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    POLTICA, CULTURA Y MUTACIONES

    ANTROPOLGICAS

    Politics, Culture and Anthropological Changes

    JOS FERNNDEZVEGA*

    [email protected]

    Fecha de recepcin: 1 de abril de 2011

    Fecha de aceptacin definitiva: 3 de octubre de 2011

    RESUMEN

    La ensaystica poltica que Pier Paolo Pasolini cultiv en los ltimos aos de su

    vida en los medios de prensa italianos muestra ciertos puntos de contacto gene-

    rales con la Teora Crtica, aunque sta jams aparezca referida en sus escritos.Pasolini se ocup de la coyuntura italiana de su tiempo y escribi como un mi-

    litante independiente y un artista comprometido antes que como un terico de

    la sociedad. Este artculo propone una discusin de algunos de los principales

    temas presentes en estos ensayos porque, segn se argumenta, los temas de la

    poca que aborda su autor pueden echar luz sobre el presente y prolongar, de

    un modo original pero muy heterodoxo, pasional y asistemtico, el legado

    crtico de la Escuela de Frankfurt.

    Palabras clave: Pasolini; Italia; ensayo poltico; mutacin antropolgica; teora

    crtica.

    ABSTRACT

    During the last years of his life, the Italian director and writer Pier Paolo Paso-

    lini contributed in the newspapers of his country with political articles that

    have some points in common with the legacy of the Critical Theory, though he

    never made any explicit allusion to it. Pasolini interventions are those of a inde-

    pendent activist and engaged artist, and they are intended to clarify basic traits

    * CONICET Universidad de Buenos Aires.

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    of the changing Italian society of his times. This article offers a critical revision

    of some of Pasolinis main ideas regarding those problems in the understan-ding that they may help to grasp some Italian (and non Italian) contemporary

    political issues. Besides, Pasolinis essays might be considered as an original

    contribution, though passionate, heterodox and unsystematic, to the open lega-

    cy of the Frankfurt School.

    Key words: Pasolini; Italy; political essay; anthropological change; critical theory.

    1. APOCALPTICOS

    Uno de los ms incmodos desafos que afrontan los intelectuales italianos en la

    actualidad consiste en intentar explicar una y otra vez a los extranjeros la inslita

    configuracin que adquiri el poder poltico en su pas. Seguramente ya harto de

    buscar interpretaciones para el fenmeno que encarna Silvio Berlusconi, el poltico

    de mayor permanencia en el poder de la era republicana nacional, Umberto Eco

    ensay una tctica que hace honor a la experta y legendaria astucia que despliega

    en sus relaciones con los medios de comunicacin. Su defensa consisti en un

    buen ataque: declar que Italia prefigura el futuro de toda Europa, antes

    encarnado por el modelo de EE. UU. y ahora por una hegemona cultural en la

    cual los negocios mediticos y el aparato estatal llegaron a un punto de fusin. Lo

    que ocurre en Italia no sera una excepcin encapsulada en un territorio singular,

    sino la amenaza que se cierne sobre cualquier democracia avanzada. En vista de

    una situacin como la italiana, incluso los inteligentes integrados de ayer llegan a

    adquirir tonos apocalpticos.1

    Treinta y cinco aos atrs, Italia era un pas muy distinto, y posiciones tan des-carnadas sobre su realidad slo podan sostenerse al precio de la mayor soledad

    pblica. Al pesimismo radical que proyectaban se le reprochaba las actitudes

    reaccionarias a las que de modo inevitable parecan conducir. No fue otro el clima

    al que se vio enfrentado Pier Paolo Pasolini cuando, en la primera mitad de los

    aos setenta, desde sus columnas en la prensa, comenz a exponer con energa las

    devastadoras consecuencias del imperio de los poderes mediticos y del consumis-

    1 Vicente VERD, Umberto Eco: Desgraciadamente, el futuro de Europa sera Italia, El Pas,Madrid, (25. 4. 2010): http://www.elpais.com/articulo/portada/Umberto/Eco/Desgraciadamente/futuro/Europa/sera/Italia/elpepusoceps/20100425elpepspor_8/Tes [consulta: 1.3.2011].

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    mo desenfrenado que se haban adueado del cuerpo y del alma de los italianos,

    aniquilando subculturas originales y desfigurando personalidades. Acaso sea til

    volver sobre sus apasionadas invectivas precisamente cuando el pas celebra este

    ao el sesquicentenario de su unificacin, lo que permiti que Italia abandonara

    ese estatuto nominal con el que Metternich la haba menospreciado en el siglo

    XIX: una mera expresin geogrfica2.

    En sus ensayos periodsticos, Pasolini mostraba muchas dudas sobre los

    verdaderos resultados polticos de la unificacin italiana. A la vez, estaba interesa-

    do en identificar los rasgos especficos que, a nivel humano y cultural, haba adqui-

    rido en el pas el llamado milagro econmico de posguerra. Sus textos combati-vos, tan emocionales como analticos, no hacen ninguna referencia explcita a la

    Teora Crtica o a sus principales figuras (fuera de alguna mencin en passant a

    Marcuse), si bien algunos parecidos de familia con dicha teora se podran identi-

    ficar en sus reflexiones. Estos escritos de Pasolini tambin se pueden valorar como

    una rara contribucin, tan eficaz como idiosincrsica, al desafiante continuar

    con el que Horkheimer y Adorno remataron la primera versin de su clebre cap-

    tulo sobre la industria cultural3.

    Horkheimer y Adorno quiz no descartaron que el enriquecimiento de su teoraquedara en las manos colectivas de la posteridad. Pasolini fue uno de los que, a su

    manera, acept de modo tcito el desafo y ofreci un aporte original: la visin de

    un artista (ms conocido fuera de su rea lingstica como escritor y director que

    como ensayista poltico), la de un militante no convencional, solitario y tempera-

    mental (este ltimo rasgo no es del todo ajeno a los maestros de Frankfurt), y la de

    un individuo enfrentado a un grado maduro de la industria cultural en un pas eu-

    ropeo enriquecido, pero lleno de rmoras de un pasado opresivo, y con una fuerte

    presencia cultural y poltica de la Iglesia catlica.

