Resumen de MARCHAS DE LA TEMPORADA 2009-10personales.unican.es/garciaan/Grupo senderismo/Excursiones...

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MARCHAS DE LA TEMPORADA 2009-10 17 de Octubre Recorrido por Valderredible: Villaescusa, El Tobazo, Lora Sargentes, San Martín de Elines 21 de Noviembre Recorrido por pueblos y cumbres bajas de Liébana: Piasca, El Hoyal, Tudes, Tollo, Vega de Liébana 18 de Diciembre Cena de Navidad en Güemes 19 de Diciembre Costa de Cantabria: Mompía (tren), La Picota, Dunas de Liencres, Soto de la Marina (¡Buen vino en Liencres…!) 16 de Enero Valle de Udías, Caviedes, Monte Corona, Toporías, Zona de antiguas minas 20 de Febrero Bárcena-Bárcena: Camino Real y Calzada Romana 20 de Marzo Recorrido por pueblos de Campoo de Suso 17 de Abril Recorrido por los pueblos de Polaciones 15 de Mayo Recorrido por la Pernía (norte de Palencia): Casa Vegas, Lores, El Campo. Sierras Albas (¡Fallida, por nieve!) 5 de Junio Jubilaciones en Carabeos. Poema de Carlos Jeréz

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MARCHAS DE LA TEMPORADA 2009-10

17 de Octubre Recorrido por Valderredible: Villaescusa, El Tobazo, Lora

Sargentes, San Martín de Elines

21 de Noviembre Recorrido por pueblos y cumbres bajas de Liébana: Piasca,

El Hoyal, Tudes, Tollo, Vega de Liébana

18 de Diciembre Cena de Navidad en Güemes

19 de Diciembre Costa de Cantabria: Mompía (tren), La Picota, Dunas de

Liencres, Soto de la Marina (¡Buen vino en Liencres…!)

16 de Enero Valle de Udías, Caviedes, Monte Corona, Toporías, Zona de

antiguas minas

20 de Febrero Bárcena-Bárcena: Camino Real y Calzada Romana

20 de Marzo Recorrido por pueblos de Campoo de Suso

17 de Abril Recorrido por los pueblos de Polaciones

15 de Mayo Recorrido por la Pernía (norte de Palencia): Casa Vegas,

Lores, El Campo. Sierras Albas (¡Fallida, por nieve!)

5 de Junio Jubilaciones en Carabeos. Poema de Carlos Jeréz

Villaescusa, El Tobazo, La Lora, San Mar-tín de Elines

17 de octubre de 2009 1ª salida Apuntes, ideas, notas, pistas…

"Sol en los hombros, avanzan unidos. Hay. Siempre. Hay caminos." Blas de Otero

La Repoblación, las patatas, el petróleo y la energía eólica

Los paisajes de estas comarcas al sur de la cordillera cantábrica se diferencian clara-mente de los paisajes verdes y montañosos del norte de la misma. Son estas tierras de transi-ción y frontera con Castilla

Desde la orilla derecha del río subimos por la ladera hacia el sur y enseguida vemos una cascada que brota de una cueva que está algo más arriba, corresponde a una espectacular surgencia cárstica llamada "El Tobazo".

Valderredible que por su situación debió estar ocupado desde siempre. tuvo durante la Alta Edad Media un papel destacado en el fenómeno de la Repoblación que se produjo a partir del siglo VIII desde los reinos del norte de la península hacia la meseta castellana Este movi-miento migratorio dio lugar al asentamiento en la zona de una numerosa población que detuvo las incursiones musulmanas hacia el norte y construyó las iglesias rupestres que encontramos aquí y en las zonas cercanas de Palencia y Burgos ( Olleros, Arroyuelos, Cadalso, etc.).

Una serie de iglesias excavadas en al roca arenisca que en algunos casos son sim-ples oquedades y en otras una auténtica iglesia con naves bien marcadas, bóvedas y ban-cos. Fueron construidas durante el domino musulmán que hizo de estas tierras de frontera y refugio aunque hay quien supone que fueron excavadas antes de la llegada de los árabes.

Algunas eran simples eremetirorios con sepulcros alrededor de tipo antropomorfo excavados en la roca, como los que se encuentran entre las cascadas del Tobazo y en las que se reunían pequeñas comunidades

Notas por gentileza de Miguel Cavia

Piasca, El Hoyal, Tudes, Tollo, Vega de Liébana

21 de noviembre de 2009 2ª salida

Dedicado a Vera. Poco, tal vez nada, hay tan poético, ni tan ecológico, ni tan culto como in-

jertarse, aunque sólo sea con nuestros sentidos, en el paisaje. Frente a la civili-zación de la exclusividad convendría la del injerto.

........................................................ Estoy convencido de que nadie es mejor de lo que mira y, en consecuencia,

de que cuanto más bello resulte lo mirado más el observador. Hay que sentirse orgulloso de lo contemplado, como Borges lo estaba de lo leído, más que de lo escrito. Porque mirar y sentir es ya creativo. Si sumo que la vida de los vivos y lo que la hace posible me parece lo más bello, no puedo por menos que invitar a la admiración por los paisajes naturales ( Unamuno, Azorín, Lorca); por los aires frescos (Jorge Guillén ); por las aguas limpias ( Gerardo Diego, García Calvo ); por la "inteligencia de las flores" (Maeterlinck ) o por la "música callada" ( Juan de la Cruz ) sea el soporte de un renacer de lo humano, de la comunicación y de la capacidad para disfrutar de la propia vida. Que de eso trata la propuesta de asomarnos más ahí fuera para sintiéndolo, amarlo. Y amándolo, amarnos más y tratarnos mejor a nosotros mismos.

Joaquín Araujo

Liébana es una comarca con características propias, muy diferentes a las del resto de los valles y regiones de la vertiente cantábrica, gracias a sus bien marcados límites. Con unos valores naturales y culturales hasta ahora bastante bien conservados y con un paisaje muy valioso. Esta comarca situada al pie de los Picos de Europa, está formada por tres va-lles: Pesaguero, y Cereceda (los que visitamos) y Valdebaró que confluyen en Potes, la pri-mera población de la comarca.

Desde estos valles a las cimas de las montañas que la rodean hay diferencias de altura

de hasta 2.000 m. Esto hace que las nubes descarguen la mayor parte del agua que trans-portan al encontrarse con las altas montañas y que la precipitación en los valles sea más escasa, de forma que las montañas reciben unos 2.000 litros y el fondo del valle menos de 700 l. de precipitación media anual. Por las mismas causas la temperatura media anual es 10º más baja en las cumbres que en el valle, mas soleado.

El clima en las montañas es atlántico, con las cimas cubiertas de nieve gran parte del

año mientras en los valles el microclima, seco y soleado, tiene rasgos mediterráneos. Aquí se encuentran de forma natural encinares, sobre suelo ácido, y alcornocales (zufra), los úni-cos de la región cantábrica. Estos contrastes climáticos sumados a la diversidad de suelos dan lugar a que la flora lebaniega sea, tal vez, la más variada de la región.

La difícil orografía de Liébana mantuvo esta comarca aislada económica, social y cul-

turalmente. Hasta finales del pasado siglo estuvo mejor comunicada con Castilla que con el

Notas por gentileza de Miguel Cavia (Con permiso, por el atrevimiento, de Francis-ca y Fernando)

resto de Cantabria. Desde Ojedo, por la carretera que nos lleva a Piasca, pasando Pesaguero se llegaba al puerto de Piedras Luengas ( 1354 m ) y desde allí hacia Cervera de Pisuerga o Riaño,

La carretera que utilizamos hoy para llegar a Liébana se abrió a finales del siglo XIX a

través del Desfiladero de la Hermida, impresionante hoz de varios kilómetros excavada por el río Deva en las calizas de montaña. Se buscaba, entre otras cosas, la salida al mar por Unquera de los minerales de blenda, calamina y plomo que se extraían en los puertos de Aliva y la Sierra de Andara en el Macizo Oriental de los Picos de Europa, llamado por ello Macizo Minero

Hoy los Picos, cuya conservación es necesaria y urgente, son principal atractivo turísti-

co y deportivo de Liébana pero están "ocultando" los demás valores naturales y culturales que contiene, que son muchos. Esta vez trataremos de conocer algunos.

Está cubierta esta comarca de una variada vegetación. Junto a los pueblos y en las ri-

beras de los ríos se encuentran chopos, fresnos, encinas, tilos, nogales, avellanos, cerezos, castaños y todo tipo de frutales; a medida que va creciendo la altura van apareciendo ro-bles, hayas y mezclados con ellos, pero en menor número, acebos, abedules, serbales, tejos y arbustos (espinos, brezos, piornos...).

Este es el hábitat de una fauna, así mismo, rica y variada de: nutrias, tejones, ginetas,

lobos, corzos, jabalíes, martas, garduñas, en menor proporción, osos y urogallos y, en las cumbres de los Picos rebecos.

La gran cantidad de especies vegetales pone la variedad en los colores con que se

embellece el paisaje lebaniego en las diferentes estaciones del año. En cambio el aspecto a veces sombrío, húmedo, inquietante y extraño de los bosques de robles y hayas es marco adecuado para que la fantasía vea trasgos, anjanas, ojáncanos y demás figuras o relatos mitológicos de nuestro acervo tradicional.

La riqueza de la flora es solo a efectos de su variedad pues la producción agrícola se

reduce al abastecimiento familiar y comarcal dificultada por la excesiva parcelación (hasta 25 parcelas) de las explotaciones (entre 14 y 15 Has.) a causa de las herencias y de las compras a vecinos que emigraron y por la difícil comercialización dado el ya mencionado aislamiento.

Aunque no hace mucho aumentó el censo de vacas frisonas de producción láctea sigue

siendo fundamental la ganadería extensiva tradicional de producción cárnica que cría con este fin la vaca pardo-alpina, ovejas y cabras aprovechando las extensas zonas de pastos de los terrenos comunales que constituyen tres cuartas partes de la superficie total de la co-marca. Este ganado durante el invierno permanece en las cuadras y praderías cercanas a las tierras cultivadas y desde la primavera al otoño sube a los puertos de montaña. Los anima-les han de estar por ello siempre vigilados, lo que hace que las familias y los vecinos hayan de relevarse en su pastoreo, la vecería. Dedicación lebaniega ya antigua como se puede apreciar, entre otras cosas, en la serranilla IX que dejó escrita el Marqués de Santillana, (cuyo hijo D. Diego Hurtado de Mendoza fue señor de esta tierra en el siglo XV), a su paso por Liébana

Serranilla de Bores

I Moçuela de Bores, allá do la Lama, púsome' en amores.

II Cuydé de olvidado amor me tenía, como quien s'avía

grand tiempo dexado de tales dolores, que más que la llama queman amadores.

III Mas vi la fermosa de buen continente, la cara placiente,

fresca como rosa, de tales colores cual nunca vi dama nin otra, señores.

IV Por lo qual: «Señora - dije -, en verdad la vuestra beldat

saldrá desde agora dentre estos alcores, pues meresçe fama de grandes loores .»

V Dixo: «Caballero, tiradvos afuera: dejad la vaquera pasar al otero; ça dos labradores

me piden de Frama, entrambos pastores.»

VI -«Señora, pastor seré si queredes: mandarme podedes, como a servidor: mayores dulzores será a mí la brama que oyr ruiseñores.»

VII Así concluymos el nuestro proçesso sin fasçer excesso, e nos avenimos. E fueron las flores de cabe Espinama los encubridores.

Nuestro recorrido, que pasa por Frama, es una visita a dos de los tres valles principa-

les que conforman Liébana. En los pueblos o aldeas que cruzaremos podemos ver algunas de las características propias de la comarca. Es fácil observar que sus casas adosadas se agrupan formando barrios, separados de las tierras de labor y las praderías, de forma dis-tinta a lo que vemos en otras comarcas de Cantabria. Lo mismo ocurre con la arquitectura y

los materiales de construcción. Esta cercanía de la población propició la

convivencia y la colaboración de todos los vecinos en las labores comunes, como el cuidado de los ganados, de los caminos, de los pastos... Actividades tradicionales, que hoy se pierden, y que estaban reguladas por Conce-jos o Juntas vecinales. No quiere decir eso que estuvieran exentas de problemas y dificultades pero si estaban muy lejos del individualismo y la competencia actual. ¿No serán un modelo social alternativo?

El Concejo de Piasca comprende las parroquias de Los Cos, Yebas y Aceñaba. Por en-

cima del Concejo los lebaniegos en lugar de identificarse por su ayuntamiento se refieren a su valle, en este caso Valdeprado (río Bullón) o en La Vega al de Cereceda (río Quiviesa).

También se puede ver a primera vista la diferente forma de explotación de la tierra. A

cierta distancia del barrio comienza el monte, con propiedades particulares y colectivas que son tanto más escasas cuanto más nos alejamos del núcleo.

Esta comarca por a sus especiales condiciones geográficas, fue durante la Edad Media

tierra de asilo y refugio de cristianos: tierra de monasterios. Se citan no menos de veintiséis, entre ellos los de San Martín de Turieno, que a partir del siglo X modifica su advocación por la de Santo Toribio y este de Santa María la Real de Piasca, dependientes de las abadías benedictinas de Oña y Sahagún desde el siglo XII hasta 1835 cuando se produjo la Desamortización y la exclaustración de sus monjes.

Santa María la Real de Piasca. Fue uno de

los monasterios más poderosos de Cantabria, el más importante de Liébana después de Santo Toribio. Ella sola justifica el camino. Por sus características y sobre todo por su situación geográfica parece, en principio, mas una fortaleza, que controla y defiende, que lugar de oración. Los monasterios, durante la Reconquista, elegían estos lugares elevados y ocultos en zonas boscosas para en caso de peligro refugiarse con facilidad.

