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CAROHANA2

Universidad PedagógicaexPerimental libertador

(UPel).institUto Pedagógico

“lUis beltrán Prieto FigUeroa”.

cátedra libre literaria:JUan Páez ávila

revista cUltUralcaroHana

directorJUan Páez ávila

sUbdirectorgorqUin camacaro

JeFe de redacciónreinaldo cHaviel

conseJo editorialJosé PUlido

WilFredo Páez gallardoJUlio bolívar

FaUsto izcarayJorge eUclídes ramírez

+raFael montes de oca martínez Héctor saldivia seiJas

omar ocarizmireya graU

consUltora JUrídicayelena martínez

director de administraciónFUndación caroHana

director de artecHarlie yncio

barqUisimeto, venezUelatodos los derecHos.

coPyrigtH (c)enero año 2016

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05 EDITORIAL

07 El animal histórico. ¿DÓNDE ESTÁ SÉNECA? / Guillermo morón

08 Guillermo Morón: Si hablamos de oligarquía, debemos referirnos al chavismo / miCHelle roCHe roDrÍGueZ

10 Guillermo Morón (carocuiqueño universal) / PasCual VilleGas

12 La vastedad de cuanto ignoramos / ramón Guillermo aVeleDo

15 LOS NOVENTA AÑOS DE GUILLERMO MORON / JuanDemaro Querales

16 Un prólogo de Guillermo Morón. EL MÁS ILUSTRE COLOMBIANO

17 La vida escrita de GUILLERMO MORÓN / J.B

22 470 millones de hispanoparlantes

23 Carlos Germán Belli: “la poesía es un medio de revelar mi reino interior”

25 Celebra la FIL 40 años de “Terra Nostra”, de Carlos Fuentes

26 Entrevista a Roberto Lovera de Sola. El imaginario teatral venezolano (II) / CatHerine meDina marys

28 Claudia Piñeiro: “La gente va por la vida señalando con el dedo”

30 Cruz-Diez en Alemania / eDGar CHeruBini leCuna

33 El deterioro de la lengua (1) / FranCisCo JaVier PéreZ

34 Ernest Hemingway / mario ValDeZ

ÍNDICE

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36 El pájaro del dulce encanto / serGio ramÍreZ

38 Javier Cercas: “Inventamos mentiras porque la verdad es desagradable” / HumBerto sánCHeZ amaya

41 Éric Reinhardt: “En la vida, las cosas no ocurren como en las novelas”

43 LA HUELLA INSONDABLE / César yeGres

46 Frankfurt comunicador / GustaVo HernánDeZ DÍaZ

49 Geovannys Manso, Premio Juan Ramón Jiménez de Poesía

50 Las Memorias de José Rafael Pocaterra. Una radiografía de la sociedad venezolana / marÍa JoseFina teJera

55 BENEFICIOS DE LA LECTURA / GorQuin CamaCaro

57 Karl Krispin: “LOS ESCRITORES NO ESTAMOS EN NINGUNA TORRE DE MARFIL” / José luis lanDaeta

60 Minificción / iGor Barreto

62 Muñoz Molina ve en los libros un antídoto para la intolerancia

63 Portugal rinde tributo a Fernando Pessoa en los 80 años de su muerte

65 Retrato de caballero venezolano dando tumbos por el mundo / Violeta roJo

67 El saber generoso: ocho maestros, ocho discípulos. Parte 1 / tulio HernánDeZ

70 Una novela de Orlando Chirinos / marÍa Celina núñeZ

72 Vila-Matas, el hombre serio cuyo humor hizo reír a mil jóvenes en México

74 Yoyiana Ahumada Licea, el desgarramiento a través del cuerpo / José antonio Parra

76 ¿ESQUIVAR LA VIDA O APRENDER DE ELLA? / raFael FauQuié

78 EL GIRO DE LA MUERTE / Juan PáeZ áVila

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5CAROHANA

EDITORIALDOSSIERGUILERMO MORÓN. UN PATRIMONIO CULTURAL DE NUESTRO PAÍSJuan Páez ávila

Guillermo Morón acaba de cumplir 90 años de edad con-vertido en un verdadero patrimonio cultural de Venezuela y del mundo hispanoamericano contemporáneo, a quien Ca-rora y Cuicas se pueden disputar con honor como hijo pre-dilecto. Hijo de una maestra de escuela, Rosario Montero de Morón, y alumno de un maestro de juventudes, Chío Zubilla-ga, recibió de ambos una permanente y sistemática orienta-ción para el estudio y la disciplina en el trabajo intelectual.

Desde muy joven comenzó a escribir artículos y reporta-jes para El Diario de Carora y El Impulso de Barquisimeto, mientras terminaba sus estudios de bachillerato en ambas ciudades. Según carta de Chío Zubillaga que yo reseñé en la biografía sobre el maestro y humanística caroreño, éste le recomienda estudiar historia, convencido de la capacidad de Morón para analizar e interpretar los hechos del pasado y del presente que reflejaba en sus trabajos periodísticos. Ingresó al Instituto Pedagógico Nacional de Caracas del que egre-só como Profesor de Historia y Geografía. Después de una breve pasantía como profesor del Liceo “Lisandro Alvarado” y Secretario Privado de otro de sus maestros, el Dr. Carlos Felice Cardot, Gobernador del Estado Lara en 1949, su ma-dre lo conminó a abandonar el país por el temor a que fuera arrastrado por la vorágine de la dictadura que se veía venir. Felice Cardot lo ayudó a conseguir una beca y se fue a Es-paña y luego a Alemania donde realizó estudios de Historia y Filosofía respectivamente. A estos estudios debe Guillermo Morón su excepcional formación en ambas disciplinas y en idiomas modernos e incluso en latín y griego.

Su regreso al país con una visión universal de la historia y la cultura en general, ejerció la docencia en la Universidad Simón Bolívar y dedicó el mayor tiempo posible a escribir la Historia General de Venezuela y su obra narrativa, en la que destacan Historia de Francisco y otras Maravillas, El Gallo de las Espuelas de Oro, Catálogo de Mujeres, Los Hechos de Zacarías y Ciertos Animales Criollos, los cuales será reedita-dos por la Editorial Planeta.

Tanto su obra historiográfica como narrativa ha despertado polémica entre expertos y neófitos. En los primeros porque tienen una óptica diferente a la de Morón para enfocar los problemas del hombre y de las luchas sociales y política en los grandes escenarios y acontecimientos de nuestra historia. Sin embargo, su obra histórica permanece como un testimonio de quien se ha dedicado con seriedad a la investigación en archivos nacionales e internacionales y a la observación directa de nuestro acontecer, para crear una conciencia aproximada al hecho histórico, sin la distorsión y los dogmas que lo han deformado por prejuicios y posicio-nes ideológicas intolerantes.

Y en torno a su narrativa la polémica también ha estado pre-sente, aunque sin una trascendencia crítica contraria a sus valores literarios. Por lo contrario, su obra ha sido recibida con respeto y admiración por quienes conocen la origina-lidad y el dominio de la lengua que exhibe en sus mejores páginas, en las que la imaginación trasciende la realidad, en un juego controvertido propio de la narrativa moderna.

• El hombre bibliotecaJosé Pulido

Guillermo Morón es una biblioteca de carne y hueso. Al ape-nas escuchar su nombre la gente piensa en un libro de historia y sus lectores más asiduos rememoran su luminosidad como narrador y cronista. Guillermo Morón es una cordillera de li-bros y todo el conocimiento vertido en esa ruma de papel podría constituirse en universidad.

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CAROHANA6

No es una exageración: sus libros llenan una biblioteca. Y para escribirlos tuvo que leer varias bibliotecas, viviendo in-tensamente la soledad del lector que es escritor y además historiador. Es necesario acotar que esa soledad ha transcu-rrido dentro de su casa, que en definitiva, es una enorme y silenciosa biblioteca. Ello significa que, en dicho hogar, co-habitan dos bibliotecas y una de ellas es de espíritu inmortal y naturaleza caroreña no renovable.

Guillermo Morón nunca ha dedicado su tiempo a escribir una obra prescindible. Debe haber millones de seres que jamás han leído una sola línea suya, y eso es lamentable, porque don Guillermo Morón ha escrito bellezas útiles, sabi-duría con arte y con gracia.

Es cierto que resulta implacable en sus opiniones pero alguien que sabe tanto del pasado y posee una cultura tan amplia y profunda, tiene que desarrollar una conciencia crítica cuya contundencia equivale a una mandarria bajando del espacio.

Lo cierto es que leerlo siempre deja un saber, una verdad, una información, un recuerdo, una sonrisa. Y una enseñanza respecto a la importancia de la investigación y a su trascen-dencia cuando se transforma en lenguaje.

• Pensar, por ejemplo.Julio Bolívar.

Pensar, por ejemplo.Más de sesenta libros ha publicado Guillermo Morón. Sin contar la obra inédita y sin hurgar en su organizado archivo. Cada texto con un sentido y en castellano limpio y claro. Llega a una edad a la que pocos llegan en este país, 90 años, este año de 2016 del siglo XXI. Gente de antes, di-rían. Lo interesante es que llega a esta coda de la vida, con lucidez física e intelectual. Ha sido un historiador con una pasión por la objetividad y por la ficción. No solo escribió la Historia de Venezuela más completa que se haya publicado de los siete historiadores de historias venezolanas, que han atravesado los más de quinientos años venezolanos, que transcurren desde que llegó C. Colón a América, que no era América, antes de que llegara el navegante con la lengua que heredamos, sino que fue el único en el siglo pasado que lo hizo. Esto es solo un dato editorial pero trascendental para la cultura. Morón ha recibido todos los reconocimientos posibles, ha sido traducido a varios idiomas, entre ellos al chino mandarín, pertenece desde hace mas de 57 años a la Academia de la Historia venezolana, continúa escribiendo,

memorias, artículos y relee a los griegos en medio de la cri-sis del país. Allí están todas las respuestas y todos los nortes para superar las crisis. Fue y sigue siendo un maestro. Ese es Guillermo Morón.

Pero aparte de su tarea como hombre comprometido con su oficio y el país, G. Morón tiene un mérito poco difundido y que escuchamos cada vez que preguntamos qué esta publicando la academia de la historia en este momento aciago. Fue su editor y director. En ese tiempo fortaleció las investigaciones, como corresponde a una academia y aumentó el fondo editorial que hasta 1958 había publicado 84 volúmenes. Ese mismo año lo asume Morón y al dejar esta dirección había podido publicar más de mil libros. Una labor vertiginosa, de alta factura en la que creó colecciones fundamentales para la investigación his-tórica. Es verdad que contó con el apoyo de gobiernos civiles, con la que ya no cuenta la actual academia en este gobierno militarista. Sin duda, una diferencia fundamental. Esto sucede hasta 1996, en 38 años, se publicó un promedio de más de 26 libros por año. Crear un excelente cuerpo de investigadores profesionales y las nuevas generaciones de historiadores que se formaron en el país, dio estos resultados editoriales.

Así como maneja su biblioteca personal Morón como editor de la Academia, lo que hizo fue cumplir con el mandato de cualquier academia: coleccionar, sistematizar, examinar, juz-gar, aclarar, fomentar, sostener, escribir, acopiar, investigar, publicar y divulgar el acervo histórico de Venezuela, como cita muy bien la investigadora Eulides Ortega en el libro donde recoge todos los discursos en la Academia que leyó Morón en su largo paso por esta institución.

Reconocer esta inmensa tarea es una deuda pendiente que hay que colocar en su labor. Diría él, que era su trabajo, es verdad, pero un trabajo excepcional, que no conozco en nin-guna editorial pública ni privada en Venezuela.

En este número homenaje a Guillermo Morón, la figura que ha sido en la historia intelectual, política y cultural en el país, un factor insoslayable, recogemos varias miradas sobre su obra y su personalidad. Una lección que pudiéramos decir que ha sido central en su manera de ser, podríamos decir; su manera “libre de pensar”, es decir ser el intelectual que piensa en sus país diciendo verdades , o para citar a uno de sus autores preferidos, Unamuno, “mientras se escriba con la verdad en la punta de la pluma se está joven”.

JB. Enero de 2016

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7CAROHANA

L ucio Anneo Séneca escribió su tratado sobre la clemencia para exponer una opinión nacional acerca del poder y su uso por quien ejerce el

poder. El ensayo no necesita aclaraciones, ni exégesis, ni acupunturas. Se deja leer solo, con sus luces y sus som-bras, como corresponde a toda obra nacida de genio hu-mano. Una sombra –que ya Tácito se ocupó en su tiempo y para el nuestro de resombrear- es aquel terrible silencio sobre la muerte de Británico. Pero ¿es que deben ser héroes los filósofos?. Se atrevió, sin embargo, a decir: “Sé que hay algunos que piensan que la clemencia sostiene al peor, por-que sin crimen es superflua, y es la sola virtud que no tiene sentido entre inocentes”. No ordene, pues, el poderoso que se le corte la mano derecha al escritor para vengarse porque el escritor es la conciencia nacional.

Escribió Séneca: “No puedes hablar sin que oigan tu voz las gentes de todas las tierras”. No sólo se dirigía ad ne-ronem caesarem (el Emperador Nerón), cuya fama quema aún el rostro de la humanidad, sino en general al hombre de Estado. Cuando el poderoso gobernante habla lo hace de modo distinto al pueblo, al común de las gentes. Por eso amonesta el moralista: “Porque los grandes poderes son para honor y gloria, si su influencia es saludable, como es funesta la fuerza que vale para dañar”.

Me puse a señalar aquellos párrafos del clásico –a cuya lumbre escribo- porque deseaba referirme a la diferencia entre opinión pública y opinión nacional. Es una vetustísima preocupación que, naturalmente, sólo tienen algunos ilusos, entre los muchos que forman el gremio de los escritores.

Para el político no hay diferencia, y sin embargo esa dife-rencia existe.

En tiempos de Séneca la opinión pública estaba claramente identificada en la gritería de los que iban a los espectácu-los públicos. La opinión nacional estaba en los escritos de Séneca. A Nerón le interesaba más la opinión pública.

En nuestro tiempo y en nuestra república (tan alejada de la romana), también es clara la diferencia. La opinión pública se forma de un modo artificialmente artificioso. Los medios de comunicación, forjadores de noticias, crean la opinión pública. Las noticias son la opinión pública. Así, pues, la opi-nión pública es aquella que el periodismo, en sus múltiples dimensiones, conforma a imagen y semejanza de lo que ocurre todos los días. Los partidos políticos crean opinión pública.

La opinión nacional es aquella que afecta profundamente a la vida real e histórica de la república, de la comunidad. No suele reflejarse ni en la noticia ni en la propaganda. Un reducido grupo de elegidos recoge su honda. Son los histo-riadores, los filósofos, los escritores. La recogen y la encar-nan para la posteridad.

Allí está la tragedia de la opinión nacional. Primero, queda oculta, aplastada y escondida por la opinión pública. Y luego que cuando se la descubre ya es historia. Por eso hay que acudir a Séneca para rescatarla. ¿Dónde está el Séneca de nuestro tiempo venezolano?

El animal histórico ¿DÓNDE ESTÁ SÉNECA? Guillermo morón

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C onvencido de que son las acciones del poder las que mueven la historia, Guillermo Morón acaba de publicar Los imperios y el imperio (Los Libros de El Nacional, 2013), en el que traza el desarrollo de los pueblos a partir del estudio de algunas de las grandes culturas del mundo, a las que denomina “nucleares”, en contraposición

con las “no nucleares”, que fueron colonias.

Su objetivo, escribe en el libro, es “poner en fila india los imperios conocidos, renombrados y estudiados, desde el faraónico al chino”. A pesar de tratar la historia, el texto no dejará de sorprender a los lectores, no sólo por la vocación didáctica de la que hace gala la prosa de Morón, sino por la vigencia de muchos postulados. El maestro –así le gusta que le llamen– se afana en traer al presente la discusión sobre el poder. Duda allí de que, en el siglo XXI, Estados Unidos continúe siendo el imperio por antonomasia que fue antes y señala que China vendrá a suplantarle, pero no a través de un esquema de domi-nación sustentado en la anexión de territorios a través de guerras y la compra de tierra, sino a través del comercio, como lo hicieron los fenicios mil años antes de Cristo.

—¿A qué se refiere con la decadencia del poder imperial de Estados Unidos?—El político más inteligente que existe en el continente americano se llama Fidel Castro, porque Estados Unidos no ha invadido a Cuba ni puede hacerlo ya. No tiene el poder de antes, fíjese que no puede intervenir en Siria. Han salido a la arena mundial otros poderes como Rusia y China.

—¿Cree, como dicen algunos intelectuales cercanos al chavismo, que Venezuela vivió durante el siglo XX como una neocolonia de esa nación?

—Nunca lo fue, ni tampoco ningún país de América Latina. Estados Unidos era un poder cultural, político, económico y militar. Así que, como es natural, tenía una influencia tremenda sobre el continente. Se tragó a medio México, por ejemplo. Se llevó al bandido de Manuel Noriega de Panamá. Esas son acciones de poder, pero que Venezuela haya estado sometida alguna vez al poder estadounidense no es verdad. Que ese país tuviera una gran influencia sobre el nuestro es cierto, pero es mentira que se robara nuestro petróleo, porque las compañías Shell y Creole se encar-gaban de explotarlo, venderlo y pagarle las rentas correspondientes a la nación. Que nuestros gobiernos no supieran invertir ese dinero es otra cosa; esa debilidad es nuestra, no tiene que ver con Estados Unidos.

—Sin embargo, Estados Unidos tuvo una posición acomodaticia frente a las dictaduras latinoamericanas del siglo XX. ¿No ayudaba el Plan Cóndor a mantener las dictaduras de derecha del Cono Sur?

—Eso es inocultable. Fue una parte de la historia triste de nuestros pueblos. Por supuesto, estaba la poderosa influencia de Estados Unidos que se manifestó en su intervención en la política de la región. Eso es horrible, pero

Guillermo Morón: Si hablamos de oligarquía,debemos referirnos al chavismo

En Los imperios y el imperio, el maestro e historiador, Guillermo Morón, se refiere al presente venezolano a través de sus notas sobre las culturas

que se impusieron sobre el resto desde los antiguos griegos.

MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

EL NACIONAL

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normal. Ya ese estilo de intervenciones se acabó porque una batalla hoy contra ese país no tiene sentido. Ya no tiene tanto poder. De hecho, hoy para Venezuela es más imperio Brasil que Estados Unidos, desde el punto de vista del ejercicio del poder, porque esta nación compra petróleo y lo paga de contado, pero la otra no. Nuestros vecinos construyen puentes, opinan sistemáticamente sobre nuestra política y, además, sus perspectivas sobre la política en Latinoamérica son siempre tomadas en cuenta. Brasil actúa a la manera imperial de Estados Unidos en el siglo XX, con la diferencia de que no han intervenido nunca directamente en la política de otros países.

Contra la revolución bolivariana. Son frecuentes en El imperio y los imperios los comentarios sobre la situación actual de Venezuela. El autor nacido en 1926 busca en la política griega y en datos del pasado claves para entender el presente nacional y, más importante aún, trascenderlo. “Si la Constitución y las leyes son buenas, y su adminis-tración está en manos de ciudadanos educados desde la juventud, el orden funciona. De lo contrario, se impone el desorden denominado dictadura, tiranía y también anarquía”, escribe.

Cuando se refiere a dos párrafos sobre la democracia tomados de la Política de Aristóteles, la crítica de Morón contra la revolución bolivariana se hace más evidente. En el primero se señala que ésta “surgió de creer que los que son iguales en un aspecto cualquiera son iguales en absoluto. Y la oligarquía de suponer que los que son desiguales en un solo punto son desiguales absolutamente”. En el segundo indica que este sistema de gobierno es alterado por la insolencia de los demago-gos, “pues unas veces, en el aspecto privado, denunciando falsamente a los que tienen riquezas, los incitan a aliarse (pues un miedo común une incluso a los mayores enemigos), y otras veces, en el aspecto público, arrastrando la masa”.

—En el libro se refiere al uso de ciertos términos como “oligarquía” y “escuálido”. ¿Qué le parece incómodo del uso de estos términos en la jerga política contemporánea?

—En Venezuela no existe una oligarquía, porque la palabra se refiere al gobierno de los pocos. Si hablamos de oligarquía, debemos referirnos al chavismo: el gobierno de pocos. Aquí nunca ha habido una oligarquía, porque si la ubicáramos en la historia nacional tendríamos que referirnos a la segunda mitad del siglo XVIII, cuando los grandes ricos –entre quienes destacaban los miembros de la familia Bolívar– eran los que gobernaban. Pero no digo que entonces, en las provincias de Venezuela, gobernaba una oligarquía porque no era verdad que sólo gobernaban los Bolívar o los Tovar; no en los pequeños pueblos ni ciudades. Cuando las provincias se unen en torno a la Real Audien-cia de Caracas, formada en 1786, comenzó a gobernar una aristocracia, que se refiere al ejercicio del poder político por una clase privilegiada, generalmente hereditaria, pero nunca mandó una oligarquía.

—Nicolás Maduro lo insultó hace poco por sus declaraciones en el programa Yo Prometo de Nitu Pérez Osuna, en el que se refirió al gobierno de Hugo Chávez como una tiranía. Lo mismo hicieron otros miembros del chavismo antes cuando dijo que no tenía sentido colocar los huesos de Manuela Sáenz en el Panteón Nacional.

—En el programa de Globovisión me refería a mi visión personal del gobierno de Chávez y del actual, pero lo de Ma-nuela Sáenz lo dije desde el punto de vista de mi conocimiento histórico de su vida. Los huesos de Manuela Sáenz se perdieron porque no se sabe bien dónde está enterrada, entonces lo del Panteón no tenía sentido. Era una mujer de vida alegre que dejó su matrimonio para irse con un militar mujeriego como era Bolívar, que es igual a como eran to-dos en su época y como siguen siendo muchos venezolanos. Esto no es importante para el país, la vida privada de los próceres sólo es importante si afecta la nación, así que no entiendo por qué causan tanto revuelo mis opiniones.

—Si la política nacional actual es una exaltación de la historia militar del país, ¿qué personaje civil cree urgente rescatar?—Los héroes civiles son, en primer lugar, todos los que firmaron el Acta de Independencia y, en segundo, los que redactaron y firmaron la Constitución de 1811, que fue una de las primeras del continente. De modo que fueron los héroes civiles los que comenzaron con nuestra gesta independentista. Yo recomendaría la lectura de las investiga-ciones de Allan Brewer Carías.

Tomado de El Nacional.

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Pascual Villegas (10 de Febrero del 2012)El título de la presente crónica no es nada original. Pues, se la tomamos prestada al humanista caroreño Juan Páez Ávila, quien, en 1982, publicó un libro titulado “Chío Zubillaga (caroreño universal)”. Lo de caroreño universal (con la variante carocuiqueño) nos gustó mucho para titular este texto dedicado a Don Guillermo Morón, quien (el miércoles, 8 de febrero de 2012) cumplió ochenta y seis años de haber nacido.

De seguidas intentaremos justificar el uso del gentilicio carocuiqueño y no el uso de la palabra universal; por-que, bien sabemos, los venezolanos y los no venezolanos, que el pensamiento de Don Guillermo (como le decimos cariñosamente) se ha caracterizado siempre por su universalidad. El gentilicio carocuiqueño, en Don Guillermo, puede ser de mucha utilidad para los cuiqueños que no conocen todavía los rasgos biográficos de este sabio historiador y creador literario, llamado: Guillermo Morón.

El asunto es así: En 1925, procedente de Carora (estado Lara), llegó a Cuicas (un municipio del estado Trujillo) Doña Rosario Montero de Morón, con el encargo de ejercer la docencia en la Escuela Federal de Niñas. A comien-zos del año 1926, Doña Rosario, regresó a Carora para dar a luz. Y, precisamente, el día 8 de febrero de 1926 nació un niño, a quien le pusieron por nombre: Guillermo. Su padre, Don Armando Morón, quien fue dueño de una finca en Cuicas, después de ver al recién nacido, regresó a sus labores habituales y lo presentó en la Jefatura Civil de este pueblo. Así las cosas, Don Guillermo Morón Montero es caroreño; porque, físicamente, nació en Carora. Y, es cuiqueño; porque, legalmente, es de Cuicas.

¿Cuándo supo Don Guillermo que, legalmente, es cuiqueño? Lo supo cuando ya tenía treinta y dos años de edad (en 1958). Y, ¿cómo lo supo? Lo supo cuando, recién llegado de Alemania (después de cursar estudios en las Universidades de Gotinga y Hamburgo), fue invitado por su amigo boconés, Oscar Sambrano Urdaneta, para que participara en el Concurso de Literatura “Mario Briceño Iragorry” que se llevaría a cabo en el Trujillo de aquellos tiempos. Participó, Don Guillermo, con el libro “Los borradores de un meditador” (recién escrito en Alemania) y ganó el premio. Al ganar vinieron las oposiciones de quienes decían que Guillermo no era trujillano, sino larense. Esto hizo que el ensayista y crítico literario, Sambrano Urdaneta, hiciera las diligencias pertinentes para sacarle, en este pueblo de Cuicas, una partida de nacimiento al ganador del premio. Esta partida aquietó los ánimos de los opositores y sorprendió a Don Guillermo, quien jamás imaginó que su nacimiento había sido registrado en Cuicas.

A estas alturas de la crónica, mis carísimos lectores se estarán preguntando: y, ¿con qué documentación se identificó Don Guillermo cuando necesitó inscribirse en los colegios e instituciones educativas donde cursó estu-dios y cuando le tocó solicitar pasaporte para salir de Venezuela? Respondemos, se identificó con un Justificativo Legal expedido en Carora, al no conseguirse allá su partida de nacimiento. Estos justificativos legales se utilizaron en Venezuela (que sepamos) hasta mediados del siglo XX. Eran expedidos por la Primera Autoridad (Civil o Judicial) del Municipio, en cuya jurisdicción había nacido el interesado, ante la presencia de dos testigos (al menos) que hayan presenciado el acto de nacimiento.

Volviendo al título: Guillermo Morón (carocuiqueño universal). Creemos que el tercero y cuarto párrafo de la presente crónica justifican plenamente el gentilicio carocuiqueño. Y más vigencia cobra este gentilicio, si afirma-

Guillermo Morón (carocuiqueño universal)

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mos que Don Guillermo nació, intelectual y culturalmente, tanto en Carora como en Cuicas (al mismo tiempo), para darle sus letras (como historiador y novelista) a Venezuela toda y al mundo entero. Hasta aquí esta Crónica Homenaje a Guillermo Morón. Crónica que escribimos, en primer lugar, con el ánimo de justificar lo del gentilicio carocuiqueño; porque, lo de universal su dilatada obra así lo delata. Y, en segundo lugar, queremos que nuestras letras valgan como una expresión de justo reconocimiento a su vasta labor intelectual que, de hecho, hizo que ya su nombre aparezca en las páginas de la historia y de la novelística mundial. ¡Bueno, Don Guillermo! Lo saludamos con eterna admiración y justo orgullo, desde éste su pueblo de Cuicas, donde estamos escribiendo. pv

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CAROHANA12

H a escrito Don Guillermo Morón trescien-tas setenta y un páginas eruditas acerca de Los imperios y el Imperio*, páginas no exentas

de travesuras (erudición y travesura vienen en combo con este joven de ochenta y siete años bien vividos) y Los Libros de El Nacional las publican. Doble motivo para celebrar, y quien habla se siente celebrante con legítimo derecho.

Un derecho viene del paisanaje larense. El de la “tierra ás-pera y brava”, Carora, y este servidor de “la ciudad de las cinco vocales”, Barquisimeto, y al así mencionarlas recuerdo a “Cándido”, Luis Beltrán Guerrero. Se sabe que Don Guiller-mo tiene, por motivos de crianza, un corazón parcialmente cuiqueño. Cuicas es montañera y cercana de El Empedrado y Pie de Cuesta, pero trujillana, aunque vecina del lindero entre los dos estados y parte de una misma región y una misma convivencia.

Pero el nuestro no es un paisanaje a secas, sino reforzado por dos poderosos motivos de orgullo regional. Ambos so-mos bachilleres del Lisandro Alvarado, y en su caso también profesor. La tradición de ese instituto se remonta 178 años hasta el Colegio Nacional de Barquisimeto. Los dos tenemos vínculos fuertes, indisolubles, con El Impulso, la gran casa periodística fundada en 1904, lo que quiere decir que el venidero enero cumplirá 110 años.

Soy, además, su lector.

Como escritor es un gallo de espuelas de oro que picotea y espolea a patiquines, pavorreales y notables, así como a ciertos animales criollos. Un gallo de buena memoria. Selec-tiva, por supuesto. Como historiador navega en aguas pro-fundas. A Venezuela la ha revisado hasta bajo las piedras; y la Historia General de América, el gran proyecto de su vida, tiene dimensiones oceánicas.

Don Guillermo es, sobre todo, un hombre de trabajo. En eso, lo admiro.

Se autodefine como maestro de escuela, plantel en el cual me anoto como alumno, uno entre miles, quizás millones. Lo mismo que, por si acaso hiciera falta, dejo constancia: soy su amigo.

Escribe Don Guillermo Morón, esta vez, acerca del imperio. Y la palabra suena ya a lugar común, de tanto manosearla nuestros gobernantes como excusa de sus pobrezas. Pero es bastante más que eso, y el autor lo demuestra conver-sandito, pero con el rigor metódico y la paciencia tenaz de quien deshoja una cebolla.

