Revista San Teófimo Núm. 98

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El número 98 de la revista "San Teófimo" del Seminario Arquidiocesano de Monterrey, revista católica editada por seminaristas.

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Todo en la vida formativa de los seminaristases un don. Regalo de Dios es el poder recibirde Él la llamada en el corazón, para entregarletotalmente y sin reservas la vida misma, regalode Dios es recibir de su generosa bondad, auna Iglesia diocesana que consciente de suresponsabilidad en la formación y sostenimientode los futuros sacerdotes, se compromete aproveer todo lo necesario tanto espiritual comomaterialmente para que nada nos falte. Regalode Dios es la oportunidad de recibir delpresbiterio de nuestra Arquidiócesis, por partede nuestro Padre y Pastor el Emmo. Sr.Cardenal - Arzobispo, un equipo formadorcompuesto por tantos sacerdotes dedicados atiempo completo a nuestra formación, unprivilegio que pocas comunidades eclesialespueden poseer.

Regalo de Dios es recibir de la Iglesia laaprobación para seguir adelante en nuestrocamino formativo al recibir la candidatura a lasórdenes sagradas y los ministerios laicales, yfinalmente recibir el regalo de la ordenacióndiaconal y presbiteral. Sin duda el caminoformativo de los seminaristas es un camino degenerosidad de parte de Dios, generosidadque no se debe a nuestros propios méritos oconquistas, sino que brota únicamente de lamisericordia y el inmenso amor con que Diosnos ama. Con tantos dones en su vida elseminarista llega a entender que todo lo querecibe no es para el mismo, sino para queaprendiendo a recibir gratuitamente tanabundantes dones, el mismo se considere yaordenado sacerdote un don para la comunidad.En donde la generosidad de Dios se veráreflejada en la entrega que hará en el ejerciciodel ministerio sacerdotal. Bienvenidosnuevamente a la revista San Teófimo.

Con ánimo renovado el equipo editorial de larevista San Teófimo, regresa a la importantelabor de plasmar en esta publicación totalmentehecha por seminaristas, el espíritu que impulsael anhelo de servir a Dios en el ministeriosacerdotal. Y es precisamente este el motivoy el tema principal con el que arrancamos estanueva etapa en la vida de la revista.

Estamos viviendo en estos momentos la primeraparte de este año sacerdotal que desde elpasado mes de junio se inauguró por voluntadde S. S. Benedicto XVI. Hemos querido dedicareste primer número del año escolar 2009-2010al tema sacerdotal, en especial en lo que serefiere a la persona del sacerdote como donpara la Iglesia. Ya lo mencionaba el Papa, ensu carta dirigida a los sacerdotes, al inicio deeste año jubilar sacerdotal: “ 'El Sacerdocio esel amor del corazón de Jesús', repetía confrecuencia el Santo Cura de Ars. Estaconmovedora expresión nos da pie parareconocer con devoción y admiración elinmenso don que suponen los sacerdotes, nosólo para la Iglesia, sino también para lahumanidad misma.”

El sacerdocio ministerial al que aspiramos todoslos que estamos en el seminario, se veenaltecido con este año en particular, ya quela figura de san Juan María Bautista Vianney,el “Santo Cura de Ars”, viene a iluminar y aejemplificar de una manera especial estavocación, que sin duda es esencial y medularen la vida de la Iglesia. El sacerdote hoy másque nunca está llamado a dar un testimoniocada vez más coherente de amistad con Dios.Nuestro mundo necesita testigos venidos dela vida sacerdotal que puedan decirle al mundoque Dios está más cerca de nosotros de lo queimaginamos, se necesita la clara voz delsacerdote para que proclame que Cristo estávivo y que aguarda pacientemente por cadauno de nosotros en el sagrario, para que ahíse desborde su amor y misericordia con cadauno de los que acuden a Él.

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Pbro. Lic. Gerardo J. Cárdenas Rdz.Vice-Rector

LA FIDELIDAD

La fidelidad es fundamento de la amistad, reza unrefrán popular español.