Se le cita documentalmente ya en el 930, aunque posiblemente sea más antiguo, (si-glos VIII - IX). Fue un monasterio dúplice, de monjas y monjes. Su dominio se extendía por toda la cuenca del río Bullón, Valdeprado. La iglesia románica actual se construyó en el si-glo XII, una de las épocas de auge económico, siendo dependiente del monasterio de Saha-gún (León).

La iglesia es un edificio de tres naves, bastante modificadas, crucero y tres ábsides. En ella tal vez lo mejor sea la talla de la piedra. En la puerta principal bajo una arquería romá-nica lleva dos imágenes de San Pedro y San Pablo, siglo XII, entre las que se encuentra una imagen de la Virgen, del XVI. Tanto fuera como dentro contiene una proverbial riqueza es-cultórica con capiteles, cimacios y arquivoltas muy historiados con distintos motivos propios del románico, caso de las arquerías del ábside central. También contiene varios grupos es-cultóricos de madera, uno de ellos influencia flamenca.

Tras la visita dejando Piasca, una vez que hayamos subido las primeras cuestas el camino tiene altura suficiente para ver, a nuestros pies, el valle del río Bullón y, por encima, una parte de los Picos, la cordillera Cantábrica, Peña Labra, Sierras Albas, y en la otra ladera, en la falda de Peña Sagra, Lerones, Valderrodíes (Perrozo, San Andrés y Lameo) y el Valle Estrechu (Luriezo y Aniezo). Si el día es claro esta estación otoñal puede ofrecernos un paisaje espléndido de colores y... gratuito!

Después de ascender trescientos metros en un recorrido de unos tres kilómetros nos pasamos al valle de Cereceda para bajar a Tudes

Una mina inagotable Los muchos que allá hay de Tudes debe ser Guatemala; volvéis pronto millonarios, vais, cargáis, volvéis, gastáis, bien está explotar la tierra, y el fondo no merma nada. pero no a los operarios..."

De Don Marcial, citado por Isidro Cicero en "Liébana de punta a cabo". Y es que al

romperse el aislamiento y por las mismas vías que llegó el progreso marchó la emigración. Primero hacia Sudamérica, los indianos, de los que hay una significativa representación en este valle, y más tarde, en los años cincuenta, hacia las zonas industriales del País Vasco, de Santander o de Torrelavega.

Personaje de la reciente historia de La Vega fue D. Marcial, el cura, humano, campe-

chano, entrañable y sencillo. Procedente de las cercanas tierras leonesas de La Reina, del otro lado del puerto de San Glorio, explicaba la doctrina de forma asequible "La gracia de Dios, se reparte entre los fieles como se esparcen las cagalitas de los corderos por el campo"

y aquello de que “Eso que habéis hecho fuera de la iglesia está muy mal….”Fuente de otras innumerables anécdotas también tuvo en algún caso algún encuentro con los maquis.

De Tudes a Tollo, en cuyo recorrido se

puede ver un panorama precioso de La Viorna, los Picos de Europa y Peña Prieta. Y de Tollo a La Vega por un sendero entre encinas que acaba en la carretera que sube a Dobres. Cerca de este lugar murió, el 24 de abril de 1957, en un enfrentamiento con la Guardia Civil, Juan Fernández Ayala, el casi legendario "Juanín".

Casualidad, traición, o error aun no se conocen bien las circunstancias de su muerte.

Nacido en La Vega (Señas) para sus vecinos fue de los que se echaron al monte, "de los

del monte", últimos representantes de los maquis o guerrilleros republicanos que mantuvie-ron, al terminar la guerra civil, la lucha antifranquista en los montes del norte y que, entre otras cosas, obligaron a mantener una abundante dotación de efectivos de la Guardia Civil en estas zonas para tratar de evitar sus acciones de sabotaje, secuestros, robos.... En Liéba-na y sus montes tenían un terreno duro y propicio para ese tipo de "guerrilla".

Veo las botas de Ramiro aplastarse entre la hierba en dirección a la collada, trepar por

la ladera de la peña delante de mis ojos, del vapor jadeante que nace de mi boca. Siento los pasos de Juan detrás de mí, pegados a mis botas. Y adivino las botas de Gildo cerrando la columna y el poso de la niebla. No podemos ver nada. Ningún sonido llega anunciando desde lejos la batalla. Pero todos sabemos que la presencia de esas dos extrañas camionetas allá abajo marca el presagio incierto de la muerte. Y que esta hora, la del amanecer, cuando la escasa luz permite la avanzada sigilosa entre las urces y el sueño vence a veces la tensa vigilancia del huido, es la elegida siempre por los guardias para subir al monte tras sus pa-sos.

En lo alto de la peña, nos tumbamos en el suelo, bajo los brezos, de espaldas unos a

otros. La niebla nos sepulta con un bramido blanco. ................................................................................

Miro alrededor: todos duermen. Me encojo bajo el peso del abrigo. Recuesto la cabeza en el respaldo del asiento. Sólo oigo ya el rumor negro y frío del tren que me arrastra. Sólo hay ya nieve dentro y fuera de mis ojos.

Luna de lobos Julio Llamazares

Desde sus inmediaciones, en los cantiles del páramo de Bricia, podemos observar una de las buitreras más numerosas de Cantabria. Esta especie estuvo hace años en peligro de ex-tinción, peligro que parece haber superado. También se ven allí junto al río un molino y una “fábrica de luz”. Desde el Tobazo alcanzamos el páramo de La Lora. Comprendido entre el valle del Ebro y la Peña Amaya, desde el punto de vista geológico forma parte de una cubeta sinclinal de calizas cretácicas. Tierra paramera de pastos y clima extremado, de fuertes nevadas en el invierno, casi despoblada, su habitantes no llegan a tres mil, repartidos en veintitrés núcleos de población que viven de la explotación familiar de la agricultura y ganadería, de la patata de secano y de las vacas y ovejas, modestos productos, casi paradigmas de la humildad agrí-cola y ganadera.

La Lora es una de esas comarcas de la llama-da España profunda, rural, olvidada, inmóvil, donde nunca pasa nada. La austeridad del paisaje sugiere su humilde papel en la Historia. Se sabe que en la Edad Media era parte de la Merindad de Aguilar de Cam-poo.

Desde entonces quizá lo más notable de esta comarca había sido el hecho de que en Sargentes naciera el padre Andrés Manjón ( 1846 - 1923) un sacerdote, que a pesar de ser Catedrático de Derecho Canónico se dedicó, sobre todo, a la Educación de los niños de los barrios pobres de Granada. Introdujo la entonces original enseñanza activa; clases al aire libre, enseñanza mediante el juego, las actividades manuales y el uso del teatro, representado por escolares, para el conocimiento de la Historia. Cuando murió su idea se había extendido de tal manera que había en España más de cuatrocientas de las escuelas del Ave María. Pero La Lora se dio a conocer en 1964 cuando brotó en Valdeajos, desde los estratos basales del páramo, el primero y, por ahora, único petróleo español. Anteriormente se había buscado por el sistema de mina en el cercano valle de Zamanzas. En aquella España sin des-arrollar y en aquella época gris, fue una noticia sensacional, de primera página. En el mes de junio de aquel año cuando surgió el petróleo con él crecieron: la curiosi-dad; la expectación por las instalaciones y maniobras, por las tuberías y las bombas y la ilu-sión por lo que se esperaba iba a ser el motor, barato, del desarrollo económico español que tanto se necesitaba y esperaba. Produjo un ambiente propio de aquella admirada película de "Bienvenido Mister Marshall" ¿Sería la modernidad y la riqueza? El pueblo se llenó de cientos de curiosos, una ro-mería, una peregrinación de forasteros, se abrieron ¡dos o tres! chiringuitos o bares nuevos. El páramo olía a garaje y unas trescientas personas del pueblo y alrededores encontraron tra-bajo en la empresa con sueldos dignos. Pero no desatendieron a las ovejas y las patatas, los campesinos no se alteraron demasiado, no perdieron la serenidad.

Se construyó un pequeño oleoducto para llevar los productos hacia la carretera San-tander - Burgos cerca de Quintanilla de la Escalada y de allí, en camiones cisternas, a la refi-nería de Santurce. Pasó el tiempo y la vida volvió a la rutina y los puestos de trabajo se fueron reduciendo a menos de un centenar, los de mantenimiento. Las previsiones iniciales se vieron reducidas y las expectativas se apagaron. Quedaron las instalaciones y las tuberías ya incorporadas al paisaje cotidiano y sigue su explotación, con muy reducido personal de mantenimiento, la mayoría de los vecinos se sigue dedicando a, lo de siempre, la producción de cuatro millones de kilos anuales de patatas de secano de calidad, curioso contraste: petróleo y patatas. Hoy otras formas de energía generan de nuevo expectativas en estas tierras. Por una parte a diez kilómetros de aquí, en terrenos comuneros de los pueblos de La Población de Abajo y Salcedo, no lejos del Higedo, un gran bosque de roble albar, el mayor de Cantabria, se están haciendo prospecciones de investigación hasta cuatro mil metros de profundidad en búsqueda de gas o petróleo. Es una zona apropiada como prueba la geología y lo ya extraído. Y, por otra, sobre los cantiles del páramo y los altos del entorno ya se están instalados generadores para transformar la energía del viento en energía eléctrica. En ellos están puestas las nuevas ilusiones. Existen además discutidísimos proyectos para establecer parques eólicos, no sólo en Burgos y Valderredible, al que se destinan varios, si no también en sierras altas de Cantabria como la zona del Escudo, Toranzo, Carriedo, San Pedro de Romeral, Sierra del Escudo de Cabuérniga y alguna otra aunque únicamente está aprobado uno en el monte Ornedo de Val-deolea,

Los parques eólicos actuales están constituidos por 35 ó 40 aerogeneradores, gigan-tescas torres de hormigón de 10 x 10 m, con 60 Tm. de peso y entre 60 y 90 m de altura, con unos brazos de 30 m. Está tecnología que progresa rápidamente es ya capaz de aprovechar vientos con sólo 6,5 m/ seg. de velocidad y un parque con una inversión de 3.600 millones de pesetas es capaz de alcanzar hasta 25 megavatios de potencia. Esta es, nadie lo discute, una forma de energía renovable y limpia y aventaja clara-mente a las fuentes tradicionales, (carbón, gas, térmica nuclear, biomasa) pero lleva implícito su "culatazo”. Los generadores son ruidosas, producen la muerte de las aves, necesitan pistas, instalaciones, conducciones, para las que, por ahora, no parecen exigirse las condiciones para que el impacto ambiental sea mínimo, dando prioridad a la rentabilidad económica de las em-presas promotoras, las mismas productoras de las centrales hidroeléctricas, térmicas (carbón, petróleo) o nucleares.

¿Que pasará con el paisaje, patrimonio común, que nos están privatizando?

Desde los 1100m de la Lora vemos como más abajo discurre, camino del Mediterrá-neo, el río Ebro. En Ruerrero dominando el pueblo se pueden ver los restos de una torre altomedieval.

Este no es, como podemos apreciar, un valle de carácter cantábrico sino mesetario, es decir, distinto del resto de la Región.

Cabe mencionar en él los cultivos de cereal, sobre todo cebada, y de patata, -antiguamente de secano y muy apreciada- extensas manchas de roble melojo, la presencia de "quercus fagínea" ( quejigo, típico de dominios mediterráneos ) y algunos hayedos en los can-tiles del páramo de La Lora.

Son interesantes, también, los bosques de ribera, junto al Ebro. Un pasillo que señala la trayectoria del río, que modera su velocidad y palía los efectos de las inundaciones. Está formado por sauces arbustivos, sauces arbóreos, alisos, chopos, fresnos y olmos ordenados, de acuerdo con su situación, desde las zonas más cercanas al cauce a las menos húmedas y aso-ciados a otras plantas herbáceas (carrizos, espadañas...) y a una fauna característica. Desde lo alto vemos algunos de los pueblos de este Ayuntamiento, el más extenso y el menos poblado de Cantabria, que está en proceso de práctica desertización lo que permite, hasta hoy, que su situación ecológica haya sido aceptable. La presión demográfica es nula y los pueblos están habitados por ancianos en invierno y veraneantes en los meses de calor que proceden sobre todo del País Vasco adonde emigraron de un modo constante a lo largo de los años cincuenta. Sólo la capital Polientes, y Ruerrero presentan un saldo demográfico de cierta entidad. Caminamos unos cuatro kilómetros por el páramo, de clima extremado, hacia el oeste para llegar hasta la Peña Camesía y sin llegar a ella bajar a San Martín de Elines. Valderredible por su situación debió estar ocupado desde siempre. Ya en la Edad de Bronce por los mismos pastores que utilizaban los puertos de Sejos donde subirían en verano. Hay restos de pintura y grabados en el refugio de "El Cogular" en Ruanales, cerca del Hijedo. Este se cita al parecer relacionado con la vida de San Millán, que anduvo de misión por estas tierras y también en una nota añadida en el s. XI a un códice del siglo X "Cantabria se localiza en el Monte Iggeto, cerca de las fuentes del Ebro. Y la destruyó el rey Leovi-gildo. Este rey fue hereje" Se le relaciona con las iglesias rupestres del valle que recuerdan las antiguas habitaciones rupestres del monasterio de San Millán y probablemente correspon-den a fundaciones visigodas, su cronología aun no es segura, pues la estructura actual parece más moderna, en torno al siglo IX y tal vez no sea casual que se hallen próximas al Monte Hijedo. Valderredible, aparece en documentos del siglo X como Val de Ripa Hibre, es una zona de transición entre la costa y al meseta, tuvo durante la Alta Edad Media un papel desta-cado en el fenómeno de la Repoblación que se produjo a partir del siglo VIII desde los reinos del norte de la península hacia la meseta castellana (De ahí el pueblo de Báscones: sus repo-bladores fueron "vascones" que le dejaron el nombre). Este movimiento migratorio dio lugar al asentamiento en la zona de una numerosa población que detuvo las incursiones musulma-nas hacia el norte y construyó, excavándolas, las iglesias rupestres que encontramos (Olle-ros, Arroyuelos, Cadalso, etc.).