    La situacin italiana ofreca un panorama muy ambivalente. Persista un anti-

    guo autoritarismo institucional, pero, segn Pasolini, las mentalidades (y los cuer-

    pos) ya haban sido atrapadas por los seuelos del capitalismo avanzado. En su

    fisonoma esencial, tal vez no fuera muy distinta la situacin alemana que encon-

    traron los padres fundadores de la Teora Crtica al regresar de su exilio tras el

    2 Sus artculos fueron reunidos en dos libros sobre los que girar aqu el anlisis. El primeroapareci en 1975: Pier Paolo PASOLINI, Scritti corsari, Miln: Garzanti, 2009; el segundo es unacompilacin pstuma de 1976: Pier Paolo PASOLINI, Lettere luterane, Miln: Garzanti, 2009.3 Max HORKHEIMER y Theodor W. ADORNO, Dialctica de la Ilustracin. Fragmentos Filosficos,Madrid: Trotta, 2003, pg. 212, nota.

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    hundimiento del Tercer Reich. Aunque Italia mostraba peculiaridades acerca de

    las cuales Pasolini insisti en su momento, un acercamiento a sus intervenciones

    polticas tambin podra ofrecer claves de comprensin sobre el presente, y no slo

    el italiano.

    2.LUCIRNAGAS

    En 1941, un Pasolini de diecinueve aos le escribi una carta a un amigo donde

    relataba una noche feliz en la que, junto con otros, se vio rodeado de lucirnagas

    en una celebracin del afecto mutuo, risas y recuerdos infantiles. En 1975, laslucirnagas volveran a ser el tema de uno de sus artculos partisanos en la prensa:

    ellas haban desaparecido a causa de la contaminacin urbana e industrial4. Bajo el

    fascismo, todava era posible verlas revoloteando en una libertad natural que con-

    trastaba con el agobiante rgimen estatal; en la sociedad posfascista, su total desa-

    paricin obligaba a pensar en algo ms que en el dao ecolgico. Era una forma de

    sociabilidad tan intensa como inocente lo que se haba ido con ellas. Dichos vncu-

    los se fundaban en una sensualidad que el mundo burgus posfascista haba liqui-

    dado, y que Pasolini haba tratado de reivindicar en su cine, en particular en laserie de fbulas conocida como Triloga de la vida, de la que luego abjur pbli -

    camente en sus notas, puesto que lleg a la conclusin de que resultaba imposible

    recuperar esa infancia perdida y esa sexualidad candorosa mediante su mera

    estilizacin idealista5.

    La espontaneidad sensible del cuerpo, una potencia caracterstica del pueblo

    con la que el fascismo no haba logrado acabar, se haba vuelto imposible bajo el

    imperio de lo que caracteriz como un neofascismo consumista y hedonista que

    converta a los cuerpos en meras cosas6. Los cuerpos haban sido reducidos a un

    uso mercantil y eran ya territorio colonizado por el capital. Ello sembraba densos

    4 Pier Paolo PASOLINI, Scritti corsari, ob. cit., pgs. 128-134.5 Pier Paolo PASOLINI, Lettere luterane, ob. cit., pgs. 83-88. La Triloga de la vida abarca lassiguientes pelculas: Decamern (1971), Los cuentos de Canterbury (1972) y La flor de las Mil y unanoches (1974). Pasolini las defina como pelculas sobre la corporalidad humana y sobre el sexo.Estas pelculas son bastante fciles, y las he hecho para oponer al presente consumista un pasadorecientsimo donde el cuerpo humano y las relaciones humanas eran todava reales. A pesar de serarcaicas, prehistricas, burdas, eran reales, y oponan esta realidad a la irrealidad de la civilizacinconsumista. Citado por Nico NALDINI, Pier Paolo Pasolini. Una vida, Barcelona: Circe, 1992, pg.318.6 Jean Paul CURNIER, , vif. Artaud, Nietzsche, Bataille, Sade, Kossowski, Pasolini, Paris: Lignes, 2006,pgs.116-121.

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    interrogantes sobre la autntica naturaleza de la liberacin de las costumbres,

    incluidas las sexuales, que los jvenes rebeldes de 1968 haban levantado como

    una de sus principales banderas. Precisamente ste es el problema que discute en el

    primero de sus artculos de la poca7.

    Si durante la dictadura mussoliniana la claridad de los proyectores de la defensa

    antiarea poda eclipsar de modo episdico, pero no absoluto, la visin de las

    lucirnagas, la sociedad industrial irradiaba la vida social con otro tipo de claridad,

    ms cegadora, de tal modo que la plida luz de las lucirnagas se haca imposible

    de distinguir. En un pasaje de Dante donde tambin se menciona a las lucirnagas

    en el infierno all encarnan el alma de unos malos consejeros polticos condena-dos a titilar en la oscuridad Georges Didi-Huberman encontr motivos para

    invertir la imagen. En Pasolini, escribi, el infierno se haba realizado en un mun-

    do que, entretanto, haba devenido Ilustrado y burgus8. La vieja cultura popular

    an representaba un ncleo de resistencia bajo la dictadura; pero ahora se hallaba

    encandilada por radiaciones mediticas generalizadas un fascismo televisivo y

    sometida a la forma mercanca que dominaba por doquier la existencia de los

    italianos, objeto inmediato de las preocupaciones de Pasolini.

    Italia, en su opinin, no haba experimentado nunca una real revolucin bur-guesa, y se hallaba por tanto desprovista de los muros de contencin que la bur-

    guesa establecida de otros pases europeos haba logrado erigir contra el aniquila-

    miento de las viejas formas culturales. El rpido desarrollo del pas tuvo consecuen-

    cias traumticas. La fiebre consumista que trajo aparejado no hizo sino aumentar

    con el tiempo. Si en la dcada de 1960 las clases populares todava se centraban en

    la compra de artculos de primera necesidad (let del pane), en los aos sucesivos

    terminaron cada vez ms movilizadas por anhelos que un historiador resumi de

    este modo: hedonismo, conocimiento, esttica y salud. Un hito en esta evolu-

    cin, segn Paul Ginsborg, fue la introduccin de la televisin en colores en 1974,

    precisamente el momento en que Pasolini emprende de modo sistemtico sus

    7 Pier Paolo PASOLINI, Contro i Capelli lunghi, Corriere de la Sera, Miln (7. 1. 1973), ahora enScritti corsari, ob. cit. pgs. 5-11. El ltimo de los artculos de la serie, Lettera luterana a ItaloCalvino, apareci en Il Mondo, Roma (30. 10. 1975), ahora en Lettere luterane, ob. cit., pgs. 197-203. Dos das ms tarde, el primero de noviembre de 1975, Pasolini fue asesinado en una playa deOstia en un episodio no completamente aclarado hasta el da de hoy.8 Georges DIDI-HUBERMANN, Survivance des lucioles, Paris: Les ditions de Minuit, 2009, pg. 24-26

    y 33.

