REVISTA DIEZ - NÚMERO 102

En este número:

Entrevista con:

Jorge

Martínez

Rodríguez

Entrevistadora:

Dora Patricia

Espinosa Vázquez

Casa de Citas, de Héctor Cortés Mandujano

DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.

Contenido

4.– EDITORIAL

Por los que no se rajan.

5.– ZAGUÁN

Los Almesbos.

6.– PATIO

Galería: fotos de la quincena.

12.– BALCONES

CASA DE CITAS.

La vejez y los encantos de la vida.

Autor: Héctor Cortés Mandujano.

21.– CORREDORES

La visión del México que no

debemos olvidar.

Autora: Abril Tristal Vasconcelos.

26.– SITIO

Entrevista con:

Jorge Martínez Rodríguez

Entrevistadora: Dora Patricia

Espinosa Vázquez.

36.– ACTUALIDADES

39.– MOJOL.

¿...y dónde está la Verdad?

Autor: Marco Antonio Constantino

Aguilar.


EL LUGAR IDEAL PARA DISFRUTAR LO MEJOR

DE LA VIDA

CENTRO TURÍSTICO

LOS ROBLES CHUCUMALTIC

Alberca y chapoteadero.

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Comitán, ciudad que habla de vos



El maestro porta orgulloso el tambor.

Sabe que en ese acto recupera mu-

chos años de tradición.

Tal vez su abuelo y luego su pa-

dre tocaron el tambor en las procesio-

nes del pueblo. En tiempos en que los

sonidos de sintetizadores dominan el

sentido musical, este maestro, orgu-

lloso, sencillo, sigue rememorando los

sonidos de siempre, los del principio.

Si recordamos que la palabra tambor

es una palabra onomatopéyica, recor-

damos que, tal vez, el primer instru-

mento musical fue un instrumento de

percusión. Los hombres, en sus ritua-

les, silbaban y cantaban y para acom-

pañar esos sonidos de tiuca y de agua

desbocada, usaban las manos para in-

vocar al sonido o para percutir algu-

na superficie hueca.

Hay, en el orgullo de este maes-

tro, una mirada retadora al tiempo y

a la modernidad; hay la certeza de

que lo verdadero no tiene caducidad.

Por esos hombres que son como agua

eterna; por ellos es que las alas de la

identidad siguen volando. Que el uni-

verso siempre les otorgue viento, mu-

cho viento.


Mariana dice que son pequeños entes quienes causan destrozos; Arnulfo dice que

fue un automovilista borracho el que se estrelló contra la banca.

La banca está sobre una banqueta a media cuadra del parque central. Mariana

cuenta que esos entes, casi microscópicos, que se llaman Almesbos deterioran los ob-

jetos sólo por joder. A veces se confunden con hormigas, pero si ponemos atención

veremos que no llevan hojas sino pedazos de madera o de fierro.

―¿Cómo -le pregunto– hacen para destrozar el fierro?‖. Ella dice que sus dien-

tes son tan poderosos que trituran de todo, no hay material terrícola que se les re-

sista. Cuando lo dice estoy a punto de preguntarle si son seres extraterrestres, pero

me callo porque puedo caer en su trampa.

A Mariana no se lo digo, pero creo que en esta ocasión el destrozo de la banca

fue ocasionado por algún conductor borracho o por un conductor atrabancado.

―¡Qué bueno que no pasaba gente a esa hora! Pudo haber causado un accidente

grave‖, dice Arnulfo, pero Mariana sonríe y se pone a ver el suelo, donde cientos de

hormiguitas cargan prodigiosos miligramos.

―Es una pena -dice Arnulfo– que las autoridades no sustituyan esta banca. Este

deterioro da una pésima imagen de Comitán‖. Yo digo que Arnulfo tiene razón. Ma-

riana dice que está bien la sustitución de la banca, si no, ¿de qué van a vivir los Al-

mesbos?



LETICIA, Chica de DIEZ



A la izquierda ¡cactus! y a la derecha ¡maíz!



¡Árbol que da suéteres! Se sabe que los suéteres ya

están maduros cuando se ponen azules.



No importa que te sintás en campo de concentración, lo

importante es que te lavés las manos antes de comer.



Bueno, vos también usás máscaras todos los días, ¿no?



¿Todo es hecho del polvo?

¿Acaso los ladrillos no están hechos de barro?



