Retiro de Adviento 2010

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ADVIENTO 2010 CDEC TEXCOCO 1

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Manual para realizar retiro de adviento.

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OBJETIVO:

Prepararnos a celebrar la llegada del Mesías con un corazón disponible y generoso que nos lleve a vivir la esperanza Cristiana

INTRODUCCIÓN

El Señor, que viene a nosotros, desea que acojamos su salvación con un corazón humilde y agradecido: reconociendo nuestra realidad personal y comunitaria; aceptando nuestras dificultades y debilidades; esforzándonos en seguir su ejemplo; esperando su gracia. Como Cristianos estamos llamados a realizar este peregrinaje en común, ayudándonos mutuamente a allanar nuestros caminos interiores para que se manifieste en nuestras vidas la presencia viva de Cristo en la historia, en nuestro presente.

DINAMICA PARA LA ORACION:

Indicación:

Se escogen cuatro personas para que hagan de velas, con anticipación se prepara unas sabanas y una especie de aureola con una llamita. O con lo que cada uno creativamente lo pueda diseñar.

Cada una de las velas tiene un letrero: fe, amor, paz y esperanza.

Se hace el siguiente dialogo:

Vela de la paz: Que tristeza, tanta violencia en las familias, en el país los hombres no son capaces de mantener la paz, no puede permanecer encendida, me estoy muriendo. (Poco a poco se desploma y se quita la llama que lleva en su cabeza, y ya apagada se pone de pie)

Vela de la fe: Las personas fácilmente pierden la fe, es imposible mantenerme encendida. (Hace lo mismo que la primera vela)

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Vela del amor: He luchado para mantenerme encendida a pesar del rencor, que hay de unos para con otros, pero ya no puedo más, me es imposible mantenerme encendida. (Hace lo mismo).

Vela de la Esperanza: Llega una persona y dirigiéndose a las otras velas, les dice: No puede ser que la fe, el amor y la paz, estén apagadas, las necesitamos encendidas.

Esperanza: No te preocupes mientras que yo permanezca encendida, podemos encender a las demás, porque cuando la persona no pierde la esperanza es posible rescatar la paz, la fe y en amor. Y las encienden nuevamente.

PARA REFLEXIONAR

‐ ¿Qué situaciones recuerdas en las que manteniendo la esperanza, has podido salir adelante y recuperar la paz, la fe y el amor?

Canto: Ven, Ven Señor no tardes.

INTRODUCCIÓN

El ser humano es un ser que espera. La esperanza se constituye en uno de los elementos que da vitalidad a su vida.

El problema de la esperanza, en el fondo es el problema del sentido y valor de la existencia humana.

Podemos constatar la esperanza en todos los ámbitos de la vida del ser humano: en el simplemente biológico: la expectativa de un crecimiento orgánico y progresivo, en el ámbito intelectual, afectivo, desde el nivel material al más espiritual (esperanza de tener comida, dinero, descanso, trabajo, salud etc.)

De esperanza, en sentido pleno y riguroso, solo se puede hablar en su modalidad propiamente humana, pues es ella en donde el todavía no, toma conciencia de sí mismo, se hace pregunta expresa y se convierte en tarea fundamental.

La esperanza es lo que nos pone en movimiento, lo que hace posible el progreso y el avance en la vida de la persona: todos los descubrimientos, los empeños, los sacrificios, en definitiva las opciones que vamos tomando en la vida están motivados por la esperanza. Por eso la esperanza nunca se entiende como una realidad estática, sino profundamente dinámica. El estancamiento, el aburguesamiento, la falta de creatividad, iniciativa y apertura al cambio etc.

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En el fondo no son más que un síntoma de una esperanza, o que se está apagando o que ya está apagada.

Si esto se entiende desde un nivel humano, ¡Cuánto más tiene que implicar la vida de quien a la esperanza humana le añade la esperanza teologal!. La teología de la esperanza muy bien se le puede llamar la teología del adviento.

La esperanza es siempre de lo no seguro, de lo que no se ve (Hb. 11,1) hace referencia a algo que, en cierto modo, confiamos alcanzar, pero que no tenemos.

El reino ya está en nosotros (Lc. 17,21) sólo quien hace de la esperanza un objeto último, sin tener en cuenta el compromiso en el aquí y ahora, decididamente no ha entendido nada de la verdadera esperanza cristiana.

Los obispos mexicanos conscientes de que la fe no se vive en abstracto sino insertos en una realidad, en su carta pastoral con motivo del bicentenario nos invitan a hacer una reflexión seria desde la fe para actuar conforme a nuestro ser de cristianos.

La iglesia desde la reunión de los Obispo en puebla nos hablan de los rostros sufrientes, que están presentes en nuestra sociedad, hermanos con los que convivimos diariamente, y por los cuales Jesús sigue naciendo hoy, como hace más de dos mil años.

Al prepararnos en este adviento para el nacimiento de nuestro salvador, no podemos hacerlo siendo indiferentes a la realidad que viven los hermanos más necesitados, pues allí está Cristo, en ellos se encarna hoy y en ellos nuevamente nos piden posada como lo hicieron José y María pidiendo un lugar para el nacimiento de Jesús.

