RESPONSABILIDAD CIRUJANO I

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-Fallo en Extenso: Exptes. Libre Nº 472.151 - "B. de M. M. B. c/ Medicus S.A. y otro s/ daños y perjuicios" - CNCIV - SALA B - 08/04/2008 Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los 8 días del mes de abril de dos mil ocho, reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala "B", para conocer en los recursos interpuestos en los autos caratulados: "B. de M. M. B. c/ Medicus S.A. y otro s/ daños y perjuicios" respecto de la sentencia de fs. 704/717 el Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver: ¿Es ajustada a derecho la sentencia apelada? Practicado el sorteo resultó que la votación debía efectuarse en el siguiente orden Señores Jueces Doctores: MAURICIO LUIS MIZRAHI.- GERONIMO SANSO - CLAUDIO RAMOS FEIJOO.//- A la cuestión planteada el Dr. Mizrahi, dijo: I. Antecedentes La sentencia de fs. 704/717 rechazó la demanda promovida por M. B. B. de M. contra Medicus S.A. y el Dr. Jorge Fausto Ottini;; desligando consecuentemente de responsabilidad a la entidad citada en garantía "La República Compañía Argentina de Seguros Generales S.A.". Las costas del proceso se impusieron a la actora vencida.-

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-Fallo en Extenso:

Exptes. Libre Nº 472.151 - "B. de M. M. B. c/ Medicus S.A. y otro s/ daños y

perjuicios" - CNCIV - SALA B - 08/04/2008

Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a los 8 días del mes de abril

de dos mil ocho, reunidos en Acuerdo los Señores Jueces de la Excma.

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala "B", para conocer en los

recursos interpuestos en los autos caratulados: "B. de M. M. B. c/ Medicus S.A.

y otro s/ daños y perjuicios" respecto de la sentencia de fs. 704/717 el Tribunal

estableció la siguiente cuestión a resolver: ¿Es ajustada a derecho la sentencia

apelada? Practicado el sorteo resultó que la votación debía efectuarse en el

siguiente orden Señores Jueces Doctores: MAURICIO LUIS MIZRAHI.-

GERONIMO SANSO - CLAUDIO RAMOS FEIJOO.//-

A la cuestión planteada el Dr. Mizrahi, dijo:

I. Antecedentes La sentencia de fs. 704/717 rechazó la demanda promovida

por M. B. B. de M. contra Medicus S.A. y el Dr. Jorge Fausto Ottini;; desligando

consecuentemente de responsabilidad a la entidad citada en garantía "La

República Compañía Argentina de Seguros Generales S.A.". Las costas del

proceso se impusieron a la actora vencida.-

Contra el mentado pronunciamiento la demandante interpuso sus quejas a fs.

800/808; las que fueron replicadas por Medicus S.A. a fs. 818/820, y por el co-

demandado Ottini a fs. 822/826. La causa tuvo su origen en la demanda de fs.

110/134 por mala praxis médica, a raíz de la mastoplastia reductora secundaria

-practicada por el Dr. Ottini a la actora el 12-2-1998- empleando la técnica

"Pitanguy". Ello por presentar la paciente una mastomegalia y ptosis de las

mamas, con cicatrices viciosas emergentes de una anterior intervención

quirúrgica (ver fs. 615)). El objetivo perseguido con la operación fue reducir el

tamaño de aquellas y lograr su acomodamiento y elevación.-

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La actora, en sus agravios contra la sentencia desestimatoria, afirma que como

consecuencia de la intervención llevada a cabo por el Dr. Ottini le han quedado

dos mamas distintas y asimétricas. Una caída y la otra levantada; una más

grande y la otra más chica; y los pezones orientados en distinta dirección, y

ovalados en lugar de redondos (ver fs. 801 vta.). Agrega la quejosa que ella

jamás podía haber asumido el riesgo de "quedar peor" (ver fs. 803 vta.), de

manera que el daño concreto es "observable en cualquier persona común".