En el episodio nueve, ―Varones de color no identificados‖ (―Unidentifield Black Ma-

les‖), de la quinta temporada de Los Soprano, hay otra de las sesiones terapéuticas

en donde Tony So-

prano, el capitán

mafioso, muestra

su lado débil, llora.

No hay debilidad ni

frente a su mujer ni

sus hijos ni, por su-

puesto, ante su ban-

da. No sabe cómo

describir estos mo-

mentos en que se

siente descubierto

frente a su terapeu-

ta; por eso dice, un

poco rabioso:

—Esto es co-

mo cagar.

—Yo más bien lo veo como dar a luz —sugiere la profesional.

—No, es como cagar.

***

El personaje que actúa el nuevo James Bond, Daniel Craig, en la absurda y boba (la

produce Spielberg, qué se podía esperar) Cawboys & Aliens (dirigida por Jon Favre-

au, 2011), debe quitarse un brazalete. Sólo puede hacerlo si deja de pensar, le dice

una extraterrestre bellísima (la actriz Olivia Wilde). Él lo intenta y nada.

Entonces ella lo besa.

El brazalete cae.

El deseo nos vuelve idiotas.



***

En días pasados, uno de mis cuñados y su familia comieron en casa. Con ellos venía la

ayudante de una de mis sobrinas, mamá reciente. La chica, 16-17 años, delgada y si-

lenciosa, tomó como suya la tarea de asar la carne y, pese a su mudez, yo crucé varias

palabras amables con ella. La despedí de mano cuando todos se fueron.

En menos de una semana nos informaron que

la muchachita, Carmen, había muerto. Tenía una

tos seca. La llevaron al médico. La internaron y po-

co pudieron hacer. Murió en pocas horas. Nos sor-

prendimos. Nos dijeron que en su pobre hogar, don-

de pasó su niñez, se cocinaba con leña y que el humo

hizo mella en su menudo cuerpo, en sus débiles pul-

mones. Por esos días leía el Diario (1953-1969), de

Witold Gombrowicz (Seix Barral, 2005), y mis ojos

cayeron sobre estas líneas donde habla sobre la

muerte sorpresiva de uno de sus compañeros de tra-

bajo (p. 66-67): ―Durante el entierro pensé que no

eran vivos quienes despedían al finado, sino mori-

bundos. […] Nuestro verdadero problema es preci-

samente el envejecimiento, ese aspecto de la muerte

que experimentamos cada día. […] Lo que nos ator-

menta no es nuestra lenta agonía, sino más bien el

hecho de que el encanto de la vida se nos torna -

inasible‖.

***

En general, y lo he escrito mucho, no me gustan las fiestas (música elemental a todo

volumen, charla intrascendente, contertulios no siempre gratos, etcétera) ni los velo-

rios, sus sucedáneos. Aún así, voy a muchas, casi siempre por concesión matrimonial,



y declaro mi admiración sin ambages

por aquellos que, sin excepciones, no

van a alguna.

En una de las más recientes —

cumplió años, 84, un

viejo querido— entró

con una de sus hijas

el mariachi. El cum-

pleañero lloró. Lo

hizo en varias ocasio-

nes cuando la can-

ción tocaba alguno

de sus recuerdos. Yo

sugerí en cierto mo-

mento:

—¿Por qué no

tocan algo alegre?

—No, dijeron va-

rios, mejor tristes. El

chiste es sufrir.

Como yo soy un

hedonista, nunca he

entendido eso de llorar y sufrir oyendo

una canción. Me aburre. Y está, en la

otra esquina, lo de las piezas alegres

que se tocan en las reuniones. Son, ge-

neralizando, o estúpidas o nacas. (Hay

también los gringos nacidos en México

que sólo escuchan rolas en inglés. Todo

un tema.) Sólo borracho puedes

aguantar las ―fiestas‖. Las pocas ex-

cepciones se dan en algunos círculos de

gente que están separados de la pavo-

rosa música que promueve la tele o la

radio, lo exitoso. A veces,

incluso entre algunos que

se suponen algo han leí-

do, algo han escuchado

más allá de las orejeras

de la comercialidad, uno

se encuentra con lo gru-

pero, los corridos desce-

rebrados, los esperpentos

bailables de varia laya.

