Revista LOLA

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'K'^r-!,- ^/m C^CHiM Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE Carmen 1 CRÓNICA DEL CENTENARIO DE 6 0 N 6 0 R A (1627-1927) Ideas y proyectos. Mes de abril de 1926. Una im- provisada y amis'tosa tertulia po- ne sobre la mesa de un café el te- ma del Centenario de Oóngora. Hay que hacer algo. Y tenemos que hacerlo nosotros. Si espera- mos-que lo hagan las corporacio- nes oficiales pasaremos por el bochorno de que España celebre el Centenario de su más grande poeta entre una absoluta indife- rencia, con cualquier actillo exte- rior y falso, algún certamen noveles- co y media docena de artfculosxle en- ciclopedia, conten- tos de haber mata- do él tema nuestro de cada día o se- mana de colabora- ción. Actlllos, cer- íamenillos, ensa- YÍllos, trabados de cortapisas y reser- Sil) tenor i los líos qoe la arnen, deseeviielti, rtsyelta y espadóla, agai teoéís a Lola m dirá lo m déte callar Carmen. No estalla Diea—señores, no se alarmen— uaa n u c M a — l i Inoceiite—sola. vas miserables, cuando no de hi- pócritas agravios para la más pu- ra de nuestras glorias poéticas. y aquella misma tarde, apro- vechando ideas de unos y de o- tros, quedaron trazadas las líneas esenciales del proyecto y acorda- da una próxima reunión general de todos los amigos de la poesía, unidos por lazos de mutuo trato y de idealidad espiritual. Aquella tarde estábamos reunidos Pedro Salinas, Melchor F. Almagro, Ra- fael Alberti, alguno más que no recuerdo y Gerar- do Diego. A la primera Asamblea gongo- rina concurrieron, con los citados, Antonio Maricha- lar,' Federico Gar- cía Lo rea, José Bergamfn, More- no Villa, José Ma- ría Hinojosa, Gus- tavo Duran,. Dá-

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Creada y dirigida por Gerardo Diego en Sigüenza entre 1927 y 1928, lugar donde se imprimió, en el establecimiento de Rodrigo donde se hacía el semanario La Defensa que dirigía Eduardo Olmedillas y donde llegó a colaborar.

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'K'^r-!,-

^/m C^CHiM

Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE

Carmen

1

CRÓNICA DEL CENTENARIO DE 6 0 N 6 0 R A (1627-1927)

Ideas y proyectos.

Mes de abril de 1926. Una im­provisada y amis'tosa tertulia po­ne sobre la mesa de un café el te­ma del Centenario de Oóngora. Hay que hacer algo. Y tenemos que hacerlo nosotros. Si espera-mos-que lo hagan las corporacio­nes oficiales pasaremos por el bochorno de que España celebre el Centenario de su más grande poeta entre una absoluta indife­rencia, con cualquier actillo exte­rior y falso, algún certamen noveles­co y media docena de artfculosxle en­ciclopedia, conten­tos de haber mata­do él tema nuestro de cada día o se­mana de colabora­ción. Actlllos, cer-íamenillos, ensa-YÍllos, trabados de cortapisas y reser-

Sil) tenor i los líos qoe la arnen,

deseeviielti, rtsyelta y espadóla,

agai teoéís a L o l a

m dirá lo m déte callar C a r m e n .

No estalla Diea—señores, no se alarmen—

uaa n u c M a — l i Inoceiite—sola.

vas miserables, cuando no de hi­pócritas agravios para la más pu­ra de nuestras glorias poéticas.

y aquella misma tarde, apro­vechando ideas de unos y de o-tros, quedaron trazadas las líneas esenciales del proyecto y acorda­da una próxima reunión general de todos los amigos de la poesía, unidos por lazos de mutuo trato y de idealidad espiritual. Aquella tarde estábamos reunidos Pedro Salinas, Melchor F. Almagro, Ra­fael Alberti, alguno más que no

recuerdo y Gerar­do Diego.

A la primera Asamblea gongo-rina concurrieron, con los citados, Antonio Maricha-lar,' Federico Gar­cía Lo rea, José Bergamfn, More­no Villa, José Ma­ría Hinojosa, Gus­tavo Duran,. Dá-

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maso Alonso (entre los que re-cuerdo) y se adhirieron otros ami­gos que no podían acudir. Se dis­tribuyó el trabajo de los 12 cua­dernos o libros, y en ésta y en su­cesivas reuniones quedó ultimado el plan. Gerardo Diego "presentó el siguiente proyecto de ediciones:

POESÍAS DE GÓNGORA

í.—Soledades.—Edición, prólogo y ver­sión en prosa de Dámaso Alonso

2.—Romances.—Edición y prólog'o de Jo­sé María de Cossío.

3.—Sonetos.—Edición y prólogo de Pe­dro Salinas.

4.—Octavas.—Edición y prólogo de Jor­ge Guillen,

5.—Letrillas.—Edición y prólogo de Al­fonso Reyes.

6.—Canciones, Décimas, Tercetos.—Edi~ ción y prólogo de Miguel Artigas

HOMENAJE A GÓNGORA

7.—Antología en honor de Góngora des­de Lope de Vega a Rubén Darío. Selección y prólogo de Gerardo Diego.

8.—Poesías de poetas contemporáneos a Góngora. Animador y colector: Rafael Alberti.

9.—Prosas de contemporáneos sobre Góngora. Colector: A. Maricha-lar.

10.—Álbum de dibujos (contemporáneos) Colector: Moreno Villa.

11.—Álbum musical.—Colector Ernesto Halfftter.

12.—Relación del Centenario.—Por varios

Esta Relación, un poco en el estilo de las del siglo XVII, reco­gería sucesos, anécdotas, epísto­las (como la de Q. Diego a R. Al­berti que se publicó en Verso y Prosa eutrapelias, y ha quedado reducida, como veis, a esta míse­ra Lola.

Porque además proyectába­mos otra clase de homenajes y fies tas en honor de don Luis. El auto

de fe en desagravio de tres siglos de necedades (y los que vendrán). La representación de alguna co­media de Góngora. El concierto de música antigua y moderna so­bre Góngora. Una verbena anda­luza decorada por nuestros artis­tas. Y la exposición de los dibujos y grabados. Y conferencias. Y lec­turas. Y toda clase de manifesta­ciones juveniles en serio y en bro­ma, según conviniese a la oportu­nidad del momento.

Tan primoroso programa tro­pezó desde entonces con acumu­lados obstáculos. Pobreza pecu-naria, incapacidad organizadora de ios artistas, invencible pereza española, el disolvente del verano inmediato. Sin embargo, alguna de estas fiestas, el concierto por ejemplo, aun puede y debe tener realización, aunque sea fuera del año del Centenario.

Las ediciones

Se han publicado hasta ahora: las Soledades, los Romances y la Antología poética en honor de Góngora. Los 4 tomos restantes de poesías de Góngora estarán impresos-dado el escrúpulo Y el pudor de Guillen y Salinas, de Re­yes y Artigas - para el IV Centena­rio de don Luis, en el año 2027. Me consta, no obstante, que Sa­linas tiene ultimados sus Sonetos - sa lvo unas cuitas de fechas-hace ya meses. Que Reyes ha en­tregado la mayor parte de las Le trillas que han padecido sus an­danzas diplomáticas por dos con­tinentes y otros tantos hemisferios, y que Guillen y Artigas han traba­jado buena parte de su labor. ¡Ani­mo, queridos cofradcsl

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Justo es confesar aquí que la Revisfa de Occidente por boca de su director, José Ortega y Gasset, se puso desde el primer instante a disposición de los organizado^ res para editar y administrar todos los tomos proyeclados. Las Solé' dades por D. Alonso han obte­nido un unánime éxito de cultos entusiasmos y disfrazados ladri-dos. Este solo libro bien merecía la pena de organizar un Centena­rio. Los Romances, primorosa­mente trabajados por Cossío, han sufrido una sensible epidemia de erratas, que ha contagiado asimis­mo la Antología de Q. Diego. Es de esperar que esto ya no ocurra en los volúmenes restantes, alec­cionados por esta experiencia, y que la Revista de Occidente im­prima al final de la serie una co­rrigenda para que las ediciones, ya que no ostenten el esplendor tipográfico soñado, sean al menos

EL ES

Y

su

LETRILLA

3 P E C T O R A D O R

LA S A L I V A

...los poetas que salivan poemilla

("El Espect.")

. . .un n iundo a la deriva empujado po r pá ja ros que

[can tan sin sal iva sin sal iva y po r spor t

(De "el Muñoz Seca de la poesía" según "Azorín").

Útiles y ofrezcan al trabajador o a simple gustador toda clase de ga­rantías.

Invitaciones al homenaje.

En aquellas tertulias primave-rales de víspera se discutieron sa­brosamente los nombres invitables al homenaje. Se convino en l imi­tarse a artistas españoles y - c s -piritualmentc-jóvenes. Un erudi­to ejemplar - Miguel Artigas - y un mexicano, cordialmcnte español -Alfonso Reyes-no debían quedar excluidos; y tuvimos la satisfac­ción de que acudieran con presta gentileza a nuestro llamamiento. La lista fué acordada por mayoría de opiniones, aunque luego, el se­cretario la amplió a algunos nom­bres más. He aquí los datos que Albcrti me comunica:

Poetas.

Contribuyeron los siguientes: Albcrti, Alcixandre, Altolaguirre, Adriano del Valle, Cernuda, Bucn-día. Frutos, Diego, Lorca, Guillen, Bcrgamín (?), Garfias, Romero Murube, Moreno Villa, Larrea, Hi -nojosa, Prados y Quiroga. (Si se me olvida alguno, estará en el n," de Litoral, 5, 6 y 7).

Poetas que prometieron y no enviaron versos: Antonio Macha­do, Salinas y Dámaso Alonso. Hubo algunos espontáneos—lo fué alguno de la primera lista —no ad­mitidos por considerarse sus ver­sos impropios del caso.

Se negaron a pariicipar en el homenaje:

Juan Ramón Jiménez, D. Miguel de Unamuno y D. Ramón del Va-lle-lnclán. Esquela, carta y tarjeta, respectivamente. Pero de esto ha-

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blarcmos luego. No contestaronsiquiera a nues­

tra invitación: Manuel Machado, Ramón de Basterra.

Prosistas.

Un fracaso completo. Algunos publicaron sus artículos en La Ga­cela Literaria, Verso y Prosa, etc. Pero nuestro secretario recibió únicamente originales de Cossío (J. M.) Y Arconada. Prometieron y no cumplieron: Miró, Marichalar, Espina, larnés, Ramón G. de la S., Almagro, Giménez Caballero, Alfonso Reyes y algún otro.

No contestaron siquiera: Pérez de Ayala, Ortega y Gassct, Vela y Ors.