Entiende entonces la apelante que "el magistrado no puede prescindir del

resultado objetivo que tiene a la vista" (ver fs. 804 vta.); por lo que debe

prevalecer la "verdad jurídica objetiva", habida cuenta que "de la causa surgen

claramente los defectos de la praxis" (ver fs. 807 y 807 vta.). En definitiva,

postula la demandante que los encartados deben responder porque "la

obligación de los cirujanos especializados en cirugía estética es de resultado, y

no () de medios" (ver fs. 801 vta.); y que "ese es el criterio que predomina en la

jurisprudencia" (ver fs. 805), citándose incluso un precedente de esta Sala.-

II. La responsabilidad médica en las cirugías estéticas

Previo a analizar los agravios de la actora, estimo necesario efectuar el

encuadre jurídico de la cuestión y determinar así cuándo se configura la

responsabilidad médica en las cirugías estéticas.-

A pesar de las críticas de que fue objeto en nuestra doctrina la clasificación

entre obligaciones de medios y de resultado (ver, entre otros, a Borda,

Guillermo A., "Problemas de la culpa contractual", LL, 111-928; Acuña

Anzorena, Arturo, "Responsabilidad contractual por el hecho de otro", JA, t. 53,

secc. doct., p. 33; Belluscio, Augusto César, "Obligaciones de medios y de

resultado. Responsabilidad de los sanatorios", LL, 1979-C-19; Alterini, Atilio

Aníbal, "Carga y contenido de la prueba del factor de atribución en la

responsabilidad contractual", LL, 1988-B-947), es dable rescatar el valor de

dicha clasificación por la utilidad práctica y valor pedagógico que presenta; no

obstante su indudable relatividad (ver Bueres, Alberto J., "Responsabilidad

contractual objetiva", JA, 1989-II-964; Vázquez Ferreyra, Roberto A., "Daños y

Perjuicios en la cirugía plástica: obligaciones de medios o de resultado", JA,

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1995-IV-396; Prevot, Juan Manuel, "Obligaciones de medios y de resultado.

Revisión crítica de la clasificación", LL, 2007-B, ejemplar del 22-2-2007, p. 1).

Conforme a esta clasificación, si bien ya no se discute que en la

responsabilidad médica en general lo que interviene es una obligación de

medios pues el deber de responder se asienta en la culpa (responsabilidad

subjetiva), se han planteado algunas discrepancias en las cirugías estéticas no

terapéuticas, o sea cuando ellas apuntan al mero embellecimiento y tienen, por

ende, una finalidad puramente cosmética. Se sostuvo de este modo que se

tratarían de obligaciones de resultado, pues la ausencia en el paciente de un

estado patológico implicaría que, de no habérsele prometido un resultado feliz,

no se hubiera sometido al acto quirúrgico (ver Bustamante Alsina, Jorge,

"Teoría General de la responsabilidad civil", p

No coincido con la referida exégesis. Como lo he sostenido en otro precedente

(y que el apelante interpreta erróneamente a fs. 805 y 806 vta.), aún en las

cirugías de puro embellecimiento existe un álea -que por lo regular no

desconoce el paciente- conforme al cual es posible que no se logre el resultado

esperado, no obstante que el médico haya empleado en la intervención la

mayor de las diligencias. Asimismo, también destaqué que la ley 17.132 (art.

20, incs. 1 y 2) no establece distinción alguna según el tipo de operación; de

manera que en todos los casos el profesional asume una obligación de medios.