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    intervenciones partisanas, en las que, sin embargo, no hace ninguna referencia

    particular a esta innovacin tcnica9.

    3.TOLERANCIAYCONSUMO

    Lo que ensombreca la realidad italiana, segn Pasolini, no era la amenaza de una

    regresin hacia el fascismo histrico, o la variante ms contempornea de un golpe

    de tipo latinoamericano como teman algunos a partir de los episodios de terroris-

    mo de ultraderecha que ocurrieron en la poca y de las mltiples conspiraciones

    militares que signaron el perodo posterior a 1968. El factor determinante nohaba que buscarlo en los pliegues secretos del poder, sino que se encontraba a la

    vista de todos en la vida social: consista en el abandono de la poblacin a la

    comodidad y el bienestar (una contradiccin en los trminos para el autor)10. El

    veloz milagro italiano, que implicaba ante todo producir y consumir, traa apare-

    jadas enormes consecuencias humanas y polticas que Pasolini englob bajo la cate-

    gora de antropolgicas:

    El poder ha decidido que seamos todos iguales () el ansia de consumo es un

    ansia de obediencia a un orden no mencionado. Cada uno en Italia siente elansia, degradante, de ser igual a los otros en el consumo, en la felicidad, en la

    libertad: porque esta es la orden que ha recibido inconscientemente, y a la cual

    debe obedecer, bajo la amenaza de sentirse diferente. Nunca antes la diversi-

    dad produca una culpa tan espantosa como en este perodo de tolerancia. La

    igualdad, de hecho, se ha conquistado, pero es una falsa igualdad recibida

    como regalo.11

    Dicha igualdad alienada se expresaba en la profunda tristeza de los individuos

    (en especial entre los jvenes), en la neurosis general, en una superficial alegra a la

    vez impostada y eufrica, as como en otro aspecto que al poeta y lingista Pasolini

    lo mortificaba de un modo particular: la fosilizacin del lenguaje hablado. La

    tolerancia, una herencia Ilustrada, ya no era real, sino puramente nominal, pues -

    to que, segn su experimentada opinin, se tolera a aquel a quien al mismo tiem-

    po se condena y segrega, si bien de una manera refinada12. Incluso lleg a consi-

    9 Paul GINSBORG, Italy and Its Discontents. Family, Civil Society, State 1980-2001, Londres: PenguinBooks, 2003, pgs. 85-86.10 Pier Paolo PASOLINI, Scritti corsari, ob. cit. pg. 29.11 Ibd., pg. 60. (Las traducciones citadas son siempre del autor).12 Pier Paolo PASOLINI, Lettere luterane, ob. cit., pg. 35.

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    derar a la tolerancia propagada por la cultura hedonista como la peor represin

    de la historia humana13. La idea de una tolerancia represiva, segn la postul

    Marcuse, se halla presente en estas reflexiones.

    A partir de esta dramtica constatacin, Pasolini se lanz a una campaa de

    denuncia y esclarecimiento cvico, por completo personal y en cierto modo tam-

    bin desesperada, como l mismo admiti. Su empeo y sus ataques le crearon per-

    manentes conflictos no slo con la izquierda tradicional, en primer lugar con el

    todava poderoso aparato del Partido Comunista italiano (el PCI, al que se haba

    afiliado en 1948 y apoyaba pblicamente en las elecciones), sino tambin con los

    jvenes radicalizados que buscaban formas de accin y de organizacin alternativasa aquellas que consideraban propias de una oposicin institucionalizada. La cultu-

    ra contestataria de los estudiantes, de acuerdo con Pasolini, no se distingua en sus

    rasgos esenciales de la barbarie estatal y econmica contra la que imaginaban com-

    batir. Cuando estall la rebelin, los increp desde las pginas de un semanario

    con un poema, entre irnico y amargo, que levant polmicas. All los calific de

    nios de pap y objet sus choques con la polica, en cuyas filas encontraba ms

    vida popular que entre los jvenes aburguesados14. Esta confrontacin, provocativa

    y directa, guarda cierta conexin con aquella que en los ltimos momentos de suvida sostuvo Adorno con las protestas estudiantiles alemanas, que tanto lo afec-

    taron personalmente15.

    La vida no vive, el impactante epgrafe de Minima Moralia, tambin podra

    haber sido adoptado por el poeta italiano, aunque, para ste, la dimensin sensual

    cobra un relieve en el anlisis que no siempre fue tan explcito en Adorno. Fuera

    de eso, la equiparacin de la esfera cultural realmente existente con la barbarie, y la

    identificacin de muchas, demasiadas, lneas de continuidad entre el fascismo

    histrico y la vida democrtica de posguerra ofrecen puntos de contacto con la

    Teora Crtica, por no mencionar el comn diagnstico sobre la desaparicin de la

    cultura popular, de sus manifestaciones artsticas tanto como de sus formas de

    vida, bajo el capitalismo avanzado.

    13 Pier Paolo PASOLINI, Scritti corsari, ob. cit., pg. 22.14 Pier Paolo PASOLINI, Il PCI ai giovanni!!, LEspresso, Roma, XIV, N 24 (16. 6. 1968). En nme-ros sucesivos se desarroll una discusin sobre esta poesa. Para el contexto histrico: Paul G INS-BORG, Storia dItalia dal dopoguerra a oggi. Societ e poltica 1943-1988, t. II:Dal miracolo econmicoagli anni 80, Turn: Einaudi, 1989, pgs. 404-468.15 Theodor W. ADORNO, Resignation, en Kritik. Kleine Schriften zur Gesellschaft, ed. de Rolf Tiede-mann, Frankfurt a. M.: Suhrkamp, 1973, pgs. 148 y ss.

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    Sin embargo, el anhelo por la infancia, que en un momento comparta Pasolini

    con Adorno, se haba transformado para el primero en un duelo, y ya no en esa

    esperanza redentora que, segn Adorno, un arte verdadero an poda atesorar. En

    Pasolini aquel anhelo se haba apoyado en una visin, que luego depreciara por

    demasiado idlica, de la juventud campesina, de las antiguas culturas del pas arrai-

    gadas en historias locales de rica diferenciacin y del subproletariado. En un pasa-

    do reciente, este ltimo sector sola subsistir tan marginado que consigui preser-

    var (aun cuando su existencia, vivamente representada en la pelcula Accatone, de

    1961, adoptara variantes criminales) la extraa nobleza y la indudable personalidad

    que su posterior exposicin a la vida urbana estandarizada pronto lo llevara a per-der por completo.

