Revista: A la vuelta

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A la Vuelta Sus manos protegen nuestro PATRIMONIO Daniel López, un artisa que restaura todo lo que llega a su taller en la UNLa Vecinos aventureros Fueron de Banfield a México en un Dodge 1500 de los ‘70 El Luna de Llavallol Los socios salvaron al club donde se filmó Luna de Avellaneda de Campanella La revista de los vecinos de Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora Junio de 2013 Ejemplar de distribución gratuita

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Alumno: Nicolás Pawlusiak Asignatura: Producción Periodística Docente: Sergio Spinella Año: 2013

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A la Vuelta

Sus manos protegen nuestro PATRIMONIO

Daniel López, un artisa que restaura todo lo que llega a su taller en la UNLa

Vecinos aventurerosFueron de Banfield a México en un Dodge

1500 de los ‘70

El Luna de LlavallolLos socios salvaron al club donde se filmó

Luna de Avellaneda de Campanella

La revista de los vecinos de Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora

Junio de 2013

Ejemplar de distribución

gratuita

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EDITORIAL 06.13A la vuelta de casa viven unos jovenes de unos 30 años que se fueron a recorrer Latinoamérica en un auto de los ‘70. Si cami-no unas cuadras más, un grupo de vecinos está recuperando un antiguo cine que dejó de funcionar hace décadas, pero que todavía conseva entre sus paredes esa mísitca de antaño. Doy algunos pasos y me encuentro en una casa cultural, a 10 cuadras de la “Fortaleza” granate, donde una banda de jazz me transporta al corazón de algun barcito newyorkino. Y justo en-frente, un grupo de socios busca rescatar a un club del ahogo financiero para que siga siendo su lugar en el mundo. En el barrio pasan cosas. No hay que prender la tele o abrir los diarios para encontrarnos con historias sorprendentes.

sumARIO

Basta con bajar un poco la mirada y descubrir que en la cuadra donde vivimos, quizás toda la vida, hay acontecimientos que podrían ser plasmados en cualquier guión de Hollywood. Y de eso se trata nuestra propuesta. De acercar a los vecinos de la comunidad sureña del GBA esas historias, que permitirán crear nuevos vínculos entre sí y con los espacios de la zona que muchas veces pasan desapercibidos. Con fuerte acento en el arte y la cultura, (nombre revista) está hecha por gente de barrio, como vos. Podrás encontrarla en los principales comercios e instituciones de tu localidad, una vez por mes. Te invitamos a conocernos. Y no te olvides: vos podes ser la próxima nota de tapa.

Aventura: de Banfield a México en un Dodge 1500 de los ‘70.P.04

El cine de Wilde que recuperaron los vecinos del barrio.P.6

Una cooperativa de cartoneros que repara y dona computadoras. P.10**

Las manos que protegen el patrimonio histórico de EscaladaP.14

El jazz tiene su lugar en la casa del pueblo de Lanús Este. P18

Entrevista: Juan Parafioriti. Un escultor que defiende el arte popular.P.22

Director periodístico: Nicolás Pawlusiak. Redacción: Nicolás Pawlusiak. Fotografía: Nicolás Pawlusiak.Diagramación: Nicolás Pawlusiak. Jefe de Arte: Vanina Ludueña.

Número 1. Domicilio legal: Hipólito Yrigoyen 23663 (1822), Lanús Oeste, Buenos Aires. Teléfono: 4241-9658. Propiedad intelectual 519.365.

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Bienvenidos

El Luna de Llavallol. La historia de un club de película.P.25

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De Banfield a México en un Dodge 1500 de los ‘70

La historia de Federico De Paola (34) es de esas que dejan un mensaje inspirador. Unrelato donde los

sueños se hacen realidad. En 2010 eran un simple egresado de Bellas Artes y Vecino de Banfield que se ganaba la vida como docente. Hasta que decidió patear el tablero, y junto a dos amigos, emprendió un viaje por Latinoamé-rica a bordo de un Dodge 1500 de los ‘70. La travesía duró más de dos años, período en que se reencontró con su vocación artística, ya que hizo más de 20 murales a lo largo del continente, dejando una huella a cada paso. “Estaba atascado, necesitaba salir de la rutina. Deba clases en colegios de Calzada y Burzaco, pero no me sentía pleno”, contó Federico, que estudió en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, de Barracas. Fue entonces, que le propuso a Facundo y Ariel la idea de hacer un viaje en auto. “Uno de los chicos tenía el Dodge. No nos costó mucho esfuerzo decidirnos y a las pocas semanas ya estábamos en

campaña para poner a la Paloma -apodo que recibió el 1500- a punto”, agregó. La salida de la ciudad, allá por diciembre de 2010, fue algo inolvidable para los amigos. Recuerdan como si fuera hoy la carabana de autos repletos de familiares y amigos que se formó a lo largo de la avenida Alsina. Para financiar elrecorrido

tenían rebusques de todo tipo: por ejem-plo, vendían remeras con estampados del Dodge, artesanías y comida. “Llevamos un disco de arado en donde hacíamos pizzas. Salían exquisitas y fueron un éxito en todas partes”, aseguró el viajero. Pero además, una de las actividades terminó siendo su principal actividad hasta el día de hoy: pintar murales.”El primero lo hice en una carnicería de Salta. Después seguí pintando en Perú, Bolivia y Ecuador”, señaló el artista (ver Dejó su huella...) Si bien el objetivo del viaje era llegar a

Alaska, la embajada de Estados Unidos les negó las visas de ingreso que trami-taron en Panamá. Entonces, los planes cambiaron sobre la marcha. Al llegar a México, después de más de un año de ruta y aventuras, los amigos se separa-ron. Playa del Carmen fue el lugar que mejor le sentó a Federico y sus murales. Mientras que Ariel y Facundo, después de recorrer el país azteca, volvieron a su querido Banfield. ¿Qué pasó con La Paloma? Se quedó en México en manos de amigos de confianza. Y lejos está de detener su marcha. Este año, con visas en mano, el duo planea cumplir el sueño de sus vidas: llegar a Alska.

