Resumen de Antropología y Marxismo en Crisis de Ángel Palerm

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Diego Parejo Pérez Antropología de Orientación Pública 1 Resumen de Antropología y Marxismo en crisis, por Ángel Palerm En los años 70 la antropología y el marxismo estaban en crisis. De un tiempo a esta parte podemos decir que la antropología, aunque aún adolece de cierta crisis, ha conseguido superar la mayoría de sus males. ¿Qué podemos decir del marxismo? Para un activista marxista heterodoxo la crisis del marxismo se sigue planteando casi en los mismos términos que los planteó Ángel Palerm en 1978. Los nombres son nuevos, pero las teorías son viejas. El marxismo posiblemente siga en crisis, aún siendo capaz de explicar mejor que ninguna otra teoría social el desarrollo del sistema capitalista, la causa y los desastres de la crisis, es incapaz en su vertiente academicista de dar una respuesta a las necesidades sociales de la inmensa mayoría de la población. La ruptura entre teoría y práctica, que tanto preocupaba a Palerm, sigue encima de la mesa. La colección de ensayos de Ángel Palerm recogida bajo el título de Antropología y Marxismo, la cual abre el ensayo que voy a resumir a continuación, es precisamente la explicitación de esta problemática entre teoría y praxis social. Antes de comenzar, señalaré unos breves apuntes de la biografía de Ángel Palerm recogidos en el trabajo de Susana Glantz, La Heterodoxia Recuperada, una colección de ensayos de diversos autores y tendencias en torno a la figura de Ángel, sus preocupaciones, intereses y líneas de investigación trabajadas por él o que había comenzado a investigar. Palerm nació en 1917 en el seno de una familia acomodada -con relaciones con el clero y la burguesía local- de Ibiza. Sin embargo, toda su vida académica va a estar ligada al continente americano, en especial a México, donde llega como refugiado tras la Guerra Civil española y donde se casó con la también exiliada Carmen Viqueira. Palerm se posicionó del lado de la revolución desde temprana edad, primero en los círculos anarquistas de su isla y posteriormente en el movimiento comunista en Barcelona, donde luchó en el frente y fue herido como tantos. Llegó a la antropología desde la historia, disciplina que había comenzado a estudiar en el Estado español y que acabó en la Universidad Nacional Autónoma de México. La influencia de Pablo Martínez del Río fue fundamental para el paso disciplinar. Este profesor de la UNAM le recomendó que abandonara la idea de escribir su tesis sobre la Guerra Civil y se dirigiera a la antropología, disciplina en la que se introdujo en 1948 y en la que se doctoró con un trabajo sobre Las bases agrícolas de la civilización urbana en Mesoamérica. Palerm trabajo en la década de los 50 con antropólogos como Julian Steward o Isabel Kelly, haciéndose colega de antropólogos como Sidney Mintz o Eric Wolf -quien prologa el libro de Antropología y Marxismo-. La falta de oportunidades en México le hace emigrar a Estados Unidos donde trabaja en la oficina de bibliografía de la Unión Panamericana en Washington, pasando luego a ser ayudante ejecutivo de José

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Resumen del artículo Antropología y Marxismo en Crisis del antropólogo mexicano Ángel Palerm. El texto aborda la problemática explicada por Palerm del desarrollo del marxismo y la antropología durante el siglo XX.

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Resumen de Antropología y Marxismo en crisis, por Ángel Palerm

En los años 70 la antropología y el marxismo estaban en crisis. De un tiempo a esta parte

podemos decir que la antropología, aunque aún adolece de cierta crisis, ha conseguido

superar la mayoría de sus males. ¿Qué podemos decir del marxismo? Para un activista

marxista heterodoxo la crisis del marxismo se sigue planteando casi en los mismos términos

que los planteó Ángel Palerm en 1978. Los nombres son nuevos, pero las teorías son viejas.

El marxismo posiblemente siga en crisis, aún siendo capaz de explicar mejor que ninguna

otra teoría social el desarrollo del sistema capitalista, la causa y los desastres de la crisis, es

incapaz en su vertiente academicista de dar una respuesta a las necesidades sociales de la

inmensa mayoría de la población. La ruptura entre teoría y práctica, que tanto preocupaba a

Palerm, sigue encima de la mesa.

