Resumen Libro Adam Smith Sentimientos Morales
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UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA
PROGRAMA DE ECONOMA
DOCTRINAS ECONMICAS.
RESUMEN DEL LIBRO
TEORA DE LOS SENTIMIENTOS MORALES-ADAM SMITH (1759)
PROF. JOS ISRAEL BAUTISTA RAMREZ. 2005-09-19
Este es un resumen de las principales ideas del gran filsofo sobre los sentimientos
morales, que lo hicieron famoso en su poca y que le dieron importancia, para luego
conocer su obra principal: una Investigacin sobre la naturaleza y causa de la Riqueza de
las Naciones (1776).
Partiendo del egosmo del hombre existen algunos elementos de su naturaleza que lo hacen
interesarse por la felicidad de los otros as no obtenga nada a cambio, es el placer de
presenciarla. De esta naturaleza son parte la lastima y la compasin que sentimos ante la
miseria ajena y son elementos de la naturaleza humana. Ahora el tratar de percibir el dolor
o sufrimiento solo se puede reproducir a travs de las impresiones de los sentidos, nunca
reproducimos los tormentos, la angustia. Por ejemplo, si nos contagia el dolor puede llegar
a afectarnos fsicamente; otro caso el de un ladrillo que va a caer sobre una cabeza y nos
lleva a encogemos instintivamente y en cierta medida, lo sentimos. Lo mismo sucede
cuando alguien esta agripado o esta herido y sentimos el efecto de la gripa o el comezn del
herido.
Es interesante darnos cuenta del regocijo que experimentamos cuando los buenos ganan en
las pelculas, lo mismo que la afliccin que sentimos cuando los buenos son heridos y nos
afectan sus desventuras. La simpata parece que surge de la percepcin de la emocin que
presenta otra persona y las pasiones parecen traspasadas de un hombre a otro. En el caso de
un rostro risueo es motivo de alegra, lo contrario genera un rostro triste.
No hay cosa que ms nos agrade que advertir en los dems sentimientos altruistas para
todas las emociones que sentimos y nos alteramos al presenciar lo contrario. El hombre se
regocija cuando se da cuenta que los dems hacen suyas sus propias pasiones y se aflige
cuando sucede lo contrario, pero parece ser que ninguna de estas pasiones se derivan de
actos egostas.
Parece ser que estamos ms deseosos de trasmitir a nuestros amigos las pasiones
desagradables que las agradables, y que el hecho de referir los infortunios renuevan en
cierta medida el dolor, las lagrimas corren ms abundantemente y se manifiesta la simpata
de los dems. De esta forma aparentar indiferencia ante la alegra de nuestros compaeros y
amigos es falta de cortesa, pero no mostrar un aspecto adusto cuando nos relatan las
aflicciones es absoluta inhumanidad.
En cuanto el grado de simpata que se siente por el afligido, es tambin observable que
cuando alguien se queja y nosotros nos ponemos en su lugar y no nos parece, lo calificamos
de pusilanimidad y flaqueza. Por otro lado cuando hay demasiada felicidad y los actos de su
demostracin son una risa muy extendida, eso nos produce mal humor.
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Cuando hacemos propia la situacin de nuestros amigos, participamos en la gratitud que
experimentan e imaginamos el consuelo que reciben, en cambio es desagradable aquel que
se muestra insensible y duro de corazn ante la felicidad o desgracia de los dems.
A la hora de expresar el sentimiento es interesante ver como en situaciones extremas
algunos logran un recogimiento y dominio de la situacin, que se constituye en la dignidad
de toda pasin. Por otro lado nos repugna ese dolor vociferante, lleno de lgrimas alaridos y
lamentos. La ira, insolencia y brutalidad es de los asuntos ms detestables, mientras
admiramos a un injuriado que mantiene su calma y aplomo.
De todo esto resulta que sentir mucho por los otros y poco por s mismo, as como,
restringir los impulsos egostas y dejarse dominar por los efectos benevolentes, constituye
la perfeccin de la humanidad. Aqu cabe ese gran principio cristiano de amar a nuestro
prjimo como nos amamos a si mismos.