Cuenta la historia de una mujer profundamente religiosa, a la que se le aparece Jesús y le dijo hoy voy a ir a comer a tu casa. Esta mujer muy entusiasmada, se afana preparando la mejor comida para Jesús, arreglo su mesa lo mejor que pudo, ella misma se puso sus mejores galas para esperar a Jesús que iba a venir a cenar con ella.

Apenas estaba terminando los últimos detalles cuando toca a su puerta una señora, que no estaba suficientemente cubierta y le dijo: Tengo frio, pero esta mujer le dijo, en este momento no puedo buscarte un suéter porque estoy esperando una visita muy importante regresa otro día…

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Luego tocó a su puerta otra persona para pedirle un taco, porque tenía hambre, pero la señora la dijo, espero una visita muy importante y no puedo darte nada, regresa otro día.

Y todavía se presentó otro mendigo a pedirle algo caliente porque se moría de frio, pero la mujer ya molesta porque no la dejaban terminar para que todo estuviera listo para cuando llegara Jesús lo despidió con malos tratos.

Después se dispuso a esperar, pero Jesús no llegó, al otro día fue a la Iglesia a reclamarle, y Jesús le dijo: Fui en cada una de las personas que tocó a tu puerta pero tú no me dejaste entrar a tu casa. Recuerda que yo estoy en cada uno de los hermanos que sufren.

Vamos pues a hacer una lectura de este número de aparecida que nos sitúa en parte de la realidad de nuestro país, hacemos un listado de los rostros sufrientes que aparecen en él, y lo completamos con los rostros sufrientes que vemos cada día en la calle con las personas que nos rodean. (Anexo 1)

ILUMINAR: En este adviento 2010 motivados por la carta de los Obispos reflexionaremos sobre la virtud teologal de la esperanza.

En la tercera parte de la carta pastoral los Obispos mexicanos, retoman la esperanza y nos invitan a ser protagonistas en la construcción del futuro, pero no con una mentalidad fatalista de quien no tiene fe, sino de alguien que confía plenamente en que Jesús es la razón de nuestra esperanza, y cada año en que celebramos su nacimiento, nuestro corazón se llena de confianza en que todo es posible, porque el Hijo de Dios ha puesto su morada en medio de nosotros.

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REFLEXIÓN SOBRE LA ESPERANZA DESDE LA CARTA PASTORAL DE LOS OBISPOS DE MEXICO. “CONMEMORAR NUESTRA HISTORIA DESDE LA FE

PARA COMPROMETERNOS HOY CON NUESTRA PATRIA”.

Parte III Protagonistas Todos, en la Construcción de un Futuro con Esperanza

1. En esta Tercera Parte, los obispos mexicanos invitamos a renovar nuestra conciencia sobre la responsabilidad que tenemos ante los desafíos que el presente nos ofrece y que los signos de los tiempos nos muestran con tanta evidencia. 2. Como Pastores de la Iglesia Católica, y como ciudadanos de esta Nación, compartimos con todos los mexicanos nuestra reflexión sobre el futuro de nuestra Patria y nos comprometemos a seguir colaborando en su construcción con renovado ardor, convencidos de que todos debemos ser verdaderos protagonistas de los acontecimientos y no sólo espectadores de ellos. 3. La Iglesia tiene el derecho de participar a través de sus ministros y fieles laicos, según sus propias funciones y responsabilidades. Los ministros, como pastores de la comunidad cristiana, tienen una tarea específica hacia el interior de la Iglesia y son también ellos expresión pública de la misma en sus enseñanzas y sus acciones. Los fieles laicos poseen como vocación y misión propias transformar el mundo según Cristo. Así mismo, son ciudadanos, es decir, hombres y mujeres responsables del bien común de la sociedad a la que pertenecen, como una de las dimensiones del camino de la salvación. “El mandato de Cristo a la Iglesia no se agota en la evangelización de las personas. En efecto, es necesario también evangelizar la conciencia de un pueblo, su ethos, su cultura”1. Ofrecemos una visión integral y trascendente del hombre 4. Junto con otros actores de la sociedad, participamos en la construcción de nuestra cultura. Ofrecemos la cultura de la vida, aportando lo que nos es más propio, a partir de la cosmovisión del mundo y sobre todo de la concepción que del hombre tenemos, que se caracteriza por su trascendencia, su dignidad inviolable y su realización eminentemente social. Como lo afirmó el Papa Juan Pablo II, en la ciudad de Puebla: “Cuando un pastor de la Iglesia anuncia con claridad y sin ambigüedades la verdad sobre el hombre, revelada por Aquel mismo que «conocía