De ahí que -en uno u otro supuesto- no se descarta "la existencia de riesgos y -

por ende- no se alterará la naturaleza de la obligación asumida por el

profesional" (ver esta Sala, 23-11-2005, "Ayam, Alicia Mónica c/ Fernández

Humble, Raúl s/ Daños y Perjuicios", Expte. Libre Nº 390.230, con primer voto

del suscripto, publicado en Gaceta de Paz, Año LXXI, nº 3406, 27/4/2006, p. 1

y ss.; Infobae.com, del 13/2/2006; elDial.com AA3133 [Fallo en extenso: elDial

AA3133]; Uol Noticias, del 13/2/2006). Es verdad que la ciencia médica no

proporciona un conocimiento total y absoluto de las leyes naturales que regulan

el organismo, por lo que no es un dato menor la magnitud de lo desconocido y

la singularidad de cada paciente que arroja un cierto grado de incertidumbre

sobre los resultados finales de la intervención que realiza el facultativo. Ello es

así porque las reacciones del cuerpo humano -aunque respondan a un patrón

de conducta- son pasibles de imponderables que torna insegura toda

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conclusión. En consecuencia, bien se ha dicho que si planteamos que estamos

ante una obligación de resultado, se estaría aceptando que la promesa del

médico se efectuó en violación de la antes mencionada ley 17.132 (ver CN

Civ., Sala I, 30-3-1990, LL, 1991-A-142, voto en disidencia del Dr. Ojea

Quintana; CN Civ., Sala A, 7-12-1994, JA, 1995-IV-396; íd. íd., 16-7-2004, JA,

2004-IV-711, en ambos casos con primer voto del Dr. Molteni; Vázquez

Ferreyra, Roberto A., "Daños y Perjuicios en la Cirugía Plástica: Obligaciones

de medios o de resultado", JA, 1995-IV-396; y del mismo autor, "Ausencia de

responsabilidad de los cirujanos plásticos que llevaron adelante una cirugía de

nariz", JA, 2004-IV-714).-

De lo hasta aquí expuesto se desprende que los médicos que practican una

cirugía meramente embellecedora asumen una obligación de medios;

conclusión fundamental en lo que hace al factor de atribución aplicable (ver

Bueres, Alberto J., "Responsabilidad contractual objetiva", JA, 1989-II-964;

Vázquez Ferreyra, Roberto A., "Daños y Perjuicios en la cirugía plástica:

obligaciones de medios o de resultado", JA, 1995-IV-396). Ello hace que han

de jugar las reglas generales que apuntan a la responsabilidad subjetiva; lo que

significa decir que será la idea de culpa la que intervendrá, conforme a los

parámetros de los arts. 512, 902 y 909 del Código Civil. Sin embargo, soy de la

opinión que la diligencia y pericia que se exigirá cuando se practiquen actos

médicos -se traten o no de cirugías estéticas- presentará ribetes especiales. Es

que si bien hace ya más de un cuarto de siglo fue precisado que las ciencias de

la salud tienen sus limitaciones y que siempre existe un álea que puede

escapar a las previsiones más prudentes, se subrayó de todas formas que -

cuando interviene la vida o la salud de las personas- hay una natural

predisposición a juzgar con rigor la actuación profesional (ver CN Civ., Sala E,

19-12-1977, LL, 1979-C-20, voto del Dr. Cichero). En otras palabras, la

diligencia siempre se ha de apreciar con un criterio severo, de modo que no

existirá en esta materia exclusión de las culpas pequeñas. Ello es así porque al

estar en riesgo la integridad o el aspecto físico de un sujeto, la menor

imprudencia, negligencia o descuido más leves, tendrá una dimensión especial

que le ha de conferir una particular gravedad, susceptible de desencadenar la

responsabilidad profesional (ver Cám. Fed., Civ. y Com., Sala I, 10-8-84, ED,

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111-110 y LL, 1985-A-612, (36.757,S). En suma, lo que habrá que dilucidar

cuando se articule la responsabilidad de médicos, es si éstos han extremado

todas las previsiones y cautelas para evitar el resultado acaecido y que motiva

el reclamo del paciente.-

Es bueno resaltar que, en el caso de las cirugías puramente cosméticas, la

jurisprudencia y doctrina exige todavía apreciar con mayor severidad la

conducta del profesional dada la naturaleza y finalidad que dan origen estas

intervenciones -no están motivadas por una patología- y, además, teniendo en

cuenta la ausencia en general de grandes riesgos. No obstante, el mayor rigor

apuntado no ha de implicar mutar la naturaleza de la obligación; de modo que

acreditada la debida diligencia -la no culpa- no tendrá nacimiento la

responsabilidad galénica (ver CN Civ., Sala I, 30-3-1990, LL, 1991-A-142, voto

en disidencia del Dr. Ojea Quintana; CN Civ., Sala A, 7-12-1994, JA, 1995-IV-

396; Vázquez Ferreyra, Roberto A., "Daños y Perjuicios en la Cirugía Plástica:

Obligaciones de medios o de resultado", JA, 1995-IV-396) Ahora bien, a la luz

de lo precisado, se desprende que la sola existencia del daño no es suficiente

para provocar la responsabilidad de los profesionales que se ocupan de la

salud. Y aquí entran en juego dos cuestiones que deben deslindarse

cuidadosamente: la relación causal, por un lado; y la culpabilidad o el factor de

atribución, por el otro.-

La relación de causalidad -la imputatio facti- se presenta cuando un

determinado daño puede ser imputado objetivamente a una persona. Se trata

sólo de una cuestión material; sencillamente se verifica una relación causal

entre un antecedente y un consecuente y, en función de ella, se determina

entonces que el daño acontecido es consecuencia de un hecho determinado

(ver Carranza Latrubesse, Gustavo, "Responsabilidad médica y causalidad",

LL, 2003-E-1031; Orgaz, Alfredo, "La relación de causalidad entre el acto ilícito

y el daño", LL, "Páginas de Ayer", Nº 4-2003, p. 23 y sigtes.). Estaríamos en el

campo de la llamada iatrogenia que tiene lugar cuando el daño que sufre el

paciente acontece por obra del agente de salud. Sin embargo, si bien toda

mala praxis en general lleva implícita una iatrogenia, ésta no necesariamente

se ha de producir por aquélla. La patogenia o las consecuencias negativas que

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sufre el paciente podrán tener origen en su propia predisposición, constitución

o sensibilidad: vale decir, en sus factores individuales, de manera que la

intervención del galeno lo que hace es disparar o poner en marcha elementos

patológicos que hasta ese momento estaban latentes en aquél. No alcanzará

pues para responsabilizar al profesional cuando su conducta pueda calificarse

de inculpable por haber adoptado todas las diligencias que el caso requería

(ver "Diccionario de la Lengua Española", Real Academia Española, vigésima

segunda edición, p. 842).-

Empero, aún en el campo de la mera relación fáctica -y antes de ingresar a

considerar la cuestión subjetiva- habrá que tener cuidado en delimitar si una

consecuencia determinada tiene realmente su causa en el accionar del

profesional. Ello en razón de que, a tenor de la directiva del art. 906 del Código

Civil, no todas las condiciones necesarias de un resultado son equivalentes.

Causa de un daño es solo aquella que según el curso natural y ordinario de las

cosas es idónea para producir el resultado. Las demás condiciones, que no

producen normal y regularmente ese efecto, serán sólo condiciones

antecedentes o factores concurrentes (ver Bustamante Alsina, Jorge, "Teoría

general de la responsabilidad civil", novena edición, p. 270, Nº 590; Orgaz,

Alfredo, "El daño resarcible", ed. Marcos Lerner, p. 43; esta Sala, 5-4-1999,

"Tarrio Cabanas de Ludovico, Mercedes c/ Cabanne, Ana María s/ Daños y

Perjuicios", Expte. libre Nº 255.011; íd., íd., 23-11-2005, " Ayam, Alicia Mónica

c/ Fernández Humble, Raúl s/ Daños y Perjuicios [Fallo en extenso: elDial

AA3133] ", Expte. libre Nº 390.230, La Ley Online).-

Así las cosas, una vez que -en un supuesto dado- quedó establecido que el

daño tiene su causa en el obrar del médico, el paso siguiente es indagar si se

halla presente el factor de atribución culposo. Para ello tendremos que analizar

si un resultado determinado -el perjuicio padecido por el paciente- se imputará

subjetivamente a su autor. Por eso, a diferencia de la relación de causalidad

fáctica, en este caso estamos ante un concepto jurídico, pues hay que

investigar si se le impone o no a un sujeto la obligación de reparar el daño

sufrido por el otro. Nos hallaremos, por ende, en el campo de la imputatio iuris,

