Reseña El Giro Historiográfico A.mendiola

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Reseña realizada por: Catalina Gómez Rosales, Estudiante de Sociología de la Universidad Externado de Colombia Reseña: El giro historiográfico: la observación de observaciones del pasado. Alfonso Mendiola Alfonso Mendiola en “El giro historiográfico: la observación de observaciones del pasado” invita a considerar la importancia que desde los años 70’s ha tenido la reflexión y la autorreflexión del historiador sobre su quehacer. Dejando de lado la concepción de una realidad en sí o, aún más específico, de una historia en sí, se empieza a contemplar un pasado contingente que depende del observador. Nace una historia nueva consciente de lo latente, de la distinción humana operada para conocer una verdad, para conocer una realidad dependiente del observador Divido en cinco apartados, el texto permite entonces comprender el papel que cumple el observador o el sujeto en el señalamiento de lo real, y en el caso específico del historiador, en el señalamiento de su pasado e historia. Es así que en una primera parte se evidencia la nueva necesidad de hacer del observador parte esencial de la descripción de la realidad. Esto sucede entre otras cosas porque con el advenimiento de la modernidad se pasa a una sociedad heterárquica donde no hay una autoridad capaz de imponer su verdad, a una sociedad con múltiples realidades que ya no puede tener una sola mirada, por lo que ya no solo se debe observar lo que se dice, sino que pasa a ser de suma importancia observar el quién lo dice, pues de él dependerá la realidad. Por

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El giro historiográfico: la observación de observaciones del pasado. Alfonso Mendiola

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Reseña realizada por: Catalina Gómez Rosales,Estudiante de Sociología de la Universidad Externado de Colombia

Reseña:El giro historiográfico: la observación de observaciones del pasado. Alfonso Mendiola

Alfonso Mendiola en “El giro historiográfico: la observación de observaciones del pasado” invita

a considerar la importancia que desde los años 70’s ha tenido la reflexión y la autorreflexión del

historiador sobre su quehacer. Dejando de lado la concepción de una realidad en sí o, aún más

específico, de una historia en sí, se empieza a contemplar un pasado contingente que depende del

observador. Nace una historia nueva consciente de lo latente, de la distinción humana operada

para conocer una verdad, para conocer una realidad dependiente del observador

Divido en cinco apartados, el texto permite entonces comprender el papel que cumple el

observador o el sujeto en el señalamiento de lo real, y en el caso específico del historiador, en el

señalamiento de su pasado e historia. Es así que en una primera parte se evidencia la nueva

necesidad de hacer del observador parte esencial de la descripción de la realidad. Esto sucede

entre otras cosas porque con el advenimiento de la modernidad se pasa a una sociedad

heterárquica donde no hay una autoridad capaz de imponer su verdad, a una sociedad con

múltiples realidades que ya no puede tener una sola mirada, por lo que ya no solo se debe

observar lo que se dice, sino que pasa a ser de suma importancia observar el quién lo dice, pues

de él dependerá la realidad. Por ello excluir al observador de su anunciamiento de lo real

resultaría contraproducente.

Esta nueva importancia que adquiere el sujeto en la enunciación de la realidad queda

subordinada a una nueva epistemología en la que la realidad aparece como una construcción que

se hace a través de la observación. Dicha epistemología contempla la investigación histórica

como una actividad reflexiva en la que el historiador pasa a ser parte de la historia que construye.

La observación entonces es una operación activa que se da en la comunicación, y que no se

reduce al individuo que la hace sino a todo el espacio social en el que él se enmarca. Se habla acá

de una observación desde la historiografía, es decir que quien observa es la ciencia de la historia

y no los sujetos aislados.

En este mismo apartado, el segundo, se hace claro que para observar se hace necesario distinguir,

es decir, diferenciar y elegir lo que se quiere ver de lo que no. Esto quiere decir que se admite

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que ya no hay una verdad exterior cognoscible, sino que la realidad aparece con la distinción,

con la diferenciación de dos lados de un mismo fenómeno que a pesar de convivir en simultánea

son inaprehensibles juntos, y que mientras se ve uno de ellos el otro permanece de forma latente.

A esto se le conoce como observación de primer orden. Y a la observación de observaciones, es

decir a la pregunta por el por qué se ve lo que se ve, es decir por qué se hizo la primera distinción

se le conoce como observación de segundo orden y es sobre la cual se da el giro historiográfico.

Dicho giro, expuesto en el tercer apartado del texto, empieza a darse a partir de la década de los

70’s cuando se empieza a reflexionar de manera autorreferencial sobre la historia, en otras

palabras, cuando se empieza a orientar la investigación histórica a partir de la reconstrucción de

su historia. Permitiendo el entendimiento de la historia como un fenómeno social que se

reproduce a través de la comunicación del pasado y que, como cualquier otro fenómeno social,

responde a los cambios de su contexto espaciotemporal.

Todos estos cambios de percepción de la historia y por consiguiente del pasado se traducen en

una nueva forma de aprehensión de los mismos, que responden a la pérdida de la visión

ontológica del mundo. Ahora no se concibe el pasado como una cosa sino más como una forma,

es decir como referencia de un concepto, lo cual conlleva a que se identifique al observador y las

distinciones que este hace (lo cual queda expuesto en el cuarto apartado).

Ya por ultimo queda claro que estas distinciones hechas por el observador que referencian el

pasado dependen en últimas de un elemento latente a él, el elemento del que se distingue, el cual

será propio en la modernidad, pues es desde la conciencia de éste que es posible identificar el

papel fundamental que adquiere el observador en la distinción de su realidad. Y es justamente en

ese punto donde la historiografía contemporánea encuentra su esencia, en la necesidad de

observar al observador.

A modo de reflexión se puede decir que es interesante ver como en la actualidad, partiendo de la

observación del observador se busca acceder al pasado, es decir, ya no se pretende conocer algo

que pasó sino que en la misma relación de referencia que entabla el observador se encuentra el

objeto de estudio. Es a partir de la autorreflexión, de la conciencia de sí como ser devenido que

tiene nuevamente cabida una concepción empírica de la historia.

Bibliografía:Mendiola, A. (n.d.). El giro historiográfico: la observación de observaciones del pasado.

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