Resumen de La Obra

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Miln Kundera

(Brno, actual Repblica Checa, 1929) Escritor checo nacionalizado francs de amplsima proyeccin y fama internacional. Tras la invasin rusa de 1968 perdi su puesto de profesor en el Instituto Cinematogrfico de Praga, sus libros fueron retirados de la circulacin y tuvo que exiliarse en Francia. Despus de su primera novela,El libro de los amores ridculos(1968), publicLa broma(1968),La insoportable levedad del ser(1984) yLa inmortalidad(1990), entre otras. Ha escrito tambin una obra de teatro,Jacques y su amo(1971), y algunos ensayos. Sus novelas se sitan a medio camino entre la ficcin y el ensayo, y hacen uso frecuente de la irona, la presencia de diversas voces narrativas, la confusin entre elementos reales y ficticios y la digresin. En ellas el autor se enfrenta a sus propios fantasmas personales, el totalitarismo y el exilio, al tiempo que ahonda en los grandes temas de la libertad y la eticidad desde un profundo desengao, a veces difcil de percibir tras su estilo aparentemente ligero y amable.

Milan KunderaHijo del pianista Ludvik Kundera, las vicisitudes polticas marcaron su juventud, obligndole a interrumpir sus estudios o su labor docente. Tras perder su trabajo en el Instituto Cinematogrfico de Praga, fue desde 1975 profesor visitante en la Universidad de Rennes; en 1979 fue privado de la ciudadana checa y se estableci en Francia. Adopt la nacionalidad francesa en 1981 y, entre 1985 y 1987, revis personalmente una traduccin integral de su obra novelstica al francs; a excepcin de las iniciales, la mayor parte de sus obras aparecieron primero en francs y luego en checo. Despus de unos inicios poticos caracterizados por la adhesin, en algunos casos polmica, a los sueos de la nueva generacin comunista de despus del 48 (El hombre, amplio jardn, 1953, yEl ltimo mayo, 1955, reelaboracin de un episodio deReportaje al pie de la horcade J. Fucik), se orient definitivamente hacia la narrativa.Toda su produccin ulterior no fue sino una sistemtica desmitificacin de los mitos de su generacin y de la izquierda checa y europea en general, operada valindose de las ms refinadas tcnicas que la evolucin de la novela pona a su disposicin (polifona, alternancia de narradores, cruce de crnica y disertacin filosfica), insertadas en un discurso musical con variaciones sobre el tema, recurrencia de un mismo motivo, contrapuntos de motivos distintos, en un continuo fluctuar entre la realidad fsica de los hechos y la realidad ficticia de los personajes, entre historia y novela.El primero en ser atacado por Kundera fue el mito del amor, que zahiere en su libro de relatosEl libro de los amores ridculos, aparecido en tres entregas (1963, 1965 y 1968). Luego fue el sueo comunista de 1948 (La broma, 1967) y el fracaso del programa revolucionario de las vanguardias histricas (La vida est en otra parte, 1979).La bromaanticip ya algunos rasgos caractersticos de su obra, como la integracin de largos pasajes ensaysticos, y su peculiar concepto de lo grotesco. Despus deLa despedida(1979), cuya aparente ligereza proviene de la rigurosa construccin teatral y de la precisin del microdrama de una muerte "por equivocacin", las novelas siguientes sern todas concebidas y escritas en el extranjero.Tras volver nuevamente, con las siete variaciones deEl libro de la risa y el olvido(1981), al tema de la irona y de la desesperacin de la memoria (histrica), abordando directamente y con agudo sarcasmo la realidad checa, Milan Kundera aadi conLa insoportable levedad del ser(1984) un nuevo fragmento a su coherente obra de desmitificacin que, ironizando esta vez sobre los esfuerzos revolucionarios de la izquierda occidental y volviendo al sueo de la Gran Marcha que haba estado en la base de su poesa, constituye en la evolucin de Kundera la novela de las ilusiones totalmente perdidas.La insoportable levedad del seres un intento de novela total, que repasa, a travs de la vida de dos parejas, toda la historia reciente de Checoslovaquia y plantea sus permanentes interrogantes existenciales. El cirujano Tomas, muy mujeriego y que disfruta de una prestigiosa carrera en el extranjero, conoce un da a su compatriota Tereza, una frgil muchacha que acaba transformando su vida. Tomas la sigue a su pas de origen, Checoslovaquia, regido por la dictadura comunista; el cirujano es objeto de depuracin poltica y acaba en una granja estatal. All muere en accidente en compaa de Tereza. La narracin pasa revista a otros personajes, como la pintora Sabina, abrumada por las rgidas directrices del arte oficial, el realismo socialista, lo que la lleva a una existencia vacua, sin races, desleal para con todos; o Franz, amante de la anterior, inestable, en una perpetua bsqueda de una vida que valga la pena ser vivida.Entre sus novelas posteriores hay que destacarLa lentitud(1994),La identidad(1998) yLa ignorancia(2000). Ha publicado tambin los ensayos literariosEl arte de la novela(1986), que rene textos escritos en distintas circunstancias y donde expone su concepcin personal de la novela europea, yLos testamentos traicionados(1993). Como dramaturgo, obtuvo reconocimiento conLos propietarios de las llaves(1962), aunque el autor personalmente prefieraJacques y su amo(1975).