Empieza por comprender el poder y la política y, como es ló-gico, aristotélico, allí está Aristóteles. ¿Cómo no? Si después de él, los que hablamos de política somos sus glosadores. Al fin y al cabo, nos mostró el camino del animal social, el animal político, el “animal histórico”.

El estagirita dice que “En la democracia, las revoluciones nacen principalmente del carácter turbulento de los dema-gogos…” y que “Antiguamente, cuando un mismo per-sonaje era demagogo y general, el gobierno degeneraba fácilmente en tiranía, y casi todos los antiguos tiranos co-menzaron por ser demagogos…” Más de trescientos años antes de Cristo era sabido que “Lo que hacía también que fueran las tiranías en aquel tiempo más frecuentes que en el nuestro, era que se concentraban poderes enormes en una sola magistratura…”1

Pasa Morón por Tucìdides y su “Historia de la Guerra del Peloponeso” y uno no puede hacerlo sin detenerse, aun-que sea un instante, en Alcibìades y el resentimiento. Ma-rañón los estudia y elabora una Teoría del Resentimiento.

La vastedad de cuanto ignoramos ramón Guillermo aveledo

1 Aristóteles: La República. Austral. Espasa-Calpe Argentina. Buenos Aires, 1958.

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Los resentidos son gente tímida y, si llegan a tener fuerza, proclives a la venganza. “Por eso son terribles los hombres débiles –y resentidos- cuando el azar los coloca en el poder, como tantas veces ocurre en las revoluciones”.

Rodríguez Iturbe, que las ha estudiado con la enjundia y la pasión que le son propias2, tras detenerse en la Teoría del Resentimiento, nunca lo despreciemos como motor de ac-titudes políticas, relee críticamente las Guerras del Pelopo-neso en busca de claves para comprender la crisis de la modernidad y la postmodernidad. “El egoísmo –dice- tiene muchos disfraces, pero siempre es el catafalco en el cual se sepulta la felicidad”. La hibris, la desmesura del desorden moral, está en la base de aquella crisis y de muchas que en la larga trayectoria de la especie humana se han visto. Leamos al profesor y político venezolano:

“No se trata de juzgar, sin misericordia, a los antepa-sados o a los adversarios del presente. Se trata de no caer en infatuamientos derivados de las utopías o de la idealización idolátrica de los liderazgos del ayer, pero tampoco en totalizaciones ideológicas que, en definitiva, impidan la realista comprensión del hoy y la liberación de los falsos mesianismos; riesgo siempre presente en las políticas donde la erupción de los sentimientos puede diluir la objetiva visión de las cosas, de los hechos y de los sucesos, de las personas en su dimensión personal y en su actuar colectivo.”

De África, el continente del primer hombre, repasa Morón el imperio egipcio. Del Asia el Asirio, el Persa, el Otomano, el Árabe de Mahoma en adelante: India, Japón y China. Los judíos son una cultura de profundo impacto en la historia universal, pero no tuvieron un imperio y más bien los han sufrido.

Con y para los japoneses, destaca Don Guillermo, “El Im-perio creó una cultura nuclear: lengua y escritura, religión y filosofía, orden y heroísmo, multitud ordenada, individualidad y colectividad”. En Tokio, en la silenciosa muchedumbre que en hora pico transita la estación de Metro de Keio en Shin-juku, basta un instante para comprender lo certero de sus palabras.

Y en cuanto a China, ¿Quién que haya pisado la Puerta de la Suprema Armonía en la Ciudad Prohibida, en pie por sobre las vicisitudes de la historia larguísima y accidentada, puede dudar de su vocación imperial?

Europa ha parido más imperios que cualquier continente del mundo. Sin contar a Grecia que, como Morón bien dice, es el germen de la civilización occidental y es “una cultura y una civilización, no un Imperio”. Macedonia sí y Roma, desde luego, para muchos el imperio por antonomasia. Grandes imperios europeos que sobrepasaron la geografía europea el Español, que es el más detallado en la relación de Morón, por obvias razones de ADN, suyas y nuestras ; el Portugués, el Francés, el Holandés y el Ruso. La Perestrioka y el Glas-nost de Gorbachov fueron demasiado para el legado de los soviets y de los zares. El Imperio Británico, perdidas ya las colonias norteamericanas que formaron los Estados Unidos, abarcaba en 1944 unos 34.707.182 Km2 y gobernaba so-bre más de quinientos millones de seres humanos, la sexta parte de los tres mil que poblaban la tierra.

Y están también, en el libro y en la historia, los imperios interiores europeos: el Sacro Imperio Romano Germánico, el Austro-Húngaro y el más breve, el Alemán que duró cuaren-ta y siete años. El Señor Hitler y el Nacional Socialismo inten-taron levantar otro, con base en una superstición ideológica y una obsesión guerrera abrasadora, y juraron que duraría mil años, pero apenas alcanzó doce. Porque, a pesar de lo que digan, no siempre querer es poder.

En América hubo los imperios de los Mayas, los Aztecas y los Incas. Más tarde, México y Brasil tuvieron sus imperios de origen europeo. El mexicano lo importaron los franceses con Maximiliano, archiduque austríaco, y duró tres años de la coronación hasta el fin en Querétaro. El brasileño lo trajeron los Braganza que trasladaron su corte a Río. Las invasiones napoleónicas están en el origen del episodio. Duró 67 años y de su mano llegó la independencia de nuestros vecinos.

Todo para rematar en “el Imperio”, la gran república norte-americana que es un imperio con mala conciencia, porque fue primero democracia que potencia, al revés que cualquier otro caso histórico. A la vista te impresionan, y te descon-ciertan, la imagen monumental del hiperpolìtico Washington

2 Rodríguez Iturbe, José: Tucìdides. Orden y desorden. Notas introductorias para una relectura de la “Historia de la Guerra del Peloponeso”. Universidad de La Sabana-Temis. Bogotá, 2012.

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y la conversación con un granjero en Illinois, el barrio nueva-yorquino y la promesa dorada del Oeste en California. Nada de eso es, por sí solo, pero todo eso es.

Del imperio democrático y republicano americano, voy a ha-cer más lento el paso de este fugaz recorrido (cuya intención es invitar a la lectura del libro de mi amigo), en su Consti-tución. La más estable y duradera de cuantas en el mundo han sido.

La Constitución de los Estados Unidos, dictada en 1787, se acerca ya a sus 226 años de vigencia. Ha sido enmendada para ampliarla y profundizarla, pero nunca alterado su espí-ritu, propósito y razón.

Al contrario de lo que muchos piensan, ese texto de menos de ocho mil palabras que puede ser leído en media hora,3 no es un proyecto ideológico o un “proyecto país” como se suele decir ahora, llave en mano. Es una transacción, “una solución brillante”4 que diría la historiadora Carol Berkin, el producto de una negociación política entre los partidarios del Estado Federal y los defensores de los derechos de los estados, que prefirieron dialogar, transigir y ofrecerse mu-tuas concesiones, antes que pasarse la “aplanadora”.

Los 54 hombres que se reunieron en la Convención Cons-titucional venían de los doce estados que integraban la en-tonces confederación en crisis, ineficaz y amenazada de disolución. Veintisiete eran abogados y otros cuatro, además de eso, agricultores. Ocho tenían como ocupación la agricul-tura, otros ocho el comercio, dos se definían como hombres de negocios, tres eran médicos, uno inventor y solo uno po-lítico profesional. Richard Dobbs Spaight, es su nombre, ya había sido electo por Carolina del Norte para el Congreso Continental y para la Cámara de los Comunes de su estado, la cual había presidido. Después sería Gobernador de Caro-lina del Norte, congresista federal y senador estadal.5

Pero lo que hicieron fue política, en su más exacto sentido de obra para el equilibrio, garantía del orden y la estabilidad para la convivencia libre.

Entender y así lidiar con su inmenso poder, dos siglos des-pués, a esa nación gigantesca, compleja, muchas veces contradictoria, “La más grande de las aventuras humanas” según Paul Johnson6, desafía el lugar común y deja en ridí-culo la consigna.

Este de Don Guillermo no solo es un libro para saber, sino para darnos cuenta de la vastedad de cuánto ignoramos. Y es un libro para pensar. Pensar en el poder, sus grandezas y sus miserias, su apoteosis y su crisis y su término. Sirva para esos fines, releer a García Pelayo, ya al final de su obra El Imperio Británico, firmado por el impresionante schollar en La Coruña en 1945, cuando el fin de la II Guerra Mundial de la que salió triunfante con gloria, marcaría el comienzo de su decadencia:

“Por otra parte, el poder es de aplicación delicada y, en todos los sentidos, costosa; de tal manera que el poder que ata puede encontrase a sí mismo atado, y el empleo de medios superfluos de poder en un punto puede llevar a no disponer de los necesarios en otros; incluso, en fin, puede ser contraproducente para el objetivo propuesto.”

El poder. Sobre él nos invita a reflexionar Don Guillermo Mo-rón, en este libro que agradecemos.

*Los Imperios y el Imperio. Guillermo Morón. Libros de El Nacional. Colección Huellas,

Serie Historia, Caracas,2013.

Texto leído en la presentación del libro en el diario El Nacional.

3 Reed Amar, Akhil: America`s Constitution. A Biography. Random House. New York, 2006.4 Berkin, Carol: A Brilliant Solution. Inventing the American Constitution. Harcourt. New York, 20025 Stewart, David O: The Summer of 1787. The men who invented the Constitution. Simon & Schurster. New York, 20076 Johnson, Paul: Estados Unidos. La Historia. Javier Vergara. Buenos Aires, 2001

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P ara Guillermo Morón llegar a los noventa años, lúcido y presenciar la transición Dictadura-Democracia, qué se está dando en Venezuela, es un verdadero regalo de la vida y el destino.

Para la Venezuela pensante, el historiador caroreño es una suerte de argonauta, cuyos sueños y desvelos, dejados en miles de páginas escritas, están contenidas muchas de las respuestas a las diversas interrogantes que nos depara el futuro; aho-ra lleno de obstáculos, como producto del capricho de unos obstinados que quieren que se vuelva a los tiempos de golpes y dictaduras, para no dar cuenta de la gestión de gobierno de los últimos tres lustros

Celebraremos los noventa años del autor de: “El Gallo de las Espuelas de Oro”, volviendo a sus libros de investigación en Historia, también a su narrativa contenida en cuentos, novelas y memorias, en un momento de mala prosa, por el retroceso que significó el entroniza miento de jefes políticos y militares; cuyo imaginario apela a la diatriba y a la descalificación, de todo aquel que piense distinto.

Morón, en dieciocho años de dictadura, recibió todo tipo de descalificaciones, por pensar distinto; desde el pódium altiso-nante de Alo Presidente de Hugo Chávez, donde fulminaba con su verbo chabacano y cerril, seguida de manera dogmatica por serviles imitadores como Mario Silva; atacaban al paciente pensador, tergiversando y empañando su talento, recogido en la grafía; que como producto de años de estudio en Centro Universitarios de Europa y América, para gloria de Latino-américa.

No fue en vano, esa lucha solitaria que emprendió el escritor de la única Historia de Venezuela publicada durante el siglo XX, contra esta tiranía que distorsionó nuestro pasado, con el fin de crear una nueva teología patriotera, donde figura como tótem Hugo Chávez. En los actuales momentos en que están cayendo los becerros de oro y las estatuas del déspota, reco-bra actualidad las opiniones del sabio caroreño.

Son memorables sus opiniones vertidas en artículos y entrevistas de televisión, ante cada uno de las Apoteosis del régimen chavista como: La traída de cenizas de Manuelita Sáenz; o la tierra traída de Loma de Urquìa en los Teques, como símbolo de Guaicaipuro, para honrar el pasado aborigen. Textos a los cuales volveremos una y otra vez, para buscar explicación, del por que? Resurge el militarismo primitivo; después de cincuenta años de vivir en un modelo democrático. Queremos saber más: por qué? En nuestro imaginario subsiste como un atavismo, el modelo bárbaro de José Tomás Boves, Ezequiel Zamora, Martín Espinoza o el Indio Rangel.

Enero de 2016-01-08

LOS NOVENTA AÑOS DE GUILLERMO MORON Juandemaro Querales

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Pasó todo el siglo XIX, desde 1813 cuando Simón Bolívar se declaró Libertador en Bailadores; pasó todo el siglo XX, cuando se publicaron los documentos y las biografías, cuando el culto se convirtió en leyenda, y no se dieron cuenta, no nos dimos cuenta, de lo que real y verdaderamente ocurrió en La Guaira en “los días acia-gos del 30 y 31 de julio de 1812”. En 1971 apareció la primera edición de mi Historia de Venezuela. En el tomo V se dedica un apartado (4.- Se pierde la República) a narrar los sucesos de 1812, la re-acción realista, la dictadura de Miranda, la capitulación y los sustos de La Guaira: “Entre el 30 de junio (1812) y los primeros días de julio, Bolívar perdió la plaza de Puerto Cabello, fundamental para el sostenimiento de la Repúbli-ca. Se retira a La Guaira. Esta situación, agravada por el desaliento y otras causas sociales, morales y económicas, condujeron a la capitulación por parte de miranda frente al victorioso Monteverde” (pág. 148). “En el puerto fue hecho prisionero Miranda (31 de julio) por los propios patriotas –Bolívar entre ellos- quienes consideraban la capitulación como una acción contraria a la voluntad general, esto es, como una traición. El jefe militar del puerto, Manuel María de Las Casas, y el jefe político, Miguel Peña, que debían sus cargos a Miranda, se ponen prácticamente al lado de la autoridad realista. Casas traicionará definitivamente a la República” (pág. 149). Ahora bien, aquellos acontecimientos de 1812 tienen una significación que no entendí apropiadamente en 1971, aunque para entonces publiqué, como Director de Publicaciones de la Academia Nacional de la Histo-ria, la serie Sesquicentenario de la Independencia (li-bros, periódicos, documentos). Sólo ahora se esclarece todo el entramado que condujo a la desaparición de la llamada Primera República, cuya historia contó detalla-damente Caracciolo Parra Pérez. Aparece en estos días un pequeño libro de 227 páginas titulado Miranda y Bolívar. Dos Visiones (Segunda Edición, julio 2007; Primera Edición, febrero 2007 y ahora esta

Tercera Edición) de Giovanni Meza Dorta, sociólogo de la Universidad Central de Venezuela. No he leído sus obras anteriores que, de acuerdo con lo títulos, lo preparan para este de ahora (edición revisada y aumentada): Miranda y Bolívar.Nuevas consideraciones para su estudio e inter-pretación (1999); Maestro de Libertadores y forjadores de la independencia continental (2000); Los papeles de Miranda (2000); Francisco de Miranda y los fundamen-tos políticos de la independencia (2003) y Francisco de Miranda y la Constitución de 1811 (2006). Parece, pues, que se entrenó apropiadamente para escribir una conclu-sión histórica sobre la ruptura de Bolívar con Miranda. En este magnífico estudio, muy bien documentado y cla-ramente escrito, no se contraponen, sino que se iluminan los dos personajes históricos. Miranda patriota, republi-cano, creador de las constituciones y de las ideas que predominan entre el 19 de abril de 1810 y el 05 de julio de 1811, con una escuela que tiene discípulos en todo el continente suramericano. Miranda es el creador del 19 de abril, que de ser un golpe de estado contra España, crece hacia la creación de la república federal ordenada en los discursos, en los periódicos, en los firmantes de la constitución de 1811. Miranda es el creador. Se demuestra cómo no es Miranda solo el que capitula, sino el gobierno legítimo republicano. Ilumina la tragedia de La Guaira, donde un Bolívar olvidadizo, junto con los otros patriotas, le da un golpe de estado a la primera re-pública, y la golpea hasta liquidarla. Olvida a su amigo y jefe el Precursor. Lo recordará en 1826 cuando le envía a Sucre el catálogo de la biblioteca que “tiene el mérito de haber pertenecido al más ilustre colombiano”.

GUILLERMO MORÓN *Prólogo escrito al libro de Giovanni Meza Dorta; Bolívar y Miranda , dos visiones, 2da edición, Bid&co, Caracas, 2011

Un prólogo de Guillermo Morón*

EL MÁS ILUSTRE COLOMBIANO

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• Morón Nació en Carora, Estado Lara, el 8 de febrero de 1926. Realizó estudios secundarios en el Colegio Federal de Carora y en el Liceo “Lisandro Alvarado” de Barquisimeto, donde se graduó de Bachiller en Ciencias Sociales en 1946.

• Sus estudios superiores fueron en el Instituto Pedagógico Nacional de Caracas, donde obtuvo el título de Profesor en Geografía e Historia y Ciencias Sociales. Se especializó en Filosofía y Psicología entre 1946-1949. Luego en la Universidad Central de Madrid, España, se doctoró en Letras (sección Historia) en 1954. Cursó estudios regulares en las Universidades de Gotinga y Hamburgo, Alemania, entre 1954 y 1958, en la especialidad de Filosofía de la Cultura y Lenguas Clásicas.

• Su carrera la inició en el Colegio Santa María de Caracas (1946) como profesor de Historia de Ve-nezuela y Literatura de Venezuela, Sociología e Historia de Venezuela Documental y Crítica, Cuarto y Quinto Año, en el Liceo Lisandro Alvarado de Barquisimeto, 1949, 1951,. Entre 1954 y 1958 se incor-pora como profesor de Cultura Hispanoamericana, en la Universidad de Hamburgo, Alemania. Lector de Lengua Española y adjunto al Profesor de Románicas Rudolph Grossman. En 1974 se desempeña como profesor de Historia Contemporánea de América Latina -Ciclo Maestría, Educación Superior Universitaria-, y de Historia de Venezuela en Pregrado en la Universidad Simón Bolívar, fue jubilado por esa misma Universidad como Profesor Emérito.

• Le han otorgado por su labor como historiador la Orden Andrés Bello, en Primera Clase (Venezuela), la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio (España), Comendador de la Orden de Isabel La Católica (España), Collar de Honor de la Academia de Historia de Portugal, etc. Diversas promociones de Colegios, Liceos y Universidades llevan su nombre. Profesor Emérito de la Universidad San Marcos en Lima. También ha recibido los títulos de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Los Andes. Mérida (Venezuela), de la Universidad Santa María de Caracas (Venezuela) y de la la Universidad de Bucarest (Rumania). • Es Premio Nacional de Literatura de Venezuela en 1990. Recibió un Homenaje Internacional en la Cátedra Poética de la Universidad Pontificia de Salamanca, con publicación de la obra Cumbres de Humanismo dedicado a sus libros de Historia, Literatura y demás temas.

• Fue Director de Publicaciones de la Academia Nacional de la Historia entre 1958 a 1996. Individuo de número de la Institución desde 1961. Director de la misma corporación desde 1974 a 1995, desde 2008 es su Decano. Publicó 1.200 títulos de la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia en varias de sus colecciones. Director de la Historia General de América conformada por 33 volúmenes publicados entre 1974 y el 2002.

• Como columnista ha publicado en el El Diario de Carora desde muy joven; fue Jefe de Redacción del diario “El Impulso”, Barquisimeto, entre los años 1944 y 1946. Desde el año 1946 también publi-có sus artículos en los diarios El Universal, El Heraldo (desaparecido). En El Nacional colaboró desde noviembre de 1943 hasta febrero de 1996, en la revista Zeta hasta hace poco. Asimismo se ha des-empeñado como Director y colaborador de otras publicaciones y revistas, nacionales y extranjeras.

La vida escrita de GUILLERMO MORÓN J.B

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Su obra esta contenida en esta lista de sus libros desde 1945.

1. Realidad y Sugestión de mi tierra en La Quincena Literaria, el Tocuyo, Tipografía Mi India, retr. 1945. 28 pp.

2. Nuestra Señora de la Madre de Dios de Carora. Barquisimeto, Tipografía El Nuevo Heraldo, 1946. 64 pp. 1 ilustración, (2ª edición. Fondo Editorial de la Alcaldía del Municipio Torres. Editorial Carteles C.A., Barquisimeto, 1996. 74 pp.)

3. Lisandro Alvarado (Ensayo y Elogio).Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores Venezola-nos, Nº 59. Caracas, Tipografía La Nación, 1948. 84 pp.

4. Tierra de Gracia”, Caracas, Imprenta Nacional, 1949. 110 pp. Ilustraciones.

5. La Mentira en Guayaquil o el fetichismo argentino. Colección Prisma, 4. Caracas, Editorial Ávila Gráfica, 1951. 162 pp.

6. La Palabra Acero. Santander, España, Ediciones Índice, 1952. 252 pp.

7. Los Orígenes históricos de Venezuela. V.1: Introducción al siglo XVI. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto “Gonzalo Fernández de Oviedo”. Edición patrocinada por la Universidad Central de Venezuela, 1954. 385 pp.

8. El Libro de la Fe”. Biblioteca del Pensamiento Actual, Nº 49, Madrid, Ediciones Rialp, 1958. 228 pp.

9. Los Cronistas y la Historia. Biblioteca Popular Venezolana, Serie Azul, 64, Caracas, Ministerio de Educación, Dirección de Cultura y Bellas Artes, 1957. 196 pp. (2ª edición, Editorial Ateneo de Cara-cas, 1980).

10. José de Oviedo y Baños (1671-1783). Biblioteca Escolar, Colección Biografías, 26. Caracas, Ediciones de la Fundación Mendoza, 1958. 62 pp.

11. Historia de Venezuela. Texto adaptado a los programas oficiales de educación secundaria, nor-mal y especial. 1ª edición, Madrid, J. Villegas y A.R.O. Artes Gráficas, 1958. 2 V. 2ª edición. Caracas-Madrid, A.R.O. Artes Gráficas, 1958. 489 pp. Mapas pleg. 3ª edición. Caracas-Madrid. Ediciones Guadarrama, 1961. 501 pp. ilustraciones, mapas pleg. Incluye bibliografía. 4ª edición. Madrid, Edi-ciones Rialp, 1967. 520 pp. Ilustraciones, mapas pleg., Manuales de Historia de América, 2. 5ª edición. Caracas, Italgráfica, s.r.l., 1970. 536 pp. 6ª edición. Caracas, Italgráfica, s.r.l., 1974. 536 pp. 7ª. edición. Ediciones Bohemia. Nº 31, 2 V. Caracas, 1985.

12. Cuaderno con notas morales. Colección Guadarrama de Crítica y Ensayo, 26. Ensayos Políticos. Madrid, Ediciones Guadarrama, 1958. 190 pp. 2ª edición. Mérida, Ediciones de la Universidad de Los Andes, Consejo de Publicaciones. La Imprenta C.A. 1980.

13. Historia Política de José Ortega y Gasset. 1ª edición. México, .Ediciones Oasis, 1960. 207 pp. 2ª edición. Buenos Aires, Argentina, Ediciones Máster Fer. 1972, 179 pp. 3ª edición. Caracas, Editorial Ateneo de Caracas, 1980. 193 pp.

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14. Para una historia de la moral política en Venezuela. Cuadernos Literarios, 108. Caracas, Asocia-ción de Escritores Venezolanos, 1960. 87 pp.

15. Historia de Venezuela. Sumario para escolares. Tercer, cuarto y quinto grados. Caracas, Editorial Arte, 1964. 208 pp.

16. Historia de Venezuela. Breviario para escolares. Caracas, Italgráfica, s.r.l.. 224 pp. Ilustraciones.

17. A History of Venezuela. Edited and translated by John Street. Lecturer in Latin American Studies, Cambridge University London, George Allen & Unwin LTD. 1964. 272 pp. Ilustraciones.

18. Historia de Venezuela. 6º grado. Conforme a los programas oficiales. Caracas, Librería Editorial Salesiana, 1970. 132 pp. Ilustraciones a color.

19. Escrito en la pared. Caracas, Ministerio de Educación, Dirección General del Departamento de Publicaciones, 2 volúmenes; V.I.: 273pp.; V.II: 299 pp., 1970.

20. Historia de Venezuela. 5º grado. Conforme a los programas oficiales. Caracas, Librería Editorial Salesiana, 1971. 96 pp.

21. Historia de Venezuela. Caracas, Italgráfica s.r.l. 5 volúmenes. 4º mayor con láminas, notas, apén-dice bibliográfico, índice onomástico, geográfico y de ilustraciones. 1ª edición 1791 Vol I: 467 pp; II: 499 pp.; III: 557 pp.; IV: 754 pp.;V:405pp. 2ª edición (idem) -Encyclopaedia Britannica, R.R. Donnelly & Sons., Co. U.S.A., 1984.- 6ª, 6 Tomos y 1 Videopedia, 1996..-Historia de Venezuela. Edición china de 10.000.000 de ejemplares, 1975.

22. Imperfecciones. Caracas, Editorial Roble. Italgráfica s.r.l., 1972. 192 pp.

23. Imágenes y nombres. Caracas, Editorial Roble, Italgráfica s.r.l. 1972. 235 pp.

24. Las cosas claras. Caracas, Editorial Roble, Italgráfica s.r.l. 1972. 224 pp.

25. Los saberes inútiles. Caracas, Editorial Roble. Italgráfica s.r.l. 1975. 228 pp.

26. Historia Contemporánea de América Latina. Caracas, Editorial Equinoccio. Ediciones de la Univer-sidad Simón Bolívar, 1975. 225 pp.

27. Sobre la justicia y otras tonterías. Caracas, Editorial Roble, Italgráfica s.r.l. 1976. 229 pp.

28. El proceso de integración de Venezuela (1776-1793). Serie El Libro Menor Nº 3. Caracas, Acade-mia Nacional de la Historia, 1997. 1777 pp. 2da edición ampliada, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2012.

29. Historia de la Provincia de Venezuela. Caracas, Concejo Municipal del Distrito Federal, 1977. 392 pp.

30. El Libro de Ephorus. Caracas, Edesa 1977. 215 pp.

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31. Dos novelistas latinoamericanos Arturo Uslar Pietri – Ernesto Sábato. Buenos Aires, Argentina, Publicaciones de la Embajada de Venezuela. Artes Gráficas Corín-Luna, 1979. 71 pp.

32. Escritores Latinoamericanos Contemporáneos. Caracas, Editorial Equinoccio, Ediciones de la Universidad “Simón Bolívar”, 1979, 387 pp. 2ª Edición. Ministerio de Educación de El Salvador, San Salvador, 1980. 393 pp. 3ª Edición. Ministerio de Educación y Comunicaciones. Dirección de Publi-caciones, San Salvador, El Salvador, 1985. 393 pp.

33. Primer libro de los Fragmentos. Caracas, Edesa, 1979. 160 pp.

34. Los Presidentes de Venezuela, 1881-1979. Caracas, Meneven, 1979. 363 pp. Los Presidentes de Venezuela, 1811-1986”, 2da edición de arte, Editorial Enzo Pappi. Caracas, 1986. 270 pp. Los Presidentes de Venezuela 1811-2003. Editorial Planeta. Venezuela, Caracas. cuarta edición.

35. Breve Historia de Venezuela. Madrid, España. Espasa-Calpe, S.A. 1979. 300 pp.

36. Historia de Venezuela. Bucarest, Edición Rumana, 1980. 224 pp. (En español o en rumano?)

37. Historias de Francisco y otras maravillas. Serie El Libro Menor de Hoy. El Diario de Caracas, cuentos, 1981. 31 pp. 2da edición Historias de Francisco y otras maravillas. Barcelona, España, Argos Vergara, 1982. 190 pp. 3era edición, Revista Bohemia Nº 49, Caracas, 1985. 188 pp.

38. Textos sobre Lisandro Alvarado. Caracas, Academia Nacional de la Historia-Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado”, 1981. 142 pp.

39. Libro de los fragmentos. Colección en línea, Barcelona, España, Argos Vergara, 2ª edición 1983. 272 pp

40. Homenaje a Don Rómulo Gallegos. Serie El Libro Menor Nº 60. Caracas, Academia Nacional de la Historia. Italgráfica, s.r.l. 1984. 148 pp.

41. Ciertos animales criollos. Caracas, Italgráfica s.r.l. 1985. 218 pp. 2ª Edición, Revista Bohemia Nº 98, Caracas, 1986. 218 pp.

42. Los más antiguos. Serie El Libro Menor Nº 100, Caracas, Academia Nacional de la Historia. Italgráfica s.r.l. 1986. 287 pp.

43. El Gallo de las espuelas de Oro. Caracas, Editorial Planeta, Serie Narrativa Venezolana, 1987. 340 pp. 1ª edición. en Monte Ávila (2da Publicada), Editores Latinoamericana, San Cristóbal. Editorial Futuro, 1993. 305 pp.

44. El Gallo de las espuelas de Oro. Editado en Ruso. Moscú 1997. 281 pp.

45. Son Españoles. Serie El Libro Menor Nº 150. Caracas, Academia Nacional de la Historia, Italgrá-fica s.r.l. 1989. 332 p.

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46. Los Hechos de Zacarías. España, Editorial Plaza & Janés, Colección Paradigma, mayo 1990. 1ª edición venezolana, octubre 1990. 179 pp.

47. Sobre Griegos y Latinos. Colección Centenario Nº 4. Caracas, Academia Nacional de la Historia, Italgráfica s.r.l. 1991. 450 pp. 2ª edición. Departamento de Ediciones y Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca. Salamanca, Imprenta “Kadmos”. 1995. 335 pp.

48. Pueblos, Aldeas y Ciudades. Serie El Libro Menor Nº 200. Caracas, Academia Nacional de la Historia, Italgráfica S.A. 1993. 2ª edición Fuerzas Armadas de Cooperación. Caracas, Italgráfica S.A. 1995, 312 pp.