La invitación.

Cop io -«Madr id 27 de Enero de 1927. Sr. Dn.

Muy Sr. nuestro: próxima la fecha—23 de Mayo del año actual —del tercer centenario de la muer-te de Góngora, nos hemos reuni­do para organizar un homenaje en honor del gran poeta. Además de editar su obra lírica, se publicarán varios volúmenes, uno de prosa, otro de poesía y otros de música y artes plásticas, con trabajos iné­ditos dedicados a Góngora. Nos dirigimos a Vd. para que, si el ho­menaje le parec3 simpático, nos honre con su colaboración, en-viándonos algo de lo que más es­time.

La Editorial de la «Revista de Occidente» se ha comprometido a publicar los tomos de este home­naje.

Con objeto de prepararlo todo puntualmente, la premura del tiem­po nos exige poner como límite a la entrega de los trabajos el 1." de

Marzo. Esperamos también su conformidad, a ser posible en el plazo de diez días, para poder dar su nombre en la lista de colabora­dores y hacer la distribución del tomo. Si su aportación es poética, musical o plástica, no hace falta que aluda a temas gongorinos.

Sus affmos. Jorge Guillen; Pedro Salinas;

Dámaso Alonso; Gerardo Diego; Federico García Larca; Qafaei Alberíi.

P. S.—Su trabajo puede en­viarlo a nombre de Rafael Alberti, Lagasca 101•.

Artistas plásticos.

Se recibieron trabajos de Pica­sso, Juan Gris, Togores, Dalí, Pa-Icncia, Borcs, Moreno Villa, Co ­ssío, Peinado, Ucclai, Penosa, V i -ñes. Angeles Ortiz, Manolo, G. Prieto.

Dice el espectorador

que carraspeos y flemas

pueden dar a los poemas

el líquido fijador.

Frase egregia: sí, señor.

Todo el que versos escriba

¿con qué los hará mejor?

con sálica

ya lo sabéis, oh poetas.

Cuidad, no os quedéis pobres.

No la malgastéis en sobres.

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Estos dibujos Y rcproducciO' ncs se publican juntamente con el homenaje poético y un fragmento de la música de Falla (autógrafo) en el número 4, 5,6 de ¿//ora/(Im­prenta Sur-San Lorenzo, 12, Má" laga) muy bellamente impresos.

Músicos.

Han concluido sus homenajes: Manuel de Falla: 'Soneto a Cór­doba' para canto y arpa. Osear Espía: Epitalamio de las Soleda­des para canto y piano. Ernesto Halfftter, su hermano Rodolfo, Adolfo Salazar y algunos otros creo que trabajan o han terminado ya sus obras.Se proyecta un álbum en que se edite todo el homenaje musical, con autorización de los respectivos editores de cada au­tor. Músicos extranjeros como Ravel y Prokoficff proyectaban su­marse a este homenaje.

ni en sellos, ni en malas tretas.

Los versos de las cuartetas,

los de la décima esquiva,

¿con qué "pegarán'" mejor?

con saliva.

y a la morosa novela,

y al cinemático drama,

y a la conferencia en rama,

y al ensayo de canela,

Digaisme: Morente o Vela,

Ors u Ortega ¿qué expansiva

secreción les va mejor

que la saliva?

La conversión de Falla.

Federico O.^ Lorca nos ha contado la conversión de Falla al gongorismo. A nuestras invitacio­nes había sucedido un silencio an­gustioso. Falla no era amigo de Góngora; inflin'do sin duda por el concepto corr iente-tan in jus to-sobre don Luis, le juzgaba proba­blemente seco, Y poco espiritual. Lorca no perdía sin embargo la esperanza. Un día consiguió que el maestro leyera unas cartas de Góngora en la edición de Foulché Dclbosc. Al día siguiente, encon­tró a Falla enfrascado en Góngo­ra. - «Magnífico, magnífico. ¡Que hombre! ¡Qué grandeza de espíri­tu! ¡Qué artista! Y mire usted: igual que con nuestros artistas. Las mis­mas incomprcsiones para la pure­za, para la firmeza de su arte». Ya sólo faltaba la elección de texto. El «Soneto a Córdoba» escrito desde Granada. Falla ha fechado su música también desde Granada. Los versos de Góngora se canta­rán gloriosamente en lodo el mun­do-«Porque Córdoba-d ice Fa­l l a -es romana, romana, como la veía don Luis, y no árabe. No hay en su soneto una alusión que no sea romana, crisliana».

fiace unos días cenábamos con Falla un grupo de amigos suyos y de Góngora. El maestro feUcitó efusivamente a Dámaso Alonso por su prólogo y versión de las Soledades - «Claro. Si es Andalu­cía, si es España todo el paisaje de las Soledades. Si no fuese por aquellas focas....«

Crónica de los sucesos.

(Esta crónica fué escrita para publicarse en «La Gaceta Litera-

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ria» por encargo de su director y de su secretario. Voy a transcribir­la exactamente-aunque a des-tiempo, pero esto ya no es culpa mía - ta l como se improvisó, con poca gracia indudablemente y a to­da prisa, con objeto de alcanzar el número extraordinario de 1.° de lunio.

El auto de fe.

Era el número esencial de la conmemoración y desagravio gon-gorino. tal como se acordó en las reuniones organizadoras de Mayo del año pasado. Se celebró so­lemnemente el 23 cnire las dos lu­ces - oro y cera - del atardecer. La urbanización de la Plaza Mayor no la consintió ser el escenario adecuado. Alguien propuso la Pla­za de Toros, pero esto daba un carácter cerrado, íntimo, al auto que requería toda la libertad y ex­pansión. No daremos los detalles del solar-verdadera plaza tétri­ca -donde al fin tuvo lugar, para evitar responsabilidades al dueño. Los vecinos lejanos creyeron an­ticiparse en un mes justo las ho­gueras sanjuaiieras.

El Tribunal.

Lo constituían los tres mayores gongorinos: Dámaso Alonso, Ge­rardo Diego y Rafael Alberti. Dá­maso, secuestrado la víspera por siete alemanes en la sierra de Gua­darrama, no pudo comparecer y fue sustituido por el animoso su-pcrrealisía )osc María de Hinojo-sa. Negras hopalandas y severos hábitos cortados según los mo­delos de los cuadros de la épo­ca en el Prado. De subdiáconos y acólitos oficiaban José María de

Cossío, Buñuel, Pepe Bergamín, Chalas, con la voz más tostada que nunca, y otros varios jovcnci-tos cuyos nombres sentimos no recordar. Gervasio Manrique ac­tuó felicísimamentc de pregonero. Inútil decir que los oficiantes lle­vaban las insignias y hábitos de rigor. (Figurines de Salvador Dalí y Guillermo de Torre).

Estaba preparado el quemade­ro del modo más sobrio y eficaz. Un gran haz de leña (modelo Nu-ñez de Arce) y otro aparte para que no se contaminasen con las cenizas infamantes las de algunas víctimas a quienes se debía todo respeto. Se constituyó el tribunal. Gerardo Diego acentuaba su fana­tismo y se consumía en oscilantes ardores. Alberti concentraba el verdor de su rostro y su sonrisa se le torcía en un matiz sarcástjco. Cossío, siempre optimista, actua­ba de abogado defensor. Pero el

Viva la filosofía

de moda a lo Jorge Simmel.

Viva el folletón con rimmel

y la glosa con su tía.

Poetas, escupid poesía,

y que nadie os prohiba

untar bien el borrador

con saliva.

C H I C L E T .

(Rigorosamente prohibida la reproducción).

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fiscal sevcrísimo Bergamín, con la cara más larga aún que de costum-tumbrc, condenaba a todos los procesados sin apelación.

La quema.

Primero ardieron fesíivalmentc los tres monigotes de trapo (mo» dclos de Moreno Villa) represen» tativos de los tres enemigos de Góngora: El erudito topo, el ca ' tcdrático marmota y el académico crustáceo. Los grotescos muñecos con los atributos profesionales ar­dieron entre la mayor algarabía. Después se incendiaron los ejem­plares, la mayoría auténticos, y los que no se encontraron, en efigie de papel, de los siguientes libros:

HOGUERA A: Justa poética de San Isi­dro, de Lope de Vega.

La culta Latiniparla, de Quevedo. Un tomo de Las ¡deas Estéticas de

Menéndez Pelayo. HOGUERA B: La Poética, de Luzán. La derrota de los pedantes, de Moratín El arte de hablar en prosa y verso, de

Hermosilla. La Poética, de Campoaraor. Zumalacarregui, de Galdós. Obras completas, de Rodríg^iez Ma­

rín, representadas por la bonita novela histórica Pedro de Espinosa.

El conde de Villamediana, de Cotarelo Historia de la Literatura y La verdade­

ra poesía Javiera, de Cejador. Literatura Española, de Hurtado y Fa­

lencia (coincidieron varios ejemplares. Eadem, de Fitsmaurice-Kelly. Los libros g-ong-oristas de Thomas,

salvadas algunas péginas. Todos los libros de texto, representa­

dos por los de Méndez Bejarano, Rufi­no Blanco, otra vez Hurtado y Falencia, Felipe Sassone, José Ciurana, etc.

Poussin y el Qreco, de Ors.

Tigre Juan, de Pérez de Ayala (por lo d e la viuda).

Todos los Boletines de todas las aca­demias, gramáticas y diccionarios.

Opera Omnia, rociada con zotal, de Valle-Inclán.

Todos los Lunes del Imparcial, incluso los de Bergamín.

Teoría de Andalucía, de Ortega y Gas-set. Etcétera.

Se quemaron también libros in­minentes, aún no aparecidos, en simbólico anticipo. Por ejemplo:

El vocabnlario de Góngora, del aca­démico D. José Alemanyy Bolufer (padre) premiado por la Real Academia Española

Góngora en la mano, .(edición Nova Novorum, de García Morente.

y finalmente el número de homenaje de La Gaceta Literaria.

Una excomunión.

El tribunal del Santo Oficio acordó excomulgar de la capilla gongorina al elapso Jorge Guillen por no haberse presentado, como era su obligación, al auto de fe. En descargo suyo, se leyó un te­legrama de adhesión combustible desde Vailadolid que terminaba con un "Viva la novia". Pero el tribunal desestimó esta atenuante. (TV. de la Q.). A última hora se ru­morea que Guillen será admitido nuevamente al Góngora P. C. des­pués de una cuaresma de peniten­cia y se volverá a alinear en su puesto de interior izquierda).

Adhesiones y sucursales.

