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Reseñas
Leonardo López Luján, La casa de Las
águiLas. un ejempLo de La arquitectura
reLigiosa de tenochtitLan, sección de
obras de antropoLogía, México, con
sejo nacionaL para La cuLtura y Las
artes, instituto nacionaL de antropo
Logía e Historia y Fondo de cuLtura
econóMica, en coLaboración con eL
MesoaMerican arcHive and researcH
project, Harvard university, 2 voLs., iLs,
Mapas, 2006.
desde 1978, año del descubrimiento del monolito lunar conocido
como Coyolxauhqui, el recinto del Templo Mayor de Tenochtitlan nos sigue sorprendiendo por su extraordinaria riqueza arquitectónica y de artefactos. A partir de febrero del año citado, se iniciaron una serie de trabajos de excavación que han permitido asombrarnos e ilustrarnos principalmente sobre la compleja vida ritual que ahí se practicó. Los descubrimientos continúan, como el muy reciente del enorme monolito labrado con el enigmático o enigmática Tlaltecuhtli, sepultado por varios siglos en el predio que ocupó la “Casa de las Ajaracas”.
Pero además de la cascada de invaluables datos que ha caído sobre nosotros, debemos también de reconocer otro fenómeno muy importante que detonó la aparición de la Coyolxauhqui. Bajo la coordinación y guía de Eduardo Matos Moctezuma, se han
formado varias generaciones de arqueólogos y especialistas en otras áreas afines. Esto no es un asunto menor: ahora forman un numeroso grupo que ya está dejando su propia impronta en el conocimiento de nuestro pasado anterior a la conquista española.
Y precisamente uno de ellos, Leonardo López Luján, escribió una tesis doctoral, ahora convertida en un libro en dos volúmenes, profusamente ilustrado, bajo el título de La Casa de las Águilas. Un ejemplo de la arquitectura religiosa de Tenochtitlan. La magna obra, producto de un trabajo que se prolongó por una década, reúne una enorme cantidad y variedad de información procedente de la arqueología, la etnohistoria y las ciencias físicas y naturales. Encontramos también nuevas interpretaciones que serán de extrema utilidad, no sólo para los que nos dedicamos a la historia antigua de México. Si sólo usara un adjetivo para describir el texto, sería el de “provechoso”.
La “Casa de las Águilas” fue descubierta en 1980 en la sección norte del recinto ceremonial, muy cerca de la pirámide principal. Se encontraba debajo de un patio colonial del siglo xvi, rodeado de columnas. Construida y ampliada tres veces, entre 1430 y 1500, su planta adopta una extraña forma de letra “L”. Una parte, la más antigua, posee un eje orienteponiente; la otra se acomodó de norte a sur. Las excava
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ciones han mostrado que se trata de un lugar litúrgico particularmente importante, donde se realizaban ceremonias ambulatorias, algunas de ellas con muy visibles referencias al vínculo de los tenochcas con la toltecáyotl.
Fiel a sus esquemas de objetividad científica, López Luján se muestra acertadamente cauteloso respecto a emitir juicios generales sin suficientes bases sólidas, comenzando por el mismo título del libro: ¿Casa de las Águi-las?, el que reconoce como provisional. En gran medida este problema se deriva de la imposibilidad de conocer el recinto en su completa integridad arquitectónica. Sin embargo, el problema de adscribir identificaciones que tengan una aprobación universal no es sólo suyo: hablamos de un Cuauhcalli (Casa del águila) o Cuacuauhtinchan (Lugar donde moran las águilas) al referirnos al templo monolítico de Malinalco, o a los “baños” de Nezahualcóyotl en Texcotzinco. Frases como, salvo excepciones: “…la configuración arquitectónica de los edificios religiosos mexicas no fue materia de interés de los cronistas del siglo xvi” o “La mayor parte de los materiales arqueológicos no nos ayudan a vincular la Casa de las Águilas con alguno de los edificios descritos en las fuentes históricas del siglo xvi”; y una tercera, muy adecuada, haciendo referencia a la identidad del conjunto estudiado,
donde se explica que existen “…correspondencias impresionantes aunque no definitivas con el llamado Tlacochcalco –o– Tlacatecco”.
El intento serio por identificar la estructura llevó al autor a explorar una vasta cantidad y diversidad de fuentes de información, entre las que destacan los códices y relaciones escritas en español o lenguas indígenas, particularmente del siglo xvi. Y aquí mencionaré algunos breves comentarios sobre estos textos.
Redactadas en época de turbulencias sociales e ideológicas, de cambios drásticos y asimilaciones culturales a medias, los documentos que emergen del mundo indígena (pictográficos y en caracteres latinos) aún muestran retos para su uso cabal. Por lo menos ya hemos aprendido dos cosas: no leerlos in prima facie y estar conscientes de la necesidad de crear un corpus editorial completo de ellos, accesible a investigadores, estudiantes y público en general. Erróneamente los hemos usado como si uno fuera certero y los demás estuvieran equivocados (de acuerdo al argumento que queremos probar). En algunos se perciben errores en el registro, porque tanto tlacuilos como escribanos se movían en un mundo cambiante y de valores contradictorios, donde un buen segmento de la información anterior a la conquista se estaba desvaneciendo o era conoci
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da sólo fragmentariamente. López Luján toma en consideración el problema y esto se refleja en su cauteloso acercamiento al dato escrito al confrontarlo con el dato arqueológico.
La propuesta final sobre la identidad del conjunto que hace el autor, al afirmar que el sitio pudo ser el Tlacochcalco (Lugar de la casa de los dardos) –o– Tlacatecco (Lugar del gobierno de hombres) y que en el Glosario de la obra se define como “edificio del recinto sagrado de Tenochtitlan donde el nuevo tlatoani ayunaba y hacía penitencia antes de su entronización”, me parece muy atractiva, interesante y, sobre todo, verosímil puesto que se basa en un cúmulo impresionante de datos analizados y explicados en el primer volumen de la obra. Esta enorme riqueza informativa que se nos entrega, dará pie a nuevas preguntas que, seguramente, tendrán nuevas respuestas a la luz de la continua actividad de investigación que se desarrolla en el Templo Mayor tenochca y en otros sitios contemporáneos. Cito algunos ejemplos: ¿Existió una edificación en el lado opuesto, o sea el sur del Templo Mayor, que complementaba los rituales de la Casa de las Águilas? Por ahí cerca se erigió el templo dedicado a Tezcatlipoca, con su fachada mirando hacia el norte. También es excepcional la forma de la planta del recinto y la manera como se enclaustró:
en las dos últimas fases constructivas se nota que el lado que mira hacia el oriente tiene una barda sólida y, asunto aún por determinar, parece que la sección más al norte del recinto, sepultada por la calle de Justo Sierra y la venerable Librería Porrúa, pudo también estar limitada por una pared continua. Los accesos a la plataforma, hoy conocidos, son escalinatas ubicadas en el sur y occidente y, de acuerdo con la interesante reconstrucción que hace el autor en la figura 410, el hipotético recorrido del tlatoani o gobernante tenochca, se iniciaba por el sur y terminaba bajando por las escaleras del oeste. Por lo tanto, queda todavía por dilucidar si los rituales “cardinales” del norte y el oriente, asociados al Tlacochcalco –o– Tlacatecco, no requerían de algún contacto visual con dichos puntos.
