Republica Enviar

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  • La Repblica, Platn

    I

    Scrates se encuentra de vuelta a la ciudad, luego de asistir en el Pireo a las fiestas en honor

    a la diosa tracia Bendis. De camino a casa son abordados por un esclavo de Polemarco que

    les ruega esperen a su amo que viene detrs. Polemarco los alcanza y le solicita se queden

    en el Pireo pues al atardecer habr una carrera de antorchas a caballo en honor a la diosa.

    Scrates y Glaucn deciden quedarse y se dirigen a casa de Polemarco. All se encuentran

    con Lisias y Eutidemo as como con Trasmaco de Calcedonia y Cfalo, el padre de

    Polemarco. ste se encuentra ya muy anciano y se nos aparece sentado en un asiento con

    cojn y con una corona en su cabeza pues acababa de realizar un sacrificio. Scrates y

    Glaucn se sientan a su lado. Cfalo saluda a Scrates y le reprocha amistosamente el que

    baje tan pocas veces al Pireo para hacerle una visita. Afirma que cuanto ms anciano se ve,

    tanto ms amortiguados siente el furor de los placeres y que uno de sus mayores deseos es

    el conversar. Scrates muestra su agrado por poder conversar con alguien con experiencia

    de vida y le pregunta como considera al perodo de la vida denominado el umbral de la

    vejez.

    Cfalo contesta a la pregunta de Scrates afirmando que muchos consideran a tal perodo

    como una desgracia al echar de menos los placeres de la juventud, mientras que otros se

    lamentan de los ultrajes que la vejez produce a los hombres. l, por su parte, dice

    considerar a la vejez como una poca de gran paz y tranquilidad que permite al hombre

    liberarse de "muchos y furiosos tiranos". Seala tambin que los males del ser humano no

    estn en la vejez sino en el carcter de la persona. A continuacin Scrates le recuerda a

    Cfalo que muchos opinan que todo lo que ha dicho resulta muy fcil para personas que

    poseen una gran fortuna econmica (como es el caso de Cfalo). ste responde que no va

    negar en absoluto lo mucho que sta ayuda pero que, sin embargo, est convencido de que

    no tiene tanto valor como la gente piensa.

    Cfalo contina reflexionando sobre el papel de la riqueza en la vida y la vejez de las

    personas. Afirma que en cuestiones de negocios ocupa un lugar intermedio entre su abuelo

    y su padre. El primero la haba multiplicado mientras que su padre la haba reducido a

    menos de lo que ahora l va dejar a su hijo. De todos modos afirma claramente que en la

    vejez no es la cuestin de la riqueza o la pobreza la que preocupa a los hombres sino la

    conciencia de haber sido justos o injustos durante su vida. El anciano que es consciente de

    su injusticia (an siendo rico) se despierta frecuentemente por las noches lleno de pavor;

    mientras que el que ha sido justo (an siendo pobre) le asiste una grata y perpetua

    esperanza, bienhechora nodriza de la vejez. (Pndaro)

    Dado que, por primera vez en el dilogo aparecen los conceptos de Justicia e Injusticia,

    Scrates aprovecha para plantear de modo crtico lo siguiente: consiste realmente la

    justicia en decir la verdad y devolver a cada uno lo que de l ha recibido?. Con un ejemplo

    parece estar rechazando tal definicin ya que seala que no parece que sera muy lcito

    devolver las armas a un amigo que se ha vuelto loco, y tampoco tendra mucho sentido

  • intentar argumentar con verdad con alguien que estado en tal estado. Por lo tanto: no se

    confina la justicia en decir la verdad ni en devolver lo que se ha recibido.

    Es en estos momentos del dilogo cuando Cfalo se retira de la conversacin para pasar el

    testigo a su hijo Polemarco (heredero) el cual comienza recordando a Scrates que la

    definicin que acaba de criticar es precisamente la que haba dado el poeta Simnides.

    Scrates le ruega que recuerde a todos tal definicin. Polemarco afirma que Simnides

    haba dicho que la justicia consista en "dar a cada uno lo que se le debe". Antes de someter

    a anlisis esta definicin, Scrates y Polemarco se ponen de acuerdo en que ello no

    signifique que haya que devolver algo a alguien cuando lo pide estando fuera de juicio.

    331d-333a: Polemarco comienza interpretando la frase de Simnides dar a cada uno lo que

    se le debe como sinnimo de los amigos deben hacer bien a los amigos pero nunca mal.

    Scrates le plantea si a los enemigos se les ha de devolver tambin lo que se les debe.

    Polermarco afirma que jams. Adems seala que lo apropiado para el enemigo es siempre

    el mal. Ante esta interpretacin de Polemarco, Scrates afirma que si efectivamente es

    cierta estamos ante un gran enigma que es necesario someter a anlisis racional. Para

    llevarlo a cabo comienza uno de sus clsicos interrogatorios que podra resumirse as:

    Comienza comparando la justicia con un arte o tcnica. As, afirma ,del mismo modo que el

    arte de la medicina consiste en dar remedios a los enfermos, el arte de la justicia parece que

    trata de dar ventajas a los amigos y dao a los enemigos.

    En este contexto, contina el dilogo, nos encontramos que el ms capaz de hacer bien a los

    amigos y dao a los enemigos en el campo de la salud parece ser el mdico y en el arte de

    la navegacin el piloto. En qu asunto, pregunta Scrates, es capaz el justo de producir

    bien al amigo y dao al enemigo? Polemarco responde que en la guerra: luchando contra el

    enemigo y al lado del amigo. Scrates se queda pensativo ante tal afirmacin y le hace ver

    la primera contradiccin que parece deducirse de tal afirmacin. La base de la misma es la

    siguiente: Scrates hacer ver a Polemarco que para los que estn sanos parece intil el

    mdico y para los que no estn navegando parece intil el patrn. Ahora bien, para los que

    no guerrean es tambin intil el justo? Polemarco se revuelve en contra de esta conclusin

    y seala que no est conforme con la misma.

    El dilogo contina sobre la base anterior. Polemarco protestando en contra de la

    conclusin que Scrates ha deducido de sus palabras. Se ponen de acuerdo en lo siguiente:

    el justo no solamente es til en tiempos guerra sino tambin en tiempos de paz. Sobre esta

    premisa contina el dilogo. Scrates pregunta a Polemarco para que es til la justicia en

    tiempos de paz. ste contesta que para la realizacin de convenios en asuntos de dinero y

    siempre que se trate de depositarlo o conservarlo. Pero esto parece llevar a una curiosa

    conclusin: solamente cuando el dinero es intil es cuando la justicia es til con l. Por otro

    lado, Polemarco acepta la tesis de que la justicia es til cuando las cosas no se usan pero

    intil cuando se usan. As, por ejemplo, un escudo militar es til en relacin con el arte de

    lo justo cuando hay que guardarlo o depositarlo, sin embargo cuando haya que usarlo quien

    toma la palabra es el arte militar. Ahora bien, si tal tesis es correcta ello nos lleva realmente

    a un absurdo: estamos ante algo que tiene utilidad nicamente en relacin con la inutilidad.