Se leyeron adhesiones, y se a-provecharon colaboraciones com­bustibles e instrumentales (fuelles, cerillas, grasas), que se recibieron de Sevilla (Mediodía), Málaga (Li' lora I), Murcia {Verso y Prosa), Huciva (Aleluyas), Vailadolid, Si -güenza, Barcelona, Figueras, G i -jón, París y Vallecas. 'Se distin­guieron por su ardor y entusiasmo

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las de Juan Guerrero en Murcia, que estableció su hoguera sucuP' sal, y la de Basilio y Piñer en Gi -jón que añadieron también el nú ' mero de los

Juegos de agua

De este festejo, muy Felipe IV, se encargaron ios más arriesga­dos y tiernos gongorinos. Y en la noche memorable fueron decora" das las paredes de la R. A. E. con una armoniosa guirnalda de efíme­ros surtidores amarillos. El caudal sobrante se distri­buyó entre algu­nos monumentos públicos.

ior augurio. Felicidades a todos.

Al día siguiente.

Conmemoración religiosa

Se celebró una solemne misa de réquiem en sufragio del alma de don Luis. Tuvo lugar en las Sa-lesas, con la asistencia ún ica-a pesar de los anuncios de prensa -de los doce organizadores que recibieron mutuamente los pésa­mes reglamentarios.

Obsequios

Los jóvenes in­quisidores, maes­tros y acólitos, ob­sequiaron con de­licados presentes a algunos repre­sentativos enemi­gos de Góngora. Fueron e l e g i d o s tres: un marqués, un erudito y un chantagista. L o s nombres nos pa­rece ocioso repro­ducirlos. Los ob­sequios, envueltos en versos y ofren­das gongor inas , eran comestibles, fumigabics y, al­guno de ellos, el de los cuatro fe­rruginosos cotur­nos, curvados en arco de herradura, útilísima y del me-

Ha dicho Francisco Ayala en "La Gaceta Literaria "(n° del "me­ridiano") comentando unas pala­bras—correctas, bondadosas—de Jarnés en sus Ejercicios sobre los poetas que vuelven a la estrofa (?) después de haber ensayado versos nuevos hacia el futuro, que no ha­ce falta citar sus nombres. Porque ya se sabe que los que hacen eso son "fáciles a la incitación de cual­quier vileza, lo mismo en el arte que en la vida". ¿De veras cree Ayala que no hace falta citar nom­bres cuando se dicen esas cosas? Sean sus palabras aludiendo al au­tor de Versos humanos, al que muy de cerca atañe por lo menos el pá­rrafo comentado de Jarnés. Sean para alguno de sus amigos, o de un modo vago y ciego para cuantos poetas no hayan cometido más de­lito que hacer estrofas (?) después de haberlas real o aparentemente repudiado, yo espero de Francisco Ayala una pronta, noble, cabal rec­tificación a sus injuriosos concep­tos. Le hago la merced de suponer­le en un estado de inconsciencia cuando escribió esas gravísimas y absurdas acusaciones. Por hoy na­da más. Francisco Ayala tiene la palabra.

G E R A R D O DIEGO.

Autenticidades

Hasta a q u í la Crónica de Jos su cesos, la terrible Crónica, no admi­tida por La Oace-ía Literaria que la había solicitado. ¿Razones? Citaré sólo hechos. Se dijo que estaba lle­na de falsedades. Pero esto no es cierto. Hay testi­gos. Hubo hogue­ra, hubo haz de leña, hubo papel quemado. Se tos­taron libros autén­ticos y otros en efigie. Aparte de otros testigos que podrían ser recu­sables por su a-centuado gongo-rismo, puede pre­guntársele a un ca­marero del resto­rán "Achur i " .

6. D. (Continúala)

r\r. DE Roomeo -aiaüENSA.

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:¿p.f^Z CALchd]

Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE

Carmen

C R Ó N I C A DEL C E N T E N A R I O DE e O N G O R A (1627-1927)

(Conclusión)

Castor Jaurcguibeitia Ibarra (an­tes «Cochento de Bilbao») es el dueño de dicho restorán, cuyo ca­marero acertó a presenciar la com­bustión. De la autenticidad de la misa responden los sacerdotes, sacristán y monaguillos oficiantes. De la de los obsequios los propios interesados, si no>es que prefieren callar. Pregúntese entonces a la servidumbre del Hotel Majestic, que ayudó a confeccionarios.

Más hechos. En el citado n.", o por lo menos en alguno de los in­mediatos de «La Gaceta Literaria-que no admitió la Crónica, se amunciaban libros trabajados por Hurtado y Palencie, autores de un famoso texto de Literatura del que coincidieron varios ejemplares en la hoguera. Igualmente, alguno de los autores chamuscados. Griega y Gasset, por ejemplo, pertenece al número sagrado de los tabús de

La Oaceía y su director, en com­pañía de Baroja, Urgoiti, Calpc y algún otro. Son intangibles. Y en todo caso, si La Oacefa no se quería hacer responsable de una peligrosísima crónica anónima, ¿por que no propuso a los que se la enviaron que la firmaran, parti­cular o colectivamente? Una sim­ple palabra, el comité o los inqui' sidores hubiera bastado para acla­rar los hechos, a condición de que en otro lugar del n.° se hubiese in­dicado qué personas lo formaban y qué actos eran los que ellos ha­bían organizado, independiente­mente del homenaje del i)criódico. Simplemente, la inserción de la carta-invitación, encabezando las respuestas de que enseguida ha­blaremos.

Del artículo de Dámaso Alonso se suprimió un párrafo en el que achacaba gran parte de la dificul­tad del texto]¡de Góngora a lo in­correcto y descuidado de las edi-

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ciones, copiadas unas de otras sin la menor atención a la puntuación y a las viciosísimas erratas que se van multiplicando hasta llegar al bochorno de la peor de todas, la de la editorial "Prometeo" , pergeña-da para aprovechar la oportunidad del Centenario. Ahora bien, en ese n." se anunciaba visiblemente la nefanda edición "Prometeo" , y fué suprimido el párrafo sin pre­vio aviso.

Tarjeta, carta, esquela

y otras cosas

Otro hecho es que el n.° se abría con unas cartas de Unamu-no, Valle-Inclán, Reyes, etc. con opiniones sobre Góngora. Pues bien: esas cartas, publ icadas-al­guna de ellas parcialmente-sin destinatario, eran contestación a la invitación al homenaje firmada por nosot ros-un «nosotros» en el que para nada figura «La Gaceta Literaria* - y que he transcrito más arriba. De esa manera cualquier lector que no estuviera en antece­dentes, pensaba con razón que eran dirigidas a «La Gaceta» como organizadora del homenaje.

Compárese ahora el tono de la respuesta de Valle-lnclán en su tarjeta con el tono de nuestra sú­plica. Agregúese a ello que eran entonces recientes unas declara­ciones del propio escritor a un diario americano, con conceptos injustos y ofensivos para la digni­dad e independencia espiritual de la juventud literaria española, que allí, sin derecho alguno a ello, se suponía cercenada y menoscaba­da por sumisiones que no existen.

Porque cada uno de nosotros pen­samos Y escribimos sin importar­nos un rábano cuanto-en orden a un posible magisterio ideológico o estético-piensan y escriben Unamuno, Ortega y Qasset, Jimé­nez y el propio magnífico Valle-Inclán, aunque guardemos para ellos la consideración debida a sus innegables méritos. Y se compren­derá que me creyera en la obliga­ción de añadir un brusco colofón a mi artículo Balance del gongo-rismo.

Ahora bien, este colofón - agra­vado aún, por no comentar «La Gaceta» como prometió las decla­raciones de Valle-lnclán - y la bro­ma un tanto pesada que le gasta­mos a Lorca en el mismo n.° con­trahaciéndole un Romance apócrí' fo en castigo de no presentarse a los actos de Madrid, ni enviar si­quiera adhesión, resultaban deto­nantes e injustas en un n.* de ho­menaje a Góngora, acomodaticio, pancista y de una seriedad impro­pia del aire juvenil que debía tener siempre «La Gaceta Literaria», y más tratándose de honrar a un j o ­ven auténtico de 366 años, a un bisiesto de la poesía.

La carta de D. Miguel de Una­muno fué publicada parcialmente. De este asunto me es imposible hablar por razones fáciles de com­prender. Sólo he de decir que D. Miguel se excusó con nosotros de una manera digna y cortés, ab­solutamente respetable.

Juan Ramón Jiménez contestó a nuestro requerimiento con una esquela que no se recibió postal-mente, y que ha hecho pública ahora en el n.° 1 de su «Diario Poético (Obra en Marcha)» así:

Dice

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Esquela contra

• Madrid, 17 fcb. 1927.

Sr. D. Rafael Alberti

Madrid

Mi querido Alberti: Bergamfn me habló'ayer de lo

de Góngora. El carácter y la ex ' tensión quc¡ Gerardo Diego pre­tende dar a este asunto de la RE­VISTA DE DESORIENTE, me quitan las ganas de entrar en el. Góngora pide director más apre­tado y severo, sin claudicaciones ni gratuitas ideas fijas provincia­n a s - q u e creen ser aún ¡las po­bres! gallardías universales - . Us­t e d - y Bergamín-me entienden, sin duda.

Suyo siempre

K, Q, X..

SERRANILLA DE LA

JINOJEPA

Musa tan fachosa

non vi en la Poesía,

como la Hinojosa

de José María.

Faciendo la vía

desde el surrealismo

a California

—y lo cuenta él mismo-

Bueno: K, Q, X. es el mismí­simo Juan Ramón Jiménez según él mismo confiesa, aunque la gra­vedad de las acusaciones que en esa esquela se leen no parece lo más congruente con esa bromita de firmar en cifra. Pero en fin, le seguiremos el humor, y buscando una interpretación razonable y conciliadora le llamaremos por .ahora Kuan Qamón Ximcnez, que es francamente precioso. Kuan Qamón Ximénez: preciosísimo. (Quemamos en holocausto a don Luis un ejemplarito de esc «Diario Poético» donde se le pospone a cierto «orgulloso poeta descon­tento*; busquen sus leves cenizas la compañía aérea que más les agrade. Lo que siento es que se queme también la «bella queja de amor lanzada en Cartagena* al dorso del distingo a Góngora). Y, naturalmente, le contes ta remos por la misma vía Alberti, y en se­rio, con una

Esquela pro

Madrid - 3 - Diciembre - 1927.

