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R E P R E S E N T A C I O N E S DEL T E R R I T O R I O , DE LA N A C I Ó N
Y D E LA S O C I E D A D EN EL P E N S A M I E N T O C O L O M B I A N O
DEL SIGLO XIX! C A R T O G R A F Í A Y G E O G R A F Í A
Fernando Cubides
La descripción geográfica ha ejercido una peculiar
fascinación sobre los escritores colombianos,
y se ha publicado una serie de libros desde
la aparición del Resumen y el Atlas de Codazzi.
El reverendo George Edmundson, "Colombia",
Enciclopedia Británica, 11a edición, 1910.
Una acotación necesaria
Al aproximarme a la historia colombiana del siglo xix llamó mi atención el interés de algunos de sus gobernantes y de miembros de su clase política por el conocimiento geográfico, un interés de amateurs, que así como les llevó a estimular y favorecer empresas intelectuales de gran calado como la Comisión Corográfica y los trabajos de Agustín Codazzi, les condujo, ocasionalmente, a incursionar como autores de textos, no sólo de intención divulgativa sino con pretensiones de sistematicidad y rigor. El conocimiento geográfico aparece, a lo largo del siglo xix como uno de los que más interesan a la clase política de este período1. Sorprende, sin
1. No tanto como aquel reino al que se refiere Borges en su relato "Del rigor en la ciencia", una parodia perfecta, reino en el cual "el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia" (Jorge Luis Borges, El hacedor, Alianza-Emecé, 1972, p. 143). Pero sin duda singular en el contexto latinoamericano, entre 1859 y 1909, en Colombia "se publicaron más de cien libros de geografía general, nacional, regional y urbana, en lo que constituye quizás caso único en América Latina", afirma Efraín Sánchez en su li-
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embargo, que, por una suerte de fatalismo, ese interés continuado en la geografía, y el nivel de conocimiento que posibilita, no haya tenido las consecuencias prácticas que eran de esperarse a la hora de tomar decisiones tan cruciales como las que entrañan la definición mediante tratados internacionales de los límites del territorio, ni hubiera conducido en un término razonable a una actitud exploradora, favoreciendo empresas que condujesen a completar la descripción de los paisajes naturales, y la obtención de las cartas regionales que hicieran posible una definición más precisa y convencional del mapa nacional. Obliga entonces a echar una segunda mirada, y a hacer con la geografía algo análogo a lo que el historiador Malcolm Deas emprende con la gramática y el lenguaje en su conocido ensayo: examinar las relaciones de ese conocimiento con el poder, interpretar la mentalidad de los gobernantes que hacen de la corrección lingüística y filológica un "vocabulario de dominación" (de la geografía, y de la representación del territorio, en nuestro caso), y por esa vía, entender algunos de los rasgos de la sociedad de entonces. Al mismo tiempo son notables para cualquier observador, una vez se tiene la secuencia de cartas nacionales, las grandes modificaciones que sufre el mapa de Colombia ya en el siglo xx, y no solamente a raíz de la pérdida de Panamá. El mapa que representa el territorio de Colombia, y con el que estamos familiarizados desde la escuela, es un producto relativamente reciente, más reciente de lo que suele creerse.
Existe, claro, un trabajo doctoral que examina la relación entre el conocimiento geográfico y la mentalidad de los integrantes de los gobiernos colombianos en buena parte del siglo xix. Se trata de una investigación muy detallada, publicada hace apenas tres años: Gobierno y geogra-
bro Gobierno y geografía, Banco de la República y El Áncora, Santafé de Bogotá, 1998, p. 59r. A lo largo del siglo xix la lista de miembros de la élite política que incursionan en la geografía es larga y representativa: desde Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano y Francisco Antonio Zea hasta Lorenzo María Lleras, Federico Lleras, José María Samper, Santiago y Felipe Pérez, Tomás Cipriano de Mosquera, Rafael Uribe Uribe y Carlos Martínez Silva. La parodia de Borges es perfecta, entre otros elementos por su desenlace: el virtuosismo es tal en aquel reino que los colegios de cartógrafos levantan finalmente un mapa del imperio que coincide puntualmente con él, sólo para descubrir que ese dilatado mapa es inútil, pues un mapa es siempre una abstracción.
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fía. Agustín Codazzi y la Comisión Corográfica de la Nueva Granada del sociólogo Efraín Sánchez (publicado por el Banco de la República en 1998), en dos de cuyos capítulos, que son los capítulos finales de su libro, "Codazzi y el avance de la Geografía" y "Geografía, política e identidad nacional", se desarrolla el tema de una manera metódica y con una muy detallada documentación. Con los recursos y posibilidades de un scholar británico, este investigador colombiano ofrece una interpretación bien fundamentada del estado del conocimiento geográfico en la segunda mitad del siglo xix, y de su uso y aplicación a finalidades políticas. No es que creamos que haya agotado por completo el tema, pero sí lo acota en sus aspectos esenciales y avanza suficientemente en él como para considerarlo un referente indispensable para quien quiera abordarlo de nuevo. Los temas que aquí trataremos son, apenas, ángulos complementarios.
Por su parte, para el período inmediatamente anterior al que nos interesa, el sociólogo y geógrafo Camilo Domínguez, en líneas más generales, con una secuencia menos detallada, ha hecho lo propio2.
Los mapas funcionan como símbolos
Parto de la idea de que un mapa, el mapa de un país en especial, a la vez que una síntesis de información y una representación del territorio, llega a adquirir un valor emblemático, contiene un elemento básico de la identidad. El trazado de los contornos del territorio de un país, su difusión, la toponimia que se le suele añadir, pueden ser tan emblemáticos como la bandera, el escudo o el himno nacional; al igual que esos "símbolos patrios" oficiales, los mapas llegan a ser percibidos como un elemento de identidad. Al elaborar y difundir un mapa oficial, los gobiernos así lo entienden y hacen de su conocimiento un aspecto central de la pedagogía ciudadana. La visión del territorio que de esta forma se representa contiene a la vez una manera de representar la Nación, y tanto en su
2. Camilo Domínguez Ossa, "Territorio e identidad nacional", en Gonzalo Sánchez Gómez y María EmmaWills Obregón (compiladores), Museo, memoria y nación, Santafé de Bogotá, 2000.
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trazado como en las convenciones, en los pies de página que los suelen acompañar y en los textos geográficos que los explican, los mapas nos ofrecen visiones condensadas de la sociedad y de la época. Por ello, la inclinación por la geografía que se percibe a lo largo del siglo xix colombiano es mejor entendida si se la relaciona explícitamente con las necesidades de integración, de construcción de la Nación y del Estado; obedece, en todo caso, a algo más que a un divertimento intelectual.
Un solo territorio, un solo pueblo y una misma lengua eran la tríada sobre la que, como sabemos, se habían construido los principales Estados nacionales europeos, así fuera mediante la imposición de dicha unidad y el desconocimiento de las minorías y de los particularismos regionales. El territorio, la nación, el pueblo (o su sinónimo, la ciudadanía), son imágenes elaboradas culturalmente que el discurso cartográfico condensa en sus principales productos, sobre todo cuando se trata del mapa político administrativo, y más aún cuando quiera que éste tiene el carácter de oficial. En los textos de geografía, desde los más elementales, al mapa que representa los contornos del territorio lo acompaña por lo general una escueta definición de la población y de sus características básicas.
La historia de la geografía como disciplina académica, rama especializada, está ya bien reconocida en el ámbito internacional, y publicaciones más especializadas aún, como la prestigiosa revista Imago Mundi, que se edita desde 1935, a la vez que promueve los congresos internacionales de historia de la cartografía ha contribuido a la consolidación de este enfoque. Sin incursionar en lo que implica de conocimiento especializado y a partir de ejemplos de cartografía y de textos geográficos tomados al azar, lejos de demostrar, pretendemos tan solo ilustrar el problema enunciado, conscientes de que, como ilustración, puede resultar un tanto efectista.
Por cierto que la escuela francesa de investigación histórica acerca del estado del conocimiento geográfico ha de ser un recurso constante para la comparación, pues la geografía y la representación del territorio que se desarrollaron en Francia a raíz de la Revolución, al igual que otros aspectos de la cultura francesa y de los modelos institucionales de la república burguesa, se convirtieron en un referente constante para nuestros proceres y, de modo más o menos explícito, para los gobernantes de las
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generaciones posteriores. Si tras la Revolución francesa y su ímpetu ecuménico, universalista, "cualquier cosa tricolor se convirtió en símbolo de las nacionalidades nacientes", como afirma Eric J. Hobsbawm, también la manera en que la Revolución francesa redefine la administración y la representación del territorio ejercerá una marcada influencia. Para el caso de Francia, ese aspecto se exploró con minuciosidad con motivo del bicen-tenario, y una de las conclusiones establecidas con firmeza es la perdurabilidad de invenciones aplicadas en dicho período con un propósito racio-nalizador, como es el caso de la figura del departamento3. En el caso francés se trata de un racionalismo llevado al máximo de sus posibilidades, pero a diferencia de lo acontecido con la racionalización y fijación convencional de un nuevo patrón del tiempo que se intenta con el calendario republicano, las del espacio y el territorio perduran más allá de cualquier intento restaurador, y se convierten en referentes universales (fig. i, p. 325). El mapa deviene entonces un elemento indispensable de la iconografía nacional.
Y con una consecuencia notable: la división, la más racional posible, del territorio no busca principalmente resolver necesidades administrativas, sino que es una necesidad para la representación política, un deseo que habían formulado los fisiócratas mucho antes de la Revolución. Y, consiguientemente, a medida que los proyectos geométricos suscitan reacciones y reformulaciones hasta llegar al proyecto de creación de departamentos que finalmente se adopta, siguiendo con el caso de Francia, la representación del territorio, según un patrón racional, hace evidentes la homogeneidad y a la vez la complementariedad de las regiones.
Claro que hay una neta diferencia entre el modelo que Francia significa, un modelo de nación unificada en torno a un centro, y el que significan los Estados Unidos, con una división interna de entidades te-
3. Véase Daniel Nordman & Marie-Vic Ouzouf-Marignier, Atlas de la Revolution Francaise. 4. Le territoire-Réalités et représentations, Editions de l'École des Hautes Études en Sciences Sociales, Paris, 1989. Algunos historiadores llevan la sofisticación de su análisis hasta la parodia, advirtiéndonos contra los peligros de la simplificación de cualquier representación cartográfica. Cf. M. Monmonier, Commentfaire mentir les curtes. (Debo esta última referencia a uno de los capítulos inéditos de la tesis doctoral, aún en elaboración, de Margarita Serje).
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rritoriales bien diferenciadas y relativamente autónomas. Y está claro que en cuanto a la administración del territorio, la disputa centralismo-federalismo conlleva una oscilación entre esos dos modelos.
Respecto del siglo xix colombiano y siguiendo al ya mencionado Malcolm Deas, en algún momento Efraín Sánchez adopta la presunción de que mientras en el interés de los conservadores colombianos prevalecería el lenguaje, en los liberales, la geografía; presunción que abandona rápidamente tras comprobar que en cuestiones geográficas ese interés, a juzgar por las publicaciones y las medidas adoptadas desde el Gobierno por unos y otros, se distribuye de manera más o menos equitativa. Se puede decir entonces que al igual que los otros ejes de la discusión: federalismo o centralismo, proteccionismo o librecambio, no hay en punto al territorio y a la Nación como paisaje cultural, y a sus expresiones geográficas, una adscripción partidaria definida. Lo cual hace más significativos los matices, si se tiene en cuenta que uno de los argumentos centrales del movimiento regenerador de Núñez y de Caro se nos presenta como una reacción a las tendencias centrífugas y particularistas que había favorecido el radicalismo liberal. Se hace más apremiante la representación unitaria del territorio, y su carácter relativamente homogéneo, para contrarrestar el particularismo regional y las recurrentes tendencias separatistas, que, ya antes de la de Panamá, habían aparecido.
Con todo, mientras que de los otros dos componentes de la "trinidad cognoscitiva", el derecho y la gramática (usando la enunciación que formula Marco Palacios)4, no es difícil establecer ciertas "afinidades electivas" entre algunos de los supuestos básicos de sus teorías al uso (las teorías jurídicas prevalecientes, o el casticismo y el hispanismo como asociados al rigor filológico y las orientaciones doctrinarias de los partidos), la recepción del conocimiento geográfico se beneficia de una aureola técnica, es por así decirlo suprapartidista, y tiene de entrada una connotación neutral, aun cuando desde el principio se lo formula como elemento de la identidad.