Y en favor de la importancia de la “cardinalidad” de la estructura, menciono el más reciente descubrimiento de una gran biznaga lítica, excavada en la parte norte y que, sin duda, resulta un marcador del ámbito cósmico septentrional. Como se registra gráficamente en la Tira de la peregrinación o Códice Boturini, importante pictografía colonial temprana, la biznaga servía, en ciertos rituales chichimecas, como ara de sacrificio. Otra interesante cuestión es el cambio drástico en la configuración de la plataforma entre la etapa 1 y la 2, la mejor conservada. En la
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primera, el trazo es cuadrangular y la escalinata se construyó en el lado occidental. Este punto resultó también importante en la etapa 3, cuando le fueron agregadas dos cabezas de águila, tan visibles que de ellas se derivaron los varios nombres que en un principio se le dieron al conjunto. La cuestión a resolver sería: ¿por qué en la etapa 2 (ca. 1470, probablemente a fines del reinado del primer Motecuhzoma o el inicio del de Axayácatl, su sucesor) se adosó –asimiló como segunda unidad arquitectónica– un nuevo conjunto con un eje nortesur?; ¿Cuáles fueron los motivos que impulsaron a los ideólogos tenochcas a adicionar este nuevo espacio?
Me referiré ahora al término “Tlacochcalco”, uno de los lugares que propone el autor como posible identificación del conjunto, y que tiene relación con el tlacochtli. ¿Y qué es un tlacochtli? López Luján, basado en el diccionario de 1571 de fray Alonso de Molina y otros vocabularios más tardíos, tradujo el término como “flecha”. Rémi Siméon, autor cuyos bonos como conocedor de la lengua náhuatl han bajado mucho últimamente, pero que su compilación contiene información no incluida en ninguna otra fuente, cita que la palabra se refiere a una flecha o dardo hecho con la caña del duro otate o con cualquier otro tipo de madera, y guarnecido con una punta de
obsidiana. Además, en los ejemplos del Códice Mendoza que López Luján incluye en la figura 407, se percibe que en el locativo de Tlacochcalco se representó con una casa (calli) con merlones a manera de flechas o dardos adornados con plumas y plumones. ¿Intentaron mostrar una diferencia simbólica entre “mitl”, la flecha usada por los chichimecas y el tlacochtli que, según Siméon, se manufacturaba con otate y obsidiana? Recordemos un santuario dedicado a un Cristo negro en el Estado de Veracruz, llamado Otatitlán (Lugar del otate). Se ha planteado, cada vez con más fuerza, la relación entre este culto y Tezcatlipoca. Es innecesario insistir sobre la vinculación directa de esta poderosa deidad con la obsidiana. ¿Serán acaso estas características, las que permitieron que este tipo particular de arma ofensiva se convirtiera en el símbolo del Tlacochcalco, aquí vinculado con el Espejo humeante? Pero como sucede con frecuencia, leemos también una frase que descarrila nuestro esquema interpretativo: Siméon agrega que el dardo también se hacía con cualquier otro tipo de madera…
No puedo dejar de mencionar el cuidado que se puso en la presentación de la obra por parte de los editores. La misma naturaleza del texto requería incluir una masiva cantidad de ilustraciones, mapas, planos, cuadros
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y gráficas. El problema se solucionó a través de la división en dos volúmenes de la obra, lo que facilita el cotejo entre la explicación y lo explicado.
Anticipo que este estudio sobre la “Casa de las Águilas” se convertirá en un ejemplo a seguir para futuras exploraciones no sólo arqueológicas sino también etnohistóricas.
Xavier NoguezEl Colegio [email protected]
óscar Mazín, una ventana aL mundo
hispánico. ensayo bibLiográfico i, con
La participación de carMen saucedo,
México, eL coLegio de México, bibLiote
ca danieL cosío viLLegas, 2006, 377 p.
el libro que se reseña está integrado por un estudio preliminar y una
bibliografía comentada organizada en primer lugar por todos los instrumentos de interés general necesarios para quien decida emprender la aventura de mirar hacia el mundo hispánico por esa ventana que propone el autor. Siguen luego cinco grandes capítulos que se estructuran como ejes rectores que según Óscar Mazín, “hunden sus raíces en los siglos vi al xv de la península ibérica y que podemos seguir en las Indias de Castilla durante los siglos
de los virreinatos y aún más allá”: éstos son la movilidad espacial y social; la presencia de las ciudades; la vocación por el saber y la enseñanza; el rey y sus jueces y la hispanización del otro.
Una revisión rápida a la secuencia de publicaciones del mismo autor, permite entender que ni los problemas planteados ni la bibliografía especializada en los mismos son producto de una coyuntura y en cambio responden a la misma lógica. Así surgió El Gran Michoacán en 1986, con los informes que dan cuenta de la situación del extenso obispado en el siglo xviii y que el autor había localizado en el archivo de Morelia mientras estudiaba la gestión del obispo Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, trabajo que como libro se llamó Entre dos majestades, y fue publicado por el Colegio de Michoacán en 1987. De su trabajo sobre el cabildo catedral de Valladolid de Michoacán surgió el enorme esfuerzo de catalogar ese acervo documental y vieron la luz tres catálogos de los documentos pertenecientes al Archivo Capitular de Administración Diocesana, Valladolid-Morelia: uno en 1990, el segundo en 1999 y en el 2001 el tercero. Resabio de aquel impulso fue la publicación en el año 2000 del Inven-tario de los libros de coro de la Catedral de Valladolid-Morelia.
Apasionado por los archivos y preocupado por los disparates que
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manos y mentes aparentemente preparadas hicieron con muchos acervos eclesiásticos, Mazín trató de demostrar en la acción, qué se puede hacer con ellos sin necesidad de desmembrarlos físicamente, sino de comprender su organización interna, esto es, las distintas oficinas y dependencias que dieron origen a esos fondos. Primero fue en la catedral de Michoacán y luego en la catedral de México, donde organizó la catalogación y publicación de lo que llamó Inventario y guía de acceso del Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano de México, publicado en 1999. En estos años decisivos se amplió el interés por este complejo espacio, al que dedicó dos volúmenes que llevan el título de México en el Mundo Hispánico (2000) Prueba evidente de que el interés de Mazín por este espacio mayor de las relaciones trasatlánticas no es de reciente data, así como tampoco lo es su preocupación por la producción historiográfica mexicana a la que a veces siente demasiado encerrada entre los límites de su geografía física y mental.
De ahí, de este cruce de intereses y preocupaciones por la práctica de la historia, surge este ensayo bibliográfico, como una aportación a la propuesta que abraza con la intención de estimular la producción de estudios comparativos en el ámbito del mundo hispánico. En relación directa con lo
anterior, este ensayo intenta provocar una mejor comprensión sobre la historia de la formación de las instituciones, los problemas, las similitudes y las diferencias de ambos lados del Atlántico, en un largo recorrido.
Uno de los puntos que más me ha interesado es la discusión sobre la necesidad imperiosa de estudiar la Edad Media para poder realizar el análisis de formas y prácticas que no son meros antecedentes de las americanas, sino “una serie de realidades insertas en la larga duración”. El distinto ritmo en el cambio de esas realidades a uno y otro lado del Atlántico no les quita legitimidad. Esta forma de pensar la historia y en especial el periodo medieval, se levanta frente a una exitosa historiografía francesa que convirtió a la historia de la monarquía hispánica en “antecedentes” y que colocó a España misma fuera de Europa, a pesar de las costas compartidas sobre el Mediterráneo.
Para resolver el aislamiento que se cierne como una amenaza sobre la producción historiográfica mexicana, Mazín propone como tarea perentoria la extensión de este quehacer desde México hacia el resto de Iberoamérica y hacia la Edad Media Ibérica. Esta iniciativa responde a la globalización vigente: un mundo hispánico, una sola civilización medieval fruto de la coexistencia de varias religiones, len
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guas, usos y costumbres, cuyos frutos trasladados a América retoñaron de manera desigual según los medios preexistentes, “cada sociedad de las Indias –dice el autor– constituyó una realidad social profundamente original en que las diversas culturas prehispánicas imprimieron un sello específico”.