Resumen de la obra la identidadLa obra comienza en un hotel a la orilla del mar normando, Chantal llego all para pasar una noche a solas, sin Jean Marc, dejo su equipaje, y se fue a dar un paseo por las calles, luego fue a comer al restaurante del hotel, la sala estaba vaca, y se sent en la silla de la mesa a esperar que la atiendan, y vio a dos camareras detrs de la puerta conversando y ella para no gritar se fue hacia ellas y se detuvo pero ellas seguan conversando sobre un tema de un programa de televisin de que se llama perdido de vista ellas hablaban sobre unas personas desaparecidas, y luego vieron a Chantal y le preguntaron si conoce ese programa de televisin, ella respondi:-Si, dijo Chantal.Y luego una de las camareras le pregunto si va a cenar y ella respondi:-Si. Y la camarera le dijo que se vaya a sentarse que lo atendera un matre, all pidi un plato de comida fra, muy simple, y ella odiaba comer sola, luego pens en la conversacin de las camareras, aqu todos estn vigilados, todos son grabados nadie tiene privacidad, etc. Luego Chantal imagina que perdera a Jean Marc, que no sabr nada de l, no podra ni siquiera suicidarse, pues el suicidio es traicionarle, estara condenada a vivir sola.Subi a su habitacin, le cost dormirse y se despert a media noche y no poda dormir porque tena pesadillas, F. era antiguo amigo de Jean Marc, se conocan desde nios, compartan las mismas opiniones, eran amigazos hasta que Jean Marc, brusca y definitivamente deja de quererle y verle.Cuando se enter que F. estaba enfermo en un hospital de Bruselas, no quiso visitarle. Pero Chantal insisti en que fuera.Al ver a su ex amigo se sinti abrumado todava lo recordaba como era antes de nio, y ahora todo vegete, su rostro era pequeo, hecho un ovillo arrugado. Sus brazos eran delgados y minsculos y su cuerpo diminuto, etc. F. estaba en coma durante varios das antes de que los mdicos lo devolveran a la vida.Un da hace muchos aos se enter que F. lo haba traicionado, Jean Marc estaba en una reunin con F. sr sinti un poco dolido y decidi nunca verle jams, despus le sorprendi un sentimiento de alivio.F. terminada el relato de sus desgracias, le pregunto a Jean Marc: te acuerdas de nuestras conversaciones en el biceo-no, dijo Jean MarcSiempre te escuche como mi maestro cuando hablbamos de chicas.Jean Marc intento recordar, pero no encontr nada en su memoria de las conversaciones, luego seguan preguntndole y Jean Marc no poda recordar, al salir del hospital, sinti deseo de estar con Chantal. Y luego se fue.Chantal tuvo una mala noche, sali del hotel camino al mar y vea a varias personas con sus hijos, la mama y el papa empujando el coche, cargada a sus hombros sus hijos. Luego lego al malecn, la marea estaba baja, haca mucho tiempo que no volva a la orilla de la arena. All miraba a las personas volar su cometa, como se mova y se caa. Luego volvi al hotel y vio el coche de Jean Marc, en la recepcin se enter que haba llegado hace media hora y se a buscarlo a la playa.Cuando llego Jean Marc a la playa vio a una chica con tejanos y camiseta que bailaba y bostezaba y vio ms abajo a unos nios colando cometas, entonces record su vieja teora, el aburrimiento pasivo: la chica que baila y bosteza, el aburrimiento activo: los aficionados a las cometas y el aburrimiento rebelde: la juventud quema coches y rompe escaparates, ms lejos en la playa vio a unos nios manejando carricoches que eran peligrosos, hasta podran morir, entonces vio a Chantal y atrs venia un carricoche, entonces el piensa que morira si la atropella, y luego le hizo seas para que salga de all entonces se acerc y era una seora vieja y fea e irrisoriamente otra.Chantal se haba cansado de buscar a Jean Marc, entonces decidi esperarle en la habitacin, se antoj tomar un caf, luego se fue por un pabelln all vio un bar, sala de juegos y algunas tiendas, ella entro en el bar y la msica estaba alta, ella vio a dos hombres uno vestido de negro, y otro de edad forzudo.Tena la intencin de sentarse pero le dijo al forzudo de Qu poda bajar la msica?El hombre no le escucho y despus insisti y el hombre se acerc y le dijo:No le gusta la msica?