REVISTA CLINICA ESPANOLA
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REVISTA CLINICA """'
ESPANOLA Director: C. JIMENEZ DIAZ. Secretarios: J. DE PAZ y F. VIVANCO
Redacción y Administración: Antonio Maura, 13. Madrid. Teléfono 22 18 29 Editorial Científico-Médica.
TOMO XXV 30 DE ABRIL DE 1947 NUM. 2
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REVISIONES DE CONJUNTO
EL DIAGNOSTICO CLINICO NO INSTRUMENTAL DE LAS IRREGULARIDADES DE LA FRECUENCIA Y RITMO DEL PULSO
J. R. V ARELA DE SEIJ AS Y AGUILAR Director del Dispensario Antituberculoso Central de Gijón y del Servicio de Cardiologla y Tisiolog!a de lo. S. M. D. F.
l.-INTRODUCCIÓN.
El desarrollo portentoso de la técnica instrumental y analítica aplicada a la clínica acaecido en los últimos años ha permitido un mej-or Y más extenso conocimiento de los procesos morbosos, ha planteado nuevos problemas y los ha resuelto en parte.
Si en cualquier terreno de la Patología tal hecho resalta claramente en toda su importancia, quizá en pocos sea el fenómeno tan evidente como en el campo del estudio de los trastornos cardíacos, en el que gracias, por ahora fundamentalmente, al empleo de los métodos instrumentales (electro, cardio, arterio, flebo y foto」セイ、■ッァイ。ュ。I@ es posible diagnosticar con segundad pequeñas alteraciones anatómicas o fun」セッョ。ャ・ウL@ con asiento en un tejido de tan reduCidas dimensiones como el sistema conductor.
Tal posibilidad representa un enorme adelanto clínico, y simultáneamente un nuevo impulso para la investigación de numerosos probleュ。セ@ conceptuales, y como tal es generalmente エ・ュN、セ@ .. Mas, si se da la paradoja de que con las posibilidades actuales, precisamente nacidas de la técnica instrumental, nos ocupamos de un problema como el enunciado en el título ello significa el convencimiento de la ョ・」 ・ウ ゥ、セ、@ de oponerse a la natural tendencia del espíritu humano, en virtud de la cual se propende con de-
masiada frecuencia al abandono de los métodos clásicos a favor de los modernos, aparentemente al menos, más cómodos, sencillos y eficaces. Pero esto significa en realidad el abandono de la observación directa, del sentido clínico y de la responsabilidad, procedimientos gracias a los cuales se ha elevado en el transcurso de los años y se depura constantemente el edificio de nuestros actuales conocimientos en beneficio de un método instrumental, cuya interpretación correcta, aun desde el punto de vista más ortodoxamente técnico, no es posible sin el conocimiento completo del enfermo y de todo lo que le concierne. Por eso queremos recordar simplemente en esta revisión los datos semiológicos por los que pueden sospecharse y a veces diagnosticarse con seguridad, exactamente, procesos patológicos, cuyo diagnóstico se deja hoy enteramente a la virtud del electrocardiógrafo, como hace años se dejaba a la de la radiografía el diagnóstico de los procesos tuberculosos. Lo que no quiere decir, en modo alguno, que se subestimen ninguno de los dos valiosos métodos, sino simplemente la creencia de que cuanto más agudo se esfuerce en ser el diagnóstico clínico a la cabecera del enfermo, mayor rendimiento se obtendrá del empleo de los procedimientos instrumentales, tanto en el caso particular clínico concreto como en el desarrollo general de la que el recientemente fallecido sir T. LEWis llamó 」ゥセョ」ゥ。@ clínica. La reciente llamada del Profesor RoDRÍGUEZ FoRNOS en este mismo sentido recoge asimismo otras llamadas hechas con el mismo espíritu en otras partes del mundo.
Por último, creemos que pueda serie de alguna utilidad al médico práctico, que no siempre dispone de muchos medios auxiliares, esta revisión de los datos semiológicos, de interés en el diagnóstico diferencial de las irregularidades del pulso.
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II.-CLASIFICACIÓN.
Por las molestias subjetivas o por los datos de la historia anterior, referidas por el propio enfermo o los familiares, el clínico puede sospechar la existencia de una irregularidad o desorden en el funcionamiento cardíaco, pero es indudable que la comprobación más somera y rápida, incluso a veces la primera inducción de su existencia, se obtiene en la mayoría de las ocasiones por la observación palpatoria del pulso periférico. Por ello el pulso constituye el núcleo de cristalización de la presente revisión.
Son caracteres del pulso de interés fundamental su rapidez, ritmicidad y fuerza, caracteres perceptibles por lo general de modo lo suficientemente claro para poder sentar en ellos una clasificación práctica de las irregularidades cardíacas que dan lugar a ュ セ、ゥ ヲゥ」。」ゥッョ・ウ@ del pulso.
Habrá que considerar, por lo tanto, con arreglo a este criterio, en primer lugar, las irregularidades que se caracterizan por pulso rápido, pudiendo éste ir o no acompañado de arritmia, es decir, se hará un apartado, fácil de aislar clínicamente, con el pulso rápido y rítmico y el pulso rápido y arrítmico. Del mismo modo se pueden distinguir claramente los pulsos lentos, y en éstes los rítmicos y arrítmicos.
Pueden existir además irregularidades del pulso caracterizadas porque, siendo éste normal en cuanto a la velocidad con que se suceden las ondas pulsátiles, sea irregular respecto al ritmo. Se considera, por lo tanto, el pulso normal o aparentemente normal de frecuencia, pero arrítmico.
Y, finalmente, convendrá adiestrarse en descubrir posibles irregularidades escondidas bajo la capa de pulsos ·aparentemente normales de frecuencia y ritrnicidad. Sirva de ejemplo el pulso rítmico ·y de frecuencia de 70 pulsaciones por minuto, que puede apreciarse en el aleteo auricular, con elevado bloqueo, y que puede descubrirse clínicamente por la anamnesis y el uso cuidadoso de los métodos que se expondrán más adelante.
Hay además irregularidades que se manifiestan en el pulso por la alteración de la fuerza del mismo, bien con carácter constante, como en las taquicardias, en las que está generalmente disminuída, o con carácter periódico, como en la arritmia respiratoria, o alternante, como en el bigeminismo extrasistólico, o en el bloqueo parcial aurículoventricular tipo 2/ 1, o con carácter completamente irregular, como en la fibrilación auricular o en la arritmia extrasistólica. Sin embargo, por razones de exposición, y para limitarnos al título de la presente revisión, las irregularidades que en el pulso introducen los trastornos de su fuerza no se consideran en grupo aparte, sino que se irán teniendo en cuenta en el estudio del diagnóstico diferencial de las formas citadas anteriormente.
En resumen, a fines puramente clínicos, po-
demos hacer los siguientes grupos para el estudio de las irregularidades de la frecuencia y ritmo del pulso:
PULSOS RÁPIDOS:
1 ¡ Rítmicos: Taquicardia sinusal Aleteo auricular. Fibrilación auricular con bloqueo com
pleto. a) Digitálico con taquicardia ven-
tricular. , b) Idem con ュ。ョセGNッ@ alto.
Taquicardias paroxlsticas.
II) Arrítmicos: FibrHación auricular.
PULSOS LEXTOS:
Aleteo auricular con grado variable de bloqueo.
Aleteo euricular paroxístico de accesos breves.
Taquicardias paroxísticas con déficit periférico, por pequeñez de lleno ventricular.
Taquicardia sinusal con arritmia sinusal.
Arritmia exlrasistólica エ。アオゥ」£イセᄋᄋZ」。N@
Il Rítmicos: Bradicardia sinusal. Bloqueo sinoauricular regular. Bloqueo aurlculovcntricular completo Fibrilación auricular ccn bloqueo com-
pleto. Alet'CO auricular de bloqueo elevado. Bloqueo par e i a 1 aurlculovtntricular
tipo Il de WE-;CKEB\rll ftipo 2/ ]) Ritmo nodal lento Extrasistolia (Pulso bigémino, sin aper
tura de las semiluna res).
II) A rrítmicos: Bloqueo sinoauricular irregular. Bloqueo par e i a 1 auriculovzntricular
tipo I y II de WENCKEBACII (tipo 3/ 2, 4/3, 5/4).
Fibrilación auricular con bloqueo parc ial.
Fibrilación auricular lenta de los ancianos.
Extraslstolia en bradicárdicos. Arritmia sinusal en bradicárdicos.
PULSO NORMAL DE FRECUENCIA, PERO
I ) A rrítmi.oo: Arritmia respiratoria. Extrasistolia. Bloqueos parciales aurículoventricula
r es.
11) Rítmico, m!l..s con u n desorden inaparcnte por me-canismo encubridor:
Aleteo auricular con bloqueo. Fibrilación auricular con bloqueo. Extrasistolia. Bloqueo aurlooloventricular de primer
grado (Retaro:> simple de la conducción).
III.-METÓDICA.
La maniobra más sencilla para descubrir alteraciones del pulso o iniciar la diferenciación entre ellas, una vez conocida su existencia, es el simple rrecuento d;el pulso en Zas arterias ーセゥᆳjérioas (la costumbre ha consagrado universalmente la radial para estos fines), recuento que
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debe llevarse a cabo con la mayor escrupulosidad bajo el control del cronómetro 、オイSN_セ・@ un minuto completo, y a ser posible en condiCIOnes basales siempre las mismas para cada observador. Es conveniente que el recuento vaya precedido de un tiempo mínimo de: セセーッウセ@ Y que se verifique de preferencia en posiciOn clmo. . .