Federico De Paola es vecino de Banfield y junto a dos amigos del barrio recorrió Latinoamérica en un Dodge modelo 1977. Es artista y en el viaje descubrió su habilidad para pintar murales.

“Estaba atascado, necesitaba salir de la

rutina”

Historias y personajes

El Dodge pasó la prueba.

Por Nicolás Pawlusiak

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Dejó su huella por América

Viajar al exteriro te transforma. Esa persona que se fue no es la misma que regresa. Las experi-

encias vividas, la gente o el intercambio cultural hacen que uno se replantee infinidad de cuestiones. Y sino, que lo diga Federico De Paola. Durante su aventura americana encontró una cualidad que hasta entonces no había desarrollado: la pintura de murales. “Siempre hacía cuadros o dibujos, pero experimenté con cosas grandes durante el viaje. Terminó siendo lo que más me apasiona hacer” asegura el artista que hizo más de 20 murales a lo largo del continente. El primero fue en una carnicería de salta. Su dueño le había comentado a Federico que necesitaba un cambio en su local. “Le ofrecí pintar algo. Confieso que estaba un poco nervioso porque no tenía idea de lo que podía salir. Pero al final terminó encantado”, dice el lomense. Y agrega: “Al dueño lo apodaban el Oso y hice un dibujo de uno de esos animales con una vaca, muy divertido”. Su obra tiene una temática particular. Se relaciona con la naturaleza y en es-pecial con los compenentes de la selva. Tigres, paisajes, plantas y retratos son una constante en sus trabajos. Y no es casualidad que América le haya sentado tan bien. “En Perú y Ecuador hice varios murales. A medida que terminaba las obras iba sacando fotos para armar una carpeta, que luego usaba para presen-tarme y mostrar a los clientes”, explica. Bares, hoteles, restaurantes y espacios públicos de Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica y Nicaragua, fueron renovados por las manos del lomense.Aunque según confiesa, Playa del Car-men, en México, fue el lugar donde obtuvo mayores réditos: “me surgieron muchas oportunidades en esa ciudad. Creo que por los colores y temáticas mi obra da muy bien con la onda del lugar” asegura el viajero. Además, allí comen-

zó otro emprendimeinto relacionado con el arte, que consistía en la restau-ración de mubles. Con unos toques de su pincel, se transformaban en piezas únicas que luego vendían en puestos callejeros en el centro comercial. Una vez de vuelta en Argentia, Federico se dedicó de lleno al muralismo. Con-tiuó su trabajo en escuelas y plazas de Lomas y Esteban Echeverría. Además, pintó varias obras por encargos particu-laes en el país azteca.

Sueños inspiradoresCandelaria y Hernán Zapp, una pareja de aventureros de Zárate, son fuente de inspiración para muchos viajeros. En el 2002 salieron desde su ciudad a bordo de un Graham de la década del ‘30. El objetivo: Alaska. Estuveron cerca de cuatro años recorriendo el continente, a una velocidad promedio que no superaba los 50 kilómetros por hora. Su travesía incluyó la navegación del Amazonas en balsa. Y como si fuera poca adrenalina, tuvieron su primer hijo en el camino. Durante el recorrido escribieron “Atrapa tu sueño”, un libro de viaje que utilizaron para financiar parte del viaje y hoy tiene más de 50.000 ejemplares vendidos.

Sin emabrgo, su intención es continuar viajando y aprovechar su profesión para hacerlo. A pesar de los kilómetros recorridos no piensa detener su marcha. “Quiero viajar a Centroamérica y Cuba, pero esta vez acompañado de mi novia. Si las cosas salen bien espero poder qu-edarme a vivir en Palya del Carmen o en el Caribe. Estando allá me di cuenta de lo hermoso que es estar cerca del mar”, concluye este artista nacido en Lomas y del Mundo por adopción.

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Los murales y dibujos de Federico la pegaron en Playa del Cármen.

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El cine que volvió a ser de los vecinosGracias al esfuerzo de un grupo de soñadores, Wilde volvió a tener un cine propio en el corazón de la localidad. Esperan poder armar su propia cartelera.

