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CAPÍTULO SEGUNDO Establecimiento del Frente Nacional (1957-1960)

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CAPÍTULO SEGUNDO

Establecimiento del Frente Nacional (1957-1960)

ESTABLECIMIENTO DEL FRENTE NACIONAL (1957-1960)

1. EL DESMONTE DEL RÉGIMEN MILITAR Y LA MOVILIZACIÓN DE LAS IDEAS

Para mayo de 1957, cuando Rojas deja el poder, sus innumerables discursos orientados a persuadir a todos los estamentos de las Fuerzas Armadas de su tarea histórica de "salvar al país" habían calado profundamente en sus espí­ritus. Por eso, más que a los civiles, el retiro del General Rojas del poder conmovió al Ejército. Oficiales, suboficiales y soldados confundidos no sa­bían a que atenerse cuando se enteraron de la conformación de la Junta Militar. Llegaron a creer que se trataba de un golpe y quisieron resistir. Es­taban dispuestos, incluso, a asesinar a los Quíntuples. Rojas, calmando los ánimos, manifestó a sus subalternos que los cinco Generales habían sido escogidos por él mismo, que para evitar una guerra civil lo mejor era retirarse temporalmente del poder, pero que los miembros de la Junta Militar tenían la misión de continuar el gobierno de las Fuerzas Aliñadas para defender, según él, al pueblo de las oligarquías políticas de Colombia .

Emocionados, los cinco miembros de la Junta despidieron en el Ae-ropuerto de Palanquero a Rojas , quien salía rumbo a España. Llorando, el General Navas Pardo besó a Rojas y le murmuró al oído: "General, usted sale hoy, pero antes de un año lo tendremos en el país" . Rojas salió de Colombia pensando en que volvería al poder. Ese había sido el pacto. Todos sus íntimos lo sabían; muchos empezaron a esperar su regreso.

1 Rojas ante el Senado. El Gobierno Militar ante la Historia. Bogotá, ed. Excelsior, IQI^Q ^, 749

2 La Junta Militar estaba integrada por: Rafael Navas Pardo, Gabriel París, Deogracias Fonseca, Luis Ordoñez y Rubén Piedrabita.

3 Rojas ante el Senado... p.745.

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Mientras unos trazaban las pautas para impedir su retorno, otros se preo­cupaban por abrirle el camino .

El país pasó a ser gobernado por la Junta Militar, la cual dio a su administración un rumbo completamente diferente al esperado por el General Rojas en su impaciente destierro. Los Quíntuples se compro­metieron a restablecer el orden de democracia y libertad que exigían los portavoces de los grandes capitales: un gabinete ministerial parita­rio, el establecimiento de la paridad a nivel de las gobernaciones, diso­lución de la ANAC, clausura del Diario Oficial, convocatoria a eleccio­nes populares en 1958 y el desmonte de toda la estructura de poder dejada por Rojas Pinilla. Vendría de todas maneras un complejo desem­peño de la Junta Militar al no constituir su administración un solo pro­pósito. Entre los Quíntuples Navas Pardo y Ordoñez aspiraban, cada uno por su lado, a quedarse con el poder. El primero quiso gestionar la unión de las corrientes conservadoras de Álzate y Jorge Leyva para que, reconciliado el conservatismo, movilizara las masas a su favor y en contra del Frente Civil. El General Navas ofreció a Álzate la radio mili­tar y los talleres de Diario Oficial para coadyuvar a tal campaña . Or­doñez, por su parte, estuvo comprometido en un complot organizado en diciembre de 1957 . Las inconsecuencias y apetitos personalistas que caracterizaron a la Junta Militar, sumados a la imposibilidad de contar con unas Fuerzas Armadas unidas, facilitaron al Frente Civil la imposición de sus condiciones.

Con la Junta Militar en el poder se inicia el proceso por medio del cual la élite económica y política reconquista sus posiciones perdidas durante la dictadura. Se restablece el predominio del sector industrial. La ANDI vuelve a tomar el manejo de la política a nivel nacional: la gobernación de Cundinamarca, las alcaldías de Medellín y Cali son di­rigidas ahora por cuadros de la ANDI. En su mayoría, los dirigentes civiles y militares que pasaron a ocupar cargos de representación, tuvie­ron que apostatar de su simpatía con la dictadura, manifestar su adhe­sión a los nuevos pactos y, por último resignarse a la bendición de los representantes del Frente Civil en las localidades. Algunos de los miem-

4 Algunos periódicos rojistas que habían sido apedreados en las jomadas de mayo, volvieron a emitir sus ediciones. Un osado líder popular de Bucaramanga, el tipógra­fo liberal José María Pinzón empezó a publicar un periódico denominado Meridiano con el fin de contrarrestar el júbilo de los órganos de la gran prensa. Alcanzaron a salir 8 números con tirajes de mil ejemplares.

5 Rojas ante el Senado... p. 64-67. 6 Citado por Alvaro Echeverry U... p. 167-168.

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bros de la Junta, incluso, estaban relacionados no solo económicamente con las élites colombianas. Navas Pardo era un General ganadero, em­parentado con su Ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Sanz de Santamaría. Precisamente, gracias a este vínculo, el FC había podido mantenerse informado de los pasos del gobierno de Rojas y en contacto con la oficialidad descontenta con el régimen .

El gabinete ministerial con que gobernó la Junta se conformó pari­tariamente, de acuerdo con el papel jugado por los voceros de los gre­mios económicos en la caída de Rojas. Algunos ministros de la Junta no solo fueron voceros, sino que directamente defendieron sus intereses gremiales. Ese fue el caso del citado canciller de la Junta, el liberal Sanz de Santamaría —industrial, banquero, financiero, ganadero y exitoso político. El conservador Antonio Álvarez Restrepo, Ministro de Hacien­da de la Junta y exministro de la misma cartera en la administración Gómez-Urdaneta, y cuya casa sirvió de sede a las últimas conversaciones entre el FC y el gobierno militar, en los días previos a la caída de Rojas. Álvarez Restrepo era ganadero, industrial, banquero y periodista. El Ministro de Agricultura, el liberal Jorge Mejía Salazar era también ban­quero, industrial, ganadero e hijo del Gerente de la Federación Nacio­nal de Cafeteros, Manuel Mejía. El de Trabajo Raimundo Emiliani Ro­mán, miembro de la Junta Directiva de Fenalco en Cartagena, industrial y exministro de la misma cartera en la administración de Urdaneta. El Ministerio de Fomento recayó sobre el Industrial y gran comerciante liberal Joaquín Vallejo Arbeláez. Fue reemplazado a fines de 1957 por Harold Eder Caicedo, prominente industrial vallecaucano, propietario del Ingenio La Manuelita y de la gran Hacienda "Quebradaseca" en Corinto, Cauca. Alfonso Carvajal Peralta, segundo Ministro de Educa­ción de la Junta, se había desempeñado como Ministro de Higiene en el gobierno de Laureano Gómez .

La Junta Militar permitió que el FC diera pasos en firme para la con­solidación del sistema bipartidista colombiano. Restaba legitimar jurídi­camente la apropiación que del Estado hacían las élites económicas iden­tificadas en las cúpulas de los dos partidos tradicionales. El gobierno mi­litar de tránsito sirvió de arbitro a todo el proceso de acomodamiento del proyecto político del Frente Nacional que había nacido en las postrime-

Según relato de Carlos Lleras Restrepo. Véase Nueva Frontera 4-10 de mayo de 1977. No. 129, p. 19. La información se tomó del cuadro elaborado por Echeverry Uruburu Alvaro. Élites y Proceso Político en Colombia 1950-1978. Bogotá, Fondo de Publicaciones FUAC, 1987, p. 169-175.

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rías del depuesto régimen de Rojas. Alberto Lleras Camargo viajó de nue­vo a entrevistarse con Laureano Gó­mez, de cuyas conversaciones salió la Declaración de Sitges firmada por ellos el 20 de julio de 1957. El docu­mento refrendaba lo consignado en el Acuerdo de Benidorm al proponer­le a los colombianos una sucesión de gobiernos de coalición de liberales y conservadores, pero esta vez estable­cía como novedad el mecanismo para ga ran t i za r tal l og ro . Simultá­neamente a la elaboración del docu­mento en mención, Gómez y Lleras redactaron un proyecto de consulta plebiscitaria que recogía los puntos claves de la Declaración de Sitges. El proyecto preveía la paridad en las Corporaciones Públicas por el térmi­no de 12 años, la proporcionalidad en el Gabinete Ejecutivo de acuerdo con la representación de los partidos en las Cámaras Legislativas, la garan­tía constitucional necesaria para que la carrera administrativa fuera una realidad, la prohibición a los funcio­narios públicos de toda intervención en la lucha política, etc.

Aunque lo de Sitges había sido la expresión de dos sectores de la opi­nión política colombiana: la del libe­ralismo oficial y la de la Comisión Nacional de Acción Conservadora

(CONACCIÓN) o sector laureanista, la importancia y trascendencia del contenido de los documentos firmados obligaron a todas las corrientes de la política colombiana a pronunciarse al respecto.

Laureano Gómez, líder del grupo CONACCIÓN socio mayor del liberalismo en los

comienzos del Frente Nacional. (Archivo de Antonio Isaza)

Tomada de la revista Estampa

Ver texto del Proyecto de Consulta Plebiscitaria en: Vásquez C. Camilo. El Frente Nacional...p. 259-260.

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1.1. LAS IDEAS CONSERVADORAS

Los primeros en saltar al ruedo de las discusiones en torno a la viabilidad del plebiscito fueron los sectores conservadores excluidos de los pactos pro-Frente Nacional. Unos conservadores se oponían a tal medida desde posiciones políticas acordes con la época, como en el caso de Gilberto Álzate Avendaño; otros, desde posiciones fundamentalistas traídas de tiempos pretéritos, como fueron, entre otros, los planteamientos del diri­gente rojistajosé María Nieto Rojas. Alrededor de sus posiciones frente al plebiscito se fue configurando el rostro ideológico del rojaspinillismo. Las pos­turas que los abiertamente rojistas esgrimieron al respecto, junto a las de los alzatistas y leyvistas estaban predestinadas a confluir en una amalgama de ideas durante los primeros pasos de la actividad política del anapismo.

Nieto Rojas recogía la comente conservadora que insistentemente qui­so que el gobierno de Rojas Pinilla fuera una expresión estrecha del con­servatismo clerical. Para Nieto, el régimen de Rojas se había inspirado en las doctrinas de la Iglesia católica y en los postulados filosóficos y políticos de la derecha. Nieto y sus seguidores quisieron organizar, una vez la Junta Militar aprobó darle curso al plebiscito, un Movimiento Católico de resis­tencia. Para tal efecto se difundieron hojas volantes en donde se reprodu­cían densos escritos para convencer a los católicos de no votar afirmativa­mente. Uno de los volantes firmado por Nieto Rojas se encabezaba así: "CATÓLICOS: ¡ALERTA! EL PLEBISCITO SERÁ UN TRIUNFO DEL COMUNISMO, DEL

PROTESTANTISMO Y DE LAS LOGIAS LIBERALES CONTRA LA IGLESIA "W .

Los organizadores del Movimiento Católico celebraron entrevistas con altos prelados de la Iglesia. Le pidieron al Cardenal Luque pronun­ciarse en contra, ya que según ellos en el texto del plebiscito "se refren­daban las reformas anticatólicas aprobadas por el liberalismo en 1936, y se derogaba el precepto constitucional que declaraba al comunismo fue­ra de la Ley abriéndole así de par en par las puertas de la patria para que l ibremente pudiera difundirse entre nosotros" . El Cardenal convino en que el proyecto del plebiscito, de ser aprobado, le daría un triunfo al protestantismo, a la masonería y al comunismo. Pero le informó a los miembros del Movimiento Católico que había recibido de parte de Lleras Camargo la promesa de que, una vez reunido el Congreso, como jefe del liberalismo propiciaría una Reforma Constitucional que, además de de-

10 Nieto Rojas José María. Proceres de la Segunda República. Un triunfo de las izquier­das con capitanes de la derecha. Bogotá, editorial, Kelly, 1960, p. 41.

11 Ibid, p. 38.

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volverle a la Iglesia sus derechos, conforme se habían consagrado en la Constitución de 1886, impidiera la difusión del comunismo en el país .

Queriendo ser más papista que el Papa, el dirigente rojista olvidaba muy rápido el decisivo papel que la Iglesia colombiana había jugado en la caída de Rojas. Como a la Junta Militar, a la Iglesia católica no le que­daba otro camino que acatar las reglas de juego que imponía el FC. La cúpula de la Iglesia simplemente se reacomodaba a las condiciones de los tiempos nuevos, más poderosos que las doctrinas. El contraproyecto de Nieto, en cambio, revivía una querella que amenazaba con irrumpir de nuevo. Se trataba de una pertinaz resistencia al proceso de secularización política impulsado por las reformas de la "Revolución en Marcha" de López Pumarejo. Nieto Rojas le recordaba a los católicos, en una hoja volante de octubre de 1957, que la Reforma Constitucional de 1936 había introducido innovaciones condenadas por la Iglesia, tales como la liber­tad de conciencia, la libertad de cultos, la prohibición al clero de interve­nir en política, etc. Afirmaba Nieto que dicha reforma le había quitado a la Constitución "el respaldo moral de la ley divina... para reemplazarlo por el concepto deleznable de los "derechos sociales", mudables y sujetos a la interpretación caprichosa de los hombres y de los Estados" .

Sin tenerse en cuenta el espíritu de cruzada que el Movimiento Cató­lico se aprestaba a emprender, El Catolicismo, interpretando una decla­ración del Cardenal Luque en la que afirmaba que los católicos tenían la obligación de votar el plebiscito según su conciencia, el órgano de la Curia Primada señaló que esa Declaración no era otra cosa que "una exhortación a votar afirmativamente el plebiscito"1 .

En contraste, la corriente de Álzate asistió al debate desde las concep­ciones modernas del nuevo conservatismo europeo. El dirigente conserva­dor regresa al país en los primeros días de noviembre, a menos de un mes de realizarse el plebiscito. Había permanecido en España durante la mayor parte del gobierno de Rojas. Desde lejos pudo leer los conflictos de la política interna colombiana, a la vez que logró enterarse y meditar en torno a los reajustes que el pensamiento conservador hubo de hacerle a su doc­trina para sobrevivir después de la segunda conflagración mundial. Venía resuelto a inyectarle al conservatismo desde la agrupación que le rodeaba los aires renovadores de Democracia Cristiana Europea. A diferencia de la oposición de Nieto, la de Álzate no es de carácter clerical, no es un llamado a integrar una cruzada. Empezaba valorando positivamente el espíritu que

12 Ibid. p. 38-39. 13 Ibid. p. 43. 14 Ibid. p. 39.

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envolvía el contenido del acuerdo de Sitges, en cuanto le proponía a los partidos una lucha conjunta contra la violencia en ciudades y campos. Em­pero, Álzate insistía en que la salida tenía que ver con una reconciliación de esencia cristiana y no con la apelación a un recurso cesáreo como el plebiscito y se oponía a él con base en su concepción modernizante de la política, del sentido de hacer la política. Advertía los visos democráticos de una propuesta profundamente antidemocrática manipulada y orquestada hasta la saciedad por sus proponentes a través de la maquinaria del poder político y de todos los medios de comunicación saturados no solo de aná­lisis apologéticos a la medida, sino además con la propaganda política pa­gada de los grandes gremios llamando al sí. En palabras de Álzate, "quien propone la consulta es realmente quien asume la capacidad decisoria. El pueblo asiente o refrenda, pero no manifiesta su voluntad propia" . Ahí no paraba su crítica, se quejaba el dirigente conservador del contenido del texto sometido a la aprobación: dos partidos constitucionales, paridad parlamentaria, carrera administrativa, etc. Sus intervenciones apuntan a la prevención social. Consideraba que la fórmula del plebiscito, si bien peca­ba de anticonstitucionalidad y se distinguía por su esencia antidemocrática, era potencialmente peligrosa, porque cualquier movimiento popular que eventualmente se formara en el curso del tiempo consagrado constitucio-nalmente al monopolio político de los dos partidos tradicionales, tendría "que irrumpir revolucionariamente" .

También le preocupaba el destino que tendrían las doctrinas políti­cas de las dos colectividades, al tener que votar los ciudadanos, una vez aprobado el paquete plebiscitario que estipulaba la alternación de los part idos constitucionales por candidatos extraños a sus ideas. Avizora­ba Álzate: "Cuando la política está en todas partes y no existe hoy un lugar en las afueras del Estado donde el hombre pueda ponerse a cu­bier to de sus vicisitudes, resulta inadmisible crear ilotas o parias en el interior del país, inermes para defender los haberes ideales y reales de su vida" . Afirmaba más adelante que la aprobación del plebiscito obli­garía a los colombianos a cometer "un fraude mental y una capitulación doctrinaria. . . lo que per turbar ía la política e iría en perjuicio de las colectividades históricas, convirtiéndolas en heterogéneas clientelas sin unidad de ideologías y objetivos" .

15 Álzate Avendaño Gilberto. Obras Selectas. Bogotá, Imprenta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo, Yerbabuena, 1979, p. 153.

16 Ibid, p. 156. 17 Ibid. 18 Ibid.

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Gilberlo Álzate Avendaño

Álzate se lanza con valentía a la de­f e n s a d e la d e m o c r a c i a r e p r e ­sentativa. Da inicio al debate que esti­mulará tan p ron to como se vote el plebiscito. Lo curioso consiste en que esa defensa provenga del seno del conservatismo y que sirva de oxigena­ción a la corriente de ese part ido que justamente había sido arte y parte del rég imen i n m e d i a t a m e n t e anter ior , reprobado por antidemocrático. "La

propuesta —decía Álzate— suprime la noción de mayoría y minoría, a la vez que deja sin tutela jurídica y política a los ciudadanos que no estén empadronados en uno de los dos partidos coaligados. Esta fórmula des­truye la legitimidad democrática, que se funda en el dualismo entre po­der y oposición" . Abogaba también Álzate por un sistema plural de part idos que le permitiera a todos los ciudadanos expresar sus ideas, formular programas políticos, conducir o fiscalizar el gobierno, promo­ver candidatos para cargos electivos, etc.

Desde el mismo conservatismo y en oposición a las tesis de Álzate, un grupo de jóvenes reunidos en un ("omite de Acción Social que pu­blicaba sus opiniones en hojas completas insertas en La República, El Siglo y La Patr ia con el nombre de Acción Nueva , mostró que su par t ido apoyando el plebiscito se disponía a modernizarse. El 17 de noviembre, el Comité publicó un Manifiesto dirigido a la militancia conservadora del país. El documento define al conservatismo como el par t ido de los campesinos, señala que la doctrina cristiana, base del conservatismo, "es la que más protege sabiamente los intereses de los trabajadores" . Apuntaba el documento que para extinguir el caudillis­mo y hacer del part ido conservador una organización de hombres que trabajen sólidamente, era necesario trabajar en pro de la doctrina. Es­peraban los agrupados en el Comité de Acción Social que los 12 años del Frente Nacional tendrían que servir para construir un "gran parti­do", capaz de librar futuras controversias ideológicas y de disputar el

pode r "por la solidez de sus programas ,22

19 Ibid. p. 156. 20 Acción Nueva estaba dirigida por Alberto Dangond Uribe, José Jaramillo Ortiz, Ro­

drigo Llórenle Martínez, Mariano Ospina Hernández e Ignacio Reyes Posada. 21 Acción Nueva N. 1, noviembre 17 de 1957, p. 1. 22 Ibid.

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El programa que la gente de Acción Nueva propuso para llevar a las masas conservadoras a votar afirmativamente el plebiscito, fue el siguiente:

lo. Sindicalismo cristiano, apolítico, democrático, capaz de agrupar a todos los trabajadores y de luchar por sus reivindicaciones con elevado espíritu patriótico, ajeno a los intereses de secta; 2o. Creación de gremios de productores en las zonas rurales de la nación, de manera que los agricultores de bajos ingresos y escasas capacidades económicas puedan obtener créditos por medio de sus vidas y sus bienes; 3o. Reforma Agraria que permita la explotación racional de las tierras, la incorporación de las grandes extensiones improductivas a la economía nacio­nal y la parcelación adecuada para los gremios campesinos y los agricultores pobres. 4o. Salarios justos; 5o. Cooperativas de producción y distribución; 6o. Establecimiento de una relación directa entre los cultivadores y el consumidor que evite la acción de intermediarios especuladores; 7o. Educación intensiva; 8o. Higiene; 9o. Vivienda; 10o. Desarrollo industrial; l i o . Aumento de la produc­tividad; 12o. Equilibrio económico.

Como se puede apreciar el programa estaba dirigido a las masas conservadoras del campo. Buscaba el documento neutralizar el electora­do al cual Álzate enviaba su discurso: el "godo raso".

1.2. EL GRUPO DE LA CALLE23

Entre tanto, el liberalismo popular que mantuvo su respaldo a Rojas has­ta el final no pudo recuperarse pronto. Ese vacío lo fue llenando poco a poco un grupo de jóvenes liberales que, apadrinados por los "jefes natu­rales" de su propio partido sacaron a la luz el semanario La Calle. Sus propulsores eran hombres de convicciones liberales en el sentido llano de la expresión. Se habían refugiado durante los años de los gobiernos conservadores en el mundo de la cultura. Algunos de ellos regresaban del exterior con las novedades bibliográficas que reflejaban las preocupa­ciones literarias, políticas y filosóficas de la Europa que se recuperaba de los estragos de la Segunda Guerra Mundial y de un Tercer Mundo que irrumpía con nuevos bríos a la lucha por su emancipación. Otros se ha­bían quedado en el país sin entrometerse en los vaivenes de la política. Optaron por la tertulia, la bohemia, el mundo de los libros, de las revistas y de los periódicos. La Calle se convirtió en el punto de confluencia.