Querido amigo Rafael:

Leo hoy la Esquela contra que me propina K, Q, X. por tu con­ducto. Me interesa rectificar dos errores históricos que advierto en su texto. Sobre todo para que conste en la Crónica del Cenle-nario. El carácter y la extensión del homenaje a don Luis, ha sido como todo el mundo s a b e - y K, Q, X. por lo visto ignoraba -acordado entre unos cuantos ami­gos: los seis firmantes de la invi­tación Y varios más, según consta en mi verídica Crónica. La «Re-

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vista de Occidente» ha sido sim^ plementc editora, y el asunto Gón-gora, por consiguiente, no tiene más relación con ella que la de agradecimiento por liaberse ofre­cido amablemente a editar cuanto le entregáramos, dejándonos en la más plena libertad. Por lo tanto, la condenación que sobre mí pesa en esa leve esquela, repartírosla a cargas iguales, tú, Salinas, Lorca, Bergamín, Dámaso, etc. Yo no he hecho otra cosa - todos lo sabéis - q u e animaros a trabajar, y so­meter a vuestra aprobación un plan general de ediciones. Si esto merece la condena de K, Q, X. la acepto gustoso, sabiendo que en ella me acompañáis todos vos­otros, igualmente pecadores. Por lo demás-ya tú y Bergamín me entendéis, sin duda - hemos ya co­mentado suficientemente esta la­mentable actitud de K, Q, X. Tu buen amigo

Gerardo.

y nada más, porque la opinión de K, Q, X. sobre mis ideas poé­ticas y misclaudicaciones—supon­go que estéticas o literarias, por­que morales, gracias a Dios, no me acusa mi conciencia de ningu­na—la respeto, como respetará él la mía sobre las suyas, que por ahora es francamente admirativa Y cordial.

La Misa y otros excesos

Volviendo a Qecé, además de las omisiones notadas, cometió repetidas veces comisiones in ­exactas, como decir en El Sol qu?* los gongorinos no habíamos he­cho en honor de don Luis más que una misa, para deducir de este ac­to conclusiones políticas y litera­

rias inadmisibles. V en una apócri­fa «Visita' del propio Oecéa Gedé le inventaba toda una teoría del fascismo literario a la que el pobre Oedé es tan inocente como Done' iedegé. Estos artículos tuvieron su resonancia, y motivaron censuras, más o menos deslenguadas, como un artículo Los Innovadores de E. Lópcz-Parra, que aparentaba tomar en serio la susodicha 'V is i ­ta* y deducía ridiculas consecuen­cias. A esc artículo pensé contes­tar y hasta escribí una carta abier­ta que luego me dio pereza enviar a ninguna parte. Í̂ á trascribo ahora.

El señorito 6óngora o una

víctima del fascismo

Amigo López Parra: Su artícu­lo Los Innovadores en El Liberal del 2 de agosto me obliga a escri-

por tierra fangosa

perdió la sandía

aqueste Hinojosa

de José María.

Cerca del Moncayo

—forzoso es decillo-

topó a su tocayo

Pepe el Tempranillo.

y dice la glosa

que no le creía

el otro Hinojosa

dejóse María

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birle esta carta abierta para aclarar las cosas. La Visita Literaria a que usted alude es, en cuanto tai visita, perfectamente fantástica. G. C. ha urdido con su habitual gracejo un pintoresco artículo, in ' debidamente elogioso para mí, que no merezco tal distinción. Pero ¡ay! yo no podía libertarme de su

. sistemática táctica periodística de curioso impertinente—eso sí que es fascismo: eso y el de Sánchez Mazas, amigo L. P . - a u n con la mejor intención para mí, no lo du­de usted. Ahora que yo no soy responsable de esos monosílabos con que me hace responder a su ventriloquia. Si yo lo hubiera pre­visto... pero él me anunció una visita; y yo la estaba esperando con intención de disuadirle de to­da publicidad, cuando me encuen­tro con la flamante invención con­sumada.

Conste, pues, que yo no soy

En un reservado

con varios pintores,

con Joaquín Peinado,

con Francisco Bores

y Apeles Penosa,

retratos pedía

el buen Hinojosa

de José María.

En la catoblepa

se encontró a Picasso

y dijole: —Paso.

Europa es ya Eurepa.

fascista, ni en política ni en arle ni en nada. Que soy igualmente ajeno a todo maurismo y a toda revolución, desde arriba y desde abajo. Que «la pirueta en el orden» no ha sido nunca mi lema, sino todo lo contrario, sabiendo enten­derlo en cierto sentido: «el orden en la pirueta*.

Creo también que es usted in­justo con nuestros jóvenes escri­tores. Algunos—no lo pudimos evitar—somos de provincias. Re­conozco que esto es una pena. Enhorabuena por su Lavapiés o su Chamberí (si es que usted, co­mo es de creer, es de por esos barrios). Pero ahí tiene usted, por ejemplo ai propio Q. G. en cuya prosa se respira—o se padece— el característico tonillo plebeyo de los madriles. Los hay ricos (o se-mi ricos) y los hay pobres; por mi desgracia, me encuentro en es­ta segunda categoría. Los hay ca­tólicos y los hay que no creen. Vea usted el caso que nos hacen, por ejemplo, en E¡ Debate o en El Siglo Futuro y se dará usted cuenta de lo poco católica que es, en conjunto, la joven literatura.

y sin embargo, hemos honrado la memoria de Oóngora con una misa, a la que hemos asistido ca­tólicos—yo, por ejemplo—y des­creídos. Misa a la que- no asistió ni una sola persona más que los organizadores. ¿No es profunda­mente liberal honrar así la memo­ria de un sacerdote católico como don Luis? ¿No sería a gusto suyo ese homenaje que su fe le garan­tiza vivo y eficaz? ¿Era posible otro, no al poeta, al hombre? Fio-res, peregrinaciones a la tumba, ofrendas, todo eso es más espec­tacular cuando no nace de un sen-

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timiento real e inmediato de duelo. Y—la verdad—ninguno de nos-otros ha podido derramar una lá-grima por Qóngora. Y además ¿por que había de ser menos Góngora que Cervantes, a quien la R. A. E. dedica una misa por año? Al menos, una por siglo pa-ra el pobre don Luis—cuyo cente-nario ha transcurrido entre la indi­ferencia académica—no nos pare-cía un despilfarro de sufragios. (Seguía aquí una enumeración de los otros actos y ediciones orga­nizados en honor del poeta.)

Conste para terminar que Qón­gora fué un señorito, un volunta­rio de la aristocracia, un provin­ciano, y—en el sentido en que us­ted lo emplea—seguramente tam­bién un estéril y un selecto intelec­tual, un elegante. Y que cada uno de los jóvenes poetas y escritores de España, aun de los más amigos de Góngora, tienen su modo de pensar y no coinciden más que en cierto programa mínimo, más que nada de escrúpulos morales y de exclusiones literarias. Mis opinio­nes, por ejemplo, no las comparte totalmente nadie, y me paso la vi­da riñendo teóricamente con mis mejores amigos.

Suyo afectísimo G. p.

Presto final

Imposible recoger en esta Cró­nica todos los actos, sucesos y letra impresa dei Centenario de Góngora. He hablado solamente del nuestro. En general, ha resul­tado todo lo pobre y lo inadverti­do que para vergüenza de España, era de esperar. Los hispanistas extranjeros—como siempre—han hecho más que nosotros. Quedan

como desagravios humildes, pero leales, nuestros actos y libros, los muy simpáticos de Córdoba y Se­villa. Los números de Verso y Pro sa (Junio-Merccd-22-Murcia) y Li-íoral. Algunas conferencias y artí­culos sueltos, entre otros - no mu­chos, pero demasiados-ignoran­tes, pedantes, y hasta malolientes. El Centenario ha sido un reactivo magnífico y cada cual se ha mani­festado como lo que es: a la orilla de allá, a la de acá o haciendo equilibrios. No era hora de distin­gos o reservas, sino de entregarse noble, generosamente a un bello entusiasmo, perfectamente com­patible con las sombras que cada cual pueda advertir en la obra hu­mana, imperfecta, de Góngora. Y sin embargo, también se nos ha re prochado este entusiasmo, que era obligada purísima pasión de justi­cia postuma. Todo ha estado en su

y viva la Pepa.

Ya no liay mes poesía

que lajinojepa

de José María.

El Marqués di Alloiapirre.

NOTA.—El celebre Tempranilla se llamaba también José María Hinojosa.

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punto. La Real Academia Españo-la no organizó acto alguno en ho­nor de don Luis, porque el pre­miar el libro de Artigas fué una mera casualidad de que resultase el mejor biografiado, como pudo serlo Quevcdo, Salas Barbadillo o Alonso de Cartagena. Además, un académico, el señor Alemany -Azorfn también se declaró enemi­go de Góngora - atemorizó a sus compañeros, indignándose ante la idea de honrar a Góngora, «un poeta lascivo*. Y el bochorno de la actitud académica subió a su colmo al acoger en su' «Boletín-el ignorante y torpe artículo de Justo García Soriano. Justo Mere­cido el que le aguarda en el estric­to y documentado varapalo que en breve publicará el implacable Dá­maso Alonso.

En compensación de honores

oficiales se le han dedicado—a Góngora, claro—los Concursos Nacionales de Bellas Artes. Gra­cias a Sigüenza; no a la Sigücnza natal de Lola, sino al otro, al de los libros bienamados.

Bueno. Esta pequeña tabarra — ineludible, querida Lola—se a-caba, gracias a Dios. Y nuestro compromiso con don Luis en este año de los Luises (Bcethoven, Góngora, Fr. Luis, poetas jóve­nes, Y el Espíritu de San Luis vo­lando sobre las aguas) concluye también. Adiós: don Luis. Hasta el siglo que viene.

(Escena úllima. Ko.—Que ga­nas tenía de quedar libre de este gran pelma de don Luis. Alberti: —Hasta la coronilla, chico. ¡Qué lata!. - {Dámaso refunfuña).

6. D.

DECLINACIÓN

SINGULAR

A'oOT.—Chabás C7c/7.—Chalas Dat. —Mabús >lcí/s.—Chava Foc—Chaves Abl.—Chalas

DE CHABAS

PLURAL

A/b/77.—Aprile Oe/7.—Velaggio Z>a/.—Palazzeschi y4c£/s.—Bontempelli Koc—Pensilc i4Z>/.~Don Giovanni

KOTA. -E\ Singular está compuesto por erratas de im­prenta rigurosamente históricas. Para estudiar el Plural, de tan sorprendente irregularidad, se ha constituido una comisión de filólogos, formada por los señores Vighi, Veguc Qoldoni, Alberti, Sassone y Pittaluga.

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- r n i ' j¡

üóirtiínoij r5í .iíiobioO

D. ACRÓSTICO y D.» CHARADA

Don Acróstico y ' doña Charada pertenecen, según J. R. J. al nú­mero de los ogros pavorosos que amenazan adormilar—y tragar—a los jóvenes poetas. Y los jóvenes poetas agradecen el prudente con­sejo. Pero no lo pueden remediar. No los tienen miedo. Y juegan con ellos, con la mente y la ilusión—y la libertad—bien desdespiertas. No tienen nada que ver con la Poesía, naturalmente; por eso mismo son inofensivos y les divierten de cuan­do en cuando.