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La gente y el barrio

Por Nicolás Pawlusiak

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En una época era la estrella del bar-rio. Grandes y chicos se apilaban en la puerta para no perderse ni un

segundo de la función. Eran tiempos donde se proyectaban dos o hasta tres películas, siempre a sala llena. Muchos de los que vivieron esos años de esplen-dor del viejo cine de Wilde, que cerró sus puertas hace 22 años, hoy peinan canas grises. Los que continúan vivien-do en la zona guardan un recuerdo nostálgico y alegre de esos momentos de películas en familia. Si damos rienda suelta a la imagi-nación, es posible hacer un paralelo con el clásico “Cinema Paradiso”, cuya his-toria tiene mucho en común con la de esta localidad de Avellaneda: en 2010, un grupo de vecinos se embarcó detrás de un sueño: volver a tener un cine en el barrio. Y después de mucho esfuerzo

lo consiguieron. Desde marzo, Wilde disfruta su sala propia en el corazón de la localidad. César Torres es hijo del último encar-gado de la boletería del viejo cine, que estaba en Las Flores al 300. “Mi viejo me dejaba ver las funciones en la cabina de proyección. Me enseñó sobre el empalme de las películas, que en ese entonces eran de cinta”, recuerda el ve-cino. Y continúa: “Fue muy triste cuando tuvo que apagar la luz y cerrar la puerta por última vez, en 1991”. Ese momento quedó guardado en la retina de César, que hace tres años organizó la primer reunión vecinal para dar comienzo al sueño de tener un cine en el barrio. En aquella oportunidad se juntaron 100 personas. El camino no fue fácil. Primero, junto a un grupo de vecinos realizaban proyec-ciones en la calle para las familias. Luego, consiguieron que el proyecto lle-gara al Intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, quién se interesó en la propu-esta. A esto le siguieron interminables reuniones con funcionarios y entidades locales para estudiar las diferentes posibilidades. Y finalmente, después de varias idas y vueltas, consiguieron un espacio para la construcción de la sala: la ex Papelera del Plata, ubicada en Onsari y FlorencioVarela. “Las obras empezaron en 2011, pero estuvieron paradas varios meses. Recién a principios de este año, qu-edaron listas. La sala está al nivel de

Un espacio cultural que sigue proyectando crecerLas obras que se realizaron en el edificio consistieron en el rea-condicionamiento de 615 metros cuadrados donde se levantaron una boletería, un bar, un auditorio, baños, un área técnica distribuidos en distintos niveles. Además de la inauguración de la sala de cine, se abrió un anexo don-

de se van a realizar diversas actividades culturales y un teatro comunitario. El auditorio general tiene una capacidad para 178 personas. Además proyectan construir un teatro para 80 personas y dos microcines que pueden recibir hasta 54 personas cada uno. Un espacio propio, un espacio barrial, un espacio de todos los vecinos.

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La sala tiene capacidad para 180 espectadores y un espacio para actividades culturales.

En la inuaguración hubo más de 100 personas.

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clandestina”, dirigida por Benjamín Avila y protagonizada por Natalia Oreiro, Ernesto Alterio y Cristina Banegas, fue la película elegida para la inauguración. Además, hubo una linda sorpresa: los actores principales participaron del evento y se sacaron fotos con cientos de vecinos. Desde entonces, grandes y chicos disfrutan de una amplia cartelera El cine ya está en marcha, pero la comunidad de Wilde va por más. Ahora, el objetivo es abrir el debate y elegir, de manera democrática, qué películas se proyectarán, sus días y horarios.

Además de establecer las pautas de funcionamiento, convivencia y el aporte voluntario para quienes quieran ayudar. “Tenemos que ir definiendo la dinámica a partir del hecho de que es realmente vecinal”, señaló Taborda. Y sentenció: “la gente se tiene que apropiar del cine y definir la cartelera, si un día tenemos que pasar películas de cowboys, otro día de karate o de terror”. Ideas y buena voluntad no le faltan a este grupo de soñadores, que superando a la ficción, lograron cumplir los suyos y el de toda la localidad.

una comercial. Tiene 180 butacas y el programa `Igualdad Cultural de Nación` nos prometió traer un equipo de última generación para proyectar HD y 3D”, asegura FedericoTaborda, presidente de la Asociación Civil Cines de Barrios, encargado de supervisar las tareas en el lugar. A la inauguración no faltó nadie. Las butacas no alcanzaban para todos, la gente se sentaba en los pasillos y muchos tuvieron que ver el film casi desde la puerta. No era para menos. El bario volvía a tener un cine recuperado gracias al esfuerzo de la gente. “Infancia

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Los vecinos ya disfrutan la sala.

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De cartoneros a RECICLADORES

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Emprendedores

Por Nicolás Pawlusiak

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RECICLADORES

La cooperativa La Toma del Sur está conformada por más de 100 personas. Eran cartoneros pero desde 2010 se dedican a reparar computadoras y electrodomésticos. Los donan a instituciones de la zona.

Las calles de Dock Sud, en Avellane-da, tienen algunas particularidades en relación con otras localidades