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en tanto habrá que saber si se hace responsable a alguien por el menoscabo

de que da cuenta quien articula el reclamo.-

Desde otra perspectiva, cabe resaltar que una labor fundamental del juzgador

en procesos como el presente es meritar las experticias practicadas en el juicio

ya que éstas devienen relevantes cuando se discute la responsabilidad de los

facultativos. Sin embargo, debe repararse que las conclusiones de los expertos

se han de evaluar según las reglas de la sana crítica (art. 477 del ritual) y la

libre convicción del juez, en atención a que las normas adjetivas no acuerdan el

carácter de prueba legal al dictamen de los peritos (ver esta Sala, "Tarrio

Cabanas de Ludovico, Mercedez c/Cabanne, Ana María", expte. libre Nº

255.011, del 5-4-1999).-

Conforme a los lineamientos expresados se han de analizar los agravios de la

actora a la luz del material existencial de la causa; aclarando desde ya que la

apelante expresamente ha admitido la naturaleza de obligación de medios que

asumía el facultativo de autos. Efectivamente, a tenor del consentimiento

informado que obra a fs. 81, la quejosa afirmó haber "tomado conocimiento

pormenorizado de cada uno de los eventuales riesgos", por lo que "no es

posible garantizar el resultado".-

III. Análisis de los agravios

La sentencia de primera instancia sustentó esencialmente su pronunciamiento

en el dictamen del Cuerpo Médico Forense obrante a fs. 613/626 y 688/689. Al

respecto, de entrada he de señalar que la presentación de la apelante ante

esta Alzada de fs. 800/808, en la que se pretende impugnar el fallo en crisis, es

muy dudoso que constituya una pieza agravios como lo quiere el art. 265 del

ritual; situación que ha determinado a los encartados a solicitar que se declare

desierto el recurso de apelación (ver los escritos de fs. 818/820 y 822/826). Es

que no se advierte que el libelo de la accionante realice un cuestionamiento

serio de las conclusiones periciales, ni tampoco se invocan razones de peso

por las cuales el juez de grado tendría que haberse apartado de lo dictaminado

por los expertos. Sin embargo, y en atención a la necesidad de salvaguardar el

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principio de defensa en juicio (art. 18 de la CN), no he de proponer que se

declare la deserción del recurso. Para así decidir, parto del criterio de que el

cumplimiento de los requisitos procesales del caso deben ponderarse con

tolerancia y según una pauta de amplia flexibilidad (ver al respecto mis votos in

re "Hinckelmann c/ Gutierrez Guido Spano s/ liq. de soc. conyugal" del

28/10/2005, ED 217-327, JA 2006-I-845, LL 2006-A-679; íd., en autos

"Menéndez c/ Alberto Sargo S.R.L. s/ ds. y ps." del 23/11/2005; íd., in re

"Berguer y otro c/ Periodismo Universitario S.A. s/ ds. y ps.", del 31/3/2006,

RcyS 2007-II-109. Ver, también, CNCiv sala E, del 24/9/74, LL 1975-A-573; íd.,

Sala G, del 10/4/85, LL 1985-C-267; íd., Sala H, del 15/6/2005, JA 2005, III,

Fascículo 12, del 21-9-2005, p.58; entre muchos otros).-

En lo que aquí interesa -la diligencia médica o su mala praxis- el Cuerpo

Médico Forense es terminante al afirmar que "no existe ninguna evidencia" que

permita concluir que la técnica fue realizada en forma inadecuada (respuesta

25, a fs. 619); que "en cuanto a la orientación de los complejos

areolomamilares, no se considera que el resultado sea objetable" (respuesta

26, a fs. 619); y que "la técnica era adecuada para el caso" (respuesta 4, a fs.