    Por otro lado, contina Scrates, nos encontramos tambin con que los que son ms

    diestros en un arte, son tambin los ms diestros en su contrario. Por ejemplo, el pgil ms

  • diestro no solamente lo es en dar golpes sino tambin en evitarlos. Por ello es el ms

    diestro. Ahora bien, si ello es as, entonces el ms diestro en el arte de lo justo no solamente

    lo ser por guardar el dinero sino tambin por robarlo.

    Polemarco acepta resignado que la conclusin anterior parece deducirse de modo evidente

    de la premisa establecida acerca de que lo justo en tiempos de paz est relacionado con el

    depsito del dinero. Scrates, aprovecha tambin para lanzar el primer dardo en contra de

    Homero al describirlo como un maestro en este tipo de enseanzas que parecen conducir al

    absurdo ya que de todo lo dicho hasta ahora parece deducirse que la justicia es un arte de

    robar para provecho de los amigos y dao de los enemigos. Polemarco se rebela contra esta

    conclusin y reconoce que ya no sabe muy bien lo que estaba diciendo. De todos modos

    seala que le sigue pareciendo que la justicia es servir a los amigos y hacer dao a los

    enemigos. Scrates le hace ver que muchas veces los hombres yerran y les parece que son

    buenos aquellos que en realidad son muy malos y viceversa. Pero si ello es as, entonces

    sucede que los buenos son enemigos y los malos amigos. Y, por tanto, resultara que lo

    justo es favorecer a los malos y hacer dao a los buenos. Pero los buenos son incapaces de

    hacer injusticia. Lo que sucede es que segn la tesis de hacer bien al amigo y dao al

    enemigo, nos podramos encontrar que cuando un hombre yerre en su apreciacin y

    confunda al bueno con el malo haciendo del primero un enemigo y del segundo un amigo,

    entonces parece que sera justo hacer mal a los que realmente no han cometido injusticia.

    Polemarco protesta y solicita cambiar el supuesto sobre el que Scrates est asentando su

    argumentacin y aclarar que es amigo el que parece y es realmente bueno, y el que lo

    parece pero no lo es, es amigo en apariencia, pero no en realidad; y otro tanto hay que

    sentar acerca del enemigo.

    El dilogo contina ahora sobre la base del siguiente aadido: adems de afirmar que lo

    justo es hacer bien al amigo y dao al enemigo; ahora se aade que es justo el hacer bien al

    amigo que es realmente bueno y dao al enemigo que es realmente malo. Polemarco acepta

    esta modificacin. Sobre la base de tal modificacin Scrates seala, y Polemarco acepta,

    que cuando se hace dao a alguien ste se hace peor. Ahora bien, no resulta absurdo

    afirmar que algo puede hacerse injusto a travs de la virtud de la justicia? Cmo es posible

    que la virtud de la justicia, que se supone que es algo bueno, pueda producir hombres con el

    vicio de la injusticia? Al final Polemarco acaba aceptando que no puede ser obra del

    hombre justo el hacer dao ni a su amigo pero tampoco a su enemigo y ambos, l y

    Scrates, se comprometen a combatir la interpretacin que suele hacerse de Simnides

    acerca de que es justo favorecer a los amigos y hacer dao a los enemigos.

    A continuacin Scrates aprovecha la ocasin para citar a Jerjes (el odiado persa) como un

    autntico representante del modo de pensar anterior. A continuacin, dado que no se ha

    alcanzado todava una definicin correcta de la esencia de la Justicia, aprovecha para

    plantear de nuevo la pregunta acerca de lo que es. Es en estos momentos cuando entra en

    escena un violento y furioso Trasmaco que se lanza sobre Scrates y Polemarco dando

    gritos. Acusa a Scrates de limitarse a preguntar para refutar despus. Le dice claramente

    que se deje de rodeos y que conteste l mismo que es lo justo y se deje de jueguecitos. Le

    exige tambin claridad y precisin en la respuesta ya que nos est dispuesto a aceptar que

    siga diciendo vaciedades. Scrates confiesa haber pasado miedo ante la agresividad de

    Trasmaco y le ruega que no se enoje ya que si le parece que l y Polemarco se han

  • dedicado a divagar ha sido en contra de su voluntad y lo que demuestra es que no saben

    realmente que es lo justo.

    Trasmaco se re sarcsticamente ante las palabras de Scrates y le acusa de estar haciendo

    uso de su acostumbrada irona fingiendo que no sabe y siempre dispuesto a preguntar pero

    nunca a responder. Scrates le recuerda que ante una pregunta pueden, en principio, ser

    varias las respuestas y despus, de entre ellas, se tratara de aceptar aquella que se muestre

    como verdadera. Trasmaco, deseoso de intervenir ya como centro, se ofrece a dar una

    definicin de justicia distinta y mejor a todas las dadas hasta ahora. Scrates se muestra

    dispuesto a escucharla y aceptarla si se comprueba que es verdadera. Trasmaco aprovecha

    para recordar que lo que se aprende de otro hay que pagarlo con dinero. Glaucn, dado que

    Scrates le contesta que le pagar cuando tenga dinero, se ofrece a pagar lo que haga falta.

    Trasmaco, que deseoso de hablar para quedar bien, estaba convencido de poseer una

    contestacin insuperable comienza definiendo lo justo como aquello que no es otra cosa

    que lo que conviene al ms fuerte. Scrates le ruega que especifique un poco ms lo que

    quiere decir ya que, por ejemplo, el plan de alimentacin del deportista ms fuerte (cita a

    Polidamante) no parece ser el ms justo y adecuado para los que son inferiores a l.

    Trasmaco le responde que no se est refiriendo a eso sino a las leyes de los gobiernos ms

    fuertes (tirana, democracia, aristocracia). Es evidente, seala, que estos gobiernos fabrican

    las leyes segn su conveniencia y con ello los que mandan (ms fuertes) muestran lo que es

    justo para los gobernados. Lo justo, por tanto, es lo que conviene a los gobiernos (ms

    fuertes).

    Scrates que reconoce no saber realmente lo que es lo justo dice a Trasmaco que ha

    entendido perfectamente su definicin de Justicia pero que no llega con entender sino que

    tambin es necesario examinar si tal definicin es verdadera. Afirma estar de acuerdo con

    que lo justo es lo conveniente. Lo que sucede es que Trasmaco ha aadido que conveniente

    para el ms fuerte. Trasmaco acepta someter a anlisis tal definicin. En el dilogo que

    ahora se inicia entre ambos son de destacar las ideas siguientes:

    A) Trasmaco acepta que lo justo es obedecer a los gobernantes ms fuertes. Pero tambin

    acepta que tales gobernantes estas sujetos a error y, de modo involuntario, podran

    equivocarse y promulgar leyes malas para sus intereses.

    B) Tambin est de acuerdo con que las leyes buenas son las convenientes para los

    intereses de los gobernantes y las malas las inconvenientes para tales intereses.

    C) Conclusin: si es cierto lo establecido hasta ahora, entonces si lo justo es obedecer a los

    gobernantes, entonces no solamente es justo hacer lo conveniente, sino tambin lo

    contrario, es decir, lo inconveniente.

