que ocurre es “que cada cual llama barbarie a lo que es ajeno a sus costumbres” 14. Una
definición parecida es la que acuña de Las Casas cuando explica que “no hay hombre ni
8 HARTOG François, Memoria de Ulises. Relatos sobre la frontera en la Antigua Grecia, Bs.As: FCE, 1999. Pág.12. 9 MONTAIGNE. Pág. 109.10 Domenico Scandella (Menocchio), Antropófagos y Pigmeos (1583) en GINZBURG Carlo, El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del Siglo XVI, Barcelona: Península, ed. 2001. Pág. 10311 MONTAIGNE, Pág. 12012 “La costumbre de ver a los reyes acompañados de guardias, tambores, oficiales y de todas las cosas que inclinan a la máquina hacia el respeto y el terror, hace que su rostro, en las raras ocasiones en que esta solo y sin acompañamiento, infunda en sus súbditos el respeto y el terror porque en el pensamiento no se separan sus personas de sus séquitos, que de ordinario se ven juntos”. Pascal, Pensées, en CHARTIER Roger, El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y r epresentación Barcelona: Gedisa, 2001. Pág. 88.13 MONTAIGNE, Pág.12014 Idem., Pág.110
nación alguna que no sea de la otra cualquiera bárbara y bárbaro”15. Acto seguido
Montaigne realiza una serie de comentarios concernientes a este tema en relación con la
corrupción que proviene de Occidente y que es la que barbariza propiamente a otras
tierras16. Todos estos comentarios que denotan buena intención, connotan un tratamiento
que coloca a los habitantes originarios de América en una categoría no humana. Ésta no
es una operación inusual ante el Otro, ya que Hartog explica como el viajero occidental
se sitúa en “una frontera entre lo humano y lo no humano”17. Montaigne dice que solo
parecen bárbaros por que “en ellas ha dominado escasamente la huella del espíritu
humano”18. Los coloca seguidamente en un estado de naturaleza que recuerda a la
inocencia de un paraíso terrenal: “las palabras mismas que significan la mentira, la
traición, el disimulo, la avaricia, la envidia (…) le son desconocidas”19. Aunque con otra
intención20seguramente, no deja de tener puntos de contacto con la visión de Hegel
cuando éste se refiere a los africanos21y sobre como estos viven en el paraíso siendo este
el lugar “donde el hombre vivía cuando se hallaba en estado animal y era inocente, cosa
que el hombre no debe ser”22. Por lo tanto la humanidad para ser reconocida como tal
tiene que poseer conocimiento del bien y del mal, y ambos autores niegan que el Otro
no europeo pueda albergar tal conocimiento.
Esta visión del otro como no humano y de América como el paraíso perdido se
encuentra además en las representaciones de Colón y en la de Vespucio. La fijación que
tienen por la descripción de los cuerpos de los indígenas insiste en esta imagen:
“desnudos (…), muy bien hechos, (…), los cabellos gruesos cuasi como sedas de cola
de caballo”23; “desnudos, no se cubren ninguna parte del cuerpo (…) Tienen cuerpos
grandes, bien plantados, bien dispuestos y proporcionados”24 además del hincapié en la
ingenuidad de carácter: “gente farto mansa”25, “gente mansa y tratable”26. Colón,
Vespucio, incluso Montaigne los definen a través de la carencia: “no tienen armas”27, ni
15 LAS CASAS, LAS CASAS Bartolomé de, Apologética Historia Sumaria (1558)Cap. 26416 MONTAIGNE, Ídem.17 HARTOG, Pág. 1718 MONTAIGNE, Pág.11119 Ibídem.20 Pero de buenas intenciones esta tapizado el camino al infierno.21 Cfr. José Pablo Feinmann “África nuestra”, en Pagina 12, Mayo de 2005.
22 Ibídem.23 COLON Cristóbal, Diario de viaje (1492), selección de textos en: C. Colón, Diario. Relaciones de viajes, Madrid: ed.1985. Pág. 4324 VESPUCIO Américo: El Nuevo Mundo (1503) en A. Vespucio, El Nuevo mundo. Cartas relativas a sus viajes y descubrimientos, Bs. As: ed. Península, 2001. Pág. 179.25 COLON. Pág.4526 Vespucio, Pág. 179.27 COLON, Pág. 43
tienen propiedad, rey, autoridad, iglesia, ley, arte u orden28, “no hay ricos, ni pobres, ni
contratos, ni sucesiones…”29 Buscan lo que no tienen parecido a ellos porque siempre
están en la búsqueda de lo similar, de la repetición30. Pero como no es el objetivo de
Montaigne convencer con sus escritos de que estos pueblos son aptos para ser mano de
obra tratable31, no acentúa como los otros dos la característica de mansedumbre.