La colección de ensayos de Ángel Palerm recogida bajo el título de Antropología y

Marxismo, la cual abre el ensayo que voy a resumir a continuación, es precisamente la

explicitación de esta problemática entre teoría y praxis social. Antes de comenzar, señalaré

unos breves apuntes de la biografía de Ángel Palerm recogidos en el trabajo de Susana

Glantz, La Heterodoxia Recuperada, una colección de ensayos de diversos autores y

tendencias en torno a la figura de Ángel, sus preocupaciones, intereses y líneas de

investigación trabajadas por él o que había comenzado a investigar.

Palerm nació en 1917 en el seno de una familia acomodada -con relaciones con el clero y la

burguesía local- de Ibiza. Sin embargo, toda su vida académica va a estar ligada al

continente americano, en especial a México, donde llega como refugiado tras la Guerra Civil

española y donde se casó con la también exiliada Carmen Viqueira. Palerm se posicionó del

lado de la revolución desde temprana edad, primero en los círculos anarquistas de su isla y

posteriormente en el movimiento comunista en Barcelona, donde luchó en el frente y fue

herido como tantos. Llegó a la antropología desde la historia, disciplina que había

comenzado a estudiar en el Estado español y que acabó en la Universidad Nacional

Autónoma de México. La influencia de Pablo Martínez del Río fue fundamental para el paso

disciplinar. Este profesor de la UNAM le recomendó que abandonara la idea de escribir su

tesis sobre la Guerra Civil y se dirigiera a la antropología, disciplina en la que se introdujo en

1948 y en la que se doctoró con un trabajo sobre Las bases agrícolas de la civilización

urbana en Mesoamérica. Palerm trabajo en la década de los 50 con antropólogos como

Julian Steward o Isabel Kelly, haciéndose colega de antropólogos como Sidney Mintz o Eric

Wolf -quien prologa el libro de Antropología y Marxismo-. La falta de oportunidades en

México le hace emigrar a Estados Unidos donde trabaja en la oficina de bibliografía de la

Unión Panamericana en Washington, pasando luego a ser ayudante ejecutivo de José

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Antonio Mora, Secretario General de la Unión Panamericana. La antropología se cerraba

sobre la teoría y se proponía combatir al sistema que la enclaustraba desde sus propias

instancias, registrando una separación entre teoría y práctica, algo que a Palerm no le

convencía y dio el salto por ello a la Planificación Regional, que le permitía mantener el

contacto con la población y el campo en sus estudios, algo fundamental en la experiencia

vital del profesor. Los años 70 fueron los años de la lucha de Palerm por un instituto de

antropología independiente del Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en México. Así

surgió el Centro de Investigaciones Superiores, ligado nominalmente al ENAH, pero

independiente en la práctica. Allí Palerm dirigió el programa de Doctorado y se volcó en

introducir el marxismo y la obra de Marx a los jóvenes estudiantes y a romper con el enfoque

culturalista de Boas dominante. Su fallecimiento repentino sucederá en 1980, dejando sin

acabar su Historia de la Etnología y su revisión de Introducción a la teoría Etnológica. Entre

1946 y 1980 escribió más de 100 artículos, reseñas y libros en solitario o con diferentes

colaboradores como los colegas antes citados.

Habiendo reseñado más extensamente de lo que quisiera la biografía de Palerm podemos

pasar al resumen del artículo Antropología y marxismo en crisis, que recoge muchas de las

preocupaciones y momentos vitales del antropólogo mexicano de adopción. La crisis del

marxismo es mucho más profunda que la de la antropología, señala Palerm, pero ambas

son paralelas. A partir de ahí, rechazando las ideas de subsumir las ciencias sociales al

marxismo, como proponía la burocracia estalinista, o de la lectura y aplicación fiel de los

textos marxistas a la antropología, Palerm se pregunta qué ha hecho esta última por el

marxismo. Señala la edición de los Cuadernos Etnológicos por Krader y el papel que tuvo la

antropología en Marx para sacarlo de sus casillas euroccidentales y desarrollar sus ideas

sobre las formaciones socioeconómicas primitivas (Formen) que Palerm denomina

sociedades no occidentales y no capitalistas. Critica las fallas del trabajo de Engels, El

origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, hablando de la «dependencia del

pensador teórico de los productos de los científicos dedicados a la investigación concreta» -

crítica que posiblemente el alemán hubiera aceptado.