49. Historia de Venezuela. Caracas, Italgráfica S.A. 6 volúmenes. 4to mayor con láminas, notas, apén-dice bibliográfico, índice onomástico, geográfico y de ilustraciones, 2 video-pedias, 1995. Vol. I: 262 pp.; Vol. II 353 pp.; Vol.III: 427 pp.; Vol. IV: 294 pp.; Vol. V: 353 pp.; Vol. VI: 385 pp. -5ª edición. – Sexta, 6 tomos, 1996.

50. El Catálogo de las mujeres. Ediciones Grijalbo. Caracas, Italgráfica S.A. 1995. 202 pp.

51. Reflexiones hispanoamericanas sobre el 98. Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Sala-manca. Colección Salamaca. Salamanca, Imprenta “Kadmos”, 1998. 86pp.

52. A la Intemperie (memorias). Editorial Planeta. Caracas, Italgráfica S.A. 1998. 374 pp.

53. Unamuno y Venezuela. Cátedra de Poética “Fray Luis de León”. Universidad Pontificia de Sala-manca. Salamanca, Imprenta “Kadmos” 1998. 210 pp.

54. Patiquines, pavorreales y notables Una ironía sobre los oligarcas (memorias). Editorial Planeta Venezolana S.A. Caracas, Editorial Arte, 2002. 403 pp.

55. Gobernadores y Capitanes Generales de las Provincias Venezolanas 1498-1810. Editorial Planeta Venezolana. Primera edición. 2003.

56. Breve Historia Contemporánea de Venezuela. México, Fondo de Cultura Económica. Primera edi-ción 1994, segunda 2004. Esta Breve Historia se ha publicado en inglés, bulgaro, rumano, japonés y chino. 2da edición libros de El Nacional, 2013.

57. Memorial de Agravios. Alfadil Ediciones, 2005, Caracas, 1ª edición Octubre 2005.

58. Microhistorias – Fundación para la Cultura Urbana, Caracas 2006.

59. Siete ensayos. Fundación para la Cultura Urbana/Sellos de Fuego Editores, Caracas, 2010.

60. Los Imperios, el Imperio. Guillermo Morón. Libros de El Nacional, Caracas, 2014

61. Guillermo Morón en la Academia Nacional de la Historia. Recopilación e introducción: Eulides Ortega Rincones. Academia Nacional de la Historia, septiembre 2007. Caracas.

62. Este pueblo de Cuicas. La memoria I. Guillermo Morón. Caracas, 2013.

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Ciudad Juárez, Chihuahua. 7 de julio de 2015. (RanchoNEWS).-Esta cifra equivale al 6.7% de la población mundial y nos sitúa como la segunda lengua materna del planeta por número de hablantes, tras el chino mandarín, según revela «El español: una lengua viva. Informe 2015», que ha elaborado el Instituto Cervantes.

El informe también reporta que el castellano es, además, la segunda lengua más utilizada en las dos principales redes sociales del mundo: Facebook y Twitter. En el conjunto de internet, casi el 8 % de los usuarios se comunica en espa-ñol, lo que lo convierte en el tercer idioma más utilizado en la red.

Según la publicación del Instituto, 21 millones de personas estudian español como lengua extranjera.

Sí, nuestra lengua esta viva; y esta noticia coincide con otra muy afortunada.

Se trata de la publicación, con el sello de la RAE, de El inge-nioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cer-vantes Saavedra, en la edición más completa jamás hecha.

Edición en la que han trabajado más de medio centenar de espe-cialistas, eruditos y escritores amantes de este clásico universal, dirigidos por por el filólogo y académico Francisco Rico.Como resultado de este esfuerzo tenemos dos tomos. El pri-mero (1.345 páginas) el texto con anotaciones; el segundo (1.967 páginas) contiene estudios, anexos, mapas y graba-dos. (Leer nota).

Ambas noticias coinciden con la publicación de la obra com-pleta de William Shakespeare (1564-1616), por primera vez en México, en la «versión mejor traducida y de corte panhis-pánico» al cuidado del editor español Andreu Jaume.

Se divide en cinco tomos temáticos: comedias, tragedias, dramas históricos, romances y poesía; y es publicada por Debolsillo, Penguin Random House.

Este mes fueron concedidos tres importantes premios litera-rios en el ámbito hispanoamericano: el Premio Princesa de Asturias de las Letras otorgado al cubanoLeonardo Padura; el Premio Rómulo Gallegos que obtuvo el escritor colombia-no Pablo Montoya; y el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda que ganó el brasileño Augusto de Campos.

La revista lamenta informar del deceso de su colaborador don Antonio Ruiz Caballero; quien en su calidad de Jefe del Archivo Histórico recibió un homenaje oficial, muy sentido.

Ya se le extraña y se le extrañara siempre.

470 millones de hispanoparlantes

Nuestra emblemática (Foto: El Clarín)

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Lima.- (Efe) “La poesía es un medio de revelar mi reino interior, mi alma, creo si no estuviera la poesía no sé qué haría con mi alma”, dijo hoy a Efe el poeta peruano Carlos Germán Belli, quien a los 87 años se apresta a presentar la próxima semana en Lima el libro “Morar en la superficie”.

Belli, nacido en 1927, señaló que escribir poesía “es una necesidad espiritual” y que si no sintiera eso, se dedicaría a otra cosa, “como a ser carpintero, dentista o sabe Dios qué.”

“Pero tengo esa necesidad de expresarme, de asumir la escritura como una catarsis de mis inquietudes, un medio de libe-ración de mis angustias, de hombre del siglo XX, del siglo XXI ahora”, acotó.

El autor del poemario “¡Oh Hada cibernética!” (1961), quien fue homenajeado en mayo pasado con una exposición biblio-gráfica en la sede central del Instituto Cervantes de Madrid, precisó que “Morar en la superficie” es una selección de prosas que presentó el 29 de julio en la Feria Internacional del Libro de Lima.

Carlos Germán Belli: “la poesía es un medio de revelar mi reino interior”

El poeta siente gratitud por los halagos (Cortesía)

El autor del poemario “¡Oh Hada cibernética!” (1961), quien fue homenajeado en mayo pasado con una exposición bibliográfica en la sede central del Instituto Cervantes de Madrid, precisó que “Morar en la superficie” es una selección de prosas que presentó el 29 de julio en la Feria Internacional del Libro de Lima.

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“Son prosas publicadas en periódicos, principalmente en El Comercio o en Expreso (ambos de Lima) y en revistas académicas, a lo largo de más de 50 años”, refirió.

El libro, que ha sido editado por el Fondo de Cultura Económica, es considerado “la primera selec-ción sistemática e intensiva de los textos en prosa” de Belli y contiene temas literarios, ensayos y crónicas de viajes.

En este ejercicio “reflexivo y ensayístico que avanza de la poesía a las artes visuales” destaca la atención a la obra de autores como los poetas peruanos José María Eguren y José Santos Chocano, y a pintores renacentistas y vanguardistas como Fra Angelico y Marx Ernst.

“También incluye crónicas de viaje, que en realidad es el único libro que publiqué en prosa, llamado ‘El imán’, hace unos cinco o seis años, ahora lo editamos totalmente con algunas crónicas nuevas que se habían quedado en el tintero”, agregó el poeta.

Belli indicó que esta selección “es bastante halagadora” y dijo que nunca había pensado en publicar ese “sector” de su escritura.

“Estaba ahí latente, esperando surgir a la superficie. Creo que hay un diálogo secreto, tácito, entre prosa y verso. A lo largo de mi vida he escrito mucho en periódicos como medio de vida (...) entonces siempre ha habido un nexo, creo que hay una conexión en el fondo”, comentó.

El también autor de “Sextinas y otros poemas” (1970) aseguró al respecto que se considera “un periodista que poetiza” y dijo que ahora le llama “la atención haber publicado estas crónicas de viaje o artículos sobre diversos temas en diarios y revistas, porque son textos en el fondo poéticos”.

“Me llama la atención que me los hayan publicado y que nunca me hayan dicho que no escriba de esa manera, siempre en mis escritos hay una conexión directa entre la prosa y el verso”, comentó.

Elogiado por autores como el Nobel peruano Mario Vargas Llosa, con quien mantiene una amistad desde los años 50, el poeta dijo que siente gratitud por los halagos.

“Nunca me imaginé, cuando comencé a escribir, que iba a recibir estos elogios de amigos gene-rosos, me estimulan a escribir más; siento agradecimiento y sorpresa que grandes escritores se ocupen de mis escritos, que yo los considero simples borrones”, agregó.

Belli también ha publicado recientemente la antología poética “Canciones del perito en nada”, edi-tada por la Academia Peruana de la Lengua, y se apresta a dar a dar a conocer un libro con 20 poemas nuevos que será publicado en octubre próximo en Sevilla por su amiga y editora española Inmaculada Lergo.

“Persigo a una musa ligeramente esquiva, mis motivaciones son las mismas desde que comencé hasta el día de hoy, está muy presente el amor familiar o el amor a secas, y experiencias cotidianas de mi vida también”, explicó.

Belli señaló, al concluir, que se ve “con los pies en la tierra pero siempre pensando en el mundo invi-sible, en el más allá” y que “desde muy temprano” no ha variado, “siempre con la misma actitud”.

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DPA / EL UNIVERSALLos escritores Sergio Ramírez, Ignacio Padilla y Jorge Vol-pi subrayaron el peso en la literatura latinoamericana de la obra “Terra Nostra”, de Carlos Fuentes, al cumplirse 40 años de su publicación.

En un evento la noche del sábado que formó parte de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), el nica-ragüense Sergio Ramírez, dijo que, si bien cada uno de los libros de Fuentes “generó un hito en la literatura en lengua española”, el lanzamiento de esta obra en 1975 representó un parteaguas en la narrativa del autor de “La muerte de Artemio Cruz”.

“La primera característica que tiene ‘Terra Nostra’ es que sale del molde latinoamericano, del molde mexicano y pasa a establecerse en un molde más universal”, indicó Ramírez, Premio Carlos Fuentes 2015.

También destacó que en ella “el pasado, el presente y el futuro quedan abolidos”, además de ser un contraste entre eras e ideologías, por ejemplo Medievo-Renacimiento, ca-tólicos-luteranos o la España en decadencia con los nuevos territorios en América.

Sus páginas recorren la España de tres épocas: la de los Reyes Católicos, la de Felipe II y la de Francisco Franco. Su complejidad la señala como la obra más importante del creador de “Aura” y “Gringo viejo”.

Fuentes empezó la escritura de este libro en París en 1973 y la culminó un año después en Washington, gracias a una beca que le permitió dedicarse a ella, narró su viuda, Silvia Lemus. Fue un vasto trabajo de investigación, estudiando archivos privados y públicos, documentos históricos y mi-sivas.

Jorge Volpi aseguró haberla leído a los 16 años, un hecho que impulsó su vocación. “Tras leerla la vida me cambió. ‘Terra Nova’ me convirtió en escritor”, confesó el integrante de la llamada “Generación del Crack”.

Esta obra llegó a manos del escritor Ignacio Padilla el 20 de noviembre de 1975, en una especie de acto premonitorio pues ese murió Francisco Franco. En “Terra Nostra” Fuentes ya anticipa ese suceso.

Carlos Fuentes (1928-2012) fue uno de los mayores expo-nentes del “boom latinoamericano”, junto con autores como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Produjo una infinidad de obras entre novelas, cuentos, guiones de cine, columnas, ensayos y hasta el libreto de una ópera.

Otros grandes libros del Cervantes 1987 y Premio Prínci-pe de Asturias de las Letras 1994 fueron “La región más transparente”, “El espejo enterrado” y “La gran novela lati-noamericana”.

Celebra la FIL 40 años de “Terra Nostra”, de Carlos Fuentes

Se cumplen 40 años de su publicación (Cortesía)

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H ombre de letras: historiador, escritor y crítico de teatro, miembro fundador y activo de la Fundación Francisco Herrera Luque, que labora en los espacios de la Biblioteca Los Palos Grandes, donde es coordinador de Los Tertulieros se reúnen. Recientemente fue orador de la tertulia dedicada a Leonardo Azparren Giménez con

motivo de su antología Clásicos del teatro venezolano. He aquí sus comentarios e impresiones sobre nuestro imaginario teatral.

A su modo de ver ¿cuándo comienza la dramaturgia venezolana?El teatro venezolano comienza con Virginia de Domingo Navas Spínola, que es un gran elogio a la libertad utilizando ele-mentos de la historia del imperio romano. Navas Spínola es una gran figura pero poco conocida, compañero de Andrés Bello durante sus años como universitario.

Virginia fue una pieza bastante costosa de conseguir para la Antología.

Entrevista a Roberto Lovera de SolaEl imaginario teatral venezolano (II)

Como continuación de la segunda parte de la serie ofrecemos una entrevista a Roberto Lovera de Sola, historiador, escritor y crítico de teatro

Roberto Lovera de Sola / Foto cortesía

CATHERINE MEDINA MARYS

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De hecho en conversaciones previas con Azparren Giménez aclaró que una de lasépocas más pro-líficas del teatro venezolano fue precisamente la época colonial, pero que lamentablemente se conservaron muy pocas piezas de este períodoEso es cierto. Por otra parte, Arístides Rojas señala como primera pieza de la dramaturgia venezolana el Auto Sacramental en honor a Nuestra Señora del Carmen, con elementos también prestados de la mitología grecorromana. Lo único “caraqueño” en esa pieza es el personaje de Raposanta, que es un mendigo que, entre otras cosas, termina vaticinando el terremoto de 1812.

Hay que recordar también que el primer género literario que apareció en Venezuela fue el teatro, después de la poesía.

¿Incluso antes que el cuento o la novela?La literatura venezolana es retomada en los años posteriores a la guerra de independencia, antes de este período no te-nemos ninguna noticia de algo que pueda pertenecer a un género narrativo en Venezuela, Lo hubo en otros lugares como Perú y México, De hecho, la primera novela de Latinoamérica se publica en 1816 escrita por un autor mexicano.

¿Qué factores influyeron para que el teatro fuese el primer género en desarrollarse?Alrededor de 1784 se inaugura la primera sala de teatro en Caracas, que quedaba en la esquina del Conde. En ese período se escribieron y montaron muchísimas obras de teatro en Caracas, obviamente no de autores venezolanos porque hasta la llegada de Andrés Bello no se tiene ninguna información sobre piezas escritas por venezolanos a excepción del Auto Sacramental.

Salvo por esa pieza, que está incompleta y cuya fecha de publicación se desconoce. En el caso de Andrés Bello, en cambio, sabemos con exactitud que su Oda a la Vacuna fue escrita en honor al médico Balmis, introductor de la vacuna contra la viruela en Venezuela.

¿Cómo comienzan a pulular los grandes temas del teatro en el imaginario venezolano?Depende en gran parte del período histórico. Los dramaturgos que escribieron en los años posteriores a la guerra de In-dependencia de Venezuela dedicaron sus escritos a la libertad, la lucha contra el poder despótico y el patriotismo, muchas de las piezas de la antología de Azparren Giménez tratan esos temas.Luego se desarrollan temas más universales y desgarrados. Es importante destacar que al final del siglo XIX el gran éxito de la época es Madame Bovary, de modo que comienzan a diversificarse las situaciones en el imaginario popular.

Más que temas universales, ¿cuáles han sido las temáticas, planteadas por nuestros dramaturgos, que han distinguido la dramaturgia venezolana de cualquier otra?Aquellas que representan al país. En el caso de José Ignacio Cabrujas, por ejemplo, el temadel fracaso generalizado en sus argumentos fue su sello característico. Para Isaac Chocrón, la familia escogida fue una verdad indiscutible y una arteria de su dramaturgia. De una forma u otra, los dramaturgos venezolanos han tenido el deber y la necesidad de leer la palma del país y llevarlo a escena; eso es precisamente lo que ha marcado nuestro imaginario.

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Madrid.- (EFE) A Claudia Piñeiro le llama profundamente la atención que, en general, “la gente vaya por la vida señalan-do con el dedo” a los demás, juzgando sin piedad actitudes y comportamientos, sin pararse a pensar ni un segundo por-qué el otro actúa como lo hace.

“Es impresionante -destaca la escritora argentina en una entrevista con Efe- la cantidad de gente que dice saber lo

que los demás deberían hacer, o haber hecho, en determi-nadas situaciones, sobre todo si son trágicas o dolorosas. Son muchos más que los que se muestran compasivos”.

Eso al menos es lo que, asegura, ocurre en su país, Argenti-na. “No sé si también en otros lugares. Somos muy de juzgar la actitud del otro”.

Ella se incluye en ese “somos”. “Me ha pasado muchas ve-ces -reconoce- decir que jamás haría tal cosa, o reacciona-ría de tal o cual manera, y luego cambiar los papeles”, sobre todo ante situaciones complicadas.

Vivir señalada por el dedo acusador de los demás es lo que le ocurre precisamente a la protagonista de la nueva novela de Claudia Piñeiro, “Una suerte pequeña” (Alfaguara), en la que la autora invita al lector a reflexionar sobre el dolor, el desgarro, la culpa y la responsabilidad, entre otras impor-tantes cuestiones vitales.

Como ya le ocurrió a Piñeiro en anteriores novelas -”Las viudas de los jueves”, “Betibú”, “Un comunista en calzonci-llos” o “Tuya”- una imagen está en el origen de este relato descarnado.

“Siempre es así. Una imagen se instala en mi cabeza quedándose ahí durante días, semanas, meses...,

hasta que empiezo a tirar de la cuerda. Si permane-ce es porque ahí hay una novela”, asegura.

En este caso, no fueron una sino dos las imágenes que durante tiempo obsesionaron a Claudia Piñeiro. Una, la de un automóvil parado frente a una barrera y que espera que pase el tren. Y la segunda, una mujer que encuentra en un balcón excrementos de murciélago. “Después de darle mu-chas vueltas al asunto, decidí que ambas podían estar en la misma novela”.

Claudia Piñeiro: “La gente va por la vida señalando con el dedo”

Eso al menos es lo que, asegura, ocurre en su país, Argentina. “No sé si también en otros lugares. Somos muy de juzgar la actitud del otro”.

Piñeiro, autora de “Una suerte pequeña” (Efe)

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La misma mujer que investiga de qué animal son los excrementos que apare-cen en su balcón es la que, veinte años antes, conduce el auto parado ante un paso a nivel con barrera, y en el que está acompañada por su hijo y un amigo.

Una decisión imprudente, cruzar las vías del tren con la barrera aún bajada, desencadenará la tragedia que acompañará a esta mujer durante el resto de su vida. Una mujer que nunca fue fuerte, que se siente cómoda en el silencio y que vivirá a partir de ese día “con el dolor encallecido”.

Claudia Piñeiro llevaba escritas treinta páginas cuando se dio cuenta de que escribir esta historia en tercera persona “resultaba demasiado distante”. “El dolor -recalca- solo se puede contar en primera persona”. Y así lo hizo, empezando de cero.

La autora estudió con calma, en profundidad, antes y durante la escritura, a la protagonista de su novela, Mary Lohan, la madre a quien el destino juega una mala pasada, sacando de ella “lo mejor y lo peor que, como todo ser humano, lleva dentro”.

“Tenía que entender muy bien de donde venía y quien era, para entender luego la decisión equivocada (saltarse la barrera), y no otra, que toma. Y que le hará vivir el resto de su vida con esa culpa, con esa responsabilidad”, la de provocar la muerte de uno de los niños.

Una vez más, Claudia Piñeiro transita por un territorio, el del suspense, que le resulta cómodo, por conocido. “El desafío era lograr mantener el suspense, a pe-sar de que no hay en la trama una historia policial”, como sí ocurre en anteriores títulos.

“Tiene -comenta- la estructura narrativa de un relato policíaco, si bien ni hay muerto ni hay que averiguar quien lo mató. Pero quería, porque es lo que me gusta, mantener el suspense” sobre lo que les ocurre a la protagonista y a su hijo. “El suspense se maneja dosificando la información, sin que se note. Es lo que he hecho”.

Y de nuevo, a Claudia Piñeiro le ha salido un relato muy cinematográfico. Cuatro de sus anteriores novelas, entre ellas “Las viudas de los jueves”, dirigida en este caso por Marcelo Piñeyro, han sido llevadas ya al cine.

“Hay quien me pregunta -comenta la escritora argentina- si cuando escribo pienso ya en una posible película. De ninguna manera, jamás pienso en ello. Mis novelas puede que sean muy visuales, pero cuando las escribo lo que me importa son las palabras para contar una imagen”, esa que previamente ha rondado obsesivamente en su mente.

Ahora bien, Claudia Piñeiro no olvida su pasado como guionista de televisión, además de autora teatral. “Seguro -dice- que en mis novelas hay mucho de ambos oficios. La trama siempre está en función de entender quienes son los personajes. Es la excusa para entenderlos”.

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El Kleine Museum y la Cruz-Diez Foundation inauguraron el 28 de junio pasado la exposi-ción Carlos Cruz-Diez, Didaktik und Dialektik der Farbe (Carlos Cruz-Diez, Didáctica y Dialécti-ca del Color). Esta institución museística, fundada en 2007 por Laura Krainz-Leupoldt, está ubicada en Weissenstad, Alemania. La exhibición presenta y transmite de una forma comprensible y sencilla los conceptos del artista Carlos Cruz-Diez sobre el fenómeno cromático.

Se podría haber titulado ‘El hombre que se rebe-ló contra el condicionamiento cultural de siglos’, porque de eso se trata su propuesta, de disociar el color de la forma y de su anécdota, evidenciando el color como un acontecimiento efímero y autó-nomo, donde el espectador puede dialogar con la obra en tiempo real.

Cruz-Diez en Alemania LA DIDÁCTICA Y LA DIALÉCTICA

QUE REVOLUCIONAN EL COLOR

Adriana Cruz, presidenta de la Cruz-Diez Foundation, en el Kleine Museum, Weissenstad, Alemania, 2015. © Foto: Hannes Bessermann

La directora del Kleine Museum, Laura Krainz-Leupoldt, en la proyección de la obra de Carlos Cruz- Diez ‘Intérferences Chromatiques Spatiales’ (2008), Kleine Museum, Weissenstad, Alemania, 2015 © Foto: Hannes Bessermann.

Edgar Cherubini Lecuna

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Ars PoeticaAdriana Cruz es la presidenta de la Cruz-Diez Foundation. A ella le preguntamos sobre el objetivo de esta muestra en el Kleine Museum. “Es una exposición de arte que explica el arte, el Ars poetica de Carlos Cruz-Diez. En ella, el artista recrea los elementos más importantes del lenguaje plástico que construyó desde 1954. Esta proposición se fundamenta en el color considerado como una realidad autónoma que puede existir en el espacio, en tiempo y espacio real, sin ayuda de la forma y aun sin ayuda del soporte.Didáctica y dialéctica de color fue presentada por vez primera en 1980, en la Universidad Simón Bolívar de Caracas. La intención de mi padre fue la de transmitirle a los jóvenes los hallazgos de sus investigaciones sobre el color y motivarlos a detectar las cosas más sutiles, en medio del colosal bombardeo de información, imágenes y formas del mundo contemporáneo. Desde entonces la muestra ha viajado por muchos países de América Latina y Europa, incluyendo Alemania donde fue expuesta en el Josef Albers Museum en 1988”.

La muestra expone de forma clara y sencilla los grandes principios de la gramática del color que estructuró Cruz-Diez. Una plataforma conceptual desarrollada con base en planteamientos no tradicionales del fenómeno cromático. En una de las salas se proyecta la obra Intérferences Chromatiques Spatiales. Asimismo, el público puede acceder a la Experiencia Cro-mática Aleatoria Interactiva, que es una aplicación para ordenadores, iPad e iPhone, que permiten a quien la utiliza entrar en el mundo expresivo de Cruz-Diez y crear su propia obra.

“Es una exposición eminentemente didáctica”, continúa explicando Adriana Cruz. “Sin embargo, son los niños los que más la disfrutan. Mi padre siempre dice que los niños son su mejor público, pues al no tener el bagaje de conocimientos e inter-pretaciones que tenemos los adultos, no prejuzgan, entienden inmediatamente y gozan lo que esta pasando”.

La Cruz-Diez FoundationFue creada en octubre de 2005 en Houston, Texas, con oficinas en París. Mantiene una colección de las obras más re-presentativas del artista, las cuales se encuentran actualmente en The Museum of Fine Arts, Houston (MFAH). Sobre la institución que preside, Adriana Cruz dijo lo siguiente: “En la Cruz-Diez Foundation, próxima a cumplir diez años de activi-dades, apostamos mucho a las nuevas generaciones. De allí, que en cumplimiento de una de nuestras misiones, como es la preservación y difusión del legado artístico y conceptual de Carlos Cruz-Diez, estamos desarrollando una serie de talleres pedagógicos para niños. Los talleres proponen actividades en torno al color y están dirigidas a estimular la creatividad y la

Exposición ‘Didáctica y dialéctica del color’, Kleine Museum, Weissenstad, Alemania, 2015 . © Foto: Hannes Bessermann

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imaginación infantil. Nuestro objetivo es acercar el color a los niños, sensibilizarlos hacia el mundo del arte, despertar en ellos el deseo de investigar y experimentar en el campo de color”.

La dialéctica del colorEn la explicación de su obra, Cruz-Diez utiliza el término dialéctica, por lo que se hace necesario abordar su significado. En la doctrina platónica, dialéctica es el proceso intelectual que permite llegar, a través del significado de las palabras, a las realidades trascendentales o ideas del mundo inteligible.

No hay diálogo sin lenguaje y cada lengua tiene un alfabeto y una gramática, es decir, una estructura que hace posible la comunicación. Si definimos el lenguaje como el método de construir e interpretar mensajes a través de códigos, lo que esta exposición revela es que Cruz-Diez ha creado un lenguaje cromático, que hace posible una dialéctica entre el espectador y sus obras, ya que el espectador puede dialogar con la obra en tiempo real. Este diálogo le brinda la posibilidad de re-flexionar sobre la realidad espacio-temporal desde otro punto de vista, vivencial y existencial. Es importante decir que no es solo sensorial el efecto que percibe el observador, no es una mera ilusión, sino que es un evento cognoscitivo que lo sitúa en una dimensión espacio-temporal, por demás real. Por eso Cruz-Diez ha revolucionado la manera en que percibimos el fenómeno cromático.

Carlos Cruz-Diez, Didaktik und Dialektit der Farbe - Carlos Cruz-Diez, Didáctica y Dialéctica del Color. Das Kleine Museum, Weissenstad, Alemania. De junio 30 a octubre 17, 2015

www.kleinesmuseum-weissenstadt.dewww.cruz-diezfoundation.orgedgar.cherubini@gmail.com

www.edgarcherubini.com@edgarcherubini

Afiche de la exposición Didáctica y dialéctica del color, Kleine Museum, Weissenstad, Alemania, 2015

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O rganismos dinámicos y cambiantes, las lenguas desarrollan sus fuerzas auspiciando procesos de transformación que no siempre son cónsonos

con las formas y estructuras canónicas que vienen funcionando desde tiempo atrás. Los usos que se consideran violaciones a la norma terminarán irremisiblemente, si son privilegiados por los hablantes, haciéndose norma corriente y extendida. El estudio de los deterioros resulta por ello en la moderna ciencia del lenguaje uno de los mayores tópicos de investigación en la comprensión de los cambios lingüísticos y una interesante evaluación de la actividad purista y conservadora, fuerzas también inherentes a la lengua. En otras palabras, la lengua al unísono gesta desvia-ciones a la norma e interpone mecanismos de corrección para frenar todo tipo de cambios drásticos en el paradigma. Si no se enfrentaran estas posiciones, la novedad permanente o la su-jeción forzada a la tradición se entenderían como polaridades asistemáticas. Al contrario, son parte del sistema de la lengua y actúan armónicamente en todo tiempo y circunstancia.

Los deterioros existen tanto en el habla coloquial como en la escritura. La naturaleza de la oralidad (lo hablado) ofrece realizaciones licenciosas que la ortografía (lo escrito) no puede avalar. La ortografía es por esencia normativa. La oralidad es, si no del todo contraria a la norma, sí más proclive a transgre-dir modos y a abrir espacios para usos más relajados de pro-ducción lingüística. Se puede ser moderadamente permisivo en la oralidad y tajantemente restrictivo en la ortografía.

Los deterioros son elementos constitutivos en la evolución de las lenguas. Forman desde siempre parte del sistema, aunque solo los podamos percibir en nuestro propio tiempo y espacio. Un ejemplo virtuoso podría ser la situación de deterioro que supuso el latín vulgar frente al latín clásico. Un texto, conocido como el Appendix Probi, redactado por el maestro Valerio Probo, cuyo nombre quedó perpetuado en la lengua en forma de adjetivo, marcaba los errores de sus estudiantes de lengua, practicantes de un latín coloquial anormativo, y manifestaba su preocupación por la pérdida de pureza del latín de la Edad Clásica.

En el presente, la responsabilidad de los medios es muy grande en relación con el deterioro de la lengua. La facilidad

de aplicación del recurso comunicacional, la rapidez en la reflexión sobre la programación y la poca preparación de los actantes en materia de lenguaje, en líneas generales, hacen que sean los medios un vehículo voraz para la depresión lingüística. Los medios propagan, queriéndolo o no, modos inexactos de hablar, construcciones impropias, creaciones léxicas no avaladas por el uso, pronunciaciones afectadas o anómalas y, en general, un desconocimiento profundo de la lengua. Sin aprovechar, en gran medida, las posibilidades educativas que tienen los medios de comunicación para el beneficio de mejores formas de expresión y para el auspicio de capacidades para un mejor hablar, se desvían en propa-gar creaciones léxicas y fraseológicas pasajeras y todas las formas de inoperancia expresiva camufladas tras un vértigo verbal atropellado y un horror al vacío y al silencio lingüísti-cos, como si el decir mucho fuera la realización sublime de un correcto ejercicio de la lengua.

