resumen ejecutivo libro base de la pirámide

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Introducción: La integración económica de los sectores pobres de la sociedad ha sido siempre una meta compartida por organismos, agencias e instituciones privadas y públicas de todo el mundo. Un desafío reconocido por los Objetivos del Milenio y tal vez el reto más importante de la época actual. Pero ha sido también un camino de diferencias y de esfuerzos continuos de convicción y superación. Desde hace tiempo organizaciones de todo el mundo vienen empleando una nueva estrategia. Una estrategia cuyos lazos vinculan las potencialidades humanas con el espíritu de la iniciativa empresarial. Con la incorporación de los sectores tradicionalmente marginados de la sociedad a las posibilidades de desarrollo y de creación de valor características del mundo de las empresas. Tales estrategias han demostrado una sorprendente efectividad, removiendo obstáculos que parecían infranqueables. Las condiciones de pauperización, discriminación y violencia con que conviven estas comunidades suponían escollos inmóviles para la visión tradicional, direccionando el problema hacia un callejón sin salida. Las estrategias de “negocios inclusivos” (NI) plantearon una opción innovadora a este problema, e introdujeron pautas diferentes en la definición del vínculo entre empresa y sociedad. El lema es que cada persona pueda convertirse en su propio agente transformador. En un actor trascendente para la creación de valor tanto dentro de las empresas como en su propia comunidad (change maker). Lo que hay que modificar es la visión; la forma en que la pobreza es concebida y las estrategias y esfuerzos que se ponen a disposición para revertirla. Los sectores pobres –que integran la base de la pirámide social (BPS)- deben dejar de ser vistos como un estigma y comenzar a ser vistos como una oportunidad. Como un motivo por el que vale la pena invertir y generar resultados con un doble valor: el de dinamizar conductas erráticas en las unidades económicas y el de integrar estrategias cuyas aplicaciones cumplen una invalorable función social. Como afirma uno de nuestros autores, los negocios inclusivos son actividades que permiten lograr la participación de los más pobres en las cadenas de generación de valor, de manera que logren capturar utilidades, solucionar sus necesidades básicas, y mejorar la calidad de sus entornos y su propia integración.

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Introducción:

La integración económica de los sectores pobres de la sociedad ha sido siempre una

meta compartida por organismos, agencias e instituciones privadas y públicas de

todo el mundo. Un desafío reconocido por los Objetivos del Milenio y tal vez el reto

más importante de la época actual. Pero ha sido también un camino de diferencias

y de esfuerzos continuos de convicción y superación.

Desde hace tiempo organizaciones de todo el mundo vienen empleando una nueva

estrategia. Una estrategia cuyos lazos vinculan las potencialidades humanas con el

espíritu de la iniciativa empresarial. Con la incorporación de los sectores

tradicionalmente marginados de la sociedad a las posibilidades de desarrollo y de

creación de valor características del mundo de las empresas.

Tales estrategias han demostrado una sorprendente efectividad, removiendo

obstáculos que parecían infranqueables. Las condiciones de pauperización,

discriminación y violencia con que conviven estas comunidades suponían escollos

inmóviles para la visión tradicional, direccionando el problema hacia un callejón sin

salida. Las estrategias de “negocios inclusivos” (NI) plantearon una opción

innovadora a este problema, e introdujeron pautas diferentes en la definición del

vínculo entre empresa y sociedad.

El lema es que cada persona pueda convertirse en su propio agente transformador.

En un actor trascendente para la creación de valor tanto dentro de las empresas

como en su propia comunidad (change maker). Lo que hay que modificar es la

visión; la forma en que la pobreza es concebida y las estrategias y esfuerzos que se

ponen a disposición para revertirla.

Los sectores pobres –que integran la base de la pirámide social (BPS)- deben dejar

de ser vistos como un estigma y comenzar a ser vistos como una oportunidad.

Como un motivo por el que vale la pena invertir y generar resultados con un doble

valor: el de dinamizar conductas erráticas en las unidades económicas y el de

integrar estrategias cuyas aplicaciones cumplen una invalorable función social.

