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San Juan de los Lagos, Jal. Mayo de 2007 Nº 298

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San Juan de los Lagos, Jal. Mayo de 2007 Nº 298

Revista Diocesana Mensual

Taller de Educación en el Amor y en la Sexualidad

Presentación ................................................................................................................................... 1

Exhortación Apostólica SACRAMENTUM CARITATIS. Índice ................................................. 9

Introducción ................................................................................................................................. 10

PRIMERA PARTE ................................................................................................................................... 12

I. Eucaristía e iniciación cristiana ............................................................................................. 17II. Eucaristía y sacramento de la Reconciliación .................................................................... 18III. Eucaristía y Unción de los enfermos ................................................................................... 19IV. Eucaristía y sacramento del Orden ..................................................................................... 19V. Eucaristía y Matrimonio ......................................................................................................... 21

SEGUNDA PARTE ................................................................................................................................. 25

TERCERA PARTE ................................................................................................................................... 37

CONCLUSIÓN ...................................................................................................................................... 48

Notas .............................................................................................................................................. 50

TALLER DE EDUCACIÓN EN EL AMOR Y EN LA SEXUALIDAD

Tema I. Creados por amor y para el amor. .............................................................................. 55

Tema 2. Creados hombre y mujer. ............................................................................................ 58

Tema 3. Creados para ser señores. ............................................................................................ 61

Tema 4. Madurando en el amor y en la sexualidad. .............................................................. 64

Guía para la Educación Sexual .................................................................................................. 65

Preguntas de los hijos y respuestas de los papás sobre el amor y la sexualidad ................ 69

VIDA DIOCESANA:

Preparativos de Misa Inaugural para la V Celam .................................................................... 80

Oración de S.S. Benedicto XVI para la V Celam y del Caribe .............................................. 81

Curriculum Vitae del Nuevo Nuncio Apostólico .................................................................... 82

Onomásticos, Defunciones y Aniversarios de Ordenación ........................................... 83

Agenda de Mayo ............................................................................................. Contraportada

SUMARIOSUMARIOSUMARIOSUMARIOSUMARIO

Centro Diocesano de Pastoral

Morelos 34.Apartado Postal 21Tel. (395) 785-0020Fax. (395) 785-0171

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47000 San Juan de los Lagos, Jal.

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SACRAMENTUM CARITATIS

Presentación diocesanaEXHORTACION APOSTOLICA POST-SINODAL «SACRAMENTUM CARITATIS»

DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI AL ESPISCOPADO, AL CLERO,A LAS PERSONAS CONSAGRADAS Y A LOS FIELES LAICOS SOBRE LA EUCARISTIA

FUENTE Y CULMEN DE LA VIDA Y DE LA MISION DE LA IGLESIA.

Al inicio de este tercer milenio de la vida de laIglesia, nos ha tocado en suerte ser herederos deun gran tesoro que especialmente nació en elVaticano II. Todos somos testigos de la superabundancia del Magisterio deS.S. Juan Pablo II y S.S.Benedicto XVI, sobre todo enrelación al gran sacramento dela Eucaristía.

[Con gratitud a Dios, en fa-vor de su Iglesia, recordamos elMagisterio en relación a la Eu-caristía, anterior al Vaticano II:DS 1738-1754. La carta encí-clica Mediator Dei de S.S. PíoXII, del 20 de Noviembre de1947 y de S.S. Pablo VI la En-cíclica Misterium Fidei del 3 deSeptiembre de 1965).

El Concilio Vaticano II nosrecuerda la institución y cele-bración de la Eucaristía (SC 47;6); la Eucaristía, fuente de vidaeclesial (PO 5b; DV 26; AdG6c y 39ª; DV 21); la Eucaristía centro de lossacramentos y ministerios (PO 5b, AdG 9b; SC10ª); la presencia viva de Cristo en la Eucaristía(7a; PO 5e; OP 8ª); y la celebración eucarísticacentro de la comunidad cristiana (PO 6e; ChD30f; LG 26ª).

Esta doctrina se hizo norma universal en elCIC 900-958 y norma pastoral en el Catecismo dela Iglesia Católica Núm 1322-1419.

Magisterio reciente: La Congregación para elCulto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,

la Instrucción Eucharisticum Mysterium del 25de Mayo de 1967 y la Instrucción LiturgiamAuthenticam del 28 de Marzo de 2001. La granEncíclica de Juan Pablo II Ecclesia de Eucharistía

del 17 de Abril de 2003. Re-cuérdese también la Instruc-ción de la Congregación parael Culto Divino y la Disciplinade los SacramentosRedemptionis Sacramentumdel 25 de Marzo de 2004 y lasSugerencia y Propuestas en el«Año de la Eucaristía» del 14de Octubre de 2004. la cartaapostólica Mane nobiscum,Domine del 7 de octubre de2004.

En estos mismos días (Oc-tubre 10-17 de 2004) la reali-zación en Guadalajara, Jal. delXLVIII Congreso EucarísticoInternacional que presidió, ennombre S.S. Juan Pablo II, elCardenal Josef Tomko. Coneste Congreso dió inicio al

«Año de la Eucaristía» que culminó con el Sínodode los Obispos en Roma (Vaticano, Octubre 2-23de 2005), de la cual surgieron 50 propuestas queestán en la base de la presente Exhortación, quenos ha ofrecido S.S. Benedicto XVI, -como Pa-dre, Pastor y gran Teólogo- el 22 de febrero de2007.

«Esta Exhortación Apostólica postsinodal sepropone retomar la riqueza multiforme de re-flexiones y propuestas surgidas en la recienteAsamblea General del Sínodo de los Obispos...con la intención de explicitar algunas líneas

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fundamentales de acción orientadas a suscitaren la Iglesia nuevo impulso y fervor por laEucaristía» (5).

La presente Exhortación tiene tres grandespartes, precedidas por una introducción y segui-das de una conclusión (son 97 números): 1ª parte,Eucaristía, misterio que se ha de creer; la 2ª parte,Eucaristía misterio que se ha de celebrar; y la 3ªparte, Eucaristía misterio que se ha de vivir-anunciar, y ofrecer al mundo.

En relación a nuestro proceso diocesano depastoral, la inmensa riqueza que nos propone estaExhortación viene a potenciar cada una de lasacciones pastorales en este inicio del IV PlanDiocesano de Pastoral (2006), y a lo largo de suCurso de Acción: «Año del Discipulado» – «Añode la Comunión» – «Año de la Misión» – «Añodel Testimonio» – «Año del Jubileo Pastoral»(2012).

La propuesta es leer esta Exhortación que seinsiere como una luz, una mística, un proyectorenovador en relación a las distintas Areas, Comi-siones y Vocalías (Cfr. IV PDP I, pág. 102 y 106).

1.- Area de la Comunión:

a) «En primer lugar el Obispo Diocesano: enefecto, él como primer dispensador de los miste-rios de Dios en la Iglesia particular a él confiadaes el guía, el promotor y custodio de toda la vidalitúrgica... ha de ser un compromiso del Obispohacer que los Presbíteros y los fieles comprendancada vez mejor el sentido auténtico de los ritos yles guíe hacia una celebración de la Eucaristíaactiva y fructuosa» (39). «Será conveniente indi-car las iglesias u oratorios que se pueden dedicara la Adoración Perpetua» (67).

b) Sacerdotes. Parroquias. Decanato. Dió-cesis:

Se sugiere reflexionar con el pueblo de Dios loque parezca tener mayor relación con la comuni-dad, por ejemplo: Jueves Santo #10 y 11; ViernesSanto #9 Tiempo Pascual #12-15.

En relación a los «Sacramentos de la Ini-ciación» tener en cuenta los números 17 y 19,en cuanto al orden que deben tener estos

sacramentos: Bautismo-Confirmación-Euca-ristía: «Nunca debemos olvidar que somosbautizados y confirmados en orden a la Euca-ristía». y en el número 58: «... se ha de dartambién la comunión eucarística, cuando seaposible, a los discapacitados mentales, bau-tizados y confirmados: ellos reciben la Euca-ristía en la fe de la Familia o de la comunidadque los acompaña».

En relación al sacramento de la Reconcilia-ción, dice el número 21: «Todos los sacerdotesdeben dedicarse con generosidad, empeño y com-petencia, a la administración del sacramento dela Reconciliación...; confesionarios bien visi-bles...; celebración del Sacramento de la Recon-ciliación.

En relación a la Adoración Eucarística aten-der al número 66: «La Adoración Eucarística noes sino la continuación obvia de la celebraciónEucarística... la Adoración fuera de la SantaMisa prolonga e intensifica lo acontecido en lacelebración litúrgica» y el número 67: «Reco-miendo ardientemente a los Pastores de la Igle-sia y al Pueblo de Dios la práctica de la Adora-ción Eucarística, tanto personal como comuni-taria... deseo animar a las Asociaciones de fieles(Adoradores) a que sean fermento de contem-plación para toda la Iglesia y llamada a lacentralidad de Cristo para la vida de los indivi-duos y las comunidades»; en el número 68:«Además de invitar a los fieles a encontrarprincipalmente tiempo para estar frente al sa-cramento del altar, pido a las parroquias y aotros grupos eclesiales que promuevan momen-tos de adoración comunitaria... procesioneseucarísticas... las Cuarenta Horas, ... que mere-cen ser cultivadas también hoy». Y en el número50: «...tampoco se descuide el tiempo preciosode acción de gracias después de la comunión conun canto o en silencio».

En cuanto a la Reserva Eucarística: «... esnecesario que el lugar en que se conservan lasespecies eucarísticas sea identificado fácilmentegracias a la lamparilla encendida... en las Igle-sias nuevas conviene prever que la capilla delSantísimo esté cerca del presbiterio» (69).

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c) En cuanto a los Ministros Laicos: dice elnúmero 50: «... pido a los que están debidamen-te preparados y autorizados para el ministeriode distribuir la Eucaristía en caso de necesidadreal, que hagan lo posible para que el gesto, ensu sencillez, corresponda a su valor de encuen-tro personal con el Señor Jesús en el sacramen-to... donde se den las situaciones en las que nosea posible garantizar la debida claridad sobreel sentido de la Eucaristía, se ha de considerarla conveniencia de sustituir la Eucaristía conuna celebración de la Palabra de Dios». En elnúmero 53: «...hay también otros ministeriospara el servicio litúrgico que desempeñan reli-giosos y laicos preparados, loque es de alabar». Atención a loque dice el número 58: «Tenien-do presente la condición de losque no pueden ir a los lugares deculto por motivos de salud o deedad, quisiera llamar la aten-ción de toda la comunidadeclesial sobre la necesidad pas-toral de asegurar la asistenciaespiritual a los enfermos... se hade procurar que estos hermanosy hermanas nuestros puedan re-cibir con frecuencia la comu-nión sacramental... pido a lasDiócesis, que en lo posible pon-gan los medios adecuados parauna actividad pastoral que seocupe de atender espiritualmente a los pre-sos». Finalmente, en relación a las asambleasdominicales en ausencia de sacerdote, dice elnúmero 75: «Al profundizar en el sentido deCelebración dominical para la vida del cristia-no, se plantea espontáneamente el problema delas comunidades cristianas en las que falta elsacerdote y donde, por consiguiente, no esposible celebrar la Santa Misa en el Día delSeñor... donde las grandes distancias (comu-nidades campesinas) hacen prácticamente im-posible la participación en la Eucaristía domi-nical, es importante que las comunidades cris-tianas se reúnan igualmente para alabar alSeñor y hacer memoria del día dedicado a El...

esto debe realizarse en el contexto de una ade-cuada instrucción... y vigilando que la Liturgiade la Palabra, organizada bajo la dirección deun Diácono o de un responsable de la comuni-dad, al que se le haya confiado debidamenteeste ministerio por la autoridad competente, secumpla según un ritual elaborado para estefin... corresponde a los Ordinarios conceder lafacultad de distribuir la comunión en dichasliturgias».

2.- Area del Triple Ministerio, consus Comisiones y sus Vocalías.

a) La Comisión Profética: «Pido que la litur-gia de la Palabra se prepare y seviva... se ponga gran atención a laproclamación de la Palabra deDios por parte de Lectores bieninstruidos. Nunca olvidemos quecuando se leen en la Iglesia lasSagradas Escrituras, Dios mismohabla a su pueblo, y Cristo, pre-sente en su Palabra, anuncia elEvangelio... el conocimiento y elestudio de la Palabra de Dios nospermite apreciar, celebrar y vivirmejor la Eucaristía... ayudar a losfieles a apreciar la Sagrada Escri-tura en el leccionario, medianteiniciativas pastorales, celebracio-nes de la Palabra y la Lectio Divi-na» (45).

En cuanto a la Homilía: «Pide calidad parafavorecer una mejor compresión y eficacia dela Palabra... preparar la homilía con esmero,basándose en un conocimiento adecuado de laSagrada Escritura. Han de evitarse homilíasgenéricas o asbtractas... en estrecha relacióncon la celebración y con la vida de la comuni-dad» (46).

El Santo Padre habla de la exigencia de unItinerario Mistagógico con tres elementos:

a) Interpretación de los ritos a la luz de losacontecimientos salvíficos; b) Introducir en elsignificado de los signos contenidos en los ritos;c) Enseñar el significado de los ritos en relación

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con la vida cristiana en todas sus facetas, como eltrabajo y los compromisos, el pensamiento y elafecto, la actividad y el descanso... la propia vidaes transformada por los santos misterios que secelebran (64).

Habla también de Eucaristía y Misión en losnúmeros 84-86 y concluye diciendo: «por tanto,la exigencia de educar constantemente a todos altrabajo misionero, cuyo centro es el anuncio deJesús único salvador, surge del Misterioeucarístico creído y celebrado».

b) Pastoral Litúrgica. «Superar cualquierposible separación entre el arte de celebrar rec-tamente y la participación plena, activa y fructuo-sa de todos los fieles. El primer modo con el quese favorece la participación del pueblo de Dios enel Rito sagrado es la adecuada celebración delrito mismo» (38).

El Santo Padre llama la atención sobre: «algu-nas partes de la estructura de la celebracióneucarística que requieren un especial cuidado...»(43). Considerar la unidad intrínseca del rito de lasanta Misa entre la Liturgia de la Palabra y laLiturgia eucarística, que forman un único acto deculto... el Verbo hecho carne se nos da comoalimento en las dos mesas de la Palabra de Diosy del Cuerpo de Cristo... la Palabra de Dios llevaa la Eucaristía» (44). (Sobre la liturgia de laPalabra atender lo antes dicho en el número 45 y46).

En cuanto a la presentación de las ofrendas,dice: «Esta no es sólo como un intervalo entre laliturgia de la Palabra y la Eucaristía... tiene unsentido muy grande: en el pan y el vino quellevamos al altar, toda la creación es asumida porCristo Redentor para ser transformada y presen-tada al Padre... llevamos al altar todo el sufri-miento y el dolor del mundo, conscientes de quetodo es precioso a los ojos de Dios. Este gesto nonecesita ser enfatizado con añadiduras super-fluas» (47).

«La Plegaria Eucarística es el centro y lacumbre de toda la celebración... sus elementosfundamentales son: acción de gracias, aclama-ción, epíclesis, relato de la institución y consa-

gración, anámnesis, oblación, intercesión ydoxología conclusiva» (48).

En cuanto al Rito de la Paz: «La Eucaristía essacramento de paz y se expresa de manera espe-cífica con el rito de la paz, signo de gran valor:pedir a Dios el don de la paz y la unidad para símismo y para toda la familia humana... se ha vistola conveniencia de moderar este gesto, que noqueda mermado por la sobriedad necesaria paramantener un clima adecuado a la celebración,limitando por ejemplo el intercambio de la paz alos más cercanos» (49).

En cuanto a la Distribución y Recepción de laEucaristía atender a lo dicho en: Ministros de laComunión. (Cf. 1c).

«En el saludo de despedida podemos apreciarla relación entre la Misa celebrada y la misióncristiana en el mundo... la expresión missa setransforma en realidad en misión» (51).

En cuanto a la Auténtica participación: «...conesta palabra no se quiere hacer referencia a unasimple actividad externa durante la celebración...se ha de comprender en una mayor toma deconciencia del Misterio que se celebra y de surelación con la vida cotidiana... no asistir a laliturgia eucarística como espectadores mudos oextraños... los fieles, instruidos por la palabra deDios, reparan sus fuerzas en el banquete delCuerpo del Señor, dan gracias a Dios y se ofrecena sí mismos» (52).

Sobre el Arte al servicio de la celebracióndice: «Las expresiones artísticas al servicio de lacelebración...; la arquitectura de las Iglesiasdebe resaltar la unidad entre los elementos pro-pios del presbiterio: altar, crucifijo, tabernáculo,ambón, sede...; la pintura y la escultura se ha deorientar a la mistagogía sacramental... se debetambién respetar y cuidar los ornamentos, losvasos sagrados, para que fomenten el asombroante el misterio y refuercen la devoción» (41).

En cuanto al Canto litúrgico, dice: «El pueblode Dios, reunido para la celebración, canta lasalabanzas de Dios... los cantos son un patrimoniode fe y de amor... se han de evitar los génerosmusicales no respetuosos de la liturgia... el canto

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debe estar en consonancia con la celebración.Por consiguiente, todo –el texto, la melodía, laejecución- ha de corresponder al sentido delMisterio celebrado, a las partes del rito y a lostiempos litúrgicos... que se valore el cantogregoriano como canto propio de la liturgiaromana» (42).

c) Pastoral Social. (Atender lo dicho en elnúmero 51 sobre la relación entre Misa-misión).

«El nuevo culto cristiano abarca todos losaspectos de la vida transfigurándola... el cultoagradable a Dios se convierte así en un nuevomodo de vivir todas las circunstancias de laexistencia» (71). «Uno de los elementos masgraves de la secularización consiste en haberrelegado la fe cristiana al margen de la existen-cia, como si fuera algo inútil respecto al desarro-llo concreto de la vida de los hombres» (77).«Fortalecidos por la Eucaristía están llamados avivir la novedad radical traída por Cristo preci-samente en las condiciones comunes de la vida...animo de modo particular a las familias para queeste sacramento sea fuente de fuerza e inspira-ción» (79). «Una Eucaristía que no comporte unejercicio práctico del amor es fragmentaria en simisma» (82). «La misión primera y fundamentalque recibimos de los santos misterios que cele-bramos es la de dar testimonio de nuestra vida...el testimonio es el medio con el que la verdad delamor de Dios llega al hombre en la historia...testimonio hasta el don de si mismos».

«La mística del Sacramento tiene un caráctersocial... hay que explicitar la relación entre mis-terio eucarístico y compromiso social. La Euca-ristía es sacramento de comunión entre hermanosy hermanas que aceptan reconciliarse en Cristo...de esta toma de conciencia nace la voluntad detransformar las estructuras injustas, para resta-blecer el respeto de la dignidad del hombre... LaIglesia no puede quedarse al margen de la luchapor la justicia... debe despertar las fuerzas espi-rituales sin las cuales la justicia no puede prospe-rar... quien participa en la Eucaristía ha de empe-ñarse en construir la paz en nuestro mundo mar-cado por el terrorismo la corrupción económicay la explotación sexual» (89). «El alimento de la

verdad nos impulsa a denunciar las situacionesindignas del hombre y a trabajar en la construc-ción de la civilización del amor».

«Las instituciones eclesiales de beneficencia,en particular Caritas en sus diversos ámbitos,desarrollan el precioso servicio de ayudar a laspersonas necesitadas, sobre todo a los más po-bres. Estas instituciones, inspirándose en la Eu-caristía, que es el sacramento de la caridad, seconvierten en su expresión concreta; por ellomerecen todo estímulo por su compromiso soli-dario en el mundo» (90).

En cuanto a la formación en la doctrinasocial de la Iglesia, leer el número 91. «El cristia-no laico en particular, formado en la escuela dela Eucaristía, está llamado a asumir directamen-te la propia responsabilidad política y social.Para que pueda desempeñar adecuadamente suscometidos, hay que prepararlo mediante una edu-cación concreta a la caridad y a la justicia. Poreso, como ha pedido el Sínodo, es necesariopromover la doctrina social de la Iglesia y darlaa conocer en las Diócesis y en las comunidadescristianas» (81).

3.- Area de Tareas diversificadas,con sus Comisiones y Vocalias.

a) La Comisión de Pastoral Familiar.«En la acción pastoral se tiene que asociar

siempre la familia cristiana al itinerario de ini-ciación, recibir el Bautismo, la Confirmación yacercarse por primera vez a la Eucaristía sonmomentos decisivos no sólo para la persona quelos recibe sino también para toda la familia, lacual ha de ser ayudada en su tarea educativa porla comunidad eclesial» (19).

«Es más que justificada la atención pastoralque el Sínodo ha dedicado a las situacionesdolorosas en que se encuentran bastantes fielesque, después de haber celebrado el sacramentodel Matrimonio, se han divorciado y contraídonuevas nupcias. Se trata de un problema pastoraldifícil y complejo, una verdadera plaga en elcontexto social actual... los Pastores, por amor ala verdad, están obligados a discernir bien lasdiversas situaciones para ayudar espiritualmen-

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te de modo adecuado a los fieles implicados (FC84)... no admitir a los sacramentos a los divorcia-dos casados de nuevo, porque su estado y sucondición de vida contradicen objetivamente esaunión de amor entre Cristo y la Iglesia que sesignifica y se actualiza en la Eucaristía. Sinembargo, los divorciados vueltos a casar, siguenperteneciendo a la Iglesia, que los sigue conespecial atención, con el deseo de que, dentro delo posible, cultiven un estilo de vida cristianamediante la participación en la santa Misa, aun-que sin comulgar, la escucha de la Palabra deDios, la oración, la participación en la vidacomunitaria, las obras de caridad y la tareaeducativa de los hijos» (Atender lo que se dicesobre el Tribunal Eclesiástico a este respecto).

«El Sínodo recomienda tener el máximo cui-dado pastoral en la formación de los novios y enla verificación previa de sus convicciones sobrelos compromisos irrenunciables para la validezdel sacramento del matrimonio» (29).

b) La Comisión de la Pastoral de la Cultura.«El culto agradable a Dios nunca es un acto

meramente privado, sin consecuencias en nues-tras relaciones sociales: al contrario, exige eltestimonio público de la propia fe. Obviamenteesto vale para todos los bautizados, pero tieneuna importancia particular para quienes por laposición social o política que ocupan, han detomar decisiones sobre valores fundamentales,como el respeto y la defensa de la vida humana,desde su concepción hasta su fin natural; lafamilia fundada en el matrimonio entre hombre ymujer; la libertad de educación de los hijos y lapromoción del bien común en todas sus formas.Estos valores no son negociables; así pues, lospolíticos y los legisladores católicos, conscientesde su grave responsabilidad social, deben sentir-se particularmente interpelados por su concien-cia, rectamente formada, para presentar y apo-yar leyes inspiradas en los valores fundados en lanaturaleza humana. Esto tiene además una rela-ción objetiva con la Eucaristía... Los Obispos hande llamar constantemente la atención sobre estosvalores. Ello es parte de su responsabilidad parasu grey que se les ha confiado (83).

Respecto a los medios de comunicación so-cial y la Eucaristía dice: «Por lo que se refiere alvalor de la participación en la santa Misa que losmedios de comunicación hacen posible, quien vey oye dichas transmisiones ha de saber que, encondiciones normales no cumple con el preceptodominical… sí es loable que ancianos y enfermosparticipen en la santa Misa por este medio» (57).

4.- Area de Agentes de Pastoral.

Los Sacerdotes debemos atender lo dicho enlos números 23-26: «La relación intrínseca entrela Eucaristía y sacramento del Orden se despren-de de las mismas palabras de Jesús en el Cenácu-lo... Jesús instituyó la Eucaristía y fundó al mismotiempo el sacerdocio... nadie puede decir: «estoes mi cuerpo» y «este es el cáliz de mi sangre» sino es en el nombre y en la persona de Cristo... enel servicio del ministerio ordenado es Cristomismo quien está presente en su Iglesia comoCabeza, Pastor y Sumo Sacerdote... es necesario,por tanto, que los sacerdotes sean conscientesque nunca deben ponerse ellos mismos o susopiniones en el primer plano de su ministerio,sino a Jesucristo» (23).

Habla del «celibato sacerdotal, consideradocomo riqueza inestimable y expresión peculiar dela entrega que lo conforma con Cristo y de laentrega exclusiva por el Reino de Dios... Cristomismo vivió su misión en estado de virginidad...no basta comprender el celibato sacerdotal entérminos meramente funcionales... la opción esante todo esponsal: es una identificación con elcorazón de Cristo Esposo que da la vida por suesposa... signo que expresa la dedicación total yexclusiva a Cristo, a la Iglesia y al Reino de Dios,y confirmo por tanto su carácter obligatorio parala tradición latina. El celibato sacerdotal, vividocon madurez, alegría y dedicación es una grandí-sima bendición para la Iglesia y para la sociedadmisma» (24).

Al hablar de la escasez de clero dice: «Unadistribución del clero más ecuánime favoreceríala solución del problema... los Obispos han deimplicar a todos los miembros del clero unamayor disponibilidad para servir a la Iglesia allí

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donde sea necesario, aunque comporte sacrifi-cio» (25).

Habla el Papa de la Eucaristía y espirituali-dad sacerdotal: «Los sacerdotes han de conside-rar la celebración como su deber principal» (39).«La espiritualidad sacerdotal es intrínsecamenteEucarística. La semilla de esta espiritualidad seencuentra ya en las palabras de la Ordenación:«...considera lo que realizas e imita lo que conme-moras y conforma tu vida con el misterio de lacruz del Señor»... el sacerdote ha de dedicartiempo a la vida espiritual. El está llamado a sersiempre un auténtico buscador de Dios, perma-neciendo al mismo tiempo cercano a las preocu-paciones de los hombres... Si la santa Misa se vivecon atención y con fe, es formativa en el sentidomás profundo de la palabra, pues promueve laconformación con Cristo y consolida al sacerdoteen su vocación» (80).

En relación a la Pastoral Vocacional habla dela: «Sensibilización de las familias, que se abrancon generosidad al don de la vida y eduquen a loshijos a ser disponibles ante la voluntad de Dios...hace falta tener la valentía de proponer a losjóvenes la radicalidad del seguimiento de Cristo,mostrando su atractivo» (25).

En relación a la formación sacerdotal-semi-nario, dice: «Un clero no suficientemente forma-do, admitido a la ordenación sin el debido discer-nimiento, difícilmente podrá ofrecer un testimo-nio adecuado para suscitar en otros el deseo decorresponder con generosidad a la llamada deCristo» (25). En cuanto a la lengua latina atenderel número 62.

En el número 81 habla de Eucaristía y vidaconsagrada: «Las consagradas y los consagra-dos, encuentran en la Celebración eucarística yen la adoración la fuerza para el seguimientoradical de Cristo obediente, pobre y casto. Losconsagrados y las consagradas, incluso desem-peñando muchos servicios en el campo de laformación humana y en la atención a los pobres,en la enseñanza y la asistencia a los enfermos,saben que el objetivo principal de su vida es lacontemplación de las cosas divinas y la uniónasidua con Dios. La contribución esencial que la

Iglesia espera de la vida consagrada es más en elorden del ser que en el del hacer».

Momento especial de la Exhortación -comoera costumbre en S.S. Juan Pablo II- es la presen-cia de María. Dice bellamente: Todo lo que Diosnos ha dado, encuentra realización perfecta en laVirgen María, Madre de Dios y Madre nuestra...María la persona cuya libertad está totalmentedisponible a la voluntad de Dios... María es lagran creyente que, llena de confianza, se pone enlas manos de Dios, abandonándose a su voluntadhasta la total implicación en la misión redentorade Jesús... Cada vez que en la Liturgia eucaristícanos acercamos al Cuerpo y Sangre de Cristo, nosdirigimos también a Ella que, adhiriéndose ple-namente al sacrificio de Cristo, lo ha acogidopara toda la Iglesia... María es el modelo de cómocada uno de nosotros está llamado a recibir eldon que Jesús hace de sí mismo en la Eucaristía»(33). «La Iglesia ve en María, «mujer eucarística»–como la ha llamado el siervo de Dios Juan PabloII- el modelo insustituible de vida eucarística... Elsacerdote afirma en el Canon: «Veneramos lamemoria, ante todo, de la gloriosa siempre Vir-gen María, Madre de Jesucristo nuestro Dios ySeñor»... de Ella hemos de aprender a convertir-nos en personas eucarísticas para presentarnosinmaculados ante el Señor» (96).

Conclusión:Termina el Papa diciendo: «Queridos herma-

nos y hermanas, la Eucaristía es el origen de todaforma de santidad... La santidad ha tenido siem-pre su centro en el sacramento de la Eucaristía...el don de sí mismo que Jesús hace en el Sacramen-to memorial de su pasión, nos asegura que elculmen de nuestra vida está en la participación enla vida trinitaria (ver números 7-13), que en El senos ofrece de manera definitiva y eficaz. La cele-bración y adoración de la Eucaristía nos permi-ten acercarnos al amor de Dios y adherirnospersonalmente a él hasta unirnos con el Señoramado» (94).

Tarea pendiente: S.S. Benedicto XVI nosanuncia un «Compendio para la correcta com-prensión, celebración y adoración del Sacramen-to del altar» (93).

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ÍNDIÍNDIÍNDIÍNDIÍNDICECECECECEIntroducción

Alimento de la verdadDesarrollo del rito eucarísticoSínodo de los Obispos y Año de la EucaristíaObjeto de la presente Exhortación

PRIMERA PARTE

EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CREER

La fe eucarística de la IglesiaLa fe eucarística de la IglesiaLa fe eucarística de la IglesiaLa fe eucarística de la IglesiaLa fe eucarística de la Iglesia

Santísima Trinidad y Eucaristía

El pan que baja del cieloDon gratuito de la Santísima Trinidad

Eucaristía: Jesús, el verdadero Corderoinmolado

La nueva y eterna alianza en la sangre delCordero

Institución de la EucaristíaFigura transit in veritatem

El Espíritu Santo y la Eucaristía

Jesús y el Espíritu SantoEspíritu Santo y Celebración eucarística

Eucaristía e Iglesia

Eucaristía, principio causal de la IglesiaEucaristía y comunión eclesial

Eucaristía y Sacramentos

Sacramentalidad de la Iglesia

I. Eucaristía e iniciación cristianaI. Eucaristía e iniciación cristianaI. Eucaristía e iniciación cristianaI. Eucaristía e iniciación cristianaI. Eucaristía e iniciación cristiana

Eucaristía, plenitud de la iniciación cristianaOrden de los sacramentos de la iniciaciónIniciación, comunidad eclesial y familia

II. Eucaristía y sacramento de la ReconciliaciónII. Eucaristía y sacramento de la ReconciliaciónII. Eucaristía y sacramento de la ReconciliaciónII. Eucaristía y sacramento de la ReconciliaciónII. Eucaristía y sacramento de la Reconciliación

Su relación intrínsecaAlgunas observaciones pastorales

III. Eucaristía y Unción de los enfermosIII. Eucaristía y Unción de los enfermosIII. Eucaristía y Unción de los enfermosIII. Eucaristía y Unción de los enfermosIII. Eucaristía y Unción de los enfermos

IV. Eucaristía y sacramento del OrdenIV. Eucaristía y sacramento del OrdenIV. Eucaristía y sacramento del OrdenIV. Eucaristía y sacramento del OrdenIV. Eucaristía y sacramento del Orden

In persona Christi capitisEucaristía y celibato sacerdotalEscasez de clero y pastoral vocacionalGratitud y esperanza

V. Eucaristía y MatrimonioV. Eucaristía y MatrimonioV. Eucaristía y MatrimonioV. Eucaristía y MatrimonioV. Eucaristía y Matrimonio

Eucaristía, sacramento esponsalEucaristía y unidad del matrimonioEucaristía e indisolubilidad del matrimonio

Eucaristía y escatología

Eucaristía: don al hombre en caminoEl banquete escatológicoOración por los difuntos

Eucaristía y la Virgen María

SEGUNDA PARTE

EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAR

Lex orandi y lex credendiBelleza y liturgia

La Celebración eucarística, obra del«Christus totus»

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL

SACRAMENTUM CARITATIS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVIAL EPISCOPADO, AL CLERO, A LAS PERSONAS CONSAGRADAS

Y A LOS FIELES LAICOSSOBRE LA EUCARISTÍA FUENTE Y CULMEN DE LA VIDA

Y DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA

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SACRAMENTUM CARITATIS

Christus totus in capite et in corporeEucaristía y Cristo resucitado

Ars celebrandiEl Obispo, liturgo por excelenciaRespeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de

los signosEl arte al servicio de la celebraciónEl canto litúrgico

Estructura de la celebración eucarísticaUnidad intrínseca de la acción litúrgicaLiturgia de la PalabraHomilíaPresentación de las ofrendasPlegaria eucarísticaRito de la pazDistribución y recepción de la eucaristíaDespedida: «Ite, missa est»

Actuosa participatioAuténtica participaciónParticipación y ministerio sacerdotalCelebración eucarística e inculturaciónCondiciones personales para una «actuosa

participatio»Participación de los cristianos no católicosParticipación a través de los medios de comuni-

cación social«Actuosa participatio» de los enfermosAtención a los presosLos emigrantes y su participación en la Eucaris-

tíaLas grandes concelebracionesLengua latinaCelebraciones eucarísticas en pequeños grupos

La celebración participada interiormente

Catequesis mistagógicaVeneración de la Eucaristía

Adoración y piedad eucarística

Relación intrínseca entre celebración y adora-ción

Práctica de la adoración eucarísticaFormas de devoción eucarísticaLugar del sagrario en la iglesia

TERCERA PARTE

EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIR

Forma eucarística de la vida cristiana

El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)Eficacia integradora del culto eucarístico«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el

domingoVivir el precepto dominicalSentido del descanso y del trabajoAsambleas dominicales en ausencia de sacerdo-

teUna forma eucarística de la existencia cristiana,

la pertenencia eclesialEspiritualidad y cultura eucarísticaEucaristía y evangelización de las culturasEucaristía y fieles laicosEucaristía y espiritualidad sacerdotalEucaristía y vida consagradaEucaristía y transformación moralCoherencia eucarística

Eucaristía, misterio que se ha de anunciar

Eucaristía y misiónEucaristía y testimonioJesucristo, único SalvadorLibertad de culto

Eucaristía, misterio que se ha de ofrecer almundo

Eucaristía: pan partido para la vida del mundoImplicaciones sociales del Misterio eucarísticoEl alimento de la verdad y la indigencia del

hombreDoctrina social de la IglesiaSantificación del mundo y salvaguardia de la

creación.Utilidad de un Compendio eucarístico

Conclusión

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Introducción1. Sacramento de la caridad,[1] la Santísima

Eucaristía es el don que Jesucristo hace de símismo, revelándonos el amor infinito de Dios porcada hombre. En este admirable Sacramento semanifiesta el amor «más grande», aquél que im-pulsa a «dar la vida por los propios amigos» (cf.Jn 15,13). En efecto, Jesús «los amó hasta elextremo» (Jn 13,1). Con esta expresión, el evan-gelista presenta el gesto de infinita humildad deJesús: antes de morir por nosotros en la cruz,ciñéndose una toalla, lava los pies a sus discípu-los. Del mismo modo, en el Sacramento eucarísticoJesús sigue amándonos «hasta el extremo», hastael don de su cuerpo y de su sangre. ¡Qué emocióndebió embargar el corazón de los Apóstoles antelos gestos y palabras del Señor durante aquellaCena! ¡Qué admiración ha de suscitar también ennuestro corazón el Misterio eucarístico!

Alimento de la verdad

2. En el Sacramento del altar, el Señor va alencuentro del hombre, creado a imagen y seme-janza de Dios (cf. Gn 1,27), acompañándole en sucamino. En efecto, en este Sacramento el Señor sehace comida para el hombre hambriento de ver-dad y libertad. Puesto que sólo la verdad nos haceauténticamente libres (cf. Jn 8,36), Cristo seconvierte para nosotros en alimento de la Verdad.San Agustín, con un penetrante conocimiento dela realidad humana, ha puesto de relieve cómo elhombre se mueve espontáneamente, y no porcoacción, cuando se encuentra ante algo que loatrae y le despierta el deseo. Así pues, al pregun-tarse sobre lo que puede mover al hombre porencima de todo y en lo más íntimo, el santo obispoexclama: «¿Ama algo el alma con más ardor quela verdad?».[2] En efecto, todo hombre lleva en símismo el deseo inevitable de la verdad última ydefinitiva. Por eso, el Señor Jesús, «el camino, laverdad y la vida» (Jn 14,6), se dirige al corazónanhelante del hombre, que se siente peregrino ysediento, al corazón que suspira por la fuente dela vida, al corazón que mendiga la Verdad. Enefecto, Jesucristo es la Verdad en Persona, que

atrae el mundo hacia sí. «Jesús es la estrella polarde la libertad humana: sin él pierde su orienta-ción, puesto que sin el conocimiento de la verdad,la libertad se desnaturaliza, se aísla y se reduce aarbitrio estéril. Con él, la libertad sereencuentra».[3] En particular, Jesús nos enseñaen el sacramento de la Eucaristía la verdad delamor, que es la esencia misma de Dios. Ésta es laverdad evangélica que interesa a cada hombre ya todo el hombre. Por eso la Iglesia, cuyo centrovital es la Eucaristía, se compromete constante-mente a anunciar a todos, «a tiempo y a destiem-po» (2 Tm 4,2) que Dios es amor.[4] Precisamenteporque Cristo se ha hecho por nosotros alimentode la Verdad, la Iglesia se dirige al hombre,invitándolo a acoger libremente el don de Dios.

Desarrollo del rito eucarístico

3. Al observar la historia bimilenaria de laIglesia de Dios, guiada por la sabia acción delEspíritu Santo, admiramos llenos de gratitud cómose han desarrollado ordenadamente en el tiempolas formas rituales con que conmemoramos elacontecimiento de nuestra salvación. Desde lasdiversas modalidades de los primeros siglos, queresplandecen aún en los ritos de las antiguasIglesias de Oriente, hasta la difusión del ritualromano; desde las indicaciones claras del Conci-lio de Trento y del Misal de san Pío V hasta larenovación litúrgica establecida por el ConcilioVaticano II: en cada etapa de la historia de laIglesia, la celebración eucarística, como fuente yculmen de su vida y misión, resplandece en el ritolitúrgico con toda su riqueza multiforme. La XIAsamblea General Ordinaria del Sínodo de losObispos, celebrada del 2 al 23 de octubre de 2005en el Vaticano, ha manifestado un profundo agra-decimiento a Dios por esta historia, reconociendoen ella la guía del Espíritu Santo. En particular,los Padres sinodales han constatado y reafirmadoel influjo benéfico que ha tenido para la vida de laIglesia la reforma litúrgica puesta en marcha apartir del Concilio Ecuménico Vaticano II.[5] ElSínodo de los Obispos ha tenido la posibilidad devalorar cómo ha sido su recepción después de lacumbre conciliar. Los juicios positivos han sidomuy numerosos. Se han constatado también las

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dificultades y algunos abusos cometidos, peroque no oscurecen el valor y la validez de larenovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas nodescubiertas del todo. En concreto, se trata de leerlos cambios indicados por el Concilio dentro de launidad que caracteriza el desarrollo histórico delrito mismo, sin introducir rupturas artificiosas.[6]

Sínodo de los Obisposy Año de la Eucaristía

4. Además, se ha de po-ner de relieve la relación delreciente Sínodo de los Obis-pos sobre la Eucaristía conlo ocurrido en los últimosaños en la vida de la Iglesia.Ante todo, hemos de pensaren el Gran Jubileo de 2000,con el cual mi querido Pre-decesor, el Siervo de DiosJuan Pablo II, ha introduci-do la Iglesia en el tercer milenio cristiano. El AñoJubilar se ha caracterizado indudablemente porun fuerte sentido eucarístico. No se puede olvidarque el Sínodo de los Obispos ha estado precedido,y en cierto sentido también preparado, por el Añode la Eucaristía, establecido con gran amplitud demiras por Juan Pablo II para toda la Iglesia. DichoAño, iniciado con el Congreso Eucarístico Inter-nacional de Guadalajara (México), en octubre de2004, se ha concluido el 23 de octubre de 2005, alfinal de la XI Asamblea Sinodal, con la canoniza-ción de cinco Beatos que se han distinguidoespecialmente por la piedad eucarística: el Obis-po Józef Bilczewski, los presbíteros CayetanoCatanoso, Segismundo Gorazdowski, AlbertoHurtado Cruchaga y el religioso capuchino Félixde Nicosia. Gracias a las enseñanzas expuestaspor Juan Pablo II en la Carta apostólica Manenobiscum Domine,[7] y a las valiosas sugerenciasde la Congregación para el Culto Divino y laDisciplina de los Sacramentos,[8] las diócesis y lasdiversas entidades eclesiales han emprendido nu-merosas iniciativas para despertar y acrecentar enlos creyentes la fe eucarística, para mejorar ladignidad de las celebraciones y promover la ado-ración eucarística, así como para animar una

solidaridad efectiva que, partiendo de la Eucaris-tía, llegara a los pobres. Por fin, es necesariomencionar la importancia de la última Encíclicade mi venerado Predecesor, Ecclesia deEucharistia,[9] con la que nos ha dejado una segu-ra referencia magisterial sobre la doctrinaeucarística y un último testimonio del lugar cen-tral que este divino Sacramento tenía en su vida.

