Revista LA ERRADURA No 3

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E R AR RADU Revista de Ciencias Sociales PENSAMIENTO SOCIAL LATINOAMERICANO Enero-Junio 2011 N º 3 ISSN: 2145-5554

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E R ARRADURevista de Ciencias Sociales

Pensamiento social latinoamericano

Enero-Junio2011

N º 3

ISSN: 2145-5554

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En este tercer número de la revista el comité editorial decidió dedicarla al pensamien-to social latinoamericano, un tema amplio

en donde las diferentes disciplinas que conforman la facultad se pueden expresar cómodamente. Además, es un tema sobre el cual quisimos llamar la atención, dada nuestra condición de latinoamericanos y debido al poco peso que se le da a dicho pensamiento dentro de la academia.

En esta edición obtuvimos la colaboración por parte de varios estudiantes de diferentes carreras de la fa-cultad, quienes se enmarcaron en distintas orientacio-nes epistémicas que van desde la historia de las ideas hasta los estudios poscoloniales. Una de las intencio-nes de este número es poner en debate diferentes pers-pectivas sobre la interpretación de América Latina y la producción de pensamiento en esta región. En unos ensayos se abordan a clásicos del pensamiento latino-americano como lo son Bolívar, Alberdi y Sarmiento, mientras que en otros observaremos propuestas de interpretación sobre la realidad y la episteme latinoa-mericana desde los estudios poscoloniales. Finalmen-te tenemos un estudio de caso sobre Ignacio Torres Gi-raldo, pensador marxista y líder sindical colombiano.

También contamos con nuestro usual artículo de opinión el cual ha sido proporcionado por el Semille-ro de Pensamiento Latinoamericano de la Pontificia

Universidad Javeriana, y la sección de “Letras de la casa” elaborada por un miembro de nuestro comité editorial centrada en la importancia y la pertinencia de la crítica latinoamericana en los estudios literarios. Asimismo, continuamos con la publicación de poemas y cuentos creados por los estudiantes de nuestra facul-tad, y una entrevista concedida por el escritor colom-biano Santiago Gamboa a una de nuestras integrantes del comité editorial.

Por último, quisiéramos resaltar que el objetivo de esta publicación es fomentar la expresión y la opinión en nuestras disciplinas, aunque el proyecto de la re-vista sustentado en una convocatoria, ha sido suma-mente difícil en tanto que no existe una participación activa por parte de los estudiantes. Lejos de pretender publicar ensayos académicos especializados, la ra-zón de ser de nuestra revista radica en, tal como su nombre lo indica, errar para aprender y establecer un dialogo intelectual y social que nos involucre a todos. Por este motivo, compañeros, les queremos hacer la invitación para que todos los estudiantes de la facul-tad nos incluyamos en la revista mediante aportes crí-ticos y argumentados sólidamente, para enriquecerla, mejorarla, hacerla y darle continuidad a este proyecto. Tengamos en cuenta que se trata de un espacio que no podemos dejar acabar y es uno de los pocos canales de expresión que tenemos como estudiantes para expre-sar nuestras ideas. ¡Particípemos”

Editorial............................................................................POR COMITÉ EDITORIAL

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Contenido => LETRAS DE LA CASA: “Nuestra Crítica literaria Latinoamericana” 6

=> ENSAYO DE OPINIÓN: “Por una historia de las ideas Latinoamericanas” . 8

=> ENSAYO DE LITERATURA:“El concepto del gran hombre en el Facundo de Sarmiento”. 10

=> ENSAYO DE HISTORIA:“Los proyectos continentales/ nacionales de nuestra América en Simón Bolivar y Juan Bautista Alberdi” 14

=> ENSAYO DE SOCIOLOGÍA:“Una nueva gramática para América Latina a propósito de la obra de Boenaventura Sousa Santos” 16

=> ENSAYO DE ANTROPOLOGÍA:“Lengua y poder: breve panorama de las politicas de la lengua en América Latina”. 22

=> (NUEVA SECCIÓN) “PERSONAJES”:“El inconforme Ignacio Torres Giraldo” 26

=> ENTREVISTA: “3 minutos con el escritor Santiago Gamboa” 30

=> CRÓNICA DE VIAJE:“Festival de tamboras y expresiónes culturales de Palenque” 32

=> CREACIÓN: Cuento 1: “Patas Tiesas” 34Cuento 2: “Pequeña historia insignificante” 38Poesía 1: “Poema cósmico” 41Poema 2: “Le gusta cuando callo porqué estoy como ausente” 42

Comité Editorial María del Pilar García Ramírez DIRECTORA Laura Cruz Martínez EDITORA Luisa Fernanda Abreu Lamus CORRECTORA DE ESTILO Wilson Lara Carlos Arbeláez COORDINADORES DE TEXTOS

Luisa Fernanda Abreu Lamus REVISADORA FOTOGRÁFICA Y DE TEXTOS

Claudia Lucia Abreu Lamus DIAGRAMADORA

Catalina Rumbo Moya FOTÓGRAFA Claudia Lucia Abreu Lamus Catalina Rumbo Moya DISEÑADORA Y FOTÓGRAFA DE PORTADA P. Luis Alfonso Castellanos, S.J. Margarita Tascón DECANATURA AGRADECIMENTOS P. Luis Alfonso Castellanos, S.J. Revista de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales

Decanatura Académica Facultad de Ciencias Sociales.

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Así se forma la base más lógica y estable de la crí-tica latinoamericana con la situación geopolítica y el colonialismo.

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el objeto, que en este caso es propiamente literario; además se plantea la necesidad de una crítica latinoa-mericana que se establezca como un paralelo a la pro-ducción literaria del continente. Así se forma la base más lógica y estable de la crítica latinoamericana con la situación geopolítica y el colonialismo.

Después se propone una visión un poco más his-toriográfica por autores como José Martí, Henríquez Ureña, y Ángel Rama entre otros, con esta visión his-tórica se evidencia una unión de ideas, temáticas y necesidades latinoamericanas. Además se expresa por medio de otra manifestación lite-raria latinoamericana vivencias, experiencias y sucesos históricos de Latinoamérica; es el testimonio como voz colectiva narrada desde una comunidad el que nos permite conocer duras realidades sociales, con estos textos explicativos, demostrativos y muy acertados; como el de Miguel Bernet “Biografía de un cimarrón”, y el texto teórico de John Beverly “Anato-mía del testimonio” permeamos realidades descono-

cidas, tomamos posición crítica y aceptamos o recha-zamos realidades contadas por quienes las han vivido de primera mano.

Esta teoría latinoamericana permite pensar que también nuestras letras hacen parte de un absoluto

político, social y cognoscitivo reevaluado desde su-puestos, para llegar a esa posible y estable crítica la-tinoamericana, los escritos han permitido reconocer qué efectos oficiales, qué realidades, y qué soluciones se espera que produzca la interacción entre literatu-ra y crítica literaria en este escenario social y político concreto.

La pertinencia de la Crítica literaria latinoameri-cana, no tiene siquiera derecho a ser debatida , pues es necesario estudiarla, conocerla antes que todo, y entender que no está, en ningún momento, sugirien-

do que nos alejemos de la vi-sión europea del mundo, de la sociedad ni del conocimiento; por el contrario alude e invita con argumentos a que se co-nozca primero nuestro pasado, nuestra línea de conocimiento y

partiendo de ahí se estudie la literatura con nuestras bases y realidades, pues es así únicamente como en-tenderemos la verdad de Latinoamérica. Aceptaremos nuestro pasado y reconoceremos a unos eruditos an-

cestros que se han ocupado de las letras de nuestra casa ame-ricana.

No es posible encontrar una literatura uniforme, univer-sal, ni única y por lo tanto nos debemos enfrentar a diversas críticas literarias que nos per-mitan concebir nuevos espa-cios y tiempos; es maravillosa la forma en que estas múltiples opciones nos acercan a lo que realmente somos, nos enfren-tan con esa misma imagen distorsionada en el espejo que nos representa, esa imagen que vemos y aceptamos como nues-

tra pero que está creada con realidades ajenas, con vi-vencias y representaciones lejanas, con textos funda-cionales de otro espacio, de otro territorio que creció diferente al nuestro; por esto se debe hacer una crítica con la plena conciencia histórica para que se ajuste a la literatura que se produce en nuestra Latinoamérica.

La literatura sirve como un puente con las rea-lidades sociales, lo que a su vez trabaja para hacer visibles temas y situaciones que de otra

manera la sociedad no percibe o evita hacerlo. La críti-ca o teoría latinoamericana posibilita conocer y reco-nocer el pasado, nuestros ancestros, la educación a la que nos hemos visto expuestos y la cultura que ahora nos domina, y además de hacerla visible, nos da las herramientas para asumirla y pensarla desde la actua-lidad que vivimos, con sus sometimientos y normas;

lo que es cierto es que se evidencia una posicionalidad social y temporal que rige nuestros comportamientos y quizás enfrentamientos a los textos y a las propues-tas teóricas de los críticos latinoamericanos, el dis-curso expuesto por pensadores como Aníbal Quijano, Nelson Osorio, Fernández Retamar, Ricardo Kaliman y Raúl Bueno, establece una idea inicialmente en tor-no a la mirada desde América llegando así a plantear la pregunta por el rol del continente en el eurocentris-mo y en el capitalismo, pasando por la pregunta por

............................................................................................POR LAURA CRUZ MARTÍNEZ

“No pienso que el conocimiento es cerrado pero creo que la políticaEs imposible sin lo que he denominada un <cerramiento arbitrario> (…)

Es un asunto de posicionalidades”Stuart Hall (1992: 278)

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En nuestra opinión, el hecho de que los pensum universita-rios planteen una estructura donde el núcleo disciplinario este referido principalmente a las vertientes teórico- me-todológicas europeas y nor-teamericanas, puede ser un indicador de la concepción que se tiene del pensamiento en la región.

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pensamiento, pero en cierta medida, pensamos que las discusiones deben ser precedidas por reflexiones sobre puntos concretos, concernientes al suelo insti-tucional e histórico donde se esgrimen las ideas que tratan Latinoamérica.

El campo por an-tonomasia del pen-samiento es la aca-demia cristalizada en instituciones edu-cativas, por lo que un acercamiento al tratamiento del tema de Latinoamérica en ellas, puede develar algunas de las consi-deraciones más gene-rales que se tienen al respecto. En nuestra opinión, el hecho de que los pensum uni-versitarios planteen una estructura donde el núcleo disciplina-rio este referido prin-

cipalmente a las vertientes teórico - metodológicas europeas y norteamericanas, puede ser un indicador de la concepción que se tiene del pensamiento en la región. En primera instancia, la noción según la cual el pensamiento social latinoamericano es una espe-

cialización, alimenta la conjetura de que no hay una forma holística de pensamiento dentro de la zona, es decir, que las bases del proceder disciplinario (dadas en el pregrado) no se encuentran en esta parte del con-tinente. En segunda instancia, la poca circulación de

la historia del pensamiento acarrea pro-blemas de legitimidad pasados muchas ve-ces por problemas de validez, donde cada nueva propuesta hace un tabú la raza y se auto proclama la perspectiva “que ahora si podrá entender” lo complejo de Latinoa-mérica.