Nada peor en materia lingüística que la banalización de la palabra. Trivializar la lengua y hablarla sin reflexión es un mal muy extendido y repudiable. Se puede estar hablando sobre asuntos corrientes y ello no obliga a hacer uso im-propio de la lengua. Para las distintas situaciones la lengua provee al hablante de “cambios de registro”, es decir, de modificaciones de las formas en función de las situaciones comunicativas concretas. No se hablará igual en situaciones formalizadas o graves que en otras distendidas y recreati-vas. Cruzar o confundir unas con otras resultaría ridículo. Los distintos protocolos discursivos exigen que seamos capaces de amoldarnos a las situaciones y que no insistamos en usar una forma en una situación inadecuada y, menos, en que pretendamos hablar siempre igual en distintas situaciones.

La presencia del tópico lingüístico en los medios viene a significar una respuesta positiva a los usos y abusos del len-guaje en Venezuela. Cuando esa presencia se desvincula de la polémica circunstancial o de la réplica ante algún dispara-te lingüístico cometido por algún hombre público, el comu-nicar gana en entidad y en dignidad y se hace enseñanza y divulgación de las noblezas de la lengua.

El deterioro de la lengua (1) Francisco Javier Pérez

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E l 21 de julio de 1899, en el barrio de Oak Park de Illinois, en la ciudad de Chicago, nació Ernest Miller Hemingway, fue el número dos de los 6 hijos del médico Clarence Edmond Hemingway, médico y la aficionada al arte

y la música Grace Hail Hemingway. Desde niño ya presento un conflicto en su casa: su padre quería que fuera médico como él, mientras su madre prefería que se dedi-cara a la música. En su casa de verano en el lago Bear, Michigan, aprendió a pescar (diestro con la caña) y a cazar (hábil con la carabina). Estudió en un Instituto de Se-cundaria de Oak Park y en River Forest (aprendió a tocar violoncello y fue miembro de la orquesta). En 1917, finaliza sus estudios en la High Scool de Oak Park Illinois; tenía 18 años y comienza a trabajar como reportero (nunca recibió el título de Periodista) en el Kansas City Star.

· Las Guerras MundialesEn mayo de 1918, en la Primera Guerra Mundial se incorporó como voluntario en la Cruz Roja; condujo ambulancias en Europa. Se une a los famosos “Arditi” italianos (herido en las piernas y una rodilla fracturada), salvó la vida de un soldado italiano a quien cargó en hombros un largo trecho, hasta que cayó desmayado; pasó el resto de su vida con una placa de plata incrustada en su cuerpo. Hemingway fue condecorado por su audacia por el gobierno italiano con la “Croice di Guerra” y la “Medaglia dArgento al Valore Militare”. Nunca hizo alarde, ni se vanaglorió de esos méritos de Guerra, cuando se refería a ellos, lo hacía con modestia, simplemente expresaba: “pasé la mayor parte del tiempo en los hospitales”. Sus experiencias de la guerra sirvieron para escribir “Adiós a las armas”.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, reactivó sus relaciones, recibiendo como misión el patrullaje del Mar de las Antillas, la finalidad era capturar los barcos de bandera alemana. En 1944, vuelve a Europa como corresponsal de guerra, tuvo una participación muy activa en misiones aéreas de reconocimiento en Alemania. También participó en el desembarco a Nor-mandía, siendo uno de los primeros soldados en entrar a Paris,

· EuropaEn 1920, el semanario canadiense “Toronto Star Weekley”, lo envía a Paris como corresponsal para toda Europa. Allí, co-noció a la vanguardista escritora estadounidense Gertrude Stein, cuya casa era frecuentada por Pablo Picasso, Joan Miró, Juan Gris y a Henry Matisse; pronto organizó su círculo de amigos (John Dos Pasos, Gertrude Stein, Scott Fitzgerald, James Joice, Ford Madox y Ezra Pound), conformando un grupo de periodistas e intelectuales que se conoció como “la generación Perdida”. Gertrude fue madrina de su primer hijo y de su primer Libro. Carlos Baker fue su primer biógrafo. En esa época publicó su novela “Fiesta”, que lo dio a conocer internacionalmente. En 1952, Ernest Hemingway publicó la novela “El Viejo y el Mar”, ganando el Premio Pulitzer en 1953. En 1954, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, que no pudo recibir personalmente porque estaba convaleciente de dos accidentes aéreos en África.

· Paris es una FiestaEn 1956, el escritor visita Paris con su cuarta esposa, alojándose en el hotel Ritz, donde repentina e inexplicablemente, el per-sonal del hotel recordó que treinta años antes había dejado en depósito en el hotel dos cajas de documentos, así Hemingway

Ernest Hemingway mario valdez

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se encontró revisando durante quince días docenas de libretas escritas a lápiz con los apuntes sobre Paris que más tarde se convertirán en Paris es una fiesta. Carlos Pujol en su obra “La Vida de Hemingway”, confirmó ese hallazgo: “En los sótanos del Ritz se habían encontrado dos baúles suyos que debían estar allí desde 1928. Los baúles contenían recortes de periódicos, libros, ropa vieja y sobre todo unos cuadernos de apuntes que le inspiraron la idea de escribir un libro de recuerdos sobre el Paris de los años veinte. Este fue el origen de la obra póstuma Paris era una fiesta, que no apareció hasta 1964”. Aquí relata sus años de juventud en Paris y España; “lugares donde fue muy pobre, pero muy feliz”; un joven soñador, arriesgado y valiente, que no sólo escribió acontecimientos que pasarían a la historia, sino que para esa época ya eran historia.

· Por quién doblan las CampanasEsta es una obra de las más cotizadas de Hemingway; allí se aprecia la adultez del escritor, su propia reflexión de los con-flictos en la Guerra Civil Española, fue llevada al cine. En la víspera de la publicación manifestó: “Dicen que cuando uno ha cumplido los cuarenta años debería saber lo suficiente y poseer la pasta necesaria para escribir una buena obra “Y yo creo que ésta que he escrito lo es”. Hemingway tomó el título de esta novela de una frase del poeta inglés John Doone que concluye: “La muerte de cualquier hombre me disminuye a mí, porque yo formo parte de la humanidad. Y, por consiguiente, no envíes a preguntar por quién doblan las campanas. Doblan por ti”. Esta es la mejor demostración que es una novela que trata sobre la muerte.

· CubaDespués de la Segunda Guerra Mundial, el escritor se estableció en Cuba, a 20 kilómetros de la Habana en la Finca “Vigía”. Su casa siempre fue visitada, pero después de recibir el Premio Nobel la concurrida se acrecentó. En la Habana era habitué de los restaurant “La Bodeguita del Medio y Floridita”.

Me cuenta Armando Duran que una vez se lo tropezó en la barra del “Floridita”, quiso saludarlo y decirle que era un gran ad-mirador de sus cuentos, “nada más notar mis intenciones, me mando pal carajo”. Después de 1959, aparentemente mantuvo buenas relaciones con Fidel Castro. En 1960, la revolución amenazó con expropiar las propiedades de los norteamericanos. En julio de ese año salió de Cuba, dejando las obras de artes y sus manuscritos. En 1961, expropiaron la finca Vigía.

· Una Vida de TragediaErnest Hemingway nunca se preocupó por su vestimenta, la barba blanca y siempre sonriente, con sandalias de cuero, la piel quemada por el sol. Cargaba en su humanidad más de doscientas heridas. Se casó cuatro veces. Según el escritor Cowley, dice: “Hemingway tiene cicatrices desde la punta de su cabeza, hasta la planta del pie derecho. Podría decirse que la historia de su vida está grabada en su cuerpo”.

Al escritor lo perseguía una cadena de suicidios: su abuelo, su padre, su hermano, una hermana y su nieta. A los Hemingway se les tiene como los Kennedy de la literatura: arrastran un karma igual. Si lo vemos en su contexto, Hemingway siempre fue un aventurero, valiente ante el peligro, con un espíritu de supervivencia, siempre andaba en el filo de la muerte. En la guerra, esquirlas de granada; en Paris, cristales en la cabeza; accidentes automovilísticos en Estados Unidos y otro en Londres; en su finca en Cuba chocó contra un muro de piedra. En 1954, tuvo dos accidentes aéreos en África: en el Congo iba en un avión que chocó con un tendido eléctrico, en Entebbe el avión en que iba explotó despegando; en ambos accidentes sufrió graves quemaduras; siempre se salvó. Fue un gran bebedor.

Con su hijo Gregory, tuvo una relación muy conflictiva de amor y odio; en 1961, se sintió culpable del homicidio de su padre. Gregory murió en una cárcel de mujeres en Miami…. (Después de leer sobre el famoso escritor, también me cuesta creer que en la madrugada del 2 de julio de 1961, él le haya puesto 2 balas calibre 12 a las escopeta, para luego metérsela en la boca, dispararse y se volarse los sesos).

Fuente: La Vida de Hemingway. Los Hemingway una Familia Singular. 18-07-2015

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E ste nuevo aniversario de la revolución que triun-fó en Nicaragua en 1979 me sorprende lejos, en el espacio y en el tiempo. Parece que fue

ayer, tiende uno a decir cuando los acontecimientos que evoca son de verdad remotos, pero los relieves se los dan la memoria y el sentimiento, y por eso parecen tan cerca-nos aunque el tiempo siga poniéndoles encima esa pátina inevitable.

Lejos, en Santander, donde he terminado hoy mi curso de una semana en el ciclo El autor y su obra, y he hablado de mis libros con participantes de muy diversas edades, que han llegado de muy distintas partes de España, convocados por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo.

Las clases se han celebrado hasta este mediodía en la casa del faro al borde de uno de los acantilados de esta penín-sula en cuya cima se alza el palacio de la Magdalena, y desde las ventanas se ven pasar las embarcaciones que van entrando lentamente a la rada del puerto. Ayer fue el día de la virgen del Carmen, patrona de los pescadores y una alegre procesión marina, entre un coro de sirenas de barcos, llevando a la virgen en la nave capitana, pasó frente a esas ventanas. Qué escenario tan distinto y distante a aquel de la plaza de la revolución en Managua, cuando el aire se llenaba con salvas de fusilería y repicaban las cam-panas entre el agitar de las banderas.

Mis estudiantes no esconden su curiosidad al enfrentarse con alguien que les habla de los vericuetos de las invencio-nes literarias, de la factura de sus novelas, de sus proce-dimientos para escribir, de su encuentro diario con las pa-labras, habiendo sido protagonista de una revolución, y no se resisten a interrogarme sobre esa vida que un día llevé, y yo tampoco me resisto a responder. Siempre se recuerda con el gozo de la nostalgia.

Vida y literatura se mezclan de manera indisoluble. Y, otra vez, como ahora, se me termina preguntado: ¿volvería a hacer lo mismo, abandonar la literatura para entregarme a una revolución? ¿No me parece que si al fin de cuentas

todo vino a resultar en lo contrario, aquella lucha no valió la pena? ¿No fue en balde tanto esfuerzo para volver a lo mismo de antes?

Quienes me hacen esas preguntas, convocados de luga-res tan diversos como Madrid o Sevilla, Alicante o Granada, Murcia o Albacete, saben en qué vino a resultar la revolu-ción en Nicaragua, aunque hayan llegado aquí seducidos por la literatura, a la que aman. Es, además, una revolución, que en su momento de gloria, levantó fervor en España.

Son las preguntas que poco después que perdimos las elecciones en 1990, que pusieron fin a una década de revolución, intenté dilucidar en mi libro de memoria Adiós muchachos y las respondo ahora otra vez a mis alumnos, quienes esperan con atención mis respuestas.

Y esas respuestas no han variado desde aquel entonces, en la medida en que los ideales que estaban conmigo, in-disolublemente unidos a mí y a tantos otros la tarde en que entramos en triunfo a aquella plaza 36 años atrás, siguen siendo los mismos.

Los ideales tienen necesariamente una calidad que no se deteriora con el paso de los años, o nunca lo fueron. Liber-tad y democracia, equidad y justicia. Palabras simples, y tan necesarias, por las que dieron su vida miles de jóvenes que lucharon por derrocar a aquella dictadura de la familia Somoza; los mejores jóvenes, muchachos y muchachas, que ha dado Nicaragua en toda su historia, los más genero-sos, los más desprendidos, los más desapegados de intere-ses materiales, ambiciones de riqueza, o de poder personal. Somoza, y quienes huyeron con él a Miami, representaban, en cambio, todo lo contrario: el egoísmo más obsceno y el afán desmedido por la riqueza, tanto que fueron capaces de asesinar por ella.

Como he venido desde el otro lado del mar para hablar de la majestad de la invención, les relato a mis alumnos una historia que ha estado desde siempre en el imaginario anó-nimo de Nicaragua, y que se cuenta de boca en boca. Yo la

El pájaro del dulce encanto serGio ramírez

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escuchaba relatar de niño. Es la historia del pájaro del dulce encanto. Se trata de un pájaro de bello plumaje y colores refulgentes que vuela sobre las cabezas incitan-do a cogerlo, y cuando alguien alza las manos y lo atra-pa, sólo lo queda en ellas es un montón de excremento.

Esta no es sino una parábola de la frustración y el des-engaño repetidos, la forma en que la sabiduría popular se previene a sí misma de no dar crédito a las quimeras que toda la vida acabarán convertidas en detritus; pero, al fin y al cabo, es una advertencia contra la inutilidad del esfuerzo por cambiar las cosas, y es allí donde la moraleja se vuelve perversa. Siempre vamos a tener, al final, las manos llenas de excremento, y la belleza de los sueños cumplidos no existe.

Pero no es cierto que seamos el único país de América Latina condenado a la repetición del fracaso. No pode-mos aceptar que nuestra historia sea un juego de espe-jos donde una dictadura refleja a otra, donde un caudillo encuentra su sucesor en otro caudillo, donde una familia se entroniza en el poder sólo para dar paso a otra familia en el poder. Donde la democracia, las instituciones fir-mes, la justicia libre de trampas corruptas, la libertad de elegir a los gobernantes, serán siempre sólo un remedo, o una burla, una pantomima trágica.

Quizás lo que nos ha ocurrido, les digo a mis estudiantes, y ya nos apuramos porque nos anuncian la ceremonia de entrega de los diplomas, es que hasta ahora ha revolo-teado sobre nuestras cabezas el pájaro falso. Hermoso, pero falso. El otro, el verdadero, hay que hacerlo entre todos, pluma por pluma. El que realmente nos merece-mos. Y no me cabe duda que un día lo tendremos.

www.facebook.com/escritorsergioramirezhttp://twitter.com/sergioramirezm

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A ntes de viajar a Venezuela, a Javier Cercas le advirtieron que es difícil conseguir en el país sus más recientes obras, especialmente las editadas por Random House, que dejó de operar acá. Sin embargo, exalta a todos esos lectores que, sin importar las contrariedades, aún buscan sus libros.

Es la primera vez que viene. “Me fastidia bastante no haber podido venir antes, así como a otros lugares de América Latina. Hay una frase de Hugh Thomas que dice: Quien solo conoce España no conoce España. América Latina forma parte de España. Ocurre también con un venezolano, que cuando viaja para allá, reconoce algo que también es propio, igual que ir a Argentina o México. Hay una comunidad histórica evidente”.

El año pasado publicó El impostor, que tiene como protagonista al líder sindical Enric Marco Batlle, personaje bastante pe-culiar en España por haber mentido sobre su pasado durante la Segunda Guerra Mundial. El autor vuelve con un tema que le fascina, la historia y sus protagonistas confusos y edulcorados.

Vino para hablar de su obra y del futuro del libro en el Mes Cultural de España y en la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo.

Javier Cercas:“Inventamos mentiras

porque la verdad es desagradable”

El escritor visita por primera vez Venezuela. El autor español, que participará en una serie de actividades en Caracas y Valencia, considera que el poder siempre

le teme a la verdad. Recuerda, además, que los poetas son peligrosos.

El autor de «Anatomía de un instante» considera que las sociedades exaltan a los héroes de mentira

HUMBERTO SÁNCHEZ AMAYA

[email protected]

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—Ha hablado mucho de la historia colectiva como invento. ¿Es más atractiva la invención?—Inventamos mentiras porque la verdad es desagradable. Este libro está situado en España, pero como toda literatura plantea problemas universales, como el maquillaje del pasado. Vengo de Francia, donde siempre cito una frase de Charles de Gaulle: “Los franceses no tienen necesidad de la verdad”. Convenció a muchos de que hubo pocos colaboracionistas. Falso, la mayoría francesa hizo poco contra los alemanes. En España ocurre lo mismo con el franquismo. Al poder le interesa inventar la historia

—¿Hay entonces un encanto con el engaño?—Sí, pero también una necesidad. No es fácil afrontar la verdad. Una pregunta importante en El impostor es cómo es posible que el protagonista, un personaje real, engañara durante años a un país entero sobre los campos nazis. Fue un héroe civil y nadie puso en duda su relato. La versión de su historia era una que todo el mundo quería escuchar, digerible, sentimental y maniquea.

—Es ese mismo encanto el que tienen los poetas a los que se refiere en Soldados de Salamina, en el que usted afirma que son ellos quienes siempre ganan las guerras.—Los poetas son peligrosísimos, por eso Platón los echó de la República. El poder de la palabra es extraordinario. La lite-ratura no es solo un entretenimiento. Uno de los temas dice: “Detrás de todo genocidio siempre hay un poeta”. Los jóvenes no van a la guerra por poder y dinero, sino por los ideales. La literatura es dinamita y fuego, que puede servir para lo mejor y lo peor. Es un idiota el que crea que los escritores no tenemos ninguna responsabilidad. La nuestra es mayor que la de los políticos. A la larga, los que configuran el mundo son los dueños de la palabra. Los políticos se encargan del día a día, de cambiar alguna ley, que es muy importante.

—¿Cómo se protege una sociedad de esa memoria colectiva impostada?—Tiene que usar la palabra para decir la verdad, aunque no siempre sea soportable. La gran literatura usa la verdad, que no es la de la historia o del periodismo. La palabra literaria sirve para desenmascarar las mentiras.

—No es el primero en decir que una de las virtudes máximas de la literatura es la libertad.—Lo de la libertad hay que precisarlo. Uno no puede hacer lo que le dé la gana. La literatura tiene sus reglas, pero las pone uno. La revolución de Cervantes fue crear un género bastardo en el que cabe todo. Por eso asimila la historia, el ensayo, la poesía, el periodismo. Un escritor no es libre cuando se conforma con sus propios límites, cuando es incapaz de conseguir que el lenguaje hable a través de él y de crear cosas que lo superan. Tampoco lo es cuando repite sus fórmulas, que ocurre con algunos que se llaman vanguardistas.

—¿Sospecha entonces de la vanguardia?—No, intento ser vanguardista porque cada libro que escribo quiero que sea distinto, pero la vanguardia como fenómeno histórico tuvo su tiempo. Es tradición.

—Tilda como un gran hecho de ficción el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 en España. ¿Qué momentos considera similares en el siglo XXI?—La caída de las Torres Gemelas. Cuando hablo sobre el 23 de febrero me refiero a las construcciones que se han hecho sobre ese hecho. A lo largo de los años se superponen teorías insensatas, medias verdades y mentiras. ¿Qué es un espa-ñol? Una persona que tiene una teoría sobre ese día. Lo ves con el asesinato de Kennedy, un ejemplo de ficción colectiva. Eso ocurre en momentos en los que convergen todos los demonios del pasado de un país. Los medios de comunicación también tienen un gran poder. Lo que no ocurre ahí, no existe. También existen las ficciones individuales.

—¿Como cuáles?—La del protagonista de El impostor, un hombre que construye su vida como una ficción. Por un lado está su vida y por otro la que crea. Eso hacemos todos, en cierto sentido.

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—Entonces, ¿cómo es la vida de Javier Cercas?—Como la de los demás, bastante aburrida. Viajo demasiado y procuro pasarla bien. Cuando mejor lo paso es mientras escribo.

—¿Y hay ficciones alrededor de su vida?—A patadas. La gente cree que soy periodista, por ejemplo. Hay muchas cosas que creen sobre mí, como también sobre ti. Esas ficciones pasan a formar parte de la realidad. Tengo una ventaja, sé quién soy, como Don Quijote. Soy el que está en mis libros. Cuando no escribo, me pierdo.

—Vivimos en sociedades que exaltan a los héroes. ¿Qué es para usted un héroe?—¿Tú crees? No lo sé. Esa es una reflexión que he hecho. Siempre me interesó el asunto, desde pequeño, cuando leía novelas de aventuras. Hay una condición mínima para ser un héroe. Es capaz de decir que no cuando todos dicen que sí. Pero eso no basta. Es el hombre rebelde de Camus. Solo he creado un héroe de verdad, el protagonista de Soldados de Salamina. Cuando todo conspira para que mate a un hombre, no lo hace. En realidad no creo que se exalten a los héroes. Se exaltan los falsos héroes, los de pacotilla. A los de verdad muy pocos lo conocen. La virtud es secreta.

—Viene a Venezuela en un momento difícil para la industria editorial. La feria en Valencia ha tenido problemas económicos. No es común conseguir libros recientes. Me imagino que lo hablará con colegas de acá ¿Está al tanto de lo que ocurre en el país?—Es una pregunta para un editor. La industria editorial me interesa relativamente. Escribo, pero soy consciente de los pro-blemas de Venezuela no solo en el ámbito editorial. Lo que pasa acá interesa a muchos, especialmente en España. No me atrevo a opinar, porque me parece temerario e imprudente. Es un momento difícil, creo que se puede seguir adelante más pronto de lo que creemos. Lo que ocurre en la industria editorial es un reflejo de la economía del país. Hay muchas cosas que no entiendo. No quiero entrar en detalles. Es el primer día que estoy acá. A lo mejor el último me atrevo a hacerlo con más autoridad.

Conferencia: El hombre que dice no.

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Madrid.- En la vida, sostiene el escritor francés Éric Rein-hardt, “las cosas no ocurren como en las novelas”, aunque en muchos casos ficción y realidad se confundan en sus páginas, como sucede en “El amor y los bosques”, cuya pro-tagonista víctima de violencia machista vive “seis horas de luminosidad adúltera”.

Reinhardt se empapó de realidad, de una realidad trágica, la del maltrato y la violencia que sufren muchas mujeres, “todo tipo de mujeres”, destaca, para escribir la que es su segun-da novela traducida al español, editada por Alfaguara, que llega a las librerías precedida del éxito en Francia, donde además de buenas críticas optó al premio Goncourt.

“La realidad es casi siempre contradictoria. Cuando miramos con atención la vida, sobre todo la de los

demás, no la comprendemos”, argumenta el escritor en una conversación con Efe.

Dotado de una sensibilidad “que gusta a las mujeres”, re-conoce Reinhardt -”es innegable que tengo una parte fe-menina”, dice-, fueron los testimonios, orales y escritos, de algunas de sus lectoras, víctimas del acoso de sus parejas, lo que le movió a escribir esta novela, protagonizada por Bénédicte Ombredane, una “madame Bovary contemporá-nea”.

Una mujer joven, en la mitad de la treintena, madre de dos hijos, profesora, lectora -encuentra en los libros una tabla de salvación- y casada con un hombre atormentado que con-vertirá su vida en un infierno. Una vida sin amor, triste, mo-nótona, tremendamente dura, fría, sosa, árida, siniestra...

Bénédicte Ombredane es una cosa y la contraria. “Una aleación de orgullo y sumisión, de ambición y de temor, de fervor y resignación, de audacia y de

repliegue, de narcisismo y de abnegación”, según la describe Éric Reinhardt.

Éric Reinhardt: “En la vida, las cosas no ocurren como en las novelas”

El escritor francés se empapó de realidad, de una realidad trágica, la del maltra-to y la violencia que sufren muchas mujeres, “todo tipo de mujeres”, destaca.

“La realidad es casi siempre contradictoria”, asegura el escritor (Efe)

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“Es -continúa su creador- una persona que vive, sobre todo, en sus sueños, en su cabeza, en su mente, más que en la realidad. Una mujer sin armas para enfren-tarse a las dificultades del mundo real. A la que no le

gusta luchar, a la que no le gustan los conflictos”.

Quizás por ello su historia de amor pasional, de amor ver-dadero, con un hombre, Christian, al que conoce a través de una página de contactos en internet, apenas dura seis horas. “Seis horas de felicidad, de luminosidad adúltera”, recalca Éric Reinhardt.

“Es una mujer que nunca hasta entonces ha engañado a su marido, e incapaz de que sus escasos momentos de revo-lución, de explosión personal, duren, y le permitan construir algo más real. Le repugna tener una doble vida”, argumenta el escritor.

A partir de ese momento, el día a día de la protagonista será “un remolino incesante y compacto de culpabili-dad, dolor, euforia, sublevación, remordimientos, ale-gría, miedo, dicha, deseo, excitación, amargura,...”,

sentimientos que “gritan en sus entrañas” constantemente.

Editor de libros de arte, además de colaborar con artistas de diferentes disciplinas, entre los que se encuentra el diseña-dor de calzado Christian Louboutin, Reinhardt considera que el “verdadero problema” de las mujeres víctimas de violencia machista “es la vergüenza” que sienten para hablar de ello.

Bénédicte Ombredanne es un personaje tan ficticio como real. “Es una fusión de muchas mujeres”, insiste Éric Reinhardt, que busca en la escritura “una cuestión estética, antes que nada”.

“Crear una obra de arte es para mí lo que tiene más peso”, señala Reinhardt sobre la escritura. “Es lo que más me importa. Que mis libros tengan, además de potencia, poder, una fuerza estética. Quiero contar historias que me inspiren, que me toquen, que me lleguen. Y si además son

útiles para los demás, mejor”.

Cuenta el escritor (Nancy, 1965) que muchos lectores le han preguntado cómo es posible que este libro lo haya escrito un hombre, por su profundo conocimiento del alma y el sentir de las mujeres, “que haya sabido meterme en la piel de una mujer” de una forma tan efectiva, pero no tiene respuesta a esa pregunta.

“No he escrito este libro -asegura- de una manera dis-tinta a los anteriores. Todos los capítulos de la novela en los que yo soy Bénédicte los he escrito poniéndo-me en su piel, como hago cuando un personaje es masculino. La he creado con lo que soy yo. Con mi universo, mi sensibilidad, mi relación con la realidad”.

Para la literatura, continúa, “lo que es rico son los personajes conectados constantemente con su vida interior, que viven con sensibilidad. Y que reaccionan, quizás más de manera epidérmica, a las situaciones que viven”.

Y eso, quizás, reconoce, “lo encontramos más en las mujeres, en los personajes femeninos, porque los

hombres están más volcados hacia afuera que hacia su interior”.

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T omando una variedad de personajes de Miguel de Cervantes: el escritor Jesús Torres Rivero se prodiga en un enjundioso ensayo para el conoci-

miento, la explicación y la comprensión de nuestra identidad étnica. “La Huella Insondable” es el sugerente nombre que como el propio autor cumanés señala, es algo muy parecido a su propio ser y a las vicisitudes de su existencia.

A Cervantes le corresponde un ciclo existencial, ubicado en-tre dos siglos y dos cosmovisiones: Renacimiento y Barroco. Víctor Hugo opinaba: “Hay que leerlo entre líneas, porque tiene su aparte, pero más que uno, existen muchos matices o apartes en EL QUIJOTE, la obra que va unida en forma indeleble al autor”. La multitud de temas o de cuestiones y la complejidad u hondura de su pensamiento –aparte del estilo, belleza, riqueza literaria en cuanto a fonemas, térmi-nos, vocablos – forman no uno, sino múltiples sentidos sin detrimento de la unidad de la primera novela del mundo. Co-locada ella como la más emblemática de todos los tiempos, El Quijote es inseparable de su autor. Hablar del caballero de la triste figura y de su autor parece una misma cosa; pues tanto uno como el otro son resultado de una misma y única voluntad. Cervantes no solo fue un ilustre hidalgo, hombre integro, lleno de humanidad y de humanismo, poeta e ilustre soldado bajo las banderas de Felipe II, del cual se decía que en sus dominios no se ponía el sol.

Aquellos territorios sobre los que reinaba Felipe II, Prínci-pe del Renacimiento, Aquellas cincuentas futuras naciones, constituían en tiempos de Cervantes un conjunto de enti-dades de identidad nacional o unitaria, aún bajo un Estado providencial. Era la mayor empresa del mundo sobre la que jamás un monarca hubiera podido soñar ejercer su poder; gracias a una fe prodigiosa, a un afán de aventuras, a altos ideales. No en vano el monarca debía meditar muy honda-mente sus graves decisiones, Si Cervantes vivió entre tres reinados, no podemos olvidar los principios, los fines here-dados de un tiempo inmediato a su nacimiento, como tam-poco sus consecuencias, marcando la evolución del Imperio a través de Felipe II, III y IV. Aquella realidad jurídica, política, étnica y cultural que era el Imperio hispano-portugués se

encontraba en su cenit, al sobrevenir su nacimiento. Sería Cervantes, entre otros, uno de los hombres más representa-tivos al ser parte fundamental de los hechos que cimentaron la hispanidad, como lo serían igualmente Lope de Vega o Calderón de la Barca, solo por citar otros escritores-solda-dos, Aunque la vida de Cervantes se sitúa entre los Siglos XVI y XVII, aquella unión famosa de las armas y las letras iba a configurar uno de los últimos arquetipos en las postri-merías de aquel período socio-político, cuando el autor del Quijote llega a la madurez creando en él un sustrato cultural de vital importancia.