4. Véase en este volumen el artículo de Palacios, "La Regeneración ante el espejo liberal y su importancia en el siglo xx".
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(Fig. i) "Le project de nouveau decoupage", mapa del territorio francés y de la propuesta inicial de su demarcación durante la Revolución Francesa.
" ' " " ^ ü * •*Wfe. .r .^ . . .W (
(Fig. i) "Carte Gle. de la France Divisée en ses 8o Départements", de contorno circular, representa la división político-administrativa del territorio francés finalmente
adoptada. Las dos están tomadas de Atlas de la Revolution Francaise (4)-Le territoire (1). Editions de l'Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales, Paris, 1989.
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(Fig. 2)"Mapa de los Estados Unidos de Colombia para las escuelas de la Unión", tomado del libro de Federico Lleras Tratado completo de geografía universal,
Bogotá, 1874.
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Mar de las Ant i l las J s A , Riohacha
Santamaría,, Barranqu
Cartaéena
E C U A D O R
Excursiones Presidenciales F e r r o c a r r i l e s en explotación F e r r o c a r r i l e s en Construcción Ciudades pr inc ipa les Hingenio Centra! Colombia Sgggp Re¿ión Bananera ; : : : : ; ; :
0 F.
C O L O M B I A
(Fig. 3) Mapa tomado del libro Excursiones presidenciales-Apuntes de un diario de viaje, The Plimpton Press, Norwood (Mass.), 1908.
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V , ¡ /T.I/H Alta
•OURAS TERRITORIOS CEDIDOS POR
COLOMBIA
(Fig. 4) Mapa tomado del libro Atlas básico de Colombia, Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 6a edición, Bogotá, 1989.
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Algunos hitos
Como lo han señalado varios historiadores, en el mismo momento de la Independencia los discípulos de la Expedición Botánica poseían una visión, una imagen idealizada del territorio y de su especial ubicación, una versión criolla del"complejo de destino manifiesto":
Nada hay mejor situado en el viejo ni en el nuevo mundo que la Nueva Granada, afirmaba Francisco José de Caldas en su "Estado de la geografía del Virreinato de Santafé de Bogotá". Y al añadir: "la geografía es la base fundamental de toda especulación política", se inclinaba a predecir un futuro grandioso para la nación que se formaba, acorde con esa singularidad.
No obstante, dos generaciones después esa visión optimista se ha decantado, y el debate entre el presidente de la Confederación Granadina (Mariano Ospina Rodríguez) y el presidente del Estado del Cauca (Mosquera) a propósito de los trabajos de Codazzi, de la elaboración de una carta nacional, parece subrayar las dificultades para sacar provecho de esas ventajas naturales, el déficit palpable en su conocimiento, la desigual distribución de la población y los peligros que se derivan:
Extensos desiertos, muchos no explorados, nos separan de las naciones
limítrofes y con excepción de las líneas que corren por los territorios po
blados en las fronteras con Venezuela y el Ecuador en que la posesión
actual diariamente reconocida no deja lugar a duda, en todo el resto de
tan extensos lindes es necesario para prevenir en lo futuro disputas y gue
rras, determinar con precisión la línea de separación por linderos natura
les y fáciles de conocer. A medida que corre el tiempo adquieren impor
tancia aquellos desiertos y se hace más difícil su deslinde y más peligrosa
para la paz la determinación de las fronteras... (Mariano Ospina Rodríguez,
"Mensaje al Congreso de 1858"; citado por E. Sánchez, op. cit. p. 643).
En todo caso, tras la Independencia y siguiendo lo señalado por Caldas y por Alexander von Humboldt se emprende una descripción del territorio, de su configuración física. De manera relativamente temprana se define la necesidad de hacer levantamientos topográficos y carto-
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i E K I N A N D U ^ u t s i U L b
gráficos en dirección a una carta nacional, pero el progreso en dirección a ella fue muy lento. El impulso decisivo serán las actividades de Codazzi y la Comisión entre 1850 y 18595, pero dichos trabajos, además de intermitentes, siguen necesitando una exploración y un levantamiento detallado de las regiones no pobladas.
Tiene importancia que, además de Humboldt, el avance en el conocimiento geográfico provino del aporte de extranjeros, dentro de los cuales se destacan dos de los fundadores de la disciplina en su connotación más moderna: el alemán Alfred Hettner y el francés Elíseo Reclus. A ambos les atraen las descripciones previas que encuentran en las cartas de Humboldt, y emprenden, por su cuenta, recorridos semejantes, y ya en el terreno reconocen su deuda con Codazzi, habiéndose servido de sus cartas regionales. Sendos relatos del recorrido por la Sierra Nevada de Santa Marta llegarán a hacer parte de la literatura consultable hasta nuestros días .
Las enseñanzas de Humboldt y la emulación con los viajeros extranjeros constituyen motivaciones explícitas de varios de los autores colombianos, políticos o no, que incursionan en este campo. En el listado, después de Caldas, el ya mencionado Efraín Sánchez trae a jorge Tadeo Lozano, a Francisco Antonio Zea, José Manuel Restrepo, Juan José Nieto, José María Samper, Santiago Pérez, Felipe Pérez y Tomás Cipriano de Mosquera. Para el período que más nos interesa, el de la Hegemonía Conservadora durante la Regeneración, habría que añadir los nombres de Rafael Reyes, Rafael Uribe Uribe y Carlos Martínez Silva.
5. Acerca de la Comisión Corográfica, de sus integrantes y de su significación cultural y científica, los trabajos más elaborados son sin duda los de la socióloga e historiadora Olga Restrepo; de ellos, los más referidos a nuestro tema son: "La Comisión Corográfica: un acercamiento a la Nueva Granada", Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de la Ciencia, y "La Comisión Corográfica y las ciencias sociales", en Ciencia, Tecnología y Desarrollo, vol 8, n° 1-4, Bogotá, 1984; así mismo, en el artículo arriba citado, Camilo Domínguez se refiere al componente cartográfico y geográfico de los trabajos de la comisión.
6. El relato de Reclus, autor por cierto de la Nouvelle Géographie Universelle (1875-1894), apareció en francés en París en 1861, luego en inglés, y fue publicado en español en Colombia por el Ministerio de Educación Nacional en 1947.
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La analogía con el país escogido conscientemente como modelo de construcción del Estado-Nación por la mayoría de nuestros proceres, Francia, tal vez nos permite entender mejor la secuencia, los hitos del proceso. Por cierto que la francesa es una escuela de pensamiento geográfico ya para la época muy tradicional, como que uno de sus pioneros, y al presente un clásico en su género, Vidal de la Blache, reúne en sí mismo las destrezas del historiador y las del geógrafo7. El caso de Francia, además de bien estudiado, lo ha sido en la etapa más reciente con el cri-terio de encontrar la relación entre el territorio y sus representaciones .
Imágenes del poder: el territorio y la raza
Si en los distintos textos colombianos a los que hemos hecho referencia prevalecía el interrogante acerca del territorio, como el interrogante elemental, en cada uno de ellos y de manera subsidiaria, de él se derivaba una manera de entender rasgos básicos de la población, cifras demográficas, a la vez que gruesas apreciaciones sobre la población, compuesta de razas o castas, indistintamente, como la entendían Caldas y su generación9, o de razas escuetamente, un concepto que se expresa con sencillez, sin ambages, y que será de buen recibo a todo lo largo del siglo xix.
Trátese de casta, prefiérase la expresión raza, la que resulta significativa es esa visión según la cual el elemento predominante, hablando en cifras, era el blanco, una percepción no corroborada por los propios empadronamientos o recuentos poblacionales pero que persiste mucho tiempo.
7. "Seguramente, ningún país se presta mejor que Francia a las reflexiones de un historiador convertido en geógrafo", Pierre Monbeig en Enciclopedia internacional de las ciencias sociales, tomo 10, Editorial Aguilar, Madrid, 1972, p. 658.
8. Véase Atlas de la Revolution francaise. N° 4: Le territoire, realités et représentations, op. cit.
9. "... se distinguen tres razas de origen diferente: el indio indígena del país, el europeo su conquistador, y el africano introducido después del descubrimiento del Nuevo Mundo. Entiendo por europeos no sólo los que han nacido en esa parte de la tierra, sino también sus hijos, que conservando la pureza de su origen, jamás se han mezclado con las demás castas. A éstos se conoce en América con el nombre de criollos, y constituyen la nobleza del nuevo continente...". Caldas, Estado de la geografía del Virreinato de Santafé, citado por Camilo Domínguez, op. cit, p. 342.
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En uno de sus primeros trabajos publicados, Sociedades científicas en Colombia, la colega Diana Obregón se ocupa de la Sociedad Geográfica de Colombia, fundada como una derivación de la Sociedad Colombiana de Ingenieros. Destaca además el determinismo geográfico de los ingenieros como un rasgo predominante; pero debe decirse para lo que nos interesa que la labor de medición geodésica, de triangulación del territorio para establecer sus coordenadas con precisión, es relativamente tardía y no puede confundirse con el tipo de conocimiento geográfico y el valor simbólico otorgado a los mapas, que es el que nos interesa. Aun cuando desde sus comienzos en una disciplina como la geografía el elemento técnico era indispensable, en ella no se trata ante todo, ni principalmente, de medición.
Lo anterior podrá verse claro incluso cuando se trata de la misma persona (y se trata de alguien tan representativo como Miguel Triana, matemático e ingeniero). Uno de sus escritos autobiográficos, "La corrección de los mapas"10, da cuenta de su labor como ingeniero, auxiliar del geógrafo francés Jean Rottel, "Caballero de la Legión de Honor, miembro del Instituto de Francia e individuo de la Sociedad Geográfica de París" quien estuvo en Colombia entre 1877 y 1884 trazando la cartografía de las cuencas del Orinoco, del Ñapo, del Casiquiare y del Meta; en ese sentido, la suya como ingeniero es una labor subsidiaria, y dependiente del criterio del geógrafo. La percepción del territorio, de su configuración, de sus distancias, no es por fuerza, ni en todos los casos, visual o cartográfica. Hay un género decisivo en esa dirección, género muy apreciado y cultivado en la época, el de los relatos de viaje, que contribuye como el que más al conocimiento y a la percepción del territorio. Son anto-lógicas en ese sentido las Notas de viaje de Salvador Camacho Roldan, y dignas de mención Un viaje a Venezuela de Modesto Garcés (Librería de Camacho Roldan, 1890), De Bogotá al Atlántico por la vía de los ríos Meta, Vichada y Orinoco de Santiago Pérez Triana (París, Imprenta Sudamericana, 1897) y las visitas misionales de fray José de Calasanz Vela en 1889 (publicadas en la revista Anales Religiosos, mucho después, en 1934), y
10, En El Liberal Ilustrado, tomo 111, n° 1096, septiembre 12 de 1914.
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como los anteriores, muchos ejemplos más, en que los viajeros, en imitación de un modelo en boga desde el siglo xvm, se esmeran en la descripción de los accidentes geográficos del territorio que recorren en su sentido más lato, y de los grupos humanos y tipos de sociedad que lo pueblan. El propio Triana, por cierto, incursionó en el campo de la descripción del paisaje natural, con sus observaciones de viajero; en su producción figuran dos obras en el género: "Por el sur de Colombia" y "Al Meta". Volviendo a nuestro modelo, en apenas 11 años, entre 1779 y 1790, se publican en Francia 157 crónicas de viaje, que incluyen detalladas descripciones del territorio francés.
Otro problema es el del tipo de ingeniero que se pretendió formar: se trataba de un ingeniero militar, que tuviera conocimientos geográficos particularmente orientados al uso de la cartografía. Codazzi era un ejemplo vivo de este profesional. En esta dirección se orientó el Colegio Militar, fundado en la primera administración de Tomás Cipriano de Mosquera, institución que tuvo una existencia intermitente a los vaivenes de las guerras civiles (1848-1854,1866-1867,1883-1885). Pese a esta situación de inestabilidad, de ella salieron las primeras hornadas de ingenieros, los que, como detalla Frank Safford, "trabajaron en la construcción de caminos y ferrocarriles y enseñaron matemáticas e ingeniería a lo largo de la segunda mitad del siglo xix".