La fidelidad es esa cualidad de la voluntad mediantela cual la persona permanece constante en las buenasdisposiciones ante los demás, no se aparta de sus propiosprincipios y cumple los compromisos adquiridos. Se es fiela los amigos, a la familia, a la sociedad en que se vive, alas promesas hechas, al propio ideal, a Dios.

El prototipo de fidelidad lo encontramos en Dios.Él es fiel porque cumple las promesas hechas a Israel (Dt7,9; 1re 8, 23; 2Esd 1, 5; 9, 32; Dan 9,4); a los patriarcas(Dt 4, 31; Miq 7, 20): a la dinastía de David (2Sam 7, 28-29; 1Re 8,26). Dios porque es fiel es garantía para todaocasión (Sal 90). La fidelidad es una cualidad inherente ala naturaleza de Dios. Comporta constancia y solidez, Dioses como una roca sin grietas (Dt 32, 4, Sal 17 32), Diosnunca miente ni se retracta (Núm 23, 19). Cristo es prototipode persona fiel (2Tim 2, 1) y siempre será fiel porque Él esel que es. (Heb 13,18).

La fidelidad del hombre a Dios, es un efecto delmismo Dios. Implica constancia, perseverancia, esfuerzo apesar de los obstáculos que pueden oscurece o hacer másdifícil vivir la fidelidad. La fidelidad a Dios es imposible porlas solas fuerzas del hombre, es necesaria la fuerza divina.

La fidelidad al prójimo comporta las virtudesnaturales de lealtad y buena fe que constituyen el fundamentode la sociedad. Ser fiel al amigo (Eclo 6,14-16), a loscompañeros de viaje (Tob. 5,4 ; 10,6) en el trabajo. Puedeser fiel un servidor (1 Sam 22,14), un funcionario (Dan 6,4)un mensajero (Prov 13,17; 25,13) un aliado, (2Esd 9,8) unjuez (Sal 95, 13) un testigo (Prov 14, 15).

Así, lo que el pueblo de Dios espera de losseminaristas y sacerdotes, más que de algún otro, esfidelidad. En la fidelidad sacerdotal el pueblo capta lafidelidad de Dios y ésta hace fuerte al pueblo para ser fiela Cristo a través de las cotidianas dificultades de la vida.En un mundo tan marcado por la inestabilidad, la violencia,la pobreza, el desempleo, el hambre, el pueblo de Diostiene necesidad de más signos, de más testimonios denuestra fidelidad para con Él, como muestra de la fidelidadde Dios en relación con su pueblo.

Hay algo que causa gran tristeza al pueblo de Dios;una angustia frecuentemente silenciosa, pero grande: cuandolos sacerdotes desmayan en la fidelidad de su compromisosacerdotal. Este anti-signo, este anti-testimonio está entrelos motivos del retroceso de las grandes esperanzas denueva vida que brotaron en la Iglesia desde el ConcilioEcuménico Vaticano II. El mismo Concilio ha aconsejadoa los sacerdotes y a toda la Iglesia una oración más intensay frecuente; porque se nos ha enseñado que sin Cristo no

podemos hacer nada (cf. Jn 15, 5). La fidelidad a Dios vienedel mismo Dios. En contrapartida, la fidelidad de la inmensamayoría de los sacerdotes ha demostrado con claridad aúnmayor y con un testimonio tanto más patente la fidelidadde la Iglesia a Dios y a Cristo, testigo fiel (cf. Ap 1, 5).

En un centro de estudios teológicos-filosóficos,como es el seminario, el testimonio de fidelidad tieneimportancia ulterior y un valor especial para convencernosde la grandeza y de la fuerza representada por la fidelidadsacerdotal. El aprendizaje filosófico y teológico, al ser partede la formación al sacerdocio, está bien lejos de presentarsecomo una investigación académica puramente intelectual. En el seminario la asistencia a los cursos está vinculadaa la liturgia, a la oración, a la construcción de una comunidadde fe y de amor, así como a la edificación del sacerdocioy consiguientemente a la edificación de la Iglesia. El estudioen los seminarios, es una reflexión sobre la fe y realizadaen la fe. Los estudios en el seminario que no profundiceen la fe, que no conduzca a orar, pueden ser un discursode palabras sobre Dios; pero no serán jamás un verdaderodiscurso en torno a Dios, al Dios vivo, al Dios que es y cuyoser es el Amor. De aquí se sigue que el estudio de un futurosacerdote sólo puede ser auténtico realizado en la Iglesia,comunidad de fe. Sólo cuando lo enseñado y aprendidoestá conforme con la enseñanza de los obispos unidos conel Papa, el Pueblo de Dios puede saber con certeza queesta enseñanza es " la fe que ha sido transmitida a lossantos de una vez para siempre " (Jds 3).