-Si, y ella vio deslizarse al hombre de negro y ella quera salir, entonces el hombre se puso en la puerta y ella quera que se mueva pero no poda, entonces se movi y ella sali y se fue al hotel y all estaba Jean Marc y le pregunto: Qu ocurri? Y ella dijo: nada, que haba dormido mal, que estaba cansada, pero no haba conseguido convencerle. Entonces Chantal record de los hombres que parecan arboles de nios y entonces pronuncio los hombres ya no se vuelven para mirarme, entonces la voz le sali amargada y melanclica, entonces Jean Marc la miro y le dijo: y yo? Cmo puedes pensar en los que ya no te vuelven para mirarte cuando yo voy a todas horas corriendo tras de ti y adondequiera que ests?Chantal se siente a salva, porque la voz de Jean Marc era la voz de amor, entonces Jean la quiso abrazarla pero sinti miedo y la aparto.Una dos horas ms tardes, almuerzan en el restaurante del hotel y hablan de la muerte. El jefe de Chantal le haba pedido que piense en una campaa de publicidad para las pompas fnebres Llucien Duval.Jean opino que es la idea ms descarada y gracioso.Se rio o no se re cuando te encarga la publicidad de la muerte?-Sonre con una sonrisa distante. Y entonces le pregunto qu nombre le pondra a su publicidad.Entonces se van al hotel y Jean Marc suea con Chantal, tambin saba que se haba divorciado de su esposo, y su hijo haba muerto y luego se fue a dormir, luego en la maana se despert y Ve el bao entreabierta, entra y all estaba Chantal cepillndose y entonces lo beso y despus le dijo: te veo en mi agencia a las 6 y Jean Marc va la ve a ella y a sus compaeras de trabajo y le escucha hablar con un tono de voz alta y no pareca la Chantal y no pareca la Chantal que conoci y entonces ella la vio y se acerc y ofreci sus mejillas para que le d un beso en la mejilla, salieron y despus de un rato volvieron y era la Chantal de antes.Y entonces recuerda la frase los hombres ya no se vuelven para mirarme, entonces a Chantal le pareci irreconocible es frase, esa frase no le iba entonces menos de una hora despus haba terminado de decidirse: todas las mujeres miden el paso del tiempo segn el inters que manifieste en los hombres por su cuerpo.Entonces se da cuenta que la belleza de su cuerpo se hace ms elocuentes, es decir que su cuerpo ya paso de modo y hay otros cuerpos mejores en todo en el mundo, Jean Marc pensaba en la amorosa soledad de dos viejos seres que han pasado ser invisibles para los dems.Cuando Chantal tena 17 aos, le encantaba una metfora, poco importante: ella quera ser un perfume de rosa, un perfume expansivo y vallasador, quera traspasar a si a todos los hombres, esa metfora haba brotado en el umbral de su vida adulta como la promesa romntica de una dulce promiscuidad, mucho tiempo despus cuando haba dejado a su marido y viva desde haca unos aos con Jean Marc, se reuni un da con l a la orilla del mar ; cenaron al aire libre , ella senta una insoportable nostalgia de Jean Marc.Durante esos minutos de extraa nostalgia a la orilla del mar, Chantal record de repente a su hijo muerto y una oleada de felicidad la invadi, el recuerdo de du hijo muerto la llenaba de felicidad y solo poda preguntarse por el significado de aquel sentimiento, significaba que su presencia al lado de Jean Marc, era absoluto y poda ser absoluta precisamente gracias por la muerte de su hijo.Era feliz porque su hijo haba muerto, tena ganas de decirlo en voz alta, pero no tena la reaccin de Jean Marc. Record su metfora y al igual que una pelcula acelerada, vio cmo se