En el Tratado completo de geografía universal (2a edición, 1874), de Federico Lleras (fig. 2, p. 326), aparece la visión del territorio que entonces se poseía. Allí nos ofrece la siguiente descripción del sistema de cordilleras:
A la vez que en los valles bajos y en las costas despliega toda su magnificencia intertropical, extendiéndose sobre los Andes en Pasto y Popayán, y sobre su rama oriental en Bogotá, Boyacá y Santander, inmensas y fértiles planicies, de clima frío y sano todo el otoño, verdaderos Tibets andinos de 2.133 a 3.733 metros de elevación sobre el mar, en donde la raza caucásica prospera en toda su belleza y vigor europeos con exclusión de la africana que naturalmente busca los valles y las costas ardientes..." (p. 25; el subrayado es mío).
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Y una percepción reiterada, contra toda evidencia demográfica y
etnográfica, en la página siguiente:
Los colombianos son reputados generalmente por laboriosos, honrados
y hospitalarios, distinguiéndose por sus maneras y cultura literaria la cla
se educada. Casi todos los habitantes del interior, especialmente los de la
altiplanicie, son blancos. Las llanuras del oriente están habitadas por indios
independientes (subrayado mío).
Mucho antes de Auschwitz, claro está, la noción de raza no tenía to
davía las connotaciones excluyentes y discriminatorias que nos han he
cho apartarla por completo del lenguaje que se aplica a la sociedad y a la
diversidad de los grupos humanos".
Lo que tiene de significativo el pasaje de Lleras es que no visibiliza el
papel del mestizaje y tampoco incorpora en su percepción a los grupos
indígenas que ya habían sido objeto de descripcionespor Humboldt (cu
yas Cartas americanas habían sido publicadas en francés desde 1865), para
no mencionar que de la negritud tiene una visión del todo peyorativa.
En todo caso, contrasta dicha percepción acerca de la supuesta su
premacía del elemento europeo, blanco, caucásico, de nuestros geógra
fos, con las descripciones de los viajeros extranjeros, que destacan el
mestizaje, y en el mosaico de tonalidades de piel y de rasgos, el único que
11. Después de Auschwitz, una formulación equilibrada, con fundamento tanto en la antropología como en la historia, la encontramos en Claude Levi-Strauss: "Finalmente y sobre todo, se debe preguntar en qué consiste esa diversidad (la diversidad cultural), a riesgo de ver los prejuicios racistas, apenas privados de su base biológica, restablecerse sobre un terreno nuevo. Pues no tendría sentido haber obtenido del hombre común que renuncie a haber atribuido una significación cultural y moral al hecho de tener la piel blanca o negra, el cabello liso o crespo, para quedar silenciado frente a otra pregunta, con la cual, como lo prueba la experiencia, se relaciona inmediatamente: si no existen aptitudes raciales innatas ¿cómo explicar que la civilización desarrollada por los hombres blancos haya hecho los inmensos progresos que se sabe, mientras que los pueblos de color hayan quedado rezagados, los unos a mitad de camino, los otros afectados por un retardo que se puede cifrar en miles o decenas de miles de años?". "Raza e historia", Revista de Divulgación Cultural, n° 8, Universidad Nacional de Colombia, febrero de 1971.
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encuentran cuantitativamente predominante es el mestizo. Uno de ellos,
por encima de toda sospecha en cuanto a su objetividad etnográfica, es
Alexander von Humboldt12.
Pero esa percepción está elaborada culturalmente, elaboración que
nos remite, una vez más, a Miguel Antonio Caro. Uno de sus biógrafos y
varios de sus contemporáneos narran cómo Caro se preciaba de no ne
cesitar un conocimiento directo del territorio para poder gobernarlo; en
su vida, prácticamente no salió de la sabana de Bogotá, y lo más lejos que
pudo haber llegado fue San Gil, en el actual departamento del Santander.
Tal vez no sea casual que él y José Manuel Marroquín hagan patente su
aversión a viajar13. De cualquier modo, no es atrevido presumir que, con
tan escaso contacto con el territorio, era muy difícil percibir desde el al
tiplano la diversidad étnica y cultural del país de entonces.
La noción de raza que defiende Caro es bien sui generis: el latinista y
traductor de Virgilio es, tal vez, de todos los autores de este período quien
más emplea una expresión que para entonces ya era arcaica, a sabiendas
12. "Se oye decir en este país 'andar en carguero' como quien dice ir a caballo, sin que por esto se crea humillante el oficio de carguero; debiendo notarse que los que a él se dedican no son indios, sino mestizos y a veces blancos. Más aún sorprende oír cómo estos hombres, desnudos y ocupados en cosa tan degradante a nuestros ojos, disputan en medio del bosque, porque el uno rehusa dar al otro, que pretende tener más blanca la piel, el título de Don, o Su merced". Alexander von Humboldt, Carta a su hermano Guillermo en que le refiere el paso del Quindío, proveniente de Antioquia y camino de Popayán, fechada en Lima, 25 de noviembre de 1802. En Viajeros extranjeros en Colombia, edición limitada de Carvajal, Cali, 1970, p. 25.
También la observación a vuelo de pájaro del inglés J. P. Hamilton, publicada en Londres en 1827, confirma el mosaico étnico, en este caso para Bogotá: "El mercado en Bogotá se realiza en la plaza mayor y es verdaderamente digno de verse; se cree que se gasten allí cada viernes unos 10.000 dólares; y el extranjero se divierte mucho observando desde las gradas del atrio de la catedral, al criollo al mulato, mestizo, indio, negro (este último forma parte en su mayoría de los esclavos), todos ocupados comprando y vendiendo". En la obra citada inmediatamente antes, pp. 56-57.
13. "Caro y Marroquín eran notoriamente adversos a viajar. Caro quizá recordaba el desgraciado exilio de su padre, pero dio como excusa la miopía, por la que tuvo una dolorosa experiencia con las hormigas en tierra caliente. Lo más lejos que viajó de Bogotá parece haber sido San Gil, a cuatro o cinco días a caballo". Malcolm Deas, Del poder y la gramática, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1993, p. 58.
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de lo arcaica y de que pocos viajeros con pretensiones etnográficas empleaban, la de raza latina:
¿Qué es, pues, eso que así llamamos? Un conjunto de pueblos y familias
que se estrechan, confunden e identifican a virtud de una idea, y ésta es la
idea católica, comprendiendo bajo el nombre de idea, dogmas tradicio
nes y afectos. (...) Raza latina es, literalmente hablando, un sofisma. Para
que esa frase signifique algo, es preciso tomar las voces en un sentido
distinto del que rezan; es preciso interpretar raza por comunión, y latina
por romana...14.
Se halla polemizando con El Tiempo, periódico de la época, que a su vez se ha burlado de la expresión, y ha criticado su poco fundamento cuando se la aplica a una nación latinoamericana. Más palpable la reiteración dogmática, y lo retorcido de su argumentación, cuando en sus intervenciones ante el Consejo de Delegatarios adopta la llana expresión raza criolla para referirse al componente étnico predominante15.
La noción, tan artificiosa, no deja de emplearse, y la encontramos incluso en la pequeña obra Compendia de geografía universal para uso de colegios y escuelas, de uno de los contradictores de Caro dentro del Partido Conservador, Carlos Martínez Silva, en donde, en el capítulo dedicado a Colombia, delinea el siguiente panorama etnográfico:
Razas: Predomina en la República la raza blanca, de origen latino, venida
a América con los conquistadores. La raza indígena pura se encuentra en
los territorios habitados por salvajes y su número se calcula en unos
300.000. En los Departamentos de Cundinamarca, Boyacá y Nariño sub
sisten en el pueblo bajo, con facciones bien caracterizadas, los elementos
aborígenes, pero mezclados ya en gran parte con los blancos. La raza ne
gra, originaria de África, abunda en el valle del Cauca, en Antioquia, en
14. M. A. Caro, "La raza latina", en Obras, tomo 1, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1962, p. 734.
15. Sesión del día 18 de mayo de 1886 en Antecedentes de la Constitución de 1886, Academia de Historia y Plaza & Janes, Bogotá, 1986, p. 137.
[336]
TERRITORIO, NACIÓN Y SOCIEDAD
Bolívar, en el Atlántico, en Panamá y en la costa del Pacífico. Hay allí tam
bién muchos mulatos y mestizos. En los Departamentos del interior son
muy escasos los negros1 .
En el apartado correspondiente a los límites internacionales de Colombia transcribe por entero el correspondiente tratado con cada uno de los países con los que se ha celebrado; en el caso del Brasil, el tratado celebrado en 1907; en el texto, sin embargo, se echa de ver una escasa familiaridad con la toponimia y los accidentes orográficos e hidrográficos de las regiones amazónica y orinocense. Subsiste además una indefinición:
el resto de la frontera entre los dos países disputada, sujeta a posterior
arreglo en el caso de que Colombia resulte favorecida en sus otros litigios
con el Perú y el Ecuador (ibid., p. 66).
A un trazado definitivo de las fronteras con Brasil sólo se llegará en 1928. Como constata Efraín Sánchez, de los países limítrofes Brasil es el único que tiene una actividad exploradora continua, desde antes de 1820, y específicamente orientada hacia su cuenca amazónica.
Del torrente de publicaciones geográficas que relaciona Sánchez como dato singular, y dentro de las cuales destaca tres, la del general Mosquera (Londres, 1866), la de Felipe Pérez (París, 1865) y la de Francisco Javier Vergara, publicada en 1888 y adoptada como texto oficial en 1901, ninguna se nutría de un conocimiento directo, así fuera somero, de las regiones más extensas y menos pobladas: la Orinoquia y la Amazonia. La noción que de ellas se transmitía al lector era notoriamente imprecisa. En lo fundamental, seguían siendo térra ignota para los geógrafos nacionales.
Es característico a ese respecto el mapa hecho en 1850 por el coronel Joaquín Acosta y el cosmógrafo José Benedicto Domínguez, un mapa hecho para ubicar las oficinas postales: mientras que traza con cuidado
16. Carlos Martínez Silva, Compendio de geografía universal para uso de colegios y escuelas. Notablemente corregida, renovada y aumentada por Miguel Abadía Méndez, Librería Americana, Bogotá, 1901.
[337]
FERNANDO CUBIDES
los contornos de la Colombia andina y costera, deja en blanco, y rotula con el título Llanos inmensos, todo el territorio de la Orinoquia y de la Amazonia; mientras que para la época de la Amazonia se podía afirmar que tan solo estaba poblada por grupos indígenas supérstites, era ostensible que la Orinoquia, en cambio, y desde el período colonial, había dado lugar a un poblamiento mestizo, y fue el territorio en el que se formaron núcleos de poblamiento importante en torno a las haciendas jesuíticas. Como lo muestran los historiadores regionales, pese al retroceso que en materia de poblamiento y de explotación económica significó la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, todos los pueblos subsistían, y las explotaciones económicas supérstites eran las mismas que prosperaron a fines del período colonial.
No es casual que a todos esos territorios, que hoy hasta el menos ilustrado de los colombianos reconoce por su diversidad y su riqueza en vegetación, se los llame desiertos, como vimos en el mensaje presidencial de Ospina Rodríguez, y como veremos más abajo en un pasaje de Rafael Uribe Uribe.
Hay sin embargo una notable excepción: la del pionero de la industria quinera y cauchera y miembro del Consejo de Delegatarios, Rafael Reyes, quien entre 1875 y 1884 recorre en varios sentidos esa zona limítrofe, navega por el Iza, Putumayo,
buscando una vía de comunicación de mi país con el Amazonas'7.
No es imposible que ese conocimiento geográfico empírico, directo, ese carácter de explorador, hubiera hecho notorias sus diferencias con Caro en materias constitucionales. Precisamente la más importante de esas diferencias tiene que ver con la concepción del territorio y de la Nación. Mientras que, realista, Reyes se inclina por una fórmula moderada, y por conservar algunos de los rasgos autonómicos de las entidades territoriales llamadas estados y que a partir de 1886 serán los departamentos
17. Rafael Reyes, Memorias, prólogo de Alvaro Gómez Hurtado, Fondo Cultural Cafetero, Bogotá, 1986, p. 135.
[338]
TERRITORIO, NACIÓN Y SOCIEDAD
porque son Secciones habituadas a una vida que pudiéramos llamar au
tonómica, por la homogeneidad de costumbres entre las poblaciones que
las constituyen,
Caro postula, axiomático:
Primitivamente el artículo del proyecto dividía el territorio en siete Es
tados y dos Departamentos. Se observó luego que la denominación de las
partes territoriales de la república debía ser uniforme, y la Comisión adop
tó el nombre de Departamento por razones muy atendibles. El concepto
de Estado es sinónimo de Nación, y sólo se aplica a naciones indepen
dientes, o a aquellos cuerpos políticos que forman una federación y se
rigen por leyes propias y en rigor son repúblicas aliadas. Los Estados co
lombianos eran soberanos. Hoy se ha reconocido que la república es uni
taria, o de otro modo que la soberanía reside únicamente en la Nación .
