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Tiene sentido, claro está, para los directamente impli- cados: propietarios y usuarios de tierras y ganados, em- presarios del sector y sus afines, habitantes de las zo- nas afectadas (aun aquellos que no trabajan directa- mente en ganadería), profesionales, políticos involucra- dos o responsables del tema, etc. No resulta difícil extender este catálogo de interesa- dos a las personas e instituciones más alertadas de en- tre los intereses limítrofes: los homólogos de los citados en ganadería intensiva, actividades cinegéticas, turismo rural, etc. Pero es que, además, están sobre el tapete de los pro- blemas colectivos, ampliando extraordinariamente el número de potenciales interesados, una serie de graves fenómenos que, de una u otra manera, se relacionan con el asunto de referencia: los recurrentes incendios forestales; el enfriado asunto de las vacas locas (por lo que es en sí mismo y como abanderado de la problemá- tica agroalimentaria); el cada vez más generalizada- mente aceptado avance del cambio climático, etc. En todos ellos, con mayor o menor importancia, y a escala local, regional, nacional e incluso planetaria, las actividades ganaderas extensivas tienen o podrían te- ner un papel, una responsabilidad, un algo que decir. Por razones de concreción, y por lo general, nos ceñire- mos en lo que sigue al ámbito español y, más concreta- mente, al del sur y suroeste de la Península. La PAC y las vacas locas La historia del aterrizaje y adecuación a la CEE (hoy UE) y sus episodios, es reciente y bastante conocida. A efectos de nuestra reflexión señalaría como importan- tes estas características de las sucesivas PAC y su aplicación: • La consagración del sistema de ayudas por subven- ción y de éstas, en ganadería extensiva, por cabeza. • La importancia creciente de lo medioambiental como referente. • La burocratización total del sistema de reglamenta- ción, concesión, control, relaciones empresario-admi- nistraciones, etc. • La práctica desaparición del apoyo técnico de esas Administraciones, entregadas de forma muy preferen- te a funciones de gestoría. En medio de todo ello, y de sus importantes incohe- rencias (de las que no son las menores el oponer ayu- das crecientes con la carga a limitaciones de carga, ni la disminución de la investigación y transferencia de tec- nologías ganaderas, sensu latu, en un contexto de exi- gencia de competitividad) explosiona el tremendo arte- facto de las vacas locas. Tras una primera y espectacular alarma sanitaria y una serie de evaluaciones de daños económicos, se en- tra en el proceso de “digestión” del problema, en el que se reparten cargas y se profundiza en la burocratización y el intervencionismo: identificación individual, no sólo para vacuno sino para las especies menores; adminis- Nov-Dic 06 Ganadería Ganadería extensiva a principios del siglo XXI La mejora de pastos de secano ¿Tiene mucho sentido, a principios del siglo XXI, en un mundo occidental de vida prácticamen- te urbanícola, con un peso de la Producción Final Agraria inferior al 5% del PIB en la mayoría de los países avanzados, con internet y la televisión como ventanas casi únicas para asomarse al mundo un gran número de ciudadanos, detenerse a pensar, a hablar, a escribir y a leer sobre cuestiones agrarias? Y de ellas, ¿sobre ganadería? Y dentro de la ganadería, ¿sobre ganadería ex- tensiva? Andalucía Dossier 24 J. Terceño Ramos • Ingeniero Agrónomo

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Tiene sentido, claro está, para los directamente impli-cados: propietarios y usuarios de tierras y ganados, em-presarios del sector y sus afines, habitantes de las zo-nas afectadas (aun aquellos que no trabajan directa-mente en ganadería), profesionales, políticos involucra-dos o responsables del tema, etc.

No resulta difícil extender este catálogo de interesa-dos a las personas e instituciones más alertadas de en-tre los intereses limítrofes: los homólogos de los citadosen ganadería intensiva, actividades cinegéticas, turismorural, etc.

Pero es que, además, están sobre el tapete de los pro-blemas colectivos, ampliando extraordinariamente elnúmero de potenciales interesados, una serie de gravesfenómenos que, de una u otra manera, se relacionancon el asunto de referencia: los recurrentes incendiosforestales; el enfriado asunto de las vacas locas (por loque es en sí mismo y como abanderado de la problemá-tica agroalimentaria); el cada vez más generalizada-mente aceptado avance del cambio climático, etc.

En todos ellos, con mayor o menor importancia, y aescala local, regional, nacional e incluso planetaria, lasactividades ganaderas extensivas tienen o podrían te-ner un papel, una responsabilidad, un algo que decir.Por razones de concreción, y por lo general, nos ceñire-mos en lo que sigue al ámbito español y, más concreta-mente, al del sur y suroeste de la Península.