Mi invitación es a orar para aprender y vivir; parapoder ser fieles a Cristo. Sólo en la oración se puede cumplircon los deberes e iniciar la respuesta a las esperanzasdel mañana. Todo ejercicio, todo esfuerzo por configurarsecon Cristo, sólo tendrán eficacia en la oración y con la graciaque Dios siempre fiel concede. Bajo el amparo de MaríaSantísima redoblemos el esfuerzo para ser fieles testigosde la fidelidad de Dios.

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EL DON DESDE LA RAZÓN.

La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con lascuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad.Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdady, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo,pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo (cf. Ex 33, 18; Sal27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2).

Es cierto que el don en sí mismo encierra algo más que ser unsimple “regalo”, implica una participación vigente de Dios en sus criaturas,ha sido Él, quien atribuye infusamente el amor a sus hijos como creaciónperfecta por ser Él, el autor. Por medio de la razón podemos decir “Amoa mi hermano”, ya que en ella radica la trascendentalidad del ser en surelación en sí. Por la razón podremos acercarnos a decir que es partepunible de la divinidad en el ente llamado “persona” que desde sus diversasrealidades (supuesto) es vista desde en un conjunto racional quedenominamos persona en su descripción metafísica, “Amar es decir nomorirás”, según Juan Luis Lorda (Publicado en nuestro tiempo n 603,Septiembre de 2004, p. 101-108), en fin este razonamiento es trascendente,un don en sí, y por medio de él logramos captar abstractamente lo querodea al humano, su vida e historia.El hombre siempre está en búsqueda de la verdad y no descansa hastaencontrarla.

Aunque crea haberla encontrado se dará cuenta que ha vuelto alinicio de su búsqueda, es el don mismo que la razón comprende en éstabúsqueda, no existe otro ser sobre la tierra capaz de hilar su pensamiento,el don y el juicio como el hombre. Una vez entendido que él participa delo que Dios le ha confiado (teoría agustiniana) tendrá la potestad de ponerloal servicio de su humanidad centrado en el otro; parecería que la razónno puede explicar la verdad de manera primaria sino secundariamente,primero siempre será el pensamiento de Dios luego el del hombre. El don,por lo tanto, es entendido por parte de Dios como el idioma amoroso haciasus hijos, y éste lo entiende secundariamente, como un destello de la ideaque podría dar una lejana luz al explicar al don desde la razón.

En la actualidad el post-modernismo nos propone una filosofíafenoménica o relativista, donde la razón pretende ser descalificada ycanalizada a un sentido de vanalidad injusta para el hombre, ¿cómo esposible que estas corrientes pretendan “abaratar” el don de la razón? Conello la intensiva interpelación a una devaluación ontológica trae comoconsecuencia que el hombre no conciba en su realidad trascendental eldon como participación inmediata de Dios sino como un recurso propio desu humanidad, “ya no me siento parte de Dios, ahora Dios es parte de unacolección de supersticiones o creencias finitas”, cuando en lo más hondode su razonamiento lo busca disfrazado en un sentido de necesidad.En conclusión, el don es la participación vigente del Ser de Dios en suobra llamada hombre, investida con la razón para poder adecuarlo a surealidad óntica, el juicio como resultado de la suma de acontecimientosen la identidad del hombre que lo lleva a descubrir que su ser racionalestá cimentado en un proyecto que va más allá de su entendimiento simple;entonces la razón es iluminada por la revelación por la afirmación mismacon la semejanza con su creador, Dios.