Objeto de la presenteExhortación

5. Esta Exhortaciónapostólica postsinodal sepropone retomar la ri-queza multiforme de re-flexiones y propuestassurgidas en la recienteAsamblea General delSínodo de los Obispos—desde los Lineamentahasta las Propositiones,

incluyendo el Instrumentum laboris, las Relationesante et post disceptationem, las intervenciones delos Padres sinodales, de los auditores y de loshermanos delegados—, con la intención deexplicitar algunas líneas fundamentales de ac-ción orientadas a suscitar en la Iglesia nuevoimpulso y fervor por la Eucaristía. Consciente delvasto patrimonio doctrinal y disciplinar acumula-do a través de los siglos sobre este Sacramento,[10]

en el presente documento deseo sobre todo reco-mendar, teniendo en cuenta el voto de los Padressinodales,[11] que el pueblo cristiano profundiceen la relación entre el Misterio eucarístico, el actolitúrgico y el nuevo culto espiritual que se derivade la Eucaristía como sacramento de la caridad.En esta perspectiva, deseo relacionar la presenteExhortación con mi primera Carta encíclica Deuscaritas est, en la que he hablado varias veces delsacramento de la Eucaristía para subrayar surelación con el amor cristiano, tanto respecto aDios como al prójimo: «el Dios encarnado nosatrae a todos hacia sí. Se entiende, pues, que elagapé se haya convertido también en un nombrede la Eucaristía: en ella el agapé de Dios nos llegacorporalmente para seguir actuando en nosotros ypor nosotros».[12]

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PRIMERA PARTE

EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CREERMISTERIO QUE SE HA DE CREERMISTERIO QUE SE HA DE CREERMISTERIO QUE SE HA DE CREERMISTERIO QUE SE HA DE CREER«Éste es el trabajo que Dios quiere:

que creáis en el que él ha enviado» (Jn6,29)

La fe eucarística de la Iglesia

6. «Este es el Misterio de la fe». Con estaexpresión, pronunciada inmediatamente despuésde las palabras de la consagración, el sacerdoteproclama el misterio celebrado y mani-fiesta su admiración ante la conversiónsustancial del pan y el vino en el cuerpoy la sangre del Señor Jesús, una reali-dad que supera toda comprensión hu-mana. En efecto, la Eucaristía es «mis-terio de la fe» por excelencia: «es elcompendio y la suma de nuestra fe».[13]

La fe de la Iglesia es esencialmente feeucarística y se alimenta de modo par-ticular en la mesa de la Eucaristía. La fey los sacramentos son dos aspectoscomplementarios de la vida eclesial.La fe que suscita el anuncio de la Pala-bra de Dios se alimenta y crece en elencuentro de gracia con el Señor resu-citado que se produce en los sacramen-tos: «La fe se expresa en el rito y el ritorefuerza y fortalece la fe».[14] Por eso, elSacramento del altar está siempre en el centro dela vida eclesial; «gracias a la Eucaristía, la Iglesiarenace siempre de nuevo».[15] Cuanto más viva esla fe eucarística en el Pueblo de Dios, más profun-da es su participación en la vida eclesial a travésde la adhesión consciente a la misión que Cristoha confiado a sus discípulos. La historia misma dela Iglesia es testigo de ello. Toda gran reformaestá vinculada de algún modo al redescubrimientode la fe en la presencia eucarística del Señor enmedio de su pueblo.

Santísima Trinidad y Eucaristía

El pan que baja del cieloEl pan que baja del cieloEl pan que baja del cieloEl pan que baja del cieloEl pan que baja del cielo

7. La primera realidad de la fe eucarística es elmisterio mismo de Dios, el amor trinitario. En eldiálogo de Jesús con Nicodemo encontramos una

expresión iluminadora a este respecto: «Tantoamó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único,para que no perezca ninguno de los que creen enél, sino que tengan vida eterna. Porque Dios nomandó a su hijo al mundo para condenar almundo, sino para que el mundo se salve por él»(Jn 3,16-17). Estas palabras muestran la raízúltima del don de Dios. En la Eucaristía, Jesús noda «algo», sino a sí mismo; ofrece su cuerpo yderrama su sangre. Entrega así toda su vida,

manifestando la fuente origina-ria de este amor divino. Él es elHijo eterno que el Padre ha en-tregado por nosotros. En elEvangelio escuchamos tambiéna Jesús que, después de haberdado de comer a la multitud conla multiplicación de los panes ylos peces, dice a susinterlocutores que lo habían se-guido hasta la sinagoga deCafarnaúm: «Es mi Padre elque os da el verdadero pan delcielo. Porque el pan de Dios esel que baja del cielo y da la vidaal mundo» (Jn 6,32-33); y llegaa identificarse él mismo, la pro-pia carne y la propia sangre, conese pan: «Yo soy el pan vivo

que ha bajado del cielo: el que coma de este panvivirá para siempre. Y el pan que yo daré es micarne, para la vida del mundo» (Jn 6,51). Jesús semanifiesta así como el Pan de vida, que el Padreeterno da a los hombres.

Don gratuito de la Santísima Trinidad

8. En la Eucaristía se revela el designio deamor que guía toda la historia de la salvación (cf.Ef 1,10; 3,8-11). En ella, el Deus Trinitas, que ensí mismo es amor (cf. 1 Jn 4,7-8), se une plena-mente a nuestra condición humana. En el pan y enel vino, bajo cuya apariencia Cristo se nos entregaen la cena pascual (cf. Lc 22,14-20; 1 Co 11,23-26), nos llega toda la vida divina y se compartecon nosotros en la forma del Sacramento. Dios escomunión perfecta de amor entre el Padre, el Hijoy el Espíritu Santo. Ya en la creación, el hombre

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fue llamado a compartir en cierta medida elaliento vital de Dios (cf. Gn 2,7). Pero es en Cristomuerto y resucitado, y en la efusión del EspírituSanto que se nos da sin medida (cf. Jn 3,34),donde nos convertimos en verdaderos partícipesde la intimidad divina.[16] Jesucristo, pues, «que,en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dioscomo sacrificio sin mancha» (Hb 9,14), nos co-munica la misma vida divina en el don eucarístico.Se trata de un don absolutamente gratuito, que sedebe sólo a las promesas de Dios, cumplidas porencima de toda medida. La Iglesia, con obedien-cia fiel, acoge, celebra y adora este don. El «mis-terio de la fe» es misterio del amor trinitario, en elcual, por gracia, estamos llamados a participar.Por tanto, también nosotros hemos de exclamarcon san Agustín: «Ves la Trinidad si ves elamor».[17]

Eucaristía: Jesús, el verdadero Corderoinmolado

La nueva y eterna alianza en la sangre del CorderoLa nueva y eterna alianza en la sangre del CorderoLa nueva y eterna alianza en la sangre del CorderoLa nueva y eterna alianza en la sangre del CorderoLa nueva y eterna alianza en la sangre del Cordero

9. La misión para la que Jesús ha venido entrenosotros llega a su cumplimiento en el Misteriopascual. Desde lo alto de la cruz, donde atrae todohacia sí (cf. Jn 12,32), antes de «entregar elespíritu» dice: «Está cumplido» (Jn 19,30). En elmisterio de su obediencia hasta la muerte, y unamuerte de cruz (cf. Flp 2,8), se ha cumplido lanueva y eterna alianza. La libertad de Dios y lalibertad del hombre se han encontrado definitiva-mente en su carne crucificada, en un pacto indiso-luble y válido para siempre. También el pecadodel hombre ha sido expiado una vez por todas porel Hijo de Dios (cf. Hb 7,27; 1 Jn 2,2; 4,10). Comohe tenido ya oportunidad de decir: «En su muerteen la cruz se realiza ese ponerse Dios contra símismo, al entregarse para dar nueva vida al hom-bre y salvarlo: esto es el amor en su forma másradical».[18] En el Misterio pascual se ha realizadoverdaderamente nuestra liberación del mal y de lamuerte. En la institución de la Eucaristía, Jesúsmismo habló de la «nueva y eterna alianza»,estipulada en su sangre derramada (cf. Mt 26,28;Mc 14,24; Lc 22,20). Esta meta última de sumisión era ya bastante evidente al comienzo de su

vida pública. En efecto, cuando a orillas delJordán Juan Bautista ve venir a Jesús, exclama:«Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecadodel mundo» (Jn 1,19). Es significativo que lamisma expresión se repita cada vez que celebra-mos la santa Misa, con la invitación del sacerdotepara acercarse a comulgar: «Éste es el Cordero deDios, que quita el pecado del mundo. Dichososlos invitados a la cena del Señor». Jesús es elverdadero cordero pascual que se ha ofrecidoespontáneamente a sí mismo en sacrificio pornosotros, realizando así la nueva y eterna alianza.La Eucaristía contiene en sí esta novedad radical,que se nos propone de nuevo en cada celebra-ción.[19]

Institución de la Eucaristía

10. De este modo llegamos a reflexionar sobrela institución de la Eucaristía en la última Cena.Sucedió en el contexto de una cena ritual con laque se conmemoraba el acontecimiento funda-mental del pueblo de Israel: la liberación de laesclavitud de Egipto. Esta cena ritual, relaciona-da con la inmolación de los corderos (Ex 12,1-28.43-51), era conmemoración del pasado, pero,al mismo tiempo, también memoria profética, esdecir, anuncio de una liberación futura. En efecto,el pueblo había experimentado que aquella libe-ración no había sido definitiva, puesto que suhistoria estaba todavía demasiado marcada por laesclavitud y el pecado. El memorial de la antigualiberación se abría así a la súplica y a la esperanzade una salvación más profunda, radical, universaly definitiva. Éste es el contexto en el cual Jesúsintroduce la novedad de su don. En la oración dealabanza, la Berakah, da gracias al Padre no sólopor los grandes acontecimientos de la historiapasada, sino también por la propia «exaltación».Al instituir el sacramento de la Eucaristía, Jesúsanticipa e implica el Sacrificio de la cruz y lavictoria de la resurrección. Al mismo tiempo, serevela como el verdadero cordero inmolado, pre-visto en el designio del Padre desde la fundacióndel mundo, como se lee en la primera Carta deSan Pedro (cf. 1,18-20). Situando en este contex-to su don, Jesús manifiesta el sentido salvador de

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su muerte y resurrección, misterio que se con-vierte en el factor renovador de la historia y detodo el cosmos. En efecto, la institución de laEucaristía muestra cómo aquella muerte, de porsí violenta y absurda, se ha transformado enJesús en un supremo acto de amor y de liberacióndefinitiva del mal para la humanidad.

Figura transit in veritatem

11. De este modo Jesús inserta su novumradical dentro de la antigua cena sacrificial ju-día. Para nosotros los cristianos, ya no es nece-sario repetir aquella cena. Como dicen con pre-cisión los Padres, figura transit in veritatem: loque anunciaba realidades futuras, ahora ha dadopaso a la verdad misma. El antiguo rito ya se hacumplido y ha sido superado definitivamentepor el don de amor del Hijo de Dios encarnado.El alimento de la verdad, Cristo inmolado pornosotros, dat... figuris terminum.[20] Con el man-dato «Haced esto en conmemoración mía» (cf.Lc 22,19; 1 Co 11,25), nos pide corresponder a sudon y representarlo sacramentalmente. Por tan-to, el Señor expresa con estas palabras, pordecirlo así, la esperanza de que su Iglesia, nacidade su sacrificio, acoja este don, desarrollandobajo la guía del Espíritu Santo la forma litúrgicadel Sacramento. En efecto, el memorial de sutotal entrega no consiste en la simple repeticiónde la última Cena, sino propiamente en la Euca-ristía, es decir, en la novedad radical del cultocristiano. Jesús nos ha encomendado así la tareade participar en su «hora». «La Eucaristía nosadentra en el acto oblativo de Jesús. No recibimossolamente de modo pasivo el Logos, sino que nosimplicamos en la dinámica de su entrega».[21]) Él«nos atrae hacia sí».[22] La conversión sustancialdel pan y del vino en su cuerpo y en su sangreintroduce en la creación el principio de un cambioradical, como una forma de «fisión nuclear», porusar una imagen bien conocida hoy por nosotros,que se produce en lo más íntimo del ser; uncambio destinado a suscitar un proceso de trans-formación de la realidad, cuyo término últimoserá la transfiguración del mundo entero, el mo-mento en que Dios será todo para todos (cf. 1 Co15,28).

El Espíritu Santo y la Eucaristía

Jesús y el Espíritu SantoJesús y el Espíritu SantoJesús y el Espíritu SantoJesús y el Espíritu SantoJesús y el Espíritu Santo

12. Con su palabra, y con el pan y el vino, elSeñor mismo nos ha ofrecido los elementos esen-ciales del culto nuevo. La Iglesia, su Esposa, estállamada a celebrar día tras día el banqueteeucarístico en conmemoración suya. Introduce asíel sacrificio redentor de su Esposo en la historia delos hombres y lo hace presente sacramentalmenteen todas las culturas. Este gran misterio se celebraen las formas litúrgicas que la Iglesia, guiada porel Espíritu Santo, desarrolla en el tiempo y en losdiversos lugares.[23] A este propósito es necesariodespertar en nosotros la conciencia del papel deci-sivo que desempeña el Espíritu Santo en el desa-rrollo de la forma litúrgica y en la profundizaciónde los divinos misterios. El Paráclito, primer donpara los creyentes,[24] que actúa ya en la creación(cf. Gn 1,2), está plenamente presente en toda lavida del Verbo encarnado; en efecto, Jesucristo fueconcebido por la Virgen María por obra del Espí-ritu Santo (cf. Mt 1,18; Lc 1,35); al comienzo de sumisión pública, a orillas del Jordán, lo ve bajarsobre sí en forma de paloma (cf. Mt 3,16 y par.); eneste mismo Espíritu actúa, habla y se llena de gozo(cf. Lc 10,21), y por Él se ofrece a sí mismo (cf. Hb9,14). En los llamados «discursos de despedida»recopilados por Juan, Jesús establece una clararelación entre el don de su vida en el misteriopascual y el don del Espíritu a los suyos (cf. Jn16,7). Una vez resucitado, llevando en su carne lasseñales de la pasión, Él infunde el Espíritu (cf. Jn20,22), haciendo a los suyos partícipes de su propiamisión (cf. Jn 20,21). Será el Espíritu quien enseñedespués a los discípulos todas las cosas y lesrecuerde todo lo que Cristo ha dicho (cf. Jn 14,26),porque corresponde a Él, como Espíritu de laverdad (cf. Jn 15,26), guiarlos hasta la verdadcompleta (cf. Jn 16,13). En el relato de los Hechos,el Espíritu desciende sobre los Apóstoles reunidosen oración con María el día de Pentecostés (cf. 2,1-4), y los anima a la misión de anunciar a todos lospueblos la buena noticia. Por tanto, Cristo mismo,en virtud de la acción del Espíritu, está presente yoperante en su Iglesia, desde su centro vital que esla Eucaristía.

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Espíritu Santo y Celebración eucarística

13. En este horizonte se comprende el papeldecisivo del Espíritu Santo en la Celebracióneucarística y, en particular, en lo que se refiere ala transustanciación. Todo ello está bien docu-mentado en los Padres de la Iglesia. San Cirilo deJerusalén, en sus Catequesis, recuerda que noso-tros «invocamos a Dios misericordioso para quemande su Santo Espíritu sobre las ofrendas queestán ante nosotros, para que Él transforme el panen cuerpo de Cristo y el vino en sangre de Cristo.Lo que toca el Espíritu Santo es santificado ytransformado totalmente».[25] También san JuanCrisóstomo hace notar que el sacerdote invoca elEspíritu Santo cuando celebra el Sacrificio[26]:como Elías —dice—, el ministro invoca el Espí-ritu Santo para que, «descendiendo la graciasobre la víctima, se enciendan por ella las almasde todos».[27] Es muy necesario para la vida espi-ritual de los fieles que tomen conciencia másclaramente de la riqueza de la anáfora: junto conlas palabras pronunciadas por Cristo en la últimaCena, contiene la epíclesis, como invocación alPadre para que haga descender el don del Espíritua fin de que el pan y el vino se conviertan en elcuerpo y la sangre de Jesucristo, y para que «todala comunidad sea cada vez más cuerpo de Cris-to».[28] El Espíritu, que invoca el celebrante sobrelos dones del pan y el vino puestos sobre el altar,es el mismo que reúne a los fieles «en un sólocuerpo», haciendo de ellos una oferta espiritualagradable al Padre.[29]

Eucaristía e Iglesia

Eucaristía, principio causal de la IglesiaEucaristía, principio causal de la IglesiaEucaristía, principio causal de la IglesiaEucaristía, principio causal de la IglesiaEucaristía, principio causal de la Iglesia

14. Por el Sacramento eucarístico Jesús in-corpora a los fieles a su propia «hora»; de estemodo nos muestra la unión que ha queridoestablecer entre Él y nosotros, entre su personay la Iglesia. En efecto, Cristo mismo, en elsacrificio de la cruz, ha engendrado a la Iglesiacomo su esposa y su cuerpo. Los Padres de laIglesia han meditado mucho sobre la relaciónentre el origen de Eva del costado de Adánmientras dormía (cf. Gn 2,21-23) y de la nueva

Eva, la Iglesia, del costado abierto de Cristo,sumido en el sueño de la muerte: del costadotraspasado, dice Juan, salió sangre y agua (cf.Jn 19,34), símbolo de los sacramentos.[30] Elcontemplar «al que atravesaron» (Jn 19,37) noslleva a considerar la unión causal entre el sacri-ficio de Cristo, la Eucaristía y la Iglesia. Enefecto, la Iglesia «vive de la Eucaristía».[31] Yaque en ella se hace presente el sacrificio reden-tor de Cristo, se tiene que reconocer ante todoque «hay un influjo causal de la Eucaristía enlos orígenes mismos de la Iglesia».[32] La Euca-ristía es Cristo que se nos entrega, edificándo-nos continuamente como su cuerpo. Por tanto,en la sugestiva correlación entre la Eucaristíaque edifica la Iglesia y la Iglesia que hace a suvez la Eucaristía,[33] la primera afirmación ex-presa la causa primaria: la Iglesia puede cele-brar y adorar el misterio de Cristo presente enla Eucaristía precisamente porque el mismoCristo se ha entregado antes a ella en el sacri-ficio de la Cruz. La posibilidad que tiene laIglesia de «hacer» la Eucaristía tiene su raíz enla donación que Cristo le ha hecho de sí mismo.Descubrimos también aquí un aspecto elocuen-te de la fórmula de san Juan: «Él nos ha amadoprimero» (1Jn 4,19). Así, también nosotrosconfesamos en cada celebración la primacíadel don de Cristo. En definitiva, el influjocausal de la Eucaristía en el origen de la Iglesiarevela la precedencia no sólo cronológica sinotambién ontológica del habernos «amado pri-mero». Él es eternamente quien nos ama prime-ro.

Eucaristía y comunión eclesial

15. La Eucaristía es, pues, constitutiva del sery del actuar de la Iglesia. Por eso la antigüedadcristiana designó con las mismas palabras Cor-pus Christiel Cuerpo nacido de la Virgen María,el Cuerpo eucarístico y el Cuerpo eclesial deCristo.[34] Este dato, muy presente en la tradición,ayuda a aumentar en nosotros la conciencia deque no se puede separar a Cristo de la Iglesia. ElSeñor Jesús, ofreciéndose a sí mismo en sacrifi-cio por nosotros, ha preanunciado eficazmente en

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su donación el misterio de la Iglesia. Es significa-tivo que en la segunda plegaria eucarística, alinvocar al Paráclito, se formule de este modo laoración por la unidad de la Iglesia: «que el Espí-ritu Santo congregue en la unidad a cuantosparticipamos del Cuerpo y Sangre de Cristo».Este pasaje permite comprender bien que la resdel Sacramento eucarístico incluye la unidad delos fieles en la comunión eclesial. La Eucaristíase muestra así en las raíces de la Iglesia comomisterio de comunión.[35]

Ya en su Encíclica Ecclesia de Eucharistia, elsiervo de Dios Juan Pablo II llamó la atenciónsobre la relación entre Eucaristía y communio.Se refirió al memorial de Cristo como la «supre-ma manifestación sacramental de la comuniónen la Iglesia».[36] La unidad de la comunióneclesial se revela concretamente en las comuni-dades cristianas y se renueva en el acto eucarísticoque las une y las diferencia en Iglesias particu-lares, «in quibus et ex quibus una et unica Ecclesiacatholica exsistit».[37] Precisamente la realidadde la única Eucaristía que se celebra en cadadiócesis en torno al propio Obispo nos permitecomprender cómo las mismas Iglesias particu-lares subsisten in y ex Ecclesia. En efecto, «launicidad e indivisibilidad del Cuerpo eucarísticodel Señor implica la unicidad de su Cuerpomístico, que es la Iglesia una e indivisible. Des-de el centro eucarístico surge la necesaria aper-tura de cada comunidad celebrante, de cadaIglesia particular: del dejarse atraer por los bra-zos abiertos del Señor se sigue la inserción en suCuerpo, único e indiviso».[38] Por este motivo, enla celebración de la Eucaristía cada fiel se en-cuentra en su Iglesia, es decir, en la Iglesia deCristo. En esta perspectiva eucarística, com-prendida adecuadamente, la comunión eclesialse revela una realidad por su propia naturalezacatólica.[39] Subrayar esta raíz eucarística de lacomunión eclesial puede contribuir también efi-cazmente al diálogo ecuménico con las Iglesiasy con las Comunidades eclesiales que no estánen plena comunión con la Sede de Pedro. Enefecto, la Eucaristía establece objetivamente unfuerte vínculo de unidad entre la Iglesia católicay las Iglesias ortodoxas que han conservado la

auténtica e íntegra naturaleza del misterio de laEucaristía. Al mismo tiempo, el relieve dado alcarácter eclesial de la Eucaristía puede conver-tirse también en elemento privilegiado en eldiálogo con las Comunidades nacidas de la Re-forma.[40]

Eucaristía y sacramentos

Sacramentalidad de la IglesiaSacramentalidad de la IglesiaSacramentalidad de la IglesiaSacramentalidad de la IglesiaSacramentalidad de la Iglesia

16. El Concilio Vaticano II ha recordado que«los demás sacramentos, como también todos losministerios eclesiales y las obras de apostolado,están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. Lasagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo elbien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mis-mo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vidaa los hombres por medio del Espíritu Santo. Así,los hombres son invitados y llevados a ofrecersea sí mismos, sus trabajos y todas las cosas creadasjunto con Cristo».[41] Esta relación íntima de laEucaristía con los otros sacramentos y con laexistencia cristiana se comprende en su raíz cuan-do se contempla el misterio de la Iglesia comosacramento.[42] A este propósito, el Concilio Va-ticano II afirma que «La Iglesia es en Cristo comoun sacramento o signo e instrumento de la unióníntima con Dios y de la unidad de todo el génerohumano».[43] Ella, como dice san Cipriano, encuanto «pueblo convocado por el unidad delPadre, del Hijo y del Espíritu Santo»,[44] es sacra-mento de la comunión trinitaria.

El hecho de que la Iglesia sea « sacramentouniversal de salvación»[45] muestra cómo la «economía » sacramental determina en últimotérmino el modo cómo Cristo, único Salvador,mediante el Espíritu llega a nuestra existencia ensus circunstancias específicas. La Iglesia se reci-be y al mismo tiempo se expresa en los sietesacramentos, mediante los cuales la gracia deDios influye concretamente en los fieles para quetoda su vida, redimida por Cristo, se convierta enculto agradable a Dios. En esta perspectiva, deseosubrayar aquí algunos elementos, señalados porlos Padres sinodales, que pueden ayudar a com-prender la relación de todos los sacramentos conel misterio eucarístico.

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I. EUCARISTÍAE INICIACIÓN CRISTIANA

Eucaristía, plenitud de la iniciación cristianaEucaristía, plenitud de la iniciación cristianaEucaristía, plenitud de la iniciación cristianaEucaristía, plenitud de la iniciación cristianaEucaristía, plenitud de la iniciación cristiana

17. Puesto que la Eucaristía es verdaderamen-te fuente y culmen de la vida y de lamisión de la Iglesia, el camino deiniciación cristiana tiene como pun-to de referencia la posibilidad deacceder a este sacramento. A esterespecto, como han dicho los Pa-dres sinodales, hemos de pregun-tarnos si en nuestras comunidadescristianas se percibe de manera su-ficiente el estrecho vínculo que hayentre el Bautismo, la Confirmacióny la Eucaristía.[46] En efecto, nuncadebemos olvidar que somos bauti-zados y confirmados en orden a la Eucaristía.Esto requiere el esfuerzo de favorecer en la ac-ción pastoral una comprensión más unitaria delproceso de iniciación cristiana. El sacramento delBautismo, mediante el cual nos conformamoscon Cristo,[47] nos incorporamos a la Iglesia y nosconvertimos en hijos de Dios, es la puerta paratodos los sacramentos. Con él se nos integra en elúnico Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12,13), pueblosacerdotal. Sin embargo, la participación en elSacrificio eucarístico perfecciona en nosotros loque nos ha sido dado en el Bautismo. Los donesdel Espíritu se dan también para la edificación delCuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12) y para un mayortestimonio evangélico en el mundo.[48] Así pues,la santísima Eucaristía lleva la iniciación cristia-na a su plenitud y es como el centro y el fin de todala vida sacramental.[49]

Orden de los sacramentos de la iniciación

18. A este respeto es necesario prestar aten-ción al tema del orden de los Sacramentos de lainiciación. En la Iglesia hay tradiciones diferen-tes. Esta diversidad se manifiesta claramente enlas costumbres eclesiales de Oriente,[50] y en lamisma praxis occidental por lo que se refiere a lainiciación de los adultos,[51] a diferencia de la delos niños.[52] Sin embargo, no se trata propiamente

de diferencias de orden dogmático, sino de carác-ter pastoral. Concretamente, es necesario verifi-car qué praxis puede efectivamente ayudar mejora los fieles a poner de relieve el sacramento de laEucaristía como aquello a lo que tiende toda lainiciación. En estrecha colaboración con los com-

petentes Dicasterios de la Curia Ro-mana, las Conferencias Episcopaleshan de verificar la eficacia de losactuales procesos de iniciación, paraayudar cada vez más al cristiano amadurar con la acción educadora denuestras comunidades, y llegue a asu-mir en su vida una improntaauténticamente eucarística, que lehaga capaz de dar razón de la propiaesperanza de modo adecuado en nues-tra época (cf. 1 P 3,15).

Iniciación, comunidad eclesial y familia

19. Se ha de tener siempre presente que toda lainiciación cristiana es un camino de conversión,que se debe recorrer con la ayuda de Dios y enconstante referencia a la comunidad eclesial, yasea cuando es el adulto mismo quien solicitaentrar en la Iglesia, como ocurre en los lugares deprimera evangelización y en muchas zonassecularizadas, o bien cuando son los padres losque piden los Sacramentos para sus hijos. A esterespecto, deseo llamar la atención de modo espe-cial sobre la relación que hay entre iniciacióncristiana y familia. En la acción pastoral se tieneque asociar siempre la familia cristiana al itinera-rio de iniciación. Recibir el Bautismo, la Confir-mación y acercarse por primera vez a la Eucaris-tía, son momentos decisivos no sólo para la per-sona que los recibe sino también para toda lafamilia, la cual ha de ser ayudada en su tareaeducativa por la comunidad eclesial, con la parti-cipación de sus diversos miembros.[53] Quisierasubrayar aquí la importancia de la primera Comu-nión. Para tantos fieles este día queda grabado enla memoria con razón como el primer momentoen que, aunque de modo todavía inicial, se perci-be la importancia del encuentro personal conJesús. La pastoral parroquial debe valorar ade-cuadamente esta ocasión tan significativa.

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II. EUCARISTÍA Y SACRAMENTODE LA RECONCILIACIÓN

Su relación intrínseca

20. Los Padres sinodales han afirmado que elamor a la Eucaristía lleva también a apreciar cadavez más el sacramento de la Reconciliación.[54]

Debido a la relación entre estos sacramentos, unaauténtica catequesis sobre el sen-tido de la Eucaristía no puedesepararse de la propuesta de uncamino penitencial (cf. 1 Co11,27-29). Efectivamente, comose constata en la actualidad, losfieles se encuentran inmersos enuna cultura que tiende a borrar elsentido del pecado,[55] favorecien-do una actitud superficial quelleva a olvidar la necesidad deestar en gracia de Dios para acer-carse dignamente a la comuniónsacramental.[56] En realidad, per-der la conciencia de pecado com-porta siempre también una ciertasuperficialidad en la forma decomprender el amor mismo de Dios. Ayuda mu-cho a los fieles recordar aquellos elementos que,dentro del rito de la santa Misa, expresan laconciencia del propio pecado y al mismo tiempola misericordia de Dios.[57] Además, la relaciónentre la Eucaristía y la Reconciliación nos recuer-da que el pecado nunca es algo exclusivamenteindividual; siempre comporta también una heridapara la comunión eclesial, en la que estamosinsertados por el Bautismo. Por esto la Reconci-liación, como dijeron los Padres de la Iglesia, eslaboriosus quidam baptismus,[58] subrayando deesta manera que el resultado del camino de con-versión supone el restablecimiento de la plenacomunión eclesial, expresada al acercarse denuevo a la Eucaristía.[59]

Algunas observaciones pastorales

21. El Sínodo ha recordado que es cometidopastoral del Obispo promover en su propia dióce-

sis una firme recuperación de la pedagogía de laconversión que nace de la Eucaristía, y fomentarentre los fieles la confesión frecuente. Todos lossacerdotes deben dedicarse con generosidad,empeño y competencia a la administración delsacramento de la Reconciliación.[60] A este pro-pósito se debe procurar que los confesionarios denuestras iglesias estén bien visibles y sean expre-sión del significado de este Sacramento. Pido alos Pastores que vigilen atentamente sobre la

celebración del sacramento dela Reconciliación, limitandola praxis de la absolución ge-neral exclusivamente a loscasos previstos,[61] siendo lacelebración personal la únicaforma ordinaria.[62] Frente a lanecesidad de redescubrir elperdón sacramental, debe ha-ber siempre un Penitenciario[63] en todas las diócesis. Enfin, una praxis equilibrada yprofunda de la indulgencia,obtenida para sí o para losdifuntos, puede ser una ayudaválida para una nueva toma deconciencia de la relación en-

tre Eucaristía y Reconciliación. Con la indulgen-cia se gana «la remisión ante Dios de la penatemporal por los pecados, ya perdonados en loreferente a la culpa».[64] El recurso a las indulgen-cias nos ayuda a comprender que sólo con nues-tras fuerzas no podremos reparar el mal realizadoy que los pecados de cada uno dañan a toda lacomunidad; por otra parte, la práctica de la indul-gencia, implicando, además de la doctrina de losméritos infinitos de Cristo, la de la comunión delos santos, enseña «la íntima unión con que esta-mos vinculados a Cristo, y la gran importanciaque tiene para los demás la vida sobrenatural decada uno».[65] Esta práctica de la indulgenciapuede ayudar eficazmente a los fieles en el cami-no de conversión y a descubrir el carácter centralde la Eucaristía en la vida cristiana, ya que lascondiciones que prevé su misma forma incluye elacercarse a la confesión y a la comuniónsacramental.

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III. EUCARISTÍAY UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

22. Jesús no ha enviado solamente a sus discí-pulos a curar a los enfermos (cf. Mt 10,8; Lc 9,2;10,9), sino queha instituidotambién paraellos un sacra-mento específi-co: la Unción delos enfermos.[66]

La Carta de San-tiago atestiguaya la existenciade este gestosacramental enla primera co-munidad cristia-na (cf. 5,14-16).Si la Eucaristía muestra cómo los sufrimientos yla muerte de Cristo se han transformado en amor,la Unción de los enfermos, por su parte,asocia al que sufre al ofrecimiento que Cris-to ha hecho de sí para la salvación de todos,de tal manera que él también pueda, en elmisterio de la comunión de los santos, par-ticipar en la redención del mundo. La rela-ción entre estos sacramentos se manifiesta,además, en el momento en que se agrava laenfermedad: «A los que van a dejar estavida, la Iglesia ofrece, además de la Unciónde los enfermos, la Eucaristía como viáti-co».[67] En el momento de pasar al Padre, lacomunión con el Cuerpo y la Sangre deCristo se manifiesta como semilla de vidaeterna y potencia de resurrección: «El quecome mi carne y bebe mi sangre tiene vidaeterna, y yo lo resucitaré en el último día»(Jn 6,54). Puesto que el santo Viático abre alenfermo la plenitud del misterio pascual, es nece-sario asegurarle su recepción.[68] La atención y elcuidado pastoral de los enfermos redunda sinduda en beneficio espiritual de toda la comuni-dad, sabiendo que lo que hayamos hecho al máspequeño se lo hemos hecho a Jesús mismo (cf. Mt25,40).

IV. EUCARISTÍAY SACRAMENTO DEL ORDEN

In persona Christi capitis

23. La relación intrínseca entre Eucaristía ysacramento del Orden se desprende de las mis-mas palabras de Jesús en el Cenáculo: «hacedesto en conmemoración mía» (Lc 22,19). Enefecto, la víspera de su muerte, Jesús instituyó laEucaristía y fundó al mismo tiempo el sacerdociode la nueva Alianza. Él es sacerdote, víctima yaltar: mediador entre Dios Padre y el pueblo (cf.Hb 5,5-10), víctima de expiación (cf. 1 Jn 2,2;4,10) que se ofrece a sí mismo en el altar de lacruz. Nadie puede decir «esto es mi cuerpo» y«éste es el cáliz de mi sangre» si no es en elnombre y en la persona de Cristo, único sumosacerdote de la nueva y eterna Alianza (cf. Hb 8-9). El Sínodo de los Obispos en otras asambleastrató ya el tema del sacerdocio ordenado, tantopor lo que se refiere a la identidad del ministe-

rio[69] como a la for-mación de los candi-datos.[70] Ahora, a laluz del diálogo tenidoen la última Asam-blea sinodal, creooportuno recordar al-gunos valores sobrela relación entre laEucaristía y el Orden.Ante todo, se ha dereafirmar que el vín-culo entre el Ordensagrado y la Eucaris-tía se hace visible pre-cisamente en la Misa

presidida por el Obispo o el presbítero en lapersona de Cristo como cabeza.

La doctrina de la Iglesia considera la ordena-ción sacerdotal condición imprescindible para lacelebración válida de la Eucaristía.[71] En efecto,«en el servicio eclesial del ministerio ordenado esCristo mismo quien está presente en su Iglesiacomo Cabeza de su cuerpo, Pastor de su rebaño,

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sumo sacerdote del sacrificio redentor».[72] Cier-tamente, el ministro ordenado «actúa también ennombre de toda la Iglesia cuando presenta a Diosla oración de la Iglesia y sobre todo cuando ofreceel sacrificio eucarístico».[73] Es necesario, portanto, que los sacerdotes sean conscientes de quenunca deben ponerse ellos mismos o sus opinio-nes en el primer plano de su ministerio, sino aJesucristo. Todo intento de ponerse a sí mismoscomo protagonistas de la acción litúrgica contra-dice la identidad sacerdotal. Antes que nada, elsacerdote es servidor y tiene que esforzarse con-tinuamente en ser signo que, como dócil instru-mento en sus manos, se refiere a Cristo. Esto seexpresa particularmente en la humildad con laque el sacerdote dirige la acción litúrgica, obede-ciendo y correspondiendo con el corazón y lamente al rito, evitando todo lo que pueda darprecisamente la sensación de un protagonismoinoportuno. Recomiendo, por tanto, al clero pro-fundizar siempre en la conciencia del propioministerio eucarístico como un humilde servicioa Cristo y a su Iglesia. El sacerdocio, como decíasan Agustín, es amoris officium,[74] es el oficio delbuen pastor, que da la vida por las ovejas (cf. Jn10,14-15).

Eucaristía y celibato sacerdotal

24. Los Padres sinodales han querido subrayarque el sacerdocio ministerial requiere, mediantela Ordenación, la plena configuración con Cristo.Respetando la praxis y las tradiciones orientalesdiferentes, es necesario reafirmar el sentido pro-fundo del celibato sacerdotal, considerado justa-mente como una riqueza inestimable y confirma-do por la praxis oriental de elegir como obispossólo entre los que viven el celibato, y que tiene engran estima la opción por el celibato que hacennumerosos presbíteros. En efecto, esta opción delsacerdote es una expresión peculiar de la entregaque lo conforma con Cristo y de la entrega exclu-siva de sí mismo por el Reino de Dios.[75] El hechode que Cristo mismo, sacerdote para siempre,viviera su misión hasta el sacrificio de la cruz enestado de virginidad es el punto de referenciaseguro para entender el sentido de la tradición dela Iglesia latina a este respecto. Así pues, no basta

con comprender el celibato sacerdotal en térmi-nos meramente funcionales. En realidad, repre-senta una especial conformación con el estilo devida del propio Cristo. Dicha opción es ante todoesponsal; es una identificación con el corazón deCristo Esposo que da la vida por su Esposa. Juntocon la gran tradición eclesial, con el ConcilioVaticano II[76] y con los Sumos Pontífices prede-cesores míos,[77] reafirmo la belleza y la impor-tancia de una vida sacerdotal vivida en el celiba-to, como signo que expresa la dedicación total yexclusiva a Cristo, a la Iglesia y al Reino de Dios,y confirmo por tanto su carácter obligatorio parala tradición latina. El celibato sacerdotal, vividocon madurez, alegría y dedicación, es una grandí-sima bendición para la Iglesia y para la sociedadmisma.

Escasez de clero y pastoral vocacional

25. A propósito del vínculo entre el sacramen-to del Orden y la Eucaristía, el Sínodo se hadetenido sobre la preocupación que ocasiona enmuchas diócesis la escasez de sacerdotes. Estoocurre no sólo en algunas zonas de primera evan-gelización, sino también en muchos países delarga tradición cristiana. Ciertamente, una distri-bución del clero más ecuánime favorecería lasolución del problema. Es preciso, además, hacerun trabajo de sensibilización capilar. Los Obis-pos han de implicar a los Institutos de Vidaconsagrada y a las nuevas realidades eclesiales enlas necesidades pastorales, respetando su propiocarisma, y pidan a todos los miembros del clerouna mayor disponibilidad para servir a la Iglesiaallí dónde sea necesario, aunque comporte sacri-ficio.[78] En el Sínodo se ha discutido tambiénsobre las iniciativas pastorales que se han deemprender para favorecer, sobre todo en los jóve-nes, la apertura interior a la vocación sacerdotal.Esta situación no se puede solucionar con simplesmedidas pragmáticas. Se ha de evitar que losObispos, movidos por comprensibles preocupa-ciones por la falta de clero, omitan un adecuadodiscernimiento vocacional y admitan a la forma-ción específica, y a la ordenación, candidatos sinlos requisitos necesarios para el servicio sacerdo-tal.[79] Un clero no suficientemente formado, ad-

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mitido a la ordenación sin el debido discerni-miento, difícilmente podrá ofrecer un testimonioadecuado para suscitar en otros el deseo de co-rresponder con generosidad a la llamada de Cris-to. La pastoral vocacional, en realidad, tiene queimplicar a toda la comunidad cristiana en todossus ámbitos.[80] Obviamente, en este trabajo pas-toral capilar se incluye también la acción desensibilización de las familias, a menudo indife-rentes si no contrarias incluso a la hipótesis de lavocación sacerdotal. Que se abran con generosi-dad al don de la vida y eduquen a los hijos a serdisponibles ante la voluntad de Dios. En síntesis,hace falta sobre todo tener la valentía de proponera los jóvenes la radicalidad del seguimiento deCristo, mostrando su atractivo.

Gratitud y esperanza

26. Es necesario tener mayor fe y esperanza enla iniciativa divina. Aunque en algunas regioneshaya escasez de clero, nunca debe faltar la con-fianza de que Cristo sigue suscitando hombresque, dejando cualquier otra ocupación, se dedi-quen totalmente a la celebración de los sagradosmisterios, a la predicación del Evangelio y alministerio pastoral. Deseo aprovechar esta oca-sión para dar las gracias, en nombre de la Iglesiaentera, a todos los Obispos y presbíteros quedesempeñan fielmente su propia misión con de-dicación y entrega. Naturalmente, el agradeci-miento de la Iglesia es también para los diáconos,a los cuales se les impone las manos «no para elsacerdocio sino para el servicio».[81] Como harecomendado la Asamblea del Sínodo, expresoun agradecimiento especial a los presbíteros fideidonum, que con competencia y generosa dedica-ción, sin escatimar energías en el servicio a lamisión de la Iglesia, edifican la comunidad anun-ciando la Palabra de Dios y partiendo el Pan deVida.[82] En fin, hay que dar gracias a Dios portantos sacerdotes que han sufrido hasta el sacrifi-cio de la propia vida por servir a Cristo. En ellosse ve de manera elocuente lo que significa sersacerdote hasta el fondo. Se trata de testimoniosconmovedores que pueden inspirar a tantos jóve-nes a seguir a Cristo y a dar su vida por los demás,encontrando así la vida verdadera.