23 Para una información más detallada véase: Ayala Diago César Augusto. El Origen del MRL (1957-1960) y su conversión en disidencia radical del liberalismo colombiano. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. No. 22. Santafé de Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Historia, 1995, pp. 95-121.

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Agrupados allí, sus opiniones y las presiones de la nueva coyuntura les llevó al ejercicio abierto de la política. Uno de los columnistas del nuevo semanario se preguntaba: "Volveremos con los mismos métodos y los mismos hombres a realizar la renovación que se le ha prometido al país, utilizando la paridad en los órganos legislativos para consolidar el impe­rio de los politicastros?" . La Calle levantó las banderas de Sábado. Un gran espacio fue dedicado a la confrontación generacional por el poder político. Así lo entendieron los lectores del nuevo semanario que se diri­gían a la Dirección del periódico autodefiniéndose como "miembros de aquella generación retenida por el estado de sitio y las dictaduras" . Un lector escribía al respecto:

El nacimiento de éste periódico en los momentos más decisivos de la historia colombiana y cuando el liberalismo se encuentra más preparado que nunca para asumir el comando de los destinos del país, significa, sin duda, una oportunidad para que las nuevas generaciones expresen su pensamiento e inicien una lucha tendiente a constituirse en una verdadera clase dirigente .

En tomo a la discusión sobre las cláusulas del plebiscito, La Calle, sin rechazar la fórmula, se lamentaba que después de Rojas el país hubiese caído en manos de la misma clase política: "...la pugna tradicional por las cumies se ha abierto con la misma pasión, la misma técnica y el mismo lenguaje con que se abría hace 10 años. La experiencia — escribía un co-lumnista— ha sido estéril y el mismo cáncer de las pequeñas rivalidades, encubierto con el manto del principio filosófico, pomposamente procla­mado sigue corroyendo el organismo nacional" .

El grupo de La Calle, sintiéndose parte del Frente Civil, manifestaba su adhesión irrestricta a la fórmula plebiscitaria. No obstante, sus colum­nistas revelaban en sus escritos ser poseedores de un buen sentido de la realidad nacional. Pensaban con razón que el FC hacía mal sus cuentas creyendo contar con la unanimidad de las corrientes de opinión existen­tes en el país . Se presionaba entonces para que el FC se convirtiera en un partido más capaz de ofrecerle a la opinión pública un programa con el cual enfrentarse a todos aquellos que fueran surgiendo de sus propias entrañas, a medida que el malestar económico y la inconformidad políti­ca crearan condiciones objetivas para el incremento de la oposición. Sin

24 Véase "Manzanillos y Estadistas". La Calle, Bogotá, octubre 25 de 1957, p.2. 25 La Calle, noviembre 1 de 1957, p. 2. 26 La Calle, octubre 4 de 1957, p. 2. 27 La Calle, octubre 25 de 1957, p. 2. 28 Véase Teoría y Práctica del Frente Civil. En: La Calle, noviembre 2 de 1957, p. 2.

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ambages, La Calle admitía que con el FC se había formado un partido de la burguesía que esperaba por medio de una revolución pacífica redimir el Es-

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tado colombiano . De esta manera se movilizaron al­

gunas ideas alrededor de la interpre­tación de las cláusulas del plebiscito. Por lo menos serían éstas las que ten­drían mayor desarrollo en el año que se avecinaba: el alzatismo y el grupo de La Calle t ratando de modernizar sus colectividades desde adentro, en pro del desarrollo de la democracia li­beral, y el rojismo naciente en contra-vía de la tendencia histórica liberal y resistiendo a los embates venidos de todos los sectores que aspiraban a un reacomodo en la reestructuración del sistema bipartidista del país.

Alfonso López Michelsen, Director e ideólogo del grupo de La Calle

1.3. EL PLEBISCITO

De regreso al país, Laureano Gómez y sus seguidores le hicieron entrega a la Junta Militar de un Memorial donde pedían el aplazamiento del debate plebiscitario y rechazaban la candidatura de Guillermo León Valencia a la Presidencia. CONACCION ratificaba en su mensaje su adhesión a los prin­cipios consignados en las Declaraciones de Benidorm y Sitges. Pero estima­ba que la candidatura de Valencia había sido fruto del acuerdo de uno solo de los grupos del conservatismo con el Director del Partido Liberal sin intervención de los demás conservadores y sin mediación popular' .

Los rumores y después la develación de una supuesta conspiración rojista que aspiraba, según los reportes de toda la prensa , a reinstaurar al General Rojas en el gobierno, opacaron las discrepancias laureanistas y precipitaron un nuevo y definitivo acuerdo entre los partidos. Las de-

29 Ibid. 30 El Siglo, Bogotá, noviembre 17 de 1957, p. 1. 31 Véase la prensa nacional del 18 de noviembre de 1957.

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saveniencias políticas quedaron canceladas el 22 de noviembre cuando se firmó "El Pacto de San Carlos" que concilio las diferencias de las alas del conservatismo con respecto a los problemas de la candidatura presi­dencial y al calendario electoral. Según el pacto, el plebiscito se realizaría como estaba anunciado y los dos partidos harían un llamamiento para que liberales y conservadores votarán afirmativamente. La candidatura de Valencia sería sometida a la ratificación de los congresistas liberales y conservadores a ser elegidos y la elección de Presidente de la República se efectuaría en fecha posterior a las del Congreso.

El pr imero de diciembre de 1957, el pueblo votó afirmativamente las cláusulas del plebiscito. Dio buenos resultados la manipulación de la pro­paganda política que hizo el FC. En algunas ciudades se creó La Casa del Plebiscito que permitió difundir la propaganda y centralizar el proselitis-mo . La prensa publicó diariamente avisos pagos de las grandes empresas invitando a votar: "Su voto Afirmativo al Plebiscito es la salvación de Colombia —Atención de Fabricato, la tela de los hilos perfectos" . Y a la mujer, que por pr imera vez votaba, se le llegaba con mensajes como el siguiente: "Si deseas l ibertar a tus hijos de los odios part idis tas , dilo en el p róx imo plebisci to" . Los periódicos advertían en cada edición los días q u e faltaban para "el Plebiscito que consolidará los gobiernos nacionales" . El gobierno, por su parte utilizó la televisión y la radio nacionales, desde donde los Ministros del Despacho, difundieron las bondades de la norma.

Quizás el aviso de mayor profusión fue el siguiente: "VOTAR SÍ el p r i m e r o de dic iembre es erradicar de Colombia la t iranía. Negar el plebisci to es la manera de trabajar po r los amigos de la d ic tadura" . Saturado de proselitismo oficial, el pueblo acudió a las urnas, esperanza­do en que el Sí fuera una salida a su incertidumbre. No había otra alter­nativa que plegarse a esa propuesta. Ponía el pueblo su voto de confianza en los vencedores. Nieto Rojas y Álzate se vieron obligados a esperar.

2. EL MOVIMIENTO DE UNIÓN Y RECONQUISTA 1957-1958

La realización del plebiscito de 1957 no significó una pausa en la agita­ción política que vivía el país desde las vísperas de la caída de Rojas. Las fuerzas políticas se aprestaron, una vez empezado el nuevo año, a parti-

32 Acción Nueva, Bogotá, noviembre 17 de 1957, p. 1. 33 La República, Bogotá, noviembre 16 de 1957, p. 7. 34 Ver prensa nacional de noviembre de 1957. 35 Ibid.

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cipar en las elecciones legislativas y presidenciales de 1958. Las primeras fueron convocadas para el 16 de marzo y de sus resultados dependería la escogencia del candidato conservador a la Presidencia de la República, conforme habían convenido los dos partidos tradicionales.

El conservatismo se presentó a la contienda de marzo fragmentado en las vertientes laureanista, valencista y alzatista. No se distinguió la cam­paña del Frente Nacional (FN) por la movilización de programas socio­económicos. La prensa liberal no reportó ningún tipo de propuesta so­cial de sus candidatos a los órganos legislativos. Los liberales se concen­traron exclusivamente en los aspectos que tenían que ver con la estructuración del nuevo aparato político del poder. Lleras Camargo, en buen uso de su reconocimiento como jefe único de su partido, no permi­tió la movilización de ideas o tesis contrarias que desviaran la atención de los liberales hacia otros problemas que no fueran los del estable­cimiento de la Segunda República . A los impulsores de este proyecto les interesaba promover un discurso que diera continuidad al sentido pro­blema de la reconciliación nacional y de la convivencia. Pesaba más este sentimiento en el mensaje político de la coalición del FN que las referen­cias a los problemas de índole social.

Augusto Ramírez Moreno, jefe del debate conservador que sostenía el nombre de Valencia a la Presidencia, pensaba, al igual que Álzate antes del plebiscito, que la salida para el país tendría que inspirarse en la reli­gión. Mientras Álzate había pensado la religión en un sentido profundo, divorciada del discurso político, Ramírez utilizaba los atributos religiosos como mecanismo para persuadir a los colombianos de las bondades de la propuesta frentenacionalista. Según Ramírez Moreno, "el pueblo co­lombiano está enfermo de odio y para curarlo no existen sino la terapéu­tica de la religión y la terapéutica de la cultura" . El Frente Nacional en su esquema reunía los elementos remedíales para los males del pueblo. No existía una tercera salida: "o el Frente Nacional, con la lógica de un lenguaje manso, o la continuación de la guerra civil" .

Incluso Laureano Gómez, el de la "Acción Intrépida" de otros tiem­pos, estructuró su discurso en la misma dirección: "Yo deseo que los colombianos se inclinen hacia la convivencia de los partidos sobre las bases de justicia y de eliminación de la pugnacidad. Si eso se logra, la República será feliz. Si no se logra, seguiremos en la desastrosa historia

36 Véase El T iempo , febrero 15 de 1958, p. 1. 37 El T iempo , febrero 2 de 1958, p. 1 y 13. 38 Ibid.

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del siglo pasado: las guerras civiles, los trastornos, el principio de la vio­lencia y por último la atroz tiranía" .

El grupo conservador reunido alrededor de Diario de Colombia, ad­verso al proyecto "liberalizante" del Frente Nacional, llamó a los conserva-dores a conformar un Movimiento de Unión y Reconquista . El llama­miento evocaba el período de la reconquista del territorio español de ma­nos de los moros. Un Manifiesto lanzado en el Cauca por el dirigente conservador César Garrido, sirvió de alinderamiento . El dirigente invita­ba a delinear una política de unión y reconquista conservadoras por abajo, apelando al "godo raso", al conservador no matriculado en los compromi­sos del Frente Civil. De inmediato, en Diario de Colombia empezaron a aparecer escritos que complementaban ese manifiesto. Un editorialista es­cribió al respecto: "El partido está aquí en los jefes auténticos, en la juven­tud incontaminada, en la masa sacrificada y resuelta, en el conservador raso que no entiende de componendas, partijas, entregas y negocios con el adversario, en el godo que no entiende este volver a empezar" . Expli­cando el sentido político y filosófico de La Reconquista, los alzatistas —sec­tor preponderante en el movimiento— condicionaron la selección de sus candidatos a las Corporaciones Públicas a que éstos asumieran previamen­te el compromiso de luchar por la derogatoria de las disposiciones de la Reforma Constitucional de 1936, incorporadas al memorándum del ple­biscito y que, según ellos, la Jerarquía católica había considerado contrarias a los derechos, fueros y legítimos privilegios de la Iglesia . También abo­gaban por la reivindicación de la integridad de los programas tradicionales del conservatismo: "preeminencia del Ejecutivo como rector del orden, albacea de la paz, administrador del progreso y tutelador del bienestar

39 El Tiempo, febrera 17 de 1958, p. 19. 40 El Movimiento se erigió en Directorio Nacional Unionista el 10 de febrero de 1958.

Su plana mayor la conformaron Gilberto Álzate Avendaño, José Vicente Sánchez, José Gabriel de la Vega, Ernesto Martínez Capella, Jesús María Arias. En el Valle se destacaron Blasteyo Trejos y Elias Salazar García; en Santander Humberto Silva Val­divieso, entre otros.

41 Garrido anunció la aparición de un periódico cuyo propósito sería defender la doc­trina conservadora en su región. Por otra parte, el semanario El Demócrata que se editaba en Tunja dedicó sus páginas a la defensa ideológica del conservatismo: "Sin pedir permiso a nadie, los conservadores boyaecnses somos independientes por san­gre, por autoridad y por decoro, para defender y servir como antigua usanza, a la dama de nuestros amores, nuestra doctrina ultrajada por los señores ladrones en los caminos tortuosos de la abyección". Véase Diario de Colombia, febrero 8 de 1958, p. 3. En Córdoba, Carlos Cálao puso las páginas de su periódico Pregón del Sinú a disposición de la doctrina conservadora.

42 Diario de Colombia, febrero 22 de 1958, p. 4. 43 Véase Nuestras Banderas. En Diario de Colombia, febrero 22 de 1958, p. 4.

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general, bajo el imperio soberano e impersonal de la ley, lo mismo de la natural que de la positiva, dentro de lajerarquía y graduación que a los dos corresponde; contra el individualismo económico" . Estos planteamien­tos tuvieron resonancia en las Convenciones conservadoras regionales de los Directorios del Movimiento de Unión y Reconquista. Veían los dirigen­tes conservadores dos peligros inminentes: "lo. El desmantelamiento de la autoridad presidencial, para delegarse las funciones ejecutivas y legislativas en un concierto paritario en políticos a sueldo y 2o. El desquiciamiento de toda una historia de catolicidad como primera fuerza política del país...". Así, en cartas enviadas a Álzate, los conservadores de provincia ofrecían su respaldo a una "Reconquista cristiana" que permitiera "volver por los fue­ros de un Decálogo olvidado y roto" . Según los autores de los mensajes que llegaban a la Dirección del Movimiento Unionista, la causa del "tre­mendo mal colombiano" residía en "el olvido del cristianismo", por tal razón el proyecto del Frente Nacional de laicizar la sociedad no era, según ellos, la medicina .

2.1. GILBERTO ÁLZATE AVENDANO

Fue Álzate quien se arriesgó a dirigir y orientar la oposición al proceso de establecimiento de la Segunda República. A través de sus escritos, el político caldense demostró en reiteradas ocasiones la esencia de clase del régimen que iba a legitimarse. "Se trata de monopolizar el Estado", ad­vertía. "Estamos frente al fenómeno de la riqueza tras el poder", señala­ba. Para el Mariscal, así le decían, el Frente Nacional de hecho ya estaba gobernando; había asumido el mando desde la caída de Rojas. En el po­der se encontraban "las gentes adineradas, encuadradas en clase, como equipo con propósitos unitarios de dominio total" . El Frente Nacional había jugado su papel facilitando al gran capital la apropiación del poder político, "al haber —escribe Álzate— erigido en dogma la libre concurren­cia" . Para el pensamiento conservador, aceptar o no la tesis del libera­lismo económico era una cuestión de principios. Creían conservadores no clericales como Álzate o clericales como Nieto Rojas, que era una polémica superada históricamente. Para ellos, el liberalismo económico era anacrónico. Álzate, al analizar el proceso de legitimación de ese siste-

44 45 46 47 48

Ibid. isiáru) uc v^oioniuia, marzo 14 de 1958, p.4 Ibid. Álzate Avendaño G. Obras Selectas... p. 527 Ibid. p. 532.

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ÁLZATE: "La Reconquista del P o d e r no

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Gilberto Álzate Avendaño, Ideólogo del Movimiento de Unión y Reconquista, polemiza con la gente de La Calle

ma, anotaba que "el mi­to de la Segunda Repú­blica tenía un signo re-

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gresivo . El m i s m o reconocía su confusión ante la crisis del signifi­cado de los conceptos : "El vocabulario político se ha hecho anacrónico, —escribía— Nadie sabe en que consisten, ni en donde están la reacción y la revolución, la dere­cha y la izquierda. Esas clasificaciones s imples están sobrepasadas por

una realidad compleja. Constituyen una nomenclatura arbitraria, una eti­queta fraudulenta que no se ciñe exactamente al contenido de las cosas que nombra" . Por eso creía que la propuesta económica del "capitalis­m o democrático" que hacían los ideólogos de la Segunda República era anacrónica y reaccionaria: "Al capitalismo democrático oponemos los postulados social-católicos. A la libre concurrencia la voluntad regulado­ra del Estado. Al estrago de las fuerzas económicas desatadas, la direc­ción de conjunto que compete al poder público. Sustentaremos con rigor o r todoxo el intervencionismo de Estado y nos confesamos partidarios de una economía dirigida, orientada a mantener el equilibrio entre los inte­reses contrapuestos, asegurar el bienestar social, preservar el pleno em­pleo e incrementar la riqueza actuando sobre la producción, los precios, la tasa de interés y los salarios. En el juego económico hay Lina penumbra de anarquía eventual que el Estado conjura"' . Tenía razón el ideólogo conservador de sentirse confundido. En el fondo apelaba a tesis que en los años 30 fueron las banderas progresistas del liberalismo. Este había sido el contenido de La Revolución en Marcha. Álzate rescataba, desde su conservatismo, el liberalismo que rechazaban los liberales del Frente Na­cional. De ahí la confusión en el significado de los conceptos. "La Demo­cracia Cristiana —anotaba— repudia la libertad del laisser faire, las anti­guallas del liberalismo económico, aunque se disfracen con otro rótu-

49 Ibid. p . 533. 50 Ibid. p. 536. 51 Ibid. p. 535.

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lo" . El capitalismo democrático que estaba detrás de Lleras Camargo no se le parecía al de López Pumarejo de 1936. Tenía más bien que ver con el espíritu de la Asociación Patriótica Económica Nacional (APEN) que organizaran los grandes propietarios para enfrentarse a las propues­tas de cambio de "La Revolución en Marcha". Era contra esta tendencia que se oponía Álzate.

No tenía que hacer mucho esfuerzo Álzate en buscar nuevas fuentes ideológicas, ya que para él la Democracia Cristiana era de por sí una renovación del conservatismo que no renunciaba a inspirarse en las tra­diciones del medioevo: "Las tesis social-cristianas no limitan la interven­ción estatal a la cuestión obrera, sino que tratan de recoger la tradición de los canonistas de la edad media, en el sentido de que se subordine a una ética de un sistema de normas y fines. El Estado actúa como gerente del bien común y promotor del bienestar" .

Sin duda, el Mariscal le dio al debate electoral altura doctrinaria, pero la fórmula de "La Reconquista", como divisa de su campaña, opacó el contenido democrático y popular del mensaje alzatista. Los reconquista­dores, al paso que desenmascaraban la esencia de clase de la Segunda República, mostraban cómo el proceso de monopolización iba en contra de las clases desvalidas, de las modestas empresas, de la pequeña indus­tria, del comercio al detal, etc. Pero la imagen de una resistencia belige­rante no sintonizaba con el anhelo de paz de los colombianos cansados de muertes. El contradiscurso del alzatismo lanzado como un grito de guerra —la reconquista del poder para una sola parte del país po l í t i co -hac í a v u l n e r a b l e cual­quier viso democrá t ico q u e p u d i e r a l levar su mensaje. A pesar de esa beligerancia, el país ha­bía avanzado algo en el p r o c e s o secu la r i zador de su cultura política.

El discurso de los re­c o n q u i s t a d o r e s es taba impregnado de un pro­fundo sent ido mesiáni-co. Como en el caso de

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Daríido cierra filasen tornea la reconquista Nutridas concentraciones en Caldas, Anliotpa, Valle y Tolima -

ndiosc movilización en Caldas • !- ; % t s í : tT ;**^ ' ' 1 , • • í "~^ . . '

52 Ibid. 53 Ibid.

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Rojas en la Presidencia, estos se apersonaban de la tutoría popular. Ape­lando al "godo raso materia prima del movimiento", los alzatistas le de­legaban la salvación de todo el pueblo colombiano. Le adjudicaban clari­videncia al conservador de abajo. Para los ideólogos de La Reconquista, el pueblo liberal, el "rojo" manipulado por el discurso demagógico de sus jefes, estaba obnubilado para comprender la esencia de lo que estaba sucediendo. Solo el pueblo conservador, seguro de la vigencia de los pro­gramas doctrinarios, de su partido para la conducción del Estado, podía llevar a Colombia por el camino de la auténtica democracia. Por tal en­tendían los principios de justicia social que predicaba la Iglesia católica: "Que no hayan opresores ni oprimidos, que desaparezcan los odiados privilegios de familia y fortuna, que se pongan en función los contenidos de las Encíclicas papales, que por iniciativa del Estado se realice una re­forma agraria que liquide el latifundio y haga que la propiedad privada cumpla su verdadera misión" .

A lo largo y ancho del país, en las giras de agitación, los altos dirigen­tes del Movimiento de la Reconquista eran recibidos por los jefes regio­nales. En sus discursos —de plaza pública— previos a la intervención cen­tral, los ideólogos de las localidades coincidían con la concepción que del godo raso hemos descrito arriba. Pero lograban aterrizar el concepto, no concebían la salvación del pueblo por el pueblo mismo. Tenía que existir un hombre que condensara sus anhelos, que reuniera el summum de las aspiraciones populares, incluso las de las masas del otro partido, de los otros partidos, de toda la población. Ese hombre era Álzate. Por ello las prédicas terminaban así: "Por Colombia y por el pueblo vamos con Gil­berto Álzate Avendaño a la reconquista del poder" .

