Revista MTA N4 - Abril 2012

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Revista MTA es una revista perteneciente a la Juventud Masculina de Schoenstatt de San Isidro, Argentina. Surge de la necesidad de compartir con el mundo todo eso que nos regala Dios día a día. Esta

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Desde Una JM a La JMPor Santiago Velasco (Jefe de Rama)Este verano tuve la gran oportunidad de ir al campamento de verano y conocer a más gente que está en el Movimiento, desde grandes sac-erdotes hasta pequeños pioneros, todos con un gran testimonio y un gran amor a la Mater.

Una de las cosas que siempre me gustó de los campamentos de verano es que cuando cono-cés a toda esa gente del país, toda esa JM, de a poco empezás a ver distintas corrientes de vida que brotan del Santuario y de Dios, aprendi-endo qué es una JM, y que cada una es única, que cada una tiene algo que la define como tal.

Todo esto fue bajando en mi cabeza luego de la reunión de Consejo, en la que después de nues-tra Jornada de Inicio empezamos a soñar con un lema, a masticar todo lo que veíamos en la rama y lo que nuestra Jornada nos regaló. Para los que no tuvieron la oportunidad de ir, les cuento un poco.

En la Jornada buscamos tener un buen momento como rama en el Santuario con una buena misa de inicio en la que Nico Aiccardi nos dio unas grandes palabras cerrando y concluyendo su jefatura del 2011. Después de comer unos excelentes patys y de presentarnos todos, nos separamos en cua-tro grupos para analizar los cuatro pilares del año pasado y tratar de llegar a una conclusión.

Lo que a mí me llamó más la atención fue algo que nunca había notado. Los cuatro pilares (la unidad, el protagonismo, la firmeza y la libertad) estaban relacionados en una palabra muy fuerte, el Santu-ario. Nos dimos cuenta que el Santuario nos regala y nos invita a vivir esas cuatro palabras como rama, que ese es el lugar donde los pilares, los cimientos de nuestra rama, viven. El Santuario es nuestra base.

En la reunión de Consejo empezamos a rumiar todo lo vivido aquella noche, hasta que nota-mos que el año pasado y éste había una gran pre-gunta que resonaba en todos: “JM de San Isidro, ¿quién sos?”. Fue ahí cuando relacioné todo con el campamento de verano, cuando vi a los cor-dobeses que cuando te hablaban de su rama, te hablaban del retiro “Testimonio de Vida”, de toda la gente a la que le encantaba y todo lo que logra-ban hacer y construir con ese retiro. Después pensé en los paraguayos y su campamento na-cional “Akati”, y cómo el asesor de su rama me contaba que los muchachos de allá veían el ser parte del equipo del campamento como un honor.

Los de Tucumán también con sus miles de activi-dades, desde campamentos de rama y misiones. El cómo estas personas viven esas actividades, cómo las hacen propias y las viven como rama, es lo que les daba identidad, es lo que los transformaba de una JM, en la JM de Córdoba o en la JM de Paraguay.

Si hay algo que encontramos en común en nosotros es que todos en nuestra rama definitivamente vivi-mos nuestros grupos de vida. Todos estamos acá por ellos, desde la persona que más figura y que te sabe la vida entera de todas las Cruces Negras, hasta el que te pregunta, “¿quién es ese viejo con barba con ropa de rabino?” Esto fue entonces otra cosa que notamos de nosotros, que a todos nos importa nuestro grupo de vida. Y esto no es un dato menor.

Estos tres temas fueron los que más sonaron en la reunión: la identidad de la rama, el Santuario, y los grupos de vida. Pero hubo algo que salió en un momento que también llamó mi atención, algo de lo que por ahí no todos somos conscientes. La gran mayoría de nosotros vive el Santuario y todo, pero no se queda sólo en todo esto, sino que se atreve a vivir y amar la Iglesia regalán-dole algo a nuestra Diócesis más allá de nuestra rama; desde algunos que están en Pascua Joven como coordinadores o en el equipo de organiza-dores, hasta algunos otros que coordinan cursos de Confirmación en distintas parroquias, algunos que están en grupos diocesanos, comedores y mu-chas otras cosas más. Todos nosotros o al menos la gran mayoría lleva (consciente o inconsciente-mente) el Santuario a la Iglesia, lleva a la Mater a la Iglesia y eso es algo muy fuerte, ya que el ideal “Todo para Schoenstatt, Schoenstatt para la Igle-sia, la Iglesia para el mundo y el mundo para la Santísima Trinidad”, nuestra rama tal vez sin darse cuenta lo está encarnando fuertemente. Estamos llevando nuestra Alianza a la Iglesia como miem-bros de ella, y si no me equivoco esto fue lo que soñó el Padre Kentenich con nuestro Movimiento.