Simplemente de este modo puede ー・イ」ゥ「ゥセウ・@una taqui 0 bradicardia, que por su frecuencia, puede ya provisionalmente encuadrarse en alguno de los grupos citados en el apartado 。ョエセᆳrior. Como límites normales de la frecuencia cardíaca se consideran en el adulto. セ・ウ、セ@ 70 a 100 ーオャウ。」ゥッョセウ@ :por min,uto. セョ@ el mno, sm embargo estos hmites estan mas desplazados hacia オセ。@ mayor frecuencia, de tal modo, que una cifra de 150 puede ser en él perfectamente normal. Como todas las constantes fisiológicas, también el pulso obliga a considerar numerosas variantes en relación con los diversos estados fisiológicos, y fundamentalmente col?- la edad. En el adulto, 100 pulsaciones por mmuto pueden considerarse como normales, pero por encima de esa cifra, desde luego como cifra un tanto arbitraria, podemos considerar el pulso como taquicárdico. La importancia del simple recuento radica en que simplemente por la cifra puede suponerse con alguna aproximación la clase de trastorno existente. Por ejemplo, diagnosticada ya una taquicardia, si la frecuencia oscila entre 100 y 120 pulsaciones por minuto puede suponerse la existencia de una taquicardia sinusal. Entre 100 y 180, una taquisistolia auricular; entre 120 y 140, una fibrilación auricular; entre 180 y 240, finalmente, una taquicardia paroxística. Inversamente, una bradicardia de 35 pulsaciones por minuto hace muy sospechoso un bloqueo completo, pues aunque sujetos normales vagotónicos o atletas muy entrenados pueden mostrar pulsos de 40, es acontecimiento verdaderamente insólito un pulso normal por debajo de esta cifra.
Debe anotarse aquí que aun cuando el uso le ha generalizado, no es enteramente correcto el empleo del término bradi o taquicárdico para セョ、ゥ」。イ@ el carácter de frecuencia de un pulso, Juzgado por el pulso periférico, puesto que pue、セ@ existir una bradisfigmia, por ejemplo, es decir, pulso periférico lento, coincidente con una taquicardia, vale decir, aumento del número de latidos cardíacos. La distinción no es sólo académica, pues el conocimiento de estas bradisfigmias taquicárdicas, o, como las llama LUISADA, pulso lento con corazón rápido, es de un gran interés práctico. El modo de llevar a cabo esta distinción será indicado más adelante.
Nuevos datos se obtienen de la repetición del recuento del pulso en las mismas condiciones P?cos Zョゥョセエッウ@ después. Una taquicardia o bra、セ」。イ、ゥ。@ smusal, por ejemplo, mostrará variaClOnes a veces muy intensas, de un momento a otro, tal como ocurre en el sentido de descenso de la frecuencia en los sujetos muy emocionabies, cuando al cabo de algún tiempo se han
tranquilizado y sintonizado con el método y su técnica. Una vez adquirida de este modo una idea sólida de la cuantía de la frecuencia, debe repetirse aún una vez más, pero después de que el sujeto haya hecho algún ejercicio compatible con su estado. Simplemente en enfermos encamados basta el efecto de la incorporación en el lecho. La variación o no variación de las cifras basales, y el modo de esta variación, brusca o gradual, y su retorno al estado anterior, suministra datos de gran interés que permiten ir centrando el diagnóstico. Así, por ejemplo, cuando en una taquicardia de la frecuencia apropiada el recuento sucesivo da cifras iguales sin más variación que una o dos pulsaciones-diferencia que entra dentro de las posibilidades de error del método y se debe al tiempo que tarda en sincronizarse el reloj con el ritmo cardíaco-1 y esta igualdad de cifras pefsiste después de un pequeño ejercicio, el diagnóstico de taquicardia paroxística auricular es seguro, según indica LEviNE. Aun sin ejercicio, el diagnóstico es posible si durante largo tiempo se observa que el pulso regular y taquicárdico se mantiene siempre invariablemente a la misma velocidad.
Dato también de interés primordial y fácil de apreciar es el de la ritmicidad del pulso, entendiendo como tal la percepción palpatoria o, en su caso, auscultatoria de igualdad entre los espacios que separan las pulsaciones. El tacto puede percibir alteraciones de esta ritmicidad y sus características: absoluta irregularidad, irregularidad periódica, pulsaciones prematuras y pausas más o menos largas de lo que es normal. Gracias a esta percepción es posible ininediatamente calificar un pulso como rítmico o no. Debe tenerse buen cuidado en vigilar el ーッウゥ「ャセ@efecto de los movimientos respiratorios sobre la aparente arritmicidad del pulso, para lo cual, en caso dudoso, se observará el pulso en apnea y se repetirá la observación simultáneamente a la intensificación de las excursiones respiratorias. Muchos pulsos irregulares dejarán de considerarse como irregulares intrínsecamente, utilizando este sencillo artificio.
Las alteraciones del ritmo se hacen más fácilmente perceptibles, según indica LEVINE, si simultáneamente al recuento y observación se lleva el ritmo golpeando el suelo con el pie, o la superficie de la mesa con un lápiz, por ejemplo. Una irregularidad destaca de este modo más claramente, pues son dos sentidos los encargados de registrarla. Mediante tal maniobra pueden hacerse diagnósticos muy exactos, como sucede, por ejemplo, al ser posible de este modo darse cuenta de si el latido subsiguiente a una pausa ocupa el lugar que de todos modos le hubiera correspondido (pausa compensadora del extrasístole ventricular) o si es más precoz. También de este modo puede diagnosticarse un pulso alternante, diferenciándole de un bigeminismo. (En éste, el latido débil está adelantado y en el primero no, etc.)
El estudio del efecto de ll>s influjos aceleran-
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tes o retardadores de la velocidad del pulso, sobre ésta y sobre su regularidad, es también de fundamental interés. Entre los primeros se encuentra el ejercicio que, en parte, ya ha sido mencionado, la estimulación del simpático mediante la adrenalina, técnica en general recusable por peligrosa (posibilidad de favorecer en determinadas ocasiones la fibrilación ventricular, aumento de las resistencias periféricas, etcétera) y el más cómodo, mediante el uso del nitrito de amilo, en inhalación de unas gotas durante veinte segundos. Es utilizable en enfermos graves que no pueden moverse y carece de peligros. La depresión de la tensión arterial a que da lugar es muy breve, así como la taquicardia con y subsiguiente. Método también utilizable, pero de efectos más duraderos y menos repentinos, es la inyección o ingestión de atropina, lo que permite también darse cuenta del papel que en una determinada arritmia pueda jugar el factor vagal. Entre los influjos retardadores del ritmo, los más utilizables son la compresión del seno carotídeo y la excitación del vago por la presión sobre los globos oculares. En ocasiones estas medidas pueden provocar bloqueos y pausas sinusales, con parada cardíaca por inhibición de la excitabilidad, por lo que deben usarse con precaución y teniendo a mano arsenal terapéutico apropiado (cafeína, adrenalina, etc.). Los datos que pueden obtenerse de estas maniobras serán indicados y valorados más adelante. Debe tenerse presente la necesidad de proceder también cuidadosamente al recuento de los latidos que se producen bajo la acción de tales manejos, puesto que no está privado de interés ni con mucho la percepción de que determinados cambios en la frecuencia se han hecho guardando una determinada y generalmente sencilla relación aritmética. La acentuación o disminución de una irregularidad del ritmo por la taquicardia provocada, tiene también un profundo sentido diagnóstico diferencial. Por ejemplo, aumenta en este caso la arritmia de la fibrilación auricular, mientras que disminuye la de la arritmia extrasistólica.
No debe prescindirse nunca del recuento de los latidos cardíacos, determinados por auscultación sobre la punta; simultáneos al del pulso periférico registrado palpatoriamente. Como no es posible para una misma persona llevar al mismo tiempo la cuenta de dos frecuencias distintas, si es que existen, es necesario confiar el recuento del pulso a otra persona, o contentarse con percibir una disarmonía entre pulso central y periférico, o si se quiere, fijar con números un posible déficit de pulso periférico con respecto al central-lo que tiene su interés--, determinar las cifras respectivas mediante recuentos sucesivos suficientemente duraderos. Debe tenerse presente que han de contarse como latidos de la punta también aquellos ciclos cardíacos incompletos debidos bien a debilidad de la energía contráctil o bien a deficiente lleno ventricular, en cuya virtud la presión intracardía-
ca no es suficiente para abrir las válvulas semilunares, por lo que no puede consecuentemente existir el segundo ruido cardíaco.
La auscultación de los tooos cardíacos suministra ya por sí misma datos de interés. En el caso anteriormente citado puede originarse, por ejemplo, un ritmo a tres tiempos, primer tono normal, segundo tono normal, primer tono anormal o extrasistólico, que da lugar a una apariencia de galope. Galopes se originan asimismo de tipo presistólico cuando es perceptible la contracción auricular, lo que es posible en diversas arritmias. Mas si existe un trastorno de la conducción muy intenso y la contracción ventricular se retrasa mucho con respecto a la auricular, el ruido atrial se oye en la primera parte de la diástole y el galope resultante es protodiastólico. Cuando el pulso no es taquicárdico, la semejanza con galope es menos fácil, pero se perciben ruidos lejanos, aislados, debidos a las contracciones auriculares hechas audibles, ruidos llamados desde HuCHARD "sístoles en eco", cuya percepción permite diagnosticar diversos tipos de disociación aurículoventricular. Como tales "sístoles" no son perceptibles siempre, necesitándose para ello condiciones de transmisimilidad especiales del tórax, de su ausencia no pueden deducirse conclusiones. Tiene interés el prestar atención a la clase de estos galopes y a tratar de diferenciar sus causas, por el distinto pronóstico que presentan con respecto a los galopes verdaderos, entendiendo por tales los que se presentan en la hipotonía muscular de los ventrículos. Estos tales pueden a su vez sufrir variaciones por la presentación de una arritmia. Tal, por ejemplo, ocurre cuando en un corazón en galope se presenta una fibrilación auricular. El galope presistólico existente se cambia en protodiastólico, pues la falta de acción auricular impide poner de manifiesto la hipotonía cardíaca por la falta de llegada brusca de sangre al ventrículo en el presístole, como ocurre habitualmente cuando las aurículas conservan su función (Cossío). La contracción auricular audible puede dar también en ocasiones lugar a desdoblamiento del primero o del segundo tono (Cossfo y LASCALEA).