La PAC y las vacas locas

La historia del aterrizaje y adecuación a la CEE (hoyUE) y sus episodios, es reciente y bastante conocida. Aefectos de nuestra reflexión señalaría como importan-tes estas características de las sucesivas PAC y suaplicación:

• La consagración del sistema de ayudas por subven-ción y de éstas, en ganadería extensiva, por cabeza.• La importancia creciente de lo medioambiental comoreferente.• La burocratización total del sistema de reglamenta-ción, concesión, control, relaciones empresario-admi-nistraciones, etc.• La práctica desaparición del apoyo técnico de esasAdministraciones, entregadas de forma muy preferen-te a funciones de gestoría.En medio de todo ello, y de sus importantes incohe-

rencias (de las que no son las menores el oponer ayu-das crecientes con la carga a limitaciones de carga, ni ladisminución de la investigación y transferencia de tec-nologías ganaderas, sensu latu, en un contexto de exi-gencia de competitividad) explosiona el tremendo arte-facto de las vacas locas.

Tras una primera y espectacular alarma sanitaria yuna serie de evaluaciones de daños económicos, se en-tra en el proceso de “digestión” del problema, en el quese reparten cargas y se profundiza en la burocratizacióny el intervencionismo: identificación individual, no sólopara vacuno sino para las especies menores; adminis-

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Ganadería

Ganadería extensivaa principios del siglo XXILa mejora de pastos de secano

¿Tiene mucho sentido, a principios del siglo XXI, en un mundo occidental de vida prácticamen-te urbanícola, con un peso de la Producción Final Agraria inferior al 5% del PIB en la mayoríade los países avanzados, con internet y la televisión como ventanas casi únicas para asomarseal mundo un gran número de ciudadanos, detenerse a pensar, a hablar, a escribir y a leer sobrecuestiones agrarias? Y de ellas, ¿sobre ganadería? Y dentro de la ganadería, ¿sobre ganadería ex-tensiva?

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J. Terceño Ramos • Ingeniero Agrónomo

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trativización de la retirada y destrucción de cadáveres,revisión de la normativa sobre alimentos, etc.

En un breve y clarividente artículo (Serna, J. 2001) se-ñalaba que “pocas voces se han oído (…) dirigidas a laraíz del problema: abandonar a velocidad de vértigo elsistema de cebo intensivo y volver a la ganadería exten-siva tradicional que nunca debió abandonarse. Pero¿cuántos billones hay en juego? ¿Quién le dice esto ala potente industria de la alimentación, el equipamientoy la sanidad animal, y a los circuitos comerciales y fi-nancieros que la acompañan?”

¿Sostenibilidad o desarrollosostenible?

En efecto, la bronca científica, social y política a la ga-nadería intensiva no ha sido, hoy por hoy, la que debie-ra y, sobre todo, no lo ha sido en persistencia. Siguesiendo mucho más fácil apretar las clavijas a la ganade-ría extensiva. E, iniciado ya el recorte de las subvencio-nes, se insiste cada vez más en hacerla objeto de lanueva gran exigencia: sostenibilidad.

No importa mucho que no esté muy clara su defini-ción, ni que todos los que emplean el concepto quierandecir lo mismo. Ni que otros muchos, simple y llanamen-te, no tengan ni idea de lo que quiere decir, si, en efec-to, quiere decir algo real y definido. En su “Ecología dela vegetación” (2001), J. Terradas reconoce que “es evi-dente que se trata de un término de combate, que nopretende ser un concepto científico, sino la expresión deun ideal”.

En dicha publicación, en su último y previsor capítulo,el autor admite como más interesante y preciso el con-cepto de desarrollo sostenible (introducido por el infor-me Bruntlandt) que “implica más respeto por el patrimo-nio natural y por el medio y, a la vez, el reconocimientode que esto sólo puede hacerse con desarrollo, en elsentido de mejora de condiciones de vida para todos”.

Este nos parece un punto clave, que no se presentabaen esta forma hace unos años y que está costando mu-cho hacer valer.

Porque ese desarrollo no es fácil, ni gratuito, ni impro-visable, ni se va a realizar por sí mismo, mientras losesfuerzos colectivos se dedican, preferentemente, a uninmovilismo puritano, ecológicamente hablando. El mis-mo Terradas, op. cit., dice que “los estudiosos de la ve-getación, y los ecólogos en general, han de abandonaruna postura demasiado pasiva, que conduce a la meraconstatación de efectos negativos sobre el medio y aná-lisis de las respuestas y patologías generadas”. Y másadelante: “…la comunicación con los gestores deberíaser cada vez más posible y fructífera…”.

Ganadería extensiva sinterrenos…ganaderos

La aparición y “toma de posesión” de buena parte delas Consejerías de Medio Ambiente (toda moda tiene sumomento) no ha sido precisamente afortunada ni positi-

va para la ganadería extensiva. No ha sido más posibley fructífera la comunicación con los gestores.

En la raíz de los hechos hay uno que siempre nos haparecido poco realista y nada acertado: la consideraciónde terreno forestal atribuida, con valor de cajón de sas-tre, a prácticamente todos losque no sean urbanos o agríco-las. No hay terrenos ganaderos.O, dicho de otra manera, todoslos ganaderos llevan a cabo suactividad profesional y empresa-rial en terrenos forestales (o agrí-colas). Pero, además, la supervi-sión técnica (¿?), administrativay burocrática no actúa bajo laconsideración de controlar un ca-jón de sastre, sino con una visiónordenancista, corporativista y dedecisión casi exclusivamente vin-culada a lo forestal.