Álzate tenía de las masas una concepción popular, pero no tocaba todavía el espectro de la nueva estructura social colombiana, apenas la mencionaba. En realidad, el Mariscal no se dirigía a la clase media, ni al estudiantado. Tampoco a los obreros. Le importaba otro tipo de conglo­merado: "Las masas han llegado a la escena histórica. Este fenómeno potente no puede ser evadido, hay que contar con el suburbio, con el arrabal, con la vereda, con los diseminados bohíos del terrasguero y del peón rústico. Antiguamente se podía hacer una política de minorías egre­gias, al margen de las masas. Ahora está presente en ella el pueblo, ese montón oscuro y formidable que hace la historia" . A su manera recurría

al gaitanismo y lo evocaba con frecuencia:

54 Discurso de Carlos Cálao Pérez en la Villa de Santa Cruz de Lorica. Véase: Diario de Colombia, marzo 6 de 1958, p. 3.

55 Ibid.

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Gaitán era apenas altoparlante o médium a través del cual se expresaban los anhelos latentes de las masas colombianas. Su actuación política tiene un valor de indicio vehemente. Ahora el espíritu de las masas, los cambios experimentados en su forma de vida, la situación económica y social del país hace más inminente la avalancha de esas fuerzas. Solo les faltan líderes, mitos y banderas, para ponerse en marcha .

De no ser por el sesgo doctrinario de su mensaje, Álzate hubiera po­dido llenar ese vacío, pues existían condiciones históricas propicias, tenía capacidad de convocatoria, era obstinado y poseía el don del carisma.

El proceso electoral se desarrolló en medio de una notoria crisis eco­nómica y social sin precedentes. El Frente Civil con habilidad inculpó de todos los males a la Dictadura: "Eso es lo que el pueblo colombiano está pagando y la crisis presente no tiene otro origen", manifiesta Lleras Ca­margo. Álzate no discutía sobre el carácter positivo o negativo de la polí­tica económica de Rojas. Le extrañaba que en los 10 meses de gobierno del Frente Civil, teniendo la asesoría de expertos financieros, no hubiera resuelto ninguno de los problemas nacionales. He aquí el balance de Álzate: "Desplome del poder de compra de la moneda, avance del desem­pleo, alza vertical en el costo de vida, la producción en receso, inminencia del hambre por falta de subsistencias, salarios envilecidos" . Para Álzate, la crisis era para los de abajo, mientras arriba crecían y engordaban los dividendos, más prósperos eran los balances y más desordenado el ape­tito de lucro5 . Así le abrió paso a un discurso cuyo contenido estaba predest inado a jugar un papel de primer orden en la década siguiente. Esta vez no tuvo eco, fue una voz en el desierto que anunciaba el tipo de discurso que estaría en sintonía con las angustias populares de los sesen­ta: el problema del costo de la vida, la inflación, la devaluación, la conge­lación de los sueldos, la inestabilidad de los precios, la curva ascensional de los víveres. Refiriéndose a las medidas económicas tomadas po r el gobierno después de Rojas, Álzate declara que se le había pasado una cuenta de cobro al pueblo por el aporte en el paro cívico de las fuerzas del capital. En el mismo sentido, anotaba que al día siguiente del plebis­cito "como aguinaldo, seguramente en cumplimiento de las promesas de bienestar que se formularon ante las masas, se produjo otra vez el alza de varios artículos vitales dent ro del parco régimen dietético de nuestro

56 Ibid. 57 Ibid. 58 Ibid. p. 540. 59 Ibid.

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pueblo" . Álzate tenía razón. En realidad, el discurso electoral de la alianza frentecivilista había evadido los problemas nacionales.

En dos departamentos resonaba la prédica de La Reconquista: Boya-cá y Santander. En esas regiones, los cuadros del conservatismo propicia­ron un debate de alto nivel doctrinario. En el pr imero, los reconquista­dores celebraron su Convención a inicios de marzo. Allí ratificaron las tesis oficiales del Movimiento, eligieron el Estado Mayor y se escogieron los candidatos al Senado y Cámara. Advertimos los nombres que juga­rían, a la vuelta de poco tiempo, un papel de pr imer orden en el rojismo: Carlos Arturo Torres Poveda encabezaba la lista para la Cámara y José María Nieto Rojas, aparecía en el tercer lugar para la misma Corpora­ción. Carlos del Castillo Isaza iba en segundo renglón en la lista al Sena­do. A la Convención conservadora de Boyacá, la Iglesia envió una Decla­ración firmada por miembros del clero departamental , en donde reco­mendaba algunos de los nombres que fueron incluidos en las listas al Congreso. Los convencionistas oyeron de labios del Padre Parmenio Díaz condenas a los pactos de configuración del Frente Nacional . En Santander, la campaña de La Reconquista fue dirigida por Humber to Silva Valdivieso, quien en compañía de Hernando Sorzano y Nepomuce-no Gómez predicaron el mensaje reconquistador en las regiones de Masa Goda, como ellos denominaban a su electorado de las provincias de Gar­cía Rovira y Lebrija.

Álzate Avendaño se dirigió por radio a los conservadores el día de cierre de la campaña electoral. Dio respuesta a la acusación que se le hacía de rojista a su movimiento. Enfatizó en que el unionismo no carga­ba a cuestas el lastre del pasado y recalcó que el rojaspinillismo no existía "ni como movimiento político ni como séquito electoral" . Sin embargo, creemos que los alzatistas, al tomar en su discurso el 10 de mayo como la fecha de inicio de todos los males del país, quedaba clara su simpatía con la política del gobierno anterior. Álzate le advirtió a los colombianos en su alocución que, de perder las elecciones el Movimiento de La Re­conquista, le esperaría al país el advenimiento de la República liberal

con su séquito de sus excesos oligárquicos contra las clases económicamente débi­les, el arrasamiento del pensamiento católico en la tutoría del Estado, la perse­cución inclemente contra nuestras ideas y nuestras gentes y el montaje de un

60 Ibid. p. 532. 61 Véase Diario de Colombia, marzo 2 de 1958, p. 1 y 7. 62 Diario de Colombia, marzo 14 de 1958, p. 1.

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Estado materialista y ateo que reduciría a escombros el glorioso acervo institu­cional e ideológico que nos legaron los padres de la nacionalidaa .

Previniendo a los electores conservadores, Álzate escribía el día de las elecciones sobre la necesidad de desmontar el mito de Laureano Gómez como defensor de la doctrina conservadora. El Mariscal le enrostraba a Laureano sus inclinaciones liberalizantes. Decía que las ideas y grandes tendencias de las derechas le habían sido extrañas. Agregaba que

su corazón, su alma y su estrategia tenían una precisa ubicación: la del libera­lismo, en lo económico, en lo social y en lo meramente político. Nunca se planteó el problema del nacionalismo integral ni la desesperación de las masas, ni la carencia de trabajo y de producción, ninguno de los asuntos reales que, junto a los valores abstractos dan contenido y potencia a todos los movimientos ortodoxos y derechistas de los tiempos actuales .

En sus escritos de vísperas de las elecciones, Álzate denunciaba sin cesar el carácter exclusivista que tomaban día a día las actividades econó­micas en el país. Escribía que incluso los gremios patronales habían lo­grado montar una maquinaria de predominio sobre la opinión nacional, controlando los centros focales en que en ella se elaboraba, a través del simulado soborno a la prensa por vía de propaganda y el monopol io de

Por eso, en su última intervención de campaña se comprometió con sus electores a presentar al par lamento una ley con­tra los trusts y los monopolios. Pro­metió, además, impulsar una investi­gación que diera cuenta del enrique­c i m i e n t o sin causa a t ravés de la especulación desaforada .

El 16 de marzo tuvieron lugar las elecciones parlamentarias . La vota­ción liberal fue de 2.132.741; la con­servadora de 1.556.273. La diferencia entre los dos partidos tradicionales

las emisoras de radio 65

V E N v E Ü v n C a

DIARIO D i C O L O M B I A ^ U hora de la liberación ha Hesado....,nurfaí

• C o d o , de Colombio : De f ronte

Titulares de Diario de Colombia el 16 de marzo, día de las elecciones

parlamentarias

63 Diario de Colombia, marzo 15 de 1958, p. 1. 64 Diario de Colombia, marzo 16 de 1958, p. 4. 65 Álzate A.G. Obras Selectas... p. 557. 66 Diario de Colombia marzo 14 de 1958 n . 1. 67 Todos los datos que a continuación siguen fueron consultados en los archivos elec­

torales de la Registraduría Nacional compilados bajo el título de "Reginal. Estadísti­cas Electorales 1930-1960". Sin fecha.

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fue de 576.468; cifra que muestra los avances del electorado liberal. Salvo insignificantes excepciones en el Valle y Cundinamarca, este partido se presentó compacto. Los conservadores distribuyeron su votación así: 952.364 por las listas laureanistas; 317.627 por las valencistas y 285.217 por las de La Reconquista . El aritilaureanismo conservador sumó 602.844. Obviamente, la victoria conservadora fue para Laureano Gó­mez. (Ver Anexo No. 1)

A nivel nacional no favorecieron los guarismos electorales al Movi­miento de Unión y Reconquista. Abundan las causas que hicieron irre­versible el proceso liberalizante del país. Mencionaremos las más impor­tantes: lo. El favorecimiento de la maquinaria del Estado a la campaña del Frente Nacional. Todo el nuevo establecimiento colaboró directa o indirectamente con los candidatos frentecivilistas. La televisión, la radio, los grandes rotativos estuvieron al servicio de los candidatos oficiales. El peso de las argumentaciones políticas que se difundían en los grandes medios se levantaron sobre el mito del terror al reciente pasado. Según ellos, votar por La Reconquista era sufragar por la dictadura. El Tiempo, por ejemplo, editorializaba tratando de comprometer al Movimiento de La Reconquista con "un intento de restauración rojista". La campaña del Frente Nacional se desarrolló con toda la pompa de los métodos moder­nos de hacer la política, mientras que en la de La Reconquista prevalecían los arcaicos. El discurso frentenacionalista apuntaba a sectores que re­cién entraban a ejercer su voluntad política. Discurso que en primera instancia sedujo a la mujer urbana, con mayor grado de politicidad y mejores posibilidades de movilización que la mujer del campo. El FN no solo contaba con la benevolencia de los poderes públicos, sino además con los dineros de los grandes capitalistas del país. 2o. Favoreció a la campaña del Frente Nacional haber gozado de mayor tiempo para afilar sus tesis, surgidas en las postrimerías del gobierno que había derrocado. Venían sus candidatos de victoria en victoria, mientras que los reconquis­tadores tan solo tenían derrotas que mostrar en una intensa y desigual campaña de dos meses. A través de mensajes en donde daban cuenta de los votos obtenidos, los pregoneros de La Reconquista en la provincia reportaban: "Por encima de mil difilcultades", "A pesar vulgar campaña jefes

68 Para una información más detallada véase: Ayala D. César A. La Reconquista Con­servadora. Colombia 1957 - 1958. Revista Historia Crítica, Departamento de Histo­ria, Universidad de los Andes No. 11. Julio - diciembre de 1995. Y Los Lectores del Diario de Colombia y la candidatura a Jorge l^cyva. Colombia 1958. En Memoria y Sociedad. Pontificia Universidad Javeriana, No. 1, Bogotá, 1995, p. 139 - 143.

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valencistas", "A pesar parcialidad delegado regional", "Enfrentamiento con maquinaria poderosa ", etc.

En lo relacionado con la inclinación de los conservadores hacia Lau­reano Gómez ésta podría tener su explicación en las siguientes reflexio­nes: l o . Su reconocimiento como jefe natural del conservatismo de larga trayectoria. Había estado presente en todas las jornadas históricas de su partido, en las buenas y en las malas. Los conservadores sintieron la ne­cesidad de solidarizarse con el jefe derrocado y deportado; en algo po­drían los votos contribuir a su reivindicación y al mejoramiento de su salud. José Vicente Sánchez, el segundo hombre de La Reconquista, re­conoció muchos años después que habían sido derrotados por unas declaraciones proferidas por Laureano 24 horas antes de las elecciones y que habían llegado profundamente al alma de los conservadores: "...pe­ro ahora cuando evidentemente culmina una etapa de la historia nacio­nal, repaso mi vida con plena tranquilidad de conciencia y puedo decir las palabras del apóstol: se acerca el t iempo de mi muerte . He peleado el buen combate, he concluido mi carrera; he guardado la fe" . 2o. Las masas conservadoras habían madurado a la par con el país. Sus oídos prestaron más atención al discurso de la conciliación que habían empe­zado a oír desde jun io de 1953 que al de La Reconquista que les evocaba épocas de triste recordación. Su voto por Laureano era visto como la adaptación del conservatismo a los tiempos modernos . 3o. El discurso conservador de mayor superficialidad resultó más en sintonía con los anhelos conservadores que el mejor concebido en términos doctrinarios.

El conservatismo doctrinario que dio la pelea contra el proceso del establecimiento del FN no pudo captar algunos de los cambios en la estruc­tura social y poblacional de la sociedad colombiana. En algún momento de la campaña, los reconquistadores intentaron, sin persistir, llegar más allá del godo raso. Deciden apelar a una generalidad popular mayor:

lo. Nos dirigimos a todo el pueblo conservador de Colombia y a toda la nacio­nalidad que quedó por fuera del negocio frentecivilista; 2o. Al conservatismo auténtico; 3o. A todo el pueblo nacional empobrecido por estos larguísimos años de explotación oligárquica; al que no ganó ni con el 13 ni con el 10; 4o. Llama­mos a Somatén a todos los hombres que integran la nacionalidad .

6Q V^asp Diarir» Í\I* Cnlomhia spoimH;i spmnn;i He m a r / o de 1958. - - - » o 70 Entrevista del autor con José Vicente Sánchez. Noviembre 6 de 1991. Véase además

El Siglo, marzo 15 de 1958, p.l. 71 Diario de Colombia, marzo 9 de 1958, p. 4.

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Pero, ante todo, con mayor intensidad se dirigían al pueblo de las aldeas, apelaron a sus tradiciones. Su concepción del pueblo no alcanzó a cubr i r la pobrecía del nuevo país cuyo oído fue más sensible a la convocatoria del Frente Nacional.

Pesaba en el fundamentalismo de los conservadores de La Reconquis­ta, la mala imagen de los gobiernos de ese partido que, se había aferrado a la conciencia de los colombianos. Como Rojas en su gobierno, Álzate y sus copartidarios querían reivindicar su partido:

Predicamos la necesidad de efectuar una revolución en el ordenamiento del Es­tado y exigimos que esa revolución múltiple sea hecha por los hombres del con­servatismo para que la colectividad se justifique ante la opinión pública como eficaz organismo del gobierno y, para que ese complejo de reformas cuya urgencia es evidente, al ser ejecutado por nuestros conductores se incorpore definitivamente al patrimonio histórico del partido conservador .

Expresaban los émulos de La Reconquista estar en deuda con el pue­blo y para compensarle predicaban la revolución social. Sin embargo, más que un Movimiento de reconquista, lo era de resistencia. Tenía muy pocas posibilidades en la perspectiva histórica. Sus pares de La Calle, ubicándolo en el territorio de la reacción acomodaron su mensaje elec­toral contestatariamente al de los unionistas. Si estos convocaron al godo raso, La Calle lanzó un llamado al "liberal de t iempo completo" y entabló con ellos una álgida polémica en torno a los polos: Colombia feudal = Alzatismo; Nueva Sociedad Industrial • La Calle.

Los resultados electorales del 16 de marzo, que favorecieron ventajo­samente a los liberales, dieron pie para que los redactores de La Calle legitimaran sus concepciones sobre el desarrollo de la política contempo­ránea del país e interpretaran el triunfo electoral de su partido como el deseo de los colombianos de liberalizar ideológicamente la nación, para lo cual sostenían que el futuro Frente Nacional "debería ser un instru-m e n t ó " para lograrlo. Hasta entonces, había caracterizado a la prensa nacional una representación del Frente Nacional alrededor de los atribu­tos de la reconciliación nacional. Los periódicos más representativos del liberalismo se cuidaron de aparecer ante los colombianos con una ima­gen sedienta de poder . La Declaración de La Calle corrió el velo que permit ió ver con mayor claridad el futuro de la política liberal exacerban­do a los ideólogos del unionismo. José Vicente Sánchez, Justificó su pré-

72 Diario de Colombia, marzo 16 de 1958, p. 4. 73 Véase "Desplazamiento hacia la izquierda". En: La Calle, marzo 21 de 1958, p. 7

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dica. Venía escribiendo día tras día que el Frente Nacional "conduciría inexorablemente a la restauración nacional y, de consiguiente, al desalo­jamiento del part ido conservador de sus posiciones en el gobierno y del influjo de sus ideas en la vida pública .

Las cosas así daban para pensar que los verdaderos reconquistadores eran los liberales de La Calle. Al fin y al cabo, los conservadores sintieron suyo el gobierno de Rojas. Los liberales, por el contrario estaban por fuera del poder desde 1945.

El Semanario La Calle, pasadas las elecciones legislativas, entusiasma­do por la votación liberal empujará a la Dirección de su partido para que el curso de la política vire en sentido contrario al pactado con los amplios sectores conservadores. La Calle jugaba a lo siguiente: primero había pro­puesto que el FN se convirtiera en un verdadero partido burgués. Es decir, en un organismo de liberales y conservadores que expresara los intereses del país que ellos denominaban moderno: "los intereses de la nueva clase de empresarios, promotores y técnicos surgidos de la industria" , etc. La existencia de ese partido le garantizaría a los ideólogos de La Calle liderar los sectores de avanzada que surgirían como consecuencia del nuevo país por el que abogaban. El Laureanismo aparecía, en ese esquema, liberali­zante; por eso los editorialistas de La Calle sumaban los votos alcanzados por aquella corriente conservadora a los que consideraban suyos. A los símbolos del pasado, que según el semanario liberal habían sido derrota­dos, pertenecían Valencia y Álzate, mas no Laureano Gómez. Pasadas las elecciones los redactores de La Calle ya no van a hablar del partido del Frente Nacional sino que abiertamente propugnan porque ese partido de la burguesía sea "el victorioso partido liberal".

2.2. LA CAMPANA PRESIDENCIAL DE 1958

La campaña presidencial del unionismo vivió dos períodos. El primero va del 21 de marzo al 22 de abril fecha en que se oficializa la candidatura liberal de Lleras Camargo. El otro período comprende desde el 23 de abril hasta el 4 de mayo. En el primer período, la fundamentación doctrinaria no tendrá la profundidad conceptual de la anterior campaña. Tampoco los ideólogos de la Reconquista dedicarán sus escritos a los grandes problemas nacionales. En esta nueva contienda, la defensa de la doctrina aparecerá a manera de enunciados, de frases de combate. Se trataba esta vez de una

74 Diario de Colombia, marzo 22 de 1958, p. 4. 75 La Calle, marzo 21 de 1958, p. 7

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cruenta lucha política. En este período, el énfasis recae en el respeto a los pactos lo que equivalía a escoger un candidato conservador y a la preser­vación de los principios doctrinarios conservadores.

Si bien los resultados electorales de marzo le dieron al laureanismo el p leno derecho a escoger el candidato a la Presidencia de la República, los liberales, fundamentándose en su alta votación y en su solidez, empeza­ron a pensar en la posibilidad de lanzar candidato propio a nombre , claro está, del Frente Nacional. Tenían a su haber la profunda división del conservatismo. A medida que avanzaba el t iempo, se caldeaban los áni­mos ent re las corrientes conservadoras y se fortalecía la figura de Lleras Camargo como indiscutible candidato. Consciente de esto, el unionismo reconoció el triunfo de los laureanistas. Las páginas editoriales de Diario de Colombia fueron colmadas de escritos que intercedían a favor del cumplimiento de los pactos. Se aferraban los alzatistas en esta nueva eta­pa a la defensa del derecho conservador a escoger candidato. Por eso, gran par te de las referencias doctrinarias tuvo que ver con este problema.

A pesar de existir un candidato conservador —Guillermo León Valen­cia— éste no contaba con la venia del laureanismo y tampoco llenaba las aspiraciones de los unionistas. Su nombre estaba estrechamente vincula­d o a todo el proceso del Frente Nacional. En términos doctrinarios, para los alzatistas Valencia no estaba en capacidad de defender los intereses conservadores en la coalición. Los unionistas eran prevenidos, no creían en la buena fe del adversario, le tenían desconfianza. La historia del país que habían compart ido les permitió conocerse tanto como para temerse. Los alzatistas estaban interesados en que el candidato, futuro presidente conservador, le restaurara al partido sus principios. Por eso presionaban por un candidato que tuviera la suficiente sagacidad política como para volver el curso del FN a favor de los intereses doctrinarios del conserva­tismo. En este sentido no cesaban de manifestar su desacuerdo con el futuro sistema paritario. Para ellos, la paridad iba contra el régimen pre­sidencial (al que consideraban de estirpe conservadora) porque despoja­ba al Ejecutivo de sus atribuciones convirtiéndolo en cabeza ornamental sin capacidad decisoria. Los ideólogos del unionismo veían en la presen­cia de un Ejecutivo fuerte, la posible solución a los problemas sociales de Colombia. Escribían que esa había sido en América Latina la única forma positiva de gobernar.

En el primer período de su campaña presidencial, los alzatistas consi­deraron que para hacer efectiva su aspiración de contar con un candidato diferente a Valencia, deberían trabajar por la unión del partido. Cuestión difícil para ellos por cuanto, en primer lugar, constituían el sector minori­tario de esa colectividad y, en segundo lugar, porque la división del conser-

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vatismo estaba atravesada por problemas de profundidades sicológicas in­calculables. El laureanismo no podía perdonarle a las otras agrupaciones su participación en el derrocamiento de su jefe y por tal razón estaba dis­puesto a todo menos a conciliar con los verdugos de su mismo partido.