    Qu vigencia conservaban sus intenciones iniciales como director, o qu resta-

    ba del mundo retratado en Accatone, despus del vertiginoso cambio cultural que

    haba sufrido Italia? se pregunt Pasolini. Entre 1961, fecha de Accatone, y 1975,

    cuando escribe, hubo un genocidio. Una poblacin ha sido destruida cultural-

    mente () Si hoy quisiera filmar de nuevo Accatone, no podra hacerlo. No encon-

    trara ni un solo joven que fuese en su cuerpo ni remotamente similar a los jve -

    nes que se representaron a s mismos en Accatone. Es que los jvenes contempo-rneos perdieron la imaginacin verbal y la simpata de malvivientes de aquellos

    subproletarios; se volvieron neurticos y tristes, indecisos, llenos de anhelos peque-

    o-burgueses: se avergenzan de ser trabajadores, tienen como modelo a los

    hijos de pap16. La magnitud del declive se poda constatar en la gratuita bestia-

    lidad que haban adquirido los hechos criminales protagonizados por la juventud o

    la marginalidad urbana, por no mencionar el empobrecimiento generalizado del

    lenguaje comunicativo y de la creatividad populares. Ya no hay seres humanos,

    concluy Pasolini, en lo que acaso fuese su versin personal de la vida no vive.

    4.INVECTIVAS

    La defensa de una tradicin cultural idealizada, puesto que consista en un Romn-

    tico recuerdo del pasado y estaba claro que era imposible volver a implantarla, se

    eriga como un modelo crtico alternativo a la negatividad de las neovanguardias,

    contra las que Pasolini polemiz, y frente al pasaje a la accin sin mediaciones de

    las revueltas juveniles, al que entendi como la antesala del nihilismo. Pasolini

    16 Pier PaoloPASOLINI, Lettere luterane, ob. cit. pgs. 171 y 173.

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    presinti la deriva terrorista que amenazaban con tomar algunos jvenes de

    izquierda en un pas ya sacudido por atentados del terrorismo fascista. Sus anlisis

    periodsticos sobre la situacin italiana pretendan superar los lugares comunes del

    discurso poltico. Cualquiera sea la valoracin que se haga hoy de sus ensayos, no

    se podra comenzar sin destacar el original esfuerzo por pensar contra la corriente y

    aplicando categoras muy poco convencionales. Por ello, Pasolini fue acusado en su

    momento de irracionalista y esteticista (en particular desde LUnit, el rgano del

    PCI). Italo Calvino, por su parte, le reproch aorar la Italietta fascista, algo que

    Pasolini rechaz indignado y le record a su amigo las persecuciones de las que

    haba sido vctima desde muy joven por sus inclinaciones sexuales 17. Cmo podaevocar con nostalgia una configuracin social que lo haba humillado y obligado a

    emigrar de su piccola patria?

    Pasolini se involucraba en los debates en trminos muy personales; cada una de

    las crticas a su ensaystica poltica reciba una apasionada respuesta de su parte18.

    No evitaba la confrontacin y, al mismo tiempo, era consciente de su aislamiento

    poltico y de la irritacin que generaban sus intervenciones. Pero la discusin le

    resultaba esencial. Sus escritos en la prensa siguen siendo magnficas piezas polmi-

    cas: directas, elegantes, llenas de energa civil y de visiones sorprendentes y despre-juiciadas. Constituan un banco de pruebas para explorar un presente a la vez

    novedoso y, en su visin, catastrfico.

    Pasolini consideraba que la oposicin fascismo-antifascismo, que haba domina-

    do la vida pblica italiana desde los aos 1920, ya haba sido superada, y acaso de

    la peor manera19. El pas respiraba de pronto otra atmsfera fascista, aunque de

    un tipo indito, cuya caracterstica esencial consista en evitar la imposicin vio-

    lenta de unas creencias o unas conductas. Este neofascismo haba capturado las

    reivindicaciones sociales avanzadas y las reformulaba en un sentido favorable al

    consumismo. La aplicacin extrema de estas concepciones llev a Pasolini a situa-

    ciones difciles de comprender para los crculos progresistas. Estim, por ejemplo,

    que la victoria en el plebiscito sobre el divorcio (celebrado en enero de 1973, y

    17 Pier Paolo PASOLINI, Sritti corsari, ob. cit., pgs. 51 y ss.18 Mariano MARESCAy Juan Ignacio MENDIGUCHA, Lxico Pasoliniano, en VV. AA., Pier PaoloPasolini, Palabra de corsario, Madrid: Crculo de Bellas Artes, 2005, pg. 329.19 Pier Paolo PASOLINI, Descrizioni di descrizioni, ed. de Graziella Chiarcossi, prefacio de GiampaoloDossena, Miln: Garzanti, 1996, pgs. 351-352, donde el autor seala que el antifascismo se convir-ti en una convencin para quienes pretenden estar del lado justo de una vez para siempre. Este

    libro pstumo compila reseas bibliogrficas escritas contemporneamente a los ensayos de ScritticorsariyLettere luterane.

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    considerado un hito en el proceso de consolidacin del laicismo en el pas de la

    Iglesia) poda ser mejor valorado como un triunfo del qualunquismo, el estrecho

    individualismo de clase media con su tpica indiferencia hacia cualquier tipo de

    ideal ciudadano. Aunque no se priv de celebrar la derrota del clerical-fascismo

    en ese referndum, ni tampoco de acusar al PCI de intentar acaparar los laureles

    de un triunfo que, para ser justos, ste jams haba credo posible, Pasolini conside-

    raba que, en realidad, la aprobacin del divorcio demostraba la fuerza y el alcance

    de la civilizacin hedonstica y de los modelos culturales que irradiaba la tele-

    visin20. Si bien era claro que PCI haba jugado un papel decisivo movilizando a su

    electorado para el referndum, en trminos concretos ni el Partido ni el Vaticanofueron capaces de captar la revolucin antropolgica ocurrida en Italia, y de la que

    el resultado de la consulta popular era una evidencia.