marchitaba una rosa a toda velocidad hasta quedar solo el tallo, entonces aquella noche, Jean Marc estaba dormido y Chantal despierta y recuerda s su hijo, se dice entonces que su amor es Jean Marc, luego la maana siguiente se despierta y va al buzn y encuentra dos cartas, una para Jean Marc y otra para Chantal, ella agarra las cartas y lo guarda en su bolso y sube al autobs en el trayecto, abre la carta y lo lee y deca un frase: la siga como un espa, en usted bella y muy bella su expresin fue desagradable y al costado de ella haba una seora que lo estaba leyendo tambin y entonces sale a mirar y ve a una persona negra, y a dos jovencitas rindose y a una seora concentrada en su libro y luego separa para bajar del autobs y all estaba el negro y ella avanzaba y el autobs freno y ella pierde el equilibrio, y el negro la miro y se hecho a rer, se estaba burlando, y baja del autobs y durante todo el da oy esa risa burlona y luego decide qu hacer con la carta: entregarlo a Jean Mar?guardarla?, etc., fue al bao y rompi la carta en pedacitos, los arrojo a la taza, tiro de la cadena, pero volvi a doblar la carta y se lo llevo a la habitacin, abri el armario y la meti debajo de su sostn, al hacerlo, volvi a or la risa burlona del negro y su sostn de pronto le pareci vulgar y tontamente femeninos.A pensar unas horas despus, al llegar a casa, Jean Marc enseo a Chantal una carta, sobre la muerte de F. tomo del brazo a Jean Marc y lo condujo a la sala y se sent frente a l.-su muerte te afecto despus de todo- dijo Chantal.-no- dijo Jean Marc.-ni siquiera ahora se lo perdonas?-se lo he perdonado todo, pero no se trata de eso, te lo comente de aquel curioso sentimiento que sent cuando deje de verlo, me senta frio como un tempano y me alegraba por ello, pues su muerte no ha cambiado, Jean Marc se levant para buscar una botella de coac y dos vasos, luego, luego, tras sorber un trago, prosigui:-hacia el final de mi visita al hospital, empez a contar sus recuerdos, me repiti algo que deb decir cuando tena 16 aos.En aquel momento comprend el nico sentido de la amistad tal como se practica hoy, tras saborear otro sorbo de coac, continuo:-la amistad era para m la prueba de que existe algo ms fuerte que la ideologa, que la religin, que la nacin.-No sabra decrtelo, para las mujeres, la amistad no es un problema.-A lo que he dicho, la amistad es un problema de los hombres, entonces Chantal corrige su vieja metfora: no es un perfume de rosas, inmaterial, potico, lo que atraviesa a los hombres si no salivar, materiales y prosaicas, aquella noche, en el barullo de motores y bocinas. Chantal volvi cansada a casa, ansiado un poco de silencio, abri el portal y oy voces de obreros y martillazos, el ascensor estaba averiado, al subir senta como la invadan las odiosas oleadas de calor y los martillazos que retumbaban en toda la caja del ascensor eran como un redoble de tambores al comps de los sofocos, se detuvo ante la puerta del piso y espero un minuto para que Jean Marc no la viera con aquella mascara roja. El martillo ceso por fin, el acaloramiento empez a atenuarse, de modo que entro, Jean Marc, la beso, pero, mientras le contaba algo, volvieron a retumbar los golpes, aunque amortiguados. Se senta acosada, sin poder ocultarse en lugar alguno. Tras una pausa los martillazos volvieron a retumbar en la sala,-Chantal Qu te pasa?Ella le miro, luego dio la espalda, presa de nuevo de una gran emocin. Esta vez no tanto por lo que acabada de decir ella misma como por el tono de voz de Jean Marc, tan atento con ella.Al da siguiente Chantal fue al cementerio y se detuvo frente a la tumba de su hijo, siempre habla con l y aquel da, como si necesitara dar una explicacin, justificarse, a la maana siguiente, Chantal encontr un sobre en el buzn, con la letra del desconocido, la carta haba perdido