Por lo que a ganadería se refiere, los colectivos impli-cados suelen ser, como tales colectivos, jóvenes, inex-pertos y carentes de modelos referentes positivos y deexperiencia, obviamente, en su concepción, ejecución,seguimiento y valoración.

El repetido J. Terradas (op. cit.) dice: “Lo deseable esque el espectro de actividades de gestión que van des-de la conservación hasta la rehabilitación esté presididopor una filosofía única y coherente basada en emplearlos conocimientos científicos y la tecnología disponibleal servicio del desarrollo sostenible”. Y añade que paraello necesitamos, entre otras cosas, “emplear no sólolos estudios científicos, sino también el seguimiento delas intervenciones; desarrollar proyectos integradosecológico-económicos, orientados a promover a la vezla conservación, el incremento de la actividad producti-va y el empleo; desarrollar nuevas técnicas de ingenie-ría ecológica…”.

No es de extrañar que la ganadería extensiva, desco-nocida, incomprendida y culpabilizada, sienta la tenta-ción del inmovilismo y, en muchos casos, del abandono.

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Medio Ambienteconsidera “terreno

forestal” todo lo queno sea urbano oagrícola. No hay

terreno ganadero

El enemigo delencinar no es elganadero, sino ellabradorsugestionado

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Pero muchos ganaderos han seguido en el campo y al-gunos técnicos y científicos, no menos sensibles a laspreocupaciones ambientales que otros, han continuadoestudiando, en algunos casos intentando mejoras, eva-luando las intervenciones y…creando diversidad inte-lectual (también biodiversidad, al fin y al cabo).

A favor y en contra de laganadería extensiva

La evolución de la corriente de opinión o, mejor dicho,la tímida aparición de opiniones discrepantes de la tradi-cional condenatoria es un fenómeno interesantísimo,ubicable en los años 90, en cuyo estudio obviamente nopodemos entrar. Hay un breve y claro resumen en Za-mora et al. (2000), que al estudiar la incidencia de la ac-tividad humana en las interacciones entre plantas y ani-males en el Mediterráneo señala a Le Houerou (1981,1993) como paradigma de la visión negativa de la in-fluencia del pastoreo, y a Perevolotsky y Seligman(1998) con Ferrer y Broca (1999) como referentes de lainterpretación según la cual los pastizales mediterrá-neos están adaptados al pastoreo precisamente poruna larga historia de intervención humana (Zamoraseñala que ambas posturas pueden ser convergentes

y clama por ello, vía precisiónconceptual).

La publicación citada de Fe-rrer y Broca, así como la de Fe-rrer, Barrantes y Broca (2001)sobre temas directamente rela-cionados, aportan una docu-mentada discusión sobre elasunto.

No querríamos de todos mo-dos dejar sin señalar una im-portante lanza a favor de la ac-tividad ganadera y, más difíciltodavía, para las zonas áridas.J. Boza (1996) hace una revi-sión en aras de una justifica-ción de uso ganadero en el su-

reste español, condicionada a que se respete su “capa-cidad sustentadora”, que define y discute como paráme-tro diferente de “carga ganadera”, y profundizando enuna línea abierta en trabajos anteriores. Pero si en 1996la población ganadera de que habla es de ovino y capri-no, poco después extiende buena parte de las conside-raciones al ganado vacuno (Boza, 1998).

Subrayadas estas aportaciones de forma muy particu-lar entre las de estos y otros autores que aparecen cita-dos en los trabajos y referenciados en las respectivasbibliografías, volvemos a Zamora et. al (2000) y a su re-flexión sobre la incidencia de la actividad humana víaganadería.

Estos autores se decantan, en nuestra opinión, por elbando “pesimista”, hacen un interesante análisis de losmecanismos de funcionamiento y regulación de las re-des tróficas y ponen el dedo en la llaga del problema

fundamental: una presiónde herbivorismo constan-te, dependiente de unaproducción primaria alta-mente fluctuante, en fun-ción, sobre todo, de lasvariaciones de precipita-ción.

La gestiónganadera

Hace dos o tres milaños un propietario deganado de la cuenca me-diterránea hubiera expre-sado con otras palabraspero con idénticos con-ceptos su principal preo-cupación. Y en todos es-tos años sus esfuerzos,su experiencia, su con-tratación de pastores, sus majadeos, sus terrazgueros,sus aclareos, y a veces sus guerras, han sido, más omenos directamente, intentos de solucionar ese pro-blema.

Hay que preguntarse, con Perevolotsky y Etienne(1999) “si la gestión clásica de los pastos extensivos es-tá tan mal adaptada a la cuenca mediterránea ¿por quéha sido aplicada tan a menudo y durante tanto tiempo?”Tal vez porque “la crianza de los animales domésticospuede ser una parte integral del ecosistema de pastosmediterráneos si se busca una alta biodiversidad (con-servación). También parece que estos sistemas no sonni frágiles ni degradados y pueden ser explotados másintensivamente de lo que en general se recomienda” enpalabras de Gutman et al. (1999).

Dejando para un poco más adelante las condicionesque, con nuestra experiencia, sobre todo en dehesas,pero también en terrenos agrícolas y post-agrícolas, a lolargo de 39 años, deben plantearse a la puesta en prác-tica de estas últimas ideas, que compartimos en loesencial pero en modo alguno pueden ser validadas in-condicionalmente, queremos subrayar ahora que esprecisamente la consideración de la actuación gestoraganadera (acertada, claro está) lo que se echa en faltaen los análisis que, por otra parte, ya hemos aplaudidode buen grado.