    Trasmaco, que se ve atrapado, se revuelve extraado ante esta primera investida de

    Scrates. Este para no dejarlo escapar de su perplejidad le resume, para que quede claro

    ante todos los presentes, lo aceptado por l y lo que de ello parece seguirse: Trasmaco ha

    aceptado que los gobernantes (los ms fuertes) a veces se equivocan involuntariamente y

    legislan cuestiones que son perjudiciales e inconvenientes para sus intereses. Por otro lado,

    tambin ha aceptado que lo justo es que los gobernados (ms dbiles) obedezcan y cumplan

    las leyes de los gobernantes. Ahora bien, hay leyes que son inconvenientes para los ms

    fuertes. Por consiguiente, lo justo es ordenar a los inferiores hacer lo inconveniente para los

    ms fuertes.

  • A continuacin Scrates pide a Trasmaco, con el objeto de hacer desaparecer las malas

    interpretaciones, que aclare definitivamente si entiendo por justicia el que el ms dbil

    realice lo promulgado por el ms fuerte. Trasmaco lo reta a que demuestre lo contrario. Se

    inicia, por tanto, otro dilogo entre ambos con las ideas siguientes:

    A) Se establece, con el acuerdo de ambos, que, por ejemplo, el arte de la medicina consiste

    no en negociar sino en curar a los enfermos. Del mismo modo, el pilotaje de un barco se

    define no por ser el piloto simplemente un marino sino el que ejerce el mando en la nave.

    B) A continuacin Scrates pregunta acerca de que es lo conveniente para este tipo de artes.

    Scrates contina con el anlisis relacionado con la conveniencia de las diferentes artes.

    C) Comienza estableciendo que, por ejemplo, lo conveniente para la medicina no sta en s

    misma sino en el cuerpo sobre el que la medicina se ejerce. Del mismo modo, lo

    conveniente para la equitacin no est en la equitacin misma sino en lo que conviene a los

    caballos.

    D) Trasmaco, aunque de mala gana, acepta que todas estas artes gobiernan y dominan

    aquello que constituye su objeto. Pero esto implica reconocer que todas las artes parecen

    referir lo conveniente nunca sobre ellas mismas sino siempre a los objetos gobernados por

    ellos.

    E) Ahora bien, si todo lo establecido hasta ahora es cierto, entonces las diferentes artes no

    ordenan lo conveniente para ellas mismas sino para otros. As, por ejemplo, la medicina

    busca lo conveniente, no para s misma, sino para el enfermo. Del mismo modo, el patrn

    del barco no ordena lo conveniente para s sino para la tripulacin entera.

    F) Conclusin: nadie que tiene gobierno (sea del arte que sea)en cuanto gobernante ordena

    lo conveniente para s mismo, sino lo conveniente para el gobernador.

    Llegado a este punto de la discusin, Trasmaco, en vez de contestar decide manifestar su

    clera de una manera mordaz preguntado a Scrates si ha tenido nodriza ya que parece que

    no se ha enterado todava lo que son las ovejas y los pastores. Sobre la base de esta

    metfora, Trasmaco, aprovecha para realizar un largo discurso que podra resumirse as:

    Scrates es un cndido al no haberse enterado de que, del mismo modo que los pastores

    cuidan de las ovejas nicamente para su provecho personal, los gobernantes de las ciudades

    lo nico que persiguen es sacar provecho para s mismos. En este sentido, lo justo es

    conveniencia para el poderoso y gobernante y dao para el obediente y el gobernado. Los

    gobernados realizan siempre lo ms conveniente para el ms fuerte y sirvindole, hacen a

    ste feliz, pero de ninguna manera a s mismos. Al hombre justo le va peor en todas partes

    que al injusto.

    Trasmaco contina con el discurso iniciado anteriormente. Aade a lo dicho que al propio

    inters de cada uno le conviene mucho ms el ser injusto que justo. Para demostrarlo

    solamente llega con echar un vistazo a como viven los tiranos (la misma tesis que mantiene

    Polo en el Gorgias). Afirma tambin que los que censuran la injusticia no lo hacen por

    miedo a cometerla, sino a sufrirla. Finalmente cuando ha acabado de hablar decide

    marcharse de la reunin pero ni los presentes ni Scrates estn dispuestos a permitirle que

    se vaya antes de justificar con argumentos sus palabras.

    Sobre la base de lo establecido en su discurso, Scrates pide a Trasmaco que acceda a

    instruir a todo los presentes demostrando que lo dicho en su discurso es verdadero.

  • Tambin le muestra claramente que l no est de acuerdo en absoluto con la tesis de su

    discurso y que no reconoce ni cree que la injusticia sea ms ventajosa que la justicia. La

    simple descripcin de que el injusto puede atropellar y enriquecerse explotando a los dems

    no me persuade, afirma Scrates, que saca ms provecho que el hombre que es justo. Reta

    ahora a Trasmaco a que le persuada de que est equivocado y de que no discurre

    rectamente. Trasmaco reconoce que si con lo dicho no ha logrado persuadirlo tendra que

    embutirle a la fuerza en el alma su discurso. Scrates nicamente le ruega que si realmente

    est convencido de la verdad de todo lo dicho en su discurso que se mantenga firme y que

    si lo cambia que lo reconozca abiertamente para no inducir a error. Y aprovecha para

    reprocharle lo siguiente: resulta que anteriormente haba definido al verdadero mdico

    como el que cuida los enfermos y no el que se aprovecha de ellos para hacer negocio. Y se

    supone que sobre esa base debera considerar a todas las dems artes. Pues bien, en la

    prctica abandona esa precisin a la hora de hablar del pastor (pero no del verdadero

    pastor) ya que piensa que su verdadero arte consiste en cebar a sus ovejas no atendiendo lo

    mejor para ellas sino para provecho propio bien en su negocio y en sus banquetes. Seala

    tambin que este mismo anlisis lo aplica al mbito del gobierno en las ciudades. Y por ello

    le vuelve preguntar si se ratifica en lo dicho y que los verdaderos gobernantes nicamente

    persiguen su propia voluntad y para nada la de sus gobernados. La respuesta de Trasmaco

    es: No lo pienso, por Zeus, sino que lo s. Scrates decide someter a anlisis su pretendido

    saber.

    Sobre la base de las premisas anteriores, Scrates establece las siguientes ideas. Las artes se

    diferencian unas de otras por su distinta eficacia. As, por ejemplo, la eficacia de la

    medicina es procurar la salud, mientras que la eficacia del pilotaje es procurar la seguridad

    al navegante. En definitiva parece que cada arte obtiene su provecho no a partir de s

    mismo sino de algo externo al mismo arte. Por lo tanto, habra que concluir que ningn arte

    ni gobierno dispone de lo provechoso para s mismo sino para otro (salud, navegantes,

    gobernados) y procurando siempre el bien de los otros.

    Si lo anterior es cierto, afirma Scrates, entonces tambin el arte de gobernar persigue antes

    el bien de algo ajeno a s mismo que de s mismo. Ello explicara que nadie quiere gobernar

    de su agrado. Por ello debera darse recompensa a los que se disponen a gobernar y castigo

    a los que no gobiernan. Es ahora cuando interviene Glaucn para mostrar extraeza ante

    estas palabras de Scrates acerca de la recompensa para los que gobiernan y castigo para

    los que no lo hacen. Scrates justifica sus palabras afirmando que con ello quiso decir lo

    siguiente: los hombres buenos nunca querran gobernar ni por dinero ni por honores.