Como el primer tono depende en parte de la función de las válvulas aurículoventriculares, cuando la sístole ventricular se verifica estando éstas en posición anormal, por ejemplo, por insuficiente lleno ventricular, como ocurre en los extrasístoles y en las taquicardias, o cuando se produce sin ir precedida por la sístole auricular, como en la fibrilación auricular, o por el contrario, coincidente con ella, como en el ritmo nodal permanentemente, o bien periódicamente en los bloqueos y en las taquicardias paroxísticas ventriculares, se originan cambios en la tonalidad e intensidad del primer ruido cardíaco, Henos de sentido por sí solos y por el carácter de ritmicidad con que se produzcan. El "ruido de cañón" de WENCKEBACH se origina de este modo, y precisamente cuando la contracción auricular precede a la ventricular oca-
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sionalmente en pocas centésimas .de segundo. La sístole auricular anormal en el tiempo セQスM relación con la ventricular, da lugar tambien a alargamientos, desdoblamien.tos o refuerzos del primer tono que e;; necesarw エセョN・イ@ presentes. Por la misma razon pueden ongmarse soplos de insuficiencia, por ejemplo,. al coincidir ambas sístoles auricular y ventncular, por faltar de este modo al efecto de válvula de los repliegues de separación camera!. El acortamiento de la diástole en las taquicardias puede hacer que coincida asimismo la 」ッョエイセセ」ゥョ@ de セイッ「。ウ@cavidades, aun cuando su relacwn no este alterada en principio, siempre que la taquicardia sea muy elevada, y da lugar asimismo a un soplo sistólico en punta, como el que se percibe en la taquicardia paroxística que, por cierto, puede originarse también por otro mecanismo, a saber: la dilatación ventricular miógena cuando la irrigación coronaria falla por insuficiencia de volumen sistólico.
Inversamente los soplos existentes con anterioridad pueden desaparecer, o bien modificarse, como ocurre con el soplo diastólico de la estrechez mitra! cuando cesa la contracción auricular por entrar el segmento atrial cardíaco en fibrilación. En este caso el reforzamiento auditivo presistólico del soplo cesa al cesar la contracción auricular que le origina, y se observa por. el 」セョ[エイ。イゥッL@ ュセウ@ bien un reforzamiento ーイッセ@todiastollco (Cossro). El conocimiento previo del caso es, por lo tanto, de importancia para valorar un soplo y sus caracteres en existencia de un pulso irregular de ritmo y de frecuencia.
La ィゥウセッイゥ。@ _Previa es también, como siempre, d.e, gran iセエ・イ・ウN@ Los antecedentes de hipertension arterial, esclerosis vascular reumatismo difteria, tir?toxicosis y lúes; la カセャッイ。」ゥョ@ de Qセ@・セ。、L@ セッウ@ farmacos recibidos, ante todo la digital: mteresando en este caso el conocimiento del tiempo. de. 。、ュゥョゥセエイ。」ゥョ@ y la cantidad, pueden contnbmr no solo al establecimiento del 、ゥセァョウエゥ」ッ@ etiológico, sino lo que nos interesa mas en este momento, al de una clase determiョセ、。@ de arritmia. Por ej-emplo, se tenderá a d.Iagnosticar fibrilación auricular cuando coinCida. con la 。セセュゥ。@ un proceso tirotóxico o reumabsm.o y セ・ウキョ@ mitra!; bloqueo completo en la bra.dicardia marcada éxistiendo esclerosis coronaria, o N」ッュオセゥ」。」ゥョ@ interventricular; bloqueos J?arCiales s1 la arritmia coincide con un イ・セヲAャ。エャウセ_@ agudo, con la difteria o con la admimstracwn de digital, etc. . El modo de 」ッュセッ@ es también de importan
cia fundamental. Sirva de ejemplo el comienzo brusC? . de la taquicardia paroxística, el des。ー・イ」ᄀセZ、ッL@ pero coincidente con una descomー・セウ。_セッョL@ por otra parte inexplicable, de la fi「イゥャ。セキョ@ auricul31r, o la percepción de una irregulandad despues de un tratamiento digitálico como en los. ?loqueos o en el pulso bigémino. ' ゥョセ。L@ 、セセ@ セ・ャ@ trastorno tiene también su
・セ・ウ@ i。セッウN「」ッN@ Así, por ejemplo, la ta uicardia paroXIsbca auricular es de duración セイ・M
ve, mientras que el aleteo auricular puede persistir durante años, etc.
No por haberlos dejado para el final dejan de ser signos de los más importantes los que pueden recogerse mediante la observación de la tensión del pulso) y, sobre todo, los que se deducen de un atento examen de las pulsaciones de las venas del cuello. . Respecto a los primeros, puede emplearse la
Simple apreciación palpatoria, bien con un dedo solo, bien con dos, haciendo que el situado más centralmente comprima con una cierta presión la arteria. Recomienda Cossfo la palpación bimanual, destinando una de las manos a la compresión de la arteria en el antebrazo. De este modo puede confirmarse un pulso alternante con la toma sencilla del pulso, pebido, por ejempl?, , a _un 「ゥァ・ュゥセゥセュ_L@ o analizarse un pulso tr1gemmo o cuadr1gemmo. La arritmia completa merece ese nombre por existir también en ella arritmia de tensión, lo que se percibe también sencillamente. Estos fenómenos pueden, desde luego, hacerse más fácilmente perceptibles si se utiliza el manguito del oscilómetro insuflado a diversas presiones. Se observará アセ・@ a distintas alturas manométricas la secuencia del pulso varía en límites muy amplios, lo que se debe a la 、N・セ ・ ョ」ゥョ@ de las ondas ュ£セ@ débiles por la preswn del brazo. La percepcion de vez en cuando de una onda periférica más elevada que provoca una oscilación más amplia en el oscilógraヲセL@ tiene también valor diagnóstico, como, por eJemplo, la alta onda que se percibe en el bloqueo completo, cuando casualmente la contracción de las cámaras se verifica con la frecuencia normal. Tensión elevada muestra también la pulsación subsiguiente a la pausa de un bloqueo セ。イセゥセャL@ así c,omo la q,ue sigue a la pausa extras1stollca, fenomeno mas notable si se tiene en cuenta la escasa tensión de la pulsación provocada por el extrasístole, debido a la pequeñez de volumen del mismo por el hecho de la anticipación de la contracción. Las taquicardias suelen mostrar tensión arterial baja, mientras es típico de las bradicardias marcadas la tensión diferencial acentuada. En las pulsaciones débiles la tensión diferencial disminuye por aumento de la mínima y descenso de la máxima . , sea cualqmera la causa del transtorno: bien de-bilidad del miocardio o insuficiente lleno ventricular, como ocurre en muchas arritmias.
Consideración especial por su importancia merece el estudio del pulso yugular. La observacien atenta de las venas del cuello de un sujeto normal en posición echada permite apreciar en un 80 por 100 de los casos a una altura variable del vaso sanguíneo la existencia de una ondulación, que está compuesta por una depresión ウセセオゥ、。@ d.e w;a. oscilación positiva. La depreswn es smcromca con el pulso arterial recibiendo el nombre de colapso sistólico. & necesario prestar gran atención para no confundirlo セッョ@ el pulso carotídeo, que se transmite por vecmdad a las yugulares, dando la apariencia de una ingurgitación sistólica venosa. La dife-
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renciación se basa en el gran volumen del pulso venoso, que paradójicamente, y a diferencia de lo que ocurre con el arterial, es difícilmente palpable, y en el cambio de altura a que puede percibirse la ondulación venosa, según la. mayor o menor inclinación del sujeto sobre el plano horizontal. Una ondulación que cambia de asiento con esta maniobra es venosa, mientras que las arteriales se perciben siempre en el mismo sitio (LEWis). El colapso sistólico venoso se debe a la aspiración ejercida por la sístole ventricular sobre la sangre de la aurícula y de las venas del cuello. Es como la siguiente ondulación, perceptible del mejor modo sobre el lado derecho del cuello, por la continuación de la dirección de la yugular derecha con la de la cava superior.
A continuación de la onda depresiva aparece una segunda onda, pero de carácter positivo, y situada en el tiempo precisamente en el repose, diastólico ventricular. Su presencia obedece a la replección máxima de la aurícula derecha y de1 sistema venoso que funcionalmente la continúa, que alcanza su mayor intensidad precisamente antes de la apertura de la válvula tricúspide. Su intensidad se ve reforzada por la detención de la corriente venosa por el hecho de la contracción auricular que acontece justamente en el presístole. Por esta discordancia respecto al pulso arterial, y muy especialmente por la existencia de depresión sistólica, el pulso venoso normal se llama pulso venoso negativo. Desde el punto de vista semiológico, tiene interés la identificación de la onda negativa para asegurarn-os que lo que se observa es efectivamente el pulso venoso, y una vez identificado, se dirige la atención a la ondulación positiva, que puede considerarse a los efectos prácticos como formada por la contracción auricular. El recuento del número de pulsaciones venosas por sí solo y en relación con el número de pulsaciones arteriales o latidos cardíacos determinados por auscultación, da suficientes datos en un gran número de casos para ウセョエ。イ@ un diagnóstico clínico de probabilidad, muchas veces definitivo. Por ejemplo, el mayor número de ondas yugulares del flutter en un corazón taquicárdico; el mismo fenómeno, pero con corazón bradicárdico o normal en el bloqueo parcial aurículoventricular; el fenómeno inverso de menor número de latidos ventriculares, que de venosos, en el bloqueo completo; la falta de ondulaciones venosas durante las largas pausas del bloqueo sineauricular, etc. Es decir, en la práctica, el primer tono auscultatorio nos informará de la actividad del ventrículo, mas la ondulación positiva venosa será el indicador de la actividad auricular.