V. EUCARISTÍA Y MATRIMONIO

Eucaristía, sacramento esponsal

27. La Eucaristía, sacramento de la caridad,muestra una particular relación con el amor entreel hombre y la mujer unidos en matrimonio.Profundizar en esta relación es una necesidadpropia de nuestro tiempo.[83] El Papa Juan Pablo IIha tenido muchas veces ocasión de afirmar elcarácter esponsal de la Eucaristía y su peculiarrelación con el sacramento del Matrimonio: «LaEucaristía es el sacramento de nuestra redención.Es el sacramento del Esposo, de la Esposa».[84]

Por otra parte,«toda la vidacristiana estámarcada por elamor esponsalde Cristo y dela Iglesia. Yael Bautismo,entrada en elPueblo deDios, es unmisterio nup-cial. Es, por asídecirlo, comoel baño de bo-das que prece-de al banquete de bodas, la Eucaristía».[85] LaEucaristía corrobora de manera inagotable launidad y el amor indisolubles de cada Matrimo-nio cristiano. En él, por medio del sacramento, elvínculo conyugal se encuentra intrínsecamenteligado a la unidad eucarística entre Cristo esposoy la Iglesia esposa (cf. Ef 5,31-32). El consenti-miento recíproco que marido y mujer se dan enCristo, y que los constituye en comunidad de viday amor, tiene también una dimensión eucarística.En efecto, en la teología paulina, el amor esponsales signo sacramental del amor de Cristo a suIglesia, un amor que alcanza su punto culminanteen la Cruz, expresión de sus «nupcias» con lahumanidad y, al mismo tiempo, origen y centrode la Eucaristía. Por eso, la Iglesia manifiesta una

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cercanía espiritual particular a todos los que hanfundado sus familias en el sacramento del Matri-monio.[86] La familia —iglesia doméstica[87]— esun ámbito primario de la vida de la Iglesia,especialmente por el papel decisivo respecto a laeducación cristiana de los hijos.[88] En este con-texto, el Sínodo ha recomendado también desta-car la misión singular de la mujer en la familia yen la sociedad, una misión que debe ser defendi-da, salvaguardada y promovida.[89] Ser esposa ymadre es una realidad imprescindible que nuncadebe ser menospreciada.

Eucaristía y unidad del matrimonio

28. Precisamente a la luz de esta relaciónintrínseca entre matrimonio, familia y Eucaristíase pueden considerar algunos problemaspastorales. El vínculo fiel, indisoluble y exclusi-vo que une a Cristo con la Iglesia, y que tiene suexpresión sacramental en la Eucaristía, se corres-ponde con el dato antropológico originario segúnel cual el hombre debe estar unido de mododefinitivo a una sola mujer y viceversa (cf. Gn2,24; Mt 19,5). En este orden de ideas, el Sínodode los Obispos ha afrontado el tema de la praxispastoral respecto a quien, proviniendo de culturasen que se practica la poligamia, se encuentra conel anuncio del Evangelio. Quienes se hallan endicha situación, y se abren a la fe cristiana, debenser ayudados a integrar su proyecto humano en lanovedad radical de Cristo. En el proceso delcatecumenado, Cristo los asiste en su condiciónespecífica y los llama a la plena verdad del amora través de las renuncias necesarias, en vista de lacomunión eclesial perfecta. La Iglesia los acom-paña con una pastoral llena de comprensión ytambién de firmeza,[90] sobre todo enseñándolesla luz de los misterios cristianos que se refleja enla naturaleza y los afectos humanos.

Eucaristía e indisolubilidad del matrimonio

29. Puesto que la Eucaristía expresa el amorirreversible de Dios en Cristo por su Iglesia, seentiende por qué ella requiere, en relación con elsacramento del Matrimonio, esa indisolubilidada la que aspira todo verdadero amor.[91] Por tanto,

es más que justificada la atención pastoral que elSínodo ha dedicado a las situaciones dolorosas enque se encuentran bastantes fieles que, despuésde haber celebrado el sacramento del Matrimo-nio, se han divorciado y contraído nuevas nup-cias. Se trata de un problema pastoral difícil ycomplejo, una verdadera plaga en el contextosocial actual, que afecta de manera crecienteincluso a los ambientes católicos. Los Pastores,por amor a la verdad, están obligados a discernirbien las diversas situaciones, para ayudar espiri-tualmente de modo adecuado a los fieles implica-dos.[92] El Sínodo de los Obispos ha confirmado lapraxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escri-tura (cf. Mc 10,2-12), de no admitir a los sacra-mentos a los divorciados casados de nuevo, por-que su estado y su condición de vida contradicenobjetivamente esa unión de amor entre Cristo y laIglesia que se significa y se actualiza en la Euca-ristía. Sin embargo, los divorciados vueltos acasar, a pesar de su situación, siguen pertenecien-do a la Iglesia, que los sigue con especial aten-ción, con el deseo de que, dentro de lo posible,cultiven un estilo de vida cristiano mediante laparticipación en la santa Misa, aunque sin comul-gar, la escucha de la Palabra de Dios, la Adora-ción eucarística, la oración, la participación en lavida comunitaria, el diálogo con un sacerdote deconfianza o un director espiritual, la entrega aobras de caridad, de penitencia, y la tarea educa-tiva de los hijos.

Donde existan dudas legítimas sobre la vali-dez del Matrimonio sacramental contraído, sedebe hacer lo que sea necesario para averiguar sufundamento. Es preciso también asegurar, conpleno respeto del derecho canónico,[93] que hayatribunales eclesiásticos en el territorio, su carác-ter pastoral, así como su correcta y pronta actua-ción.[94] En cada diócesis ha de haber un númerosuficiente de personas preparadas para el adecua-do funcionamiento de los tribunales eclesiásti-cos. Recuerdo que «es una obligación grave hacerque la actividad institucional de la Iglesia en lostribunales sea cada vez más cercana a los fie-les».[95] Sin embargo, se ha de evitar que la pre-ocupación pastoral sea interpretada como unacontraposición con el derecho. Más bien se debe

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partir del presupuesto de que el amor por laverdad es el punto de encuentro fundamentalentre el derecho y la pastoral: en efecto, la verdadnunca es abstracta, sino que «se integra en elitinerario humano y cristiano de cada fiel».[96] Poresto, cuando no se reconoce la nulidad del vínculomatrimonial y se dan las condiciones objetivasque hacen la convivencia irreversible de hecho, laIglesia anima a estos fieles a esforzarse en vivir surelación según las exigencias de la ley de Dios,como amigos, como hermano y hermana; asípodrán acercarse a la mesa eucarística, según lasdisposiciones previstas por la praxis eclesial.Para que semejante camino sea posible y produz-ca frutos, debe contar con la ayuda de los pastoresy con iniciativas eclesiales apropiadas, evitandoen todo caso la bendición de estas relaciones, paraque no surjan confusiones entre los fieles sobredel valor del matrimonio.[97]

Debido a la complejidad del contexto culturalen que vive la Iglesia en muchos países, el Sínodorecomienda tener el máximo cuidado pastoral enla formación de los novios y en la verificaciónprevia de sus convicciones sobre los compromi-sos irrenunciables para la validez del sacramentodel Matrimonio. Un discernimiento serio sobreeste punto podrá evitar que los dos jóvenes, mo-vidos por impulsos emotivos o razones superfi-ciales, asuman responsabilidades que luego nosabrían respetar.[98] El bien que la Iglesia y toda lasociedad esperan del Matrimonio, y de la familiafundada sobre él, es demasiado grande como parano ocuparse a fondo de este ámbito pastoralespecífico. Matrimonio y familia son institucio-nes que deben ser promovidas y protegidas decualquier equívoco posible sobre su auténticaverdad, porque el daño que se les hace provoca dehecho una herida a la convivencia humana comotal.

Eucaristía y escatologíaEucaristía: don al hombre en camino

30. Si es cierto que los sacramentos son unarealidad propia de la Iglesia peregrina en el tiem-po[99] hacia la plena manifestación de la victoriade Cristo resucitado, también es igualmente cier-

to que, especialmente en la liturgia eucarística, senos da a pregustar el cumplimiento escatológicohacia el cual se encamina todo hombre y toda lacreación (cf. Rm 8,19 ss.). El hombre ha sidocreado para la felicidad eterna y verdadera, quesólo el amor de Dios puede dar. Pero nuestralibertad herida se perdería si no fuera posible, yadesde ahora, experimentar algo del cumplimien-to futuro. Por otra parte, todo hombre, para podercaminar en la justa dirección, necesita ser orien-tado hacia la meta final. Esta meta última, enrealidad, es el mismo Cristo Señor, vencedor delpecado y la muerte, que se nos hace presente demodo especial en la Celebración eucarística. Deeste modo, aún siendo todavía como «extranjerosy forasteros» (1 P 2,11) en este mundo, participa-mos ya por la fe de la plenitud de la vida resucitada.El banquete eucarístico, revelando su dimensiónfuertemente escatológica, viene en ayuda de nues-tra libertad en camino.

El banquete escatológico

31. Reflexionando sobre este misterio, pode-mos decir que, con su venida, Jesús se ha puestoen relación con la expectativa del pueblo deIsrael, de toda la humanidad y, en el fondo, de lacreación misma. Con el don de sí mismo, hainaugurado objetivamente el tiempo escatológi-co. Cristo ha venido para congregar al Pueblo deDios disperso (cf. Jn 11,52), manifestando clara-mente la intención de reunir la comunidad de laalianza, para llevar a cumplimiento las promesasque Dios hizo a los antiguos padres (cf. Jr 23,3;31,10; Lc 1,55.70). En la llamada de los Doce, quetiene una clara relación con las doce tribus deIsrael, y en el mandato que se les hace en la últimaCena, antes de su Pasión redentora, de celebrar sumemorial, Jesús ha manifestado que quería tras-ladar a toda la comunidad fundada por Él la tareade ser, en la historia, signo e instrumento de esareunión escatológica, iniciada en Él. Así pues, encada Celebración eucarística se realizasacramentalmente la reunión escatológica delPueblo de Dios. El banquete eucarístico es paranosotros anticipación real del banquete final,anunciado por los profetas (cf. Is 25,6-9) y descri-

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to en el Nuevo Testamento como «las bodas delcordero» (Ap 19,7-9), que se ha de celebrar en laalegría de la comunión de los santos.[100]

Oración por los difuntos

32. La Celebración eucarística, en la que anun-ciamos la muerte del Señor, proclamamos suresurrección, en la espera de su venida, es prendade la gloria futura en la que serán glorificadostambién nuestros cuerpos. La esperanza de laresurrección de la carne y la posibilidad de encon-trar de nuevo, cara a cara, a quienes nos hanprecedido en el signo de la fe, se fortalece ennosotros mediante la celebración del Memorialde nuestra salvación. En esta perspectiva, juntocon los Padres sinodales, quisiera recordar atodos los fieles la importancia de la oración desufragio por los difuntos, y en particular la cele-bración de santas Misas por ellos,[101] para que,una vez purificados, lleguen a la visión beatíficade Dios. Al descubrir la dimensión escatológicaque tiene la Eucaristía, celebrada y adorada, senos ayuda en nuestro camino y se nos confortacon la esperanza de la gloria (cf. Rm 5,2; Tt 2,13).

Eucaristía y la Virgen María

33. La relación entre la Eucaristía y cadasacramento, y el significado escatológico de lossantos Misterios, ofrecen en su conjunto el perfilde la vida cristiana, llamada a ser en todo mo-mento culto espiritual, ofrenda de sí mismaagradable a Dios. Y si bien es cierto que todosnosotros estamos todavía en camino hacia elpleno cumplimiento de nuestra esperanza, estono quita que se pueda reconocer ya ahora, congratitud, que todo lo que Dios nos ha dadoencuentra realización perfecta en la VirgenMaría, Madre de Dios y Madre nuestra: su Asun-ción al cielo en cuerpo y alma es para nosotrosun signo de esperanza segura, ya que, comoperegrinos en el tiempo, nos indica la metaescatológica que el sacramento de la Eucaristíanos hace pregustar ya desde ahora.

En María Santísima vemos también perfecta-mente realizado el modo sacramental con queDios, en su iniciativa salvadora, se acerca e impli-

ca a la criatura humana. María de Nazaret, desdela Anunciación a Pentecostés, aparece como lapersona cuya libertad está totalmente disponiblea la voluntad de Dios. Su Inmaculada Concepciónse manifiesta propiamente en la docilidad incon-dicional a la Palabra divina. La fe obediente es laforma que asume su vida en cada instante ante laacción de Dios. Virgen a la escucha, vive en plenasintonía con la voluntad divina; conserva en sucorazón las palabras que le vienen de Dios y,formando con ellas como un mosaico, aprende acomprenderlas más a fondo (cf. Lc 2,19.51).María es la gran creyente que, llena de confianza,se pone en las manos de Dios, abandonándose a suvoluntad.[102] Este misterio se intensifica hasta allegar a la total implicación en la misión redentorade Jesús. Como ha afirmado el Concilio VaticanoII, «la Bienaventurada Virgen avanzó en la pere-grinación de la fe y mantuvo fielmente la unióncon su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad deDios, estuvo de pie (cf. Jn 19,25), sufrió intensa-mente con su Hijo y se unió a su sacrificio concorazón de Madre que, llena de amor, daba suconsentimiento a la inmolación de su Hijo comovíctima. Finalmente, Jesucristo, agonizando en lacruz, la dio como madre al discípulo con estaspalabras: Mujer, ahí tienes a tu hijo».[103] Desde laAnunciación hasta la Cruz, María es aquélla queacoge la Palabra que se hizo carne en ella y queenmudece en el silencio de la muerte. Finalmen-te, ella es quien recibe en sus brazos el cuerpoentregado, ya exánime, de Aquél que de verdadha amado a los suyos «hasta el extremo» (Jn13,1).

Por esto, cada vez que en la Liturgia eucarísticanos acercamos al Cuerpo y Sangre de Cristo, nosdirigimos también a Ella que, adhiriéndose ple-namente al sacrificio de Cristo, lo ha acogido paratoda la Iglesia. Los Padres sinodales han afirma-do que «María inaugura la participación de laIglesia en el sacrificio del Redentor».[104] Ella esla Inmaculada que acoge incondicionalmente eldon de Dios y, de esa manera, se asocia a la obrade la salvación. María de Nazaret, icono de laIglesia naciente, es el modelo de cómo cada unode nosotros está llamado a recibir el don que Jesúshace de sí mismo en la Eucaristía.

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SEGUNDA PARTE

EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRARMISTERIO QUE SE HA DE CELEBRARMISTERIO QUE SE HA DE CELEBRARMISTERIO QUE SE HA DE CELEBRARMISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAR«Os aseguro que no fue Moisés

quien os dio el pan del cielo,sino que es mi Padre el que os da

el verdadero pan del cielo» (Jn 6,32)

Lex orandi y lex credendi

34. El Sínodo de los Obispos ha reflexionadomucho sobre la relación intrínseca entre feeucarística y celebración, poniendo de relieve elnexo entre lex orandi y lex credendi, y subrayan-do la primacía de la acción litúrgica. Es necesariovivir la Eucaristía como misterio de la fe celebra-do auténticamente, teniendo conciencia clara deque «el intellectus fidei está originariamente siem-pre en relación con la acción litúrgica de laIglesia».[105] En este ámbito, la reflexión teológicanunca puede prescindir del orden sacramentalinstituido por Cristo mismo. Por otra parte, laacción litúrgica nunca puede ser consideradagenéricamente, prescindiendo del misterio de lafe. En efecto, la fuente de nuestra fe y de la liturgiaeucarística es el mismo acontecimiento: el donque Cristo ha hecho de sí mismo en el Misteriopascual.

Belleza y liturgia

35. La relación entre el misterio creído ycelebrado se manifiesta de modo peculiar en elvalor teológico y litúrgico de la belleza. Enefecto, la liturgia, como también la Revelacióncristiana, está vinculada intrínsecamente con labelleza: es veritatis splendor. En la liturgia res-plandece el Misterio pascual mediante el cualCristo mismo nos atrae hacia sí y nos llama a lacomunión. En Jesús, como solía decir san Bue-naventura, contemplamos la belleza y el fulgorde los orígenes.[106] Este atributo al que nosreferimos no es mero esteticismo sino el modoen que nos llega, nos fascina y nos cautiva laverdad del amor de Dios en Cristo, haciéndonossalir de nosotros mismos y atrayéndonos asíhacia nuestra verdadera vocación: el amor.[107]

Ya en la creación, Dios se deja entrever en labelleza y la armonía del cosmos (cf. Sb 13,5; Rm

1,19-20). Encontramos después en el AntiguoTestamento grandes signos del esplendor de lapotencia de Dios, que se manifiesta con su gloriaa través de los prodigios hechos en el puebloelegido (cf. Ex 14; 16,10; 24,12-18; Nm 14,20-23). En el Nuevo Testamento se llega definitiva-mente a esta epifanía de belleza en la revelaciónde Dios en Jesucristo.[108] Él es la plena manifes-tación de la gloria divina. En la glorificación delHijo resplandece y se comunica la gloria delPadre (cf. Jn 1,14; 8,54; 12,28; 17,1). Sin embar-go, esta belleza no es una simple armonía deformas; «el más bello de los hombres» (Sal45[44],33) es también, misteriosamente, quienno tiene «aspecto atrayente, despreciado y evita-do por los hombres [...], ante el cual se ocultanlos rostros» (Is 53,2). Jesucristo nos enseñacómo la verdad del amor sabe también transfi-gurar el misterio oscuro de la muerte en la luzradiante de la resurrección. Aquí el resplandorde la gloria de Dios supera toda belleza munda-na. La verdadera belleza es el amor de Dios quese ha revelado definitivamente en el Misteriopascual.

La belleza de la liturgia es parte de este miste-rio; es expresión eminente de la gloria de Dios y,en cierto sentido, un asomarse del Cielo sobre latierra. El memorial del sacrificio redentor llevaen sí mismo los rasgos de aquel resplandor deJesús del cual nos han dado testimonio Pedro,Santiago y Juan cuando el Maestro, de caminohacia Jerusalén, quiso transfigurarse ante ellos(cf. Mc 9,2). La belleza, por tanto, no es unelemento decorativo de la acción litúrgica; es másbien un elemento constitutivo, ya que es un atri-buto de Dios mismo y de su revelación. Conscien-tes de todo esto, hemos de poner gran atenciónpara que la acción litúrgica resplandezca según supropia naturaleza.

La celebración eucarística,

obra del «Christus totus»obra del «Christus totus»obra del «Christus totus»obra del «Christus totus»obra del «Christus totus»Christus totus in capite et in corporeChristus totus in capite et in corporeChristus totus in capite et in corporeChristus totus in capite et in corporeChristus totus in capite et in corpore

36. La belleza intrínseca de la liturgia tienecomo sujeto propio a Cristo resucitado y glorifi-cado en el Espíritu Santo que, en su actuación,

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incluye a la Iglesia.[109] En esta perspectiva, esmuy sugestivo recordar las palabras de san Agustínque describen elocuentemente esta dinámica defe propia de la Eucaristía. El gran santo de Hipona,refiriéndose precisamente al Misterio eucarístico,pone de relieve cómo Cristo mismo nos asimila así: «Este pan que vosotros veis sobre el altar,santificado por la palabra de Dios, es el cuerpo deCristo. Este cáliz, mejor dicho, lo que contiene elcáliz, santificado por la palabra de Dios, es sangrede Cristo. Por medio de estas cosas quiso el Señordejarnos su cuerpo y sangre, que derramó para laremisión de nuestros pecados. Si lo habéis recibi-do dignamente, vosotros sois eso mismo quehabéis recibido».[110] Por lo tanto, «no sólo noshemos convertido en cristianos, sino en Cristomismo».[111] Podemos contemplar así la acciónmisteriosa de Dios que comporta la unidad pro-funda entre nosotros y el Señor Jesús: «En efecto,no se ha de creer que Cristo esté en la cabeza sinestar también en el cuerpo, sino que está entera-mente en la cabeza y en el cuerpo».[112]

Eucaristía y Cristo resucitado

37. Puesto que la liturgia eucarística es esen-cialmente actio Dei que nos une a Jesús a travésdel Espíritu, su fundamento no está sometido anuestro arbitrio ni puede ceder a la presión de lamoda del momento. En esto también es válida laafirmación indiscutible de san Pablo: «Nadiepuede poner otro cimiento fuera del ya puesto,que es Jesucristo» (1 Co 3,11). El Apóstol de losgentiles nos asegura además que, por lo que serefiere a la Eucaristía, no nos transmite su doctri-na personal, sino lo que él, a su vez, ha recibido(cf. 1 Co 11,23). En efecto, la celebración de laEucaristía implica la Tradición viva. A partir dela experiencia del Resucitado y de la efusión delEspíritu Santo, la Iglesia celebra el Sacrificioeucarístico obedeciendo el mandato de Cristo.Por este motivo, al inicio, la comunidad cristianase reúne el día del Señor para la fractio panis. Eldía en que Cristo ha resucitado de entre losmuertos, el domingo, es también el primer día dela semana, el día que según la tradiciónveterotestamentaria representaba el principio dela creación. Ahora, el día de la creación se ha

convertido en el día de la «nueva creación», el díade nuestra liberación en el que conmemoramos aCristo muerto y resucitado.[113]

Ars celebrandi

38. En los trabajos sinodales se ha insistidovarias veces en la necesidad de superar cualquierposible separación entre el ars celebrandi, esdecir, el arte de celebrar rectamente, y la partici-pación plena, activa y fructuosa de todos losfieles. Efectivamente, el primer modo con el quese favorece la participación del Pueblo de Dios enel Rito sagrado es la adecuada celebración delRito mismo. El ars celebrandi es la mejor premi-sa para la actuosa participatio.[114] El arscelebrandi proviene de la obediencia fiel a lasnormas litúrgicas en su plenitud, pues es precisa-mente este modo de celebrar lo que asegura desdehace dos mil años la vida de fe de todos loscreyentes, los cuales están llamados a vivir lacelebración como Pueblo de Dios, sacerdocioreal, nación santa (cf. 1 P 2,4-5.9).[115]

El Obispo, liturgo por excelenciaEl Obispo, liturgo por excelenciaEl Obispo, liturgo por excelenciaEl Obispo, liturgo por excelenciaEl Obispo, liturgo por excelencia

39. Si bien es cierto que todo el Pueblo de Diosparticipa en la Liturgia eucarística, en el correctoars celebrandi tienen un papel imprescindible losque han recibido el sacramento del Orden. Obis-pos, sacerdotes y diáconos, cada uno según supropio grado, han de considerar la celebracióncomo su deber principal.[116] En primer lugar elObispo diocesano: en efecto, él, como «primerdispensador de los misterios de Dios en la Iglesiaparticular a él confiada, es el guía, el promotor ycustodio de toda la vida litúrgica».[117] Todo estoes decisivo para la vida de la Iglesia particular, nosólo porque la comunión con el Obispo es lacondición para que toda celebración en su territo-rio sea legítima, sino también porque él mismo espor excelencia el liturgo de su propia Iglesia.[118]

A él corresponde salvaguardar la unidad concor-de de las celebraciones en su diócesis. Por tanto,ha de ser un «compromiso del Obispo hacer quelos presbíteros, diáconos y los fieles comprendancada vez mejor el sentido auténtico de los ritos ylos textos litúrgicos, y así se les guíe hacia unacelebración de la Eucaristía activa y fructuo-

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sa».[119] En particular, exhorto a cumplir todo lonecesario para que las celebraciones litúrgicasoficiadas por el Obispo en la iglesia Catedralrespeten plenamente el ars celebrandi, de modoque puedan ser consideradas como modelo paratodas las iglesias de su territorio.[120]

Respeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de losRespeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de losRespeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de losRespeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de losRespeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de lossignossignossignossignossignos

40. Por consiguiente, al subrayar la importan-cia del ars celebrandi, se pone de relieve el valorde las normas litúrgicas.[121] El ars celebrandi hade favorecer el sentido de lo sagrado y el uso delas formas exteriores que educan para ello, como,por ejemplo, la armonía del rito, los ornamentoslitúrgicos, la decoración y el lugar sagrado. Favo-rece la celebración eucarística que los sacerdotesy los responsables de la pastoral litúrgica seesfuercen en dar a conocer los libros litúrgicosvigentes y las respectivas normas, resaltando lasgrandes riquezas de la Ordenación General delMisal Romano y de la Ordenación de las Lecturasde la Misa. En las comunidades eclesiales se daquizás por descontado que se conocen y aprecian,pero a menudo no es así. En realidad, son textosque contienen riquezas que custodian y expresanla fe, así como el camino del Pueblo de Dios a lolargo de dos milenios de historia. Para una ade-cuada ars celebrandi es igualmente importante laatención a todas las formas de lenguaje previstaspor la liturgia: palabra y canto, gestos y silencios,movimiento del cuerpo, colores litúrgicos de losornamentos. En efecto, la liturgia tiene por sunaturaleza una variedad de formas de comunica-ción que abarcan todo el ser humano. La sencillezde los gestos y la sobriedad de los signos, realiza-dos en el orden y en los tiempos previstos, comu-nican y atraen más que la artificiosidad de añadi-duras inoportunas. La atención y la obediencia dela estructura propia del ritual, a la vez que mani-fiestan el reconocimiento del carácter de la Euca-ristía como don, expresan la disposición del mi-nistro para acoger con dócil gratitud dicho doninefable.

El arte al servicio de la celebraciónEl arte al servicio de la celebraciónEl arte al servicio de la celebraciónEl arte al servicio de la celebraciónEl arte al servicio de la celebración

41. La relación profunda entre la belleza y laliturgia nos lleva a considerar con atención todas

las expresiones artísticas que se ponen al serviciode la celebración.[122] Un elemento importante delarte sacro es ciertamente la arquitectura de lasiglesias,[123] en las que debe resaltar la unidadentre los elementos propios del presbiterio: altar,crucifijo, tabernáculo, ambón, sede. A este res-pecto, se ha de tener presente que el objetivo de laarquitectura sacra es ofrecer a la Iglesia, quecelebra los misterios de la fe, en particular laEucaristía, el espacio más apto para el desarrolloadecuado de su acción litúrgica.[124] En efecto, lanaturaleza del templo cristiano se define por laacción litúrgica misma, que implica la reunión delos fieles (ecclesia), los cuales son las piedrasvivas del templo (cf. 1 P 2,5).

El mismo principio vale para todo el arte sacro,especialmente la pintura y la escultura, en los quela iconografía religiosa se ha de orientar a lamistagogía sacramental. Un conocimiento pro-fundo de las formas que el arte sacro ha producidoa lo largo de los siglos puede ser de gran ayudapara los que tienen la responsabilidad de enco-mendar a arquitectos y artistas obras relacionadascon la acción litúrgica. Por tanto, es indispensa-ble que en la formación de los seminaristas y delos sacerdotes se incluya la historia del arte comomateria importante, con especial referencia a losedificios de culto, según las normas litúrgicas. Esnecesario que en todo lo que concierne a laEucaristía haya gusto por la belleza. Se debetambién respetar y cuidar los ornamentos, ladecoración, los vasos sagrados, para que, dis-puestos de modo orgánico y ordenado entre sí,fomenten el asombro ante el misterio de Dios,manifiesten la unidad de la fe y refuercen ladevoción.[125]

El canto litúrgicoEl canto litúrgicoEl canto litúrgicoEl canto litúrgicoEl canto litúrgico

42. En el ars celebrandi desempeña un papelimportante el canto litúrgico.[126] Con razón afir-ma san Agustín en un famoso sermón: «El hom-bre nuevo conoce el cántico nuevo. El cantar esfunción de alegría y, si lo consideramos atenta-mente, función de amor».[127] El Pueblo de Diosreunido para la celebración canta las alabanzas deDios. La Iglesia, en su bimilenaria historia, hacompuesto y sigue componiendo música y cantos

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que son un patrimonio de fe y de amor que no seha de perder. Ciertamente, no podemos decir queen la liturgia sirva cualquier canto. A este respec-to, se ha de evitar la fácil improvisación o laintroducción de géneros musicales no respetuo-sos del sentido de la liturgia. Como elementolitúrgico, el canto debe estar en consonancia conla identidad propia de la celebración.[128] Porconsiguiente, todo —el texto, la melodía, la eje-cución— ha de corresponder al sentido del miste-rio celebrado, a las partes del rito y a los tiemposlitúrgicos.[129] Finalmente, si bien se han de teneren cuenta las diversas tendencias y tradicionestan loables, deseo, como han pedido los Padressinodales, que se valore adecuadamente el cantogregoriano[130] como canto propio de la liturgiaromana.[131]

Estructura de la celebración eucarística

43. Después de haber recordado los elementosbásicos del ars celebrandi puestos de relieve enlos trabajos sinodales, quisiera llamar la atenciónde modo más concreto sobre algunas partes de laestructura de la celebración eucarística que re-quieren un especial cuidado en nuestro tiempo,para ser fieles a la intención profunda de larenovación litúrgica deseada por el Concilio Va-ticano II, en continuidad con toda la gran tradi-ción eclesial.

Unidad intrínseca de la acción litúrgicaUnidad intrínseca de la acción litúrgicaUnidad intrínseca de la acción litúrgicaUnidad intrínseca de la acción litúrgicaUnidad intrínseca de la acción litúrgica

44. Ante todo, hay que considerar la unidadintrínseca del rito de la santa Misa. Se ha de evitarque, tanto en la catequesis como en el modo de lacelebración, se dé lugar a una visión yuxtapuestade las dos partes del rito. La liturgia de la Palabray la liturgia eucarística —además de los ritos deintroducción y conclusión— «están estrechamenteunidas entre sí y forman un único acto de cul-to».[132] En efecto, la Palabra de Dios y la Eucaris-tía están intrínsecamente unidas. Escuchando laPalabra de Dios nace o se fortalece la fe (cf. Rm10,17); en la Eucaristía, el Verbo hecho carne senos da como alimento espiritual.[133] Así pues, «laIglesia recibe y ofrece a los fieles el Pan de vidaen las dos mesas de la Palabra de Dios y delCuerpo de Cristo».[134] Por tanto, se ha de tener

constantemente presente que la Palabra de Dios,que la Iglesia lee y proclama en la liturgia, llevaa la Eucaristía como a su fin connatural.

Liturgia de la PalabraLiturgia de la PalabraLiturgia de la PalabraLiturgia de la PalabraLiturgia de la Palabra

45. Junto con el Sínodo, pido que la liturgia dela Palabra se prepare y se viva siempre de maneraadecuada. Por tanto, recomiendo vivamente queen la liturgia se ponga gran atención a la proclama-ción de la Palabra de Dios por parte de lectores bieninstruidos. Nunca olvidemos que «cuando se leenen la Iglesia las Sagradas Escrituras, Dios mismohabla a su Pueblo, y Cristo, presente en su palabra,anuncia el Evangelio».[135] Si las circunstancias loaconsejan, se puede pensar en unas brevesmoniciones que ayuden a los fieles a una mejordisposición. Para comprenderla bien, la Palabra deDios ha de ser escuchada y acogida con espíritueclesial y siendo conscientes de su unidad con elSacramento eucarístico. En efecto, la Palabra queanunciamos y escuchamos es el Verbo hechocarne (cf. Jn 1,14), y hace referencia intrínseca a lapersona de Cristo y a su permanencia de manerasacramental. Cristo no habla en el pasado, sino ennuestro presente, ya que Él mismo está presente enla acción litúrgica. En esta perspectiva sacramentalde la revelación cristiana,[136] el conocimiento y elestudio de la Palabra de Dios nos permite apreciar,celebrar y vivir mejor la Eucaristía. A este respec-to, se aprecia también en toda su verdad la afirma-ción, según la cual «desconocer la Escritura esdesconocer a Cristo».[137]

Para lograr todo esto es necesario ayudar a losfieles a apreciar los tesoros de la Sagrada Escritu-ra en el leccionario, mediante iniciativaspastorales, celebraciones de la Palabra y la lectu-ra meditada (lectio divina). Tampoco se ha deolvidar promover las formas de oración conser-vadas en la tradición, la Liturgia de las Horas,sobre todo Laudes, Vísperas, Completas y tam-bién las celebraciones de vigilias. El rezo de losSalmos, las lecturas bíblicas y las de la grantradición del Oficio divino pueden llevar a unaexperiencia profunda del acontecimiento de Cristoy de la economía de la salvación, que a su vezpuede enriquecer la comprensión y la participa-ción en la celebración eucarística.[138]

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HomilíaHomilíaHomilíaHomilíaHomilía

46. La necesidad de mejorar la calidad de lahomilía está en relación con la importancia de laPalabra de Dios. En efecto, ésta «es parte de laacción litúrgica»;[139] tiene el cometido de favore-cer una mejor comprensión y eficacia de la Pala-bra de Dios en la vida de los fieles. Por eso losministros ordenados han de «preparar la homilíacon esmero, basándose en un conocimiento ade-cuado de la Sagrada Escritura».[140] Han de evitar-se homilías genéricas o abstractas. En particular,pido a los ministros un esfuerzo para que lahomilía ponga la Palabra de Dios proclamada enestrecha relación con la celebraciónsacramental[141] y con la vida de la comunidad, demodo que la Palabra de Dios sea realmente sus-tento y vigor de la Iglesia.[142] Se ha de tenerpresente, por tanto, la finalidad catequética yexhortativa de la homilía. Es conveniente que,partiendo del leccionario trienal, se prediquen alos fieles homilías temáticas que, a lo largo delaño litúrgico, traten los grandes temas de la fecristiana, según lo que el Magisterio propone enlos cuatro «pilares» del Catecismo de la IglesiaCatólica y en su reciente Compendio: la profe-sión de la fe, la celebración del misterio cristiano,la vida en Cristo y la oración cristiana.[143]

Presentación de las ofrendasPresentación de las ofrendasPresentación de las ofrendasPresentación de las ofrendasPresentación de las ofrendas

47. Los Padres sinodales han puesto tambiénsu atención en la presentación de las ofrendas.Ésta no es sólo como un «intervalo» entre laliturgia de la Palabra y la eucarística. Entre otrasrazones, porque eso haría perder el sentido de unúnico rito con dos partes interrelacionadas. Enrealidad, este gesto humilde y sencillo tiene unsentido muy grande: en el pan y el vino quellevamos al altar toda la creación es asumida porCristo Redentor para ser transformada y presen-tada al Padre.[144] En este sentido, llevamos tam-bién al altar todo el sufrimiento y el dolor delmundo, conscientes de que todo es precioso a losojos de Dios. Este gesto, para ser vivido en suauténtico significado, no necesita ser enfatizadocon añadiduras superfluas. Permite valorar lacolaboración originaria que Dios pide al hombrepara realizar en él la obra divina y dar así pleno

sentido al trabajo humano, que mediante la cele-bración eucarística se une al sacrificio redentorde Cristo.

Plegaria eucarísticaPlegaria eucarísticaPlegaria eucarísticaPlegaria eucarísticaPlegaria eucarística

48. La Plegaria eucarística es «el centro y lacumbre de toda la celebración».[145] Su importan-cia merece ser subrayada adecuadamente. Lasdiversas Plegarias eucarísticas que hay en elMisal nos han sido transmitidas por la tradiciónviva de la Iglesia y se caracterizan por una riquezateológica y espiritual inagotable. Se ha de procu-rar que los fieles las aprecien. La OrdenaciónGeneral del Misal Romano nos ayuda en esto,recordándonos los elementos fundamentales detoda Plegaria eucarística: acción de gracias, acla-mación, epíclesis, relato de la institución y consa-gración, anámnesis, oblación, intercesión ydoxología conclusiva.[146] En particular, la espiri-tualidad eucarística y la reflexión teológica seiluminan al contemplar la profunda unidad de laanáfora, entre la invocación del Espíritu Santo yel relato de la institución,[147] en la que «se realizael sacrificio que el mismo Cristo instituyó en laúltima Cena».[148] En efecto, «la Iglesia, por me-dio de determinadas invocaciones, implora lafuerza del Espíritu Santo para que los dones quehan presentado los hombres queden consagrados,es decir, se conviertan en el Cuerpo y Sangre deCristo, y para que la víctima inmaculada que se vaa recibir en la Comunión sea para la salvación dequienes la reciben».[149]

Rito de la pazRito de la pazRito de la pazRito de la pazRito de la paz

49. La Eucaristía es por su naturaleza sacra-mento de paz. Esta dimensión del Misterioeucarístico se expresa en la celebración litúrgicade manera específica con el rito de la paz. Se trataindudablemente de un signo de gran valor (cf. Jn14,27). En nuestro tiempo, tan lleno de conflictos,este gesto adquiere, también desde el punto devista de la sensibilidad común, un relieve espe-cial, ya que la Iglesia siente cada vez más comotarea propia pedir a Dios el don de la paz y launidad para sí misma y para toda la familiahumana. La paz es ciertamente un anhelo irrepri-mible en el corazón de cada uno. La Iglesia sehace portavoz de la petición de paz y reconcilia-

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ción que surge del alma de toda persona de buenavoluntad, dirigiéndola a Aquél que «es nuestrapaz» (Ef 2,14), y que puede pacificar a los pueblose individuos aun cuando fracasan las iniciativashumanas. Por ello se comprende la intensidad conque se vive frecuentemente el rito de la paz en lacelebración litúrgica. A este propósito, sin em-bargo, durante el Sínodo de los Obispos se havisto la conveniencia de moderar este gesto, quepuede adquirir expresiones exageradas, provo-cando cierta confusión en la asamblea precisa-mente antes de la Comunión. Sería bueno recor-dar que el alto valor del gesto no queda mermadopor la sobriedad necesaria para mantener un cli-ma adecuado a la celebración, limitando porejemplo el intercambio de la paz a los más cerca-nos.[150]

Distribución y recepción de la EucaristíaDistribución y recepción de la EucaristíaDistribución y recepción de la EucaristíaDistribución y recepción de la EucaristíaDistribución y recepción de la Eucaristía

50. Otro momento de la celebración, al que esnecesario hacer referencia, es la distribución yrecepción de la santa Comunión. Pido a todos, enparticular a los ministros ordenados y a los que,debidamente preparados, están autorizados parael ministerio de distribuir la Eucaristía en caso denecesidad real, que hagan lo posible para que elgesto, en su sencillez, corresponda a su valor deencuentro personal con el Señor Jesús en el Sa-cramento. Respecto a las prescripciones para unapraxis correcta, me remito a los documentosemanados recientemente.[151] Todas las comuni-dades cristianas han de atenerse fielmente a lasnormas vigentes, viendo en ellas la expresión dela fe y el amor que todos han de tener respecto aeste sublime Sacramento. Tampoco se descuideel tiempo precioso de acción de gracias despuésde la Comunión: además de un canto oportuno,puede ser también muy útil permanecer recogi-dos en silencio.[152]

A este propósito, quisiera llamar la atenciónsobre un problema pastoral con el que nos encon-tramos frecuentemente en nuestro tiempo. Merefiero al hecho de que en algunas circunstancias,como por ejemplo en las santas Misas celebradascon ocasión de bodas, funerales o acontecimien-tos análogos, además de fieles practicantes, asis-ten también a la celebración otros que tal vez no

se acercan al altar desde hace años, o quizás estánen una situación de vida que no les permite recibirlos sacramentos. Otras veces sucede que estánpresentes personas de otras confesiones cristia-nas o incluso de otras religiones. Situacionessimilares se producen también en iglesias que sonmeta de visitantes, sobre todo en las grandesciudades de en las que abunda el arte. En estoscasos, se ve la necesidad de usar expresionesbreves y eficaces para hacer presente a todos elsentido de la comunión sacramental y las condi-ciones para recibirla. Donde se den situaciones enlas que no sea posible garantizar la debida clari-dad sobre el sentido de la Eucaristía, se ha deconsiderar la conveniencia de sustituir la Euca-ristía con una celebración de la Palabra de Dios.[153]

Despedida: «Ite, missa est»Despedida: «Ite, missa est»Despedida: «Ite, missa est»Despedida: «Ite, missa est»Despedida: «Ite, missa est»

51. Quisiera detenerme ahora en lo que losPadres sinodales han dicho sobre el saludo dedespedida al final de la Celebración eucarística.Después de la bendición, el diácono o el sacerdo-te despide al pueblo con las palabras: Ite, missaest. En este saludo podemos apreciar la relaciónentre la Misa celebrada y la misión cristiana en elmundo. En la antigüedad, «missa» significabasimplemente «terminada». Sin embargo, en eluso cristiano ha adquirido un sentido cada vezmás profundo. La expresión «missa» se transfor-ma, en realidad, en «misión». Este saludo expresasintéticamente la naturaleza misionera de la Igle-sia. Por tanto, conviene ayudar al Pueblo de Diosa que, apoyándose en la liturgia, profundice enesta dimensión constitutiva de la vida eclesial. Eneste sentido, sería útil disponer de textos debida-mente aprobados para la oración sobre el puebloy la bendición final que expresen dicha rela-ción.[154]

Actuosa participatio

Auténtica participaciónAuténtica participaciónAuténtica participaciónAuténtica participaciónAuténtica participación

52. El Concilio Vaticano II puso un énfasisparticular en la participación activa, plena y fruc-tuosa de todo el Pueblo de Dios en la celebracióneucarística.[155] Ciertamente, la renovación lleva-da a cabo en estos años ha favorecido notables

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progresos en la dirección deseada por los Padresconciliares. Pero no hemos de ocultar el hecho deque, a veces, ha surgido alguna incomprensiónprecisamente sobre el sentido de esta participa-ción. Por tanto, conviene dejar claro que con estapalabra no se quiere hacer referencia a una simpleactividad externa durante la celebración. En rea-lidad, la participación activa deseada por el Con-cilio se ha de comprender en términos más sus-tanciales, partiendo de una mayor toma de con-ciencia del misterio que se celebra y de su rela-ción con la vida cotidiana. Sigue siendo totalmen-te válida la recomendación de la Constituciónconciliar Sacrosanctum Concilium, que exhorta alos fieles a no asistir a la liturgia eucarística«como espectadores mudos o extraños», sino aparticipar «consciente, piadosa y activamente enla acción sagrada».[156] El Concilio prosigue lareflexión: los fieles, «instruidos por la Palabra deDios, reparen sus fuerzas en el banquete delCuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan aofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostiainmaculada no sólo por manos del sacerdote, sinotambién juntamente con él, y se perfeccionen díaa día, por Cristo Mediador, en la unidad con Diosy entre sí».[157]

Participación y ministerio sacerdotalParticipación y ministerio sacerdotalParticipación y ministerio sacerdotalParticipación y ministerio sacerdotalParticipación y ministerio sacerdotal

53. La belleza y armonía de la acción litúrgicase manifiestan de manera significativa en el or-den con el cual cada uno está llamado a participaractivamente. Eso comporta el reconocimiento delas diversas funciones jerárquicas implicadas enla celebración misma. Es útil recordar que, de porsí, la participación activa no es lo mismo quedesempeñar un ministerio particular. Sobre todo,no ayuda a la participación activa de los fieles unaconfusión ocasionada por la incapacidad de dis-tinguir las diversas funciones que corresponden acada uno en la comunión eclesial.[158] En particu-lar, es preciso que haya claridad sobre las tareasespecíficas del sacerdote. Éste es, como atestiguala tradición de la Iglesia, quien preside de modoinsustituible toda la celebración eucarística, des-de el saludo inicial a la bendición final. En virtuddel Orden sagrado que ha recibido, él representaa Jesucristo, cabeza de la Iglesia y, en la manera

que le es propia, también a la Iglesia misma.[159]

En efecto, toda celebración de la Eucaristía estádirigida por el Obispo, «ya sea personalmente, yapor los presbíteros, sus colaboradores».[160] Esayudado por el diácono, que tiene algunas funcio-nes específicas en la celebración: preparar el altary prestar servicio al sacerdote, proclamar el Evan-gelio, predicar eventualmente la homilía, enun-ciar las intenciones en la oración universal, distri-buir la Eucaristía a los fieles.[161] En relación conestos ministerios vinculados al sacramento delOrden, hay también otros ministerios para elservicio litúrgico, que desempeñan religiosos ylaicos preparados, lo que es de alabar.[162]

Celebración eucarística e inculturaciónCelebración eucarística e inculturaciónCelebración eucarística e inculturaciónCelebración eucarística e inculturaciónCelebración eucarística e inculturación

54. A partir de las afirmaciones fundamentalesdel Concilio Vaticano II, se ha subrayado variasveces la importancia de la participación activa delos fieles en el Sacrificio eucarístico. Para favore-cerla se pueden permitir algunas adaptacionesapropiadas a los diversos contextos y culturas.[163]

El hecho de que haya habido algunos abusos nodisminuye la claridad de este principio, que sedebe mantener de acuerdo con las necesidadesreales de la Iglesia, que vive y celebra el mismomisterio de Cristo en situaciones culturales dife-rentes. En efecto, el Señor Jesús, precisamente enel misterio de la Encarnación, naciendo de mujercomo hombre perfecto (cf. Ga 4,4), está en rela-ción directa no sólo con las expectativas expresa-das en el Antiguo Testamento, sino también conlas de todos los pueblos. Con eso, Él ha manifes-tado que Dios quiere encontrarnos en nuestrocontexto vital. Por tanto, para una participaciónmás eficaz de los fieles en los santos Misterios, esútil proseguir el proceso de inculturación en elámbito de la celebración eucarística, teniendo encuenta las posibilidades de adaptación que ofrecela Ordenación General del Misal Romano,[164]

interpretadas a la luz de los criterios fijados por laIV Instrucción de la Congregación para el Cultodivino y la Disciplina de los Sacramentos,Varietates legitimae, del 25 de enero de 1994,[165]

y de las directrices dadas por el Papa Juan PabloII en las Exhortaciones apostólicas postsinodalesEcclesia in Africa, Ecclesia in America, Ecclesia

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in Asia, Ecclesia in Oceania, Ecclesia in Euro-pa.[166] Para lograr este objetivo, encomiendo a lasConferencias Episcopales que favorezcan el ade-cuado equilibrio entre los criterios y normas yapublicadas y las nuevas adaptaciones,[167] siem-pre de acuerdo con la Sede Apostólica.