    Precisan pues de un castigo que los obligue a gobernar. El castigo mayor consiste en verse

    gobernados por gentes perversas e inferiores a ellos. Pues bien, es por temor a este castigo

    por lo que deciden participar en el gobierno. En este sentido son merecedores de una

    recompensa. A continuacin seala que aunque no est de acuerdo con el principio de

    Trasmaco acerca de que lo justo es lo conveniente para el ms fuerte (tambin analiza esta

    cuestin con Calicles en el Gorgias) le parece ms importante analizar ahora la cuestin

    siguiente: es la vida del injusto preferible a la del justo? Glaucn responde que la del justo.

    Eso es lo que Scrates intentar, a continuacin, en demostrar que es verdad.

    Para intentar aclarar si es cierto lo que piensa Glaucn acerca de que la vida del justo es

    mejor que la del injusto, Scrates interroga de nuevo a Trasmaco (que piensa lo contrario a

    Glaucn). En este contexto, Trasmaco afirma que la injusticia es ms ventajosa que la

  • justicia. Adems seala que la justicia es una especie de generosa inocencia (simplicidad,

    tontera) mientras que la injusticia es discrecin y sinnimo de cualidad buena en un

    autntico dirigente. Por ello, seala Trasmaco, los mas inteligentes y los buenos son

    aquellos capaces de realizar la injusticia completa, consiguiendo someter a su poder

    ciudades y pueblos. En principio, Scrates muestra su perplejidad ante tal posicin y

    reconoce que le ha dejado en suspenso el que alguien pueda situar a la injusticia como parte

    de la virtud y la sabidura; y a la justicia, entre los contrarios de stas. Porque debe notarse

    que Trasmaco no afirma que aunque la injusticia es ventajosa es tambin, a su vez, algo

    indecoroso y vicioso (tesis de Polo en Gorgias) sino que ahora defiende que la injusticia es

    cosa hermosa y fuerte as como digna de ser clasificada como virtud y discrecin.

    349-350:A pesar de su perplejidad ante la posicin de Trasmaco, Scrates afirma que no

    va a renunciar a seguir el examen de su posicin. Seala tambin que parece ciertamente

    que Trasmaco no est de broma, sino exponiendo su verdadera opinin. ste le responde

    que se deje de analizar intenciones y que le refute su aserto. El anlisis que ahora se inicia

    podra resumirse de la forma siguiente:

    A) Despus de un breve interrogatorio Scrates y Trasmaco se ponen de acuerdo en lo

    siguiente: el justo (como generoso inocente que es) no tratar de sacar ventaja de su

    semejante sino de su desemejante; por su parte, el injusto tratar de sacar ventaja tanto del

    semejante como del desemejante.

    B) Adems sigue estando presente la premisa aceptada por Trasmaco acerca de que el

    injusto se parece al inteligente y al bueno mientras que el justo ni una cosa ni otra. En este

    contexto: cada uno es tal como a los que se les parece.

    C) Sobre estas premisas ambos se ponen de acuerdo tambin en que existen elementos

    contrarios como pueden ser los seres inteligentes y los seres ignorantes, los msicos y los

    ignorantes en msica. A su vez, Trasmaco acepta identificar tambin a los inteligentes en

    un oficio con lo buenos y a los ignorantes en el mismo como malos. Adems, tambin se

    establece que cuando cada ser inteligente y bueno ejerce su oficio tiene ventaja no sobre su

    semejante sino sobre el que no domina el oficio. As, por ejemplo, el msico cuando ejerce

    su oficio a quien realmente saca ventaja es al no-msico, es decir, a su desemejante. Lo

    mismo sucede con el mdico que al ejercer la medicina no se pone por encima de la

    prctica mdica sino del que no es mdico. En definitiva, parece que de todo lo dicho

    anteriormente habra que deducir lo siguiente: el inteligente en su materia (bueno) parece

    que busca sacar ventaja no de su semejante sino de su desemejante. Por su parte, el

    ignorante (malo) deseara sacar ventaja a todos, es decir, al entendido como a otro

    ignorante. Ello implica que el malo o ignorante intentara sacar ventaja tanto a su semejante

    y a su contrario. Pero si ello es as, Scrates le recuerda a Trasmaco lo que ha dicho

    anteriormente: el injusto quiere aventajar al semejante y al desemejante. El justo no quiere

    aventajar al semejante sino nicamente al semejante. Por consiguiente, parece que el justo

    se parece al bueno y el injusto al malo e ignorante. Pero no podemos olvidarnos que

    Trasimaco tambin ha admitido que cada uno es como aquel a quien se parece. Por lo tanto,

    segn este ltimo anlisis, el justo se nos revela como bueno; y el injusto como ignorante y

    malo.

    Trasmaco no tiene ms remedio que reconocer todo esto pero no con facilidad sino

    experimentndolo de muy mala gana y sudando a chorros pues era verano. Incluso se

    produce en l algo inhabitual: se pone rojo ante todos los presentes. Scrates intentando

    sacar hierro al asunto le resta importancia afirmando que es mejor dejar esto y analizar otra

    cuestin planteada tambin por Trasmaco acerca de que el injusto es el ms fuerte y

  • poderoso. Pero Trasmaco ya no est para seguir con lo que considera un interrogatorio y le

    dice que a partir de ahora le responder como a las viejas que cuentan cuentos aprobando o

    desaprobando con la cabeza. Scrates se muestra conforme con ello siempre y cuando

    exprese su verdadera opinin.

    Scrates, despus de aceptar la posicin de Trasmaco, le plantea lo siguiente:qu es la

    justicia en relacin con la injusticia? Sobre la base de lo establecido anteriormente Scrates

    se responde a s mismo: la justicia es virtud y discrecin y , por tanto, ms fuerte que la

    injusticia, la cual se nos muestra con gran parecido a la ignorancia y al mal. Aunque

    Trasmaco prometi actuar a partir de ahora por medio de seas decide hablar para mostrar

    su desacuerdo con esta tesis socrtica (pero que no refuta): las ciudades ms excelentes,

    afirma, son las que logran mediante la fuerza esclavizar con su poder a las ms dbiles.

    Scrates contina afirmando que, sobre la base de la verdad del razonamiento establecido,

    la injusticia se nos muestra como lo malo y lo responsable del odio y la sedicin. Acaba

    diciendo que all donde se introduce la injusticia (ciudad, amigos, alma) siempre trae

    consigo disensin y reyertas.

    Trasmaco se dedica a dar a Scrates la razn como a un loco afirmando: goza sin miedo

    del banquete de tu argumentacin; yo no he de contradecirte para no indisponerme con

    estos. Scrates sin alterarse por ello, le pide examinar ahora lo siguiente: viven los justos

    mejor que los injustos y son ms felices? Trasmaco se muestra conforme con la realizacin

    de tal anlisis. En el mismo seran de destacar las ideas siguientes: en primer lugar Scrates

    establece como principio el que existen realidades especializadas en su funcin propia. As,

    por ejemplo, la operacin propia del ojo es ver y la del oido oir.