Ahora lo que sigue para nosotros es la próxima reunión, la reunión de Consejo Abierto (la que en nuestro Grupo de Facebook pusimos la fe-cha), en la que queremos que todos los jefes de grupo, como representantes de todos, tomemos estas conclusiones y muchas más, plasmándolas en un lema para poder así ir construyendo nues-tro lugar en el Santuario. Para ir construyendo no una JM, sino nuestra JM, la JM de San Isidro. ●

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Antes de empezar quiero decir que todo lo vivido en el grupo de vida, el retiro y la Consagración a María fue increíble, un regalo de Dios por el que le estoy recontra agradecido a Él y a la Mater, quien estoy seguro de que fue la que nos guió durante todo este camino que recorrimos jun-to con mi grupo hasta llegar a la Consagración.

Yo entré al grupo de Sch-oenstatt por una de esas causalidades de la vida en que hablando con unos amigos me dijeron que iban a empezar un grupo de vida en Schoenstatt y me preguntaron si quería ir con ellos. Grupo de vida… ¿Qué era eso? Me acuerdo que pensé, “¿en dónde me quieren meter estos?”. Al principio dudé, pero luego llevado un poco por la curiosidad y otro bastante por mi vieja que me hinchaba para que vaya, terminé yendo.

A la primera reunión llegué tarde, fiel a mi estilo, y ahí conocí a mis portadores (Fran y Saba, unos genios), que me explicaron más o menos de qué se trataba Schoenstatt, qué era un grupo de vida y qué era lo que íbamos a hacer. Me pareció interesante y entonces volví a la otra semana para empezar.

Las reuniones con el grupo de vida fueron buenísi-mas y claves para formarnos para la Consagración que vendría después. Ahí nos fuimos conociendo cada vez más entre los portadores y nosotros que, aunque ya nos conocíamos desde antes, pudimos conocernos más de otro modo, de un modo más espiritual y profundo. Lo que creo que más nos unió como grupo fueron esas charlas en las que hablábamos sobre cómo es un hom-bre nuevo en la vida diaria de hoy. A uno mismo siempre le cuesta arrancar a vivir de esta man-era porque no es fácil, pero ahí en esas charlas te das cuenta que no estás solo, que el pibe que está ahí al lado tuyo también tiene problemas como vos, y al hablarlo con tu grupo y tener ami-gos que te apoyan, a uno se le hace más fácil ser

este Hombre Nuevo que todos aspiramos a ser. Después de toda la preparación que tuvimos para la Consagración, hicimos un mini retiro en el Santu-ario. Éste fue clave para repasar todo lo que había-mos aprendido durante el año y también para dar-nos fuerza para hacer la Consagración, porque la mayoría estábamos con dudas de si hacerla o no,

pero el retiro nos dio ese empujoncito final que necesitábamos. Además, con los desiertos, char-las y mates que tuvimos pudimos conocernos to-davía mucho más, fue ge-nial. Pero lo que más me gustó de todo el retiro, especialmente, fue dor-mir en el Santuario, esa fue la frutilla del postre. Es medio difícil explicar lo que se siente dormir en una capilla o en este caso el Santuario. Por

un lado experimentás literalmente “descansar en la casa del Padre”. Ahí encontrás esa paz que sólo aparece al poder descansar con el Tata que lo tenés ahí con vos. Pero además en el Santuario pasa algo que en otra capilla no lo experimentás, ¡en el Santuario tenés a Dios, y a María también! Es grosísimo, si te ponés a pensarlo, es literal-mente quedarte a dormir con tu grupo de vida, esa familia que se arma, con tu Papá y tu Mamá del cielo, ahí en su casa. Para mí eso es como tocar el cielo con las manos casi, fue para mí de lo mejor del retiro y fue otro regalo impresionante de Dios.

Y por último llegó la Consagración. Nos juntamos todos como familia, ahí en esa casa, el Santuario donde habíamos dormido la noche anterior, diji-mos nuestra oración de Consagración hecha por nosotros mismos y nos entregamos ahí a la Mater, de corazón. Todo lo que hicimos fue necesario para llegar a este momento, todo para poder termi-nar así, consagrándonos a María todos juntos, de corazón, entregándole toda nuestra vida para que nos ayude a ser esos hombres nuevos a los que as-piramos, y a ser instrumentos de Ella en el mundo. ●

Mi paso por SchoenstattPor Javier Rosso Alba

SCHOENSTATT SOY YO

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“Guardamos Tu Herencia.” Ésta es la frase que está en todos los memoriales de José Engling en todo el mundo. José fue un alemán que vivió en la época de la Primera Guerra Mundial, y estaba en el semi-nario de los padres palotinos en el año 1914. Fue de los Primeros Congregantes, de esos primeros que sellaron la Alianza de Amor con María. Pero más allá de los datos históricos, voy a dar mi opin-ión sobre qué es esa herencia que guardamos.