Condiciones personales para una «actuosaCondiciones personales para una «actuosaCondiciones personales para una «actuosaCondiciones personales para una «actuosaCondiciones personales para una «actuosaparticipatio»participatio»participatio»participatio»participatio»

55. Al considerar el tema de la actuosaparticipatio de los fieles en el rito sagrado, losPadres sinodales han resaltado también las condi-ciones personales de cada uno para una fructuosaparticipación.[168] Una de ellas es ciertamente elespíritu de conversión continua que ha de carac-terizar la vida de cada fiel. No se puede esperaruna participación activa en la liturgia eucarísticacuando se asiste superficialmente, sin antes exa-minar la propia vida. Favorece dicha disposicióninterior, por ejemplo, el recogimiento y el silen-cio, al menos unos instantes antes de comenzar laliturgia, el ayuno y, cuando sea necesario, laconfesión sacramental. Un corazón reconciliadocon Dios permite la verdadera participación. Enparticular, es preciso persuadir a los fieles de queno puede haber una actuosa participatio en lossantos Misterios si no se toma al mismo tiempoparte activa en la vida eclesial en su totalidad, lacual comprende también el compromiso misio-nero de llevar el amor de Cristo a la sociedad.

Sin duda, la plena participación en la Eucaris-tía se da cuando nos acercamos también personal-mente al altar para recibir la Comunión.[169] Noobstante, se ha de poner atención para que estaafirmación correcta no induzca a un cierto auto-matismo entre los fieles, como si por el sólohecho de encontrarse en la iglesia durante laliturgia se tenga ya el derecho o quizás incluso eldeber de acercarse a la Mesa eucarística. Auncuando no es posible acercarse a la comuniónsacramental, la participación en la santa Misasigue siendo necesaria, válida, significativa yfructuosa. En estas circunstancias, es bueno cul-tivar el deseo de la plena unión con Cristo, prac-ticando, por ejemplo, la comunión espiritual,recordada por Juan Pablo II[170] y recomendadapor los Santos maestros de la vida espiritual.[171]

Participación de los cristianos no católicosParticipación de los cristianos no católicosParticipación de los cristianos no católicosParticipación de los cristianos no católicosParticipación de los cristianos no católicos

56. Al tratar el tema de la participación nosencontramos inevitablemente con el de los cris-tianos pertenecientes a Iglesias o Comunidadeseclesiales que no están en plena comunión con laIglesia Católica. A este respecto, se ha de decirque la unión intrínseca que se da entre Eucaristíay unidad de la Iglesia nos lleva a desearardientemente, por un lado, el día en que poda-mos celebrar junto con todos los creyentes enCristo la divina Eucaristía y expresar así visible-mente la plenitud de la unidad que Cristo haquerido para sus discípulos (cf. Jn 17,21). Porotro lado, el respeto que debemos al sacramentodel Cuerpo y Sangre de Cristo nos impide hacerde él un simple «medio» que se usaindiscriminadamente para alcanzar esta mismaunidad.[172] En efecto, la Eucaristía no sólo mani-fiesta nuestra comunión personal con Jesucristo,sino que implica también la plena communio conla Iglesia. Éste es, pues, el motivo por el cual, condolor pero no sin esperanza, pedimos a los cristia-nos no católicos que comprendan y respeten nues-tra convicción, basada en la Biblia y en la Tradi-ción. Nosotros sostenemos que la comunióneucarística y la comunión eclesial se correspon-den tan íntimamente que hace imposible general-mente por parte de los cristianos no católicos laparticipación en una sin tener la otra. Menossentido tendría aún una concelebración propia yverdadera con ministros de Iglesias o Comunida-des eclesiales no en plena comunión con la IglesiaCatólica. No obstante, es verdad que, de cara a lasalvación, existe la posibilidad de admitir indivi-dualmente a cristianos no católicos a la Eucaris-tía, al sacramento de la Penitencia y a la Unciónde los enfermos. Pero eso sólo en situacionesdeterminadas y excepcionales, caracterizadas porcondiciones bien precisas.[173] Éstas están indica-das claramente en el Catecismo de la IglesiaCatólica[174] y en su Compendio.[175] Todos tienenel deber de atenerse fielmente a ellas.

Participación a través de los medios de comunica-Participación a través de los medios de comunica-Participación a través de los medios de comunica-Participación a través de los medios de comunica-Participación a través de los medios de comunica-ción socialción socialción socialción socialción social

57. Debido al gran desarrollo de los medios decomunicación social, la palabra «participación»

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ha adquirido en las últimas décadas un sentidomás amplio que en el pasado. Todos reconoce-mos con satisfacción que estos instrumentos ofre-cen también nuevas posibilidades en lo que serefiere a la Celebración eucarística.[176] Eso exigea los agentes pastorales del sector una prepara-ción específica y un acentuado sentido de respon-sabilidad. En efecto, la santa Misa que se transmi-te por televisión adquiere inevitablemente unacierta ejemplaridad. Por tanto, se ha de poner unaespecial atención en que la celebración, ademásde hacerse en lugares dignos y bien preparados,respete las normas litúrgicas.

Por lo que se refiere al valor de la participaciónen la santa Misa que los medios de comunicaciónhacen posible, quien ve y oye dichas transmisio-nes ha de saber que, en condiciones normales, nocumple con el precepto dominical. En efecto, ellenguaje de la imagen representa la realidad, perono la reproduce en sí misma.[177] Si es loable queancianos y enfermos participen en la santa Misafestiva a través de las transmisionesradiotelevisivas, no puede decirse lo mismo dequien, mediante tales transmisiones, quisieradispensarse de ir al templo para la celebracióneucarística en la asamblea de la Iglesia viva.

«Actuosa participatio» de los enfermos«Actuosa participatio» de los enfermos«Actuosa participatio» de los enfermos«Actuosa participatio» de los enfermos«Actuosa participatio» de los enfermos

58. Teniendo presente la condición de los queno pueden ir a los lugares de culto por motivos desalud o edad, quisiera llamar la atención de todala comunidad eclesial sobre la necesidad pastoralde asegurar la asistencia espiritual a los enfer-mos, tanto a los que están en su casa como a losque están hospitalizados. En el Sínodo de losObispos se ha hecho referencia a ellos variasveces. Se ha de procurar que estos hermanos yhermanas nuestros puedan recibir con frecuenciala Comunión sacramental. Al reforzar así la rela-ción con Cristo crucificado y resucitado, podránsentir su propia vida integrada plenamente en lavida y la misión de la Iglesia mediante la ofrendadel propio sufrimiento en unión con el sacrificiode nuestro Señor. Se ha de reservar una atenciónparticular a los discapacitados; si lo permite sucondición, la comunidad cristiana ha de favore-cer su participación en la celebración en un lugar

de culto. A este respecto, se ha de procurar que losedificios sagrados no tengan obstáculos arquitec-tónicos que impidan el acceso de los minusválidos.Se ha de dar también la comunión eucarística,cuando sea posible, a los discapacitados menta-les, bautizados y confirmados: ellos reciben laEucaristía también en la fe de la familia o de lacomunidad que los acompaña.[178]

Atención a los presosAtención a los presosAtención a los presosAtención a los presosAtención a los presos

59. La tradición espiritual de la Iglesia, si-guiendo una indicación específica de Cristo (cf.Mt 25,36), ha reconocido en la visita a los presosuna de las obras de misericordia corporal. Los quese encuentran en esta situación tienen una nece-sidad especial de ser visitados por el Señor mismoen el sacramento de la Eucaristía. Sentir la cerca-nía de la comunidad eclesial, participar en laEucaristía y recibir la santa Comunión en unperíodo de la vida tan particular y doloroso puedeayudar sin duda en el propio camino de fe yfavorecer la plena reinserción social de la perso-na. Interpretando los deseos manifestados en laasamblea sinodal pido a las diócesis que, en loposible, pongan los medios adecuados para unaactividad pastoral que se ocupe de atender espiri-tualmente a los presos.[179]

Los emigrantes y su participación en la EucaristíaLos emigrantes y su participación en la EucaristíaLos emigrantes y su participación en la EucaristíaLos emigrantes y su participación en la EucaristíaLos emigrantes y su participación en la Eucaristía

60. Al plantearse el problema de los que se venobligados a dejar la propia tierra por diversosmotivos, el Sínodo ha expresado particular grati-tud a los que se dedican a la atención pastoral delos emigrantes. En este contexto, se ha de prestaruna atención especial a los emigrantes que perte-necen a las Iglesias católicas orientales y a losque, lejos de su propia casa, tienen dificultadespara participar en la liturgia eucarística según elpropio rito de pertenencia. Por eso, donde seaposible, se les conceda poder ser asistidos porsacerdotes de su rito. En todo caso, pido a losObispos que acojan en la caridad de Cristo a estoshermanos. El encuentro entre los fieles de diver-sos ritos puede convertirse también en ocasión deenriquecimiento recíproco. Pienso particularmen-te en el beneficio que puede aportar, sobre todopara el clero, el conocimiento de las diversastradiciones.[180]

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Las grandes concelebracionesLas grandes concelebracionesLas grandes concelebracionesLas grandes concelebracionesLas grandes concelebraciones

61. La asamblea sinodal ha considerado lacalidad de la participación en las grandes celebra-ciones que tienen lugar en circunstancias particu-lares, en las que, además de un gran número defieles, concelebran muchos sacerdotes.[181] Por unlado, es fácil reconocer el valor de estos momen-tos, especialmente cuando el Obispo preside ro-deado de su presbiterio y de los diáconos. Porotro, en estas circunstancias se pueden producirproblemas por lo que se refiere a la expresiónsensible de la unidad del presbiterio, especial-mente en la Plegaria eucarística y en la distribu-ción de la santa Comunión. Se ha de evitar queestas grandes concelebraciones produzcan dis-persión. Para ello, se han de prever modos ade-cuados de coordinación y disponer el lugar deculto de manera que permita a los presbíteros y alos fieles una participación plena y real. En todocaso, se ha de tener presente que se trata deconcelebraciones de carácter excepcional y limi-tadas a situaciones extraordinarias.

Lengua latinaLengua latinaLengua latinaLengua latinaLengua latina

62. No obstante, lo dicho anteriormente nodebe ofuscar el valor de estas grandes liturgias.En particular, pienso en las celebraciones quetienen lugar durante encuentros internaciona-les, hoy cada vez más frecuentes. Éstas han deser valoradas debidamente. Para expresar me-jor la unidad y universalidad de la Iglesia,quisiera recomendar lo que ha sugerido el Sí-nodo de los Obispos, en sintonía con las normasdel Concilio Vaticano II:[182] exceptuadas laslecturas, la homilía y la oración de los fieles,sería bueno que dichas celebraciones fueran enlatín; también se podrían rezar en latín lasoraciones más conocidas[183] de la tradición dela Iglesia y, eventualmente, utilizar cantosgregorianos. Más en general, pido que los futu-ros sacerdotes, desde el tiempo del seminario,se preparen para comprender y celebrar la santaMisa en latín, además de utilizar textos latinosy cantar en gregoriano; se procurará que losmismos fieles conozcan las oraciones más co-munes en latín y que canten en gregorianoalgunas partes de la liturgia.[184]

Celebraciones eucarísticas en pequeños gruposCelebraciones eucarísticas en pequeños gruposCelebraciones eucarísticas en pequeños gruposCelebraciones eucarísticas en pequeños gruposCelebraciones eucarísticas en pequeños grupos

63. Una situación muy distinta es la que se daen algunas circunstancias pastorales en las que,precisamente para lograr una participación másconsciente, activa y fructuosa, se favorecen lascelebraciones en pequeños grupos. Aun recono-ciendo el valor formativo que tienen estas inicia-tivas, conviene precisar que han de estar en armo-nía con el conjunto del proyecto pastoral de ladiócesis. En efecto, dichas experiencias perde-rían su carácter pedagógico si se las consideraracomo antagonistas o paralelas respecto a la vidade la Iglesia particular. A este respecto, el Sínodoha subrayado algunos criterios a los que atenerse:los grupos pequeños han de servir para unificar lacomunidad parroquial, no para fragmentarla; estodebe ser evaluado en la praxis concreta; estosgrupos tienen que favorecer la participación fruc-tuosa de toda la asamblea y preservar en loposible la unidad de cada familia en la vidalitúrgica.[185]

La celebración participada interiormente

Catequesis mistagógicaCatequesis mistagógicaCatequesis mistagógicaCatequesis mistagógicaCatequesis mistagógica

64. La gran tradición litúrgica de la Iglesia nosenseña que, para una participación fructuosa, esnecesario esforzarse en corresponder personal-mente al misterio que se celebra mediante elofrecimiento a Dios de la propia vida, en unióncon el sacrificio de Cristo por la salvación delmundo entero. Por este motivo, el Sínodo de losObispos ha recomendado que los fieles tenganuna actitud coherente entre las disposiciones in-teriores y los gestos y las palabras. Si faltara ésta,nuestras celebraciones, por muy animadas quefueren, correrían el riesgo de caer en el ritualismo.Así pues, se ha de promover una educación en lafe eucarística que disponga a los fieles a vivirpersonalmente lo que se celebra. Ante la impor-tancia esencial de esta participatio personal yconsciente, ¿cuáles pueden ser los instrumentosformativos idóneos? A este respecto, los Padressinodales han propuesto unánimemente una cate-quesis de carácter mistagógico que lleve a losfieles a adentrarse cada vez más en los misterioscelebrados.[186] En particular, por lo que se refiere

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a la relación entre el ars celebrandi y la actuosaparticipatio, se ha de afirmar ante todo que «lamejor catequesis sobre la Eucaristía es la Euca-ristía misma bien celebrada».[187] En efecto, porsu propia naturaleza, la liturgia tiene una eficaciapropia para introducir a los fieles en el conoci-miento del misterio celebrado. Precisamente porello, el itinerario formativo del cristiano en latradición más antigua de la Iglesia, aun sin des-cuidar la comprensión sistemática de los conteni-dos de la fe, tuvo siempre un carácter de experien-cia, en el cual era determinante el encuentro vivoy persuasivo con Cristo, anunciado por auténti-cos testigos. En este sentido, el que introduce enlos misterios es ante todo el testigo. Dicho en-cuentro ahonda en la catequesis y tiene su fuentey su culmen en la celebración de la Eucaristía. Deesta estructura fundamental de la experienciacristiana nace la exigencia de un itinerariomistagógico, en el cual se han de tener siemprepresentes tres elementos:

a) Ante todo, la interpretación de los ritos a laluz de los acontecimientos salvíficos, según latradición viva de la Iglesia. Efectivamente, lacelebración de la Eucaristía contiene en su infini-ta riqueza continuas referencias a la historia de lasalvación. En Cristo crucificado y resucitadopodemos celebrar verdaderamente el centro querecapitula toda la realidad (cf. Ef 1,10). Desde elprincipio, la comunidad cristiana ha leído losacontecimientos de la vida de Jesús, y en particu-lar el misterio pascual, en relación con todo elitinerario veterotestamentario.

b) Además, la catequesis mistagógica ha deintroducir en el significado de los signos conteni-dos en los ritos. Este cometido es particularmenteurgente en una época como la actual, tan imbuidapor la tecnología, en la cual se corre el riesgo deperder la capacidad perceptiva de los signos ysímbolos. Más que informar, la catequesismistagógica debe despertar y educar la sensibili-dad de los fieles ante el lenguaje de los signos ygestos que, unidos a la palabra, constituyen elrito.

c) Finalmente, la catequesis mistagógica ha deenseñar el significado de los ritos en relación con

la vida cristiana en todas sus facetas, como eltrabajo y los compromisos, el pensamiento y elafecto, la actividad y el descanso. Forma parte delitinerario mistagógico subrayar la relación entrelos misterios celebrados en el rito y la responsa-bilidad misionera de los fieles. En este sentido, elresultado final de la mistagogía es tomar concien-cia de que la propia vida es transformada progre-sivamente por los santos misterios que se cele-bran. El objetivo de toda la educación cristiana,por otra parte, es formar al fiel como «hombrenuevo», con una fe adulta, que lo haga capaz detestimoniar en el propio ambiente la esperanzacristiana que lo anima.

Para desarrollar en nuestras comunidadeseclesiales esta tarea educativa, hay que contarcon formadores bien preparados. Ciertamente,todo el Pueblo de Dios ha de sentirse comprome-tido en esta formación. Cada comunidad cristianaestá llamada a ser ámbito pedagógico que intro-duce en los misterios que se celebran en la fe. Aeste respecto, durante el Sínodo los Padres hansubrayado la conveniencia de una mayor partici-pación de las comunidades de vida consagrada,de los movimientos y demás grupos que, por suspropios carismas, pueden aportar un renovadoimpulso a la formación cristiana.[188] También ennuestro tiempo el Espíritu Santo prodiga la efu-sión de sus dones para sostener la misión apostó-lica de la Iglesia, a la cual corresponde difundir lafe y educarla hasta su madurez.[189]

Veneración de la EucaristíaVeneración de la EucaristíaVeneración de la EucaristíaVeneración de la EucaristíaVeneración de la Eucaristía

65. Un signo convincente de la eficacia que lacatequesis eucarística tiene en los fieles es sinduda el crecimiento en ellos del sentido del mis-terio de Dios presente entre nosotros. Eso sepuede comprobar a través de manifestacionesespecíficas de veneración de la Eucaristía, haciala cual el itinerario mistagógico debe introducir alos fieles.[190] Pienso, en general, en la importan-cia de los gestos y de la postura, como arrodillarsedurante los momentos principales de la plegariaeucarística. Para adecuarse a la legítima diversi-dad de los signos que se usan en el contexto de lasdiferentes culturas, cada uno ha de vivir y expre-sar que es consciente de encontrarse en toda

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celebración ante la majestad infinita de Dios, quellega a nosotros de manera humilde en los signossacramentales.

Adoración y piedad eucarística

Relación intrínseca entre celebración y adoraciónRelación intrínseca entre celebración y adoraciónRelación intrínseca entre celebración y adoraciónRelación intrínseca entre celebración y adoraciónRelación intrínseca entre celebración y adoración

66. Uno de los momentos más intensos delSínodo fue cuando, junto con muchos fieles, nosdesplazamos a la Basílica de San Pedro para laadoración eucarística. Con este gesto de oración,la asamblea de los Obispos quiso llamar la aten-ción, no sólo con palabras, sobre la importanciade la relación intrínseca entre celebracióneucarística y adoración. En este aspecto signifi-cativo de la fe de la Iglesia se encuentra uno de loselementos decisivos del camino eclesial realiza-do tras la renovación litúrgica querida por elConcilio Vaticano II. Mientras la reforma dabasus primeros pasos, a veces no se percibió demanera suficientemente clara la relación intrín-seca entre la santa Misa y la adoración del Santí-simo Sacramento. Una objeción difundida enton-ces se basaba, por ejemplo, en la observación deque el Pan eucarístico no habría sido dado para sercontemplado, sino para ser comido. En realidad,a la luz de la experiencia de oración de la Iglesia,dicha contraposición se mostró carente de todofundamento. Ya decía san Agustín: «nemo autemillam carnem manducat, nisi prius adoraverit; [...]

peccemus non adorando – Nadie come de estacarne sin antes adorarla [...], pecaríamos si no laadoráramos».[191] En efecto, en la Eucaristía elHijo de Dios viene a nuestro encuentro y deseaunirse a nosotros; la adoración eucarística no es sino la continuación obvia de la celebracióneucarística, la cual es en sí misma el acto másgrande de adoración de la Iglesia.[192] Recibir laEucaristía significa adorar al que recibimos. Pre-cisamente así, y sólo así, nos hacemos una solacosa con Él y, en cierto modo, pregustamos anti-cipadamente la belleza de la liturgia celestial. Laadoración fuera de la santa Misa prolonga eintensifica lo acontecido en la misma celebraciónlitúrgica. En efecto, «sólo en la adoración puedemadurar una acogida profunda y verdadera. Yprecisamente en este acto personal de encuentro

con el Señor madura luego también la misiónsocial contenida en la Eucaristía y que quiereromper las barreras no sólo entre el Señor ynosotros, sino también y sobre todo las barrerasque nos separan a los unos de los otros».[193]

Práctica de la adoración eucarísticaPráctica de la adoración eucarísticaPráctica de la adoración eucarísticaPráctica de la adoración eucarísticaPráctica de la adoración eucarística

67. Por tanto, unido a la asamblea sinodal,recomiendo ardientemente a los Pastores de laIglesia y al Pueblo de Dios la práctica de laadoración eucarística, tanto personal como co-munitaria.[194] A este respecto, será de gran ayudauna catequesis adecuada en la que se explique alos fieles la importancia de este acto de culto quepermite vivir más profundamente y con mayorfruto la celebración litúrgica. Además, cuandosea posible, sobre todo en los lugares más pobla-dos, será conveniente indicar las iglesias uoratorios que se pueden dedicar a la adoraciónperpetua. Recomiendo también que en la forma-ción catequética, sobre todo en el ciclo de prepa-ración para la Primera Comunión, se inicie a losniños en el significado y belleza de estar junto aJesús, fomentando el asombro por su presencia enla Eucaristía.

Además, quisiera expresar admiración y apo-yo a los Institutos de vida consagrada cuyosmiembros dedican una parte importante de sutiempo a la adoración eucarística. De este modoofrecen a todos el ejemplo de personas que sedejan plasmar por la presencia real del Señor. Almismo tiempo, deseo animar a las asociacionesde fieles, así como a las Cofradías, que tienen estapráctica como un compromiso especial, siendoasí fermento de contemplación para toda la Igle-sia y llamada a la centralidad de Cristo para lavida de los individuos y de las comunidades.

Formas de devoción eucarísticaFormas de devoción eucarísticaFormas de devoción eucarísticaFormas de devoción eucarísticaFormas de devoción eucarística

68. La relación personal que cada fiel estable-ce con Jesús, presente en la Eucaristía, lo ponesiempre en contacto con toda la comunión eclesial,haciendo que tome conciencia de su pertenenciaal Cuerpo de Cristo. Por eso, además de invitar alos fieles a encontrar personalmente tiempo paraestar en oración ante el Sacramento del altar, pidoa las parroquias y a otros grupos eclesiales que

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promuevan momentos de adoración comunitaria.Obviamente, conservan todo su valor las formasde devoción eucarística ya existentes. Pienso, porejemplo, en las procesiones eucarísticas, sobretodo la procesión tradicional en la solemnidad delCorpus Christi, en la práctica piadosa de lasCuarenta Horas, en los Congresos eucarísticoslocales, nacionales e internacionales, y en otrasiniciativas análogas. Estas formas de devoción,debidamente actualizadas y adaptadas a las di-versas circunstancias, merecen ser cultivadas tam-bién hoy.[195]

Lugar del sagrario en la iglesiaLugar del sagrario en la iglesiaLugar del sagrario en la iglesiaLugar del sagrario en la iglesiaLugar del sagrario en la iglesia

69. Sobre la importancia de la reservaeucarística y de la adoración y veneracióndel sacramento del sacrificio de Cristo, elSínodo de los Obispos ha reflexionadosobre la adecuada colocación del sagrarioen nuestras iglesias.[196] En efecto, estoayuda a reconocer la presencia real deCristo en el Santísimo Sacramento. Portanto, es necesario que el lugar en que seconservan las especies eucarísticas seaidentificado fácilmente por cualquiera queentre en la iglesia, gracias también a lalamparilla encendida. Para ello, se ha detener en cuenta la estructura arquitectóni-ca del edificio sacro: en las iglesias dondeno hay capilla del Santísimo Sacramento, y elsagrario está en el altar mayor, conviene seguirusando dicha estructura para la conservación yadoración de la Eucaristía, evitando poner delan-te la sede del celebrante. En las iglesias nuevasconviene prever que la capilla del Santísimo estécerca del presbiterio; si esto no fuera posible, espreferible poner el sagrario en el presbiterio,suficientemente alto, en el centro del ábside, obien en otro punto donde resulte bien visible.Todos estos detalles ayudan a dar dignidad alsagrario, del cual debe cuidarse también el aspec-to artístico. Obviamente, se ha tener en cuenta loque dice a este respecto la Ordenación Generaldel Misal Romano.[197] En todo caso, el juicioúltimo en esta materia corresponde al Obispodiocesano.

TERCERA PARTE

EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIREUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIR«El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre;

del mismo modo, el que come, vivirá por mí» (Jn 6,57)

Forma eucarística de la vida cristiana

El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)

70. El Señor Jesús, que por nosotros se hahecho alimento de verdad y de amor, hablandodel don de su vida nos asegura que «quien comade este pan vivirá para siempre» (Jn 6,51). Peroesta «vida eterna» se inicia en nosotros ya en este

tiempo por el cambio queel don eucarístico realizaen nosotros: «El que comevivirá por mí» (Jn 6,57).Estas palabras de Jesús nospermiten comprendercómo el misterio «creído»y «celebrado» contiene ensí un dinamismo que hacede él principio de vidanueva en nosotros y for-ma de la existencia cris-tiana. En efecto, comul-gando el Cuerpo y la San-gre de Jesucristo se nos

hace partícipes de la vida divina de un modo cadavez más adulto y consciente. Análogamente a loque san Agustín dice en las Confesiones sobre elLogos eterno, alimento del alma, poniendo derelieve su carácter paradójico, el santo Doctorimagina que se le dice: «Soy el manjar de losgrandes: creces, y me comerás, sin que por eso metransforme en ti, como el alimento de tu carne;sino que tú te transformarás en mí».[198] En efecto,no es el alimento eucarístico el que se transformaen nosotros, sino que somos nosotros los quegracias a él acabamos por ser cambiados miste-riosamente. Cristo nos alimenta uniéndonos a él;«nos atrae hacia sí».[199]

La Celebración eucarística aparece aquí contoda su fuerza como fuente y culmen de la exis-tencia eclesial, ya que expresa, al mismo tiempo,tanto el inicio como el cumplimiento del nuevo y

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definitivo culto, la logiké latreía.[200] A este res-pecto, las palabras de san Pablo a los Romanosson la formulación más sintética de cómo laEucaristía transforma toda nuestra vida en cultoespiritual agradable a Dios: «Os exhorto, por lamisericordia de Dios, a presentar vuestros cuer-pos como hostia viva, santa, agradable a Dios;éste es vuestro culto razonable» (Rm 12,1). Enesta exhortación se ve la imagen del nuevo cultocomo ofrenda total de la propia persona en comu-nión con toda la Iglesia. La insistencia del Após-tol sobre la ofrenda de nuestros cuerpos subrayala concreción humana de un culto que no es paranada desencarnado. A este propósito, el santo deHipona nos sigue recordando que «éste es elsacrificio de los cristianos: es decir, el llegar a sermuchos en un solo cuerpo en Cristo. La Iglesiacelebra este misterio con el sacramento del altar,que los fieles conocen bien, y en el que se lesmuestra claramente que en lo que se ofrece ellamisma es ofrecida».[201] En efecto, la doctrinacatólica afirma que la Eucaristía, como sacrificiode Cristo, es también sacrificio de la Iglesia, y portanto de los fieles.[202] La insistencia sobre elsacrificio —«hacer sagrado»— expresa aquí todala densidad existencial que se encuentra implica-da en la transformación de nuestra realidad hu-mana ganada por Cristo (cf. Flp 3,12).

Eficacia integradora del culto eucarísticoEficacia integradora del culto eucarísticoEficacia integradora del culto eucarísticoEficacia integradora del culto eucarísticoEficacia integradora del culto eucarístico

71. El nuevo culto cristiano abarca todos losaspectos de la vida, transfigurándola: «Cuandocomáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa,hacedlo todo para gloria de Dios» (1 Co 10,31). Elcristiano está llamado a expresar en cada acto desu vida el verdadero culto a Dios. De aquí tomaforma la naturaleza intrínsecamente eucarísticade la vida cristiana. La Eucaristía, al implicar larealidad humana concreta del creyente, hace po-sible, día a día, la transfiguración progresiva delhombre, llamado a ser por gracia imagen del Hijode Dios (cf. Rm 8,29 s.). Todo lo que hay deauténticamente humano —pensamientos y afec-tos, palabras y obras— encuentra en el sacramen-to de la Eucaristía la forma adecuada para servivido en plenitud. Aparece aquí todo el valorantropológico de la novedad radical traída por

Cristo con la Eucaristía: el culto a Dios en la vidahumana no puede quedar relegado a un momentoparticular y privado, sino que, por su naturaleza,tiende a impregnar cualquier aspecto de la reali-dad del individuo. El culto agradable a Dios seconvierte así en un nuevo modo de vivir todas lascircunstancias de la existencia, en la que cadadetalle queda exaltado al ser vivido dentro de larelación con Cristo y como ofrenda a Dios. Lagloria de Dios es el hombre viviente (cf. 1 Co10,31). Y la vida del hombre es la visión deDios.[203]

«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el domin-«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el domin-«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el domin-«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el domin-«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el domin-gogogogogo

72. Esta novedad radical que la Eucaristíaintroduce en la vida del hombre ha estado presen-te en la conciencia cristiana desde el principio.Los fieles han percibido en seguida el influjoprofundo que la Celebración eucarística ejercíasobre su estilo de vida. San Ignacio de Antioquíaexpresaba esta verdad calificando a los cristianoscomo «los que han llegado a la nueva esperanza»,y los presentaba como los que viven «según eldomingo» (iuxta dominicam viventes).[204] Estafórmula del gran mártir antioqueno ilumina cla-ramente la relación entre la realidad eucarística yla vida cristiana en su cotidianidad. La costumbrecaracterística de los cristianos de reunirse el pri-mer día después del sábado para celebrar la resu-rrección de Cristo —según el relato de san Justinomártir[205]— es el hecho que define también laforma de la existencia renovada por el encuentrocon Cristo. La fórmula de san Ignacio —«vivirsegún el domingo»— subraya también el valorparadigmático que este día santo posee respectoa cualquier otro día de la semana. En efecto, sudiferencia no está simplemente en dejar las acti-vidades habituales, como una especie de parénte-sis dentro del ritmo normal de los días. Loscristianos siempre han vivido este día como elprimero de la semana, porque en él se hacememoria de la radical novedad traída por Cristo.Así pues, el domingo es el día en que el cristianoencuentra esa forma eucarística de su existenciay a la que está llamado a vivir constantemente.«Vivir según el domingo» quiere decir vivir cons-

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cientes de la liberación traída por Cristo y desa-rrollar la propia vida como ofrenda de sí mismosa Dios, para que su victoria se manifieste plena-mente a todos los hombres a través de una con-ducta renovada íntimamente.

Vivir el precepto dominicalVivir el precepto dominicalVivir el precepto dominicalVivir el precepto dominicalVivir el precepto dominical

73. Los Padres sinodales, conscientes de estenuevo principio de vida que la Eucaristía pone enel cristiano, han reafirmado la importancia delprecepto dominical para todos los fieles, comofuente de libertad auténtica, para poder vivir cadadía según lo que han celebrado en el «día delSeñor». En efecto, la vida de fe peligra cuando yano se siente el deseo de participar en la Celebra-ción eucarística, en que se hace memoria de lavictoria pascual. Participar en la asamblea litúrgicadominical, junto con todos los hermanos y her-manas con los que se forma un solo cuerpo enJesucristo, es algo que la conciencia cristianareclama y que al mismo tiempo la forma. Perderel sentido del domingo, como día del Señor parasantificar, es síntoma de una pérdida del sentidoauténtico de la libertad cristiana, la libertad de loshijos de Dios.[206] A este respecto, son hermosaslas observaciones de mi venerado predecesorJuan Pablo II en la Carta apostólica DiesDomini.[207] a propósito de las diversas dimensio-nes del domingo para los cristianos: es diesDomini, con referencia a la obra de la creación;dies Christi como día de la nueva creación y deldon del Espíritu Santo que hace el Señor Resuci-tado; dies Ecclesiae como día en que la comuni-dad cristiana se congrega para la celebración;dies hominis como día de alegría, descanso ycaridad fraterna.

Por tanto, este día se muestra como fiestaprimordial en la que cada fiel, en el ambiente enque vive, puede ser anunciador y custodio delsentido del tiempo. En efecto, de este día brota elsentido cristiano de la existencia y un nuevomodo de vivir el tiempo, las relaciones, el trabajo,la vida y la muerte. Por tanto, es bueno que en eldía del Señor los grupos eclesiales organicen entorno a la Celebración eucarística dominical ma-nifestaciones propias de la comunidad cristiana:encuentros de amistad, iniciativas para formar la

fe de niños, jóvenes y adultos, peregrinaciones,obras de caridad y diversos momentos de oración.Ante estos valores tan importantes —aún cuandoel sábado por la tarde, desde las primeras Víspe-ras, ya pertenezca al domingo y esté permitidocumplir el precepto dominical— es preciso re-cordar que el domingo merece ser santificado ensí mismo, para que no termine siendo un día«vacío de Dios».[208]

Sentido del descanso y del trabajoSentido del descanso y del trabajoSentido del descanso y del trabajoSentido del descanso y del trabajoSentido del descanso y del trabajo

74. Es particularmente urgente en nuestro tiem-po recordar que el día del Señor es también el díade descanso del trabajo. Esperamos con graninterés que la sociedad civil lo reconozca tambiénasí, a fin de que sea posible liberarse de lasactividades laborales sin sufrir por ello perjuicioalguno. En efecto, los cristianos, en cierta rela-ción con el sentido del sábado en la tradiciónjudía, han considerado el día del Señor tambiéncomo el día del descanso del trabajo cotidiano.Esto tiene un significado propio, al ser unarelativización del trabajo, que debe estar orienta-do al hombre: el trabajo es para el hombre y no elhombre para el trabajo. Es fácil intuir cómo así seprotege al hombre en cuanto se emancipa de unaposible forma de esclavitud. Como he tenidoocasión de afirmar, «el trabajo reviste una impor-tancia primaria para la realización del hombre yel desarrollo de la sociedad, y por eso es precisoque se organice y desarrolle siempre en el plenorespeto de la dignidad humana y al servicio delbien común. Al mismo tiempo, es indispensableque el hombre no se deje dominar por el trabajo,que no lo idolatre, pretendiendo encontrar en él elsentido último y definitivo de la vida».[209] En eldía consagrado a Dios es donde el hombre com-prende el sentido de su vida y también de laactividad laboral.[210]

Asambleas dominicales en ausencia de sacerdoteAsambleas dominicales en ausencia de sacerdoteAsambleas dominicales en ausencia de sacerdoteAsambleas dominicales en ausencia de sacerdoteAsambleas dominicales en ausencia de sacerdote

75. Al profundizar en el sentido de la Celebra-ción dominical para la vida del cristiano, se plan-tea espontáneamente el problema de las comuni-dades cristianas en las que falta el sacerdote ydonde, por consiguiente, no es posible celebrar lasanta Misa en el día del Señor. A este respecto, seha de reconocer que nos encontramos ante situa-

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ciones bastante diferentes entre sí. El Sínodo,ante todo, ha recomendado a los fieles acercarsea una de las iglesias de la diócesis en que estégarantizada la presencia del sacerdote, aún cuan-do eso requiera un cierto sacrificio.[211] En cam-bio, allí donde las grandes distancias hacen prác-ticamente imposible la participación en la Euca-ristía dominical, es importante que las comunida-des cristianas se reúnan igualmente para alabar alSeñor y hacer memoria del día dedicado a Él. Sinembargo, esto debe realizarse en el contexto deuna adecuada instrucción acerca de la diferenciaentre la santa Misa y las asambleas dominicalesen ausencia de sacerdote. La atención pastoral dela Iglesia se expresa en este caso vigilando que laliturgia de la Palabra, organizada bajo la direc-ción de un diácono o de un responsable de lacomunidad, al que se le haya confiado debida-mente este ministerio por la autoridad competen-te, se cumpla según un ritual específico elaboradopor las Conferencias episcopales y aprobado porellas para este fin.[212] Recuerdo que correspondea los Ordinarios conceder la facultad de distribuirla comunión en dichas liturgias, valorando cuida-dosamente la conveniencia de la opción. Ade-más, se ha de evitar que dichas asambleas provo-quen confusión sobre el papel central del sacer-dote y la dimensión sacramental en la vida de laIglesia. La importancia del papel de los laicos, alos que se ha de agradecer su generosidad alservicio de las comunidades cristianas, nunca hade ocultar el ministerio insustituible de los sacer-dotes para la vida de la Iglesia.[213] Así pues, se hade vigilar atentamente que las asambleas sinsacerdote no den lugar a puntos de vistaeclesiológicos en contraste con la verdad delEvangelio y la tradición de la Iglesia. Es más,deberían ser ocasiones privilegiadas para pedir aDios que mande santos sacerdotes según su cora-zón. A este respecto, es conmovedor lo que escri-bía el Papa Juan Pablo II en la Carta a losSacerdotespara el Jueves Santo de 1979, recor-dando aquellos lugares en los que la gente, priva-da del sacerdote por parte del régimen dictatorial,se reunía en una iglesia o santuario, ponía sobre elaltar la estola que conservaba todavía y recitabalas oraciones de la liturgia eucarística, haciendo

silencio «en el momento que corresponde a latransustanciación desciende en medio de ellos»,dando así testimonio del ardor con que «deseanescuchar las palabras, que sólo los labios de unsacerdote pueden pronunciar eficazmente».[214]

Precisamente en esta perspectiva, teniendo encuenta el bien incomparable que se deriva de lacelebración del Sacrificio eucarístico, pido a to-dos los sacerdotes una activa y concreta disponi-bilidad para visitar lo más a menudo posible lascomunidades confiadas a su atención pastoral,para que no permanezcan demasiado tiempo sinel Sacramento de la caridad.

Una forma eucarística de la vida cristiana,

Una forma eucarística de la vida cristiana,

La pertenencia eclesialLa pertenencia eclesialLa pertenencia eclesialLa pertenencia eclesialLa pertenencia eclesial

76. La importancia del domingo como diesEcclesiae nos lleva a la relación intrínseca entrela victoria de Jesús sobre el mal y sobre la muertey nuestra pertenencia a su Cuerpo eclesial. Enefecto, en el Día del Señor todo cristiano descu-bre también la dimensión comunitaria de la pro-pia existencia redimida. Participar en la acciónlitúrgica, comulgar con el Cuerpo y la Sangre deCristo quiere decir, al mismo tiempo, hacer cadavez más íntima y profunda la propia pertenenciaa Él, que ha muerto por nosotros (cf. 1 Co 6,19 s.;7,23). Verdaderamente, quién se alimenta deCristo vive por Él. El sentido profundo de lacommunio sanctorum se entiende en relación conel Misterio eucarístico. La comunión tiene siem-pre y de modo inseparable una connotación ver-tical y una horizontal: comunión con Dios ycomunión con los hermanos y hermanas. Las dosdimensiones se encuentran misteriosamente en eldon eucarístico. «Donde se destruye la comunióncon Dios, que es comunión con el Padre, con elHijo y con el Espíritu Santo, se destruye tambiénla raíz y el manantial de la comunión con noso-tros. Y donde no se vive la comunión entre noso-tros, tampoco es viva y verdadera la comunióncon el Dios Trinitario».[215] Así pues, llamados aser miembros de Cristo y, por tanto, miembros losunos de los otros (cf. 1 Co 12,27), formamos unarealidad fundada ontológicamente en el Bautis-

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mo y alimentada por la Eucaristía, una realidadque requiere una respuesta sensible en la vida denuestras comunidades.