    Sobre la base de la operacin propia que realizan muchas realidades, Scrates aade

    tambin que a cada una de las realidades que realizan una funcin propia les acompaa una

    virtud. As, por ejemplo, los ojos no podran realizar bien su operacin con algn tipo de

    vicio que les acompaara. Pues bien sobre la base de estos ejemplos Scrates aade ahora

    que tambin existe una operacin propia del alma consistente en deliberar para la toma de

    decisiones o en dar vida a un cuerpo. Y del mismo modo a estas operaciones propias del

    alma les debe acompaar tambin su virtud. Pues bien, es evidente que anteriormente (ver

    350 a) se ha establecido que la justicia es la virtud del alma. Tambin se ha sealado que la

    justicia estaba relacionada con lo bueno y la injusticia con lo malo. Por consiguiente, el

    hombre justo vivir ms feliz y mejor que el injusto.

    En la parte final de este libro I de la Republica, se nos muestra, por un lado, a un Trasmaco

    resignado pero ya nada agresivo que, aunque de mala gana, parece aceptar las conclusiones

    a las que llega Scrates; y, por otro, a un Scrates que seala muy claramente que el

    dilogo no se encuentra an finalizado. Reconoce haberse desviado del camino pues sin

    saber an que cosa es lo justo, se lanz a investigar acerca de si era virtud o vicio o si era

    ms provechosa la injusticia que la justicia. Pero todo ello lo que realmente ha logrado es

    seguir sin saber realmente nada. Y es que no sabiendo realmente lo que es lo justo, resulta

    difcil poder afirmar si es o no una virtud y si quien la posee es desgraciado o dichoso. Asi

    Scrates al final de este primer libro afirma que la justicia es la virtud a travs de la cual

    podemos acceder a otras y as mismo dice que esta es harto provechosa ya que quien obra

    justamente acabara siendo tratado igualmente de forma justa, una sociedad justa trabaja

    mejor y por tanto la sociedad mejora.

  • Libro II

    Ahora es Glaucn el que toma la palabra no permitiendo que se levante la reunin como hubiese

    sido el deseo de Trasmaco. Glaucn representa en el dilogo al joven sincero pero descontento

    con la situacin que le rodea y al que no llegan las meras palabras. Por ello dice a Scrates que no

    llega nicamente con afirmar la vida del justo es mejor que la injusto, sino que tambin hay que

    estar realmente persuadido de tal hecho. Y es que Glaucn afirma percibir, cuando se habla de la

    justicia, una autntica contradiccin en lo que realmente es la justicia y lo que parece ser la

    justicia. Para aclarar lo que quiere decir interroga al mismo Scrates teniendo como base del

    dilogo que se establece entre ellos la naturaleza de los bienes. Segn Glaucn habra bienes que

    aspiramos poseer no en atencin a los efectos que producen sino por ellos mismos (alegra).

    Existen tambin bienes que apreciamos tanto por ellos mismos como por los resultados que

    producen (inteligencia, vista, saludo). Y, por fin, existen bienes, penosos pero que nos benefician

    (gimnasia), que no los queremos por ellos mismos sino por las ganancias o ventajas que resultan

    de ellos. Pues bien, pregunta Glaucn a Scrates: en cul de esta clase de bienes se incluye la

    justicia? Scrates le responde que en la clase de los bienes que apreciamos tanto por s mismos

    como por los resultados que producen.

    Pues bien, segn Glaucn, la mayora del vulgo no estara de acuerdo con esta creencia socrtica.

    Y afirma que le gustara explicar el porque. Para la mayora de la gente la justicia estara situada en

    el gnero de los bienes penosos. Para justificar tal creencia del vulgo, Glaucn decide hacer una

    exposicin acerca de lo que muchos dicen que es la justicia y de donde procede; demostrar que los

    que la practican lo hacen siempre en contra de su voluntad, es decir, no como un bien en s sino

    como una obligacin; que, por naturaleza, es mejor la vida del injusto que la vida del justo. Es de

    notar como Glaucn avisa a Scrates de que no es esa su verdadera posicin ante la justicia, pero

    si la de la gran mayora. Pero como persuadir a la misma de que est equivocada si uno mismo no

    est totalmente persuadido?

    En relacin con la cuestin de que la mayora piensa que la justicia est situada en el gnero de los

    bienes penosos, Glaucn, seala que basan su creencia en la afirmacin de que cometer injusticia

    es por naturaleza un bien, mientras que sufrirla es un mal. Lo que sucede es que lleg un

    momento en que los hombres adquirieron experiencia de las consecuencias de sus actos injustos

    y, para frenar el abuso, decidieron establecer leyes. Desde esos momentos llamaron ley y justo a

    lo que la ley prescribe (nomos). Lo que sucede es que en este contexto la justicia es aceptada no

    como un bien, sino como algo que se respeta por temor a la ley.

    Pero adems la justicia se considera no como un bien en s mismo sino como una obligacin, es

    decir, como algo que se hace en contra de la voluntad. Para demostrarlo, Glaucn expone el mito

    del anillo de Giges. Giges era un pastor al servicio del rey de Lidia. Un da se produjo un terremoto

  • que produjo una gran grieta en lugar en donde apacentaba su ganado. Descendi por la misma y

    se encontr con un gran caballo de bronce hueco y con muchas puertas. Al entrar dentro del

    mismo vio un cadver de talla mayor a la humana que slo llevaba sobre s una sortija de oro en la

    mano. Giges se la quit y sali fuera. Posteriormente en una reunin de los pastores con el rey,

    Giges aparicin con el anillo puesto. Cuando por casualidad le dio una vuelta al mismo,

    inmediatamente se hizo invisible. Cuando de nuevo volva a moverlo, se haca visible. Consciente

    de su poder, se dirigi a palacio, sedujo a la esposa del rey, al que posteriormente mat, para

    acabar por apoderarse del reino. Pues bien, Glaucn deduce de todo esto lo siguiente: no existe

    persona alguna, de convicciones tan firmes, como para preservar en la justicia si realmente tuviese

    una poder como el de Giges. Ello implica que nadie la valora como un bien en s mismo.

    Por ltimo cuando a alguien del vulgo se le expone que la vida del justo es mejor y ms feliz que la

    del injusto resulta que nos piden que analicemos por separado la trayectoria vital de cada uno de

    ellos y que comparemos. Afirman con datos de la experiencia que normalmente el hombre

    autnticamente injusto suele ser un maestro del ardid lo que le permite realizar con destreza sus

    males acciones y, al mismo tiempo, pasar inadvertido con ellas. Por lo tanto, el autntico hombre

    injusto es aquel que siendo capaz de las mayores fechoras se gana la ms intachable reputacin

    de bondad. Imaginemos, ahora, seala Glaucn, la imagen de un hombre autnticamente justo,

    simple y noble, como dice Esquilo. Despojmoslo de todo (honores, recompensas...) y

    quedmonos nicamente con la justicia. Normalmente su vida suele ser la de una persona que

    padece toda clase de males lo que llevar a todos a pensar que lo mejor no es ser realmente justo

    sino parecerlo.