    5.TRADICIONESALTERADAS

    Por lo dems, el Vaticano se hallaba sumido en la mayor confusin. Sus polticas,

    obsesionadas con la censura de los contenidos sexuales en el arte y los medios de

    comunicacin de masas, estaban mal dirigidas. Ellas haran mejor en censurar losprogramas populares de entretenimientos y la publicidad, pues eran las fuentes

    desde las que se proyectaban nuevos estereotipos de vida, puestos en escena de ma-

    nera directa, sin apelar a la prdica. La televisin lograba as la mayor influencia, y

    erosionaba con silenciosa eficacia los valores que la Iglesia crea bien defendidos

    mediante una absurda vigilancia moralizante. La paradoja, que Pasolini advirti

    con lucidez, reside en el hecho de que an cuando la televisin haba sido desde

    sus comienzos en los aos 1950 un pilar para el sistema de poder que compartan

    la Iglesia y la Democracia Cristiana (DC), su real efecto a largo plazo fue la difu-

    sin del laicismo hedonista21. La ideologa autnoma de la televisin no slo haba

    dejado de coincidir con los postulados y los intereses de sus amos aparentes, sino

    que en realidad ya los haba socavado. La legalizacin del divorcio expresaba el

    alejamiento de las masas respecto de la religin.

    La Iglesia siempre funcion como instrumentum regni, pero el neocapitalismo la

    volvi obsoleta como tal, porque ya no la necesitaba para afirmar valores; de

    20 Pier Paolo PASOLINI, Sritti corsari, ob. cit., pgs. 59 y 81.21 Paolo GINSBORG, Storia dItalia, t. II, pgs. 327-328, donde se retoma el mismo argumento evocan-do las reflexiones de Pasolini.

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    hecho, los que ste difunde son irreligiosos: el pragmatismo a ultranza, el espritu

    tcnico y totalmente mundanizado. La Iglesia haba aceptado el fascismo italiano

    en el pasado, y ahora continuaba aceptando una civilizacin burguesa desarrollada

    que amenazaba sus fundamentos como ninguna otra y no le reservaba ningn

    espacio poltico esencial. Esto constitua un error histrico que acentuaba su ana-

    cronismo y anunciaba su declive institucional. La Iglesia libraba batallas propias

    del pasado. La familia ya no representaba el ncleo de la vida religiosa, sino el mo-

    tor del consumo. La Iglesia no defenda siquiera el valor de la caridad: Los catli-

    cos se han olvidado de ser cristianos y en consecuencia no ofrecen ninguna alter-

    nativa al neocapitalismo, concluy Pasolini. La caridad, era otro componente quedeba ser rescatado del naufragio moral eclesistico pues, en su opinin, los italia-

    nos haban abandonado la Iglesia por cosas an peores: una nueva religin hed-

    nica y materialista, alienante y total22.

    El mundo campesino haba sido el principal baluarte de la Iglesia, y Pasolini

    estim que ella iba a compartir su mismo destino: la desaparicin. En un artculo

    de 1974 se refiri a un curioso discurso del papa Paulo VI en Castelgandolfo, al

    que no identific, y en el cual, de acuerdo con el resumen que ofreci, el papa

    reconoca que la Iglesia, por primera vez en la historia, haba sido superada por elmundo. Su papel se haba vuelto incierto y superfluo porque el poder ya no

    tiene necesidad de la Iglesia, y la abandona a s misma 23. Paulo VI, siempre segn

    este comentario, admita que la Iglesia haba perdido su prestigio y que con el

    milagro econmico la pobreza haba dejado de representar un tema central para

    ella. Pasolini era consciente de que la Iglesia difcilmente se reconocera en esta

    confesin de su jefe mximo. Aprovech entonces para brindarle una salida a su

    crisis, entre custica y disparatada: si la Iglesia quera superar sus dilemas debera

    pasar a la oposicin, porque el poder vigente la reduca a una funcin meramente

    folclrica. Y es que la Iglesia podra erigirse en una

    gua, grandiosa pero no autoritaria, de todos aquellos que rechazan (y habla

    un marxista, y en tanto marxista) el nuevo poder consumista que es completa-

    mente irreligioso, totalitario, violento, falsamente tolerante, incluso ms repre-

    sivo que nunca, corruptor, degradante (nunca antes de hoy ha tenido tanto

    sentido la afirmacin de Marx segn la cual el capital transforma la dignidad

    humana en mercanca para el intercambio). Este es el rechazo que podra, por

    22 Pier Paolo PASOLINI, Lettere luterane, ob. cit., pgs. 15, 32, 35 y 65.23 Ibd., pgs. 77-78.

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    tanto, simbolizar la Iglesia: retornar a los orgenes, vale decir, a la oposicin y a

    la rebelin. O hace esto o acepta un poder que ya no la quiere; en otras pala-

    bras, se suicida.24

    Ms espinosa que su explicacin acerca de las desventuras del clerical-fascismo

    sostenido por la Iglesia y la DC en el referndum sobre el divorcio (y sobre la

    incapacidad del PCI para comprender su reales causas) fue la posicin que adopt

    en el debate sobre el derecho al aborto. En su opinin, los partidarios del aborto

    defendan una sexualidad slo aparentemente libre; en el fondo impulsaban una

    poltica del coito, vaca de cualquier componente afectivo y esclava de los impera-

    tivos del consumo. Pasolini deploraba que la intelectualidad de izquierda hubierasuprimido de sus anlisis el mundo de los sentimientos. Lo entenda como una

    reaccin al falso sentimentalismo dominante en la vieja sociedad clerical y a su

    sacralidad supersticiosa y controladora. Pero esa actitud ya no era progresista,

    sino la rmora de un Iluminismo fosilizado y, al fin de cuentas, til al poder

    vigente. Para Pasolini ya no haba que temer el abordaje de los problemas sociales

    desde la mirada de la sacralidad (pues el consumo la haba desechado), ni desde el

    ngulo de los sentimientos (porque el mundo humano se hallaba congelado afecti-

    vamente). Los hombres se haban transformado en brutos y estpidos autmatasadoradores de fetiches25. Estos dficits analticos del Iluminismo tambin haban

    sido sealados, con un lenguaje ms conceptual y menos desenfrenado, por la

    Teora Crtica cuando caracteriz que un yo dbil, rendido e identificado con el

    agresor, y siempre reproducido por la industria de la cultura, constitua la realidad

    psquica dominante en la sociedad administrada.