La forma eucarística de la vida cristiana es sinduda una forma eclesial y comunitaria. El modoconcreto en que cada fiel puede experimentar supertenencia al Cuerpo de Cristo se realiza a travésde la diócesis y las parroquias, como estructurasfundamentales de la Iglesia en un territorio parti-cular. Asociaciones, movimientos eclesiales ynuevas comunidades —con la vitalidad de suscarismas concedidos por el Espíritu Santo paranuestro tiempo—, así como también los Institu-tos de vida consagrada, tienen el deber de ofrecersu contribución específica para favorecer en losfieles la percepción de perteneceral Señor (cf. Rm14,8). El fenómeno de la secularización, quecomporta aspectos marcadamente individualistas,ocasiona sus efectos deletéreos sobre todo en laspersonas que se aíslan, y por el escaso sentido depertenencia. El cristianismo, desde sus comien-zos, supone siempre una compañía, una red derelaciones vivificadas continuamente por la es-cucha de la Palabra, la Celebración eucarística yanimadas por el Espíritu Santo.

Espiritualidad y cultura eucarísticaEspiritualidad y cultura eucarísticaEspiritualidad y cultura eucarísticaEspiritualidad y cultura eucarísticaEspiritualidad y cultura eucarística

77. Es significativo que los Padres sinodaleshayan afirmado que «los fieles cristianos necesi-tan una comprensión más profunda de las relacio-nes entre la Eucaristía y la vida cotidiana. Laespiritualidad eucarística no es solamente parti-cipación en la Misa y devoción al SantísimoSacramento. Abarca la vida entera».[216] Esta con-sideración tiene hoy un particular significadopara todos nosotros. Se ha de reconocer que unode los efectos más graves de la secularización,mencionada antes, consiste en haber relegado lafe cristiana al margen de la existencia, como sifuera algo inútil respecto al desarrollo concretode la vida de los hombres. El fracaso de este modode vivir «como si Dios no existiera» está ahora ala vista de todos. Hoy se necesita redescubrir queJesucristo no es una simple convicción privada ouna doctrina abstracta, sino una persona real cuyaentrada en la historia es capaz de renovar la vidade todos. Por eso la Eucaristía, como fuente y

culmen de la vida y de la misión de la Iglesia, setiene que traducir en espiritualidad, en vida «se-gún el Espíritu» (cf. Rm 8,4 s.;. Ga 5,16.25).Resulta significativo que san Pablo, en el pasajede la Carta a los Romanos en que invita a vivir elnuevo culto espiritual, menciona al mismo tiem-po la necesidad de cambiar el propio modo devivir y pensar: «Y no os ajustéis a este mundo,sino transformaos por la renovación de la mente,para que sepáis discernir lo que es la voluntad deDios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto» (12,2).De esta manera, el Apóstol de las gentes subrayala relación entre el verdadero culto espiritual y lanecesidad de entender de un modo nuevo la viday vivirla. La renovación de la mentalidad es parteintegrante de la forma eucarística de la vidacristiana, «para que ya no seamos niños sacudi-dos por las olas y llevados al retortero por todoviento de doctrina» (Ef 4,14).

Eucaristía y evangelización de las culturasEucaristía y evangelización de las culturasEucaristía y evangelización de las culturasEucaristía y evangelización de las culturasEucaristía y evangelización de las culturas

78. De todo lo expuesto se desprende que elMisterio eucarístico nos hace entrar en diálogocon las diferentes culturas, aunque en cierto sen-tido también las desafía.[217] Se ha de reconocer elcarácter intercultural de este nuevo culto, de estalogiké latreía. La presencia de Jesucristo y laefusión del Espíritu Santo son acontecimientosque pueden confrontarse siempre con cada reali-dad cultural, para fermentarla evangélicamente.Por consiguiente, esto comporta el compromisode promover con convicción la evangelización delas culturas, con la conciencia de que el mismoCristo es la verdad de todo hombre y de toda lahistoria humana. La Eucaristía se convierte encriterio de valorización de todo lo que el cristianoencuentra en las diferentes expresiones cultura-les. En este importante proceso podemos escu-char las muy significativas palabras de san Pabloque, en su primera Carta a los Tesalonicenses,exhorta: «examinadlo todo, quedándoos con lobueno» (5,21).

Eucaristía y fieles laicosEucaristía y fieles laicosEucaristía y fieles laicosEucaristía y fieles laicosEucaristía y fieles laicos

79. En Cristo, Cabeza de la Iglesia que es suCuerpo, todos los cristianos forman «una razaelegida, un sacerdocio real, una nación consagra-da, un pueblo adquirido por Dios para proclamar

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las hazañas del que nos llamó a salir de la tinieblay a entrar en su luz maravillosa» (1 P 2,9). LaEucaristía, como misterio que se ha de vivir, seofrece a cada persona en la condición en que seencuentra, haciendo que viva cotidianamente lanovedad cristiana en su situación existencial.Puesto que el Sacrificio eucarístico alimenta yacrecienta en nosotros lo que ya se nos ha dado enel Bautismo, por el cual todos estamos llamadosa la santidad,[218] esto debería aflorar y manifes-tarse también en las situaciones o estados de vidaen que se encuentra cada cristiano. Éste, viviendola propia vida como vocación, se convierte díatras día en culto agradable a Dios. Ya desde lareunión litúrgica, el Sacramento de la Eucaristíanos compromete en la realidad cotidiana para quetodo se haga para gloria de Dios.

Puesto que el mundo es «el campo» (Mt 13,38)en el que Dios pone a sus hijos como buenasemilla, los laicos cristianos, en virtud del Bautis-mo y de la Confirmación, y fortalecidos por laEucaristía, están llamados a vivir la novedadradical traída por Cristo precisamente en las con-diciones comunes de la vida.[219] Han de cultivarel deseo de que la Eucaristía influya cada vez másprofundamente en su vida cotidiana, convirtién-dolos en testigos visibles en su propio ambientede trabajo y en toda la sociedad.[220] Animo demodo particular a las familias para que este Sa-cramento sea fuente de fuerza e inspiración. Elamor entre el hombre y la mujer, la acogida de lavida y la tarea educativa se revelan como ámbitosprivilegiados en los que la Eucaristía puede mos-trar su capacidad de transformar la existencia yllenarla de sentido.[221] Los Pastores siempre hande apoyar, educar y animar a los fieles laicos avivir plenamente su propia vocación a la santidaden el mundo, al que Dios ha amado tanto que le haentregado a su Hijo para que se salve por Él (cf.Jn 3,16).

Eucaristía y espiritualidad sacerdotalEucaristía y espiritualidad sacerdotalEucaristía y espiritualidad sacerdotalEucaristía y espiritualidad sacerdotalEucaristía y espiritualidad sacerdotal

80. La forma eucarística de la existencia cris-tiana se manifiesta de modo particular en elestado de vida sacerdotal. La espiritualidad sa-cerdotal es intrínsecamente eucarística. La semi-lla de esta espiritualidad se puede encontrar ya en

las palabras que el Obispo pronuncia en la liturgiade la Ordenación: «Recibe la ofrenda del pueblosanto para presentarla a Dios. Considera lo querealizas e imita lo que conmemoras, y conformatu vida con el misterio de la cruz del Señor».[222] Elsacerdote, para dar a su vida una forma eucarísticacada vez más plena, ya en el período de formacióny luego en los años sucesivos, ha de dedicartiempo a la vida espiritual.[223] Él está llamado aser siempre un auténtico buscador de Dios, per-maneciendo al mismo tiempo cercano a las pre-ocupaciones de los hombres. Una vida espiritualintensa le permitirá entrar más profundamente encomunión con el Señor y le ayudará a dejarseganar por el amor de Dios, siendo su testigo entodas las circunstancias, aunque sean difíciles ysombrías. Por esto, junto con los Padres del Sí-nodo, recomiendo a los sacerdotes «la celebra-ción cotidiana de la santa Misa, aun cuando nohubiera participación de fieles».[224] Esta reco-mendación está en consonancia ante todo con elvalor objetivamente infinito de cada Celebracióneucarística; y, además, está motivado por su sin-gular eficacia espiritual, porque si la santa Misase vive con atención y con fe, es formativa en elsentido más profundo de la palabra, pues promue-ve la conformación con Cristo y consolida alsacerdote en su vocación.

Eucaristía y vida consagradaEucaristía y vida consagradaEucaristía y vida consagradaEucaristía y vida consagradaEucaristía y vida consagrada

81. En el contexto de la relación entre laEucaristía y las diversas vocaciones eclesialesresplandece de modo particular «el testimonioprofético de las consagradas y de los consagra-dos, que encuentran en la Celebración eucarísticay en la adoración la fuerza para el seguimientoradical de Cristo obediente, pobre y casto».[225]

Los consagrados y las consagradas, incluso des-empeñando muchos servicios en el campo de laformación humana y en la atención a los pobres,en la enseñanza o en la asistencia a los enfermos,saben que el objetivo principal de su vida es «lacontemplación de las cosas divinas y la uniónasidua con Dios».[226] La contribución esencialque la Iglesia espera de la vida consagrada es másen el orden del ser que en el del hacer. En estecontexto, quisiera subrayar la importancia del

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testimonio virginal precisamente en relación conel misterio de la Eucaristía. En efecto, además dela relación con el celibato sacerdotal, el Misterioeucarístico manifiesta una relación intrínseca conla virginidad consagrada, ya que es expresión dela consagración exclusiva de la Iglesia a Cristo,que ella con fidelidad radical y fecunda acogecomo a su Esposo.[227] La virginidad consagradaencuentra en la Eucaristía inspiración y alimentopara su entrega total a Cristo. Además, en laEucaristía obtiene consuelo e impulso para ser,también en nuestro tiempo, signo del amor gratui-to y fecundo de Dios para con la humanidad. Através de su testimonio específico, la vida consa-grada se convierte objetivamente en referencia yanticipación de aquellas «bodas del Cordero» (Ap19,7-9), meta de toda la historia de la salvación.En este sentido, es una llamada eficaz al horizon-te escatológico que todo hombre necesita parapoder orientar sus propias opciones y decisionesde vida.

Eucaristía y transformación moralEucaristía y transformación moralEucaristía y transformación moralEucaristía y transformación moralEucaristía y transformación moral

82. Descubrir la belleza de la forma eucarísticade la vida cristiana nos lleva a reflexionar tam-bién sobre la fuerza moral que dicha forma produ-ce para defender la auténtica libertad de los hijosde Dios. Con esto deseo recordar una temáticasurgida en el Sínodo sobre la relación entre formaeucarística de la vida y transformación moral. ElPapa Juan Pablo II afirmaba que la vida moral«posee el valor de un «culto espiritual» (Rm 12,1;cf. Flp 3,3) que nace y se alimenta de aquellainagotable fuente de santidad y glorificación deDios que son los sacramentos, especialmente laEucaristía; en efecto, participando en el sacrificiode la Cruz, el cristiano comulga con el amor dedonación de Cristo y se capacita y compromete avivir esta misma caridad en todas sus actitudes ycomportamientos de vida».[228] En definitiva, «enel «culto» mismo, en la comunión eucarística,está incluido a la vez el ser amado y el amar a losotros. Una Eucaristía que no comporte un ejerci-cio práctico del amor es fragmentaria en sí mis-ma».[229]

Esta referencia al valor moral del culto espiri-tual no se ha de interpretar en clave moralista. Es

ante todo el gozoso descubrimiento del dinamis-mo del amor en el corazón que acoge el don delSeñor, se abandona a Él y encuentra la verdaderalibertad. La transformación moral que comportael nuevo culto instituido por Cristo, es una tensióny un deseo cordial de corresponder al amor delSeñor con todo el propio ser, no obstante laconciencia de la propia fragilidad. Todo esto estábien reflejado en el relato evangélico de Zaqueo(cf. Lc 19,1-10). Después de haber hospedado aJesús en su casa, el publicano se ve completamen-te transformado: decide dar la mitad de sus bienesa los pobres y devuelve cuatro veces más a quie-nes había robado. El impulso moral, que nace deacoger a Jesús en nuestra vida, brota de la gratitudpor haber experimentado la inmerecida cercaníadel Señor.

Coherencia eucarísticaCoherencia eucarísticaCoherencia eucarísticaCoherencia eucarísticaCoherencia eucarística

83. Es importante notar lo que los Padressinodales han denominado coherencia eucarística,a la cual está llamada objetivamente nuestra vida.En efecto, el culto agradable a Dios nunca es unacto meramente privado, sin consecuencias ennuestras relaciones sociales: al contrario, exige eltestimonio público de la propia fe. Obviamente,esto vale para todos los bautizados, pero tiene unaimportancia particular para quienes, por la posi-ción social o política que ocupan, han de tomardecisiones sobre valores fundamentales, como elrespeto y la defensa de la vida humana, desde suconcepción hasta su fin natural, la familia funda-da en el matrimonio entre hombre y mujer, lalibertad de educación de los hijos y la promocióndel bien común en todas sus formas.[230] Estosvalores no son negociables. Así pues, los políti-cos y los legisladores católicos, conscientes de sugrave responsabilidad social, deben sentirse par-ticularmente interpelados por su conciencia, rec-tamente formada, para presentar y apoyar leyesinspiradas en los valores fundados en la naturale-za humana.[231] Esto tiene además una relaciónobjetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). LosObispos han de llamar constantemente la aten-ción sobre estos valores. Ello es parte de suresponsabilidad para con la grey que se les haconfiado.[232]

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Eucaristía, misterio que se ha de anunciar

Eucaristía y misiónEucaristía y misiónEucaristía y misiónEucaristía y misiónEucaristía y misión

84. En la homilía durante la Celebracióneucarística con la que he iniciado solemnementemi ministerio en la Cátedra de Pedro, decía:«Nada hay más hermoso que haber sido alcanza-dos, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo.Nada más bello que conocerle y comunicar a losotros la amistad con él».[233] Esta afirmación asu-me una mayor intensidad si pensamos en el Mis-terio eucarístico. En efecto, no podemos guardarpara nosotros el amor que celebramos en el Sacra-mento. Éste exige por sunaturaleza que sea comu-nicado a todos. Lo que elmundo necesita es elamor de Dios, encontrara Cristo y creer en Él. Poreso la Eucaristía no essólo fuente y culmen dela vida de la Iglesia; lo estambién de su misión:«Una Iglesiaa u t é n t i c a m e n t eeucarística es una Iglesiamisionera».[234] Tambiénnosotros podemos decira nuestros hermanos conconvicción: «Eso quehemos visto y oído os lo anunciamos para queestéis unidos con nosotros» (1 Jn 1,3). Verdade-ramente, nada hay más hermoso que encontrar aCristo y comunicarlo a los demás. Además, lainstitución misma de la Eucaristía anticipa lo quees el corazón de la misión de Jesús: Él es elenviado del Padre para la redención del mundo(cf. Jn 3,16-17; Rm 8,32). En la última Cena Jesúsconfía a sus discípulos el Sacramento que actua-liza el sacrificio que Él ha hecho de sí mismo enobediencia al Padre para la salvación de todosnosotros. No podemos acercarnos a la Mesaeucarística sin dejarnos llevar por ese movimien-to de la misión que, partiendo del corazón mismode Dios, tiende a llegar a todos los hombres. Asípues, el impulso misionero es parte constitutivade la forma eucarística de la vida cristiana.

Eucaristía y testimonioEucaristía y testimonioEucaristía y testimonioEucaristía y testimonioEucaristía y testimonio

85. La misión primera y fundamental querecibimos de los santos Misterios que celebramoses la de dar testimonio con nuestra vida. Elasombro por el don que Dios nos ha hecho enCristo imprime en nuestra vida un dinamismonuevo, comprometiéndonos a ser testigos de suamor. Nos convertimos en testigos cuando, pornuestras acciones, palabras y modo de ser, apare-ce Otro y se comunica. Se puede decir que eltestimonio es el medio con el que la verdad delamor de Dios llega al hombre en la historia,invitándolo a acoger libremente esta novedad

radical. En el testimonio Dios, por asídecir, se expone al riesgo de la libertaddel hombre. Jesús mismo es el testigofiel y veraz (cf. Ap 1,5; 3,14); ha veni-do para dar testimonio de la verdad(cf. Jn 18,37). Con estas reflexionesdeseo recordar un concepto muy que-rido por los primeros cristianos, peroque también nos afecta a nosotros,cristianos de hoy: el testimonio hastael don de sí mismos, hasta el martirio,ha sido considerado siempre en la his-toria de la Iglesia como la cumbre delnuevo culto espiritual: «Presentarvuestros cuerpos» (Rm 12,1). Se pue-de recordar, por ejemplo, el relato delmartirio de san Policarpo de Esmirna,

discípulo de san Juan: todo el acontecimientodramático es descrito como una liturgia, más aúncomo si el mártir mismo se convirtiera en Euca-ristía.[235] Pensemos también en la concienciaeucarística que Ignacio de Antioquía expresaante su martirio: él se considera «trigo de Dios»y desea llegar a ser en el martirio «pan puro deCristo».[236] El cristiano que ofrece su vida en elmartirio entra en plena comunión con la Pascuade Jesucristo y así se convierte con Él en Eucaris-tía. Tampoco faltan hoy en la Iglesia mártires enlos que se manifiesta de modo supremo el amor deDios. Sin embargo, aun cuando no se requiera laprueba del martirio, sabemos que el culto agrada-ble a Dios implica también interiormente estadisponibilidad,[237] y se manifiesta en el testimo-nio alegre y convencido ante el mundo de una

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vida cristiana coherente allí donde el Señor nosllama a anunciarlo.

Jesucristo, único SalvadorJesucristo, único SalvadorJesucristo, único SalvadorJesucristo, único SalvadorJesucristo, único Salvador

86. Subrayar la relación intrínseca entre Euca-ristía y misión nos ayuda a redescubrir también elcontenido último de nuestro anuncio. Cuanto másvivo sea el amor por la Eucaristía en el corazóndel pueblo cristiano, tanto más clara tendrá latarea de la misión: llevar a Cristo. No es sólo unaidea o una ética inspirada en Él, sino el don de sumisma Persona. Quien no comunica la verdad delAmor al hermano no ha dado todavía bastante. LaEucaristía, como sacramento de nuestra salva-ción, nos lleva a considerar de modo ineludible launicidad de Cristo y de la salvación realizada porÉl a precio de su sangre. Por tanto, la exigencia deeducar constantemente a todos al trabajo misio-nero, cuyo centro es el anuncio de Jesús, únicoSalvador, surge del Misterio eucarístico, creído ycelebrado.[238] Así se evitará que se reduzca a unainterpretación meramente sociológica la decisivaobra de promoción humana que comporta siem-pre todo auténtico proceso de evangelización.

Libertad de cultoLibertad de cultoLibertad de cultoLibertad de cultoLibertad de culto

87. En este contexto, deseo hablar de lo que losPadres han afirmado durante la asamblea sinodalsobre las graves dificultades que afectan a lamisión de aquellas comunidades cristianas queviven en condiciones de minoría o incluso priva-das de la libertad religiosa.[239] Realmente debe-mos dar gracias al Señor por todos los Obispos,sacerdotes, personas consagradas y laicos, que seesfuerzan por anunciar el Evangelio y viven su fearriesgando la propia vida. En muchas regionesdel mundo el mero hecho de ir a la Iglesia es untestimonio heroico que expone a las personas a lamarginación y a la violencia. En esta ocasión,deseo confirmar también la solidaridad de toda laIglesia con los que sufren por la falta de libertadde culto. Allí dónde falta la libertad religiosa, losabemos, falta en definitiva la libertad más signi-ficativa, ya que en la fe el hombre expresa suíntima convicción sobre el sentido último de supropia vida. Pidamos, pues, que aumenten losespacios de libertad religiosa en todos los Esta-dos, para que los cristianos, así como también los

miembros de otras religiones, puedan vivir perso-nal y comunitariamente sus convicciones libre-mente.

Eucaristía, misterio que se ha de ofreceral mundo

Eucaristía: pan partido para la vida del mundoEucaristía: pan partido para la vida del mundoEucaristía: pan partido para la vida del mundoEucaristía: pan partido para la vida del mundoEucaristía: pan partido para la vida del mundo

88. «El pan que yo daré es mi carne para la vidadel mundo» (Jn 6,51). Con estas palabras el Señorrevela el verdadero sentido del don de la propiavida por todos los hombres y nos muestran tam-bién la íntima compasión que Él tiene por cadapersona. En efecto, los Evangelios nos narranmuchas veces los sentimientos de Jesús por loshombres, de modo especial por los que sufren ylos pecadores (cf. Mt 20,34; Mc 6,54; Lc 9,41).Mediante un sentimiento profundamente huma-no, Él expresa la intención salvadora de Dios paratodos los hombres, a fin de que lleguen a la vidaverdadera. Cada celebración eucarística actuali-za sacramentalmente el don de la propia vida queJesús ha hecho en la Cruz por nosotros y por elmundo entero. Al mismo tiempo, en la EucaristíaJesús nos hace testigos de la compasión de Diospor cada hermano y hermana. Nace así, en tornoal Misterio eucarístico, el servicio de la caridadpara con el prójimo, que «consiste justamente enque, en Dios y con Dios, amo también a la personaque no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólopuede llevarse a cabo a partir del encuentro ínti-mo con Dios, un encuentro que se ha convertidoen comunión de voluntad, llegando a implicar elsentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otrapersona no ya sólo con mis ojos y sentimientos,sino desde la perspectiva de Jesucristo».[240] Deese modo, en las personas que encuentro reconoz-co a hermanos y hermanas por los que el Señor hadado su vida amándolos «hasta el extremo» (Jn13,1). Por consiguiente, nuestras comunidades,cuando celebran la Eucaristía, han de ser cada vezmás conscientes de que el sacrificio de Cristo espara todos y que, por eso, la Eucaristía impulsa atodo el que cree en Él a hacerse «pan partido»para los demás y, por tanto, a trabajar por unmundo más justo y fraterno. Pensando en lamultiplicación de los panes y los peces, hemos de

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reconocer que Cristo sigue exhortando tambiénhoy a sus discípulos a comprometerse en primerapersona: «dadles vosotros de comer» (Mt 14,16).En verdad, la vocación de cada uno de nosotrosconsiste en ser, junto con Jesús, pan partido parala vida del mundo.

Implicaciones sociales del Misterio eucarísticoImplicaciones sociales del Misterio eucarísticoImplicaciones sociales del Misterio eucarísticoImplicaciones sociales del Misterio eucarísticoImplicaciones sociales del Misterio eucarístico

89. La unión con Cristo que se realiza en elSacramento nos capacita también para nuevostipos de relaciones sociales: «la «mística» delSacramento tiene un carácter social». En efecto,«la unión con Cristo es al mismo tiempo unióncon todos los demás a los que Él se entrega. Nopuedo tener a Cristo sólo para mí; únicamentepuedo pertenecerle en unión con todos los que sonsuyos o lo serán»[241] A este respecto, hay queexplicitar la relación entre Misterio eucarístico ycompromiso social. La Eucaristía es sacramentode comunión entre hermanos y hermanas queaceptan reconciliarse en Cristo, el cual ha hechode judíos y paganos un pueblo solo, derribando elmuro de enemistad que los separaba (cf. Ef 2,14).Sólo esta constante tensión hacia la reconcilia-ción permite comulgar dignamente con el Cuerpoy la Sangre de Cristo (cf. Mt 5,23- 24).[242] Cristo,por el memorial de su sacrificio, refuerza lacomunión entre los hermanos y, de modo particu-lar, apremia a los que están enfrentados para queaceleren su reconciliación abriéndose al diálogoy al compromiso por la justicia. No hay duda deque las condiciones para establecer una paz ver-dadera son la restauración de la justicia, la recon-ciliación y el perdón.[243] De esta toma de concien-cia nace la voluntad de transformar también lasestructuras injustas para restablecer el respeto dela dignidad del hombre, creado a imagen y seme-janza de Dios. La Eucaristía, a través de la puestaen práctica de este compromiso, transforma envida lo que ella significa en la celebración. Comohe tenido ocasión de afirmar, la Iglesia no tienecomo tarea propia emprender una batalla políticapara realizar la sociedad más justa posible; sinembargo, tampoco puede ni debe quedarse almargen de la lucha por la justicia. La Iglesia«debe insertarse en ella a través de la argumenta-ción racional y debe despertar las fuerzas espiri-

tuales, sin las cuales la justicia, que siempre exigetambién renuncias, no puede afirmarse ni prospe-rar».[244]

En la perspectiva de la responsabilidad socialde todos los cristianos, los Padres sinodales hanrecordado que el sacrificio de Cristo es misteriode liberación que nos interpela y provoca conti-nuamente. Dirijo por tanto una llamada a todoslos fieles para que sean realmente operadores depaz y de justicia: «En efecto, quien participa en laEucaristía ha de empeñarse en construir la paz ennuestro mundo marcado por tantas violencias yguerras, y de modo particular hoy, por el terroris-mo, la corrupción económica y la explotaciónsexual».[245] Todos estos problemas, que a su vezengendran otros fenómenos degradantes, son losque despiertan viva preocupación. Sabemos queestas situaciones no se pueden afrontar de unmanera superficial. Precisamente, gracias al Mis-terio que celebramos, deben denunciarse las cir-cunstancias que van contra la dignidad del hom-bre, por el cual Cristo ha derramado su sangre,afirmando así el valor tan alto de cada persona.

El alimento de la verdad y la indigencia del hombreEl alimento de la verdad y la indigencia del hombreEl alimento de la verdad y la indigencia del hombreEl alimento de la verdad y la indigencia del hombreEl alimento de la verdad y la indigencia del hombre

90. No podemos permanecer pasivos ante cier-tos procesos de globalización que con frecuenciahacen crecer desmesuradamente en todo el mun-do la diferencia entre ricos y pobres. Debemosdenunciar a quien derrocha las riquezas de latierra, provocando desigualdades que claman alcielo (cf. St 5,4). Por ejemplo, es imposible per-manecer callados ante «las imágenessobrecogedoras de los grandes campos de prófu-gos o de refugiados —en muchas partes del mun-do— acogidos en precarias condiciones para li-brarse de una suerte peor, pero necesitados detodo. Estos seres humanos, ¿no son nuestroshermanos y hermanas? ¿Acaso sus hijos no vie-nen al mundo con las mismas esperanzas legíti-mas de felicidad que los demás?».[246] El SeñorJesús, Pan de vida eterna, nos apremia y nos haceestar atentos a las situaciones de pobreza en quese halla todavía gran parte de la humanidad: sonsituaciones cuya causa implica a menudo un clarae inquietante responsabilidad por parte de loshombres. En efecto, «se puede afirmar, sobre la

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base de datos estadísticos disponibles, que menosde la mitad de las ingentes sumas destinadasglobalmente a armamento sería más que suficien-te para sacar de manera estable de la indigencia alinmenso ejército de los pobres. Esto interpela a laconciencia humana. Nuestro común compromisopor la verdad puede y tiene que dar nueva espe-ranza a estas poblaciones que viven bajo el um-bral de la pobreza, mucho más a causa de situa-ciones que dependen de las relaciones internacio-nales políticas, comerciales y culturales, que porcircunstancias incontroladas».[247]

El alimento de la verdad nos impulsa a denun-ciar las situaciones indignas del hombre, en lasque a causa de la injusticia y la explotación semuere por falta de comida, y nos da nueva fuerzay ánimo para trabajar sin descanso en la construc-ción de la civilización del amor. Los cristianoshan procurado desde el principio compartir susbienes (cf. Hch 4,32) y ayudar a los pobres (cf.Rm15,26). La colecta en las asambleas litúrgicas nosólo nos lo recuerda expresamente, sino que estambién una necesidad muy actual. Las institu-ciones eclesiales de beneficencia, en particularCaritas en sus diversos ámbitos, desarrollan elprecioso servicio de ayudar a las personas nece-sitadas, sobre todo a los más pobres. Estas insti-tuciones, inspirándose en la Eucaristía, que es elsacramento de la caridad, se convierten en suexpresión concreta; por ello merecen todo enco-mio y estímulo por su compromiso solidario en elmundo.

Doctrina social de la IglesiaDoctrina social de la IglesiaDoctrina social de la IglesiaDoctrina social de la IglesiaDoctrina social de la Iglesia

91. El misterio de la Eucaristía nos capacita eimpulsa a un trabajo audaz en las estructuras deeste mundo para llevarles aquel tipo de relacionesnuevas, que tiene su fuente inagotable en el donde Dios. La oración que repetimos en cada santaMisa: «Danos hoy nuestro pan de cada día», nosobliga a hacer todo lo posible, en colaboracióncon las instituciones internacionales, estatales oprivadas, para que cese o al menos disminuya enel mundo el escándalo del hambre y de la desnu-trición que sufren tantos millones de personas,especialmente en los países en vías de desarrollo.El cristiano laico en particular, formado en la

escuela de la Eucaristía, está llamado a asumirdirectamente la propia responsabilidad política ysocial. Para que pueda desempeñar adecuada-mente sus cometidos hay que prepararlo median-te una educación concreta a la caridad y a lajusticia. Por eso, como ha pedido el Sínodo, esnecesario promover la doctrina social de la Igle-sia y darla a conocer en las diócesis y en lascomunidades cristianas.[248] En este precioso pa-trimonio, procedente de la más antigua tradicióneclesial, encontramos los elementos que orientancon profunda sabiduría el comportamiento de loscristianos ante las cuestiones sociales candentes.Esta doctrina, madurada durante toda la historiade la Iglesia, se caracteriza por el realismo y elequilibrio, ayudando así a evitar compromisosequívocos o utopías ilusorias.

Santificación del mundo y salvaguardia de la crea-Santificación del mundo y salvaguardia de la crea-Santificación del mundo y salvaguardia de la crea-Santificación del mundo y salvaguardia de la crea-Santificación del mundo y salvaguardia de la crea-ciónciónciónciónción

92. Para desarrollar una profunda espirituali-dad eucarística que pueda incidir también demanera significativa en el campo social, se re-quiere que el pueblo cristiano tenga concienciade que, al dar gracias por medio de la Eucaristía,lo hace en nombre de toda la creación, aspirandoasí a la santificación del mundo y trabajandointensamente para tal fin.[249] La Eucaristía mis-ma proyecta una luz intensa sobre la historiahumana y sobre todo el cosmos. En esta perspec-tiva sacramental aprendemos, día a día, que todoacontecimiento eclesial tiene carácter de signo,mediante el cual Dios se comunica a sí mismo ynos interpela. De esta manera, la formaeucarística de la vida puede favorecer verdade-ramente un auténtico cambio de mentalidad enel modo de ver la historia y el mundo. La liturgiamisma nos educa a todo esto cuando, durante lapresentación de las ofrendas, el sacerdote dirigea Dios una oración de bendición y de peticiónsobre el pan y el vino, «fruto de la tierra», «de lavid» y del «trabajo del hombre». Con estaspalabras, además de incluir en la ofrenda a Diostoda la actividad y el esfuerzo humano, el ritonos lleva a considerar la tierra como creación deDios, que produce todo lo necesario para nuestrosustento. La creación no es una realidad neutral,

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mera materia que se puede utilizar indife-rentemente siguiendo el instinto humano.Más bien forma parte del plan bondadoso deDios, por el que todos nosotros estamosllamados a ser hijos e hijas en el Unigénitode Dios, Jesucristo (cf. Ef 1,4-12). La funda-da preocupación por las condicionesecológicas en que se encuentra la creaciónen muchas partes del mundo encuentra mo-tivos de tranquilidad en la perspectiva de laesperanza cristiana, que nos compromete aactuar responsablemente en defensa de lacreación.[250] En efecto, en la relación entrela Eucaristía y el universo descubrimos launidad del plan de Dios y se nos invita adescubrir la relación profunda entre la crea-ción y la «nueva creación», inaugurada conla resurrección de Cristo, nuevo Adán. Enella participamos ya desde ahora en virtuddel Bautismo (cf. Col 2,12 s.), y así se le abrea nuestra vida cristiana, alimentada por laEucaristía, la perspectiva del mundo nuevo,del nuevo cielo y de la nueva tierra, donde lanueva Jerusalén baja del cielo, desde Dios,«ataviada como una novia que se adornapara su esposo» (Ap 21,2).

Utilidad de un Compendio eucarísticoUtilidad de un Compendio eucarísticoUtilidad de un Compendio eucarísticoUtilidad de un Compendio eucarísticoUtilidad de un Compendio eucarístico

93. Al final de estas reflexiones, en las quehe querido fijarme en las orientaciones surgi-das en el Sínodo, deseo acoger también unapetición que hicieron los Padres para ayudaral pueblo cristiano a creer, celebrar y vivircada vez mejor el Misterio eucarístico. Pre-parado por los Dicasterios competentes sepublicará un Compendio que recogerá textosdel Catecismo de la Iglesia Católica, oracio-nes y explicaciones de las PlegariasEucarísticas del Misal, así como todo lo quepueda ser útil para la correcta comprensión,celebración y adoración del Sacramento delaltar.[251] Espero que este instrumento ayudea que el memorial de la Pascua del Señor seconvierta cada vez más en fuente y culmen dela vida y de la misión de la Iglesia. Estoimpulsará a cada fiel a hacer de su propia vidaun verdadero culto espiritual.

CONCLUSIÓN

94. Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristíaes el origen de toda forma de santidad, y todos noso-tros estamos llamados a la plenitud de vida en elEspíritu Santo. ¡Cuántos santos han hecho auténtica lapropia vida gracias a su piedad eucarística! Desde sanIgnacio de Antioquía a san Agustín, de san AntonioAbad a san Benito, de san Francisco de Asís a santoTomás de Aquino, de santa Clara de Asís a santaCatalina de Siena, de san Pascual Bailón a san PedroJulián Eymard, de san Alfonso María de Ligorio albeato Carlos de Foucauld, de san Juan María Vianneya santa Teresa de Lisieux, de san Pío de Pietrelcina ala beata Teresa de Calcuta, del beato PiergiorgioFrassati al beato Iván Mertz, sólo por citar algunos delos numerosos nombres. La santidad ha tenido siem-pre su centro en el sacramento de la Eucaristía.

Por eso, es necesario que en la Iglesia se crearealmente, se celebre con devoción y se viva intensa-mente este santo Misterio. El don de sí mismo queJesús hace en el Sacramento memorial de su pasión,nos asegura que el culmen de nuestra vida está en laparticipación en la vida trinitaria, que en Él se nosofrece de manera definitiva y eficaz. La celebración yadoración de la Eucaristía nos permiten acercarnos alamor de Dios y adherirnos personalmente a él hastaunirnos con el Señor amado. El ofrecimiento de nues-tra vida, la comunión con toda la comunidad de loscreyentes y la solidaridad con cada hombre, sonaspectos imprescindibles de la logiké latreía, del cultoespiritual, santo y agradable a Dios (cf. Rm 12,1), enel que toda nuestra realidad humana concreta setransforma para su gloria. Invito, pues, a todos lospastores a poner la máxima atención en la promociónde una espiritualidad cristiana auténticamenteeucarística. Que los presbíteros, los diáconos y todoslos que desempeñan un ministerio eucarístico, reci-ban siempre de estos mismos servicios, realizadoscon esmero y preparación constante, fuerza y estímu-lo para el propio camino personal y comunitario desantificación. Exhorto a todos los laicos, en particulara las familias, a encontrar continuamente en el Sacra-mento del amor de Cristo la fuerza para transformar lapropia vida en un signo auténtico de la presencia delSeñor resucitado. Pido a todos los consagrados yconsagradas que manifiesten con su propia vida

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eucarística el esplendor y la belleza de pertenecertotalmente al Señor.

95. A principios del s. IV, el culto cristianoestaba todavía prohibido por las autoridades im-periales. Algunos cristianos del Norte de África,que se sentían en la obligación de celebrar el díadel Señor, desafiaron la prohibición. Fueronmartirizados mientras declaraban que no les eraposible vivir sin la Eucaristía, alimento del Señor:sine dominico non possumus.[252] Que estos már-tires de Abitinia, junto con muchos santos ybeatos que han hecho de la Eucaristía el centro desu vida, intercedan por nosotros y nos enseñen lafidelidad al encuentro con Cristo resucitado. No-sotros tampoco podemos vivir sin participar en elSacramento de nuestra salvación y deseamos seriuxta dominicam viventes, es decir, llevar a la vidalo que celebramos en el día del Señor. En efecto,este es el día de nuestra liberación definitiva.¿Qué tiene de extraño que deseemos vivir cadadía según la novedad introducida por Cristo conel misterio de la Eucaristía?

96. Que María Santísima,Virgen inmaculada, arca de lanueva y eterna alianza, nosacompañe en este camino al en-cuentro del Señor que viene. EnElla encontramos la esencia dela Iglesia realizada del modomás perfecto. La Iglesia ve enMaría, «Mujer eucarística» —como la ha llamado el Siervo deDios Juan Pablo II[253]—, su ico-no más logrado, y la contemplacomo modelo insustituible devida eucarística. Por eso, en pre-sencia del «verum Corpus natumde Maria Virgine» sobre el al-tar, el sacerdote, en nombre dela asamblea litúrgica, afirma conlas palabras del canon: «Veneramos la memoria,ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor».[254]

Su santo nombre se invoca y venera también enlos cánones de las tradiciones cristianas orienta-les. Los fieles, por su parte, «encomiendan a

María, Madre de la Iglesia, su vida y su trabajo.Esforzándose por tener los mismos sentimientosde María, ayudan a toda la comunidad a vivircomo ofrenda viva, agradable al Padre».[255] Ellaes la Tota pulchra, Toda hermosa, ya que en Ellabrilla el resplandor de la gloria de Dios. Labelleza de la liturgia celestial, que debe reflejarsetambién en nuestras asambleas, tiene un fiel espe-jo en Ella. De Ella hemos de aprender a conver-tirnos en personas eucarísticas y eclesiales parapoder presentarnos también nosotros, según laexpresión de san Pablo, «inmaculados» ante elSeñor, tal como Él nos ha querido desde el prin-cipio (cf. Col 1,21; Ef 1,4).[256]

97. Que el Espíritu Santo, por intercesión de laSantísima Virgen María, encienda en nosotros elmismo ardor que sintieron los discípulos de Emaús(cf. Lc 24,13-35), y renueve en nuestra vida elasombro eucarístico por el resplandor y la bellezaque brillan en el rito litúrgico, signo eficaz de labelleza infinita propia del misterio santo de Dios.

Aquellos discípulos se levanta-ron y volvieron de prisa a Jeru-salén para compartir la alegríacon los hermanos y hermanas enla fe. En efecto, la verdaderaalegría está en reconocer que elSeñor se queda entre nosotros,compañero fiel de nuestro ca-mino. La Eucaristía nos hacedescubrir que Cristo muerto yresucitado, se hace contempo-ráneo nuestro en el misterio dela Iglesia, su Cuerpo. Hemossido hechos testigos de este mis-terio de amor. Deseemos ir lle-nos de alegría y admiración alencuentro de la santa Eucaristía,para experimentar y anunciar alos demás la verdad de la pala-bra con la que Jesús se despidió

de sus discípulos: «Yo estoy con vosotros todoslos días, hasta al fin del mundo» (Mt 28,20).

En Roma, junto a san Pedro, el 22 de Febrero,fiesta de la Cátedra del Apóstol san Pedro, delaño 2007, segundo de mi Pontificado.

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[1] Cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, III, q. 73, a. 3.[2] In Iohannis Evangelium Tractatus, 26,5: PL 35, 1609.[3] A los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congrega-

ción para la Doctrina de la Fe (10 febrero 2006): AAS 98(2006), 255.

[4] Discurso a los participantes en la III reunión del XI ConsejoOrdinario del Sínodo de los Obispos (1 junio 2006):L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (9 junio2006), p. 18.

[5] Cf. Propositio 2.[6] Me refiero a la necesidad de una hermenéutica de la continui-

dad con referencia también a una correcta lectura del desa-rrollo litúrgico después del Concilio Vaticano II: cf. Discur-so a la Curia Romana (22 diciembre 2005): AAS98 (2006),44-45.

[7] Cf. AAS 97(2005), 337-352.[8] Cf. Año de la Eucaristía. Sugerencias y propuestas (14

octubre 2004): L’Osservatore Romano (15 octubre 2004),Suplemento.

[9] Cf. AAS 95(2003), 433-475. Recuérdese también la Instruc-ción de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplinade los Sacramentos, Redemptionis Sacramentum (25 marzo2004): AAS 96 (2004), 549-601, querida expresamente porJuan Pablo II.

[10] Por recordar sólo los principales: Conc. Ecum. de Trento,Doctrina et canones de ss. Missae sacrificio, DS 1738-1759;León XIII, Carta enc. Mirae Caritatis (28 mayo 1902): ASS(1903), 115- 136, 115-136; Pío XII, Carta enc. Mediator Dei(20 noviembre 1947): AAS 39 (1947), 521-595; Pablo VI,Carta enc. Mysterium Fidei (3 septiembre 1965): AAS57(1965), 753-774; Juan Pablo II, Carta enc. Ecclesia deEucharistia (17 abril 2003): AAS 95(2003), 433-475; Con-gregación para el Culto Divino y la Disciplina de losSacramentos, Instr. Eucharisticum mysterium (25 mayo1967): AAS 59 (1967), 539-573; Instr. Liturgiam authenticam(28 marzo 2001): AAS 93 (2001), 685-726.