No entiendo ese espíritu

gregario de diversión su-

frida, de sufrimiento di-

vertido. Y eso aplica a

bodas, bautizos y quince

años (que son espeluz-

nantes). Me hartan. Me

entretengo bastante bien

en las reuniones de petit comité, con

buen trago, con música fuera de la

concepción fiestera y que no esté por

encima de la conversación. Si yo recibo

a alguien en mi casa, no hay música

mientras conversamos.

Cuenta Gombrowicz que le pare-

ció absurda la reunión en un café muy



bullicioso y dijo (p. 151): ―¿No sería mejor cambiar de café?, pero mis palabras se per-

dieron en el tumulto general. De modo que las grité otra vez, y otra más, y seguí gritán-

dolas al oído de mis vecinos, hasta que por fin me di cuenta de que ellos probablemente

estaban gritando lo mismo, pero nadie oía a nadie‖. En fin.

El hijo de Tony Soprano, AJ, fue abandonado por su prometida; sufre, no quiere

salir de la cama, ve lo que sea por televisión, oye música que profundiza su desencanto.

Su padre le dice que hay una industria en torno a ese dolor. ―¿Prozac?‖, dice el joven.

―No —responde Tony—, canciones‖.

Cuando camino rumbo al gimnasio oigo al pasar la música que sale de las casas.

Todas o casi todas hablan de abandonos, rupturas, engaños, si son tristes; casi todas

son francamente idiotas, si son alegres. Eso machaca todo el tiempo el cerebro de la

gente. Eso es parte de sus vidas, de sus cotidiani-

dades. Hay música que engrandece el espíritu,

hay otra que degrada al ser humano. La más po-

pular, huelga decirlo, es la segunda. Y cuando se

apaga la música, se enciende la televisión…

***

Los viejos caminan lento, como dice una popular

canción de Piero que ahora hasta los mariachis

cantan. La razón de esa lentitud, propone el efi-

caz novelista español Miguel Delibes en Los san-

tos inocentes (Planeta, 2004: 119) es que “la edad

no perdona, Paco, el culo empieza a pesarte, es

ley de vida‖.

En esta novela hay una frase que era recu-

rrente en el rancho —donde nací y pasé la infan-

cia— para referirse a alguien que no dejaba de

mencionar un nombre o hablar del mismo tema.

Dice Delibes (p. 99): ―La palabra esa no se le caía

de los labios‖. En El Ciprés se decía con una lige-



ra variante, que también usa Elena Garro en uno de los cuentos de La semana de colo-

res: Esa palabra, ese nombre, no se te cae de la boca.

***

Los Soprano, creada por David Chase, se estrenó por HBO el 10 de enero de 1999 y

concluyó el 10 de junio de 2007. Hoy terminé de ver los 86 episodios que mantienen alta

calidad de principio a fin. Dice Wikipedia: ―un éxito crítico y comercial, Los Soprano es

la serie por cable económicamente más exitosa en la historia de la televisión, y frecuen-

temente ha sido descrita por la crítica como una de las mejores series de televisión de

todos los tiempos‖.

En el primer capítulo Tony sufre su primer ataque de pánico y comienza su tera-

pia. Lo curioso es que su problema se desata porque unos patos que habitaban su pisci-

na se marchan. Casi al final de la serie, en la sexta temporada, su doctora lee un libro

donde encuentra algo que le hace darse cuenta de que el mafioso la ha tomado como

justificación de sus crímenes. Mata, roba, traiciona a la gente, pero ―la sentimentalidad

del criminal se revela en compasión por los bebés y los animales‖.

Tony descubre en su penúltima sesión algo que le maravilla, porque le hace tener

paz con su madre muerta. Las madres, dice Tony, y lo cito de memoria, son como un

autobús que se detiene para dejarnos en la estación de la vida y luego siguen su cami-

no. No hay que esperar que siempre nos lleven en su ruta, sino dejarlas partir.

AJ, veinteañero, hijo de Tony, está destrozado emocionalmente, ya decía. Para sa-

carlo de ese ensimismamiento le hacen ver el mundo y se clava en los asuntos del terro-

rismo y de la literatura. Se deprime más. Una de sus profesoras le lee un fragmento

que intuyo es de W. B. Yeats: ―Los mejores carecen de toda convicción, mientras que

los peores están llenos de energía apasionada.‖ No podía con el adiós de una mujer, me-

nos puede con el conocimiento del mundo que propone lo literario. Decide suicidarse.