Don Acróstico sirve, por ejem­plo, para dar un

BIBA JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

por la inicial perpendicular de dos décimas en Cifra (cifra también de intenciones—libres, libérrimas en­tre sus dos esclavitudes limítro­fes—desnudamente poéticas, ele-vadamente espirituales, y ni mejor ni peor logradas que en otros ver­sos del poeta) que Gerardo Diego imprime, contra su costumbre, en mayúsculas iniciales en este núme­ro 2 de Carmen. A mí, amigo suyo de toda la vida, me ha comunica­do el secreto. Y yo se lo descubro al vitoreado y a los lectores de Lo­la, que, por esta y otras razones no se debe leer, queridos amigos, hasta después de concluir la atenta lectura de Carmen.

)fl ¡Ahí Yo he prometido, en cam-bji«i, al poeta de Cifra, hacerle una dcteá Críórada más o menos poéti-

10((|p»rá,4ÍÍ{i;o número de Z,o/fl. Y él me ha dicho que sorteará un pre­mio—baratito— entre los suscrito-

Ktj lhTip To" l TVíihrtí'Htt'^ii-V*«-ii->7A'NAS

iloqcíisiln

'iBibnifí eifl Cili

'j8 ,bBbhBÍ]jy'jrii aiii 1 obiiitil?.f¡0'j o;

.&8u!Blti<'l Y snoesfeg .ÍITJ^ Til ' . RODRIGO. SIQÚENZA.

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^ A A '?2L LALCfi^U

Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE

CarmeM

3-4

CARTA DE MARICHALAR

M a d r i d - l - l - 8 .

Querido Gerardo CMego:

Muchas gracias por su ejemplar de Carmen. Hasta hoy no he podido leerlo con sosiego. Está muy bien Carmen. No podía estar mal tepiendo un nombre así y buenos poemas en el texto. Tengo una duda, sin embargo; que no merezca usted una novia como esa; que no sepa usted llevarla. Por lo pronto, no quiere que se la con­funda con "Ca rmen" , y la carga usted de desplantes fuertes y le pone navaja en la liga; hoja traidora, entre pliegues envuelta y disi­mulada... Ella ^ " la inocente" -so la , hubiera estado mejor que en compañía de Lola. Y es preciso protestar, en su - maravilloso - nom­bre, porque la más perjudicada por esas bromas es Carmen pre­cisamente.

Dirá usted que no tiene la culpa; que encontró dos mujeres, y le resultaron distintas... Posible. Cada cual es como es, y sale como sale. Pero, en Fm, ya sabe a lo que se expone el que saca mujeres como Lola a la calle; a pagar los vidrios rotos tras de otros males.

No son bastante blancas las manos de Lola para que no moles­ten sus confíanzas. Por lo que a mí, personalmente, atañe, dos cosas hay. en ella.'que me cargan: aquello de "Prometieron y no cumplie­ron: Marichalar, (¿\c..." y la gratuita iniciativa fiscal que supone. No, amigo Gerardo: ofrecí, y cumplí. Recuerde usted bien los hechos. Lo que me encomendó la primera reunión gongorina no fué recolectar

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prosas (de eso se encargó a Almagro) sino misión más delicada y difícil, y que entonces parecía imposible: encontrar editor, y, mejor que ninguno, el de la Revista de Occideníe. A las pocas horas, mi gestión había encontrado, plenamente, la acogida que se anhelaba. (Esto lo reconoce Lola). Y conforme se ofreció, todo se ha ido ha» cicndo, aunque yo-que tengo "el triunfo harto modesto"-con el encargo conseguido, me retiré discretamente. Conste, pues, que Marichalar ha cumplido. Lo único que ha quedado sin cumplir es una deuda elemental de gratitud respecto al editor de la Revista de Occidente.

En cuanto al original ofrecido, no había porqué enviarlo, puesto que-a instancia mía, entre otras-se desistió de hacer tomo-home­naje. Pero conste, también, que "Quínolas y trocadas (Góngora y su golpe de dados") estaba en notas.

Y nada más. Póngame a los pies (q. b.) de Carmen (y de Lola) y al fiero inquisidor que. con una de cada brazo, desde ese Real Instituto, pretende edificarnos, recuérdole, para epígrafe de sus ful­minaciones, aquellas palabras de un libro de edificación en las que se recomienda: "Ponte primero a tí en paz, y después podrás apa­ciguar a los otros".,

No le pido a Lola la publicación de esta carta, pero la espero de la rectitud de usted y de su nobleza, que jamás ha tratado de em­boscarse detrás de un nombre de mujer.

Suyo afmo. amigo y compañero

Antonio Marichalar.

R E P L I C A

Querido amigo Marichalar: Ya lo creo que publica Lola su carta. Y con verdadero gusto, porque, amigo siempre de la verdad y de la justicia - aunque falible y pecador, lo confieso - me da ella pretexto para decir unas cuantas cosas en defensa-y ataque-de mis inten­ciones, al parecer no piadosamente interpretadas por todos. Usted, noble siempre, las justifica desde luego, y por ello y por sus cum­plidos a Carmen le quedo obligadísimo y acepto con humildad sus consejos y su suave reprimenda.

Efectivamente: recuerdo que fué usted encargado de buscar edi-. tor y que lo consiguió con toda felicidad. La deuda de gratitud de

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que usted habla ha quedado, a mi leal entender, saldada con la nof i ' cia escueta que apareció en Lola-1 reconociendo el ofrecimiento in^ condicional de la Revista de Occidente, y con la frase de gratitud de la Esquela a K, Q, X, escrita e! 3 de diciembre, pero que no le tocó aparecer hasta la segunda Lola. Sin embargo, reconozco que se me había olvidado un detalle impoftante. La única condición que la Revista de Occidente impuso fué la de una aproximada puntuali' dad en la entrega de los originales. Y salvo los tomos publicados, entregados antes de la fecha del Centenario, los demás comprome­tidos se han ido demorando-por causas razonables e involuntarias sin duda, porque no es posible dudar de su buena intención-hasta sabe Dios cuándo, haciendo con ello un flaco servicio a' Góngora y a los tomos publicados, que necesariamente han de resentirse de no haberse completado la serie en la sazón oportuna, lo que hubiera facilitado el mutuo auxilio y venta —y utilidad —de la colección. (Al­fonso Reyes me anunciaba en noviembre último el envío de su tomó que hasta la fecha—fines de febrero—no ha llegado a mis manos). Pero como todo había que decirlo, no tuve más remedio que decla­rar que dos de los tres tomos publicados no se habían editado con la descada limpieza y cuidado, seguramente tampoco por incuria — un libro viciado es siempre un descrédito editorial—sino por la aeü-muiación de diversas circunstancias, tan imprevistas como lamen­tables.

Celebro que estén hechas esas notas para las Quínolas y troca­das que Carmen desearía publicar. En efecto, fué Melchor F. Alma­gro el encargado de la recogida de prosas. Pero en carta que de el guardo se disculpó por sus quehaceres y propuso que se le relevara del compromiso. Dámaso, Albcrtí y yo pensamos en usted, y yo es­taba en la idea de que alguno de nosotros le había avisado para que se encargara usted de ello. No fué así por lo visto, y el tomo de prosas quedó en proyecto por la desorganización y el previo escep­ticismo de los que lo habían de trabajar. Aunque el caso de usted, que preparó su artículo, no es único. Sé lo mismo de Gabriel Miró. Nada, plues, de responsabilidades. Lo único que hay que lamentar es que no se reunieran esas soñadas prosas en un volumen de la colección.

Y varrtos con lo de la edificación y la gratuita iniciativa fiscal. To­dos'queríamos celebrar a Góngora, pero si alguno de nosotros no sc^hubiera propuesto llevarlo a cabo por encima de todo, es de su­poner que hubiera sucedido lo que con el tomo de prosas: el consa-

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bido "unos por otros". Del proyecto inicial formaba parte la Crónica o Relación anónima. Si yo no la hubiera escrito ¿la habría escrito alguno? Y era más necesaria esa Crónica para aclarar las confusiO' nes^ no todas de buena fe, que aparecieron en los periódicos. Yo no he pretendido edificar a nadie. Me considero falible y, en muchas cosas, culpable. No soy tan fiero inquisidor como me pintan. Usted sabe que nuestros autos y actos de inquisición, tan auténticos (usted presenció la hoguera) como ligeros y cutrapélicos, que algunos cen­sores han tomado tan ridiculamente por la tremenda, no fueron más que una inevitable expansión de un momento juvenil y primaveral. Tres días de asueto y de broma, bien ganados por algunos de nos-otros que previamente habíamos trabajado en serio varios meses en honor de Góngora. Buria, burlando, una manifestación—intrascen­dente—de independencia y de irrespetuosidad a cosas y personas, respetables sin duda, pero que dejaban de serlo por su conducta re­probable y torpe frente a Góngora.

Y no es que yo crea que el nombre de don Luis es sagrado c in­vulnerable. Ninguno humano lo es, ni siquiera el de Cervantes. Yo le propuse a Gecé un artículo en su periódico atacando duramente a Góngora, para lo que no me habrían faltado razones, mejores, claro está que las x\Q.c\as—nescio, is, iré—de García Soriano en el coránico boletín académico. Y el desconcierto de mucha gente me habría divertido mucho.

Y es que en España, querido Marichalar, no se comprende la broma o la sátira inocente, festiva, alegre, desinteresada; sino el ataque injusto, envidioso, sectario, amargado y barriendo para casa. Y usted conoce bien algún caso de falsa interpretación de algún su­puesto agraviado. A mí me venía dando vergüenza el espectáculo de la juventud española, de entre los 20 y los 35, adulando, lisonjean­do a los "maestros", posibles y, en algún caso, reales protc'ctores de los susodichos decrépitos jóvenes aprovechados. Este era un caso inédito en la vida literaria española. Esos mismos "maestros" son los que comenzaron su carrera negándoselo todo a sus mayo­res, con evidente injusticia e ignorancia de su obra. Pero nosotros— algunos de nosotros—hemos pecado de demasiada prudencia, cor­tesía y silencio, si en esto cabe pecar, que yo creo que sí. Porque de ese silencio noble y respetuoso se han valido otros deslenguados para la más servil de las adulaciones. Eso sí, pelean denodadamente contra el pobre Palacio Valdés o el difunto Qaldós. Que es como

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si Valle-lnclán hubiese iniciado su contumaz campaña maídicienk, denostando a Zorrilla y a Fernán Caballero para poner por las nu­bes a Núñez de Arce y a Echegaray.

Resumiendo: Yo no soy infalible ni trato de edificar a nadie, y rectificaré con mucho gusto siempre que me equivoque. Lola - que saldrá cuando le parezca, sin obligación ninguna - seguirá riéndose de todo lo risible y quitando solemnidad a toda la figurería literaria española, que tan a menudo desbarra en sus palabras y actitudes frente a la poesía. Toda la literatura junta—comprendidos también los poetas, claro - no es más (no somos más) que un atajo de vani­dades y miserias. Esta es la pura verdad tal como yo la siento. Por eso estimo un deber el que Lola siga con sus "gambetas, morisque­tas y cuchufletas':, de las que no querría ver libres ni a sus mejores amigos, ni a su propio pecador padrino, y amigo de usted cordia-lísimo

Gerardo Diego.