José Luis Guerra CastañedaSegundo de Filosofía

Arquidiócesis de Monterrey

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“Nadie se otorga esta dignidad sino que debe de ser llamado por Dios,como lo fue Aarón. Y tampoco Cristo se atribuyó la dignidad de sumosacerdote, sino que se la otorgó aquel que dice:

Tú eres mi Hijo, yo te engendrado hoy” (Heb 5, 4-5).

Un don para el mundo.

Al reflexionar sobre la historia de salvación, nos podemos darcuenta de la gran misericordia que Dios ha tenido con su pueblo almanifestarse ante él y hacerse visible. De esta manera, podemosremontar nuestro pensamiento a los patriarcas, los jueces, los profetas,los reyes, los sacerdotes y finalmente hacia la persona de Jesús.Porque Jesús, que ha sido consagrado sumo sacerdote por el eternoPadre y comparte este don con la Iglesia, y he ahí que la maneramás concreta en la que Dios se hace visible en nuestros días es através del sacerdocio ministerial.

El sacerdote, por el sacramento del orden ha recibido el EspírituSanto, y por tanto, es gloria o epifanía de Cristo. Todo en el sacerdotees un don de Dios, y no se puede apropiar lo que tiene y lo que es.Todo en el sacerdote es motivo de gratitud y humildad, todo es don.

El sacerdote no se pertenece, ya que a semejanza de Jesucristoque es sacerdote, no para sí mismo, sino para sus hermanos. De igualmanera el sacerdote debe buscar siempre ser puente entre Dios y loshumanos. Así que este sacerdocio es sacramental porque, constituyela manifestación visible de la intervención mediadora de Cristo en lavida de los cristianos. Sin dicho sacramento no podría efectuarseconcretamente la unión entre la vida real de los cristianos y la existenciade Cristo.

La vivencia del don.

Si el sacerdocio es un don entonces, como don, se debe ofrecera la comunidad eclesial, pues ya lo ha dicho el Señor Jesús: “Lo quegratuitamente hemos recivido gratuitamente lo debemos dar”. Y esque la comunidad ve en el sacerdote el rostro de nuestro buen Dios,un Dios que es Padre y siempre está atento a sus hijos, un Dios queparticipa de sus alegrías y de sus fracasos, un Dios que interviene ensu historia, un Dios dador de vida, un Dios misericordioso.

El Papa Benedicto XVI, en su carta a los sacerdotes, recuerdala frase del Santo Cura de Ars: “El sacerdocio es el amor del corazónde Jesús”. Al mismo tiempo recuerda a todos los sacerdotes querepiten cada día las palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianosy así se llegan a identificar con sus pensamientos, deseos ysentimientos, así como su estilo de vida. La vida sacerdotal es la vidade Cristo, una vida incansable por el amor, un amor que es capaz desubir al calvario y ser clavado en la cruz y con este sacrificio seconv ier te en resur recc ión y v ida para la humanidad.

La principal misión del sacerdote es ser pastor y, viviendointensamente el don sacerdotal, se transforma en bendición para elpueblo cristiano. Inmenso es el don sacerdotal que nos sobrepasa,don en el que Dios le cede el poder divino, poder que se manifiestaen la entrega diaria.

José Adrián Mendoza PedrozaTercero de Teología

Arquidiócesis de Monterrey

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Terminando las festividades del año paulino, elSanto Padre ha querido dar un tiempo especial deoración y reflexión en torno al sacerdocio ministerial,decretando un año sacerdotal.

Los que deseamos ser sacerdotes, así comolos que ya los son, hemos pasado en los últimos añospor campañas que desprestigian el actuar sacerdotal,se cuestiona todo en cuanto a su vida, su desempeñopastoral, las exigencias de la vida apostólica, todo sepone en entredicho; todo esto aunado a unos cuantostestimonios poco favorables que los medios se hanencargado, en su afán poco ético de crear controversia,de llenar de falsos argumentos tanto a sacerdotes, comoa fieles laicos, y no es que estos ataques no existierancon anterioridad, sin embargo ante la disminución devocaciones, es preciso retomar el que hacer sacerdotal,reflexionando sobre él, y orando para la proliferaciónde sacerdotes fieles y santos, que tanto han enriquecidoa la Iglesia.