Su habilidad como filólogo y lingüista al establecer esa sinonimia Nación-Estado, y el énfasis en el carácter unitario de una y otro, prevalecen en ésta y en varias oportunidades en las discusiones del Consejo de Delegatarios frente a Reyes, en punto al estatus del territorio, y esa concepción se mantendrá, como sabemos, hasta 1991.
El tópico de las "dos Colombias". La concepción de las zonas periféricas y sus efectos en la delimitación de fronteras
Las distintas excursiones de Rafael Reyes en su condición de comerciante de quinas y de caucho, seguidas de llamados a la ocupación de ese territorio, de someras descripciones del paisaje natural y de los grupos humanos a medida que navega por el río Putumayo hacia el Amazonas, son muy significativas y muy ricas empíricamente. En sus observaciones, junto al relato de las costumbres de los pueblos indígenas, se deja percibir la preocupación por la dinámica de los países vecinos y la indi-
18. Antecedentes de la Constitución de 1886, op. cit, p.
[339]
, r i T H i n c q
ferencia de los gobernantes colombianos; hace además el levantamiento cartográfico de su recorrido (fig. 3, p. 327), lo coteja con otras cartas regionales, lo publica y lo da a conocer a las sociedades geográficas de París y Londres. Ya como presidente emprende diferentes viajes, y para realzar su importancia hace editar, en formato de lujo y por un subordinado, una detallada relación de sus excursiones presidenciales. Bogotá, Santa Marta, Barranquilla, Riohacha, Cartagena, Sincerín (Fundación), Puerto Wilches, Medellín, Girardot, son las escalas del itinerario de su primer viaje; su segundo viaje tiene un recorrido similar. De acuerdo con los medios de transporte de la época, era impensable para un gobernante un recorrido más aventurero, pero en esa relación no deja de aparecer la preocupación por las dos grandes regiones geográficas, Orinoquia y Amazonia; no sólo se detallan los "Proyectos de fomento de la hoya del Orinoco", sino que la cuestión amazónica se hace más apremiante:
En menos de treinta años el Amazonas y sus afluentes han decuplicado
su comercio y el número de vapores que hoy penetran a los lugares adon
de antes no había llegado el hombre civilizado, lo cual se ha conseguido a
la sombra de la paz. Los terrenos antes ignorados que riegan ríos como el
Acre y otros han adquirido tal importancia que los ha vendido Bolivia al
Brasil por la suma de diez millones oro, más la construcción de un ferro
carril que una la navegación del Madeira, interrumpida por algunos sal
tos. Los terrenos que riegan el Meta y sus afluentes no son inferiores en
productos naturales a los del Acre, y están en mejores condiciones, por
que cercanos a ellos hay dos millones de habitantes colombianos de fuerte
constitución y de grandes condiciones para el trabajo, y una vez termina
da la recolección de los productos naturales [por lo visto, se sigue pensan
do en una economía extractiva, en la quina y el caucho] sus brazos crearían
allí agricultura y fundarían un comercio estable19.
Se justifica el uso del tiempo condicional en los verbos de la última de las oraciones, pues el autor es consciente de los varios requerimientos
19. Pedro A. Pedraza, Excursiones presidenciales. Apuntes de Un diario de Viaje, The Plimpton Press, Norwood, Massachusetts, 1908, p. 19.
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TERRITORIO, NACIÓN Y SOCIEDAD
indispensables para llegar a esos objetivos, pero ante todo de que el interés hacia dichos territorios seguía siendo del todo marginal. A la población que los habitaba, se la juzgaba por reducir o cristianizar, y en la percepción predominante su marginalidad era insuperable por cualquier otra vía.
Reyes encontró en Baldomcro Sanín Cano un defensor de altura, quien realza su obra de pionero y de cartógrafo aficionado:
La relación de estos viajes de exploraciones y descubrimientos está publi
cada con una carta geográfica del Putumayo, en obra que le ha valido a su
autor el ser nombrado miembro de las sociedades geográficas de París y
de Londres, así como repetidas distinciones del gobierno del Brasil.
La historia de las exploraciones de que venimos haciendo mención, se
ñala que nunca estuvo el general Reyes animado por el simple interés
particular, sino por un ardiente deseo de abrir a su patria nuevos horizon
tes y campos de trabajo, y el de llamar la atención del gobierno sobre la
importancia de velar por territorios que aparecían como abandonados a
los ojos de las naciones vecinas20.
Revelador resulta que en el mapa que acompaña un texto tan lujosamente editado, si bien trae una buena definición de la orografía de la cuenca orinocense y amazónica, y el trazado del curso de los ríos es preciso, detallado, en cambio la definición de la línea fronteriza con los países de la cuenca amazónica sea difusa, indefinida.
De cualquier manera, a la caída de Reyes ese interés en la periferia decae, y en la mayoría de sus contemporáneos, tanto en sus enemigos políticos como en sus contradictores y ocasionales aliados, se vuelve a la noción tradicional: regiones deshabitadas, difíciles de ocupar, sin mayor valor económico o estratégico. El general Uribe Uribe, un buen conocedor de la Colombia andina e interandina y uno de los primeros que entiende la dinámica de la colonización antioqueña en su dimensión y en sus alcances, respecto de los "territorios nacionales" apenas los visua-
20. Baldomero Sanín Cano, "Administración Reyes 1904-1909", en Escritos, Biblioteca Básica Colombiana, Colcultura, Bogotá, 1977, p. 75.
[3411
FERNANDO C U B I D E S
lizaba o lograba incorporarlos a su mapa mental comparándolos con el
Sahara, o con Siberia; jun to al tópico ya tradicional de la singular ubica
ción cosmográfica aparece la visión de lo distante y de lo marginal:
Amplia porción del mundo nos pertenece y por eso somos un gran país.
Si la población alcanzara la densidad máxima a que llega en otras partes
del globo, holgadamente podrían vivir en nuestro territorio 200*000.000
de personas o sea el quinto de las que hoy huellan la superficie del plane
ta. Cierto es que intrínsecamente la grandeza territorial no confiere por sí
sola título de primacía a un país sobre los demás. Inmensos pero sin valía
son los desiertos de África, las estepas de Siberia y las selvas amazónicas .
Lo ocurrido con posterioridad es mejor conocido: después de Pana
má y del conflicto fronterizo con el Perú se renueva el interés por esa otra
Colombia, y para el colombiano promedio la visión acerca de la porción
amazónica del territorio colombiano, de su vulnerabilidad y de la cons
tante intervención de los países vecinos, sin restricción alguna, la propor
cionará La vorágine (publicada, como sabemos, en 1924)22. Como trasunto
de ello, uno de los dirigentes políticos posteriores se muestra sensible y
visionario al respecto, aun cuando sus comprobaciones ya no den para el
optimismo2 3 . Pero la conciencia acerca de lo perdido llega hasta hoy; la
idea de que el conocimiento del territorio siempre ha sido insuficiente y
tardío se nos presenta ahora en la forma de una constatación oficial, lán
guida y lacónica a la vez, aun cuando la responsabilidad se traslada a to
dos los colombianos:
21. Rafael Uribe Uribe, "Elogio de la patria. La grandeza territorial". El Liberal Ilustrado (suplemento del periódico El Liberal), tomo v, n° 1.535, octubre 16 de 1915, p.181 (subrayado mío).
22. Por cierto, el "Croquis de Colombia" y la "Ruta de Arturo Cova y de sus compañeros", que acompañaba las primeras ediciones, son referencias cartográficas importantes en la historia del problema.
23. "Inmensas regiones, casi todas ellas colindantes con las fronteras marítimas o terrestres de la patria han permanecido sin incorporarse a la vida nacional y el solitario esfuerzo de algunos exploradores audaces se ha ido extinguiendo sin dejar huella permanente". Alfonso López Pumarejo, "La política oficial", Mensajes, cartas y discursos del presidente López, Imprenta Nacional, Bogotá, 1935, p. 30.
[342]
TERRITORIO, NACIÓN Y SOCIEDAD
Si se compara el territorio sobre el cual nuestro país ha tenido soberanía
en la evolución histórica, se observa que ha perdido un área muy extensa.
Según la ley fundamental de la república de 17 de Diciembre de 1819 Co
lombia tenía 2*500.000 km' aproximadamente. Actualmente el territorio
continental es de 1141.748 km , o sea que ha cedido el 54% de su espacio
inicial en los diferentes tratados con los países vecinos (fig. 4, p. 328). Esto
refleja la falta de valoración de nuestro territorio y la mínima conciencia
geográfica de los colombianos al no defender sus fronteras (Instituto Agus
tín Codazzi, Atlas básico de Colombia, 6a edición, 1989, p. 31).
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA
EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
Clara Helena Sánchez Botero
En u n artículo publicado en 1843, y firmado apenas con las letras R.P.1, el
autor hace un balance bastante descarnado de "lo que ha sido en la Nue
va Granada el estudio de las ciencias, tanto físicas y matemáticas, como
morales y políticas que se han pretendido enseñar en nuestras universi
dades y colegios, desde antes de la emancipación hasta ahora". Allí se
hace un recuento de lo que eran los estudios clásicos, refiriéndose al latín
y la gramática, la filosofía (que incluía la matemática y la física), la medi
cina, la teología, la jurisprudencia, la literatura y las artes. Dice el autor:
Bajo el título pomposo de filosofía se estudiaba aquí una mezcla informe
de principios heterogéneos; era un absurdo revoltillo de la escolástica de
diferentes épocas con algunos escasos vislumbres de la filosofía del siglo
xvi en sus primeras gradaciones.
La filosofía se enseñaba por el texto del padre Goudin, y el gobierno
de España había prohibido bajo graves penas que se enseñara la filosofía
moderna , ya que se consideraba peligrosa y errónea. ¡Lo más grave era
que a comienzos del siglo xix la enseñanza de las cuatro operaciones de
la aritmética era considerada subversiva! Los "criollos no debían apren
der otra cosa que la doctrina cristiana para que permaneciesen sumisos",
sostenía el arzobispo Martínez Compañón . Sin embargo, el conocimien
to de la aritmética era indispensable para comprender el tratado del mun
do celeste de Goudin, "rancio y oscuro peripatético que ni hemos po-
1. "Lo que ha sido la enseñanza de las ciencias en la Nueva Granada", en Luis Horacio López (compilador), La querella benthamista 1748-1832, Biblioteca de la Presidencia de la República, Bogotá, 1993, pp. 259-287.
[345!
dido saber a qué época de la escolástica correspondía"2. Y continúa el autor afirmando que para 1820 se enseñaba algo más de aritmética y geometría y se oía hablar de álgebra, se pretendía enseñar geografía sin globos ni mapas y se pensaba enseñar astronomía sin los conocimientos suficientes de matemáticas3. Se salvan de las críticas, como un único punto de esperanza en el cambio, las lecciones de física de José Félix de Restrepo dictadas en la capital en el Colegio de San Bartolomé y publicadas en 18254.
La reforma de Mariano Ospina Rodríguez de 1842 pretendía mejorar la situación resaltando la importancia de las "ciencias útiles", al lado de la formación moral, y sobre todo de la disciplina. La ley mandó preferir en todos los colegios la enseñanza de las ciencias matemáticas, físicas y naturales de una utilidad positiva, según las circunstancias de cada provincia, y los idiomas vivos, la geografía y la historia5. Sin embargo, la universidad mantenía sus tradicionales facultades de filosofía, derecho, ciencias naturales, teología y medicina.