***

Mi amigo Nelson me contó una historia muy parecida, le dije (y te digo a ti lector, lecto-

ra), a la que cuenta una película palomera llamada Cartas a Julieta (Letters to Juliet,

http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_televisi%C3%B3n

http://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%ADtica

http://es.wikipedia.org/wiki/Programa_de_televisi%C3%B3n


2010, dirigida por Gary Winick) donde, resumo, un

hombre y una mujer que rebasan los setenta se re-

encuentran para materializar el amor que no pu-

dieron hacer posible en la juventud.

Nelson me contó sobre una pareja de chiapane-

cos que se enamoraron en la adolescencia. Él era

un peón y ella la hija de los dueños del rancho. Se

declararon su amor y ella, hija obediente, contó a

sus padres lo que sentía. Los padres pusieron el gri-

to en el cielo y prohibieron la relación que hasta

esos momentos era sólo platónica. Ella, entonces,

dijo al enamorado que lo suyo no podía ser, que

ella no desobedecería a sus papás, que se buscara

otra mujer con la que hacer su vida.

El muchacho dejó aquellos rumbos y anduvo

por varios lados. Se casó, tuvo hijos y, a los sesenta

años, ya no recuerdo si viudo o divorciado, decidió

buscar a la mujer de la que nunca dejó de estar

enamorado. La halló. Sus padres habían muerto y ella, a sus 58, que siempre supo

que sólo lo amaría a él, permanecía soltera. Se casaron. A los pocos años a él le detec-

taron un cáncer fulminante. Probaron varias opciones y al fin llegaron con Nelson.

Le contaron esta historia y él se comprometió con ellos a que ese amor tan largamen-

te postergado no podía tener tan cercana la fecha de caducidad. Y el hombre se ha

ido recuperando, por fortuna.

Tal vez a muchos les parezca que hallar el amor a esa edad no es una buena cosa.

Se equivocan. Enamorarse y ser correspondido, a cualquier edad, es una bendición.

A mi mujer le regalaron El libro de oro de la sabiduría, 3 000 años de reflexiones so-

bre la vida (Reader’s Digest, 1997). A veces reviso alguna de sus páginas. Allí me en-

contré con este fragmento de Jorge Luis Borges (p. 129): ―Soy un hombre que pasó

los ochenta años, y yo aseguró a quien desee oírlo, que a esta edad aún se puede estar

enamorado. Es tarde para los demás, pero no para uno‖.

Contactos: [email protected]


http://issuu.com/revista10/docs/yo_tambi_n_me_llamo_vincent_-_novela__breve.



LA VISIÓN DEL MÉXICO QUE NO

DEBEMOS OLVIDAR

Abril Tristal Vasconcelos


El vuelo era agotador, extraordinariamente largo, como el de las aves migratorias

cruzando enormes distancias, inconcebible para nosotros sin turbinas, sin tecnolo-

gía, sin petróleo. Abajo hilos azules remotos dispersos entre el verde predominante,

tal vez imaginado, sobre la extensión infinita de la tierra. Sí, definitivamente era di-

chosa y ¡cómo no serlo al contemplar esa magnificencia de la naturaleza! ¿Dios?...

No sé, todo estaba ahí, todo ¡menos las pirámides!

No he llegado a ellas, no todavía, antes

un poco de ciudad me hará bien, ¡soy tan ci-

tadina! Julieta me presenta a unos amigos y

nos vamos al Museo de Antropología, al café,

al teatro, al cine, a ver algo hecho en gringo

que puede estar bien, pero, me hablaste de

Amores Perros y me interesa. ¡Y tu mamá

también!, ¡seguro que venga con nosotros!

Oye el concierto es hoy, ¿nunca escuchaste a

Fernando Delgadillo?

Dicen que el sábado hay una taquiza en

la casa de Susana, ¿nos vamos todos en el

auto de Javier o yo me tomo un ómnibus?,

pregunto sabiendo que jamás me dejarán so-

la, no lo permitiría su amabilidad, apenas

llevo dos meses de conocerlos y siento que

todos han estado conmigo desde siempre.

Teotihuacán, Toniná, Palenque, Chichen Itzá… viejas y sabias. Ansío tanto con-

templar su majestuosidad.