Posteriormente, afianzada la presencia cristiana, se construyeron las numerosas igle-sias románicas del valle entre las que destaca la de San Martín de Elines. Es un antiguo monasterio que primitivamente tuvo fábrica mozárabe como revelan un par de arcos conser-vados. De su importancia nos da noticia el hecho de que inicialmente perteneciera a la dióce-sis de Oca, antes de que Burgos fuera "Caput castellae" y asumiera también la capitalidad religiosa. Se destruyó en 1.102 y fue totalmente reconstruida en estilo románico. En su ábside se conservan restos de la única pintura mural románica encontrada hasta la hace poco en Can-tabria. Tiene un claustro añadido durante el siglo XVI.

Desde allí podemos volver a Villaescusa por un agradable

tramo del sendero que bordea el Ebro desde Fontibre hasta Del-tebre.

Costa de Cantabria: Mompía, La Picota, Dunas de Liencres, So-

to de la Marina

19 de diciembre de 2009 3ª salida La Costa Salvo las bahías de las villas costeras y algunas rías, nuestra Costa está formada por acantilados de superficie plana, las rasas, antiguas plataformas que el oleaje formaba al pie de los cantiles donde chocaba. Estas plataformas se incorporaron al relieve continental con el ascenso de la costa Cantábrica a finales del Terciario. El nivel de rasa más común es de 60 m. sobre el mar, como el comprendido entre Liencres y Santander. La plataforma continental cantábrica sólo abarca de 5 a 11 millas frente a nuestra cos-ta, 22 frente a Gijón y 100 en Francia. Estas plataformas continentales constituyen ecosiste-mas más productivos que las aguas situadas sobre los fondos oceánicos. El talud continental abarca de 10 a 47 millas de nuestro litoral, desciende de los 200 m a los 3.000 m. de profundidad y está recorrido por dos cañones submarinos. La costa de Cantabria es predominantemente acantilada. Las calizas y areniscas resis-ten la acción del oleaje y donde las rocas presentan sus estratos perpendiculares al mar, se forman entrantes y salientes - como al oeste de S. Vicente o Cabo Mayor - y si la estratifica-ción es paralela a la línea de costa, esta suele ser rectilínea. Estos altos acantilados han difi-cultado las relaciones del hombre con el mar. Por esa causa este se dedicó originalmente a la agricultura y a la ganadería, manteniendo unas relaciones muy equilibradas con el medio natural que le han permitido conservarse en buenas condiciones.

Casi la mayor parte de esta costa es una rasa o plataforma de erosión tallada por el oleaje antes de descender el nivel del mar. Este litoral es una sucesión continua de bellos rin-cones, de paisajes excepcionales, de estructuras geológicas, rocas o fósiles que nos hablan de lo que ocurrió a lo largo de millones de años de historia geológica. Además de toda una serie de comunidades biológicas, tanto terrestres como acuáticas y estas tanto de agua dulce como marina muy bien desarrolladas que proporcionan muchas ocasiones de aprendizaje y contem-

Notas por gentileza de Miguel Cavia

plación estética de estas maravillas del mundo natural y del que tan poco conocemos y valo-ramos a pesar de su proximidad y accesibilidad.

Desde el punto de vista geológico nuestro itinerario contiene una serie de puntos de interés que nos sirven para estudiar su historia geológica: la ría Pas; las dunas de Liencres; las rocas calizas del Somocueva que se formaron hace 110 millones de años en arrecifes de mares cálidos; los arqueamientos espectaculares entre Liencres y Somocueva que nos muestran la intensidad de la comprensión a que estuvo sometida esta parte hace entre 40 y 20 millones de años, cuando se formaba la cordillera como una arruga por el empuje de la península sobre el mar; las ensenadas de Liencres y San Juan de la Canal muestras de la erosión marina que hace retroceder a los acantilados y la zona de la Maruca un buen ejemplo de zona intermareal de estuario con una variedad de "habitats" en los que aparece un fauna y flora interesantes. Destacan la desembocadura del Pas por lo espectacular del paisaje tal como se aprecia desde la Picota. Desde allí se pueden ver sus llanuras aluviales entre los meandros que van ensanchando el valle fluvial. Las Rías Las rías son entrantes costeros en forma de embudo formadas por la inmersión de va-lles fluviales como resultado de la subida del nivel del mar. Son zonas muy activas sometidas a dos procesos fundamentales: las mareas y el intercambio y mezcla de agua dulce y salada, esto hace que el nivel de agua y la salinidad sean variables y condicionen la vida en el estua-rio. Desde el punto de vista sedimentológico se mezclan aportes externos (arenas introducidas por el oleaje y las mareas, y limos y arcillas de los ríos) con aportes internos (restos de con-chas) Las rías son de capital importancia por la gran productividad faunística de sus ecosis-temas aunque no lo parezca a simple vista por el pequeño tamaño de las especies que abundan

en ellas los organismos planctónicos que lo pueblan hacen posible la alimentación de los mo-luscos, crustáceos y peces, constituyen eslabones tróficos fundamentales para el enlace de los ecosistemas terrestres y los de la plataforma continental, siendo indispensables para mantener la pesca en el litoral. Es claro que son sistemas de gran interés desde el punto de vista geoló-gico y biológico. Su conservación es fundamental.

Las playas y arenales Las playas están formadas fundamentalmente por acumulaciones de arenas constitui-das por granos de cuarzo y por restos de conchas de organismos marinos rotos por el oleaje que junto al material limoso de las orillas del río forman la extensa playa de Liencres. El vien-to que sopla aquí preferentemente del oeste con una dirección y fuerza constantes da origen al desplazamiento de la arena que se conecta hacia el interior con una zona poco elevada y desarrolla el sistema de dunas de Liencres, el mas grande del Cantábrico aunque no parece tener mas que unos cientos de años. Los procesos geológicos que tienen lugar aquí son gran interés para el estudio de la dinámica litoral y eólica y por lo tanto estos ecosistemas son de conservación prioritaria. En estos arenales se instala una biocenosis muy peculiar con especies exclusivas. Compuestos de arenas sueltas que no retienen el agua y que están muy salinizados lo que hace que tengan una escasa cobertura vegetal muy adaptada a esas condiciones tan especiales. Son plantas herbáceas que presentan hojas reducidas y carnosas. Por otra parte la movilidad de las arenas, por causa del viento, hace que la vegetación existente durante el verano desaparezca con frecuencia cuando llegan el otoño y el invierno y aparezca de nuevo, en otros lugares, al verano siguiente.

Existen pocas especies faunísticas ya que el biotopo es incapaz de sostener una pobla-ción grande de animales. Los más importantes son los reptiles y las aves que nidifican en las dunas, cada vez más escasas debido a la presión humana sobre este territorio. Los estuarios Los estuarios, como el del Pas, están sometidos a dos procesos fundamentales: las ma-reas y la mezcla e intercambio de agua dulce y salada, variables que condicionan la vida en la ría. Además la riqueza y variedad de sedimentos, aportados tanto por el río como por el mar son muy grandes, es prioritaria la conservación de estos ecosistemas. En los acantilados e islotes, que vamos encontrando en nuestro camino, anidan aves como el cormorán y la gaviota argentea que están representando un peligro para el resto de las aves marinas por lo numeroso de sus colonias. A este área los valores ecológicos y paisajísticos, junto a otros factores económicos, la han dado una orientación ganadera, y, más recientemente, industrial, urbana y turística (Lien-cres, Soto de la Marina, Monte, Cueto) Desde aquí se puede hacer un amplio estudio geográfico. Un buen lugar para detenerse y a la vez que se disfruta de la belleza, que se ofrece gratis, hacer una reflexiones sobre algo tan valioso y maltratado como el paisaje. El Paisaje Es el resultado de una serie de factores: suelo, clima, flora, fauna...; de las interaccio-nes entre lo mismos y de la acción del hombre a lo largo de la Historia y aun más hoy a tra-vés de sus formas de vida, costumbres, relaciones económicas, sociales y políticas (explota-ciones agrarias, pesqueras, ganaderas, formas de propiedad, espacios de ocio...). Así es que se puede afirmar que el paisaje es el reflejo de la comunidad que lo habita y, de ese modo, se transforma en patrimonio cultural y público que ha de preservarse, lo cual no es incompatible con una transformación o crecimiento moderado, gradual, armónico y de-mocrático de ese espacio común de convivencia. El olvido de estos principios básicos, por un desarrollismo caracterizado por la absolu-ta falta de planificación y un crecimiento vertiginoso y caótico, ha destruido, entre otras ri-quezas, la calidad del paisaje en la mayoría de las costas, de los pueblos y de las ciudades de España. Ahora que parece que ya queda poco, es importante tomar conciencia del valor que tiene este tramo de costa y que debe ser preservado para las generaciones venideras. Aquí donde surgen con todo su atractivo rías, dunas, arenales, ensenadas, acantilados y playas que jalonan el itinerario desde Liencres a Santander. Por aquí aun podemos ver tramos de costa bien conservada, hasta hoy, casi en su as-pecto original pero el urbanismo la cerca y ya ha dado muestras, (Mogro, Liencres...) de como quedará el litoral ¡de todos! al cabo de pocos años. Si vamos a urbanizar y construir ¿por que no lo hacemos racionalmente?

¿Tan difícil es de interpretar la Ley de Costas? En ella se dice que el Dominio públi-co marítimo terrestre está formado por: toda la playa y el lugar que “alcanzan las olas en los mayores temporales conocidos”, las dunas, tengan a no vegetación, formadas por la acción del mar o del viento marino” y “los acantilados hasta su coronación”. En esta zona, (inalienable), no permite ninguna edificación aunque como excepciones se permiten edificaciones que no se puedan sustituir tales como faros, puertos… En la misma ley se establece como Servidumbre de transito una franja de seis metros, desde donde acaba el dominio publico, que debe quedar libre al paso. Y así mismo, desde la ley de 1988, después de la Servidumbre de paso, implanta una Servidumbre de protección., en los primeros cien metros, en la que salvo que la zona sea ur-banizable, sólo puede haber cultivos o zonas deportivas. Esto significa que las casas construidas dentro del dominio público antes de 1988 pa-san a ser propiedad del Estado, que da a sus propietarios una concesión, de 30 años ampliable a 60, y que todo lo construido después de 1988 es ilegal. En nuestro recorrido podremos comprobar las consecuencias de la mala aplicación de esta Ley de Costas y su espíritu, por medio de la utilización de todo tipo artimañas legales y políticas, en maniobras especulativas que, al parecer, sólo encuentra freno en las organizacio-nes ecologistas que denuncian públicamente la falta de respeto por el entorno y la ley. ¿Cuando dejaremos de jugar con cosas que no tienen repuesto”?

Caviedes Monte Corona La Ayuela Toporías…♣

16 de enero de 2010 4ª salida

La sierra del Escudo de Cabuérniga paralela a la costa, comprendida entre el Saja y el Nansa, a la que ya subimos desde la collada de Montea, separa la marina occidental de Cantabria de los valles interiores de ambos ríos y limita por el sur los municipios de Valdáliga y Udías que vamos a recorrer desde Caviedes.

Es este un pequeño y antiguo pueblo valdáligo, situado junto al Monte Corona, que ha vivido de las tradicionales agricultura - del maíz, alubias, hortalizas, frutales, cas-taños, nogales…- y la ganadería. Que ha utilizado los pastos comunales cercanos del Monte Corona y los más alejados de Campoo-Cabuérniga.

En Caviedes, como en los demás pueblos montañeses, encontramos, además de las casas populares, con balcones y en hilera, casonas barrocas y entre ellas la fortifica-ción medieval El Torraco, casa-torre de los Caviedes, y otras casas blasonadas, la Iglesia de los santos Justo y Pastor y, fuera del núcleo del pueblo, la ermita de San Antonio, en el Monte Corona. Por el cuidado y conservación de este conjunto fue declarado “Pueblo de Cantabria” en el año 2006.

Aquí, como en Treceño y Cabezón de la Sal, se hallaron vestigios de pozos salados de los que se extraía la sal que luego se elaboraba a fuego.

Por Caviedes entramos en el Monte Corona, comparti-do entre los municipios de Comillas, Udías y Valdáliga, e inclui-do parcialmente dentro del Parque Natural de Oyambre. Es uno de los más interesantes de la región desde el punto de vista paisajístico y natural, pues acoge valiosas zonas de prados y bosques de frondosas autóctonas. Hace tiempo estuvo poblado de robles, además de hayas y otros árboles y de una abundan-te fauna y flora de gran interés ecológico. Hoy su arbolado es mayoritariamente alóctono debido a los trabajos de "repobla-ción" realizados durante la segunda mitad del siglo XX. En ellos se plantaron pinos (834 hectáreas) y eucaliptos (621 hectá-

reas) y otras especies exóticas, con carácter experimental, como el roble americano (39 hectáreas) y la sequoya (5'5 hectáreas). Tal vez por eso la parte más valiosa del Corona sea el sector correspondiente a este pueblo, cuyos vecinos salvaron de la tala el único robledal autóctono de la costa cántabra (200 hectáreas), último vestigio del monte origi-nal. En este sector también se pueden encontrar hayas, lo que es raro por su situación de baja altitud y cercanía a la costa.