Señalando lo que no tienen, quieren enfatizar una cosa, que no tienen cultura, y,
sin embargo, no pueden dejar de mostrar que efectivamente eso es algo que poseen.
Vespucio nos muestra como se organiza culturalmente la sociedad indígena en
momentos de conflictos armados al mismo tiempo que afirma que “los pueblos pelean
entre sí sin arte y sin orden”32. Montaigne muestra en este sentido movimientos en su
escritura que señalan este tipo de contradicción, habla del escaso artificio o soldadura
humana que sostiene a estas sociedades33, al mismo tiempo que describe las complejas
relaciones sociales que las forman. Al referirse a las costumbres religiosas, a la
poligamia, incluso a la poesía de esta sociedad, esta todo el tiempo buscando
paralelismos con su propio bagaje cultural. Cuando habla de los adivinos y su castigo
por fallar en sus predicciones enseguida lo relaciona con el comportamiento de los
escitas34. Cuando explica las costumbres de las mujeres y su afán de que su marido
tenga más mujeres que ninguno, salta a referirse a los ejemplos de comportamientos
similares en mujeres de la Biblia35. Cuando habla de que el objetivo del triunfador en
una batalla es solo que el vencido reconozca su derrota, comenta las similares
costumbres al respecto que tienen los húngaros36. Cuando se refiere a su poesía, ésta se
asemeja a la de Anacreonte37. El Otro americano es medido con la misma vara de la
cultura occidental, en tanto que se busca su diferencia y su semejanza a partir de ésta, el
pensamiento puesto en “reencontrar lo familiar”38, todo a fuerza de no reconocer la
especificidad de estas expresiones culturales. Sin embargo señala, a pesar de todas estas
operaciones de semejanza, la enorme distancia entre la manera de ser de los caníbales y
28 Cfr. VESPUCIO, Pág., 181-18329 MONTAIGNE, Pág.11130 Cfr. PRATT, M. L.: Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación, UNQUI, 1992. Pág. 1831 “ De hecho, lo que la nobleza (y la burguesía) necesitaban, lo que conseguirían, era una fuerza de trabajo mas tratable. El tamaño de la población no era el problema; lo eran las relaciones sociales que gobernaban la interacción de las clases altas y bajas”. En WALLERSTEIN, ídem. Pág. 6832 VESPUCIO, Pág., 18333 MONTAIGNE, Ídem. 34 Ídem., Pág. 11335 Ídem. Pág. 11936 Ídem. Pág. 11737 Ídem. Pág. 12038 HARTOG, Pág. 19
la de los europeos, y en la comparación la desigualdad entre culturas en lo que respecta
a Montaigne es evidente39.
Solo cuando toma el tema del canibalismo se puede llegar a transfigurar cual es
el verdadero objetivo de esta diatriba. Las comparaciones entre las dos culturas aún
están presentes pero no para buscar semejanzas, sino para señalar quienes poseen
costumbres mas cruentas y quienes realmente deberían ser considerados bárbaros. O
también, que los caníbales no deberían ser llamados bárbaros a riesgo de ser etiquetados
los europeos con el mismo mote:
“No dejo de reconocer la barbarie y el horror que supone comerse al enemigo, mas
si me sorprende que comprendamos y veamos sus faltas y seamos ciegos para reconocer las
nuestras40 (…) Podemos pues llamarlos bárbaros en presencia de los preceptos que la sana
razón dicta, mas no si los comparamos con nosotros…”41
Las posiciones con respecto a los caníbales van variando a través del texto: Los
caníbales están en un estado de naturaleza ideal que el contacto con la cultura europea
solo va a corromper, por lo tanto solo parecen bárbaros aunque no lo son (todavía). Los
caníbales poseen una inteligencia que se asemeja a la europea. Los caníbales poseen
costumbres bárbaras y salvajes, pero el europeo también y es peor en su crueldad. Y esa
es la conclusión, el europeo con toda su cultura superior sobrepasa a los caníbales “en
todo género de barbarie”42. Y el ejemplo que propone para esto además del de los
portugueses que dando a estos pueblos lecciones sobre nuevas clases de muerte43, es la
de atrocidades terribles cometidas en las guerras de religión europeas44. Para lograr el
objetivo que quiere indicar el ensayo, es decir, la critica a su propia sociedad, pareciera
que poco importa para sus fines que la representación de los caníbales en el transcurso
del escrito resulte finalmente contradictoria.
39 MONTAIGNE, “ son aquellos hombres (…)completamente salvajes comparados con nosotros” Pág.11940 Como hace Vespucio al hablar del caníbales señala que se “ellos se maravillan porque nosotros no matamos a nuestros enemigos”. En VESPUCIO Américo: El Nuevo Mundo (1503), Pág.18341 MONTAIGNE, Pág.11542 Ibídem43 Ídem. Pág.11444 Cfr. Ídem. Pág. 115