Para Palerm, la teoría marxista, a la luz de los textos etnológicos de Marx, es inconcebible

sin la antropología como lo es sin la economía política británica, la filosofía alemana o el

socialismo francés. La antropología es la cuarta pata del marxismo. Pero la publicación

tardía de los textos etnográficos de Marx impidieron una lectura en clave antropológica de

los textos editados centrados exclusivamente en el modo de producción capitalista. Junto a

esto, la división temprana entre antropología y sociología dejaba a los primeros el estudio

cultural de las sociedades no capitalistas mientras los segundos se dedicaban a la sociedad

burguesa. La neutralidad estricta defendida por los boasianos hacía imposible aceptar, nos

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cuenta Palerm, los textos más ideológicos y políticos de Marx y el debate fructífero con él,

cosa que sí ocurría en países como Alemania, donde se polemizaba con él. Palerm

enumera una lista de autores como Wittfogel, Cunow, Groesse, Thurnwald o Kirchhoff,

pertenecientes a lo que llama él escuela germánica, corriente de la antropología

centroeuropea.

La crítica a la mistificación del marxismo, su petrificación y conversión en dogma por el

estalinismo es uno de los orígenes de la crisis del marxismo -esta crisis también recogida

por Perry Anderson (Consideraciones sobre el marxismo occidental, 1975) lleva según el

británico a la separación entre teoría y práctica dentro del marxismo, desvinculándose los

teóricos de la práctica de la clase trabajadora por la asfixia del control de los partidos

estalinistas. Un debate entre Anderson y Palerm hubiera sido muy fructífero, en mi opinión,

llegando a conclusiones parecidas, remarcando las diferencias y ayudándose a superar los

obstáculos como el de Anderson a contemplar algo de desarrollo del pensamiento teórico

marxista por parte de autores hispanos, Palerm es la prueba, entre otros, de que lo hubo-.

Por otro lado, la crisis de la antropología que se desarrolla en los mismos momentos se

debe al apogeo de la escuela culturalista, que se ligó y puso al servicio del imperialismo

colonialista, convirtiendo la antropología en una ciencia pervertida y falseada, ayudando a

establecer formas de colonialismo y a combatir las luchas de liberación nacional. Citando a

Palerm: «la crisis de cualquier teoría comienza en el momento en que se utiliza para

justificar una praxis determinada. La teoría deja de ser crítica y de iluminar y guiar a la

praxis, convirtiéndose en una maquina tautológica de racionalizaciones, alternativamente

dogmáticas y oportunistas».

La crítica de Palerm al estalinismo sigue con la pretensión de este de reducir las ciencias

sociales al papel de servidoras del aparato ideológico y burocrático, al dogmatismo más

severo y a la interpretación oportunista de los textos consagrados. «Pero el viejo topo

continuó su trabajo a pesar de todo. Los marxistas críticos que sobrevivieron las purgas y

calumnias estalinistas, la persecución fascista y la corrupción burguesa realizaron la tarea

de mantener viva la tradición y preparar el resurgimiento del marxismo científico». Con

respecto a la antropología señaló que las etnografías clásicas procuraron eliminar la

descripción y el análisis de las relaciones entre dominados y dominadores, señalando como

ejemplo a Malinowski y sus Argonautas. A la antropología social británica le recuerda que su

crisis es «parte y reflejo de la crisis del viejo mundo colonial. No saldrá de ella mientras no

liquide críticamente la herencia colonialista en su teoría y en su praxis». Mientras reprocha a

Boas y sus seguidores la separación estricta entre política y ciencia que lo considera una

fuga de la realidad social, pese al calado antirracista de sus trabajos.

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Pese a las críticas a los antropólogos sociales y a la corriente culturalista, Palerm señala sus

puntos de encuentro con la teoría marxista en sus lecturas críticas de los clásicos, al igual

que señala la labor e importancia de los trabajos de esos antropólogos a pesar de sus

deficiencias.

Enfocando ya la última parte del artículo, Palerm resalta que toda teoría está destinada a ser

revisada, negada y sustituida. De una manera dialéctica plantea que «la ciencia como

abstracción sigue su marcha y en su camino van quedando las teorías, o sea las

expresiones histórico-concretas de la producción científica. Abusando de la metáfora puede

decirse que el camino de la ciencia está empedrado de buenas teorías, que han sido

sucesivamente planteadas, aceptadas, reformadas, desechadas y reemplazadas». Al mismo

tiempo que nos informa del peligro de la lentitud de la sustitución de una teoría por otra, que

es sinónimo de la gravedad real de la crisis disciplinar, llegando a una situación alarmante

en caso de vacío teórico. Estos cambios paradigmáticos nos señala Palerm no ocurren en el

vacío, siempre están “contaminados” por la totalidad de la vida social.