Como afirma uno de nuestros autores, los negocios inclusivos son actividades que

permiten lograr la participación de los más pobres en las cadenas de generación de

valor, de manera que logren capturar utilidades, solucionar sus necesidades

básicas, y mejorar la calidad de sus entornos y su propia integración.

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La meta es impulsar el desarrollo del potencial humano y crear dinámicas de

crecimiento sustentables. Modificar patrones obsoletos y generar conductas y

pautas de comportamiento propicias para el cambio social. Las palabras claves en

la definición de la estrategia de negociones inclusivos son: inversión e integración.

Este trabajo reúne algunas de las experiencias más relevantes en este sentido, y

presenta estudios de caso acerca de la concepción e implementación de los

programas. Introduce una enorme variedad de ejemplos y ofrece a los actores una

nueva ocasión para superar prejuicios e incorporar visiones transformadoras de la

realidad. Los negocios inclusivos aparecen, dentro de este contexto, como una

invalorable oportunidad de innovación.

En la primera presentación, Juan Luis Martínez Sánchez, rector de la IE University,

presenta un análisis acerca de la importancia que los negocios inclusivos tienen

para la evolución de la cooperación al desarrollo. Destaca que dichos programas se

sitúan en el centro del problema que es remover los escollos que impiden el

progreso social y económico a vastos sectores de la población. Las empresas se

constituyen, para el autor, como vehículos de inclusión y transformación, y agentes

válidos para el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas y del

entorno social en general.

“La empresa –sostiene- abre con la llave del beneficio la puerta de la pobreza. El

pobre no es sólo alguien que consume sino que es fuente de recursos y de

innovación, para sí y para los demás. Con unos activos que habían permanecido

ocultos ante la mirada miope de un mundo acomodado, su movilización e

integración a los proceso económicos formales ha supuesto una nueva forma de

concretar la ayuda a los más desfavorecidos ayudándonos a nosotros mismos”. El

cambio de paradigma en el combate contra la pobreza permite, según el autor, una

redignificación de la persona considerándola como protagonista de su propio

desarrollo, y una visión inclusiva del capitalismo que comprende a grupos de

población artificialmente excluidos de su lógica económica.

En la segunda exposición, Guadalupe de la Mata, directora de Innovation for social

change, enumera las oportunidades, retos y acciones concretas de los negocios

inclusivos de acuerdo a las observaciones y resultados de su experiencia. Señala

que los NI deben enmarcarse en una “nueva ética de la responsabilidad frente a

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problemas sociales”, en la que los actores económicos, financieros, del tercer sector

y otros se sientan emplazados a contribuir a la solución del problema de la pobreza.

Afirma que los beneficios para las empresas son varios y que entre ellos pueden

destacarse la toma de conciencia de que este mercado abarca un gran porcentaje

de la población mundial (sin acceso a muchos bienes y servicios que pueden

convertirse en potenciales consumidores); que supone una oportunidad para crecer

y desarrollar nuevos mercados, y que el reto es buscar fórmulas y diseñar

productos y servicios que se adapten a las necesidades de estas condiciones no

cubiertas.

“El aumento de la productividad y mejora de sus capacidades –afirma- junto a las

nuevas oportunidades económicas, ya sea como empleados, proveedores,

distribuidores o socios de las empresas, permiten a las poblaciones marginales

aumentar sus ingresos y salir en muchos casos de su situación de exclusión y

pobreza”. Y describe los casos de cinco empresas que apostaron por este tipo de

estrategias obteniendo resultados realmente destacables.

Bill Drayton y Valeria Budinich, fundador de Ashoka Emprendedores Sociales y

directora global del programa Full Economic Citizenship, respectivamente,

introducen por su parte las condiciones y resultados de las alianzas estratégicas

entre las empresas y lo que llaman organizaciones del sector ciudadano (OSC).

Sostienen que éstas han inducido un cambio en la complementación de acciones

por parte de ambos actores, y permitieron la resolución de problemas a gran

escala.