[11] Cf. Propositio 1.[12] N. 14: AAS 98 (2006), 229.[13] Catecismo de la Iglesia Católica, 1327.[14] Propositio 16.[15] Homilía en la Misa de toma de posesión de la Cátedra de

Roma (7 mayo 2005): AAS 97 (2005), 752.[16] Cf. Propositio 4.[17] De Trinitate, VIII, 8, 12: CCL 50, 287.[18] Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 12: AAS 98

(2006), 228.[19] Cf. Propositio 3.[20] Breviario Romano, Himno en el Oficio de lectura de la

solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.[21] Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 13: AAS 98

(2006), 228.[22] Homilía en la explanada de Marienfeld (21 agosto 2005):

AAS 97 (2005), 891-892.[23] Cf. Propositio 3.

[24] Cf. Misal Romano, Plegaria Eucarística IV.[25] Catequesis XXIII, 7: PG 33, 1114s.[26] Cf. Sobre el sacerdocio, VI, 4: PG 48, 681.[27] Ibíd., III, 4: PG 48, 642.[28] Propositio 22.[29] Cf. Propositio 42: «Este encuentro eucarístico se realiza en

el Espíritu Santo que nos transforma y santifica. Él despiertaen el discípulo la decidida voluntad de anunciar con audaciaa los demás lo que se ha escuchado y vivido, para acompa-ñarlos al mismo encuentro con Cristo. De este modo, eldiscípulo, enviado por la Iglesia, se abre a una misión sinfronteras».

[30] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobrela Iglesia, 3; véase, por ejemplo, S. Juan Crisóstomo,Catequesis 3,13-19: SC 50,174-177.

[31] Juan Pablo II, Carta enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril2003), 1: AAS 95(2003) 433.

[32] Ibíd., 21: AAS 95 (2003), 447.[33] Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo

1979), 20: AAS 71 (1979), 309-316; Carta ap. DominicaeCenae (24 febrero 1980), 4: AAS 72 (1980), 119-121.

[34] Cf. Propositio 5.[35] Cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, III, q. 80, a.

4.[36] N. 38: AAS 95 (2003), 458.[37] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la

Iglesia, 23.[38] Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Communionis

notio, sobre algunos aspectos de la Iglesia como comunión(28 mayo 1992), 11: AAS 85 (1993), 844-845.

[39] Propositio 5: «El término «católico» expresa la universali-dad que proviene de la unidad que la Eucaristía, que secelebra en cada Iglesia, favorece y edifica. En la Eucaristía,las Iglesias particulares tienen el papel de hacer visible en laIglesia universal su propia unidad y su diversidad. Estarelación de amor fraterno deja entrever la comunión trinita-ria. Los concilios y los sínodos expresan en la historia esteaspecto fraterno de la Iglesia».

[40] Cf. ibíd.[41] Decr. Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y vida de

los presbíteros, 5.[42] Cf. Propositio 14.[43] Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 1.[44] De Orat. Dom., 23: PL 4, 553.[45] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la

Iglesia, 48; cf. también ibíd., 9.[46] Cf. Propositio 13.[47] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre

la Iglesia, 7.[48] Cf. ibíd., 11; Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la

actividad misionera de la Iglesia, 9.13.[49] Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Dominicae Cenae (24 febrero

1980), 7: AAS 72 (1980), 124-127; Conc. Ecum. Vat. II,

Notas

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SACRAMENTUM CARITATIS

Decr. Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y vida delos presbíteros, 5.

[50] Cf. Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can.710.

[51] Cf. Rito de la iniciación cristiana de los adultos, Introd. gen.,nn. 34-36.

[52] Cf. Rito del Bautismo de los niños, Introd. nn. 18-19.[53] Cf. Propositio 15.[54] Cf. Propositio 7. Juan Pablo II, Carta enc. Ecclesia de

Eucharistia (17 abril 2003), 36: AAS 95 (2003), 457-458.[55] Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Reconciliatio et

paenitentia (2 diciembre 1984), 18: AAS 77 (1985), 224-228.

[56] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1385.[57] A este respecto, se puede pensar en el Confiteor o en las

palabras del sacerdote y de la asamblea antes de acercarse alaltar: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, perouna palabra tuya bastará para sanarme». La liturgia prevéjustamente algunas oraciones muy bellas para el sacerdote,transmitidas por la tradición y que le recuerdan la necesidadde ser perdonado, como, por ejemplo, las que se pronuncianen voz baja antes de invitar a los fieles a la comuniónsacramental: «líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y detu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédemecumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que mesepare de ti».

[58] Cf. S. Juan Damasceno, Sobre la recta fe, IV, 9: PG 94,1124C; S. Gregorio Nacianceno, Discurso 39, 17: PG 36,356A; Conc. Ecum. de Trento, Doctrina de sacramentopaenitentiae, cap. 2: DS 1672.

[59] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Cost. dogm. Lumen gentium, sobrela Iglesia, 11; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodalReconciliatio et paenitentia (2 diciembre 1984), 30: AAS 77(1985), 256-257.

[60] Cf. Propositio 7.[61] Cf. Juan Pablo II, Motu proprio Misericordia Dei (7 abril

2002): AAS 94 (2002), 452-459.[62] Junto con los Padres sinodales, recuerdo que las celebracio-

nes penitenciales no sacramentales, mencionadas en elritual del sacramento de la Reconciliación, pueden ser útilespara aumentar el espíritu de conversión y de comunión enlas comunidades cristianas, preparando así los corazones ala celebración del sacramento: cf. Propositio 7.

[63] Cf. Código de Derecho Canónico, can. 508.[64] Pablo VI, Const. ap. Indulgentiarum doctrina (1 enero

1967), Normae, n. 1: AAS 59 (1967), 21.[65] Ibíd., 9: AAS 59 (1967), 18-19.[66]Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1499-1531.[67] Ibíd., 1524.[68] Cf. Propositio 44.[69] Cf. Sínodo de los Obispos, II Asamblea General, Documento

sobre el sacerdocio ministerial Ultimis temporibus (30 no-viembre 1971): AAS 63 (1971), 898-942.

[70] Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Pastores dabovobis (25 marzo 1992), 42-69: AAS 84 (1992), 729-778.

[71] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobrela Iglesia, 10; Congregación para la Doctrina de la Fe, Cartasobre algunas cuestiones concernientes al ministro de laEucaristía Sacerdotium ministeriale (6 agosto 1983): AAS

75 (1983), 1001-1009.[72] Catecismo de la Iglesia Católica, 1548.[73] Ibíd., 1552.[74] Cf. In Iohannis Evangelium Tractatus 123, 5: PL 35, 1967.[75] Cf. Propositio 11.[76] Cf. Decr. Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y vida

de los presbíteros, 16.[77] Cf. Juan XXIII, Carta enc. Sacerdotii nostri primordia (1

agosto 1959): AAS 51 (1959), 545-579; Pablo VI, Carta enc.Sacerdotalis coelibatus (24 junio 1967): AAS 59 (1967),657-697; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Pastoresdabo vobis (25 marzo 1992), 29: AAS 84 (1992), 703-705;Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana ( 22 diciembre2006): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (29diciembre 2006), p. 7.

[78] Cf. Propositio 11.[79] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Optatam totius, sobre la

formación sacerdotal, 6; Código de Derecho Canónico, can.241, § 1 y can. 1029; Código de los Cánones de las IglesiasOrientales, can. 342, § 1 y can. 758; Juan Pablo II, Exhort.ap. postsinodal Pastores dabo vobis (25 marzo 1992)11.34.50: AAS 84 (1992), 673-675; 712-714; 746-748;Congregación para el Clero, Directorio para el ministerio yla vida de los presbíteros Dives Ecclesiae (31 marzo 1994),58: LEV, 1994, pp. 56-58; Congregación para la EducaciónCatólica, Instrucción sobre los criterios de discernimientovocacional sobre las personas con tendencias homosexualescon vistas a su admisión al Seminario y a las Órdenessagradas (4 noviembre 2005): AAS 97 (2005), 1007-1013.

[80] Cf. Propositio 12; Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodalPastores dabo vobis (25 marzo 1992) 41: AAS 84 (1992),726-729.

[81] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre laIglesia, 29.

[82] Cf. Propositio 38.[83] Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Familiaris consortio

(22 noviembre 1981), 57: AAS 74 (1982), 149-150.[84] Carta ap. Mulieris dignitatem (15 agosto 1988), 26: AAS 80

(1988), 1715-1716.[85] Catecismo de la Iglesia Católica, 1617.[86] Cf. Propositio 8.[87] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre

la Iglesia, 11.[88] Cf. Propositio 8.[89] Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Mulieris dignitatem (15 agosto

1988): AAS 80 (1988), 1653-1729; Congregación para laDoctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia Católicasobre la colaboración del hombre y de la mujer en la Iglesiay en el mundo (31 mayo 2004): AAS 96 (2004), 671-687.

[90] Cf. Propositio 9.[91] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1640.[92] Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Familiaris consortio

(22 noviembre 1981), 84: AAS 74 (1982), 184-186; Congre-gación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de laIglesia Católica sobre la recepción de la comunión eucarísticapor parte de los fieles divorciados y vueltos a casarAnnusInternationalis Familiae (14 septiembre 1994): AAS 86(1994), 974-979.

[93] Cf. Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, Instruc-

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ción sobre las normas que han de observarse en los tribuna-les eclesiásticos en las causas matrimoniales Dignitasconnubii (25 enero 2005), Ciudad del Vaticano, 2005.

[94] Cf. Propositio 40.[95] Discurso al Tribunal de la Rota Romana con ocasión de la

inauguración del año judicial (28 enero 2006): AAS 98(2006), 138.

[96] Cf. Propositio 40.[97] Cf. ibíd.[98] Cf. ibíd.[99] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre

la Iglesia, 48.[100] Cf. Propositio 3.[101] A este propósito, quisiera recordar las palabras llenas de

esperanza y de consuelo de la Plegaria eucarística II:«Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieronen la esperanza de la resurrección, y de todos los que hanmuerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luzde tu rostro».

[102] Cf. Homilía (8 diciembre 2005): AAS 98 (2006), 15-16.[103] Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 58.[104] Propositio 4.[105] Relatio post disceptationem, 4: L’Osservatore Romano (14

octubre 2005), p. 5.[106] Cf. Serm. 1, 7; 11, 10; 22, 7; 29, 76: Sermones dominicales

ad fidem codicum nunc denuo editi, Grottaferrata, 1977,pp.135, 209 s., 292 s., 337; Benedicto XVI, Mensaje a losMovimientos Eclesiales y a las Nuevas Comunidades (22mayo 2006): AAS 98 (2006), 463.

[107] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes,sobre la Iglesia en el mundo actual, 22.

[108] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobrela divina revelación, 2.4.

[109] Propositio 33.[110] Sermo 227, 1: PL 38, 1099.[111] S. Agustín, In Iohannis Evangelium Tractatus, 21, 8: PL 35,

1568.[112] Ibíd., 28,1: PL 35, 1622.[113] Cf. Propositio 30. La santa Misa que la Iglesia celebra

durante la semana, y a la que se invita a los fieles aparticipar, tiene también su paradigma en el día del Señor,el día de la resurrección de Cristo; Propositio 43.

[114] Cf. Propositio 2.[115] Cf. Propositio 25.[116] Cf. Propositio 19. La Propositio 25 especifica: «Una

auténtica acción litúrgica expresa la sacralidad del Miste-rio eucarístico. Ésta debería reflejarse en las palabras y lasacciones del sacerdote celebrante mientras intercede anteDios, tanto con los fieles como por ellos».

[117] Ordenación General del Misal Romano, 22; cf. Conc.Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre lasagrada liturgia, 41; Congregación para el Culto Divino yla Disciplina de los Sacramentos, Instr. RedemptionisSacramentum (25 marzo 2004), 19-25: AAS 96 (2004),555-557.

[118] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Christus Dominus, sobre lafunción pastoral de los obispos, 14; Const. SacrosanctumConcilium, sobre la sagrada liturgia, 41.

[119] Ordenación General del Misal Romano, 22.[120] Cf. ibíd.[121] Cf. Propositio 25.[122] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium,

sobre la sagrada liturgia, 112-130.[123] Cf. Propositio 27.[124] Cf. ibíd.[125] Con referencia a estos aspectos, es necesario atenerse

fielmente a lo establecido en la Ordenación General delMisal Romano, 319-351.

[126] Cf. Ordenación General del Misal Romano, 39-41; Conc.Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre lasagrada liturgia, 112-118.

[127] Sermo 34, 1: PL 38, 210.[128] Cf. Propositio 25: «Como todas las expresiones artísticas,

también el canto debe armonizarse íntimamente con laliturgia y contribuir eficazmente a su finalidad, es decir, hade expresar la fe, la oración, la admiración y el amor a Jesúspresente en la Eucaristía».

[129] Cf. Propositio 29.[130] Cf. Propositio 36.[131] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium,

sobre la sagrada liturgia, 116; Ordenación General delMisal Romano, 41.

[132] Ordenación General del Misal Romano, 28; cf. Conc.Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre lasagrada liturgia, 56; Sagrada Congregación de Ritos, Instr.Eucharisticum Mysterium (25 mayo 1967), 3: AAS 57(1967), 540-543.

[133] Cf. Propositio 18.[134] Ibíd.[135] Ordenación General del Misal Romano, 29.[136] Cf. Juan Pablo II, Carta. enc. Fides et ratio (14 septiembre

1998), 13: AAS 91 (1999), 15-16.[137) S. Jerónimo, Comm. in Is., Prol.: PL 24, 17; cf. Conc. Ecum.

Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la divina revela-ción, 25.

[138] Cf. Propositio 31.[139] Cf. Ordenación General del Misal Romano, 29; Conc.

Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre lasagrada liturgia, 7.33.52.

[140] Propositio 19.[141] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium,

sobre la sagrada liturgia, 52.[142] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre

la divina revelación, 21.[143] Para este fin, el Sínodo ha exhortado a elaborar elementos

pastorales basados en el leccionario trienal, que ayuden aunir intrínsecamente la proclamación de las lecturas pre-vistas con la doctrina de la fe: cf. Propositio 19.

[144] Cf. Propositio 20.[145] Ordenación General del Misal Romano, 78.[146] Cf. ibíd. 78-79.[147] Cf. Propositio 22.[148] Ordenación General del Misal Romano, 79d.[149] Ibíd. 79c.[150] Teniendo en cuenta costumbres antiguas y venerables, así

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SACRAMENTUM CARITATIS

como los deseos manifestados por los Padres sinodales, hepedido a los Dicasterios competentes que estudien laposibilidad de colocar el rito de la paz en otro momento,por ejemplo, antes de la presentación de las ofrendas en elaltar. Por lo demás, dicha opción recordaría de manerasignificativa la amonestación del Señor sobre la necesidadde reconciliarse antes de presentar cualquier ofrenda aDios (cf. Mt 5,23 s.): cf. Propositio 23.

[151] Cf. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina delos Sacramentos, Instr. Redemptionis Sacramentum (25marzo 2004), 80-96: AAS 96 (2004), 574-577.

[152] Cf. Propositio 34.[153] Cf. Propositio 35.[154] Cf. Propositio 24.[155] Cf. Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada

liturgia, 14-20; 30 s.; 48 s.; Congregación para el CultoDivino y la Disciplina de los Sacramentos, Instr.Redemptionis Sacramentum (25 marzo 2004), 36-42: AAS96 (2004), 561-564.

[156] N. 48.[157] Ibíd.[158] Cf. Congregación para el Clero y otros Dicasterios de la

Curia Romana, Instr. Sobre algunas cuestiones acerca dela colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministeriode los sacerdotes, Ecclesiae de mysterio (15 agosto 1997):AAS 89 (1997), 852-877.

[159] Cf. Propositio 33.[160] Ordenación General del Misal Romano, 92.[161] Cf. ibíd., 94.[162] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem,

sobre el apostolado de los laicos, 24; Ordenación Generaldel Misal Romano, nn. 95-111; Congregación para elCulto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instr.Redemptionis Sacramentum (25 marzo 2004), 43-47: AAS96 (2004), 564-566; Propositio 33: «Se han de introducirestos ministerios de acuerdo con un mandato específico ylas exigencias reales de la comunidad que celebra. Laspersonas encargadas de estos servicios litúrgicos laicaleshan de ser elegidas con mucha atención, bien preparadasy acompañadas con una formación permanente. Su nom-bramiento ha de ser temporal. Dichas personas deben serconocidas por la comunidad y recibir de ella el debidoreconocimiento».

[163] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium,sobre la sagrada liturgia, 37-42.

[164] Cf. nn. 386-399.[165] AAS 87 (1995), 288-314.[166] Cf. Exhort. ap. postsinodal Ecclesia in Africa (14 septiem-

bre 1995), 55-71; Exhort. ap. postsinodal Ecclesia inAmerica (22 enero 1999), 16.40.64.70-72: AAS 91 (1999),752-753; 775-776; 799; 805-809; Exhort. ap. postsinodalEcclesia in Asia (6 noviembre 1999), 21s.: AAS 92 (2000),482-487; Exhort. ap. postsinodal Ecclesia in Oceania (22noviembre 2001), 16: AAS 94 (2002), 382- 384; Exhort.ap. postsinodal Ecclesia in Europa (28 junio 2003), 58-60: AAS 95 (2003), 685-686.

[167] Cf. Propositio 26.[168] Cf. Propositio 35; Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum

Concilium, sobre la sagrada liturgia, 11.

[169] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1388; Conc. Ecum.Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagradaliturgia, 55.

[170] Cf. Carta enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 34:AAS 95 (2003), 456.

[171] Así, por ejemplo, Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiae,III, q. 80, a. 1,2; Sta. Teresa de Jesús, Camino de perfec-ción, cap. 35. La doctrina ha sido confirmada con autori-dad por el Concilio de Trento, sess. XIII, c. VIII.

[172] Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Ut unum sint (25 mayo 1995),8: AAS 87 (1995), 925-926.

[173] Cf. Propositio 41; Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Unitatisredintegratio, sobre el ecumenismo, 8,15; Juan Pablo II,Carta enc. Ut unum sint (25 mayo 1995), 46: AAS 87(1995), 948; Carta enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril2003), 45-46: AAS 95 (2003), 463- 464; Código de Dere-cho Canónico, can. 844 §§ 3-4; Código de los Cánones delas Iglesias Orientales, can. 671 §§ 3-4; Consejo Pontifi-cio para la Unidad de los Cristianos, Directoire pourl’application des principes et des normes sur l’œcuménisme(25 marzo 1993), 125, 129-131:AAS 85 (1993), 1087,1088-1089.

[174] Cf. nn. 1398-1401.[175] Cf. n. 293.[176] Cf. Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales,

Instr. past. sobre las Comunicaciones Sociales en el 20ºaniversario de la «Communio et progressio», Aetatis novae(22 febrero 1992): AAS 84 (1992), 447-468.

[177] Cf. Propositio 29.[178] Cf. Propositio 44.[179] Cf. Propositio 48.[180] Este conocimiento se puede adquirir también en los años de

formación de los candidatos al sacerdocio en el seminariomediante iniciativas apropiadas: cf. Propositio 45.

[181] Cf. Propositio 37.[182] Cf. Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada

liturgia, 36 y 54.[183] Propositio 36.[184] Cf. ibíd.[185] Cf. Propositio 32.[176] Cf. Propositio 14.[187] Propositio 19.[188] Cf. Propositio 14.[189] Cf. Homilía en las primeras Vísperas de Pentecostés (3

junio 2006): AAS 98 (2006), 509.[190] Cf. Propositio 34.[191] Enarrationes in Psalmos 98,9 CCL XXXIX 1385; cf.

Discurso a la Curia Romana (22 diciembre 2005): AAS 98(2006), 44-45.

[192] Cf. Propositio 6.[193] Discurso a la Curia Romana (22 diciembre 2005): AAS 98

(2006), 45.[194] Cf. Propositio 6; Congregación para el Culto Divino y la

Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la piedadpopular y liturgia (17 diciembre 2001), nn. 164-165,Ciudad del Vaticano 2002; Sagrada Congregación deRitos, Instr. Eucharisticum Mysterium (25 mayo 1967):AAS 57 (1967), 539-573.

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[195] Cf. Relatio post disceptationem, 11: L’Osservatore Roma-no (14 octubre 2005), p. 5.

[176] Cf. Propositio 28.[197] Cf. n. 314.[198] VII, 10, 16: PL 32, 742.[199] Homilía en la Explanada de Marienfeld, (21 agosto 2005):

AAS 97 (2005), 892; cf. Homilía en la Vigilia de Pentecos-tés (3 junio 2006): AAS 98 (2006), 505.

[200] Cf. Relatio post disceptationem, 6,47: L’Osservatore Ro-mano (14 octubre 2005), pp. 5. 6; Propositio 43.

[201] De civitate Dei, X, 6: PL 41, 284.[202] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1368.[203] Cf. S. Ireneo, Contra las herejías IV, 20, 7: PG 7, 1037.[204] A los Magnesios, 9,1-2: PG 5, 670.[205] Cf. I Apología 67, 1-6; 66: PG 6, 430 s. 427. 430.[206] Cf. Propositio 30.[207] Cf. AAS 90 (1998), 713-766.[208] Propositio 30.[209] Homilía (19 marzo 2006): AAS 98 (2006), 324.[210] Señala a este respecto el Compendio de la doctrina social

de la Iglesia, 258: «El descanso abre al hombre, sujeto a lanecesidad del trabajo, la perspectiva de una libertad másplena, la del Sábado eterno (cf. Hb 4,9-10). El descansopermite a los hombres recordar y revivir las obras de Dios,desde la Creación hasta la Redención, reconocerse a símismos como obra suya (cf. Ef 2,10), y dar gracias por suvida y su subsistencia a Él, que de ellas es el Autor».

[211] Cf. Propositio 10.[212] Cf. ibíd..[213] Cf. Discurso a los obispos de la conferencia episcopal de

Canadá – Quebec en visita ad limina Apostolorum (11mayo 2006): L’Osservatore Romano (12 mayo 2006), p. 5.

[214] N. 10: AAS 71(1979), 414-415.[215] Audiencia general del 29 marzo 2006: L’Osservatore

Romano, ed. en lengua española (31 marzo 2006), p. 16.[216] Propositio 39.[217] Cf. Relatio post disceptationem, 30: L’Osservatore Roma-

no (14 octubre 2005), p. 6.[218] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium

sobre la Iglesia, 39-42.[219] Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Christifideles

laici (30 diciembre 1988), 14.16: AAS 81 (1989), 409-413;416-418.

[220] Cf. Propositio 39.[221] Cf. ibíd.[222] Pontifical Romano. Ordenación del Obispo, de Presbíteros

y de Diáconos, Rito de la ordenación del presbítero, n. 150.[223] Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo

vobis (25 marzo 1992),19-33; 70-81: AAS 84 (1992), 686-712; 778-800.

[224] Propositio 38.[225] Propositio 39. Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal

Vita consecrata (25 marzo 1996), 95: AAS 88 (1996), 470-471.

[226] Código de Derecho Canónico, can. 663, § 1.[227] Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata

(25 marzo 1996), 34: AAS 88 (1996), 407-408.

[228] Carta enc. Veritatis splendor (6 agosto 1993), 107: AAS 85(1993), 1216-1217.

[229] Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 14: AAS 98(2006), 229.

[230] Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae (25 marzo1995): AAS 87 (1995), 401-522; Benedicto XVI, Discursoa un congreso organizado por la Academia Pontificia parala vida (27 febrero 2006): AAS 98 (2006), 264-265.

[231] Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinalacerca de algunas cuestiones con respecto al comporta-miento de los católicos en la vida política (24 noviembre2002): AAS 95 (2004), 359-370.

[232] Cf. Propositio 46.[233] AAS (2005), 711.[234] Propositio 42.[235] Cf. Martirio de Policarpo, XV, 1: PG 5, 1039. 1042.[236] A los Romanos, IV, 1: PG 5, 690.[237] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium

sobre la Iglesia, 42.[238] Cf. Propositio 42; Congregación para la Doctrina de la Fe,

Decl. sobre la unicidad y la universalidad salvífica deJesucristo y de la Iglesia Dominus Iesus (6 agosto 2000),13-15: AAS 92 (2000), 754-755.

[239] Cf. Propositio 42.[240] Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 18: AAS 98

(2006), 232.[241] Ibíd., n. 14.[242] Durante la asamblea sinodal hemos escuchado conmovidos

testimonios muy significativos acerca de la eficacia delsacramento en la obra de pacificación. Se afirma al respec-to en la Propositio 49: «Gracias a las celebracioneseucarísticas, pueblos en conflicto se han podido reuniralrededor de la Palabra de Dios, escuchar su anuncioprofético de reconciliación a través del perdón gratuito,recibir la gracia de la conversión que permite la comuniónen el mismo pan y en el mismo cáliz».

[243] Cf. Propositio 48.[244] Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 28: AAS 98

(2006), 239.[245] Propositio 48.[246] Discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa

Sede (9 enero 2006), 28: AAS 98 (2006), 127.[247] Ibíd.[248] Cf. Propositio 48. A este respecto es muy útil el Compendio

de la doctrina social de la Iglesia.[249] Cf. Propositio 43.[250] Cf. Propositio 47.[251] Cf. Propositio 17.[252] Acta SS. Saturnini, Dativi et aliorum plurimorum martyrum

in Africa, 7. 9. 10: PL 8, 707.709-710.[253] Cf. Carta enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 53:

AAS 95 (2003), 469.[254] Plegaria Eucarística I (Canon Romano).[255] Propositio 50.[256] Cf. Homilía (8 diciembre 2005): AAS 98 (2006), 15.

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de Pastoral Familiar

TEMA I.CREADOS POR AMOR Y PARA EL AMOR.

“El amor, primera vocación de todos”“El amor, primera vocación de todos”“El amor, primera vocación de todos”“El amor, primera vocación de todos”“El amor, primera vocación de todos”

OBJETIVO:

Descubrir el amor, desde laperspectiva cristiana, comodonación y entrega que abar-ca toda la persona y se ma-nifiesta en la corporeidaddel hombre y de la mujertambién como donación.

1.1. LO QUE SUCEDE

Múltiples dificultades en-cuentran hoy los padres de fami-lia para ofrecer a sus hijos unaadecuada educación sexual so-bre el verdadero significado dela sexualidad porque ellos mis-mos, en el pasado, no recibieronuna educación sexual explícita por considerarlauna falta de respeto a los valores fundamentales.

Otra dificultad es el oscurecimiento de la ver-dad sobre el hombre a la que asistimos y queconlleva una banalización del sexo. Entre noso-tros se habla del sexo con picardía y con malicia.Hay muchos prejuicios sobre el sexo.

Fuera de la Iglesia, pocos hablan de una educa-ción integral de la persona para el amor y lasexualidad. Pareciera como si fueran dos realida-

des distintas el amor y la sexua-lidad.

Al omitirse hablar sobre elamor, hace pensar que se niega oal menos no parece importanteen la educación sexual escolar.

Cuando los libros de texto deprimaria y secundaria tocan eltema de la sexualidad y repro-ducción humana no se hace nin-guna mención ni referencia so-bre la importancia que tiene elamor, solo habla del erotismocomo una de las cuatro potencia-lidades de la sexualidad.

Otra dificultad es la culturasexual que están generando losMedios de Comunicación Social

por su manera de presentar el sexo a nuestrasociedad. Es solo información, despersonalizada,como un juego, con frecuencia pesimista, sintomar en cuenta la edad de los destinatarios, conmofa a la religión y a la moral, en un ambiente delibertad de expresión sin ninguna censura. Ejem-plos de esto son: las campañas en radio y televi-sión que hace el gobierno para promover entre losjóvenes un sexo seguro, los diversos foros deopinión pública sobre sexualidad solo desde la

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sicología y las ciencias, con omisión premeditadade la moral y de la religión.

Otra dificultad son los reduccionismos que laeducación sexual escolar está proponiendo. Elamor parece reducirse al sexo y el sexo al placer.Ejemplos de esto son las múltiples afirmacionesdel libro de Biología Ciencias 1 de primero deSecundaria:

“Tenemos derecho a vivir nuestra sexualidadplenamente” Entendida como práctica sexual.(cf. “Biología Ciencias 1”, Ana Barahona, Edito-rial Castillo, p 239)

“El placer erótico también se puede experi-mentar a través de imágenes, textos, sonidos,olores, texturas, y sabores en sujetos y objetosmateriales o imaginarios” (cf. oc, p 186)

“Los sexólogos, especialistas en el tema de lasexualidad, consideran sana cualquier prácticasexual, que se realice con total consentimiento,no produzca daño y resulte agradable y placente-ra” (cf. oc, p 205).

De esto, hay más ejemplos.

1.2. LO QUE DIOS NOS DICE

El amor es nuestra vocación fundamental einnata.

Cuando Dios decidió crear al hombre, lo hizosolo por amor. Y al crearlo a su imagen y seme-janza, lo destinó para el amor, porque Dios esamor. Por esto, debemos ser conscientes de lavocación al amor que todos tenemos. Todos so-mos capaces y responsables del amor. Y el amores nuestra vocación fundamental e innata.El amor humano es donación de sí.

Esta vocación solo la vivimos cuando so-mos capaces de amar, no viendo a los demáscomo objetos con los cuales buscamos satisfa-cer nuestros apetitos, sino cuando somos ca-paces de amistad y entrega. Es decir, cuandosomos capaces de conocer y amar a las perso-nas por sí mismas, considerándolas siempredignas de ser amadas; cuando somos capacesde darnos a nosotros mismos y entrar en co-munión; cuando somos capaces de considerar

el bien del otro como propio, olvidándonos denosotros mismos.

Este amor humano debemos vivirlo primerocon nuestra familia y después con los demás hastallegar al amor definitivo que termina como co-mienza: “en Dios”. Es importante experimentarcada día que somos amados siempre por Dios yque Él nos amo primero.

El amor humano es hacer el bien.

San Pablo bellamente describe el amor huma-no en el himno de la Primera Carta a los Corintios.Y podemos resaltar como constante el respeto a lapersona amada y la capacidad de edificarla. Esdecir, hacerle el bien, para luego darlo a todos losdemás.

El amor humano es siempre sexual.

Dios nos creó al mismo tiempo corporalescomo los animales y espirituales como Él mismo.Pero, al hacernos varón y mujer, creó la sexuali-dad humana, determinándonos de esta forma avivir y a expresar el amor corporal y espiritual-mente. Nuestra capacidad de amar, abarca, pues,a toda nuestra persona (corporal y espiritual) y sedesarrolla y realiza según una determinada sexua-lidad.

El varón y la mujer, cada uno según su sexo, semanifiestan, se comunican con los demás, sien-ten, se expresan y viven el amor. La sexualidadrealmente es un modo propio de ser y de amar. Yes básica en nuestra personalidad, de tal maneraque somos, actuamos y amamos como varones ocomo mujeres.

El amor tiende a ser esponsal

Si la vocación del hombre es el amor y ha devivirlo y expresarlo como varón y mujer en todomomento, esto significa que la sexualidad ade-más de ser la fuente de la fecundidad y de laprocreación, como acontece con los animales,debe ser esponsal. Es decir, debe tener la capaci-dad de expresar el amor como lo que es: un don desí para el otro, pero como hombre o como mujer,buscando siempre en la unidad de vida comple-mentarse y enriquecerse con lo que los dos tieneny con lo que los dos son.

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Cuando a la sexualidad le falta este senti-do y significado de don de sí al otro, deja deser amor y las personas pasan a ser “cosas”que se usan buscando solo el placer. En estascircunstancias, sobre todo la mujer llega a serun objeto para el varón y los hijos un obstá-culo para los padres.

Todos hemos sido llamados a vivir el amorcomo espíritus encarnados.

No podemos amar sólo con el cuerpo o sólocon el espíritu. Nuestra alma se expresa en elcuerpo informado por un espíritu inmortal. Poreso, decimos que estamos llamados al amor en launidad como personas y en la integralidad dedimensiones. Cuando amamos, deberíamos amarexpresando siempre nuestro amor espiritual paraque nuestra sexualidad se realice plenamente entodas sus dimensiones: física, psicológica y es-piritual.

1.3. LO QUE DECIMOS NOSOTROS

Desde la Ética.

La persona humana es unidad de cuerpo yespíritu. Es un ser bio-psico-espiritual y social. Yhemos sido creados en el amor, por el amor y parael amor. Por haber sido creados así, tenemos unaaltísima dignidad y hemos de ser respetados todoslos seres humanos desde el primer momento de laconcepción hasta la muerte natural

Desde la Pedagogía.

La educación sexual debe ser una educaciónante todo para el amor. Y siempre debemospartir del hecho original: no tenemos ni sexo nicuerpo (no somos objetos), sino que somos serescorpóreos sexuados (somos sujetos). Y comosujetos debemos amarnos

En conclusión, el amor es más que la sexua-lidad y la sexualidad es sólo una expresión delamor. Para amar como Dios quiere, hay queamar con el alma, con la mente, con el corazóny con el cuerpo. Hay que hacerlo en la unidadque integra todas las dimensiones, dándole acada una su lugar, sin exclusiones nipolarizaciones.

1.4. LO QUE DEBEMOS HACER

Los Padres de familia

1.- Dar los padres de familia a los hijos unaformación individualizada porque todo niño esuna persona única e irrepetible.

2.- Integrar siempre en nuestras explicacionessobre el amor y la sexualidad la dimensiónmoral.

3.- Educar en el amor, educando en los valores;presentando la vocación del amor como propiade todo estado de vida: matrimonio, soltería yconsagración (sacerdotal o religiosa); educan-do en la castidad; informando sobre la sexuali-dad en el más amplio contexto de la educaciónal amor.

4.- Dar los padres de familia a sus hijos unainformación con extrema delicadeza pero enforma clara y en el tiempo oportuno. Se con-sidera como tiempo oportuno, el tiempo quelos hijos en la escuela estudian la sexualidady reproducción humana que es, actualmente,a partir de sexto hasta segundo de secundaria.

Los Maestros de la escuela

1.- Impartir la educación sexual en el marco dela educación integral y armónica de la persona. Lapreocupación central de la educación debe ser laformación de la persona en todas sus dimensiones,incluida la sexual, reconociendo al mismo tiempoque la sexualidad, por su parte, es una realidadprofunda que incide, a su vez, en todas las dimen-siones de la persona.

2.- Impartir la educación sexual desde unavisión positiva, orientada por valores que con-tribuyan a la integración armónica de todas lasdimensiones de la persona como ser sexuado.No olvidar que el hombre y la mujer estánllamados “al amor y al don de sí en su unidadcorpóreo- espiritual”. Reconocer también quela feminidad y la masculinidad son dones com-plementarios, en cuya virtud la sexualidad hu-mana es parte integrante de la concreta capaci-dad de amar que Dios ha inscrito en el hombrey en la mujer. Concluir que la sexualidad essolo el modo de vivir el amor humano.

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Objetivo:

Procurar una formación sexual integral previ-niendo sobre la falsa o incompleta informa-ción que se puede dar tanto enla escuela como en los Mediosde Comunicación Social.

2.1. LO QUE SUCEDE

Predomina en nuestro medio am-biente una visión pansexualista, ci-mentada en conceptos erróneos so-bre el sexo que invitan a la uniónlibre, a la promiscuidad, a la desinte-gración familiar, y a la homosexuali-dad, generando el aumento de enfer-medades sexuales, la pornografía, elaborto...

Hay deformaciones morales hoysobre la sexualidad que equiparan, en derechos,obligaciones y funciones, el matrimonio con lassociedades de convivencia de personas del mis-mo sexo. Apoyados en corrientes filosóficas(constructivismo) concluyen que la familia es uninvento cultural y como tal susceptible de sermodificado. No se admite el género de varón omujer solamente para dar cabida a otras formashomosexuales de pareja.

Por este mismo motivo, los jóvenes de hoy noestán entusiasmados en la vivencia de su propiasexualidad y fácilmente sucumben ante la visiónhedonista del supuesto sexo seguro y el derechoa decidir su preferencia sexual.

Ejemplo de ello, son los sitios en Internet querecomiendan los libros:

Los 13 derechos sexuales de las y los jóvenes:1. Yo decido libremente sobre mi cuerpo y misexualidad. 2. Tengo derecho a ejercer y disfrutarplenamente mi vida sexual. 3. Tengo derecho amanifestar públicamente mis afectos. 4. Solo yo

puedo decidir con quién compartir mi vida y misexualidad. 5. Todos deben respetar mi intimidady mi vida privada. 6. Tengo derecho a vivir libre

de violencia sexual. 7. Tengo dere-cho a la libertad reproductiva. 8. Esmi derecho tener igualdad de opor-tunidades y equidad. 9. Tengo dere-cho a vivir libre de toda discrimina-ción. 10. Es mi derecho el acceso ainformación completa, científica ylaica sobre la sexualidad. 11. Tengoderecho a una educación sexual. 12.Tengo derecho a los servicios desalud sexual y reproductiva. 13. Ten-go derecho a participar en las políti-cas pública sobre sexualidad.

En estos sitios de Internet, abun-dan más en argumentos para estable-cer el derecho al placer sexual. Pro-

mueven la homosexualidad como un estilo devida afectiva y sexual totalmente natural,equiparándola a la atracción natural entre hombrey mujer. Establecen que tienen “permiso” paraver indiscriminadamente pornografía. Describenexplícitamente diversos comportamientos sexua-les.

Se está cambiando el “roll” de la mujer a travésde los movimientos de “Liberación Femenina”.

Cada vez hay movimientos fuertes y bienorganizados para promover en los países el reco-nocimiento legal y social de las parejas del mismosexo.

Las políticas públicas solo tratan de asegurarun sexo seguro para evitar sobre todo las enfer-medades de transmisión sexual y el embarazoprematuro.

Los programas escolares de educación sexual,están inspirados en las políticas públicas, por esoson deficientes e incompletos. Solo dan orienta-ciones generales. Su enfoque no es humanista, se

TEMA 2.CREADOS HOMBRE Y MUJER.

“La sexualidad para crecer en el amor y multiplicarse”“La sexualidad para crecer en el amor y multiplicarse”“La sexualidad para crecer en el amor y multiplicarse”“La sexualidad para crecer en el amor y multiplicarse”“La sexualidad para crecer en el amor y multiplicarse”

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ocupa solamente del aspecto biológico y psicoló-gico. Parece cerrada la educación sexual, porsistema, a toda convicción moral y religiosa,consideradas atentatorias a la Constitución queordena sea “laica” la educación.

Unos ejemplos: “No existe una edad parainiciar la actividad sexual” y “Tenemos derechoa vivir nuestra sexualidad plenamente” (pág. 239“Biología Ciencias 1” Ana Barahona, Edit. Cas-tillo)

“En cualquier orientación sexual lleva tiempodefinirse, pues es a lo largo de los años como unapersona puede saber quien o quienes le han gus-tado e interesado para tener intimidad sexual.Lleva tanto tiempo definir la orientación sexualcomo la orientación vocacional”

“¿Qué es el coito? Inicialmente se decía que esla introducción del pene en la vagina, actualmen-te la palabra coito también se utiliza para explicarla penetración del pene en la boca, y en el ano” (cf.O.c. p 290).

“El placer erótico también se puede experi-mentar a través de imágenes, textos, sonidos,olores, texturas, y sabores en sujetos y objetosmateriales o imaginarios” (cf. O. C. P 186)

“Los sexólogos, especialistas en el tema de lasexualidad, consideran sana cualquier prácticasexual, que se realice con total consentimiento,no produzca daño y resulte agradable y placente-ra” (cf. O. c. p 205).

De lo anterior se pueden dar muchos ejemplosmás.

Además de la escuela, hay otros centros delgobierno de atención a los jóvenes que proponenprogramas de orientación sexual solo sobre lasalud sexual y reproductiva exclusivamente.

LO QUE DICE DIOS

Muy claramente afirma el Génesis que Dioscreó al hombre, varón y mujer y que al mismotiempo los creó a los dos a su imagen y semejanza.Esto significa que los seres humanos comienzana existir con una identidad sexuada definida ydefinitiva. También significa que por hacerloracional (esto es a su imagen y semejanza) al

mismo tiempo lo está haciendo relacional, con lacapacidad de relacionarse con Dios y con losdemás, muy especialmente con los de su mismaespecie. Y más todavía, significa que esa relacióna de ser a través del amor, entendido como ladonación de sí mismo en la que el varón ha dedarse a la mujer, y ésta al varón.

Más adelante también afirma el Génesis queDios creó a la mujer para el hombre y éste para lamujer. Empieza por la resolución que toma Diosdespués de crear al varón: “No es bueno que elhombre esté solo, hagámosle una compañera se-mejante a él”. Y casi al terminar el relato de lacreación de la mujer, salida del hombre mismo,cuando es presentada por Dios la mujer al hom-bre, éste, eufórico exclama: “Esta es varona por-que es carne de mi carne y hueso de mis huesos”.Y concluye el escritor sagrado: “Por eso el hom-bre dejará a su padre y a su madre y se unirá a sumujer y serán una sola carne”.

El proyecto de Dios, pues, es muy claro: lasexualidad humana tiene como fin orientar elvarón hacia la mujer para que los dos, por el amor,se esfuercen por ser una sola carne, un soloviviente. Dios quiere que se enriquezcan comopareja en la complementariedad total, no solocorporal. Pero esto no lo pueden lograr si no es através del amor como permanente donación de sí.