Aquí llega un punto de confluencia interesante entre Palerm y el antes citado Anderson.

Para Palerm la crisis de la antropología deviene del alejamiento de los teóricos de la

problemática social y su retroalimentación académica, de la ruptura entre la teoría y la praxis

-lo que le llevó a alejarse de la propuesta que le hizo Eric Wolf de pasar a ser profesor en

algún departamento de antropología de la academia norteamericana y le aproximó a la

planificación regional, como hemos visto en su biografía-. Para Anderson la ruptura entre

teoría y práctica es precisamente lo que ocurre con los marxistas posteriores a la generación

de Lenin, Luxemburgo y Trotski (pág. 35-63, 1975), algo que Palerm también referencia. El

retraimiento académico de los antropólogos corrió a la par que el de los marxistas. Los

primeros por las historias que se iban conociendo como el Proyecto Camelot, los segundos

por las asfixia estalinista de revueltas populares como la de Hungría en 1956 o la primavera

de Praga en el 68. La ruptura entre teoría y praxis llevó al surgimiento y manejo de las

teorías como modas, señala Palerm. El levistrosianismo, los althusserianos, la etnociencia,

el cultismo freudiano….

Las últimas páginas del ensayo son un alegato de Ángel Palerm de qué es la antropología y

cuál debe ser la praxis social de esta. Advierte que la necesidad de luchar por transformar la

sociedad es la función crítica de la ciencia social y que los antropólogos no pueden

quedarse en la investigación pura y la docencia universitaria, a cultivar lo exótico o a

satisfacer las necesidades del pasado. «La antropología moderna es una ciencia en sentido

estricto que tiene, sin embargo, un alto componente ideológico. […] El marxismo se ha

convertido en una ideología que tiene, a pesar de todo, un contenido científico valioso».

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Las consideraciones de Palerm en este ensayo y en el resto que componen Antropología y

Marxismo merecen ser leídas por las nuevas generaciones de antropólogos y marxistas. La

antropología ha conseguido ir saliendo de su crisis, escapando de su retraimiento intelectual

en la academia, gracias a la antropología aplicada, a la antropología comprometida y a la

antropología de orientación pública. Aún así, Thomas Eriksen señala en Engaging

Anthropology lo que es un hecho en muchos departamentos de antropología: la cerrazón en

banda y el interés por la teoría pura contra la que prevenía Ángel Palerm frente a la

aplicación práctica de la teoría antropológica. La crisis del marxismo está lejos de ser

resuelta, las teorías antiguas florecen como modas actuales, como señalaba Palerm, a las

que acogerse durante un tiempo y luego descartar. Un periodo como el actual de crisis

social debería permitir al marxismo reunir su teoría de nuevo con la praxis social de los

movimientos, pero esto nunca podrá realizarse si se los mira desde los altares de la

disciplina académica, si no se está dispuesto a dialogar. El marxismo, como la antropología,

necesita de su dosis de marxismo aplicado, marxismo comprometido y marxismo de

orientación pública.

Glosario

A continuación propongo para el glosario los conceptos siguientes:

Antropología: «la antropología no es una sociología comparada de las sociedades

sencillas, si tal cosa fuera posible, sino una disciplina dedicada al estudio científico de la

evolución, estructura y funcionamiento de las sociedades humanas. La diferencian, radical y

precisamente de otras ciencias, como la sociología, su enfoque universal, global y

evolucionista y su programa de trabajo, así como los métodos y técnicas que se derivan de

estos enfoques». Págs. 70-71.

Crisis de la antropología: «la antropología social británica se propuso un pacto fáustico

con el demonio del imperialismo capitalista, es decir, negoció la posibilidad de desarrollar la

ciencia social a cambio de entregar sus resultados a la administración del colonialismo, y

obtuvo así una ciencia pervertida y falseada» […] «la crisis actual de la antropología social

británica es parte y reflejo de la crisis del viejo mundo colonial. No saldrá de ella mientras no

liquide críticamente la herencia colonialista en su teoría y en su praxis». Pág. 58 y 61.

Crisis del marxismo: [Aunque se ajusta a más que el marxismo, sintetiza la cuestión] «la

crisis de cualquier teoría comienza en el momento en que se utiliza para justificar una praxis

determinada [la dominación ideológica y acallamiento de la disidencia en la URSS]. La teoría

deja de ser crítica y de iluminar y guiar a la praxis, convirtiéndose en una maquina

tautológica de racionalizaciones, alternativamente dogmáticas y oportunistas». Pág. 58.