Al principio, los unionistas intentaron llamar a una Convención Na­cional Conservadora que procurara, una vez solucionada la reyerta do­méstica, postular un candidato. Su propuesta de unión presentada como la salvaguardia del destino histórico de la colectividad, debería hacerse de prisa ante la necesidad de rescatar las esperanzas de un porvenir inse­guro. De ahí que pusieran de presente la conveniencia de poner la unión al alcance de todos; lo que significaba una invitación a los otros grupos para que obviaran condicionamientos. En su afán de convencer a sus partidarios, los unionistas argüyeron que la unión era una demanda de las masas, un urgido llamado desde abajo, un vasto clamor. Llamaron a sus correligionarios a solidarizarse con el pueblo conservador que no entendía de divisiones y cuyo destino estaba en vilo.

Sin embargo, el laureanismo no renunció a su derecho de supremacía en su partido. Condicionó la unión al sometimiento incondicional de los otros sectores. Estas discordias llevaron a Carlos Lleras Restrepo a declarar que ante la imposibilidad de decisión sobre un candidato conservador por ese mismo partido, el liberalismo tenía plena libertad para escogerlo . Mas tarde el semanario La Calle le pidió el 30 de marzo a los conservadores que relevaran al liberalismo del cumplimiento de los pactos en los cuales se estipulaba que el próximo presidente sería un conservador. La Calle le solicitaba a Laureano Gómez que en un "gesto de grandeza propusiera el nombre de Alberto Lleras como candidato y a los conservadores que lo

77

proclamaran como tal" . En efecto, Laureano Gómez dirige al Directorio Nacional Liberal, el mismo 30 de marzo, un listado de 80 nombres para que los liberales escogieran entre ellos el más conveniente. El liberalismo no lo dudó, señaló al más sobresaliente de la lista: Alberto Lleras Camar-

78

go . ¡Ahí fue Troya! La profunda división conservadora hizo metástasis en el interior del laureanismo. Realmente, lo que relatamos aquí no es otra cosa que el resumen de la historia de una candidatura largamente anuncia­da. Enteradas de lo sucedido, las masas liberales salieron a celebrar el de­seo reprimido de contar con un candidato propio. "¡Viva Laureano Gó­mez Liberal!"; "¡Viva Laureano volteado!"; "¡Viva su Majestad Laurea-76 Diario de Colombia, marzo 23 de 1958, p. 1 y 2. 77 Diario de Colombia, marzo 30 de 1958, p. 1 y 7. 78 Diario de Colombia, abril 1 de 1958, p. 1.

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'Viva Laureano liberal", el grito ayer en Bogotá

iy!n son los tros umliiiiitüs

(1,1 ilorltir Gómez

Júbilo libera

^Cote ííetlína su ^ postub:ioii como

dejidable"

I.OS U M

no!", eran los gritos que coreaba el pueblo liberal que, portando carteles, recorría las calles de Bogotá.

El nuevo paso de Laureano Gó­mez justifica y legitima el Movimiento de Unión y Reconquista. Sus posturas de la anterior campaña adquirieron un aura profética. De inmediato, el unionismo empezó a ser receptáculo d e u n a r e s i s t e n c i a m a y o r q u e

robustecía la suya. Un grupo de parlamentarios de Boyacá quiso dejar consignada en Diario de Colombia su protesta por la vil entrega:

Conservatismo Boyacense profundamente indignado formula unánimemente pro­testa por vil entrega partido. Estarnos recibiendo todos municipios permanente adhesión y airado rechazo inaudita felonía nunca antes registrada antecedentes políticos. Rencor y resentimiento un hombre no podrá arrebatar derechos pueblo conservador ni arrojarlo poder ganó en buena lid. Esperarnos escojan candidato propio que permítanos demostrar firmeza nuestros ideales y voluntad supervivencia

próximo debate presidencial. Doscientos mil electores listos respaldarlos 79

jBtfty liispuesio p,:rr Hiíator su proclama i-i ;yo mismo, dijo ÍMW

DIARIO DE COLOMBIA

Gómez ofreció a Lleras la candidatura presidencial

; Y propuso los nombres de 80 personas más

COBLE COLUMNA" l a fondidaliU'B Lleras

Fracasado el i n t en to de un i r al part ido desde arriba y rotos los pac­tos, las nuevas circunstancias favore­cen la nueva táctica de los unionistas: la unión por abajo, como única alter­nativa para atajar la candidatura de Lleras. El llamado es directo al pueblo conservador en general, no al godo raso de los campos; se acude a los "buenos godos, amantes de las viejas

ideas tutelares y solidarias". Transmitían los ideólogos unionistas en los mensajes al electorado, el estado de ánimo en que creían se encontraban sus copartidarios de las bases: "El pueblo conservador desesperado , des­corazonado y perplejo". El nuevo llamado a la unión tenía además una dimensión de súplica: "Por p iedad y sol idaridad con nuest ras masas" , "con amargura y con fe seguiremos adelante" , "por sent ido de huma­n idad que no caiga el conservatismo". Pero iba acompañado de una

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79 Diario de Colombia, Bogóla, abril 17 de 1958, p. 1. El documento fue finnado por Luis Sarmiento Buitrago, Presidente del Directorio Departamental.

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altanera convocatoria: "¡Unidos podemos ser invencibles —toque a re­bato— conservadores vuelvan caras!". Como "requisito irreemplazable" de la política civilizadora que necesitaba el país, los unionistas exigieron hasta la segunda mitad de abril — cuando Lleras Camargo acepta su pos­tulación a la Presidencia de la República— el cumplimiento de los pactos. Incluso condicionaron el orden y la paz a su ejecución. Advirtieron que para evitar que el país no se precipitara por los horrores de la lucha frontal, precisaba darle curso a las cláusulas de los pactos.

El rompimiento de los pactos por los mismos firmantes produce en el seno del unionismo un sentimiento de solidaridad con Valencia. Se pone sobre el tapete el problema de las fidelidades políticas como valor moral. Al discurso de la campaña presidencial se suman dos adjetivos felón y traidor, adjudicados a Lleras y Gómez respectivamente. Los alzatis­tas hacen constar "su desprecio y su asco por la artería" con que había sido tratado Valencia por parte de los altos dirigentes comprometidos desde el 8 de abril de 1957 con su candidatura. Si en la pasada campaña el discurso antiliberal de los hombres de La Reconquista tuvo una con­notación estrictamente doctrinaria, en la actual el liberalismo fue califi­cado de tramposo, deshonesto y desleal. Al burlar lo pactado, el liberalis­mo acrecentó el temor que le provocaba al conservatismo su llegada al poder. Estremecían a sus correligio­narios de los santanderes y Boyacá con el recuerdo de los costos humanos en sus departamentos cuando en 1930 habían llegado los liberales al poder. Advertían que de repetirse los acontecimientos, es­tos tendrían las características de un ge­nocidio.

La candidatura de Lleras, que irrumpía sin remedio, no la veían los al­zatistas como producto del proceso mismo del establecimiento del nuevo orden político, sino como una conjura, como una coartada hábilmente calcula­da por los líderes del Frente Nacional. Según ellos, Lleras, "el hombre de la fría figura", lo tenía planeado todo: ha­bía jurado fidelidad, había logrado la mitad del poder en Sitges a cambio de un candidato conservador, había ali­mentado la división conservadora y, fi-

El Presidente Lleras besa el anillo

Lleras Camargo, otrora masón, besa ahora el anillo arzobispal

de Monseñor Brigard

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nalmente, se había convertido en el candidato de las capas más regresivas de la sociedad. Pero ponía de presente el Movimiento de Álzate que el sainete —esa política montada sobre el timo y el rencor— había terminado.

El curso de los acontecimientos colmó de actualidad y de justeza los editoriales que Álzate escribiera en la antesala de las elecciones al poder legislativo. En sus escritos, el Mariscal demostraba la tendencia liberali­zante que había distinguido la vida política de Laureano Gómez. Fue precisamente Álzate quien le confirió al viejo caudillo el mote de "rene­gado". Por eso "la conjura" brota de los editoriales del Diario de Colom­bia como una artimaña de Lleras y Gómez.

A mediados de abril, un grupo de industriales de Medellín inscribió la candidatura de Lleras Camargo. Hasta el grupo conservador de La Repú­

blica, el más conciliador de los aliados en el Frente Civil y defensor de Lleras, rechazó la candidatura liberal. La gen­te de La República se consideraba arte y parte del proyecto del Frente Nacio­nal que sentían espiritualmente cerca­no ya que cosa parecida consideraban había sido el gobierno de la "Unión Nacional" de su jefe Ospina Pérez . Dos días después, el 16 de abril, una coalición de alzatistas, valencistas y ex-

o í '

laureanistas , proclamó desde el Capi­tolio Nacional el nombre de Jorge Ley-va para la Presidencia de la República. Su escogencia no fue casual. La candi­datura tenía que venir del sector laureanista, el mayoritario.

• legc^eyve^^BogoféT manifestación conservadora lo recibe

Dderoso movimiento del studiantado en Bogotá i n t u i d o Comando Central di-Universidades

a juventud contra la entrega del partido

Movilización total del partido en el Norte

Diez mil conservadores se iregan en Bucaramanga

2.3. LA CANDIDATURA DE JORGE LEYVA

Leyva gozaba de la fama de ser un consentido del viejo caudillo conserva­dor. Además, había estado alejado de la política; no se le podía inculpar de

80 Véanse los Editoriales de La República desde abril 17 de 1958. 81 Entre los venidos del laureanismo se destacaron dos nombres: Manuel Bayona Ca­

rrascal y Guillermo Salamanca. El primero había salido electo Senador por Norte de Santander y el segundo ante el rompimiento de los pactos, encabezó un Movimiento de resistencia ideológica a la candidatura liberal.

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haber colaborado con el gobierno de Rojas. Limpio de pecado, estaba ubi­cado como dijera Laureano, en la clase "del oro puro", lejos de "la escoria". Leyva decía no pertenecer a ninguno de los grupos conservadores y se comprometía a no perjudicar a ninguno de sus copartidarios y a unir desde abajo a su partido. Era doctrinario y tenía una carrera política de recono­cidos méritos en su colectividad. Por estos elementos podía ser él, y no Álzate, el candidato. Sus planteamientos ideológicos se identificaban ple­namente con los del Movimiento de La Reconquista, hablaba de poner en práctica los principios de la Democracia Cristiana para ordenar la vida de un pueblo católico como el colombiano . Cuando La Calle le preguntó por su programa, respondió: "Me bastan los conservadores, realizados por todos los colombianos, sin distingos políticos, para beneficio del país" . Leyva no profundizaba en los problemas políticos del proyecto del Frente Nacional. Lo diferenciaba de Álzate su discurso de conservador tradicio-nalista: defender los principios cristianos, proteger las clases humildes, etc. Era un discurso dirigido al pueblo sen­cillo. En sus correrías manifestaba que de triunfar se colocaría "al servicio de los humildes, de los que lloran, de los que sufren, de los que nada tienen" . En una palabra, se definía como el can­didato de los pobres . Sus plegarias eran elevadas en las regiones colom­bianas donde el conservatismo gozaba de amplio respaldo popular: los san-tanderes, Boyacá, norte del Valle del Cauca, etc. Quizás por tratarse de la unión por abajo, su discurso electoral tenía un propósito político-religioso. Para él la unión del conservatismo te­nía que partir del perdón, del olvido y de la caridad cristiana .

Se distinguió la campaña de Leyva por su convocatoria popular. No hubo apelación a la clase media, ni al obrero. Los ideólogos, desde Álzate hasta Ma-

forge Leyva. Tomada de una portada

de Semana en 1960

82 Diario de Colombia, abril 20 de 1958, p. 1 y 7. 83 La CaUe, abril 25 de 1958, p. 7. 84 Véase Diario d e Colombia de finales de abril de 1958. 85 Diario de Colombia, mayo 1 de 1958, p. 1 y 7.

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La campaña de La Reconquista

nuel Bayona Carrascal acudieron a los sentimientos heridos de los conser­vadores de la provincia. "He querido ponerme al servicio de unas masas desamparadas y traicionadas a las que su antiguo jefe quiere hacer expiar en la adversidad del 13 de junio, por resentimiento y soberbia. Ellas son inocentes. Mi actitud es un simple acto de solidaridad humana..." . Era

una de las afirmaciones de Álzate que repetían sin cesar los oradores de las plazas públicas.

Una de las banderas electorales que se agitó con éxito fue la de atizar el sentido temor de los conservadores ante un evidente triunfo liberal. Leyva hacía alusiones a lo que esperaría al país como consecuencia de esto. Re­cordaba en voz alta la violencia que produjo el cambio de gobierno en los tiempos de Olaya Herrera. Manifesta­ba que no se trataba, en su caso, de de­fender simplemente un derecho reco­nocido en pactos, sino de salvaguardar la paz y el sosiego de los colombianos. "Tenemos —vociferaba Leyva en Cúcu-ta— una empresa que cumplir: salvar al conservatismo de los peligros que lo asedian, darle la voz de alerta, ponerle en pie de lucha y rescatar la patria y su destino para que nosotros, nuestros hi­jos y los hijos de nuestros hijos, tengan una Colombia amable, fraterna y cor­dial, donde puedan sentirse el orgullo y la alegría de ser colombianos" .

La proclamación de la candidatura liberal y la renuncia de Valencia "para no enfrentarse a quien fuera su compa­ñero de armas contra la dictadura por-que así lo había prometido..."11, le die­ron otra dinámica al curso de la campa-

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B-DIARIO D i COLOMBIA ÉL LIBERALISMO i RATA DE DAR EL ASALTO AL POCEH

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APOYO AL CANDIDATO DEL CONSERVATISMO FRENTE AL CANDIDATO DEL LIBERALISMO

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&y un i-imtidjnii que El Valle godo recibirá t u p i r din su drbrr en pleno al Candidato

Visito de "El dirigente de tas derechas' a Bucaramanga

86 La Calle, abril 25 de 1958, p. 7. 87 Diario de Colombia, abril 25 de 1958, p. 7. 88 Véase "La renuncia de Valencia" en: La República, abril 22 de 1958, p. 4.

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RESISTENCIA Y OPOSICIÓN AL ESTABLECIMIENTO DEL FRENTE NACIONAL

16 victimas del liberalismo ayer

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ña. Los cambios en el discurso fueron significativos. El antiliberalismo, al que se recurrió al comienzo de la campaña, pasó a ser la categoría discur­siva más trajinada en este segundo período. En cada editorial de Diario de Colombia, después de la proclamación de Lleras, comienza a configurarse u n a e s p e c i e d e t r í p o d e en las argumentaciones del ahora ensancha­do Movimiento de La Reconquista: antiliberalismo - doctrina - antilaurea-nismo. Se acude esta vez con mayor vehemencia al electorado, buscando la tan anhelada unión por abajo. Tal política tuvo buen recibo entre las ma­sas conservadoras. Especialmente en­tre los conservadores de provincia, que tanto como a la élite del partido, les atemorizaba que el advenimiento del liberalismo al poder los sorpren­diera divididos.

El antiliberalismo se concentraba en la figura de Lleras Camargo , a quien consideraban un candidato no digno de credibilidad por haber in­cumplido los pactos con el conserva­tismo. Para el conservatismo de pro­vincia, la candidatura de Lleras había surgido gracias a la traición de Lau­reano Gómez. En Boyacá y los San-tanderes, por ejemplo, horrorizaba el re torno de los liberales al poder y les evocaba épocas oscuras de persecu­ciones y masacres. Por eso afirmarían q u e u n t r i u n f o l i b e r a l s e r í a u n verdadero "retroceso histórico" alen­tado por la entrega de Laureano Gó­mez. La campaña antilaureanista tuvo amplia resonancia en la provincia y tal eficacia se debe a los ideólogos de la candidatura de Leyva. El pueblo con­servador señalaba constantemente a Gómez como "el artífice de la desgra­cia conservadora".

Leyva en campaña

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Biez mil conservadores se «Agregan en Bucaramanga

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En esta ocasión fue evidente que el discurso electoral proveniente de Diario de Colombia tuvo inmensa acogida en las regiones donde las ma­sas por tradición estaban aferradas al conservatismo. La mejor prueba de ello es que entre el discurso preparado por la élite que dirigía la campaña de Leyva y el lenguaje de provincia no existía distancia.

Finalmente, los escrutinios se realizaron el 4 de mayo. El Frente Na­cional se impuso con 2.482.948 votos ante los 614.861 de Jorge Leyva. Los resultados sirvieron para constatar que las regiones de alta votación conservadora a favor de Leyva coincidían con los lugares de donde pro­vinieron los mensajes de respaldo a su candidatura. Una observación de­tenida del comportamiento electoral por municipios en los 8 departa­mentos donde fue mayor la votación por Leyva, muestra que el Frente Nacional no era expresión de todo el pueblo colombiano. De los 563 municipios de los departamentos que examinaremos, el candidato con­servador ganó en 165, es decir en el 29.3% de ellos. (Ver Anexo No. 2)

Diferenció a las dos contiendas electorales de 1958, el nivel de partici­pación ciudadana. Mientras en marzo sufragó el 68% de las 5.365.191 per­sonas en capacidad de hacerlo, en mayo solo lo hizo el 58%. El peso mayor de la abstención recayó en el conservatismo. Habiendo el liberalismo man­t en ido su votación de marzo: 2 . 1 3 2 . 7 4 1 , é s t a se h a b r í a incrementado posiblemente con la participación de votos conser­vadores. Esto significaba que del 1.556.273 alcanzado por las listas conservadoras de marzo, se abs­tuvieron 941.412 votantes. Es de­cir el 60.2%. La gente de esa co­lec t iv idad no tuvo el t i e m p o necesario para asimilarlos intem­pestivos cambios que produjo una candidatura diferente a la promovida por todo el mundo desde hacía más de un año. El rompimiento de los pactos hizo que la incertidumbre en las ma­sas godas fuera grande. Palabras más, palabras menos, el Frente Nacional se legitimaba desde un triunfo eminentemente liberal. Así lo comprobamos en la inves-

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Alberto lleras Camargo y la sonrisa del gran triunfo liberal sobre el conservatismo. Foto de LNP, 6-12

diciembre de 1961, p. 21

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RESISTENCIA Y OPOSICIÓN AL ESTABLECIMIENTO DEL FRENTE NACIONAL

t igación que sobre La Reconquista hemos citado: los votos po r los reconquistadores en marzo y por Leyva en mayo son casi idénticos; son idénticas las votaciones por las listas liberales de marzo y de mayo.

Las elecciones de 1958 significaron para los conservadores que no se dejaron transportar por los movimientos de la vida, su última sonada opor­tunidad. Solamente sobrevivirían aquellos dispuestos a trasegar con mali­cia, con "nadadito de perro" tras el liberalismo del Frente Nacional. Des­pués de 1958 el conservatismo se vio obligado a convertirse en otra cosa. Empezaba el olvido. En las contiendas electorales de 1957 y 1958 el ejerci­cio político les permitió por última vez recordar. Los liberales, al contrario, no recordaron. Se dedicaron a proyectarse por el camino que habían cogi­do desde los años 30. No les importaba el pasado, solo el futuro. Ni siquiera discutían, ¿para qué?, las masas estaban ya conquistadas.

3. LA RECONQUISTA EN EL PARLAMENTO Y EN LA CONSPIRACIÓN

El proceso de configuración y establecimiento del Frente Nacional estuvo invadido por una fuerte ola de miedo. El temor impregnó el ánimo de impulsores y adversarios de esa política. Los primeros seleccionaron en un solo equipo a todos los que se oponían a su proyecto, en particular hacían parte de él quienes estuvieron de alguna manera vinculados al régimen de Rojas, quienes de ellos aspiraban a restaurar por la fuerza al expresidente en el poder y, en general, todo el conjunto de hombres que convocó el Movimiento de La Reconquista. Los últimos previnieron a sus copartidarios del peligro que le esperaba al conservatismo con el adveni­miento de un gobierno presidido por los liberales. Mas no eran simples caprichos, ambas colectividades estaban comprometidas en las sinuosida­des de la historia política del país que ellos mismos habían construido.

Desde la Cámara de Representantes, el grupo de conservadores ele­gidos en las listas de La Reconquista, ahora autodenominado "Los Inde­pendientes", se apersonó de la defensa de Rojas Pinilla. Para ellos, las alusiones que se hacían contra el régimen de Rojas y contra su persona constituían en el fondo dardos contra el conservatismo. Por eso se fueron convirtiendo, con el paso del t iempo, en opositores al proceso que el nuevo orden político empezó a generar contra el General. José María Nieto Rojas, el más controvertido de ellos comenzó por impugnar los desaciertos del gobierno de la Junta Militar que, según él, había desmon­tado las obras que el régimen de Rojas realizó a favor de los pobres: SENDAS y el Banco Popular. Le ofendía a Nieto que los militares que reemplazaron en el poder a Rojas se autodefinieran como honestos y

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leales: "Qué lealtad han guardado ellos con su antiguo superior —se pre­guntaba el Representante— con quien los colmó de todos los honores y de todas las prebendas hasta colocarlos en el sitial de los presidentes de Colombia" . No les perdonaba que hubieran prohibido el regreso de Rojas cuando éste había manifestado su propósito de volver a defender­se, ni el haber creado una Comisión Especial de Instrucción Criminal para que se escudriñara la vida pública y privada del expresidente.