                                                            1 PAULO VI, Evangelii nuntiandi, n. 18. 

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5. lo que en el hombre había» (Jn. 2,25), debe animarlo la seguridad de estar prestando el mejor servicio al ser humano”2. 6. Es nuestra visión del hombre la que queremos ofrecer, en tanto que reconocemos que él es el medio, sujeto y fin de toda cultura, de toda actividad humana y dinámica social. Creemos que el hombre es un ser complejo de eminente dignidad. Es un espíritu encarnado que con su inteligencia y libertad participa en la construcción del mundo. Que por su individualidad es idéntico a sí mismo y diferente a los demás. Por su sociabilidad se encuentra vinculado esencialmente a la comunidad, al cosmos y por supuesto a Dios. Su bien personal y el bien de la comunidad son sus objetivos. Recibe influencias exteriores e interiores que lo condicionan, pero no lo determinan. Posee derechos que emanan de su propia naturaleza, que siempre se le deben respetar. 7. El cristianismo, además, adiciona aspectos que presuponen la fe. La dignidad del hombre para nosotros no sólo se deriva de su naturaleza, sino de su calidad de hijo de Dios, así como de haber sido redimido por Cristo y llamado a la felicidad eterna. El hombre tiene como principal realización y expresión el amor por los demás y por ello debe preocuparse, no sólo por asistirlos en sus necesidades, sino también por promover todos los cambios que hagan posible un ambiente propicio para el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. Se trata de un humanismo cristiano integral, como lo afirma la Doctrina Social de la Iglesia. 8. Lo debemos decir claramente: nuestros males no son de orden práctico u operativo solamente; no radican en la ausencia de una voluntad de cambio; sino que están principalmente en el modo de concebirnos, de entendernos, de mirarnos a nosotros mismos. Están en la cultura moderna que hemos heredado, que sin negar los múltiples aspectos positivos y avances que posee, adolece de limitaciones y desviaciones. Debemos ser críticos y propositivos con el fin de mejorarla y hacerla más acorde a la realidad trascendente del hombre. 9. Analizando la cultura moderna desde esta perspectiva, podemos decir que ésta se ha caracterizado principalmente por un deseo desmedido de autonomía del hombre, lejos de referencia trascendente alguna. Hoy presenciamos manifestaciones culturales que hunden sus raíces en la crisis del sujeto que es cada vez más egocéntrico, contradictorio consigo mismo en tanto que busca afirmar “sus propios derechos”, rechazando todo elemento objetivo. Esta forma de ser y de expresarse se basa más en impulsos instintivos y en emociones que en una racionalidad y una concepción coherente sobre el hombre. Esta cultura llega incluso a una cierta concepción de Dios, entendido como una vaga e impersonal divinidad, o bien a “un creer sin pertenecer”, es decir una fe puramente subjetiva.                                                             2 JUAN PABLO II, Discurso Inaugural pronunciado en el Seminario Palafoxiano de Puebla de los Ángeles, México, 28 de enero de 1979. 

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La verdad en este contexto cultural tiene una connotación negativa, asociada con conceptos tales como dogmatismo, intolerancia o imposición. 10. Nosotros estamos convencidos de que el hombre debe reconocerse creado y partícipe de una realidad mucho más amplia que una visión individualista, relativista y egocéntrica. El hombre está llamado a reconocerse dentro de la historia, el cosmos, y en relación con un principio creador, que en nuestra experiencia cristiana es Aquel que tiene una identidad y entra en relación providente hasta darse a conocer como Padre, y no una simple energía impersonal. El hombre no es absoluto, no puede sustraerse de sus vínculos connaturales en los que está inmerso, ni del principio rector del que depende. Por ello, no puede pretender regir su vida sin dar cuenta, objetivamente, de sus razones y de su comportamiento. La superación de una visión fragmentada de la realidad, apoyada en un relativismo con que interpreta su propia naturaleza, sólo puede ser lograda a la luz de la razón humana llamada a conocer la verdad, y a la luz de la Revelación Divina que se manifiesta al corazón humano como plenitud del amor en Jesucristo. 11. Nosotros “hemos creído en el amor de Dios, así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un horizonte nuevo a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en Él tengan vida eterna» (Jn. 3, 16)”3. Así, el mandamiento del amor a Dios (Dt. 6, 4-5) y el amor al prójimo (Lv. 9, 18) se convierte en una respuesta al don del amor de Dios que ha venido a nuestro encuentro con Jesucristo (Cf. Lc. 10,29-37). 12. Ante una cultura fragmentada en su camino hacia la verdad e imposibilitada para encontrarse con el sentido de trascendencia, la auténtica religiosidad abre espacios nuevos para la experiencia humana, necesitada siempre de algo más que respuestas inmediatas, que lo lleven a dar sentido pleno a su existencia. “La religión cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública, con específica referencia a la dimensión cultural, social, económica y, en particular, política. La Doctrina Social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esa ‘carta de ciudadanía’ de la religión cristiana”4. 13. La misión de la Iglesia no se reduce al aspecto político ni económico5; mediante su enseñanza social no entra en cuestiones técnicas, ni propone modelos

                                                            3 Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 1. 4 Benedicto XVI, Caritas in Veritate, n. 56. 5 Cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, n. 42. 