Una vez alguien fue a preguntarle al Padre Ken-tenich (PK) sobre qué era esto de Schoenstatt y la Alianza de Amor, y su respuesta fue contundente: “en la capillita te vas a encontrar con un joven seminarista, llamado José Engling. Eso es Sch-oenstatt y la Alianza de Amor.” Kentenich decía que Engling era el Acta de Fundación vivida, y no porque había entendido todo lo que el PK había dicho sobre la Alianza de Amor, el horario espir-itual, etc. Sino sencillamente porque él en esa capillita descubrió algo que le cautivó el corazón.

Descubrió verdaderamente la presencia de la Virgen María y de su infinito amor, dejó que Ella lo llenara de él, y le entregó su vida desinteres-adamente, convencido de que él era sólo un in-strumento. Por ahí les suena un poco poético esto de entregar la vida desinteresadamente, pero en actos concretos es estar constantemente pregun-tándose qué quieren Dios y la Virgen de mí, y con-fiar en que seguir el camino que ellos decidan nos va a hacer feliz. José le entregó su vida a María de tal manera que durante la Guerra él era el prim-ero en ofrecerse para los trabajos más peligrosos. Como un verdadero humano, tenía altibajos, y más lógico teniendo en cuenta que tenía un problema físico que con el tamaño que tenía se agravaba más y lo convertía en el más torpe de todos. Pero superaba esos momentos ofreciéndoselos a la Virgen, y siempre tratando de volver a ese lugar que le cautivó el corazón. Hacía peregrinaciones espirituales a esa capillita en el valle de Vallendar.

Otra frase que se escucha mucho sobre él es que es el “hermano mayor” de la Juventud Masculina (JM). En lo personal, creo que habría que extend-er esta frase, y decir que es el hermano mayor de cualquier schoentattiano, porque él es un ejem-plo de cómo vivir el misterio del Santuario para cualquier persona, y no sólo un ejemplo de la JM. Es un ejemplo porque el mismo PK lo decía, él fue el misterio de Schoenstatt comprendido y vivido.

Para no extenderme demasiado con datos históricos que a algunos les pueden aburrir termino por reco-mendarles leer el libro “José Engling”, de un padre alemán llamado Alex Menningen. Este libro explica por qué José Engling es para nosotros, un ejemplo. ●

“Guardamos Tu Herencia”Por J. Francisco Lukac

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Hace ya un tiempo celebramos la fiesta de Pen-tecostés, el día en que se recuerda la venida del Espíritu Santo sobre los doce apóstoles y la Virgen María, quien les dio la fuerza y el coraje para salir a hacer apostolado por el mundo. Pero, ¿podem-os adaptar este hecho a nuestras realidades?

Cuando recordaba los hechos de Pentecostés me acordaba de aquella simpática historia que me enseñaron hace mucho tiempo, donde unas lenguas como de fuego descendieron sobre los doce y María. “Era el Espíritu Santo en forma de fuego”, me enseñaba mi catequista en pri-maria. Él nos explicó que había descendido so-bre ellos para ayudarlos en el apostolado, pero yo era tan chico que sólo me quedé con la parte en que los apóstoles hablaban varios idiomas, era muy chico y no entendía la importancia que tenía el Espíritu Santo en la vida del cristiano.

Pasaron los años y llegué a sexto grado, año en que me confirmaba con el colegio. ¿¿¿CÓMO???¿¿SEXTO GRADO?? Sí señores, en mi colegio preparan a los alumnos de sexto grado a lo largo de todo el año para que sean confirmados cerca de fin de año, y tengan presente al Espíritu Santo desde los comienzos de la adolescencia. Al-gunos estarán pensando que éramos muy chiqui-tos, otros que no debía tener ni idea de qué tan importante era lo que estaba recibiendo, y a lo mejor otros estarán de acuerdo con que me haya confirmado a tan temprana edad. Lo cierto es que me preparé con mis compañeros, y en septiembre del 2005 con 12 años me confirmé. En ese mo-mento yo estaba seguro de saber lo que estaba recibiendo, me había preparado todo el año para eso, y realmente tenía ganas de confirmarme.

Durante mucho tiempo el Espíritu Santo fue para mí la tercera persona de Dios que había recibido en sexto grado y que era representada como una paloma. Era una imagen muy pobre que tenía de Él, quizá por lo poco que se menciona, quizá porque era muy chico. La verdad es que tuve esa imagen suya hasta el 2010, cuando me preocupé un poco por entender quién es, y qué tan impor-tante es en mi vida como católico. Para esto me ayudó ver que gente de mi edad se preparaba para confirmarse, y la dedicación y la devoción con la que lo hacían me hizo pensar si yo lo había hecho de la misma forma. Además parecían estar realmente concientes de lo que iban a recibir y de lo importante que es el Espíritu Santo. Esto

me hizo reflexionar y me pregunté a mí mismo, “¿Soy conciente de quién es el Espíritu Santo?”