ya toda su lacnica levedad.Pareca un largo acto notarial, la primera no llevaba firma, de modo que Chantal haba pensado que aquel anonimato era, por decirlo as, sincero, un desconocido que le enva un saludo y desaparece poco despus, pero una firma, incluso abreviada, manifiesta la intencin de darse a conocer.Al igual que la primera vez no saba qu hacer con la carta, y el baile de la duda volvi a repetirse siguiendo los mismos pasos: contemplo la taza del retrete donde se dispuso a tirarla, rompi en pedacitos el sobre que desapareci traga por el agua, doblo la carta y se la llevo a la habitacin y la desliza debajo de sus sostenes. Oy abrirse la puerta, Jean Marc estaba en el umbral. Lentamente l va hacia ella y la mira como nunca antes lo haba hecho, con una mirada desagradablemente concentrada, y cuando se acerca a ella, la toma por los codos y mantenindola a unos centmetros de su cuerpo, sigue mirndola.Confundida, es incapaz de decir nada. Cuando esa confusin ya es insoportable, en la estrecha entre sus brazos y dice riendo: Querida ver tus parpados que lavan la crnea como un limpia parabrisas en el cristal de un coche.Jean Marc piensa en eso desde su ltimo encuentro con F.: Los ojos: ventanas del alma, centro de la belleza de un rostro, punto en el que se concentra la identidad de un individuo y a la vez instrumento que permite ver y que debe ser constante mente alabado.Jean Marc mira a los ojos der las personas con quienes habla eh intenta observar el movimiento de los parpados, comprueba que no es fcil.Entre la infancia y la adolescencia de Jean Marc hubo seguramente un corto periodo de tiempo durante el cual desconoca este pacto de olvido y en el que aturdido, miraba deslizarse los parpados sobre los ojos. Debi de ser una conmocin para l en ese instante de arrepentida lucidez adolescente. te detuviste, le haba dicho F.,me miraste de arriba abajo y me dijiste en un curioso tono fino: a menudo me basta con ver como parpadear los ojos, no se acordaba con, haba sido un conmocin destina al olvido, y efectivamente, lo haba olvidado para siempre si F. no se lo hubiera recordado.Sumido en sus pensamientos, volvi a casa y abri la puerta de la habitacin de Chantal. Ella estaba ordenando algo en su armario cuando Jean Marc le apeteca ver como los parpados le lavaban los ojos, y fue as a ella y lo tomo por los codos y le miro los ojos, en efecto, parpadeaban eh incluso con bastante rapidez como si se supiera sometido a un examen.Los parpados suban y bajaban rpido, demasiado rpido, mientras Jean Marc intentaba revivir la misma sensacin joven de 16 aos, luego al apartarla ligeramente dio su rostro confuso, asustado, alarmado, le dijo:-quera ver tus parpados, que te lavaban como un limpia parabrisas lava el cristal de un coche.-no entiendo una palabra de lo que dices-contesto ella, repentinamente relajada, entonces l le hablo del recuerdo olvidado que el amigo de antao le haba evocado.Cuando F. me record esa frase que al parecer dije: siendo an adolescente me pareci total mente absurda.-pues no- le dijo Chantal, conocindote seguro que le dijiste, todo encaja acurdate de lo que te paso en medicina.Para identificar a su corresponsal, Chantal miro discreta, pero atentamente, a su alrededor. En la esquina haba un bar: lugar ideal para quien quisiera espiarla, desde all se ve el portal de su casa, las 2 calles por las que pasa todos los das y la parada de autobs. Entro, se sent, pidi un caf y examino alos clientes. Vio en la barra un joven, quien, al entra ella, haba desviado la mirada. Era un cliente habitual al que conoca de vista. Se acord incluso de que, hacia tiempo, sus miradas se haban cruzado con frecuencia y que, ms adelante, simularon no verse. Chantal pregunto un da por el a una vecina. S es el Sr. Dubarreau! Dubarreau o Du Barreau? La vecina no haba