Debe contarse, sin embargo, con la posibilidad de la existencia simultánea de un pulso v·enoso positivo, o lo que es muy frecuente, que el pulso venoso positivo esté determinado preci-samente por la arritmia. Tal sucede cuando se crean las condiciones precisas para la formación de un mecanismo de insuficiencia funcional tri-
cúspide, como sucede en las taquicardias paro. xísticas por la dilatación miógena ventricular por insuficiente riego miocárdico determinado por la pequeñez del volumen sistólico (HOCHREIN), o cuando por efecto de la arritmia la sístole ventricular es simultánea a la auricular
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como ocurre en el r1tmo nodal, o encuentra abierto el orificio de comunicación aurículoventricular, tal como acontece casualmente de vez en vez en el bloqueo completo con ritmos independientes, o periódicamente en las taquicardias paroxísticas ventriculares, en las que el ritmo auricular se conserva como normalmente, lo que da lugar a que a intervalos regulares se sumen las dos sístoles, lo que se refll ja en el pulso y1,1gular con una onda alta, llamada por WENCKEBACH "onda de ingurgitación yugular". En realidad, la insuficiencia tricúspide funcional s e origina siempre que la frecuencia del ritmo pasa del llamado "punto crítico" de WENCKEBACH, situado en la velocidad de 180 pulsaciones por minuto, puesto que la contracción auricular con esta frecuencia se efectúa cuando aún no ha cesado la contracción ventricular precedente.
En el curso de los ウNゥァオゥ・ョエ セウ@ apartados iremos utilizando los resultados de las maniobras descritas para el diagnóstico diferencial de las distintas irregularidades.
IV.-EL DIAGNÓSTICO CLÍNICO DIFERENCIAL DE LOS PULSOS RÁPIDOS REGULARES.
Ya se ha indicado anteriormente que, estable· cida la existencia de una taquicardia de carácter regular, puede obtenerse rápidamente una orientación sobre la clase de trastorno existente del modo más simple, por el cuidadoso recuento del número de pulsa·ciones. Recordemos brevemente: hasta 120 pulsaciones por minuto puede sospecharse como muy probable la existencia de una taquicardia sinusal; hasta 140, lo más fácil es que se esté frente a una fibrilación auricular regular, acontecimiento, sin embargo, raro; con una frecuencia hasta 180 al minuto, habrá que decidir entre una tremulación auricular y una taquicardia ventricular paroxística, y con 240 pulsaciones al minuto se considerará como más verosímil una taquicardia paroxística auricular. La rapidez de las taquicardias paroxísticas es aún mayor en el niño (WHITE).
La repetición del recuento al cabo de algún tiempo puede añadir algo más al diagnóstico provisional. Así, las probabilidades de taquicar· dia sinusal aumentan si en el segundo recuento se aprecia con respecto al primero una varia· ción en escasa cuantía del número de pulsa· cienes; en el aleteo auricular puede ocurrir espontáneamente un cambio en el tipo de bloqueo, con lo que las dos cifras pueden ser distintas en cuantía más o menos marcada, pero con la ca· racterística de que guardarán entre sí relacio· nes aritméticas determinadas; finalmente, la persistencia del mismo número de pulsaciones,
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es decir la frecuencia invariable favorecería la suposiciÓn de existencia de taquicardia paroxística auricular.
El uso de los métodos acelerantes, de los que ya se hizo mención anteriormente, contribuir_á asimismo a la aclaración del caso. En la taqUIcardia sinusal el número de pulsaciones a continuación de un ejercicio . o de la inhalación de unas gotas de nitrito de amilo .aumenta de momento, para .descender a continuación, y aumento y descenso transcurren gradualmente; en el aleteo auricular puede provocarse con estos medios un desbloqueo (que puede incluso ser peligroso, si el desbloqueo es total, es decir, a cada contracción auricular corresponde una respuesta ventricular), con lo que la velocidad del ritmo aumenta asimismo, mas a diferencia de lo que ocurre en la taquicardia sinusal, no en unas pocas pulsaciones, sino precisamente en un múltiplo de las existmtes con anterioridad; en la taquicardia paroxística, ninguna de las accioms acelerantes tienen efecto alguno. Por cierto, que la misma carencia de üúlujo puede observarse también en el aleteo auricular, cuando no se tiene la suerte de provocar el desbloqueo de que se acaba de hacer mención. Pero aun en este caso, que en r ealidad es el más frecuente, como el bloqueo protector de la tremulación auricular, suele ser por lo común de tipo 2/ 1 cuando estemos frente a una taquicardia · eleva.da que no s e influya por el ejercicio, se puede suponer la existencia de aleteo si al multiplicar el número de pulsaciones por dos se obtiene una cifra no superior a 350, que suele ser el ritmo con que se suelen contraer las aurículas en esta arritmia; llamará la atención, finalmente, hacia la existencia de una fibrilación auricular con bloqueo que da lugar a un pulso regular y moderadamente taquicárdico, la nula acción del ejercicio sobre una taquicardia de tan poca inエセョウゥ、。、N@ que, セゥョ@ esta maniobra, pudiera ser diagnosticada ligeramente como taquicardia si-nusal. ·
セッNウ@ influjos retardatrices del pulso carecen asimismo de efecto sobre el pulso rápido originado a consecuencia de una fibrilación auricular con bloqueo; por el contrario, al claro efecto, 。セョアセ・@ pasajero, que ejercen sobre la taquicardia smusal, el cual es también ahora caracエ・イ■ウエセセ。ュ ・ ョエ・N@ セ・@ naturaleza gradual, con recuperaciOn tambien gradual a continuación del ritmo セョエ・イゥッイ@ .. pセイ@ lo que respecta a las taquicardias paroxisbcas, la ventricular no s e influye en absoluto por la compresión del seno carotídeo_ o por la irritación vagal. En cambio, en la auricular puede obtenerse bajo su influjo una カセ・ャエ。@ brusca a la normalidad en una proporcion no menor al 50 por 100 de los casos (HERRMANN). El aleteo auricular tampoco se influye por estas maniobras enlentecedoras, aunque en raros casos puede cambiar el ritmo bruscamente por cambio de un tipo de bloqueo a otro más el;vado. En estos raros casos la disminución del numero de latidos estará en relación aritmética
con el número de latidos anterior a la prueba. Por ejemplo, calculando en 400 el número de latidos auriculares, si existe un bloqueo 2/ 1, habrá 200 contracciones ventriculares, que pasarán a ser 133 al minuto si bruscamente el tipo de bloqueo cambia al tipo 3/ 1. Convendrá, pues, en todo cambio brusco de la frecuencia buscar si existen estas relaciones matemáticas entre los distintos recuentos. Sin embargo, es acontecimiento raro que en el aleteo se observe este efecto por la presión carotídea, siendo lo más frecuente que esta maniobra dé lugar a una disminución pasajera de poca intensidad del ritmo ventricular, con vuelta inmediata en cuanto deja de ejercerse a la velocidad anterior, precedida de alguna ligera irregularidad.
La auscultación de los tonos cardíacos es normal en la taquicardia sinusal. En la taquicardia auricular paroxística puede sólo percibirse embriocardia y un soplo sistólico funcional €n punta, debido a que la contracción auricular se efectúa cuando todavía no ha cesado la contracción ventricular del latido precedente. Por el contrario, en la taquicardia paroxística vmtricular puede, en primer lugar. percibirse según LEVINE
auscultando con atención pequeñas irregularidades en la presencia de los tonos, debidas a las irregularidades que presentan las contracciones ventriculares en este tipo de taquicardia paroxística, contrastando con la regularidad fija de la taquicardia auricular; en segundo lugar, la presentación periódica y con su frecuencia normal (generalmente un poco más acelerada) de la contracción auricular, independientemente de la taquicardia ventricular da lugar a variaciones periódicas en el carácter de los tonos, constituídas por prolongación, desdoblamiento o r efuerzo del primer tono, perceptibles de mod·o regular al sumarse al ruido ventricular el debido a la sístole auricular o simplemente por el cambio que en la posición de las válvulas aurículoventriculares ejerce la sístole auricular. En la rara taquicardia paroxística nodal se presenta un deMoblamiento del primer tono, que es constante por coincidmcia también constante de los sístoles de ambas cámaras. Debe tenerse presente que en las taquicardias paroxísticas por el insuficiente lleno ventricular, dada la brevedad de las diasto!es, puede existir un déficit entre el número de pulsaciones periféricas y el de latidos cardíacos registrados por auscultación. Si una diástole no suministra la cantidad necesaria de sangre para que pueda ser vencida la presión de las grandes arterias abriéndose las semilunares, y ésto sólo puede verificarse después de un segundo lleno diastólico ventricular, puede originarse un pulso alternante, desde luego de mejor importancia pronóstica que el pulso alternante a ritmo más lento de otros estados patológicos cardíacos (WHITE). A la auscultación se percipirán por este mecanismo un ritmo a tres tiempos, en el que el t ercer tono está constituido por el primero de la contracción ventricular in-
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efectiva (que no da lugar, naturalmente, a segundo tono).
En la fibrilación auricular, los soplos preexistentes de estenosis sufren una modificación, consistente en la desaparición del carácter "in crescendo", pues el reforzamiento presistólico no puede existir al no existir contracción auricular eficaz.