C A R T A DE A Z O R Í N

Sr. D. Gerardo Diego.

Mi distinguido amigo: todos los divertimientos que usted quiera; todas las gambetas, morisquetas y cuchufletas que a usted le plazcan. Pero juego limpio; la verdad por delante, Y la verdad es que yo ni en la Academia, ni en la calle, ni en mi casa, ni en la del vecino, ni despierto, ni durmiendo, me he declarado enemigo de Qóngora, a quien siempre he elogiado, he admirado, he leído y he releído con fervor y devoción.

Y nada más. Con toda cordialidad le saluda

Azorín. Madrid 9 febrero 1928.

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R E P L I C A

Y 3r- Azorín.

"¥A'I áhmirado amigó: Mucho me complace que siga usted siendo sfé'fñpre'ün buen amigo de Góngora. Yo por tal fe tenía. Pero unos irifofni^s, primero indirectos por dos conductos distintos, después dlfóbtós'de un digno miembro de la R. A. E. me habi'an asegurado qticükf(^'d se opusiera a que la Academia celebrara el Centenario. Sí fü¿ra't>reciso, diría el nombre del académico, y añadiría circuns' tártcías'y testigo, que oyó conmigo lo de la indignación del Sr. Alc-nldny Y otros detalles. Yo ya sé que no es discreto utilizar tales con-fídenci'ás,.pcro el pecado de indiscreción-tan frecuente en periódi' cóSi^uc' pasan por muy serios - me parecía perdonable en.la indis-creta ¿0/5, ansiosa de espiar las verdades sobre Góngora por los resquicios d'el velo sagrado que nos oculta los concilios inmortales. Disculpe usted, pues, el error -porque tratándose de personas ho­norables no es posible suponer otra cosa— y justifique mi juego lim­pio. Le felicita por su noble afición a don Luis, su cordial y respe­tuoso amigo

Q. D.

CARTA A FRANCISCO AYALA

! Muy bien, amigo Ayala, su noble rectificación en La Gacela Li' t&mrim áf^\ de febrero. Siempre le supuse incapaz de agraviar ih-jiffilgnreriteí.y-'he celebrado muy de veras que lo demuestre ahora cort su-conducta. Como esto era lo esencial, no contesto a ciertos detalles de su carta. La ironía es arma lícita y no seré yo quien le reproche su uso. Por lo demás, ahí están los textos: ej: de usted, el mío que lo motivó y el suyo de \.° de setiembre, por si algún curioso desocupado quiere confrontarlos y juzgar.

Su amigo G. D.

Page 23: Revista LOLA

ODA A

6e-ce-be-de-o y 6e-de-te-be-o

Las selvas conmoviera

Y a Arconada, James , Pérez Perrero,

si ya mi canto fuera

tal como yo le quiero,

cantándote, E. Giménez Caballero.

Y fueran tus patrañas.

por mi con voz eterna celebradas,

y las altas cucañas

por tus manos, alzadas

de un bárbaro furor, arrebatadas.

Y aquella nao dichosa

que rig-es, "La Gaceta Literata",

como dice graciosa

la criada turulata

de Villalón, el de la voz de plata,

y tú, alado mancebo,

secretario que acudes, corres, vuelas,

vanguardista sin cebo,

Guillaume de Tour, que anhelas

desenrollar tu film sin fin de estelas.

Ultraporvenirista,

zodiacal, novimorfo, fotogénico,

cuatridimensionista,

autóctono, roentgénico,

príncipe del esdrújulo archipénico.

No mffe larga ausencia,

no sufre, no, el amor que es verdadero.

Vuelve a hélice y a esencia.

Torna en vuelo ligero,

que te llama Giménez Caballero.

Page 24: Revista LOLA

Por los tendidos mares la "Gaceta" sin rumbo oa cortando, a Olariaga, a Millares, al Nuncio, a Isaac del Vando, y a la esposa,de Grau interviuvando.

Ya pasa de Baquero, ya Duela por Ortegra, atrás ya deja a Ramón el pombero; de Baroja se aleja y por llegar a Valle-Inclán se aqueja.

Esfuerza, viento, esfuerza. Hinche a Fernando Vela, embiste en popa. El viento haz, que no tuerza do Espasa casi topa con Calpe, editorial magfna de Europa.

Y tú, Gecé, seguro del reclamo gitano que te espera, con el ánimo puro ocupa la ribera; recibirás tu guarda verdadera.

Al infernal Espina que en ponzoña—qué horror—la pluma cuela a Ayala, el de la fína critica barberuela, y a cierto E. que Salazar Chapela.

Acude, vuela, corre. Traspasa el alta sierra, ocupa el llano, tras Guillermo de Torre. No des paz a la mano. Menea sin cesar el meridiano.

La cursiva de fray Luis de

León. El resto de fray Luis de

Pato.

^DiiHo.»i5iJciizr>

Page 25: Revista LOLA

A/^^l(J\UM¡

Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE

Carmen

CORONACIÓN DE DÁMASO ALONSO

Una alegre jira de siete amigos - "la brillante pléyade", que había de decir un periódico local - a la siempre despierta y admirable Se-villa, invitados amablemente por el Ateneo, había de rematarse con una conmovedora ceremonia que no se había repetido en la penín­sula desde los tiempos trovadorescos de Quintana y Zorrilla: la so­lemne, la triunfal coronación de Dámaso Alonso en la Venta de An­tequera. Lo/a se cree obligada a narrar rauda y verídicamente la efe­mérides.

La alegría comenzó con el viaje, que coincidió con la salida de la primera Lo/a. Con ella viajamos los siete "literatos madrileños de vanguardia" como nos llamó E/ SoL- Bergamín, Guillen, Cha-bás, Diego, Alonso, García Lorca y Alberfi. Invitados también, Ma-richalar, Fernández Almagro y Espina se excusaron en sendas car­tas de adhesión La conjunción de siete poetas-Bergamín ha depo­sitado ya su correspondiente nefanda décima (en tinta efímera) en el ¿/7o/a/gongorino, y sus "escarabajos sin trabajo" en el último libro -tenía que provocar cataclismos inesperados. Uno de ellos la deten" ción del tren expreso que nos robó el albcdrío de avanzar, cerca de la patria honesta de Guillermo de Torre. Otra, aún más grave, la confección de un soneto a diez manos en honor de Dámaso Alonso,

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héroe presunto de la expedición, con versos mutuamente descono­

cidos y luego yuxtapuestos. Soneto en que se leían disparates tan

perfectos como aquel de

Nunca junto se vio tanto pandero

menendezpidalino y acueducto

y en que salió este final, más redondo que muchos de antología,

Repite por favor tu pantomima

y el teatro estará de bote en bote.

En Sevilla, a la que nombramos por méritos propios, históricos

y vivos, capital de la poesía española, actuamos dos noches segui'

das ante un grupo de hispáiicos amigos que soportaron nuestros

alegatos - en prosa y en verso - con heroica entereza. Dámaso Alon­

so lució su perfecta vocalización y consonantización fonético-peda-

gógica en una conferencia suya y en otra de Bergamín que perdió

su voz en el bonito saludo de presentación. Tan brillante fue el éxi­

to de Dámaso que cuatro bellísimas muchachas no pudieron conte­

nerse y desfilaron ante su tribuna para felicitarle antes de concluir

su conferencia, aprovechando una pausa de sorbo de agua. (El con­

ferenciante correspondió con la más galante y comprensiva de sus

sonrisas). Juanito Chabás disecó a nuestros jóvenes prosistas en ar­

moniosos párrafos sostenidos en las ondas concéntricas de su voz

de embudo levantino. Gerardo Diego empalmó su "Defensa de la

Poesía" con un cínico reclamo de Carmen inminente. Lorca y Al -

berti, los dos primos -entre s í - d e la poesía andaluza representaron

un trozG de las Soledades, en el cual lució "e l bienaventurado A l -

berti a cualquier hora" una propísima voz ronca de náufrago en

tierra.

Por último, Jorge Guillen, Diego, Lorca y Alberti leyeron en com­

petencia versos suyos, después de otros ajenos de jóvenes presen­

tes y ausentes. Era verdaderamente admirable, inaudito, oir a Gui­

llen enjaretar impertérrito, persuasivo, doctoral, décima tras roman­

ce y romance tras décima, y al rematar cada pase de la matemática

y abstracta faena escuchar las taurinas, gloriosas ovaciones del se­

nado. Después, los romances de Federico señalaron el alza máxima

Page 27: Revista LOLA

del entusiasmo, mientras Adriano del Valle, de pié sobre su escaño,

se despojaba de sus prendas de vestir en un arrebato de enajena­

ción.

No hablaremos de otras cosas como de la exposición íntima de

mapas astronómicos de la poesía, en los que Lorca se pintó a sí

mismo la estrella de mayor magnitud con una cantidad inmoderada

y a todas luces fabulosa de satélites. Ni de la improvisada canción

a las ruinas - friclinios, termas regaladas-de Nínivc, Babilonia y

Cartago. Ni de la celeste noche surrealista del manicomio e islas

adyacentes. Ni de la travesía heroica y nocturna del Betis desbor­

dado.

Pero sí unas escuetas palabras sobre la imperecedera fiesta, el

banquete, culminación de aquella serie gentilísima de agasajos, en

la Venia de Antequera. Mediada la comida, apareció, escoltado por

una comisión que integraban representantes del Ateneo y de la revis­

ta Mediodía, el rector de la Universidad de Apolo, Max Jacob An-

túnez. Después de un elocuentísimo discurso, salpimentado de eru­

ditas alusiones, depositó sobre las sienes ruborosas de Dámaso una

auténtica corona de laurel. La siempre verde y vencedora rama fue

cortada a un árbol vecino por las manos, expertas ya en tales cose­

chas, de Ignacio Sánchez Mejías. La ceremonia de la coronación

constituyó un acto tan sencillo como inolvidable. Los comensales,

puestos en pie, aclamaban delirantcmentc la modesta y laureada ca­

beza-portada viva de sus "Poesías completas" - del " joven eru­

dito D. Isaías Alonso, profesor de castellano en Barcelona" según

la prensa del día. Se lamentó por todos la ausencia de su compa­

ñero en el Premio Nacional de Literatura, " D . Miguel Arteaga" (¿y

Paravicino?), según la misma delicada prensa.