de la Zona Sur. Una de ellas es la gran cantidad de galpones, fábricas e indus-trias que allí funcionan. Esto ocasiona una consecuencia inmediata: camiones por todos lados. Pero uno de estos establecimientos se destaca por sobre el resto. No desde su aspecto, que es muy similar al de cualquier galpón, sino desde su organización. Se trata de la sede donde trabaja la cooperativa “La Toma del Sur”, conformada por unos 30 socios más otros 70 colaboradores.La historia de este emprendimiento arranca a principios del año 2000. Víctimas de la profunda crisis que atravesó el país, sus actuales integran-tes quedaron sin trabajo y comenzaron a cartonear para ganarse la vida. Sin embargo, no se quedaron ahí. Lograron armar su propio proyecto productivo creando el actual centro de reciclado, donde no sólo separan materiales reutilizables, sino que además reparan computadoras y electrodomésticos que después donan a instituciones de la zona. Un ejemplo de superación y soli-daridad. “Somos trabajadores de toda la vida. Siempre estuvimos en fábricas, tenemos esa cultura de laburo. Por eso, salir a juntar cartones, no fue fácil sobre todo por la identidad de los traba-jadores”, cuenta Ramón Silva, miembro de “La Toma del Sur”. Y continua:“En 2010 ya teníamos nuestro galpón y recibimos unas 100 computadoras de una empresa. La mayoría estaban rotas. Uno de los chicos que conocía algo del tema logró arreglar algunas y pudimos venderlas a un precio mucho más con-veniente”.Al ver que la reparación de la “basura tecnológica” era una buena alternativa laboral, consiguieron que un técnico amigo se acercara al lugar para ense-ñarles cómo hacerlo. Así, el proyecto cobró vida. Y no se quedaron sólo en computadoras, también arreglan tel-evisores, heladeras, lavarropas, fotoco-piadoras y cualquier cosa que llegue al local. Si bien, muchos de los elementos que reciclan los venden para solventar los gastos y cobrar una mensualidad, la cooperativa no deja de lado el espíritu solidario característico de este tipo de emprendimientos. El año pasado, por

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El año pasado don-aron más de 400 computadoras.

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ejemplo, donaron 430 computadoras a colegios e instituciones barriales de Dock Sud. “Es una alegría inmensa porque son chicos pobres que no tienen para estu-diar en su casa y lo hacen en el colegio. Hemos donado a las escuelas 13 y 31 de Avellaneda, y a una guardería, entre otras”, dice emocionado Carlos Roldán, mientras ajusta los tornillos de una computadora que está lista para ser en-tregada. Y agrega: “Para seguir perfec-cionando la actividad, tres compañeros fueron becados para asistir a cursos de armado y reparación. Tendrán sus títulos y todo”. Un poco más alejada de los ruidos, pero en el inmenso galpón lleno de elec-trodomésticos, está Vanesa Papuccio, secretaria y recepcionista. Los llamados generalmente son de vecinos o empre-sas que quieren dar sus equipos que ya no les sirven. “Para ellos son desechos, pero para no tirarlos, las donan acá. En-tonces nosotros las armamos. Además, si hay alguien al que se le rompió su electrodoméstico lo puede traer para arreglar”, revela.

Al ver que la propuesta era un ben-eficio para toda la región, la Comuna de Avellaneda decidió colaborar con la causa. Este año donó máquinas y herramientas a la cooperativa, además de acercar varias computadoras para reparar. Y a cambio, sus integrantes se comprometieron a donar más de

500 equipos para colegios humildes. “Siento un orgullo enorme por lo que construimos. Es una forma de mos-trarle a la gente que la empresa no es la única manera de organización. Hay alternativas como estas, que también son rentables, y donde todos somos iguales”, concluyó Silva.

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Ramón Silva es uno de los fundadores de la cooperativa de Dock Sud que este año cuenta con el apoyo del Municipio de Avellaneda.

En el galpón trabajan más de 50 trabajadores

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El patrimonio está en buenas manos Daniel López (47) es el encargado de restauarar todo lo que llega a su taller. Lo expone en el museo o lo transforma en una obra de arte. Junto a sus alumnos restauraron dos vagones que se usan como oficinas.

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Daniel dirije el taller de Patrimonio histórico de la Universidad

Por Nicolás Pawlusiak

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El patrimonio está en buenas manos Daniel López (47) es el encargado de restauarar todo lo que llega a su taller. Lo expone en el museo o lo transforma en una obra de arte. Junto a sus alumnos restauraron dos vagones que se usan como oficinas.

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Hace un poco más de 100 años, en el predio donde hoy está la La Universidad Nacional de

Lanús (UNLa) se ponía la piedra uno de los talleres ferroviarios más grandes de la provincia: Los llamados Talleres de Escalada. Cientos de formaciones llegaban al lugar, donde trabajaban cerca de 3.000 personas entre operarios y mecánicos. No sólo hacían repara-ciones, sino que también construían vagones y locomotoras íntegramente nacionales. Era el emblema de la locali-dad. El tiempo pasó y producto de la crisis ferroviaria de los ‘90 los talleres se redujeron a menos de la mitad. Sin em-bargo, las muestras de ese pasado no tan lejano, afloran desde la tierra. Los edificios donde se encuentran las aulas y oficinas de la facultad eran parte de estas dependencias. Y además, el lugar es una especie de cementerio de piezas y artefactos de aquella época dorada. Durmientes, bulones, ruedas, herrami-entas y hasta formaciones enteras. Todo forma parte del patrimonio histórico de la localidad de Remedios de Escalada. Y en la UNLa le dan el valor se merece. Desde hace cinco años tiene un taller dedicado exclusivamente a restaurar todo lo que encuentran. Su director, Daniel López, trabaja junto a un equipo de profesionales y alumnos. La inten-ción de las autoridades es crear un museo dentro del predio para exhibir a la comunidad las obras restauradas. “La mayoría de los elementos que se usaron para construir la facultad fueron recuperados en este galpón”, cuenta Daniel mientras se quita los guantes de trabajo y muestra un candado antiquísi-mo al que intenta recuperar. “Ventanas, tirantes, chapas. Estaba todo en los edificios viejos y fueron restaurados por nosotros”, agrega el director de Patri-monio Histórico. Si bien el objetivo es darle una utilidad a las piezas , muchas sirven para reflejar parte de la historia de la región. Al recorrer los pasillos de la sede universitaria podemos encontrar muebles con vitrinas donde exhiben todo tipo de piezas ferroviarias reci-cladas. “No hacemos una restauración completa de las cosas. Nos gusta que se noten los años que guardan. Por eso, dejamos algunas huellas como clavos o golpes, que es una forma de vincular al patrimonio con las personas” explica el museólogo y artista plástico. Todo lo que se encuentra en el predio viene a parar al taller. Como en el cam-pus hay obras constantemente, se usan máquinas para nivelar el suelo. Es ahí cuando aparecen objetos enterrados,