Explican que para que la estrategia pueda funcionar eficazmente, debe enfocarse

en la creación de valor económico real, además de crear valor social. Que pueden

hacerlo a través de la formación de las llamadas cadenas híbridas de valor (CHV),

que capitalizan las fortalezas complementarias para aumentar los beneficios y

disminuir los costes. Esta tendencia se ha desarrollado durante años y ha obtenido

resultados impresionantes, vislumbrando además un crecimiento prometedor. Las

CHV ahora se pueden encontrar en países todo el mundo y la colaboración entre las

corporaciones y las OSC ha llegado a un punto de inflexión: se ha convertido en un

procedimiento estándar.

En el comienzo de la segunda parte, Dana Martin y Valentina Pérez exponen las

experiencias obtenidas de las estrategias aplicadas por el Banco Interamericano de

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Desarrollo (BID), de cual son analistas. Afirman que el 70% de la población

latinoamericana continúa viviendo con ingresos muy bajos, inferiores a 300 dólares

mensuales, y que el reto es introducir pautas de crecimiento sustentable,

rediciendo el riesgo de tensiones sociales y permitiendo que los sectores

desplazados se incorporen a la economía formal.

Los autores argumentan que el sector privado debe continuar jugando un rol

catalizador para el desarrollo y distinguen el lanzamiento, en el año 2007, de la

Iniciativa de Oportunidades para la Mayoría, del BID. Ésta tiene como finalidad

promover modelos de negocio financieramente sostenibles que ofrezcan soluciones

de mercado para la población pobre. Dichos modelos deben facilitar el suministro

de bienes y servicios de calidad, a precios accesibles, para que los individuos

pertenecientes a la base de la pirámide puedan integrarse formalmente a la

economía como productores, empleados y proveedores dentro de las cadenas de

valor.

Guillermo Carvajalino, director de la Fundación DIS, de Colombia, revisa por su

parte una década de prácticas y reflexiones sobre los emprendimientos de inclusión

(EI) en el departamento de Antioquia y su capital Medellín, precisando los avances

conceptuales ilustrados con casos prácticos, los factores de éxito, y las lecciones

aprendidas. Afirma que los emprendimientos sociales (ES) y los negocios inclusivos

(NI) son estructuralmente similares y ambos logran materializar la inclusión

socioeconómica, aunque su alcance no es el mismo. En esencia ambos apuntan a

mejorar, mediante la inclusión, las condiciones de vida de la población en situación

de exclusión, característica que permite agruparlos en un término que los sintetiza.

El autor articula su ponencia en cinco secciones, destinadas a la descripción del

contexto (ubicación socioespacial de Antioquia y Medellín); a los antecedentes de

este tipo de emprendimientos en la región; al avance conceptual del

emprendimiento social y los negocios inclusivos; al nivel de cumplimiento de los

factores de éxito que se identifican como necesarios para su consolidación; y a las

lecciones aprendidas en el contacto con la realidad.

En la sexta presentación, María Claudia Trucco del Castillo, líder del sistema de

gestión de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) de Surtigas, y directora de

Fundación Surtigas, de Colombia, explica el modelo de gestión sostenible

desarrollado por la empresa y detalla las políticas de inversión social y creación de

valor incluidas en la misma. Afirma que la estrategia se focalizó en la denominada

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creación de valor compartido y que previo a su implementación se hizo un

aprendizaje del enfoque de los negocios inclusivos. El sistema permitió fortalecer la

cadena de suministro con 10 empresas contratistas y mejorar la reputación

corporativa. Además se crearon nuevos canales de relacionamiento con las

comunidades y se mejoraron los procedimientos para formalizar las actividades

productivas conexas.

Dicho proceso supuso estrategias en varias direcciones: apoyando la política

pública, gestionando a nivel macro la ampliación de oportunidades de generación

de ingresos y empleo, y promoviendo negocios puntuales. Uno de los ejemplos

mencionados es el de Coormamonal, una empresa de mujeres que produce

uniformes para los técnicos de Surtigas y que tiene en vista desarrollar nuevos

productos. Entre los factores de éxito mencionados por la autora figuran: a) tener

una clara política de inversión social orientada hacia la movilización de recursos con

enfoque en la sostenibilidad; b) que las políticas públicas estén relacionadas con la

proyección social de la empresa; y c) que los proyectos en alianza público–privada

alcancen a ser ejecutados.