La fundación del Colegio Militar en 1847 marcará un cambio profundo en la educación superior, y por eso merece detenernos en ello antes de entrar en el período que estudiamos. El objetivo del colegio era formar ingenieros civiles y militares, y aunque tuvo una duración apenas
2. Fray Domingo Goudin, dominicano del siglo xvn, que rechazaba el mundo de la observación y la experimentación como vías del conocimiento, defendía el silogismo como su único método y adoptaba una posición en relación con los problemas astronómicos atrasada en doscientos años. Peter Santamaría, Origen, desarrollo y realizaciones de la Escuela de Minas de Medellín, Ediciones Diké, vol. 1, Medellín, 1994, p. 11.
3. En otro testimonio, de Juan Francisco Ortiz (1822), citado por Perry Zubieta ("Apuntes para las ciencias básicas en Colombia", Rev. Acad. Colom. Cieñe, vol. xvi, 1973, pp. 5-32), se confirma la anterior realidad y se exalta la labor de Restrepo. "Después de Mutis y Caldas, fue el propagador de los buenos estudios de matemáticas y física en este país... El curso duró tres años. Estudiamos en ellos aritmética, álgebra, lógica, geometría, trigonometría, mecánica, hidrostática, hidráulica, óptica, dióptrica, catóptrica, geografía, astronomía y psicología. Algunas de ellas nos las enseñó el doctor Restrepo por la edición latina de la obra del profesor alemán Cristiano Wolff".
4. José Félix de Restrepo, Lecciones de física para los jóvenes del Colejio Mayor Seminario de San Bartolomé, impreso por F. M. Stokes, Bogotá, 1825.
5. Jaime Jaramillo Uribe, "El proceso de educación en la República (1830-1886)" en Nueva Historia de Colombia (NHC), vol. 11,1989, p. 226.
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
de seis años (1848-1854), dejó huella perdurable para el desarrollo de las matemáticas y la profesionalización de la ingeniería en Colombia; la matemática superior dejará de enseñarse únicamente en los cursos de filosofía para convertirse en curso básico de la ingeniería civil y militar.
La dirección del colegio estuvo a cargo del general José María Ortega y el liderazgo académico se le reconoce a Lino de Pombo (1797-1862), considerado el primer ingeniero colombiano gracias a sus estudios en la Academia del Real Cuerpo de Ingenieros de Alcalá de Henares y en la École de Ponts et Chaussés. Lino de Pombo se inspiró en el modelo francés de la École Polytechnique, institución que tenía las siguientes características: un examen de ingreso competitivo, la importancia de las matemáticas y la asociación de la educación matemática y técnica con la educación militar. El pénsum del colegio exigía tres años de formación matemática que comenzaban con la aritmética y terminaban con el cálculo diferencial e integral, y dos años más de formación ingenieril y militar . Los cursos de matemáticas, como era usual en la época, incluían la aritmética, las geometrías (plana, del espacio, descriptiva y proyectiva), el álgebra, la trigonometría, el cálculo diferencial, la física, la astronomía, la geodesia y la topografía. Simultáneamente con su cargo de director de la Caja de Ahorros7, Pombo se encargó de los primeros cursos y comenzó a elaborar los textos de matemática, para que su enseñanza se hiciera más accesible y democrática, como se hacía en la Escuela Politécnica. Publicó Pombo en 1850 sus Lecciones de geometría analítica y en 1858 sus Lecciones de aritmética y álgebra, y según el testimonio de uno de sus alumnos, Manuel Ponce de León, estuvo preparando también sus lecciones de trigonometría y de cálculo . La historia novelada de Pombo por Germán Espinosa9
lo presenta como el sabio de las siete esferas: matemáticas, armas, políti-
6. Langins Janis, "The École Polytechnique and the French Revolution: Merit, Militarization and Mathematics", Llull, vol. xm, 1900, pp. 91-105.
7. David Sowell, "La Caja de Ahorros de Bogotá, 1846-1865" en Colombia en el siglo xix, Planeta, Bogotá, 1999, pp. 217-250.
8. Manuel Ponce de León, "Informe del Rector de la Facultad de Matemáticas e Ingeniería", 1894, Copiador 1891-1896, Archivo Histórico, Facultad de Ingeniería.
9. Germán Espinosa, Lino de Pombo, el sabio de las siete esferas, Colciencias/Pana-mericana, Bogotá, 1998.
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CLARA HELENA SÁNCHEZ BOTERO
ca, periodismo, hacienda y pedagogía, temas que estudió y manejó con eficiencia según lo requirieron las necesidades de la patria. Sin duda, uno de los personajes más ilustres del siglo xix.
Pombo, para sus cursos de matemáticas, recibió el apoyo del francés Aimé Bergeron, quien enseñó por primera vez, hasta donde sabemos, un curso de cálculo diferencial al estilo de Cauchy. De Bergeron es muy poco lo que se sabe, apenas unas pocas referencias en Cordovez Moure, en las que se cuenta su interés por encontrar el venado de oro10.
Entre los alumnos destacados del colegio se encuentra Indalecio Liévano (1834-1913), quien escribió tres textos relevantes para la historia de las matemáticas11: un Tratado de aritmética, un Tratado de álgebra y un libro titulado Investigaciones científicas. El primero, cuya primera edición es de 1856, es de especial importancia pues en él se encuentra su teoría sobre los números irracionales, tema abierto en Europa en ese momento; aunque su teoría adolece de serias deficiencias, tiene el mérito de mostrar que aquí había alguien al tanto de algunos de los problemas matemáticos más relevantes en su tiempo entre la comunidad matemática internacional. En sus Investigaciones científicas intenta, además, resolver el problema del postulado de Euclides, y demostrar la existencia de Dios de manera científica. Liévano fue jefe de la Oficina Central del Cuerpo de Ingenieros, director del Observatorio Astronómico y profesor de matemáticas en la Universidad Nacional, en las escuelas de Literatura y Filosofía y en la de Ingeniería.
En 1854 se clausuró el colegio por el golpe del general José María Meló; sin embargo, con ese pequeño grupo de ingenieros12, quienes "se de-
10. Víctor Albis, "A falta de una iconografía de Aimé Bergeron", Rev. Acad. Colom. Cieñe, vol. xxn, 1998, pp. 587-590.
11. Indalecio Liévano, Tratado de aritmética; Investigaciones científicas. Poción Mantilla Editor, Bogotá, 1871, Bogotá; Tratado de álgebra. Imprenta de Medardo Rivas, Bogotá, 1875.
12. Joaquín B. Barriga, José Comelio Borda, Ignacio Ortega, Rafael Pombo, Nicolás Caycedo D'Elhuyar, Antonio Dussán Manrique, Juan Nepomuceno González, Juan Francisco Urrutia, Juan Esteban Zamarra, Alejandro Ortega, Indalecio Liévano, Fidel Pombo y Manuel H. Peña. En Gabriel Poveda Ramos, "Ingeniería e historia de las técnicas", en Historia social de la ciencia en Colombia, vol. iv, Colciencias, Bogotá, 1993.
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
dicaron a diversas actividades como la agrimensura, la cartografía, el ensayo de materiales, la observación de fenómenos astronómicos y meteorológicos, la construcción de puentes, el drenaje de lagos, la instalación de metalurgias, la construcción de acueductos y la dirección de empresas desde ferrovías hasta fábricas de gas"13, se alcanzó a formar una base firme para apuntalar durante el resto del siglo xix la profesión de ingeniero en Colombia y con ella el estudio de la matemática "superior".
Efectivamente, tres acontecimientos importantes se darán a finales de la década de 1880 para la ingeniería y las matemáticas en Colombia: se fundará la Sociedad Colombiana de Ingenieros y su revista Anales de Ingeniería en 1887, se fundará la Escuela de Minas de Medellín en ese mismo año y se establecerá el título de Profesor en Ciencias Matemáticas en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Nacional en 1888.
La fundación de la Sociedad Colombiana de Ingenieros significa la consolidación de un gremio de profesionales indispensable para el desarrollo social y económico del país; la Escuela de Minas de Medellín, "rival" de la Escuela de Ingeniería de Bogotá, tendrá un fuerte impacto sobre la industrialización del país con la formación de ingenieros con mentalidad empresarial, y el título de Profesor en Ciencias Matemáticas refleja el deseo de una élite intelectual de formar profesores ilustrados interesados en el estudio de las matemáticas, independientemente de sus posibles aplicaciones prácticas.
La Escuela de Ingeniería y el título de Profesor en Ciencias Matemáticas
En 1866 el Colegio Militar fue reabierto por Mosquera, en su segunda administración, bajo la dirección de Luis María Lleras14, aunque apenas
13. Frank Safford, El ideal de lo práctico. Universidad Nacional, El Áncora Editores, Bogotá, 1989, p. 277.
14. Luis María Lleras (1842-1885) publicó en 1866 el libro Elementos de jeometría (Imprenta de Gaitán, Bogotá), una traducción del libro de Legendre, texto que fue usado por muchos años en la enseñanza de la geometría en Colombia. Lleras murió de manera dramática, traicionado por uno de sus alumnos, en la batalla de La Humareda en 1885.
1349J
i M f H c ? H r i T c o n
un año después fue absorbido por la Escuela de Ingeniería, una de las seis escuelas con que se fundó la Universidad Nacional en 1867. El espíritu académico del colegio pasó a la escuela con sus profesores y alumnos; comenzó a funcionar el 2 de febrero de 1868 con 29 alumnos provenientes de las más diversas regiones del país. En 1874 su número ascendía a 65, de 184 que tenía toda la universidad. En 1870 se graduaron los primeros ingenieros civiles y militares de la escuela: Ruperto Ferreirá (Santa Marta), Modesto Garcés (Cali), Luis María Tisnés (Sonsón), Francisco Useche (La Palma) y Abelardo Ramos (Fómeque). Pero la racha creciente no durará, pues años después muchos estudiantes se inclinarán nuevamente por el derecho y la medicina, profesiones que superaban a la ingeniería en estatus.
En 1880 el primer gobierno de Rafael Núñez dispuso que la Escuela de Ingeniería se convirtiera nuevamente en una Escuela de Ingeniería Civil y Militar dependiente del Ministerio de Guerra. No obstante, en su segundo gobierno, la Ley 23 de 1884 reincorporó la escuela a la Universidad Nacional. Comenzaba un período de cambios políticos frecuentes que se vieron reflejados en los diferentes nombres que sufrió la institución en los últimos veinte años del siglo xix: Facultad de Ciencias Matemáticas, Instituto Central de Matemáticas y Facultad de Matemáticas e Ingeniería, nombre que mantuvo hasta 1957, año en que se creó la Facultad de Matemáticas y Estadística.
El título de Profesor en Matemáticas es el resultado de una fuerte polémica sobre la naturaleza de los cursos de matemáticas que se dictaban en la Escuela de Ingeniería; para algunos, como Miguel Triana (1859-1931), eran excesivamente teóricos y debían limitarse a lo estrictamente necesario para su aplicación en la ingeniería. Para otros, como Manuel Antonio Rueda (1858-1907), el ingeniero debía tener una buena formación matemática.
Rueda, luego de una reflexión15 sobre si le conviene al país o no tener un instituto de matemáticas donde se prepararían matemáticos puros y una escuela de ingeniería donde se formarían los ingenieros, propone
15. Manuel Antonio Rueda, "Escuela de Ingeniería Civil", Anales de Ingeniería, vol. 1,1887, pp. 95-100.
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
una carrera de siete años, en la que los cuatro primeros se dedicarían a las matemáticas, para formar profesores ilustrados, y los tres últimos, a la preparación de ingenieros .
Triana propone17, en cambio, restringir los estudios de ingeniería a cuatro años, manteniendo los cursos de matemática usuales hasta el momento, pero disminuyendo su intensidad horaria y enfatizando el carácter de aplicabilidad de la matemática a ser estudiada.
La posición de Rueda se concretó con la creación en 1888 de un Instituto de Matemáticas con dos escuelas, una de matemáticas y otra de ingeniería. En la reforma, el pénsum era de cinco años, y se daba la posibilidad de obtener el título de Profesor en Ciencias Matemáticas a quien aprobara todas las asignaturas de matemáticas y realizara una tesis. Los requisitos para las tesis no están claros, pues, de las tesis que conocemos, no parece factible que algunas hayan sido realizadas apenas en una semana, como lo estipula el reglamento. Los temas abarcan un concepto de la matemática muy amplio y los niveles son bastante diversos. Es quizás relevante anotar aquí que era necesario aprobar todas las materias con la máxima nota, 5 o, como se decía entonces, "con plenitud".