como piezas arqueológicas. Hace poco, por ejemplo, recuperaron una reja y un techo que se van a usar para la nueva sala. Así le van dando una identidad a las construcciones de la facultad. Entre las distintas oficinas, hay dos que cobran particular relevancia. Se trata

salas de reuniones que fueron creadas en dos vagones centenarios reciclados, denominados “Malvinas” y “Bandera”. Tiene aire acondicionado, biblioteca y ventanales. “Las formaciones estaban destruidas , aclara Javier, uno de los integrantes del taller de patrimonio.

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Javier forma parte del equipo que dirige Daniel. Juntos hicieron más de 500 restauraciones.

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Cuesta creerlo porque hoy son de los espacios más pintorescos que tiene esta universidad nacinoal y gratuita.López es capáz de crear arte a partir de cualquier cosa. Tapas de eje de vagón montadas sobre pinotea, clavos, candados y rodamientos son más que

Los encargados del área de Patrimonio de la universidad, Daniel, y Javier Lor-enzo Álvarez, participan del programa “La UNLa y los jóvenes”. Se trata de una iniciativa que se realiza los sábado de 13 a 17 y tiene el objetivo de enseñarle a adolescentes de 90 barrios carencia-dos de Lanús a utilizar las máquinas del taller para que entren en contacto con los elementos. ”Muchas veces en los bar-rios no tienen actividades. Acá vienen y eligen lo que quieren aprender para poner en valor piezas del pasado ferro-viario. Ahora, muchos están trabajando en la restauración de un vagón de 1920”,

cuenta Daniel. Desde quitarle el óxido del interior hasta pintarlo y colocarle un revestimiento de madera en el piso y las paredes exteriores. Todo lo hacen los chicos y quedará en la facultad. Los chicos vienen de zonas humildes de Escalada, como el barrio Talleres, y del resto del Partido. “Acá me enseñaron carpintería. En mi casa tengo hechas mesitas de luz y algunos bancos. Ojalá pueda armar mi propio negocio cuando termine la secundaria. Sería una linda posibiliad laboral”, contó Mariana Acos-ta, vecina de Lanus Este que participa del programa en la universidad.

suficientes para realizar una obra de exposición. De hecho, varios de sus tra-bajos fueron expuestos en Italia junto a otras del maestro Yuyo Noé. “Desar-rollé mi actividad manual reparando motores. Hace unos años mi ayudante me trajo un cuatriciclo, lo arreglamos

y me fui sólo hasta el Faro de Puerto Mardryn”, recuerda mientras toca una vieja locomotora destruida que está en la entrada del taller. Sus ojos brillan. Y en seguida suelta un pensamiento: “seguro que a esto en algo lo vamos a transformar.

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La estación de trenes de Remedios de Escalada tiene más de un siglo de história. Acompañó el crecimiento de la Localidad.

Hoy la UNLa. Antes un taller ferroviario.

El orgullo de ayudar a los más chicos

La Universidad y un programapara chicos de barrios humildes de Lanús. Una institución modelo en la zona

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En la casa del Pueblo un gurpo de jovenes lleva adelante un ciclo de jazz. Es la primera vez que este género tiene un espacio en el distrito. Se hace todos los miércoles desde las 21 con entrada gratuita.

El jazz tiene su casa en Lanús Este

A metros de La Fortaleza granate y a cinco cuadras de la Estación

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El ciclo convoca a artistas de renombre nacional.

Espacio musical

Por Nicolás Pawlusiak

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Los tambores invaden el estadio con sus voces monótonas. Suenan acom-pañados con algunos redoblantes, pla-tillos y trompetas que marcan el com-pás de los cánticos de la tribuna. “Te alentaremos de corazooon…” es el hit que se corea en todas las cabeceras de la Fortaleza Granate, en la esquina de Madariaga y Guidi.  En eso, aparece el equipo . La gente estalla en una ovación ensordecedora de gritos y aplausos que, por unos instantes, dejan mudos a los cinco tambores que no logran hacerse escuchar a pesar del esfuerzo de sus músicos. No es para menos. Lanús pelea la punta del campeonato y la cancha está repleta, a pesar de ser miércoles por la noche. El sonido de la multitud se escucha por todo el centro de la zona este de la Ciudad y en los alrededores de la 9 de Julio. Daría la impresión de que en esta localidad, futbolera por excelencia, no pasa otra cosa fuera del partido. Sin embargo, en La Casa del Pueblo, a pocas cuadras del estadio, se vive una atmósfera que nada tiene que  ver con el mundo de la redonda, donde conviven con otra ar-monía el público con los protagonistas del espectáculo. Como todos los miércoles, unas cincuenta personas se reúnen para disfrutar del ciclo de Jazz que organizan desde hace un año Hernán Colantuono y Fito Nicolau. Una propuesta musical