La literatura no es solo reflejo de las formas de vida, aconte-cimientos políticos, modos de pensar de un tiempo, sino de todo un sentido casi autobiográfico con un claro propósito ejemplificador, sin que en su sencillez y austeridad, acaso se le hubiere ocurrido a Cervantes, pues era la formulación de lo español a la par que recogía su sentir particular, su moral, su cristianismo. Así era efectivamente, porque aquella histo-ria era en buena medida, la del combatiente contra el turco, el cautivo en “LOS BAÑOS DE ARGEL” o el enamorado en “LA GRAN SULTANA”

Los españoles comenzarían la expansión descubriendo las Islas de Guananí (San Salvador), Juana (Cuba) y Santo Domingo en aguas del Caribe; posteriormente Venezuela, México y los inmensos territorios que consecutivamente conformaron los Estados Unidos de América. Los mitos de Cipola, El Dorado y los grandes ríos, Mississipi, Río Gran-de, Amazonas, Orinoco. Españoles y portugueses se habían repartido el mundo y Núñez de Balboa, desde el istmo de Panamá, descubría el Pacífico. Con la expresión: “Yo soy hijo de la piedra, que padre no conocí” del personaje Pedro de Urdenalas, Torres Rivero nos plantea la ruptura e inicio de una forma de pensar y existir para una época. Nosotros pudiéramos definirlo como el deslinde subjetivo de un ayer que concluía y un mañana que se comenzaba a imaginar en la medida de las aspiraciones y los sueños. Definitivamente era un cambio profundo en el español de esa época, atra-pado entre la nobleza y la iglesia. Este personaje, que es la expresión de la picardía, de la viveza o de la bellaquería a la

LA HUELLA INSONDABLE césar YeGres

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que tiene que acudir para enfrentar su condición marginal, como bien señala el ensayo, es rescatado por Cervantes en una literatura popular, convirtiéndolo en un prototipo de la condición humana con todo lo ella conlleva.

El español que llega a nuestras tierras, no solo interviene en nuestra conquista territorial, sino que trae consigo, al decir de Andrés Eloy Blanco en su “Canto a España”... “y fui so-noro cuando tuve nidos, porque tus ruiseñores anidaron en mí”, refriéndose a la lengua. Pero es además, un evangeli-zador que se siente en el deber de dar a conocer su fe y su Dios. E igualmente es una mentalidad de leyendas, mitos y ritos de los que difícilmente se va a desprender. Rufino Blanco Fombona, citado en el ensayo por su obra: “El Con-quistador Español del Siglo XVI” expresa: “Para conocer el modo de ser español, en alguno de sus rasgos esenciales, se empleará aquí la palabra raza, no en sentido antropo-lógico, sino como grupos de gentes con determinados ca-racteres físicos y psíquicos que durante largos períodos se han desenvueltos en circunstancias que les permiten tener y conservar ciertas características”. Eran seres con profundas y arraigadas creencias fantasiosas y mágicas, propagadores de leyendas, convencidos en absoluto de mitos que le dieron a nuestra cultura una carga extraordinaria de lo que hoy se denomina la raza latina. Arturo Uslar Pietri define esto en una frase magistral, asimismo citada: “No somos una raza, sino una cultura cósmica”.

El libro rechaza, por exagerada, la visión del escritor y psi-quiatra Francisco Herrera Luque en su obra “Los Viajeros de India” quien expone una tesis que nosotros tampoco compartimos, de afirmar que los hispanoamericanos y en particular los venezolanos tenemos una especie de sino o estigma, una marca maldita, de la que no escaparemos ja-más. Ello está en contradicción asimismo con un antológico ensayo de Don Mario Briceño Iragorry que afirma que Vene-zuela había tenido el privilegio de un mestizaje maravilloso, totalmente distinto y más amplio en comparación a otros países iberoamericanos; porque en nuestra composición se daban cita el indígena, el español, el africano y el árabe, porque no en balde los moros permanecieron siete siglos en España. Continúa Don Mario que, a raíz de nuestro proceso independentista, se da en Venezuela, a diferencia de otros países del área, una gran homogeneidad social. Así, nunca hemos tenido problemas raciales, religiosos ni de xenofobia. Esa mezcla aludida nos ha hecho ser distintos y diferentes. El proceso de mestizaje era casi espontáneo, afirma Torres Rivero, que apoyado en textos de algunos historiadores, ta-

les como Isaac Pardo y Demetrio Ramos, quienes dicen, que tan pronto el español se instalaba, comenzaba un cambio en su comportamiento tanto de costumbre y lenguaje como por su relación con los indígenas y con Mariano Picón Salas, agrega que ese español era más fundador que otra cosa y sin que dejara de interesarse por otras cosas, como las económicas, su visión y su propósito era dar lugar a pueblos. Reconoce Torres Rivero en su ensayo, las tropelías, crímenes y barbaries de una gran legión de los conquistadores. Juan de Ampíes, Lope de Aguirre, Gonzalo de Ocampo, Diego de Ordáz. Juan González, Francisco Vides... pero igualmente tres hombres como Pedro Córdova, Antonio Montesinos y Bartolomé de las Casas, al igual que tantos otros, impusie-ron un freno a esos desmanes y ayudaron a mejorar las relaciones española-indígena. La influencia del Padre Bar-tolomé de las Casas es notoria en la sanción de las Leyes de Burgos que humanizaron el trato a los indígenas. Apunta y reflexiona sobre el arrojo de los españoles; su no miedo a la muerte, producto tal vez de sus arraigadas convicciones religiosas, la creencia en la resurrección y en un estadio de vida superior, hacen decir a Ortega y Gasset que es como “una búsqueda inconsciente de la inmortalidad”.

Un porcentaje muy elevado de origen de los conquistadores eran nativos de Andalucía. Cumaná llegó a ser denominada en una época Nueva Andalucía. Y este tipo de español trae consigo unas características que hemos heredado como fundamento de nuestro mestizaje. Herrera Luque afirma: “Andalucía fue la parte de España que se desgajó con su sorna para darnos vida”. El andaluz tiene una particular gra-cia, no solo en su hablar, sino que en su estructura y en sus viseras posee una picardía innata que forma parte indisolu-ble de su especificidad humana. Torres Rivero acude en su narrativa a ejemplos de mucha plasticidad al respecto. Hay un maravilloso pasaje, atribuido a Cervantes, que testimonia esta particularidad andaluza. Dice el autor de El Quijote en la obra “La Tía Fingida” al referirse la tía a Esperanza: “Los extremos tienen de todo, como en boticarios, y son como la alquimia, que si llega plata, lo es, y si a cobre, cobre se que-da. Para los andaluces, hija hay necesidad detener 15 senti-dos, no que 5; porque son agudos y perspicaces de ingenio, astutos, sagaces y no nada miserables” Todo ello contiene elementos atávicos que definen una conducta, porque es el nombre de la Cruz el que se utiliza como arma arrojadiza o escudo defensivo. Es preciso entender esto para derivar el compromiso originario del espíritu sacrificial. Existe un viejo aforismo que dice que el italiano es la lengua del arte, el francés la del amor, el inglés la de los caballos y el alemán

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el de la guerra; pero el castellano es el idioma para hablar con Dios.

Nosotros decimos que sin la lengua de Cervantes, uno de los idiomas más ricos del mundo, no podríamos haber conocido la obra del mayor de los escritores y retomando nuevamente a Cervantes, debemos decir que es un signo de identidad del ser hispano. El es el “ha de ser”, que exige el antiguo código de honor. Se destacó por su afán de servicio, bondad hasta la ingenuidad, tampoco exento de cierta picardía en su época más madura. Con un sentido del humor que nunca fue cáustico ni visceral, sino más bien refinado e inteligente, crítico e irónico, pero nunca sarcástico. Es ese tono sose-gado, carente de odios, a pesar de todas las humillaciones y falsas acusaciones, el que configura el temple del más grande de los escritores de lengua castellana: Don Miguel de Cervantes y Saavedra.

Torres Rivero nos conduce, bien documentado, en estupen-da y comprensible escritura, a un mundo mágico. Lleno de todos los elementos que tipifican al conquistador y al indíge-na y nos deja abierto el camino para la discusión y la perma-nente búsqueda. El encanto de los personajes cervantinos que le dan contenido y sentido al ensayo, son el bagaje de un fenómeno político y cultural que toma asiento en nuestro continente. Nuestros indígenas tuvieron su propia cultura; el mundo africano aportó otro tanto, la mora por su per-manencia ibérica. ¡Pero España! La España de siempre nos legó costumbres, tradiciones y tantas otras cosas; pero en particular ¡La Lengua! Esa maravilla de comunicación y ex-presión que pudiéramos resumirla en aquella conversación de un niño cristiano y un miembro del Islam en la cual el musulmán expresa: que lengua?

En vizcaína,que es lengua que se averigua que lleva el lauro de Antiguaa la Etiopía y a la Abisinia

Esa lengua de valorpor su antigüedad es sola,enséñale la españolaque la entenderá mejor

El politólogo Jesús Alberto Castillo hace una atinada presen-tación del ensayo en cuestión, resaltando los elementos de la “América Colombina” y expresando que el autor se prodiga en un texto de herencia cultural trascendente. Cierto o falso, se dice que Bolívar, poco antes de morir, exclamó que entre los grandes majaderos de la historia estaban, entre otros, el caballero de la triste figura y él. Ello denota la influencia del pensamiento del Quijote en el Libertador. Torres Rivero, en su magnífico trabajo, nos hace sentir el orgullo del gentilicio indígena, español, africano y árabe. Nos reencuentra con nuestros orígenes y de la identidad de la que estamos con-formados. Esto lo expresó poéticamente Andrés Eloy Blanco en su “Canto a España” ya citado: “ ...Y el mundo estupe-facto, verá las maravillas, de una raza que tiene por pedestal tres quillas, y crece como un árbol, hacia Dios.

LA HUELLA INSONDABLE CESAR YEGRES M.

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E l Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt se estrena en el mundo académico europeo en la década de los veinte del siglo pasado, con el auspicio económico de Felix Weil. La primera y segunda etapa del Instituto correspondió a la dirección de Carl Grünberg (1923-1928) y Max Horkheimer (1928-1933). Con Horkheimer

se incorporarían otros pensadores relevantes: Leo Löwenthal, Herbert Marcuse, Otto Kirchheimer, Theodor Adorno, Franz Neumann, Erich Fromm. Luego se uniría el sociólogo y filósofo alemán Jürgen Habermas. Walter Benjamín no perteneció de manera oficial al Instituto, pero su vinculación con estos pensadores contribuyó a enriquecer el debate sobre la cultura y la sociedad de masas.

En 1933, el Instituto, mejor conocido como Escuela de Frankfurt, se clausuró en la dictadura de Adolf Hitler, que se impu-so en Alemania entre 1925 y 1945. El régimen nazista organizó una campaña antisemítica que marcó el destino de los intelectuales judíos que formaban parte de este centro de investigación. Algunos de sus miembros lograron establecerse en la década de los treinta en los Estados Unidos, en la Universidad de Columbia, donde encuentran el espacio intelectual propicio para desarrollar su fecunda reflexión sobre la crisis política, económica y moral de la sociedad contemporánea.

Para la Escuela de Frankfurt, la modernidad ilustrada utiliza de manera instrumental la razón y la ciencia asociándose a diversos métodos como el empirismo, la crítica racional abstracta, el pensamiento hipotético-deductivo, incumpliendo con la promesa de edificar una sociedad libre de opresión y de explotación material y espiritual. Fromm hace un llamado de

Frankfurt comunicador

“Para la Escuela de Frankfurt, la modernidad ilustrada utiliza de manera instrumental la razón y la ciencia asociándose a diversos métodos como el

empirismo, la crítica racional abstracta, el pensamiento hipotético-deductivo, incumpliendo con la promesa de edificar una sociedad libre de opresión

y de explotación material y espiritual”

GUSTAVO HERNÁNDEZ DÍAZ

Entrevista a Gustavo Hernández | Foto: Papel Literario

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atención moral en el sentido de que el hombre debe utilizar la razón crítica con el fin de permanecer atentos ante cualquier tipo de aplicación práctica de la ciencia y de la tecnología que pudiera poner en peligro a la humanidad.

De igual forma, Marcuse coincide con el planteamiento de Fromm cuando asevera: “En la realidad social, a pesar de todos los cambios, la dominación del hombre por el hombre es todavía una continuidad histórica que vincula la Razón pre-tecnológica con la tecnológica. Sin embargo, la sociedad que proyecta y realiza la transformación tecnológica de la naturaleza, altera la base de la dominación, reemplazando gradualmente la dependencia personal por la dependencia al orden objetivo de las cosas (las leyes económicas, los mercados, etc.)”

La Escuela de Frankfurt entiende que la verdadera función de la filosofía crítica radica en reflexionar sobre las creencias, las conductas y las relaciones sociales de producción y reproducción dominante que se generan en una época determi-nada; siempre en la búsqueda por conocer los fundamentos que dieron origen a los acontecimientos históricos. Escribe Horkheimer:

“La teoría crítica es un elemento esencial en el esfuerzo histórico dirigido a crear un mundo que satisfaga las necesidades y poderes de los hombres. Nunca busca simplemente un incremento del conocimiento como tal: su objetivo es la emancipación del hombre de la esclavitud.”

Los planteamientos del psicoanálisis de Sigmund Freud resultaron de gran utilidad para los pensadores frankfurtianos, ya que brindaban una lectura histórica y psicosocial muy detallada sobre los deseos, los instintos, la sumisión, la represión, la racionalización y los procesos de identificación y proyección, que se manifiestan a nivel inconsciente.

El malestar de la cultura de Sigmund Freud, publicado en 1930, presenta un análisis pormenorizado sobre la crisis de los valores morales y espirituales ante el afán de lucro y poder irracional, propiciado por la misma sociedad mercantilista. Habla Freud:

“Uno no puede apartar de sí la impresión de que los seres humanos suelen aplicar falsos raseros; poder, éxito y riqueza es lo que pretenden para sí y lo que admiran en otros, menospreciando los verdaderos valores

de la vida. Mas en un juicio universal de esa índole, uno corre el peligro de olvidar la variedad del mundo humano y de su vida anímica.”

La Escuela de Frankfurt insiste en el tema abordado por Freud respecto a la insatisfacción psicosocial del hombre ante la cultura de su tiempo, esta vez desde la perspectiva de la economía política marxista. Surge así el término Industria Cultural, desarrollado por los filósofos Theodor Adorno y Max Horkheimer entre los años 1944 y 1947. Industria Cultural significa, en lo esencial, que los medios masivos homogeneízan, serializan y banalizan la alta cultura y las Bellas Artes. Estos pensadores dirían en Dialéctica del Iluminismo: “La civilización actual concede un aire de semejanza. Films, radio y semanarios constituyen un sistema. Las manifestaciones estéticas, incluso de los opositores políticos, celebran del mismo modo el elogio del ritmo de acero.”

Sin embargo, los medios masivos no degradan necesariamente el arte. En La obra de arte en la época de su reproducti-bilidad técnica, Walter Benjamin advierte: “por primera vez en la historia universal, la reproductibilidad técnica emancipa a la obra artística de su existencia parasitaria en un ritual. La obra de arte reproducida se convierte, en medida siempre creciente, en reproducción de una obra artística dispuesta para ser reproducida”.

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Si bien la reproducción técnica y audiovisual tiende a sacrificar el valor estético y la autenticidad temática y argumentativa de una obra determinada, no podemos soslayar el hecho de que los medios masivos internacionales se han esforzado por divulgar contenidos culturales, científicos y educativos que fortalezcan valores sociales en las audiencias. Esto lo podemos constatar sobre todo en programas transmitidos por la televisión por suscripción así como en Vale TV, canal cultural y educativo venezolano, fundado en 1998.

La importancia de la Escuela de Frankfurt en el campo de la comunicación y la cultura estriba en el hecho de que se ocu-paron en estudiar las implicaciones económicas, políticas y psicológicas de la sociedad de consumo. Criticaron, desde la filosofía marxista, el positivismo, el funcionalismo norteamericano, el uso instrumental de la razón a favor de los aparatos ideológicos del Estado, el empleo irracional de la técnica en detrimento del hombre y de la naturaleza, así como la tergi-versación del arte y de la espiritualidad en función de los intereses lucrativos de la industria del entretenimiento.

Los humanistas Erick Fromm y Herbert Marcuse, examinaron el concepto de ideología, entendida como falsa concien-cia, con el propósito de develar un elenco de temas claves: el principio del placer y el consumismo, la psicología de las masas, la genuflexión de los pueblos ante los sistemas políticos dictatoriales y totalitarios, los procesos psíquicos como la fetichización, la idolatría y la idealización; la dicotomía entre Eros y el Thanatos, entre el placer de la creación y los impulsos primitivos que provocan aniquilación y muerte. ¿Tener o Ser? y El Hombre Unidimensional de Fromm y Marcuse, respectivamente, son obras fundamentales que abordan estos temas de orden cultural y psicosocial.

La Escuela de Frankfurt nos enseñó desde la ética de la comunicación que debemos ser consecuentes con el pensamiento crítico, humanístico y propositivo en aras de una sociedad equitativa y solidaria. Que el proceso de democratización de la comunicación y la cultura en Venezuela se ejercita en la práctica con diálogo, libertad y diversidad cultural. Que siempre existe la posibilidad de optimizar la calidad de los contenidos audiovisuales, estimulando el desarrollo de políticas públicas de comunicación y que la educación es un factor crucial para sintonizarnos con la sociedad del conocimiento, antídoto definitivo contra dogmatismos y totalitarismos.

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Huelva.-(ap) El poeta cubano Geovannys Manso, con su obra “Los leves sobresaltos”, es el ganador de la XXXV edición del Premio Hispanoamericano de Poesía Ramón Jiménez, con-vocado por la Diputación de Huelva (suroeste de España) y dotado con 6.000 euros (6.700 dólares) y la publicación de la obra.

El jurado anunció hoy el fallo, en el que destaca el “oficio y pasión” de la obra ganadora, así como su “exigencia estética e ideológica”.

Además, el jurado recomendó, por su calidad, la edición de otras dos obras que han concurrido al premio: “Quizás no baste la tierra” y “Nórdicos y heterodoxos”.

La presidenta del jurado, la profesora titular de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Huelva Rosa García Gutiérrez, precisó que la obra ganadora se construye como “un prisma, con un núcleo bien identificado y muchas caras que van de lo cotidiano a lo social, pero con una enorme coherencia, y que pasan de lo filosófico a lo íntimo”.

Asimismo, resaltó que se trata de un libro “contemporáneo y muy vivo”, de un poemario “muy comprometido ideológica y estéticamente” que hace “un uso muy pulcro y, en ocasio-

nes, erudito y virtuoso del lenguaje poético y de todos sus recursos, sobre todo de la imagen”.

Y manifestó que al igual que la obra de Juan Ramón Jimé-nez “Platero y yo” es “moguereña universalmente”, el libro ganador es “cubanamente universal”.

Tras dar a conocer el fallo del jurado, el presidente de la Diputación de Huelva, Ignacio Caraballo, trató de contactar telefónicamente con el ganador para comunicarle la noticia, pero no fue posible.

Manso es narrador, poeta y ensayista, ha trabajado como editor y promotor literario y actualmente dirige el centro de promoción Literaria de Villa Clara. Y es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Ha publicado numerosos libros desde 2001 y su obra ha merecido, entre otros premios, el Calendario de ensayo y el Premio Regino Pedroso de poesía (2005); el Fundación de la Ciudad de Santa Clara de novela (2006); el Narrativa Joven Reina del Mar Editores (2007); el Oriente (2008); el Internacional de poesía Bonaventuriano, Colombia, (2008) o el Cauce de cuento (2010).

Al premio Juan Ramón Jiménez han concurrido más de 409 obras de 26 países, de las que finalmente 20 han sido analizadas por el jurado, la mayoría de ellas de procedencia latinoamericana.

Geovannys Manso, Premio Juan Ramón Jiménez de Poesía

Manso, ganador con “Los leves sobresaltos” (Cortesía)

El jurado anunció el fallo, en el que destaca el “oficio y pasión” de la obra ganadora, así como su “exigencia estética e ideológica”.

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N o conocí personalmente a Pocaterra. Pero hubiera podido asistir al discurso que pronunció en el Concejo Municipal de Valencia en 1954, con motivo del Cuatricentenario de esa ciudad y entonces hubiera oído aquella pieza en versos que él tituló “Valencia, la de Venezuela”. Sus palabras conmovieron profundamente al auditorio

porque Pocaterra representaba el rechazo a las dictaduras y, para entonces, en Venezuela gobernaba por la fuerza, el Gene-ral Pérez Jiménez. En esa oportunidad, Pocaterra había venido solo por cuatro meses, con un permiso especial del gobierno que lo vigilaba constantemente. Pero ya el viejo luchador carecía de fuerzas para entablar nuevas contiendas políticas: sufría una enfermedad que lo llevaría a la muerte en abril del año siguiente, es decir, de 1955.

Durante su vida, Pocaterra desarrolló dos aspectos que se enlazan y se tocan mil veces. Fue un político y fue un escritor. Aunque ejerció el poder como ministro, como gobernador y embajador, su figura resalta como la del luchador que de mil formas se opuso al dictador Juan Vicente Gómez: escribió artículos en los que invitaba a los lectores a meditar sobre las realidades de nuestro país y de nuestro continente, tanto en la prensa local como después en los periódicos internacionales. Concibió novelas y cuentos en los que los personajes son lo más parecidos a los diferentes tipos que poblaban nuestras ciudades para así, en el curso de estas obras de ficción, ofrecer posibles explicaciones a nuestra manera de ser y, desde luego, proponer posibles causas a nuestras realidades. Y escribió un libro singular, que no es ni ensayo ni ficción: Memorias de un venezolano de la decadencia que le deparó un lugar destacado entre los hombres más importantes del siglo XX. Pero también tomó parte en conspiraciones contra la dictadura que le costaron la cárcel y luego el exilio.

Las Memorias de José Rafael Pocaterra. Una radiografía de la sociedad venezolana maría JoseFina TeJera

Para salvar esta sociedad muchos piensan que hace falta una dictadura. Pero la autora de este texto afirma que en “Memorias de un venezolano de

la decadencia” están las claves para comprender lo nefasto de esa realidad. Libro que atraviesa, a través de una prosa grotesca, la historia llena de intrigas,

amenazas y espionajes que se vivió durante el gobierno de Gómez

José Rafael Pocaterra | Foto Cortesía

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Me dicen que Pocaterra era hosco, serio, pero apasionado en la conversación que salpicaba de anécdotas con las que caracterizaba a diferentes personajes que él había conocido a lo largo de los múltiples episodios de su vida. La rapidez de su pensamiento y lo brillante de su lenguaje hacían que el interlocutor no avisado perdiera el hilo ante aquel borbotón de palabras que brotaban de un hombre fuerte, intenso y profundamente agudo.

· La visión venezolanistaA Pocaterra hay que juzgarlo por sus obras y hay que rebuscar en ellas, una y otra vez, la intención que tuvo al escribir y, luego, lo que nos transmite esas obras, ya a cierta distancia en el tiempo. Sin embargo, ese transcurrir del tiempo permite al lector de hoy una perspectiva beneficiosa, porque mientras más cerca se está del ser vivo, del autor, más se deforma la percepción que se tiene de la obra. En cambio, se percibe mejor la obra cuando se la mira aislada y entonces se la analiza más libremente de modo de juzgar su permanencia. Pues bien, la obra de Pocaterra resiste esta prueba, de modo tal que bien pueden trasladarse varios rasgos que él presenta en su obra como claves en el comportamiento de nuestra sociedad actual. Aunque varios aspectos de nuestra realidad han cambiado, como es la desaparición de la sociedad rural, las carac-terísticas sociales persisten.

Según el realismo literario que Pocaterra defendía, en las sociedades se destacan ciertos prototipos, los cuales él supo encarnar en personajes ficticios. Curiosamente, a esos prototipos se le adjudican en el lenguaje popular, nombres que aglu-tinan las características que los identifican, como son por ejemplo, el pájaro bravo, el camaleón, el mamador de gallo, el jalador de mecate, o el pisa pasito. Pues hoy en día, estos términos y los personajes que designan siguen vigentes. Las so-ciedades cambian, pero a largo plazo y las bases de nuestra sociedad de hoy se encuentran en la sociedad de Pocaterra.

Aparte del propósito de Pocaterra, de intervenir en el país a través de la escritura, su obra permanecerá por mucho tiempo por la crudeza de sus palabras. Huía del artificio literario por consignar una estética de “lo real”, de “lo vital” que le permitió interpretar sus temas con un estilo virulento, basado en lo terrible o lo ridículo, que todavía sacude al lector. Quizás una de sus facetas más originales se encuentra en el contraste entre este estilo crudo y desgarrado y ciertos episodios, personajes o actitudes de gran ternura y delicadeza. Aún en los momentos más dramáticos y más duros, Pocaterra resalta un rasgo de hermosura humana que resulta conmovedor. Por ejemplo, el sacrificio de la madre de “La casa de la bruja” o las escenas de ternura en la narración de la muerte de Aranguren en las Memorias.

· El tono grotescoA Pocaterra se le tilda de “pesimista” y no era para menos, puesto que su misión política se vio frustrada varias veces en las intentonas por derrocar primero a Castro y luego, a Gómez. Su época fue de penuria: el país estaba empobrecido y destruido por las guerras a que se había visto sometido durante el siglo pasado. Las enfermedades endémicas como el paludismo, la tuberculosis y otras, mataban sin remedio o debilitaban a los trabajadores hasta impedirles rendir y ser productivos. Había zonas del país que no se podían pisar sin ser atacado por uno de estos males. Y había otras que estaban totalmente aisladas y que vivían en el más total atraso.

Si a todos estos males se le agrega el cinismo de la clase llamada dirigente que colaboraba con el dictador sometiéndose a sus caprichos y adulándolo hasta llegar a la humillación, se comprende que hombres como Pocaterra se exaperaran y utilizaran todos sus medios para delatar esta situación. Parecía que el país no iba a poder superar ese momento porque eran pocos los que se atrevían a expresarse o a rebelarse, sabiendo que les iba a costar la vida, la miseria o la amenaza con mil formas que se ejercían desde el gobierno.

Esta situación es la que se plasma en forma literaria en su prosa y que él mismo adjetivó de grotesca. Hay pues, en su obra una correspondencia entre su más profundo convencimiento y su actitud de oposición política y de rebeldía, y esa visión deformada, de tintes oscuros y penetrantes que se encuentran en su estilo, descuidado, agresivo hasta llegar a la violencia. Con este estilo pretendía sacudir a sus lectores de modo de incorporarlos a una nueva forma de mirar su entorno que se obedeciera a sueños idealistas con los que los escritores modernistas se evadían de la realidad.

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Lo grotesco diabólico consiste en destacar las atmósferas oscuras de la maldad. Aunque no se hagan presentes demonios propiamente dichos, en la obra de Pocaterra, en cambio, aparecen hombres que hostigan a los demás hasta revelar las cua-lidades malvadas de los humanos, como es el caso del verdugo Nereo Pacheco. En las comparaciones entre los hombres y los animales también brota lo grotesco, como cuando aplica este recurso a los personeros de Gómez: “los ministros, los políticos de Caracas y del interior, los cortesanos, los adherentes, los trepadores, los crustáceos: ¬la fauna de estos últimos tiempos! y hasta la flora, porque notábase allá y acá algún infeliz chayota”.

Lo grotesco va más allá de lo feo o de lo desagradable, pues en lo grotesco se une lo bufonesco a lo horrible o a lo de-formado. Lo grotesco destruye el orden natural y rompe el hilo normal de las cosas; por eso la ironía y la sátira pueden ser igualmente aniquiladoras. Pocaterra va más allá de la burla al constituirse en denunciante y convertir a quienes sufren miseria y dolores en víctimas inocentes de un estado de cosas.

La deformación de las cosas y la corrupción están expresadas a través de un lenguaje a su vez deformado, en la utilización exagerada o en la alusión a los despectivos que expresan de por sí la desvalorización. Se encuentran así: abogadetes, pobretes, idoletes, y malhechorcetes, mujerucas, frailucos, muchachejas, jovenzuelos y sacristanuchos. También el lenguaje metafórico produce el efecto grotesco: “Atravesaron la plaza, asoleada, con un busto de Miranda, plateado como salchichón, en el centro”.

· Pocaterra hoyEn situaciones de crisis, como la que estamos viviendo hoy, es necesario volver hacia obras como la de Pocaterra porque su propósito fue, desde un comienzo, penetrar en el ser del venezolano, en la esencia de su expresión y de sus actitudes para proponer explicaciones a las causas históricas y sociales que llevan al país a las dictaduras de Castro y de Gómez.

Para Pocaterra, la decadencia a la que se refiere el título de sus Memorias es el estado de inercia y de pasividad del pueblo que aceptaba la dictadura de un hombre cruel e ignorante. Por eso, invirtiendo una frase célebre de Romero García, dice: “Venezuela es un país de reputaciones anuladas y de nulidades descreídas”.