podido decirlo. Y su nombre, Oh sabe usted? No, no lo saba. Dubarreau, las iniciales coincidan. De ser as, su admirador no sera un tal charles-Didier ni un tal Christopher-David; la D tan solo representara la preposicin y Du Barreau no tendra un nombre compuesto. Cyrille du Barreau.Mejor an: Charles. Se imagina a una familia de aristcratas provincianos arruinados .Escenifica a Charles Du Barreau apoyado en la barra, poco despus, Chantal camina por la calle con Jean Marc, y Du Barreau se carca de frente.Ella lleva el collar rojo. Es un regalo de Jean Marc, pero, como le parce demasiado llamativo, lo lleva pocas veces. Se da cuenta de que se lo ha puesto porque Du Barreau lo encuentra bonito. l deba de ir pensando que se lo ha puesto por y para l. La mira de pasada, ella tambin lo mira y, pensando en el collar, se ruboriza. Est segura de que l se ha dado cuenta de que el rubor le ha bajado hasta el pecho. Pero ya han pasado de largo, l ya se ha alejado de ellos y Jean Marc, de pronto sorprendido, le dice:te has puesto roja! Por qu? Qu te pasa?. Ella tambin se sorprende; Por qu se habr ruborizado? Por vergenza de prestar demasiada atencin a ese hombre?!Pero si la atencin que le presta no es sino una insignificante curiosidad En efecto, se ruboriza mucho cuando era adolescente, entonces iniciaba el recorrido psicolgico de la mujer, y su cuerpo, que empezaba a convertirse en un estorbo, le daba vergenza. Una vez adulta, olvido ruborizarse. Luego, los sofocos, con sus oleadas de calor, le anunciaron el final del recorrido, y su cuerpo, una vez ms, volvi a darle vergenza. Al despertar de nuevo el pudor, volvi a ruborizarse. Llegaron otras cartas y se vio cada vez menos capaz de pasarlas por alto. Eran inteligentes, decentes, no eran ridculas ni inoportunas. Su corresponsal no poda nada, no era en absoluto insistente. Era un espa: escriba solo sobre ella. No eran cartas de seduccin, sino concebida como un largo trayecto. La carta que acababa de recibir era sin embargo ms temeraria: durante tres das la he perdido de vista. Cuando he vuelto a verla, su porte tan gil, Tan enaltecido, me ha maravillado. Se pareca usted a una llama que, para existir, debe bailar y elevarse. Ms esbelta que nunca, caminaba como rodeaba de llamas, llamas alegres, bquicas, ebrias, salvajes. Al pensar en usted, cubro su cuerpo desnudo con un manto hecho de llameantes hebra. Envuelvo su cuerpo blanco con un manto color carmn cardenal. Y, as arropada, la conduzco a una habitacin roja, a una cama roja, irni roja cardenal, mi bellsima cardenal!.Unos das despus Chantal se compr un camisn rojo. De vuelta a casa, se mir en el espejo. Se miraba desde todos los ngulos, levantaba lentamente el bajo del camisn y se senta ms esbelta que nunca, su piel nunca haba sido tan blanca.Llego Jean Marc. Se sorprendi de verla, con un camisn rojo magnficamente entallado, caminar hacia el con paso coqueta y seductor, rodearle, rehuirle y acercrsele para enseguida huir otra vez. Dejndose seducir por el juego, la persigui por toda la casa. De inmediato se vio en la inmemorial situacin del hombre que persigue, fascinado, a una mujer. Ella corre alrededor de la gran mesa redonda, luego se escapa hacia la cama y levanta el camisn hasta el cuello. Jean Marc la quiere aquel da con inesperada y renovada fuerza. De pronto, Chantal tiene la impresin de que hay alguien all, en la habitacin, alguien que los observa con enloquecida atencin, ve su rostro, el rostro de Charles Du Barreua, quien le ha impuesto ese camisn, quien le ha impuesto ese acto de amor, y , al imaginrselo, grita de gozo.Ahora respiran el uno junto al otro, y la imagen del que la espa la excita; susurra en el odo de Jean Marc algo sobre un manto color carmn que cubre su cuerpo desnudo para atravesar, cual bellsima cardenal, una iglesia atestada de gente.Al orlo, el la abraza y, mecido por las oleadas de fantasas que ella no deja de susurrarle, le hace el amor.Al da siguiente, un sbado por la maana, Chantal abri la ventana y vio el cielo admirablemente azul. Se sinti alegre y feliz y, bruscamente, le dijo a jean Marc, que estaba a punto de salir:-Qu estar haciendo mi pobre Britanicus?