624). Sobre el punto -la falta de culpa de los profesionales médicos y las

técnicas acordes aplicadas en la especie que se certifica con el mencionado

dictamen- es innecesario acudir al peritaje practicado a fs. 409/424, por la Dra.

Hilda Susana Irureta. Es que la propia quejosa releva de esa labor al admitir

que ambas experticias (la de la citada Dra. Irureta y la del Cuerpo Médico

Forense) han sido "confeccionadas por especialistas en el tema y en el fondo

ambas coinciden" (ver fs. 802, 4? párrafo).-

La apelante hace mención en su escrito que el resultado negativo de la

intervención que se le practicara es "concreto y observable" (ver fs. 804 vta.);

que "basta con la sola observación de las fotos incorporadas al expediente" ,

para comprobar que "no se puede desconocer el estado antiestético en el que

quedaron las mamas"(ver fs. 806 vta y fs. 807, ambas in fine); y que es

indispensable hacer prevalecer la "verdad jurídica objetiva", ya que "los jueces

no pueden ser meros espectadores convalidantes de actos o hechos que no

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guardan coherencia jurídica ni fáctica con el caso a decidir" (ver fs. 807 y 807

vta.).-

Las expresiones de la quejosa no se compadecen con las constancias de

autos, pues no se puede echar mano a la "verdad jurídica objetiva" o invocar

dogmáticamente "que no se pueden convalidar injusticias", para dictar a la

postre sentencias arbitrarias; que es lo que en definitiva está proponiendo la

demandante. En efecto, por un lado cabe decir que de la causa no surge que el

presunto estado desfavorable en el que está la agraviada (según indica en su

presentación) se deba al obrar del co-demandado Dr. Ottini, dicho ésto en el

sentido puramente material. Adviértase que la reclamante fue objeto de una

anterior intervención quirúrgica de mamas en el año 1982 (ver fs. 409 vta.), que

dejaron cicatrices viciosas (ver fs. 615), o sea cicatrices que han producido

"deformidad o alteran el funcionalismo de la parte afectada" (ver fs. 420); de

manera que "el estado actual de las mamas de la actora tiene que ver con el

resultado de sus dos operaciones" (ver fs. 622, in fine).-

Asimismo, otro factor fundamental que ha influido de un modo decisivo -ajeno a

la labor médica- en el estado físico de la apelante, es el paso del tiempo. La

última operación se le realiza en febrero de 1998, la demanda recién se

promueve en octubre de 1999 (veinte meses después, ver fs. 134 vta.), y la

experticia se realiza en el 2003 (cinco años después de la intervención, ver fs.

626).-

Ahora bien, en el momento del examen por los profesionales médicos la Sra. B.

de M. tenía cincuenta años; y los expertos destacan los cambios morfológicos

que se producen en la mujer después de los cuarenta años, denominados

"premenopausicos" (ver fs. 423 vta.) que se "acompañan de aumento en la

flaccidez cutánea, atrofia mamaria y otros síntomas propios de la deprivación

hormonal" (ver fs. 625, pregunta 10). Entonces, "aunque la cirugía haya sido un

éxito el paso del tiempo influirá inexorablemente" (ver fs. 469 vta. y 616); de

donde se sigue que "el pliegue que se observa en la actualidad puede ser

producto del desplazamiento de los tejidos al ptosarse la glándula" (ver fs. 616,

respuesta 8). Vale decir, que el pliegue importante que presenta la mama

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izquierda, que no se observa en la mama derecha, es "producto de la flaccidez

actual de la piel de la actora en la zona" (ver fs. 617, pregunta 14), de modo tal

que la "ptosis mamaria y los cambios de forma en los complejos

areolomamilares pueden ser producto de la distensión evolutiva de la piel de la

paciente en relación a la edad, el tiempo transcurrido y las características

personales de su cicatrización y respuesta a la movilización de los tejidos" (ver

fs. 618, pregunta 22). En síntesis, "el estado actual de la paciente no refleja el