Tanto en sus obras de ficción, como en sus Memorias, Pocaterra pinta con los colores más oscuros, valiéndose de la ironía y de la deformación grotesca, la sociedad de su época en la que resaltan los que se pliegan ante los caprichos de los gobernantes. Y luego, en la más descarnada de las prosas describe lo que era la miseria de la cárcel gomecista en la que los hombres eran tratados como animales sólo porque se oponían al dictador. Quien lea estas Memorias no olvidará nunca a Nereo Pacheco, el carcelero arpista que torturaba a los presos políticos de mil formas a cuál más degradante. Ni a los diferentes personajes que consumieron su vida hasta morir en una prisión mugre, donde se les sometía a torturas y a humillaciones porque se habían atrevido a expresar opiniones contrarias al gobierno de Gómez.

Actualmente he escuchado a personas que piensan que necesitamos de nuevo un régimen fuerte. A esas personas les recomiendo que lean las Memorias de un venezolano de la decadencia para que conozcan lo mucho que pueden sufrir los pueblos bajo regímenes de fuerza que se imponen por el miedo. Una situación de intriga, de espionaje como la que se vivió en Venezuela durante más de treinta años bajo Gómez lo deforma todo y no permite que los pueblos busquen sus propias soluciones en ese mirarse y repensarse que es fundamental para el desarrollo, tanto de las personas como de las socieda-des. En cambio, las dictaduras que aparentemente solucionan los problemas porque imponen las medidas sin discutirlas, constituyen un atraso para los pueblos. Por eso, Pocaterra habla de decadencia puesto que a los venezolanos de esa época no se les permitía pensar.

No es ocioso de ninguna manera releer también sus novelas y sus cuentos y remontarse en el tiempo y en la memoria de lo que ha sucedido en nuestro país. Ir de la mano de uno de nuestros más inteligentes escritores constituye una enseñanza, no sólo para los estudiantes que lo leen quizás siendo demasiado jóvenes, sino también para las personas más maduras, y para los que pretendan ser dirigentes, quienes encontrarán en su obra los principios que hay que defender como soportes de nuestra nación y que siempre nos pertenecieron aunque parezca que ahora se han olvidado

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· Más allá de su escrituraEn el balance de este siglo, Pocaterra destaca como el escritor que con más énfasis y penetración delató una realidad social y política degradante. En cada una de sus obras y de diferentes maneras presenta a un personaje o a una situación que pueden tomarse como prototípicas de su momento y que él resalta para rechazarlas. Su estilo, agresivo, profundamente venezolano, se corresponde con esta actitud de rebeldía hacia la situación que él denuncia.

Desde el punto de vista de la historia de la literatura, puede considerársele como precursor de los escritores que integraron el llamado boom de los novelistas hispanoamericanos. Todos los elementos de penetración social, de crudeza estilística y de riqueza de situaciones se encuentran ya en sus obras de ficción. Sin embargo, la literatura para Pocaterra no fue un mero oficio sino una forma de actividad política y por eso, su obra más resaltante continúa siendo lasMemorias de un venezo-lano de la decadencia, obra situada en los límites de libelo político donde el principal protagonista es el mismo autor. Pero que también podría llamarse Memorias venezolanas de la permanencia por la vigencia que, en muchos aspectos, todavía tiene.

· Memorias de la condición humanaPor Jesús Sanoja Hernández

El 20 de enero de 1980 publiqué en el Papel Literario de El Nacional un artículo con el título de “En busca de la memoria perdida”, en el cual decía:

“El de Pocaterra es un tratado acerca de la condición humana. Frente a las esencias, la contingencia, y en medio del sen-timiento metafísico de la muerte, esa otra sucia, babosa y triste muerte de las cárceles. En sus memorias sobre el presidio siberiano de Omsk, Dostoyevski encaró esa última razón humana en que la degradación moral vivía en alternativa con el orgullo. Para nuestro escritor el universo concentracionario de que habló David Rousset en 1946, el infierno organizado de Kogon, la matemática criminal del totalitarismo, existieron bajo otras formas. La estirpe represiva del gomecismo venía desde lejos, al impulso de los métodos represivos del conquistador”.

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El mundo, o submundo, de las Memorias, con un realismo despiadado, ha dado sin embargo pie para que se clasifi que como obra de fi cción y hasta como la mejor de las novelas de Pocaterra. La realidad, a veces, es más desbordante que la imaginación. Los héroes, o antihéroes, y los hombres, o ex hombres, de Pocaterra, son personas -personajes que desfi lan ante nuestros ojos como espec-tral fi lme, construyéndose y destruyéndose, solidifi cándose y diluyéndose, corpóreos y vaporosos, atrapados en la mezquindad y la impotencia, o lanzados a la zona alta de la conciencia. Son seres profundos y contradictorios, no dibujados con un mismo trazo, ni planos como los “puros hombres” de Arráiz, ni problematizados en su ontología como los de Meneses en El falso cuaderno de Narciso Espejo.

Fuera de las Memorias, la obra narrativa se expande en cuatro novelas y en los Cuentos grotescos, refl ejo, en otros niveles, de una Venezuela de sanatorio, cruel, deforme, ilegítima, en la cual de todos modos Pocaterra quiere creer al punto de apelar, en las intromisiones de autor, a la pedagogía y al expediente moralizador. En ese vasto espacio, a veces con referencia en clave a situaciones y actores, a veces en una segmentada, profusa, caricaturesca relación implícita con la realidad, hay el país real antes que el imaginario, ese mismo acerca del cual dijo que era “un cuadro de ánimas del siglo XVI”, tierra con códigos semibárbaros, espantosas guerras civiles, pobreza alucinante, peo-nada explotada, clases medias cursis, terratenientes, políticos oportunistas y marrulleros, maestros olvidados, niños que mueren en la penumbra de la ilusión. Una Venezuela donde lo fi cticio se tras-muta en realidad compacta y a la inversa, receptáculo de la inocencia y la culpa simultáneamente.

Los escenarios no son decorados que una descripción de ambientes acomoda para que allí se des-placen, debidamente distribuidos, los personajes, sino que brotan de la impureza objetiva, brutales y enfáticos. Valencia en Política feminista es un retablo social y sus situaciones de descomposición tienen equivalente en las Memorias, cuando el niño que era Pocaterra contemplaba el desfi le, por la calle real, de los postreros despojos del ejército de Andrade, batido en Tocuyito. Carcas, en Vidas oscuras, más tarde en esa novela escrita a empujones en La Rotunda, La casa de los Abila, no es un espacio construido, sino un espacio habitado, algo así como el pretexto para la crónica de la ciudad enferma, lo que a su modo habían hecho Miguel Eduardo Pardo y Blanco Fombona en Todo un pueblo y El hombre de hierro.

Con Tierra del sol amada quiso Pocaterra iluminar, como escribió Díaz Sánchez no sé si con exacti-tud, una tercera ciudad. La exploración urbana era, pues en él, una suerte de avidez que no sabe-mos qué suerte habría corrido en la novela que dejó inédita o en camino, Gloria al bravo pueblo.

Esa novela de ambientación marabina estuvo ligada a una etapa decisiva en Pocaterra, correspon-diente a su salida de El Fonógrafo, a la presencia de Santos Matute Gómez en la presidencia de Zulia –“un bizco analfabeto, hermano natural de Juan Vicente”, como lo defi nió él– y a una conspi-ración que echa por tierra la versión de complicidad con el gomecismo que quiso enrostrarle Valle-nilla Lanz: “Tierra del sol amada –explicó– es el refl ejo fi el de un momento psicológico e interesante de aquella provincia donde duermen gérmenes de una energía extraordinaria para el bien o para el mal”. El traslado de Pocaterra a Caracas a mediados del año 18, lo llevaría hacía los pasajes subte-rráneos de los endemoniados de Dostoievski. Fueron los meses de Pitorreos y de la implicación en el complot que sería más que de debelado, delatado en enero de 1919.

Había llegado la hora de las Memorias. El Nacional

*Publicado el 30 de agosto de 1998

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Aumenta tu vocabulario¿Recuerdan cuando en la primaria aprendíamos a inferir el significado de una palabra leyendo el contexto de las demás palabras en la oración? Ese mismo beneficio lo obtendre-mos ahora si nos dedicamos a leer un libro. Se darán cuenta que mientras leemos, especialmente textos “difíciles”, nos veremos expuestas ante un mundo de nuevas palabras, que no conoceríamos de otra manera.

Entrenas al cerebroUna de las grandes ventajas de dedicarnos a leer un libro, es que entrenamos a nuestro cerebro. Cuando practicamos esta actividad ayudas al órgano a que lleve a cabo sus funciones de manera ideal. En otras palabras, cuando leemos, nuestro cere-bro se pone a hacer ejercicio, pero para que tenga resultados a largo plazo, necesitamos que la actividad sea constante.

Patrones de sueño saludablesSi comienzas a tener el hábito de leer antes de dormir, la ac-tividad funcionará como un aviso para tu cerebro y cuerpo, mandando señales de que ya es tiempo de descansar. Esto ayudará a que duermas profundamente y despiertes mucho más relajada.

Disminuye el riesgo de padecer AlzheimerLeer incrementa de inmediato la fuerza de los tejidos del ce-rebro ya que es estimulado regularmente, lo que nos ayuda-rá a prevenir ciertas enfermedades, entre ellas el Alzheimer.

Investigaciones han demostrado que actividades como leer libros o revistas, completar crucigramas, rompecabezas o hasta el sudoku, pueden retrasar o prevenir la perdida de memoria. Estas actividades estimulan al cerebro de tal ma-nera que las células del mismo se conectan y crecen.

Aumenta la concentraciónLas personas que leen suelen tener mayor nivel de concen-tración, y el lector tendrá la habilidad de poner toda su aten-ción en las cosas prácticas de la vida. También desarrolla la objetividad y la toma de decisiones.

Siempre tendrás tema de conversación¿Te has quedado sin cosas que platicar con un amigo, novio o con tu esposo? Si te ha pasado, sabrás lo incómoda que puede resultar la situación y muchas veces puede provo-car que las personas se pregunten si sucede algo malo. Sin embargo, si nos dedicamos a leer más, siempre tendremos algo de que conversar con otros. Podemos discutir los con-flictos de cierta novela, o aquello que aprendimos por leer ese libro sobre negocios, las posibilidades son infinitas.

Mejora la memoriaMuchos estudios han demostrado que si no usamos la me-moria, la comenzaremos perder. Crucigramas y rompecabe-zas, son sólo un par de ejemplos de juegos que nos pueden ayudar a prevenir el problema, y leer ayuda a fortalecer los “músculos” de la memoria en una manera muy similar.

La acción de leer requiere que recordemos detalles, hechos, situaciones, conflictos, temas y personajes.

Entretenimiento baratoUna salida al cine, con cotufa y refrescos cuesta un promedio de 2000 bs Lo disfrutamos, claro, pero la emoción es mo-mentánea y pasajera. Por ese mismo precio puedes adquirir un libro que te entretendrá por mucho más tiempo. Busca una librería que también venda libros de segunda mano, que te saldrán mucho baratos, y así no afectarás tu cartera.

BENEFICIOS DE LA LECTURA

Leer es un placer. Además los beneficios de leer un libro incluyen una mejora en nuestra vida a nivel mental, espiritual y social. Si desarrollamos el hábito, nuestras habilidades de comprensión y retención aumentarán. Así que les invitamos a conocer los beneficios de leer. Borges acotaba

en su obra elogio de la sombra: Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído .

GORqUIN CAMACARO

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Reduce el estrésCuando leemos nuestra mente cambia de estado. Si tuvimos un día sumamente estresante un buen libro nos puede dis-traer con mucha facilidad; el género de fantasía es excelente para estos casos. Muchas veces nos será muy difícil soltar la novela pero aun así nos mantendremos relajadas.

Desarrollo emocionalSi nos dedicamos a leer, nuestro desarrollo social y emocio-nal aumenta. En un primer momento, los personajes de las grandes novelas generalmente representan diversos contex-tos, regiones del mundo, estatus social, razas y etnicidades, así como diferentes religiones.

Así que nos encontramos con una diversidad con la que po-siblemente no tengamos contacto real. Pero es importante entender que una vez que conocemos acerca de aquello que se encuentra “fuera”, podremos comenzar a generar empatía y tolerancia por los demás, y así desarrollar una sensibilidad emocional

Actualiza tus conocimientosEn todas las profesiones, médicas jurídicas tecnológicas etc. es necesario estar al día con los ultimos avances. La lectura es la herramienta más poderosa del conocimiento.

Libros que deberías leer este año, recomendados y anali-zados por la Dirección de la revista Carohana: Palabra de mujer novísimo libro de Juan Páez Avila, que toca su otra pa-sión: el periodismo. La Vasta Brevedad, Antología del cuento venezolano del siglo XX. Antonio López , Carlos Pacheco y Miguel Gómez. Regalo decembrino del intelectual Elvin Que-ro. Hombres sin mujeres ; siete intensas historias sobre el desamor y la compleja relación entre hombres y mujeres, último libro del adictivo y prolífico escritor japonés Haruki Murakami . El número cero, una parodia sobre el mal perio-dismo y la Política, del semiólogo Humberto Eco. El peso del corazón, una novela de aventuras , fantasías y amor, de la sinigual Rosa Montero. Salvo el Crepúsculo, Antología personal de poemas ,libro póstumo de Julio Cortazar...La Lectura libera el alma y hace recorrer parajes placenteros indescriptibles.

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Karl Krispin jamás fue el nerd de la clase ni se entró a golpes en el colegio. Una entrega total hacia la cultura, lo vio descubrir el mundo entre los conciertos dominicales de la Sinfónica de Caracas y las mesas de los almuerzos que los prose-guían. Es un convencido de que el proceso humano es el conocimiento diario y quiere, como el pianista Claudio Arrau, 100 años de vida solo para sus lecturas. A los 29 años pidió con arrojo, al editor de El Diario de Caracas, una página completa para sus artículos de opinión. Es profesor de historia, tiene 27 años colaborando en distintos periódicos y una obra literaria que incluye ensayos, novelas y cuentos. Con la Urbe al Cuello, publicada en Estados Unidos bajo el sello de Sudaquia Edi-tores, y 200 Breves, de Oscar Todtmann Editores, son sus más recientes publicaciones. Repite de memoria a Borges ante Joyce con ‘Señor dame coraje y alegría para alcanzar la cumbre de este día’ como una suerte de mantra y ser un escritor de Caracas es su manera de ser venezolano.

—¿El lenguaje es una traducción de la realidad o es una construcción que se hace sobre la realidad?—No sólo una traducción de la realidad, sino una construcción de la realidad tanto en cuanto se utilice el lenguaje para pro-tegernos de la realidad. Es decir, la persona que se violenta con el lenguaje, no hace otra cosa sino tratar de utilizarlo para protegerse de una realidad que él considera agresiva. El lenguaje también debería procurarse para establecer relaciones de equilibrio con el resto de la humanidad, es decir, en la medida que nosotros no encontremos un lenguaje equilibrador, profundamente explicativo de nuestras diferencias y de nuestro respeto, las sociedades no podrán entenderse.

Karl Krispin “LOS ESCRITORES NO ESTAMOS EN NINGUNA TORRE DE MARFIL” José luis landaeTa

Ayer compartió reflexiones con Carlos Sandoval en el encuentro “Atlántida” (Vicente Correale)

“Caracas ha cambiado muchísimo. Sigue siendo la misma ciudad convulsa de toda la vida, lo que sucede es que antes éramos tremendamente

cosmopolitas y ahora no”.

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—Ciento Breve y Doscientos Breves reúnen una cantidad asombrosa de situaciones, datos irónicos, proezas del absurdo y picardías. ¿Cómo llega el profesor universitario, erudito, melómano, a la puntualidad de saber que el plomo en el tinte de un bigote puede estar matando a alguien?—Los escritores no estamos en ninguna torre de marfil, nosotros trabajamos con el lenguaje, que es una cosa que se está haciendo todos los días en la calle. Es decir, el hecho de que yo hable con un castellano correcto cuando me comunico y que me guste hacerlo con mis alumnos, no quiere decir que yo ignore la jerga callejera de todos los días y de los imaginarios que ruedan por el asfalto. Me encantan los usos del lenguaje en toda su naturaleza.

—Buena parte de tu obra transcurre en una urbe. Tus narraciones sudan, gritan, padecen y gozan la ciudad. En tu condi-ción de caraqueño, ¿Sientes que Caracas fue una ciudad que ya no es? ¿O en el fondo es la misma convulsa y desigual metrópoli?—Caracas ha cambiado muchísimo. Sigue siendo la misma ciudad convulsa de toda la vida, lo que sucede es que antes éramos tremendamente cosmopolitas y ahora no. Los mejores cocineros estaban en Caracas, lo mejor del arte venía a Caracas, los mejores intérpretes, las mejores orquestas venían a Caracas, era la puerta de entrada de Sudamérica verda-deramente. Eso cambió con un proceso de descomposición, incluso de autoestima nacional, digamos que con todos los problemas económicos que empezamos a tener a partir de los años ochenta y que se patentizaron de una forma dolorosí-sima en los años noventa. Ya a partir del año 2000 entramos en una barrera indetenible absolutamente y creo que no sé hasta dónde llegaremos. No obstante toda esa miseria, yo sigo considerando que esta es mi ciudad. Yo soy un escritor de Caracas, he vivido en Caracas y quiero morir en Caracas.

—Tus novelas han tenido que reñirse el tiempo de su autor con otras pasiones. Además de tus espacios de opi-nión, la historia ha sido un eje profundo de reflexión en tu vida. Esa historia decanta en tus ensayos, tus

cuentos y en tus desvelos. La política y la actualidad son incomprensibles sin una revisión del pasado ¿Cómo vives esa relación?—Yo creo que para mí la historia es irrenunciable, en el sentido que explica mi condición

de pequeño gránulo en el medio del cosmos. Me interesa muchísimo una explicación muy racional y basada en la historia de los que nos precede como pueblo. Tenemos un gravísimo

problema de identidad y de explicación de nosotros mismos, en términos de lo que significa ser venezolanos. Nosotros no hemos resuelto nuestro problema de identidad y tenemos una co-

lección de mitos alrededor de nuestra historia. Además, adolecemos de una especie de obsesión por copiar e imitar modelos extraños y ajenos.

—La realidad nacional y la relación del poder con los individuos dan fondo a tu novela Con la urbe al cuello ¿Por qué es tan interesante el ‘poder’ en nuestras tierras? ¿Qué hace que todo el mundo

quiera hacerse con el ‘coroto’?—Creo que la relación con el Estado y en consecuencia con el poder en Venezuela siempre ha sido

así: todos quieren llegar al Estado porque implica poder. Es una forma inmediata de ascenso social y de beneficio económico. En la medida en que la clientela que ha saltado al poder es menos escrupulosa,

tiene menos formación cultural, menores valores educativos, el botín del poder se hace de forma mucho más evidente. La corrupción ha existido en todas las sociedades, es como el pecado, lo que pasa es que

varían las formas de corrupción. Cuando pasa de ser un estado excepcional al estado de regla, haciéndose norma, es cuando las sociedades y los países pierden todo tipo de civilidad. Precisamente, Con La urbe al

cuello trata de un individuo que se da cuenta de que todo lo que le han contado es mentira. Que todo lo que ha creído de su país es falso y entra en una especie de desolación absoluta con respecto a sí mismo y con respecto a su entorno.

—La literatura breve exige una concisión casi plástica, como si el párrafo, apenas sobrepasado, no entrara en la página. Con el límite de palabras y contando historias (no argumentos) repetiste el ejercicio con el reciente Doscientos Breves.—Es un problema sencillamente de reducción de las posibilidades narrativas. Cualquiera de esos cuentos podría desarro-

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llarse al infinito. Me parece además un formato muy cómodo por razones de economía escritural y por razones de visión concreta y precisa del mundo. La figura del mini cuento me gusta muchísimo y también exige muchísimo, estos cuentos tienen casi 4 años de trabajo. Yo escribo todos los días del mundo sin excepción.

—Para un escritor que vive febril y diariamente su labor entre páginas y que además supo desde temprano a qué le entregaría su tiempo y energías ¿cuáles son los miedos que debe enfrentar?—El único temor que tengo en la vida es el de no terminar de escribir todo lo que realmente quiero escribir. A veces pienso que estoy escribiendo a un ritmo muy lento, pero por otra parte, me parece que estoy contento con esos mismos lapsos en que he escrito mis libros. Cada novela me ha tomado unos 4 o 5 años. Pero que se acabe el tiempo es mi gran temor. De igual forma, los libros no tienen prisa. Se escriben para dar cuenta de un tiempo en el que se vive y para que dentro de 100 años, un lector tome ese libro y tenga algún proceso de empatía con esa frase o ese párrafo que se escribieron en algún momento de la historia. Personalmente, me resulta absolutamente satisfactorio darme cuenta de que hoy escribí algo más y que me sirvió para darle sentido a mi vida.

Viceversa, palabras de ida y vuelta

Algo que no volverías a hacerYo creo que todo lo volvería a hacer para darme cuenta de que no lo debo hacer.

Tu actriz favorita ScarlettJohansson, absoluta y totalmente. Del pasado, escogería a Julie Christie en Dr. Zhivago.

¿Qué deporte practicas?El tenis, me parece la cosa más divertida del mundo.

Una pesadilla que te frecuenteTengo una pesadilla muy recurrente desde niño. Estoy en la casa de mi infancia y me rodea algo negativo, comienzo a volar y comienzo a viajar hasta que llego al mar, donde se produce una liberación absoluta.

¿Qué tiene tu día perfecto? Mi día perfecto tiene una buena lectura, una buena comida y la mejor compañía que probablemente es la de mi esposa.

¿Cuántas tazas de café al día?Una máximo, yo no soy muy cafetero realmente. Es más, tomo café porque hay que hacerlo.

¿La historia se repite?La historia jamás se repite afortunadamente.

¿Qué es el futuro para ti?El futuro es el presente recalculado.

@landaeta*Publicado originalmente en www.viceversa/mag.com.

http://www.viceversa-mag.com/karl-krispin-los-escritores-no-estamos-en-ninguna-torre-de-marfil/

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Capillas imperfectasA Custodio Martínez lo arrancamos de las fauces de un caimán. Eso ocurrió en El Panchero cuyas aguas lodosas desembocan en otro caño de nombre Guafita. Vadeando el cauce al llegar al cantil ribereño el caimán lo agarró por las piernas. Vi al pobre sacar apenas una mano, y luego emerger la enorme trompa del reptil sacudiendo su presa para desgarrarla. Era un caimán de cinco varas de largo y musgosa coraza amarilla. En el hervor

de las aguas lo soltó. A Custodio Martínez lo trasladamos en un chinchorro, dormía bajo el sol y llevaba un hilo de sangre surcan-do el lóbulo de la oreja. Antes de morir se levantó como si nada hubiese ocurrido, tomó un papel y escribió este poema:

Una barca con sus bogas,con ornamentos dorados.Y una serpiente bebiendolo que resta del verano.

*Francisco Hidalgo pastoreaba cien novillos blancos por los des-filaderos abismales de Río Frío, en la selva de San Camilo. La yegua que montaba era cansona, así que tuvo que apearse y caminar tras la bestia que se puso a ramonear unos yerbajos. Molesto le propinó una sonora nalgada y la yegua lo pateó en el estómago lanzándolo por el barranco a las aguas turbulentas. No se supo más y en los bolsones de su montura hallaron este poema:

Las reses cruzan el río.¡Tanto calor en la noche!y aquel fulgor encendidoen unas casas distantes.

*Reinaldo Durán, magnífico pintor de letras, y Saúl Ordoñez, dueño de un bar en la población de Arauca, se enviajaron a los cerros azules de Araguayuna. Les habían dicho que al llover con el agua bajaban desde las altas neblinas grandes arenales, y bastaba me-ter la mano en un arroyo para encontrar unas lágrimas doradas. Llevaron con ellos a una Mujer de la Vida (Ramona Contreras) para lavar y cocinar. ¡Qué infeliz destino!: a Reinaldo Durán lo mor-dió una serpiente y murió tras dos días de fiebre, y a Saúl, quién sabe qué fiera daría con su mala suerte. Solo la mujer fregando unos cacharros halló un diamante. Reinaldo Durán, en su delirio, atinó a decir este poema que Ramona asegura jamás olvidará:

El presente desconciertaporque Dios solo es futuro.¿Qué falta habré cometido?contra las claras esencias.

*

Minificción: iGor BarreTo

Poeta, ensayista, editor (Venezuela, 1952). Fundador del grupo Tráfico. Es uno de los poetas venezolanos más importantes. Ha

publicado diez libros de poesía, entre ellos: “Soy el muchacho más hermoso de esta ciudad” (1987); “Crónicas llanas” (1989);

“Tierranegra” (1994); “Carama” (2000); “El Llano Ciego” (2006); “Annapurna. La montaña empírica (Fábulas de un funcionario)” (2012).

Su obra completa fue publicada por la editorial Pre-textos en 2014, bajo el título “El campo/El

ascensor. Poesía reunida (1983-2013)”. El carácter fronterizo entre la poesía y la mini-ficción ha sido estudiado desde hace tiempo. Estos textos de Igor Barreto, tomados de “Soul of Apure”, muestran como la mezcla de poe-sía en prosa y en verso pueden constituirse en minificciones no convencionales, pero de

altísimo valor estético.

Igor Barreto | Foto Manuel Sardá - Archivo El Nacional

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Sisto Mota y su sobrino Antonio Mota cuidaban los garseros de la Compañía Inglesa en las tierras del hato El Piñal en 1920. Tenían el campamento al borde de una laguna negra cercada de espesos guamales y arbustos de chiga donde anidaban la garza chusmita y la garza real. Muy prestos salían con la canoa para sorprender en el aire aquellas plumas de astiles entornados y abundantes y suaves barbillas blancas que lucían los sombreros de unas damas de Londres y de París. Una tarde al regresar un tigre mató sus tres perros y luego a Sisto Mota, el sobrino quedó en brazos de la muerte y fue a dar razón a la Compañía. «Mi vida ha terminado» dijo el joven Antonio Mota al llegar a su casa y guardó de puño y letra de su tío, este poema:

Levantan su draperíados veleros en el puerto.Yo fui tasador de plumas

de garzas que no eran mías. *

El cuatrero Lázaro Ojeda pasó desnudo con el cuero de res a manera de capa pudriéndose en sus espaldas. Dos soldados con carabinas lo custodiaban y una corneta iba delante: taratará-tara-tará, por las calles principales de San Fernando. Lo sorprendieron cerca de un caño llamado El Rosario: la res desollada y un pozo de sangre asolado de moscas. Una vez en la cárcel mandaron cortar cincuenta varas de tamarindo y lo azotaron, al día siguiente el Guardia Nacional encontró en su bolsillo izquierdo este poema:

Cunaguaro, pueblo pobre:cinco casas, dos gallinas,el macadán de tu calley una herida de familia.

*José Solano estaba preso del cinismo del coronel Luis María Lobo. Supo que esa noche iba a morir porque el oficial lo había engrillado. Afuera relucían los adoquines del amplio patio central del cuartel y más allá un muro junto al río indetenible. Allí, en ese patio, amordazados, Luis María Lobo tasajeaba a los presos a punta de espadín para luego lanzar brazos y piernas a los caima-nes. Y a la mañana siguiente: ¡Se fugaron los presos! ¡Se fugaron los presos! Era, digamos, un hábito tanto para el coronel como para aquellos saurios enormes. Aun no se sabe cómo pudo José Solano hacerle llegar a su padre este poema:

Maquillaban a la muertepara ocultar sus heridas.

La apariencia era más fuerteque la propia realidad

*

Construir una catedral no es cosa fácil, ese fue el caso del pá-rroco Rafael María Vargas. En persona se encargó del traslado de la sólida estructura de hierro traída desde Liverpool hasta las bruñidas escalinatas del puerto de San Fernando, como el frío y único tripulante del vapor Nuevo Mara. Demolió la antigua capilla a fin de procurarse del ripio necesario para la preparación de la argamasa. Padeció el paludismo y la anquilostomiasis mientras veía pasar la tropa con su grito de ¡Viva la revolución!, al cual ripostaba alzándose los faldones de la sotana: ¡Vive la différence! Solo un rito devocional practicaba todos los miércoles a las 10 am; eran los cuidados presbiteriales que le prodigaba a la se-ñorita María Cristina Núñez. Culminaron los trabajos en caoba y cedro en los altos del coro de la nave mayor, el enlozado de pisos y aceras aledañas, el campanario, la torre y el reloj. Y justo un día miércoles los albañiles hallaron su cuerpo. En San Fernan-do solamente lo recuerdan por una hierba menuda y tierna que sembró en vida al pie del zócalo de las aceras: «La paja Vargas», y por este poema:

Bajo una estepa de nubessiempre doblan las campanasofician mis honras fúnebres

y alguien barre la plaza. *

Por los lados del polvo de la sala me viene el recuerdo de Francisco Contreras, patrón de un bongo de toldilla llamado El Gallo de Oro. En vida recorrió el camino de agua que va desde San Fernando a la hacienda El Polvero. Era un bongo de cuatro bogas y Contreras en la popa con la vara larga del timón bajo el brazo. Salía del puerto de San Fernando sobre el río Apure con un gallito de hojalata dorada punteando la proa de la nave ama-nera de mínimo mascarón, y luego caía al Boquerone (un río cle-mente de aguas oscuras), después el Agua Verde y el Atamaica, más tarde El Picachón, de ahí al Rodeo (pura vueltas) y Río Claro (un río de corales como flores envejecidas en el fondo). Cuando la nave enfrentaba a un remolino le oías decir: ¡Qué no caiga!, ¡Meta esa palanca por aquí! (y no escuchabas sino el clamor). Guarden silencio. De Francisco Contreras no tuve más noticias, desapareció. En su lugar dejó este poema:

El verano borró el ríola luz se fue con el viento

tantas vueltas dio el destinoque calló mis sentimientos.