Fue cuando conocí Schoenstatt, y sobre todo du-rante la misión MTA, donde tuve mayor concien-cia de quién es, porque fue en Algarrobo donde lo “vi” con mayor claridad. Fue en los tan queri-dos envíos, en las casas donde fuimos a misionar, en las actividades para los niños, en las ganas de ayudar que tenía la comunidad, en los testimo-nios; en fin, fue en Algarrobo donde se vivió un ambiente lleno del Espíritu Santo. Creo que el Espíritu Santo actuó en nosotros haciendo de esa semana, una de las más “vivas” de mi vida.

Entonces, ¿quién es el Espíritu Santo? La verdad es que es muy difícil encontrar las palabras para de-scribirlo, tanto que hace ya varios meses que estoy en este mismo párrafo. Pero después de pensarlo una y otra vez, terminé otra vez en Algarrobo, en donde conocí Su oración, la que empieza diciendo “eres el alma de mi alma”. Claramente lo que nos diferencia a los Católicos es esa fuerza interior que no sabemos bien de dónde viene, esa fuerza que nos empuja a hacer el bien, a ayudar a los demás, a ir a misionar, a ser felices con cosas sencillas. Pero esta fuerza no sale de la nada, este “fuego” característico de los católicos, que nos empuja a hacer cosas buenas sin saber por qué, nos lo da el tan “desconocido” Espíritu Santo. Fue entonces cuando esta desconocida Persona de Dios, toma una forma en mi vida. Pasó de ser esa paloma simpática, a ser el motor de mi vida como católi-co. En la misión me di cuenta que el Espíritu Santo no es alguien que vino el día de mi confirmación y se fue al día siguiente, sino alguien que vino para quedarse y que me acompañó desde sexto grado empujándome a hacer cosas sin alguna razón muy clara, y cuidándome de las malas decisiones; en otras palabras, marcándome el camino. Fue Él el que nos trajo a Schoenstatt, es Él el que nos em-puja a hacer apostolado verano tras verano, es Él el que nos da a los católicos ese “fuego” interior que podemos ver tan claramente en las misiones, y fue Él el que me ayudó a escribir este artículo. ●

El Motor CatólicoPor Roberto D’Alessandro

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“Haberme animado a escuchar el llamado de Dios fue lo mejor que me pasó en la vida”

Un año atrás, Juan hacía pública la aprobación para entrar a la Comunidad de los Padres de Schoenstatt. En ese momento dejaba su buen trabajo en el Gobierno de la Ciudad y su carrera política, para empezar su carrera al sacerdocio. En estos días Juan se preparar para dar el primer paso de ese largo camino: el noviciado en Para-guay. Antes de eso responde algunas preguntas.

- ¿Te costó mucho tomar la decisión?

- Yo distinguiría la decisión del discernimiento. La decisión en sí misma no me costó, pero reconozco que el camino previo fue muy movido. Por eso me tomé como siete u ocho años en tomar la decisión. En ese camino me pregunté mil veces si el llamado era o no el llamado. Me preguntaba mil cosas. Por momentos pensaba que me había vuelto loco o que me estaban laburando o que me estaba es-capando del mundo o que me lo había inventado yo mismo. En ese sentido el tiempo fue un gran reme-dio. En estos siete años la pregunta volvía cada vez con mayor intensidad hasta que caí en la cuenta de que Dios había pensado para mí algo muy especial.

- ¿Cómo fue ese camino?

- Fue espectacular. El haberme animado a es-cuchar el llamado de Dios fue lo mejor que me pasó en la vida. De verdad fue un tiempo movido, de muchas tensiones pero que me ayudó a crec-er, madurar, profundizar mi fe… De todo y sobre todo a tomar la decisión con gran libertad y mucha alegría. En definitiva te vas dando cuenta que Dios siempre gana y lo hace desbordando con su amor, su entusiasmo por vivir, su coraje. Es muy groso experimentar eso. Y la verdad es que a lo largo de mi camino pude experimentarlo a cada rato.

- Siete años suena como mucho, ¿qué aprendiste en tanto tiempo?