    Al finalizar Glaucn su exposicin, Scrates intenta darle alguna respuesta pero no puede al

    interrumpirle el hermano de Glaucn, Adimanto. Este afirma que la cuestin no est

    suficientemente discutida y que le gustara aadir algunas consideraciones ms referentes a la

    naturaleza de la justicia. Para ello seala que va a examinar algunas de las teoras que alaban la

    justicia y censuran la injusticia con el objeto de averiguar en que fundamentan su postura. En su

    exposicin comienza citando a los poetas griegos Homero y Hesodo como representantes

    principales de figuras que alaban la justicia pero no por s misma sino siempre por la consideracin

    moral que acompaa a quienes la ejercen los cuales obtienen siempre prestigio, reputacin, e,

    incluso, cargos pblicos. Intentan tambin estos poetas fundamentar religiosamente la validez de

    la justicia afirmando que los justos sern objeto de innumerables bendiciones por parte de los

    dioses: en la encina de los justos producen los dioses abejas en el tronco y bellotas arriba. Cita

    tambin a Museo el cual afirma que los dioses transportan a los buenos y justos con imaginacin

    al Hades para all invitarlos a un banquete de justos en los que les hacen pasar la vida entera

    coronados y beodos, cual sino hubiera mejor recompensa de la virtud que la embriaguez

    sempiterna. Al mismo tiempo, todos estos poetas sepultan a los injustos en el fango del Hades.

    Sin embargo, sigue Adimanto en su exposicin, nos encontramos tambin en los poetas juicios

    absolutamente contradictorios con lo establecido anteriormente: as se afirma que aunque la

    templanza y la justicia son buenos, son, al mismo tiempo, difciles de explicar y penosos. Suelen

    afirmar tambin que generalmente resulta ms ventajoso lo injusto que lo justo. Suelen considerar

    mejor al rico an siendo injusto que al pobre siendo justo. Tampoco tienen reparo en afirmar que

    los dioses han enviado calamidades y vida miserable a muchos hombres buenos y suerte contraria

  • a quienes no lo haban sido. Por su parte, los charlatanes y adivinos van llamando a las puertas de

    los ricos y les convencen de que han recibido de los dioses poder para borrar, por medio de

    sacrificios y conjuros, cualquier falta que hayan cometido. Cita a los libros de Museo y Orfeo en

    donde se afirma que bastan sacrificios o juegos placenteros para lograr ser absuelto y purificado

    de toda iniquidad en vida.

    Adimanto se pregunta que clase de efecto pueden producir todas estas opiniones en las almas de

    los jvenes que las escuchan. Pensando, posiblemente en el mismo Trasmaco como

    representante de esta juventud, Adimanto, responde que muy probablemente diran lo mismo

    que Pndaro: voy a seguir el camino de la justicia o la torcida senda del fraude para escalar la alta

    fortaleza? Es evidente que siguiendo los consejos de los poetas lo mejor parece ser el llevar una

    vida autnticamente injusta, aunque bajo la apariencia de justicia y con la compaa de la astuta

    zorra de Arquloco. Adems, en el ltimo de los casos siempre podr comprar con dinero el

    perdn para las injusticias cometidas por uno. Pues bien, se pregunta Adimanto:que razones nos

    quedaran para preferir la justicia a la injusticia cuando es posible hacer sta compatible con una

    falsa conciencia de virtud? Y es que todos los que se nos muestran como defensores de la justicia

    no ha habido jams nadie que censure la injusticia o encomie la justicia por otras razones que por

    las famas, los honores y recompensas que de la ltima provienen. Pero por lo que se refiere a los

    efectos que una y otra producen por s mismas, nunca ni en verso ni en lenguaje comn, se ha

    extendido nadie en la demostracin de que la injusticia es el mayor de los males que puede

    albergar en su interior el alma y la justicia el mayor bien.

    A continuacin pide a Scrates que, en su contestacin a todas estas dudas, no se limite a

    demostrar que la justicia es mejor que injusticia sino a mostrar cules son los efectos que ambas

    producen por s mismas sobre quien las practica, efectos que en virtud de los cuales la una es un

    mal y la otra un bien. Le pide que si alaba la justicia lo haga en relacin a lo que resulte ser

    ventajosa pero por s misma al margen de remuneraciones y castigos. Le pide la misma lnea de

    investigacin en el caso de que censure a la justicia. No te cias, pues, a demostrar en tus

    argumentos que es mejor la justicia que la injusticia, sino mustranos cules son los efectos que

    una y otra producen por s mismas.

    Scrates acepta el reto (empresa de no poca monta) planteado por Adimanto de intentar probar el

    valor intrnseco de la justicia. Pero para ello afirma que es necesario seguir un METODO que

    partiendo de lo general nos permita despus poder ver tambin lo particular. Compara lo que

    quiere decir con aquellos que no teniendo muy buena vista reciben la orden de leer desde lejos

    unas letras pequeas cuando se dan cuenta que esas mismas letras estn reproducidas en otro

    lugar pero en un tamao mucho mayor. Pues bien, lo mismo puede sucede en el mbito de la

    justicia. Y es, afirma Scrates, que cuando hablamos de justicia unas veces la aplicamos en el

    mbito individual de lo humano, como cuando decimos que X es justo, y otras en el mbito de la

    sociedad, como cuando hablamos de una Ciudad o Estado justos. Pues bien, lo que parece

    evidente es que la Ciudad y el Estado son mayores que el individuo de ah que pueda ser que

    resulte ms fcil llegar a conocer la esencia de la justicia si comenzamos por lo ms grande, es

    decir, la justicia tal como se nos muestra en la ciudad-estado. Por eso plantea Scrates lleva a cabo

    la investigacin segn el mtodo siguiente: examinar primeramente la naturaleza de la justicia en

    las ciudades y despus pasar a estudiarla tambin en los distintos individuos.

  • Establecido como mtodo de investigacin comenzar el estudio de la justicia para intentar

    encontrarla tal como se manifiesta en la ciudad-estado, Scrates comienza analizando las causas

    que explicaran su nacimiento. Afirma que la causa esencial hace referencia al mbito de las

    necesidades humanas: dado que ningn individuo aislado se basta por s mismo para sobrevivir, de

    ah que, para cubrir esta carencia para satisfacer sus necesidades, decida que es mejor vivir en

    grupo con otros hombres. A continuacin Scrates describe la evolucin experimentada por la

    ciudad. En principio, lo que persigue el ciudadano es cubrir sus necesidades bsicas de alimento,

    abrigo y vestido. Posteriormente ir surgiendo una especializacin en los oficios y, con ello, la

    aparicin de labradores, albailes, tejedores.... Sobre esta base la ciudad seguir creciendo

    haciendo su aparicin la importacin y exportacin de productos. Ello permitir la aparicin del

    comercio y el mercado con el implcito intercambio de productos y surgimiento del dinero. Surgen

    tambin los asalariados que reciben dinero a cambio del empleo de su fuerza de trabajo.