resultado inmediatamente postoperatorio. Teniendo en cuenta que se trata de

una mujer de 50 años de edad, se considera que la ptosis que actualmente

presenta se pudo producir con posterioridad a la intervención quirúrgica

realizada hace 5 años" (ver fs. 620, pregunta 29, y fs. 688, pregunta 4).-

Inclusive, y ya apartándonos de la cuestión fáctica (la relación de causalidad

material entre la actuación del médico y el estado en el que se halla la actora),

y aunque por hipótesis demos por sentado que tal relación de causalidad

existe, de todos modos la situación no ha de variar pues -como lo analizamos

en el acápite II del presente voto- es necesario además la presencia del factor

subjetivo, o sea la culpa en el obrar; y es ésta precisamente, como ya se vio, la

que fue descartada por las experticias de autos. Por lo demás, corresponde

destacar que en la especie no estamos ante una intervención quirúrgica

puramente cosmética; esto es, con un exclusivo fin de embellecimiento, sino

que también se apuntaba a corregir determinados defectos. Es que "al existir

cicatrices viciosas se considera que el procedimiento es reparador" (ver fs. 620,

pregunta 28); que cuando "las causales u origen de la cirugía es una

mastomegalia (mamas grandes) y ptósicas (caídas) con cicatrices previas,

siempre (las intervenciones) son de contenidos reparador y estéticos" (ver fs.

689, pregunta 7). En consecuencia, al calificarse de esa forma (operaciones

que contienen un aspecto reparador), no se discute que se aplican las reglas

generales en lo que hace al responder galénico (obligación de medios, con la

consecuente necesidad de que haya mediado un actuar poco diligente o la

impericia del profesional).-

A pesar de lo expuesto, aunque nos pongamos en la hipótesis -para satisfacer

a la quejosa- de que la operación tenía puros fines estéticos, el resultado del

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pleito hubiera sido el mismo. Ello es así porque en esos casos, según cierta

doctrina, a lo sumo se podría presumir la culpa del médico; culpa que en el

presente juicio no tendría lugar puesto que fue desechada por los dictámenes

agregados a la causa. Es que, claro está, las presunciones sólo pueden jugar

ante la falta o deficiente prueba, que no es lo que sucede en estos actuados; al

menos para comprobar la diligencia médica (ver Vázquez Ferreyra, Roberto A.,

"Daños y Perjuicios en la cirugía plástica: Obligaciones de medios o de

resultado", JA, 1995-IV-396).-

Acontece entonces que si la apelante y su dirección letrada estuvieran

presuntamente convencidos de que medió en esta causa una mala praxis

médica, no debían haberse limitado a alegar pareceres subjetivos o simples

generalizaciones. Tenían que haber acudido a una "contraexperticia"; esto es,

producir en el expediente -tras una impugnación en debida forma- un dictamen

serio de profesionales especializados, debidamente sustentado en

conocimientos técnicos y científicos, y mediante el cual se demuestre punto por

punto los errores incurridos por el Cuerpo Médico Forense y el uso inadecuado

de los conocimientos que hubiere hecho ese cuerpo. Sin embargo, esta

actividad ha brillado por su ausencia en el sub lite.-

A mayor abundamiento, he de mencionar dos aspectos más que sellan

fatalmente la suerte del agravio. Uno de ellos, es que obra en la causa una

experticia realizada por el Cuerpo Médico Forense. Y si bien esta Sala lejos

está de entronizar a los dictámenes que aquel cuerpo emite en "la categoría de

dogma de fe" (como ligeramente plantea la quejosa a fs. 802), es indudable

que tal entidad es un ente especialmente entrenado, y cuya imparcialidad y

corrección están garantizadas por normas específicas y por medios similares a

las que amparan la actuación de los funcionarios judiciales. Vale decir, que al

informe de este organismo se le ha atribuido mayor trascendencia que al

producido por un perito, habida cuenta de que se trata de un asesoramiento

técnico brindado por auxiliares de la justicia particularmente calificados (ver

CSJN, "Fallos", 299:265, Mosset Iturraspe, Jorge y Novellino, Norberto,

"Derecho de Daños. La prueba en el proceso de daños", ed. La Rocca, Buenos

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Aires, p. 401; Daray, Hernán, "Accidentes de tránsito", Ed. Astrea, Buenos