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o sistemas de organización social6. Tiene, en cambio, la competencia que le viene del Evangelio: ofrecer el mensaje anunciado y vivido por Jesucristo para la realización plena de todo ser humano que lo acepte y lo reciba. 14. Es una urgencia impostergable para los fieles laicos que su vida de fe se transforme en responsabilidad y creatividad ciudadanas. Son ellos quienes deben llevar al corazón de la cultura y de las instituciones la nueva humanidad que Cristo manifiesta y propone. Para ello, es urgente que existan nuevas formas de presencia organizada de los fieles laicos en la vida pública, que permitan construir ciudadanía, contribuir con el bien común y mostrar que la fe puede ser vivida y proclamada al interior de las realidades seculares, respetando la diversidad de otros pensamientos. 15. Además, todos como Iglesia debemos colaborar a construir nuevas formas de acompañamiento pastoral para quienes son protagonistas en la construcción de la sociedad en ámbitos decisivos como son el político, económico, social y educativo. Todo movimiento y agrupación de fieles laicos debe ser una auténtica escuela para vivir la fe al servicio del mundo, transformando sus estructuras a la luz de las exigencias del Evangelio. 16. En la riqueza de nuestra historia, no sólo de doscientos años de Independencia sino de quinientos años de mestizaje, el influjo del Evangelio ha sido constante y ha iluminando nuestra cultura hasta sus más hondas raíces. Por ello seguimos encontrando en el México actual manifestaciones de un profundo respeto a la vida, una gran estimación por la familia, un sentido de hospitalidad y de fiesta en nuestra existencia, e incluso una esperanza ante el drama de la muerte, que dejan ver un pueblo de profunda religiosidad que se descubre unido a cada paso con Dios. Desde esta conciencia común, debemos renovar nuestra comprensión de la realidad.

Actuar: En la parte del ver, descubríamos los rostros sufrientes presentes en nuestra sociedad, en el iluminar veíamos como nuestros obispos nos invitan a ser protagonistas, no más cristianos católicos, ausentes de la sociedad, viviendo nuestra fe en abstracto, sin bajar a los concretos donde urge que estemos para actuar acorde con nuestro ser de cristianos.

                                                            6 Cf. Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, n. 41. 

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Y en esta tercera parte del actuar, retomamos lo que los Obispos nos proponen para dar acogida a esos rostros sufrientes y de alguna manera ayudar para que su vida sea más digna y de mayor esperanza. Retomamos en esta parte, lo que los Obispos mexicanos nos proponen: Son tres prioridades a asumir, si queremos un México que viva la esperanza; y es que no podemos decir que creemos que Jesús se hizo uno de nosotros, y celebrar la navidad sin que nos preocupe la suerte de nuestros hermanos que más sufren, por lo que estamos llamados desde la fe a asumir un compromiso, al estilo de Jesús que asumió el compromiso de salvarnos cueste lo que cueste. Ante esta realidad que nos apremia en el tiempo presente, proponemos a todos los sectores que conforman nuestra sociedad asumir tres prioridades fundamentales en el camino de nuestro desarrollo como Nación: a) Queremos un México en el que todos sus habitantes tengan acceso equitativo

a los bienes de la tierra. Un México en el que se promueva la superación y crecimiento de todos en la justicia y la solidaridad; por lo que necesitamos entrar decididamente en un combate frontal a la pobreza.

b) Queremos un México que crezca en su cultura y preparación con una mayor

conciencia de su dignidad y mejores elementos para su desarrollo, con una educación integral y de calidad para todos.

c) Queremos un México que viva reconciliado, alcanzando una mayor armonía e

integración en sus distintos componentes sociales y con sus diferentes orientaciones políticas, pero unificado en el bien común y en el respeto de unos y otros.

17. Los Obispos mexicanos subrayamos algunas implicaciones de cada una de estas prioridades y ofrecemos algunos criterios de juicios y líneas de acción. Para trabajar en equipos Hacer los grupos que sean necesarios según la cantidad de personas pero se reflexionarían tres puntos uno por grupo:

Combate a la pobreza (Anexo 2) Educación integral y para todos (Anexo 3) Reconciliación nacional (Anexo 4)

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CELEBRACIÓN Ambientación del lugar: Se pone la imagen del niño Dios, y una mesita para las ofrendas. Y un letrero que diga: “Jesús es la razón de nuestra Esperanza”. Canto: Ven, ven, Señor no tardes Se motiva a los participantes para que ofrezcan ante la imagen del Niño Dios sus aportes para ser constructores de esperanza, desde lo que propone el Documento de los Obispos. Se lee la última parte del documento.