Entre 1891 y 1903 se graduaron alrededor de 50 profesores de matemáticas. De sus tesis nos quedan 36 manuscritos que se encuentran en la biblioteca de Ingeniería. No son tesis en el sentido en que hoy entendemos la palabra; son, en muchos casos, ejercicios difíciles de alguno de los textos de matemáticas usados en la escuela; especialmente del Cours D'ánalyse de Sturm1 , o el texto de Geometría analítica de Sonnet y Fron-
16. Rueda dedicó su vida a la docencia, fundó colegios y universidades y publicó numerosos libros de matemáticas con varias ediciones, verdaderos best sellers de la enseñanza de la matemática en Colombia.
17. Miguel Triana, "Consideraciones sobre reorganización de la Escuela de Ingeniería civil" Anales de Instrucción Pública, tomo xi, 1887, pp. 153-157; "Estudio de la ingeniería. Consideraciones sobre el plan de estudios", Anales de Ingeniería, vol. 1,1887, pp. 13-15, 43-45. Triana ejerció la ingeniería en varias regiones del país, fue catedrático de matemáticas, física industrial, hidráulica y dibujo. Fue además político liberal e historiador.
18. Ch. Sturm, Cours DAnalyse de L'École Polytechnique, Gauthiers-Villars, París, 1857 (15 ediciones entre 1857 y 1929).
135U
CLARA HELENA SÁNCHEZ BOTERO
tera19, del cual había versión en español. De los títulos de las tesis se concluye inmediatamente que el área de las matemáticas incluía la astronomía y la geodesia (3), la física teórica y la mecánica (11) y la topografía (3); las demás tratan de geometría analítica, álgebra elemental y trigonometría. El primer título se otorgó a Julio Garavito Armero en 1891 con un trabajo titulado Forma de la sección meridiana de un manómetro de aire comprimido para que la graduación sea uniforme. Se trata de un problema de hidrostática que requiere del buen manejo del cálculo diferencial e integral, y en el que se hace un estudio teórico del manómetro, en el cual se analizan todas las posibilidades matemáticas. Sobresale entre todas ellas la tesis de Francisco Casas (1892) sobre la Teoría matemática de la elasticidad, trabajo de divulgación sobre un tema de actualidad en su época y de gran utilidad para la ingeniería.
La universidad fue cerrada por la Guerra de los Mil Días en octubre de 1899, y se reabrió a finales de 1902. En 1903, Belisario Ruiz Wilches, el fundador del Instituto Geográfico Militar, origen del actual Instituto Geográfico Agustín Codazzi, y Ricardo Pérez fueron los últimos en obtener el título de Profesor, y con ellos finaliza una de las experiencias más interesantes que se dieron en matemáticas y quizás en ciencia por institucionalizar el estudio de una disciplina básica en el siglo xix. Desconocemos por completo las circunstancias que motivaron esa decisión. Sin embargo, el carácter de matemáticos de los ingenieros de Bogotá permaneció hasta la creación de la carrera de matemáticas en la década de 1950.
La Sociedad Colombiana de Ingenieros y los Anales de Ingeniería
Cuarenta años de formación de ingenieros desde que comenzaron las labores en el Colegio Militar fueron suficientes para que en 1887 hubiera un numeroso grupo de profesionales decididos a hacer respetar la profesión, defendiendo su participación calificada en los proyectos de desarrollo material del país, muchos de los cuales estaban en manos de ex-
19. H. Sonnet y G. Frontera, Elementos de geometría analítica, traducido por Manuel María Barbery, novena tirada, De Bailly-Bailliere e Hijos, Madrid, 1893.
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
tranjeros o personas no aptas para el oficio. En el discurso de posesión como primer presidente, Abelardo Ramos expresaba que la sociedad se proponía
constituir en sociedad científica a los Ingenieros, Agrimensores, Arquitectos, Mecánicos, Profesores en Matemáticas y Naturalistas y crear un órgano de publicidad dedicado a los estudios más elevados de las mejoras materiales del país, a la investigación científica en el vasto campo de las matemáticas puras y aplicadas, así como de las ramas congéneres de las Ciencias Naturales...20
Objetivo que se refleja claramente en el primer artículo de sus estatutos, donde se resalta el alcance que se daba a la matemática:
Promover el estudio de las ciencias físicas y matemáticas, procurar el desarrollo de la ingeniería nacional y el fomento de las mejoras materiales de Colombia. Para satisfacer este propósito y establecer sólido vínculo de unión entre los socios, sostendrá el periódico científico e industrial denominado Anales de Ingeniería, órgano de ella.21
Los Anales de Ingeniería y la Revista Médica, fundada en 1873, constituyeron los medios de divulgación científica más importantes de la época. Los Anales, como medio de difusión de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, fue consecuente con sus objetivos; en ellos, por lo tanto, encontramos gran variedad de temas: decretos, informes, noticias, biografías, necrologías, cursos de matemática por entregas, publicación de tesis, experiencias de viajes, precios de los materiales de construcción, tablas astronómicas, y mucho sobre la construcción de los ferrocarriles, principal medio de transporte intermunicipal a finales del siglo xix y comienzos del xx. Podemos apreciar a través de la lectura de sus páginas el lento y tortuoso camino del desarrollo vial y económico del país.
20. "Discurso del señor Abelardo Ramos pronunciado en la instalación de la Sociedad", Anales de Ingeniería, vol. 1,1888, p. 8.
21. "Estatutos y Reglamento", Anales de Ingeniería, vol. vm, 1896, pp. 227-245.
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CLARA HELENA SÁNCHEZ BOTERO
Consecuentes también con sus objetivos, los artículos sobre matemáticas ocupan estadísticamente en los primeros volúmenes un segundo honroso lugar después del tema de los ferrocarriles, de trascendental importancia en la época; en ellos hay desde cursos por entregas de álgebra superior o geometría práctica (topografía) hasta defensas del sistema métrico decimal implantado por Mosquera en su primera administración22.
La mayoría de los artículos son sobre matemáticas elementales. El tema de los famosos problemas de construcción de la geometría griega (cuadratura del círculo, duplicación del cubo y trisección del ángulo) y la demostración del postulado de Euclides ocuparon varias páginas de los Anales23. Estos trabajos, en los cuales se demostraban los errores cometidos por quienes intentaron resolverlos, y que fueron sometidos a la Universidad Nacional para su revisión, están firmados por Enrique Morales (1851-1920), Ruperto Ferreira (1845-1912) y Rafael Nieto París (1839-1899), destacados colaboradores de los Anales en diferentes aspectos de la matemática y de la ingeniería. El trabajo de más alto nivel matemático es un curso por entregas titulado Los cuaterniones, divulgación de la obra del inglés William R. Hamilton (1805-1865), hecho por Pedro J. Sosa (1852-1898), ingeniero del canal de Panamá, quien pretendía dar a conocer en nuestro medio los avances del álgebra moderna. Desafortunadamente murió de manera prematura en un naufragio cerca de Jamaica.
Matemáticas y poesía, en un tiempo de retóricos, se unen en un valioso artículo de Rafael Nieto París24 sobre la cuadratura del círculo, en el cual se encuentra un poema dedicado al número pi que sirve como regla
22. Sistema que, dicho sea de paso, todavía no ha sido adoptado por la totalidad del pueblo colombiano; talego, tarro, canasto, pucha y atado sirven aún de unidades de medida en las calles o plazas de mercado de los pueblos y ciudades.
23. Clara H. Sánchez, "Las matemáticas en los Anales de Ingeniería", Mathesis, vol. ix, 1993, pp.105-124. "Los tres famosos problemas de la geometría griega y su historia en Colombia", Dpto. de Matemáticas y Estadística, Universidad Nacional, Bogotá, 1994.
24. Rafael Nieto París, "Cuadratura del círculo", Anales de Ingeniería, vol. 11,1888, pp. 112-121. Relación de la circunferencia con el diámetro! Soy (3) ? lema (4) y (1) razón (5) ingeniosa (9)/ De hombre sabio que, serie preciosa/ Valorando, enunció magistral/ Con mi ley singular, bien medido/ El Grande Orbe, por fin, reducido/ Fue al sistema ordinario real/ Arquímedes en ciencias preciado/ Crea ?, monumento afamado,/ Y aunque intérmina dio valuación,/ Periferia del círculo supo,/ Duplicando geométrico grupo,/
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
mnemotécnica para sus primeras 8o cifras decimales: cada palabra tiene el número de letras del dígito que ocupa el lugar correspondiente. Hay que anotar que la cifra 32 es o, y como no hay palabras de cero letras, Nieto París supera el escollo poniendo una palabra de 10 letras y quitándole una letra a la palabra anterior. Este tipo de "poemas" se encuentra en varios idiomas, pero salvo uno en francés no superan las treinta cifras decimales. El número pi es un número que ha atraído las mentes de aficionados y profesionales de todos los tiempos y aquí no ha sido la excepción.
En el volumen xv y hasta el volumen xxvn, esto es, desde 1908 hasta 1921, la mayoría de los artículos de astronomía, física y matemáticas están a cargo de Julio Garavito. Una pregunta obligada es: ¿qué pasó con los numerosos colaboradores de los primeros volúmenes? Luego de la muerte de Garavito aparecen otros autores y con ellos nuevos temas, como la teoría de la probabilidad, o la teoría de la relatividad de Einstein; sin embargo, a partir del volumen xxx el número de artículos sobre matemática comienza a disminuir significativamente y la revista se dedica a los problemas de la ingeniería colombiana.
En los balances que hacen de su gestión los directivos de la sociedad a los diez (1897)25, veinte (1907)2 y treinta años (1927)27, se puede apreciar el avance en las obras materiales del país y el papel cada vez más decidido que le van dando los gobiernos de turno a la sociedad como entidad consultiva, a pesar de su resuelta no intervención en política, explícita en el artículo 60 de los Estatutos de los Anales: "Es prohibido, en absoluto, en los Anales de Ingeniería, tratar sobre cuestiones de política, moral y religión"2 , temas que se confundían en uno sólo en don Miguel Antonio Caro. En 1931 la Sociedad Colombiana de Ingenieros, ante el
Resolver y apreciarle extensión/ Teorema legó memorable/ Como raro favor admirable/ De la espléndida ciencia inmortal;/ Y amplia ley, filosófica fuente/ De profunda verdad y ascendente/ Magnitud descubrió universal.
25. F. P. G., "La profesión de ingeniero en Colombia", Anales de Ingeniería, vol. x, 1899, pp. 281-284.
26. Diodoro Sánchez, "Veinte años de labor", Anales de Ingeniería vol. xm, 1907, p. 326-328.
27. Sección Editorial, "Labores de la sociedad" Anales de Ingeniería, vol. xxm, 1916, pp. 323-341.
28. Anales de Ingeniería, vol. 1, p. 5.
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CLARA HELENA SÁNCHEZ BOTERO
"colapso del país", en el editorial de los Anales29 rompe la norma y denuncia la "grave desmoralización traída por el peculado erigido en sistema, (y) tanto procedimiento de egoísta caciquismo... Entre el capitalismo absorbente, los políticos ineptos y el regionalismo primitivo de nuestros caciques, se ha logrado por fin dar cumplimiento a la profecía del General (Pedro Nel) Ospina".
La Escuela de Minas
Los antioqueños, desde comienzos del siglo xix, habían intentado establecer una Escuela de Ingeniería; don Juan del Corral fundó en 1814 un Colegio Militar de Ingenieros, bajo la dirección de Caldas, pero ese intento fracasó muy pronto por las guerras de independencia. La actividad minera en Antioquia había requerido de los servicios de ingenieros extranjeros, muchos de los cuales terminaron estableciéndose en el país. Ese "pujante crecimiento de la minería aurífera antioqueña" impulsó la fundación de una Escuela de Minería en la Universidad de Antioquia, la cual comenzó a funcionar en 1883, pero por falta de recursos amenazaba fracasar30. Dos años después el Congreso Nacional ordenó la creación de escuelas de minería en Ibagué, Popayán y Medellín. La Ley 60 de 1886, con el apoyo de Rafael Núñez, creó las de Ibagué y Medellín, pero realmente sólo se fundó la Escuela de Minas de Medellín, por falta de recursos del Estado. Dos hijos de Mariano Ospina, Tulio y Pedro Nel, graduados en el Mining College de la Universidad de California en Berkeley, estaban al frente del proyecto y le imprimieron a la escuela el sello que la caracterizó por tantos años. Aunque el pénsum en matemáticas era prácticamente el mismo que el de Bogotá31, la gran diferencia estaba en el
29 Sección Editorial, "La Sociedad de Ingenieros y el colapso del país", Anales de Ingeniería, vol. xxxix, 1931, pp. 481-486.
