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LOS 7 PECADOS CAPITALES DE LOS EDUCADORES _Corregir en público…un educador debe valorar más a la persona que se equivoca que a su error. _Manifestar autoridad con agresividad. Cuando damos un espectáculo agresivo delante de los niños debemos pedir disculpas, por la manifestación de intolerancia que han presentado. El diálogo es una herramienta educacional insustituible. _Ser excesivamente crítico. No tenemos que hacer comparaciones. Cada joven es un ser único. _Castigar cuando se está enfadado y poner límites sin dar explicaciones. El castigo físico debe evitarse. Jamás castigues con rabia. No te dejes esclavizar por la ira. El mejor modo de ayudarles es hacerles reflexionar (que se pongan en el lugar del otro) _Ser impaciente y desistir de educar. La paciencia y la educación del afecto deben ser las metas a conseguir por el educador. _No cumplir con la palabra dada. La confianza es un edificio difícil de construir, fácil de demoler y muy difícil de reconstruir. _Destruir la esperanza y los sueños. No importa la magnitud de nuestros obstáculos, sino el tamaño de la motivación que tengamos para superarlos.

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LOS 7 PECADOS CAPITALES DE LOS EDUCADORES

_Corregir en público…un educador debe valorar más a la persona que se equivoca que a su error.

_Manifestar autoridad con agresividad. Cuando damos un espectáculo agresivo delante de los niños debemos pedir disculpas, por la manifestación de intolerancia que han presentado. El diálogo es una herramienta educacional insustituible.

_Ser excesivamente crítico. No tenemos que hacer comparaciones. Cada joven es un ser único.

_Castigar cuando se está enfadado y poner límites sin dar explicaciones. El castigo físico debe evitarse. Jamás castigues con rabia. No te dejes esclavizar por la ira. El mejor modo de ayudarles es hacerles reflexionar (que se pongan en el lugar del otro)

_Ser impaciente y desistir de educar. La paciencia y la educación del afecto deben ser las metas a conseguir por el educador.

_No cumplir con la palabra dada. La confianza es un edificio difícil de construir, fácil de demoler y muy difícil de reconstruir.

_Destruir la esperanza y los sueños. No importa la magnitud de nuestros obstáculos, sino el tamaño de la motivación que tengamos para superarlos.

Fuente: PADRES BRILLANTES, MAESTROS FASCINANTES

AUGUSTO CURY

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SIETE PECADOS CAPITALES DE LOS DOCENTES

LOS SIETE PECADOS CAPITALES DE LOS EDUCADORES

"TODOS NOS EQUIVOCAMOS. LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS USA LOS ERRORES PARA DESTRUIRTE Y SÓLO LAS SABIAS, UNAS POCAS LOS UTILIZAN PARA CONSTRUIRSE"

1. CORREGIR EN PÚBLICO.

Corregir en público a alguien es el primer pecado capital de la educación. Un educador jamás debería exponer la equivocación de una persona, por grave que sea, ante los demás. La exposición pública produce humillación y traumas complejos, difíciles de ser superados. “Un educador debe valorar más a la persona que se equivoca que a su error”.

Los padres y maestros sólo deben intervenir públicamente cuando un joven ha ofendido o ha herido a alguien en público. Aun así, deben actuar con prudencia para no agregar más leña al calor de las tensiones.

2. MANIFESTAR AUTORIDAD CON AGRESIVIDAD.

Cierto día un joven descontento con la reacción agresiva de su padre le levantó la voz. Éste se sintió desafiado y le pegó. Le dijo que nunca le hablara de ese modo. Afirmó gritando que quien mandaba en esa casa era él, que él lo mantenía. El padre impuso su autoridad con violencia. Logró inspirar miedo a su hijo, pero perdió para siempre su amor.

Muchos padres se agreden y critican delante de los hijos. Cuando estamos ansiosos e incapacitados para hablar, lo mejor es salir de escena. Ve a tu habitación y haz otra cosa, hasta lograr abrir las ventanas de la memoria y poder tratar con inteligencia los asuntos polémicos. Lo importante es el destino que damos a nuestros errores.

El mismo principio sirve para los maestros, cuando damos un espectáculo agresivo delante de los niños, debemos pedir disculpas, no sólo a nuestra pareja, sino también a los niños, por la manifestación de intolerancia que han presenciado. Si tenemos valor para equivocarnos, debemos tener el coraje de corregir nuestro error.

El dialogo es una herramienta educacional insustituible. Debe haber autoridad en la relación padre-hijo y profesor-alumno, pero la verdadera autoridad se conquista con inteligencia y amor.

3. SER EXCESIVAMENTE CRÍTICO OBSTACULIZA LA INFANCIA DEL NIÑO.

Había un padre preocupadísimo por el futuro de su hijo. Quería que fuera recto, serio y responsable. El niño no podía cometer errores ni excesos. No podía jugar, ensuciarse ni hacer travesuras como todos los niños. Tenía muchos juguetes, pero estaban guardados porque el padre, con el aval de la madre, no admitía el desorden.

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Cada error, mala nota o actitud insensata del hijo eran criticados inmediatamente por el padre. No era sólo una crítica, sino una secuencia de críticas y, a veces, delante de los amigos del hijo. Su crítica era obsesiva e insoportable. Como si eso no bastara, queriendo presionar al hijo para que se corrigiera, el padre comparaba su comportamiento con el de otros jóvenes. El hijo se sentía el más despreciado de los seres. Pensó incluso en renunciar a la vida, por creer que no era querido por sus padres.