Este extenso bosque fue, está claro, propiedad de la Corona que lo aprovechaba para extraer la madera destinada a la construcción de los buques de la flota.

♣ Notas por gentileza de Miguel Cavia

Nada más entrar en él encontramos, en un bello paraje, la Ermita de San Anto-nio. (s.XVIII) En esta zona alta del bosque hay, además de zonas de comida, edificios para el cuidado y vigilancia de esta masa boscosa y un extraño paraje dedicado a los pintores montañeses. Cerca un mirador nos permite contemplar una gran parte el monte Corona.

La carretera pasa junto a una torreta de vigilancia forestal y nos conduce después

a un cruce que por la derecha nos lleva al pueblo de la Ayuela.

Si nos fuésemos por la izquierda llegaríamos a la Ermita de San Esteban, situa-da en uno de los lugares más interesantes del monte, y volveríamos a disfrutar del exce-lente observatorio desde el que se puede ver hacia el norte un panorama amplísimo del entorno formado por el Parque Natural de Oyambre, la Ría de La Rabia y un sector de la costa cantábrica entre Comillas y San Vicente, bosques, prados, pueblos, estuarios, acantilados y playas. Y por el sur las cimas más características de la cordillera Cantábrica En la costa se recortan, entre otros, los edificios de la Universidad Pontificia de Comillas, debida al poder económico y la influencia del Marqués de Comillas, el indiano por exce-lencia, que hoy parece tener un futuro interesante.

Por La Ayuela, el pueblo más alto del recorrido, junto a cuya ermita románica se encontró una necrópolis altomedieval con tumbas de lajas y piedras con un sarcófago de caja rectangular y cuerpo antropomorfo, entramos en el Valle de Udías.

Es este un paisaje cárstico formado por hoyos y colinas que se alzan entre 200 y 300 metros y dejan paso a los pequeños arroyos que se dirigen hacia Cobijón (significa-tivo topónimo) ,el punto mas bajo de esta depresión cárstica, donde se encuentra la cue-va de Rescaño, no confundir con la del Rascaño en Miera, descubierta hace un siglo por las actividades mineras. Parte de ella sirve de cauce por el que fluyen hacia el mar las

aguas del poljé de Udías, aunque antes, previa depuración, sirven para abastecer a No-vales.

Este sistema subterráneo con un desarrollo conocido de unos quince kilómetros es muy interesante desde el punto de vista espeleológico, con el incentivo de no estar aun completamente explorado.

En este pequeño valle de Udías se encuentran cercanos unos a otros los pueblos de Canales, Cobijón, La Hayuela, El Llano, Pumalverde, Rodezas, Toporías, Valo-ria y La Virgen y en ellos destacan los conjuntos de casas en hilera, así como algunas de sus iglesias, entre las que sobresale la de Pumalverde.

En el barrio de la Virgen trabajó entre 1679 y 1744 un horno alfarero donde entre otras cosas se cocían tejas curvas como las que se encontraron cuando se investigó y dató en la última década del pasado siglo.

Los materiales de esta depresión procedentes del Cretácico inferior, Ap-tiense.Albiense y por el norte son calizas y dolomías. En estos suelos, rellenando grietas, estratos y cavidades cársticas se encontraron los minerales de cinc y plomo que dieron pie a las actividades mineras. Las más antiguas se remon-tan a la época romana de las que se han encon-trado restos en una antigua mina con un sistema de galerías inclinadas que permitían hacer traba-jos a poca profundidad ayudados por los animales de carga que podían acceder al interior.

En el siglo XIX Udías atrajo inversiones mineras, merced a estos criaderos de calamina y blenda. La sociedad que se ocupó de este área de Comillas, Ruiloba, Udías, Lloredo y Celis fue “Mi-nas y Fundiciones de Santander”, fundada en París en 1853. La primera mina, a cielo abierto, estuvo en Canales, en ella se encontraron restos de herramientas y monedas romanas que confirman su antigua explotación y en ella lle-garon a trabajar 450 mineros aparte de de los carreteros dedicados al transporte. La ma-teria extraída era en su práctica totalidad exportada a través del puerto de Comillas (12 Km.) donde previamente se calcinaba antes de embarcar.

En 1885 las explotaciones de Udías pasaron a la “Real Compañía As-turiana de Minas”, empresa belga que se había establecido en Cantabria en 1856 y que era la propietaria de otras explotaciones en Reocín y los Picos de Europa. Las actividades extractivas con-tinuaron con el nuevo siglo y se amplia-ron a la zona oriental del valle (Pozo Madroño, Sel del Haya...) donde aparte de de las explotaciones a cielo abierto se recurrió a los pozos y las galerías. Se trabajaba de sol a sol, el arranque se contrataba a destajo y los

oficios y el transporte a jornal. Manuel Llano, que se casó en Udías, conoció bien este mundo.

“La minería era el complemento de la labranza o viceversa. Y con estas dos rue-das caminaba el valle sencillamente, su paso discreto, sin tambaleos, sintiendo los silbos de la maquinucas de la mina y los golpes secos de los mazos en la mies […] El labrador llevaba a la mina polvo moreno de su bancal, y el minero traía a la mies polvo rojizo de las galerías negras. Unas horas con el apero agrícola y otras con el candil y la piqueta horadando rocas y arcillas.” M. Llano 1933 Más adelante se cambió la vía de transporte. Un pequeño tren de tres kilómetros de recorrido lo llevaba del Pozo Madroño a la Casa de la Mina donde estaba el núcleo de las instalaciones y en el cuál confluía con el mineral de otros yacimientos. Desde allí un cable aéreo de otros tres kilómetros lo llevaba a Ontoria y de allí en el ferrocarril hasta el complejo Reocín-Torres desde donde por el ramal ferroviario de la empresa llegaba hasta los embarcaderos de Hinojedo. “La mayoría de los afanes estaban puestos en aquellas peñas orientales del valle llenas de replanos, de túneles, de ajetreos fabriles, de ruidos de hierros y dinamitas”. M. Llano 1933 Sin embargo, la primera Guerra Mundial marcó el final de la minería en Udías, primero debido a la pérdida de los mercados internacionales que acompañó al conflicto y, más tarde, a causa del agotamiento de mineral y a la falta de rentabilidad de las explota-ciones que acabaron cerrando en 1932. “Pero un día la cuenca se quedó silenciosa. Los hombres permanecieron en los pueblecitos y la mina fue como un desierto de lastras, como un anticipo de ruinas […] Caminatas de los pobres mineros por las carreteras pensando quizá en la intemperancia de la civilización, que les echó de sus casas a correr la triste, la amarga aventura de la mendicidad” M. Llano 1933

La mina A mediados del siglo XIX, en 1856 la Real Compañía Asturiana de Minas puso en

marcha la explotación de Reocín, Cantabria se convirtió en un área minera esencial, la segunda región de España, tras Vizcaya, en explotaciones mineras. En la década final del siglo se explotaban, desde Castro Urdiales a los Picos de Europa, (El macizo oriental se llamó Macizo minero) 825 minas de cinc y hierro fundamentalmente. La mayor parte del mineral extraído se destinaba a la exportación.

Esta actividad, financiada por capitales belgas, franceses, ingleses, vascos y locales,

junto con el aumento del comercio y las mejoras del puerto de Santander y de las comu-nicaciones significó un gran paso adelante en la modernización y desarrollo de la región.

La mina fue un fenómeno trascendental. Casi seis mil obreros llegaron a trabajar a

finales de siglo en este ramo. Trajo la economía moderna y unos fortísimos cambios so-ciales y culturales, convirtió al campesino en minero, creó la figura del "obrero mixto". Cambió totalmente el carácter de los pueblos y produjo, también, impactos ambientales aun apreciables como la destrucción, en parte, del paisaje, la desecación de extensas áreas de marismas y la deforestación de las zonas bajas, agotando algunos de los últi-mos bosques de frondosas autóctonas.

Dejó un importante y abandonado patrimonio industrial en pozos, castilletes, planos

inclinados, tranvías aéreos, hornos, maquinas, trommeles, embarcaderos, hospitales, viviendas economatos…que bien merecen su recuperación y conservación.

Bárcena de Pié de Concha - Bárcena de Pié de Concha por

Camino Real y Calzada Romana ♣1

20 de febrero de 2010 5ª salida

Bárcena Itinerario: Bárcena de Pié de Concha Camino Real Ventorrillo Pes-quera, Somaconcha Calzada Romana Media Concha B.P. de C. Distancia aproximada: 14 km

"A veces, Daniel, El Mochuelo, pensaba que su padre, el cura y el maestro, tenían razón, que su valle era como una olla independiente, absolutamente aislada del exterior. Y, sin embargo, no era así, el valle tenía su cordón umbilical, un do-ble cordón umbilical, mejor dicho, que le vitalizaba al mismo tiempo que le ma-leaba: la vía férrea y la carretera, ambas vías atravesaban el valle de sur a norte, provenían de la parda y reseca llanura de Castilla y buscaban la llanura azul del mar. Constituían, pues, el enlace de dos inmensos mundos contrapuestos.

En su trayecto por el valle, la vía, la carretera y el río -- que se unía a ellas después de lanzarse en un frenesí de rápidos y torrentes desde lo alto del Pico Rando - se entrecruzaban una y mil veces, creando una inquieta topografía de puentes, túneles, pasos a nivel y viaductos."

Visión literaria del valle se puede encontrar en la novela "El camino" 1950 de Miguel Delibes, descendiente de un ingeniero de ferrocarriles que trabajó en el trazado de la vía férrea que veremos.

Podemos comenzar nuestro recorrido, la subida, en el tramo que se conser-

va del antiguo "Camino Real", que se basó en un proyecto del ingeniero Sebastián

Rodolphe. Su ejecución fue aprobada en 1748 y corrió a cargo de los maestros de

obra Marcos de Vierna e Hilario Alfonso de Jorganes. El tramo que discurre en-

tre Santander y Reinosa fue concluido en 1753 y supuso la apertura de, entre

otras, la llamada ‘ruta de las harinas’ que produjo el despegue comercial de San-

tander y la zona Reinosa y su entorno inmediato. En 1787, el Real Consulado de

♣ Notas por gentileza de Miguel Cavia 1 Ver fotografías de la Excursión del 10 de enero de 2009. Marchas del curso 2008-09.

La Joyanca: Marcha por Campoo de Suso Espinilla, Soto, Proaño, Villar, Hoz de Abiada...

20 de marzo de 2010 6ª salida Apuntes, ideas, notas, pistas…  La Joyanca 

  Camino a pie: Se puede salir desde Argüeso o desde  Espinilla ( mas corto)  y seguir por 

Soto, Proaño, Villar, Hoz de Abiada, Abiada, La Lomba, Entrambasaguas, Mazandrero, Celada de Los Calderones o Naveda, Espinilla. Unos 16 km recortables en varios puntos. 

 

 

Mirador de la Joyanca en el puerto de montaña de Brañavieja Este lugar es uno de los "balcones" más privilegiados de Cantabria para contemplar un amanecer, con el valle 

de Campoo y el pantano del Ebro al fondo 

Campoo y Reinosa 

  La comarca campurriana contiene tres ayuntamientos con toponimia medieval como corresponde al origen de sus pueblos y aldeas: Campoo de Suso ( arriba ), por el que cami‐namos, que incluye veinticuatro pueblos; Campoo de Enmedio, junto a Reinosa, unos quince y Campoo de Yuso ( abajo ), en gran parte cubierto por las aguas del embalse del Ebro, con quince núcleos más.  

  La capital de la comarca es Reinosa, el Ayuntamiento más pequeño de la región. Está asentada en el centro geográfico de Campoo de Suso, Enmedio y Campoo de Yuso. Al estar al sur de la cordillera cantábrica vivió  más vinculada con Castilla que con el resto de la actual 

Notas por gentileza de Miguel Cavia

región. Fue la puerta de Cantabria a las influencias mediterráneas y a partir del siglo VIII de las corrientes contrarias hacia  la meseta: La Reconquista. Siempre ha sido clave de  las co‐municaciones de Cantabria lo que ha condicionado el  carácter de la ciudad y su historia. 

  Campoo estuvo poblado por pueblos pastores predecesores de los Cántabros proba‐blemente, como parecen sugerir  los menhires de Sejos y Valdeolea, ya en la Edad del Bron‐ce. Por los historiadores romanos sabemos que vivían junto al nacimiento del Ebro. Próximo a Reinosa se encuentra Aradillos, (Aracillum), donde al parecer, los mismos romanos, obtu‐vieron  la victoria definitiva en su guerra de conquista. No  lejos, estaba Julióbriga, el actual Retortillo, refundada por Roma sobre una población anterior, en la que se instalaron tras la victoria. Fue clave en  la romanización tardía y desigual de  la zona. Era esta población, una etapa en la calzada que iba desde Portus Blendium (Suances) a Pisoraca (Herrera de Pisuer‐ga) y se comunicaba con el  Mediterráneo a través del Valle del Ebro. 

  Durante los siglos XI y XII,  Campoo estuvo sometido a Castilla a través del monasterio Cervatos que más adelante pasó a depender de Aguilar. 

  Reinosa empezó a crecer, en 1749, al construirse la carretera de Santander, el Cami‐no Real, como vía de salida de la Meseta al mar. Un siglo más tarde se  construyó el ferroca‐rril y en 1858 llegó el primer tren de mercancías a Santander. 