El primer eje rector que se trata es el de “La movilidad espacial y social”, donde Mazín acciona un concepto abarcador de movilidad social que oscila entre el ejercicio del comercio y la hidalguía, la sangre, el linaje, la carrera de honores y los estatutos de limpieza de sangre entre otros reactivos o disparadores sociales. Como el autor reconoce, la cuestión de la nobleza como forma de movilidad social es compleja: por un lado hace falta tener en cuenta el antiguo concepto ibérico de nobleza como categoría moral y social que coexistió con el que dependía de la limpieza de sangre. Para el caso de las Indias de Castilla –para ser coherente con el nombre que se utiliza de manera consistente– Mazín introduce la discusión de la clasificación etnosocial donde reconoce las cinco categorías fundamentales: españoles, indios, negros, mulatos y mestizos. Cada uno de estos grupos desarrolló diversas estrategias para escapar o establecerse en estas categorías y lo que es más interesante aún, el mundo peninsular qui
so entender el resultado de estos esfuerzos.
En cuanto a la movilidad en el espacio, Mazín acuerda con JeanPaul Zuñiga, en que lo que realmente importaba a los migrantes era el destino, de tal modo que la geografía mental que forjaron estos sujetos, no reconoció océanos ni montañas, las distancias se transformaron simplemente en espacios a atravesar para llegar a ese destino idealizado y mítico.
Otro de los temas atractivos que se expone a la curiosidad del lector, es el de las ciudades, fenómeno social y material de enorme envergadura tanto por la tradición política y jurídica que significa, sino también por la altura alcanzada en los niveles de creaciones propias. El modelo europeo de ciudad no respondía sin duda a las necesidades planteadas en estas tierras: en las amuralladas y meandrosas villas y ciudades de los reinos peninsulares, las separaciones que se fueron dando entre los distintos grupos religiosos y sociales llevó a la creación de guetos como la morería, la judería, o el burdel. Espacios cerrados que de alguna manera pretendían resolver el proble ma de una convivencia con un otro que por momentos resultaba intolera ble. Las ciudades americanas en cambio, de traza regular, con excepción de los centros mineros, son abiertas a pesar de las continuas protestas reales
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para que tanto México como Lima fueran rodeadas por murallas. Con excepción de las costeras que estaban a merced de los ataques de corsarios y piratas, las ciudades americanas nacieron con vocación de extenderse en forma de damero, custodiadas por las iglesias y las imágenes que funcionaron como baluartes frente a cualquier peligro.
El gran tema “La vocación por el saber y la enseñanza” pone en la mesa de trabajo varios puntos de enorme importancia y a los que se ha dado poca relevancia en el ámbito de la historiografía mexicana. Por una parte, la importante tradición de las disputas teológicas que desde el siglo xiii se organizaron en la península donde intervenían sabios teólogos de las tres religiones y donde el rey era el árbitro, así como la tradición del derecho romano profundamente arraigado en el ámbito peninsular, cuyo estudio lo convirtió en la disciplina reina de los saberes como fuente de justicia.
En “El rey y sus jueces” está implícito un tema que hoy se encuentra en la mesa de debate: el estatuto jurídico de la Nueva España. Por una parte Mazín nombra a estas tierras como “las Indias de Castilla” pronunciándose por la asimilación del continente al reino castellano en adhesión al concepto de monarquía compuesta propuesto por Elliott. Sin embargo y a
pesar de tratar de reconstruir las tradiciones de los términos “imperio” y “reino” para el caso europeo, soslaya la discusión para el caso específico de México y Perú: ¿fueron estos reinos como Aragón o León o la misma Castilla? ¿Como aseguran los juristas, la figura no existe, sino las de Reales Audiencias que organizaron y dieron sentido al territorio americano durante el periodo de dominación hispana y después de las independencias a los modernos estados nación? ¿El virreinato y el virrey no son sino construcciones de la burocracia del Consejo de Indias –en la larga tradición de los consejos de Castilla– para resolver la administración y el absentismo real?
Como Óscar Mazín planteó que esta es la primera entrega de una serie de publicaciones en esta misma línea, quizá se decida a abrir algunas de estas cuestiones que he dibujado de manera rápida e imprecisa en esta presentación que solamente ha tenido como objetivo poner en relieve dos grandes asuntos: la generosidad de quien trabaja para sí, pero genera al mismo tiempo instrumentos de investigación para otros estudiosos, especialmente los jóvenes y el relieve de las cuestiones tratadas que abren un mar de dudas, discusiones posibles e imprescindibles debates historiográficos. Creo que ése es uno de los más importantes desafíos planteados: frente a un uni
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verso dominado por la producción de investigaciones muy locales, regionales o microhistóricás, Mazín lanza la propuesta de buscar en las más profundas raíces de nuestra cultura occidental de la cual el mundo hispánico forma parte, aquellas líneas que alimentaron las nuevas sociedades, las forjaron y al mismo tiempo fueron modificadas por ellas. Las tradiciones del derecho, de los usos y costumbres, lengua, religión, grandes enfoques de larga duración y con la pretensión de ser comparativos. Como él mismo dice, la tarea es inmensa y ambiciosa, pero alguien tiene que comenzar y posiblemente sean muchos los que se sientan invitados a esta mesa.
La sección bibliográfica se corresponde con cada una de estas cinco entradas que se acaban de mencionar, además de una primera con obras de interés general. Cada uno de los 549 títulos está acompañado por un suculento resumen que, junto con los índices, convierten a Una ventana al mundo hispánico en un ineludible instrumento de consulta y un acceso a la reflexión sobre el mundo trasatlántico desde la perspectiva del siglo xxi.
Nelly SigautEl Colegio de Michoacán
María teresa vaLdivia dounce, entre yo-
ris y guarijíos. crónicas sobre eL que-
hacer antropoLógico, México, univer
sidad nacionaL autónoMa de México,
instituto de investigaciones antropo
Lógicas, 2007, 261 p.
Hace ya muchos años, en un libro que ahora pocos leen, Nigel Bar
ley retrató con trazos puntuales y un tanto irónicos los obstáculos que enfrentaban los antropólogos sociales en el desarrollo de sus proyectos de investigación, desde las trabas burocráticas de las universidades hasta las múltiples eventualidades que padecían durante las temporadas de campo; asimismo, destacó las dificultades más recurrentes que se presentaban al adentrarse en las regiones indígenas del mundo, donde solían enfrentarse –más que a una alteridad cultural contrastante– a condiciones de extrema pobreza, explotación, injusticia, violencia y clientelismo institucional que eran imposibles pasar por alto; por si esto no bastara, también refirió la urgencia de los antropólogos por investigar los factores que propiciaban esa realidad y poner en práctica una estrategia que permitiera, por un lado, diseñar las posibles soluciones gubernamentales al problema y, por otro lado, contribuir a una discusión teórica y académica sobre el tema en cuestión. Para ilustrar estos hechos, el mismo
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Barley refirió que echaba mucho de menos el haber desperdiciado tantas horas de clase –en su formación como profesional– atendiendo múltiples libros de teoría y omitiendo las enriquecedoras experiencias que habían acumulado sus maestros en el campo, pues tal vez de haber atendido dichas experiencias hubiera comprendido “cómo lidiar con la delincuencia, la burocracia y las enfermedades en África, y hubiera logrado descifrar por qué mi presencia les causaba tanta gracia a los informantes, al grado que me tomaban fotografías con un cuenco roto, simulaban tomar apuntes con hojas de palmeras e incluso no dudaban en insultarme […] cuando trataba de asumir partido por ellos […]”1
Quise aludir a este texto, pues creo que bien puede servir de epígrafe a la obra que ahora reseño. Tras varias décadas de paciente investigación entre los guarijíos de Sonora, y tras varios años de experiencia como funcionaria indigenista, Teresa Valdivia nos ha dado un cuadro no sólo del quehacer antropológico en una de las zonas indígenas más marginadas y aisladas de México, sino también de los múltiples problemas a los que se enfrentan constantemente los antropólogos en el
1 Nigel Barley, El antropólogo inocente, Barcelona, Anagrama, 1997, 108109.
campo y que no se resuelven con las lecturas de teoría social. De ahí que la autora advierta desde un inicio que Entre yoris y guarijíos no es propiamente un estudio etnográfico, sino más bien un acercamiento de los motivos y las perspectivas que el antropólogo y los actores culturales asumen durante el proceso de trabajo de campo.