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Guadalajara.- El escritor español Antonio Muñoz Molina dijo hoy en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara que los libros pueden servir como un antídoto contra los fanatismos y la intolerancia.

“Lo que quieren los fanáticos se puede reducir numéricamente: quieren que haya un solo libro, leído de una sola manera”, dijo el autor de “Plenilunio”, antes de participar en la Cátedra Julio Cortázar de la mayor feria de las letras en español.

“Nosotros queremos un mundo en el que haya muchos libros, leídos de muchas maneras. El hecho de los muchos libros ofrece la posibilidad de una visión pluralista, tolerante del mundo”, añadió.

Muñoz Molina (1956), Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013, es periodista, escritor y catedrático.

Su visita a la Feria de Guadalajara, unos 550 kilómetros al noroeste de Ciudad de México, incluye la presentación de su libro “Como la sombra que se va”, en cuyas páginas mezcla la vida de James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King, con pasajes de su juventud cuando escribió la novela que lo catapultó a la fama, “El invierno de Lisboa” (1987).

“Los libros pueden servir. En la medida en que haya una idea plural del mundo será mucho más difícil ser fanático”, dijo Muñoz Molina, aunque indicó que en ese sentido no hay nada escrito pues en la Alemania de los nazis “había muchos libros probablemente, más libros que en ningún otro sitio”.

Muñoz Molina es autor de 15 novelas, entre ellas “El jinete polaco” y “La noche de los tiempos”, además de ensayos como “La verdad de la ficción” y “Pura alegría”.

El escritor dijo, coincidiendo con el sicólogo estadounidense Steven Pinker, que “cuando la gente lee una novela se acos-tumbra a ver mundos distintos al suyo” y señaló que así es más fácil aceptar al otro.

Muñoz Molina ve en los libros un antídoto para la intolerancia

“Lo que quieren los fanáticos se puede reducir numéricamente: quieren que haya un solo libro, leído de una sola

manera”, dijo el autor de “Plenilunio”, antes de participar en la Cátedra Julio Cortázar de la mayor feria de las letras

en español.

Antonio Muñoz Molina durante su intervención (Efe)

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P ortugal dedica exposiciones, conferencias, obras de teatro y lecturas en homenaje a uno de sus literatos más ilustres y conocidos internacional-

mente, Fernando Pessoa, fallecido hace 80 años.

“No sé lo que el mañana me traerá”. Éstas palabras, redac-tadas en inglés, fueron las últimas que se le atribuyen a Pes-soa, que murió en Lisboa el 30 de noviembre de 1935 en el Hospital de São Luís de los Franceses, a los 47 años, por una crisis de pancreatitis aguda atribuida a su abuso de alcohol.

Por la efeméride, el autor del “Libro del Desasosiego” recibirá varios homenajes, como una conferencia en la Universidad de Oporto o lecturas en la Casa Fernando Pessoa, institución que preserva el legado y el expolio del poeta en el mismo edificio lisboeta en el que vivió los últimos 15 años de su vida.

“Nuestra natural angustia de pensar: Fernando Pessoa y las marcas que dejó en la poesía portuguesa” será la pieza

teatral dirigida por el reputado Luis Miguel Cintra que se representará en el teatro Cornucópia de Lisboa.

La caleidoscópica obra de Fernando Pessoa (1888-1935) está considerada por la crítica como una red que atrapa al lector por su audaz concepto de autoría.

Pessoa pasó a la historia de la literatura por el uso de hete-rónimos, una técnica de la que se sirvió para crear autores ficticios que producen registros literarios diferentes.

El poeta firmó como Bernardo Soares, Álvaro de Campos, Ricardo Reis o Alberto Caeiro, cuatro de sus heterónimos más conocidos, y a través de ellos, tejió una relación que cautiva e interpela al lector.

“Ricardo Reis es más real porque Álvaro de Campos habla mal de él”, consideró a Efe el investigador colombiano Jorge Uribe, uno de los grandes especialistas de la obra del literato junto al también colombiano Jerónimo Pizarro.

Portugal rinde tributo a Fernando Pessoa en los 80 años de su muerte

“No sé lo que el mañana me traerá”. Éstas palabras, redactadas en inglés, fueron las últimas que se le atribuyen al escritor.

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La construcción de esta singular relación entre los heteróni-mos provoca la necesidad de volver a leer otras obras para satisfacer la curiosidad y generar así inconformismo en el lector, que no tiene suficiente con un único poema.

La complejidad y flexibilidad de los trabajos de Pessoa es tal que deja “en manos” del lector el compromiso de encajar la obra en un determinado género, ya sea filosofía, poesía o ensayo, según el investigador colombiano.

Una tarea complicada, pues los campos de interés del escri-tor eran tan vastos que abarcaban desde filósofos clásicos como Platón hasta los asuntos de magia y ocultismo trata-dos por el británico Aleister Crowley (1875-1947).

De Pessoa, la crítica destaca el poemario “Mensaje” (1934) y la famosa novela “El libro del desasosiego”, escrita con un estilo de diario, que apareció años después de su falleci-miento y atribuida al heterónimo de Bernardo Soares.

Interesado en el ocultismo y el misticismo, y anglófilo declarado -pasó su juventud en Durban (Sudáfrica)-, Fernando Pessoa era un políglota que escribía en portugués, inglés y francés.

Entre muchos otros temas de interés, abordó corrientes mís-ticas como el “sebastianismo”, inspirada en el regreso triun-fal del rey portugués Sebastián I (1554-1578), fallecido en una expedición en Marruecos y cuya desaparición precipitó el dominio español durante 80 años.También trató sobre el “Quinto Imperio”, un tema profético de origen milenario recurrente en la literatura lusa por el que Portugal ostentaría el quinto gran imperio de la historia.

Como ha ocurrido con otros artistas, el revolucionario estilo literario de Fernando Pessoa solo alcanzó fama mundial varias décadas después de su muerte e inspiró a escritores de re-nombre, como José Saramago o el italiano António Tabucchi.

Por eso, está considerado como una de las mayores figu-ras literarias de Portugal a la altura de Luiz Vaz de Camoes (1524-1580) o del propio Saramago (1922-2010).

Sus restos mortales, enterrados en el cementerio dos Prazeres, descansan desde 1985 en el Claustro del Monasterio de los Jerónimos, donde yace el propio Camoes y otras figuras de la historia portuguesa como el Infante Dom Henrique y Vasco da Gama.

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M iguel Gomes publica su primera novela, Retrato de un caballero y, como era de esperarse, es una delicia. Es amena, compleja, jocosa, llena de recovecos y desdichas y admite varias lecturas, desde la sabrosísi-ma de tumbona en una piscina hasta la muy complicada que puede llevar a una tesis de grado.

El retrato a veces me parecía que era el de ese caballero llamado Miguel Alexandre Gomes, que usa el nombre de Lucio Cavaliero para su cuentista que busca escribir una novela. Como los cuentos de Lucio son sospechosamente parecidos a los de Miguel y la novela que está escribiendo tiene grandes similitudes con la que tenemos en las manos, podemos pensar en este Retrato como en un uróboro, una culebra que se muerde la cola, aunque a veces la cola cambia a otra distinta.

La novela, descubrirán ustedes no más leer el índice, es un tríptico, en el que la historia central es de amor, la izquierda una farsa y la derecha un drama con tintes de tragicomedia. En la farsa se nos cuentan las peripecias del protagonista, cuya vida fácil y sabrosa pasa a ser difícil y terrible, volviendo luego a ser más sabrosa aún. Los lugares son Caracas, New York y Salamanca, ciudades que son muy importantes tanto para Lucio como para Miguel.

Retrato de caballero venezolano dando tumbos por el mundo violeTa roJo

Miguel Gomes | FOTO: Manuel Sardá/ Archivo

“Esta es incluso una novela del exilio/diáspora/migración, de los que se fueron y no olvidan y siguen pendientes de cada noticia,

cada bajeza, cada falta de respeto y de medida”

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En esta comedia desopilante que son las hazañas de Lucio Cavaliero –un tipo que les digo desde ya que es un detestable seductor del tres al cuarto que se merece lo que le pasa por mantenido, rijoso y machista– hay de todo: mujerzuelas vinculadas al gobierno; daños por irrespetar la corte celestial autóctona; entrevistas vergonzosas en diarios oficialistas que obviamente dan vergüenza; autoficción; violencia de géneros literarios; desastres económicos que casi convierten a Lucio en un personaje de Intriga en el Car Wash; metaficcionalidad; nuevos chismes de la editorial Casal; historias del cuerpo; rollos de emigrantes idos y venidos con el desfase que significa que no se es, pero sí se es y a la larga siempre se será un extraño extranjero; una nueva veta esotérica que no le conocía a Miguel en la que además de maldiciones que aunque son de burro llegan al cielo, hay también una secta solo de hombres cuarentones; mucha literatura; cantidades de referencias al arte y a la arquitectura; toneladas de música (este libro debería venir con soundtrack); escatología en los dos sentidos del término; conspiraciones para desaparecer una carta de Simón Bolívar; Eros y Tánatos; acoso a un historiador; persecuciones totalmente cinematográficas que incluyen nieve y balas; una historia de amor con final abierto; recuperaciones del padre y pérdidas de la madre. El caso es que este Retrato de un caballero, podría ser, como la novela de Lucio, “un cruce de cables de Chandler o Hammet con novela bizantina y ensayo de Uslar Pietri”, y yo le añadiría Philip Roth y la picaresca.

Pero en realidad, entre esta miríada de temas y eventos, hay también tragedia. La gran protagonista de la novela es la Venezuela de este siglo. Aquí tienen cabida los horrores, destrozos, penas y absurdos que nos ha infligido este malhadado gobierno, haciendo sufrir a Lucio, su familia, sus amigos y a nosotros los lectores, porque en muchas páginas nos hace recordar aquel detalle sórdido olvidado, la cadena coprolálica que decidimos expulsar de nuestra mente, el desaguisado miserable del que no queremos acordarnos, o el infeliz manifiesto que nos consternó. Y si el compendio de desmanes le duele al protagonista y a los lectores, podemos imaginarnos lo que sufrió el autor compilándolo. El retrato de Miguel, como el remake de Ídolos Rotos que escribe Cavaliero es una “fábula del deterioro”, para usar el término que Gomes ha utilizado tan bien en sus ensayos. Y esta recolección de desastres pasa a ser asimismo un retrato de nuestra dura vida, del sinsentido que nos acosa, de la “nueva barbarie del siglo XXI que replicaba perversamente los autoritarismos del XIX”. Y es que los desafueros del gobierno contra los ciudadanos lastiman a los de aquí y a los de allá, porque todos sentimos el mismo pesar al ver cómo lo bueno que fue desaparece y lo malo se agrava hasta niveles insoportables.

Esta es incluso una novela del exilio/diáspora/migración, de los que se fueron y no olvidan y siguen pendientes de cada noticia, cada bajeza, cada falta de respeto y de medida. Y es que en el retrato de Lucio, Venezuela y Caracas siguen dolien-do hondamente a pesar de la distancia y él tiene esa horrible sensación de que “la ciudad ya no está allí. Si vuelvo puedo descubrir que no existe o que sus restos han estado siempre conmigo”. Porque los que se fueron y los que nos quedamos compartimos la misma aflicción por ese “país lejano al que se lo tragaban las tinieblas”.

Ya saben entonces que con el Retrato de un caballero de Miguel Gomes van a entretenerse mucho, van a reírse cantidad, y van a sufrir recordando afrentas, entuertos y daños. Y aquí retrocedo. El memorial de agravios por los que hemos pasado no es la tragedia de la tragicomedia de Gomes. La tragedia es irreparable y esta calamidad no durará para siempre sino todo lo contrario, será recompuesta, porque esta vez sí contaremos con el favor del Bronzino, lo antes posible.

Retrato de un caballeroMiguel Gomes

Seix BarralCaracas, 2015

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E l libro que presentamos a continuación tiene como trasfondo la gratitud y la generosidad. En doble vía. Habla, de una parte, del agradecimiento que senti-

mos muchos venezolanos por el gran aporte que, en el campo de la creación intelectual, la vida académica y el desarrollo cultu-ral, hicieran con gran generosidad muchos de los españoles que emigraron hacia nuestro país entre las décadas de los cuarenta y cincuenta del Siglo XX, huyendo, en su mayoría, de las adversi-dades de la Guerra Civil iniciada en 1936.

Y de la otra, del agradecimiento inverso. El que manifestaron a lo largo de su vida, con su obra, su compromiso intelectual y su generosidad y entrega con el país, decenas de acadé-micos, científicos, empresarios, comerciantes y trabajadores que vinieron a Venezuela y se integraron y reforzaron el pro-ceso de modernización iniciado, según Mariano Picón Salas, a raíz de la muerte de Juan Vicente Gómez, casualmente ocurrida también en 1936.

Venezuela, paradójicamente convertida hoy en país de emi-grantes, fue junto a Argentina y Brasil uno de los países lati-noamericanos que recibió, primero, un número elevados de inmigrantes europeos y árabes. Más tarde haría lo mismo con oleadas de colombianos, peruanos, ecuatorianos y, durante el tiempo de las crueles dictaduras militares de los años setenta y ochenta, con chilenos, uruguayos y argentinos.

La bonanza petrolera, el intenso proceso de desa-rrollo y apertura económica de los años cuarenta y cincuenta, la buena disposición de la gente común

hacia los extranjeros, las facilidades que daban los gobiernos para el ingreso al país, y, en el caso de

los sureños, la estabilidad democrática que se había conquistado a partir de 1958 y la vigencia de la

doctrina Betancourt de oponerse tanto a los gobier-nos dictatoriales de derecha como a los totalitarismos comunistas y apoyar las luchas en su contra, hacían

de Venezuela un poderosos foco de atracción.***

Para hacernos una idea del peso cuantitativo de estas migra-ciones baste resaltar que, según los datos aportado por Juan José Martín en su libro Forja y crisol: la Universidad Central de Venezuela y los exiliados de la guerra civil española, la inmigración a Venezuela, que en 1946 representaba 6,7% del total de la emigración española a América Latina, sube a 15,08% en 1950 y arriba a un máximo de 52,5% en 1957.

Relata Martín: “En 1946 son apenas 300 los inmigrantes es-pañoles (…) en 1951 serán 10.000, en 1954 más de 20.000 para alcanzar en 1957 la cifra máxima de 30.000. La colonia española que para 1936 representaba 12% del total de extran-jeros crecerá hasta llegar en 1958 a 31%”. Años después, en el Censo Nacional de 1971, se evidencia un total de 596.455 personas nacidas en el exterior, lo que significaba 5.6 % de la población total. De estos, 149.747 provenían de España, 88.249 de Italia, 60.430 de Portugal y 209.320 de Améri-ca Latina, entre ellos, 180.144 colombianos. En el censo de 1981, la población nacida en el exterior aumenta a 1.074.629 personas, 7.4 % de la población total, de los cuales 144.505

El saber generoso: ocho maestros, ocho discípulos. Parte 1 Tulio Hernández

Papel Literario ofrece a sus lectores, la primera parte del magnífico ensayo introductorio que Tulio

Hernández escribió a un libro fundamental: “Humanistas españoles en Venezuela”, publicado por la Embajada de España en nuestro país. Para facilitar la lectura de este texto imprescindible, lo hemos dividimos en dos partes. La parte 2 se

publicará el próximo domingo 25 de octubreTulio Hernández | Foto: Gabriel Osorio

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provenían de España, 80.002 de Italia, 93.029 de Portugal y 627.686 de América Latina (508.166 de Colombia).

Es evidente que la migración española a Venezuela fue siempre la más numerosa entre las europeas. Como muy bien razona María de los Ángeles Sallé Alonso en su libro La emigración es-pañola en América: historias y lecciones para el futuro, publicado en 2009, los españoles tienen una fuerte tradición migratoria y es muy difícil imaginar a la España de hoy sin esa larga cadena de “éxito y sufrimiento”, dice Sallé, dejada tras de sí por millones de españoles que salieron del país a emprender nuevas vidas y buscar un porvenir mejor huyendo del hambre, la falta de opor-tunidades o la injusticia política. Lo mismo podríamos decir a la inversa: no se puede comprender plenamente la Venezuela de hoy si no se valora el impacto y el aporte cultural de las diferentes migraciones, especialmente la española, que nos acompañaron en el preciso momento que el país dejaba de ser rural y entraba en la vida urbana.

Muchos de los hábitos alimentarios urbanos, las tradiciones gastronómicas –Venezuela es impensable sin hallaca, pero también sin paella–, los estilos arquitectónicos de grandes zonas de nuestras ciudades –el sello vasco en la arquitec-tura de Las Mercedes, en Caracas, por ejemplo–; el inicio de muchas industrias y comercios antes inexistentes en el país, por solo citar algunos ejemplos, son el resultado de la influencia de vascos, catalanes, asturianos, pero, sobre todo, de canarios y gallegos que por millares nos acompa-ñan desde entonces.

La más intensa emigración “forzosa” en España se produjo, efectivamente, durante y después de la Guerra Civil (1936-1939), pero los movimientos migratorios continuaron con os-cilaciones hasta 1975, cuando se restableció la democracia luego de la muerte de Franco. Galicia fue la región con mayor protagonismo con casi 46% del total de emigrantes, siguién-dole en segundo término Canarias, otra región histórica en el éxodo hacia América en el Siglo XX. Entre 1946 y 1958 Ar-gentina continuó siendo el destino principal. Cuatro de cada diez emigrantes españoles se dirigían a este país. Venezuela fue el segundo lugar de destino en esta etapa. En tercer lugar, Brasil recogió una parte significativa de la corriente migrato-ria, debido al desarrollo industrial propiciado por la óptima coyuntura internacional en el mercado del café.Como dato representativo Sallé Alonso recuerda:

“…en noviembre de 1948, en los puertos venezolanos se encontraban veinte barcos, atestados

de emigrantes canarios a la espera de una decisión favorable por parte de las autoridades de aquel país. Durante los mismos días de diciembre de 1949 se contabilizaron veintitrés. Uno de los episodios más conocidos se produjo en agosto de 1950, sus protagonistas fueron 170 hombres y una mujer,

que salieron desde La Gomera rumbo a La Guaira a bordo del ‘Telémaco’, motovelero con una capacidad máxima de 25 pasajeros, es decir siete veces por

encima de su capacidad”.***

En menos de una década, la geografía humana de Venezuela cambio plenamente. Nuevas hablas se escuchaban. Madeiren-ses, italianos, libaneses, turcos y sirios que apenas si lograban mascullar el español. Y unos nuevos nacionales que hablaban nuestra misma lengua la cual, a oído de los locales, resultaba por lo menos curiosa. Por la lengua común eran los más cercanos entre todos los inmigrantes. Artesanos, industriales, comercian-tes, agricultores, ebanistas, sastres, bodegueros, sacerdotes, profesores de primaria y secundaria fueron convirtiéndose en parte importante de nuestra cotidianidad.

Y entre esa diversidad de grupos, orígenes regionales y ofi-cios, brilló con luz propia y radiante un grupo de humanis-tas que fueron decisivos en el proceso de modernización de nuestras universidades, archivos, bibliotecas y, en general, en las maneras de estudiar y comprender un país y una nación que recién comenzaba a convertirse, con propiedad, en un Estado-nación, y, siguiendo las conceptualizaciones de Darcy Ribeiro, en una etnia nacional.

A comprender su aporte, ya no en términos individuales, sino como movimiento, tendencia o confluencia, está dedi-cado este libro. En medio de la edición 2014 del Festival de la Lectura que organiza anualmente la Alcaldía de Chacao, conversando con Moisés Morera, el agregado cultural de la Embajada de España, le expliqué mi hipótesis. Todos estos hombres –le dije a Morera– han sido celebrados, reconoci-dos, homenajeados como individuos, pero poco se ha dicho de ellos como colectivo, poco se ha dicho sobre el aporte intelectual de la migración humanista española a Venezuela. Morera se entusiasmó y así comenzó este libro.Nos queda claro que el aporte cultural y científico de la mi-gración española es mucho más amplio y diverso que lo que este libro recoge. Por ejemplo, el artista que más ha pintado el Ávila, nuestro tótem caraqueño, es un español: Manuel

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Cabré. Otro catalán, Augusto Pi Sunyer, fue decisivo en la modernización de nuestro sistema de salud. El barcelonés Domingo Casanovas y el mallorquín Barto13 lomé Oliver ejer-cieron de decanos de la joven Facultad de Filosofía, respec-tivamente, en 1947-50 y 1950-51. Podríamos mencionar también al padre Luis María Olaso, creador de la cátedra de derechos humanos de la UCAB, a los notables juristas Joa-quín Sánchez Cobisa, José Sánchez Trincado y Juan Chabás, a Santiago Mariños a quien se le debe las primeras ideas que llevarían a la creación de la Escuela de Artes de la UCV, a Segundo Serrano Poncela y Manuel Granell, autores de im-portantes libros de Literatura y Filosofía respectivamente.

Así que decidimos centrarnos en un grupo de intelectuales dedicados a carreras humanísticas, que llegaron a Venezue-la, algunos de ellos muy jóvenes, otros ya formados profe-sionalmente, e hicieron de nuestro país el suyo propio: se dedicaron a estudiarlo y conocerlo a fondo, con pasión des-medida en casi todos los casos. Además, muchos de ellos tuvieron el tiempo y la dedicación para crear instituciones claves en nuestra consolidación como república.

Aunque no son los únicos, y estamos absolutamente cons-cientes de que hemos dejado fuera otras figuras importantes, el libro está integrado por reflexiones sobre ochos autores: el politólogo Manuel García Pelayo; los historiadores Pedro Gra-ses y Manuel Pérez Vila, los filósofos Juan David García Bac-ca, Juan Nuño y Federico Riu, y; el geógrafo Marco Aurelio Vila. Hemos incluido también, tal vez con cierta arbitrariedad, pero sustentada en hechos razonables, a otro inmigrante, Ángel Rosenblat, que, aunque no es oriundo de España, se dedicó al estudio de una de las grandes herencias hispánicas en el Nuevo Continente, la lengua castellana, y además tuvo una fuerte vinculación con España, donde vivió en los difíciles años previos a la guerra (entre 1933 y 1937) con la deter-minante influencia de sus maestros: los grandes hispanistas Amado Alonso y Ramón Menéndez Pidal.

Para reflexionar sobre sus vidas y obra hemos invitado a un grupo de autores venezolanos que fueron directamente sus discípulos en las aulas universitarias, cooperando con ellos en su trabajo académico o que han sido seguidores de su aporte y producción intelectual. García Pelayo ha sido tra-bajado por el también politólogo Ricardo Combellas. García Bacca y Federico Riú por los filósofos Benjamín Sánchez y Fernando Rodríguez, respectivamente. Pedro Grases por el lingüista y miembro de la Academia de la lengua Francisco Javier Pérez. Pérez Vila, por la historiadora y miembro de

número de la Academia de la Historia Inés Quintero, y Marco Aurelio Vila, por el geógrafo y ex director del Centro de Estu-dios del Ambiente de la UCV, Antonio De Lisio. Ángel Rosen-blat estuvo en manos de la profesora Irma Chumaceiro.

Ahora que he terminado de leerme detalladamen-te en su conjunto todos y cada uno de los textos, puedo asegurarle al lector que tenemos a mano

una obra a la vez hermosa y rigurosa que habla de un grupo de hombres, de maestros, que tienen en

común el amor por el conocimiento, una descomunal capacidad de trabajo, unas intensas convicciones de-mocráticas y una gran apertura hacia el pluralismo, el debate crítico y la polémica valientes, que encuentran

en Nuño su más excelso cultor.***

¿Qué tienen en común todos estos hombres? Primero que emi-graron de España ahuyentados por persecuciones políticas, o, como dice Ana Nuño en el texto sobre su padre, por la mediocri-dad intelectual reinante en el país. Segundo, que todos decidie-ron radicarse en Venezuela, con la excepción de García-Pelayo se nacionalizaron y solo recuperaron su nacionalidad española una vez que murió Franco. Tercero, que eran unos intelectuales rigurosos e incansables que se integraron a la dinámica inte-lectual del país con un peso decisivo y, además de un prolífico trabajo de su autoría personal, muchos de ellos fueron creadores de importantes instituciones, o autores de obras decisivas que renovaron el mundo académico e intelectual no solo de Vene-zuela sino en América Latina. García Pelayo, el último que llega, en 1958, año crucial para la construcción de la democracia, es el pionero en la profesionalización de los estudios políticos. Crea, primero, el Instituto de Estudios Políticos (IEP), uno de los prime-ros en su género en América Latina, en la Facultad de Derecho de la UCV. Bajo su responsabilidad se creó también, en 1971, el Doctorado en Ciencias Políticas, y más tarde, la Escuela de Estu-dios Políticos y Administrativos, que consolidaría definitivamente los estudios políticos modernos en Venezuela como disciplina académica.

El García-Pelayo que nos dibuja Ricardo Combellas, desde el testimonio vivo y cercano de quien fue su discípulo en la Uni-versidad Central de Venezuela, es un académico a tiempo completo. Ya era una autoridad en su campo cuando arribó a Venezuela. Había publicado en 1950 una de sus obras fundamentales, Derecho comparado, hecho que lo convertía en figura ideal para dirigir el IEP.

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E n virtud de los favores recibidos (Caracas, 1987) es en mi opinión la novela más interesante de Orlando Chirinos; y esto es mucho decir, dado

que el corpus del autor es de altísima calidad.

La novela que me ocupa se desarrolla durante una sola no-che, la del velorio de Justina, la prostituta del pueblo. Allí se dan cita todos los habitantes, tanto los que la frecuentaron como los que la adversaron, se solidarizaron y la ignoraron. Mediante la sucesión de narradores (cada capítulo está con-tado por un narrador diferente) Chirinos logra, gracias a la combinación de diversas ópticas particulares, el retrato de una sociedad en que confluyen la crítica social y la presen-tación de conflictos individuales. La excelente prosa, en la que destacan un sobrio lirismo y la recreación del habla del lugar, otorga unidad a las diferentes voces e historias y da al mundo ficcionalizado autonomía y peso específico.

La obra se desarrolla en una zona rural empobrecida y de di-fícil acceso por su ubicación montañosa. En esa comunidad

depauperada sobresale la figura de un personaje que es el hombre más rico del pueblo y cuyo poder se extiende hasta la urbe, ya que posee negocios en Coro y en Carracas. Tras su aparente rol de benefactor, se esconde un hombre co-rrupto, apoyado por las autoridades eclesiástica y policial.

En este marco se dan cita el jefe civil y el sacerdote, un antiguo guerrillero, un campesino rezandero, una hermosa muchacha ingenua codiciada por todos los hombres y una de las perso-nas principales del lugar. Pero lo que le da al texto un valor especial es que la comarca no está representada solo a nivel de la anécdota, sino en tanto comunidad periférica opuesta al centro hegemónico. Esta puesta en escena pasa fundamen-talmente por la ficcionalización de la oralidad.

Como han indicado diversos estudiosos, el paso de la cultura oral a la cultura escrita ha dejado rezagada una serie de co-munidades que por su alejamiento de los centros hegemóni-cos conservan un conjunto de vestigios orales y no terminan de incorporarse de un modo cabal al sistema de la escritura.

Una novela de Orlando Chirinos

“La excelente prosa, en la que destacan un sobrio lirismo y la recreación del habla del lugar, otorga unidad a las diferentes voces e historias y da al mundo

ficcionalizado autonomía y peso específico”

Orlando Chirinos | Foto cortesía

MARÍA CELINA NÚÑEZ

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En virtud de los favores recibidos está organizada en quince capítulos, cada uno de los cuales lleva por título el nombre del personaje narrador. No existe entre ellos un orden jerár-quico. Todos forman parte de una especie de coro dentro del que cada uno va teniendo su lugar. Igualmente la organiza-ción de los capítulos es acumulativa y no jerárquica. Como ha señalado Walter Ong, el pensamiento y la comunicación orales son acumulativos antes que subordinados o analíti-cos. En la novela, los capítulos van aportando distintos datos sobre la historia del pueblo y de sus habitantes, pero no es necesaria una lectura lineal para entender la trama. Inde-pendientemente del orden en que sean leídos, la historia se capta de la misma manera. No se trata tampoco de que el lector deba hacer luego de la lectura una reacomodación lineal de los elementos a la manera de las exigencias de la narrativa experimental. Se trata tan solo de que la historia está narrada fragmentariamente, como en una conversación y así debe ser entendida. A diferencia de la fragmentariedad textual que requiere una reacomodación posterior, en la fic-cionalización de la oralidad, la aparente inconexión es expre-sión de un modo de pensamiento igualmente fragmentario.

A nivel del discurso, en algunos casos los personajes na-rradores hablan con otra persona; y en otros momentos el discurso adquiere la forma de monodiálogo en el sentido de que se escucha la voz de uno solo de los hablantes, pero en esa voz se evidencian las huellas de la presencia de un interlocutor. En otros casos el discurso está dado por la re-presentación de la conciencia del narrador, pero no de un modo caótico a la usanza de las vanguardias artísticas del siglo XX; sino como la sucesión de ideas que, sin guardar una relación jerárquica, constituyen un conjunto coherente.