3.1. CONSPIRACIONES Y ACUSACIONES

Desde su partida, como anotamos arriba, Rojas Pinilla advirtió sobre su regreso. En el exilio no se aisló del país, paso a paso seguía el curso del acontecer nacional. Todas sus declaraciones se fueron asociando a la con­vicción generalizada de que su regreso sería para volver al poder. Cada vez que el nuevo orden se aprestaba a legitimar sus avances de dominio político, aparecía el rojismo como un fantasma en acecho para impedirlo. Así sucedió en las antesalas del plebiscito y de la elección de Lleras en 1957 y 1958 respectivamente. Desde noviembre de 1957 hasta 1963, el rojismo fue asociado a la amenaza de un golpe de estado. Como amplia­remos más adelante se trató de un período en la historia del rojaspinillis-mo que hemos caracterizado como conspirativo.

A grandes titulares, los diarios colombianos destacaron el 18 de no­viembre de 1957 una noticia que vinculaba a Rojas con una intentona de golpe de estado. Según el comunicado del gobierno, los golpistas fragua­ban sus planes desde el mes de julio pasado con el claro propósito de boicotear la realización del plebiscito del primero de diciembre. Informa­ban los órganos de prensa que el General Rojas había sido contactado por los subversivos para pedirle que se pusiera a la cabeza del golpe. En el comunicado oficial, la Junta Militar denunciaba que los golpistas ha­bían hecho uso de una campaña de atracción en el seno del Ejército mediante hojas volantes donde se invitaba a rebelarse contra la cúspide de las Fuerzas Armadas. Fruto de esta campaña, los gestores del golpe lograron que a su movimiento se vincularan oficiales y suboficiales reti­rados de la Institución el último año. El movimiento subversivo se pro­ponía, según el reporte, el restablecimiento del gobierno militar. Frustra­da la intentona, el servicio de inteligencia del Estado se aprestó a perse­guir y encarcelar a los sindicados.

89 Nieto Rojas J. M. Proceres de la Segunda Repiiblica... p. 230

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RESISTENCIA Y OPOSICIÓN AL ESTABLECIMIENTO DEL FRENTE NACIONAL

El 30 de abril de 1958, los periódicos sorprendieron otra vez a la opinión pública nacional con el anuncio de un nuevo intento de golpe. Esta vez los acontecimientos tuvieron como escenario la localidad santan-dereana de San Gil. Al movimiento golpista aparecieron vinculados los dirigentes de La Reconquista Hernando Sorzano González, Paúl Duran Reyes y Humber to Silva Valdivieso. Con vivas a la revolución conserva­dora, a Leyva y a Álzate, los amotinados le comunicaron al alcalde la toma de la ciudad; exigieron la rendición de la policía; asaltaron las instalacio­nes de la emisora "Ondas del Fonce", desde donde el futuro dirigente de la ANAPO Paúl Duran Reyes arengó así a la población: "Atención... Aten­ción... el conservatismo acaba de asumir el poder en San Gil y en todo el Depar­tamento. Los santanderes y Boyacá están levantados en armas. El gobierno está entregado a las oligarquías, el conservatismo no puede dejarse engañar" . Eran algunas de las consignas. Sin embargo, no se logró movilizar la población en respaldo a la toma de la localidad. Se trató de una conspiración alejada de la participación popular. Aunque los rumores de la toma de la ciudad venían de t iempo atrás, los conspiradores no contaron con la vinculación de los moradores en su proyecto. Es muy posible que los dirigentes de La Reconquista confiaran en el respaldo electoral que habían obtenido en marzo, donde sus listas vencieron a las corrientes laureanista y valen-cista. El fracaso de la toma de San Gil no tuvo consecuencias negativas en la votación conservadora a favor de Leyva. A los 2.173 votos que los reconquistadores obtuvieron en marzo, se sumaron 789 sufragios el 4 de mayo. El candidato liberal tan solo incrementó la votación en 157 votos respecto a la de marzo.

El motín de San Gil —parece ser— hacía parte de un movimiento de magnitud nacional que desarticuladamente aspiraba a la restauración de Rojas en el poder. Así recuerda ese episodio un lugarteniente de Lucio Pabón Núñez: Hermes Lizarazo, organizador de la conspiración en Norte de Santander y quien se había desempeñado como guardafrontera en el oriente colombiano en tiempos de Rojas. Según Lizarazo, aunque se tra­taba de u n coordinado movimiento nacional, la ola de conspiraciones tuvieron un origen espontáneo, brotaron de la simpatía que el pueblo de los santanderes sentía por las medidas del General Rojas. Cuenta Lizara­zo que además de estar vinculado alguno de los Quíntuples al golpe de

90 Véase la prensa nacional de la fecha. 91 Entrevista concedida a César A. Ayala D. Cúcuta, abril 2 de 1991. Lizarazo hacía

parte de un equipo de conservadores cuya misión era la de reconquistar las zonas de ascendencia conservadora de Santander del Norte: San Alberto, El Playón, Arboledas, etc.

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estado que se fraguaba, de él hacían parte oficiales recién retirados como el Coronel Agudelo, quien volvió a colocarse su uniforme el día que se planeaba dar el golpe en Cúcuta y que no alcanzó a sincronizarse con Bogotá y San Gil.

En efecto, el 2 de mayo, a dos días de las elecciones que instaurarían el Frente Nacional, tuvo lugar en Bogotá el alzamiento del Primer Batallón de Policía Militar bajo el mando del Coronel Hernando Forero Gómez. Los golpistas lograron apresar a 4 de los 5 Presidentes. A pesar del éxito inicial, el movimiento golpista fracasó en pocas horas. 30 años después, apareció un libro con el nombre que tuvo la conspiración, "Operación Cobra", que descubrió para los colombianos los pormenores del golpe del 2 de mayo. El libro vincula, desde sus primeras páginas, la esencia y carác­ter del golpe al espíritu de Gilberto Álzate Avendaño y a la oficilidad militar que con el retiro de Rojas del poder "se sintió engañada por sus propios compañeros de armas" . Silva Valdivieso reconocería muchos años des­pués: "El antecedente del 2 de mayo fue la toma de San Gil. La condición de Forero era que en los pueblos se diera algún levantamiento. A Hernan­do Sorzano, a Luis Torres Quintero y a mí nos correspondía promover los levantamientos. Convencimos a la policía de San Gil de que se sublevara. La población entera estuvo bajo nuestro dominio en la madrugada del 30 de abril y el pr imero de mayo" . El mismo Silva Valdivieso, 30 años des­pués confirmaría los lazos existentes entre el Movimiento de La Reconquis­ta y Rojas, entre éstos y el movimiento golpista:

... Comenzamos a pensar en la posibilidad de que Rojas regresara al país y asu­miera el poder nuevamente. Sabíamos que dentro de las Fuerzas Militares tenía el suficiente respaldo para que una vez regresara, lo apoyaran y restablecieran en el mando. Hicimos muchas gestiones tanto con los militares en el país, como con el propio Rojas quien se mostraba dispuesto a regresar si encontraba el res­paldo suficiente. Después de algunos intentos fracasados, se planteó con el Coro­nel Hernando Forero Gómez el restablecimiento del gobierno militar y se le informó al General Rojas a fin de que estuviera listo para servir al país. El plan se puso en marcha desde el 30 de abril, cuando por exigencia de los militares, algunos jefes políticos de Boyacá y Santander realizaron movimientos pacíficos en ciertos municipios como San Gil, y algunos en Boyacá. Movimientos que tuvieron como consecuencia el que el Coronel Forero cumpliera con su promesa de apresar y destituir a los miembros de la Junta Militar .

92 Ortiz Alvaro, Lara Óscar. Operación Cobra. Historia de una gesta Romántica. Bogo­tá, Impreso por Canal Ramírez - Antares, 1988, p. 28.

93 Ibid. p. 201. 94 Ibid.

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Desde los tiempos de la Junta Militar, el nuevo orden que se establecía presionó para llevar ajuicio al General Rojas Pinilla. Los gestores e impul­sores del Frente Nacional por todos los medios y con todos sus recursos, difundieron la especie por todo el país de que Rojas había cometido toda clase de delitos desde la presidencia. Día tras día encontraban cómo incul­par al General de todos los males que sufrían los colombianos. De otra parte, quienes estuvieron vinculados en cualquier forma al gobierno mili­tar, expresaban su protesta —como lo hemos descrito— de manera belige­rante. Aparecían ante la opinión pública como conspiradores. Comprome­tidos con los intentos de golpe de estado dieron razones para que el go­bierno les temiera. En ese ambiente de tirantez, los nuevos gobernantes dieron vía libre al proyecto de acusaciones de la Cámara que llevaría al General Rojas a comparecer ante el Senado. El asunto no pintaba fácil; si bien habían preparado a la opinión pública para legitimar las inculpa­ciones, la nueva clase dirigente no encontraba con prontitud los funda­mentos jurídicos que se acomodaran a sus propósitos. Los parlamentarios independientes acusaban de inconstitucional la Comisión de Investigación creada por la Junta Militar. Nieto Rojas alegaba que tanto los decretos que la crearon, como las facultades que a ésta se le asignaron reñían con la legislación nacional: "Se puede encomendar esa investigación a un Juez Superior, un juez de circuito, un juez municipal, o un juez de instrucción criminal. Pero no se puede crear un organismo extraconstitucional para encomendarle esas funciones porque lo que haga queda viciado de nuli­dad" . Argumentaba Nieto, además, que al tenor de la Ley, la Cámara no tenía derecho de acusar a un expresidente ante el Senado, por cuanto el artículo 102 de la Carta rezaba: "Son atribuciones especiales de la Cámara de Representantes...5o. Acusar ante el Senado, cuando hubiere justas cau­sas, al Presidente de la República, a los Ministros del Despacho..." . La Ley habla del Presidente y no del expresidente. A Rojas, conforme a la interpre­tación de Nieto debería juzgarlo el juez que corresponda al delito que haya cometido y de acuerdo con las reglas sobre jurisdicción y competencia' .

Nieto llamaba la atención sobre la composición de tal comisión. Según el parlamentario, los personajes que la integraban eran "elementos de fla­grante parcialidad". Por ser enemigos del General, "habían —señala N i e t o -extremado sus pesquisas inquisitoriales más allá de lo que un funcionario p robo emplea para señarle a la justicia..." . Aunque la Comisión de

95 Nieto Rojas J.M. Proceres de la Segunda República...p. 159. 96 Ibid. p. 172." 97 Ibid. 98 Ibid.

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Investigación se instituyó con el propósito de indagar los delitos o infrac­ciones que hubieran podido cometer los altos funcionarios del Estado en los "últimos tiempos", dicho organismo sólo se ocupó del caso P.ojas Pini­lla. Más en concreto: de su persona. Acaso es que la mayor parte de los hechos que se han presentado aquí y en la prensa como delictuosos duran­te el gobierno del expresidente Rojas —se preguntaba Nieto— no fueron ejecutados por personas y funcionarios distintos a él? Por qué sólo se in­culpa a Rojas Pinilla como responsable de ellos? ¿Por qué ese empeño para hacer aparecer solamente a éste como delincuente? ¿No se ve en esto una evidente parcialidad?. Si se trataba de llamar ajuicio a un expresidente por los motivos que se le imputan a Rojas, existían méritos para juzgar a otros ciudadanos que habían salido de la presidencia de la Repiiblica con dudosa reputación. Nieto enfatizaba que así como se investigaba a Rojas y a su régimen por qué no se hacía lo propio con los negociados de la Handel, con la trilladora Tolima o con el asesinato de Mamatoco cuando el gobier­no de López Pumarejo; para citar un ejemplo. En resumen, para los parla­mentarios independientes, para defender una causa que como la de Rojas era perdida habían avanzado tanto los abogados del establecimiento en las acusaciones contra Rojas, que absolverlo hubiese implicado un despresti­gio para el recién instaurado Frente Nacional.

En octubre de 1958, la Comisión Instructora del Senado encargada de estudiar pormenorizadamente el expediente que fuera entregado por la Cámara de Representantes con el fin de abrir el juicio contra Rojas, ordenó recibir en indagatoria al General y procedió en consecuencia a dictar auto de detención en su contra. El expresidente de inmediato declaró estar dispuesto a regresar "para defender su obra de gobierno, sus actos y honor de militar y ciudadano""... Desde marzo último, Rojas había denunciado en un reportaje los impedimentos que la Junta Militar le ponía a su regreso al país. Interrogado sobre la Comisión Investigadora nombrada para juzgar sus actos, respondió: "Tendrían que procesar primero a los cinco miem­bros de la Junta Militar de Gobierno que fueron mis inmediatos colabora­dores" . Sobre la situación política del país, el General se limitó a decir: "Hay que darle tiempo al tiempo para que el pueblo pueda comparar mis cuatro años de gobierno con lo que ha estado viendo y consintiendo en carne viva desde el 10 de mayo último" . De otro lado, Rojas había envia­do en agosto telegramas al Presidente y al Congreso Nacional manifes­tando que regresaría a presentarse ante un tribunal compuesto por Magis-

99 El Tiempo, octubre 3 de 1958, p. 1 v 20. 100 La República, marzo 20 de 1958, p. 1 v 10. 101 Ibid.

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trados ajenos al interés de los partidos . Para La Calle, el anuncio de la llegada de Rojas restauraba el Frente Nacional, ya que actuaba "como un mi­lagroso aglutinante de todas las fuerzas que hicieron el 10 de mayo" . Reco­nocía el nuevo semanario liberal que el gobierno de Rojas era también un aglutinante, pero veía positivamente la llegada del expresidente porque acer­caba a los sectores ospinista y laureanista al gobierno permitiendo así que el Frente Nacional volviera a su cauce primitivo amplio y generoso .

Durante los primeros días de octubre, el país esperó con ansia el arri­bo, de un m o m e n t o a otro, de Rojas. La prensa informaba un día que el expresidente había reservado pasajes en tres aerolíneas; la mañana si­guiente se leía que había aplazado su viaje por pedido del gobierno. La atención de los colombianos se concentró en la figura de Rojas. Todo el país opinó sobre él, sobre su gobierno y acerca del juicio que se le pro­yectaba seguir. Fue como si el país se hubiese dividido en favor y en contra del General. El conocido columnista Antonio Paneso, quien escri­bía bajo el seudónimo de Pangloss, manifestó al respecto: "No hay que exagerar en la cuestión del antirrojismo. Algunos van en camino de con­vertirlo en una ortodoxia dogmática, en una pura doctrina fuera de la cual no hay salvación" . Concluía el columnista afirmando que "todo el m u n d o fue rojista alguna vez sin excluir al doctor Gómez en cuyo gobier­no fue aquel señor Comandante de las Fuerzas Armadas..."

La llegada de Rojas preocupó a quienes respaldaban al Frente Nacio­nal. Estos le temían a la popularidad del General y al espíritu revanchista del rojaspinillismo; por eso se les ocurrió programar manifestaciones de respaldo al gobierno que coincidieran con el arribo del exmandatario a Bogotá. Los frentenacionalistas convocaron a sus seguidores a congre­garse en las plazas públicas de las ciudades —el 3 de octubre día en que aparecería Rojas en el país— "para proclamar su resolución de mantener­se real y firme en torno a los ideales del Frente Nacional, y a expresar su fe entrañable en la bondad de una política que ha empezado a devolverle a Colombia lo mejor de sus tradiciones y a engrandecerla otra vez con el ejercicio de esclarecidas virtudes" . Para el sector liberal que agrupaba La Calle, el "regreso del dictador depuesto" constituía el pr imer peligro serio que afrontaba el nuevo régimen. Ni ignoraban ni subestimaban los

102 Rojas ante el Senado.,.p. 77-78. 103 La Calle, septiembre 26 de 1958, p. 5. 104 Ibid. 105 El T iempo, octubre 2 de 1958, p. 5. 106 Ibid. 107 El T iempo , octubre 3 de 1958, p. 4.

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liberales de La Calle la existencia de vastos sectores pro-rojistas en la población colombiana, por eso emplazaban al pueblo a rodear al gobier­no. Conscientes de la debilidad del Frente Nacional, llamaban a sus diri­gentes a desarrollar una labor de atracción, de persuasión, de compromi­so, de unificación de todos los sectores antidictatoriales de derecha e

1 fifi

izquierda . La más sonada de las manifestaciones se realizó en Popayán. Allí, Guillermo León Valencia pidió castigo para Rojas y terminó sus dia­tribas gritando: "Mi General no pasará"

En esas circunstancias, el gobierno le pidió a Rojas aplazar su viaje alegando dificultades para ofrecerle protección. A partir de ese momen­to, el regreso de Rojas se convirtió en un enigma. Las manifestaciones programadas se llevaron a cabo sin la presencia en el país del General. Pero en su contra. Rojas se elevaba ante los ojos de los colombianos como un fantasma político. Todas las medidas que se tomaban para apocarlo resultaban a favor de la proyección de una imagen probablemente distin­ta a la que sus enemigos querían forjar.

Aplacados un poco los ánimos, el gobierno dio vía libre al regreso de Rojas. El 13 de octubre de 1958 el exgobernante aterrizó en Bogotá. El 17 del mismo mes concedió una entrevista a los periodistas de La Calle en casa del General Polanía Puyo, donde se encontraba hospeda­do . Sobre su futuro juicio ante el Senado, Rojas declaró no reconocerle n inguna autor idad al Congreso ya que, según él, éste no iba a juzgar sino a sentenciar . Los periodistas que lo entrevistaron esperaban encont rar a un personaje que correspondiera a la beligerancia propia de u n consumado conspirador o al hombre peligroso anunciado por la prensa. Defraudados, los repor teros tuvieron que terminar su reportaje así: "Rojas Pinilla no provocó la rabia que esperaban los héroes ni el mín imo apoyo que él esperaba por su regreso. Rojas Pinilla siguió sien­do Rojas Pinilla: una tipicidad de la sociología colombiana" . Sin em­bargo, el 3 de diciembre de 1958, el país fue sorprendido con una alo­cución del Presidente Lleras Camargo, en la que anunciaba que decla­raba turbado el orden público y en estado de sitio todo el terri torio nacional, para conjurar una conspiración.contra su gobierno dirigida po r el General Rojas Pinilla en conexión con algunos elementos de las Fuerzas Armadas y que en tal virtud quedaban suspendidas las garantías

108 La Calle, octubre 3 de 1958, p. 3. 109 El Tiempo, octubre 4 de 1958, p. 1. 110 La Calle, octubre 17 de 1958, p. 8 y 9. 111 Ibid.

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constitucionales . Lleras advirtió la retención sin fórmulas de juicio de los ciudadanos implicados en la conspiración; le informó a los co­lombianos que quedaban prohibidas las reuniones y manifestaciones populares , la movilización de las gentes de un municipio a o t ro sin per­miso especial de las autoridades. También informó que los medios de comunicación pasaban al control y a la censura del gobierno, que todo el m u n d o sería sometido a requisas, etc. El Presidente te rminó su paté­tica alocución haciendo un llamado a todo el país para que prestara respaldo a su gobierno y a las medidas que éste tomara. El equipo fren-tenacionalista del Congreso acudió al l lamamiento presidencial. En la Cámara, los Representantes gobiernistas propusieron que se levantara la inmunidad de que gozaban los parlamentarios para que pudieran ser retenidos aquellos contra quienes hubiera sospecha de estar compro­metidos en la conspiración. Los Independientes , por supuesto, se opu­sieron a su aprobación. Vieron en todos estos acontecimientos una far­sa para acallar su oposición al régimen y apresar a Rojas Pinilla.

En efecto, quince tanques de oruga, antes de la alocución de Lleras Camar­go, cerraron los accesos a la residencia de Rojas. A las seis de la tarde de ese mismo día, el expresidente fue puesto preso. También detuvieron a los parla­mentarios Humberto Silva Valdivieso y Cosme León Meneses. Ajuzgar por las explicaciones del gobierno, los ciudadanos que llegaron en vehículos expresos de Santander y que fueron detenidos habían declarado que venían a ponerse a las ordenes de Silva . Se informaba, además, que 8 hombres intentaron tomar­se la estación retransmisora de televisión ubicada en Facatativá, localidad cerca­na a la capital, y que fueron capturados individuos indocumentados que pene­traron a Cundinamarca provenientes de los santanderes, Boyacá y Tolima. Fi­nalmente, la prensa nacional cerró la transmisión del intento de golpe diciendo que para la realización del plan subversivo, los cabecillas movilizaron 1.200 hom­bres de Norte de Santander, 1.000 de Boyacá, 800 de Santander y 500 del Toli­ma, quienes serían armados en Bogotá .

112 Véase la prensa nacional de diciembre 4 de 1958. 113 El Tiempo, diciembre 5 de 1958, p. 1 y 14. 114 Véase la prensa nacional de los primeros días de diciembre. Citamos algunos de los

detenidos. Oficiales retirados: Generales Gustavo Rojas Pinilla, Jaime Polanía Puyo y Marco A. Villamizar; Coroneles: Daniel Cuervo Araóz, Carlos Sus Pacheco y Gonzalo Días Gómez; Teniente-Coronel Hernán Padilla Silva; Mayores: Misaél Marín Ardila, José H. Benitez; Tenientes: Amoldo Ortiz lozano y Carlos Rojas Correa. Civiles: Pedro A. Baquero, Ernesto García Barriga, Nicolás Petio Dona, Ernesto Harkcr, Víctor Vergara Lara,José Ignacio Giraldo, Roberto Monagas,Josué Carrillo, Luis Ixipcz Sema, Alfonso Castro, Jesús Estrada Monsalve, Daniel V'alois Arce, Garios V. Rey y Carlos Monroy. (Véase El Tiempo, diciembre 10 de 1958, p. 1).