Es de advertir que este libro se distingue por reunir tres largos ensayos –“Sierra de nadie”, “Como una huella pintada” y “Sobre los testimonios indígenas y la tarea antropológica al editarlos”– que aparecieron publicados de manera independiente entre 1992 y 1994, y que dan cuenta del compromiso social del antropólogo y de la utilidad de la antropología para solucionar los grandes problemas nacionales. En el caso de “Sierra de nadie”, se trata de un texto novedoso que retrata en primera persona la perspectiva del autor sobre la apremiada realidad de los guarijíos y las difusas políticas indigenistas que implementaba el Estado mexicano. Si bien es cierto que no se trata de un estudio etnográfico, también es verdad que “Sierra de nadie” es el primer trabajo científico que retrata –con un enfoque antropológico y literario– las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que prevalecen en el territorio guarijío; asimismo, pone al descubierto las complejas relaciones interétnicas que se
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tejen entre los pueblos indígenas y los vecinos yoris de la región –rancheros, comerciantes y ganaderos no indígenas–; de paso, alude el devenir histórico de los guaríjios y sus raíces ancestrales con los grupos tarahumaras, mayos y yaquis. Debo subrayar que este ensayo pone al descubierto el gran vacío histórico y antropológico que existe sobre los grupos indígenas que habitan la cuenca alta del río mayo y la denominada sierra baja tarahumara. No obstante, el énfasis de este ensayo se centra en la lucha que protagonizaron los indígenas contra los yoris –desde 1977 hasta 1990– por el acceso y control de tierras cultivables. Dado esto, no es casualidad que “Sierra de nadie” registre minuciosamente los factores e intereses que orillaron a los guarijíos a vivir desprovistos de tierras y al amparo de la violencia, el racismo y la indiferencia de los yoris y funcionarios gubernamentales. En el marco de este ejercicio analítico, la autora tiene la sensibilidad y la astucia de retratar la persistencia –en pleno siglo xx– de aquellas viejas formas que posibilitaron el despojo de la propiedad, la extracción de la producción y la explotación de la energía indígena, vía el peonaje, el avío o la habilitación, y la adjudicación de bienes.
A lo largo de estas páginas, hay también un profundo cuestionamiento sobre el papel que cumplen los an
tropólogos al implementar las políticas indigenistas, especialmente en aquellas zonas donde el Estado ha posibilitado la emergencia de una elite regional –yori, en su mayoría– que controla el acceso de programas gubernamentales, la presencia de funcionarios públicos, el desarrollo de programas productivos y el flujo de información. Cabe decir que la trama compleja de estas denuncias no sólo se reducen al testimonio vertido por la autora, sino también a las múltiples voces indígenas que sirven de interlocutores y, ante todo, ofrecen una postura sumamente clara para mirar con ojos más críticos la labor que desempeña el Estado en las regiones indígenas de México. De hecho, estas voces indígenas le ayudaron a la autora a elaborar el segundo ensayo de este libro: “Como una huella pintada”, un trabajo donde Teresa Valdivia recoge la voz de uno de los más lúcidos y activos dirigentes guarijíos –Cipriano Buitimea– acerca de la cultura indígena, la memoria histórica del grupo y la lucha agraria que protagonizaron contra los yoris desde 1977 hasta 1990. La gran virtud de este trabajo radica en el profesionalismo de la autora para registrar la voz indígena, respetar las particularidades de un castellano marcado por el acento rural y dejar al descubierto la tersura del relato –circular y arrítmico– de Cipriano Buitimea.
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Debe tenerse presente que este esfuerzo profesional de rescatar la “voz de los sin voz”, obligó a la autora formular una reflexión metodológica que le permitiera recuperar “una lectura de la realidad distinta de la que auspicia el poder y sus detentadores: la que suelen realizar las mayorías silenciosas desde la necesidad, la subordinación, la explotación […]” Dicho esfuerzo profesional fue documentado en el tercer y último ensayo: “Sobre los testimonios indígenas y la tarea antropológica al editarlos”, un trabajo que –parafraseando a Andrés Medina– sitúa al lector en el centro mismo del andamiaje antropológico y literario, y lo conduce a distinguir la originalidad del trabajo desplegado.
Desde esta perspectiva, puede decirse que los trabajos de Teresa Valdivia parecen una selección particularmente apropiada para mostrar el quehacer antropológico en el campo de estudio; de ahí que sean trabajos incisivos, altamente originales y con una amplia recepción en el mundo académico. Estos escritos también son muy sugerentes ya que proveen un excelente puente entre los trabajos que rayan en lo teórico y abstracto, y los trabajos que son tan implacablemente empíricos que se reducen a una mera recopilación de datos. Teresa Valdivia tiene la virtud de practicar un quehacer antropológico que es a la vez teóri
co y arraigado en la investigación empírica, cuidadosa y atenta a los problemas sociales.
Finalmente, Entre yorís y guarijíos tiene dos aportes extras a los ensayos referidos. Primeramente, una excelente estudio preliminar a cargo de Andrés Medina Hernández que –entre otras cosas– nos permite rastrear los orígenes y la evolución de la etnografía en México, la postura crítica que asume toda una generación de profesionales respecto a las políticas indigenistas y el quehacer antropológico, y las difusas fronteras que suelen existir entre los trabajos propiamente etnográficos y la literatura inspirada en el mundo rural. En segundo lugar, incluye una recopilación bibliográfica y hemerográfica sobre los estudios que con un enfoque económico, etnológico, geográfico, histórico, lingüístico y periodístico se han elaborado sobre los guarijíos de Sonora. Sobra decir que Entre yoris y guarijíos es una obra indispensable que viene a completar el gran vacío que existe sobre la antropología aplicada, en general, y los grupos indígenas del norte de México, en particular.
Luis Alberto Arrioja Díaz ViruellUniversidad Autónoma
Metropolitana[email protected]
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Reseñas
cLaude bataiLLon, un geógrafo fran-
cés en américa Latina. cuarenta años
de recuerdos y refLexiones sobre méxi-
co, México, eL coLegio de México, eL
coLegio de MicHoacán, centro de estu
dios Mexicanos y centroaMericanos,
2008, 165 p.
No son abundantes los estudios que exploran la historia reciente
de la geografía en México.1 Los especialistas han preferido voltear a los siglos xviii y xix que fueron pródigos en geógrafos de calidad.2 Por eso, los interesados en el tema agradecen a Claude Bataillon que se haya concentrado en narrar sus experiencias desde que llegó por primera vez, procedente de Marruecos, en 1962. Leer este libro nos da otra opinión sobre la geografía profesional mexicana, una opinión externa que nadie antes había vertido y en la cual tal vez los geógrafos nos sintamos extraños.
El libro está compuesto de siete capítulos ordenados cronológicamente en donde aparecen y desaparecen los actores que Bataillon va encontrando, tanto en el terreno de lo cotidiano,
como en el de la investigación geográfica. Con las actuaciones de esos personajes, el lector va descubriendo no sólo al gremio de los geógrafos, sino también al mundo francófono de la ciudad de México, a la clase política priísta, a la atmósfera académica y al exotismo de la identidad mexicana, desnudada esta última por los ojos de quien se pregunta desde la primera página del libro: “¿cómo un mexicano puede estar enterado de la originalidad de su vida cotidiana si nunca ha salido de ella?”