Nuestra propuesta radica entonces, en que antes de la postulación de nuevos ajustes eminentemente epistemológicos, el pensamiento latinoamericano debe ser objeto de reconsideración y debate. Esgri-mir un proceso de legitimación basado en la circulación de información, hace parte de los primeros pasos para superar los su-

puestos problemas validez que padece América Lati-na. No hay que olvidar: los problemas de universali-dad pueden ser mas parte de un auto conocimiento, que un problema de replanteamiento absoluto de los ejes de conocimiento.

El pensamiento social latinoamericano a lo largo de su historia ha sido objeto de discu-sión y critica. Hoy, pasada una década del si-

glo XXI, esto sigue siendo una constante que se expre-sa en las diferentes vertientes metodológicas, teóricas y epistemológicas subyacentes a la profesionalización e institucionalización de las ciencias sociales. No obs-

tante, el grueso de los debates sigue centrándose sobre las mismas problemáticas: ¿existe un pensamiento propiamente latinoamericano? Y, ligado a lo anterior, ¿Qué validez y alcance universal tienen tales enuncia-ciones? La discusión de dichas problemáticas requiere de instrumentos que tengan en cuenta las complejas dimensiones epistemológicas y metodológicas del

.......................................................................................................POR GRUPO ESTUDIANTIL SEPIA

Por una historia de las ideas

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El concepto del gran hombre en el

Facundo de Sarmiento

.........................................................................POR CARLOS ARBELAEZ

Para poder mostrar el modo en que opera el concepto del gran hombre en sentido negati-vo en el Facundo, tenemos que hacer referen-

cia a la influencia que ejerció el romanticismo sobre la obra de Sarmiento. El romanticismo atiende a fenóme-nos que no forman parte del ámbito de la racionalidad iluminista, con lo cual Sarmiento se va a encontrar en contradicciones permanentes a lo largo de la obra, ya que el romanticismo al entrar en la Argentina sufrió algunas modificaciones. El romanticismo, explora lo no racional, las emociones y la imaginación. Por otro lado, este realiza un viraje hacia la subjetividad, tiene una predilección por lo excepcional ante lo convencio-nal, hay una exaltación del “yo” y de la naturaleza en su forma más pura. De este modo, valora lo propio, lo autentico, lo original, lo autóctono, lo distinto de cada cultura y nación, en oposición al cosmopolitismo ilus-

trado. Por lo tanto, la historia romántica, fuente prin-cipal de la cual bebe Sarmiento para realizar sus cons-trucciones literarias, parte de la premisa de que un individuo, un gran hombre, puede explicar el “todo”, el carácter y espíritu de una época, la historia román-tica es un relato dramático que consta de un héroe, que si bien tenia dimensiones colectivas, también te-nía individualidades representativas, parafraseando a Sarmiento en Recuerdos de provincia “La historia no marcharía sin tomar de ella sus personajes…” 1

Sin embargo, de todas las biografías de grades hom-bres que realiza Sarmiento, hay una que resulto impar, la de Facundo Quiroga, ya que mientras la otras bio-

____________________1. En: Altamirano, Carlos. Para un programa de historia intelectual y otros ensayos. Siglo XXI. Buenos Aires. 2005. Pág.25

grafías que realizo Sarmiento (San Martin, Franklin, su autobiografías) eran de los héroes de la civilización, de lo positivo, la de Quiroga era de lo negativo, era la de un héroe de la barbarie en el libro de la civilización, una antítesis carente de tesis, ya que en el Facundo no hay un héroe de la civilización. “[…] la elección de un caudillo bárbaro como el grande hombre que contiene el secreto del enigma argentino tendrá consecuencias en el texto […] Fíjense que el libro es una defensa de la civilización, pero que el héroe (así sea un héroe nega-tivo) es un bárbaro. Más aun: en el libro no existe nin-gún héroe de la civilización equivalente a Facundo. El que podría haberlo sido es el general Paz, pero se trata de un personaje desdibujado. Un personaje en suma sin sangre, sin vida, que por otro lado, como se recuer-da en el libro, fue capturado por las fuerzas federales mediante un tiro de boleadoras, esto es, que el gene-ral de la civilización, estratega matemático y científico en tanto un artillero, cayó bajo una de las armas más primitivas de la barbarie… pero además y fundamen-talmente, existe en la construcción sarmientina de Fa-cundo Quiroga una marcada tensión entre el código estético e ideológico romántico al que Sarmiento se pliega, por una lado, y su emprendimiento de descali-ficación y critica de la barbarie por el otro.” 2 De modo que el libro de la civilización no tiene héroe de la civi-lización, su héroe, su gran hombre, es un bárbaro, por lo cual resulta difícil encontrar una vía de resolución

del conflicto.

Veamos como el propio Sarmiento representa a ese gran hombre en sentido negativo en el Facundo. “Aquí termina la vida privada de Quiroga, de la que he omitido una larga seria de hechos que solo pintan el mal carácter, la mala educación y los instintos feroces y sanguinarios de que estaba dotado. Solo he hecho uso de aquellos que explican el carácter de la lucha, de aquellos que entran en proporciones distintas, pero formados de elementos análogos, en el tipo de los cau-dillos de las campañas, que han logrado, al fin, sofocar la civilización de las ciudades y que, últimamente, han venido a completarse en Rosas, el legislador de esta civilización tártara, que ha ostentado toda su antipatía a la civilización europea en torpezas y atrocidades sin nombre aun en la historia […] Quiroga no solo quería infundir miedo, sino aterrar […] toda la vida pública de Quiroga me parece resumida en estos datos. Veo en

ellos el hombre grande, el hombre genio, a su pesar, sin saberlo él, el Cesar, el Tamerlán, el Mahoma. Ha nacido así y no es culpa suya; se bajara en las escalas sociales para mandar, para dominar, para combatir el poder de la ciudad, la partida de la policía […] tiene odio invencible contra toda esa sociedad y esa orga-nización de que se ha substraído desde la infancia, y que lo mira con prevención y menosprecio […] es el hombre de la naturaleza que no ha aprendido aun a contener o a disfrazar sus pasiones; que las muestra en toda su energía, entregándose a toda su impetuo-sidad. Este es el carácter del género humano, y así se muestra en las campañas pastoras de la República Ar-gentina. Facundo es un tipo de la barbarie primitiva; no conoció sujeción de ningún género; su cólera era la de las fieras…” 3

De esta larga cita podemos extraer tres cuestiones de suma importancia para explicar la manera en la que Sarmiento representa de manera explícita a Quiroga como el gran hombre en sentido negativo. En primer lugar, sarmiento nos muestra el carácter bárbaro, pa-sional, feroz, y sanguinario de Quiroga, lo animaliza.

En segundo lugar, nos muestra como la vida de Qui-roga, ese gran hombre negativo, nos permite com-prender el enigma argentino que se expresa en: el caudillismo, la barbarie, Rosas, y sobre todo, en cómo la Revolución de 1810, con fines ilustrados y civiliza-torios, derivo en el despotismo, derivo en el triunfo de la tercera entidad sobre los patriotas a partir del momento en que la revolución obligo a incorporar a la campaña en la política, teniendo como resultado que la barbarie se imponga sobre la civilización, pro-duciendo una ruralización y militarización de la vida política argentina. “[…] podría suponerse que nuestro autor esta describiendo una suerte de los que José Saz-bón ha llamado dialéctica involutiva, en la cual no se produce un resultado superador que incluya los mejo-res elementos de las dos fuerzas en conflicto. Lo que observa es que en dicha antítesis la barbarie termina contaminando a la civilización.” 4

____________________2. Terán, Oscar. Historia de las ideas en Argentina, diez lecciones inícia-les, 1810-1980. Siglo XXI. Buenos Aires. 2008. Pág.70-723. Sarmiento, Domingo Faustino. Facundo o civilización y barbarie. Cen-tro Editor de la Cultura. Buenos Aires. 2009. Pág. 95-964. Terán, Oscar. Historia de las ideas en Argentina, diez lecciones inícia-les, 1810-1980. Siglo XXI. Buenos Aires. 2008. Pág.82

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Por ambas razones hace una analogía de Facun-do con Mahoma y Tamerlan, grandes hombres orientales, y por tanto, barbaros y déspotas.

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Sin embargo, afirma Terán, que este razonamien-to se complejiza cuando registramos que esa misma barbarie segrega otro fenómeno que Facundo conte-nía virtualmente pero que requería algo mas, algo que provee Rosas para producir el despotismo, esto es, la racionalidad, la base de la modernidad: el cálculo ra-

cional. Esto es uno de los elementos que hace estallar las tensiones entre el alma ilustrada de Sarmiento y su alma romántica. Así, Rosas a diferencia de Facundo es un oxímoron que compone el legislador de la civiliza-ción tártara. Pero es precisamente por esa carencia del componente racional que Sarmiento elige a Facundo y no a Rosas, dado que Facundo es un una versión más pura del caudillismo y de la barbarie, además, que cuando se escribe el Facundo, Rosas todavía está en el poder, mientras que el ciclo de Facundo ya se había cerrado con el ascenso de Rosas y era más pertinente realizar esa interpretación de modo pos-hoc a reali-zar una interpretación de un mandatario todavía en curso.

Por último, el elemento Oriental nos revela preci-samente a ese gran hombre negativo en dos sentidos, por un lado, al ser el gran hombre, pero orientalizado, es un gran hombre bárbaro y por tanto negativo, ya que Oriente para Europa representa lo bárbaro. Por el otro, si es el gran hombre orientalizado es déspota, debido a que Oriente, según Montesquieu contiene el despotismo intrínsecamente, dado su aspecto topo-gráfico, en donde solo una política despótica puede hacer gobierno y controlar el territorio. Por ambas razones hace una analogía de Facundo con Mahoma y Tamerlan, grandes hombres orientales, y por tanto, barbaros y déspotas. Este motivo, además de ser el traductor de América para Europa como afirma Alta-mirano, es lo que lleva a Sarmiento a Orientalizar la Pampa, mostrándonos (haciendo inteligible a través de los sensible) como la Pampa dados sus caracteres físicos, al igual que Oriente, tiene una afinidad elec-

tiva con el surgimiento de gobiernos despóticos. Así, Quiroga es el gran hombre en sentido negativo, es una representación de la vida Argentina, que a su vez es explicado por los hechos del medio físico e histórico,

que explicaran su despotismo y renuencia a la sujeción de cualquier ley y formas de vida civilizadas, por esto

es que el Facundo está dividido en dos partes, en la primera, Sarmiento expone cómo ese medio físico ca-rente de sociabilidad y de formas de asociación produ-cirá y dotara de un carácter particular al gaucho, y en la segunda, expone la vida de Quiroga y sus caracteres que se sustenta sobre la base de la primera parte. Por lo tanto, “Para Sarmiento, que en esto adoptaba uno de los preceptos de la concepción romántica de la his-toria, entre personaje y su medio existía una unidad organiza: se reflejaban mutuamente.” 5 ¿Pero esto no implicaría que la Pampa e inclusive toda la Argentina fuera un ente negativo para Sarmiento?

Así, hemos visto como estas tres aristas extraídas de la cita nos dan cuenta de cómo funciona el concepto de gran hombre en sentido negativo en el Facundo.