Igualar pastoreo con sobrepastoreo es, a nuestro jui-cio, un error. Y no sólo en clima mediterráneo. No com-partimos que “en hábitats productivos, con lluvias abun-dantes y homogéneamente repartidas el sobrepastoreopropicia el desarrollo de pastos, tal y como ocurre en elnorte peninsular (cornisa cantábrica y Pirineos) y enmuchos países centroeuropeos” (Zamora et al. 2000).Allí también, el sobrepastoreo embastece los pastos yllega a rarificar su cobertura. Es el pastoreo adecuadoel que favorece al pastizal.

Pero “sobrepastoreo” (como “subpastoreo” y como

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Según algunosautores, los pastizalesmediterráneos están

adaptados al pastoreoprecisamente por una

larga historia deintervención humana

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“pastoreo ajustado o correcto”) son el resultado de lacomparación entre el consumo más efectos de la cargapastante (presión de herbivorismo) y la producción pas-table en oferta. Las actuaciones adecuadas para au-mentar esta oferta en cantidad, calidad y/o tiempo, y pa-ra manejar la carga pastante (en especies, censos, épo-cas, ubicaciones, etc.) son la esencia de la actividad ga-nadera extensiva, que no es un componente pasivo dela realidad paisajística, ambiental y socioeconómica.

Estas actuaciones adecuadas tienen por finalidad iracercando año tras año esas curvas de presión de her-viborismo y producción primaria, haciendo posible lacontinuación (sostenibilidad) de la actividad.

La alimentacióncomplementaria

Hay, adicionalmente, un importantísimo elemento deajuste: la alimentación complementaria, muy diversa enformas y cuantía, para las épocas de insuficiencia pas-toral. Es, sin duda, la gran desconocida del sistema,particularmente, al parecer, para muchos de los que es-tudian el mismo en términos exclusivamente biológicosy aun ecológicos.

No podemos extendernos en su análisis y discusión(imprescindible, insistimos, para que un acercamiento aestos temas sea completo y, por tanto, válido). Pero,precisamente por ello, no queremos dejar de señalarestos aspectos:

• Puede constituir un elemento de seguridad ecológi-ca: en su modalidad de adquisición es muy cara y hade darse, en épocas difíciles, a todo (o la mayor parte)del censo ganadero. No hay bolsillo económicamenteracional que no se canse de gastar dinero en heno,concentrados, subproductos, etc., durante un periodotan largo que muchos de los eventuales efectos dele-téreos de la alta carga no puedan ser asimilados por la

resiliencia de los ecosistemas pascícolas. Los gana-deros no se suelen suicidar económica (ni ecológica-mente, por lo general)… salvo que las subvencionesles empujen a insistir en sus errores.• Su uso, o no uso, manipulación, exageración, insufi-ciencia, enfoques equivocados, etc. son, con muchafrecuencia, la gran tentación y la auténtica debacle delos advenedizos y los desconocedores. Esto es válidoen términos reales (donde expulsa el mercado) y entérminos teóricos (donde no expulsa nadie).• Sensu contrario, su acertada planificación, logro abajo costo, prudente administración, aplicación de téc-nicas restrictivas como el juego con la condición cor-poral, la adopción de adecuados calendarios repro-ductivos, etc. pueden tener una trascendencia econó-mica y ambiental tan grandes que sorprende sea habi-tualmente ignorada en los acercamientos teóricos altema, tanto en estudios generales que extienden rece-tas ganaderas finales como, y esto es peor, en estu-dios específicamente ganaderos.

Incremento de la capacidadsustentadora

La repetida variabilidad de la producción primaria, poruna parte, y la inevitabilidad y repercusiones de la ali-mentación complementaria en sus posibles muy diver-sas formas, por otra, cuestionan la validez ejecutiva deestudios como los de capacidad sustentadora antes alu-didos y otros de similar filosofía pasiva. No negamos elinterés ni la calidad de tales estudios ni lo que suponenpara el mejor análisis de situaciones, pero discrepamosde su valor como referente automático en la toma dedecisiones. Porque ¿para qué tipo de año se calcula lacapacidad sustentadora?, ¿para el bueno, para el malo,para el año promedio? Y ¿con qué gestor? ¿Con quéaporte de alimentación complementaria? Y, sobre todo,¿qué se puede hacer, qué sabemos hacer, con garantí-as, acerca de esa capacidad sustentadora?

Este punto, la eventual acción directa sobre la capaci-dad sustentadora (con el de manejo del ganado y el dela alimentación complementaria, ya aludidos y en losque no nos extenderemos más), son los apoyos impres-cindibles para el avance y consolidación de una gana-dería extensiva con capacidad de futuro, de una gana-dería extensiva sostenible.