En cuanto a la gratitud y el resentimiento son, por lo tanto, los sentimientos que ms
inmediata y directamente incitan a la recompensa y al castigo. De esta forma merecer
recompensa quien aparezca como objeto propio y digno de gratitud, y como merecedor de
castigo quien sea objeto de resentimiento.
Cuando observamos que un individuo es agraviado por otro, la simpata que
experimentamos por la afliccin del afectado, anima nuestra condolencia por el
resentimiento que se tiene hacia el ofensor y nos agrada ver como este se defiende y como
cobra venganza. Ya si el afectado muere, simpatizamos con el positivo resentimiento de sus
amigos y hasta imaginamos los tormentos de los sueos del asesino y los fantasmas del
muerto cobrando venganza.
En lo que concierne a la belleza y la deformidad de las personas es consecuencia de la
figura y apariencia de los dems y no de las nuestras. De esta forma los dems tambin se
forman un juicio de esa naturaleza acerca de nosotros y nos complace que nuestra figura les
agrade y nos desplace cuando les disgusta, de todas formas ansiamos saber cual es su
opinin al respecto.
Como una crtica al apasionamiento vemos como cuando estamos a punto de actuar, la
avidez de la misma pasin no nos permite considerar lo que hacemos con el
desapasionamiento de una persona ajena. Ahora una vez que las pasiones se han
apaciguado se pueden conocer con mayor frialdad los sentimientos del espectador
indiferente. En el tiempo las pasiones de hoy no son las mismas del ayer y los juicios son
por lo general de escasa importancia en comparacin de cmo fueron ayer.
Al observar la conducta ajena insensible, nos lleva a la formacin de ciertas reglas
generales relativas a lo que es debido y conveniente del hacer o el evitar. Varias acciones
de los dems escandalizan nuestros sentimientos naturales y este sentimiento es confirmado
por la aversin que provoca en los dems. Existen otras acciones que provocan nuestra
aprobacin y adems omos de los dems la misma opinin favorable. De esta manera es
como se forman las reglas generales de la moralidad y estn fundadas en la experiencia de
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lo que, en casos particulares, aprueban o reprueban nuestras facultades morales o nuestro
sentido del mrito o de la convivencia.
Cuando estn formadas las reglas generales, aceptadas y establecidas apelamos a ellas
como normas de juicio y se las cita como ltima fundamentacin de lo que es justo o
injusto en la conducta humana. De ah parte el hecho de que los juicios humanos se
formaban como las sentencias judiciales, es decir considerando primero la regla general y si
el acto particular queda dentro de su comprensin, se incluan. Estas reglas de todas formas
una vez fijadas en nuestra mente por una reflexin habitual, son de gran ayuda para corregir
las tergiversaciones del amor propio.
La utilidad es una de las principales fuentes de la belleza, es algo que ha sido observado por
todo aquel que con cierta atencin haya considerado lo que constituye la naturaleza de la
belleza. La idoneidad de cualquier sistema o maquina para alcanzar el fin de su destino, le
confiere cierta propiedad y belleza al todo.
En trminos de utilidad y de comodidad es importante examinar el caso de quien admira la
condicin de los ricos y de la holgura y placer que supone disfrutan, mientras en realidad
no es que gocen de mayor felicidad que el resto de la gente, sino que tienen mayores
medios para alcanzarla. El asunto es lo que sucede a estos ricos cuando se enferman o el
hasto propio de la edad avanzada hace desaparecer los placeres y los quimricos sueos de
grandeza. En esta situacin esos placeres no tienen el suficiente atractivo para desvelar
nuevamente y en el fondo del alma maldice la ambicin y en vano aora la
despreocupacin e indolencia de la juventud, placeres que insensatamente sacrific por algo
que, cuando lo posee, no le proporciona ninguna satisfaccin verdadera. Tal es el lastimoso
aspecto que ofrece la grandeza a todo aquel que, ya por tristeza, ya por enfermedad, se ve
constreido a observar atentamente su propia situacin y a reflexionar sobre lo que, en
realidad, le hace falta para ser feliz.
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