- Sí, en realidad mucho o poco es relativo. Cada camino es único y el mío fue así. Lo importante es

tener en claro que en esto no hay una fórmula y que por eso es igualmente válido o suficiente un discernimiento tan largo como el de aquel que con una misión ya está preparado. No sé, cuando Dios llama y le damos pelota, Él sabe cuál es el mejor momento para ponernos ese pase gol y que no-sotros definamos. Yo estoy seguro que esa canti-dad de años para mí fue lo mejor. Pude madurar y en cuanto a la vocación pude aprender dos claves. Primero, que antes que todo está el amor de Dios. Por eso sé que ni su llamado ni mi respuesta a esa vocación modifican en algo su amor por mí. No. No está en juego eso como tampoco está en juego mi felicidad. Yo tengo en claro que la felicidad de toda mi vida no dependía de esta decisión. Tam-poco está en juego mi calificación como cristiano: es decir que no es cierto que uno sea cristiano de primera si es cura y de segunda si se casa. Darme cuenta de todo esto me liberó. Lo segundo así de importancia fue llevarme mejor con mi debilidad. En este tiempo muchas veces pensaba que me definiría el día qué supere todas mis fragilidades y esté seguro. Con el tiempo me fui dando cuenta que en realidad debía aceptar esas debilidades y tirarme a la pileta. Llega un momento en el que solamente hay que animarse y no estar esperando como la batiseñal. Eso fue espectacular, porque me hizo dar cuenta que esto es tan groso que sigue igualmente dependiendo de mi sí. Estas dos cosas justifican mis siete años y más… y te lo digo inclu-so por más de que salga en dos meses. El haber aprendido y vivido esto no me lo quita nadie.

- ¿Cómo llevaste esos años? ¿Qué hacías mientras tanto?

- La clave del camino fue haber tenido siempre muy buenos acompañantes espirituales. Primero con los jesuitas y en el último tiempo con Pablo, yo encontré una gran compañía. A la vez no lo comen-taba con nadie más. Siempre me parecía que era la mejor garantía de mi propia libertad. Aún cuando se podían generar sospechas o preguntas en mi en-torno, yo seguía adelante haciéndome el distraído y llevando una vida normal: estudié ciencias políti-

Entrevista a Juan Molina (postulante/novicio de los Padres de Schoenstatt)

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cas y un profesorado y terminé las dos cosas, tra-bajé en la UCA y en la Ciudad, dí clases, fui árbitro de fútbol, jugué al fútbol, misioné. Como verás hice de todo y pude hacer todo lo que me gustaba.

- A pesar de todo eso que hiciste terminaste eli-giendo el sacerdocio…

- Sí, es que no es “a pesar de” sino que es con todo eso. La elección del sacerdo-cio no es por descarte. Y es una elección de amor y de verdad este amor es más fuerte.- Contabas que te estas planteando la vocación hace ocho años, pero en realidad estás en Sch-oenstatt hace menos, ¿cómo es eso?

- Sí, en realidad mi grupo arrancó a formarse el 23 de febrero de 2008 un día antes de que Joaco Achával se fuera al noviciado. Pero mi discernimiento había empezado algunos años antes cuando estaba en el cuarto año del Colegio del Salvador. Por eso gran parte lo hice con los jesuitas. Sin embargo recién cuando conocí a Schoenstatt encontré mi lugar en el mundo y me di cuenta que Dios me llamaba ahí. Ahí encontré un excelente complemento a mi espir-itualidad ignaciana que tenía (y seguiré teniendo).

- ¿Por qué elegiste Schoenstatt finalmente?

- A esa pregunta puedo dar dos respuestas. Desde una explicación teórica puedo decirte que encon-tré lo que necesitaba para terminar de animarme, que descubrí un sacerdocio posible y atractivo, que cada vez me di más cuenta de la necesidad de una sólida comunitaria, o mil explicaciones ver-daderas. Pero la respuesta real es bastante menos racional porque en definitiva tiene que ver más con una experiencia que con postulados teóricos. Fue el encontrarme con la Mater en el Santuario y afirmar qué bien estoy acá. También fueron expe-riencias en el Movimiento, como las misiones MTA, las peregrinaciones a Luján, la vida del somos no-sotros y el darme cuenta que en Schoenstatt pasan cosas. Por eso cuando fui sumando e integrando todo me di cuenta que Dios me llamaba acá. Y debo admitir que yo fui el primer sorprendido.

- ¿Cómo fueron las reacciones?

- Todas fueron excelentes. Fueron aún mejor de lo que me imaginaba. Y te lo digo por todos: desde la alegría profunda y sincera de mis viejos hasta las lágrimas de mi jefa cuando le conté que renunciaba para ser sacerdote, todas fueron muy lindas, muy de Dios y a mí me ayudaron mucho de esa manera.

- Este año te toca ser el único argentino, ¿cómo lo vivís?

- Es cierto que es raro (NdeR: desde 1990 que no pasa esto) y al principio me quería morir sobre todo por el día a día. Pensaba que no iba a tener con quién hablar de fútbol argentino, por ejemplo. Con el tiempo me calmé, y uno aprende a confiar en Dios. Si confiamos, confiamos en serio. De to-das formas creo que sí nos compromete a seguir rezando, pero partiendo desde una tranquilidad personal. Yo sé que soy el único que entra, pero no soy el único jugado. Lo vi todo el año pasado en las JM de Confi, de San Isidro, de Tucumán, de

Córdoba y empezando por sus jefes sé lo jugados que son. Y en la medida que haya gente entrega-da, jugada en serio, podrá venir lo otro. Es decir que esta situación no creo que se dé por falta de coraje. Tal vez haya que pensar que la Mater qui-era, espera, laicos jugados. Por eso yo rezo y pido a Dios para que seamos fieles a nuestra Alianza de Amor, fieles a Cristo. En la medida que esto ocurra, todo lo demás se dará por añadidura.