En la séptima ponencia, Mario Salazar, director de operaciones de ISEAD Business

School, de Colombia, aborda el problema de la reforma estructural de las pequeñas

y medianas empresas en ese país, y la forma en que ésta puede realizarse

mediante políticas inclusivas. Establece una diferenciación conceptual entre

emprendimiento y mejoramiento empresarial, y realiza un profundo análisis de la

situación y calidad del empleo en este país, tomando como parámetros el

comportamiento laboral y productivo (los tejidos empresariales) de los Estados

Unidos. Introduce el criterio de fomento empresarial sostenible (FESM) y analiza la

importancia que dentro de las estructuras sociales tiene la cultura del

emprendimiento. Distingue la relevancia del emprendedor –el sujeto- e introduce

las características que definirían lo que llama “emprendimiento estructural”.

El autor menciona con particular detalle las estrategias de cadenas de valor

extendidas (CVE) y advierte sobre el peligro de ignorar las diferencias productivas

entre dos o más economías, a la hora de introducir aperturas de mercado. Las

desregulaciones globales, cuando los tejidos productivos son diferentes, no sólo

producen un costo económico al más débil, sino que conllevan un enorme problema

social. Analiza el caso de Colombia y afirma que la salida al problema de la

integración económica internacional pasa por alcanzar posiciones competitivas y

producir mejores oportunidades de sustentabilidad en el tiempo. Esto reduciría el

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costo económico frente a la competencia y limitaría los márgenes del conflicto

social.

Por su parte, Daniela Méndez, directora general de Center for Digital Inclusion

(CDI), de España, introduce el panorama de la desigualdad social en el mundo,

sosteniendo que la situación ha contribuido al acceso desigual a los recursos (por

ejemplo los servicios y las posiciones que valora la sociedad) por parte de la

mayoría de la población mundial. Identifica los conflictos originados por esta

situación denominándolos estado de “calentamiento social”, y explica las

estrategias empleadas por CDI para mitigar la situación. Destaca en particular que

las estrategias de respuestas inclusivas deben contemplar dos aspectos

fundamentales: a) la movilización de personas, recursos y tecnologías para la

formación de agentes de cambio (change makers); y b) el impulso a

emprendimientos que emplean mecanismos de mercado para mejorar la calidad de

vida de las personas e incorporar al proceso a las empresas privadas.

Méndez presenta en su exposición tres experiencias prácticas, que pueden tomarse

como ejemplo de cómo pueden promoverse iniciativas de empresa económicamente

rentables y que incorporan en la cadena de valor a las comunidades de bajos

ingresos. En particular la autora se refiere a las experiencias de CDI Global, de

Coca Cola, y de Proyecto Conexao, todos en el contexto de Brasil.

En el inicio de la tercera parte, Fernando Casado, director del Centro de Alianzas

para el Desarrollo, con sede en Barcelona, plantea por su parte la necesidad de

desaprender las estrategias de desarrollo establecidas hasta el momento, y buscar

opciones fuera de lo convencional. Se pregunta si la innovación puede aportar

soluciones a algunos de estos problemas y facilitar la transición desde el contexto

de crisis a un entorno más favorable. O, en todo caso, cuáles son las estrategias

para lograrlo. Introduce siete pasos en el desarrollo de esta transición y menciona

las bases que podrían originar el nacimiento de lo que llama capitalismo global 2.0.

Éste implica cambios en la formulación de los negocios y el traspaso del modelo

tradicional hacia un paradigma de economía social. Ello supone, entre otras cosas,

pasar de la acumulación a la cooperación; de la competitividad a la

complementariedad; de la propiedad privada a activos compartidos; de la

propiedad intelectual, el conocimiento confidencial y la posesión de patentes, a las

redes de conocimiento, compartidas y abiertas.

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Casado advierte que el capitalismo tradicional ha tenido un fuerte impacto en el

deterioro del ecosistema y propone modelos dirigidos a producir más con menos. A

maximizar el valor del servicio ofrecido y a promover cadenas de producción con

productos menos demandantes de insumos, y de menor consumo de recursos a lo

largo de sus ciclos de vida. Ello implicaría no sólo reducir la cantidad de materiales

por producto, sino replantear el tipo de servicios ofrecidos considerando su

reutilización y el impacto que genera en las diferentes áreas de la sostenibilidad.