Aires, p. 304, n? 25).-

El otro aspecto a meritar es que la experticia de fs. 613/626 está suscrita por el

Dr. Esteban Garré ( y por lo tanto avalada y hecha propia por él, ver fs. 626),

que es nada menos que el consultor técnico de la actora. Y los consultores

técnicos, en el régimen procesal nacional, se erigen en verdaderos defensores

de la parte que los designan -presentando una figura estrictamente análoga a

la del abogado- en lo que hace al diligenciamiento de la prueba pericial (cfr.

CNCiv., Sala D, en autos "Miraglia C/ Rotela y ots.", del 14/11/2007, LL On

Line). Por lo tanto, entiendo inaudible que ahora venga la apelante a

controvertir lo que sostuvo su propio defensor.-

Como corolario de lo explicitado, he de proponer al Acuerdo la desestimación

del agravio deducido por la actora y la confirmación -en lo principal que decide-

de la sentencia de primera instancia.-

IV. Las costas A fs. 808 vta. la apelante requiere que, de mantenerse la

sentencia de primera instancia, se apliquen las costas en el orden causado.

Anticipo que he de proponer a mis colegas desestimar este agravio.-

Es que las costas son, sin duda, un corolario de la derrota en el pleito, y

tienden a resarcir al vencedor los gastos de justicia en que debió incurrir -en el

caso de los demandados- para sostener su defensa (cfr. CNCiv., Sala D, del

12/8/1976, LL 1977-A-433; íd., Sala F, del 23/4/1981, JA 1982-I-173). En

consecuencia, claramente se observará que la condena en costas tiene que ser

la regla, a la par que su dispensa la excepción; de lo que se sigue que el

apartamiento de esas pautas se justifica cuando median razones muy

fundadas. Esto es, que la exención tiene que apreciarse con un criterio

restrictivo (art. 68 del CPCCN);; lo que inhabilita en la especie a realizar

modificaciones en la imposición causídica, en la inteligencia que en la causa no

se presentan extremos que justifique dejar de lado la aplicación de los

principios generales. V. Conclusión Por las consideraciones fácticas y jurídicas

desplegadas a lo largo del presente voto, propongo al Acuerdo confirmar la

Page 13: RESPONSABILIDAD CIRUJANO I

sentencia apelada en todo lo que ha sido materia de agravio. Costas de la

Alzada a cargo de la actora vencida (art. 68 del ritual). Los Dres. Sansó y

Ramos Feijóo, por análogas razones a las aducidas por el Dr. Mizrahi, votaron

en el mismo sentido a la cuestión propuesta.-

Con lo que terminó el acto

Fdo.: Mauricio Luis Mizrahi.- Gerónimo Sanso - Claudio Ramos Feijoo.-

Buenos Aires, abril 8 de 2008.-

Y VISTOS: Por lo que resulta de la votación que instruye el Acuerdo que

antecede, se confirma la sentencia apelada en todo lo que ha sido materia de

agravio. Costas de la Alzada a cargo de la actora vencida (art. 68 del ritual).-

Teniendo en cuenta como se decide en esta instancia, difiérese la

consideración de los recursos de apelación interpuestos a fs. 721, 728, 730,

732 y 736/738, así como la determinación de los honorarios correspondientes a

la tarea desplegada en la Alzada, hasta tanto se encuentre notificado el Dr.

José Francisco Moglio de la regulación de honorarios practicada a fs. 717.-

Notifíquese y devuélvase.-

Fdo.: Mauricio Luis Mizrahi.- Gerónimo Sanso - Claudio Ramos Feijoo.//-

Citar: elDial - AA487F

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