  De la importancia de Reinosa como nudo de comunicaciones: ( Santander, Palencia, Burgos, Cervera, Liébana, Cabuérniga...) da fe el Diccionario de Madoz (1845‐1850) que en la información referida a Reinosa, precisa “gran parte de  los moradores se dedican al acarreo de  los vinos de Nava del Rey y su tierra, Toro,  la Ribera de Aranda y Rioja, pero particular‐mente y en mayor proporción, a conducir trigos y harinas de Castilla la Vieja y Alar del Rey, en donde concluye el ramo Norte perteneciente al Canal de Castilla, cuyos frutos, en su ma‐yor parte, hacen escala en Reinosa, para ser luego trasladados a los puertos de Requejada y Santander retornando de ese último puerto géneros coloniales para las  diferentes provincias de Castilla la Vieja”. 

  El camino discurría por el valle del Besaya. Aprovechando la energía hidráulica del río y la térmica del carbón vegetal de sus montes se instalaron en él molinos harineros y ferre‐rías que crecieron en importancia con el citado camino de Castilla por el que se transporta‐ba la harina. 

  Aquellos molinos y ferrerías   dieron vida a  la  industria molinera y a  la textil que fue  notable en estos valles. Algunos se transformaron en ferrerías o martinetes ( en Los Corrales  fueron el antecedente de  las “Forjas de Buelna” de  las que deriva  la actual  industria auto‐movilística). Algunas ferrerías pasaron a ser fábricas de harinas que  luego desaparecieron ( caso de las de Santiurde y Lantueno), otros se transformaron en “fabricas de luz” o pequeñas centrales  hidroeléctricas  y  algunos  desaparecieron  con  el  abandono  y  las  riadas.  En  todo caso fueron el germen de toda la industria instalada hoy en el “Corredor del Besaya”, desde Torrelavega a Reinosa. 

La carretería 

  El    transporte por  la carretera de Reinosa   entre el puerto y el Canal de Castilla se hacía  en carros o a lomos de mula.  

  El  tráfico entre Alar y Santander era  intenso y diario,  incluidos domingos y días de fiesta.  Sólo  disminuía agosto, cuando los carreteros se dedicaban a segar y recoger la hierba 

en sus pueblos,  o durante las fuertes nevadas del invierno. En este recorrido, 122,4 km., una pareja de bueyes tudancos empleaba 66 horas.    

  Por  él  transitaban  carreteros    y  trajinantes  de  esta  región  y  también  de  algunas próximas.  Los de Bezana  tenían  fama de  rumbosos y eran  conocidos  como  “marinos”,  los había campurrianos, de  la cercana comarca palentina de La Pernía, que usaban  los únicos carros tirados por vacas, de Soria, que llevaban bueyes de larga cornamenta,  y de otras co‐marcas.  

  Los  tipos  de  carro  variaban  según  la  procedencia  de  los  carreteros  y  se  sabe,  por ejemplo, que las llantas de los de Penagos eran estrechas. La mayoría usaba rodal de madera y  llanta postiza. Cargaban hasta 140 arrobas  (1.600 Kg.)   Los toldos se enceraban para  im‐permeabilizarles y a los ejes se les untaba de jabón para que no chirriasen. 

  A  comienzos de este  siglo  se  convirtió Reinosa en una  importante  zona  industrial. Hacia 1917 se creó La Constructora Naval y dos años más  tarde empiezan a  funcionar sus talleres. Hacia 1931 se construye Cenemesa, empresa de material eléctrico, posteriormente Gómez Cuétara,  fábrica de galletas, Forjas de Reinosa, La Farga Casanova y una serie de ta‐lleres auxiliares de todas estas  industrias que dieron   prosperidad a  la ciudad y su entorno  hasta los años 70 en que comenzó una dura crisis industrial y social. 

  Además de la industria y el transporte otra tradicional actividad campurriana ha sido y es la ganadería. Por lo menos desde el siglo XV se celebran en Reinosa mercados de gana‐dos. Durante muchos años la feria de San Mateo suministró a toda España ganado caballar de extraordinaria calidad. Hoy se mantiene celebrándose esos días  fiestas y encuentros de folklore regional. 

Campoo de Suso 

Está comarca está bien delimitada por las montañas de las sierras del Cordel y de Labra, bordes del antiguo y claro circo glaciar que hoy constituye la cabecera del Ebro, que desde aquí se encamina hacia el Mediterráneo. Por el eje de este valle, conocido por los campurrianos como “La Joyanca” que linda con Polaciones y Liébana y por donde discurre el río Hijar, que baja desde el pico Tresmares- donde también brotan el Pisuerga ( vierte sus aguas en el Atlántico), y el Saja ( fluye hacia el Cantábrico)- y recoge las aguas de media docena de afluentes. En el llano se encuentra con los cerros Guariza y Robleda y los rodea por el sur. Al norte de los cerros está Fontibre donde “nace” el Ebro que en realidad no es más que una surgencia de las aguas del Hijar que se han filtrado por debajo de los dos montículos. El Ebro, desde el punto de vista geográfico, es un afluente del Hijar, parece un hijo.

  La comarca contiene en las vertientes norte  de la sierra de Hijar amplias manchas  de hayedos y en  las  laderas, por  las que cruzaremos,   orientadas al sol   de  la sierra de Isar, de influencia mediterránea, robles melojo y en las zonas llanas, grandes extensiones de pastiza‐les  de  diente.  También hay  tejos,  abedules,  serbales, mostajos  y  acebos  y  en  las  riberas: fresnos, chopos y salces en peligro de desaparición por  los, ¡otra vez!,  injustificados encau‐zamientos de los ríos.  

  Por  las tierras campurrianas se encuentran lobos, buitres, corzos, algunos osos, ardi‐llas, martas,  turones  y  liebres  y  vuelan por  sus aires águilas  reales, perdiceras  y  calzadas, cernícalos, milanos negros, cigüeñas, en su límite norte, perdices rojas y pardas, además de una gran variedad de otras aves menores y en el pantano vuelan y nada una rica avifauna migratoria. 

  En nuestro recorrido pasaremos cerca de los hermosos acebales y hayedos de Abiada, cruzaremos  los  robledales   de Proaño y veremos dos ejemplares monumentales: “El abuelo” nogal que se encuentra junto a la iglesia de La Hoz y sobretodo a  La  Cagiga  de  Abiada  donde  también  encontraremos  tejos como en  Entrambasaguas y Soto. 

  Campoo de Suso  se beneficia de una economía mixta en  la que  las actividades agrarias, especialmente  la ganadería de vacuno y caballar con destino cárnico, se compaginan con el trabajo  en  las  industrias  y  el  sector  servicios,  incluido  el turismo, de Reinosa y su comarca.  

  Es esta una comarca de una elevada altitud media, en torno a los 800 m. (las cumbres alcanzan 2000 m). Su clima es riguroso,  seco  y  de  inviernos  fríos  (En Reinosa  hay  dos  esta‐

ciones: el invierno y... la del ferrocarril).  Por aquí las pendientes son suaves y el paisaje, en parte atlántico y en parte continental, de transición entre Cantabria y la Meseta.  

  Campoo de Suso esta formado por veinticuatro pueblos en los que viven unos dos mil vecinos. Se redujo notablemente su población en los años cincuenta del pasado siglo por la emigración hacia  las zonas  industriales y se recupera actualmente con el regreso y  la doble vivienda. 

De los veinticuatro pueblos que tiene el Valle de Campoo, 

de los veinticuatro pueblos, Villacantid el mejor. 

La Joyanca 

  Argüeso está estratégicamente situado en un paso entre los puertos de Palombera y de Somahoz. Por ellos viajaban ya en la alta edad media los “asturianos”  (Asturias de Santi‐llana) y “caornecanos” (Cabuérniga) hacia Brañosera y Castilla, aunque probablemente antes ya realizarían la trashumancia con sus ganados. 

  Hacia el año 1000 ya existían    la mayor parte de las actuales  villas, aldeas y lugares de Campoo y en 1475 los Reyes Católicos elevaron el  Señorío  de  Argüeso  a Marquesado.    “Los doce  lugares  del Marquesado”  eran Argüeso, Suano,  Barrio, Mazandrero,  Villar,  La  Serna, Hoz,  La  Lomba,  Entrambasaguas,  Abiada, Naveda  y  Espinilla.  La  primera  noticia  de  su Castillo  es  de  1410,    tiempos  de  la  poderosa Leonor  de  la  Vega,  madre  del  Marqués  de Santillana.  Este  lo  heredó  de  su madre  junto con  otros  bienes  y  a  su  vez  lo  transmitió,  al 

morir, a su hijo Diego Hurtado de Mendoza. Así se ha ido trasmitiendo sucesivamente a los mayorazgos de los Mendoza hasta nuestros días.  

  Como muy bien podremos apreciar en nuestro recorrido por Campoo el paisaje y las formas de vida han dado lugar a un tipo de poblamiento  y una arquitectura diferentes a los del resto de  la región. Aquí    la población se asienta en núcleos concentrados, no dispersos como ocurre al norte de  la cordillera. Las casas se sitúan en torno a  la plaza, donde está  la iglesia, la escuela, el ayuntamiento, el pilón con la fuente y la tienda‐cantina. Separados del centro están los corrales de las ovejas, las cuadras de las vacas, las eras para trillar y los al‐macenes para guardar el grano.  

La arquitectura de estos pueblos campurrianos, con influencias montañesas y castella‐nas, y condicionada por: el clima frío y soleado; la agricultura de un solo corte de pasto anual lo que requiere mayores espacios de almacenamiento y el medio tiene ciertas características propias. 

 Esta construcción tradicional no es muy uniforme pero en ella podríamos destacar: las 

portaladas continuación de  las fachadas y no tan ostentosas como  las montañesas;  los col‐gaizos adosados a la vivienda con tejados de un solo agua y abiertos; la corralada pavimen‐tada de  losas  irregulares;  la hornera en unos casos adosada al edificio principal y en otros independiente; el corredor, que no solana, mas resguardado adaptado al frío y el sol y unas cuadras y pajares grandes. 

 Se han utilizado como materiales de construcción la piedra caliza en los muros y facha‐

das, el adobe en paredes que no soporten cargas,  la madera de roble en vigas y pilares así como en el tillado de los pisos y la teja árabe en las cubiertas.  

  En estos pueblos se conservan numerosas casas y casonas construidas desde la Edad Media a  los siglos XVII y XVIII,   y en ellas se mezclan elementos de  la arquitectura popular con otros de procedencia culta, en una interpretación particular de la arquitectura barroca. Conviene  fijarse en  lo original y personal de sus casas y sus elementos arquitectónicos:  las ventanas, variadísimas;  las puertas,  los escudos,  los arcos y  las corraladas,  los pilones...   en toda su arquitectura y  urbanismo. 

  Próximos a cada pueblo se extienden  las mieses particulares y  los terrenos comuna‐les: unas se trabajan en común, y sus frutos se reparten entre los vecinos, y otras se dedican a pastos de los animales dedicados a la labranza, los que no suben a los puertos.  

  Hay otras tierras comunes que se reparten los vecinos de forma individual. A medida que nos alejamos del centro del pueblo cada vez hay menos tierras particulares y más del común. Más alejados están los pastos de los puertos cuya propiedad  comparten varios pue‐blos.     Caminando hacia el oeste, pasaremos por Soto y  Ormas. Pronto llegamos a Proaño lo primero que vemos es una hermosa torre medieval (siglo XIV), cúbica, de cerrados muros de mampostería en los que se abren ventanas, saeteras y algunos arcos notables como el de la portada y el trilobulado, del primer piso. 

  Fue propiedad de Ángel de los Ríos y Ríos, el “Sordo de Proaño”, erudito e historiador del siglo pasado. Al que citó José María de Pereda, como el “Sordo de Provedaño” en la no‐vela “Peñas Arriba”,  

  En el pueblo encontramos además grupos de casas alineadas que son casi un catálo‐go de las casas campurrianas desde los siglos XV o XVI (rasgos góticos en arcos apuntados y ventanas ajimezadas, distribuidos asimétricamente por  la  fachada), hasta el XIX y XX, y no falta una casona barroca del XVIII con una fachada interesantísima. 

          A la salida del pueblo, por la falda del Pico Liguardi, atravesamos un magnífico roble‐dal que  llega casi hasta La Hoz de Abiada. Aquí además de sus casas, una constante en to‐dos los pueblos, a la salida, junto a la iglesia, se encuentra el “Abuelo” un nogal gigantesco, estropeado pero cuidado.  

 

  Desde allí hasta Abiada caminamos por una carretera cuando menos desproporcio‐nada. Cerca se  localizan  interesantes robledales, hayedos y acebales que no renunciamos a visitar en otra ocasión. Procuraremos, eso si, acercarnos en la parte alta del pueblo a uno de los árboles únicos de  la región: una Cajiga colosal con más de veinticinco metros de enver‐gadura También en el pueblo podemos ver algún  tejo,  frente a  la  iglesia, cuando vayamos hacia Entrambasaguas, a donde nos acercamos cruzando la explanada de La Joyanca. 

   Desde Entrambasaguas a Mazandrero el punto más alto del recorrido a 1100 metros, 

desde donde  se ve  casi  todo Campoo de Suso. Sus bosques de Gulatrapa,  Lagos y Monte Milagro, están poblados de hayas, abedules y acebos, en ellos vive una fauna de montaña, formada lobos, venados,  corzos o  jabalís, en ocasiones pasa el oso pardo y rapaces como el águilas reales o perdiceras, azores, milanos o buitres  

   Mazandrero es uno de  los mejores conjuntos urbanos de Campoo con sus casas ba‐

rrocas del siglo XVII. Desde aquí salimos a través del bosque para bajar hacia Celada de  los Calderones o Naveda y de allí a Espinilla. 