Alejandra Eguíluz y Mariana Ortíz, especialistas en integración del Banco

Interamericano de Desarrollo (BID), profundizan sobre el concepto de

Oportunidades para la Mayoría (OM), que contempla el desarrollo de modelos de

negocio generadores de beneficios sociales y de cuidados ambientales. Afirman que

la participación de las poblaciones pobres puede realizarse tanto desde la

perspectiva de la oferta como de la demanda. En el primer caso, como agentes en

la cadena de valor que participan, en calidad de proveedores de servicios o materia

prima, o en calidad de vendedores y distribuidores. Y en segundo como

consumidores de bienes y servicios básicos o productos que cubren necesidades

esenciales a un precio asequible.

El éxito de las iniciativas –afirman- está basado en comprender las necesidades,

capacidades y realidades de las poblaciones pobres, y atenderlas desde la

perspectiva del negocio. Desde la implementación de modelos económicamente

viables que, por sus características de eficacia en el impacto y sostenibilidad, son

estratégicos para impulsar procesos de inclusión económica. En particular,

mencionan experiencias con microempresas en América latina reflexionando sobre

los obstáculos y dificultades que éstas tuvieron que sortear para incorporar las

actividades al sector formal.

María Jesús Pérez, Directora del Departamento de Investigación e Innovación Social

de CODESPA, introduce el mundo de las microfinanzas rescatando las

características que pueden vincularlo a los negocios inclusivos. Sostiene que las

microfinanzas constituyen un NI en la medida en que buscan dar acceso a servicios

financieros a poblaciones de escasos recursos que han estado tradicionalmente

excluidas de los mismos. Y que consideran a las personas pobres como “clientes”

que reciben un servicio y/o producto y pagan por ello. Las microfinanzas se

convierten por tanto, en un mecanismo de inclusión económica y social de millones

de familias que pasan a ser un tipo de “consumidor” antes no considerado.

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En las microfinanzas –explica- está presente una característica clave de cualquier

negocio inclusivo: la pretensión de que el acceso a esos servicios genere impactos

sociales positivos para la población. Que el empleo de esos servicios financieros

amplíe las posibilidades de una familia de escasos recursos para mejorar una

actividad empresarial, acumular activos, planificar el uso de su dinero, reducir su

vulnerabilidad económica, y otros aspectos conexos como el empoderamiento de la

mujer, la integración social, la generación de capital social, etc.

“Las microfinanzas –asegura- desmontaron las ideas preconcebidas que existían

sobre el comportamiento de los pobres en cuanto a la factibilidad del uso de los

servicios financieros y, literalmente, comprobaron lo contrario. Sólo fue necesario

adaptar el producto para que funcionara correctamente. El resultado logrado fue

excepcional, presentando índices de mora más bajos que en la industria financiera

convencional y un crecimiento de dos dígitos en el número de clientes atendidos

por este tipo de entidades, entre otros”.

Finalmente, Juan Alfaro, secretario general del Club de Excelencia en Sostenibilidad

y director del Programa de Dirección en Responsabilidad Corporativa del IE

Business School, destaca el rol multiplicador de oportunidades de la responsabilidad

social corporativa. Menciona en particular el impacto que los llamados bienes

intangibles tienen para el desarrollo de las empresas, y la relevancia que estos

adquieren en los procesos de creación de valor. Apuesta por la creatividad, imagen

y reputación de las marcas, y por el potencial de políticas social y económicamente

sustentables capaces de generar utilidades netamente empresariales, pero también

medioambientales (dentro del ambiente en el que se desempeñan).

Sostiene que “desde hace unos años un nuevo tipo de empresa llamada

responsable y sostenible ha surgido a nivel global, y que no es fruto de ninguna

moda ni costumbre pasajera, sino del entorno que se ha generado producto de las

crecientes demandas sociales, ambientales y económicas. Afirma que la

responsabilidad social corporativa, basada en estrategias comunicativas diversos

sectores económicos y sociales, constituye una estrategia significativa para la

creación de valor, y para cumplir con las exigencias de este entorno cada vez más

demandante.