Por lo tanto, la figura de Quiroga en el Facundo, es un instrumento cognoscitivo, cumple la función expli-cativa del enigma argentino y esto se plantea desde el primer párrafo de la introducción de la obra. “¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacu-diendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convul-siones internas que desgarran las entrañas de tu no-ble pueblo! Tu posees el secreto: ¡revélanoslo!” 6 De este modo, “Reforzamos entonces la idea de que esta construcción se halla montada sobre la convicción del historicismo romántico de que un grande hombre en-

____________________5. Altamirano, Carlos. Para un programa de historia intelectual y otros ensayos. Siglo XXI. Buenos Aires. 2005. Pág.466. Sarmiento, Domingo Faustino. Facundo o civilización y barbarie. Cen-tro Editor de la Cultura. Buenos Aires. 2009. Pág.11

____________________7. Terán, Oscar. Historia de las ideas en Argentina, diez lecciones inícia-les, 1810-1980. Siglo XXI. Buenos Aires. 2008. Pág.758. Altamirano, Carlos. Para un programa de historia intelectual y otros ensayos. Siglo XXI. Buenos Aires. 2005. Pág.52

carna una época, de manera que, comprendiendo su vida y escribiendo su biografía, se entiende una apoca y se responde en definitiva al enigma argentino. Así el grande hombre del libro de la civilización es un bár-baro…” 7

Por último, considero que la elección de Sarmien-to por un gran hombre negativo, por un héroe de la barbarie en el Facundo, responde a la “refracción” que sufrió el romanticismo a su llegada al Rio de la Pla-ta. “[…] la formula que hallo Coriolano Alberini para resumir el espíritu general del romanticismo riopla-tense – fines iluministas, medios historicistas – se aplica enteramente al facundo.” 8 De esta manera, en el Facundo, y en general en los textos de la Generación de 37, lo que impera es un romanticismo de medios y un iluminismo de fines. Parafraseando a Terán, ro-manticismo para entender la realidad con todas sus particularidades locales y encontrar la identidad na-cional y americana, e iluminismo para articular de la manera más eficaz los procedimientos destinados a obtener los objetivos y valores de la ilustración para la

construcción de un proyecto político nacional. Esto lo conecto con la interpretación de Altamirano del modo en que opera el discurso de Sarmiento, moviéndose entre la evocación histórico-romántica y el adoctrina-miento ilustrado-iluminista, que a través de los cual se abren paso la representación y la norma, la figu-ración de los hecho y la prescripción, es decir, hacer inteligible a través de los sensible, hacer inteligible la barbarie, el despotismo del rosismo y el enigma argen-tino, para realizar un llamado a que la civilización y las luces lo derroquen y constituyan un proyecto de nación basado en la unión, a través de una narrativa de tipo histórico-romántica que nos muestra la vida de un caudillo-bárbaro y las formas de asociación en la Pampa. Por lo tanto, considero que tanto la forma del romanticismo rioplatense, como la intención de revelar el enigma argentino, influyeron en que el gran hombre del Facundo, fuera negativo, fuera bárbaro.

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La “Carta a Jamaica” y el “discurso de An-gostura” de Simón Bolívar, se inscriben en una forma de pensamiento direccionada a

la construcción de nación y acompañada por la acción del político y del intelectual. Dados el contexto latente, la necesidad de una acción rápida para la consolida-ción de la patria y de la nación, origina en Bolívar la necesidad de un ordenamiento geopolítico en la región que esgrima una forma específica de ordenamiento e integración nacional. Por medio de modelo republica-no, es concebida una política de carácter ilustrada y vitalicia que se respalda con el apoyo popular. Con-sidero que en la instauración del modelo republicano de Bolívar se imposibilitó por el quiebre entre la for-mación de la patria y de la soberanía. En el interior de la Nueva Granada –por ejemplo-, emergen una serie de conflictos políticos entre partidos que vulnera la

estabilidad nacional y permite la dominación españo-la. Radicalmente, el modelo republicano queda fuera de lugar cuando la patria se disuelve y se complejiza la voluntad de una identidad nacional. La idea de im-plantar modelos constitucionales europeos a lo local, se desmiente en la realidad por la ineficacia, anarquía y desorden social.

En contraste, Alberdi elabora una crítica a la forma como se ha organizado el continente latinoamericano, pues la teoría ha precedido la historia, lo que origina una imposibilidad en la eficacia de la democracia y el orden sociopolítico. Para el autor, “al paso que nues-tra historia constitucional no es más que una continua serie de imitaciones forzadas, y nuestras institucio-nes, una eterna y violenta amalgama de cosas hetero-géneas” (Alberdi, 2009: 34). Por ello, es preciso una

.................................................................................................POR SYLVIA JULIANA RIVEROS

...............................SEPLA

mentalidad práctica en la cual, debe hacerse la con-quista de una forma de civilización propia, conquista del genio americano, en palabras de Alberdi.

En este orden, los fundamentos teóricos presentes en Alberdi, concentran una doble preocupación por el desarrollo indispensable de la filosofía y el derecho al interior de los gobiernos. Así pues, la configuración se da a través de la participación y continuidad de dichos elementos en la vida social, en la que la filosofía res-ponde a la construcción del espíritu de las leyes y el derecho focaliza su poder en el pragmatismo cotidia-no. Está presente la concepción de que a partir de la libertad política se desprenden las demás libertades de la esfera social. En el discurso de Alberdi, tanto los intelectuales como la juventud, juegan un papel pre-dominante en el proceso de la civilización. Elemento en contraste con nociones arielistas en las que por me-dio de la aristocracia del conocimiento y el accionar de la juventud, América Latina encaminaría sus masas hacia el progreso.

Así, para entender cómo el autor justifica el gobierno de Rosas debe partirse de la concepción de una histo-ria lineal donde “la ciencia deberá decirnos si el estado jurídico de una sociedad, en un momento dado es fe-nomenal, efímero o está en la naturaleza necesaria de las cosas, y es el resultado normal de las condiciones existentes de ese momento dado” (Alberdi, 2009: 26).

No se pretende entonces, una nivelación del proce-so americano con el proceso europeo, pues para Sar-miento cada pueblo está llamado a fin específico y tie-ne la libertad de tomar la ruta y el tiempo necesario para alcanzarlo. En esta medida, Rosas representa el despotismo de un pueblo. Una etapa necesaria para el establecimiento del orden que la Argentina ya ha superado, a diferencia de los otros estados latinoame-ricanos, y que le otorga una ventaja histórica para la consecución de fines democráticos. Sin embargo, el camino de los pueblos latinoamericanos –incluida la Argentina-, se encuentra en un estado inmaduro pues para Sarmiento es indispensable la creación de há-bitos civilizatorios para el progreso de las masas y la emancipación del pueblo. En palabras del autor,

“Tenemos ya una voluntad propia; nos falta una inteligencia propia. Un pueblo ignorante no es libre

porque no puede: un pueblo ilustrado no es libre porque no quiere. La inteligencia es la fuente de la libertad: la inteligencia emancipa los pueblos y los hombres. Inteligencia y libertad son cosas correlati-vas; o más bien, la libertad es la inteligencia misma” (Alberdi, 2009: 36).

En este punto se da una relación bidireccional con la posibilidad del orden republicano y el advenimiento de las masas lideradas por la emancipación, pues la república posible es la que tutela las masas a través de la educación y a su vez, para que esto se dé, es impres-cindible el papel del intelectual y de la clase dirigen-te para la superación general. Se constituye un doble proceso en la construcción de la nación . Cabe aclarar, que dicha construcción se establece con la migración extranjera que es que supone contamina positivamen-te a la masa local y la lleva a un estado superior.

Se evidencia entonces una irrupción en el proceso de civilización que se liga a Bolívar, en la que la iden-tidad nacional se desarticula con peculiaridades de lo local. En Alberdi, los fundamentos teóricos que de-fiende se da por medio de la organización de princi-pios fundamentales cuyo seno es la razón de las leyes; no obstante, en el proceso latinoamericano el orden establecido no ha descansado sobre fundamentos ver-daderos y naturales, por ellos no ha sido estable. En el caso de Bolívar, se piensa un modelo político interme-dio en el que se da un ordenamiento integrador de di-versos sectores y a su vez, separados territorialmente. ¿En la consecución del orden republicano? es Bolívar, se resalta la sobrevaloración de las ciudades en la bús-queda de caracteres identitarios para la formación de nuevas nacionales.

A manera de conclusión, tanto en la perspectiva de Alberdi como en la de Bolívar está presente una funda-mentación de “inmadurez” nacional/continental para la instauración del orden republicano. Sin embargo, en Alberdi se está en el momento indicado para la conquista del genio americano, mientras que Bolívar se halla implicado en una suerte de ambivalencias en la articulación de identidad y construcción nacional.

Los proyectos continentales/

Simón Bolívar y Juan Bautista Alberdinacionales de nuestra América en

____________________1. Me remito al análisis elaborado por N. Goldman, retomando el término como un concepto abstracto ligado a los modos de vida y las formas políticas de un lugar. En contraposición a la postura de Alberdi, por la cual debe formarse una conciencia nacional. La iden-tidad en este caso, deviene de la formación de la esencia de la nación.

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Una nueva gramáticapara

América Latina

........................................................................POR JUAN MASULLO J

Gritamos mientras caemos desde el peñasco, no porque estemos resignados a ser despedazados contra las rocas sino porque todavía tenemos la esperanza

de que podría ser de otra manera.John Holloway (2002)

Las transformaciones del EZLN en Chiapas. Los procesos constitucionales en Bolivia y Ecuador. Las constantes movilizaciones in-

dígenas en el subcontinente, algunas seguidas por represión violenta, como la de Bagua en Perú y la de pueblo indígena del Cauca en Colombia. Las diferentes formas de lucha masiva del Movimento dos Trabalha-dores Sem Terra en Brasil. La capacidad auto-orga-nizativa de las asambleas barriales en Buenos Aires y otras ciudades de Argentina. La creciente visibili-dad del Foro Social Mundial. Todas son experiencias concretas que tienen lugar en el subcontinente y dan cuenta de la movilidad y complejidad que caracteri-zan las luchas por la transformación social en América Latina.

Entenderlas, contextualizarlas y potenciarlas, en un contexto particularmente importante como lo es el bi-centenario de la independencia, es una tarea urgente. Hoy, más que nunca, resulta necesario (re)pensar es-tos procesos con una esperanza activa. Esta es la gran labor que tiene adelante el pensamiento latinoameri-cano en la actualidad: (re)pensar procesos sociopolíti-cos y culturales novedosos para los que la teoría con-vencional, hija del paradigma científico dominante, no presta marcos de análisis adecuados para la interpre-tación y conceptualización de las nuevas dinámicas que están dando forma a estos procesos sociales en

la región.

Este (re)pensar no es sencillamente un ‘volver a pen-sar’; ejercicio que, como anota Wallerstein (2001), es “normal” en la labor académica. Este (re)pensar es un ejercicio intelectual de gran complejidad que supone (im)pensar 1 lo asumido y aceptado como natural por años; todo aquello que por mucho tiempo se creyó liberador pero que hoy parece ser una de las princi-pales barreras para el pensamiento social emancipa-dor (Wallerstein, 2001: 1). (Im)pensar es indispensa-ble, entonces, si se trata de construir nuevos marcos analíticos verdaderamente pluri-racionales y pluri-culturales. Es así como este construir pasa por un necesario (de)construir (en sentido derridiano) para la identificación y desmonte de todo residuo no libera-dor en nuestras estructuras mentales. En otras pala-bras, como reza el postcolonialismo, un compromiso serio de (re)traducción implica (des)traducción para

limpiar los rastros de un proceso inicial de traducción incompleta. 2

Así las cosas, la construcción de estos marcos plan-tea retos importantes. No sólo desde el punto de vista de quienes construyen, en tanto supone (des)aprendi-zajes complejos de supuestos enraizados en nuestra estructura mental, sino también desde el punto de vista de quienes, por muchas razones, se resisten al cambio a través de una reducción de toda perspectiva futura a las ‘realidades’ presentes y así, agotando lo real en lo existente. La obra de Boaventura de Sousa Santos busca precisamente esto: ensanchar el presen-te para “[…] conocer y valorar la inagotable experien-cia social que está en curso en el mundo de hoy” (San-tos, 2009: 101).