que no tiene precedentes en el par-tido y convoca a bandas de renombre nacional. Basta con ingresar al espacio - ubicado en Sarmiento al 300- y dejarse llevar por los acordes para sentirse en alguna cantina newyorkina.  La iluminación es tenue. Alcanza para distinguir una biblioteca y la barra, donde tres o cuatro personas comen

el plato del día: rissotto. En uno de los extremos del salón está el escenario. Hernán afina las cuerdas del contrabajo. Tiene el oído pegado al instrumento y la mirada puesta en el techo. No hay otra cosa en el mundo para él más que esa nota a la que quiere llegar con precisión. Al mismo tiempo, el resto de la banda pone a punto batería, guitarra

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Esquilax, la banda anfitriona del espacio.

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Pintura entre

corcheas En el momento en que la banda ensaya su primer acorde, el pincel de Julián Ochoa cae sobre un trozo de lienzo. Parece como si bailara al compás de las notas. Sus movimientos son suaves, delicados, armónicos. Le bastan unos minu-tos para comenzar y terminar su obra. Un poco de rojo por acá, otro de verde por allá, algo de negro y se hace la magia. El rostro de una mujer del norte argentino, entre un paisaje natural, queda inceiblemente plasmado, a pesar de la iluminación escaza y el poco tiempo disponible. Julián es vecino de Valentín Alsina y se dedica a la pintura. Con un estilo impresionista, el joven artista tiene cuadros pintados a lo largo y ancho del país. Un tal-ento local que to-davía no encontró su techo y tiene mucho para dar.

y saxo que completan el cuarteto de jazz. Salvando las diferencias, es como el precalentamiento de los jugadores que están por disputar el partido. Los espectadores se acomodan alrededor de las mesas y sillas, mientras un vide-oclip que sirve como previa se proyecta en la pared.  En eso, uno de los organi-zadores toma el micrófono, presenta a los músicos de la banda anfitriona y comienza la función entre aplausos. “Hacemos un jazz no tradicional, mezclado con algunas cosas de rock. Cuando empezamos, hace un año atrás, no pensamos que la gente se iba a copar tanto. Hoy es todo un éxito el ciclo”, cuenta Hernán, que tiene 22 años y es vecino de Lanús de toda la vida.

“La idea de hacer jazz  surgió, princi-palmente, por una cuestión de gusto personal. Al ver que en nuestra locali-dad no había ninguna alternativa para escuchar decidimos formar la banda y empezar la movida. Es algo distinto. Sirve para juntarse con amigos, tomar unas cervezas y cortar la semana”, agrega el bajista. Además de la banda anfitriona Esquilax, compuesta por Hernán, Nicolás, Pablo y Daniel, hay conjuntos invitados que se acercan a tocar. Y a medida que la propuesta se consolida, aparecen más interesados. La semana pasada, por ejemplo,  recibieron al cuarteto de Valentin Reiners, uno de los grandes del género a escala local.

Para disfrutar del ciclo no hay que pagar entrada. Aunque, como dice Hernán, “de algo hay que vivir”. En me-dio del show, se pasa la gorra para que la gente deje el dinero que pueda. Quienes conocen de Jazz, saben de que se trata. Y para los que no, nada mejor que un lugar cerca de casa y con músicos locales para descubrir una experiencia nueva, llena de armonía y tranquilidad. Mientras tanto, en la Fortaleza la pelota sigue girando. La hinchada salta con cada golpe de bombo y explota en un grito de gol. Dos mundos opuestos, a menos de diez cuadras.

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Las pinturas de Julián adornan las paredes de la Casa de Pueblo.

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“ME CONSIDERO DEFENSOR DEL ARTE POPULAR ”

Juan Parafioriti (40) es vecino de Lanús y escultur. Trabaja en la secre-taría de Cultura desde hace 15 años y fue director de la Escuela de Arte local. El año pasado impulsó el Paseo de la Memoria que hoy tiene a su

cuidado. Además, participa de simposios en todo el país.

Por Nicolás Pawlusiak

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El artista, en el simposio de Formosa.

Entrevsita

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construir el puente. ¿Te imaginás qué hacía un barco en Lanús? (risas). En el under hay una movida interesante pero no se trata de lo cuantitativo solamente. También hace falta calidad.Tal vez no es masivo, pero el arte pop tomó bastante pro-tagonismo desde hace algunas décadas. Si puede ser. A mi no me llega el arte pop. Los escultores tenemos eso de bes-tias: nos dan un pedazo de madera, unas chapas y un par de herramientas y hacemos algo. Soy más rústico. Igualmente, tengo mis referentes en lo que a me gusta, como pueden ser Henry Moore o Brancusi. Pero no son tan mediáticos como Andy Warhol o Marta Minujín.¿Notás algún cambio positivo en el arte que se expresa desde el conurbano? Creo que se está haciendo más que antes para difundir un poco más. Fui director de la escuela de arte de Lanús durante tres años. Te puede decir que recibe cada vez más alumnos y el año pasado hubo que agrandarla