    Al llegar a este punto Scrates pregunta en donde podran hallar, en el tipo de ciudad descrita ms

    arriba, la justicia y la injusticia. Adimanto adelanta la hiptesis de que en las mutuas relaciones

    establecidas entre los elementos o estamentos de tal ciudad. Scrates afirma que es posible que

    as sea pero que antes sera necesario examinar como viven los ciudadanos en tal ciudad. Realiza

    una descripcin desenfadada del modo de vida de los ciudadanos: producirn sus alimentos y

    vestidos, construirn sus viviendas, se alimentarn de harina de cebada y trigo, se banquetearn,

    coronados de flores, bebiendo vino y en alegre compaa, y, por temor a la pobreza o la guerra no

    procrearn ms descendencia que aquella que les permitan sus recursos. Aadirn a su

    alimentacin bsica higos, guisantes y bellotas. Sus habitantes morirn a edad avanzada y dejando

    en herencia a sus hijos una vida similar a la de ellos. Es evidente que Platn est trazando aqu un

    boceto de la ciudad primitiva en la que dominan los deseos necesarios.

    Glaucn protesta contra este tipo de ciudad por parecerle demasiado bsica, pobre y miserable.

    Scrates le contesta que entonces ya no se tratara de analizar el origen de una ciudad a secas sino

    de una ciudad en donde reine el lujo y la riqueza. Afirma que puede ser este un anlisis necesario

    para poder averiguar cosas sobre la naturaleza de la justicia y la injusticia. Sin embargo, Scrates

    seala que la verdadera ciudad (la autnticamente sana) es la que acaba de describir. Las ciudades

    en donde reina el lujo y las riquezas son ciudades que ya han sido contaminadas por una infeccin.

    Tales ciudades surgen cuando ya los hombres no se contentan con tener cubiertas sus necesidades

    primarias sino que aspiraran a ms. Comienzan a hacer aparicin en la ciudad oro, marfil y todos

    los materiales semejantes. Todo ello obligar a agrandar la ciudad en extensin pues tambin

    muchos querrn tener viviendas ms ostentosas. Harn su aparicin nuevos habitantes (rapsodos,

    actores, danzantes, fabricantes de bisutera femenina....) que ya no estarn all para desempear

    algn oficio de los bsicos Tambin cambiarn los hbitos culinarios lo que obligar a importar

    grandes cantidades de animales. Pero ello tambin aumentar el nmero de enfermedades (no

    olvidar que el rgimen diettico que Scrates describe en la ciudad sana es claramente

    vegetariana) y, consiguientemente, el de los mdicos. Adems el aumento de la poblacin har

    que el pas resulte pequeo para sustentar y dar acogida a sus habitantes lo que llevar a la ciudad

    a intentar recortar el territorio vecino invadiendo, si es necesario, sus tierras. Todo ello llevar a la

    ciudad a tener que guerrear por la necesidad de nuevos territorios. Al llegar a este punto,

    Scrates, afirma que cree haber descubierto (al margen de si produce bienes o males) el origen de

  • la guerra.

    Continuando el anlisis referente al origen de la guerra, Scrates, seala que el afn de

    expansionismo, presente en una ciudad de lujo, har necesario la creacin de un ejercito capaz de

    salir a campaa para combatir contra los enemigos de la ciudad. Dado que es imposible que una

    sola persona (tal como se estableci anteriormente al hablar de la especializacin) pueda

    desempear bien muchos oficios, ser necesaria la creacin del oficio de los guardianes o

    guerreros. Estos deberan desligarse absolutamente de toda otra ocupacin para as realizar su

    trabajo con la mxima competencia y celo. A continuacin, con el objetivo de percibir ms

    claramente las caractersticas definitorias del oficio de los guardines, Scrates describe las

    cualidades que stos deberan poseer: deberan ser valientes, listos y veloces como los autnticos

    animales de raza. Pero tambin deben ser fogosos e intrpidos como esos animales. Tambin

    deben ser amables con sus ciudadanos aunque fieros ante el enemigo. Ahora bien, Scrates y

    Glaucn se dan cuenta que esta ltima caracterstica implica la existencia de un tipo de individuo

    en donde existen dos cualidades opuestas y contradictorias entre s: apacibilidad y fogosidad. Al

    mismo tiempo, son conscientes de que no es posible que se d un buen guardin si no se dan

    juntas estas dos cualidades. Pero como parece imposible conciliarlas, parece tambin imposible el

    ideal del buen guardin. Scrates confiesa encontrarse en un atolladero y totalmente perplejo

    ante la conclusin a la que parecen haber llegado en su anlisis de las cualidades de los

    guardianes. Es curioso que sea el mbito de la experiencia quien le ayuda a salir de tal perplejidad:

    es un dato de experiencia que existen ciertas caractersticas en los perros de raza que les hacen

    ser animales mansos para con los de su familia y los que conocen, aunque con los de fuera son

    fieros y salvajes. Luego es posible, finaliza diciendo Scrates, la existencia de contrarios en un

    mismo carcter con lo que no perseguimos nada antinatural al querer encontrar nosotros un

    guardin as.

    A continuacin Scrates saca a relucir otra de las cualidades que debera reunir el guardin. Afirma

    que, adems de fogoso y amable, debera ser tambin filsofo por naturaleza. Adimanto muestra

    su extraeza ante tal afirmacin Scrates fundamenta lo que quiere decir acudiendo de nuevo al

    ejemplo de los perros de raza, los cuales, adems de amables y fieros, son capaces de hacer fiestas

    a aquellos a quienes simplemente conocen aunque jams les hayan hecho ningn bien,

    demostrando poseer tambin como cualidad innata un fino rasgo natural de carcter filosfico, ya

    que lo que define realmente a ste es el de ser un amante del conocimiento. Y es que los

    autnticos perros de raza, para distinguir la figura del amigo y la del enemigo, no se basan en nada

    ms sino en que la una la conocen y a la otra no. Pues bien, segn Scrates el autntico guardin

    para poder mostrarse amable y apacible con sus familiares y conocidos es preciso que sea tambin

    filsofo poseyendo un vido deseo de conocer. En definitiva las cualidades del autntico guardin

    deberan de ser las siguientes: filsofo, fogoso, veloz y fuerte.

    A continuacin Scrates pasa a analizar el mtodo a seguir en la crianza y la educacin de un

    autntico guardin. Como, a primera vista, puede parecer que Scrates se ha alejado

    sensiblemente del objeto central de su investigacin (esencia de la justicia y de la injusticia en la

    ciudad) aprovecha para sealar que tanto lo dicho anteriormente como lo que va a establecer

    ahora tienen como ltimo objetivo el aclarar precisamente esa cuestin. Teniendo esto presente

  • Scrates describe los elementos que deberan estar presentes en la educacin de los guardianes.

    Habla de la necesidad de la gimnasia para el cuerpo y de la msica para el alma. Adimanto le

    pregunta si la educacin musical debera ir acompaada de narraciones o no. Scrates establece

    una diferencia entre las narraciones verdicas y ficticias o fabulosas. En relacin con las ficticias o

    mitolgicas Scrates propone excluir en la educacin de los nios todas aquellas descripciones

    mitolgicas (cita explcitamente a Homero y a Hesodo) que presenten a los dioses como

    vengativos o injustos. Hace referencia a Crono que mutila a su padre Urano por mantener

    encarcelados a sus hijos as como a Zeus que destierra a Crono por dedicarse a devorar a su prole.