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En marzo de 1959 el parlamentario Nieto Rojas refutó las tesis que le habían servido de base al gobierno para declarar turbado el orden públi­co en diciembre de 1958. De acuerdo con el informe que al respecto presentara el Ministro de la política ante el Congreso, ninguno de los argumentos señalados tenía méritos para la medida tomada, pues no pre­sentaban, al decir de Nieto, fundamento en la realidad. Por eso denomi­nó el episodio "La Conspiración de los chismosos". El quinto de los car­gos a que aludió el Ministro para decretar el estado de sitio rezaba: "En la última década de noviembre y los primeros días de diciembre de 1958, trajeron para los colombianos una profunda intranquilidad social. De distintos sitios del país llegaban a la capital noticias de que algo muy grave se estaba tramando J. Con base en este rumor, el gobierno no permitió la realización de una Asamblea de conservadores cundinamarqueses, or­ganizada por los Independientes y programada para inicios de diciem­bre . Argumentaban los voceros oficiales que entre los delegados al evento se encontraban elementos conspiradores. Basándose en los pro­pios documentos del Ejecutivo, Nieto demostró que todo había sido una farsa. Pocas horas después de decretado el estado de sitio, el Presidente habló por las emisoras del país: "No hubo en ninguna parte del país inci­dentes ni turbaciones del orden"

Los parlamentarios Independientes coincidieron en afirmar que se tra­taba de desviar la atención de los colombianos sobre los principales pro­blemas del país. Le comunicaban al país que el culpable de los graves pro­blemas sociales por los que atravesaba la nación no era Rojas Pinilla, sino las medidas económicas tomadas por el gobierno, con "el objetivo de favo­recer a los grandes capitalistas y a las oligarquías de todos los matices dan­do como resultado el vertiginoso encarecimiento de la vida y el crecimien-to de la miseria para los humildes y para los asalariados" . Nieto siguien­do la tónica de Álzate, tocaba los temas de un discurso con futuro:

Desde que se decretó la desvalorización de la moneda, para acrecentar en un 200% las ganancias de los comerciantes e industriales, y desde que han sido llevados a los Ministerios claves de la economía los gerentes y abogados de las grandes empresas para que desde allí estimulen y decreten el aumento de los

115 Citado por Nieto Rojas en: Proceres de la Segunda...p. 241. 116 Ix)s Directorios valencista y laureanista desconocieron la legitimidad de la Conven­

ción lidcrada por la gente de La Reconquista. El Siglo la calificó de contraria a la disciplina del partido y la tildó de "trecejunista", La República la consideró contraria a su espíritu y desmintió los rumores sobre el carácter nacional del evento.

117 Citado por Nieto Rojas en; Proceres de la Segunda República...p. 243. 118 Ibid. p. 241.

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precios en favor de los artículos de primera necesidad desde los víveres hasta los transportes urbanos, el vestido, el colegio y las drogas, etc el pueblo ya no puede soportar el hambre, agravada con el desempleo y el despido del trabajo

Silva Valdivieso llamaba la atención también sobre los verdaderos pro­blemas sentidos por la población, tales como el alza de las tarifas del trans­porte. Así presionaba a la Cámara para que solicitara al gobierno nacional la rebaja en los precios del transporte urbano. Otro de los Independientes, Manuel Bayona Carrascal, se opuso a la liquidación de la Empresa Nacio­nal de Publicaciones (ENP) creada en los tiempos de Rojas. Para el parla­mentario nortesantandereano, toda la atención que prestaba el gobierno a la cuestión Rojas era para esconder sus maniobras antipopulares . La Calle de su parte, haciendo un balance de las actividades del Congreso en 1958, lo encontraba "poco positivo". Se quejaban los redactores políticos del semanario de que el Parlamento no se estuviera reuniendo para legislar o para tomar en cuenta las iniciativas del Ejecutivo, sus proyectos y "sus fórmulas salvadoras", sino para ocuparse de Rojas y de las peleas en los sectores irreconciliables del conservatismo .

3.2. ROJAS ANTE EL SENADO

"Busco entre vosotros juez, y sólo veo acusadores y verdugos ".

Apresado Rojas el 3 de diciembre, fue llevado a la Costa Norte del país. En Cartagena rindió la primera de una serie de indagatorias. Seguida­mente se le embarcó en una fragata de guerra de la Armada Nacional de nombre "Capitán Tono". En ella le obligaron a navegar durante 19 días sin rumbo fijo. Terminada esta primera etapa del cautiverio, el prisione­ro fue transferido a las salinas de Galerazamba localizadas entre Barran-quilla y Cartagena.

Pasada la euforia del advenimiento de un nuevo año, la prensa vol­vió sobre el proceso que se le adelantaría a Rojas Pinilla. El expresiden­te fue trasladado a Bogotá el 20 de enero de 1959 y recluido en el edificio donde funcionara SENDAS en los años de su gobierno. Dos días después se iniciaron las audiencias del Juicio en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional. Rojas designó como defensor al penalista Car­los V. Rey y como vocero al abogado alzatista Daniel Valois Arce. La

119 Ibid. 120 La Calle, octubre 10 de 1958, p. 6. 121 La CaUe, enero 30 de 1959, p. 6.

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Gustavo Rojas Pinilla de regreso al país

escogencia de estos dos personajes iba en beneficio de la imagen de Ro­jas como protector de los sectores in­congruentes con las altas esferas del poder político. A Carlos V. Rey, con­notado jefe liberal se le conocía co­mo gran tribuno popular. A Valois Arce se le reconocían méritos por sus esfuerzos de desaristocratizar la Dirección de su partido. Inconscien­temente quizás, Rojas se valió de un liberal y de un conservador de abajo para que abogaran por él y por su obra ante el Senado. Uno y otro, de­fensor y vocero, liberal y conserva­dor populares, blanco y negro res­pectivamente, se valían del léxico y del estilo gaitanistas para dirigirse al público. El defensor participó de la Tercera Fuerza en los tiempos de

Rojas: "Llegué a pensar, a hacerme la ilusión, a tener la esperanza de que Rojas, con las Fuerzas Armadas, atacado y abandonado por el par­tido conservador, atacado por la oligarquía liberal, podía con un grupo liberal y un grupo conservador revolucionario realizar esa reforma que es la necesidad elemental de la Patria" . Así explicaba su reciente pa­sado político en el curso de la defensa el abogado Carlos V. Rey. El vocero, por su parte, logró darle al proceso otro carácter. Antes de su designación como vocero de la de­fensa de Rojas, Valois había solicita­do a la Cámara de Representantes que acusara ante el Senado a Laurea­no Gómez, con el fin de que fuera enjuiciado y condenado. Valois ad­juntó a su pedido una serie de cargos por traición a la patria, peculado por cuantía de millones de pesos, com­plicidad en el asesinato de Gaitán; , , , . • rolo de t i Espectador, reproducida en por delitos atroces contra Colombia abril 29 de 1962

122 Rojas .Ante el Senado... p. 398.

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y contra la dignidad de la persona humana y por violación de la Constitu­ción Nac iona l , e n t r e otros . Al no prosperar la denuncia en la Cáma­ra, Valois aprovechó sus intervenciones en el pro­ceso contra Rojas para enjuiciar al gobierno de Laureano Gómez.

En el curso de las au­diencias, el vocero de la defensa, en carta dirigida a éste último, le manifes­taba: La nación y la justi­cia quieren es un enjui­ciamiento de la dictadu­ra en sí como sistema y usted que es su progeni­tor y fundador, que ejer­ció sin ningún título legí­timo el poder dictatorial, debe ser el primero en

, . . . 124

comparecer al juicio De esta manera, el voce­ro de la defensa del Ge­neral logra darle altura política al juicio, o como él mismo alegóricamente lo manifestara: "Ha­gamos la audiencia en el Capitolio y no en un corral de novillos" . Ha­ciendo un recuento histórico de los otros Presidentes colombianos lleva­dos ante el Senado, Valois encontró que habían sido juzgados por golpes de estado o por rebeliones y no por "minucias de declaraciones de ren­ta" . Le preguntaba el vocero de Rojas a los jueces del Senado: "Qué habría pasado si se procesa al Señor General Rojas Pinilla por el delito

Rojas y su defensor Carlos V. Rey

123 Valois Arce Daniel. Enjuiciamiento de l a u r e a n o Gómez. Bogotá, Sociedad Editorial Pérez Días, 1959.

124 Ibid. p. 67. 125 El Colombiano, febrero 5 de 1959, p . 1 y 13. 126 Rojas Pinilla ante el Senado... p. 300.

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de rebelión; o por el delito del golpe de estado del 13 de junio? El mismo responde: "Habría sido necesario analizar la situación de la autoridad que en esos momentos regía en Colombia...habría sido necesario establecer pre­viamente la legitimidad del mandatario que el mismo sustituyó" . Valois no entendía que se hicieran ese tipo de procesos en Colombia sin tener en cuenta los demás actores. Consideraba que si lo que se pretendía era curar al país de la t remenda llaga de las dictaduras era necesario tomar el fenómeno integralmente, enjuiciarlo en su totalidad y no epiloga-men te . Para Valois, Laureano Gómez había ejercido el poder sin título

legal. El liberalismo, la mitad del país, según él, no reconoció los resultados electorales que lo eligieron como Pre­sidente, también lo desconoció gran parte del conservatismo. Es decir, en la interpretación de los hechos que hacía el vocero del acusado, Gómez había asaltado el poder "sin título le­gal, con sangre, incendios, devasta­ciones, emasculaciones, destruccio­nes en masa, iniquidades de las peo­res clases, destrucción de periódicos, incendios de mansiones. Así ese títu­lo no vale, ni moral ni legalmente. Allí comenzó la dictadura, honora­bles senadores y señores miembros del j u rado"

Las intervenciones de Valois Arce estimularon a Rojas. El acusado fue convirtiéndose poco a poco en acusa­dor; le fue dando a sus intervenciones el carácter de su propia defensa: lan­

zó violentos ataques contra el Frente Nacional; se dedicó a justificar su obra de gobierno, en particular destacó los logros en el plano de las obras públicas. En ese orden, el General aprovechó la opor tunidad para ex-

Caricatura de El Colombiano, febrero 17 de 1959, p. 5

127 Ibid. p. 301. 128 Ibid. p. 307. 129 Ibid. p. 309. 130 La UPI informó al mundo: "El propio Rojas batió todos los records de oratoria,

hablando 40 horas, el doble que su acusador y más eme cualquiera otra de las partes que intervinieron en el juicio. (Véase El Colombiano, marzo 18 de 1959, p. 20).

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plicar minuciosamente sus actividades como pacificador y "reformador social", demostrando su contribución al progreso de la República. Rojas culpó a la oligarquía y a su insensibilidad social por haber dejado su go­bierno como una obra inconclusa. Para el exgobernante aquella era la verdadera culpable, y no él, de la crisis social sobre la cual se edificaba el Frente Nacional.

Las acusaciones del procesado, del defensor y del vocero dirigidas contra el establecimiento se ganaron la simpatía de unas barras al princi­pio hostiles contra ellos. Cuando apenas se iniciaban las audiencias, la viuda de Gaitán le solicitó por escrito al procesado revelar cuanto supiera del asesinato de su esposo. Por toda parte se propaló la especie de que Rojas diría en el curso del juicio quién había sido el autor intelectual de la muerte del caudillo popular. La presencia de la esposa del mártir y de su hija entre las barras del Senado, colmó el evento con un misterioso encanto de popularidad. Fue como si Rojas, Rey y Valois se sintieran íntimamente respaldados en la conciencia de las barras. Por ello, habla­ban para ellas y no para los Senadores. Sin el entusiasmo creciente de la gente agolpada a las orillas del Salón Elíptico, el proceso hubiese sido sórdido. En una entrevista, 13 años después, Rojas afirmaría: "Mi Movi­miento para la reelección nació en las barras del Senado"

El proceso contra Rojas fue sus­pendido abruptamente cuando acu­sado , de fenso r y vocero l og ra ron convertir el evento en un foro abier­to de enjuiciamiento al nuevo esta­blecimiento en general. Sobre todo cuando Rojas estaba fundamentan­do graves acusac iones con t r a sus propios jueces. Al momento de reti­rarse el j u r a d o a deliberar en sesión privada el 17 de marzo, los Senado­res Independientes leyeron una am­plia y enérgica constancia. En ella, los parlamentarios declaraban abste­nerse de intervenir en el episodio fi­nal "de un proceso de carácter polí-

Reproducciones tomadas de la revista Estampa

131 Revista ARCO, Bogotá, número 142, noviembre de 1972, p. 50.

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tico, manchado con la violación de las leyes y de la equidad" . Los Independientes fijaron su protesta ante la forma cómo se cerraba el proceso, arrebatándole al acusado su derecho de defensa. En la madru­gada del 18 de marzo, el Jurado Senatorial profirió el veredicto condenatorio contra el expresidente:

Portada de la revista Estampa

lo. Declárese indigno al acusado Gustavo Rojas Pinilla de las anotaciones personales conoci­das, por mala conducta en el ejercicio del cargo de Presidente de la República. 2o. Condénese al acusado a la perdida perpetua de los dere­chos políticos a que se refieren la Constitución Nacional y la Ley Penal, quedando, en conse­cuencia, en interdicción de derechos y Juncio­nes públicas y privado de la libertad de elegir y ser elegido, del ejercicio de cimlauier otro de­recho fxrlítico, función piíblica u oficial de los grados militares, de toda pensión, jubilación o sueldo de retiro de carácter oficial, así como del derecho de ejercer tutelas y curadurías y de per­tenecer a los cuerpos armados de la República, lo mismo que incapacitado para adquirir cual­quiera de los dereclws, empleos oficios, calida­des, gracias o grados mencionados. 3o. Molifiqúese y remítase copia de esta sentencia a la honorable Cámara de Refrresentantes y al órgano Ejecutivo Nacioncd para que la haga cumplir, de acuerdo con el artículo 613 del C. de P.P. El Presidente, Edgardo Manotas Wil-ches. El Secretario, Jorge Manrique ' ' .

Sin embargo, el mismo vicepresidente de la Comisión Instructora del

Senado, Bernardo Ceballos Uribe declaró que el fallo proferido por la

Cámara Alta del Congreso era nulo y carente de todo valor jurídico. El

Parlamentario opinó que el acusado hubiera podido demostrar su ino­

cencia si se le hubiera permitido proseguir la autodefensa. Ceballos con-

132 Véase la prensa nacional del 18 de marzo de 1959. La constancia fue firmada por Manuel Bayona Carrascal, Hernando Sorzano González, Roque Julio Oí ti/. Duarte, Carlos del Castillo Isa/a y Luis Torres Quintero.

133 Rojas Ante el Senado... p. 77.

124

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sideró que el Senado había violado todas las normas procedimentales condenando a un acusado sin haberlo escuchado

Muchos años después, José Vicente Sánchez, otrora ideólogo de La Reconquista, sintetizó así ese momento histórico:

Dos cargos se le hicieron a Rojas: el de abuso de autoridad, relacionado con insinuación a las autoridades aduaneras de Buenaventura para que entregaran al importador unos bueyes traídos de Centroamérica por el señor Carlos Barcaza, y el de concusión fundado en la propuesta telefónica al Gerente de la Caja Agra­ria en el sentido de que prestara a algunos colonos dinero destinado al pago de parcelas que él, el General Rojas Pinilla, les vendería de sus fincas de Aguachica. La Cámara envió dos acusadores ante el Senado, los Representantes Emiliano Guzrnán Larrea y Antonio José Uribe Prada, liberal y conservador alvarista respectivamente. Uno debía formalizar la acusación por el abuso de autoridad y otro por concusión ' ' .

Y Daniel Valois Arce, el futuro anapista que interviniera como vocero de la Defensa en el juicio contra Rojas, alcanzó a decir:

Qué vamos a hacer, señores miembros del jurado, si dentro de cien años nues­tros descendientes, al estudiar la historia, encuentran que después de 10 años de violencia desatada apocalípticamente por todos los campos, por todas las veredas, se procesa a la "dictadura " por un contrabando, por un problema de unos novillos cuya importancia resulta impresionantemente inferior a los 200 mil y más campesinos que se llevó arrasadorarnente la violencia creada por la tesis de los "hechos cumplidos", del "atentado personal", de "la acción intrépida", del millón ochocientas mil cédulas falsas del liberalismo camufla­do de comunismo"? ' .

3.3. ALBORES DEL ROJASPINILLISMO

El año de 1959 fue clave para el futuro político de Rojas. Al someter a un riguroso Análisis de Contenido 19 de las intervenciones de Rojas a pro­pósito del juicio, nos encontramos con un discurso difuso, abigarrado y

134 El Colombiano, marzo 19 de 1959, p. 1 y 19. 135 Los Caminos de la Libertad. Debate sobre la Moral Administrativa. Palabras del H.S.

José Vicente Sánchez en Sesión del Senado de la Repiíblica el 19 de abril de 1977. Folleto de divulgación sin lugar y sin edición.

136 Rojas ante el Senado...p. 336.

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complejo . Las representaciones que corresponden a sus argumentos de ahora nada tienen que ver con la simpleza de sus manifestaciones de los inicios del régimen militar. En lo heterogéneo de su contenido radi­caba la fuerza del discurso de 1959. Se trataba de la canalización de un discurso populista. Hacia allá evolucionaba el pensamiento de Rojas, ha­cia formas concretas y resueltas del modelo político-populista. Si bien algunas de las medidas como gobernante tuvieron semejanzas con ciertos rasgos que caracterizaron por entonces a las democracias populistas del "tercer mundo" , las particularidades del desarrollo político, las condicio­nes económico-sociales que vivía el país y la formación mental de Rojas Pinilla no permitieron que su gobierno fuera en realidad la expresión del popul ismo colombiano, no obstante que el discurso conciliatorio y me-siánico del General atrajo a aquellos sectores que venían abriéndose paso en la política desde los años 30 y que al coincidir con el credo gaitanista habían quedado acéfalos después de la muerte del caudillo en 1948. Si al popul ismo gaitanista llegaban liberales, en el que convocaba Rojas con­fluían además teóricos conservadores, socialistas no marxistas, cristianos y gentes sin partido que llevaban bajo el brazo idearios extractados de modelos tercermundistas en boga, pero filtrados y decantados según las condiciones e idiosincracia del país. Se trató de postulados y prédicas que el discurso del régimen militar permitió ventilar, pero que no lograron convertirse en la expresión de ese gobierno.

Rojas, fogueado por las vicisitudes de su propia experiencia llegaría a los años 60 apropiándose del arsenal de dispositivos del popul ismo para la práctica de su nuevo proselitismo. Sin avanzar hacia conceptua-lizaciones teóricas, su populismo promet ía ser ante todo un popul ismo político, es decir, un mecanismo de cooptación convertido para su caso en una concepción de hacer la política. En su inesperado periplo por el p o d e r presidencial, part icularmente por haberlo padecido sin la expe-

137 El Análisis de Contenido consiste en la selección de una serie de conceptos (unida­des, términos) claves en los textos de los documentos con sus respectivas frecuencias de utilización en el volumen general de la información que se disponga y con el propósito de minimizar el subjetivismo de su comprensión resultante del análisis cualitativo anterior. Este método cuantitativo permite el establecimiento de la esta­bilidad y de las proporciones entre temas o problemas determinados, dándole a la investigación un carácter socio-lingüístico. La técnica del "Content-Análisis" com­prende: 1. La selección de las unidades del análisis; 2. La búsqueda de sus indicadores en el texto de los documentos; 3. El tratamiento estadístico. Ver ampliamente: Ayala D. César A. "El Discurso de la Conciliación. Análisis cuantitativo de las intervencio­nes de Gustavo Rojas Pinilla entre 1952 y 1959", en: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Departamento de Historia Universidad Nacional. Nos. 18-19, 1990-1991, p. 205-244.

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riencia del político profesional, aprendió de él las maneras de hacer la política en Colombia. Se acercaba el General a la década siguiente con un ropaje de argumentos que, si bien conservaban los elementos claves de la estructura de su discurso de los años 50, hacia el futuro serían aceptados por aquellos sectores que i r remediablemente irían a ser in­capaces de competir bajo las libres reglas de juego de la modernidad . Ahora es el pueblo y no los partidos, el pueblo y no las Fuerzas Arma­das, el pueblo y no Dios, el pueblo como única apelación para el regreso al poder . El Rojas de este momento no está p reocupado por someter su historia y la del país a su nueva manera de pensar. Como político en cierne ha ganado en capacidad de maniobra, sus argumentaciones se modifican a tendiendo al flujo de los hechos y circunstancias. Si en su gobierno los héroes de la Independencia Nacional fueron erigidos en paradigmas históricos utilizados como inst rumento de persuasión para la conciliación, en 1959 Rojas apela paradójicamente a Jorge E. Gaitán y a Alfonso López Pumarejo. Sin dejar de tener un pensamiento con­servador, empieza como a rescatar un ideario social de estirpe liberal que empezaba a extinguirse en medio del impetuoso desarrollo que promovían los gestores del Frente Nacional. Es cuando Rojas le mani­fiesta al pueblo colombiano haber realizado, en la práctica política de su gobierno, los principios básicos de la prédica gaitanista de los años 40: "la sustitución del país político por el país nacional" ' . En ese mo­mento , el del juicio ante el Senado, Rojas reviste su discurso con lajerga de combate que había identificado al gaitanismo: "Por la restauración moral y democrática" o "El pueblo es superior a sus dirigentes" Cuando el Senado lo condena a la pérdida de sus derechos políticos, Rojas Pinilla lanza un Manifiesto a los colombianos que culmina con el siguiente llamado: "El Pueblo por encima de las oligarquías"

Para Rojas, Alfonso López Pumarejo inició la reivindicación social de Colombia, enfrentándose por primera vez a las oligarquías y llevando a cabo una reforma tributaria a favor de los trabajadores ".El General se proclama, entonces, heredero de la lucha gaitanista y de las transforma­ciones de "La Revolución en Marcha". En las invocaciones al viejo lopis-m o y al p rograma gaitanista, Rojas buscaba las fuentes útiles para la

138 Rojas ante el Senado...p. 473 v 837. 139 Ibid. ¡). 800 140 Ibid. p. 802 v 837. 141 Ibid. p . 867. 142 Ibid. |>. 692.

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reorientación y adaptación de su pensamiento a una nueva etapa política que entonces se vislumbraba incierta.