El libro de Rosario Castellanos lo buscamos mañana en Gandhi o en el Fondo de

Cultura. ¿Ya leíste algo de Juan Rulfo, Octavio Paz, Jaime Sabines? Interesantes y

diversos, ¡son tantos, tan exquisitos, tan mexicanos!

¡Vicente Fernández! No te lo puedes perder, venir a México, no tomar tequila y

no escuchar mariachis es como no haber venido. Nos vamos al mercado y de ahí a la

central. Después quién sabe dónde. Vasto es este país, miles de ojos no bastarían pa-

ra acotarlo, demasiados códigos, complejísimas señales de un universo que se expan-



de continuamente en multiplicidad de formas de existir, convivir, hacer; un estar

en el hoy que se deglute a sí mismo para llegar a la semilla y resurgir magnifica-

do por los saberes tremendos — ¡vaya qué saberes!— de sus antepasados, su me-

moria.

Monterrey con la peatonal hermosa, estudiantinas en Zacatecas, Puerto Va-

llarta, Punta de Mita, San Blas, Guayabitos. La artesanía impresionante de Pue-

bla, sus olores, sus sabores. Veracruz, ciudad luminosa que te recibe con danzón y

su paseo por el malecón. El cañón del Sumidero, en Chiapas, tierra bordada en

colores de historia y hermosa geografía: Comitán, San Juan Chamula, San

Cristóbal de las Casas, indígenas con ojos de nube, en el lenguaje de Molinari…

Indígenas, manos diestras para el comal, para tejer fantasías, raza fuerte que

nutre selvas y sierras, pies con huaraches que van de Sur a Norte de Oeste a Este

siguiendo las huellas que perduran desde tiempos inmemoriales, arcilla que ha

modelado este país inmenso, tremendo, colmado de pasiones y sentimientos que

se derraman en torrentes, florecen y se deshacen en autóctonas voces.

¿Y las pirámides, por favor? ¿Cuándo iremos a las pirámides?

Calma, todo tiene su momento.

De Colima sus ponches, los panes, la delicia de tomar un café ante la impo-

nente mirada de dos volcanes, guardianes estoicos de lo cotidiano. Colima y su

puerto en Manzanillo, Comala, pueblo blanco bordeando el parque. Los portales,

la gente, rostros afables y ganas de salir adelante.

México, verde, blanco y rojo, no es sólo un águila sobre un nopal, es chile,



maíz, caña, agave; gustos y aromas. Es gente con

chelas esperando el ¡gol! y brindando por la na-

ción. No es al otro lado, migramos o mejor aquí

nos quedamos; es identidad, patria, pueblo. Es

mucho más que Teotihuacán, Toniná, Palenque

Chichen Itzá, es raza, diversidad, sonrisas, firme-

za, unión.

¿Y las pirámides?

Ya no me preocupan, tengo una mirada pro-

pia y un corazón para México, para ellas habrá

tiempo.



Plaza Las Flores - Local 34

Servicio a domicilio:

Tel.: 108-90-44





Jorge Martínez Rodríguez, sacerdote secularizado, asegura ser un educador popular.

Tuvo la oportunidad de trabajar en la enseñanza oficial académica, pero siempre pre-

firió educar a los líderes populares, sociales, a los catequistas y cooperativistas. Ha

escrito libros de filosofía e historia con la única finalidad de enseñar y brindar ele-

mentos intelectuales para que sus lectores puedan defenderse y luchar con más va-

lor y con más seguridad. Su libro más reciente: El Caminar de la Iglesia en Chiapas,

plantea una historia llena de ricas observaciones y sugerencias que merecen nuestra

atención y nos revela el sentido de la historia eclesiástica en nuestra Entidad. Sere-

no, don Jorge respondió las siguientes preguntas:

¿Por qué el trabajo de dar a conocer el origen y la historia del catolicismo en Chia-

pas?

En realidad yo no tenía esto en perspectiva. Estoy aquí

en coordinación de una Escuela de Formación de

Líderes Populares y Cristianos; hicimos un progra-

ma para tres años y uno de los temas primeros fue

conocer quiénes somos; otro tema fue ¿dónde es-

tamos?, a partir de eso se planteó un poco la

Historia de Chiapas, la Historia Civil y la Histo-

ria Eclesiástica. Escribí un folletito, dediqué un

tiempo largo a esto pero quedó como un vacío, en-

tonces decidí hacer algo que recogiera la síntesis

de todo el aspecto de la iglesia y esa fue mi pre-

ocupación.