La observación del pulso yugular mostrará en la taquicardia sinusal relaciones normales entre ondas yugulares, tonos cardíacos y pulso periférico; en la fibrilación auricular hay un fuerte estasis de las venas que impide la percepción de ondas habitualmente, mas en la forma acompañada de bloqueo, con pulso regular y relativamente lento, puede observarse una onda yugular sincrónica con el pulso periférico, pues la permanente apertura de las válvulas aurículoventriculares impide la independización normaf de las variaciones de presión del ventrículo y de la aurícula y de su sistema venoso tributario; en las taquicar dias paroxísticas ventriculares el número de ondas yugulares de naturaleza auricular es menor que el de pulsaciones periféricas. Mas la enorme rapidez del pulso y la insuficiencia simultánea tricúspide funcional a ella debida hace muy difícil esta apreciación, que, según LEVINE, contribuiría a la diferenciación con las taquicardias paroxísticas auriculares, en las que habría perfecta correspondencia entre ondas yugulares auriculans y tonos cardíacos. Sin embargo, una sencilla maniobra constituída por la compresión del seno carotídeo del lado izquierdo simultáneamente a la auscultación de la punta y observación de la vena yugular del lado derecho, hace más fácil la percepción de los fenómenos. Por este artificio pueden provocarse en la taquicardia auricular paroxística pausas en los tonos cardíacos, que se acompañan de la desaparición simultánea de la ondulación venosa yugular, mientras que sigue perfectamente en la taquicardia ·paroxística ventr icular. Por el contrario, en el aleteo auricular durante el enlentecimiento, aunque sea pasajero, que provoca la maniobra, pueden contarse un número superior de ondas yugulares que 、 セ@ latidos cardíacos. En la taquicardia sinusal, el silencio ventr icular provocado por la presión carotídea se acompaña de inmovilidad yugular.
Como ya se expuso, en todas las taquicardias cuando se llega a una frecuencia crítica de 180, se origina un pulso venoso positivo, por unirse la contracción auricular a la contracción ventricular del latido anterior. Con menor velocidad puede verse también en otras formas de taquicardias rítmicas, t al como, por ejemplo, en la fibrilación auricular con bloqueo por la insuficiencia tricúspide funcionalmente producida por la parálisis auricular. En la taquicardia paroxística ventricular se pueden observar periódicamente altas "ondas de ingurgitación yugular" cuando se sobrepone a la onda provocada por la contracción ventricular paroxísticamente acelerada, la debida a la sístole auricular, que sigue
produciéndose al mismo ritmo, aproximadamente, que normalmente. Por el contrario, en la taquicardia paroxística auricular la altura de las ondas yugulares es siempre la misma. Como debido a la tantas veces mencionada insuficiencia tricúspide funcional, las ondas yugulares en todas las taquicardias paroxísticas son muy violentas; esta violencia contrasta sorprendentemente con la pequeñez del pulso periférico, el cual es debido en parte a esa insuficiencia funcional y en parte al deficiente lleno ventricular durante la corta diástole.
Los antecedentes, el modo de comienzo y la duración del trastorno contribuyen en importante medida al diagnóstico diferencial. La coincidencia de asistolia, historia reumática, lesión mitra! o tirotoxicosis y administración de digital, hacen pensar en la fibrilación auricular; la presentación brusca y un buen estado general contrastando con una taquicardia tan elevada es una situación muy típica de taquicardia auricular paroxística, aunque aun en este caso, puede presentarse un estado de asistolia, si el corazón estaba previamente enfermo o el trastorno funcional es de larga duración por el defi· ciente riego miocárdico que provoca la taquicardia; el conocimiento de una afección coronaria previa inclina el diagnóstico hacia la taquicardia ventricular paroxística; un comienzo repentino obliga a hacer el diagnóstico entre las taquicardias paroxísticas en general y el aleteo auricular paroxístico, y la larga duración del t rastorno inclina más bien hacia esta irregular idad últimamente mencionada.
V .-EL DIAGNÓSTICO CLÍNICO DIFERENCIAL DE LOS PULSOS RÁPIDOS E IRREGULARES.
Aunque, como veremos, también pueden presentarse t aquicardias irregulares en otros procesos, el diagnóstico diferencial de una taquicardia irregular cuya frecuencia oscile entre 120 y 150 pulsaciones por minuto, se ha de centrar en la práctica fundamentalmente alrededor de la fibrilación auricular y de la t aquicardia extrasistólica. En ambos desórdenes cardíacos es menor el número de latidos contados en la radial que los que se escuchan auscultando en la punt a, mas con la diferencia fundamental de que mientras que la aceleración producida por el ejercicio o la inhalación del nitrito de amilo aumenta la irregularidad y el déficit de latidos periféricos con respecto a los centrales en la fibrilación auricular; en cambio, en las taquicardias extrasistólicas disminuye el déficit y se regulariza el ritmo. Por lo demás, una irregularidad del pulso que persiste aun cuando la velocidad de los latidos periféricos son de 140 por minuto, es seguramente debida a fibrilación auricular, pues la irregularidad de la taquicardia extrasístólica desaparece cuando el pulso alcanza una frecuencia de 120. Esta regla no es, sin embargo, absoluta, como indica HERRMANN,
puesto que taquicardias irregulares de esa o su·
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JRREGULARlbADES DE LA FRECUENCIA Y R. DEL PULSO 87
perior velocidad pueden presenta.rse también. en las taquicardias paroxísticas 。オョセ オャ。イ ・ウ@ de tipo de ataques breves, así como ッ」。ウ キョ。ャュ・ョエセ@ ,en las taquicardias paroxísticas de larga du:acwn, en las que por la gran velocidad y pequenez del pulso con un deficiente lleno ventricular durante ャ。セ@ diástoles acortadas, se ヲイオウエイセセ@ セオ」ィSZウ@sístoles, que no dan lugar セ@ pulso periferiCo, o:Iginándose de este modo, SI セ・@ :producen C?Il; ョセᆳmo irregular, un pulso arntmiCo セ@ taqmca!dico (WHITE). (En el apartado anterior se senala que cuando esta ゥイイ・セャ。イゥ、セ、@ se ーイッ、オセ・@ 」セョ@carácter rítmico se origma bien una taqmcard1a más moderada, bien un pulso alternante.) tAャセᆳbién los breves y frecuentes ataques ー。イックゥ ウエ セᆳ
cos de tremulación auricular dan lugar a taqUIcardias arrítmicas.
Estas tres posibilidades: accesos breves paroxísticos de aleteo, accesos breves paroxísticos de taquicardia auricular y arritmia periférica de la taquicardia auricular paroxística (lo que puede llamarse, siguiendo a LursADA, taquisfigmia arrítmica con taquicardia regular), son, con mucho, menos frecuentes en la práctica que la taquicardia arrítmica de la fibrilación auricular o que la extrasistólica. En las taquicardias paroxísticas auriculares con irregularidad periférica, la auscultación cuidadosa podrá hacer sospechar su existencia, manifestando una irregularidad auscultatoria en discordancia con la irregularidad del pulso cuando la irregularidad ウセ@deba a sístoles tan débiles que no puedan progresar en el sistema arterial, y si la debilidad es tal que no se han abierto las válvulas semilunares, dando lugar a un ritmo a tres tiempos, haciendo percibir la absoluta regularidad de los primeros tonos, por contraste a la irregularidad absoluta c-on que se presentan en la fibrilación o el carácter de prematuros que marca a los extrasistólicos; cuando la irregularidad del pulso taquicárdico se debe a la suéesión de ataques breves interrumpidos por pausas también breves de taquicardia paroxística auricular la auscultación atenta demostrará la ᄋ・クゥウ エ セ ョ」ゥ。@ de ciclos normales entre los paroxísticos. La irregularidad taquicárdica debida a los breves accesos paroxísticos de aleteo también se caracterizará a la auscultación por la percepción de ci」セッウ@ ョッイセ。ャ ・ウ@ entre los patológicos, y se podrá diferenciar esta forma de la anterior observando que el número de auscultaciones auriculares en el pulso セァオゥ。イ@ es mayor en la tremulación que el de primeros tonos percibidos en la punta. Cuando en una tremulación varía de un momento a otro el grado de bl·oqueo, por ejemplo, lo que es ヲイ・」オ・セエ・L@ sobre todo si se ha dado digital, entre un tipo 3/ 1 y 2/ 1, puede originarse fácilmente una confusión con la fibrilación. En este caso la 、ゥヲ・セ[ョ」ゥ。」ゥョ@ es posible, aparte de por Qセ@ observacwn yugular, como en el caso anteriOr, por la .maniobra que recomienda SCHERF. セョ@ efecto •. s1 N・セ@ estas condiciones se hace practicar セョ@ ・j・イ」ゥ」セッ@ o inhalar unas gotas de nitrito de am1lo al paciente, el aleteo, si existe, cambia-
rá su tipo irregular de bloqueo por uno fijo, con lo que el ritmo se hará regular, mientras que, por el contrario, si se tratara de una fibrilación auricular, no sólo persistiría la irregularidad, sino que se haría más intensa.
La percepción de un soplo sistólico en punta es un dato más a valorar en favor de la naturaleza fibrilante auricular de una arritmia taquicárdica, siquiera no sea el típico de estenos is mitral por la falta de r•efuerzo presistólico, lo que, por otra parte, asegura la no participación auricular por parálisis, ten la génesis del mismo. Soplos sistólicos en punta son frecuentes en todas las taquicardias elevadas.
LEVINE aconseja para la diferenciación de una taquicardia irregular producida por fibrilación auricular o por extrasistolia escoger durante la auscultación un intervalo alargado y recordar inmediatamente s i el' latido previo a la pausa fué adelantado con respecto al ritmo dominante, en cuyo caso s·e trata de un extrasístole, y la arTitmia es, pues, extrasistólica. Si el latido precedente a la pausa no fué prematuro, se tratará lo más verosímilmente de una fibrilación auricular. El ritmo a tres tiempos, primer tono normal, segundo tono normal, primer tono aislado, se presenta siempre que la presión sistólica ventricular no ha sido capaz de abrir las semilunares. Es típico de la arritmia extrasistólica, cuando este tercer tono, muy violento, tiene carácter de prematuro. La auscultación puede finalmente en condiciones especiales de transmisibilidad del tórax hacer perceptible un galope originado por la sístole auricular bloqueada hecha audible durante los accesos de trcmulación auricular.