Una mirada de Esperanza 18. Nuestra mirada hacia el futuro está llena de esperanza porque somos un pueblo con una gran riqueza humana y cristiana. Nuestras raíces, nuestra historia y nuestra cultura nos piden estar a la altura de nuestros antepasados. 19. Como creyentes, afirmamos que nuestra esperanza está fincada, más allá de nuestras posibilidades humanas, en sí mismas valiosas, en la firme voluntad divina, manifestada en Jesucristo, de conducir la historia de la humanidad entera hacia la plenitud de la vida y la salvación. Nuestra esperanza es, sobre todo, esperanza en Dios. Él sostiene y acompaña nuestro presente y nuestro futuro. Él nos ha ofrecido el Camino, la Verdad y la Vida en su Hijo, nuestro Hermano. 20. Debemos ser capaces de ver en nuestro presente los albores del Reino de Dios que ya está en construcción en el corazón de los hombres y mujeres que aman la verdad, que se conducen con la justicia y que realizan sus acciones marcadas con el esplendor de la caridad: es así como se construye un mundo más humano, más fraterno, más solidario y auténticamente desarrollado. 21. Estamos orgullosos y agradecidos por nuestro pasado, nos sentimos profundamente comprometidos con nuestro presente y, a pesar de los conflictos y dificultades actuales, estamos llenos de esperanza por nuestro futuro. México es una Nación con una historia y una vocación providenciales, un País bendecido por Dios, que debe seguir su camino, siempre inconcluso, hacia su propio desarrollo, en colaboración fraterna con las demás naciones del Continente Americano y del mundo entero.

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22. Confiados en el valor de la oración los exhortamos a dar gracias a Dios por todos los beneficios que ha recibido nuestra Patria, a pedir perdón por las infidelidades de sus miembros, a elevar oraciones por los que murieron en luchas sangrientas, así como pedir la gracia y creatividad en la caridad necesarias para impulsar, junto con todos los mexicanos, el desarrollo para nuestro País.

Decimos todos juntos la oración: Ayúdame, hermano, a ser humilde. Ten misericordia de mí y muéstrame lo que Dios va haciendo con tu vida. Te prometo acoger y escuchar tus pasos y tus caídas, tus ternuras y tus rechazos, tu alegría y tu dolor. Quiero ser menos yo y más hermano, porque quiero descender hasta donde se encuentra lo más humano, lo profundamente humano. Me han dicho que allí se encuentra Dios. Búscame cuando me pierda y volveré a casa de tu mano, a casa para servirte más y compartir juntos el pan.

Cuando veas brillar en mis ojos la soberbia y la altanería y mi boca se llene de palabras vacías, no apartes de mí tu mirada tierna pero vigorosa, no dejes de comunicarme la esperanza. Confía en mí que aprenderé de ti Y suplicaré también por ti al Padre. Te pido hermano que me ayudes a ser humilde con tu ejemplo. Yo también te lo ofrezco. Señor Jesús, maestro de humildad, haznos reconocer nuestra pequeñez, nuestras vidas, su desnudez y reconocer tu gratuidad Padre de misericordia, concédenos caminar en la humildad para llegar a la eternidad. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Recemos unidos de las manos, la oración de los Hijos de Dios. Padre Nuestro Agradecemos a la Virgen María el habernos dado a Jesús su hijo, saludándola con las mismas palabras del Ángel Gabriel. Dios te salve… Ahora vamos a hacer la adoración del niño Dios. Se canta un canto de adoración. Que lo escojan las catequistas conforme a lo que se sepa la mayoría.

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ANEXO 1

Hoja de trabajo por pequeños grupos:

El Papa advierte de serios retos que ha de afrontar la fe que dota de unidad al continente, retos que ponen el riesgo el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de los pueblos. Estos retos, que vemos y vivimos en nuestra vida cotidiana y que nos aquejan profundamente, no son fuerzas oscuras y volátiles que andan merodeando por allí esperando el mínimo descuido de parte nuestra para hacer de las suyas; estos retos han tomado carne y forma en nuestra realidad y se presentan principalmente en los rostros de quienes sufren, como dice el siguiente párrafo:

“Esto nos debería llevar a contemplar los rostros de quienes sufren. Entre ellos están las comunidades indígenas y afroamericanos, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; muchas mujeres que son excluidas en razón su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios, ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia, muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual; también los niños víctimas del aborto.

Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso pasan hambre. Nos preocupan también quienes dependen de las drogas, las personas con capacidades diferentes, los portadores y víctimas de enfermedades graves como la malaria, la tuberculosis y VIH – SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social: no olvidamos también a los secuestrados, y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados y de la inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos del sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como personas incómodas e inútiles.

Nos duele en fin la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de nuestra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna. Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no está abajo en la periferia

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o sin poder, si no que se está afuera. Los excluidos no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y “desechables”

Doc, Aparecida. No.65

1- ¿Cuáles son los rostros sufrientes que descubres en el núm 65 del Documento de Aparecida?

2- ¿Además de los que encuentras que otros rostros sufrientes descubres en la realidad en la que te desenvuelves?

3- ¿Crees que Cristo está realmente presente, en los rostros sufrientes, cuáles son tus actitudes ante ellos?

4- ¿En esta preparación al nacimiento de Jesús, crees que ellos tienen motivo de esperanza, también para ellos nace Jesús?

