Reseña de Retrato de Un Bibliocéfalo, Por Francisco Alba

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Con este título de raíz pirandeliana nos ofrece Bruno Mesa (Santa Cruz de Tenerife, 1975) un cuadro de sus pasiones literarias. En este libro para pervertidos amantes de la literatura el autor manifiesta su particular visión del mundo de las letras. O mejor dicho: el autor se retrata a sí mismo a través de la frecuentación de los libros. En el prólogo, al que se llama «Envoltorio», nos ofrece Bruno Mesa su peculiar concepción del acto de lectura: «El lector es el verdadero autor del libro, porque lo modifica con su lectura. Pero no lo modifica de una forma superficial sino desde la raíz». De pocos libros puede decirse que transmitan un amor tan profundo a las letras; un amor, es cierto, que parece intransigente, exclusivo, absorbente. En el «Envoltorio» se nos presenta una filosofía de la lectura concentrada en cuatro páginas: «Para uno, que es lector caprichoso, los libros son como regalos, y a mí de los regalos lo que menos me interesa es el envoltorio, ese que rompo en cuanto me dejan, luego meto las manos con avidez y miro a ver si aquello me interesa o es puro cuento»

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Retrato de un bibliocfaloNo hay comentariosAutor: 19 septiembre 2009Bruno MesaArgumentos en busca de autorLa Caja Literaria, Tenerife, 2009Con este ttulo de raz pirandeliana nos ofrece Bruno Mesa (Santa Cruz de Tenerife, 1975) un cuadro de sus pasiones literarias. En este libro para pervertidos amantes de la literatura el autor manifiesta su particular visin del mundo de las letras. O mejor dicho: el autor se retrata a s mismo a travs de la frecuentacin de los libros. En el prlogo, al que se llama Envoltorio, nos ofrece Bruno Mesa su peculiar concepcin del acto de lectura: El lector es el verdadero autor del libro, porque lo modifica con su lectura. Pero no lo modifica de una forma superficial sino desde la raz. De pocos libros puede decirse que transmitan un amor tan profundo a las letras; un amor, es cierto, que parece intransigente, exclusivo, absorbente. En el Envoltorio se nos presenta una filosofa de la lectura concentrada en cuatro pginas: Para uno, que es lector caprichoso, los libros son como regalos, y a m de los regalos lo que menos me interesa es el envoltorio, ese que rompo en cuanto me dejan, luego meto las manos con avidez y miro a ver si aquello me interesa o es puro cuento.La introduccin nos sita ante un libro escrito por un lector voraz que necesita la lectura como otros el alcohol. Nuestra poca es muy dada a las adicciones: juego, televisin, trabajo, sexo, estupefacientes, dinero, asesinato, religin, etctera. No tardar en aparecer el especialista que anuncie nuestra incurable adiccin a la respiracin. Los enfermos de literatura son en nuestro tiempo, segn vaticina Philip Roth y un servidor suscribe, una especie en peligro de extincin. El lector compulsivo gusta de la soledad, es melanclico e hipersensible al ruido. Su ecosistema, tan frgil, se encuentra seriamente amenazado. Bruno Mesa es uno de esos individuos. Aunque sera un error imaginarlo siempre solitario y caviloso. En este libro hay suficientes pruebas de que sigue una activa vida literaria. Amar los libros y detestar a la mayora de los escritores contemporneos parece una mxima universal entre quienes se dedican a la literatura. Bruno Mesa no es una excepcin.La primera parte, titulada Premeditaciones, consta de aforismos muchos de los cuales no desdeara firmar el mismsimo Chamfort. Bruno Mesa posee una irona digna de respeto, su rasgo ms caracterstico, y un agudo sentido del humor. La irona, dicho sea de paso, es una virtud apenas cultivada en nuestro tiempo. No abundan los espritus burlones, por desgracia. Con su experiencia del medio literario los dardos suelen ir dirigidos contra los colegas: No hace falta tener xito para ser presentado en sociedad como escritor, a veces no es necesario ni saber escribir. Pocos salen indemnes de sus estocadas, dadas siempre con impecable limpieza: A nadie le gusta rerse de los poetas. Yo, en consideracin a su esfuerzo, me limito a rerme de sus obras. Temas como la religin, el arte, la metafsica o el amor tampoco estn a salvo de su ingenio mordaz. Precisamente las cosas elevadas, como bien saba Voltaire, son el blanco ms propicio para la irona: Ayer crea en Dios, estoy seguro, lo que no recuerdo es dnde estuve bebiendo. (Buena