Bataillon narra primero las condiciones en las que trabajó y vivió en el Magreb y cómo surgió la oportunidad de realizar su “gran viaje” a México. La aparición en escena del joven Claude Bataillon y su mujer Françoise se da en momentos en que la geografía mexicana vive de su tradición pero no de su presente. La tradición evoca preferentemente los días en que Humboldt durmió en la antigua escuela de minas, o cuando se fundó la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, o cuando Antonio García Cubas compuso el mapa en el que aparecía un México cercenado de su porción norte. Pero el presente de los años 1960, a decir de Bataillon, era un tiempo en el que hacer geografía era toda una odisea. Era un tiempo en el que los alumnos tomaban dictado y lo memorizaban para el día del examen. Un tiempo de quietud administrativa en todos los órganos
1 Destacan acaso los trabajos de Atlántida Coll (1994) y de Javier Castañeda Rincón (2006).
2 Véase por ejemplo: Azuela (2005), Moncada (2003), Moncada et al. (2003), GomezRey (2003), Mendoza Vargas (1999).
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del Estado que eran la fuente de donde podía obtenerse información sobre el territorio. Un tiempo en el que la investigación en el Instituto de Geografía de la unam y la docencia en la Facultad de Filosofía, avivaban su estéril juego de recelos. El geógrafo francés, acostumbrado al trabajo de campo, a la interpretación de paisajes naturales, a la consideración de la huella histórica, a la redacción de trabajos con una estructura académica inteligible y a la lectura de mapas, encontraba entonces pocos espacios de encuentro con sus colegas mexicanos.
En este punto de asombro probablemente mutuo entre el geógrafo francés y los geógrafos mexicanos, Bataillon comenzó una investigación que pronto se enfrentó a otro tipo de carencias. Para poder iniciar su estudio en el medio urbano hubo de familiarizarse con el círculo de los economistas y los urbanistas. Era increíble –recuerda Bataillon– pero no había estudios sólidos de geografía urbana en un país que tenía una de las tasas más altas de urbanización en el mundo. Por su parte, para estudiar el ámbito rural, fue necesario acercarse con agrónomos y antropólogos quienes, a diferencia de los geógrafos, había producido un material que “era abundante”. Faltaba “recolectarlo y descodificarlo”, dice Bataillon. Y es que a su juicio, en esas décadas, los geógrafos mexicanos no
estaban produciendo gran cosa sobre el territorio que pudiera dialogar con los criterios franceses en los que él se había formado. Los geógrafos mexicanos tampoco parecían ser sedientos lectores ni exploradores infatigables de sus tierras. Así que hacer su investigación sobre la ciudad y el campo en la región centro de nuestro país (Bataillon 1971), le implicó un esfuerzo mayúsculo, sobre el cual ahora reflexiona: “si hubiera sido menos ignorante, no hubiera elegido trabajar sobre un objeto tan pesado, rico y complejo como la región central mexicana”.
En los siguientes capítulos, Bataillon recuerda cómo se enfrentó al reto de recortar el país en regiones dando lugar a la publicación de su popular libro Las regiones geográficas en México, mismo que conoció varias ediciones francesas y mexicanas. “El hecho regional –afirma en el libro que ahora reseñamos– no pertenecía a la cultura científico universitaria” de los mexicanos. No obstante, en esos años, Jorge L. Tamayo, Ángel Bassols y Bernardo García Martínez ya habían comenzado a estudiarlo aunque sus publicaciones aparecieron después y no necesariamente compartían los mismos criterios. Cabe decir que por esos años, el concepto de “región” era objeto de distintas definiciones, unas de las cuales insistían en asegurar que se trataba de “hechos objetivos” (Tamayo, 1984;
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Reseñas
Bassols, 1983) mientras que otras dejaban también una parte de su comprensión y estudio a la subjetividad (Bataillon, 1969; García, 1976). Bassols, por ejemplo –nos recuerda Claude Bataillon– decía “que para mi las regiones eran herramientas descriptivas y no realidades objetivas. Era cierto, y para él era un grave defecto”, concluye así marcando una diferencia conceptual que aún sigue viva.3
Más adelante, Bataillon describe un México en donde el presidencialismo y el pri son la clave para estudiar el territorio, pero descubre que “ningún libro podía dar esa clave”. Como buen investigador, se adentra entonces en el ámbito de la cultura mexicana que lo obliga a replantearse creencias formadas en Francia. Por ejemplo, respecto del “nacionalismo” que había aprendido a despreciar, se percató que en el México posrevolucionario era sinónimo de soberanía frente al poder del capital y en ese sentido tuvo que matizar su oposición a él. Con aprendizajes
como este, Bataillon fue logrando abrir el cofre de la información tan celosamente guardada por un estado casi totalitario. Era “un Estado al que sólo le interesaba el crecimiento industrial” mediante el cual quería “ponerle fin a todos lo males del país: pobreza, desempleo, tugurios”. Abrir la ostra que encierra los secretos de una cultura es muy difícil para los propios habitantes y por eso, como dice Ivan Illich (1990) –otro enamorado de México– la cultura sólo es visible para el recién llegado, para el extraño, para quien viene de fuera. En palabras de Bataillon: “es indispensable ser un extranjero, como lo soy, para ver algunas realidades mexicanas triviales”. Bataillon adquiere entonces las formas y protocolos que permiten ser aceptado en los círculos políticos, sociales y académicos, aunque a decir verdad, sigue sin tener una relación estrecha con el gremio de los geógrafos.
Para advertir la presencia del hijo (para bien y para mal) de Marcel Bataillon en los círculos más influyentes de México, basta enlistar algunos de los intelectuales y políticos tanto mexicanos como franceses que aparecen mencionados en las páginas del libro: Paul Rivet, Alfonso Caso, Pablo González Casanova, Guy StresserPéan, François Chevalier, Ricardo Pozas, Enrique Florescano, Daniel Cosío Villegas, Luis Unikel, François Xavier Guerra, Luis
3 En abril de 2008, en entrevista que formulamos al Dr. Bassols, pese a la oposición que pudieron tener en su momento, éste nos señaló con generosidad la importancia que Bataillon había tenido en la investigación regional de nuestro país. La discusión sobre el concepto de región aun continúa y al respecto, es prudente que el lector interesado se acerque al nuevo libro de Bernardo García Martínez (2008).
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Reseñas
González y González, Pierre Monbeig, Eduardo del Río (Rius), Víctor Flores Olea, Alejandra Moreno Toscano, Cuauhtémoc Cárdenas, Helene Riviere d’Arc, Arturo Warmann, Andres Lira. Estos contactos le permitieron no sólo obtener información, sino hallar personas con quienes discutir sobre el territorio y sobre la geografía de México. “El geógrafo “humano” que soy –dice Bataillon– encontró por fin a sus interlocutores, en este medio donde la antropología social se desprende de la arqueología y de la historia para orientarse hacia sociedades contemporáneas cada vez más urbanas”. Esto explica por qué Bataillon es más conocido entonces en el Colegio de México, en el de Michoacán, en la Facultad de Ciencias Políticas, en el inah y en el ciesas, que en las sedes donde residen los geógrafos. No obstante, podemos cofirmar con la vasta obra de su vida académica que Bataillon hizo geografía, y de la buena.
A lo largo del libro, hay una serie de hilos que unen todos los capítulos. Uno de ellos es su preocupación por la educación en general y por la enseñanza de la geografía en particular. Por ello se detiene a detallar algunos de los sinsabores de esta práctica en México. Desenfadado, Bataillon no se tienta el corazón para criticar a las vacas sagradas, para decir que Jorge A.Vivó era “amable” pero que con él no se podía discutir “acerca de las necesidades pe
dagógicas de los estudiantes”. Lo describe también como un profesor que hablaba “sin apuntes de temas variados que rara vez se renovaban”. De Jorge L. Tamayo dice que poseía una “capacidad de enumeración y compilación [que] hacían las veces de legitimidad científica”. En este punto cabe hacer una reflexión que pueda poner en contexto la experiencia mexicana de Bataillon y permita también que los geógrafos hagamos una autocrítica. Quizá suene dura su versión, pero es preciso recordar de qué se quejaban los estudiantes de geografía en los años siguientes... y hasta la fecha. Las quejas tienen que ver con la falta de actualización de los saberes impartidos y con una pedagogía que todavía sienta sus fuertes en el ejercicio memorístico. El estudiante de geografía tiene a menudo problemas para estructurar un escrito, para definir conceptos clave de la dimensión espacial, para correlacionar fenómenos naturales y sociales, para exponer una idea con claridad, para representar cartográficamente problemas complejos. A sus ojos, estas preocupaciones ya estaban presentes desde entonces.