Ante este panorama el Santo Padre haconvocado un año Sacerdotal, poniendo como figura auno de eso baluartes del testimonio de entregasacerdotal, el Santo Padre nos ha pedido, tanto a losque ya han sido ordenados, como los mismosseminaristas que tornemos la mirada sobre un cura quevivió la entrega al máximo, la devoción de la oración,y realizó una verdadera cura de almas, este portentode sacerdote es el cura de Ars, San Juan María Vianney;sacerdote entregado a la confesión con largas jornadasde hasta dieciséis horas, un sacerdote que supo entraral mundo de las personas para rescatarlos del pecado,trayéndolos a los pies de Nuestro Señor Jesucristo, yes que tan atenuantes jornadas no le impedía quepudiera visitas a las gentes de su parroquia conocer deprimera mano sus problemas y su preocupaciones.

Es el año de retomar la santidad del sacerdocio,y no por que se haya perdido, sino porque es necesariohacerla manifiesta. La santidad del sacerdocio, en suprincipio, no puede dejar de existir ya que siendo sólouno el sacerdocio que compartimos con el de Cristo,se asegura su carácter de santidad.

En este año se cumplen 150 años en que elSanto Cura fue llamado a la presencia amorosa delpadre, y es el momento de retomar el amor a esta tansagrada vocación, que es dada como don al pueblo deDios, haciendo de hombres comunes instrumentos dela misericordia de Dios, signos visibles de su eternoamor, el ejemplo no sólo del Cura de Ars, sino el demiles de sacerdotes que viven entregados, sacrificados,perseguidos, sacerdotes que buscan la imitación deCristo en la entrega y la misericordia.

Por lo tanto este año de santidad abre un sinfínde caminos para que todos como Iglesia crezcamos ensantidad, por medio de las indulgencias, tesoro de laIglesia, para la salvación de las almas, ganarlas esredimir nuestra cuenta adversa, y teniendo nuestracuenta saldada poder saldar la de otros miembros dela Iglesia. Para ganarlas se deberá estar confesado,tener un rechazo al

pecado, orar por las intenciones del Santo Padre, yrealizar las acciones que se estipulan; que las reproduzcoa continuación, y que son un extracto del decreto dadopor la penitenciaría apostólica el día 25 de abril del2009:

A los sacerdotes realmente arrepentidos, quecualquier día recen con devoción al menos las Laudeso las Vísperas ante el Santísimo Sacramento, expuestoa la adoración pública o reservado en el sagrario, y, aejemplo de san Juan María Vianney, se ofrezcan conespíritu dispuesto y generoso a la celebración de lossacramentos, sobre todo al de la Penitencia, se lesimparte misericordiosamente en Dios la indulgenciaplenaria, que podrán aplicar también a los presbíterosdifuntos como sufragio si, de acuerdo con las normasvigentes, se acercan a la confesión sacramental y albanquete eucarístico, y oran según las intenciones delSumo Pontífice.

A los sacerdotes se les concede, además, laindulgencia parcial, también aplicable a los presbíterosdifuntos, cada vez que recen con devoción oracionesaprobadas, para llevar una vida santa y cumplirsantamente las tareas a ellos encomendadas.

A todos los fieles realmente arrepentidos que,en una iglesia u oratorio, asistan con devoción al sacrificiodivino de la misa y ofrezcan por los sacerdotes de laIglesia oraciones a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote,y cualquier obra buena realizada ese día, para que lossantifique y los modele según su Corazón, se les concedela indulgencia plenaria, a condición de que hayan expiadosus pecados con la penitencia sacramental y hayanelevado oraciones según la intención del Sumo Pontífice:en los días en que se abre y se clausura el Añosacerdotal, en el día del 150° aniversario de la piadosamuerte de san Juan María Vianney, en el primer juevesde mes o en cualquier otro día establecido por losOrdinarios de los lugares para utilidad de los fieles.