Una epistemología del Sur

La epistemología del Sur 3 (Santos 2009; 2010) es, antes que nada, el producto inacabado de un espíri-tu de búsqueda inagotable; una búsqueda de conoci-mientos y criterios de validez que visibilicen y otor-guen credibilidad a las prácticas cognitivas de los grupos sociales históricamente marginados y opri-midos por el colonialismo y el capitalismo globales. De este modo el Sur existe tanto en el Sur geográfico como en el Norte geográfico, de la misma manera que en el Sur geográfico existen sectores complacientes con la marginación, explotación y opresión. Esto sec-tores constituyen el Sur imperial, que no puede ser el

____________________1. Santos, refiriéndose a lo que llama la “dimensión deconstructiva” de la “imaginación sociológica” se refiere a un proceso, (des)pensar, que puede considerarse análogo a la interpretación y uso que del (im)pensar wallers-taniano se hace en este escrito.2. La idea de traducción que propone Santos (2009: 135 - 151), si bien está íntimamente relacionada con aquella desarrollada en los estudios postco-loniales, es algo distinta. Para Santos la traducción, propuesta como alter-nativa a la idea de “teoría general”, es un procedimiento a través del que se logra crear una inteligibilidad bidireccional entre experiencias posibles y experiencias disponibles sin destruir su identidad.Para profundizar en posición de Santos frente a los estudios poscoloniales ver Santos, 2009: 336 – 363). Para profundizar en la idea de traducción en el ámbito de los estudios poscoloniales ver Young (2003: 138 - 147) y Bassnet y Trivedi (eds) (1999).3. Resulta pertinente ubicar la discusión de la epistemología del Sur en el ámbito más amplio de la epistemología crítica. Este ejercicio cobra especial relevancia en medio de la distinción que plantea Santos entre postmodernismo celebratorio y postmodernismo oposicional, en el que deja las puertas a abiertas para un diálogo y un esfuerzo traducción entre las propuestas emergentes y la llamada teoría crítica. Recomiendo ver, en particular, Zemelman (1987a, 1897b y 1994) y De la Garza (1988 y 2001).

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Esta inversión transforma radicalmente el pa-pel del sujeto en la labor científica delimitada en otra de las clásicas dicotomías del paradigma dominante: objeto/sujeto.

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ponderará más por el rigor de las mediciones sino por el reconocimiento e interpretación de las cualidades intrínsecas del objeto independientemente de las can-tidades en las que pueda traducirse. Por el otro, cono-cer dejará de significar dividir y clasificar 5 ; es decir, la complejidad no se reducirá más vía división para determinar relaciones entre lo separado y establecer leyes científicas; se reconocerá, por encima de todo, que la sumatoria de las partes no representa el todo y las partes pueden pensarse fuera del todo y/o fuera de su relación con este 6 .

Estas dos rupturas suponen una ruptura, igual de radical, pero mayor, con la primacía prácticamente absoluta, acudiendo al pensamiento aristotélico, de la causa formal. La obsesión por el cómo funciona por encima de cualquier otra dimensión relevante para la interpretación y praxis social se verá directamente de-safiada. Esta obsesión, que ha sido el fundamento le-gitimador de la intervención basada en el conocimien-to científico, supone la renuncia a preguntarse por el agente, por la intención y por el fin. Esta renuncia con-lleva, por su parte, a la ruptura con cualquier otro tipo de conocimiento que no encuentre su fundamento en “la causa formal” y que su interés intra y/o extra teó-rico no sea la predicción y el control.

Esta primacía está estrechamente ligada a otro as-pecto que impide captar, sin desvalorizar o demoni-zar, una serie de procesos centrales en el devenir del subcontinente latinoamericano: la ruptura entre co-nocimiento científico y sentido común. Esta ruptura, que expresada de otra manera es el rechazo de la evi-dencia de nuestra experiencia inmediata como fuente de conocimiento, aparece como uno de los fundamen-tos de la ciencia moderna que el paradigma emergente debe revertir más radicalmente. La epistemología del Sur rechaza cualquier tipo de dualismo o dicotomía 7 . Por lo tanto, su emergencia depende de la superación

de esta y otras distinciones, tales como naturaleza/cultura, que en el espacio discursivo del paradigma dominante aparecen insustituibles.

La superación de estas distinciones, y el llamado mismo por su superación, tienen un sentido y conteni-do claro. Captarlos, y nunca perderlos de vista, es cen-tral para no caer en la égida de las ciencias naturales y así ver unas ciencias sociales obsesionadas por diluci-dar presupuestos biológicos y genéticos en el compor-tamiento humano para auto-justificar prestigio cientí-fico, social y político. Ese sentido y contenido pueden definirse invirtiendo uno de los fundamentos de las reglas clave de método sociológico de Durkheim: en vez de estudiar los hechos sociales como cosas, se es-tudiarán los fenómenos naturales como fenómenos sociales, tolerando la interferencia controlada de valo-res humanos e incluso religiosos y, así, revalorizando los estudios humanísticos.

Esta inversión transforma radicalmente el papel del sujeto en la labor científica delimitada en otra de las clásicas dicotomías del paradigma dominante: objeto/sujeto. En los marcos cognitivos de la epistemología del Sur el ser humano, en su doble condición de objeto y sujeto del mundo, aparece en el centro del conoci-miento y la naturaleza en el centro de lo humano. “No habrá naturaleza humana porque toda naturaleza es humana” (Santos 2009: 46) dice Santos. De esta

de una epistemología del Sur cuyo espíritu de búsque-da es de naturaleza anti-imperial.

Tres premisas básicas planteadas por Santos (2009), que dan cuenta de aspectos centrales de la crisis del paradigma dominante y permiten imaginar el perfil del paradigma emergente, son el fundamento básico de esta nueva gramática, adecuada para reconocer la novedad de los procesos que tienen lugar en el sub-continente.

(i) No habrá justicia social global si no hay justi-cia cognitiva global. Esto da cuenta de la importancia de avanzar en el plano epistemológico y de adoptar, como punta de partida, un “grito” de negación frontal a toda forma de epistemicidio 4 ;

(ii) El capitalismo y el colonialismo están hoy in-tensamente articulados; de ahí que la posibilidad de un futuro postcapitalista depende de un futuro post-colonial, y viceversa;

(iii) El conocimiento y las prácticas cognitivas que de acá se deriven encuentran su razón ontológica en la voluntad de transformación social.

El modus operandi y pensandi de la epistemología del Sur, sus condiciones de posibilidad y su potencial emancipador descansan en las siguientes cinco hipó-tesis de trabajo planteadas por Santos (2009):

(i) La distinción entre ciencias naturales y cien-cias sociales pierde sentido y nos movemos hacia una síntesis entre ambas.

(ii) El polo catalizador de esta síntesis son, y tie-nen que ser, las ciencias sociales.

(iii) Para ello las ciencias sociales tienen que re-chazar todas las formas de positivismo y mecanicismo a favor de una valorización de las humanidades y los estudios humanísticos.

(iv) La síntesis no constituye un llamado a una ciencia unificada ni a una teoría general.

(v) La separación entre conocimiento científico y conocimiento vulgar debe desaparecer.

Desde esta perspectiva, y de lograr constituir este nuevo paradigma, se establecerá una ruptura radical con, por lo menos, dos de los fundamentos centrales de la ciencia moderna. Por un lado, conocer dejará de significar cuantificar; es decir, el rigor científico no se ____________________4. Santos define el espistemicidio como el proceso de destrucción o des-valorización de todos los otros conocimientos posibles (entre estos el sen-tido común) que va de la mano de la destrucción y/o desvalorización de prácticas sociales y agentes sociales que opera de acuerdo con cualquiera de esos otros conocimientos. Es en este procedimiento que se sostiene el privilegio epistemológico de la ciencia moderna. (Santos, 2009: 79 - 83). En este sentido, los conocimientos de muchos movimientos sociales y formas de ser y hacer de muchas comunidades en América Latina han sido sistemáticamente descalificados y enjuiciados por los parámetros del conocimiento moderno.

____________________5. Al respecto resulta pertinente la reflexión que plantea Foucault respecto de las lógicas de orden, clasificación y normalización en el contexto de las ciencias humanas. Recomiendo ver, principalmente, Foucault, 1968 y 1987.6. Esta idea, aunque está basada en el pensamiento aristotélico, es central en la crítica que Santos establece a la razón metonímica, una de las co-lumnas vertebrales de la razón indolente (ver Santos, 2009: 103 – 110).7. La idea de totalidad con la que se propone romper, aquella sobre la que se sostiene la mencionada razón metonímica, se expresa con claridad en las lógicas dicotómicas y por lo tanto resulta crítico romper con estas y las relaciones asimétricas que en una sensación de horizontalidad y/o tránsito evolutivo procuran esconder. En el contexto latinoamericano, el ejemplo más ilustrativo de esta situación, y con el que con primacía debe romperse, es el de desarrollo/subdesarrollo.

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manera todo conocimiento, al no separar a quien es-tudia de lo estudiado, en tanto comprensivo e íntimo, deviene en autoconocimiento. Hecho esto, el nuevo co-nocimiento/autoconocimiento resubjetivizado, renun-ciando a la obsesión moderna de domesticar la natu-raleza y sin pretensión alguna de control y predicción, puede enseñarnos a vivir traduciéndose en saber prác-tico. El reto no es fácil, pues en muchos casos implica (im)pensar la común idea de que para comprender y perseguir la objetividad debemos, en palabras de Ho-lloway, “hacer de lado nuestros propios sentimientos.” (Holloway, 2002: 14).

A la luz de estos elementos, la propuesta de Santos es una sociología de las ausencias y de las emergencias (Santos 2009; 2010). Es de las ausencias en tanto re-salta que la reducción de lo real a lo existente, que pasa por la producción y reproducción activa de inexisten-cias, es precisamente el mecanismo fundamental de reproducción de la modernidad occidental. Propone valorar y hacer visible y creíble la diversidad y mul-tiplicidad de las prácticas sociales que han sido siste-máticamente excluidas y devaluadas por las prácticas hegemónicas. Y es también de las emergencias porque se propone reconstruir la idea de futuro, lejos de las lógica lineal del tiempo, basada en posibilidades cons-truidas en un presente ensanchado que son, a la vez, plurales, concretas, utópicas y realistas. Procede así a una ampliación de los saberes, las prácticas y los agen-tes en los que se reúnen tanto las posibilidades concre-tas de transformación como las capacidades concretas para la materialización de esa potencialidad 8 .

Esta sociología empie-za a tomar forma en un contexto teórico y socio-histórico particular. El síntoma general es una sensación de pérdida irreparable de confianza epistemológica donde no se sabe bien qué se está perdiendo pero se esperan nuevas rique-zas individuales y co-lectivas, riquezas cuyo fondo y forma, por lo demás, desconocemos.