¿El resultado? El hijo creció y se convirtió en un buen hombre. Se equivoca poco, era serio, justo, pero infeliz, tímido, y frágil. Entre él y sus padres había un abismo. ¿Por qué? Porque no había la magia de la alegría y la espontaneidad entre ellos. Era un familia ejemplar, pero triste y sin sabor. El hijo no sólo era tímido, sino un frustrado. Tenía pavor de la crítica ajena. Tenía miedo de equivocarse y por eso enterraba sus sueños; no quería correr riesgos.

La comparación sólo es educativa cuando es estimulante y no despreciativa.

Querido educador, tenemos que tener en mente que los débiles condenan, los fuertes comprenden, los débiles juzgan, los fuertes perdonan. Pero no es posible ser fuerte sin percibir nuestras limitaciones.

4. CASTIGAR CUANDO SE ESTÁ ENFADADO Y PONER LIMITES SIN DAR EXPLICACIONES.

Una vez, unos padres llevaron a su hija de ocho años a pasear por un centro comercial cercano a su escuela con unas amigas. Al ver dinero sobre el mostrador, lo cogió. La empleada la vio y la llamó ladrona. Tomándola del brazo, la llevó llorando hasta donde estaban sus padres.

Los padres se desesperaron. Algunas personas que estaban allí esperaban que pegaran y castigaran a la hija. En cambio, decidieron llamarme para saber cómo comportarse. Temían que la niña desarrollara cleptomanía y que se apropiara de objetos que no le pertenecían.

Jamás pongas límites sin dar explicaciones. Éste es uno de los pecados capitales más comunes que los educadores cometen, sean padres o maestros. En los momentos de ira se bloquean los campos de la memoria. Perdemos la racionalidad. ¡Deténte! Espera a que tu temperatura emocional baje. Para educar, usa primero el silencio y después las ideas.

El mejor castigo es aquel que se negocia. Pregunta a los jóvenes lo que se merecen por sus errores. ¡Te sorprenderás! Ellos reflexionarán sobre sus actitudes y, tal vez, se darán un castigo más severo a sí mismo del que tú aplicarías. Confía en la inteligencia de los niños y adolescentes.

5. SER IMPACIENTE Y DESISTIR DE EDUCAR.

Había un alumno muy agresivo e inquieto. Perturbaba a la clase y creaba problemas frecuentemente. Era insolente, desobedecía a todos. Solía repetir los mismos errores. Parecía incorregible. Los maestros no lo soportaban. Pensaban expulsarlo.

Antes de echarlo, entró en escena un maestro que decidió apostar por el alumno. Todos opinaron que era una pérdida de tiempo. Incluso sin el apoyo de sus colegas, empezó a charlar con el joven

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entre clases. Al principio era un monólogo, sólo hablaba el maestro. Poco a poco, empezó a conquistar al alumno, a jugar y a invitarlo a tomar helado. A través de este proceso detecto muchas cosas personales del estudiante y entendió la ayuda desesperada que solicitaba, a través de un lenguaje que nadie descifraba. El cambio empezó a manifestarse en el estudiante, el chico agresivo genero cambios en su comportamiento y se convirtió en un adulto extraordinario.

Todos quieren educar jóvenes dóciles, pero son los que nos frustran los que prueban nuestra calidad de educadores. Son los hijos complicados los que nos ponen a prueba la grandeza de nuestro amor. Los alumnos insoportables son los que ponen a prueba nuestro humanismo.

6. NO CUMPLIR CON LA PALABRA DADA.

Había un madre que no sabía decir “no” a su hijo. Como no soportaba las quejas, rabietas y agitación del niño, quería atender todas sus necesidades y deseos. Pero no siempre lo lograba y, para evitar trastornos, prometía o que no podía cumplir. Tenía miedo de frustra a su hijo.

Esta madre no sabía que la frustración es importante para el proceso de formación de la personalidad. Quien no aprende a lidiar con pérdidas y contrariedades nunca madurará. La madre evitaba desavenencias momentáneas con el hijo, pero no sabía que le estaba poniendo una trampa emocional. ¿Cuál fue el resultado? El hijo perdió el respeto por la madre. Pasó a manipularla, explotarla y a discutir intensamente con ella.

En la fase adulta, este chico tuvo graves conflictos. Por haber pasado la vida viendo a la madre mintiendo y no cumpliendo su palabra, proyectó en el ambiente social una desconfianza fatal. Desarrolló una emocionalidad insegura y paranoica; le parecía que todo el mundo quería engañarlo y ponerle la zancadilla. Tenía ideas persecutorias, no lograba hacer amistades estables, ni duraba en los trabajos.

Los fallos capitales en la educación pueden solucionarse cuando se corrigen rápidamente.

La confianza es un edificio difícil de construir, fácil de demoler y muy difícil de reconstruir.

7. DESTRUIR LA ESPERANZA Y LOS SUEÑOS.

El mayor pecado capital que los educadores pueden cometer es acabar con la esperanza y los sueños de los jóvenes. Sin esperanza no hay camino, sin sueños no hay motivación para caminar. El mundo puede derrumbarse sobre una persona, ésta puede haber perdido todo en la vida, pero si posee esperanza y sueños, tiene brillo en los ojos y alegría en el alma.

Los jóvenes que pierden la esperanza tienen enormes dificultades para superar sus conflictos. Los que pierdan sus sueños serán opacos, no brillarán, gravitarán siempre alrededor de sus miserias emocionales y derrotas. Creer en el más bello amanecer después de la más turbulenta noche es fundamental para tener salud psíquica.

No importa la magnitud de nuestros obstáculos, sino el tamaño de la motivación que tengamos para superarlos.