- La última: ¿qué le dirías a quien se plantea la vocación o cree sentirse llamado por Dios?

- Primero, que agradezca a Dios porque de ver-dad todo lo que pase a partir de ahí será un re-galazo por más de que termine siendo sacerdote, monje o padre de familia. Segundo, que guarde secreto y que se deje acompañar por un buen sacerdote. Que lo tome en serio y que de verdad crea en eso. Tercero, que se esfuerce por seguir su vida de estudio, trabajo, de novio, su vida normal hasta tomar una decisión definitiva. Estas dos últi-mas cosas aseguran mucha libertad que es como una de las claves de todo planteo vocacional.

- Gracias Juan.

- Gracias a ustedes. Sepan que estaré rezando por ustedes y que espero y necesito que recen por mí. ●

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Por Marcos LukacCongregantes | Campamento de Verano 2012 (I)

Este año en Yacanto de Calamuchita, Córdoba, del 3 al 11 de febrero de 2012, más de 150 chicos de todo el país, acompañados por sus asesores, nos juntamos para el campamento nacional de la Ju-ventud Masculina de Schoenstatt (JM), acompañados por un grupo de 14 JM de Paraguay. El cam-pamento fue organizado por chicos de Córdoba de 16 y 17 años, algo que, a pesar de que no había pasado nunca hasta este año, esta vez se lucieron y dejaron a todo el campamento sorprendido.

El campamento se llamó “Congregantes” y el lema, “Héroes de La Alianza”. Siendo un campamento ex-clusivo para pioneros y secundarios, durante los ratos de formación se trató sobre la historia de Sch-oenstatt, sobre los primeros congregantes, y sobre la Alianza de Amor con la Mater. El grupo de univer-sitarios trató el tema de la Alianza pero desde otro lado, porque la mayoría teníamos la Alianza forjada, yo muy reciente y algunos hace varios años, y la idea de los ratos de formación, guiados por el P. Facu Bernabei y el P. Tommy Dell’ Oca, fue ver los problemas que surgen en muchos grupos de vida después de la Alianza, y así buscar una forma de encararlos con nuevas y/o mejores herramientas. Los grupos de formación para pioneros y secundarios los guiaron los seminaristas Joaco, Manu, Luchi, Santi y Pablito.

Muy resumido, el campamento tiene como actividades centrales la misa, las formaciones y las recrea-ciones por patrulla, donde todo el campamento participa de igual manera. Además están las comidas por patrulla y el día de supervivencia, donde el campamento se divide en grupos de convivencia. Las patrullas están formadas por 12 o 13 chicos de distintos lugares que se juntan para los momentos del almuerzo y la cena, y para los juegos. Al final del campamento, los vínculos que se forman con los chi-cos de la patrulla sólo pueden ser producto de Dios y de la Mater, porque son vínculos de hermandad.

Personalmente, cuando volvíamos en el bondi, me di cuenta que fue uno de los mejores campamentos a los que fui. Cada una de las actividades fue aportando algo nuevo al espíritu del campamento, su-mando la buena onda de todos, más la gracia que se vive a partir de las misas y momentos de oración. Todo esto dio como resultado que todos, los 150 chicos, estuvieran abiertos a todas las propuestas del equipo organizativo. Los momentos de formación fueron algo que personalmente aportaron muchísi-mo, siendo que el tema era post Alianza y con mi grupo forjamos la Alianza hace unos pocos meses.

Para terminar, creo que el máximo condimento fue el capital de gracias, simbolizado por semillas de girasol que cada uno de nosotros fuimos plantando en un cantero durante el campamento, y que por obra de Dios, el anteúltimo día, pudimos ver cómo esas semillitas de nuestro esfuerzo brotaron. ●

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Una experiencia increíble | Campamento de Verano 2012 (II)Por Lucas PancottoEl campamento de Yacanto fue una experiencia increíble. Yo me enteré de su existencia por me-dio de la invitación de un amigo y, sin saber mucho qué era, me mandé. Se podría decir que ap-enas entré al Santuario de Confidentia me agarró inseguridad. Para mí era un lugar totalmente ajeno: yo no conocía a nadie, ni sabía mucho de lo que se trataba el Movimiento. En cambio ahí to-dos parecían conocerse y todos parecían compartir algo que evidentemente yo no compartía.