¿Por qué en toda su obra hace referencia de la

fuerte vinculación que se ha dado entre

la suerte de los indígenas y la suerte

de la iglesia en Chiapas?



Básicamente tenemos que pensar que Chiapas es un estado con un componente

indígena muy grande. En México hay once millones de indígenas, de los cuales

tres millones están en Chiapas; yo creo que la Historia de Chiapas, la Historia Ci-

vil y Eclesiástica no se puede concebir sin plantearse la Historia de los Indígenas.

Ha existido una política, durante mucho tiempo, orientada a homogeneizar a to-

dos con una idea quizá buena de la igualdad de todos ante la ley; pero a veces una

ley que quiere ser tan perfecta acaba siendo injusta porque no responde a la reali-



dad. La realidad es que hay culturas distintas, hay religiones distintas, hay cos-

tumbres distintas y querer poner a todos en el mismo lugar acaba siendo una in-

justicia. La iglesia sí se planteó la valoración real de estas culturas, aunque no

siempre; los momentos de mayor esplendor de la iglesia, donde tuvo más fuerza,

más vitalidad, más energía, fue cuando esa iglesia se encarnó más en las culturas

indígenas.

¿Por qué la iglesia en Chiapas nace con vocación profética?

Eso es por la figura de Bartolomé de Las Casas, imagen cumbre en pensamiento y

en la práctica, sobre todo de la defensa de los indígenas y el futuro primer obispo

en Chiapas. Él en Chiapas estuvo poco tiempo. Ahora la ciudad de San Cristóbal

se honra con su nombre; pero esa misma ciudad quería matar de hambre a Fray

Bartolomé para obligarlo a que se fuese, él sufrió mucho en San Cristóbal. Su tra-

yectoria fue en defensa total de los indígenas, él defendió a los indígenas cuando

estaba en Chiapas, defendió a los indígenas cuando estaba en Guatemala, defen-

dió a los indígenas en España.

¿La iglesia de alguna manera influye en el desarrollo de los indígenas?

Sí y mucho. Hay lo que se llama la Pastoral Integral, que promueve el desarrollo

integral de los pueblos. Entonces, la iglesia católica considera que a la persona hay

que salvarla en el alma y en el cuerpo; o sea no es solo salvar las almas, esa es una

concesión muy espiritualista. La iglesia plantea salvar a las personas y las perso-

nas son alma y cuerpo; las personas, están integradas en un contexto, en una cul-

tura, en un ambiente, todo eso es lo que hay que salvar. Dentro de esto la iglesia

católica siempre ha promovido un proyecto de desarrollo, la alfabetización, todos

los aspectos culturales y el desarrollo de éstos. Ahora, por ejemplo, aquí en Chia-

pas en la Diócesis de San Cristóbal hay un programa interesantísimo, que se cono-

ce muy poco pero es un programa en punta: es el Estudio de la Teología India

Cristiana, o sea hacer que los indígenas conozcan toda su Cosmovisión Maya y

luego ir relacionando toda esa Cosmovisión Maya con la Cosmovisión Cristiana e

ir viendo puntos de encuentros. La iglesia tiene una preocupación por el desarro-



llo integral de las personas y de los pueblos y en concreto de los pueblos indígenas.

¿Qué significó para los indígenas la muerte del Tatic Samuel?

Lo expresaron ellos en aquel día. Yo estuve en la misa que se celebró en la Plaza

de la Catedral cuando la muerte de don Samuel, y realmente fue muy emocionan-

te ver qué gente era la que estaba allí. Yo calculo que un ochenta por ciento eran

indígenas, eso demuestra lo que es para ellos don Samuel. Ver entrar a los indíge-

nas a la catedral con distintas vestimentas, con tambores, con su cultura, ¡fue muy



emocionante!; era como si dijeran ¡esto es nuestro, aquí nos sentimos como en ca-

sa!

El obispo actual ¿sigue los mismos ideales de don Samuel?