respuesta en un interrogatorio de la Santa Inquisicin.) Me encanta cuando me hablas de amor, porque enseguida me entra sueo (adis al mito de Romeo y Julieta). La crtica de arte en nuestros das parece consistir en ofrecer respuestas sesudas a preguntas delirantes. (Con esta frase desmonta el negocio de los museos provinciales de arte moderno.)El estilo de Bruno Mesa recuerda mucho a Kierkegaard, que saba ser divertido para esconder su desesperacin. Bruno Mesa nos lo dice en otra frase: Un amigo intenta convencerme de que veo la vida como algo cmico. Le respondo que est equivocado, que es lo contrario, que soy un hombre trgico, y por tanto, desesperadamente irnico. No es casual que en la ltima seccin del libro aparezca el filsofo dans.En el ensayo titulado No existe lo imposible Bruno Mesa elogia al poeta tinerfeo Luis Feria. Sus razones son tan convincentes que despierta la inmediata curiosidad por la obra de este poeta. Alguien que goza de la lectura como lo hace nuestro autor ha de tener una percepcin especialmente sensible del lenguaje.En La intimidad del alfabeto desarrolla una fenomenologa de las principales letras del alfabeto y de algunas palabras, destacando sus cualidades sensibles. Nos lo advierte al comienzo de esta breve y magistral pieza: En las letras, en el doble fondo de su maleta, envuelto en el rectngulo de terciopelo negro, hay escondido un ro de magia que pasa inadvertido por nuestros odos, indiferentes a ese milagro. Y con esa agudeza hace el examen de algunas palabras: La palabra convalecencia es un ejemplo de precisin, porque ese largo batalln de letras con cara de enfermera induce a pensar que ser larga, triste y dura. O bien: La ciega guerra tiene vsceras de r y se alimenta con vocales de sangre. De las piezas recogidas en esta segunda parte donde ms brilla el gusto y el talento literario de Bruno Mesa es en la titulada: Un pas llamado tradicin. Esa tradicin es un pas catico y libre, como l mismo nos dice, en el que habitan las sombras de Swift, Galds, Bertrand Russell, Eugenio de Andrade, Arreola, Monterroso, Nietzsche, Julio Camba, Pasolini, Azorn, Pessoa, Josep Pla o su dilecto Feyerabend. Este es su canon personal: heterogneo, caprichoso, irreductible a normas de lectura oficiales, lo cual es prueba de buen gusto. El autor termina el repaso de sus devociones diciendo: Aquellos de los que habl son una parte nada ms, pero son suficientes para hacerse una idea de hacia dnde voy, si es que voy a algn sitio, y de dnde vengo. A unos les bastar para comprenderme y a otros para crucificarme. Me alegra saber que hay tarta para todos.Si nos definimos por nuestras aficiones, aversiones y caprichos Bruno Mesa est de cuerpo entero en estas pginas. Por una de esas paradojas que tanto le gustan acaba convertido en el personaje de su libro. O mejor dicho: se transforma en libro, en una de esas metamorfosis a lo Ovidio. Sabe Bruno Mesa que los personajes literarios llegan a ser ms reales que los propios lectores, como nos ensea en la primera pieza de esta seccin: A propsito de la inexistencia: Si vivir es un regalo del tiempo, solo ellos vivieron. Gulliver, Crusoe, el padre Brown o Edipo contemplan desde la biblioteca ese ro interminable de lectores, siempre iguales y siempre diferentes, y sonren desde sus anaqueles porque estn seguros de que solo ellos existen.En las Notas para una enciclopedia personal resulta tan revelador de sus inclinaciones las voces que ha elegido como lo que dice en cada una de ellas. Bruno Mesa o la facultad de elegir. En esta enciclopedia no faltan Kierkegaard, Feyerabend, el Abismo, el Homo Sapiens, la Democracia, los Libros o el Marqus de Sade.Bruno Mesa ha observado el sufrimiento, el absurdo y tambin la alegra de la vida. Ha visto la vanidad de sus colegas, la estupidez de las instituciones. Ha odo los rebuznos de los fanticos. Se ha detenido maravillado y agradecido en unas lneas de Borges, de Swift, de Pessoa, de Homero. (Le queda algn libro por leer a Bruno Mesa?). El resultado es esta impecable paradoja. Un libro que es una carcajada en sordina, una celebracin de la inteligencia, una desesperacin bienhumorada. Bruno Mesa, tan intelectual, congeniara con James Ensor, el Arcipreste de Hita y Rabelais. Gente carnavalesca. No olvidemos lo bien que hacen en Tenerife el Carnaval, la isla donde lee Bruno Mesa.Francisco Alba- See more at: http://www.revistaclarin.com/1231/retrato-de-un-bibliocefalo/#sthash.c3qjVn6o.dpuf