   Todos  los pueblos están  cuidados  y  conservados  (salvando algunos materiales mo‐dernos como el aluminio y la uralita). Todo un contraste con lo que vemos en otras zonas de la región. Pruebas del apego y respeto que  los campurrianos muestran por su patrimonio y sus tradiciones. Cuidan su patrimonio monumental; sus fiestas, (Fiesta de  los Campanos en Abiada, Día de Campoo en Reinosa, Feria de San Mateo...); su artesanía de la madera, ligada a  los bosques, sus aperos, muebles, almadreñas ( mochas, piconas, de pico de cuerno),  los 

rabeles, útiles para el hogar, la ganadería, labranza y hasta  esquís y su no menos importante patrimonio folclórico ( rondas de mozos, marzas, reyes..). 

  Pero no  todo es perfecto,  se ven algunos chales de estilo  foráneo y  sobre  todo en Espinilla  junto a una casa preciosa, encontramos el monumento al cemento. Una horrible, desproporcionada e innecesaria rotonda. Ojala no sea el anuncio de lo que le espera a esta hermosa comarca a través de las nuevas comunicaciones. 

Santander se hizo cargo de este trayecto. Sobre este camino se levantó ya en el

siglo XX la N-611.

Esta carretera fue construida para la exportación de lanas, vinos y harinas de Castilla y pasa por las Hoces de Bárcena, el tajo que el río Besaya ha tallado en las areniscas del Triásico.

La historia del Camino real comienza a mediados del llamado Siglo de las Luces. Su construcción formaba parte de uno de los tres proyectos fundamenta-les de un plan del Marqués de la Ensenada y su ministro Patiño (P. Rábago) para la mejora de las comunicaciones interiores como clave para la recuperación econó-mica de la España de su tiempo. Fue uno de los intentos de la Ilustración española para sacar a la nación de su secular decadencia.

El primero de los proyectos era superar el obstáculo de la Cordillera Can-tábrica para hacer posible el tráfico de carretas entre Castilla y el mar: carre-tera de Reinosa a Santander, El segundo era atravesar el Sistema Central por el puerto de Guadarrama: carretera de El Espinar, Segovia. El tercero consis-tía en enlazar por medio de un sistema de canales navegables Reinosa con El Espinar: El canal de Castilla.

La apertura del puerto de Santander al comercio con América activó el trasiego de harinas, ya tradicional, y de productos coloniales por este Camino de Reinosa o de Castilla. La carretera se construyó en 1749. En 1753, año de su apertura, Santander tenía 2.000 habitantes de Santander de los que a 30.202 en el censo de 1860. También Torrelavega, Reinosa y otros pueblos próximos al Camino prosperaron de forma espectacular. En 1820 se arregló la Carretera de Reinosa.

De la importancia del Camino Real da fe el Diccionario de Madoz (1845-1850) que en la información referida a Reinosa, precisa "gran parte de los mora-dores se dedican al acarreo de los vinos de Nava del Rey y su tierra, Toro, la Ri-bera de Aranda y Rioja, pero particularmente y en mayor proporción, a conducir trigos y harinas de Castilla la Vieja y Alar del Rey, en donde concluye el ramo Norte perteneciente al Canal de Castilla, cuyos frutos, en su mayor parte, hacen escala en Reinosa, para ser luego trasladados a los puertos de Requejada y San-tander retornando de ese último puerto géneros coloniales para las diferentes provincias de Castilla la Vieja".

La carretería

El transporte entre el puerto y el Canal de Castilla se hacía en carros o a lomos de mula. El tráfico era intenso y diario. Disminuía agosto, cuando los carre-teros se dedicaban a segar y recoger la yerba en sus pueblos, o durante las fuertes nevadas del invierno. En este recorrido, 122,4 km., una pareja de bueyes tudancos empleaba 66 horas.

¡Habías de haber visto aquello! Tóo el camino de Alar a Santander lleno de carros, enraberaos, sin hueco pa pasar de láu a láu...Según entrabas en la carre-tera, tomabas la derecha para dir a Castilla y, según ibas andando, veías venir carros cargaos, sin que dejaras de verlos en tóo el camino: y detrás de ti, otra fila tan larga de vacíos, que iban a cargar como tú. ¡ Puño, aquello era la gloria !.

Duque y Merino, "El último carretero".

Por él andaban carreteros y trajinantes de esta región y también de algu-nas próximas. Los tipos de carro eran variados. La mayoría usaba rodal de madera y llanta postiza. Cargaban hasta 140 arrobas (1.600 kg.) Los toldos se enceraban para impermeabilizarles y a los ejes se les untaba de jabón para que no chirria-sen.

..y hala pallá ¡ cutres!, con la pareja enmantá, el eje bien enjabonao por la calentaera, pa que no cantara, porque si allega a cantar, multaban los camineros..., multaban ¡ajo! multaban..., y con mucha cuenta y razón ¡cutres! que a cantar cá carro de aquella senfinidá de ellos, cosa juera de no poderse vivir en los vecinda-rios transeúntes... ¡ Santísimo Cristo de mi padre, cómo estaba aquel camino real por aquellos entonces de la pompa de la carretría!

José María Pereda. "Cutres"

Además de las harinas, vinos y productos castellanos y coloniales carga-ban mineral en San Martín de la Arena (Suances) o Requejada para las ferrerías de Santiurde, Pesquera, Portolín y Bustasur, junto al Ebro en Montesclaros.

Tras unos cinco kilómetros de subida por el Camino y un kilómetro y medio por el arcén, sin tráfico gracias a la apertura de la autovía, de la carretera na-cional 611, se llega a El Ventorrillo, significativo nombre, en este tramo se pue-den por el río restos de presas y molinos o fabricas.

Cuando en el siglo XVIII se abrió el Camino Real (1752), y se liberalizó (1776) el comercio con Ultramar a través del puerto de Santander - lo que ter-minó con el monopolio que hasta entonces tenían los puertos de Sevilla y Cádiz- se produjo aquí un aumento espectacular de la actividad económica y del tráfico carretero. Sobre la carretera se construyeron las ferrerías y fábricas de harina de Santiurde y Pesquera y ventas y tabernas como la de El Ventorrillo (Junto a Pesquera)

En estas ventas y tabernas se servía de comer y beber. En 12 de leguas había 34 tabernas y junto a las ventas había portalones, largos edificios de pie-dra donde se soltaba el ganado para descansar.

Carretero que te vas,/ carretero que te vienes;/ siempre la misma carre-ta,/ siempre delante de bueyes. / Carretero que te vas,/ carretero que te vienes.

(Canción campurriana )

La estratégica situación de este valle, la energía de sus ríos y del carbón vegetal de sus montes facilitaron la instalación de ferrerías y molinos harineros. Estos crecieron en importancia al abrirse, en el siglo XVIII el citado camino de Castilla, por el que se transportaba la harina.

Los molinos son conocidos desde el comienzo de las sociedades agrícolas. Los primeros eran rudimentarios y movidos a mano, poco más que dos piedras que se frotaban, como aún se ve en algunas sociedades africanas menos evolucio-nadas. En Grecia y Roma ya se emplearon molinos de muelas de piedras con fuer-za humana o animal y fue en la Edad Media cuando se extendió el empleo de la energía hidráulica en los molinos. Al menos en Cosgaya ya existía uno en el año 827. Aquella tecnología se ha conservado invariable hasta hace bien poco.

Estuvieron muy extendidos por toda la región. Generalmente eran peque-ñas instalaciones sobre regatos y arroyos que solo funcionaban cuando el caudal era suficiente, un par de meses al año. Su emplazamiento, en casi todos los nú-cleos rurales estaba justificado por la dispersión de la población, la dificultad de las comunicaciones y la falta de recursos y capital. Cada uno, generalmente, solo atendía a un núcleo rural y molía el cereal que se producía en su terrazgo.

Había molinos de propiedad concejil pero lo habitual era que fueran de propiedad privada. Esta solía estar dividida por días de molienda. La renta se pa-gaba en especie, era una parte de la maquila (un maquilero era un cuarto de cele-mín castellano) y la cobraba el molinero por su trabajo.

Vengo de moler morena / de los molinos de arriba, / dormí con la molinera, / no me cobró la maquila

(Copla popular )

Algunos funcionaron hasta tiempos recientes o aun funcionan. Usaban una fuente de energía limpia y barata: la del agua. Eran, además, un lugar de encuen-tro, en ellos se reunían los vecinos. En las esperas de la vez se hablaba, se criti-caba, se contaba, se cantaba, se convivía...

La noche del molino está llena de mentiras, mientras la rueda hace la hari-na del grano nuevo. Retiembla el suelo de tabla, amarillento: La cítola parece el

latido de los segundos. -- el agua se oye abajo, como hoja caída del castañal grande pisada por rebaños que van corriendo...

Mentiras de la noche del molino al son del río y de la tarabilla, mientras se espera la vez de la molienda.

Afuera, el aire caliente del otoño va pintando oros en los nogales de la le-ra...

Mentiras de nutrias verdes, de mirlos amarillos; de águilas que se llevaron por el cielo allá a unas pastoras pulidas; de guindos que florecían en la época de la nieve; de raposas rubias que guardaban los aseladeros; de lodos azules que eran muy amigos de los mastines; de huesos de calandrios que curaban la malaria; de abadejos que escondían corales...

Unos labios de niño sonríen amable estupor.

Cree a la mentira, verdad de otros años, verdad de tiempos de cuando la honda de David, de cuando los sacos de trigo de los hermanos de José.

Mentiras de vientos que rompieron picos de colina, torres, castillos; de cá-rabos que tenían los siete colores; de doncellas que se fueron a vivir a las estre-llas; de niñas que encontraron abarcas de oro; de yerbas que curan las penas; de rebecos blancos; de gallos revoladores como palomas; de la noche en que se vie-ron tres lunas; de la malva que alivia el remordimiento, el mal desear, las ganas de venganza...

Cara de pascuas de moza que tiene ganas de querer, sentada en el escalón que va a la rueda, cree verdades de siempre las mentiras de la noche corta del molino.

Mentiras guapas de mozos que anduvieron leguas de nieve y de tiniebla por amor; de bodas de pastores y de reinas; de noviazgos largos, castos hasta la muerte...

Mentiras de alondras del color de las flores del espino; de piedras verdes que curan la impaciencia y el recelo; de yerbas que abren todos los candados; de corzos que enseñan el camino a los que se extravían en el monte; de robles que se abren para guarecer de los vendavales, de los lobos, de la noche mala, a los cami-nantes; de palomos que vencieron a los azores...

La cítola sigue contando el tiempo de la noche del molino. Entre la verdad lenta de la rueda, entre la verdad amarilla de la harina, del caz, de los cedazos, la mentira sigue hablando de centenos sembrados por el diablo, de mijos, de lino...

Manuel Llano Monteazor

Aquellos molinos y ferrerías dieron vida al Camino de Castilla, a sus fá-bricas de harina, a la industria molinera y a la textil que fue notable en estos valles. Algunos se transformaron en ferrerías o martinetes (en Los Corrales fueron el antecedente de las "Forjas de Buelna" de las que deriva la actual indus-tria automovilística), algunas ferrerías pasaron a ser fábricas de harinas que lue-go desaparecieron (caso de las de Santiurde y Lantueno), otros se trocaron en "fabricas de luz" o pequeñas centrales hidroeléctricas o desaparecieron con el abandono y las riadas. En todo caso fueron el germen de toda la industria insta-lada hoy en el "Corredor del Besaya", desde Torrelavega a Reinosa.

Estos molinos tuvieron una clara influencia, a lo largo de muchos años, en las costumbres, tradiciones orales, el folclore... la cultura de nuestra Región. En cambio hoy les tenemos prácticamente olvidados Es tiempo de conservar, rehabi-litar y estudiar nuestros viejos molinos y todo lo que fueron y representaron. Lo mismo que las ferrerías, los carros, el ferrocarril, sus herramientas, sus méto-dos de trabajo, su entorno..., los astilleros, las minas o cualquier otra instalación industrial, artesana, agrícola, ganadera o de cualquier tipo, junto con sus útiles y aperos, sus técnicas y sus costumbres forman parte de nuestro Patrimonio cul-tural e Histórico colectivo y es necesario que nos demos cuenta todos de su im-portancia e interés para que los escasos y meritorios intentos de conservación y restauración se generalicen y sean objetivo común de personas e instituciones.

Tal vez por esto en Pesquera, a un kilómetro de El Ventorrillo se está

construyendo, despacio, un centro de interpretación del Camino de las harinas y allí también se localizan un área de Interpretación de la Calzada. (una serie de siete paneles) y un Arboretum dedicado a la conservación de la flora autóctona.

La incidencia de esta carretera en el valle fue decisiva. En 1752 se pusie-ron en marcha la ferrerías de Santiurde (30 carboneros y 1500 carros para traer carbón) y El Gorgollón. Las dos estaban en la orilla del Besaya y los bos-ques de los que se obtenía el carbón vegetal eran, naturalmente, los de Aguayo en los que se produjo un incremento extraordinario del carboneo. Esta fue, al menos durante los dos últimos siglos, una de las ocupaciones peculiares de los vecinos de Aguayo. En Santa María el oficio más practicado por los vecinos era el de carbonero.

En Santiurde hacen garrotes/ En Aguayo hacen carbón/ En Rioseco las al-barcas. / Pesquera lleva la flor.

(Canción popular)

En torno a las ferrerías los carboneros, leñadores, carreteros... (Normal-mente eran los mismos campesinos de la zona) formaban un entramado de traba-jos auxiliares, una especie de organización preindustrial.

Al final del siglo XVIII se distribuían entre todos los valles de nuestra región hasta 26 ferrerías además de otras instalaciones menores (martinetes, fraguas...). Entre ellas las de Santiurde y Pesquera, las de Guriezo y los altos hornos de Liérganes y La Cavada fueron las más importantes.