Yo creo que el obispo actual está haciendo grandes esfuerzos por dar seguimiento

al plan de don Samuel. En un Congreso Teológico que hubo el año pasado dijo que

él siente la responsabilidad de dar seguimiento a esto, Don Samuel era un hombre

con un carisma muy especial, entonces no lo tiene fácil en este sentido, aunque él

está haciendo esfuerzos muy serios por seguir el trabajo de don Samuel y como él

dice no solamente es seguirlo ¡es profundizarlo!; es decir, tampoco seguir haciendo

miméticamente lo que hizo don Samuel sino responder a los problemas del mo-

mento; estamos en un mundo muy cambiante y las necesidades van cambiando, de

ahí la importancia. Lo que dice don Felipe es que lo que hay que hacer es conti-

nuar respondiendo como don Samuel intentó responder en su momento, y conti-

nuar respondiendo hoy a las necesidades de la gente.

¿Cuál es el contexto de los indígenas en comparación a la situación en la que estaban

antes del levantamiento del 94?

En muchos aspectos ha cambiado. El Movimiento Zapatista fue un movimiento

que obligó al pueblo mexicano y al gobierno mexicano a poner sobre la mesa un

problema que ellos estaban siempre evadiendo, que es la realidad de los indígenas

y la presencia de los indígenas. Yo creo que aquel eslogan que sacaron los zapatis-

tas y que mantienen todavía: Nunca más un México sin nosotros, es una reivindi-

cación con una fuerza extraordinaria de los zapatistas y los indígenas de Chiapas

y de México. No están pidiendo ser los dueños de México pero sí están pidiendo un

lugar en México. Don Samuel aplicó esta frase en algún momento: Nunca más una

iglesia sin los indígenas. Esto obliga a poner sobre la mesa la problemática de los

indígenas con su situación de pobreza, de marginación, de desprecio, de racismo;

ahora el indígena está cobrando dignidad, está cobrando conciencia de su digni-

dad. Hay una frase de una organización de Acteal, ellos dicen: Gracias Tatic Sa-

muel, porque hoy ya no andamos con la cabeza baja, hoy andamos con la frente le-

vantada y tú nos enseñaste a luchar sin violencia pero nos enseñaste a luchar. A



partir del Movimiento Za-

patista, la relación con los

indígenas ha cambiado

mucho y hoy existe la idea

de que hay que reconocer-

los, que tienen derechos; no

podemos seguir descono-

ciéndolos, no los podemos

seguir marginando, o po-

demos seguir igualándolos,

como si fueran todos igua-

les. Aquí en México hay

culturas distintas y hay que

reconocerlas.

Don Jorge Martínez concluyó recalcando lo importante que es conocer nuestra historia:

Este trabajo de difundir la Historia tanto Civil como Eclesiástica es importante; lo

que escenifica la Historia es muestra de la vida, y si no la conocemos podemos repetir

muchos errores; el conocerla nos da bases, nos da líneas, nos da un ver por dónde han

caminado los pueblos y eso tiene que ser siempre el fundamento para seguir adelante.

Estamos llenos de cultura.

¿Cuándo venís a Comitán a llenarte de luz?



Honorable Ayuntamiento

de Comitán

y

Universidad

Mariano N. Ruiz

¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es

¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo

auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.

Sesionamos los miércoles, a las 5 de la tarde, en la sede del Centro,

frente al Santuario del Niñito Fundador.



Programa del martes 22 de noviembre de 2011

Asistieron integrantes de la Asociación Hotelera de Comitán, su Presidente: Lic.

Jorge Aguilar y el vocal Daniel Bermúdez, para tratar el tema:

Perspectivas y avances en la promoción del turismo en Comitán.

La conducción del programa estuvo a cargo de Dora Patricia Espinosa Vázquez, en

ausencia del titular, quien realizó un viaje.

El Grupo Jóvenes, factor de cambio llegó para invitar a la población en general a

participar en la campaña de reciclado.

En la foto: Jorge, Daniel, Paty, Julio César Águeda, Fabiola Aguilar y Yanely

Hernández.

Crónicas de Adobe también se escucha por Internet.

www.imer.gob.mx


o

Mario Nandayapa, poeta, ensayista e investigador, asistió al Centro Comiteco de

Creación Literaria, para impartir una charla acerca de El Estridentismo y los

Movimientos de Vanguardia.

Llegó con libros que obsequió a integrantes del Centro.

Mario acude por segunda ocasión confirmando la importancia de la existencia de

Los talleres literarios, que son los espacios idóneos donde se siembra la semilla del

arte.