3.4. LA RECUPERACIÓN DEL DISCURSO LIBERAL

Pasado el juicio contra Rojas, la atención del Congreso se concentró en la discusión final de una Reforma Constitucional que aspiraba a instaurar la alternación de los partidos en la Presidencia de la República por un perío­do de 16 años, como último paso en la configuración del Frente Nacional. Al contrario de lo esperado, el núcleo de los Independientes no ofreció al proyecto gubernamental la resistencia doctrinaria de los tiempos del ple­biscito. Los argumentos de entonces hubieran constituido una firme pla­taforma para el lanzamiento de una nueva oposición. Irónicamente, las prédicas que dejaran de lado los señores de La Reconquista, las que tam­bién fueron propias del viejo liberalismo, son recuperadas y remozadas por Alfonso López Michelsen, Director del Semanario La Calle. Por eso no es casual que su organización política haya sido bautizada con el nombre de "Movimiento de Recuperación Liberal" MRL. El Director del nuevo Se­manario, se apropió del tema relacionado con el derecho a la oposición del que tanto hablara Álzate en las campañas electorales de 1957 y 1958. López profundiza en el problema, reflexionando sobre él en México, país que ofrecía un modelo de integración política bastante sugestivo. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), iluminaba al futuro líder. Desde allá, en agosto de 1958 escribe una carta-testimonio que, si bien revela esa in­fluencia, no hace menos evidente su conocimiento de lo que estaba ocu­rriendo en Colombia. López oportunamente intercede por la reincorpora­ción a la vida nacional de todo el mundo, sin excepciones, saliéndole al paso a los discursos excluyentes pronunciados por todos los bandos políti­cos en los debates del Parlamento. El Director de La Calle se declara ser­vidor de la causa de la integración nacional y llama al regreso de la totalidad de los colombianos al nuevo ordenamiento, prometiendo restablecer el principio de la igualdad de oportunidades . En consecuencia La Calle se opondría a la alternación. Esta conveniente salida de López colmaba en norabuena a la corriente de opinión liberal que empezaba a liderar. Esta vez se diferenciaba de los Independientes en su negativa rotunda a la alter­nación, mientras que estos se acercaban a aquel en sus juicios sobre la esencia del Frente Nacional. Invitaba López a aprender a gobernar con la

143 López M. .Alfonso. Colombia en la Hora Cero. Proceso y Enjuiciamiento del Frente Nacional. Bogotá, editorial, Tercer Mundo, 1963, p. 186 y siguientes.

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oposición, abogaba por los protestantes, por los comunistas, por los violen­tos y, lo más interesante, por los adversarios del Frente Nacional. Llegó a sostener que el más grave de "nuestros problemas políticos... es el de cómo crear un estatuto de constitucionalidad y legalidad para la oposición, venga esta de donde viniere, que la reincorpore a la vida pública, dispensándola de la necesidad de recurrir a los golpes de estado o la insurrección multitu­dinaria, como únicos medios eficaces de propiciar el cambio de los hom­bres y de los sistemas" .Se refería sin lugar a dudas, al 2 de mayo de 1958 y al 9 de abril de 1948.

Por su parte, Nieto Rojas, observaba que el régimen del Frente Nacio­nal había evolucionado hacia el sistema totalitario dirigido desde la presi­dencia de la República. Anotaba que a partir de su instauración, pertene­cer a él era condición indispensable para desempeñar cargos públicos o para tener derecho a los beneficios del gobierno, con tal de no ser perse­guido como enemigo de la paz, del progreso y del entendimiento patrióti­co. Demostraba Nieto cómo quienes se habían opuesto al nuevo pacto político estaban sufriendo la persecución estatal, los denuestos de los pe­riódicos oficialistas, la negación de sus derechos, etc.

Para López Michelsen, la conversión del Frente Nacional en part ido político era la debilidad mayor de la "Segunda República", puesto que el respaldo a ella no se hizo originalmente desde posiciones partidistas. En su carta-manifiesto, el director de La Calle prevenía a los liberales que le acompañaban en el Semanario, y que venían presionando para que el Frente Civil evolucionara en un clásico partido burgués, acerca del si­guiente peligro: "...puede estar avanzando la garra de un part ido de la burguesía, calculador y frío, que tiene a su servicio el antiguo país políti­co, la gran prensa, la Iglesia y el capitalismo nacional y extranjero que no desdeñan la oportunidad de participar en ningún movimiento reacciona­rio" . Con ese texto, López desparroquializa la discusión del momento y la unlversaliza; demuestra el equívoco en que se encontraban los Inde­pendientes del Parlamento al considerar el establecimiento de la Segun­da República como una revolución por el hecho de haber dirigido sus primeros pasos contra "la orientación cristiana, republicana y democrá­tica que caracterizó al país hasta el 10 de mayo de 1957" .En sus inicios, quienes como López habían coadyuvado al nacimiento de la Segunda República, en realidad la concibieron a la manera revolucionaria que la

144 ibid. p. 189. 145 Nieto Rojas J.M. Proceres de la Segunda República...p. 265. 146 López M.A. Colombia en la Hora Cero...p. 209. 147 Nieto Rojas J.M. Proceres de la Segunda República...p. 273.

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concebían los Independientes. Eljefe de La Calle consideraba, incluso que ese nuevo orden estaba destinado a incorporar ampliamente a los ciuda­danos que coloboraron con el régi­men de Rojas; vislumbraba un territo-

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n o c o m ú n para las di ferencias Tanto López como los Independien­tes c r i t i c a b a n al n u e v o e s t a b l e ­cimiento, pero mientras estos se afe­rraban al pasado, el pr imero tenía en su cabeza el mundo contemporáneo, veía en el horizonte el país del futuro. En su carta, López argüía que el obje­tivo de la paridad no era distribuir por igual el presupues to entre dos partidos, sino entre el gobierno y la oposición. Es decir, garantizarle a la

oposición un estatuto de igualdad con el gobierno Si en las anteriores campañas electorales —las de 1958— fueron los

conservadores de La Reconquista quienes le imprimieron a los debates altura filosófica, esta vez ese terreno fue invadido por los liberales que rodeaban al hijo de Alfonso López Pumarejo. Se trató de un discurso diáfano, sin contradicciones y, además, sin las pretensiones de volcar las estructuras del país a la manera de una revolución social que se identi­ficara con las famosas de entonces. López hablaba para salvar, reforzar y garantizar el éxito del nuevo orden. Gracias a esta nueva palabra, el libe­ralismo recobra por arriba el aliento popular que por abajo había sucum­bido en la esperanza truncada de la muerte de Gaitán y en el posterior respaldo al gobierno militar. Empezaba así la década de los sesenta, con ella i r rumpe un nuevo discurso llamado a encauzar las coi tientes disper­sas del liberalismo. Cualquier intento de volver a figurar el liberalismo popular gaitanista ' sería ahogado por la generación del Semanario La

148 López M.A. Colombia en la Hora Cero...p. 204. 149 Ibid. p. 211. 150 La corriente que colaborara ron el gobierno de Rojas pasó a ser conocida con el mole

de leniejista. En un intento de reorganización se lanzan en mayo de 1958 contra la altemabilidad de los partidos v a favor de una lucha orientada a la solución de los problemas sociales. Son ellos: Georgina Ballesteros di' Gaitán, Carlos V. Rey, v Jorge Villaveces. Véase La Calle, mavo 23 de 1958, p. 6

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Calle que, sin apelar a sus maneras de hacer la política le arrebataría a los gaitanistas rojistas el adjetivo de "popular" para adjudicárselo a su proyecto modernizador. En La Calle se condensa, o mejor, encuentra el tímido proceso de secularización — que abría paso como necesidad coti­diana— sus mejores defensores e impulsores:

es necesario dejar claramente establecido que para el equilibrio de las fuerzas encontradas que existen en toda sociedad, el liberalismo popular aboga por un entendimiento dinámico, que permita la renovación de los programas y los hom­bres, mediante la fórmula liberal que consiste en el sometimiento a la voluntad de opinión, en el respeto al derecho de las minorías y en la tolerancia con las opiniones ajenas, dándoles oportunidad no solamente de expresarse sino de po­nerse en práctica, cuando quiera que cuentan con el respaldo popular '' .

Pero el discurso surgido de esa especie de nuevo liberalismo de La Calle, no convocaba sólo a las huestes que se consideraban de origen liberal. López invitaba a todos los inconformes con la situación social de Colombia a constituir un Comando Nacional que, formulando una polí­tica de fácil comprensión para el pueblo, reviviera la mística en la política de entendimiento. Llamaba a que el liberalismo comprendiera al socia­lismo, al comunismo y a los distintos grupos conservadores; proponía elaborar una plataforma electoral para 1960 que imitara El Plan de Marzo de Uribe, donde éste había fijado un derrotero al partido en hora de

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desconcierto, orientándolo hacia el socialismo .

4. EL REJUVENECIMIENTO DE VIEJOS DISCURSOS

Los llamados v quejas que los reconquistadores reclamaron en sus pasadas campañas electorales daban sus frutos: volcaron a su eterno adversario, a gran parte de él sobre el fin social de la política. Los liberales agrupados en La Calle participaron en las elecciones de 1960 con el nombre de Libe­ralismo Popular. Como lo había recomendado su ideólogo, el nuevo mo­vimiento lanzó un programa político electoral eme se divulgó como "Plan de Enero. Salud, educación v techo (SET) para el pueblo colombiano". Fórmula que volvía a poner de nuevo los mojones del liberalismo a la iz­quierda. Cualquier discurso con pretensiones de llegar al pueblo tenía que superar o por lo menos tener en cuenta el Plan de Enero.

El Plan de Enero se dividía en tres partes: el programa político, la cuestión económica y la cuestión social. En la primera parte, el documen-

151 López M.A. Colombia en la Hora Cero...p. 26S. 152 Ibid. p. 269.

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to advierte como principal problema el de la concordia y el entendimien­to entre los colombianos y propone como solución apelar a los conteni­dos del liberalismo tradicional que, según se lee, prevé "el respeto y la tolerancia para con las opiniones ajenas, el acatamiento y la voluntad de las mayorías en el gobierno de opinión y el sometimiento a las reglas del j uego democrático" etc. En este punto, el plan desvirtuaba los temores que sentían los conservadores independientes por el advenimiento de una hegemonía liberal: "El liberalismo prohija el que exista para todos los partidos la oportunidad de poner a prueba las doctrinas en el manejo de la cosa pública" . El Movimiento se comprometía a impulsar una reforma constitucional encaminada a dar representación en las Corpora­ciones a los partidos minoritarios sin voz en ellas; al mismo t iempo reite­raba su oposición a la alternación, considerándola como un procedi­miento que perpetuaría en el poder a quienes tenían el usufructo del Frente Nacional. En el segundo aparte el Plan anuncia la realización de una reforma agraria destinada a fomentar la explotación de la tierra y a precipitar la parcelación de los latifundios. Más adelante, los ideólogos del Movimiento, entre ellos el líder popular Alfonso Barberena, le agre­garían al texto lo siguiente:

Proponemos cpie no se limite a un simple plan de parcelaciones sino a una reforma agraria elaborada con la intervención de los campesinos, a una reforma agraria dinámica que comprenda no solamente la división de los latifundios, sino la extensión del crédito, la formación de cooperativas de distribución de semillas y de maquinaria y todos los aspectos técnicos que requiere un paso seme­jante que no puede dejarse fracasar... .

En la cuestión social declara que la salud, la educación y el techo (SET) se constituirían a partir de entonces en los objetivos inmediatos del liberalismo popular. Para tal logro prometía luchar para que el Estado se fuera haciendo cargo de sus costos. El documento enfatizaba en la nece­sidad de socializar la medicina y se comprometía tanto a intervenir en la producción y distribución de las drogas como a velar por la defensa de los consumidores ". Señalaba que los seguros sociales se reorganizarían y servirían aplicados y extendidos a todo el país para facilitar la afiliación de todo el mundo . También proponía el establecimiento de impuestos indirectos sobre los consumos suntuarios: bebidas alcohólicas, cigarrillos

153 LópezM.A. Colombia en la llora Ccro...p. 27 154 Ibid. p. 273. 155 Ibid. p. 303. 156 Ibid. p. 273.

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extranjeros, cosméticos y perfumes, paños, telas de lujo, pieles, joyas, etc. Aspirando a llegar a las capas medias y al sector obrero, el documento , en su tercera parte, habla de la prohibición de la huelga en los servicios públicos, de la legalización de las huelgas de solidaridad, la prohibición del paralelismo sindical con el fin de obtener la unidad de la clase obrera y una reforma sustancial del Código del Trabajo enderezada a suprimir la cláusula de reserva, el contrato presuntivo a corto plazo, a afianzar el fuero sindical, etc.

Incorporados los anteriores puntos al primer programa del liberalismo de La Calle, quedaba sin piso el discurso de los Independientes eme se nutría ante todo de la política benefactora del régimen de Rojas. En reali­dad, la prédica de los Independientes se identificaba con las necesidades del pueblo; se dolían de que el pueblo hubiera salido perdiendo en la ins­tauración del nuevo orden, pero la protesta apenas pudo condensarse en una propuesta detenida en el pasado. En cambio la gente liberal de La Calle, arrebatándole los temas populares al discurso conservador de estir­pe rojaspinillista, llevaba la política colombiana hacia el futuro.

La generación de La Calle se propuso recuperar los monumen tos doctrinarios de su colectividad. Le interesó la herencia ideológica de Uribe, mas no su personalidad. Lo mismo ocurrió con Gaitán. El Movi­m i e n t o Lopis ta r e c u p e r a sus pro­puestas programát icas , pero no su conducta en la plaza pública. En un discurso pronunciado en las puertas de 1960, En la pr imera Convención de su Movimiento , Alfonso López Michelsen diría: "..La plataforma del Colón, conocida con el nombre de Plataforma Gaitán, conserva la totali­dad de su vigencia y sigue siendo la a sp i r ac ión del p a r t i d o . En conse­cuencia, os vamos a p r o p o n e r que sea aprobada tal como quede» apro­bada en el Teat ro Colón antes que se abatieran sobre nuestra colectividad

todos los in fo r tun ios de estos 10 „I57

La recuperación de los símbolos liberales

157 Ibid. p. 302.

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planes de recuperación liberal, propuso volver a las reivindicaciones de La Revolución en Marcha. En potencia éste sería el mito fundador del MRL. Retomaba para el part ido los mitos que habían sido abandonados po r la cúspide del liberalismo en el poder y que amenazaba Rojas con tomarlos para su resurrección.

Sin duda, el programa del futuro MRL fue posible gracias a la radica-lidad con que el sector independiente juzgaba al Frente Nacional. Era un programa con futuro, porque había sido capaz de sintetizar profundas aspiraciones populares. Aunque La Calle refutaba sin cesar los plantea­mientos de los Independientes, el amplio respaldo electoral que obtuvo Jorge Leyva en su candidatura de 1958 ha debido acelerar el proceso de maduración de las tesis que propusiera López Michelsen. Los 614.861 votos por Leyva que se debieron al esfuerzo conjunto de valeneistas, unionistas y de disidencias laureanistas podrían significar poco frente a la gran votación por Lleras, pero ponían a pensar en el futuro del Frente Nacional, en su funcionamiento, en los socios conservadores. Por eso la división conservadora invadía todo el ambiente de la política nacional: laureanismo, ospinismo, valencismo, alzatismo y, el leyvismo configura­do después del 4 de mayo de 1958 '' .

Los laureanistas disfrutaban aún del reconocimiento del liberalismo como socio mayor del Frente Nacional. Los valeneistas, a pesar de los avalares de que fueron víctimas, continuaban —avanzado 1958— respal­dando al gobierno del que esperaban les tuviese en cuenta. Los viejos reconquistadores o Independientes habíanse reblandecido un poco. La mayor parte de ellos se distanciaba de las virulencias de Leyva, aunque los seguidores del quehacer político nacional los ubicaban sin ninguna intermediación en las filas del rojaspinillismo. Leyvismo y alzatismo esta­ban en la oposición, pero los Independientes alzatistas habían empezado a ejercerla con moderación. Después del respaldo que obtuviera Leyva en las elecciones presidenciales, el nuevo jefe conservador se dedicó a pregonar por todo el país las tesis antifrentenacionalistas. Su discurso no sufrió alteraciones, alertaba sobre el peligro de una eventual desapari­ción del conservatismo ante el control total del poder por parte de los

158 Después de las elecciones presidenciales, algunos destacados dirigentes locales siguieron las orientaciones radicalmente contrarias al Frente Nacional de Jorge Leyva. Entre ellos se encontraban: Manuel Bayona Carrascal elegido en marzo de 1958 como Senador por Norte de Santander con votos laureanistas; José A. Castañeda Sánchez Representante a la Cámara por Tolima, también laureanista, con la mayor votación conservadora en su Departamento; José Ramírez Castaño, Representante valencista del mismo Departa­mento y Arcesio Dorado quien se presentó en 1958 como candidato a la Cámara de Representantes por la lista de los valeneistas de Nariño.

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liberales. Seguía firme en la idea de no colaboración con el gobierno y de no convivencia entre los dos partidos.

A pesar de las querellas, en noviembre de 1958 tuvo lugar un acerca­miento entre las corrientes de Valencia y Gómez, que reseñaron los pe­riódicos como "La unión del oro y la escoria". Este intento de unión fue posible gracias a la disposición del valencismo para participar en el go­bierno y a la necesidad que tenía el laureanismo de encontrar aliados en el Congreso. Para la unión conservadora, Laureano ofrecía ampliar su directorio con dos valeneistas que designaran los parlamentarios de esta agrupación. El caudillo no tenía en cuenta en su propuesta a los seguido­res de Leyva y Álzate, acusados de rojistas. La unión de los sectores Va­lencia-Laureano no prosperó. El grupo mas cercano a Valencia, el ospi­nismo, se declaró reacio a transigir con los laureanistas. Por eso La Calle tituló así uno de sus reportes: "¿La Unión sin Ospina?" ' . Guillermo León Valencia y sus amigos prefirieron reunirse en un "Comité Consul­tivo Conservador" que examinó las circunstancias políticas del momento y decidió mantener su adhesión al espíritu del Frente Nacional, a su po­lítica de entendimiento de manera independiente al laureanismo ' . Sin embargo, en 1959 el curso de la política depararía otro comportamiento. Ante el resquebrajamiento de la buena imagen del sistema del Frente Nacional se había desmembrado —como lo anotamos— un brazo político que le salía al paso a cualquier discurso democrático de la oposición con­servadora. Esto habría de influir en la decisión que tomaron los congre­sistas Independientes a principios de 1959 de solicitarle a Gilberto Álzate Avendaño su regreso de España. Le daban cuenta al Mariscal del desequi­librio económico que vivía Colombia y de la necesidad de presentar pro­gramas que beneficiaran al pueblo ' . Los Independientes le pidieron a Álzate ponerse al frente del conservatismo. En realidad, su ausencia du­rante todo el período en que se debatió el proyecto de la alternación debilitó la lucha política de los reconquistadores, a ello se sumaron la desaparición de Diario de Colombia que dejó a los ideólogos de La Re­conquista sin vocero; la campaña de desprestigio a la que habían sido sometidos por el nuevo establecimiento a través de todos sus medios; el desgaste físico y moral que les produjo resistir al proyecto irreversible del Frente Nacional y, finalmente, las nuevas circunstancias políticas que obligaban a quienes aspiraban a ocuparse de la política en el futuro a aceptar las nuevas reglas del juego.

159 La Calle, noviembre 14 de 1958, p. 6. 160 La República, diciembre 3 de 1958, p. 1. 161 Ibid.

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Acudir a Álzate como par de López Michelsen era una opción inteli­gente. Aquel había iniciado la polémica eme ahora le daba frutos a López. En la carta de respuesta a sus amigos Independientes, el líder conserva­dor no demuestra haber seguido de cerca en España la evolución del discurso político colombiano: "...la política colombiana adolece de un grave anacronismo y todos sus movimientos parecen tener a la postre un signo regresivo. Asomarse a ella con espíritu crítico es como un aterrizaje forzoso en el siglo XIX" . Álzate escribía que la mentalidad de las clases dirigentes colombianas además de sus preocupaciones y pasiones, sus tópicos y doctrinas, su estilo polémico, el vocabulario, etc no servían para afrontar los conflictos del país que precisamente atravesaba "una crisis de crecimiento y ha hecho de pronto su ingreso en el mundo" ' '. Este pun to era más un mensaje para los mismos destinatarios de su carta que un juicio justo sobre la clase diligente colombiana en general. Álzate planteaba desde España preocupaciones que también afrontaban los li­berales de La Calle. Planteamientos que, de haber sido expuestos en el país hubiesen coincidido con el contraproyecto al Frente Nacional que estaba promoviendo López Michelsen.