-por qu lo preguntas?-ser aun tan lubrico? Vivir todava?-Por qu te acuerdas de el ahora?-no lo s. Porque s.Jean Marc se march y ella se qued sola. Fue al cuarto de bao, luego hacia el armario, con ganas de ponerse muy guapa. Mir las estanteras y algo le llamo la atencin. En la de la ropa interior, encima de una pila, descansaba, bien doblado, ella recordaba haber tirado all de cualquier manera. habra ordenado alguien sus cosas? La asistenta viene una vez por semana y nunca se mete en sus armarios.Se sorprendi de su poder de observacin y se dijo que lo debera al aprendizaje de sus estancias veraniegas hace aos en la casa de campo. All se haba aprendido a memorizar con precisin la manera en que ordenaba sus cosas para poder detectar el mnimo cambio introducido por una mano ajena, se mir satisfecha en el espejo y sali. Al llegar abajo, abri el buzn en el que esperaba una carta. La meti en el bolso y pens en el lugar en que la leera. Se sent en un parque, bajo las inmensas ramas otoales es de un tilo que ya amarilleaba, abrasado por el sol. sus tacones, que resuenan en la acera, me recuerdan los caminos que no he recorrido y que se ramifican como las ramas de un rbol de las posibilidades. Solo se ve la vida de esa manera durante un corto periodo de tiempo. Despus aparece como una carretera impuesta de una vez por todas, como un tnel del que ya no se puede salir.No obstante, la antigua aparicin del rbol permanece en nosotros bajo la forma de una indeleble nostalgia. Usted me ha recordado ese rbol y quiero, a cambio, transmitirle su imagen, hacerle or su cautivador murmullo.Ella levanto la cabeza. Arriba, como un techo de oro adornado de pjaros, se extendan las ramas del tilo. Como si fuera el mismo rbol del que hablaba la carta. El rbol metafrico se confunda en su espritu con su vieja metfora de la rosa. Tena que volver a casa. En seal de despedida dirigi una vez ms la mirada hacia el tilo y se fue.La verdad es que la rosa mitolgica de su adolescencia no le haba aportado muchas aventuras y no le traa a la memoria ninguna situacin concreta-con excepcin del recuerdo ms bien gracioso de un ingls, mucho mayor que ella, quien en su visita a la agencia de publicidad, hace al menos unos diez aos, estuvo hacindole la a corte durante media hora-.Solo ms adelante Chantal se enter de su fama de mujeriego y juerguista. Aquel encuentro no tuvo otras consecuencias que convertirse en el blanco de las bromas con Jean Marc (l fue quien le puso el apodo de Britanicus) y despertar su curiosidad por algunas palabras que, hasta entonces, le haban sido indiferentes: por ejemplo, la palabra juerga y tambin la palabra Inglaterra, que, contrariamente a lo que evoca en los dems, representa para ella un lugar de placer y vicio.Camino de regreso, Chantal sigue oyendo la algaraba de los pjaros en el tilo y ve al viejo ingles vicioso; entre las brumas de esas imgenes sigue caminando con paso ocioso hasta acercarse a la calle en la que vive, all, a unos 50 metros, ve que han sacado a la acera las mesas del bar y que su joven corresponsal est sentado a una de ellas.Su corazn se dispara. Todo parece diablicamente preparado! Turbada como si caminar desnuda debajo de un manto rojo, se acerca a l, al espa de sus intimidades. A pocos pasos, aguarda el momento en que el la llame. Qu hara ella?Nunca se haba propuesto ese encuentro! Pero no puede salir corriendo como una jovencita atemorizada. Con pasos siempre ms lentos, pasa intentando no mirarlo, pero