porque no daba a basto. Igual-mente, como te dije antes, hay cosas del arte abstracto que no llega a buena parte de la población. La gente no disfruta de ver algo y tratar de pensar qué sentimientos les transmite. Parece que todo tiene que ser figurativo. Y el arte no siempre es lindo o concreto. Por eso, valoro mucho el paseo de la memoria que hicimos el año pasado, que entre otras cosas fue el primer simposio de es-cultura que se hizo en el distrito. Vinieron artistas de todas partes de país, Chile, Brasil y Uruguay. Durante una semana trabajaron a sol y sombra para crear el paseo.¿Y cómo lo tomó la gente del barrio? Al principio no entendían qué hacíamos ahí. Pero después de acompañar todo el proceso, vieron cómo un pedazo de tronco se trans-formaba en una obra de arte y se empezaron a enganchar. Hoy es muy concurrido y la gente cuida las esculturas. Creo que

sirvió que vieran el esfuerzo que lleva hacerlas para que las valoren un poco más.¿Pudiste viajar para exponer tus obras? No hice exposi-ciones. Pero recorrí el país gracias a los simposios de escultu-ra. Sin duda el evento más groso que participé fue la Vienal del Chaco, que es la tercera más importante del mundo después de Venecia y San Pablo. Son más de 20.000 personas que se juntan en Resistencia sólo por la escultura. La verdad es que es algo muy bueno. Es la capital de la escultura. Ojalá que algún día podamos darle ese valor acá.Entre mates y un poco de música, una charla con Juan se puede extender durante horas sin darse cuenta. Pero el trabajo lo llama. Mira el reloj, enchufa la amoladora, se calza los guantes y continúa su obra en un trozo de madera. Este vecino de Lanús de toda la vida no quiere ser un caso aislado. De a poco, busca contagiar con su arte las plazas y esquinas del Distrito.

El arte no tiene que ser algo dirigido a una minoría selecta. Yo me identifico con el pueblo y considero que las obras no sólo sirven para adornar museos o ex-

posiciones. La gente común tiene que poder disfrutarlas, y para eso trabajo”. Defensor de un arte popular, y por qué no callejero, Juan Parafioriti (40) no concibe separar lo artístico de lo social. Es escultor y trabaja en la dirección de Cultura del Municipio desde hace más de 15 años. Tiene decenas de obras desparramadas a lo largo y ancho del Partido, aunque uno de sus principales desafíos fue la creación del Paseo de la Memoria, el año pasado. Se trata de una muestra artística permanente, ubicada en el Velódromo municipal, realizada por escultores nacionales y latinoamericanos. En un mano a mano con A La Vuelta, nos deja algunas reflexiones sobre el campo artístico en la zona sur del Conurbano.Dicen que un artista plasma aspectos de su vida en las obras. ¿Es tu caso? Por supuesto. A los cuatro años me fui exiliado a México junto a mi mamá y tres hermanos. Fue en el año 76. Mis viejos estuvieron detenidos por el gobierno militar, pudieron salir y nos fuimos. Todo por tierra, del lado del Atlántico pasando por Brasil, las Guyanas y demás. Recuerdo pocas cosas. Pero es algo que quedó marcado a fuego en mí. Por eso, el tema de la memoria y la justicia están presentes a través de mi obra. Me gusta tra-tar temáticas sociales y trato de meter un mensaje con el título.¿Lo tuyo fue siempre la es-cultura? Arranqué con dibujo y pintura. En México con mi hermano hacíamos historietas. Teníamos nuestros propios per-sonajes, como “Rayo de la Selva” (risas). Desde entonces supe que quería hacer algo artístico. Cuando volvimos a Buenos Aires ya estaba por empezar el secundario y me anoté en una escuela de dibujo publicitario, porque mi vieja decía que tenía más salida laboral. Lo terminé pero nunca me gustó la publici-dad entonces seguí la carrera de profesor de bellas artes. Fue ahí donde descubrí la escultura y me partió la cabeza.¿Qué materiales trabajas? De todo, aunque lo que más me gusta es la madera. Si tiene historia, como un durmiente de ferrocarril, mejor. Pero también hago cosas en cemento, met-ales, vidrio. Todo sirve. Por ejemplo, una obra que está en el museo Sivori del Municipio la hice con cueros de chivos. Eso da cuenta de la variedad de cosas que hay para hacer.La música, por ejemplo, es una forma de expresión de lo más popular ¿Por qué las artes como la escultura no alcanzan esa popularidad? Es que hoy la gente quire -o necesita- entenderlo todo y el arte no es así. Hay abstracción. Mirá, en el puente de Escalada hice una obra con materiales ferroviarios. Vigas, durmientes, ruedas. Había gente que estaba contenta pero otros no la entendían. Hasta se llegó a decir en el barrio que eso era un pedazo de un barco que encontraron enterrado cuando hicieron la excavación para

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LLAVALLOLEl club Juventud Unida de Llavallol fue el escenario de la película de Campanella “Luna de Avellaneda”. Por problemas económicos estuvo cerca de cerrar sus puer-tas, como en el film. Pero los socios lo sacaron adelante.