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ANEXO 2

Hoja de trabajo para los grupos Combate a la pobreza 23. No debemos acostumbrarnos nunca a un escenario de desigualdad social y a una pobreza creciente, como si se tratara de un fatalismo insuperable o un determinismo sin salida. El problema de fondo está “en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”7, señalaba con sabiduría Pablo VI; por ello debemos implementar programas y estrategias que partan de un autentico sentido de fraternidad: “lograr esta meta es tan importante que exige tomarla en consideración para comprenderla a fondo y movilizarse concretamente con el ‘corazón’, con el fin de hacer cambiar los procesos económicos y sociales hacia metas plenamente humanas”8. La pobreza y la falta de recursos comienzan a superarse cuando nos encontramos en un escenario de fraternidad, solidaridad y conciencia social. 24. Debemos reconocer la importancia que tiene la llamada estabilidad macroeconómica, que nuestro país ha alcanzado en los últimos años, para dar certidumbre a las inversiones que generan el desarrollo. También debemos señalar con la misma claridad que hace falta generar condiciones de justicia social para producir mayores empleos de calidad, que permitan un salario justo para una vida digna como personas, familias y sociedad. Esto implica no sólo una modernización de las estructuras productivas, sino también una serie de reformas legales que lo favorezcan y garanticen, una serie de acuerdos políticos que estén a la altura de lo que necesita la Nación mexicana y no sólo de los intereses limitados de algunos grupos políticos o gremiales. Hacemos también un fuerte llamado a los empresarios para que asuman la verdadera responsabilidad social que corresponde a la ética de sus actividades económicas9. 25. La superación de la pobreza debe incluir programas para el desarrollo integral de las personas y de las comunidades, a fin de que éstas tomen la responsabilidad de su propio desarrollo. No bastan los programas sociales asistencialistas, y

                                                            7 PABLO VI, Populorum Progressio, n. 66. 8 BENEDICTO XVI, Caritas in Veritate, n. 20. 9 Cf. BENEDICTO XVI, Caritas in Veritate, n. 40: “Aunque no todos los planteamientos éticos que guían hoy el debate sobre la responsabilidad social de la empresa son aceptables según la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia, es cierto que se va difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia”. 

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tampoco las acciones de gobierno que sólo se concentran a dar respuesta a situaciones de emergencia o meramente circunstanciales. Las soluciones que México requiere, y que responden a su cultura, han de ser construidas desde la comunidad, contando con el apoyo subsidiario de otras dimensiones de la vida social y del Estado. 26. De manera especial deben ser atendidos los espacios deprimidos por la miseria urbana o rural, dado que allí está la primera exigencia de solidaridad y el primer foco de desestabilización social. Una sociedad que está marcada por la desigualdad no puede crecer con armonía. Allí donde imperan la miseria y la desigualdad, crecerá siempre el rencor y la tentación de caminos equivocados para el desarrollo personal y social. Es allí donde el crimen organizado puede encontrar mucho más fácilmente manos desesperadas dispuestas para la violencia. Es allí donde la manipulación política y hasta religiosa pasa por encima de la dignidad de las personas para ganar adeptos. Es allí donde se pueden generar estallidos sociales. 27. Debemos impulsar políticas públicas integrales, abiertas a la participación de todos los sectores, que permitan a toda la población el acceso a los servicios de salud, alimentación, educación, vivienda y seguridad social. Esto conlleva el desarrollo de una política económica que genere oportunidades de inversión y trabajo con libertad y justicia, con reglas claras y exigencias básicas. Una política económica que permita empleos productivos y el crecimiento del capital humano mediante la capacitación y el crecimiento en sus derechos sociales. No se trata de exigir un Estado asistencialista, sino una sociedad fraterna, corresponsable y solidaria mediante el desarrollo de las actividades productivas, generación de empleos dignos, el crecimiento del mercado interno y las exigencias de las contribuciones fiscales justas y generales.

Pregunta para reflexionar:

El problema de fondo está “en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”10, señalaba con sabiduría Pablo VI; por ello debemos implementar programas y estrategias que partan de un autentico sentido de fraternidad:

El Evangelio de San Lucas nos dice que cuando nació Jesús, su madre lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre. (Lc.2,6-7)

El Evangelio nos habla de cómo Jesús, nace en la pobreza y viene a traer esperanza para los pobres.

Nosotros hoy al igual que Jesús podemos llevar esperanza a los pobres, con la riqueza de nuestra fe en Cristo Jesús.                                                             10 PABLO VI, Populorum Progressio, n. 66. 

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¿Qué podemos hacer desde nuestras posibilidades para que los más necesitados no se sientan solos, y vean y sientan en nosotros a un hermano?

Cada uno lo escribimos en una tablilla, y entre todos construimos un pesebre, para ofrecerlo a Jesús, así como en aquel tiempo le ofrecieron desde la pobreza lo que tenían.