curiosamente, con divina indiferencia, sentado ante su copa de vino tinto, el sigue mirando al vaco y no parece verla.Chantal se aleja camino de su casa .no se ha atrevido Du Barreau?o habr dominado su impulso? No, en absoluto. Su indiferencia haba sido tan sincera que Chantal ya no puede dudar: se ha equivocado, se ha equivocado de un modo absolutamente grotesco.Por la noche fue a cenar con Jean Marc a un restaurante. En la mesa de al lado una pareja estaba sumida en un silencio sin fin. No es fcil sobrellevar un silencio ante la mirada de los dems.Adnde deben de dirigir esos dos la mirada? Seria cmico que se miraran a los ojos sin decir nada.Hacia el techo? Sera algo as como si exhibieran su mutismo. Hacia las mesas de al lado? Correran riesgo de toparse con miradas irnicas atradas por su silencio, y seria aun peor.Jean Marc dijo a Chantal: -mira, no es que se odien. O que la indiferencia haya reemplazado al amor. No puedes medir el reciproco afecto entre dos seres humanos por la cantidad de palabras que intercambian. Simplemente no tienen nada en la cabeza.Tal vez incluso, al no tener nada que decirse, se nieguen a hablar por delicadeza. Todo lo contrario que mi ta. Cuando me la encuentro, no para de hablar y atemoriza a mi pobre ta, quien, presa del pnico, busca enseguida a alguien a quien contar que su hija tiene problemas con su hijo que tiene diarrea, diarrea, ella fue a ver a un mdico, tu no lo conoces, no vive lejos de aqu, lo conocemos desde hace aos, si, Jean Marc, desde hace muchos aos, aquel invierno en que tuve la gripe, te acuerdas, Jean Marc?, tuve una fiebre horribleChantal sonri y Jean Marc le conto otro recuerdo:-tena apenas 14 aos cuando muri mi abuelo, no el carpintero, el otro. Durante das emiti un sonido que no se pareca a nada, ni siquiera a un gemido, porque no sufra, ni siquiera a las palabras que no habra perdido el habla, simplemente no tena nada que decir, nada que comunicar, ningn mensaje concreto, no tena ni con quien hablar, ya no se interesaba por nadie, estaba solo con el sonido que emita, un nico sonido, un aaaaa que solo se interrumpa cuando tena que inspirar. Lo miraba como hipnotizado, es algo que nunca consegu olvidar, porque, aun siendo chiquillo, me pareci entender que as es la existencia como tal enfrentada al tiempo como tal, y comprend que a ese enfrentamiento es a lo que llamamos aburrimiento.El aburrimiento de mi abuelo se expresaba mediante aquel sonido, mediante aquel aaaaa el tiempo lo habra aplastado, y mi abuelo no tena contra el tiempo ms que una nica arma, aquel pobre aaaaa que no tena fin.-quieres decir que se aburra mientras se mora?-si, es exactamente lo que quiero decir.Hablan de la muerte, del aburrimiento, beben un burdeos, se ren, se divierten, son felices.Luego Jean Marc retorno el hilo de su pensamiento:-creo que el grado de aburrimiento, si pudiera medirse, es hoy ms elevado que antes.Por qu las profesiones de antes, al menos la mayora, eran impensables si una apasionada dedicacin: los campesinos enamorados de su tierra, mi abuelo, el mago de las hermosas mesas; los zapateros que conocan de memoria los pies de los vecinos del pueblo; los guardabosques; los jardineros; supongo que incluso los soldados mataban entonces con pasin. El sentido de la vida no era un interrogante, formaba parte de ellos, de un modo muy natural, en sus talleres, en sus campos. Cada profesin haba creado su propia mentalidad, su propia manera de ser. Un mdico no pensaba como un campesino, un militar se comportaba de un modo distinto a un maestro.Chantal! Chantal!Chantal!Jean Marc estrechaba entre sus brazos su cuerpo sacudido por el grito. El intentaba incorporarse un poco para tocarla con los labios.Ella mova la cabeza: no quiero nicamente mirarteY luego: dejare la lmpara encendida toda la noche. Todas las noches.