Con r especto a los datos que en este grupo de arritmias suministra la observación de los latidos del cuello, recordaremos nuevamente el mayor número de ondas yugulares que de latidos cardíacos en el aleteo; el estasis de la fibrilación; las ondas irregulares de la arritmia extrasistólica dependiente de la fase de la revolución cardíaca en que se presente la contracción prematura, y, finalmente, las altas ondas yugulares coincidentes con los latidos cardíacos, que contrastan por su intensidad con la pequeñez del pulso periférico y, en su caso, con su irregularidad en las taquicardias paroxísticas.
Eventualidad rara, pero posibl·e, es la' taquicardia sinusal hecha arrítmica por la 1:xistencia de arritmia respiratoria, la cual se presenta con tanta menor facilidad cuanto mayor es la frecuencia cardíaca. El diagnóstico se deduce de su dependencia de los movimientos respiratorios, lo que le da un carácter fásico, y la posibilidad de suspenderla o provocarla a voluntad, suspendiendo o intmsificando las excursiones respiratorias.
Vl.- EL DIAGNÓSTICO CLÍNICO DIFERENCIAL DE LOS PULSOS LENTOS Y REGULARES.
Frente a una bradicardia de pulso regular, la diferenciación más importante que de mamen-
REVISTA CLINICA espaセola@ 30 abrU 194t
to estamos obligados a efectuar oscila entre un bloqueo completo y una bradicardia sinusal, pues no hay que olvidar que ésta puede ser intensísima en sujetos normales, por ejemplo, en atletas muy entrenados. La primera maniobra diagnóstica diferencial está constituída por la observación del efecto del ej ercicio o de la instilacion de nitrito de amilo, o la inyección de atropina, maniobras que carecen de acción en el bloqueo completo, mientras que en la bradicardia sinusal producen un aumento gradual del número de pulsaciones, seguido de un descenso también gradual. Sin embargo, si una bradicardia sinusal se debe a lesión tóxica o inflamatoria del seno a pesar de su naturaleza sinusal, no es influíble por estos manejos (LUISADA) . Tal acontecimiento es, sin embargo, raro.
La prueba del ejercicio es también negativa en la bradicardia originada por un ritmo nodal lento. En cambio, puede ocurrir que al utilizar en una bradicardia las pruebas acelerantes, el ritmo pulsátil aumente bruscamente, lo que sería indicio de la existencia de un bloqueo sinoauricULar 、セ@ tipo 2/ 1, pero no patonogmónico, puesto que el mismo fenómeno puede percibirse en una bradicardia causada por un bloqueo parcial aurículoventriculan' del mismo tipo 2/ 1. También el ejercicio puede dar lugar a un desbloqueo con aumento del número de contracciones ventriculares, a un múltiplo de las primitivas, en un aleteo auricular, que por un inten..so bloqueo tipo 6/ 1, por ejemplo, por lo demás muy raro, diera lugar a un ritmo regular de 50 pulsaciones. El paso de un bloqueo de 6/ 1 al del tipo 4/ 1, calculando en 300 la frecuencia auricular aumentaría la frecuencia de 50 a 75 pulsaciones periféricas por minuto.
Para el diagnóstico diferencial de estos tres tipos: bloqueo sinoauricular 2/ 1, bloqueo parcial aurículoventricular 2/ 1 y tremulación de tipo de bloqueo elevado, habrá que utilizar otra maniobra, que puede ser la compresión del seno carotídeo. Bajo ella, en el bloqueo sinoauricular, se aumenta el tipo de bloqueo, con lo que se acentúa la bradicardia, teniendo gran importancia diagnóstica la observación de la ausencia de ondas yugulares durante las largas pausas, que, por cierto, pueden verse interrumpidas por latidos de escape, que no deben inducir a confusión; en el aleteo, la compresión carotídea puede lentificar brevemente el ritmo y sólo durante el tiempo que dure la compresión; en el bloqueo parcial puede carecer de efecto o aumentar el bloqueo, con lo que aumenta la bradicardia. Es en este sentido decisivo el hecho de que en la bradicardia causada por un aleteo con bloqueo de tipo 6/ 1 ó 4/ 1 se observaran un número de pulsaciones yugulares, 6 a 4 veces superiores a las periféricas, en tanto que en la bradicardia debida a un bloqueo parcial auriculoventricular de tipo 2/1 se percibirán sólq 2 ondas yugulares por cada latido ventricular, En la bradicardia sinusal, la lentificación gradual del ritmo determinada por la compresión carotídea, va acom-
pañada de perfecta correspondencia entre latidos cardíacos y yugulares.
En el ritmo nodal existe simultaneidad de las ondas yugulares y arteriales, con insuficiencia funcional tricúspide, lo que provoca un soplo sistólico en punta junto a altas ondas de ingur. gitación yugular. En el bloqueo completo hay perfecta independencia entre el número de ondas yugulares y los latidos cardíacos, inferiores éstos en número a las primeras, que muestran un ritmo normal. La suma de las contracciones auriculares y ventriculares, por coincidencia casual en el tiempo, da lugar a una alta onda de ingurgitación yugular de aparición irregular, y a alteraciones auscultatorias del primer ruido, también irregulares en su pr-esentación, consist entes en reforzamiento, desdoblamiento o alargamiento por el refuerzo, duplicación o prolongación a que da lugar la contracción muscular simultánea, previa o posterior, respectivamente, a la sístole ventricular. La percepción de las sístoles auriculares aisladas durante las largas diástoles, da lugar a la aparición de un ruido sordo, precordial, sólo posible en buenas condiciones de transmisibilidad del tórax, que constituye, como ya se dijo, las "sístoles en eco". Si el ruido auricular aislado, perceptible, lo es inmediamente antes de la sístole ventricular, se obtiene un ritmo a tres tiempos semejan· te al fisiológico; si aparece inmediatamente des· pués del primer ruido, simula un desdoblamiento de éste, y si sucede poco antes o después del cierre de las semilunares, una duplicación del segundo tono (Cossío y LAscALEA) . También es frecuente un soplo sistólico funcional periódico, que se origina cuando la contracción ventricular encuentra abierto el ostium valvular simul· táneamente. La disociación aurículoventricular h a.ce que falte la oposición de las válvulas, que se pre·para en el presístole gracias a la contrae· ción auricular. El soplo varía de intensidad y desaparece cuando la secuencia aurículoventri· cular es casualmente normal. En esta misma cir· cunstancia la oscilación arterial producida por una sístole ventricular precedida a distancia normal por una sístole ventricular, muestra una oscilación más amplia que las restantes, lo que para FISHER (citado por LUISADA) constituye un signo de valor. Es típico también del bloqueo completo una alta t ensión diferencial.
Si un bloqueo parcial 2/ 1 ocurre en un sujeto con estenosis mitral, el carácter del soplo preexistente varía alternativamente, de modo que es protodiastólico cuando coincide con la con· tracción auricular que no pasa, y presistólico en la que sí pasa, por conservarse en ésta las circunstancias como normalmente (Cossio). En este mismo tipo de bloqueo, como la pulsación que sigue a la pausa es más llena por haber aumentado el tiempo de replección ventricular, se origina un pulso alternante, que se hac-e claramente perceptible con el esfigmomanómetro. Es necesario prestar atención al hecho de que la contracción más fuerte ocurre precisamente tras la
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IRREGULARIDADES DE LA FRECUENCIA Y R. DEL PULSO
· te -estado frente al Pausa lo que caractenza es t b' , 1 ' . t'l' el que am 1en e bigeminismo extras1s o 1co, en , t . _ latido más fuerte sigue a la pausa, mas es a Sl gue a un latido débil y prematuro y frente al verdadero ーオセウッ@ alternante, €n el que no hay pausa marcada. . · n
Interesa r ecordar que puede ッョァュ。イセ・@ . u pulso lento por bloqueo completo en una ヲャ「セiャ。ᆳción auricular digitalizada, que se puede, セi。ァᆳnosticar, aparte de por los datos ,anamnesiCos,
or la falta de latidos yugulares, s1stoles en eco セ@ irregularidades de los エッョッウMーオ ・ セエッ@ que セ。セᆳta la causa de estos síntomas, es decir, la 。」エセセャᆳdad auricular-, así como po:, la falta de accwn del ejercicio o de la 」ッュNーイセsャ_ョ@ vagal. .
Finalmente, un pulso 「Qァ・ュオセッ@ por extra.sistolia, en el que no se 。「セ ・ ョ@ las カ。ャカオャ。セ@ semilunares, lo que es diagnosbcabl·e por un ntmo セ@ tres tiempos con el t ercer tono brusco de somdo y 。、・ャ。ョエセ、ッL@ puede dar lugar. por .reducción del pulso a la mitad a una 「イ。セQ・。イセQ。@ regular. El ejercicio suprimirá la extras1stolla, dando lugar a un pulso de frecuencia 、・ョセイッ@ de los límit.es normales. Como el mismo fenomeno por la misma maniobra puede originarse en un bloqueo parcial 2/1, debe recordarse que en es.te 」セウッ@ se hubiera auscultado durante la pausa, Silencio absoluto, en vez del ritmo a tres tiempos que se oye, como acabamos de decir, en el bigeminismo extrasistólico. La posible auscultación de una sístole en eco durante el silencio del bloqueo parcial 2/ 1, no permite la confusión por la rareza de su presentación, por acompañarse de onda yugular, por no presentarse precozmente en la diástole y por ser de distinto carácter auscultatorio que el primer tono de un extrasístole inefectivo (Ruido resonante y brusco en este caso, pero semejante a los demás primeros tonos, frente al carácter sordo y apagado del ruido que pudiera originar la sístole auricular bloqueada).
VIL-EL DIAGNÓSTICO CLÍNICO DIFERENCIAL DE LOS PULSOS LENTOS E IRREGULARES.