El Luna deLos clubes de barrio son más que

lugares para hacer deporte. Se trata de espacios donde transcurren

momentos inolvidables en la vida de los vecinos. ¿Quién no jugó algún picadito en sus canchas de cemento o se dio ese inolvidable primer beso en uno de los tantos bailes que allí se organizaban? Las historias se repiten en la mayoría de estas instituciones que, además, dicen mucho sobre la identidad de la región.Y en la zona sur, son el símbolo y orgullo de cada barrio. Por eso, no hace falta mucho para comprender el éxito que tuvo el film “Luna de Avellaneda”, pro-tagonizado por Ricardo Darín. La trama de la película se desarrolla a partir de un grupo de socios que intentan salvar a su club de la quiebra y, a pesar del esfuerzo, terminan perdiéndolo. Pero como se suele decir, a veces la realidad

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Los socios cam-biaron el final de la pelicula.

La sede del club,

ubicada en A.

Argentina.

Por Nicolás Pawlusiak

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supera a la ficción. Hace unos meses el Juventud Unida de Llavallol, escenario donde se filmó la película de Campan-ella, pasó por una situación similar. Pero esta vez sus socios se juntaron y pudi-eron cambiarle el final a la historia por uno feliz: lograron recuperar la sede.Ubicada en Antártida Argentina al 2000, la institución fundada en 1936 es todo un emblema del barrio. “Luchamos permanentemente para que el club permanezca abierto y no pase lo de la película. La cuota mensual es de $25 pero no todos la pueden pagar porque esta es una zona de clase media baja. Con ese ingreso sólo logramos cubrir el gasto de la luz y reparar cosas muy chicas”, comenta la Presidenta del club, Iris Pardal. Debido a la falta de recur-sos, desde la Comisión presentaron un pedido a la Municipalidad de Lomas de Zamora y lograron recuperar el edificio, que estaba en una situación crítica. “No se hacían trabajos desde hace tiempo. El techo tenía problemas de goteras al igual que parte de la estructura. Era peligroso porque si se caía un pedazo, podía lastimar a alguien. Había que solucionarlo sí o sí porque había posi-bilidades de no seguir funcionando”, agregó Iris.Una vez que consiguieron los fondos, socios y vecinos se reunieron durante un mes en la sede. Ellos mismos se encargaron de realizar los trabajos, además de conseguir a partir de rifas y bailes parte del dinero necesario para costear todas las obras. Entre todos pintaron el frente, la cancha de basquet, demolieron una pared para agrandar la pista de patín y solucionaron los problemas en el techo. Para entender lo que siente la gente por el club, la Presidenta arroja un dato: “hay mucha gente que se mudó hace años del bar-rio. Sin embargo, siguen colaborando con la cuota social y asisten a todos los eventos. De eso se trata formar parte de una institución que pone lo social por sobre lo deportivo”Por los años en los que se fundó el club, la zona tenía una actividad fabril inten-sa y los miles de obreros que desfilaban por allí representaban cientos de socios e importantes ingresos. Con el paso del tiempo, la fisionomía del lugar cambió. Las industrias cerraron, principalmente allá por los ‘90; la cantidad de asocia-dos bajó y, con ello, comenzaron los problemas para cuidar las instalaciones. Como el “Luna de Avellaneda”, el club la pasó mal durante los primeros años de la década pasada. Pero al igual que Román Maldonado, el personaje inter-

pretado por Darín en la película, Iris fue una de esas personas que dejó lagrimas y sudor para salvar el club. Y la realidad logró revertir a la ficción. El Juventud Unida sigue en pie y junto a los vecinos.

Un barrio revolucionado

“Luna de Avellaneda se filmó en 2004. Su director, Juan José Campanella, y su productor Fernando Castets, vinieron durante un año a presenciar los parti-dos de básquet, el ballet, el patín y las sesiones de la comisión directiva. Y en la película está la prueba porque todos los que integran el Club están repre-sentados”, dice Atilio Pozzobón, que además de su rol en el film es vecino de Llavallol y fue el que propuso filmar en el lugar. “Campanella me convocó para contarme la historia, que en principio pensaba filmar en el Deportivo Dock Sud, de Avellaneda. Pero ese no era un club barrial porque estaba afiliado a la AFA, ya era profesional. Entonces se asombró y me preguntó dónde podía conseguir un club de barrio. Yo le dije que había miles y que tenía uno a cuatro cuadras de mi casa. Ahí comenzó todo”, resume. Así, durante más de dos meses la tranquila localidad lomense se vio convulsionada con presencias, como la de Ricardo Darín, Mercedes Morán y Eduardo Blanco.

“La situación que vive el club Juven-tud Unida de Llavallol y el espíritu de toda la gente que trabaja allí me conmovió mucho durante el rodaje de Luna de Avellaneda. Me pone muy contento saber que ahora hici-eron algo para recuperar el edificio. Sin embargo considero que el Es-tado es quien, de una buena vez, debe acompañar el esfuerzo de estas personas que, día a día, contienen a tantos chicos. Sin duda, están cum-pliendo un rol social y acompañando no solamente a los pibes del barrio que asisten a practicar algún deporte, sino también a la familia de cada uno de ellos. A todos, un fuerte abrazo“.

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La cancha principal quedó como nueva después del trabajo de los vecinos.

“La gente que trabaja en el club me conmovió”

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Puente Alsina, delcarado Patromonio Histórico de Valentín Alsina. Fue con-struído en 1938.