Como ya hemos escrito en otras ocasiones (Terceño,1988 y 1991), nuestra experiencia, y opinión por tanto,es que la ganadería extensiva sostenible lo será en bue-na medida a través de una filosofía de actuaciones queprovoquen fuerzas reguladoras ascendentes, en el sen-tido de los bottom-up de Jefferies, Klein y Shaver (1994)o espirales ascendentes como las que dibuja Margalefen su “Ecología” (1982), iniciadas con un desarrollo omejora de la oferta primaria asumible por el ecosistemaen su conjunto y cuyo principal configurador es la propiacarga ganadera, sustituta en este momento histórico dela abundante y barata mano de obra de épocas pasa-das. En estas actuaciones los inputs han de ser muy

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meditados; los tiempos muy medidos; los avances pro-gresivos, con aumento de la materia orgánica de lossuelos; reducción drástica del laboreo, principal respon-sable, que no el ganado, de la no renovación del arbola-do en el caso concreto de las dehesas, como poco a po-co va quedando claro (“En fin, tanto ayer como hoy elenemigo del encinar es el labrador sugestionado por elembrujo de las tierras abiertas, no el ganadero”. Lloren-te, 1985) y con una preocupación cuidadosa de losefectos del pastoreo sobre el suelo. Revisiones recien-tes concluyen precisamente que “el mantenimiento deun pasto vigoroso debe ser un objetivo importante delmanejo del pastoreo y debe también cubrir el objetivosecundario de mantener unas aceptables condicionesfísicas del suelo” (Greenwood y McKenzie, 2001).

Dedicamos, por tanto, la segunda parte de este traba-jo a resumir algunas indicaciones sobre incremento dela oferta pastable (mejora de pastos) que nos parecennecesarias, detallando ideas que han sido, todas, con-trastadas en una o varias explotaciones reales de unconjunto de más de cincuenta en toda Andalucía.

Algunos enfoques difieren esencialmente de ideas encurso y otros pueden ser más clásicos. Pero unos yotros tienen por finalidad subrayar la existencia de unatecnología bastante desarrollada y contrastada, con suslimitaciones pero también con sus posibilidades y evitaruna sensación de adanismo o de salto en el vacío.

Mejora de pastos de secano

La mejora de pastos de secano está amplísimamentedocumentada tanto en su filosofía, principios y métodos,como en la comprobación de rendimientos y produccio-nes por especies, variedades, situaciones, etc. (VV.AA.1984; Muslera y Ratera 1984; Prieto Tomás 1987; Sy-mon 1986; Olea 1988; Olea et al. 1991 a y b; Porras1990; Terceño 1990). Hay que citar también, por su ac-tualizada perspectiva, dos revisiones recientes: Smet-han 2001 y Porqueddu y González 2006.

Podemos señalar tres etapas o fases:1) Racionalización del uso2) Fertilización3) Introducción de especiesLa segunda fase debe participar de la primera y la terce-

ra de las dos anteriores. Es decir, que si optamos por ferti-

lizar unos pastos debemos racionalizar su uso y si introdu-cimos especies debemos fertilizarlas (al menos en la ma-yoría de los casos) e, igualmente, racionalizar su aprove-chamiento.

Racionalización

Aunque con márgenes, por lo general, modestos, no de-be ignorarse que la mayor parte de los pastos admiten y aveces necesitan urgentemente decisiones que posibilitensu oportuno y uniforme aprovechamiento, evitando pisote-os, encharcamientos, rehusos acumulados, zonas no visi-tadas por el ganado mientras otras son pastoreadas exce-sivamente, etc.

Son temas relacionados generalmente con el trazado delas cercas y la dotación de puntos de agua.

Es un fenómeno muy generalizado, aunque por diversascausas, el que las parcelas sean muy desigualmenteaprovechadas y que sus dimensiones operativas seanmuy diferentes de las teóricas (Zamora et al. 2000). La co-locación de lamederos con sal y/o minerales y la distribu-ción de alimentos en determinados puntos pueden contri-buir a mejorar estas situaciones y, desde luego, las fertili-zaciones y siembras inducen ya a una superior uniformi-dad en los aprovechamientos.

Con todo, el tema más importante a colocar en esteapartado es el de sistema de pastoreo. Sin poder entraren un estudio detallado, recordamos que se trata de un te-ma muy debatido, muy experimentado y en el que pareceir imponiéndose una corriente de opinión, por lo que apastos con predominio de anuales se refiere, favorable alpastoreo continuo.

No obstante, a escala de explotación real, el manejo dela explotación en su conjunto y tanto más cuanto más he-terogénea sea en sus parcelas, pendientes, suelos, vege-tación arbustiva y leñosa, etc. (como suele ocurrir ennuestro país a partir de una dimensión sólo mediana) y eldiferente estadio sucesional de las distintas zonas, de-manda una frecuente toma de decisiones en lo que a ubi-cación, movimientos y cargas de ganado se refiere, redu-ciendo el pastoreo continuo a un horizonte lejano y posi-blemente irrealizable.

Es éste, por tanto, un ámbito de observación y prudenciacomo indica Valentine (1990): “A causa de las complejida-des y de la variabilidad del sistema biológico animal-pas-to-tierra el manejo de animales pastantes sobre terrenos

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El pastoreoadecuado es el quefavorece el pastizal

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de pasto puede requerir tanto arte como ciencia para ha-cer los ajustes que vayan siendo necesarios”.