C9mo la forma más sencilla perteneciente a este grupo, hay que tener presente la bradicardia 8inusal en la que la arritmia se produzca por la existencia simultánea de arritmia respiratoria, o bien por la presencia ocasional de extrasístoles. La condición primera, es decir, la existencia de una bradicardia sinusal, se comprue_ba por las características generales diferenciales de tal estado, ya. descritas en el apartado anterior, a saber: el aumento de la frecuencia de modo gradual y su descenso similar, al principio y final, respectivamente, de las pruebas acelerantes del ritmo· la acentuación de la 「イ。、ゥ」。セ、ゥ。N@ J?Or, la ・ク」ゥエ。セゥョ@ del vago; la concordanCia f1s1ologica de las ondas del cuello con los latidos periféricos; el silencio ausculta torio durante las pausas; la tensión diferencial elevada, pero de amplitud siempre igual etc. La naエオイ。ャ・コセ@ respiratoria de la arritmia' se comprueba poruendo de manifiesto su acentuación al in-
tensificar los movimientos r espiratorios y su desaparición al suspenderlos.
Respecto a la arritmia en un pulso bradicárdico debida a la existencia de cxtrasístoles, llamará la atención sobre su naturaleza la desaparición de la irregularidad durante el curso de las pruebas acelerantes y la existencia de déficit de pulso, aquí fenómeno más raro que en la extrasistolia taquicárdica, dado el largo plazo de lleno ventricular, aunque es naturalmente posible cuando los extrasístoles son muy precoces, con lo que se origina a la auscultación el típico ritmo a tres tiempos. Por la auscultación puede incluso inclinarse el diagnóstico hacia un determinado tipo de extrasistolia, pues por la diferente posición .en que la contracción del extrasístole ventricular encuentra a las válvulas aurículoventriculares, cambiará de unos latidos a otros la tonalidad del primer tono, a diferencia de lo que ocurre en los extrasístoles auriculares, en los que la contracción de las aurículas y ventrículos guardan entre sí relaciones normales. Del mismo modo, la observación de una onda muy alta en el pulso yugular coincidiendo con la contracción anticipada, habla en favor de la naturaleza v·entricular del extrasístole, que al permitir la contracción simultánea de las dos cámaras da lugar a una transmisión de la presión ventricular a la auricula y venas tributarias. La diferenciación entre extrasístoles auriculares y ventriculares se favorece si se utiliza la maniobra de LEVINE de llevar el ritmo con el pie simultáneamente a la auscultación de la punta. La pausa compensadora de los extrasístoles ventriculares puede descubrirse por la per;fecta coincidencia del latido siguiente a la pausa con el golpear ininterrumpido del pie. En la práctica, esta maniobra da mejores resultados en los ritmos taquicárdicos que en los bradicárdicos. Finalmente, la gran duración de la pausa compensadora da. lugar a una pulsación periférica muy enérgica, por lo que en esta irregularidad del pulso existe también arritmia de t ensién.
Cuando la arritmia sinusal respiratoria se presenta acompañando a un bloqueo sinoauricular de tipo elevado, se origina una bradicardia de tipo irregular. Lo mismo sucede si en breves espacios de tiempo el tipo de bloque sinoauricular más o menos marcado cambia vm'ia.s veces. La suspensión de la respiración en el primer 」。セッ@ permitirá apreciar la real regularidad intrínseca del pulso; el recuento cuidadoso del número de pulsaciones en el segundo caso permitirá apreciar ciclos de latidos en los que las pausas presentan si-empre entre sí una relación matemática, siquiera sea variable. También aquí hay concordancia entre los latidos periféricos, los tonos cardíacos y las ondas yugulares, yendo el silencio precordia 1 unido a la ausencia de movimic:ntos apreciables en las venas y arterias. No hay tampoco alteraciones en los tonos ni ritmo a tres tiempos. Es también de -gran interés observar que las pausas no siguen a con-
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tracciones anticipadas, como ocurre en la arritmia extrasistólica, si bien también aquí hay arritmia de t ensión por la gran elevación de la presión del pulso por el aumento de lLno ventricular después de la pausa. Subforma curiosa de este tipo representa la aparición de una arritmia debida a la existencia durante las largas pausas del bloqueo sinoauricular, de uno o más latidos de escape. La observación del pulso yugular es decisiva, pues representa un motivo de sospecha el que pueda confirmarse que las pausas irregulares, situadas entre las altas ondas yugulares, guarden entre sí relaciones aritméticas precisas, independientemente del tipo de irregularidad del pulso arterial ー セ イゥヲ←イゥ」ッN@ La compresión carotídea alarga los períodos de pausa de modo típico. Por esta maniobra se hace más claramente perceptible la diferencia entre dos bloqueos: el sinoauricular y el aurículoventricular, puesto que en el primero, durante las largas pausas así provocadas, no se ven ondulaciones yugulares.
Difícil de reconocer clínicamente es la irregularidad ligera que suele pre.Eentar el pulso en los C3$0S de fibrilación auricular, en los que la digitalización ha dado lugm· a la presentación de un bloqueo aurículoventricul'lr sobreañadido J
por lo que el pulso se manifiesta bradicárdico. El recuento cuidadoso de las pulsacioses por el método auscultatorio ウオウー・ョ、ゥ セ ョ、ッ@ la respiración, mostrará diferencias en las cifras de minuto a minuto, superiores a las correspondient es a las posibilidades de error. El llevar simultáneamente el ritmo con el pie permitirá a カ セ 」・ウ@
percibir sencillamente esas irregularidades. La falta de manif-estaciones auriculares en €1 pulso yugular durante las ーオャNウ。」ゥッョ セ ウ@ periféricas, existiendo, en cambio, estasis venoso, pondrá sobre el diagnóstico. Sin embargo, en los ritmos lentos pueden existir ondas yugulares sincrónicas con el pulso arterial constituídas por el pulso venoso positivo de la insuficiencia fun,cional orificial permanente por la parálisis de la aurícula. La falta de alteraciones del primer tono servirá para distinguir esta forma de un bloqueo parcial puro, sin fibrilación auricular, puesto que tales alteraciones en el bloqueo parcial dependen precisamente de la actividad auricular, según la cual la posición de las válvulas aurículoventriculares es distinta en las distintas revoluciones cardíacas. El bloqueo total se excluye por sí mismo, existiendo irregularidad. Por lo t anto, existiendo un bloqueo tóxico pardal aurículoventricular, el diagnóstico 、ゥヲ・イ セ ョ」ゥ。ャ@ entre el bloqueo aurículoventricular puro y el unido a fibrilación auricular tiene que basarse en los datos que 、セᆳpenden de la parálisis de las aurículas. Lo mismo puede decirse de la fibrilación lenta de los ancianos. Estos bloqueos parciales pueden finalmente aumentar o disminuir por los influjos acelerantes del ritmo, con lo que aumenta la irregularidad, sobre todo cuando el bloqueo tóxico asienta sobre una fibrilación auricular.
Un bloqueo parcial establecido sobre un pulso
de frecuencia normal al eliminar una pulsación de cada 3 ó 4 estímulos auriculares n ormales, puede dar lugar a una bradicardia de tipo irregular. Se diferencia de la forma anterior precisamente por que en este caso persisten los signos que se derivan de la actividad de la aurícula (que se echan de menos en la fibrilación por la parálisis auricular; en el bloqueo sinoauricular por la falta de excitación). Llama también la atención en el bloqueo parcial la regularidad con que cada tres o cuatr..:> pulsaciones sobreviene una falla, sin que el silencio, a diferencia de lo que ocurre en la pausa po.stextrasistólica, vaya precedida de latido adelantado. Contribuye a caracterizar este estado la onda yugular concordante con el pulso arterial, presente cuando éste existe, y aun durante sus faltas. También aquí existe arritmia de tensión, pues el latido que sigue a la pausa es más potente por haber sido mayor el tiempo de lleno ventricular. Es curioso el ritmo a cuatro tiempos que se origina cuando pasan dos estímulos y se bloquea uno. En el bloqueo progresivo el carácter de los tonos varía por ocurrir la sístole ventricular en ro«ición progresivamente distinta de las válvulas auriculo...entriculares hasta que sobreviene la pausa; a continuación se reanuda el ritmo, .sucediéndose al parecer los latidos cada vez más de prisa, hasta la nueva interrupción. En los bloqueos parciales del tipo I y II es frecuente que por la distensión ventricular, por el excesivo lleno durante la pausa, así como por los do:; impu1,<3os dados <J
la sangre por las dos contracciones auriculares (la bloqueada y la que inicia de nuevo el paso), se origina una insuficiencia valvular funcional, a la que se debe la frecuente percepción de un soplo sistólico en punta (Cossío). El ejercicio y el nitrito de amilo pueden aumentar o disminuir pasajeramente la intensidad de los bloqueos parciales, como ya se ha dicho, con lo que paralelamente se harán más o menos evidentes y frecuentes los trastornos derivados de su existencia.
Vlii.-EL DIAGNÓSTICO CLÍNICO DIFERENCIAL DE LOS PULSOS DE FRECUENCIA NORMAL PERO ARRÍT
MICOS.