Al concluir los relatos de la creación, dirigién-dose a la pareja humana, Dios les mandar vivir unamor esponsal y una sexualidad matrimonial:“Crezcan y multiplíquense”. Con el verbo “cre-cer” se habla del primer fin del matrimonio que es“crecer en el amor” y con el segundo verbo:“multiplicarse” está proponiendo el segundo findel matrimonio: “multiplicarse en los hijos”. Deja,pues, muy claro el Génesis que la sexualidadhumana siempre tendrá como finalidad: amarsecomo personas con un amor siempre abierto a lavida.

LO QUE DECIMOS NOSOTROS

Desde el Magisterio de la Iglesia

La sexualidad humana es buena porque hasalido de las manos de Dios. El ser varón o mujer

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es un don de Dios. Y tan bueno es ser hombrecomo ser mujer.

La sexualidad humana tiene con fin sustantivoy fundamental el amor, entendido como donaciónde sí. Es un donar y acoger.

La sexualidad humana debe siempre entender-se como un vivir con y para alguien.

La sexualidad, al pretender hacer de los dos unsolo viviente, exige todas las dimensiones de lapersona, no solo la física, sino también la psico-lógica y espiritual, y ha de expresarse en todasellas. La sexualidad siempre tendrá que ser inte-gral para que logre ser realmente humana.

La sexualidad humana, cuando es matrimo-nial, comprende y supera la amistad y se plasmaen la entrega total de un hombre a una mujer, deacuerdo con su masculinidad y feminidad. Siem-pre será necesaria, pues, la intimidad corporal delos esposos como signo y garantía de comuniónespiritual y del compromiso de amarse hasta lamuerte.

La sexualidad matrimonial autentifica el amorconyugal si se abre a la vida ya que el amor no seagota dentro de la pareja. Si el amor conyugal estáabierto a la vida hace a la pareja capaz de lamáxima donación posible por la cual se convier-ten en cooperadores de Dios en el don de la vidaa una nueva persona humana, logrando así me-diante el hijo, el signo permanente de la unidadconyugal, la síntesis viva e inseparable del padrey la madre. Los hijos son el reflejo viviente delamor de los esposos que fueron capaces de darsemás allá de sí mismos.

Desde la Ética

Todo hombre está llamado a la plenitud de lavida con una vocación sobrenatural.

La sexualidad siempre deberá expresar el mis-terio integral de la persona.

Para realizarse como persona humana es nece-saria una educación en los valores incluyendo ladimensión sexual.

La educación sexual debe ser una educaciónante todo para el amor. Por eso, siempre debemospartir del hecho original: no tenemos sexo ni

cuerpo (como objeto) sino que somos seres cor-póreos sexuados (sujetos).Desde la Pedagogía

La educación para el amor y la sexualidad seconcreta en cuatro principios operativos y nor-mas particulares: 1. El principio doctrinal queguíe toda actuación de la educación en el amor; 2.El principio de oportunidad según el momento dedesarrollo del niño o joven; 3. El principio dedecencia que salvaguarda la virtud de la castidady 4. El principio de respeto, al niño y al joven, queexcluye los métodos abusivos de educación sexual.

LO QUE DEBEMOS HACER

Los padres de familia

Reconocer los padres de familia que son loseducadores primeros y fundamentales del amor yde la sexualidad de sus hijos, ayudándoles en eldesarrollo integral de su propia personalidad.

Crear un ambiente de amor y de comprensiónen la vida familiar y propiciar una vivencia gratay edificante de la relación de pareja.

Proporcionar una información gradual a loshijos sobre la vida sexual, de acuerdo con sudesarrollo y sus inquietudes.

Enseñarles que la sexualidad es un don de Diosque hay que saber administrar.

Educarlos para la castidad, cualquiera sea elestado de vida que escojan.Los maestros

Complementar la educación sexual que losalumnos han recibido en la familia.

No olvidar que su papel es de apoyo a lafamilia, no de sustitución.

Poseer conocimientos suficientes y adecuadossobre la sexualidad.

Tener actitudes sexuales coherentes, con unafamilia sana y con una cultura de la vida; llevaruna vida afectiva equilibrada; ser tolerante yrespetuoso; tener solvencia ética y moral, peda-gógica y didáctica.

Recordar que ordinariamente el maestro no esterapeuta ni confesor

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OBJETIVO

Concienciar sobre la libertad como un don yuna tarea en la vivencia de nuestra sexuali-dad para lograr un pleno desarrollo huma-no.

LO QUE NOS SUCEDE

Se está inculcando en los adolescentes y jóve-nes el derecho al placer mediante la masturbacióny la práctica de relaciones sexuales, siempre ycuando se hagan “con consentimiento y con pro-tección.

Al mismo tiem-po nada se hablasobre la abstinenciasexual como el me-jor modo de evitarenfermedades, porconsiderarse unaaberración religio-sa impracticable ypoco sana psicoló-gicamente hablan-do. Sin decirlo con estas palabras, los especialis-tas en la materia consideran los valores morales yreligiosos como tabúes, mitos y prejuicios que nose deben seguir aunque se den como consejos porlos padres de familia.

Se ofrece a los adolescentes y jóvenes de partede las instituciones públicas solo informaciónpara la experimentación sexual y adiestramientopara una relación sexual segura, a través de todauna gama de métodos anticonceptivos.

Sobre todo los Medios de ComunicaciónSocial presentan la relación sexual sin ningunareferencia al ejercicio responsable de la liber-tad con todas las exigencias que conlleva delvínculo afectivo que genera, de realizarlo solodentro del matrimonio, del compromiso per-

manente en que se fundamenta, de la fidelidadque se espera, etc.

La ética sexual, en las políticas de educaciónsexual en México es planteada de manerasubjetivista, utilitarista y libertaria de los dere-chos fundamentales generando una mentalidadque defiende la libre opción sexual y el desarrollode la identidad sexual escogida, la libertad deconciencia basada en la voluntad de cada sujeto ypor encima de toda creencia religiosa.

Se está dando en los centros educativos delgobierno mexicano una información sexual con

pocos elementosformativos que fa-ciliten el discerni-miento y la respon-sabilidad en quienesla reciben. Esta in-formación está lle-vando al libertina-je, a una concepciónerrónea del sexo, alpansexualismo, a launión libre, a la pro-

miscuidad, al aumento de enfermedades sexua-les, a una conciencia moral deforme, al aborto, ala inversión de valores, al poco sentido que se leda a la vida, todo esto provocando una desintegra-ción familiar cada día mayor.

En la actualidad nuestros jóvenes evitan oír lavoz interior de su conciencia y no quieren some-terse a las normas objetivas de la moralidad sinoque buscan seguir su ciego capricho.

LO QUE NOS DICE DIOS

Dios, mediante una alianza, constituyó al hom-bre “señor de la creación”

El amor de Dios hizo que el Hombre (varón –mujer) habiten en el Paraíso gozando del don de

TEMA 3.CREADOS PARA SER SEÑORES.

“La libertad, don y tarea de cada persona en el ejercicio de su sexualidad”“La libertad, don y tarea de cada persona en el ejercicio de su sexualidad”“La libertad, don y tarea de cada persona en el ejercicio de su sexualidad”“La libertad, don y tarea de cada persona en el ejercicio de su sexualidad”“La libertad, don y tarea de cada persona en el ejercicio de su sexualidad”

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ser los “señores de la creación”. Este señorío lepermite al hombre “poner nombre a todos losanimales y seres creados”, disfrutar de la crea-ción y al mismo tiempo Dios le da la libertad quedebe ejercer frente al orden natural, establecidopor él.

Dios creó al hombrecon el don de la libertad

Aparte de que Dios creó al hombre “a suimagen y semejanza”, es decir, racional, paravivir la alteridad mediante una amor siempreoblativo, de donación y comunión, también elGénesis afirma que lo creó con el más grande donque pudo haber recibido: el don de la libertad. Yle dio este don como condición necesaria parapoder disfrutar el paraíso.

A partir del primer pecado el hombre ha peca-do sexualmente

En el buen ejercicio de este don, puso las basesde su amistad con el hombre. La libertad, en laboca del Maligno, lo hacía al hombre lo mássemejante a Dios: “seréis como dioses”. Pero elHombre rompe el orden natural y “quiere hacersecomo Dios”, haciendo de su voluntad la ley de suobrar. El pecado radica en negar el amor de Diosy seguir sus propios criterios, perdiendo su pleni-tud y descubriendo su “desnudez”.

Frente al mundo luminoso de la creación, laBiblia, como saldo del mal uso de la libertad, nospresenta una lista numerosa de tragedias y peca-dos relacionados con perversiones y desviacio-nes sexuales, como, por ejemplo: la poligamia, lahomosexualidad, las violaciones, etc.

Cuando aparece Jesús, el Salvador de esa hu-manidad sometida por el pecado a la muerte, nosenseña al respecto, la necesidad de vivir el amory la sexualidad en plenitud, sin caer en aquellasdesviaciones que le hará decir que “quienes talescosas hacen, no heredarán el Reino de los Cielos”(Mt. 6,28).

Jesús invita a vivir la sexualidad desde lapropia vocación de cada persona.

Jesús enseña que el Hombre puede vivir enplenitud su vida y su vida sexual, según los

distintos tipos de vocación a los que son llama-dos, de forma tal que sólo serán felices cuando ladescubran y la entiendan (Mt. 19). También ense-ña que la castidad es una forma ordenada de vivirla sexualidad. Es una virtud que debe ser vividapor todos.

LO QUE NOS DICELA IGLESIA

El Hombre no crea su identidad sexual sinoque solo la desarrolla

Frente a quienes afirman que el hombre tienederecho a decidir su propia identidad sexual aúnpor encima de la que tiene, la Iglesia afirma quela dignidad humana no es algo que construye alhombre sino que es justamente lo que lo integra yda identidad como ser humano, es esencia y nouna característica más o el resultado de noveda-des emergentes.

También afirma que el Hombre, espíritu en-carnado, desde el inicio de su existencia essexuado, y esta identidad sexual propia la irádesarrollando durante todo el proceso de su vidasegún las diferentes etapas. Esta riqueza involucraa todo su ser como un modo propio de expresarsecomo varón o mujer, superando cualquier tipo desometimiento reduccionista.

El varón y la mujer, en conclusión, nacen no sehacen varón y mujer, en su desarrollo humano.

Del derecho a la sexualidad al deber de lacastidad

Así como todos tenemos derecho a vivir nues-tra sexualidad también tenemos el deber de vivirlaen la castidad.

La castidad es la capacidad de orientar elimpulso sexual al servicio del amor y de inte-grarlo en el desarrollo de la persona. La casti-dad es fruto de la gracia de Dios y de nuestravoluntad para que cada uno puede seguir lavocación a la que Dios lo llama. El pudor es laconciencia vigilante de respeto y reverenciahacia el cuerpo y defiende la dignidad delHombre y del amor auténtico en el marco ar-monioso de la persona.

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Educar a los hijos en los valores fundamen-tales y virtudes que hagan de sus hijos perso-nas íntegras y capaces de vivir su dignidad,incluida la dimensión sexual.

Formar la conciencia moral de su hijosdescubriendo una ley que él no se da a símismo, la ley natural, a la que debe obedecery cuya voz resuena, cuando es necesario, lla-mándolo a obrar el bien y evitar el mal.

Fomentar en los hijos una permanente bús-queda de la verdad para tener una concienciarecta. Hay que educar a los hijos para queformulen juicios con rectitud y actúen en con-formidad con dichos juicios. Que nadie obrecontra su conciencia. Conocer el derecho a laobjeción de conciencia.

Motivarlos a vivir su propia identidad sexualcomo un don dentro de la vocación que todostenemos al amor siguiendo un estado de vida.Los maestros

Reconocer que su función en la educaciónpara el amor y sexualidad, es solo de apoyo yde ayuda.

Invitar a los padres de familia a participaren la educación para el amor y la sexualidadque se imparte en la aulas.

Asumir los cuatro principios operativos ynormas particulares en la educación para elamor y sexualidad: a) El principio doctrinalque guíe toda actuación de la educación en elamor; b) El principio de oportunidad según elmomento de desarrollo del niño o joven; c) Elprincipio de decencia que salvaguarda la vir-tud de la castidad y d) El principio de respeto,al niño y al joven, que excluye los métodosabusivos de educación sexual.

Recordar que la educación sexual escolarno es una asignatura más como las matemáti-cas, la historia, etc.

Insistirles que la formación en el amor ysexualidad debe sustentarse en los valores afin de que ordenen e iluminen las decisionesque el joven debe aprender a tomar en elámbito del amor y la sexualidad.

Verdad, libertad y responsabilidad

El Hombre que vive en búsqueda honesta de lalibertad como signo de felicidad, descubre que exis-te un vínculo inseparable entre la libertad, la verdady la responsabilidad. Cuando Jesús nos dice que “laverdad os hará libres” (Jn 8,31), nos abre un caminohacia la realización personal que incluye todas lasdimensiones de la persona. La sexualidad no estálimitada por la responsabilidad sobre los actos, sinoque por el contrario ésta abre el vínculo hacia laverdad que plenifica y libera al Hombre. La verdade-ra libertad no es hacer lo que quiero, sino hacer lo quedebo, porque lo quiero (Cfr. San Agustín).

Formación de la recta conciencia

La conciencia es el “sagrario del hombre, dóndeéste descubre una ley que le dice haz el bien evita elmal” (GS 16). Escuchando esta voz interior el Hom-bre debe formar su recta conciencia de forma tal quetenga “mayor seguridad” así sabrán “cuál es lavoluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada,lo perfecto” (Rm 12,12).

La familia ha de ser educadora y promotora de lapersona

La familia, transmisora de la vida, tiene unamisión formadora y educadora integral y social de lapersona donde la sexualidad ocupa un lugar privile-giado. La escuela debe ayudar y apoyar a los padresen este ejercicio del derecho – deber fundamental deeducar a los propios hijos en el amor.

LO QUE DEBEMOS HACER

Los padres de familia

Defender la dignidad de la persona humana crea-da en el amor, por el amor y para el amor. Defenderlahaciendo respetar y respetando a la persona humanadesde el primer momento de la concepción hasta lamuerte natural. Defenderla insistiendo que el Hom-bre está llamado a la plenitud de la vida más allá delas dimensiones de su existencia terrena ya queconsiste en la participación de la vida misma deDios.

Asumir los padres de familia su derecho – deberde ser los primeros y principales educadores de loshijos en el amor y sexualidad.

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OBJETIVO

Conocer las grandes etapas del desarrollohumano en cuanto a la sexualidad para daruna mejor educación a los niño y jóveneseducandos.

Presupuestos

1. La sexualidad forma parte importante deldesarrollo humano y es necesario conocer lasdiversas etapas de este desarrollo y su conjunto decaracterísticas que determinan a la persona en sudesarrollo para educar satisfactoriamente en elamor y en la sexualidad.

Por tal motivo presentamos una breve guía quepueda ayudar a los padres y maestros en esta tareade educación sexual.

2. Para el mejor aprovechamiento de esta guíaconviene estar firmemente en el acuerdo de que laidentidad sexual es una parte de la identidadpersonal. Que se inicia con la herencia genética.Que está definida desde la concepción por laorganización cromosómica para continuar a tra-vés de las distintas etapas en un proceso integrativoque obedece a este mandato genético.

3. También es oportuno puntualizar de que laformación en la sexualidad no crea la identidadsexual sino que solo la reafirma. Y dicha forma-ción debe tender a la integración total de lapersona para la lograr la identidad en función decomplementariedad, y para lograr una pareja es-table y permanente.

No se trata nunca de justificar y adecuar situa-ciones de homosexualidad y parafilias porqueestamos convencidos de que estas situacionessolo provocan fuertes sentimientos de inadecua-ción en las personas que las viven.

4. La castidad es absolutamente compatiblecon una madurez humana perfecta entendida entérminos de plenitud, creatividad, productividad

y alteridad. (Algunas teorías postulan que dichoproceso de sublimación no es natural o implicanecesariamente represión.

5. Contamos con una libertad responsable frenteal determinismo genético y ambiental por la queson posibles las readaptaciones y rectificaciones.En el ejercicio de la libertad, la dimensión espiri-tual debe enmarcar y modelar la dimensión psico-lógica porque solo así podremos lograr tener launidad de una vivencia humana que nos maduray nos hace sentirnos plenamente realizados.

6. Nuestra identidad nos exige la capacidad decomunicación con el entorno para desarrollar unproceso de reciprocidad y de mutua influencia enel que nos influencia el medio pero tambiénnosotros los influenciamos.

7.- Finalmente, debemos entender que el amores un proceso de muchos componentes y que esimportante distinguir los de índole psicoafectivopara no confundirlos con los espirituales. Hayque precisar las tres etapas de este proceso: atrac-ción, enamoramiento y amor. Las dos primerasson dependientes de estados físicos y psíquicos.

La atracción comporta procesos hormonales ybásicamente es pasajera. El enamoramiento es unsentimiento que puede ser convertido en senti-mentalismo si no apunta a consolidarse en unamor opción. Este sentimentalismo no acepta alotro como verdaderamente es, sino que se basa enla imagen idealizada del otro. Si no se trasciendeal amor oblativo, el enamoramiento decae cuan-do las condiciones de la realidad le descubren elverdadero rostro del otro. Por eso ni atracción nienamoramiento sólo pueden ser bases sólidaspara establecer vínculos estables, duraderos ypermanentes. Estos vínculos se establecen a par-tir del amor opción (espiritual) el cual implica unaverdadera donación del yo, una auténtica acepta-ción del otro y el compromiso libre de construir elNosotros.

TEMA 4.MADURANDO EN EL AMOR Y EN LA SEXUALIDAD

“Guía para la educación sexual de los niños y jóvenes”“Guía para la educación sexual de los niños y jóvenes”“Guía para la educación sexual de los niños y jóvenes”“Guía para la educación sexual de los niños y jóvenes”“Guía para la educación sexual de los niños y jóvenes”

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TALLER DE SEXUALIDAD

INFANCIA

Desarrollo psicológico:

INTRAUTERINAINTRAUTERINAINTRAUTERINAINTRAUTERINAINTRAUTERINA

Desde el momento de la concepción la personahumana es receptiva de las influencias ambienta-les. La primera y principal es la de la madre. Nomenos importante es la del padre, que se mani-fiesta a través de la seguridad que le da a la madrey en forma directa y comunicativa con el hijo.Todo lo que el feto reciba de positivo o negativoinfluirá decisivamente en la conformación de supersonalidad.

DESDE EL NACIMIENTOHASTA LOS 18-24 MESES

hay una dependencia total del hijo hacia suspadres. Estos le proveen alimento y cuidadospero también el afecto necesario para hacerlesentir amado y que puede confiar. Este afectotiene que expresarse a través del contacto físico(abrazos, besos, etc.) ya que el niño está iniciandola integración de su yo, y su percepción del medioes todavía difusa.

DESDE LOS 18-24HASTA LOS SEISAÑOS

Inicia el descubri-miento de la imagen cor-poral incluyendo sus zo-nas genitales con lo quecomienza a establecerla diferencia entre va-rón y mujer, base para laidentificación con susexo. Discierne la dife-rencia entre el yo y suentorno. Se da un cho-

que entre su deseo y una incipiente incorporaciónde normas. Consolida el dominio del lenguaje yde las habilidades comunicativas. En la familiaaprende hábitos básicos de autocuidado, ademásdel sentido de pertenencia religiosa y filiacióndivina. Los padres deben ser presencia y modeloscoherentes ya que el niño aprende viendo. Tam-bién deben ser consistentes en la aplicación denormas básicas que deben ser expresadas confirmeza y con cariño. El niño desarrolla su capa-cidad integrativa a grupos distintos de su núcleofamiliar.

DESDE LOS 6 AÑOSHASTA LA PUBERTAD

Se da la integración preponderante a grupos depares de su mismo sexo. Aprende modelos decomportamiento socialmente aceptados. Comien-za la internalización de los valores morales, por locual sus preguntas son sobre lo bueno o lo malocomo primera evidencia de la formación de laconciencia moral. Se refuerza su sentido de perte-nencia a la vida religiosa de sus padres. Los impul-

sos sensuales estáncomo dormidos. Su cre-cimiento sigue adelan-te, pero sin componentehormonal; eso da la apa-riencia de que sucede.Sus curiosidades escon-den inquietudes por loque deben ser respondi-das en forma clara yadaptada a su etapa dedesarrollo. La tarea delos padres es respetar lostiempos de los hijos peroestando atentos a lo quesucede en su interiori-

Guíapara la Educación Sexual

TALLER DE SEXUALIDAD

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dad. Es el momento para consolidar diálogos deconfidencia y acompañamiento afectivo.

Tareas para el desarrollo sexualTareas para el desarrollo sexualTareas para el desarrollo sexualTareas para el desarrollo sexualTareas para el desarrollo sexual

Debemos aprender a descubrir: la propiacorporeidad. Reconocer la propia identidad devarón o mujer. Distinguir las cualidades del servarón y del ser mujer. Analizar las relacionesinterpersonales, valorando la importancia del otro.

Para lograr este aprendizaje debemos conocer:el ser persona: cuerpo y alma. Las principalesdiferencias entre varón y mujer. Que el almaespiritual constituye la propia interioridad y seexpresa a través de sentimientos y pensamientos.La capacidad de amar, razonar y elegir voluntaria-mente. El reconocimiento de los órganos genitalespropios del sexo masculino y del sexo femenino.El don de la vida: concepción, embarazo, naci-miento. La educación del pudor. El cuidado yaprecio del cuerpo (Prevención del abuso sexual).El silencio como llamada a la trascendencia, aldiálogo con Dios. El valor de la persona humana(Autoestima). Las relaciones interpersonales, lasdistintas formas de comunicación (con padres,hermanos, amigos, compañeros, etc.). La valora-ción de las cualidades de los demás. El respeto, latolerancia, la cooperación, la solidaridad. La fami-lia, su misión y responsabilidades. La familiacomo formadora en valores. La capacidad de espe-ra para la formación de la voluntad.

PUBERTAD Y ADOLESCENCIA

Desarrollo psicológico

DE LA PUBERTAD A LA ADOLESCENCIADE LA PUBERTAD A LA ADOLESCENCIADE LA PUBERTAD A LA ADOLESCENCIADE LA PUBERTAD A LA ADOLESCENCIADE LA PUBERTAD A LA ADOLESCENCIA

La pubertad es la puerta física de entrada a laadolescencia. Se caracteriza por los cambios hor-monales que desencadenan cambios en su apa-riencia, en sus afectos y en sus relacionesinterpersonales. Pasa a interesarse por personasdel otro sexo en forma idealista, romántica ysensual. Comienza el proceso de independencia yautodecisión que choca con sus limitaciones pro-pias y las que el entorno le impone porque siguedependiendo material y afectivamente de suspadres. Dentro de este conflicto se enmarca lacrisis de la fe. Le cuesta reconocer que no es

omnipotente y que no está exento de riesgos yesto genera conflicto en el grupo familiar. Estarea de los padres tomar la adolescencia ensentido positivo, reconociendo las posibilidadesde sus hijos. También reconocer que es una etapaque lo proyecta hacia el futuro. El adolescentetiene una tendencia a buscar una mayor valora-ción de sí mismo y a comprometerse. Aprende anegociar sus necesidades individuales con lasexigencias del entorno. Todos sus recursos pre-vios se ven desafiados para proyectar su adecua-ción al medio. Debe echar mano a esos recursospara superar su bajo nivel de tolerancia a lasfrustraciones y su dificultad para postergar lagratificación. Se ponen las bases para las decisio-nes vocacionales y las definiciones vitales.

PUBERTAD (de 10 a 13 años)PUBERTAD (de 10 a 13 años)PUBERTAD (de 10 a 13 años)PUBERTAD (de 10 a 13 años)PUBERTAD (de 10 a 13 años)

Tareas para el desarrollo sexual

Debemos aprender a descubrir: los rasgos dis-tintivos que se manifiestan en la personalidad delvarón y de la mujer, como consecuencia de loscambios biológicos y psicológicos, propios de lapubertad. Descubrir fortalezas y debilidades per-sonales para propiciar el dominio de sí y salir alencuentro de otros. Valorar su sexualidad comoun don divino, para aceptarse como varón o mujery salir al encuentro de otros.

Para lograr este aprendizaje debemos conocer:los cambios biológicos y psicológicos del varón yde la mujer. Las emociones y sentimientos pro-pios de la evolución de su sexualidad. La comu-nicación asertiva de sentimientos y emociones.El diálogo. La maternidad como inherente al serfemenino. La paternidad como un don propio delser masculino. El conocimiento y crecimientopersonal mediante la interrelación con los otros.El reconocimiento de fortalezas y debilidadespersonales y de los otros. El crecimiento espiri-tual. El valor del esfuerzo como elemento de laformación de la voluntad. La aceptación de lapropia sexualidad. El respeto y responsabilidadfrente a los otros. La aceptación de la propiasexualidad. El respeto y responsabilidad frente alos otros. Los deberes y derechos. El valor de lavida como manifestación del amor de Dios. Lapedagogía de la ternura.

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TALLER DE SEXUALIDAD

ADOLESCENCIA (de 14 a 18 años)ADOLESCENCIA (de 14 a 18 años)ADOLESCENCIA (de 14 a 18 años)ADOLESCENCIA (de 14 a 18 años)ADOLESCENCIA (de 14 a 18 años)

Tareas para el desarrollo sexual

Debemos aprender: a redescubrir el valor dela reflexión personal como una vía para mante-ner la armonía y el autodominio durante elenamoramiento y el noviazgo. A reconocer quela paternidad responsable empieza desde elenamoramiento. A revalora su identidad comoser individuo, único, insustituible, creado,sexuado y libre. A genera un proyecto personalcoherente con su propia identidad, que respon-da a su vocación.

Para lograr este aprendizaje debemos conocer:la etapas de la relación entre varón y mujer:amistad, atracción, enamoramiento, noviazgo ymatrimonio. La comunicación como medio deexpresar la afectividad. Las relaciones positivas ynegativas. El placer como consecuencia del bien.El sentido del dolor y del sufrimiento comosublimación del cristiano. La alegría de vivir. Ladisponibilidad y el servicio. Las condiciones pro-pias de una amistad verdadera: voluntad de aper-tura, honestidad, fidelidad. La felicidad asociadaa la vivencia de una sexualidad integrada al amor.La libertad para la toma de decisiones responsa-bles. La familia, como comunidad natural, funda-mentada en el amor a través del Matrimonio. Lapaternidad y maternidad responsable. La identi-dad de la persona humana como: individuo, úni-co, insustituible, creado, sexuado y libre. El pro-yecto de vida. La coherencia en el pensar, actuary sentir. El autodominio. El manejo de los fraca-sos, y el replanteo del proyecto de vida. La re-flexión como medio para descubrir la propiainterioridad (sentimientos, emociones) y su pro-yección hacia el otro. Las vivencias egoístas de lasexualidad (violencia, enfermedades de transmi-sión sexual, SIDA, adicciones). El papel de lavoluntad como una fortaleza que impide expo-nerse a situaciones de alto riesgo. La abstinenciasexual como una forma de buscar un ideal quelleva al amor y a la unión. La defensa de la vidadesde la concepción hasta la muerte natural. Elpoder de los medios de comunicación social y sucapacidad constructiva o distorsionadora de laauténtica sexualidad humana.

ADULTEZ

ADULTO JOVEN (de 18 a 30 años)ADULTO JOVEN (de 18 a 30 años)ADULTO JOVEN (de 18 a 30 años)ADULTO JOVEN (de 18 a 30 años)ADULTO JOVEN (de 18 a 30 años)

Desarrollo psicológico

El inicio de esta etapa puede considerarsecomo un extensión de las definiciones de la ado-lescencia en una búsqueda abierta de opciones devida. Se da un segundo choque entre sus aspira-ciones y sus posibilidades reales. Pasado esteprimer momento, las tareas son elecciones: voca-cionales (estado de vida y profesión) y ubicacióny participación social. Se establecen los vínculosafectivos de la familia que se inicia o de la vidaconsagrada. Es una etapa en general ascendente.Como ninguna esta etapa puede no coincidir conla edad de la persona. Es frecuente encontrarnospersonas cuya edad corresponde a la adultez perofuncionalmente siguen siendo adolescentes.

Tareas para el desarrollo sexualTareas para el desarrollo sexualTareas para el desarrollo sexualTareas para el desarrollo sexualTareas para el desarrollo sexual

Debemos aprender a: identificar los mitos aso-ciados con las relaciones sexuales durante elenamoramiento y el noviazgo, reconociendo elvalor de la renuncia para gestar encuentros verda-deros. Distinguir que la sexualidad se puede orien-tar, porque la persona tiene razón y voluntad.Valorar la castidad como la energía espiritual quelibera del egoísmo, de la agresividad y permitecrecer en el amor. Reconocer que el matrimonioes un vínculo natural y una relación esforzadaentre un varón y una mujer que exige voluntadexpresa de apertura al otro, de comprensión, deaceptación y de comunión.

Para lograr este aprendizaje conocer: los mitosasociados a las relaciones sexuales y el noviazgo.La vocación. El proyecto de vida y los estado devida. La razón y voluntad. Las facultades quehumanizan al ser humano. La subjetividad y laintersubjetividad en las relaciones entre varón ymujer. La castidad. Las relaciones sexuales. Loscriterios de madurez. El amor, diálogo, afecto,respeto y compartir. La criticidad frente al hedo-nismo de los medios de comunicación. La sexua-lidad, matrimonio y familia. La apertura a la vida.La paternidad responsable. Los atentados contrala vida. La Bioética.

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ADULTO MADURO (de 30 a 60 años)

Desarrollo psicológicoDesarrollo psicológicoDesarrollo psicológicoDesarrollo psicológicoDesarrollo psicológico

Es la etapa de las realizaciones. Seestabilizan responsablemente las definicio-nes que realizaron en la etapa del adulto joven.La familia y la paternidad/maternidad respon-sables se consolidan. La persona se convierteen modelo para los hijos. Las actividadesdentro de la familia y fuera de ella absorben detal modo que se corre el riesgo de la divisiónfuncional que puede atentar contra la comuni-cación y la vinculación de la pareja. Hacia elfinal de esta etapa usualmente se verifica lallamada “crisis de la mitad de la vida” relacio-nada en la mujer con la menopausia y en elhombre con la necesidad de reafirmar su sen-tido de la virilidad.

Tareas para el desarrollo sexual

Debe aprender a darse cuenta que la madu-rez personal, es un procesoque debería tener su origenen la generosidad para pre-parar un encuentro varón-mujer, satisfactorio y pleno.Reconocer que la familia esuna comunidad natural, fun-damentada en un compro-miso matrimonial basado enel amor.

Para lograr este aprendi-zaje, debe buscar el fortale-cimiento de las relacionesafectivas. Reconocer el ma-trimonio como fidelidad ycompromiso, la familiacomo comunidad basada en el amor e Iglesiadoméstica. Debe ejercitar la paternidad res-ponsable. Establecer la comunicación conyu-gal y entre padres e hijos. Reconocer la digni-dad del trabajo, la realización personal, laidentidad religiosa. El sentido de la vida. Laexperiencia de Dios. La confianza en la provi-dencia divina y la superación de las dificulta-des materiales como símbolo de crecimientoespiritual.

TERCERA EDAD

ADULTO MAYOR (de 60 años en adelante)ADULTO MAYOR (de 60 años en adelante)ADULTO MAYOR (de 60 años en adelante)ADULTO MAYOR (de 60 años en adelante)ADULTO MAYOR (de 60 años en adelante)

Desarrollo psicológico

Inicia con un período de post-adultez caracteriza-do por la jubilación o retiro, lo que da más tiempolibre para la creatividad y el disfrute de lo construidoa lo largo de la vida. Se da el desafío de re-encantarla intimidad de la pareja sobre la base de la vincula-ción previamente vivida. Si la vinculación previa haestado concentrada solamente en la educación de loshijos se da el síndrome del nido vacío, caracterizadopor soledad, angustia, desesperación y desesperanza.Es la edad de ser abuelo/abuela. Los hijos son adultosy las relaciones con ellos también cambian. Se aportadesde la sabiduría de la vida.

En la pareja se acrecienta el acompañamientofrente a la disminución de la vitalidad física. Se danlas condiciones propicias para superar posibles con-flictos de fe. Si bien la muerte es un fenómeno que se

puede dar en cualquier etapa, al llegara ésta se hace necesaria una reflexiónmás acentuada sobre la trascendenciay el sentido de la vida. La viudez es unsituación más frecuente en esta etapa,lo que le obliga a reorientar el proyectovital hacia otros campos de reciproci-dad para manejar adecuadamente lasoledad.Tareas para el desarrollo sexual

Debe aprender a reconocerse comopersona que puede vivir a plenitud susexualidad hasta el último momentode la vida. Valorar desde la experien-cia de vida el encuentro relacional conla familia y amigos. Darse cuenta de suposibilidad de entrega y de búsqueda

del bien común, aprovechando sus potencialidades.Para lograr este aprendizaje es necesario conocer

la sexualidad del adulto mayor. Las experiencias devida, como punto de partida para relacionarse con losdemás. La plenitud de la relación dialogal con Dios.El redescubrimiento de sus potencialidades y suslimitaciones. El voluntariado. La donación de sícomo realización plena de la persona. El crecimientoespiritual.

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TALLER DE SEXUALIDAD

y

COMISIÓN DE PASTORAL FAMILIAR Diócesis de San Juan de los Lagos

“Orientaciones sobre el amor y la sexualidad para adolescentes y jóvenes”

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1.- ¿Por qué Dios inventó la familia?Porque Dios quiso hacer a

los seres humanos lo mássemejantes a Él. Y comoDios vive en familia,compartiendo todo suamor el Padre, el Hijo yel Espíritu Santo, de for-ma semejante nos hizopara vivir en familia,compartiendo todo elamor el padre, la madre y los hijos.

2.- ¿Por qué es mejor vivir en familia?

Porque la familia es el mejor espacio paracrecer y desarrollarnos seguros. En la familia esdonde los padres y los hijos encontramos el mejorapoyo.

Porque en la familia experimentamos el calorde hogar y nos sentimos rodeados del amor denuestros padres, nuestros hermanos y demásmiembros de la familia.

Porque en la familia vivimos los valores quenos hacen mejores personas Y es ahí donde pri-mero conocimos y amamos a Dios, y dondeaprendemos a practicar nuestra fe, junto connuestros padres.

Porque en la familia aprendemos a vivir ensociedad de manera fraternal y solidaria y apren-demos a identificarnos naturalmente con el padreo con la madre, según nuestro propio sexo.

Definitivamente la familia es la mejor escueladonde nos educamos en todo y el mejor tallerdonde forjamos nuestra voluntad para actuar conlibertad y responsabilidad.

3.- ¿Para qué hizo Dios al hombre y a lamujer y quién vale más de los dos?Dios hizo al hombre y a la mujer para que

amándose, el hombre haga feliz a la mujer y lamujer al hombre, y de esta vida feliz nazcanlos hijos y así se continúe la descendenciahumana.

Y valen lo mis-mo, porque el hom-bre y la mujer, comopersonas que son dela misma naturale-za humana, siempreserán iguales en dig-nidad y en capaci-dad, aunque se ma-nifiesten de formadiferente cada unosegún su sexo.

Las diferencias,Dios las puso en el hombre y en la mujer con elúnico fin de que busquen unirse para complemen-tarse y enriquecerse formando una comunidad devida y de amor. Sin embargo, a lo largo de lahistoria humana, son los varones quienes, valién-dose de sus diferencias (su afán de poder y dedominio), siempre han buscado someter a lasmujeres (machismo).

La diferencia más sustantiva entre el hombre yla mujer consiste en que la vida humana quegeneran los dos, sólo la mujer puede hacer que sedesarrolle en su vientre, mientras que el hombrejamás podrá concebir y dar a luz un hijo.

4.- ¿Por que decimos que Dios nos da lavida?Porque solo Dios puede dar la vida. En efecto,

cada persona ha recibido directamente de Dios sualiento divino que llamamos: “espíritu”. Y a lospadres, porque así lo ha querido Dios, los invita acolaborar con Él dando algo de su más íntimo ser,que ellos, a su vez, también recibieron de sus

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padres, en una cadena que se remonta hasta elmismo Dios, origen de todo.

Cada uno de nosotros, pues, que ha sido llama-do a la existencia, tiene como origen al mismoDios que quiso personalmente darnos la vida y, almismo tiempo, venimos de nuestros padres queaceptaron generosamente engendrarnos.

5.- ¿Cómo venimos al mundo?Venimos al mundo por un mandato de Dios de

multiplicarse todos los vivientes: las plantas, losanimales y el mismo Hombre. Y la forma decumplir este mandato es mediante una semilla,fruto del mismo ser de los vivientes.

Por eso, nosotros nos multiplicamos mediantela semilla del hombre (esperma) y de la mujer(óvulo), que unidas dan como resultado un nuevoser humano, el cual crecerá y madurará dentro delvientre materno los primeros nueve meses de su

vida; llegado el momento verá la luz del mundodeslizándose a través de los genitales externos(vagina) de la madre, acción que llamamos «par-to» (en ciertos casos pueden nacer del abdomende la madre y le llamamos «cesárea»).

6.- ¿Qué pasa en mi cuerpo cuando dejode ser niño?Cuando dejamos de ser niños, debido a nues-

tras hormonas, se dan muchos cambios en noso-tros, no sólo físicos sino también anímicos.

En general, nos crece más aceleradamentetodo el cuerpo. Este crecimiento durará variosaños, aunque cada vez con menos intensidad queal inicio.

A los hombres se les desarrollan sus genitales;se cubren de vello púbico sus genitales y axilas;empiezan a producir espermatozoides; sus mús-culos se consolidan y se alargan; les cambia eltono de voz; su sudor se hace fuerte; les sale elbozo del bigote y de la barba. Salen «espinillas».

A las mujeres les empiezan a brotar los pechosy los glúteos; se les ensanchan las caderas; se lescubre de vello púbico las axilas y genitales; em-piezan a menstruar. Salen «espinillas».

7.- ¿Por qué los adolescentes tenemosproblemas con todo el mundo?Por los cambios que generan tus hormonas, no

solo en tu apariencia física, sino sobre todo en tusafectos y tus relaciones con los demás.

En esta etapa te molesta la autoridad, sobretodo de tus padres, porque quieres independenciay espacio para tomar tus propias decisiones, aun-que al mismo tiempo reconoces que dependesmaterial y afectivamente de tus padres. Por esofácilmente entras en conflicto con tus padres y almismo tiempo te duele haberlos lastimado. Por

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eso quieres recal-car a cada mo-mento tus gustosen la ropa, la co-mida, la música,etc.

Eres muy com-petitivo. Por elafán de exhibirtey de ser admira-do, te cuesta tra-bajo reconocerque no eres omni-potente y que fá-cilmente pierdesel control. Por el

poco conocimiento que tienes de ti, eres inseguroy tu estado de ánimo es contrastante y cambiante,provocando conflictos, especialmente con todoslos de tu familia.

Quieres una mejor valoración de tu persona. Ycuando no se da, te cuesta trabajo dialogar seria-mente y sientes incomprensión de tus padres.

En el campo religioso también hay cambios enesta etapa. Te molesta que te manden a las prác-ticas religiosas porque más quieres gustar diver-siones que cumplir obligaciones del tipo quesean. Porque se te agudiza el sentido crítico,sufres una crisis de fe y cuestionas todo, especial-mente lo religioso porque te es más desconocidoy misterioso.

Quieres que te ayuden a proyectar tu futuro,pero sin querer que otros decidan por ti. Por serpoco reflexivo te cuesta mucho trabajo ser tole-rante ante las frustraciones que vives. Poco re-nuncias a las gratificaciones y oscilas con fre-cuencia entre el egoísmo inconsciente y la gene-rosidad consciente. Sientes interés y preocupa-ción para tomar las decisiones vitales vocaciona-les. Quieres conocer los rasgos distintivos de tupersonalidad, sobre todo en lo que se refiere a tupropia sexualidad.

En esta etapa de tu vida, te interesan muchopersonas del otro sexo. Aunque debes ser cons-ciente de que no las ves como realmente son sino

que las idealizas. Más bien pareciera que estásenamorado de la mujer ideal o del hombre ideal.Esta idealización te lleva a relacionarte con ellasy a entablar relaciones de amistad que tú llamasnoviazgo. Esta euforia de sentimientos puedehacerte creer que estás muy enamorado, porquetodo lo ves de manera romántica y sensual.

8.- ¿Cómo puedo lograr tener un desa-rrollo sexual sano?Un desarrollo sexual sano puedes lograrlo,

fundamentalmente, estableciendo una continuacomunicación y diálogo con tus padres para acon-sejarte, y con los sacerdotes y maestros que teinspiren confianza, para que te den al mismotiempo una información y una formación com-pleta y veraz, que realmente te eduque en el amory en la sexualidad.

Es también importante para tu sano desarrollosexual que procures una sana alimentación queayude a tu desarrollo físico tan intenso sin quereranticiparlo. Que busques un conocimiento com-pleto de la sexualidad humana en su desarrollo yfuncionamiento. Que procures cada día un mejorconocimiento de ti mismo y aprendas a hacer unacorrecta autovaloración. Que asumas sin dudas tupropia naturaleza sexual. Que evites toda expe-riencia sexual que te desvíe. Y que en todo mo-mento vivas tu sexualidad como parte del verda-dero AMOR.

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9.- ¿Todos sentimos atracción por elsexo opuesto?Todos, naturalmen-

te, sentimos atracciónpor el sexo opuesto,pero cada persona lasiente de diversa ma-nera y con distinta in-tensidad.

Sin embargo, puedesuceder que por expe-riencias sexuales conpersonas de nuestromismo sexo (sobre todosi fuimos objeto de abu-so sexual), sintamos esta atracción equivocada orepulsión a cualquier acto sexual.