    Las mujeres no daran un paso hacia la emancipacin si se admita el aborto.

    Las rplicas que recibi Pasolini lo acusaron de misoginia y de proyectar un resenti-

    miento derivado de su condicin homosexual. El propio Pasolini admiti que

    poda ser catalogado como un reaccionario de izquierda26. Pero argument que

    bajo el neocapitalismo los varones se hallaban traumatizados por la obligacin

    que les impone la permisividad; vale decir, la obligacin de hacer siempre y libre-

    mente el amor27. Esta obligacin de gozar tambin ha sido identificada como una

    causa de sufrimiento social en nuestras sociedades posmodernas, donde se volvi

    un imperativo generalizado. Un nuevo supery exige el disfrute permanente, como

    24 Ibd., pg. 80.25 Ibd., pg. 34.26 Enzo SICILIANO, Vita di Pasolini, Miln: Rizzoli, 1981, pg. 442.27 Pier Paolo PASOLINI, Lettere luterane, ob. cit., pg. 118.

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    escribi Slavoj iek, en claro contraste con los viejos ideales burgueses de auto-

    dominio y represin de las pulsiones28.

    La por entonces reciente, pero ya completa, fascinacin popular por el con-

    sumo exima al poder de ejercer su dominio mediante la coercin como haba sido

    el caso bajo la dictadura de Mussolini, la cual nunca pudo controlar todas las men-

    talidades ni suprimir las resistencias. Ahora las conciencias individuales actuaban

    de manera espontnea en beneficio del poder y estaban movidas desde el interior

    de s mismas, impulsadas por un deseo hipntico de apropiacin de lo superfluo.

    Este era el resultado antropolgico del milagro econmico que haba condu-

    cido al pas desde el mundo antiguo de la necesidad con sus propias contradic-ciones: la represin generalizada, pero tambin sus valores humanistas al indife-

    rentismo pblico generado por la abundancia. El capitalismo de posguerra haba

    arrasado con el mundo campesino, preindustrial y prenacional, de las piccole patrie

    del pas, vale decir, con algo muy caracterstico de la cultura italiana.

    Italia haba pasado abruptamente de la inocencia antigua a la corrupcin

    moderna, y Pasolini se ubicaba en una posicin poltica incmoda, a la vez cr-

    tica del vacilante reformismo del PCI y del ultraizquierdismo de la oposicin

    extraparlamentaria. Como el antifascismo ya no tena el mismo sentido que enotras pocas, se haca preciso no cerrar el dilogo de los jvenes atrados por las

    rmoras del fascismo contemporneo. El verdadero enemigo era otro. Porque, en

    verdad, apenas haba distinciones entre esos jvenes y aquellos otros situados en

    las antpodas, los antifacistas. Esos dos grupos no se diferenciaban ni en la actitud

    corporal, ni en la manera de vestir, ni en los consumos materiales o incluso cultu-

    rales (la msica que escuchaban, por ejemplo). Pasolini no crea aconsejable adop-

    tar posiciones paternalistas o falsamente tolerantes con el vanguardismo poltico

    juvenil o evitar dirigirles provocaciones en los debates. Como se vivan tiempos

    posfacistas antes que antifascistas, la discusin pblica con los jvenes indepen-

    dientemente de sus actitudes polticas deba permanecer abierta.

    28El sujeto burgus liberal reprime sus deseos inconscientes por medio de las prohibiciones inter-nalizadas y, como resultado de ello, su autocontrol le permite dominar su espontaneidad libidinal.En las sociedades posliberales, sin embargo, la represin social ya no acta bajo la apariencia de unaLey o Prohibicin internalizada que exige renuncia y autocontrol; antes bien, asume la forma deuna instancia hipntica que impone la actitud de ceder a la tentacin; es decir, su mandato

    equivale a una orden: Goza! (Slavoj IEK, Las metstasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la cau-salidad, Buenos Aires: Paids, 2003, pg. 31). En estos pasajes de su ensayo, iek alude a las nocio-nes de tolerancia represiva de Marcuse y a la de regresin, un concepto clave de los anlisis ador-nianos sobre psicologa social.

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    El poder conformista del consumo se haba demostrado infinitamente ms efi-

    caz para imponer su propia voluntad que cualquier otro poder histrico preceden-

    te, incluido el fascismo. El poder ahora vigente promova el aislamiento de los

    individuos y lograba imprimir un giro conservador a sus ideales, fenmeno al que,

    por cierto, no era inmune el progresismo poltico. El conformismo de izquierda,

    que siempre existi, modulaba reproches a la distancia contra los jvenes radicali-

    zados fascistas o no y lo haca desde posiciones cristalizadas; en cambio, para

    Pasolini resultaba inaceptable interrumpir el contacto directo con ellos. La rele-

    vancia histrica de los movimientos juveniles, sus energas contestatarias, muchas

    veces desviadas o barbarizadas, y su capacidad de dar testimonio en un futuro no sedeba subestimar, puesto que, como declar en una entrevista, esos jvenes inte-

    graban posiblemente la ltima generacin que ve a los obreros y a los campesinos:

    la prxima generacin no ver alrededor suyo ms que la entropa burguesa29.

    6.ENTROPAS

    La revolucin o mutacin antropolgica de la que habl Pasolini obsesivamen-

    te en sus artculos fue el resultado de un proceso econmico y poltico de enormesproporciones. En sus anlisis de ella, revel un uso personal y libre de saberes

    mltiples. Mezcl conceptos semiolgicos con visiones econmicas, aplic nocio-

    nes sociolgicas o psicoanalticas, procesadas de manera asistemtica, para sostener

    observaciones personales o ancdotas que dramatizaba, y a menudo tambin pro-

    yectaba hacia la hiprbole. Su declarado comunismo le deba ms a la frecuen-

    tacin de las fragmentarias reflexiones culturales de Gramsci y a la herencia exis-

    tencial de la resistencia contra Mussolini (en cuya lucha su joven hermano haba

    dejado la vida) que a una lectura ordenada de Marx o de la tradicin que se inspir

    en l. Todo ello marca, por cierto, otra notoria diferencia entre su ensaystica

    poltica y las elaboraciones de los tericos de Frankfurt.