Finalizada la coronación, Max Jacob Anfúnez entretuvo a la con­

currencia con una magnífica e improvisada disertación-con e¡cm-

p los-sobre el cante jondo, que según el ilustre rector, se basa todo

en este sencillo teorema: 2 y 2 son 4.

La Brillante Pléyade.

Page 28: Revista LOLA

JINOJEPA DE LOS ALT0LA6UlRF?ES

(La extraña semejanza física de los más jóvenes poetas sevi­llanos con Manolito Altolagui-rre, inspiró a la brillante pléya­de, en colaboración con don Luis de Góngora, la siguiente

Jinojepa.)

No son iodos jiianramones los que cantan, ni viílalones. Sino altolaguirres de plata, pómulos, ojos menudos, sino altolaguirres de oro, afilados, agudos, que entran, salen por el foro.

No todas las voces ledas son de guillenes con plumas ni los manuales de espumas cantan por las alamedas. Si acernudado te quedas a sus tempranas canciones, no son todo juanramones

etc.

Lo artificioso que admira y lo dulce que consuela es del Gordillo que vuela, del García que se estira. Sevilla toda suspira en sus tiernas promociones.

No son todos juanramones los que cantan, ni viílalones. Sino altolaguirres de plata, oómulos, ojos menudos, sino altolaguirres de oro, afilados, agudos, que entran, salen por el foro.

Page 29: Revista LOLA

VARIACIONES A CUATRO MANOS

¡El tonto de Rafael!

(AUTORKTRATÜ)

Por las calles: ¿Quién aquél? —jEl tonto de Rafael!

Tonto llovido del cielo, ¡del limbo!, sin un ochavo. Mal pollito colipavo, sin plumas, digo, sin pelo. ¡Pío-pío!, pica, y al vuelo picos le pican a él.

—¿Quién aquél? —¡El tonto de Rafael!

Tan campante, sin carrera, no imperial, si tomatero. Grillo tomatero, pero sin tomate en la grillera. Canario de la fresquera, no de alcoba o'mirabel.

—¿Quién aquél? —lEl tonto de Rafael!

Tontaina, tonto del higo, rodando por las esquinas bolas, bolindres, pamplinas y pimientos que no digo. Mas nunca falta un amigo que le mendigue un clavel.

—¿Quién aquél? —¡El tonto de Rafael!

Patos con gafas, en fila, lo raptarán tontamente en la berlina inconsciente de San Jinojito el Lila. ¿Qué run-rún, qué retahila sube el cretino eco fiel?

¡Oh, oh! ¡Pero si es aquél el tonto de Rafaell

Page 30: Revista LOLA

£1 t o n t o de R a f a e l !

(RE TRATO POR UN FO­TÓGRAFO AL MINUTO)

Míralo por donde viene: el faisán de Alberti, él. (El malange de Rogelio.)

Azul—mi vida^baranda, ya, barbilampiño, tú —Miss X, Mistar K, Q.— Dime, di ¿quien te lo manda?

Dime, anda. Que yo vi el ángel de miel, tonto el ángel, tonto él.

Si Garcilaso volviera, no serías su escudero. Serías su repostero o el que la barba le hiciera.

Guardabarrera, tú, junto al paso a nivel. Tonta ella y tonto él.

Menta, ciruelas, caireles, sirenita le arrebata ¿cómo? ¿qué? ¿quién? ¿cuál? La nata, la flor de los moscateles.

Los cocteles, cantinero Rafael, tonto el barman, tonto él.

Page 31: Revista LOLA

J

A L E L U Y A S Y L I S T E Z A

DEL 0RAN RICARDO BAEZA

Estudió en e! Instituto más latín que Marco Bruto.

Habla ¡María Santísima! de los nooa y los novissima.

Aprendió inglés y francés, y el ruso aprendió después.

Moró mucho en Lombardía por aprender cortesía.

De Dostoiewsky nos dijo más que Lepe y que Lepijo.

De Gaetano y áe Osear nadie se atreva ya hablar.

Volvió a darnos —fina coba— memorias de Casanova.

Admira mucho a Miró y deja al lector k. o.

en tres rounds, columnas netas de prosa vil sin reg-letas.

Luego se fué con la Heredia para hacer "comedia media".

Mil novedades estrena: "Malvaloca" y "Hierbabuena".

La muerte de la poesía profetiza cada día.

A manos de las piruetas de los jóvenes poetas.

Dice que plagian a Lorca Málaga, el Puerto y Menorca.

Page 32: Revista LOLA

(Ay, Federico García, príncipe de Andalucía.

Ay, Federico gallera. ¡Qué jinojepa te espera!)

Cállese, señor Baeza. No nos diga otra paveza.

Entiende usted de poesía menos que Salaverría.

La poesía que usted mata se escapa por la corbata.

Tiene siete vidas: ¡miau!

(No me ha sido posible encontrarle consonante a ese ¡miau! Súplalo el ingenioso lector.)

Jaime de Atarazanas.

D E U D A

Jaime de Atarazanas ha tenido la desfa­chatez de presentarme tres charadas—cum­pliendo una pronxesa del n.° 2—a cual más idiotas, como las del Blanco y Negro Y yo, claro, no las publico. Mi padrino Gerardo me encarga os diga que en compensación del premio prometido, Carmen se despedirá con un número doble, que recibirán sin recargo los suscritores. Yo por mi parte os anuncio una preciosa Tontología.

Lola.

Page 33: Revista LOLA

Lola AMI6A Y SUPLEMENTO DE

Carmen

6-7

PRÓLOGO A LA T0NT0L06ÍA

Si todos los antologistas se quejan, al prologar su labor, de las dificultades selectivas ¿qué deberá decir el tontólogo? Como abun­dan siempre más las tonterías que las bellezas, no sabe uno por dónde empezar. Desde luego, hubiese sido sencillo publicar versos malos de poetas malos. Pero eso no tenía gracia. En cambio, resul­taba de una conmovedora edificación el recoger algunos de los mu­chos resbalones de los poetas capaces de escribir versos buenos. (No estoy muy seguro de que los hayan hecho alguna vez, ni Pérez de Ayala, ni Gerardo Piégo, ni Díez-Canedo. Pero se incluyen en el tontilegio versos suyos, entresacados al buen tun-tun, a petición res­pectivamente de Jorge Guillen, Dámaso Alonso y Rafael Albertí).

Ya sé, ya sé: sj son todos los que están, no están todos los que son. Pero no se podía comprometer demasiado la esbeltez de Lola. Amiga de los buenos poetas, lo es más - naturalmente - de la poesía. Todo sea por ella. Y en homenaje a los sueñecitós del padre Homero,

El Tontólogo.

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T 0 N T 0 L 0 6 I A

Antonio Machado

Ni vale nada el fruto cogido sin sazón... ni aunque te elogie un bruto ha de tener razón.

En esta España de los pantalones lleva la voz el macho; mas si un negocio importa lo resuelven las faldas a escobazos.

Rejas de hierro; rosas de grana. lA quién esperas con esos ojos y esas ojeras, enjauladita como las fieras, tras de los hierros de tu ventana?

Entre las rejas y los fosales, Jsueñas amores de bandoleros galanteadores, fieros amores entre puñales? Rondar tu calle nunca verás ese que esperas; porque se fué toda la España de Merimée.

Por esta calle—tu elegirás— pasa un notario que va al tresillo del boticario, y un usurero, a su rosario. También yo paso, viejo y tristón. Dentro del pecho llevo un león.

(Pueden verse estas tres ma­ravillas en las pgs. 204, 211 y 257 de las Poesías Comple­tas o Manual del perfecto tor­nero, editado por Caloe).

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Manuel Machado

S O L E A R E S

Hermanita y compañera, la de los ojitos negros y la carita morena...

Tú eras buena y eras mala, pero como te quería, toíto te lo pasaba...

Toito te lo pasaba... y ahora, como no te quiero, se acabó lo que se daba.

No te quiero decir ná... No quiero que la carita se te ponga colora.

Se te olvidaron, serrana, las cositas que decías y los suspiros que dabas.

Allá, cuando Dios quería, una carita de gloria se juntaba con la mía.

etc. etc.

LAS MUJERES DE ROMERO DE TORRES

Rico pan de esta carne morena, moldeada en un aire caricia de suspiro y aroma... Sirena encantadora y amante fascinada, los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...

Vuestros nombres de menta y de ilusión sabemos: Carmen, Lola...

(lAlto ahíll Que Carmen y Lola no han posado jamás para Romero de Torres. Pgs. 195 y 244 de la Opera Lírica Perfecta.)

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Juan Ramón Jiménez

T R O P I C A L

Para Manuel Machado.

...Derramando fragancias cantarelas brisas y a sus besos suspiran los platanares... y en juegos refulgentes de frescas risas, voluptuosos ondulan los áureos mares...

Balanceando la hamaca con indolencia su escultura velada tras niveos tules, la niña, en su fantástica somnolencia, se entrega a un rubio príncipe de ojos azules.

Su corazón, al ritmo del balanceo, vuela por los jardines de los Amores... y en los ígneos espasmos de un Himeneo, enérvase entre goces embriagadores...

y sueña la indolente, que, entrelazada con el príncipe rubio de ojos azules, vagando va en la góndola sonrosada que conduce a las playas de blancas Thules...

y sueña en ía locura del lazo de oro que funde almas y cuerpos enardecidos en un choque de besos, tierno y sonoro, en que alternan las risas y los gemidos...

...Con sus hojas caídas, al mar alfombra la rosa de escarlata del Sol muriente...; del platanar tranquilo, la fresca sombra a la niña dormida besa en la frente...

y despierta la niña..<; su cuerpo que arde en el soñado espasmo de un Himeneo, a el ósculo suave de la azul tarde extenuado prosigtfe su balanceo...

y entornando los ojos lánguidamente, en un éxtasis mudo mira al Ocaso, por donde el Sol de fuego se hunde riente, envuelto en roja veste de oro y de'raso.

Page 37: Revista LOLA

(Eata Tpieciosa.'habanera está en la pg. 6 9 de Mra/eas (MCM) el segundo libro de /f. O, X. con un retrato imberbe y mal-Va. Cosas de los pocos años. He áquf el estado actual de la misma poesía, según la depu» ración de 1928.)

Trastornadorattiénte, total, abierta, chorreante rosa lenta en sinfines de vaioenes, contra el poniente duro y grana, un surtidor te oiste y un jazmín te desnuda —inminente, presente, siií, sin alas-confusa y sola entre mi joya última, májica ¡no! perenne.

( 1 9 0 0 - 0 4 - 2 8 )

¡Mañana de primaveral Vino ella a besarme, cuando una alondra mañanera subió del surcoj cantando: "iMañana de primaveral"

Le hablé de una mariposa blanca, que vi en el sendero; y ella, dándome una rosa, me dijo: "iCuánto te quiero! ¡No sabes lo que te quiero!"