Tanto en el caso de que el capítulo represente un monodiálo-go, como cuando prevalece el pensamiento de algún persona-je, las ideas se relacionan de un modo acumulativo. Por ejem-plo, uno de los narradores comienza hablando del pecado de la prostitución, sigue con la enfermedad que mató a Justina, critica al playboy del pueblo, alaba al jefe civil, al terrateniente y al cura; y continúa con lo bonito que está el jardín. Todo esto en un solo párrafo que se extiende a lo largo de siete páginas y media, sin ningún signo de puntuación. Este único párrafo está conformado por oraciones coordinadas que suponen la agrupación de elementos de igual importancia y naturaleza, a diferencia de la subordinación que implica jerarquía.

Si Orlando Chirinos ha elegido la elaboración literaria de una comarca oral como un modo de cuestionar el espacio sacra-

lizado de la escritura al representar a nivel del discurso un código opuesto desde el punto de vista de los parámetros culturales dominantes, también realiza una crítica social en la construcción de la historia.

El velorio de Justina permite la reunión en un mismo espacio y tiempo determinados de todos los habitantes del pueblo a despecho de sus distintas categorías sociales. En esa reunión, el centro, el personaje en torno a quien todos se aglutinan, es un ser que en condiciones corrientes no hubiera tenido ese poder de convocatoria masivo. Esto recuerda el concepto de carnava-lización definido por Bajtin. Para Bajtin, la literatura carnavaliza-da es la que ha recibido directa o indirectamente la influencia de alguna forma de folclor carnavalesco antiguo o medieval.

La situación antes descrita está muy próxima a un evento que ocupa el centro neurálgico del carnaval: la coronación burlesca y el destronamiento posterior. Este motivo está presente en una serie de manifestaciones culturales de un modo más o menos elaborado e incluye a los reyes efímeros de ciertas actividades.

El velorio de Justina equivale a una entronización en la medida en que ella se convierte en el centro de la reunión, en “la home-najeada”. Pero este privilegio tiene lugar como una excepción, en una irrupción del curso normal de la vida, cuando todos los individuos abandonan provisionalmente sus actividades habi-tuales. No se trata de un gesto burlesco, ya que la muerte es asumida por todos con respeto; pero si hay ambivalencia en la actitud de los presentes: la mayoría de ellos no estaría allí si Justina aun viviera; la única forma de que la reconozcan es estando muerta. Por un momento desaparecen las jerarquías sociales y se hacen un solo cuerpo homogéneo en la participa-ción de ese acto colectivo. Estos aspectos introducen la posibi-lidad de dialogizar, es decir, de cuestionar la presencia de una verdad única. Así como mediante el discurso, al erigir como norma un habla tradicionalmente confinada al espacio cerra-do de la comarca, se cuestiona la escritura como espacio del saber letrado. Así también, al hacer que todo gire en torno del velorio de la prostituta del pueblo, Chirinos está ejerciendo una provocación desde el interior de la estructura de la novela.

Quedan muchos aspectos importantes que redundan en una lectura enriquecedora de En virtud de los favores recibidos. Mi lectura de hoy se afinca en tiempos pretéritos y busca con regocijo entusiasmar a los lectores con esta obra de Orlando Chirinos o con cualquier otro libro de su deslumbrante pro-ducción.

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Guadalajara.- Enrique Vila-Matas no supo que tenía sentido del humor hasta que un amigo de la infancia se lo recordó por la calle. Lo cuenta con esa seriedad que caracteriza al escritor, rebelde y solitario, ante un grupo de jóvenes mexicanos que hoy rieron al unísono y a carcajadas.

“Lo que ocurre es que durante años no supe que tenía humor. Me encontré a un amigo del colegio y me dijo ‘¡cómo recuerdo tu humor!’.

Tenía humor y no lo sabía, eso sí que es tener sentido del humor”.

Dos días después de recoger el máximo galardón de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Premio FIL de Li-teratura en Lenguas Romances, el escritor barcelonés se reunió hoy con estudiantes mexicanos dentro de los encuentros “Mil jóvenes con...”.

Llegados de varios colegios de Guadalajara, los alumnos de preparatoria habían leído el relato “El día señalado”, la historia de una mujer a la que le pronostican las circunstancias de su muerte en una fecha concreta y cada año hace todo lo posible por evitarla.

Entre gorras de rapero y melenas lisas sin fin, del público llegaron preguntas sobre la profesión del escritor, los motivos para escribir o el futuro de los jóvenes.

Vila-Matas, el hombre serio cuyo humor hizo reír a mil jóvenes en México

“Lo que ocurre es que durante años no supe que tenía humor. Me encontré a un amigo del colegio y me dijo ‘¡cómo recuerdo tu humor!’. Tenía humor

y no lo sabía, eso sí que es tener sentido del humor”.

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“Cuando yo tenía su edad vivía en el peor país que existe en el mundo, en una situación (la dictadura franquista) en la que mi generación no tenía el menor futuro, era impensable que pudiéramos hacer nada”, recordó el intelectual español.

A veces “es importante levantarse contra esa situación y de alguna forma tratar de darle la vuelta, (...) por lo tanto, se trata de un viaje personal, de algo que depende mucho de uno mismo, de saber enfrentarse a las contrariedades y tirar adelante en las situaciones más difíciles”, comentó.

Pero la solemnidad no fue el tono predominante de la charla, pues Vila-Matas hizo reír a los asistentes desde que arrancó la narración de su vida y su primer trabajo en una revista en la que se inventaba las entrevistas para no perderlo o sus primeros acercamientos a los libros que llegaron de su fobia a la playa.

Cuando toda la familia viajaba a la Costa Brava, él prefería sentarse debajo de un pino a leer, ya que odiaba el sol y temía al mar. A partir de ahí, de esos primeros libros, le nacieron las ganas de querer hacer lo mismo y escribir textos propios.

“Leer me da ganas de escribir, de querer hacer” algo similar, pero distinto, “es como quien ve una película porno y quiere...”, dijo ante las carcajadas del público.

Vila-Matas se confiesa dos personas a la vez, la del “ser siniestro”, cuando está encerrado escribiendo, y la del “marciano” que sale al mundo exterior a socializar en actividades como esta, en las que, confiesa, también está pensando en escribir.

“Entré en la escritura para aislarme de la familia y he continuado en la escritura para aislarme de la familia mundial. Escribir me permite aislarme. Es una paradoja, yo me aíslo del mundo para escribir del mundo, me he movido siempre en esta contradicción. He salido al mundo a vivir historias o a inventarlas, para luego escribirlas”, contó.

Además, con el tiempo “me gusta escribir más que antes”, por lo que “a veces fuera del escritorio soy un ser como un marciano”, alguien que tuvo que aprender a hablar en público para este tipo de actos, confesó.

“Me cuesta todavía bastante, pero no tanto. Es lo más diferente a escribir porque se escribe en soledad (...)

Para hablar en público soy un escritor distinto, que tiene dotes teatrales, histriónicas un poco”.

Sin embargo, “cuando escribo soy un ser siniestro en un escritorio trabajando duramente para encontrar algo que está dentro de mí y no he encontrado nunca todavía”, explicó.

Aunque pueda parecer lo contrario, estar encerrado en una habitación frente a un escritorio es para Vila-Matas el verdadero significado de la libertad.

“Cuando uno está en su escritorio tiene el mundo a su disposición, puede hacer lo que quiera y decir lo que quiera; expre-sarse con libertad y esto es el valor máximo que he encontrado en la vida, la alegría máxima”, indicó.

Ese ha sido el leitmotiv de su obra, hacer lo que le dé la gana, no frenarse por nada y “trabajar siempre saltándome las reglas”.

Así, ante la petición de un consejo para un joven con aspiraciones literarias, Vila-Matas responde: “ser fiel a uno mismo como base, en lo que eres, no traicionarte nunca”.

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P olvo de hormiga hembra de Yoyiana Ahumada Licea constituye una puesta en escena del cuer-po y del desgarramiento. En efecto, este texto

expresa toda la vivencia fragmentada y rota de su protago-nista, Maya; una bailarina de ballet que vive en un mondo fantasmagórico en el que confluyen la adicción a la morfina, la aspiración a la grandeza y la imposibilidad de la pareja.

Así, en este discurso dramático donde hay una clara im-pronta de lo poético se despliegan una multiplicidad de per-sonajes en torno a Maya, de forma que aparece un entorno social enfermo que de algún modo pone de manifiesto cómo la misma sociedad real es un factor alienante del individuo. La propia adicción a la sustancia por parte de la protagonista sirve de puente por el cual el personaje principal articula ese “paraíso artificial” –de corte absolutamente ilusorio– en el cual se cumplen las fantasías y aspiraciones que el otro tiene para ella. Este texto es una clara denuncia de la ali-

neación y la castración del sujeto por parte de un otro que espera de él lo irrealizable. La fractura del yo está asimismo manifiesta en la manera como la autora configura la corpo-ralidad de los caracteres en escena.

Hay, además, un poderoso tono surreal en este trabajo así como ciertos matices propios del teatro que se dio en Vene-zuela en los años setenta, cosa que pone de manifiesto una clara intención por parte de Ahumada Licea a la hora de con-figurar el artefacto y echar mano de uno u otro giro estético. La mirada de la autora es profunda en la construcción de sus personajes, al igual que en la elaboración de un andamiaje donde la vida se disuelve en un día a día que quizá nunca existió. Esa no existencia está claramente expresada en la alegoría del emblema “Maya”, que utiliza su creadora para nombrar al personaje principal. Recordemos cómo en la cos-mogonía védica este apelativo refiere al mundo de la ilusión, a cómo lo fenoménico termina siendo una representación

Yoyiana Ahumada Licea,el desgarramiento a través del cuerpo

“Hay un poderoso tono surreal en este trabajo así como ciertos matices propios del teatro que se dio en Venezuela en los años setenta”

Yoyiana Ahumada Licea | Manuel Sardá

JOSÉ ANTONIO PARRA

PAPEL LITERARIO DE EL NACIONAL

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irreal. De forma que estamos en presencia de una escritora que maneja de modo muy erudito una serie de registros y claves, no solo en lo que se refiere a lo estético per se, sino también en lo que tiene que ver con una aproximación a lo filosófico y ultimadamente a la perspectiva ontológica.

Yoyiana Ahumada Licea representa en esta pieza con suma maestría aquello que el discurso psicológico plantea como el “chivo expiatorio” de un entorno familiar o social. Maya, en efecto está enferma, no solo en cuanto a su adicción o a su propio cuerpo, sino que también es el síntoma de un entorno profundamente mórbido y que requiere que ella, además, esté en esa condición.

El lenguaje utilizado por Ahumada Licea es limpio, de modo que esta echa mano a los elementos precisos que requiere para su montaje. Todo tiene un sentido en este trabajo, cual “mecanismo de relojería”. Hay, además, una cierta “seque-dad” en los diálogos en lo referido a la manera como se inte-rrelacionan los diversos personajes, lo cual es marca de una ambivalencia que expresa lo escindido y donde se verbalizan tópicos de gran profundidad emocional.

Para esta autora venezolana es un aspecto que también tiene vital importancia el discurso revestido de una palabra poética, de manera que la musicalidad, la rítmica y las tex-turas elegantes son de vital importancia aquí. Su trayecto-ria previa en tanto investigadora, así como periodista que ha profundizado en la literatura, sobre todo en el contexto dramático, al igual que en la semblanza de personajes son un plus. En su haber se cuentan Alucinados, visionarios e irreverentes, la idea escénica en Venezuela en los años 70 (2001), Venezuela: la obra inconclusa de José Ignacio Ca-brujas (2012), Portugal y Venezuela: 20 testimonios (2012). Adicionalmente es de su hechura el espectáculo teatral-multimedia Cabrujas: la voz que resuena (Cultura Chacao, 2011), entre otras importantes creaciones.

Con Polvo de hormiga hembra asistimos a una edición su-tilmente concebida en la cual están expresados tópicos que denotan aspectos extremadamente álgidos de la condición humana. Ultimadamente Yoyiana Ahumada Licea nos invita a la reflexión. Este trabajo, sin lugar a dudas, es una cele-bración de la luz.

Polvo de hormiga hembraYoyiana Ahumada Licea

Editorial Eclepsidra

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E l límite físico de todo ser humano es su cuer-po; pero, como una especie de lindero final o de tensamiento máximo, ese límite se extiende

hasta donde lleguen sus palabras, trasciende hasta los luga-res que ellas ocupan y hasta los momentos en que puedan escucharse sus ecos. Borges dijo que los seres humanos éramos, esencialmente, signos. Los seres de palabras se-ríamos, entonces, signos reflejados sobre otros signos; y la escritura que nos expresa sería una exacerbación de nuestra individualidad. Y hay algo de paradójico en el hecho de que la escritura, signo de otro signo, realidad irreal, afirme y extien-da nuestra presencia; que cobremos una mayor dimensión o un más nítido sentido gracias a la irrealidad de las palabras que enunciamos. Hay también algo de peculiar en el he-cho de que la realidad pueda hacerse menos áspera o más soportable por medio de esas voces que escribimos. Este último fenómeno, sobre todo, es algo que cualquier ser de palabras conoce muy bien: a la realidad excesiva y contun-dente, obesa y torpe, puede siempre oponérsele la ligereza, la alada irrealidad de las voces. “El peligro para la vida es de asfixiarse bajo el peso de la existencia”, dijo alguna vez Ma-ría Zambrano. Para no ser asfixiados por la existencia, para sobrevivirla, los seres de palabras nos entregamos a nuestro juego. Hacerlo es una respuesta y un conjuro en contra de la incesante intromisión de lo real en nuestras vidas.

Irrealidad de la escritura e irrealidad de las razones que conducen hacia ella; importancia de lo irreal que no deja de albergar un peligro para los seres de palabras: clausurarnos en medio de nuestros espejismos, aislarnos excesivamente al interior de nuestro mundo de deseos y propósitos y sueños. Lo que nos consolida en nuestras voces, lo que nos centra en nuestras creencias y fantasías y memorias puede, igualmente, colocarnos peligrosamente al margen de todo lo que nos es exterior. El conjuro de la incomunicación sólo podrá llegar junto a nuestra curiosidad y junto a la capacidad de convertir nuestro juego de palabras en un acto ético que nos humanice, que muestre nuestra humanidad, que nos comunique desde ella. Ética de la escritura que es, de alguna manera, una justificación de la escritura a través de la dignidad de lo poético. Octavio Paz, en el último capítulo de su libro La otra voz*, otorga al término “poético” un rango casi cósmico; todo lo armonioso y pleno, todo lo que dentro del universo humano alcance un sentido de equilibrio, de armonía y plenitud es definido de “poético”. Según Paz podría hablarse de poesía en relación a comportamientos y comunicación humanas, en medio de realidades

¿ESQUIVAR LA VIDA O APRENDER DE ELLA? raFael FauQuié

* La otra voz, Barcelona, Seix Barral, 1990

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políticas y de espacios culturales. Todo cuanto dentro del cosmos de los hombres logre expresar solidaridad o fraternidad posee, según Paz, rasgos poéticos. Por su parte, Edgar Morin, en su libro Amour, poésie et sagesse**, coloca el calificativo de poético sobre las cosas más estrechamente relacionadas con la individualidad. Maravilla, ilusión, sueño, esperanza, sensibilidad, sorpresa, creación son consideradas por Morin como actitudes “poéticas”. Morin concluye que la poesía nace, esencialmente, en la pulsión de algunos seres de palabras por nombrar, en total libertad, sus más genuinas visiones, sus comprensiones más legítimas, sus descubrimientos más auténticos. Existe poesía, dice Morin, en el acto de un individuo que decide nombrar lo más verídico y pleno que haya en él. Sin embargo, en un determinado momento, aclara: “el indivi-dualismo posee una cara luminosa, clara: son las libertades, las autonomías, la responsabilidad. Pero también posee una cara sombría (...) la soledad, la angustia.”

Así, pues, la individualidad posee dos rostros posibles: uno, que sugiere autonomía y otro que expresa aislamiento; uno que alu-de a libertad, otro a clausura; uno que señala creatividad, otro que sólo dice silencio; uno fundacional y adánico y espermático, otro epigonal y decadente y agónico. Para Morin, lo poético sería, pues, el impulso creador capaz de trascender los estrechos límites de una individualidad clausurada hasta alcanzar una válida comunicación con lo colectivo y lo plural. Poética sería la proyección de un yo irradiéndose hacia el afuera en medio de la belleza o la intensidad o la corroboración o la exactitud.

Entre todas las posibilidades que ofrece la escritura, hay dos que, rotundamente, se oponen: una, la que sugiere al ser de palabras la posibilidad de escribir para esquivar la vida, para inventar otra vida muy distante a la que enfrenta cotidianamente; otra, la que le ofrece la oportunidad de aprovechar mejor las experiencias vividas. Esta segunda opción no cesa de sugerir para cualquier escritor y para cualquier lector, que la vida pueda ser entendida como un camino y como un escenario. Pero tanto para la primera como para la segunda opción, existe el mismo riesgo de clausura o lejanía o inhumanidad para el ser de palabras arrastrado por una voluntad de distanciarse de casi todo. Y como dije antes: nadie puede alejarse demasiado de los afueras que lo rodean. En algún momento, siempre será necesario el acercamiento, el compromiso con eso a lo que el yo está obligado a enfrentar. Como una forma de conjuro ante el solipsismo en que ella podría convertirse, la escritura precisa hacerse diálogo, vocablo de comunes comprensiones. El ser de palabras necesita enfrentar las limitaciones o deformaciones de su individualismo naturalmente egoísta a través de una escritura concebida como encuentro, construcción compartida, diálogo de humanizaciones.

En 1954, Paul Celan escribió un poema al que tituló “Habla también tú”. En él expresó el sentido ético de una escritura capaz de nombrar el camino humano y de nombrar al ser humano que lo recorre. “Habla también tú –escribe Celan- sé el último en hablar,/ di tu decir./ Habla (...)Y da a tu decir sentido: (...) ve cómo alrededor todo se hace viviente (...) Asciende. Tanteante, asciende.” Estas palabras parecieran ser una continuidad de aquellos textos de diez años atrás, una continua-ción de aquel desgarrador poema, “Fuga de la muerte”, que había sido escrito por Celan en un campo de concentración. ¿Continuidad? ¿Corolario? Acaso ambas cosas; en todo caso: necesidad, asidero, redención. Como dice Celan: es preciso nombrar eso que nos resulta necesario, nombrar, decir eso que sólo a nosotros pertenece y eso que sólo nosotros podemos describir. Haciéndolo, de alguna manera, creamos vida: para nosotros mismos y para quienes nos leen nuestras palabras se hacen “vivientes”. Señala Celan, además, que el poeta, al escribir, “asciende”; o sea: se eleva junto con sus voces; se sobrepone a las incertidumbres que lo envuelven y se aferra a su arte. Y Celan, como nadie, fue capaz de mostrar muy hu-manamente su manera de “ascender”: primero, escribiendo textos que le permitieron resistir al infierno y a las ruinas; luego, comunicándonos una imagen de lo poético como sublimación y refugio. Que su vida haya terminado trágicamente, que sus palabras no lograsen rescatarlo de sus propios fantasmas y pesadillas, no oculta el hecho de que, con su escritura, supo comunicar su humanidad, humanizar su arte; identificar en éste, y hasta el mayor de los extremos, estética y existencia. Y esto, acaso, sea una de las más firmes y válidas opciones del arte de nuestros días. Lo que nos dice Celan acerca de la necesidad de que el poeta sea “el último en hablar”, sugiere eso mismo que nuestro presente no cesa de transmitir: que se está acabando para los hombres el tiempo de escucharnos sin entendernos; que ha llegado para los seres humanos el tiempo de compartir, de aprender de los otros, de todos los otros; de comunicarnos con los otros, con todos los otros.

** Paris, ed. Du Seuil, 1997

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EL GIRO DE LA MUERTEJuan Páez ávila

FICCIÓN Cuento de Juan Páez Ávila

Don Chema giró a la izquierda y luego a la derecha, se tapó la cara con la sábana y creyó que estaba muerto. Se levantó para mirarse en el espejo y se vio tendido sobre la cama, con el rostro tapado. Descorrió la sábana y apareció su cara, con los ojos rodeados de azul y la mirada fija de la muerte. Decidió contratar varias carrozas, para un entierro digno de su rango económico y social. Quiso fugarse hacia la vida y observó que se abrieron los barrotes de la ventana. Salió a la calle, pero antes de abandonar su casa, se asomó por otra ventana y vio a su mujer y a sus hijos llorando al lado de una modesta urna. Pensó que su familia quería heredar su riqueza y olvidarlo a él después de muerto. Había trabajado tanto y tan duro que le parecía un entierro injusto y miserable. Había establecido en su testamento que su entierro fuera fastuoso, precedido de una misa cantada y un desfile de varias carrozas. Su voluntad había sido violada y la iba a restituir. Como lo había logrado en vida mantendría el peso de su autoridad, después de haber fenecido. Se dirigió a la Catedral de Carohana.

-¿Qué pensarán hacer con los 2.000 novillos que tengo en la finca, listos para vender? ¡Tantos años de trabajo para comprarlos y sembrar el pasto para cebarlos, para que ahora me vengan a enterrar en una urna de pobre!

-Compadre, apárteme todos los machos y cuando desteten me los manda a la finca, que usted y yo no tenemos proble-mas en materia de precios. Usted lo pone y yo le guardo el dinero en efectivo.

-Cuente con ellos, compadre.

Compraba 20 pequeños y vendía 10 grandes, hasta que llegué a comprar 200 becerros y vender 100 novillos de más de 500 kilos de peso.

En la calle le acompañaba un viento frío y solitario. Le pareció muy temprano para despertar el Padre Alvarez. ¿No era muy temprano para morirse? Cuando llegó a la Catedral, la puerta principal estaba cerrada. Siguió hacia Barrio Nuevo, hacia donde lo conducían los primeros destellos de la luz del día, a sus espaldas reinaba la oscuridad. La noche se le convirtió en una inmensa cola que arrastraba tras sus pasos. Si giraba a la izquierda, la noche y el día también viraban a su alrededor. Si giraba a la derecha era igual, delante de él iluminaba y calentaba el sol, detrás privaba un aire moderadamente frío. Nadie se detenía a mirarlo ni a charlar con él. En esas circunstancias caminó varias cuadras y experimentó deseos de desaparecer, como si no hubiera fallecido antes.

-Don Ramón, apárteme las hembras y cuando desteten me las manda a la hacienda o me avisa cuando estén listas y yo las mando a buscar. Sus precios son justos y yo se los pago de contado y con mucho gusto.

Compraba 20 novillitas y vendía 10 vacas viejas, durante todos los años de mi vida útil y productiva, hasta llegar a ordeñar 400 vacas y producir 2.000 litros de leche diarios, para que me vengan a enterrar como a un peón de hacienda.

-Yo le aviso don Chema y si tengo gente se las mando. Es posible que necesite una platica, antes.-Dígame cuánto es y se la tengo lista hoy mismo. Pase por mi casa cuando guste.

Algunas personas que encontraba, sólo se interesaban en la noche de su cola. Intentó dialogar con alguna de ellas y per-cibía que no le oían. Estaba seguro de ello porque él tampoco escuchaba sus propias palabras. Sintió miedo, desde un

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principio se había hecho la ilusión de que estaba soñando y esperaba despertar en un momento extremadamente grato. Se le disiparon las esperanzas de vivir. Pensó que realmente estaba muerto. Lo invadió un horrible terror, nadie le atendía, hasta que vio a su ahijado, Alfredo, un muchacho alto y pasado de kilos, que salía muy poco, leía gran parte del día y vivía de las rentas de su herencia paterna. Pensó que un joven culto y con vocación de servicio social sería su salvación. Se extrañó que Alfredo lo saludara y no le mirara la cola.

-Voy al Hospital. Acaban de ingresar 3 campesinos gravemente heridos y me llamó el Dr. Ibarra, para que constate lo que puede ser un horrendo crimen. Parece que la Policía o la Guardia Nacional les dispararon a matar, para desalojarlos de unas tierras en un lugar llamado Turén.

Don Chema pensó que Alfredo sería el único capaz de enterrarlo tal como él se lo merecía por su rango social. Además, su ahijado era la única persona con la cual había podido comunicarse, aunque todavía no le había dicho lo que le pasaba. Se le acercó y le expresó:

-Alfredo, te ruego que me creas y no te vayas a asustar. Yo estoy peor que los heridos de Turén. Estoy muerto, mi fa-milia me llora en estos momentos en mi casa, pero no han querido cumplir con mi testamento y eso me tiene como loco, caminando por toda la ciudad y no he podido hablar ni con el Padre Álvarez.

El miedo se apoderó de Alfredo, pero reaccionó rápidamente y se llenó de coraje, y ante la incertidumbre, le preguntó:

-¿Qué puedo hacer por usted, padrino? -Un entierro digno de un hombre que durante su vida lo que hizo fue trabajar, levantar una familia que hoy me aban-

dona y hacerle bien a todo el que he podido. Contrata 3 coches fúnebres y compra 100 coronas. Ordena misas cantadas en todas las iglesias de la ciudad. Cuando redoblen las campanas se sabrá que alguien ha muerto, ningún lugar quedará en silencio. Cuando hayan salido todos de sus casas, las carrozas comenzarán a salir de la mía y cuando alguien pregunte quién ha muerto, se sabrá que soy yo, tu padrino, uno de los hombres más ricos de Carohana.

Alfredo le prometió cumplir exactamente su mandato. Don Chema se sintió aliviado y el peso de la muerte se le hizo más soportable. Vio desaparecer la noche a sus espaldas y una corriente de viento frío le taladró el cerebro. Las dudas lo envol-vieron nuevamente. Para cerciorarse de que sí estaba muerto, regresó a su casa, para mirarse a través de los espejos, sin preocuparse por el mísero velorio que había organizado su familia. Inició sus pasos cuando ya Alfredo había desaparecido de su vista. El camino estaba despejado. Las calles se ensancharon para darle paso, pero nadie salió a saludarle. Cuando toquen las campanas, pensó, saldrán todos. Mi entierro será una fiesta, una gran procesión. Mientras caminaba sólo pen-saba en Alfredo, en el sonido de las campanas. ¡Cómo disfrutaría al oírlas! Alfredo contrató las 3 carrozas y compró las 100 coronas, ordenó misas cantadas en todas las iglesias y llamó a la casa de su padrino, para comunicarle a la familia que todo estaba listo para el entierro.

-Chemaría está grave, pero no ha muerto todavía. Acaba de regresar. Está como loco, dice que ha llegado el fin de su vida y el comienzo interminable de su muerte.

Alfredo llamó a la Funeraria y a la Floristería.

-Que no se detengan en la casa de don Chema. Que sigan para el Hospital.

Cuando las carrozas y las flores llegaron, le hizo el comentario al Dr. Ibarra. Éste le respondió:

-¡Esa es la Maldición del Fraile! Don Chema pertenece todavía a la quinta generación de godos que maldijo el Fraile Aguinagalde cuando lo expulsaron del Cantón de Carohana.

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CAROHANA80 CAROHANA80

-¿Qué hacemos? -preguntó Alfredo, haciendo esfuerzos por contener la risa.-Enterrar a los 3 campesinos que fueron ametrallados e ingresaron sin vida. Los familiares no han llegado y los cuerpos

comienzan a descomponerse.

Los 3 jóvenes trabajadores rurales, víctimas de la represión policial, no pudieron ser identificados. Fueron llevados al ce-menterio en lujosos coches fúnebres, en medio de un redoble incesante de campanas y la curiosidad de toda una pobla-ción que ignoraba los pormenores de la muerte, y se interrogaban:

-¿A quiénes van a enterrar?-No se sabe –respondía cualquiera de los acompañantes.

Numerosas personas fueron incorporándose a la manifestación de duelo, sin conocer los occisos. Todos rezaban impulsa-dos por el ambiente fúnebre, por el sonido de las campanas, por el dolor de los que no llegaban. La policía miraba absorta a la gente cabizbaja con el rosario en las manos. La ciudad lucía consternada. La imprecisión en cuanto a la identidad de los muertos generalizaba el sentimiento de pesar.

-¡Puede ser alguien cercano a alguno de nosotros! –se oía el comentario entre la muchedumbre, en la procesión.Los únicos que estaban seguros, además de la policía, que se trataba de un crimen político, de un exceso represivo contra humildes campesinos, acusados de subvertir el orden social en el desierto, de perturbar la paz de la maleza, eran Alfredo y el Dr. Ibarra, quienes trataron de prestarle auxilio y estuvieron bajo estricta vigilancia policial. El médico mantenía la sereni-dad que su profesión le exigía y le proporcionaba la experiencia, al lado del dolor y de la muerte. Alfredo no podía contener el ritmo acelerado del corazón, indignado por la impotencia para castigar un horrendo crimen y agitado por el exceso de peso, se llevó las manos al pecho. Un fuerte dolor le hizo doblar las rodillas y se desplomó sobre la sepultura que le había mandado a cavar a don Chema.

El giro de la muerte se hizo más conmovedor. Se prolongó el redoble de campanas y se extendieron los rezos. En los extre-mos de la fosa fueron colocadas dos cruces. Una sin nombre, ocultaba la identidad de los asesinados. La otra recogía un nombre, colocado por el Dr. Ibarra, para identificar un sueño por un mundo nuevo: ALFREDO ALVAREZ.