En 1865 el hierro de las ferrerías no podía competir con el de producción industrial y las mismas se transformaron en fábricas de harinas. Desde entonces el carboneo en Aguayo quedó sólo para abastecer el pequeño consumo doméstico. Su producción fue descendiendo hasta desaparecer a mediados de este siglo. Esta actividad, común en el norte en aquel tiempo, fue una de las causas de la desaparición no sólo de los bosques de Aguayo sino de los de gran parte de la re-gión, a pesar de que ya entonces se tomaban medidas conservadoras.

Para llegar a Pesquera habremos pasado por debajo de la vía del tren, cer-

ca de la estación.

Este se proyectó en 1844 entre Alar del Rey (Palencia) y Santander, con el fin de unir "El Canal de Castilla" con el puerto de Santander y facilitar la salida ferroviaria de Castilla al Cantábrico para llevar los trigos castellanos a competir en los mercados ingleses.

Vino a sustituir al lento transporte de los carros. Durante los primeros años los carreteros se negaron a ver lo que era evidente, no creyeron que la téc-nica venciese a la naturaleza, sobre todo en el tramo de las "hoces", como acabó ocurriendo. Durante la construcción de la vía hubo roces y enfrentamientos entre carreteros y constructores del ferrocarril. Al final venció el ferrocarril, acabó con la carretería y transformó la forma tradicional de vida de los pueblos que recorre. Los caminos se vaciaron y los portalones y tabernas acabaron desapare-ciendo.

El 22 de 0ctubre de 1858 llegó a Santander el primer tren cargado con mil arrobas de harina de Castilla molida en los molinos de la cuenca del Besaya. La apertura de dos tramos del ferrocarril de Alar a Santander (Alar - Reinosa y Los Corrales - Santander) dio un gran impulso al tráfico por el Canal de Castilla pero posteriormente fue la causa de que el perdiera su rentabilidad como vía de transporte.

Hasta 1866 no se puso en servicio el tramo completo desde Alar a Santan-

der debido a las dificultades orográficas del mismo, sobre todo el tramo de Bár-cena a Reinosa que fue el último en terminarse y en el que llegaron a trabajar 1100 hombres a la vez.

Por aquí pasa también la recién construida autopista hacia la meseta que veremos en algunos tramos en nuestro recorrido de Pesquera a Bárcena. (Se en-trecruzaban una y mil veces, creando una inquieta topografía de puentes, túneles, pasos a nivel y viaductos."),

Dejamos Pesquera subiendo a Somaconcha. Otra vez el topónimo dándo-nos pistas y es que desde la época romana se conserva entre los pueblos de So-maconcha, Mediaconcha y Pie de Concha un tramo de calzada que discurre por un área montañosa, cubierta por formaciones boscosas autóctonas (robledales, castaños, hayedos). Empieza a una altura de 710 metros, cerca de un paraje co-nocido como Peña del Cuervo, y desciende a 348 metros oscilando su anchura en-tre los 3 y los 4,1 metros y una longitud de 3.875 metros. El firme está formado por grandes losas que delimitan las partes externas entre las cuales se colocan lajas de menor tamaño.

Su construcción se remonta a las "Guerras Cántabras" (29-19 antes de Cristo). Perteneció a la vía que unía León ( Legio VII ) con Suances ( Portus Blen-dium ) y Santander ( Portus Victoriae Juliobrigensium ), pasando por Herrera de Pisuerga ( Pisoraca ) y Retortillo ( Julióbriga ).

La guerra de Roma contra los cántabros constituyó el último episodio de la conquista de la Península. Una vez finalizada se inició el proceso de "romaniza-ción", tardía y escasa, cuyos aspectos destacables fueron: la creación de ciuda-des con una organización política distinta a la existencia de comunidades gentili-cias que caracterizaban, hasta entonces, a la organización autóctona (Julióbriga, Portus Blendium, Portus Victoriae...); la inserción del territorio en el convento jurídico de Clunia de la provincia Tarraconensis y el desarrollo del comercio.

Cantabria importaba productos alimenticios, el trigo, cerámicas y enseres personales y, según Estrabón, exportaba jamones de bellota y caballos, proba-blemente del tipo de los asturcones. Pero la mayor riqueza de la región estaba en las minas de hierro (Peñacabarga), que se embarcaría en algún puerto al sur de la bahía, plomo, en forma de galena, y blenda de Reocín y Comillas, que se exporta-ría a través de Suances (Portus Blendium) y San Vicente (Portus Vereasueca). También se cita la sal procedente casi con seguridad de Cabezón.

Toda esta actividad necesitó el desarrollo de vías de comunicación, en tor-no a las cuales, surgieron los principales municipios. Estas calzadas cumplieron varias funciones: una militar, facilitaron el paso de las legiones; otra comercial, unieron Cantabria a la Meseta y sirvieron para romanizar y divulgar la cultura latina.

Durante el Imperio romano, acabada la campaña militar, la calzada se em-pleó para fines comerciales y administrativos y continuó siendo la principal vía de comunicación con la meseta (Por aquí pasó Carlos V en 1522 camino de la corte)

hasta la realización del Camino real. Por aquí, se transportaron los productos castellanos y ultramarinos en ambas direcciones y más tarde las tropas de Napo-león utilizaron este mismo camino para llegar a la costa.

En contraste con la calzada, en la cercana autovía, tal vez se pueda ver el viaducto de Montabliz, el más alto de España.

Como importante vía de paso, el valle, estuvo muy poblado y despertó en la Edad Media el interés de los condes castellanos. En él se conserva la antigua, y visible, torre de Cobejo que probablemente sirvió para controlar el transito que transcurría por la calzada romana. Curiosamente, la torre, carecía de puerta por lo que la entrada en la misma se haría por un subterráneo.

El valle de Iguña tiene unos rasgos geológicos peculiares, diferentes a los de los demás valles de la región. Está formado por dos bloques levantados de areniscas rojas triásicas y entrambos bloques están las arcillas violáceas del triásico superior erosionadas por el Besaya para formar el valle que vemos a nuestros pies. Un tajo del mismo río en las areniscas triásicas forma las Hoces de Bárcena y el Torina otra garganta de las mismas características por debajo del embalse de Alsa.

Su numerosa población explica la abundancia de construcciones religiosas que se encuentran en él. Entre ellas el antiguo monasterio románico del siglo XII de San Facundo y San Primitivo en Silió y en Bárcena de Pie de Concha una iglesia románica de los siglos XI y XII, con una sola nave y ábside semicircular.

En Santa Cruz de Iguña nació Leonardo Torres Quevedo (1852 - 1936) Ingeniero de Caminos y Matemático. Que inventó el telekino, un robot dirigido a distancia por medio de ondas; la maquina algebraica, capaz de resolver ecuacio-nes y raíces imaginarias; el ajedrecista mecánico y un trasbordador funicular de 580 m en las cataratas del Niágara. Se le tiene por precursor de la Automática y la Informática.

MAPA de la ruta

POLACIONES♣♣♣♣

17 de abril de 2010 7ª salida

POLACIONES

Itinerario: Tresabuela � Lombraña � Puente Pumar � La Laguna

(13 km.)

Así eras tú, río claro, Yo bien quisiera cantarte

río mozo, río Nansa, y entretejer con mi flauta

así eras tú sin temores en tu solo de rabel

bajo la peña giganta. una rústica sonata.

Si un argayo, el fabuloso Pero una hórrida ortopedia

ojáncano te arrojaba, ha lisiado tu garganta

saltabas al cielo estrecho y vacío de ti mismo

en mil júbilos de lanzas, enmudeces por La Lastra,

y te reunías contigo hacia Cosío agonizas,

en tu lecho de cascadas te arrastras a Puentenansa

rodeando al torpe intruso esperando a los arroyos

y royéndole las calzas. inocentes que te salvan

Y cuando el cuello ofrecías Y cuando en la Tina vuelcas

a yugo y puente de tablas, tu viril son de venganza,

yo te escuchaba tu égloga tu querella el mar asume,

desde el balcón de Tudanca. río mártir, río Nansa.

Gerardo Diego

Cuando desde Pesués vamos remon-

tando el valle del “río mártir” se pueden ver

aquí y allá los tubos y canales que forman

parte del complejo hidroeléctrico de los

"Saltos del Nansa". Y es que al Nansa, le

han, ¿hemos?, quitado su naturalidad en la

mayor parte de su camino hacia el mar.

Desde la espectacular Hoz de Bejo, excava-

da por el río en las areniscas rojizas del Triá-

sico en las que se apoya la presa de La Cohi-

lla, hasta Trascudía, muy cerca de su des-

embocadura, en Val de San Vicente.

Notas por gentileza de Miguel Cavia

Desde la presa hasta la central de la Lastra, desde aquí a la de Rozadío, de aquí

a la central de Celis y desde el embalse de Palombera hasta Trascudía una gran parte

de su caudal discurre a través de canales paralelos a su cauce, en sucesivos escalones

descendentes empleados en la producción de energía eléctrica por la empresa hidro-

eléctrica que fue "Saltos del Nansa, S. A”. Es, evidentemente, una importante modifi-

cación del ecosistema original de todo el valle.

Al pasar por La Lastra vemos Tudanca, pueblo declarado Monumento Históri-

co -- Artístico y en él la "Casona", en ella se inspiró J. Mª. Pereda para escribir la nove-

la "Peñas arriba".

Fue construida en 1750 por Pascual Fernández de Linares (Corregidor y Gober-

nador de la Corona) a su regreso de Perú.

Perteneció a José María de Cossío curioso

erudito, autor de la enciclopedia "Los To-

ros" considerada la obra más importante

escrita hasta el momento sobre el tema

taurino. Por la casa pasaron muchos de

los conocidos escritores españoles del

pasado siglo: Unamuno, Alberti, Miguel

Hernández, Gerardo Diego...Allí hay re-

unidos unos 25.000 volúmenes, muchísi-

mos manuscritos y otras obras de arte

que Cossío, una de las personalidades más notables de la cultura española de ese siglo.

En ella se localizan, además, pinturas, dibujos y grabados de Zuloaga, Solana, etc. Cosío

donó la Casona y sus pertenencias a la Comunidad de Cantabria, fue un humanista a

cuya amistosa hospitalidad se acogieron también Alberti, Giner, Marañón, Gerardo

Diego y Cela, que estuvieron y escribieron en el sosiego de estos parajes y de los que

se conservan en la biblioteca algunos manuscritos.

La Tudanca

Para describir los pueblos de este Ayuntamiento se dice popularmente:

En Tudanca tengo vacas,

en La Lastra las ovejas,

en Santotís las albarcas,

lindas palas en Sarceda.

Es esta la raza de vacuno más conocida de entre las autóctonas de la región, se

emplea fundamentalmente en la producción cárnica y pasa la mayor parte de su vida

pastando al aire libre. A su cría y cuidado se dedican también los habitantes de estos

pueblos conservando prácticas comunales tales como la Siega del Prao Concejo y el

aprovechamiento de los Puertos de altura. Desde la primavera al otoño más de seis

mil cabezas de este ganado, siguiendo una tradición de más de doscientos cincuenta

años, suben a estos puertos a pasar el verano. Es lamentable que la tudanca sea hoy

una raza en vías de extinción.

Situado encima de Tudanca el Prao Concejo es un prado comunal, que todos

los años se reparte, dividido en lotes, entre los vecinos del pueblo, con iguales dere-

chos, y que siegan todos juntos en los días que señala el regidor. Le aprovechan Tu-

danca, La Lastra y Santotís. A esta institución dedicó un interesante estudio Don Mi-

guel de Unamuno, que presenció la siega anual, durante su estancia en la Casona de

Cossío. Esta práctica se ha considerado como modelo de explotación colectiva.

Desde La Lastra se entra en el

llamado "Caos de Bejo" un desfiladero

sobre el que se apoya la espectacular

presa de La Cohilla. Por encima de la

misma se encuentra el valle de Pola-

ciones que junto a Liébana es uno de

los valles mejor conservados desde el

punto de vista de los valores naturales

y etnográficos.

Estos valles altos de los ríos Sa-

ja y Nansa y La Liébana constituyen el

territorio geográfico de mayor valor natural de la Región. Sus aldeas eminentemente

rurales, sus montes y sus bosques de hayas, como los de Uznayo, el robledal de Cueto

Cucón, etc. nos recuerdan que nos hallamos en pleno corazón de la mayor Reserva de

caza de España y verdadera joya ecológica de Cantabria que todos debemos preservar

como oro en paño. Al pie de Peñasagra, en su ladera norte, y en los Puertos de Sejos

aparecen excelentes ejemplos de valles glaciares con formas morrénicas bien conser-

vadas y en algunos casos estos rasgos están retocados por fenómenos de ladera.

El valle de Polaciones

Encuadrado por las sierras de Peña Labra, Peña Sagra y El Cordel, cuyas cumbres

superan los dos mil metros, es un territorio especialmente valioso desde el punto de

vista etnográfico y natural, una especie de museo vivo en cuyas aldeas "lo rural" alcan-

za la máxima expresión y vigencia. Está formado por trece pueblos. Son asentamientos

agrupados, lo mismo que en Campoo y Valderredible, en torno a la iglesia y la plaza,

con la casa-concejo, la escuela, el pilón, el potro de herrar y la tienda-cantina (la tienda

donde se vende de todo, a modo de bazar). Algunos por encima de los 1000 m. de

altitud y con malas comunicaciones, no es difícil que las nevadas los aislen durante

varios días en los inviernos. "Polaciones buena tierra, donde nieva de continuo, el que

no mata el lichón, tampoco come tocino" dice la copla popular.