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ANEXO 3 Educación integral y de calidad para todos 28. Nuestro sistema educativo, tal como hoy se presenta, deja mucho que desear en cuanto a su calidad y resultados. Lo observamos agobiado por los problemas de preparación magisterial y por los lastres de algunas prácticas viciosas del modelo sindical que se apoya en el control corporativo. También nos preocupa la corrupción que consume enormes cantidades de recursos públicos que no llegan a rendir sus beneficios en los centros escolares. A nuestro parecer, lo más grave de estas dinámicas de corrupción es que se contamina la noble tarea de educar, que debería llevarnos a “cultivar” personas íntegras y generosas, capaces de responder y vivir alegremente el sentido y el significado de su existencia. 29. Por otra parte, en un aspecto igualmente delicado, debemos decir que nuestro sistema educativo está marcado por un laicismo mal entendido, que deja de lado los valores humanos universales como si se tratara de aspectos confesionales. Esta realidad tiene implicaciones graves, pues si no es capaz de reconocer valores universales, mucho menos tiene la posibilidad de comprender las realidades trascendentes del hombre, proyectadas en la cultura que nos caracteriza, y en concordancia con la trayectoria familiar de muchos de nuestros estudiantes. El sistema educativo mexicano ha convertido al laicismo en un instrumento ideológico que pasa por encima del derecho de los padres a la educación de sus hijos y no respeta las raíces culturales más nobles de nuestro pueblo. Es necesario que la educación laica se convierta en una verdadera escuela de respeto y valoración a las diferencias culturales y religiosas que nos caracterizan. 30. Debemos hacer de la educación no sólo la herramienta del desarrollo que llegue a todos, mejorando los conocimientos y habilidades, sino también el espacio de respeto y libertad para difundir los valores que engrandecen a la persona y la llevan a reconocer su dignidad y a vivir sus convicciones. Sin negar que la educación nos prepara para el trabajo, la dignidad humana exige primariamente que la educación sea concebida como el desarrollo integral de las personas, que posibilita vivir plena y responsablemente la totalidad de las situaciones que constituyen nuestra vida individual y social. Si la educación no forma antes que nada personas íntegras que amen el bien, la belleza, la verdad y la justicia, todo lo demás queda fincado en un terreno frágil y superficial11

                                                            11 Benedicto XVI, Caritas in Veritate, n. 61: "Para educar es preciso saber quién es la persona humana, conocer su naturaleza. Al afianzarse una visión relativista de dicha naturaleza plantea serios problemas a la educación, sobre todo a la educación moral, comprometiendo su difusión universal. Cediendo a este relativismo, todos se empobrecen más". 

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31. La educación católica ha sido y sigue siendo impartida en numerosos centros de educación básica, media y superior, a cargo de comunidades religiosas o laicos comprometidos con su fe. Creemos que partiendo de su identidad cristiana, deben ser verdaderos espacios para el desarrollo de un diálogo vigoroso entre la fe y la ciencia, que forme con seriedad y excelencia académica, con rigor científico y metodológico, con ética educativa y eficiencia profesional. Pero, sobre todo, deben ser verdaderos centros educativos que ofrezcan con claridad lo que les es propio, la transmisión de una cultura desde la cosmovisión y la experiencia cristiana, en apertura respetuosa a todas las mentalidades. 32. Son muchos los maestros y maestras de extraordinaria calidad humana que, en los distintos centros educativos públicos y privados, están engrandeciendo el alma de los niños y jóvenes mexicanos, no sólo por los conocimientos que imparten, sino por el ejemplo de vida con que forjan la conciencia de las nuevas generaciones. Son muchos los maestros y maestras que, sostenidos por su fe en Jesucristo y en un profundo respeto a la conciencia de sus alumnos, dan testimonio de amor a la vida y amor a Dios, de su compromiso con la Patria y con la dignidad de cada persona. Se convierten por eso mismo en los grandes evangelizadores, por su sola actividad educativa honesta y comprometida. La Iglesia agradece su testimonio, y nosotros expresamos nuestro compromiso como pastores de la comunidad cristiana para seguir acompañándolos en la formación de su fe y promover su presencia organizada en la sociedad. Preguntas para reflexionar: Aparentemente, no podemos influir en las decisiones que se toman en los niveles de gobierno para la educación de nuestros niños, pero el amor es creativo.

1. ¿Qué podemos hacer para que los maestros de las escuelas federales y estatales tengan auténticos valores cristianos que transmitan a los niños?

2. ¿Cómo podemos concientizarnos como padres y madres de familia, para cuidar de

que los niños no adquieran ideas que vayan en contra de los valores cristianos?

3. ¿Qué tiene que ver la educación a la que tenemos derecho todos con el adviento y navidad que vamos a celebrar ya pronto?

Los pastores creyeron que en la pobreza se podía reconocer la grandeza de Dios, por eso acudieron presurosos, a ver lo los ángeles les había anunciado. (Lc 2,15-20) Nosotros que es lo mejor que podemos ofrecer como respuesta de nuestra fe, en la presencia de Jesús en medio de la pobreza, en educación a los niños, ya sea como padres de familia, como maestros o simples conciudadanos.