    Tales historias proponen que jams deberan ser relatadas a los jvenes guerreros. Tampoco

    deben relatarse a los jvenes aprendices de guardianes como los dioses guerrean y se tienden

    acechanzas o luchan entre s. Afirma que jams se les debera contar o pintar las gigantomaquias

    (luchas entre dioses y gigantes). Tambin deben rechazarse los relatos de teomaquias como

    cuando Hera fue aherrojada por su hijo o como cuando Hefesto se dispona a defender a su madre

    de los golpes de su padre, fue lanzado por ste al espacio....

    Segn Scrates, nicamente deberan relatarse aquellas fbulas que dispongan a exhortan al

    oyente hacia la virtud. A continuacin describe las lineas generales que deberan tener las fbulas

    que traten acerca de los dioses: deberan presentar siempre a estos tal como realmente son, es

    decir, en tanto que encarnaciones del bien, seran la causa del bien y nunca del mal. Por ello, el

    origen de las cosas malas habra que buscarlas en otro origen cualquiera, pero no en la divinidad.

    En este contexto propone rechazar categricamente textos como el de Homero cuando dice: "dos

    tinajas la casa de Zeus en el suelo fijadas tiene: repleta est la una de buenos destinos y la otra de

    malos". Tampoco seran de recibo expresiones aplicadas a los dioses como la de Esquilo cuando

    dice: "la divinidad hace culpables a los hombres si exterminar alguna casa de raz quiere". Scrates

    p propone, por tanto, impedir por todos los medios que nadie diga en la ciudad que la divinidad,

    que es buena, ha sido causante de los males de un mortal y que nadie, joven o viejo, escuche

    tampoco esta clase de narraciones, tanto si estn en verso como en prosa. Seala asimismo que

    esa debera ser la primera de las leyes referentes a dioses y a las normas con arreglo a las cuales

    debern relatar los narradores y poetas: la divinidad no es autora de todas las cosas, sino

    nicamente de las buenas.

    Adems Scrates propone rechazar todos aquellos pasajes de los poetas en donde se muestre a

    los dioses presentndose a los hombres bajo disfraces y formas distintas a las propiamente suyas.

    Y es que, segn Scrates, es absurdo que aquello que es lo sumamente perfecto (dios) quisiera

    transformarse en algo menos perfecto. Y eso es lo que sucedera si un dios decidiese cambiar de

    aspecto (la transformacin sera siempre para empeorar y desfigurar su estado perfecto). Adems

    es imposible entender que un dios usara de la apariencia engaosa para manifestarse a los

    hombres cuando stos, por naturaleza, odian la mentira. Propone finalmente no permitir en

    absoluto que ningn maestro se sirva de los pasajes de los poetas en donde se presenta a los

    dioses como engaosos y aparenciales como instrumentos de educacin para los jvenes

    guardianes.

  • Libro I

    A lo largo del primer apartado y con tres dilogos a distintos personajes es que Scrates, el

    filosofo, aborda el tema principal de la JUSTICIA., y nos brinda no una definicin, pero si su

    concepcin sobre ella.

    Tiene tres grandes dilogos: primero con Cfalo, con quien discute la ancianidad, la riqueza, y en

    donde se presenta el problema (de qu es la justicia); el segundo con Polemarco; y el tercero con

    Trasimaco quien peda a Scrates una definicin.

    Se ve as que las tres definiciones dadas por las otras no so satisfactorias:

    es propio definir la justicia hacindola consistir simplemente en decir la verdad y en devolver a

    cada cual lo que de l hemos recibido?O no es ello justo o injusto segn las circunstancias?

    Es propio de la justicia devolver a cada uno lo suyo.

    Justicia es hacer el bienal amigo que es bueno y perjudicar al enemigo que es malo.

    justicia nos es otra cosa que lo que conviene al mas fuerte.

    Pero ninguna de estas definiciones es tan completa o correcta. A las criticas hechas se puede ver

    que para Scrates la justicia es un concepto complejo y elevado, que no implica lo all mencionado.

    La justicia no es solo til cuando debe guardarse algo, devolver algo o protegerlo, es til EN TODO

    MOMENTO Y PARA TODAS LAS COSAS.

    Tambin es justo aquel que es bueno e incapaz de daar a otro. As la justicia es una VIIRTUD

    propia del hombre.

    Si la justicia fuera del mas fuerte sabiendo que Trasimaco se refera al una tirana, y el gobierno

    que solo atiende sus intereses-, Scrates dice que el gobierno, y quien gobierna, si bien es pagado

    como incentivo para que lo haga, solamente lo hace es favor del pueblo, y no de si mismo. Y este

    gobernante se dirige a estos para procurarles todo lo justo y necesario. Adems, las artes tienen

    por el fin el inters del objeto sobre el que se ejercitan o de lo ms dbil.

    La justicia, y la condicin del hombre justo es la ms ventajosa. Ya que la justicia es habilidad y

    virtud, esta rige sobre toda clase de personas. As es todo lo contrario la injustita, que es

    ignorancia y vicio, y que provoca odios, sediciones o combates. Ser observa as, que en la situacin

    de hombre de bien, estos son mejores, ms hbiles y ms fuertes que los malos, y que su situacin

    sin lugar dudas es ms dichosa.

    Libro II

  • En el libro segundo, se plantea la disconformidad de Glaucn y Adimanto de que Scrates no haya

    definido el trmino de justicia con claridad. As, estos proponen dos fuerte argumentos para que

    Scrates explicara el suyo.

    Ante la pretensin de saber la naturaleza, el origen y la definicin de esta virtud, es que el filsofo

    dice que primero la englobara dentro de la sociedad y luego en cada individuo.

    Plantean as como se conformara un ESTADI PERFECTO, el cual tiene su origen en la impotencia de

    cada hombre de bastarse por si mismo, y ante sus necesidades. Es necesario congregar as a un

    nmero variado de personas, que realicen cada uno actividades diferentes pero en las que se

    especializan para llegare al perfeccionamiento y lograr un mayor rendimiento. Teniendo necesidad

    tambin de comerciantes, de espacio donde relacionarnos y cmo y quines administrarlos (este

    seria la plaza publica). La justicia tendra origen en las relaciones mutuas, que nacen de las

    diferentes necesidades de los ciudadanos.

    Pero si se quiere ampliar este estado, es preciso hacerlo por la guerra, y para esto, se precisa de un

    ejrcito. Las personas que lo conformen deber ser suaves con sus amigos, feroces ante

    desconocidos y filsofos. Esto ltimo, pues el que no distingue al amigo del enemigo, sino porque

    conoce a uno y no al otro; no teniendo otra regla para discernir del amigo y del enemigo cmo ha

    de estar ansioso de aprender?.

    Su espritu debe de estar formado de una manera especial, debe seguir el ejemplo de los Dioses.

    Pero solo se le debe dar a l el ejemplo de los dioses justos y buenos, ya que de dios procede todo

    bien. Si bien hay en ellos ciertos actos injustos no conviene mostrarlos por miedo a que se los

    repita y tome como buenos.

    Se dice tambin que la MENTIRA, es mala para todos, y que es la ignorancia que afecta al alma del

    que es engaado. Por ello, se dice que tambin se prohbe hablar de los dioses como mentiroso y

    que intenten engaarlos.