30. Poveda Ramos, op. cit. p. 159. 31. Álgebra, geometría, inglés, francés, botánica, zoología, química inorgánica, fí
sica elemental, dibujo lineal, física superior, trigonometría rectilínea y esférica, geometría analítica, dibujo de máquinas, minería, geología, química superior, explotación de minas, metalurgia, cálculo infinitesimal, mecánica analítica, agrimensura, geodesia, higiene, economía política y religión. Poveda Ramos, op. cit., p.160.
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
énfasis en "lo práctico". Recordemos que Mariano Ospina había enviado a sus hijos a los Estados Unidos con sus ya famosas recomendaciones:
No se metan con lo más alambicado de la mecánica analítica y de las
matemáticas trascendentales cargándose de preferencia a lo aplicable a la
práctica y procurando adquirir los conocimientos de los que llaman in
genieros mecánicos... Hay ciencias muy atractivas pero poco provechosas
como la Botánica, la Zoología, la Astronomía, que deben dejarse a los
ricos, y en el mismo caso se hallan la Literatura, la Religión y la Moral32.
La escuela fue fundada por secesión de la Escuela de Minas de la Universidad de Antioquia, para tener mayor autonomía sobre ella académica y políticamente, ya que sus recursos provenían de la Nación33. Las clases tuvieron un primer comienzo en abril de 1887; se suspendieron tres meses después y el 2 de enero del 88 se abrieron realmente los cursos. Siete años después, en 1895, fue cerrada y anexada a la Universidad de Antioquia. Algunos de sus estudiantes, como Jorge Rodríguez y Enrique Olarte, continuaron y terminaron sus estudios en Bogotá. La Escuela de Minas se restablece como institución independiente luego de la Guerra de los Mil Días en 1903, y en 1906 vuelve a hacer parte de la Universidad de Antioquia. En 1911 vuelve a independizarse y ofrece dos títulos: de ingeniero de minas y de ingeniero civil, y tiene vida propia estable hasta 1939, año en que es incorporada definitivamente a la Universidad Nacional. En 1912 el programa se adecúa a las necesidades del Ferrocarril de Antioquia y a la construcción de vías, con cursos de electrotecnia, construcción y administración de ferrocarriles, estadística y contabilidad industrial34.
Tulio Ospina (1857-1921), quien fue su rector por varios años, cumplió bien el sueño de su padre de formar ingenieros y agrónomos que con su trabajo se convirtieran en pilares del desarrollo del país3i. Igual-
32. Safford, op.cit., p. 230 33. Peter Santamaría, Origen, desarrollo y realizaciones de la Escuela de Minas de
Medellín, op. cit., p. 97. 34. Ibid., p. 106. 35. Ibid., p. 104.
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VELARA O E L E N A OANGE1EZ D U i h K U
mente fieles a las enseñanzas de su padre, los hermanos Ospina impusieron en 1912 el lema de la Escuela, Trabajo y rectitud, como una síntesis de las virtudes propuestas por Francisco José de Caldas el día en que dio principio al curso militar del Cuerpo de Ingenieros de la República de Antioquia, un siglo atrás3 . Pedro Nel (1858-1927) fue el primer presidente colombiano con título de ingeniero (1922-1926).
Jorge Rodríguez Lalinde (1875-1948), egresado como profesor de matemáticas y como ingeniero en 1896 de la Escuela de Ingeniería de Bogotá, fue uno de los líderes intelectuales de la escuela; Rodríguez ejerció poco la ingeniería y se dedicó a la docencia; su mayor mérito está en haber sido pionero en el país de los cursos de estadística y en haber publicado sus lecciones en 1928.
Parece haber un acuerdo entre los estudiosos de la historia de la ingeniería en Colombia en el sentido de que los ingenieros de Medellín eran prácticos mientras que los de Bogotá eran teóricos37. Cierto o no, el caso es que los de la Escuela de Minas efectivamente constituyeron la élite empresarial del país, pero los de Bogotá desempeñaron papel definitivo en su desarrollo vial y económico. La formación matemática con cierto énfasis en lo teórico de los de la Escuela de Ingeniería se recoge en su producción matemática, así sea elemental, publicada en los Anales de Ingeniería, y en las tesis a las que nos hemos referido. En cambio, de los ingenieros de la Escuela de Minas no conocemos producción teórica alguna hasta la fundación de la revista Dyna en los años treinta del siglo xx. Cómo no iba a ser así cuando uno de sus egresados, Alejandro López (1876-1938), continuador de las ideas de Ospina Rodríguez y líder intelectual de la escuela, aunque reconocía el papel formador de la matemática, afirmaba:
La transformación que sufre el estudiante a lo largo de su estudio com
pleto de matemáticas es algo irremplazable, algo absolutamente necesa-
36. Ibid., p. 117. 37. Los trabajos de Safford (citado), Alberto Mayor ("Matemáticas y subdesarro
llo: la disputa sobre su enseñanza en la ingeniería colombiana de principios del siglo xx", Revista de Extensión Cultural, Universidad Nacional, Medellín, 1985, p. 17) y Pamela Murray ("La Escuela Nacional de Minas (1887-1930)", en Colombia en el siglo xix, Planeta, Bogotá, 1999).
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
rio, no por el conocimiento concreto del modo como se hacen las cal
culaciones, sino por la profunda transformación que el espíritu experi
menta con ese estudio3 .
Simultáneamente expresaba:
las matemáticas son un medio y no un fin. Son parte integrante de la
ingeniería, pero no son la ingeniería. Cultivar las matemáticas como re
creación científica, como se cultiva el arte por el arte, es burlar las espe
ranzas del país, es desviar la educación técnica39.
La realidad es que tanto los unos como los otros fueron "toderos", fueron ingenieros de ferrocarriles, caminos, puentes, edificios, minas, además de topógrafos, cartógrafos, geógrafos, astrónomos, actuarios, administradores y profesores de matemáticas. Pero quizás sea en los siguientes párrafos en los que mejor se resume lo que ha significado la matemática para la profesionalización de la ingeniería en Colombia y el papel de ésta en el desarrollo de las matemáticas:
Mientras que las matemáticas fueron un requisito elemental (uno de los
elementos formales: el programa académico) para profesionalizar la in
geniería, a su vez la ingeniería fue un requisito total (ambos elementos
formales: el programa académico y la titulación legal) para profesiona
lizar las matemáticas... Fue un proceso curioso que determinó la organi
zación estructural de la educación del país al ramo de las matemáticas. Al
concederle precisamente su profesionalización a partir de una profesión
que se había hecho a sus expensas40.
38. Alejandro López, "Orientación de la educación técnica", Anales de Ingeniería, vol. xxvi, 1917, pp. 122-126.
39. Ibid. 40. Juan Alberto Rueda Cardozo, "La profesionalización de la ingeniería en Co
lombia hasta finales del siglo xix", Trabajo de grado para optar al título de sociólogo, Universidad Nacional, Bogotá, 1982, p. 103.
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l^LARA f lELENA SÁNCHEZ DO TERO
Hay que decir que la relación entre matemáticas e ingeniería es estrecha y difícil. El problema de qué matemática enseñar a los ingenieros es un problema tan viejo como la carrera "científica" misma. En Colombia, como hemos visto, el problema surge a finales de la década de 1880, aparece reiteradamente a través de los años y aún se discute.
Julio Garavito Armero
Figura descollante en el periodo que estudiamos es Julio Garavito Armero (1865-1920), quien, calificado de sabio, ha recibido numerosos homenajes por sus trabajos como matemático, físico y astrónomo, entre los cuales destacamos el de la Unión Astronómica Internacional, al darle en 1970 su nombre a uno de los cráteres de la Luna, y el del Banco de la República, al usar su imagen para el billete de veinte mil pesos como reconocimiento a la comunidad científica colombiana41. Garavito se graduó de profesor y de ingeniero en 1891 y ese mismo año comenzó a dictar clases de cálculo en la Facultad de Ingeniería42. Al año siguiente fue nombrado director del Observatorio, cargo que tuvo hasta su muerte. Entre sus trabajos encontramos, además de los que lo hicieron famoso como astrónomo, físico y matemático, obras sobre economía política. Garavito fue, sin embargo, un conservador en física y matemáticas. Basten las siguientes citas para justificar mi afirmación:
Los puntos obscuros, lagunas o paradojas que presenta la ciencia moderna son los siguientes:
a) Legitimidad de las geometrías planas no euclídeas;
b) Teoría ondulatoria de la aberración de la luz fundada en un arrastre
parcial del éter. Aparente contradicción entre las experiencias de Fizeau y
Michelson;
c) Interpretación por Abraham y Kauffmann respecto de los fenómenos
que presentan los rayos catódicos en el tubo de Crooks;
41. El billete de veinte mil pesos fue puesto en circulación en 1996. 42. De sus cursos de cálculo quedan las notas tomadas por dos de sus alumnos en
1912 y es claro que están basadas en el texto de Sturm mencionado en este trabajo.
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
d) Movimiento bruniano.
e) La primera cuestión afecta toda la ciencia; las dos segundas afectan: a
la Óptica y a la Astronomía, la b) y a la Mecánica la c). La última se rela
ciona con la termodinámica.
La poca labor ejecutada por un puñado de nuestros sabios modernos ha
sido suficiente para causar la ruina que, con materiales acumulados du
rante treinta siglos, ¡la humanidad había elevado en honor del espíritu
humano! Pero una chispa produce en ocasiones un incendio que no deja
pavesas. ¿Qué nuevas ideas le sucederán? Los cadáveres se convierten en
gusanos, la ciencia nueva tomará una forma semejante. Mejor hubiera
sido habernos quedado en la Cabala y las brujas. Pero quizás vuelvan a
surgir como surgen los animales nocturnos cuando muere la luz del día.
Habiendo tropezado aquellos sabios (Gauss, Lobachevski, Riemann) con
un interesante acertijo, se guardaron de aclararlo para dejar un motivo de
entretenimiento a los curiosos, presentando el enigma bajo la forma de ve
rosimilitud de otras geometrías planas no euclídeas43.
Esa actitud crítica ante lo que parece que no asimiló correctamente le hizo rechazar la teoría de la relatividad y cometer errores en matemáticas, como el haber intentado demostrar el quinto postulado de Euclides sin reconocerlo44, señalar de manera equivocada errores en la demostración de Lovatchevsky de la trigonometría plana no eudídea45 o las fallas
43. Julio Garavito, "¿Bancarrota de la ciencia?", Anales de Ingeniería, vol. xxv, 1916, pp. 101-107, 203-215.
44. Víctor Albis, "Vicisitudes del postulado euclídeo en Colombia", Rev. Acad. Colom. Cieñe, vol. xxi, 1997, pp. 281-293.
45. F. J. Duarte, "Sobre las geometrías no euclidianas", Rev. Acad. Colom. Cieñe, vol. vil, 1946, p. 63-81.
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CLARA HELENA SÁNCHEZ BOTERO
en las demostraciones observadas por Otto de Alencar Silva (1874-1912), en su trabajo sobre teoría racional de las curvas presentado en el Congreso Científico Latinoamericano de Rio de Janeiro en 19054 . Hay que decir que Otto de Alencar Silva, quien participó en el Congreso con un trabajo sobre el mismo tema, es considerado el mejor matemático brasileño de la época y es reconocido por los historiadores de la matemática en Brasil como el primer brasileño que logró superar el positivismo comteano que imperaba en Brasil en la época, positivismo que retrasó el desarrollo de la ciencia en ese país. Aunque en las tesis de doctorado de los brasileños del siglo xix se puede apreciar que también desconocían los grandes avances de la matemática en el siglo xix, con la obra de Otto de Alencar Silva y sus alumnos "despega" la matemática moderna en Brasil, lo que no ocurrió en Colombia sino hasta los años 195o47.
En 1931 ya se reconocía que Garavito no había dejado escuela; en la sección editorial de los Anales de Ingeniería se afirmaba: "Ni aquí podemos soñar con la industrialización de Norte América, ni tampoco tendremos ocasión de servir como avanzada en el campo de las investigaciones científicas, como lo prueba el caso de Garavito, aventajadísimo matemático, genio analítico por excelencia, que no pudo formar escuela ni dejó obra perdurable aceptada por la ciencia universal"4 .