4. Cada uno escribirlo en un papel que se pone en una canasta para ofrecer al niño Dios.

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ANEXO 4 Reconciliación nacional 33. Una de las grandes tareas pendientes en nuestra historia es la reconciliación entre todos los que formamos esta gran Nación. Reconciliación con nuestro pasado, aceptando nuestras raíces indígenas y europeas, especialmente españolas, todas vigentes y actuales. Reconciliación con cada una de nuestras etapas valiosas e importantes en la conformación de nuestra cultura: el Virreinato, la Independencia, la Reforma, la Revolución, el Sistema Político Pos revolucionario y la actual experiencia de paulatina transición democrática. 34. Reconciliación entre las distintas formas de pensar, erradicando los fundamentalismos laicistas o las intolerancias religiosas de cualquier signo. Reconciliación de las distintas clases sociales, superando el desprecio y la desconfianza de unos y otros para buscar el desarrollo de todos, sin injusticias ni discriminaciones. Uno de los tropiezos más graves después del movimiento de Independencia fue el enfrentamiento ideológico que dividió al País y nos llevó a rencores casi insuperables. Detrás de la Revolución Mexicana hay también una serie de desencuentros y desprecios que nos han llevado a ver como enemigos a quienes deberíamos ver como conciudadanos, compatriotas y hermanos. Ahora, al dar pasos firmes hacia la consolidación democrática y la legítima alternancia en el poder político, vuelve a resurgir la discordia que paraliza los caminos de progreso y desarrollo, por la intolerancia ideológica de unos y la falta de compromiso de otros. Nuestra clase política debe crecer hacia una madurez intelectual que la lleve a una altura de miras, para anteponer el bien superior de la Nación a los intereses personales, partidistas y de poder. Sin una reconciliación política basada en el diálogo, el reconocimiento de los adversarios ideológicos y el respeto de las instituciones, no hay progreso posible. 35. Los obispos mexicanos señalamos con claridad que los motivos de conmemoración por haber alcanzado la Independencia, o por haber buscado caminos de justicia en la Revolución Mexicana, no nos deben hacer olvidar que la violencia, el derramamiento de sangre, la ruptura de procesos sociales, los odios engendrados entre grupos distintos, no pueden ser jamás el camino adecuado para buscar la superación de los problemas y alcanzar mejores condiciones sociales de un pueblo. De nueva cuenta llamamos a todos los actores sociales a cerrar las puertas a cualquier tentación de emprender caminos violentos, que sólo provocan muerte, atraso y destrucción. Hoy debemos buscar caminos no violentos para avanzar juntos y superar nuestros problemas. La manifestación de nuestros desacuerdos, la insatisfacción por nuestras carencias, la crítica legítima a la situación que vivimos deben convertirse hoy en propuestas creativas, positivas y

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viables, que construyan corresponsablemente una sociedad más digna, más solidaria. 36. Reconocemos que los verdaderos motivos para celebrar estos acontecimientos históricos están fincados en la vida de miles y miles de mexicanos que, con su labor y entrega diarias, y sus grandes virtudes, han ido forjando la libertad y la renovación de nuestra Patria. 37. Los católicos tenemos el compromiso de colaborar en la construcción de esta gran Nación Mexicana; no queremos ser excluidos, ni mucho menos pretendemos autoexcluirnos; al contrario, nos sabemos identificados con este pueblo y esta cultura tan nítidamente expresada en el rostro mestizo de Santa María de Guadalupe. Por ello la Iglesia quiere ofrecer, con humildad y convicción, su servicio y su aporte en el camino de la reconciliación y el desarrollo, como lo hemos expresado, entre otros, en nuestro más reciente documento colegial que ofrece propuestas para la construcción de la paz y la vida digna del pueblo mexicano12. 38. Ante aquellos que hoy buscan sembrar un estado de miedo y de muerte, mediante actividades ilícitas y delincuenciales, poniendo en riesgo todo lo que hemos alcanzado en nuestro camino histórico, como es la libertad y las instituciones democráticas que hemos construido juntos, debemos decir que la auténtica sociedad mexicana los repudia y la Iglesia los llama a una conversión que los haga reencontrar los caminos de bien y de justicia. 39. Finalmente, insistimos a los miembros de nuestras comunidades que, en nuestros proyectos pastorales y en los programas de catequesis, debemos incluir la cultura de la reconciliación como uno de los elementos propios de la vida cristiana. Debemos promover la reconciliación al interior de las familias mediante el respeto y el perdón; difundir la reconciliación como una virtud de la experiencia comunitaria en nuestras parroquias y demás centros y organizaciones de nuestra actividad eclesial. La reconciliación debe ser un servicio de la Iglesia en medio de nuestra sociedad, a través del testimonio del respeto, del perdón y de la valoración de los demás, aun cuando haya grandes o graves diferencias. La Iglesia tiene como misión en el mundo extender el Reino de la Paz fundado en Cristo.

                                                            12 Cf. CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, Exhortación Pastoral “Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”, CEM, México, 2010. 

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Preguntas para reflexionar: Los ángeles al anunciar a los pastores el nacimiento de Jesús los saludan con estas palabras “Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres, esta es la hora de su gracia” Lc 2,14 También hoy para nosotros Jesús es Jesús el el Rey de la Paz, y todos los cristianos estamos llamados a ser portadores de paz y reconciliación.

1. ¿Qué podemos hacer para ser constructores de paz, en el ambiente en el que nos desenvolvemos?

2. Cada grupo una presenta como ofrenda al niño Jesús Vela encendida, y

carteles con frases de esperanza, y caminos para lograr la paz, primero en lo personal, como familia y en como pueblo.