Fertilización

Aunque hay documentadas excepciones (por ej., GómezGutiérrez 1971; López Carrasco et al. 1991), se aceptacon casi generalidad que los pastos del occidente ibéricoresponden bien a la fertilización fosfórica. Se recomien-dan (Olea et al. 1991) cifras del orden de 150 kg/ha de su-perfosfato de cal del 18% al comienzo y 100 kg/ha enaños sucesivos, como orientación.

En algunas ocasiones (Jiménez Mozo et al. 1982), se harecomendado que se añadan 25 UF de kg/ha en suelosderivados de granito y se piensa que puede ser interesanteuna aportación año tras año de este mismo orden en algu-nos pastos sobre pizarras que lleven varios años a un altonivel productivo, con sucesivas aportaciones de fósforo.

Tanto estos aspectos como las posibles respuestas a laoportuna adición de algún microelemento deben ser estu-diados in situ.

Las aportaciones fosfóricas deben estar condicionadasa una cierta presencia de leguminosas en los pastos natu-rales existentes. Estas leguminosas aumentarán su im-portancia en el pasto y fijarán más nitrógeno, que aporta-rán a las otras familias. Caso de que la flora no sea laadecuada, la recomendación debe ser comenzar por la in-troducción de especies.

Las producciones obtenidas por diferentes equipos deinvestigación (Porras, 1990; Olea et al. 1991) en respues-ta a estos abonados son variables, pero se manejan cifrasorientativas del orden de 1,5 a 2 veces la producción ini-cial de los pastos naturales.

Una interesante fuente de información la constituyen lostrabajos de los equipos encabezados por Gómez Gutié-rrez y Jiménez Mozo, entre otros.

La práctica general es que estas fertilizaciones se hagana voleo, con abonadora centrífuga, a fines de verano, demodo que, al llegar las primeras lluvias las semillas quegerminen encuentren rápidamente el fósforo al alcance desus radículas. Se puede, de todos modos, distribuir el fós-foro después de las primeras lluvias.

Más importante es la consideración del empleo de canti-dades moderadas de fertilizante fosfórico, con repeticiónanual y control de la evolución del fósforo en el suelo,siempre en atención a su eventual aparición en acuíferos,pozos, embalses, etc., por lo que, además, deberá desis-tirse de su aplicación a menos de 50-100 metros de pun-tos o zonas sensibles. Sería conveniente concretar en sujusto término estos extremos, con un acercamiento anuestras circunstancias equivalente al de, por ejemplo,Culleton (1999) para situaciones más húmedas.

Introducción de especies

Pudiendo lograr con frecuencia, y superar a veces, unaduplicación de la producción primaria (y en la medida con-siguiente de la animal) por un procedimiento sencillo ybastante seguro como es la fertilización fosfórica en co-

bertera, se comprende que ésta sea la mejora de eleccióncon vistas al incremento de la dotación ganadera de lasexplotaciones extensivas, particularmente en el centro yoeste de la Península.

No obstante, sigue habiendo una gama de situacionesque requieren la introducción de nuevas especies o al me-nos variedades, de las que se disponga de semilla comer-cial. Es importante subrayar esto porque un buen conoci-miento teórico puede llevar a preconizar el uso de tal ocual especie… de la que no hay un gramo se semilla.

Este planteamiento vendrá normalmente ligado a la dis-ponibilidad de una cierta “calidad” de suelo (al menos algu-na profundidad); escasa o nula presencia de leguminosasespontáneas; una precipitaciónmedia que no debería bajar de los500 mm (si bien esta cifra la esta-mos rebajando gracias al trabajode los genetistas en la obtenciónde variedades cada vez menos exi-gentes en este punto) y una mediade mínimas del mes más frío delorden de 3–4 ºC, dicho todo ellocon un valor sólo orientativo, lógi-camente.

Son muy conocidos ya unos mé-todos de siembra que llamaremos“convencional”, con aportaciónnormalmente de superfosfato de cal en dosis de 200–250kg/ha y un laboreo (que recomendamos sea siempre elmínimo posible) tendente a procurar una compacta camaa las semillas utilizadas y a eliminar la competencia deotras plantas que puedan dificultar el establecimiento.

Recomendamos emplear siempre el rulo dentado de pla-tos alternos en la compactación del terreno antes y des-pués de tirar la semilla y el abono. Es decir, que tras el olos gradeos (mínimos), distribuimos el abono, rulamos,distribuimos a continuación la semilla (que se puede mez-clar con parte del abono) y rulamos de nuevo. No se entie-rra el abono con un gradeo precisamente por el principiode no mezclar el superfosfato con un mayor volumen desuelo (Williams y Simpson, 1965).

La semilla, siempre que disponemos de inóculo adecua-do, se inocula y paletiza, lo que no sólo es un trabajo ex-tra, sino que nos lleva a depender muy estrechamente delos pronósticos del tiempo pues resultaría inútil tirar inócu-lo a un suelo ardiente en el que tarde varios días(¿10–15?) en caer algo de agua.

En cualquier caso, preferimos la oportunidad de la siem-bra a la demora en espera de inoculación.