Si confrontamos la carta de Álzate publicada en el Semanario conser­vador La Gente, en marzo de 1959, con el Plan de Enero ventilado desde los finales del mismo año, podríamos asegurar que el segundo documen­to es la respuesta al pr imero. Álzate planteaba los problemas, López pre­sentaba las soluciones. Escribía Álzate a los Independientes como dándo­les una lección:

Se me ocurre pensar que ese desgaste orgánico y esas crisis que se han vuelto crónicas se debe a que existe algo así como una revolución demorada y frustrada sin darle a este término deshonrado por la demagogia un sentido catastrófico...se trata de poner en orden del día el Estado, para que en su recinto quepa holga­damente el país, con sus dimensiones y realidades presentes. Así terminaría esta discordancia entre las palabras y las cosas, las ideas y los hechos, las instituciones y las costumbres. Esa es la tarea de una generación en la lucha contra los inte­reses creados, los nuevos y los viejos mitos, para precaver una recaída en el caos y darle a nuestro pueblo una forma de vida más segura y más justa ' .

162 Citado por Ocampo Marín H. En: Gilberto Álzate Avendaño. Armenia, editorial Quingrálicas, 1977, p. 126.

163 Ibid. 164 Ibid. p, 129. Entre los destinatarios de la carta de Álzate figuraban José María Nieto

Rojas, Luis Torres Quintero, Humberto Silva Valdivieso v Carlos Arturo Torres Po-vecla.

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RESISTENCIA Y OPOSICIÓN AL ESTABLECIMIENTO DEL FRENTE NACIONAL

Álzate se lamentaba de la pobreza en la que —según él— habían caído los colombianos; hablaba del desequilibrio entre sus ingresos y el costo de vida; sostenía que el proletariado y la clase media no podían a tender a la subsistencia familiar con la moneda envilecida, el trabajo escaso v los precios inaccesibles . Varios meses después, en un discurso pro­nunciado en el Teatro El Buho, ante la Comisión Preparatoria de la pr imera Convención del liberalismo de La Calle, López Michelsen ha­blaba como si tuviera en cuenta la preocupación de Álzate: "Al consti­tuirse en derechos de todos los habitantes de Colombia tres capítulos tan importantes del presupuesto familiar como la salud, la educación y el techo, se producir ía-automáticamente un alza del salario real v las clases obrera, media y campesina podrán encauzar sus ingresos a la satisfacción plena de otras necesidades, como el al imento, el vestido y la cultura y aún podrán dedicar parte de ellos al ahor ro" . Álzate re­novaba sus denuncias acerca de la apropiación del Estado por parte de los grupos de presión. Se quejaba el político caldense de que el Estado no fuera utilizado como instrumento para planificar la producción y mantener el pleno empleo y para corregir las injusticias sociales y ayu­dar a los de abajo. López de una vez planteaba el correctivo. Para él, el Estado tendría la obligación de hacerse cargo de la salud, la educación y el techo de toda la población. El programa del liberalismo popular volvía a colocar el Estado al servicio del pueblo; tendría que regresar Álzate al país para enterarse de que el país sí había avanzado.

Es de advertir que si bien los Independientes le habían pedido a Álzate ponerse al frente del part ido conservador, en su carta de res­puesta, el dirigente político le da a sus planteamientos una dimensión suprapartidista; al igual que López, hablaba de todos los colombianos, atrás había quedado su llamado al "godo raso". Ambos proyectos anti-frentencionalistas, el de López v el de Álzate, coincidían en su concep­ción amplia de la política. Ambos aspiraban a rejuvenecer sus colectivi­d a d e s . Se p r e s e n t a b a n a n t e la c l a se d i r i g e n t e del pa í s c o m o reequil ibradores sociales ".

165 Ibid. p. 127. 166 López Michelsen A. Colombia en la l lora Cero... p. 276.

Álzale Avendaño regresó al país el primero de octubre de 1959. til órgano del ospinismo La República cubrió así los actos de bienvenida: "Álzate viene con una palabra que ha llegado y continuará llegando a la conciencia popular". Véase La República, octubre 1 de 1959, p. 1.

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4.1 . LA DIVISIÓN CONSERVADORA

Los Independientes no buscaban la unión total de la comunidad conser­vadora. Pensaban ante todo, en fortalecer el sector antilaureanista. En las vísperas de una Convención Nacional Conservadora promovida por los senadores Luis Torres Quintero y Hernando Sorzano, y que recibió la bendición del valencismo y del ospinismo, los Independientes enviaron cartas a Leyva, Urdaneta Arbeláez, Valencia, Álzate y Ospina invitando a la unión. Ospina Pérez respondió indirectamente a través de unas decla­raciones desde Medellín. Descartó la unión concebida como entrega incondicional a uno de los grupos de su partido. Insistió en que la unión se hiciera en torno a una total adhesión a la doctrina conservadora y no a nombres . Curiosamente, las disidencias de ambos partidos, el lepismo y el ospino-alzatismo en formación, coincidían en que sus colectividades no debían girar alrededor de un jefe. Era más una forma de enfrentarse con las viejas direcciones que una verdad. Conocían las tendencias cau-dillistas de la cultura política colombiana. De igual manera, estas dos vertientes apelan a los documentos programáticos aprobados por sus co­lectividades entre 1946 y 1947 en un mismo escenario: El Teatro Colón. Ospina invitaba a volver a los contenidos de la Convención Nacional Con­servadora de 1946 en que se hablaba de levantar el nivel de vida de las clases trabajadoras en las ciudades y en los campos, defender el poder adquisitivo del salario con el abaratamiento de la vida, dignificar y hacer más fecundo el trabajo humano con métodos científicos, establecer la j o r n a d a máxima y el salario mínimo en donde las circunstancias lo per­mitan, fomentar las edificaciones baratas para combatir el analfabetismo, procurar la defensa de la mujer y del niño, especialmente en las clases trabajadoras, hacer que la propiedad cumpla su función indispensable, fijar los deberes de los patronos y obreros y perfeccionar la organización sindical con el elemento de defensa de la clase obrera, apartándola de la intervención en la política militante, que la desvirtúa y corrompe K. El ospinismo reafirma su vocación conciliatoria. Su jefe que tajante ante las tesis de un régimen hegemónico, encontró, más que en las otras épocas las razones para instaurar un gobierno de reconciliación nacional que contara con la colaboración de todos los sectores políticos. Pero Ospina, al igual que López Michelsen, consideraba que el Frente Nacional no estaba funcionando conforme había sido concebido: "Una cosa es la co­laboración de los partidos y otra la unión de los grupos que detentan el

168 La República, octubre 14 de 1959, p. 1 y 8.

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poder" ' . Asimilando el nuevo establecimiento como una sociedad anó­nima con su respectivo gerente y auditor, consideraba el expresidente que el partido conservador estaba llevando la peor paite, incluso por tener en cuenta el propio gobierno a un solo sector de esa colectividad. Eran, según Ospina, remanentes de gobiernos hegemónicos en la admi­nistración de Lleras ("amargo.

Como en 1946, el Teatro Colón sirvió de recinto para las deliberacio­nes de la Convención Conservadora del 24 de octubre de 1959 y, como en 1951, Ospinismo y Alzatismo volvían a acercarse. Los convencionistas que coincidieron en la necesidad de unirse estaban convencidos que so­lamente derrotando al laureanismo podrían reclamar el derecho consti­tucional de concursar en el gobierno, no "en condición subalterna", sino en igualdad de derechos. En otras palabras, la Convención de Octubre indicaba que el alzatismo aceptaba las reglas del juego y se encaminaba al poder junto con sus antiguos socios ospinistas. No se podría reducir la renovación de la alianza del jefe caldeóse a la consideración de los aspec­tos políticos. Sus concepciones doctrinarias también habían vuelto a identificarse, uno v otro se empeña­ban en adoptar pa ta su part ido los postulados y la práctica política de la Democracia Cristiana, vigentes en los países desarrollados.

La Convención eligió como direc­tores nacionales del conservatismo a Mariano Ospina Pérez, Gilberto Alza-te Avendaño y a Jorge Leyva, lo que fue entendido como el logro de la uni­dad del partido. La Asamblea decidió acatar las normas del plebiscito, apo­yar la alternación pero al misino tiem­po señaló que por estar mal ejecutada la reforma plebiscitaria y mal condu­cido desde el Ejecutivo el entendi­miento entre los partidos, el conser­vatismo se colocaba en la oposición al gobierno ' . La Convención Nacional recomendó la organización federativa

Mariano Ospina Pérez. [Archivo de Antonio haza ]

169 Ibid. 170 Véanse los materiales de la Convención Conservadora

de 1959. en La R e p ú b l i c a , o c t ü

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del partido para los asuntos propios de cada Departamento y la escogen-cia de los candidatos a los cargos de representación popular, de confor­midad con los estatutos de las localidades. Enfatizaron los convencio-nistas su rechazo al sistema de jefaturas únicas o supremas dentro de su propia organización por considerar esta práctica ajena a los principios del partido. Estas resoluciones del evento fueron posibles gracias al peso que tuvieron los líderes regionales en la organización de la Asamblea. Descollaron los dirigentes Luis Torres Quintero de Boyacá y Hernando Sorzano de Santander, cuyo trabajo fue reconocido así: "Fueron estos jefes del oriente los verdaderos campaneros de la unión y los más desve­lados y tesoneros portavoces del pueblo — escribía el editorialista de La República— imbuidos del desespero de las masas, con una patética y de­sinteresada porfía transmitieron a los directores de la colectividad la or-, : j • ' "171

den imperiosa de umon Con la Convención de Octubre,

el conservatismo avanza hacia la de­mocracia interna del part ido. En cada Depar tamento los conserva­dores pueden convocar sus conven­ciones y elegir sus directores sin la mediación de sus jerarcas de la ca­pital; autónomamente podrán sor­tear sus representantes a las Corpo­raciones Públicas. El conservador sería, a partir de ahora, un partido ágil y moderno, "desestalinizado", como lo quería Álzate.

Poco tiempo después, al declararse Jorge Leyva adverso a la nueva orientación del partido, Ospina y Álzate dirigieron a sus copartidarios, el 14 de noviembre de 1959 (desde entonces empezó a hablarse de ospino-alzatismo), un Manifiesto político que ratificaba las resoluciones de la Convención de Octubre. Los dos jefes defendieron la legitimidad de la oposición como "órgano de la soberanía del pueblo". Declararon que la dirigían no contra la vigencia de las nuevas instituciones, sino contra la manera como estaban siendo interpretadas, aplicadas y desfiguradas. Consideraron necesario señalar que su oposición se ejecutaría dentro de la Constitución y la ley

Ospina y Álzate. Foto de La República, octubre 26 de 1959, p. 3

171 Ibid. p.4. 172 Gilberto Álzate A. Obras Selectas, p. 176.

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Mas que enemigos del Frente Na­cional, la nueva alianza se ofrecía co­m o fó rmula salvadora. Es t imaban que un eventual fracaso de ese expe­r imento llevaría al país a la revolu­ción anárquica o al golpe de esta­do .E l Manifiesto le comunicaba a la militancia de todo el país que el conservatismo había incorporado a su ideario los postulados de la Demo­cracia Cristiana. Con ellos el partido recogía para sí la filosofía de la perso­na humana, el respeto a la dignidad eminente del trabajo y la tutela del Estado sobre los de abajo. Es decir, todos los elementos claves para el lo­gro de una justicia social. A diferen­c ia d e las p a s a d a s c o n t i e n d a s electorales, en esta Álzate no apela al estrecho margen del godo raso sino que llama a participar en el debate a los obreros y los campesinos, a las masas en general. Ahora el llamado no es exclusivo al hombre del campo. Incluso invita a participar en la política no a la mujer de las aldeas, como en 1958, sino a las mujeres colombianas en general. El Documento ela­borado por los jefes de dos corrientes diametralmente opuestas en 1958, muestra que existían más puntos comunes entre sus cúspides que entre quienes se reclamaban doctrinarios: los reconquistadores y los laureanis­tas. Es bueno anotar que para el caso del conservatismo, las bases mos­traban mayor vocación a la unidad que a la dirigencia del partido ' .

Así como los liberales del Movimiento de La Calle, convocando a toda Colombia a seguirle, no renunciaban a que gente de su part ido llevara la batuta del país, tampoco Ospina y Álzate renunciaban a su gente y a su colectividad: "Nosotros solicitamos la beligerancia mental de las juventudes de derecha, su presencia activa en la política, ya que tienen que asumir desde ahora responsabilidades y deberes" '"'. Ambas

Mariano Ospina Pérez. [Archivo de Antonio haza]

173 Ibid. Esto coincidiría un poco después con la defensa que hiciera Lope/ Micbelsen de! 1'lan de Enero ante los miembros de su partido.

174 Recuérdese que más del 50% de los votos conservadores del 16 de marzo de 195cS favorecieron las listas laureanistas; empero cuando Gómez rompió los pactos, nume­rosos conservadores de ese sector respaldaron a Jorge Leyva, el candidato de unión.

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agrupaciones convocaban a la juventud de sus partidos, aunque quienes lo hacían no eran precisamente jóvenes. Tanto los ospino-alzatistas co­mo los de La Calle eran en realidad jóvenes en ideas, pero no tanto en edad. De haberse aplazado la caída de Rojas, la generación de La Calle no hubiese podido aparecer fácilmente simulando juventud. En el libe­ralismo más que en el partido contrario , la circulación de las élites estuvo represada desde la pérdida del poder en 1946. Muchos de sus ideólogos venían de un exilio obligado o voluntario. El propio director de La Calle frisaba los 45 años.

4.2. LAS ELECCIONES DE 1960

Difundido el Manifiesto de Noviem­bre, divulgado un poco después el Plan de Enero del Movimiento de La Calle, se encendió el debate electoral, definitivo para el futuro del Frente Nacional y sobresaliente por la movili­zación de las ideas. Jorge Leyva y sus seguidores fueron los únicos que in­tervinieron contra todo el sistema del Frente Nacional. La coalición fue de­fendida por el laureanismo y por el li­beralismo oficial que lideraba Carlos Lleras Restrepo.

Lo novedoso de la campaña lo constituyó la incorporación oficial de los principios de la democracia cris­tiana contemporánea al partido con­servador. Ospina y Álzate recorrie-

EL TIEMPO

r Campaña Electoral en 'Aifiches

-su suvorn

175 Ibid. 176 Un año después de la primera edición del semanario La Calle, un grupo de jóvenes

conservadores sacó a la luz pública el periódico La Gente. A diferencia del primero, este defendía sin condiciones el Frente Nacional. Aunque los muchachos de La Gente venían de diferentes toldas conservadoras, prevalecía en ellos el espíritu laureanista. Les irradia­ban influencia los hombres jóvenes que acompañaban al viejo caudillo: Su propio hijo Alvaro Gómez Hurtado y el político antioqueño Belisario Betancur. El Semanario era dirigido por Alberto Dangond Uribe. En sus páginas se entreve un deseo de los coluin-nistas por hacer aparecer el periódico como el contrasemanario de La Calle. La Gente se mantuvo hasta marzo de 1959. Es posible que el reagrupamiento del ospino-alzalismo y sus tesis promulgadas en La República los haya opacado.

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La propaganda del ospino-alzatismo

ron los fortines de su part ido predi­cando la buena nueva, que a su vez se legitimaba en las oraciones de los líderes locales. Dejaba así el ospino-alzatismo sin discurso a jo rge Leyva, quien en sus t iempos de candidato p regonó que de llegar al poder pon­dría en práctica las tesis de la demo­cracia cristiana.

Los conservadores habían habla­do siempre de democracia cristiana. En su gobierno, Ospina solía cubrir­se con ella para la fundamentación de sus argumentos políticos. Sin em­bargo , nunca coincidió su prédica con los frutos reales que cosecharon d u r a n t e los gobiernos conservado­res. En cambio, en el tránsito a la nueva década, la exhortación a se­guir tales postulados tenía el encanto de una noble convocatoria. El Frente Nacional había p robado ya ser un sistema al servicio de los po­derosos de la economía; no tuvo la intención de cobijar bajo su man to la nación entera; se hacía evidente una desproporción numérica entre ricos y pobres . Colombia se acercaba aceleradamente a ese estado al que los ideólogos de la democracia cristiana prestaban su mayor aten­ción: el problema del pauperismo.

Como aspiraban los conservadores ospino-alzatistas a una amplia cooptación de votos, resultaba atractivo un programa político cimentado en la democracia cristiana que en sí no constituía un sistema político-ideológico concreto. Existían múltiples tipos de partidos demócrata-cris­tianos sin parecerse totalmente. La democracia cristiana era una amalga­ma de corrientes del pensamiento católico y como tal constituía una ven­taja política. En Colombia es difícil establecer el origen de la inspiración demócrata-cristiana de quienes la animaban. El más claro de ellos, Gilber­to Álzate Avendaño, había tenido la oportunidad de experimentar por sus varias estadías en España, la evolución del pensamiento conservador y en particular las realizaciones sociales de los partidos de esa familia política desde el poder en algunos países europeos. En la misma España el movimiento democristiano había avanzado significativamente para fi­nales de los cincuenta. Incorporar al partido conservador las banderas políticas de la democracia cristiana significaba modernizar al partido. Ese

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•A ALTERNACIÓN La propaganda del laureanismo

Portada de la revista Semana

paso quería decir que el conservatis­mo abandonaba las tesis en extremo nacionalistas de donde se había nutri­do a lo largo del siglo: Salazar, Primo de Rivera, Mussolini, Maurras e, in­cluso, Hitler. Por otro lado, se le ce­rraba así la posibilidad al país de te­ner un partido de esa denominación.

Con el nuevo paquete de argu­mentos, los ospino-alzatistas se lan­zaban al porvenir, mientras que los laureanistas continuaban en la tóni­ca contestataria de las anteriores elecciones. Ocupados en situar sus adversarios en los odios de su propio pasado, fueron incapaces de promo­ver un discurso comprometido con el futuro. Al contrario, Ospina y Ál­zate mostraban que su partido tenía capacidad de integrar a las nuevas generaciones. El nuevo discurso neutralizó a la juventud de La Gente y amenazaba con arrastrar a los vie­jos conservadores apegados al pasa­do, "...si algún sentido tiene mi pre­sencia en la política —decía Álzate— el ejercicio de una discreta influencia dentro del partido, es facilitar una transmisión del mando a la gente nue­va, y la formación de una clase dirigen­te menos deformada por el estilo elec­toral y más en consonancia con las exi-gencias de nuestro tiempo"

Aunque se le abonaba a Ospina haber sido uno de los artífices del pensamiento democristiano desde su gobierno, era a Gilberto Álzate a quien se le debía la divulgación de la

177 Gilberto Álzate A. Obras Selectas... p. 174.

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nomenclatura de esa corriente del pensamiento en el país. Los plantea­mientos que el fogoso líder venía ventilando desde 1957 no se podrían ubicar dentro del conservatismo clásico colombiano. Al contrario, llama­ba constantemente a reconstruir el orden y no a mantenerlo inalterable: "Los únicos conservadores son los reconstructores" ' , sostenía. Hay algo más importante todavía. Además de servir de eslabón de generaciones, lo era también en el plano ideológico. Tras él se enrumbaban al proceso de secularización política que vivía Colombia los conservadores que no veían más allá de los conflictos de la política nacional: sus seguidores, los Independientes.

El 20 de marzo de 1960 se realizaron las elecciones de mitaca. Se eligieron Representantes, Diputados y Concejales. El oficialismo liberal puso 1.106.678 votos; su disidencia 354.560. El ospino-alzatismo derrotó a sus contrincantes conservadores: 567.261 votos, contra 438.537 del lau­reanismo y 45.781 del leyvismo. Los conservadores en total alcanzaron 1.059.370 sufragios . Se convierten así los ospino-alzatistas en la prime­ra fuerza de esa colectividad. Alegarían ahora dos derechos: pr imero, ser los portavoces de la nueva doctrina conservadora y, segundo, ocupar el sitio de socios mayores en la coalición frentenacionalista.

Consideraron los ospino-alzatistas que su triunfo se debió, entre mu­chas razones a las siguientes: l o . La aplicación de las líneas trazadas por la Convención de Octubre de 1959 en lo referente a la organización fe­derativa del part ido y 2o. Al apoyo recibido de las masas campesinas. En señal de agradecimiento, el editorialista de La República escribió:

El partido conservador tiene un compromiso incalculable con las masas campe­sinas que aseguraron esta victoria que rebasa todos nuestros cálculos y nos colma de jubilosa esperanza. Debemos trabajar por ellas con abnegación, sin límites, mejorar sus condiciones sociales y procurar que los campesinos disfruten de las comodidades de las ciudades: energía eléctrica, agua potable, higiene, educación, deportes y créditos

La comparación de los votos conservadores de 1958 y 1960 nos per­mite hacer algunas observaciones: l o . Valeneistas y unionistas en 1958 lograron 602.844 votos. La cifra del ospino-alzatismo en 1960 fue de 567.261. Si a éste número sumamos los votos leyvistas del mismo año nos

178 Ibid. p. 166 179 Los resultados fueron consultados en: Francisco Rojas Scarpeta. El Sufragio y la

identificación ciudadana en Colombia 1959-1961. Tomo 2. Registraduría Nacional del Estado Civil. S.f.

180 La República, marzo 25 de 1960, p. 4.

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dará un resultado de 613.042 votos en extremo cercano a la votación conservadora obtenida en 1958 para la Presidencia de la República: 614.861. Lo que quiere decir que se mantuvo el electorado del unionis­mo. Votos que, según se prueba, no le pertenecían a Jorge Leyva sino a la disidencia conservadora antilaureanista y que habían tenido su origen en la votación por la Reconquista y por el valencismo en las elecciones de marzo de 1958.

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