Dadas estas difí-

ciles condiciones de

vida ya casi no quedan

purriegos, así se llama a

los naturales de Pola-

ciones, por eso está hoy

casi despoblado lo cual

trae como consecuencia

la desaparición de una

serie de importantes

valores culturales como

su ganadería, sus tradi-

ciones, su arquitectura,

su folclore, la artesanía

de la madera y el resto de sus costumbres.

Aquí es menor la superficie de prados que las extensiones de los bosques y las

dedicadas a pastos por ello se desarrolló la ganadería extensiva con vacas tudancas

que utiliza los pastos de altura de sus puertos. Los escasos ingresos producidos por

esta ganadería se completaban con los obtenidos de la madera de los bosques y así

sus habitantes han sido tradicionalmente albarqueros, garroteros, cesteros, carrete-

ros y serrones, especializados en la fabricación de albarcas, garrotes, carpanchos, ma-

dera de Castilla o garauja (rastrillos, bieldos, horcas, etc. aperos para la recolección del

cereal castellano). Los serrones emigraban temporalmente a la corta de bosques en

Navarra, País Vasco y Asturias y los carreteros para el transporte de mercan-cías desde

la costa a Castilla.

El Rabel

En Polaciones y Campoo para acompañar las coplas se utiliza el rabel, un ins-

trumento músico pastoril de tres cuerdas (dos en estos

valles) que se tocan con un arco. Es parecido al laúd y de

sonidos agudos. Aquí se fabrica de madera, piel de oveja y

cuerdas de pelo de caballo. De procedencia oriental los

árabes lo trajeron a España y parece que llegó aquí gracias

a los pastores trashumantes extremeños que venían en

verano a estos puertos con sus ganados.

Se usaba para cantar en las hilas, las largas reunio-

nes de las largas noches de invierno, cuando el frío clima

obliga a recogerse en tertulias familiares y vecinales a las

que acudían todos: casados y solteros, viudos y viudas, menos niños, por lo avanzado

de la hora y por el carácter de las coplas que se cantaban, de "un talante un tanto sub-

ido". Sentados, en bancos adosados a la pared o en tajos, alrededor del hogar. Cada

mujer tenía su rueca, huso y copo de lana o lueta con las que se hilaba, torcía y deva-

naba la lana en ovillos.

En estas hilas el rabel era tocado por los hombres, normalmente de la misma

familia que cantaban cantares coloraos o picantes cuyos motivos trataban siempre

de las relaciones entre hombre y mujer y estaban cargados de picaresca y connotacio-

nes sexuales.

En mi pueblo hay una moza A mi novia le picó

que se tiene por doncella una pulga en la rodilla,

y tiene roto el mandil cuando la picaré yo

de mirar a las estrellas. cuarta y media más arriba.

Los protagonistas de los cantares eran y son jóvenes y viejos: los primeros co-

mo representantes de la vida y los segundos de la decrepitud. Es un folklore que aun

se mantiene vivo.

En el pueblo purriego de Pejanda se celebran anualmente para honrar a la Vir-

gen de la Luz certámenes en los que participan rabelistas viejos, jóvenes y niños.

En San Mamés. a más de mil metros, con una parroquia del siglo XVII y un inte-

resante conjunto de construcciones empezamos a caminar, hacia Belmonte.

En el pueblo de Tresabuela, hallamos junto a la iglesia una casa notable (el que

quiera saber lo que cuesta, que haga otra como ésta). En ella nació en el siglo XVIII el

P. Francisco de Rábago y Noriega, jesuita, autor de una veintena de libros de Teología

y Filosofía, Profesor en las Universidades de Valladolid, Salamanca, La Sorbona y Sacro

Colegio Romano, Consultor del Papa, Confesor del Rey Fernando VI , apoyó la apertura

del Camino de Reinosa (1753) clave para el desarrollo de nuestra Región, gestionó

para Santander el título de Ciudad (1754) y el Obispado para la provincia.

En el valle purriego hay un desarrollo notable de bosques autóctonos robleda-

les que van siendo sustituidos por hayedos y abedulares a medida que va creciendo la

altitud. En ellos se encuentran también otras especies como serbales, espinos albares,

acebos y brezos arbóreos.

Estos bosques sirven de refugio a una variada fauna de urogallos (escasos), cier-

vos, corzos, azores, jabalíes, lobos, etc. Los lobos que habitan las laderas de Peñasagra

suelen ser noticia por sus ataques a los ganados de esta y otras zonas

"No compres la mula en Potes,

ni la mujer en Tudanca,

ni el amigo en Polaciones,

porque todos te fracasan.

De Polaciones no te fíes,

aunque te den la palabra,

porque engañaron al lobo

en el Corral de Lombraña"

El Lobo

Por Lombraña, capital del municipio, que está en el centro del valle, en las fal-

das de Peñalabra, destaca su iglesia románica, pasamos camino de La Laguna, donde

acabaremos el recorrido. En este valle situaba Fausto, nacido en 1899, en Rozadío

(Rionansa) la siguiente historia que contó a Jesús García Preciados que la publicó en el

Diario Montañés.

"El Corral de los lobos"

Entonces se metían hasta por las ventanas de la cocina. Nos comían las ovejas

en la misma cuadra. Se asomaban los lobos por una ventana que había, y nos comían

allí, ¿qué le parece? Y a mí estropearon un rebaño de cabras del demonio! Sí señor.

Así que los de Polaciones hicieron eso, engañaron al lobo con un corral; una po-

za muy honda! Con leña del monte hicieron una cañada con dos paredes muy altas. Y

allá, al final, pusieron una oveja en el "chorco" aquél, en la poza. La oveja empezaba a

berrar, y el lobo...enseguida quería echarla el guante !. Entraba el lobu por la cañada

alante, y - como aquello era tan alto - no podía tirarse a los laos, no podía salirse. Por-

que además iba arreau de atrás; iban ellos atrás arreándole. Y claru!, iba a tropezarse

con la oveja, y allí quedaba él también en la poza.

Es clara la relación que estas tradiciones orales tienen con el entorno y que

también describía José A. Valverde en El Libro de la Naturaleza.

Pude haber ido a pie y encontrármelos lo mismo, y estoy seguro de que el miedo

se me hubiera agarrado a la garganta y me habría erizado el pelo del cogote, como

dicen los paisanos que les pasa a ellos cuando se lo encuentran. “Te das cuenta de que

te sigue el lobo porque de repente te quedas mudo y se te eriza el pelo", dicen confun-

diendo luego la causa con el efecto. Y eso te lo dicen en todos los pueblos pastores que

rodean la Meseta castellana, esos pueblos que anidan entre montes de brezo y roble y

han vivido siempre con el lobo a la puerta en invierno. Cuando vienen las nieves y las

hambres, los lobos no encuentran ya comida en el monte, porque en el día corto los

rebaños no van lejos, y en la nieve andan poco y se ve bien al lobo. Entonces los hom-

bres y los perros le corren como le han corrido desde hace mil o dos mil años - ¡ el lobo,

el lobo ! - , cuando el lobo espera la noche para acercarse, siguiendo el rastro cálido del

rebaño, y busca en el pueblo lo que se encuentra

...............................................................................................................

Por sentir un estremecimiento en la espalda, corren como locos nuestros chicos

en sus rápidas motos y tiemblan muchísimas madres. Esas motos son artefactos inúti-

les que consumen gasolina y vidas, y rinden estruendo y contaminación. Pero son el

patrimonio de una juventud que las ama y no tenemos derecho a quitárselas porque

sean nocivas.

El hermano lobo está ahí también, donde ha estado siempre. Hace un daño me-

nor, que se paga en ovejas y en cabras, y que un Estado puede permitirse compensar,

incluso quizá ganando dinero con ello, si se cobra caro el lujo de las licencias especiales

de caza necesarias para eliminar cualquier exceso de población lobuna que puede pro-

ducirse.

El lobo está ahí, enriqueciendo el monte con su salvajismo, su encanto y su le-

yenda. El hecho de que nos sirva para mantener sanos a los corzos o a los ciervos, como

que nos haga algún daño, no importa nada. Importa que esté y esparza pavor y leyen-

da, y que haga correr un ramalazo de vida con un escalofrío en la espalda cada vez que

nuestros chicos, en su acampada le oigan aullar pidiendo ayuda.

En Puente Pumar, encontramos la casa de los Coroneles y el Ecomuseo Saja-

Nansa. Desde aquí se sube a Uznayo y desde allí se asciende entre prados y bosques

con panorámicas cada vez más amplias del Valle de Polaciones, de Peñalabra y Peña-

sagra por una pista, sin pérdida, hasta el Collado de Sejos donde se encuentran los

menhires del Collado del Hitón, restos de la cultura megalítica y prueba de la antigüe-

dad de la ocupación ganadera de estos pastos.

¡Brañas de la Cardosa, puertos de Palombera, encrucijadas y laberintos de Sejos,

cumbre de la Lobezna, canal de la Fuentona, seles apacibles de los puertos, montes

nemorosos, riberas sombrías [...]!

Manuel Llano

 

SIERRAS ALBAS♣ 

15 de mayo de 2010  8ª salida 

Cumbreando por Sierras Albas 

 

Reciben el nombre de Sierras Albas el grupo de cumbres entre el Bistruey (2002 m) al oeste  y  Peña  Labra  (2029  m)  al  este  que delimitan  la  Pernía  por  el  Norte  y  marcan  la divisoria entre Palencia y Cantabria.  

El  nombre  de  Sierras  Albas  se  debe  al  color blanco  de  la  abundante  nieve  que  tapiza  estas cumbres durante el invierno.  

Las  magníficas  vistas  desde  estas  cumbres  de suaves pendientes, se conjugan con la belleza de 

las  praderías  de  montaña  y  los hayedos  donde  se  mueven  los osos pardos de  la Cordillera Can‐tábrica.  

Iniciaremos  la  ruta  en  el  pueblo de Casavegas por una ancha pista que  durante  siglos  fue  la  única comunicación  carreteril  con  el pueblo cántabro de Caloca. 

El  camino  asciende  con una mo‐derada pendiente durante 1,5 km aproximadamente, para posteriormente realizar una suave bajada atravesando un pequeño hayedo  

A  los 2,8 km encontraremos  la bifurcación del camino hacia Caloca, nosotros tomare‐mos el camino de nuestra  izquierda que nos conducirá al Collado Velasco que desde sus proximidades nos ofrecerá una singular vista de Caloca 

                                                            ♣ Notas por gentileza de Nacho

Después  de  una  pequeña  remontada  el  camino  se  vuelve  casi  plano  ascendiendo  a 

través  de  los  puertos  de  Pineda 

hasta  el  Collado  de  Brañaseca 

(1744 m), que es la máxima cota de 

nuestro  recorrido, desde donde  se 

divisa la falda del Bistruey.  

Desde  este  punto  se  comienza  a 

descender hacia el valle del arroyo 

de Aruz (o Arauz) que fue la antigua 

ruta  del  Carrión,  de  Cervera  de 

Pisuerga a Liébana. 

A 3 km de Brañaseca accederemos al “chozo” del pueblo de San Salvador de Cantamu‐

da en los puertos de Cortes, al pie del pico Lezna, donde repondremos fuerzas. 

Desde aquí un descenso prolongado, por buena pista y sin dificultades nos llevará has‐

ta el pueblo de Lores atravesando praderías de montaña y el collado de la Cruz de Ta‐

ñuga. 

 

ACTO LITERARIO POR EL POETA CARLOS JEREZ

Carabeos 5-junio-2010

A fuerza de criar pollos se ha quedado el pobre cura

como el gallo de Morón. Vaya un obispo de altura que nos haría el colega fomentando tanta gula,

tanto dispendio sin tasa. A la calle iba sin duda

sí anillo obispal tuviera menos mal que no le apura

púrpura ni solideo.

Saludado el propietario del material de cazuela pasamos al respetable

que se pira de la escuela ¿Nos piraremos algunos

después del compás de espera que nos clava este gobierno

entre una y otra ceja? Moncha asegura que no vaya mérito tuviera

después de arrancar a Nacho de la química diversa y llevar “pa” casita

con faltriquera rellena. sin bullicio ni tonteras

¿Qué contará José Luis? Lo sabremos cuando sea

que en tocante a la palabra no se prodiga el colega.

Cuando oiga el despertador y se de la media vuelta se escuchará el carcajeo

hasta en las peñas de Liébana.

¿Y el clásico Tomasiño? Ya no le coge de nuevas, lleva un año paseando

entre bromas y entre veras, que si espero a la chiquilla

aunque pase de sesenta, que me agobian las alumnas

porque más de siete fuera... Ya por fin se decidió, al gallego se asemeja en terminar de parir

no sabe si macho o hembra.

Ángel, el rojo más rojo según el cura dijera,

se escapó de Santa Clara pensando en hacer carrera fuera de la Secundaria y aquí regresa veloz

que la uni no es tan buena.

Quedan para el fin las damas, las dos chicas de bandera Amalia se dio una vuelta por la pérfida Inglaterra y volvió con un galés, quién imitarla pudiera, llegar y besar el santo: ¿el manejo de la lengua? Inglesa digo, que la otra

es cosa de él y ella.

Y por fin Mª José, que Bolado es por más señas tiemblen todas bibliotecas lloren y penen gavetas. Se les fue la sexadora

de libros y letra impresa ya no estarán ordenados

nunca más como estuvieran no volverá a graduarse

bibliotecaria como ella.

Alégrense los jilgueros, baile la naturaleza

que no habrá desaguisado sin denunciar en la tierra.

Escóndase basureros, ruinas y las escombreras que tanto abundan hogaño por adentro y por afuera

si le damos tiempo al tiempo y a Joaco mucha paciencia

no quedará nada sucio en el jodido planeta.