Apenas llegamos al campamento mis dudas fueron desapareciendo. Empezaron a llegar los chi-cos de las diferentes ramas del país, e inclusive algunos chicos de la rama de Paraguay. Me sor-prendí al ver la cantidad de chicos de todo el país que había, y más al ver que muchos de ellos se conocían, incluso entre ramas de distintas provincias. Pero lo que más me impactó fue ver lo unidos que estaban todos. Todos compartían algo. Ese algo, como fui descubriendo, los movía a ir al campa-mento, sacrificarse por los demás, y hacer una serie de cosas con las que me encontré en Yacanto.

En el fondo era la Mater la que nos unía a todos. Pero claro, yo en ese entonces no sabía qué era eso. Mis compañeros de carpa y amigos me comentaban sobre la Mater, el Padre Kentenich, el Acta De Prefun-dación, y otra lista de cosas de las cuales no entendía mucho. Ahí es donde entró en acción La Formación, que fue una de las cosas que más me sirvió. Yo quería saber sobre la historia de Schoenstatt, la Mater, el Padre Kentenich, y Schoenstatt en sí.

Cuando nos dijeron que íbamos a tener formación todos los días, no me imaginaba que iba a ser tan interesante y profundo como fue. Me sirvió, no sólo para aprender sobre aquello de lo que quería formar parte, sino que también me hizo reflexionar sobre cada uno de los aspectos de mi vida, y también me hizo cambiar mucho interiormente.

Una de las cosas que más en-contré en Yacanto fueron ami-gos. En estos campamentos se hacen amigos como no se hacen en otros lados. Cuando terminó el campamento, me encon-tré con amigos de todos lados: Paraguay, Chaco, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Tucumán, y prácticamente de todas las ramas, pero lo más importante no sólo fue la cantidad, sino la calidad de amistad, la entrega que nos teníamos todos. Siempre había alguien dispuesto a ayudar si alguien lo necesitaba. Creo que fue algo que todos nos pudimos llevar.

Volviendo del campamento, adentro del colectivo, me puse a pensar. Yo estaba volviendo en tanta paz, con alegría y con tanto amor a la Mater… ¿Había sido casualidad? ¿Había sido suerte que había entrado al campamento, a pesar de no estar tan informado, y haber salido feliz como estaba? Yo pienso que no. Yo pienso que todos los que estábamos ahí estaban ahí por algo. Ese algo era lo mismo que nos había unido a todos desde el primer día hasta el último, y era lo mismo que hizo que todos salgamos por lo menos un poco cambiados de Yacanto. Siempre creí, y sigo creyendo que ese algo era la Mater. ●

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quiso entrar los últimos días, y no el primero o el segundo… Todo estaba escrito, Dios así lo quiso...

Un ejemplo fue aquella casa, donde después de to-car todos los días con la misma insistencia, recién al cuarto o quinto día logramos entrar con mi pareja de misión Moira, Manuel y la MATER. Luego de haber charlado con la dueña de casa, tocaron el timbre. Era el hermano, el cual no veía con frecuencia. En ese momento notamos emoción entre ellos… Todo era un poco raro. Él, sorprendido por la presencia de la MATER, hace un saludo general, ella vuelve a no-sotros e inevitablemente con lágrimas en sus ojos le agradece a la Virgen por haber estado ahí en ese momento… Unos días atrás su hermano se había enterado que padecía de cáncer… Ella no paraba de decirnos que la Virgen fue quien quiso estar en su casa en el momento en que su hermano llegó.

No quisiera dejar pasar los momentos vividos en comunidad. La fuerza de amor, voluntad y oración que se produce durante cada instante del día, es increíble y sólo posible de la mano de Jesús y María. Todos los días son diferentes, algunos espectacu-lares desde que arrancan hasta que terminan y otros en donde sentís que no das más, pero ahí está Jesús y esas personas increíbles para tomarte la mano. Creo que pude ver lo mucho que cada uno de nosotros, desde donde puede, tiene para dar, ofrecer, y que a veces por distintas causas no so-mos conscientes de lo que significa para los demás.

Hoy intento cada día ser un mejor misionero. No dejo de agradecer a Dios lo que me tocó vivir en la misión. A pesar de haber ido con la idea de dejar o devolver mucho de lo que Dios me dio y me da, pienso que otra vez, como muchas otras, me traje más de lo que fui a buscar y sin dudas pude traerme un corazón lleno y con nuevo es-pacio para continuar agregándole amor de aquel que Jesús y María ponen en este camino, que hoy elijo caminar, para seguir recorriendo mi vida.

“Jesús, manso y humilde de corazón, hacé mi corazón semejante al tuyo.”

Jesús, ¡en vos confió!

María, sé mi guía. ●

Qué importante es estar atento a los mensajes que DIOS tiene para cada uno de nosotros!!!!! Esto fue nada más y nada menos que lo que me llevó a vivir la experiencia de una misión y lo que me permite hoy, poder dar mi testimonio.