Garavito, como Miguel Antonio Caro, hasta donde sabemos, tampoco salió de las fronteras patrias, salvo su viaje a Brasil al Congreso ya mencionado. Quizás ese ambiente conservador que se vivía en la República y que impedía aceptar los avances en la ciencia, como es el caso del rechazo de las ideas de Darwin por Caro, impidieron que Garavito pu-
46. Garavito entró en seria polémica con el brasileño y dejó constancia en artículo publicado en los Anales. Sobre la polémica Alencar Silva se puede ver el artículo de Alberto Campos, "La polémica de De Alancar-Silva (sic) sobre la teoría racional de las curvas", Lecturas Matemáticas, vol. v, 1984, pp. 79-97.
47 Clovis Pereira da Silva, "Otto de Alencar Silva: Um pionero da pesquisa matemática no Brasil", Revista da SBHC, n° 7,1992, pp. 31-40. Circe Mary Silva da Silva, "The Influence of Positivism on the Teaching of Mathematics in Brazil: 1870-1930", Historia Mathematica, vol. xxvi, 1999, pp. 327-343.
48. Sección Editorial, "Reflexiones sobre la enseñanza de las matemáticas en las Escuelas de Ingeniería" Anales de Ingeniería, vol. xxxix, pp. 401-403.
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diera aceptar los avances en áreas que debía conocer bien, como la geometría. En su caso, "la verdad revelada" era la geometría euclidiana: no había otra posible, sus postulados son evidentes y lo evidente es verdadero, como afirmaba su maestro Indalecio Liévano. Garavito fue un alumno de excelencia en la Escuela de Ingeniería, especialmente en el área de las matemáticas, y el hecho de que desde tan joven, apenas a un año de su graduación, se le nombrara director del Obsevatorio, profesor de cálculo y mecánica analítica, los cursos de matemáticas de más alto nivel en la carrera de ingeniería, debió marcarlo como un ser "superior", portador de las verdades científicas, y respetado por las élites bogotanas. Pero al igual que en Miguel Antonio Caro, el poder parece significar autoritarismo, y la palabra de su máxima autoridad, "verdad revelada". ¿Cómo explicar entonces que Garavito se "tome" los Anales de Ingeniería, en cuanto a artículos de matemáticas, física y astronomía se refiere, y los múltiples colaboradores que hubo en los primeros volúmenes disminuyan sensiblemente? ¿Cómo explicar que apenas a un año de su muerte aparezca un excelente artículo titulado "Julio Garavito y las geometrías no eucli-deanas"49 donde el autor bien documentado muestra las fallas en los razonamientos de Garavito para rechazarlas; o el artículo de su alumno Darío Rozo sobre la física de Einstein? ¿Cómo explicar la defensa vehemente de sus alumnos, especialmente de Alvarez Lleras, uno de los más cercanos, ante críticas muy bien sustentadas del venezolano F. J. Duarte50
por sus trabajos sobre las geometrías no euclidianas?
Me parece que esa actitud temerosa hacia todo lo nuevo y las dificultades de nuestro país para estar en contacto con el desarrollo de la ciencia en Europa no propiciaron el avance de la matemática entre los alumnos de Garavito; autores como Jorge Arias de Greiff51 o L. C. Arboleda y Ana-
49. Julio Carrizosa Valenzuela, "Julio Garavito y las geometrías no euclideanas", Universidad, N° 19,1921.
50. Duarte, op.cit. 51. Considero pertinente, en aras de la equidad ante mi posición hacia Garavito,
citar in extenso a Jorge Arias de Greiff en su artículo de Lecturas Dominicales, El Tiempo, 3 de enero de 1999: "En una situación que hoy se ha vuelto polémica, se vio engarzado Garavito en cuanto la ideología positiva conservadora lo llevó a apuntalar 'El edificio de la Ciencia', cuyo aparato mostraba fisuras que se ensanchaban a medida que avan-
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CLARA HELENA SÁNCHEZ BOTERO
cona52 justifican la posición de Garavito por su concepción del mundo, el lugar y el momento histórico que le tocó vivir. Garavito, sin embargo, no ha sido suficientemente estudiado a pesar de la Ley 128 de 1919 que ordenaba la edición de sus obras (no se ha hecho a la fecha), y la erección de un busto en el Observatorio (se hizo apenas en 1945); la Academia Colombiana de Ciencias y la Universidad Nacional están en mora de recopilar toda su obra y presentar un estudio interdisciplinario sobre ella, y su impacto en el desarrollo de la ciencia en Colombia.
Conclusión
Los 36 manuscritos de las tesis para ser profesor de matemáticas han sido objeto de un trabajo que aún se encuentra en proceso de elaboración y nos permiten, junto con los artículos sobre matemáticas publicados en los Anales de Ingeniería, tener un panorama bastante claro del estado de conocimiento que en matemáticas tenían nuestros ingenieros de finales del siglo xix y comienzos del xx: conocían las matemáticas necesarias para la ingeniería y no sólo en función de su aplicación, pues también
zaba el pensamiento científico. Obcecado por esa ideología y desconectado de muchas de las fuentes primarias de esos progresos, con un método de trabajo por completo diferente del de hoy, en el que se parte del último paper que se pesca, con intención de avanzar desde ese punto. En el mundo de Garavito, muy francés, se partía cada vez de hipótesis primarias aceptadas desde siglos y no siempre discutidas y se avanzaba hasta resultados que tampoco se discutían, por venir de una autoridad jerárquica, que ya Garavito lo era. Metido el país en el hueco negro de la regeneración, con terror a las ideas foráneas, que solo sirven para mostrar que los asustados no son sino criollos realistas que subsisten en nuestra semiindependencia, no es de extrañar lo ocurrido con Gara-vito... ¡Lástima que Garavito no conoció el trabajo original de Einstein! Sólo le llegaron versiones de segunda mano, las que alcanzaban a penetrar la costra mundial de la regeneración radical. Es así como acogió las explicaciones de la conjetura de la astronomía reaccionaria, que buscó artilugios para desacreditar a Einstein, un físico teórico y además judío, Satán en persona. En esos días el positivismo clerical aceptaba la física experimental, útil, sana y bajo su control; desconfiaba de la física teórica, que se escapaba de sus manos. Pronto la relatividad sería tildada de 'bolchevique'".
52. L. C. Arboleda y M. P. Anacona, "Las geometrías no euclidianas en Colombia. La apuesta euclidiana del profesor Julio Garavito (1865-1920)", Quipu, vol. xi, n° 1,1994, pp. 7-24.
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
estuvieron interesados en sus aspectos históricos y teóricos. Nos muestran igualmente el desconocimiento que tenían sobre temas de avanzada en Europa. El siglo xix se caracterizó por sus grandes avances en la disciplina: aparición de las geometrías no euclidianas (Bolyai, Lobatchevsky) y desarrollo del álgebra abstracta (Abel, Galois) en la década de 1830, rigor del análisis (Cauchy, Weierstrass) en los años 1820-1850, algebrización de la lógica (Boole, De Morgan) en 1850, creación de la teoría de conjuntos (Cantor, Dedekind), en la década de 1880, axiomatización de los números naturales (Peano) y axiomatización formal de la geometría (Hilbert) a finales del siglo. Quizás una explicación se encuentre en el siguiente párrafo, el cual podemos aplicar a los ingenieros del siglo xix y primera mitad del siglo xx interesados en la matemática:
Parece ser característica del colombiano que no se aplique con exclusivis
mo a una sola cosa, sino que tenga que desperdigar su esfuerzo o su inte
lecto en muchas direcciones; este hábito que, en el orden material puede
ser hasta provechoso en países de escaso desarrollo, en lo intelectual o
científico se torna defecto, pues demerita o rebaja la calidad de lo que se
haga al no permitir su plena fructificación53.
El lamentable atraso de la matemática y la física en Colombia en la primera mitad del siglo xx54 se refleja en los artículos publicados sobre estos temas en los primeros treinta números de la Revista de la Academia de Ciencias, fundada en 1936, cuando su director Jorge Alvarez Lleras lo único que tiene para publicar son los trabajos de Garavito55, en su mayoría ya publicados en los Anales, y algunas novedades menores de Víctor E. Caro, hijo de don Miguel Antonio, quien estudió ingeniería en la Nacional, no terminó y se dedicó esencialmente a la enseñanza de las matemáticas en colegios y universidades de Bogotá.
53. Gustavo Perry, op. cit, p. 11 54. En un informe de la UNESCO realizado en 1951 sobre la contribución de
Latinoamérica al progreso de la matemática, Colombia no se menciona. 55. De los 28 artículos sobre matemáticas y física publicados entre 1936 y 1950,19
son de Garavito, y 4 de Víctor Caro.
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CLARA HELENA SÁNCHEZ BOTERO
Parece claro que los intereses partidistas no ejercieron una influencia significativa ni en favor ni en contra del desarrollo de la ciencia en la segunda mitad del siglo xix y los comienzos del xx5 . Con la llegada de los liberales al poder en 1930 quizás no cambiaran substancialmente las cosas para la ingeniería, que ya se había consolidado como una profesión respetable en el país, pero sí lo harán para la matemática. En los años treinta se fundan la Academia Colombiana de Ciencias con su revista y la Escuela Normal Superior; en la primera se crea una sección de ciencias exactas con ingenieros reconocidos por su interés en la matemática, y en la segunda se formarán profesores del más alto nivel en casi todas las áreas del conocimiento. En la Escuela Normal Superior se dará el título de doctor en matemáticas, lo que muestra que los estudios de matemáticas "puras" ocuparon un lugar central en la institución, a la que llegaron profesores extranjeros exilados como el alemán Kurt Freudental y el español Francisco Vera, para el área de las matemáticas; por el contrario, los profesores de la Facultad de Ingeniería parecen haberse limitado a la preparación de sus cursos con los mismos textos del siglo xix. Permanecieron, en su mayoría, desconociendo los avances de la hoy llamada matemática moderna.
Las limitaciones estructurales de un país con tantas dificultades económicas y tantos problemas sociales y políticos impidieron y siguen impidiendo que un deseo por fortalecer la educación y la ciencia en Colombia se lleven efectivamente a cabo como una prioridad nacional. Pero, a mi saber y entender, no ha sido estudiado cómo afectó en el desarrollo de la ciencia ese espíritu conservador de no apertura hacia nuevas ideas, marcado por un pensamiento como el de Caro:
... En general, toda razón científica es buena, muy buena, subordinada al
principio religioso, a la verdad; mala, muy mala, independiente, o subor
dinada al error...'7.
56. Diana Obregón, Sociedades científicas en Colombia, 1850-1936, Banco de la República, Bogotá, 1992.
57. Miguel Antonio Caro, "Estudio sobre el utilitarismo" (1869), en Obras, tomo 1, filosofía, religión, pedagogía, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1962, p. 154.
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MATEMÁTICAS E INGENIERÍA EN LA REPÚBLICA CONSERVADORA
Entre las ciencias básicas, física, biología, química, la matemática fue cultivada por los ingenieros interesados en ella por su bajo costo: no requiere de laboratorios. La Escuela de Ingeniería de Bogotá fue entonces el refugio de esos aficionados hasta la década de 1950 y esa afición hizo de los ingenieros formados en Bogotá a los matemáticos colombianos, salvo muy contadas excepciones, como es el caso de Luis de Greiff Bravo de la Escuela de Minas de Medellín.
Un conservador, el ingeniero Julio Carrizosa Valenzuela, quien fuera ministro de Educación y rector de la Universidad Nacional, hizo en los cuarenta un balance bastante desolador sobre el estado de la ciencia en Colombia5 . Por ello fundó en la Universidad Nacional en 1946, siendo rector Gerardo Molina, una Facultad de Ciencias con el fin del estimular entre los jóvenes el estudio de las ciencias básicas. Catorce cursos libres se abrieron en 1947. Esa facultad apenas sobrevivió 10 años, pero a ella llegó el profesor Cario Federici la víspera del 9 de abril de 1948, y en 1951 el matemático húngaro Juan Horváth, a la recién fundada Universidad de los Andes. Con su presencia y el apoyo institucional se graduaron los primeros matemáticos colombianos y se entró por fin en el siglo xx.
58. Julio Carrizosa Valenzuela, Nuestra Facultad de Ciencias, s. f.
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