Fundamentalmente hay que -considerar en este capítulo las arritmias respiratorias y la extmsistolia. Y accesoriamente, algunas de las arritmias, ya por otra parte suficientemente estudiadas desde el punto de vista diagnóstico diferencial, pero en las que apenas se altera la cifra de pulsaciones por minuto, como en los bloqueos parciales de índice alto, pero que son causa de irregularidades temporales caracterizadas por la presentación de una pausa cuya diferenciación con la pausa extrasistólica debe hacerse a base de los tres caracteres siguientes: la pausa no sigue a una contracción prematura; no va precedida tampoco de un tono primero, fuerte y violento; y, finalmente, en la yugular se ve una onda auricular con ritJ:no normal, precisamente
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TOMO XXV NúMERO 2
IRREGULARIDADES DE LA FRECUENCIA Y R. DEL PULSO 91
t que debería percibirse inme-en el mamen o en rt · 1 diatamente a continuación, la onda a eria que se echa de menos. , t
L ·t セB@ resmratoria es mas frecuen e en a arn m..., r· d. , d" los ulsos de frecuencia ョッョョセャ@ o bra ICar .leos, pue; cuando la velocidad cardiaca es superiOr a cien pulsaciones por minuto, es muy イ。イセ@ que
. t El eJ·ercicio por lo tanto, la 。セイッーュセ@ Y pers1s a. · · t torios la suspensión de los ュッカゥュャ・セ@ os respira . ' la hacen desaparecer, acentuandola en cambio las excursiones respiratorias forzadas. Por eso se sospecha su existencia cuando se c?mprueba que las pausas de un pulso ッ」オ_G・セ@ ,siempre en una fase determinada de la resp1racwn, generalmente al final de la espiración, dando lugar a ';ID carácter cíclico de la arritmia, muy caractenstico. Si no se tienen ーイ・ウ・ョセウN@ ・ウセセウ@ dat?s, セ@fácil su confusión con una ftbnlacwn aurtculm no taquicárdica) pero es decisivo. pa:a el diagnóstico el hecho de que esta arrltnna se acentúa por el ejercicio, セゥ・ョエイ。ウ@ 、・ウ。ー。イ・・セ@ por este medio la irregularidad del pulso debido a la arritmia respiratoria. También lo es el que aumentando la profundidad de los movimientos respiratorios en vez de la irregularidad fásica de la arritmia respiratoria en la fibrilación auricular se observa un aumento de su irregularidad absoluta.
Finalmente, una extrasistolia moderada da lugar a escasa alteración del número de pulsaciones y en cambio a intermitencias a distancias variables. Es decisivo para el diagnóstico la determinación auscultatoria de la situación de la pausa, es decir, su carácter consecutivo a un latido prematuro. La diferente clase de extrasístoles da lugar a formas diversas que a veces pueden caracterizarse clínicamente con exactitud. Un extrasístole interpolado dará lugar a la existencia de tres latidos en el espacio de tiempo donde normalmente sólo hay dos. La misma apariencia pudieran dar dos extrasístoles originados tras un latido normal, incluso porque tanto la onda del extrasístole interpolado como la siguiente normal, son débiles, del mismo modo que las dos pulsaciones extrasistólicas seguidas, mas en este último caso, a continuación del último extrasístole, se percibirá la pausa compensadora, a la アオセ@ no da lugar por el contrari-o, el extrasístole interpolado. La pausa de los extrasístoles auriculares no es completamente compensadora, como puede percibirse clínicamente con la tantas veces mencionada maniobra de LEVINE. Dada la preparación que la sístole auricular, aunque sea prematura, hace respecto a la posición de las válvulas aurículoventriculares, no existen en este caso alteraciones del primer tono Y no aparece tampoco una onda yugular exエイ。ウセウエャゥ」。@ sorprendentemente alta, por el contrariO a lo que sucede en los extrasístoles ventriculares, caracterizados por la pausa completamente compensadora, el primer tono violento Y la 。ャエセ@ onda yugular de insuficiencia tricúspide funcional, contrastando con la pequeñez del pulso periférico.
Cuando a cada contracción normal sigue un extrasístole, puede originarse confusión con un pulso alternante, del que se diferenciará por el carácter prematuro del latido extrasistólico, frente a la regularidad en el tiempo del verdadero pulso alternante. La auscultación de los tonos es importante en este caso, y en la determinación de los ritmos trigéminos, cuadrigéminos, etcétera. Por ejemplo, en el bigémino se escuchará: latido normal, pausa breve, latido prematuro y fuerte, y a continuación pausa larga; en el trigémino, latido normal, pausa normal, latido normal, pausa breve, latido prematuro y fuerte, pausa larga, etc.
IX.-EL DESCUBRIMIENTO DE DESÓRDENES !NAPA· RENTES DE LA FRECUENCIA Y REGULARIDAD DEL
PULSO.
La posibilidad de la existencia de mecanismos encubridores de las irregularidades cardíacas, que habitualmente dan lugar a los trastornos del pulso, cuyo diagnóstico diferencial hemos venido estudiando, justifica el que aun con pulsos en apariencia normales, se practiquen todas, o algunas de las maniobras descritas, al objeto de deshacer el mecanismo, que las enmascara. Es siempre recomendable este proceder en sujetos con historia previa de irregularidades, o de cardiopatías, sobre todo si son del tipo de las que c-on más frecuencia dan lugar a irregularidades del pulso, corno, por ejemplo, la estenosis mitral, y sobre todo en los enfermos que han tomado digital en un tiempo anteri-or a la exploración, no inferior a un mes. Con tal técnica se descubrirán de vez en cuando anomalías del pulso, que de otro modo pasarían desapercibidas, y se obtendrán motivos para exploraciones, instrumentales, que acaso no se ejercieran en otro caso, y en ocasiones hasta se hará posible un diagnóstico hasta entonces dudoso, por ejemplo, cuand-o se perciba una fibrilación o flutter con bloqueo digitálico, en una lesión mitra! no típica. Precisamente en estos casos de fibrilación o aleteo auricular, citados a modo de ejemplo, el ritmo puede ser, así como la frecuencia, normal. La atenta observación del pulso yugular, inclinando el tronco del enfermo todo lo necesario para que el nivel de replección sea bien visible, demostrará en el caso de la fibrilación una ingurgitación agitada, pero sin las ondas normales, mientras que en el flutter se apreciará un número mayor de ondas rítmicas que las qu.e corresponden a lo.s latidos periféricos y, desde luego, superior al ritmo habitual normal. El ejercicio y la presión carotídea no darán resultados concordantes con lo que sucede en un corazón bajo el dominio del nódulo sinusal, sino que habrá un efecto vario, incluso nulo, unas veces y otras, observándose una carencia total de efecto de las maniobras mencionadas, lo que ya de por sí significa una diferencia fundamental respecto al comportamiento del corazón normal. Tal ocurre en la fibrilación auricular, donde ade-
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• más se puede percibir auscultando atentamente la aparición de algunas pequeñas irregularidades, después de las maniobras descritas. En el aleteo auricular la compresión carotídea puede originar un descenso pasajero de las contracciones ventriculares, que desaparece en cuanto cesa la compresión, recuperándose inmediatamente el ritmo anterior. Durante esta disminución de la frecuencia ventricular se siguen, sin embargo, percibiendo un pulso yugular independiente, de ritmo regular. El ejercicio puede, provocando un desbloqueo, dar lugar a una elevación brusca de la frecuencia a un múltiplo del ritmo anterior, por el contrario a la elevación gradual y escasa de la velocidad que provoca el ejercicio en los corazones normales.
La rama extrasistólica constituída por la existencia de un extrasístole ·interpolado de modo continuo) entre dos sístoles normales, en un corazón bradicárdico en su ritmo fundamental, daría lugar a un ritmo regular, normal en apariencia, de difícil desenmascaramiento. Si el punto de origen es auricular, una extrasistolia de estas características sólo sería descubrible si el ejercicio provocara en ella paradójicamente una re· acción bradicárdica al desaparecer por el influjo de la aceleración del ritmo la extrasistolia responsable de la frecuencia aparentemente normal. La naturaleza nodal de la extrasistolia interpo· lada podría sospecharse por la alta onda yugular alternante a que da lugar, puesto que la contracción auricular extFasistólica al ocurrir de modo no previo sino simultáneo a la ventricular, origina una insuficiencia tricúspide funcional, lo que provoca un pulso venoso fortísimo, en oposición al pulso yugular normal de la contracción normotópica; el extrasístole ventricular alterarfa en el caso supuesto de extrasistolia continua interpolada alternativamente el tono del primer ruido cardíaco, que se haría más violento en el extrasístole, el cual se reflejaría también alternativamente en el pulso yugular, etc.
El primer grcuro de bloqueo aurículoventricular) el simple retardo de la conducción puede pasar fácilmente desapercibido, mas sin embargo, puede sospecharse, cuando en el curso de alguna de las enfermedades que con más frecuencia dan lugar a él, por ejemplo, cuando se vigila un reu-
matismo agudo febril, una difteria o se administra digital, se aprecia la existencia de un tercer tono, que origina un ruido de galope protodiastólico debido a la contracción auricular, tan separada de la ventricular subsiguiente, que en buenas condiciones de transmisibilidad torácica se hace audible. Por la misma razón, la separación de las contracciones auriculares y ventriculares se origina dadas las diferencias en la po. sición de las válvulas aurículoventriculares a que da lugar, variaciones en la tonalidad del primer tono, con respecto a la de los días anteriores, signo de gran valor para LEVINE. El mismo fenómeno hace que al coincidir la sístole de 1M aurículas, con el final de la sístole ventricular precedente, se originen fuertes pulsaciones en el cuello, persistiendo normal la frecuencia del pulso, que constituyen las llamadas por WENCKE·
BACH, ondas de ingurgitación auricular {WINTEBERG). También es muy sospechoso, no existiendo fibrilación auricular y con un pulso periférico normal, en caso de estenosis mitra! previa, la desaparición del carácter clínico de creciente tonalidad del soplo, debido a la falta del impulso de la sangre venosa al final de la diástole, que promueve, en condiciones normales, la contracción auricular. Ocurriendo la sístole auricular en un período precoz de la diástole, es claro que no podrá provocar ningún reforzamiento presistólico.
La atención clínica dirigida, pues, en el sentido mencionado, en los enfermos sospechosos por su historia de afección incipiente cardíaca, puede permitir el diagnóstico correcto y oportuno, sin esperar a la aparición de síntomas más groseros y más sobresalientes por lo tanto, pero quizá obedeciendo a trastornos anatómicos me· nos fácilmente reversibles. Los métodos gráficos harán más evidentes estas alteraciones, pero aun sin ellos es posible un juicio correcto sobre el estado del corazón amenazado, con lo que se favorece una terapéutica adecuada y, por lo tanto, se mejora el pronóstico. El presente trabajo no tenía más ambición que recordar algo de lo mucho que es posible hacer en beneficio de los enfermos, sin más instrumentos que buena voluntad y análisis sistemáticos de los signos patológicos.