Uno de los tantos objetivos que me propuse en cuanto a la misión, era tratar de lograr traducir en palabras lo que mi corazón vivía o sentía estando en presencia de Dios, eso significaba un gran de-safío a la hora de tener que visitar cada una de las casas. Es así, que hasta unos minutos antes de golpear esa primera puerta, no se me pasaba por la cabeza con qué me iba a encontrar o qué era lo que le iba a decir a cada persona, sólo confiaba en que mis oraciones y Dios me iban ayudar. Hasta acá sólo pensaba en ir a dar algo de lo que Dios me había regalado durante el paso de mi vida y du-rante cada uno de los rodajes previos a la misión.

El paso de los días me hizo dar cuenta de que todo lo que me había planteado, más todo eso que para mí era tan complicado, era muy sim-ple. El sólo hecho de escuchar, sonreír, agrade-cer y rezar bastaba para que la MATER lograra entrar y tomar cada uno de esos corazones que por distintos motivos estaban alejados o endure-cidos, o por el contrario, fortalecer a los total-mente llenos. Cada mañana, cada puerta y cada historia era distinta, cada una tenía algo admira-ble y cada una me dejaba más de una enseñanza.

Qué decir de aquellas casas que, en los primeros días, no lograba entrar… Acá es donde pude en-tender que Dios elige el momento para llegar a cada una de las personas. No dejé de sorpren-derme al darme cuenta del motivo por el que ÉL

Lápiz en las manos de Dios | Misión MTA 2011-2012Por Gonzalo López Pinard

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Hace unas semanas en un partido de la Primera B Nacional que se disputaba en-tre Chacarita y Atlanta se dio un nuevo caso de violencia con serios incidentes por parte de los hinchas del club local. Lamentablemente ya estamos un poco acostumbrados a abrir el diario o ver en la TV este tipo de noticias en el fútbol, y cada vez nos volvemos más inmunes de conciencia frente a esto, llegando a que nos parezca “lógico” ya que se trata de una pasión. Pero ver los videos de este último episodio me dejó pensando en lo terrible que es este tema, ya que se llega a un punto en el que los hinchas dese-an con todas sus ganas matar a uno de la hinchada contraria, buscando todos los medios para lograrlo y, de alcanzar su objetivo, alcanzar un reconocimiento entre “los suyos” y poder incluírlo entre los versos de alguno de sus cánticos a fin de cel-ebrar el objetivo alcanzado. Qué lejos esta perso-na está de darse cuenta de que hay una vida en el otro hincha, con todo lo que eso implica; desde una posible familia y amigos, hasta sueños, aspira-ciones, miedos, objetivos, y un sentido de vida.

Salvando las diferencias, creo que en el tema del aborto nos está pasando algo similar. Nos es-tamos olvidando de que se trata de nada más y nada menos que de una vida. Nos quedamos discutiendo sobre la situación particular de la mujer que se embarazó, de los derechos que tiene, de que la Iglesia lo único que quiere es en-trometerse para limitar su libertad; y nos olvida-mos de que estamos tratando con una VIDA.

Es hora de despertar una vez más y hacer despertar a los que nos rodean. En muchos casos de gente que está a favor del aborto, el problema empieza por la falta de conciencia de que se trata de una vida. Si uno cae realmente en la cuenta de esta realidad, no sé quién podría seguir apoyando la muerte.

El año pasado se organizó desde la Juventud Mas-culina de Confidentia un ciclo de conferencias a favor de la vida, Hacia Una Cultura de la Vida. Tu-vimos la suerte de contar con la presencia de los doctores Jorge Correa Morales y Ernesto Beruti,

quienes además de darnos sólidos datos numéricos, estadísticos y biológicos nos hablaron desde aden-tro del corazón del por qué decirle que sí a la vida. También contamos con el excelente testimonio de María, un caso del C.A.M. (Centro de Ayuda para la Mujer), una mujer muy humilde que quiso abortar y gracias al acompañamiento que recibió pudo cor-regir su elección y hoy es madre de un chico muy sano que recibió como un regalo y, entre lágrimas por la emoción, nos contaba cómo se hubiese arre-pentido si seguía por ese camino. Y finalmente tu-vimos la presencia de la Senadora Liliana Negre de Alonso, que nos contó del panorama legislativo de la ley de despenalización del aborto, y nos invitaba a ponernos en acción, a participar activamente.

Está en nosotros como Juventud si nos vamos a quedar “mirando para otro lado”, ocupándonos de nuestro metro cuadrado, o si vamos a despertar y hacer despertar al resto, ya que estamos tratando con lo más increíble y pleno que puede haber en el mundo: VIDA. ●

¡Despertemos, es VIDA!Por Nicolás Donnelly

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