    Los escritos de Pasolini se respaldan, ante todo, en reflexiones sobre la historia

    poltica y la coyuntura italianas, de la que extraen su indignacin y su capacidad

    para la prognosis. As lleg a vislumbrar el final del dominio clerical-fascista,

    establecido luego de la cada de Mussolini, y que durante dcadas encontr en la

    Iglesia italiana y la Democracia Cristiana unos pilares inconmovibles. Para Paso-

    lini, el voto catlico se hallaba ahora directamente sometido al capital, ya no al

    29 Citado por Enzo SICILIANO, Vita di Pasolini, ob. cit., pg. 398.

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    Vaticano, puesto que los electores no son ms catlicos, sino democristianos30.

    El cinismo imperante en la nueva situacin del capitalismo italiano constitua un

    rasgo bsico de la primera revolucin de derecha verdaderamente grande que se

    estaba produciendo ante las miradas confundidas del pas, tanto de la izquierda del

    espectro poltico como de una vetusta derecha todava inercialmente en el poder.

    Se estaba fundando una cultura completamente indita que cortaba vnculos

    con los lemas del pasado (ahorro y moralismo) y suma a los hombres en lo impon-

    derable (Pasolini perfilaba as aquello que, recin en la dcada de 1990, cierta

    sociologa comenz a denominar la sociedad de riesgo), arrojndolos a la sola

    satisfaccin mediante el consumo. Esta situacin pareca irreversible. Italia habaentrado en la era del aburguesamiento total y totalizante y abrazaba una cultur a

    consumista para la cual la democracia representaba una mera coartada. Senta que

    lo rodeaba el ms degradado y degradante conformismo que se recuerde cuya pri-

    mera condicin era una transformacin moral cumplida, que se haba basado en la

    ms enftica exigencia de tolerancia. Tambin para Pasolini el legado de la

    Ilustracin mostraba ahora ese potencial destructivo que La dialctica de la Ilus-

    tracin haba denunciado tres dcadas antes.

    En esa revolucin de derecha se distinguan dos momentos: una revolucin enlos modos de produccin y otra en el sistema de informacin. Por supuesto, la tele-

    visin haba jugado en estas transformaciones un papel de primer orden. No hay

    dudas (se lo ve por los resultados) de que la televisin es autoritaria y represiva

    como no lo fue jams otro medio de informacin en el mundo, afirm31. En com-

    paracin, el recuerdo de la prensa fascista provocaba risa. Bajo este dominio in-

    dito no son concebibles otras ideologas que la del consumo. Como la promesa

    hedonista del capitalismo no se realiza nunca, explic Pasolini, la consecuencia es

    la neurosis masiva.

    El fascismo se haba vuelto un fantasma puramente nominal, y el antifascismo,

    en consecuencia, haba dejado de tener sentido concreto. Alrededor de 1968 pare-

    ca que una revolucin social estaba a la vuelta de la esquina, escribi Pasolini. Esa

    euforia, sin embargo, ya presenta la derrota; constitua una especie de exorcismo

    y de adis a las esperanzas marxistas de parte de los jvenes. La cultura de masas

    haba dejado de ser clerical, moralista o nacionalista para volverse consumista y

    uniforme, pero la izquierda segua intentando descifrar la realidad con categoras

    30 Pier Paolo PASOLINI, Lettere luterane, ob. cit., pgs. 90 y 92-93.31 Pier Paolo PASOLINI, Scritti corsari, ob. cit., pgs. 24-25.

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    anacrnicas. Pese a las pioneras investigaciones sobre los medios masivos de comu-

    nicacin de intelectuales italianos como Eco, Anderson consider que el PCI de la

    poca segua aferrado a una cosmovisin tradicional, propia de las lites, que

    situaba a la alta cultura humanstica por encima de la atencin hacia fenmenos

    bajos como la americanizacin de los consumos culturales de masas y el factor

    hegemnico que dentro de ellos desplegaba la televisin, pronto tambin mono-

    polizada por las firmas de Berlusconi32.

    7.ANTICIPACIONES

    Pasolini era muy consciente de la cida, a menudo violenta, reaccin que iban a

    suscitar sus provocativas notas de prensa. Que las publicara en medios conserva-

    dores, como el Corriere della Sera, ofreca el primer flanco para la polmica. Lleg

    incluso a predecir la caracterizacin que de l se haran sus crticos: un hertico,

    un comunista poco ortodoxo y que hace dinero con el cine, una mezcla de algo

    bueno con un poco de DAnnunzio33. Sus propuestas polticas eran propias de

    un moralista ms que de un estratega, pero debe admitirse que, si en su momento

    sonaron extravagantes, lograron intuir lo que vendra.Una de esas anticipaciones polticas, con la que machac en varios de sus artcu-

    los, fue la de llevar a juicio a los jerarcas de la DC. Cinco lustros ms tarde comen-

    zaran en Miln los procesos conocidos como mani puliti que acabaran con la DC y

    con todo el sistema poltico, slido en su anticomunismo y atravesado por una

    corrupcin monumental, que haba comandado la Primera Repblica italiana

    desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El PCI haba entrado en crisis ter-

    minal poco antes, a partir de la cada del Muro de Berln. La emergente Segunda

    Repblica encontrara su smbolo unos aos ms tarde, cuando en enero de 1994

    Berlusconi accedi al poder por primera vez con Forza Italia, el primer partido en

    el mundo montado como si fuera una empresa, cuyo triunfo resultaba inimagi-

    nable sin el dominio que su jefe ostentaba sobre los medios de comunicacin, que

    pronto ampliara burlando todas las regulaciones que la constitucin del pas

    estipulaba. Entonces fue claro para todos que un nuevo liderazgo, carismtico y

    neo-autoritario, haba surgido en Italia. Para esta forma de poder el aceite de ricino

    32 Perry ANDERSON, The New Old World, Londres: Verso, 2009, pgs. 329-330.33 Pier Paolo PASOLINI, Lettere luterane, ob. cit., pg. 31.

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    fascista se haba vuelto innecesario gracias al control de la imagen, los deseos

    sociales y la informacin34.