Especies y variedades

No podemos entrar aquí en una revisión de especies nimucho menos de variedades con su caracterización y va-loración agronómica, que, por otra parte, disfrutan de unaextensa y rica bibliografía, partiendo, como información debase del Register of Australian Herbage Plant Cultivars,divulgado anteriormente en el J. Aust. Inst. Agric. Sci. yahora en el Aust. J. Exp. Agric.

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La alimentacióncomplementaria en

épocas deinsuficiencia pastoral

es la gran desconocidadel sistema

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Nuestra experiencia personal y directa, localizada en An-dalucía y por tanto con diferencias respecto a la de Extre-madura y Salamanca, nos permite y exige, de todos mo-dos, subrayar algunas observaciones.

Hay que distinguir, naturalmente, entre zonas de suelosácidos y las de suelos básicos.

En suelos ácidos, con el trébol subterráneo como especiefundamental, nuestra impresión sobre la persistencia de al-gunas variedades australianas no es tan pesimista como laque se ha formado en las zonas de dehesas al norte de lasnuestras. La gama de variedades disponibles ha ido au-mentando paulatinamente, con algunas notables (Nunga-rin, Dalkeith) aparte de la amplitud de situaciones cubiertaspor Seaton Park y Clare (aún no superado en nuestrassiembras por los también braquicalicinos Nuba y Rosedale,aunque más adecuado para vacuno que para ovino).

Pero, además, el panorama ha mejorado notablementecon la disponibilidad de las excelentes variedades York,Losa y Campeda, de ciclo corto-medio; Riverina y Junee,de ciclo medio; y Antas, Denmark, de ciclo medio-largo, yotras varias.

Con Ornithopus hemos tenido mejores resultados en larespuesta de los espontáneos a la fertilización fosfóricaque en las nuevas siembras, salvo alguna realizada a par-tir de la semilla decorticada mecánicamente, en un proce-so aún no bien resuelto.

Muy interesantes, en cambio, se muestran por ahora lasparcelas (siempre de tamaño y carácter “comercial”, usa-das como cualquier otra de las explotaciones en que seencuentran) en que se han introducido Medicagos poly-morpha, particularmente Circle Valley y Santiago.

La superposición de estas variedades con algunos tré-boles subterráneos nos resulta muy interesante y la esta-mos practicando donde parece indicada (suelos neutros oligeramente ácidos).

En suelos básicos, aparte de las mismas polimorfas, hayalgún buen resultado de la veterana Jemalong asociada aClare y de Sephi con Rosedale, por ejemplo, en situacio-nes ganaderas. El nivel de experiencia y la gama de varie-dades son más reducidos en las especies de medicago

que en el trébol subterráneo. Pero el hecho de disponerde una gama de especies relativamente amplia proporcio-na una plasticidad agronómica digna de ser ensayada yexplotada en las situaciones que llamamos agrícolas ypost-agrícolas, frecuentes en Cádiz y, hoy por hoy, menosen el sur de Sevilla y Córdoba.

La zulla, inoculada y sin fertilizar, es muy segura comocultivo forrajero bianual, pero nos presenta problemas depersistencia y de falta de adaptación fuera de su ambientehabitual.

Pero es que, además, y como prolongación de lo ocurri-do con el trébol subterráneo y los medicagos anuales(Smethan 2001) la gama de especies y variedades con se-milla disponible en el mercado continúa ampliándose y di-versificándose. Un seguimiento de estos trabajos y la rápi-da consecución de al menos algunos de los materiales queparecían más interesantes nos han permitido conocer, anivel andaluz, las excelencias y bastantes particularidadesdel uso de, entre otras, algunos Trifolium michelianum y re-supinatum y de las dos variedades disponibles de Biserru-lla pelecinus. Con ello se amplía la panoplia de posibilida-des con plantas adaptadas a condiciones mediterráneas,sobre todo; se consigue una moderada independenciafrente al pH del suelo y, tras los trabajos oportunos, vamosconsiguiendo el diseño de mezclas de estas “nuevas” legu-minosas entre sí y con las ya previamente conocidas, e in-cluso con gramíneas anuales y perennes (de estas últimasasombra por su rusticidad el dactilo Kasbah).

Métodos de implantación

El punto en que nos interesa más insistir, sin embargo,es el de los métodos de implantación. Aunque deliberada-mente venimos eludiendo hablar de los aspectos econó-micos, está claro que los costes de la mejora por introduc-ción de especies (e incluso de la propia fertilización) sonmuy elevados y su reducción un objetivo muy deseable.

Nuestro pequeño equipo de trabajo ha ensayado la si-guiente escala:

• Laboreo cero, tirando en la superficie de la parcela tan-to el abono como la semilla.• Mínimo laboreo, trazando pequeños surcos en el terre-no, con gradas totalmente cerradas o con rastras de pú-as. La idea es que al menos parte de la semilla y el abo-no caiga en estos surcos. (En realidad es una imitacióndel sistema siguiente).• Localización de semillas y abono en surcos poco pro-fundos, sin otro laboreo previo ni posterior, mediantesembradora de zapatas (sod-seeder o chisel-seeder).• Siembra convencional.El plan de trabajo y la filosofía que lo sustenta están am-

pliamente desarrollados por Terceño (1990). Los dos pri-meros métodos, que ocasionalmente pueden dar buenosresultados, están claramente condicionados a una ade-cuada pluviometría inmediatamente posterior e incluso si-multánea a la distribución de la semilla. El segundo se vefavorecido por situaciones con ligera pendiente, que de-terminen una mayor proporción de los pellets de semilla yabono en los surquitos abiertos.