Esta pérdida de confianza, si bien supone una rup-tura radical con la razón indolente 9 (2000; 2009: 98 – 159), no supone una ruptura con el ejercicio intelec-tual como tal. Lo que busca la epistemología del Sur es abrir un espacio para el grito del que habla Holloway (con que se abrió este escrito), un grito que para ser traducido (en el sentido de Santos) reclama un lengua-je y una modus pensandi nuevo adecuado para poten-ciarlo y unirlo con el hacer. Ese grito es también el gri-to de todos aquellos latinoamericanos que luchan por ser sujetos, y no objetos, de la historia.

El paradigma científico moderno no ha sido capaz de captar la especificidad del subcontinente latinoa-mericano, sus límites se hacen cada vez más eviden-tes. Una forma de conocimiento que privilegia la causa formal por encima de cualquier otra causa o de cual-quier otra relación no-causal, que procede por medio de la exclusión de la intención, que le exige al sujeto la no inmersión en el objeto y que, por encima de todo, limita lo real a lo existente, no es marco cognitivo apto para el entendimiento de los procesos que tienen lugar hoy en el subcontinente; mucho menos para catalizar-los. Estos procesos, y sus sujetos sociales, pese a que han estado siempre presentes en América Latina han sido activamente producidos como ausentes o, sen-cillamente, se han quedado fuera de los límites de la

ciencia moderna occidental. Estas cosmovisiones, que denotan formas diversas de ser y hacer en el mundo, como por ejemplo el sumak kawsay o suma qamaña (el “buen vivir”) y la Pachamama, pero también los trabajadores sin tierra y las comunidades barriales, exigen nuevas gramáticas que logren captar su exis-tencia no como “un algo alternativo” sino como “alter-nativas reales a algo”.

El pensamiento latinoamericano requiere hoy, quizá más que nunca en la historia, no tanto de usos contra-hegemónicos de viejos sustantivos adjetivados, como de nuevos sustantivos 10 . En esta búsqueda de nuevos sustantivos el (re)pensar lo latinoamericano no puede permitirse obviar realidades cada vez más plausibles como, por mencionar dos, la creciente participación de intelectuales indígenas en espacios como el Foro Social Mundial, la inclusión de los derechos de la Pa-chamama y del “buen vivir” en las Constituciones po-líticas de Ecuador y Bolivia. En definitiva, “No se trata sólo de ver las cosas desde abajo, o hacia arriba, por-que con demasiada frecuencia esto implica la adop-ción de categorías pre-existentes, una mera inversión de los signos positivo y negativo”. Se trata de construir una nueva gramática desde el Sur, dotada de nuevos sustantivos (conceptos y categorías) y sustentada en una nueva epistemología, que permita capar, visibili-zar y potenciar los procesos que están teniendo lugar en América Latina.

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Zemelman, Hugo (1994) “Racionalidad y cien-cias sociales” en Suplementos. Num. 45, Anthropos. Barcelona.

____________________8. Para profundizar puntualmente en estos dos conceptos, ver Santos, 2009: 98 – 159 y 2010: 42 - 48.9. La razón indolente alude al modelo dominante de racionalidad en el que la experiencia social en el mundo es activamente reducida y desper-diciada, quedando las alternativas así no sólo presas del ocultamiento y silenciamiento, sino también del descrédito (Santos, 2000; 2009).

____________________10. Ver en Santos (2010: 33 – 38). Al respecto Holloway dice “Nuestra furia se alimenta constantemente de la experiencia, pero cualquier intento de expresarla se topa con una pared de algodón absorbente.” (Halloway, 2002: 13). La tendencia a expresar nuestros rechazos (nuestras furias) y nuestras propuestas en la lógica de adjetivar las construcciones hegemó-nicas para hacerlas contra-hegemónicas ilustra muy bien la calidad ab-sorbente del algodón. Para desafiar realmente esta absorción es necesario salirse de los ‘espacios discursivos’ dominantes, romper con los ‘límites de lo decible y lo pensable’ (Foucault, 1972).i. Politólogo con énfasis en Relaciones Internacionales y Sociólogo con énfasis en Sociología del Desarrollo de la Pontificia Universidad Javeria-na de Bogotá, Colombia. Becario 2010 – 2011 de la Fundación Carolina en el Institut Barcelona d’Estudis Internacionals (IBEI) de Barcelona, Es-paña. Investigador asociado del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC) en la línea de violencia armada y desarrollo. Temas actuales de interés y trabajo incluyen la relación entre desarrollo, creci-miento económico y bienestar social; aproximaciones post-estructuralis-tas a los estudios del desarrollo y las relaciones internacionales; el análisis de procesos de democratización y construcción de Estado en contextos de conflictos armados intra-estatales, y el papel de las instituciones interna-cionales en la construcción de paz en conflictos armados intra-estatales. Contacto: [email protected] [email protected] [email protected] a Santiago Millán y Eduardo Masullo por sus comentarios a este escrito.

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Hablar de política(s) de la lengua implica desde un primer momento referirnos a la articulación entre lengua y poder. Si bien

las lenguas son conjuntos arbitrarios de señales e índi-ces convencionales (Steiner, 1980), en la práctica éstas no son otra cosa que el producto de un proceso po-lítico en que son definidas, codificadas y promovidas como tal (Chilton, 2004). Como bien lo dice Calvet, “en la práctica las lenguas ya están en el poder polí-tico o no son lenguas” (2002: 31). Ya sea como símbo-lo de identidad o como instrumento de comunicación que asegura la interacción y la reproducción social, la lengua se vuelve objeto de decisiones políticas y tema de alternativas al poder en distintas confrontaciones y encuentros interculturales (Harvey, 2008). De tal forma, por medio de distintos procesos de normativi-zación, normalización y promoción (libros, escuelas, gramáticas) y tomada como un marcador social –de identidad étnica o nacional, de género, raza, clase etc.-, la lengua se torna un instrumento fundamental para la lucha por el reconocimiento, el acceso a recursos y/o al poder.

Así, tomando en cuenta lo anterior y fijando la mi-rada sobre América Latina, encontramos que las di-námicas de dominación y resistencia que se entrete-jen en los usos y transformaciones de la lengua son bien particulares. Momentos coyunturales de nuestra historia como lo han sido la Conquista, la Colonia, la

formación de los estados-nación y la entrada del mul-ticulturalismo, nos permiten pensar en esas particu-laridades de la relación lengua-poder en cada momen-to histórico. Siendo así, en este espacio me permito repasar someramente distintos momentos que, como ya lo he mencionado, caracterizan la(s) política(s) de la lengua en Latinoamérica; esto con el fin de dar un panorama general sobre el tema en cuestión y abrir la discusión a nuevas perspectivas.

Conquista de América: choque cultural, lengua e Imperio

La llegada de los españoles a América significó el encuentro y “choque” entre culturas diferenciadas que –en un sentido amplio- hablaban lenguas distintas. Como afirma Matos Moquete, Cristóbal Colón regis-tró actos de incomunicación e incomprensión donde se manifestó y se puso en escena el poder hegemónico de los conquistadores en el encuentro con los habitan-tes nativos del continente (2000: 26-28).

Este encuentro –y/o conflicto- lingüístico estuvo acompañado de un hecho relevante para las políticas de la lengua aplicadas posteriormente por los españo-les en América. El 18 de Agosto de 1492, Antonio de Nebrija -humanista y gramático al servicio de la Rei-na- publicó su Gramática Castellana, donde definió

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Lengua y poder: Breve panorama de la(s)

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Con esto surgirá entonces un proceso de colonización de las perspectivas cognitivas (Quijano, 2003: 210) por me-dio de la coacción de la lengua; una forma bien particular de dominación, control y ejercicio del poder.

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claramente los vínculos entre la lengua y la política (Pineda Camacho, 2000: 49) y los usos que aquella po-dría dar a esta última. Para Nebrija, la lengua era una herramienta del Imperio español para conquistar y dominar a los “pueblos bárbaros”, era un instrumento de control político, era, en pocas palabras, la herma-na y compañera del Imperio (Zavala; 1996: 37, Pineda Camacho, 2000: 49). Al enunciarse de esa forma, la lengua castellana torna entonces en un mecanismo para “civilizar” a los recién “descubiertos” indios, ga-rantizando así su integración política y cultural y su conversión a la fe cristiana y posterior evangelización (Zavala, 2000).

El régimen colonial y el problema de la comunicación

Ya en la Colonia, las dinámicas alrededor de la len-gua y la política estuvieron marcadas por el problema del gobierno de los nuevos territorios y sus habitantes. Así, se buscó lograr la efectiva comunicación entre go-bernantes y pobladores para los asuntos legales, polí-ticos, religiosos, entre otros. Esto significó la unifica-ción lingüística de la población. Estaban, por un lado, quienes pretendían castellanizar a todos los habitan-tes y reducirlos a la lengua y costumbres españolas y quienes, por otra parte, propendían por la utilización de las llamadas lenguas generales (náhuatl, quechua, aymará…) para la comunicación e interacción con las poblaciones nativas (Zavala, 1996).

Tras múltiples disputas, leyes, cédulas reales y ac-ciones efectivas que actuaban a favor de una u otra política lingüística (castellanización o uso de las len-guas generales), las autoridades resolvieron pragmá-ticamente el asunto: “los indios ‘reducidos’ debían ser instruidos en la lengua castellana, mientras que

los ‘salvajes’ debían ser abordados por los misioneros a través de sus lenguas nativas” (Pineda Camacho, 2000: 73). Con esto surgirá entonces un proceso de colonización de las perspectivas cognitivas (Quijano, 2003: 210) por medio de la coacción de la lengua; una forma bien particular de dominación, control y ejerci-cio del poder.

Los estados-nación y la creación de su-jetos nacionales

A finales del siglo XIX y principios del XX nuevas –pero no radicalmente diferentes- dinámicas de po-der en relación con la lengua se empiezan a evidenciar en Latinoamérica. Nuevamente, la población objetivo de las políticas lingüísticas son los grupos indígenas que, en muchos lugares, aún conservaban sus lenguas nativas y no se habían integrado a la vida de la so-ciedad “mayoritaria”. El fin, en última instancia, era crear sujetos nacionales, católicos, hispanohablantes y modernos; sujetos con la capacidad de integrarse y desenvolverse fluidamente en la vida de los nacientes estados-nación.

Así, variadas estrategias para adherir a los indíge-nas a la vida nacional fueron implementadas en las naciones latinoamericanas. El Instituto Lingüístico de Verano, por ejemplo, así como algunas órdenes religio-sas, buscaron establecer vínculos con ciertos grupos indígenas para alfabetizarlos en sus propias lenguas, introduciendo así las enseñanzas y valores del cristia-nismo. Igualmente, ciertos movimientos nacionalistas e indigenistas propendieron por la integración de los indígenas a la vida económica, social y política de la nación (Harvey; 2005: 199). Para esto era necesario enseñar a todos la misma lengua y así construir una conciencia común de nación…

Multiculturalismo: la administración de la diversidad

Con el advenimiento del multiculturalismo, distin-tas estrategias políticas de administración y gobier-no de la diversidad cultural y lingüística han tomado fuerza al interior de las fronteras nacionales. A pesar de ello, debemos tomar en consideración que estamos en un mundo en movimiento, caracterizado por la de/territorrialización de las identidades y las culturas y donde la tecnología ha hecho posible los flujos cons-tantes de símbolos, objetos y personas (Inda y Rosal-do, 2008).