¡Guardaba en sus labios rojos tantos besos para mí! yo le besábalos ojos... —"¡Mis labios son para tí; tú para mis labios lojosl"

Etc.

E L M O M E N T O

iQue se me va, que se me va, que se me va! . . . iSeme fué!

lY con el momento, se me fué la eternidad!

Page 38: Revista LOLA

Clavo débil, clavo fuerte... Alma mía Iqué mésidál fuera cual fuera la suerte, el cuadro se caeré.

(Mañana de Primavera en Se­gunda Antolojia Poética, pg. 34. El Clavo en el mismo li­bro, pg. 254 y el Momento en Piedra y Cielo pg. 148.)

E. Díez-Canedo

P R I M A V E R A

TIENES razón: es lo que pasa. ¡Pero si tú le quieres más de lo que creías! Son cosas de hombres y mujeres... cosas de todos los días... Luego, en su casa, lo pensaría bien, tranquilo. Tú ya se lo dijiste. Dijiste... la verdad: no' es para tanto, y temblaba en el hilo de tu voz todo el llanto que a solas más tarde vertiste. ¡Fué tu noche tan triste! Contaste hora tras hora, pálida en tu desvelo, y cuando, al fin, rendida te quedaste dormida...

Etc. etc.

(Algunos Versos, pg. 69).

Page 39: Revista LOLA

f?amón Pérez de Ayala

L A C E N D O L I L L A Q U E D A N Z A

ERES candida y perversa, llena de gracia primitiva, llena de gracia natural, llena de gracia irreflexiva. Eres como una brisa salitrosa y atemperada, que desde la mar viene y pasa riendo sobre la tierra seca, que eso es mi alma. Sabes de las malicias sin haberlas gustado, adormeces los ojos lúbricamente; toda entera palpitas, como una llama; y eres fría y no sientes latir la carne, esa carne que yo deseo, A tu gracia espontánea de animal joven, ¿quién le ha enseñado el gesto torpe, lascivo? ¿Por qué no te sonríes como los ángeles, con tu boca divina que yo he besado, yo solamente... sin que tú me besaras? Te adoro, yo te adoro, virgencita insensible y alada.

(Pg. 75 de El Sendero Andante.)

Page 40: Revista LOLA

Pedro Saíinaé

Cuando yo alcé los ojos a mirarte (por tu bien o tu mal),

para mirarme alzabas tú los ojos (por mi bien o mi mal).

Esa palabra que iba yo a decir (¿de bendición o maldición sería?)

se te asomó a los labios, sin decirla. (De bendición o maldición sería).

Nunca fuiste primera ni yo último. (¿En qué final o para qué comienzo?)

Nunca el primero yo ni tú la última. (¿En qué final o para qué comienzo?)

Los dos exactamente a un tiempo mismo.

y así todos los actos se abolieron (ir yo hacia tí, venir tú a mí)

en la inutilidad de todo acto (ir yo hacia tí, venir tú a mí)

previsto ya al nacer por otro idéntico.

y así la identidad que nos unía (tú y yo perdidos o tú y yo salvados)

separó nuestras vidas para siempre. (Tú y yo salvados o tú y yo perdidos).

(Presagios, pg. 59. Cuéntese también como incluida la de Manuela Plá.)

Page 41: Revista LOLA

A I R E C I L L O S

Fábula depoTtiúá

Oso y coloso en coso. ¿Quién será el victorioso? jEl hermoso? jEl velloso?—iVictorioso el hermosol— grita una voz del coso. ¿y quién es el hermoso?—pregúntase un curioso.— ¿El coloso o el oso?—¡Viva, viva el velloso!— clama la voz del coso.

—¿Seré hermoso el velloso?—muy confuso el curioso piensa observando al oso.—Velloso es eíl coloso. ¿Será acaso el hermoso? —Yo no sé'—sin reposo concluye, aún más curioso— quién será el victorioso: acaso^ acaso^ el oso; quizá, qiñzá, el coloso.

Moraleja O tal ver el curioso.

"..-4. ^Yi '? V

Jorge é.uillért %^t^ ^

Tinta simpática Noche joven. Gobierna el cielo, tinto con la tinta en que moja Dios la pluma para tachar el "Fiat lux" de antaño.

y truécase en primor de laberinto la calle, an­tes sabida, que se esfuma, muy reticente, en el as­tral amaño.

P O E S Í A ALLÁ a la vuelta, de una vez: un mero

Callejón sin salida... Narciso en fuga de su ser postrero: .

Callejón sin salida... A bulto pululante en tilde y risco:

Callejón sin salida... En pulcritud prolijamente arisco:

Callejón sin salida... Acaso descorchado, nunca parco:^

Callejón sin salida...

Terne el corcho, aunque torpe, sobre el charco Callejón sin salida...

Perdidizo, sin tardes, cejijunto: Callejón sin<salida...

Embozado, por sí nocturno, punto: ' Callejón sin salida...

(Alfar, núms. 42 y 46).

Page 42: Revista LOLA

óerardo Diego

E L E P I T A L A M I O D E L O S F A R O L E S

Venid, hombres, mujeres, venid a nuestro tálamo. Venid a nuestro lecho de plumones de gas. Venid. Que os acaricie la copa de este álamo, como un casto abanico que se mueve a compás.

Cantad, cantad, amantes, la canción de los besos; Enredad vuestros miembros desquiciados de amor; Amaos hasta sentir derramados los sesos. Amantes inconfesos, consumios de ardor.

Nuestra luz os protege, nuestra luz de ultratumba, luz suave, apantallada, de capilla nupcial. Oficiad vuestros ritos en la blanda penumbra, en la blanda penumbra del discreto portal.

Etc.

(Grecia, n. XXllI).

UNA VARIANTE DE LA JINOJEPA

(Lugar del suceso: El Instituto de Jovella'-nos, el 4 del presente junio).

El profesor:

El examinando: El profesbr: El alumno:

El profesor: El alumno:

Dígame alguna poesía del Mar­qués de Santillana. Las famosas Serranillas. ¿Recuerda usted alguna? Moza tan fermosa non vi, non

non vi en la frontera... como una vaquera de la filoxera.

(El alumno recibió la nota de sobresalien­te y el nombramiento de colaborador ho­norario de Lola).

Page 43: Revista LOLA

Manuel Altolaguirré

P O E S Í A

Será un día como hoy. Dosel de cielo a mi espalda, y alfombra verde extendida delante de mi mirada.

Como un rey de mi pasado alegre convocaría a mis yoes olvidados.

y sueño que esa ilusión que ahora tengo, realizada la tendré como pasada y así la recordaré.

y siento tal alegría recordando lo que espero que, espero mes ese día en que así recordaré, que aquel en que realizado he de ver lo deseado.

(Meseta, n.°j2).

El eco del pito del barco debiera de tener humo.

(Por mí que lo tenga. Las Is­las Invitadas, sin paginar).

Page 44: Revista LOLA

Federico García Lorcá

F R I S O

Tierra

Las niñas de la brisa van con sus largas colas.

Cielo

Los mancebos del aire saltan sobre la luna.

C A N C I Ó N T O N T A

(¡Claro!)

Mamá. Yo quiero ser de plata.

Hijo, tendrás mucho frío.

Mamá. Yo quiero ser de agua.

Hijo, tendrás mucho frío.

Mamá. Bórdame en tu almohada.

jEso sí! ¡Ahora mismo I

(Canciones, pgs. 21 y 44).

Page 45: Revista LOLA

E . S T A M P A D E L C I E L O

LAS estrellas no tienen novio.

jTan bonitas. como son las estrellas!

Aguardan un galán que las remonte a su ideal Venecia.

Todas las noches salen a las rejas. —]Oh cielo de mil pisosl— y hacen líricas señas a los mares de sombra que las rodean.

Pero aguardar, muchachas, que cuando yo me muera os raptaré una a una en mi jaca de niebla.

(Verso y Prosa, n.° 8).

E L M A C H O C A B R I O

El rebaño de cabras ha pasado junto al agua del río. En la tarde de rosa y de zafiro, llena de paz romántica, yo miro al gran macho cabrío.

¡Salve demonio mudo! Eres el más intenso animal. Místico eterno del infierno carnal.

Etc. etc.

(Libro de Poemas. Pg. 293).

Page 46: Revista LOLA

Dámaso Alonso

Novia, si eres triste, novia; novia, si eres triste, mía: toma la estrella pequeña de mis poemillas.

Mira, me la dio mi madre porgue yo era bueno, un día... y yo la puse en mis versos... Ipues te la regalo, mira!

Novia, si eres triste, novia.

(Poemas puros, pg. 79).

C O P L A S

TODA la noche he tenido en mi regazo un lucero; cuando se quedó dormido lo envolví con un pañuelo.

Ábreme los ojos sobre este dolor, acaricíalo con tu claridad.

(Verso g Prosa, n.° 5).

Page 47: Revista LOLA

Rafael Alberti

Siempre que sueño las playas, las sueño solas, ifti vida. ...Acaso algún marinero... quizás alguna velita de algrún renvoto velero...

Marínerito delgado, Luis Gonzaga de la mar, ¡qué fresco era tu pescado, acabado de pescar!

Te fuiste, marinerito, en una noche lunada, ¡tan alegre, tan bonito, cantando, a la mar salada!

Etc.

Soñabas tú, que no yo, que cinco marinerillos en alta mar naufragaban, y que cinco sirenillas consigo se los llevaban.

(Estas tres joyas son dé Ma-rinero en Tierra, pgs. 142, 152 y 190). ,

L A P E R E J I L E R A

Al salir el sol dorado esta mañana te vi cogiendo, niña, en tXi huerto matitas de perejil.

Para verte más de cerca en el huerto me metí . y sabrás que eché de menos mi corazón al salir.

Tú debiste de encontrarle, que en el huerto le perdí. "Dámele, perejilera, que te le vengo a pedir."

Page 48: Revista LOLA

C A N G R E J O S

TU cangrejo de río me ha enamorado a mí.

Pero el cangrejo mío, el de la mar, á tí.

Dormido quedé, mi amante, al norte de tus cabellos, bogando, amante, y soñando que dos piratitas negros me estaban asesinando.

(La Amante, pgs. 6, 38 y 81)

D E S P E D I D A

]A1 sur, de donde soy yo, donde nací yo, no tul

—¡Adiós, mi buen aitdalaz! ' —Niña del pecho de España, Imis ojosl ¡Adiós, mi vidal —¡Adiós, mi gloria del sur! —iMi amante, hermana y amiga! —jMi buen amante andaluz!

(7 después de esta despedida tan conmovedora que es tam­bién de La Amante, pg. ^ , ¿o/a también se despide.— ¡Adiós, prenda!—¡Adiós, que se nos va, que se nos va, que se nos va!—¡Adiós, mi infier­no del norte! ¡Adiós!

F I N