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El mínimo laboreoestá condicionado a

una adecuadapluviometría

inmediatamenteposterior e incluso

simultánea a ladistribución de la

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La siembra convencional, aparte de su elevado coste, esla que consigue, cuando está bien hecha, colocar a la se-milla en las mejores condiciones de germinación. Peropresenta características negativas en sus aspectos de la-boreo:

• Dilatado periodo de uso nulo del terreno, si se da la la-bor de alzar con tiempo suficiente.• Tratamiento indiscriminado de la vegetación: enterra-rá semillas y eliminará arbustivas y restos vegetalesde todo tipo pero también los jóvenes renuevos de losQuercus, esenciales en la dehesa para su perpetua-ción como tal.• Deterioro de unos suelos que suelen ser pobres física yquímicamente, poco profundos y propensos a la erosión.• Es una intervención traumática que hay que ubicaroportunamente en el espacio y en el tiempo y con voca-ción de “no repetición”.El tercer procedimiento, localización conjunta a poca

profundidad de semillas y abonos, aunque agradece gran-demente situaciones favorables de humedad ambiental noes tan dependiente ni aleatorio como los dos primeros, yla ubicación conjunta y precisa de los dos tipos de pelletspresenta claras ventajas para el establecimiento. Pero,además, el ganado puede estar aprovechando la parcelahasta el mismo momento del trabajo de la sembradora y elimpacto sobre el suelo y la vegetación son mucho meno-res. Si es un modelo adecuado será una máquina no muypesada, manejable y robusta. No exige una potencia exa-gerada del tractor (sobre 60 CV) y podrá usarse, además,para algunos abonados de mantenimiento y para todaslas siembras que tengan que hacerse en la explotación(cereales, tremosilla, veza-avena, etc.).

Cantidad y calidad

Como resultado de estas actuaciones con introducciónde especies se puede pensar en producciones del ordende dos a tres veces las obtenidas sobre los pastos natura-les de la zona (Porras 1990; Olea et al. 1990, 1991 a). Es-tos mismos autores y otros muchos (Wilson y Hindley1968; Ozanne y Howes 1971) trabajando en el mismo tipode pastos, aunque obviamente en otros ambientes, seña-lan como más importante a efectos de la producción ani-mal, que es la que realmente se persigue, la calidad delpasto, debida a la más elevada presencia de legumino-sas. Esto es lo que va a posibilitar, por ejemplo, que el ovi-no pueda permanecer en la dehesa consumiendo estospastos agostados sin o con poca complementación engran parte del verano, cosa imposible con los pastos natu-rales por la limitante escasez de proteína en los mismos.La calidad, a su vez, determina que con la misma ofertacuantitativa se obtenga mayor producción animal.

Conclusión

La ganadería extensiva tiene bastantes cosas que deciren el paisaje y en el ambiente, en lo sociocultural y en loalimentario a principios del siglo XXI.

Para ello es necesaria su supervivencia, concretada de

forma realista en una adaptación a las necesidades y po-sibilidades sociales del momento histórico presente. Con-cretada, por tanto, en un desarrollo sostenible.

Este, como el andar en bicicleta, se consigue “dando pe-dales”. En ganadería extensiva dar pedales es conformary manejar sabiamente las cargas ganaderas; utilizar eco-nómicas y eficaces raciones complementarias para lasépocas difíciles e intentar disminuir la duración de éstasen lo posible, no con decisiones que deterioren el mediosino, precisamente, mejorándolo, mediante actuacionesadecuadas sobre el suelo y la vegetación, todo ello en unproceso cíclico de influencias mutuas.

Esas actuaciones adecuadas sobre el suelo y la vegeta-ción, con unos componentes generales y otros más limita-dos en el tiempo y en el espacio, deberán tener por metauna mejora de la capacidad sustentadora que, no total-mente pero sí en buena parte, consistirá en lo que genéri-camente podemos llamar mejora de pastos. En esa mejo-ra estimamos que:

• La racionalización es imprescindible, al menos en lostérminos aquí citados (aunque hay más).• La fertilización es, en general y sobre todo en el sur ysuroeste, una medida con pocas limitaciones.• La introducción de especies debe ser cuidadosamenteestudiada y ejecutada, en su caso, sin abusos pero tam-bién sin que su complejidad la convierta en una prácticasoslayada por pereza intelectual o por desconocimientoteórico o práctico.• Las técnicas de implantación son bastante precisas yexigentes, dentro de su simplicidad. Si no se logra laimplantación de una siembra no se puede hablar des-pués de fallo, pérdida o falta de persistencia del mate-rial utilizado.

Bibliografía

La bibliografía de este artículo queda a disposición dellector en: [email protected]

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El ganado puede estaraprovechando laparcela hasta el mismomomento del trabajode la sembradora y elimpacto sobre el sueloy la vegetación sonmucho menores

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