La lengua, ya sea como marcador de identidad o como instrumento comunicativo, sigue siendo uno de los principales elementos para producir diferencia. Es relevante, no obstante, dar cuenta de la forma en que aquella está siendo movilizada en este nuevo contex-to. En Latinoamérica, nuevas formas de gobierno pero también alternativas de contestación y resistencia han emergido entre distintas poblaciones y movimientos sociales, así como entre académicos y profesionales de las Ciencias Sociales y Humanas. Son estas dinámicas las que nos llaman a abordar y dilucidar las complejas acciones de dominación y resistencia que se articulan en relación con la lengua; son estas relaciones las que estamos llamados a explorar más ampliamente.

Bibliografía

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La importancia de revisar el pensamiento so-cial de Ignacio Torres Giraldo, marxista re-volucionario y líder sindical colombiano, está

en la necesidad de dar a las luchas sociales en Colom-bia una concepción de clase. Entendiendo la categoría de clase “como creación y desarrollo de realidades en determinadas épocas, como realidades sociocultura-les y económico-políticas, tanto en sus contextos inter-nacionales como nacionales o regionales.” (Sánchez, 2009, p. 28). Esto se hace relevante ya que sin esta concepción, sería imposible darle a los movimientos y luchas sociales las características de una acción so-cial y colectiva, es decir que haya un desafío colectivo, unos objetivos comunes y una solidaridad mantenida.

Ignacio Torres Giraldo participa desde muy joven en las luchas obreras en las cuales es influenciado prime-ramente por las ideas de corte liberal-radical, luego obrero-socialista, posteriormente comunista tras su participación en la creación y dirección del Partido Comunista de Colombia, y en sus últimos años mar-xista independiente. Fundador y director entre los

años de 1916 y 1917, en la ciudad de Pereira, del pe-riódico El Martillo. En el año de 1918 participa en la fundación del Directorio Socialista del Cauca y cola-bora con su órgano de publicidad La Ola Roja. Tras su radicación en Cali en el año de 1923, ayuda en la organización de varios sindicatos y en la preparación y dirección de varias huelgas, así mismo colabora con la organización de algunas cooperativas en la misma ciudad en 1925 y una en la ciudad de Medellín en 1927. En 1925 y con la colaboración del grupo pro-marxista “Los Iguales” funda y dirige el periódico La Humani-dad hasta el año de 1928. En 1925 presidio en Bogotá el Segundo Congreso Obrero que funda la Confedera-ción Obrera Nacional (CON), de la cual es elegido pri-mer secretario general. Junto con el líder estudiantil cubano, Julio Antonio Mella y del marinero Boliviano, José González Arce, contribuye a la organización de la Sección Colombiana de la Liga Mundial Anti-Im-perialista de la cual fue su director. En 1926, en Bo-gotá, preside nuevamente el Tercer Congreso Obrero, que crea el Partido Socialista Revolucionario (PSR), del cual hace parte del secretariado junto con María Fotografía http://asitcali.blogspot.com/2011/02/continuando-con-nuestra-tarea-de-dar.html

...................................................................................................................POR GONZALO DUARTE VILLARREAL

El inconforme: Ignacio

Torres Giraldo

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El obrero no logra una conciencia de clase, contrapues-ta a la de las clases capitalistas, hasta cuando entra en un proceso de asimilación y ajuste de la nueva vida, es decir, que es en el despliegue de los trabajadores por sus reivindicaciones y condiciones de dignidad en don-de adquieren su conformación unitaria como clase.

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de progreso, “la lucha por el aumento del salario con-duce a la burguesía a bajar los costos mediante inno-vaciones tecnológicas, pero a la vez aumenta la capa-cidad de consumo de los trabajadores, que a su vez se convierte en nuevo estimulo para la industria nacio-nal <<y esto significa progreso no ya únicamente de la clase social de los capitalistas sino también para el país>>. El industrial propende y consigue la creación de facultades modernas en las viejas universidades para capacitar personal, <<todo esto está modificando la nación, no únicamente en la forma sino también en las mentes>>” (Acevedo et al., 2007, p. 235). Segundo la importancia de la lucha de clases en el conocimiento

de las funciones del Estado por parte del obrero; ya que en la lucha el obrero no solamente empieza a forjar una conciencia de clase, es decir, la comprensión de la comunidad de intereses que existe entre los miembros de una clase determinada, así como del antagonismo de esos intereses con los de la clase adversa, sino que también en ella el obrero “descubre la naturaleza real del Estado, su carácter de clase, su función material, su verdadero papel de super-estructura jurídica, su fuerza económica, su comando político. La clase obre-ra, al tiempo que se desarrolla, adquiere capacidad de analizar, de comprender la dirección en que se mue-ven los diversos factores nacionales e internacionales que influyen primero y después determinan el carác-ter del Estado en una etapa determinada.” (Torres Giraldo, 1973, p. 45-46). El Estado, entonces, aparece como un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, es la cristalización institu-cional de determinadas relaciones sociales de fuerza.

El ejercicio permanente del poder del Estado tiene un contenido de clase que se lo otorga el sector social que tiene el poder. Esto le permite, según Torres Giraldo, a la clase obrera saber en qué condiciones el apara-to estatal estimula las aspiraciones y la organización sindical y en qué condiciones las obstaculiza e incluso reacciona en contra de ellas.

Finalmente, Torres Giraldo ve en las masas campe-sinas, indígenas, negras, de artesanos y en general de las capas sociales intermedias del país, fuerzas que no son ni podrán ser antagónicas de la clase obrera, por el contrario, aliados naturales en la lucha, dándonos

a entender que las masas popula-res constituyen la fuerza motriz del progreso. De igual forma, plantea la necesidad de una lucha por la demo-cracia desde el seno del movimiento sindical. Una lucha que no significa únicamente combatir por una justa y efectiva libertad de huelga, sino que englobe, una lucha por libertad de opinar y de disentir, por la democra-tización del crédito, de las fuerzas ar-madas, de la enseñanza universitaria y por la democratización del aparato estatal. Una lucha que puede ser jun-

to a los partidos democráticos del país y distintas ten-dencias de izquierda, que tenga por mira la toma del poder para el pueblo.

Bibliografía.

Acevedo, D. et al. (2007), Pensamiento Colombiano del Siglo XX, Pontificia Universidad Javeriana, Insti-tuto Pensar, Bogotá.

Sánchez, R. (2009), Huelga. Luchas de la clase tra-bajadora en Colombia, 1975-1981, Universidad Nacio-nal de Colombia, Bogotá.

Torres Giraldo, I. (2009), Los Inconformes. Histo-ria de la rebeldía de las masas, Universidad del Valle, Cali.

Torres Giraldo, I. (1973) La Cuestión Sindical en Co-lombia, Editorial Letras del Pueblo, Bogotá.

Cano, Raúl Eduardo Mahecha, Tomas Uribe Márquez y Alfonso Romero Aguirre. En 1927, ayuda en la fun-dación del periódico La Justicia, el cual dirige María Cano. En 1934, se le elige Secretario General del Parti-do Comunista de Colombia –formado en 1930– puesto que ocupa durante cinco años. A partir de 1942, año en que decide hacerse al margen del PCC, se dedica a investigar y escribir sobre las ideas sociales en Colom-bia y sobre los problemas que obstaculizan el desarro-llo del país. (Torres Giraldo, 1973, p. 1-2)

Sus obras, La Cuestión Sindical (1946), La Cuestión Industrial (1947), La Cuestión Indígena, publicada en 1968 por primera vez, La Cuestión Imperialista y La Cuestión Campesina, de los cuales no hay evidencia sobre su publicación, junto con Los Inconformes: his-toria de la rebeldía de las masas en Colombia (1954), Síntesis de historia política de Colombia (1964) y Ma-ría Cano apostolado revolucionario (1964), (Acevedo

et al., 2007, p. 232-233) son documentos trascenden-tales para la reconstrucción histórica del movimiento sindical, de las luchas y de las ideas de la clase popular colombiana durante la primera mitad del siglo XX.

En este ensayo solo hablare del pensamiento de To-rres Giraldo y su influencia en la conciencia, forma-ción y organización de la clase obrera. En su contribu-ción al desarrollo de la teoría clasista y en su ideario como una herramienta que ayuda a prolongar la visión del futuro, de un mundo emancipado, de trabajo libre, voluntario y glorificado. Para esto me basare en el li-bro La cuestión sindical en Colombia (libro pionero en el tema sindical) que constituye la primera de las cinco cuestiones colombianas. Lógicamente, no podre abar-car el total del pensamiento de Torres Giraldo, pues

La cuestión sindical trata solo de un aspecto o, quizás más exactamente, de una sola dimensión de las masas populares del país.

La cuestión sindical, como ha sido expuesto por To-rres Giraldo, tiene por finalidad teórica necesaria, a la estructura de la ideología del proletariado colombia-no, mostrar a la clase social de los obreros en su for-mación y luego en su organización y lucha por sus inte-reses y sus aspiraciones, igualmente de su relación con los partidos políticos y el Estado. Además, subrayar el contenido esencial de la lucha y la misión histórica de esta clase, que consiste precisamente en construir una sociedad sin clases, o sea una comunidad social de gentes laboriosas, conscientes y libres, basada en la cooperación y no en la competencia. (Torres Giraldo, 2009, p. 6). Según Torres Giraldo, la clase obrera es producto del proceso de formación y desarrollo de la sociedad capitalista, aunque hay que tener en cuenta

que el surgimiento del proletariado no es el mismo en todas partes, y es obligatorio estudiar, comprender y exponer sobre las realidades concretas, en las cuales se desarrollan las luchas sociales y políticas de los obre-ros, para no desligarlas de los componentes de época y situación espacial. También, advierte el autor, que el obrero no logra una conciencia de clase, contrapuesta a la de las clases capitalistas, hasta cuando entra en un proceso de asimilación y ajuste de la nueva vida, es de-cir, que es en el despliegue de los trabajadores por sus reivindicaciones y condiciones de dignidad en donde

adquieren su conformación unitaria como clase.

La Lucha de clases para Torres Giraldo tiene dos funciones de gran importancia que vale la pena resal-tar. Primero la idea de La lucha de clases como factor

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Los inmigrantes del ter-cer Mundo son los Ulises del siglo XXI.

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Santiago Gamboa es un escritor Colombiano. Nació en Bogotá. Realizo estudios de litera-tura en la Universidad Javeriana. Filólogo

de la Universidad Complutense de Madrid. Se inició profesionalmente en el periodismo, primero en Fran-ce Presse y luego en la Radio Francia Internacional. Ha sido corresponsal del periódico El Tiempo, co-lumnista en la revista Cromos y reportero en la re-vista Cambio. Ha publicado Páginas de vuelta, Perder es cuestión de método, Vida feliz de un joven llama-do Esteban y El Síndrome De Ulises entre otros. Se encuentra escribiendo su última novela en Europa.

L.A ¿Santiago cómo cree usted que ha influi-do su obra literaria dentro del Pensamiento latino americano?

S.G Luisa, sinceramente no creo que haya influido en el pensamiento latinoamericano. Habrá influido en algunos lectores del modo en que influyen las nove-las: revelándoles algún aspecto de la vida que desco-nocían, o permitiéndoles reconocerse en algo, o mos-trando una luz que les permita entender algo de sus propias vidas; pues al final de eso se trata escribir.