Finalmente, no es necesario reiterar que el contenido y el tono del libro de Claude Bataillon son profundamente humanos, como su autor. Quizá haya lectores que no vayan a gustar de algunos pasajes y otros que como no
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Reseñas
sotros, se deleitaron intensamente en las breves horas de una tarde en que se lee el texto. Lo cierto es que este cariñoso libro parece agradecer a México (a todo México, con todo y sus desagradables sorpresas) y parece también decir “hasta pronto”.
Notas bibliográficas
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tamayo, Jorge L., Geografía Moderna de México, México, Trillas, 1984.
Federico Fernández ChristliebUNAM
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presentation
Herón pérez Martínez
T he Thematic Section of issue 115 of Relaciones focuses on the role of tax authorities (fisco) at different moments and in diverse places in the Hispanic world, including colonial Peru and New Spain at the
onset of the War of Independence, and on the tax measures imposed upon agriculture in contemporary Spain. A problem as old as mankind itself, taxation has been used as a mechanism by one people to conquer another, and as an everpresent means of subsidizing the satisfaction of collective needs through acts of government that cross the extensive network of relations of which all societies are made up with regards to their systems of–material or spiritual– needs, and that are resolved as Socrates indicated in this passage from Plato’s Republic:
In my opinion, a city is born when particular individuals find that they face the impossibility of providing for themselves and procuring the many things they require… Thus, a man becomes associated with another in view of that need, and with another for some other one; thus, because of the need they have for many things, they come together in the same domicile as associates and auxiliaries, and this coexistence is given the name πóλις... (III, XI).
The word fisco (roughly, ‘taxcollector’, from the Latin fiscus), originally referred to the rush or wickerbasket that taxcollectors used. It is recorded in Spanish speech in the earliest dictionaries of the 16th century –Nebrija’s, for example– and in Cobarruvias’ compendium from the early 17th century. Words derived from this term, such as “confiscate” and “fiscal” are of approximately the same antiquity; though the term “confiscation”, in contrast, was in use as early as the year 1435.
The first article on the topic of taxation is by María Luisa Soux and entitled “Tribute, Constitution and Renegotiation of the Colonial Pact: The Case of Highland Peru in the Process of Independence (18101826)”. This essay illustrates how the vassalage relationship established between the King of Spain and his subjects was perceived in Highland Peru as a
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pact through which indigenous peoples agreed to pay tribute in exchange for recognition of their ownership of the lands in their communities. Though this pact would later be modified substantially upon the introduction of the system of the Courts of Cadiz, it was renegotiated by the Indians in different ways, as they sought to attain the greatest security possible in the possession of their lands in the face of the two opposing bands, and was used as a political strategy to adapt to the complex processes involved in the War of Independence. This renegotiation of the colonial pact shows how the Indians took advantage of the opportunities that their recognition as citizens offered.
Through this approach, Soux is able to demonstrate the capacity that the Indians and their authorities developed to negotiate in, and adapt to, an unstable period such as that of the War of Independence, thanks to the implicit recognition –not only discursive but also real– of their equality in terms of their civil standing. This opened for the Indians the option of negotiating the colonial pact and, at the same time, modifying those aspects that were disadvantageous to their interests, such as dependence on caciques. The Crown, meanwhile, also saw tribute as a card it could play to assure the loyalty of the Indians by “rewarding” communities or individuals with exemptions from the obligation to pay.
This balance was broken with the onset of the War of Independence. As the King’s coffers gradually emptied, the Viceregal authorities exercised such pressure on the indigenous population that the negotiations carried out during the first constitutional period broke down. As a result, during the liberal triennium of 1820 to 1823, the Crown gave no opportunity to renegotiate the pact but continued to demand that the Indians pay tribute; measures that led to a weakening of the relationship between the indigenous population and the Realist army. Soux’ article also shows that this dynamic was allowed to emerge because of the recognition of that “other” who was capable of negotiating the pact, and of the need to see the payment of tribute/contributions not only as a sign of domination and vassalage, but also as a central element in the negotiating possibilities of the indigenous groups immersed in that colonial and postcolonial system.
In his article, “The Insurgent Taxcollecting System: New Spain, 18101815”, José Antonio Serrano Ortega analyzes the measures and disposi
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tions related to taxation implemented by the insurgent governments. In doing so, he has three objectives in mind: first, to show that the insurrection’s main leaders not only sought to organize a taxcollecting system, but actually succeeded in that endeavor –at least to a certain degree– by articulating a coherent set of strategies; second, to demonstrate how those strategies were designed to identify the taxbases that would provide the resources required to sustain the troops that were combating the Realists and make them productive; and, third, to show those leaders’ attempts to set up a bureaucracy that would: 1) administer and optimize the diverse sources of income that fed the insurgents’ treasury; 2) define and classify the taxpayers; and, 3) distribute the weight of taxation among different social groups. Arguing against the thesis –dominant since the time of Lucas Alamán– that the insurgent movement was financed through pillage, robbery and plundering, Serrano assiduously reconstructs the insurgents’ taxcollecting system. Though he recognizes that military actions of that nature did provide the insurgents with substantial resources, they were neither the only nor the most important sources of income. During the prolonged and bloody struggle between insurgents and realists, leaders of the insurrection such as Miguel Hidalgo, Ignacio López Rayón, José María Morelos and the members of the Congress of Chilpancingo were largely responsible for designing and instrumenting the taxcollecting system that allowed them to obtain the resources required to sustain their cause.
This taxation system –an articulated series of tributary measures that gathered funds for their movement– was guided by two principle elements: first, reversing the Bourbon government’s tendency to increase taxgenerated income and the taxrates and rents they were collecting in New Spain; and, second, eliminating the inequalities in taxation that were seen as one of the most unjust features of the colonial order. During the war –and in spite of it– the insurgent governments succeeded in maintaining a functioning national treasury from 1810 to 1815. Even in the chaos of war, it is clear that the rebels were, in fact, able to establish order in the area of taxation.
In the third article, “Taxation and Agriculture in Contemporary Spain”, Rafael Vallejo Pousada begins with a review of recent studies on taxation and agriculture in Spain from the Middle Ages to modern times
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that underscores their historiographical nature and their three main goals: 1) to present a synthetic explanation of the lessons that the longterm analysis of the relation between taxation and agriculture undertaken by the participants in the XI Spanish Congress of Agrarian History provides on this question; 2) to elaborate a historiographical balance on this issue in relation to contemporary Spain; and, 3) to propose a research agenda for the 20th century on lessstudied topics that may prove beneficial for Latin American specialists interested in inquiring into the field of taxation and agrarian activities.
In the Documents Section, Alberto Carrillo presents a text entitled “Testimonial Information on the Miraculous Image of Our Lady of Pópulo in Cotija (1679)”, which sheds new light on the origins of the adoration of the Virgin Mary in her avocation as Our Lady of Pópulo in the Michoacán town of Cotija, an image, it is said, that is known to exude sweat, as if it were alive. The author of the document was Don Francisco de Aguiar y Seixas, the first bishop of Michoacán before he became Archbishop of Mexico and, under this title, the bishop of Sor Juana Inés de la Cruz. In his presentation of this fascinating document imbued with a delicious folkloric flavor, Alberto Carrillo gives the reader information on the image’s Jesuit background, on the enticing traditions that exist in relation to its origin, and on how it came to rest in Cotija at a time when such images were helping to configure local identities in such towns. After a brief incursion into the geography and history of the town of Cotija, the author expounds on how the veneration of “Our Lady of Pópulo” came to be established there and on the topic of images that sweat in general, before ending his presentation by reviewing canon law’s pronouncements on this matter.