Esta atracción equivocada puede sentirse másfuerte cuando en la casa se está recibiendo unamala educación sexual, y fuera de la casa se sufreuna mala influencia.

Los adolescentes y jóvenes que experimentanesta atracción equivocada nunca deben olvidarque se puede corregir, especialmente si se buscala solución desde la dimensión sicológica y espi-ritual. Sin embargo, para esto es necesario buscarayuda profesional; un terapeuta y un confesor sonquienes mejor pueden ayudar a rectificar estaatracción equivocada hasta alcanzar una comple-ta readaptación.

10.- ¿Yo soy libre de usar mi sexualidadcomo quiera?Es cierto que to-

dos somos libres,pero no es ciertoque seamos librespara hacer todo loque queramos.Nuestra concien-cia será la primeravoz que sonará ennuestro interiorpara decirnos si loque queremos ha-cer es bueno o

malo, o si lo que ya hicimos fue bueno o malo.Además, no es lo mismo libertad que libertina-

je. La libertad nos invita a decidirnos no solo porlo bueno sino por lo que debemos hacer, y quesiempre será lo mejor, en cambio el libertinajenos invita a decidirnos por lo que tengamos ganasde hacer, prefiriendo el placer antes que el debery la excelencia.

Si queremos madurar debemos, pues, usarnuestra libertad responsablemente. Y no lo logra-remos si no fundamentamos todas nuestras deci-siones en los valores humanos y cristianos querecibimos de nuestros padres.

11.- ¿Qué debo hacer cuando se des-pierte en mí la sexualidad?Debo alegrarme

y agradecer a Diosel regalo de misexualidad que fun-ciona naturalmentecomo la de todos.Debo experimentar-la como algo bueno,venido de Dios parami realización per-sonal. Debo experi-mentarla con natu-ralidad, sin el mie-do de sentirlo como algo malo, disfrutandosanamente de ella, como disfruto de mis demássentidos.

Pero, también debo ser muy consciente de quedespertará mi sexualidad con mucha fuerza yactividad; que mi cuerpo tendrá momentos demucha excitabilidad y que buscará hasta en lossueños sacar fuera esa fuerza sexual (los varonesmediante erecciones y eyaculaciones y la mujermediante las sensaciones que anuncian lamestruación y las fantasías sexuales).

Para entender y vivir mejor las primerasmenstruaciones conviene que la mujer adoles-cente busque toda la orientación con su madre yla complete con información médica. Igual con-viene se orienten y se informen los varones ado-lescentes con sus padres y médicos.

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Es importante aclarar todos los mitos y prejui-cios sobre la sexualidad con quien sabe y puededarnos una información segura sobre todos denuestros órganos sexuales, su funcionamiento ehigiene.

12.- ¿Es aconsejable tener relacionessexuales desde la adolescencia?Contra lo que algunos estudiosos de la sexua-

lidad opinan, la mayoría afirma que no son acon-sejables las relaciones sexuales en la adolescen-cia. Algunos presentan la sexualidad, ya desde elinicio, reducida a una búsqueda de placer sinresponsabilidad y sin el compromiso de un amorpara toda la vida.

En esta circuns-tancia, los adoles-centes que tienenla relación sexual,mutuamente se tra-tan como objetosde placer, y una ex-periencia vividaasí, para nada loseduca en el amorni les ayuda en sudesarrollo sexual.Además conllevanvarios riesgos:

embarazos no deseados, infecciones de transmi-sión sexual (mortales como el sida). No vale lapena pues arriesgar la vida o marcarla irreversi-blemente solo por un rato de placer.

Es importante aclarar que, aunque los médicoste digan que no causa ningún daño a la salud eltener experiencias sexuales desde la adolescen-cia, y aunque algunos psicólogos te lasrecomienden para que disfrutes tu cuerpo y pue-das mejor decidir tu preferencia sexual, sábeteque no tienen ninguna autoridad moral para afir-mar si es bueno o malo tener experiencias sexua-les. Es solo su opinión personal, bastante discuti-ble, y que tal vez está inspirada en su propiaconducta sexual moralmente cuestionable.

Es también importante aclararte que cada per-sona es responsable de sus actos. Por tanto, tútienes que oír primero la voz de tu conciencia para

que puedas actuar responsablemente. No debesdejar, en ninguna circunstancia, que otras perso-nas ajenas (maestros, amigos, estudiosos, etc.)decidan por ti, sobre todo en algo tan delicadocomo es tu vida sexual. Solo tus padres tienen elderecho y el deber de orientarte.

13.- ¿Qué daños puede ocasionar verpornografía?La pornografía que nos presenta visualmente

el cuerpo humano y la sexualidad como objeto deplacer y una granvariedad de rela-ciones sexualesorientadas todas abuscar el sumoplacer sensorial,sin importar lapersona mismacomo tal, reduci-da a un objeto deplacer, daña por-que se pierde ladimensión espiri-tual del amor yconvierte a la per-sona en un objeto de placer.

La pornografía puede crear una verdaderaadicción, tan nociva para la persona como elalcohol y las drogas.

Los niños y adolescentes, por el acceso fácil al“Internet” y al “Telecable” (con páginas y cana-les pornográficos), están muy expuestos a lapornografía. Son candidatos a buscar las expe-riencias sexuales a cualquier edad y de cualquiertipo. Fácilmente llegarán a un noviazgo centradoen lo sexual. Y, en el peor de los casos, por laadicción a la pornografía, pueden terminar siendo“maniáticos sexuales”.

14.- ¿Es aconsejable la masturbación?No es aconsejable porque este acto no tiene

como fin la procreación. A través de la masturba-ción buscas vivamente amarte solo a ti mismo através del placer sexual.

Esta práctica estorba tu sano desarrollo que tedebe hacer capaz de darte a ti mismo a los demás,

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por amor, hasta re-nunciar a tu propioplacer para hacerlosfelices. Además,puedes convertirlo enun mal hábito difícilde dejar.

Solamente tienenrazón los libros detexto cuando afirman

que la masturbación no causa ningún dañofísico al organismo.

15.- Como creyente ¿qué debo sabersobre el amor y la sexualidad?

No debo olvidar que el hombre y la mujerestamos llamados al amor, y que debemosbuscarlo cultivando una verdadera amistadhasta el punto de estar dispuestos, en el ma-trimonio, a compartir mutuamente todo loque pensamos, sentimos, queremos y somos.

No debo olvidar que somos sujetossexuados y no objetos destinados a dar yrecibir placer; que Dios hizo nuestro cuerpobueno y nos dio la sexualidad como un regalopara cumplir nuestra misión de esposos ypadres.

No debo olvidar que Dios nos hizo hombrey mujer y que esta naturaleza no podemoscambiarla, ni debemos desviarla.

16.- ¿En qué consiste realmenteel noviazgo?El noviazgo consiste,

fundamentalmente en lapreparación próxima parael matrimonio. En esta eta-pa, los novios, por el tratofrecuente y la convivenciaamistosa, deben haber su-perado el enamoramiento(la idealización de la per-sona amada); por el cono-cimiento mutuo, debenhaber logrado la auténticaaceptación de la otra per-sona tal como es; debenhaber profundizado en su relación de amor hasta elgrado de estar dispuestos a establecer un pacto defidelidad y de permanencia juntos toda la vida; ydeben estar deseando vivir ya una comunidad devida para compartir toda su persona. En el lenguajecomún, esto significa estar muy enamorado.

17.- ¿Para qué se casa la gente?El varón y la mujer

se casan para formaruna comunidad de viday de amor, donde losdos busquen siemprecrecer en el amor comoesposos y formar comopadres una familia, po-niendo en todo mo-mento su sexualidad al servicio uno del otro.

18.- ¿Es lo mismo el amor que el sexo?No es lo mismo porque el sexo es solo una

expresión corporal (un acto físico genital) del amory el amor es la donación total de la persona como ser

corporal y espiritual.El amor ve la relación

sexual como una relaciónamorosa de personas (de su-jetos), en tanto que el sexosolo ve objetos de placerque se buscan solo por atrac-ción física.

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19.- ¿Qué decir de los novios que tienenrelaciones sexuales?El punto central del noviazgo es la preparación

para el matrimonio, mediante el mutuo conoci-miento y acoplamien-to como pareja, y lasrelaciones sexualesmás bien que ayudar,estorban esa prepara-ción porque están pre-sentando el amor re-ducido a un placersexual sin apertura ala vida y sin un víncu-

lo permanente que garantice la comunidad devida de quienes solamente son novios y no espo-sos.

El noviazgo nunca será el espacio ideal paradisfrutar la relación sexual, porque nunca será ladonación de dos personas que se aman, sino dedos personas que buscan disfrutar su cuerpo y aeso le llaman amor. Después de una relaciónsexual, cuando los novios evalúan seriamenteesta relación, concluirán que no fue lo que espe-raban.

20.- ¿Es un error tener los novios rela-ciones sexuales cuando se hace poramor?Sí es un error tener relaciones sexuales, porque

los novios solo cuentan con una promesa de amorpara justificar la relación sexual, y una promesaque en cualquier momento se puede romper.

Por eso,quien pide larelación sexualcomo pruebade amor, loúnico que estáprobando esque su amor esegoísta y bus-ca el placer porencima de unamor verdadero. Parece que no le importa la otrapersona, ni las consecuencias que pueda tenerpara ella.

21.- ¿Es bueno procurar el embarazopara lograr casarse?Puesto que el ma-

trimonio se basa en laplena libertad que de-ben tener quienes secasan, no debe haberninguna presión denadie: ni de la socie-dad, ni de los padresde familia, ni de losnovios.

Y el embarazarsepara conseguir com-prometer al hombre,es forzar su voluntad. Este chantaje puede gene-rarle confusión al novio, hasta el punto de nosaber con claridad si se casa con la novia porquela ama o porque se siente responsable del hijo queviene. Y un hijo no es razón suficiente paracasarse con la madre del hijo. Comete una graveinjusticia la novia que involucra a un ser inocentepara conseguir casarse.

Un matrimonio buscado así, a la larga, pue-de traer entre los esposos frecuentesdesencuentros.

22.- ¿Qué hacer cuando una adolescentese embaraza sin desearlo?Lo primero

es no tomar elcamino máscorto para «des-hacerse» del«problema». Esdecir el aborto.Si nos atenemosal consejo denuestros ami-gos y de otrosadultos, tal veznos aconsejaránel aborto, tra-tando de con-vencernos quela falta moral es mínima y el daño corporal esmenor.

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Sin embargo, el aborto provocado puedetraer graves daños para la salud corporal ypsicológica.

Desde el punto de vista moral, el aborto es unpecado muy grave, ya desde la concepción delnuevo ser, porque se trata de la muerte de unapersona, en este caso, la más indefensa y sinninguna culpa personal de su destrucción.

23.- ¿No está pasada de moda la virgi-nidad?Tradicionalmen-

te, por una culturamachista, se exigía alas mujeres ser vír-genes hasta el matri-monio y fieles hastala muerte. El hombrese consideraba en elpolo opuesto: muje-riego e infiel para evi-denciar su virilidadmachista.

Hoy, hay una cul-tura que tiende a unamayor igualdad entre el hombre y la mujer, y quese expresa en no darle ya importancia a la virgi-nidad biológica que dejaba a la mujer en unadesventaja injusta.

Al mismo tiempo, hoy, se ha pasado a valorarmás la virginidad espiritual que la física (exclusi-va de las mujeres).

Desde esta nueva valoración, la virginidad noha pasado de moda, en el sentido de una abstinen-cia de relaciones sexuales, voluntaria y por amor,hasta el matrimonio, o de por vida, cuando seconsagra ese amor totalmente al servicio de losdemás. Desgraciadamente esta visión espirituales poco conocida y valorada entre los jóvenes, ypoco promovida por los padres de familia y de-más educadores.

24.- ¿Conservar la virginidad es un de-fecto?Por el ambiente actual que exalta las relacio-

nes sexuales entre los jóvenes como la mejor

manera de sen-tir y de prepa-rarse al amormatrimonial,parecería quetratan de con-vencer a lasmujeres paraque pierdan suvirginidad enaras de alcan-zar un desarro-llo sexual sano.

Sin embargo, considerar la virginidad comoun defecto es una postura perversa que pretendesacarle partido a las mujeres que lo crean, porquela virginidad siempre será la virtud del perfectoamor, una muestra de madurez sexual y una claramuestra de respeto a su cuerpo.

25.- ¿El condón es la mejor opción paratener sexo seguro?Aunque los Libros de

Texto y los Medios de Co-municación Social insistenque el condón es la mejoropción para prevenir lasenfermedades y los emba-razos no deseados, siem-pre seguirá siendo mejor laabstinencia sexual (los mé-dicos serios afirman que elcondón no es 100% anticonceptivo y hay enfer-medades de transmisión sexual que no las protegeel condón).

26.- ¿Por qué es mala la “píldora del díasiguiente?Porque su efecto siempre es abortivo (micro

aborto), ya que se ocu-pa de expulsar de lamujer el nuevo ser, sies que se dio concep-ción en la relaciónsexual. Aunque es re-comendada por la Se-cretaría de Salud en

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México, debe advertirse que provoca daños en elorganismo de la mujer por las dosis altas deestrógenos.

Además, es importante aclarar que un abortoprovocado da muerte a un nuevo ser que empiezaa existir desde el momento en que es concebido.

El que no sea castigado como delito según lasleyes humanas, no significa que no sea pecado ygrave, según las leyes de Dios.

27.- ¿Realmente se puede enamorar unapersona de otra de su mismo sexo?No, porque naturalmente el hombre fue creado

para comple-mentarse total-mente con la mu-jer. Es decir, or-dinariamente,todos nacemoscon un sexo de-finido, con dis-tinta intensidad,pero siempre re-ferido al sexoopuesto.

Otra cosa esque puede des-viarse la orien-

tación y preferencia sexual de una persona haciaotra persona de su mismo sexo. Sin embargo,siempre buscará en esa persona de su mismosexo, la sexualidad opuesta.

En una relación homosexual siempre uno hacelas veces de hombre y otro de mujer. Más claro seve en aquellas personas que, gracias a los adelan-tos de la cirugía plástica, se implantan partesgenitales y otras partes del sexo opuesto en suafán de querer hacer pareja con personas de sumismo sexo.

28.- ¿Aunque legalmente se pueda, essano establecer una relación de parejacon una persona del mismo sexo?Dios inventó solo el matrimonio; cualquier

otra forma alternativa de pareja sexual va contrala misma naturaleza sexual del hombre y va

contra la mismanaturaleza delmatrimonio. Muydifícilmente dospersonas del mis-mo sexo podránvivir una fideli-dad y amor hastala muerte. En unapareja del mismosexo, ¿quién serála mamá, el papá? y ¿los hijos qué?.

Las actuales corrientes que proponen a lasnuevas generaciones, “las sociedades de convi-vencia entre dos personas del mismo sexo” pue-den causar gravísimo daño psicológico, moral ysocial a quienes se deciden vivir de esta manera,porque siempre irán contra la naturaleza de susexo y del matrimonio.

Aunque se le dé un reconocimiento legal aestas sociedades de convivencia, la homosexua-lidad siempre será una desviación donde nunca sepodrá cultivar un verdadero amor.

29.- ¿Qué peligros amenazan un sanodesarrollo en el amor y la sexualidad?

+ El peligro de la perversión:

Por la pocaorientación fami-liar en el campo dela sexualidad, losniños y los adoles-centes son presafácil de los adultospervertidos y de losc o m p a ñ e r o spervertidores, quebuscan iniciarsemutuamente en lasexualidad, apren-dida en la calle dela peor manera.+ El peligro de violación o inducción a meno-

res:

Todo acto sexual (violento o inducido) dañaseveramente, sobre todo cuando se sufre a muy

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temprana edad, porque casi no cuenta el niño connadie que pueda y quiera, creerle, escucharlo yayudarle a superar ese trauma, y a reconstruirseemocional y espiritualmente. Es un problemamuy grande cuando se sufre la violación sexualen el espacio de la misma familia por el miedo alas represalias si se denuncia.+ El peligro de desviaciones sexuales a tempra-

na edad:

Las desviaciones sexuales ordinariamente tie-nen su inicio a temprana edad, y precisamente sonmás difíciles de corregir cuando no se hace atiempo. Se necesita sensibilidad en los padres defamilia, primero para no ser ellos quienes lasestén promoviendo (voluntaria oinvoluntariamente) y segundo para saber ayudara los hijos, por lo menos buscando ayuda profe-sional.+ El peligro de la pornografía:

La pornografía presenta la sexualidad defor-mada al proponer los actos sexuales de las másdiversas formas con el único fin de producirapetito sexual en quien lo ve. Ordinariamentequien ve pornografía queda muy inducido a rea-lizar la sexualidad con ese mismo fin y de esa

misma manera. Los adolescentes por su mismacuriosidad son los más propensos a la pornogra-fía.+ El peligro del mal ejemplo en casa:

Un papá violento y una mamá sobreprotectorapueden hacer a su hijo afeminado. Una mamáviolenta y un papá sobreprotector pueden hacerque su hija se comporte como varón.

30.- ¿Cómo puede un joven alcanzar lamadurez en el amor y en la sexuali-dad?Apoyándo-

se con sus pa-dres, maestrosy sacerdotes,buscando rela-ciones sanascon hombres ymujeres; desa-rrollando unnoviazgo res-petuoso basa-do en el amor,buscando estarbien informado y orando.

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Preparativosde Misa Inaugural

V COV COV COV COV CONFERENCIA EN APNFERENCIA EN APNFERENCIA EN APNFERENCIA EN APNFERENCIA EN APARECIDARECIDARECIDARECIDARECIDA, BRASILA, BRASILA, BRASILA, BRASILA, BRASIL

Cuando estamos a escasosmeses de la realización de la VConferencia General del Epis-copado Latinoamericano y delCaribe el Santuario de Apare-cida en Brasil, sede del evento,recibió la visita de losceremonieros pontificios paraadelantar lo referente a la misainaugural, que el día 13 demayo en horas de la mañanapresidirá el Papa BenedictoXVI.

Monseñor Piero Marini,Maestro de las CelebracionesPontificias, y Mons. EnricoViganó estuvieron los días 11y 12 de este mes de febreroconociendo el Santuario y ofre-

ciendo sugerencias para la organización de la misa que dará inicio a la V Conferencia General delEpiscopado Latinoamericano y del Caribe. En la misa, que será presidida por el Papa Benedicto XVI,participarán los obispos delegados por las Conferencias Episcopales, los miembros de la Presidencia, asícomo las otras personas que conforman el cuadro de participantes. A este grupo se unirán, según cálculosconservadores de los representantes del Santuario, unos 500.000 peregrinos lo que ha hecho necesarioque la misa sea celebrada al abierto en los estacionamientos del Santuario. Por supuesto que en comuniónestará toda Latinoamérica y el Caribe, ya que la celebración será transmitida por radio, televisión einternet.

El ceremoniero del Santo Padre, Mons. Marini, se mostró muy sorprendido por las dimensiones delSantuario y por la cantidad de peregrinos que encontró el fin de semana de su visita. En las distintasreuniones en las que participó mostró su complacencia por la acogida y por el compromiso que ha sidoasumido para realizar una digna celebración. Una de las reuniones más importantes la tuvo el domingo11 en la tarde con los ministros y los encargados locales de la preparación de la misa inaugural. En otromomento Mons. Geraldo Lyrio, vicepresidente del CELAM y encargado de la liturgia en la VConferencia presentó los textos litúrgicos que se usarán en la misa con el Papa. Ahora queda seguirpreparando el ambiente de la celebración de la misa de inauguración pautada para el día 13 de mayo, ycontinuar con el resto de las actividades programadas para que todo esté listo para la celebración de laV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

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Oración de S.S. Benedicto XVIpara la V Conferencia Generaldel Episcopado Latinoamericano

y del Caribe

Señor Jesucristo, Camino, Verdad y vida,rostro humano de Dios y rostro divino del hombre,

enciende en nuestros corazonesel amor al Padre que está en el cielo

y la alegría de ser cristianos.

Ven a nuestro encuentroy guía nuestros pasospara seguirte y amarte

en la comunión de tu Iglesia,celebrando y viviendoel don de la Eucaristía,

cargando con nuestra cruz,y urgidos por tu envío.

Danos siempre el fuego de tu Santo Espíritu,que ilumine nuestras mentes y despierte entre nosotros

el deseo de contemplarte,el amor a los hermanos,sobre todo a los afligidos,y el ardor por anunciarte

al inicio de este siglo.

Discípulos y misioneros tuyos,queremos remar mar adentro,

para que nuestros pueblostengan en Ti vida abundante,y con solidaridad construyan

la fraternidad y la paz.

Señor Jesús, ¡Ven y envíanos!

María, Madre de la Iglesia,ruega por nosotros.

Amén.

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Curriculum VitaeSu Excelencia Christophe Pierre

Arzobispo Titular de Gunela

Nuncio Apostólico en México

Nació el 30 de Enero de 1946, en Rennes, Francia.Ordenado Sacerdote el 5 de Abril de 1970 en Saint-Malo, Francia.Consagrado Obispo el 24 de Septiembre de 1995 en Saint-Malo, Francia.

Estudios:• Escuela Primaria en Antsirabé, Madagascar• Escuela Secundaria en Saint-Malo (Francia) y

Marrakech, Marruecos• Seminario Mayor Arquidiocesano de Rennes

(1963-1969)• Instituto Católico de París (1969-1971)• Pontificia Universidad de Luterana (Roma) (1973-1977)• Pontificia Academia Eclesiástica (Roma) (1973-1977)

Servicio Militar:

• Julio de 1965- Octubre 1966

Postgrados:

• Maestría en Sagrada Teología (París)• Doctorado en Derecho Canónico (Roma)

Ministerios:

• Vicario Parroquial en la Parroquia de San Pedro y SanPablo en Colombes, Diócesis de Nanterre, Francia. 1970-1973

• Nombrado en varias representaciones Pontificias: Nueva Zelanda e Islas del Pacífico Sur (1977-1981) Mozambique (1981) Zimbabwe (1982-1986) Cuba (1986-1989) Brasil (1989-1991) Misión permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza.

(1991-1995).

• Nuncio Apostólico en Haití (1995-1999)• Nuncio Apostólico en Uganda (1999-2007)

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CUMPLEAÑOS1 Mayo 1964 ........ SR. CURA JOSE LUIS FRANCO GONZALEZ2 Mayo 1944 ........ SR. CURA LUIS GARCIA LEON

1943 ........ SR. PBRO. FELIPE DE LA TORRE HERNANDEZ3 Mayo 1969 ........ SR. PBRO. JUAN FRANCISCO GARCIA FLORES4 Mayo 1950 ........ SR. PBRO. J. JESUS GUTIERREZ JIMENEZ5 Mayo 1962 ........ SR. PBRO. PASCUAL AVELAR MARQUEZ6 Mayo 1976 ........ SR. PBRO. MIGUEL AGUSTIN GAITAN CHICO7 Mayo 1966 ........ SR. PBRO. JOSE DE JESUS CRUZ NUÑEZ8 Mayo 1975 ........ SR. PBRO. ISMAEL SOTO GARCIA

1967 ........ SR. PBRO. RAFAEL DOMINGUEZ GARCIA9 Mayo 1923 ........ SR. CANGO. MIGUEL RAMOS DOMINGUEZ

11 Mayo 1922 ........ SR. PBRO. J. GUADALUPE ALMARAZ CAMARENA13 Mayo 1964 ........ SR. CURA ROBERTO LIZARDE JIMENEZ14 Mayo 1977 ........ SR. PBRO. JORGE SANTIAGO GONZALEZ RAMIREZ15 Mayo 1954 ........ SR. PBRO. RAUDEL MUÑOZ RUIZ16 Mayo 1952 ........ SR. CURA ANDRES GONZALEZ GONZALEZ GONZALEZ

1923 ........ SR. PBRO. AGUSTIN SORIA DELGADO17 Mayo 1977 ........ SR. PBRO. ALONSO JIMENEZ GOMEZ

1949 ........ SR. CURA JUAN FRANCISCO NAVARRO GUTIERREZ19 Mayo 1966 ........ SR. PBRO. JOSE RAMON FLORES CONTRERAS

1954 ........ SR. CURA MIGUEL MAGAÑA LOPEZ1947 ........ SR. CURA JOSE LUIS ACEVES GONZALEZ

21 Mayo 1962 ........ SR. CURA MIGUEL FRANCO GONZALEZ22 Mayo 1980 ........ SR. DIACONO JUAN MIGUEL DELGADO TORRES

1929 ........ SR. PBRO. ROMAN PEREZ PEREZ23 Mayo 1968 ........ SR. PBRO. JOSE ROSARIO JIMENEZ ORTEGA24 Mayo 1956 ........ SR. PBRO. ARTURO MUÑOZ ORTIZ25 Mayo 1966 ........ SR. PBRO. GERARDO DIAZ VAZQUEZ27 Mayo 1964 ........ SR. PBRO. LUIS CARLOS GARCIA REA28 Mayo 1972 ........ SR. PBRO. JUAN JOSE CASTELLANOS JIMENEZ

1944 ........ SR. PBRO. JOSE DE JESUS HERNANDEZ ALDRETE1934 ........ SR. PBRO. RAMON MAGAÑA PEREZ

29 Mayo 1946 ........ SR. PBRO. MAXIMINO RODRIGUEZ MARQUEZ

ANIVERSARIOS DE DEFUNCION1 MAYO 1993......... SR. PBRO MANUEL CEDEÑO EUGENIO (TEPATITLAN, JAL.)3 MAYO 1988......... SR. CANGO. CRISPINIANO JÁUREGUI GÓMEZ (SAN JUAN DE LOS LAGOS, JAL.)

1997......... SR. PBRO JAVIER GARCÍA NAVARRO (TEPATITLAN, JAL.)4 MAYO 1992......... SR. CURA JUAN DELGADO REGALADO (HUISQUILCO, JAL.)8 MAYO 1980......... SR. CURA QUIRINO BOTELLO ARÁMBULA (SANTA MARIA DEL VALLE, JAL.)

11 MAYO 1975......... SR. CANGO. JULIÁN HERNÁNDEZ CUEVA (SAN JUAN DE LOS LAGOS, JAL.)17 MAYO 1994......... SR. PBRO NAZARIO VÁZQUEZ VÁZQUEZ (LAGOS DE MORENO, JAL.)27 MAYO 1988......... SR. CURA J. JESÚS ORIGEL VILLALPANDO (MEXTICACAN, JAL.)31 MAYO 1973......... SR. PBRO FRANCISCO BORRUEL AGUAYO (TEOCALTITAN, JAL.)

1986......... SR. CURA SANTIAGO ULLOA GARCÍA (JESUS MARIA, JAL.)

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ANIVERSARIOS DE ORDENACION1995 .. SR. PBRO. MIGUEL ANGEL AGUIÑAGA ONTIVEROS1995 .. SR. CURA ELIAZER LARA RUIZ1995 .. SR. PBRO. FRANCISCO JAVIER PADILLA DE ANDA

7 Mayo 1977 .. SR. PBRO. J. DE J. MANUEL CASTELLANOS MARTIN8 Mayo 2001 .. SR. PBRO. ALFREDO TOSTADO FRANCO9 Mayo 1992 .. SR. CURA J. JESUS ROCHA RAMOS

1992 .. SR. CURA ROBERTO LIZARDE JIMENEZ1992 .. SR. PBRO. LUIS CARLOS GARCIA REA1992 .. SR. CURA GUILLERMO PLASCENCIA ASCENCIO1992 .. SR. PBRO. ANTONIO ESPARZA MARTIN1990 .. SR. PBRO. JUAN MANUEL RAMIREZ LOPEZ1990 .. SR. CURA JUAN DE DIOS MONTAÑO DIAZ1990 .. SR. CURA J. GUADALUPE GOMEZ NUÑEZ1990 .. SR. PBRO. J. JESUS RUVALCABA GOMEZ1990 .. SR. CURA ERNESTO GONZALEZ DAVALOS1990 .. SR. PBRO. FERNANDO VARELA GAMIÑO1990 .. SR. PBRO. FRANCISCO PLASCENCIA VALLEJO

11 Mayo 2001 .. SR. PBRO. JOSE ROBERTO MELENDEZ FERNANDEZ2001 .. SR. PBRO. JOSE ALEJANDRO RODRIGUEZ ZARATE

12 Mayo 2001 .. SR. PBRO. FRANCISCO RODRIGUEZ SOTELO13 Mayo 2005 .. SR. PBRO. JORGE SANTIAGO GONZALEZ RAMIREZ

2000 .. SR. PBRO. MAURICIO CABRERA SALAS2000 .. SR. PBRO. GUSTAVO GARCIA HERNANDEZ2000 .. SR. PBRO. JOSE GUSTAVO RODRIGUEZ GARCIA2000 .. SR. PBRO. ENRIQUE GOMEZ ULLOA2000 .. SR. PBRO. JUAN MEDINA CAMPOS2000 .. SR. CURA RAFAEL SANCHEZ CANO2000 .. SR. PBRO. FRANCISCO LEDEZMA GONZALEZ2000 .. SR. PBRO. FRANCISCO JAVIER CRUZ RAMIREZ2000 .. SR. PBRO. LUIS FELIPE DE LA TORRE BARBA

16 Mayo 2001 .. SR. PBRO. SERGIO SERRANO MAGDALENO1970 .. SR. CANGO. JOSE HUGO OROZCO SANTOYO

18 Mayo 2002 .. SR. PBRO. HORACIO MARTINEZ FRANCO21 Mayo 1988 .. SR. CURA ENRIQUE VAZQUEZ RUIZ

1988 .. SR. CURA FELIPE DE JESUS FONSECA HERNANDEZ1988 .. SR. CURA ADALBERTO VAZQUEZ RUIZ1988 .. SR. PBRO. IRENEO GUTIERREZ LIMON1988 .. SR. PBRO. MIGUEL DOMINGUEZ GARCIA1988 .. SR. PBRO. J. JESUS MENA DELGADILLO1988 .. SR. CURA LUIS HUMBERTO VARGAS ARAMBULA

22 Mayo 2003 .. SR. PBRO. LIBORIO LOPEZ QUEZADA2003 .. SR. PBRO. JUAN JOSE FLORES HERNANDEZ

23 Mayo 2001 .. SR. PBRO. RAFAEL GONZALEZ LOZA24 Mayo 2002 .. SR. PBRO. JOSE MANUEL CEDILLO MACIAS25 Mayo 2002 .. SR. PBRO. ERNESTO LOMELI GOMEZ27 Mayo 2006 .. SR. DIACONO CARLOS RAFAEL JIMENEZ HERRERA

2006 .. SR. DIACONO FELIPE DE JESUS RAMIREZ PULIDO2006 .. SR. DIACONO JUAN GABRIEL MOJICA OROZCO2006 .. SR. DIACONO JORGE MARTINEZ AGUILERA2006 .. SR. DIACONO SALVADOR CESAREO PADILLA M.2006 .. SR. DIACONO EDUARDO ARIAS CASTELLANOS2006 .. SR. DIACONO JOSE ANDRES GOMEZ GUERRERO2004 .. SR. PBRO. MIGUEL GUZMAN LARA2004 .. SR. PBRO. JORGE LUIS ALDANA RUIZ ESPARZA

28 Mayo 2002 .. SR. PBRO. JUAN JOSE CASTELLANOS JIMENEZ29 Mayo 2003 .. SR. PBRO. EDUARDO GONZALEZ VAZQUEZ

2003 .. SR. PBRO. MIGUEL AGUSTIN GAITAN CHICO2003 .. SR. PBRO. DIONICIO ALBERTO BALLEZA GARCIA2001 .. SR. PBRO. JOSE SERGIO ORTIZ BERMEJO

31 Mayo 2001 .. SR. PBRO. J. JESUS FLORES ACEVES1997 .. SR. PBRO. CARLOS EDUARDO VILLASANO ZUÑIGA

1 Mayo 2001 .. SR. PBRO. PASCUAL GONZALEZ HERNANDEZ1993 .. SR. PBRO. GREGORIO MARTINEZ GOMEZ1993 .. SR. CURA JUAN MANUEL LOZANO HERNANDEZ1993 .. SR. PBRO. LUIS DAVID GARCIA GONZALEZ1993 .. SR. CURA VICTOR LIZARDE RODRIGUEZ1993 .. SR. CURA GUILLERMO HUERTA MURO1993 .. SR. PBRO. GONZALO OLIVA HERNANDEZ1993 .. SR. CURA JOSE LUIS FRANCO GONZALEZ1993 .. SR. PBRO. RAFAEL DOMINGUEZ GARCIA1993 .. SR. PBRO. GERARDO DIAZ VAZQUEZ1993 .. SR. PBRO. EFREN TORRES GONZALEZ1993 .. SR. CURA ADOLFO CABRERA HERNANDEZ1993 .. SR. PBRO. RUBEN SEPULVEDA CABRERA1993 .. SR. PBRO. JOSE LUIS ALDANA WARIO1993 .. SR. PBRO. JOSE LUIS GONZALEZ MURO1993 .. SR. CURA VICTORIANO VILLASEÑOR JIMENEZ1993 .. SR. PBRO. RODRIGO RAMIREZ MACIAS1993 .. SR. CURA J. JESUS VAZQUEZ AGUIRRE1993 .. SR. CURA FCO. JAVIER GONZALEZ GONZALEZ

2 Mayo 1998 .. SR. CURA ARTURO ASCENCIO RAMIREZ1998 .. SR. PBRO. JUAN ANGULO FONSECA1998 .. SR. PBRO. HECTOR ENRIQUE HERNANDEZ DIAZ1998 .. SR. PBRO. SALVADOR MARTIN GONZALEZ1998 .. SR. CURA JAIME ANTONIO GUTIERREZ MUÑOZ1998 .. SR. PBRO. LUIS ENRIQUE SOTELO BARRERA1998 .. SR. PBRO. JOSE ROSARIO JIMENEZ ORTEGA1998 .. SR. PBRO. FERNANDO MUÑOZ AGUILAR1998 .. SR. PBRO. JOSE GAMALIEL REYES MENDOZA1998 .. SR. PBRO. ALVARO LOMELI PULIDO1998 .. SR. CURA MIGUEL ANGEL PEREZ LOZANO1998 .. SR. PBRO. JUAN FRANCISCO SANCHEZ ORTEGA1998 .. SR. PBRO. AURELIO GARCIA GARCIA1998 .. SR. PBRO. ARTURO PADILLA HERNANDEZ1998 .. SR. PBRO. PEDRO MARTIN MARTIN1987 .. SR. CURA GERARDO OROZCO ALCALA

4 Mayo 1985 .. SR. CURA CRISTOBAL ASCENCIO GARCIA1985 .. SR. CURA PRIMITIVO OLVERA BANDA1985 .. SR. PBRO. MOISES NAVARRO YEPEZ

5 Mayo 2002 .. SR. PBRO. RAMIRO GARCIA ARAGON2002 .. SR. PBRO. JAIME VARELA ARRIAGA1984 .. SR. CURA JAIME JIMENEZ MENA1984 .. SR. CURA ALFONSO PEREZ MAGAÑA1984 .. SR. PBRO. JUAN MANUEL JIMENEZ OROZCO1984 .. SR. PBRO. J. JESUS MURILLO ROJAS1984 .. SR. CURA MIGUEL MAGAÑA LOPEZ1984 .. SR. PBRO. PEDRO TEJEDA ALVAREZ1984 .. SR. PBRO. JOSE LUIS SALAS JIMENEZ1984 .. SR. CURA J. GUADALUPE MUÑOZ PORRAS1984 .. SR. CURA CECILIO ESPARZA LEDEZMA1984 .. SR. CURA CARLOS DE LA TORRE MARTINEZ1984 .. SR. CURA JOSE MARIA GARCIA ARRAÑAGA

6 Mayo 2005 .. SR. PBRO. EFREN ORTEGA RODRIGUEZ2005 .. SR. PBRO. JOSE FERNANDO MIRANDA CASTELLANOS2005 .. SR. PBRO. PABLO GOMEZ RAMIREZ1995 .. SR. PBRO. SERGIO GUTIERREZ VAZQUEZ1995 .. SR. PBRO. JOSE DE JESUS CRUZ NUÑEZ1995 .. SR. PBRO. J. TRINIDAD LOMELI DUEÑAS1995 .. SR. PBRO. RODOLFO ORIZABA MONROY1995 .. SR. PBRO. JOSE DE JESUS LOMELI GUTIERREZ1995 .. SR. PBRO. JOSE ANTONIO VAZQUEZ MONTAÑO

AGENDA DE MAYO 2007

D. 6 .... Domingo 5º de Pascua

L. 7 .... Reunión de los Consejos Decanales

Mi. 16 .... Celebración de la V CELAM y del Caribe. Aparecida, Brasil

.... Peregrinación al Tepeyac. Organiza el decanato Yahualica

J. 17 .... Reunión del CDP. Casa Juan Pablo II. Inicia a las 11:00 a.m.

V. 18 .... Reunión del CDP. Termina a las 6:00 p.m.

S. 19 .... Ordenaciones Diaconales. Seminario Mayor. 11:00 a.m.

L. 21 .... Reunión plenaria de sacerdotes. Casa Juan Pablo II. 10:00 a.m.

Ma. 22 .... Curso para párrocos. Casa Juan Pablo II. 10:00 a.m. - 6:00 p.m.

Mi. 23 .... Curso para párrocos. Casa Juan Pablo II. 10:00 a.m. - 6:00 p.m.

J. 31 .... Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

.... Convivencia sacerdotal. Seminario Mayor. 11:00 a.m.

«Que el pueblo cristiano profundice en el misterio eucarístico comosacramento de la caridad.... Deseo relacionar la presente Exhortación conmi primera carta encíclica Deus caritas est, en la que he hablado variasveces del sacramento de la Eucaristía para subrayar su relación con elamor cristiano, tanto respecto a Dios como al prójimo.... El agapé de Diosnos llega corporalmente para seguir actuando en nosotros y por noso-tros» (5).

«Invito pues a todos los pastores a poner la máxima atención en lapromoción de una espiritualidad cristiana auténticamente eucarística.Que los presbíteros y todos los que desempeñan un ministerio eucarísticoreciban siempre de estos mismos servicios, realizados con esmero ypreparación, constante fuerza y estímulo para el propio camino personaly comunitario de santificación. Exhorto a todos los laicos, en particular alas familias, a encontrar continuamente en el sacramento del amor deCristo la fuerza para transformar la propia vida en un signo auténtico dela presencia del Señor resucitado. Pido a todos los consagrados yconsagradas que manifiesten con su propia vida eucarística el esplendory la belleza de pertenecer totalmente al Señor» (94).

«Que el Espíritu Santo, por intercesión de la Santísima Virgen María,encienda en nosotros el mismo amor que sintieron los discípulos deEmaús (Lc. 24, 13-35), y renueve en nuestra vida el asombro eucarísticopor el esplendor y la belleza que brillan en el rito litúrgico, signo eficaz dela belleza infinita propia del misterio santo de Dios. Aquellos discípulosse levantaron y volvieron de prisa a Jerusalén para compartir la alegría conlos hermanos y hermanas en la fe. En efecto, la verdadera alegría está enreconocer que el Señor se queda entre nosotros, compañero fiel denuestro camino. La Eucaristía nos hace descubrir que Cristo muerto yresucitado, se hace contemporáneo nuestro en el misterio de la Iglesia, sucuerpo. Hemos sido hechos testigos de este misterio de amor. Deseemosir llenos de alegría y admiración al encuentro de la santa Eucaristía, paraexperimentar y anunciar a los demás la verdad de la palabra con la queJesús se despidió de sus discípulos: «Yo estoy con vosotros todos los días,hasta el fin del mundo» (Mt. 28, 20)» (97).

«Que el pueblo cristiano profundice en el misterio eucarístico comosacramento de la caridad.... Deseo relacionar la presente Exhortación conmi primera carta encíclica Deus caritas est, en la que he hablado variasveces del sacramento de la Eucaristía para subrayar su relación con elamor cristiano, tanto respecto a Dios como al prójimo.... El agapé de Diosnos llega corporalmente para seguir actuando en nosotros y por noso-tros» (5).

«Invito pues a todos los pastores a poner la máxima atención en lapromoción de una espiritualidad cristiana auténticamente eucarística.Que los presbíteros y todos los que desempeñan un ministerio eucarísticoreciban siempre de estos mismos servicios, realizados con esmero ypreparación, constante fuerza y estímulo para el propio camino personaly comunitario de santificación. Exhorto a todos los laicos, en particular alas familias, a encontrar continuamente en el sacramento del amor deCristo la fuerza para transformar la propia vida en un signo auténtico dela presencia del Señor resucitado. Pido a todos los consagrados yconsagradas que manifiesten con su propia vida eucarística el esplendory la belleza de pertenecer totalmente al Señor» (94).

«Que el Espíritu Santo, por intercesión de la Santísima Virgen María,encienda en nosotros el mismo amor que sintieron los discípulos deEmaús (Lc. 24, 13-35), y renueve en nuestra vida el asombro eucarísticopor el esplendor y la belleza que brillan en el rito litúrgico, signo eficaz dela belleza infinita propia del misterio santo de Dios. Aquellos discípulosse levantaron y volvieron de prisa a Jerusalén para compartir la alegría conlos hermanos y hermanas en la fe. En efecto, la verdadera alegría está enreconocer que el Señor se queda entre nosotros, compañero fiel denuestro camino. La Eucaristía nos hace descubrir que Cristo muerto yresucitado, se hace contemporáneo nuestro en el misterio de la Iglesia, sucuerpo. Hemos sido hechos testigos de este misterio de amor. Deseemosir llenos de alegría y admiración al encuentro de la santa Eucaristía, paraexperimentar y anunciar a los demás la verdad de la palabra con la queJesús se despidió de sus discípulos: «Yo estoy con vosotros todos los días,hasta el fin del mundo» (Mt. 28, 20)» (97).