L.A En su novela del síndrome de Ulises usted plantea la problemática del inmigrante, ¿cómo rela-ciona esta situación con el conflicto violento latinoa-mericano actual que ocasiona un gran éxodo de lati-noamericanos hacia el exterior?

S.G Bueno, lo más grave del éxodo latinoamericano es que se trata, sobre todo, de inmigrantes económi-cos. Personas que lo dejan todo por buscar un mejor horizonte, que no tienen perspectivas en su país. En Colombia es peor, porque muchos de los que se van, además, lo hacen para protegerse, para no ser ase-sinados o para no ver que sus hijos se conviertan en asesinos. Hay mucho sufrimiento en todo eso, pero so-bre todo una gran valentía. Los inmigrantes del tercer Mundo son los Ulises del siglo XXI.

L.A ¿Qué tan identificado se siente usted como es-critor y lector con la Crítica literaria latinoamerica-

na, la cual propone un compromiso del autor con res-pecto a las problemáticas sociopolíticas del contexto que habita?

S.G El compromiso con la realidad está también en los libros del escritor, en las historias que na-rran, en las preguntas que siembran en la imagi-nación del lector. La buena literatura interroga la realidad, el pasado y el presente. Es un espejo duro, sin concesiones, de una sociedad, de un cierto tipo de ser humano, de un proyecto de vida. Luego el autor es un ciudadano como los demás, y se le pi-den las mismas responsabilidades que a los otros. L.A ¿Cuáles considera usted que son sus influen-cias literarias latinoamericanas más importantes para su obra? (autores y libros)

S.G Vargas Llosa, Graham Greene, Georges Perec, Juan Carlos Onetti, Mark Twain, la poesía de Rim-baud, la poesía de Baudelaire, toda la obra de Poe, la poesía de Lorca, de Gil de Biedma, de León de Greiff, de César Vallejo, de Ernesto cardenal (sobre todo “Viaje a Nueva York (1973)”.

L.A ¿Cómo percibe usted el campo literario colom-biano actual?

S.G Creo que es muy amplio y variado. Me gusta. Ojalá hubiera más escritoras. Ojalá que los más jóvenes no pierdan su tiempo pelean-do. Y ojalá los que están empezando sueñen con la literatura y no sólo con ser escritores.

L.A Por último, ¿está escribiendo una nueva nove-la? ¿Cuándo podremos leerla? S.G Sí, estoy trabajando en una nueva novela. Es-pero esté lista para el año entrante. Ya hablaremos en

una nueva entrevista sobre ella.

............................................................POR LUISA ABREU

3 minutos con Santiago

Gamboa

Fotografía Carlos Duque

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tas entreVistas

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El pueblo en pleno invierno de octubre, de esos inviernos que caen ríos del cielo, rompe su rutina biológica y su pequeña plaza, el colegio y la casa de la cultura disponen espacios para mostrar lo que son tres días de distintos talleres: de elaboración de tambor, de percusión, de danza afrocontemporánea, de lengua palenquera y etnoeducación; de mues-tras gastronómicas, musicales, de medicinas tradicionales, y en fin, un popurrí diverso de intercambios culturales.

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Sur de Bolívar, corregimiento de Mahates, ca-rretera de montes verdes, y ciénagas del Mag-dalena, caminos ancestrales de cimarroneo

caminando hacia libertades desconocidas. Esperan-do a que eso de afuera se acercara para avisar hacía lo lejos, como señal de humo, un sonido altivo, puro furor humano, cósmico: una danza de sombras en las praderas de las nubes a saltos en Montes de María de luengos montículos con sones de pulsación.

Pueblito morado como una berenjena a lo lejos, allá en una vereda escarpada y vegetal de ríos paralelos y clima de lo más insólito e impredecible. Te recibe pa-lenquito primero, con casitas y empalizadas, niños de panzas redondas que aletean la mano a esas personas de lo más turistas que van en motos desde Malagana, o de esos buses chatarra que van directo a San Basilio: turistas distintos de lo más igual, buscando la músi-ca, el sonido primario del pum pum, tam tam, pulsión natural de aquello que retumba fuera y anterior de los sentidos, y que es nato en las manos grandes de boxea-dores naturales de los palenqueros.

Acá te reconocen como si ya te hubieran visto y por eso en la cara se les ve como si se burlaran de ti, dos ingenuidades distintas se mezclan para darse un en-cuentro de lo más picaresco. Y en el festival todo se permite: las ancianas del pueblo, mujeres vigías de lumbalúes arrugados miran con menos desdén a la horda de “pálidos igualiticos” con gaitas en sus espal-das que llegan al pueblo pensando que es un pedacito perdido de África en Suramérica, la pura idea exótica de tropicalidad colombiana.

El pueblo en pleno invierno de octubre, de esos in-viernos que caen ríos del cielo, rompe su rutina bioló-gica y su pequeña plaza, el colegio y la casa de la cul-tura disponen espacios para mostrar lo que son tres

días de distintos talleres: de elaboración de tambor, de percusión, de danza afrocontemporánea, de lengua palenquera y etnoeducación; de muestras gastronómi-cas, musicales, de medicinas tradicionales, y en fin, un popurrí diverso de intercambios culturales. El trueque cultural entre distintos grupos afrocolombianos que se forma acá es vasto, muchos talleres eran diálogos entre estos grupos con los palenqueros, formándose líneas de convergencia, de identidad enraizada en el peinado, en la cocina, en las raíces comunes y ances-trales. Por lo demás pura atracción turística: ñeque en abundancia, las idas al arroyo, los picós reventando la música de Viviano y demás formas de champeta, y la gente en una farra de amanecida sin parar.

En los tres días que duró el festival hubo música por doquier, los grupos autóctonos de allá, gente de mu-chas partes de la costa, de los llanos, de Bogotá, de Argentina tocaron en la tarima de la plaza, desde el viernes hasta la alborada del Domingo, cuando todo el pueblo se levanta a las cuatro de la mañana a correr por todo el pueblo anunciando a gritos, cantando y con música la llegada del amanecer. En estos tres días este pequeño corregimiento encerrado en estacada se abre para hacer sonar sus tamboras celebrando su cultura cimarrona.

Festival de Tamboras

Kucheno mo chitia ri suto

y expresiones culturales de

Palenque

........................................................................POR MAYRA SÁNCHEZ

Artista Juliana Duque/ Pastel sobre papel Canson. 2004

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JecrÓnica De ViaJe

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Del interior de la caja emergían sonidos agu-dos y entrecortados como los de un ferro-carril mudo reventando cuerdas de nylon

templadas a cada lado de la vía. La caja iba sellada con insistente cinta en cada una de las ranuras y en cada una de las caras se habían perforado agujeros dispues-tos como estrellas de seis constelaciones zodiacales distintas.

Doña Socorro Prada barría la entrada de la casa en que vivía hacía nueve años con su esposo y su peque-ño. Antes de alcanzar a dar el tercer escobazo en las baldosas, un niño harapiento pasó corriendo asustado y le dejó en el suelo la caja diciéndole apenas que lo que había adentro le iba a gustar. Jamás volvería a ver aquél niño que se perdió en el horizonte dando pasos agigantados con las dos piernas hechas por los dioses

como de plastilina café. Jamás se enteraría tampoco del motivo por el que había pasado espantado por allí.

No barrió más. Socorro levantó la caja columpiando la incertidumbre entre la curiosidad y el temor, lle-vándola al comedor en donde Diego, su hijo, dibujaba un gato que daba la ilusión de estarse moviendo entre el papel. En cuanto el sonido comenzó a salir por las perforaciones, Socorro trajo de la cocina unas tijeras que atravesaron la cinta como un cuchillo a un pastel y entonces lo vieron por primera vez. Estaba arrincona-do conteniendo la oscuridad entre las garras y sus ojos parecían dos relojes de arena recién girados. Era un gato. Se robó el movimiento del gato dibujado al saltar hacia afuera, se enrolló la casa en la columna vertebral y caminó hacia el patio con más elegancia incluso que la de Socorro en sus años de modelo internacional.

PatasTiesas

....................................................................POR FELIPE MOLINA

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Diego descubrió el modo en que resolvería la muerte del gato.

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La casa se llenó de pelo de gato. No había un solo rincón del que no brotaran bolas de pelo al barrer y no había un solo cojín libre de la plaga inofensiva. Todos los días transcurrieron tapizados de dicha. Ariel, el in-diferente marido, le prestó atención por primera vez a los momentos familiares que giraban en torno a la cre-ciente belleza del gato. Una tarde en que Socorro sacó un pastel del horno, sintió al gato entre las piernas y al verlo lo confundió con un hermoso ramillete de flores ya que hasta un pesado girasol se le había enredado en el rabo durante las excavaciones que hacía en el jardín de la terraza.

Cuando encontraron al gato desmayado entre una olla de barro conquistada por los terratenientes invi-sibles de la maleza, los Prada lo llevaron de inmediato al veterinario. Habrían sentido lo mismo entonces si un huracán se hubiese llevado el techo de la casa. El gato encarnaba la columna alegre de la arquitectura del hogar.

El veterinario era gris. El escritorio, la camilla en que se atendió al gato, la madera de los estantes, la alfombra, las llaves, el mugre y las moléculas de las fallebas eran grises. El gato era gris y tuvo una recu-peración gris. Socorro y Ariel pusieron sus rostros más angustiados en las puertas de todo el vecindario, preguntando no sólo si alguien había vendido vene-no, sino también acerca de la gente sospechosa que se hubiese visto merodeando por aquellos días el barrio. Trataron de buscar huellas y olores, intentaron pen-sar como gatos y visitaron varios tejados de alrededor. Buscaron pelos de otros gatos, levantaron piedras en los parques buscando un temblor de la suerte y des-cubrir quién, por azar, había intentado hacer que la arena de los ojos del gato se decantara totalmente y marcara la hora de su muerte. Pegaron pasquines falsos pretendiendo lograr que el verdadero autor del acto aborrecible revelara su identidad ante la presión del rumor social. Sin embargo los Prada no habrían

logrado entender que una vela se apagaría de poner-sele en frente un ventilador encendido. Fracasaron totalmente en el intento. La única certeza que tenían, comprobándola en el laboratorio de la paranoia, era que necesariamente alguien era culpable.

El gato había tragado una rana venenosa, había cla-vado en su alma los colmillos y había confundido la piel del anfibio con el banquete del Santo Grial en la mesa del Rey Arturo. Minutos más tarde el gato había sentido que su columna era de hierro, que mil gatas lo atacaban debajo de un automóvil, que una montaña de proporción andina le había caído encima. El veneno de la rana lo había conducido al interior de la olla de ba-rro haciéndole creer que se trataba de una fuente llena de gorriones sedientos. “Alucinación felina” se habría llamado el veneno de la rana de estar en el comercio.

Entonces, al ver que había sido un magno susto nada más, Socorro reemplazó su instinto detectivesco por ponerle color a la gris recuperación del gato. Le dio leche con azúcar, picóle en tiempo finito trozos infini-tesimales de atún e intentó comprar un hamster para soltarlo en la cama del gato pero Diego lo impidió al imaginar a la familia del ratón.

En cambio Ariel se acercó más a la solución del caso cuando soñó que el gato había tragado una rana de sulfuro de arsénico. Aunque al despertar, confundió la realidad con la surrealidad y le negó la oportunidad a la una de revelar la otra.