The General Section opens with an essay by Mario Teodoro Ramírez, “Mexico in the Soul of Luis Villoro: Reasonable Reason, an Alternative to Ideological Violence”, in which the author suggests that in striving to understand Mexican reality Villoro calls into play, above all, a historical vision; not from the perspective of the historian but, rather, from a philosophical viewpoint which holds that “Mexican reality” cannot be understood simply through empirical, phenomenological or psychological approaches that describe behaviors and ways of thinking in an isolated and historicallydecontextualized way, as if they had existed forever, or
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emerged only yesterday. Thus, according to Ramírez, the Villoro’s proposed alternative for the sociocultural life of Mexico is none other than the defense and pondering of the exercise of human rationality itself (and, first, of philosophical rationality). This alternative is realized –and this is where its specificity lies– through a “plural” (pluralist) conception of reason that unfolds in three dialecticallyinterrelated moments: a) a theoretical reasoning in the most classic style that actualizes and maintains the values of discursive, methodical, critical and analytical thought; b) a practical reasoning that defends the axiological dimension of human praxis under the aegis of the ethicalpolitical unity of social life; and, c) a hermeneutical reasoning (not elucidated as such by Villoro) that recognizes the “limits” of reason, assumes them, and then opens itself to the interpretation and comprehension of the “nonrational” forms of human experience and cultural traditions: mysticreligious, aestheticartistic, and eroticamorous. Recognizing the limits of reason is what makes a thinker, in addition to being rational, also “reasonable.” Villoro has sought to be –and, indeed, in many senses has been– such a thinker. The author’s conclusion is that what Villoro proposes for Mexico is the construction of a new civilizing, political, ethical and sociocultural project; one understood and elaborated historically and philosophically in which philosophical reflection and praxis would play a substantive and ineludible role.
Beatriz Urías Horcasitas’ article, “The Power of Symbols/Symbols in Power: Theosophy and ‘Mayanism’ in Yucatán (19221923)”, examines the traces of theosophic spiritualism in Felipe Carrillo Puerto’s proposals related to the project of “revitalizing” the ancestral spirit of the Mayan people. Those proposals gave rise to the molding of a politicalarchaeological scenario in the context of which unprecedented political phenomena took on meaning; for example, the changes introduced in the land tenure system; organizing workers in resistance leagues; announcing a radical political rhetoric; and implementing a series of programs in the areas of hygiene and sexual health designed to improve the quality of the population. The author holds that these elements were articulated in a coherent –and politicallyfunctional– ideological universe thanks to Carrillo Puerto’s recovery of theosophic thought and symbolism. The article suggests that the theosophic doctrine was used as an instrument
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to imbue a political experiment that emerged from the Revolution with spirituality and transcendence. By appropriating theosophic proposals and symbols, Carrillo Puerto sought to incarnate universal truths. He presented himself as the direct agent of the designs of a superior power and, at the same time, as a governor elected by democratic vote. His case shows that although the Revolution may well have generated definitive changes, it also produced an ideology that carried with it the risk of authoritarianism because it promoted an aggressive program of social engineering designed to transform and homogenize the population, while at the same time recognizing that certain emerging political figures were assumed as depositaries of ancestral racial and spiritual essences.
Finally, J. Alfredo Pureco Ornelas offers the study, “Political Actors and the Struggle for Workers’ Rights in the Hot Country of Michoacán: Strikes in Lomba rdía and Nueva Italia, 19301933”, which analyzes the episode of the prolonged strikes by workers on the rice haciendas of Lombardía and Nueva Italia as they struggled to reclaim, not lands, but such basic workers’ rights as a maximum workingday and a minimum wage. The presentation is framed in the context of the political conflict that cardenismo sustained in Michoacán during its emergence as a viable social project against the backdrop of Calles’ regime, the socalled “Maximato”. In his conclusions, the author notes that the article highlights a feature rarely found in the peasant movements that developed in Michoacán in the immediate postrevolutionary period. According to Pureco Ornelas, the singular aspect of the case he analyzes lies in that in the context of agricultural workers’ claims for land this movement functioned as an “induced” demand; one that was created artificially and at a later date, and that consisted in consolidating the leadership of the figure of General Cárdenas, who around 1938 resolved that the best way of putting an end to almost a complete decade of workermanagement problems was to collectivize the assets from which those disputes had arisen.
Paul C. Kersey JohnsonTraductor
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abstracts
triBute, constitution and reneGotiation of the colonial pact. the case of hiGhland peru durinG the process of independence (1808-1826)
María Luisa SouxUniversidad Mayor de San Andrés
La Paz, Bolivia
In the Highlands of Peru, the relationship of vassalage established between the King and his subjects was perceived as a pact through which indigenous peoples were obliged to pay tribute in exchange for recognition of their ownership of the lands in their communities. Though this pact was modified substantially by the Cadiz system, it was renegotiated by Indians in different ways as they sought to maximize the security of their holdings in the face of the two opposing groups in the War of Independence and as a political strategy for adapting to the complex processes generated by the conflict. The renegotiation of this colonial pact shows how the Indians took advantage of the opportunities that their recognition as citizens gave them.
Keywords: tribute, colonial pact, Highland Peru, indigenous peoples
the insurGent tax-collectinG system. new spain, 1810-1815
José Antonio Serrano OrtegaEl Colegio de Michoacán
From 1810 to 1815, the insurgent governments in Mexico developed an articulated set of taxcollecting measures through which they were able to gather resources for their cause. This insurgent taxation system was based on two main elements: reversing the Bourbon government’s tendency to increase income generation in New Spain through taxes, interest and rents and, secondly, eliminating the fiscal privileges that were considered one of the most unjust aspects of the colonial order. In spite of the bloody war between insurrectionists
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and realists, in the abovementioned period the insurgent governments succeeded in maintaining a functioning national treasury. Amidst the chaos of the military campaign it is possible to detect order on the insurgent side in relation to the area of taxcollecting.
Keywords: insurgents, realists, taxation system, tithes, sales tax (alcabala)
taxation and aGriculture in contemporary spain
Rafael Vallejo PousadaUniversidad de Vigo
This review of recent studies on taxation and agriculture in Spain from the Middle Ages to the Contemporary period is of a historiographical character and responds to three principle objectives. The first is to explain, synthetically, the lessons on taxation that arise from the longterm analysis of the relations between taxes and agriculture carried out by the participants in the XI Spanish Congress on Agrarian History (Section 1). Secondly, it presents a historiographical balance on this issue in relation to contemporary Spain (Section 2). Finally, it proposes a research agenda on less wellstudied topics related to the 20th century (Section 3) that HispanoAmerican specialists interested in inquiring into the field of taxation and its relationship to agrarian activities may find useful.
Keywords: agriculture, taxation, fiscal system, historiography, Spain
méxico in the soul of luis villoro.reasonaBle reason, an alternative to ideoloGical violence
Mario Teodoro RamírezUniversidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
This article is an attempt to interpret the thought of Luis Villoro (or, at least, his most important proposals) as he responded to the “problematic” of “Mexico’s
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reality” that had concerned this Mexican philosopher since the years of his youth. As a member of the Hiperión philosophical group (that existed around 1950), that took on the task of elaborating a “philosophy of the Mexican”, Villoro published two books, one on the topic of indigenism, and another on the independence movement of 1810. Both of these works present elements for theoretical, philosophical and political reflections on such problems a ideology, interculturality, the relation between ethics and politics, etc., that Villoro analyzed in great detail over the course of his philosophical trajectory; in which the Mexican leitmotiv has never ceased to be present.