    Pasolini no poda aspirar al aplauso pblico cuando afirmaba que en cada italia-

    no haba ansias de conformismo y un rasgo fascista, o cuando declaraba que Italia

    era un pas ridculo y siniestro, cuyos ciudadanos no lo eran menos, y que su cul -

    tura se haba vuelto niveladora, degradante, vulgar (en especial en la ltima gene-

    racin). Tampoco cuando denunciaba que los jvenes, an los rebeldes, eran de

    un modo u otro adeptos al sistema (aunque en ocasiones rescatara a quienes se

    haba aproximado al PCI) y estaban sustituyendo una cultura que no tenan, y las

    palabras de las que carecan para comunicarse, por el uso masivo de drogas. En unartculo propuso otro de sus programas delirantes, que contena apenas dos pun-

    tos. El primero peda la inmediata abolicin de la escuela media obligatoria, puesto

    que era des-educativa. Si bien la escuela haba mejorado formalmente el italiano de

    los jvenes, tambin lo haba estandarizado y castrado. El segundo punto exiga

    suprimir la televisin, a la que encontraba responsable del colapso final de la edad

    de la piedad, y de iniciar en su lugar a la era de la hedon35.

    8.CONTRASTES

    Qu revelan los paralelismos entre el artista Pasolini y los filsofos de la Teora

    Crtica? Las distancias entre ellos, polticas tanto como tericas, resultan ostensi-

    bles; aunque, en muchos casos, ambas posiciones terminaron recibiendo anlogas

    reacciones crticas a causa de sus posturas radicales: pesimismo poltico que deri-

    vaba en un reaccionarismo embozado, elitismo intelectual aislado de la vida social.

    La denuncia al conformismo popular y el talento para detectar grandes problemas

    de la poca en los detalles de la vida ordinaria son de algn modo comunes en la

    prosa de Adorno tanto como en la de Pasolini. Ms decisivo, la Teora Crtica y las

    intervenciones periodsticas de Pasolini admiten una dialctica entre las aliena-

    ciones vigentes bajo el fascismo y las realidades de la posterior democracia, una

    secuencia histrica compartida en la historia de Alemania e Italia.

    Pasolini, que se defina todo el tiempo como marxista, se atribua un reformis-

    mo luterano, no catlico, esperanzado en las perspectivas que abrira un nuevo

    34 Perry ANDERSON, The New Old World, pgs. 286-288 y 304. Sobre el colapso final de la izquierdaitaliana en 2008 y la caracterizacin del extremo conservadurismo de un pas en el que uno de cadacuatro habitantes vive en la pobreza, cfr. pgs. 316-324.35 Pier Paolo PASOLINI, Lettere luterane, ob. cit., pgs. 162, 165, 186-187.

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    espritu de trascendencia junto con la recuperacin de la caridad y la piedad

    cristianas para un mundo laico. Aunque los motivos trascendentes no son ajenos a

    los pensadores de Frankfurt desde el temprano mesianismo de Benjamin a las

    redenciones estticas anheladas por el ltimo Adorno Pasolini postul una me-

    nor distancia entre dichos motivos y su suelo religioso, en particular cuando repro-

    chaba con acidez el silencio catlico ante el consumismo. La presencia de una fuer-

    te cultura catlica en Italia seala, por supuesto, una clara diferencia respecto del

    contexto en el que actuaron aquellos filsofos alemanes. Pasolini se mostraba incli-

    nado a discutir la autenticidad del mensaje propagado por la Iglesia y a defender

    una caridad bien entendida vis--vis la facticidad ya anacrnica de esa institucin.Con ello, de algn modo, pona de manifiesto su apego al mundo moral del Evan-

    gelio, al que consideraba traicionado por sus voceros oficiales.

    A partir de una mencin a su amigo, el novelista Alberto Moravia, aludi a un

    compartido odio teolgico al consumo, en particular al modo italiano de consu -

    mir. Las certezas del progresismo anticlerical y antifascista, herencias Ilustradas, exi-

    gan una actualizacin radical, porque se basaban en un discurso antiguo y mec-

    nico36. Un comn inters por la revisin crtica del legado Ilustrado, sistemtica

    en los filsofos de Frankfurt, iracunda y ocasional en Pasolini, muestra tanto coin-cidencias como divergencias en sus respectivos nfasis. Si para Horkheimer y

    Adorno la herencia de la Ilustracin derivaba en ambiciones de dominio integral,

    segn Pasolini, en ella se deba desenmascarar, en primer trmino, su costado

    falsamente tolerante y obturador de las emociones.

    Mientras que Adorno y Horkheimer parecan dar por cerrado el crculo de la

    dominacin burguesa en su crtica de la industria cultural redactada durante el

    exilio californiano, Pasolini todava crea que, para la misma poca, una autntica

    cultura popular an perviva en los mrgenes de la Italia del fascismo y propona

    una utopa sensual anclada en ese pasado prximo, enemiga del omnipresente con-

    sumismo. Pero no tard en advertir el carcter ilusorio de ese rescate. Aquel pasa-

    do se haba convertido en un mito personal antes que un posible motivo de inspi-

    racin para la sociedad. Qu base social encarnara entonces los deseos de trans-

    formacin de lo existente? Pasolini se consumi en la busca de sujetos sociales

    confiables, no capturados por la mutacin antropolgica que deplora: los jvenes

    de cualquier ideologa con los que intenta mantener un dilogo sin concesiones, o

    los recuerdos de los subproletarios o los antiguos campesinos, de quienes ya no se

    36 Ibd., pg. 199.

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    poda esperar nada. Este tipo de ilusiones haba sido desechado tempranamente

    por los filsofos de Frankfurt, y en Pasolini podran sealar un grado de desespe-

    racin poltica antes que una esperanza efectiva.

    Cualesquiera hayan sido las deficiencias, o sean todava las objeciones, a los

    anlisis de Pasolini, lo cierto que hoy en da su expresin mutacin antropol -

    gica, con la que se refiri a la condicin de los italianos de su poca, se sigue

    aplicando en los anlisis que intentan desentraar el qualunquismo especfico de la

    era berlusconiana37. La exigencia de renovacin del discurso crtico que intent

    con denuedo, y con mayor o menor fortuna poltica o terica, contina siendo una

    de las ms productivas herencias de Pasolini. Y el tono en que ejerci el ensayopoltico original y desafiante, radical y conservador, anti-italiano y a la vez

    representantivo del talento nacional para la crtica feroz y la custica autocrtica

    constituye acaso su legado ms complejo de asumir y ms rico en perspectivas.

    Quin continuar a Pasolini?

    37La hegemona ha pasado a la derecha. Su triunfo indica una revolucin antropolgica antes quepoltica. La degeneracin de la poltica es concausa y consecuencia de la misma. RossanaROSSANDA, En los orgenes de la decadencia, Sin permiso, Barcelona (5. 7. 2009)http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2692[consulta: 26. 3. 2011].

    http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2692http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2692http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2692