El próximo miércoles 14 de diciembre se espera la participación del poeta Carlos

Gutiérrez Alfonzo, quien impartirá un taller de poesía. Con la presencia del poeta

culminarán las actividades de un año lleno de experiencias y conocimientos, donde

los comitecos se beneficiaron con un ciclo de conferencias y talleres que impartieron

los más importantes narradores y poetas de Chiapas, de manera generosa.

Para el año 2012, el Centro continuará con ánimo redoblado.

Este es un proyecto de la Universidad Mariano N. Ruiz que cuenta con el auspicio

del Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.


o

Desfile del 20 de noviembre, por las calles de Comitán.

Diversas instituciones educativas participaron en el desfile que recordó a la

Revolución Mexicana.

La parada militar fue organizada por el Ayuntamiento de Comitán.

El contingente partió del barrio de la Cruz Grande, desfiló por la avenida central y

llegó al parque central, donde las autoridades y muchísima gente disfrutaron las

evoluciones que los alumnos realizaron.





Alguna vez dentro de este mun-

do de las ideas y conceptos se-

guro nos hemos preguntado:

¿Y donde está la Verdad?

Por el año del 300 a 400 d.

C. existió un personaje ilustre en

el estudio y aplicación del mundo

jurista, hijo de padres sencillos

económicamente. Tuvo que en-

frentar la difícil tarea de abrir-

se paso por la vida del conoci-

miento como aprendiz de juris-

ta dentro del mundo Romano.

Actividad que implicaba el

manejo adecuado de la orato-

ria, de tal suerte que en cual-

quier juicio bastaba con el ma-

nejo extraordinario de este ni-

vel lingüístico para demostrar

la culpabilidad e inocencia de

una persona, en un acto ilícito

o lícito. Hablamos del filósofo

San Agustín considerado por

muchos como el padre de la filoso-

fía moderna, pues de su sentir del universo, se des-

prenden las ideas de muchas cosmovisiones. Él, quien fue educado en la verdad

jurídica, veía en ella lo siguiente: la verdad abarca desde la honestidad, la buena

fe y la sinceridad humana en general, hasta el acuerdo de los conocimientos con las

cosas que se afirman como realidades: los hechos o la cosa en particular; así como

la relación de los hechos o las cosas en su totalidad en la constitución del TODO, el

universo.

http://es.wikipedia.org/wiki/Honestidad

http://es.wikipedia.org/wiki/Buena_fe

http://es.wikipedia.org/wiki/Buena_fe

http://es.wikipedia.org/wiki/Conocimiento

http://es.wikipedia.org/wiki/Afirmaci%C3%B3n

http://es.wikipedia.org/wiki/Realidad

http://es.wikipedia.org/wiki/Hecho_cient%C3%ADfico

http://es.wikipedia.org/wiki/Cosa_(ontolog%C3%ADa)

http://es.wikipedia.org/wiki/Totalidad



Contrastando con la del hebreo clásico, el térmi-

no `emuná que significa primariamente «confianza»,

«fidelidad». Es decir, las cosas son verdaderas cuando son

«fiables», fieles porque cumplen lo que ofrecen (diccionario

de la Real Academia de la Lengua Española).

San Agustín se preguntó muchas veces cuál era el ver-

dadero significado de la Verdad, hasta que un día encontró

la Doctrina Cristiana, que sencillamente la definía como

aquello que no tienes qué buscar, más bien deja que ella te

encuentre. Pero entonces ¿a quién iba encontrar, en qué

momento el ser humano debiera abandonarse a esta idea?

¿Qué es la verdad? No la Verdad como concepto, ni

mucho menos como una idea abstracta de la mente del ser

humano. Este término genera tantas controversias como la

misma existencia de lo eterno.

Sin duda, este tema debe verse desde una multiplicidad

de visiones; es decir, desde la búsqueda inagotable de las

distintas caras de un diamante, que por ser parte de él no

dejan de tener valor, aunque su sola unidad vale más que

una sola, esto es directamente proporcional a una simple

idea de la Verdad.

Por ende, ¿qué buscamos en razón de la Verdad? ¿Una

simple idea que llene nuestra curiosidad o más aun la razón

misma de la razón, de la verdadera verdad de la Verdad, o

mucho más de lo que se imagina el hombre, que es Nada?

http://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_hebreo

REVISTA DIEZ - NÚMERO 102

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