Keywords: Mexico, indigenous, Independence, ideology, reason
the power of symBols / symBols in power: theosophy and “mayanism” in yucatán (1922-1923)
Beatriz Urías HorcasitasUniversidad Nacional Autónoma de México
This essay examines the traces of theosophic spiritualism in the proposals of Felipe Carrillo Puerto in relation to the project of “revitalizing” the ancestral spirit of the Mayan people. These proposals led to the structuring of a politicalarchaeological scenario in the context of which unprecedented political phenomena became meaningful; for example, the changes introduced in the system of land tenure, organizing workers in leagues of resistance, disseminating a radical political rhetoric, and implementing a series of programs in the areas of hygiene and sexual health that were intended to improve the quality of the population. I suggest that these elements were articulated within a coherent –and politicallyfunctional– ideological universe because of Carrillo Puerto’s recourse to theosophic thought and symbolism.
Keywords: theosophy, Mayan race, political symbols, populist rhetoric, nationalism
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political actors and the struGGle for workers’ riGhts in the hot country of michoacán. strikes in lomBardía and nueva italia, 1930-1933
J. Alfredo Pureco OrnelasInstituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora
This study analyzes a series of strikes organized by workers on riceproducing haciendas in Lombardía and Nueva Italia during their struggle to reclaim, not lands, but basic workers rights, including a maximum workingday and a minimum wage. The context of the presentation is the political conflict in which cardenismo was immersed in the state of Michoacán as it attempted to construct itself as a viable social project against the backdrop of Calles’ socalled Maximato regime.
Keywords: agricultural workers, Michoacán, Maximato, strikes, cardenismo
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Los autores
maría luisa soux. Boliviana. Docente en la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés (La PazBolivia) e investigadora del Instituto de Estudios Bolivianos de la misma Universidad. Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Historia. Trabaja temas de historia rural, historia de las mujeres e historia del proceso de la independencia de Bolivia. Entre sus trabajos pueden citarse La coca liberal. Producción y mercado a inicios del siglo xx (1993), De terratenientes a amas de casa (1997), Potosí y La Plata en el siglo de Oro (2008), La Paz en su ausencia, vida de las mujeres de la elite paceña a inicios del siglo xIx (2008). Ha publicado numerosos artículos en libros y revistas de Bolivia, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, México y España.
José antonio serrano orteGa. Profesor Investigador de El Colegio de Michoacán. Licenciado en Historia, Universidad Nacional Autónoma de México, y Doctor en Historia por El Colegio de México. Investigador Nacional, Nivel 2. Entre sus últimas publicaciones Igualdad, uniformidad, proporcionalidad. Contribuciones directas y reformas fiscales en México, 1810-1846. (México, Instituto Mora, El Colegio de Michoacán, 2007), y editó con Manuel Chust Calero (editores), Debates sobre las independencias iberoamericanas (Madrid, Frankfurt, Iberoamericana, Vervuert 2007), y con Juan Ortiz Escamilla (editores), Ayuntamientos y liberalismo gaditano en México (México, El Colegio de Michoacán, Universidad Veracruzana, 2007). Premio Francisco Javier Clavijero, INAH, Tesis de Licenciatura en Historia, 1991. Premio de Investigación, Área de Humanidades, Academia Mexicana de Ciencias, 2005.
rafael valleJo pousada es profesor titular de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Vigo. Ha recibido el Premio de Investigación de Humanidades de la Diputación de Pontevedra (1991), por la monografía A desamortización de Mendizábal na provincia de Pontevedra, 1836-1844. Coautor con Francisco Comín del libro Alejandro Mon y Menéndez (1801-1882). Pensamiento y reforma de la Hacienda (Madrid, IEF, 2002), obtuvo el Premio de investigación Alejandro Mon, otorgado en 2001 por el Ministerio de Hacienda. Es autor de otros libros y de diversos artículos en obras colectivas y en revistas como Revista de Historia Económica, Revista de Economía Aplica-
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da, Hacienda Pública Española, Historia Agraria, Historia Social, Historia y Polí-tica, etc. Acaba de editar Los tributos de la tierra. Fiscalidad y agricultura en España (siglos xII-xx) (Valencia, PUV, 2008).
Beatriz urías horcasitas, Investigadora en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Ha publicado un artículo en esta revista: “Retórica, ficción y espejismo: tres imágenes de un México bolchevique (19201940)”, vol. XXVI, 101, 2005, pp. 261300. Su libro más reciente: Historias secretas del ra-cismo Historias secretas del racismo mexicano, México, Tusquets Editores, 2007.
mario teodoro ramírez, profesorinvestigador de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y actual director del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la misma Universidad. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II. Ha publicado entre otros libros: El quiasmo. Ensayo sobre la filosofía de Merleau-Ponty (1994); (coautor), Filosofía de la cultura en México (1997), De la razón a la praxis. Vías hermenéuticas (2003), y Escorzos y horizontes (2008).
alfredo pureco ornelas es profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora; doctor en Historia por El Colegio de Michoacán y su línea de investigación es “Historia de las instituciones y actividades económicas en el Occidente de México: Michoacán y Jalisco del Porfiriato a la Revolución”.
iLustraciones de este núMero
página 3: Anónimo, Mercado del Parian, siglo XVIII, detalle. páginas 6, 7 y 8: Monedas de la época de Independencia. Moneda de la suprema junta de América. Monedas fiduciarias ocho reales de cobre emitidos por José María Morelos 1812.página 9: Pedro Patiño Ixtolinque, América, siglo XIX.página 18: Anónimo, Alegoría de México, siglo XIX.página 127: Imagen de Nuestra Señora del Pópulo.página 147: Felipe Carrillo Puerto, foto.página 249: Monolito de Coyolxauhqui.
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4. Los cuadros, mapas, imágenes y fotos se aceptarán en originales o copias digitales de alta resolución, y se concentrarán en archivo aparte. se incluirán los títulos, pie de foto, créditos y permisos correspondientes (si fuera el caso). en el texto principal se mencionará su ubicación.
5. Los artículos iniciarán con un resumen de 70 a 75 palabras e incluirán 4 o 5 palabras clave.
6. La bibliografía irá al final del artículo en este orden: autor (apellidos, nombre), obra (en cursiva), lugar de edición, editorial, año. ejemplos: a) taussig, Michael, shamanism, colonialism, and the Wild man. a study in terror and healing, chicago, the university of chicago press, 1987. b) alarcón, rafael, “La formación de una diáspora: migrantes de chavinda en california” en gustavo López c., coord., diáspora michoacana, zamora, el colegio de Michoacán, gobierno del estado de Michoacán, unidos Michoacán, 2003, pp. 289306.
7. una vez emitidas las evaluaciones de los árbitros consultados, será del conocimiento de los autores el acta de dictamen, y tendrán un plazo no mayor de dos meses para entregar la versión final del artículo con las correcciones pertinentes. La dirección de la revista verificara la versión final con base en los dictámenes y comunicará a los autores la información del número de la revista en el que será publicado su trabajo.
documentos
Las colaboraciones para la sección de documentos serán trabajos de transcripción, paleografía, traducción y restauración de fuentes primarias o secundarias, relevantes para el estudio de procesos de historia y sociedad relacionados con Hispanoamérica. Los trabajos tendrán una introducción con aparato crítico del presentador del documento, e incluido éste no excederá de 12 cuartillas. Los trabajos serán seleccionadas por la dirección y el comité de redacción de la revista en función de su calidad, contribución y pertinencia temática.
reseñas
Las reseñas serán revisiones críticas de libros recientes (últimos cinco años), relacionados con investigaciones de las ciencias sociales y humanas. deberán señalar las aportaciones y limitaciones de la obra reseñada, así como su vinculación con la literatura previamente publicada sobre el tema que se aborda. La extensión máxima es de cinco cuartillas.
r e l a c i o N e s
e s T U D i o s D e H i s T o R i a Y s o c i e D a D
Fiscalidad en el mundo hispánico
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s e t e r M i n ó d e i M p r i M i r e n e L
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s e ñ o La edición consta de 750
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