Durante los cinco días siguientes a la definitiva re-cuperación del gato, los Prada sintieron el afecto sufi-ciente por el animal como para disfrazarse de angoras y subirse con él en el tejado a darle manotazos iluso-rios a la luna y rasgar los nimbos buscando pajaritos.Diego recortó ratones de papel, que parecían tener movimiento propio, y los dispuso por toda la casa junto a una croqueta de pescado. Tanto el gato como sus dueños olvidaron el angustiante episodio del en-

venenamiento y se dedicaron a ponerle rejas de amor a los pasos del animal. Mas cuando se creyó que el gato había sobrevivido a la hoz de las envidias vecinas, la trágica escena con que Socorro se encontró diez días después consistía en el cadáver del gato enredado en un alambre suelto de la placa de cemento que dividía el segundo y tercer piso.

Enterraron al gato en el jardín y los girasoles incli-naron sus rostros hacia la tumba eternamente, aún cuando hubiesen aparecido tres soles en el cielo bus-cando su atención.

Diego se aferró a la esperanza y a la astucia con que resolvía ecuaciones algebráicas, tras sentirse ahogado entre las lágrimas de los padres, y pidió a su madre que cosiera un traje de detective que él mismo diseñó. EL recuerdo del gato los acompañó a elegir la tela y a comprar los instrumentos que el niño consideraba necesarios para hallar al homicida.

En cuanto el traje estuvo terminado, Diego Prada se puso el sombrero vueltiao’ - era un verdadero disfraz- y salió a la calle con la mochila aruaca llena de utensi-lios de investigación. A pesar del esfuerzo del niño por descubrir indicios sobre el asesinato del gato, todo lo que había hecho con el apoyo de los padres era más un homenaje que una verdadera investigación. Los Prada eran tan poco talentosos para la labor de detectives, que no habrían sido retados ni siquiera a descubrir por qué esta página es su cárcel, así que habiendo optado por tomar el antibiótico del olvido, los Prada volvieron a barrer, a dibujar y a ser indiferentes con los momen-tos familiares.

Veinte días después de haber doblado el traje de de-tective entre el clóset, mientras escribía un poema que enviaría a un festival internacional, Diego descubrió el modo en que resolvería la muerte del gato. Entonces, por primera vez ordenando la información, arrojó las sospechas a la vecina inmediatamente izquierda, ya que varias veces se había quejado ella de que el gato entraba a su jardín y tumbaba las macetas floridas en el suelo de manera que ella, una malhumorada vieja recientemente operada de la pierna derecha tras un accidente de motocicleta, tenía que restablecer el or-den de su jardín, sagrado templo de su soledad.

La cauchera desenpolvada estaba templada a la per-fección. Únicamente faltaba que un ferrocarril mudo pasara por el medio reventando el caucho para que brincara un gato de la nada. Las piedras que guar-dó en la mochila eran ordinarias con el propósito de evitar la menor sospecha recaída en él. Todas las no-ches, impidiendo que Socorro o Ariel lo descubrieran en plena operación, Diego trepó por la terraza hasta el tejado y desde allí quebró una o dos macetas durante cuatro noches. Había casi ochenta mil macetas que la vecina consideraba los asistentes a la fiesta eterna en el palacio de la luna y el sol que había construido ella con nardos, lirios y astromelias en su terraza.

Doce callejeros, cinco persas, dos abisinios y dos chartreux aparecieron muertos en los zócalos, alféi-zares y callejuelas del barrio. A pesar de encontrarse a un centímetro de la piel de la verdad, a Diego no le bastó con la reciente evidencia de ochenta y cuatro pa-tas que había caído envenenada a los pies de aquellos días, de manera que la misma tarde en que entregó el poema en el concurso, compró con Socorro un rollo fotográfico y lo instaló en la cámara de los paseos para ubicarse en la terraza aquella madrugada a esperar.

Y lo logró. Diego esperó a tener reveladas las fotos para pegarlas en los postes y tapizar con ellas las pa-redes de la casa vecina. Con el consentimiento de So-corro, Ariel y las otras cincuenta y tres casas del ve-cindario, el niño entró con sus compañeros de grado noveno en el colegio de la edad y en una embestida disfrazada de elefante furioso , llegó hasta el palacio solitario de la luna y el sol, con el filo de una cuchilla de obsidiana, para degollar las flores y esconder las muletas de la vieja asesina y coja.

Con la llegada de un nuevo ocaso, se vio a un camión partir con el trasteo de la casa ultrajada. El poema “El gato de otros”, en donde el mundo era un gato y la hu-manidad el reflejo de un ratón en un espejo, fue publi-cado en primera página como el ganador del concurso internacional de poesía.

Unos bracitos como de plastilina café, envueltos en harapos, arrojaron junto a la escoba de Socorro, antes de dar el tercer escobazo, el periódico con la noticia, mientras Sísifo iniciaba nuevamente el ascenso a la cima empujando la misma piedra de siempre.

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Aquel día, aquel hombre se levantó como so-lía levantarse. Preparó un café sin darle un reparo a su ventana, que habituaba evitar.

Se preparó a salir, tan sólo diez minutos después del café notó que no había cigarrillos. A pesar de no que-rer salir, a esa hora no había ninguna clase de trans-porte y evitar traerlos sería peligroso. No podía pasar un domingo sin cigarrillos.

Levantó la sombrilla, seguía algo mordisqueada de la última vez. Se permitió una sonrisa.

Miró antes de salir. Extrañaba esos tiempos en que no necesitaba hacerlo, pero estaba perfectamente pre-parado, con la muerte al hombro, para volver a salir.

En cuanto salió se acercó uno de ellos, su cabellera larga se erizó un poco, pero el hedor a sangre de la sombrilla lo espantó, era uno pequeño. El hombre si-

guió caminando, la tienda estaba a tan sólo 50 pasos previamente contados, pero la ciudad jamás había de-jado de ser peligrosa. Aún para 50 pasos

Ya había dado 5 cuando, de un callejón, se oyó un sil-bido. El sol miraba sin preguntar, las sombras se pro-yectaban de manera que terroríficamente las figuras se confundían. Intentó recordar cuanto tiempo lleva-ba así, pero no lograba recordar cuándo se tomaron la ciudad. Podía ver la puerta. Se volvió a oír un silbido, esta vez más cerca, la puerta ya casi estaba ahí.

Un gruñido le paralizó. El hombre levantó la som-brilla, nunca la había usado a tantos pasos de una puerta, no servía para un ataque directo, sólo para distraer mientras huía.

Aquel perro no había probado bocado en dos días, la sangre sólo servía para excitarlo más. El hombre tembló al ver la saliva caer al piso, sus dientes estaban

..............................................................................................POR JUAN FELIPE MARTÍNEZ

Pequeña historia insignificantecr

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Miró a su alrededor. Hacía unos años “las orillas” de la ciudad finalmente se movi-lizaron y se tomaron el centro y el norte. Cerraron todas las en-tradas y declararon un Estado propio.

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Fue durante la roja despedida de un sol alado, que por las arenas del tiempo iba navegan-do una joven mujer, cuyos ojos enamorados

de un azul intenso, en constante movimiento por las corrientes submarinas y de la espuma, que mirando al viejo cielo se encontró una pasajera estrella; aquel cuerpo estelar iba dejando tras su inquietante baile residuos de astrales sueños, como una discreta auro-ra, que adormecidos se contagiaban de la cálida enso-ñación, que produce el abrasador ojo al parpadear las sombras de la noche venidera. La figura de la joven se envolvió, derritiéndose, en las olas del agitado océa-no, y de su acuoso centro se levanto el espejo lunar, dejando en la tierra un corazón vacío; fue entonces el gracioso encuentro de ambas esferas celestes lo que despertó el silbido en la viajera estrella, que debido al vértigo descendió en jocoso sentimiento, entró por la boca de la gentil ninfa marina y de su vientre emer-gió, en cristal resplandor, una semilla. En el éxtasis ancestral fecundó una lágrima que resbaló bailando, siendo hijo sideral, y se enredó en las raíces antiguas de la ubicua tierra, que nutre eternamente al retoño que vive como nuevo corazón del mundo.

.......................................................................POR JOAQUÍN RUEDA

Poema Cósmico Número ocho

astillados, afilados. Una explosión de una pistola alejó el sonido del gruñido. El perro cayó ladrando.

-Cada vez es más fácil agarrarlos. ¿Es usted Militar, del gobierno o Para? - El anciano se quedó mirando al perro retorciéndose. No respondió

- ¡Oiga viejo!, le estoy hablando - Desde el automóvil un hombre con una pañoleta en la cara le apuntaba. El anciano intentó caminar a la tienda, quedaban unos 10 pasos. 10 pasos separado de unos cigarrillos.

Aún su pelo no estaba completamente cano, pero ya se le consideraba anciano. En esos tiempos es extraño llegar a tener barba. El hombre se quejó - por eso es que estamos como estamos -

Miró a su alrededor. Hacía unos años “las orillas” de la ciudad finalmente se movilizaron y se tomaron el centro y el norte. Cerraron todas las entradas y decla-raron un Estado propio. Los suministros nunca vol-vieron a llegar. Había cigarrillos.

Los perros callejeros cada vez eran más agresivos y grandes, la gente los alimentaba menos. Algunos an-daban con desechables, hasta que notaron que tam-bién eran carne. Ese fue el peor día de la ciudad, las

“orillas” mantenían los suministros contados, se man-tenían en conflictos con los militares que se resistían en el Cantón. Pero todos sabemos que eso era inútil.

Nunca supo qué era peor, si los perros que resolvie-ron comer gente, o las “orillas” que mataban a quien no se llamara su aliado.

El frió sólo se sintió durante un segundo. El metal se calentó demasiado rápido. El cielo estaba oscuro para variar. Ciudad central nunca se caracterizó por ser soleada....

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Le gusta cuandocallo porque estoy

como ausente.................................................................................................POR MARIA DEL PILAR GARCÍA

Me gustas cuando callas, porque paras de decir estupideces, sin embargo, te extraño como un ojo a una pestaña quemada (sí, intenté prender el cigarrillo con el fogón otra vez) (y sí, tam-bién hago antipoesía cuando se me da la gana)

Juan Felipe Martínez.

Le gusta cuando callo porque estoy como ausente Y lo oigo desde lejos pero mi vos no puede

tocarleParece que los ojos se me hubiesen volado para enceguecerme,Y parece que cualquier beso o palabra me cerrase la boca.

Entonces me dice que existo porque emerjo de su almaAlma de la cual están llenas todas las cosas, mas no de la propia alma mía,Y tal vez por eso es que le gusto tanto,Y tal vez por eso es que me parezco a la palabra me-lancolía.

Le gusta cuando callo y estoy como distante,Sólo quiere hablarme a través de mi silencio claro como una lámpara y simple como un anilloporque soy como la noche constelada, callada y sen-cilla,mariposa que únicamente puede quejarse por medio del arrullo.

Entonces más le gusta cuando callo porque estoy ausenteausente y dolorosa como si hubiese muertopero una palabra sumisa, una sonrisa le bastany está alegre, alegre de que no sea cierto y pueda se-guir admirando mi ausencia para volver a callarme.

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Revista de Ciencias Sociales

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“Patria es humanidad.

y a ella me deboDe América soy hijo

”José Martí