También se concederá la indulgencia plenariaa los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos quepor motivos legítimos no puedan salir de casa, si conel espíritu desprendido de cualquier pecado y con laintención de cumplir, en cuanto les sea posible, las tresacostumbradas condiciones, en su casa o donde seencuentren a causa de su impedimento, en los díasantes determinados rezan oraciones por la santificaciónde los sacerdotes, y ofrecen con confianza a Dios, pormedio de María, Reina de los Apóstoles, susenfermedades y las molestias de su vida.

Por último, se concede la indulgencia parcial atodos los fieles cada vez que recen con devoción enhonor del Sagrado Corazón de Jesús cincopadrenuestros, avemarías y glorias, u otra oraciónaprobada específicamente, para que los sacerdotes seconserven en pureza y santidad de vida. Este Decretotiene vigor a lo largo de todo el Año sacerdotal.

Diác. Raúl Maldonado MárquezCuarto de Teología

Arquidiócesis de Monterrey

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María , Madre de Jesús Sacerdote : suacompañamiento maternal y cómo este ayuda a forjarel sacerdocio de Jesucristo.

“Por el comportamiento de los hijos se conocea los padres”. Salvo las excepciones a toda regla,esta frase tiene mucho de verdad, por ello, al abordarel tema del sacerdocio de Cristo, no podemos evitarhablar de aquella mujer, madre y modelo, que “hasido llamada a la educación del único y eternoSacerdote, dócil y sumiso a su autoridad Materna” .De quién, si no de María, Jesús aprendió a vivir lasolidaridad, la oblación, la mediación, así como lacompasión, la fidelidad, y la misericordia quecaracterizan todo sacerdocio que la carta a losHebreos puntualiza (cfr. Hb. 2,17).

Si Jesús, en el evangelio de Juan, dice que,“hace lo que ve hacer al Padre” (5,19); hoy nosotrospodríamos decir que, Jesús también “hizo lo que viohacer a María”, desde el tiempo de su nacimiento,hasta su sacrificio en la Cruz.

De las actitudes sacerdotales de María, y dela experiencia del Padre, Jesús va configurando suser sacerdotal. No en vano, en la exhortaciónapostólica Pastores Dabo Vobis, Juan Pablo II llamaa María, “Madre y educadora del sacerdocio” , quecon su ejemplo e intercesión, hoy sigue forjando enlos llamados al sacerdocio las mismas actitudes decompasión, misericordia, solidaridad, fidelidad conlas que formó a su Hijo, que lo llevaron a ser el Sumoy Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, fuente dequien procede todo sacerdocio.

María modeló en Jesús un corazón fiel a Diosy solidario con los hombres, y por ello Él buscó hacerpresente el Reino de Dios. Hoy, en una sociedadlastimada por la violencia, la injusticia, la desigualdad,el sin sentido, aquellos que han sido llamados aparticipar de la misión de Cristo en el servicio delministerio sacerdotal deben buscar en María, MadreCristo Sacerdote, su ejemplo e intercesión para queforme en ellos un corazón sacerdotal capaz deaprender la obediencia en medio del sufrimiento, quelos lleve a compadecerse de las flaquezas de sushermanos (cfr. Hb. 4,15), un corazón que pongaamor, vida y esperanza donde existe muerte. Ensíntesis, que María forme en cada seminarista unSacerdote fiel y solidario; no olvidemos que en elcomportamiento de los Hijos se conoce a los padres…

Para nosotras, Oblatas de Jesús Sacerdote,es precisamente María, Madre de Cristo Sacerdote,el modelo perfecto de nuestra vida apostólica. Aejemplo de ella estamos llamadas a cuidar, a formar(por nuestra intercesión, como por el testimonio devida en el trabajo cotidiano) un corazón sacerdotalen aquellos que han sido llamados a ser mediadoresde la gracia, de la salvación dada por Dios. Buscandocon ello Amar el sacerdocio de Cristo, y hacerlo amar,principio y fin de toda nuestra vida.

Viviana Margarita Rivera GarcíaOblata de Jesús SacerdoteArquidiócesis de Monterrey

Parroquia Cruz del ApostoladoLic. en Pedagogía

Lic. en Teología

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“El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocioministerial o jerárquico se ordena el uno para el otro,aunque cada cual participa de forma peculiar delsacerdocio de Cristo. Su diferencia es esencial, no sólogradual. Porque el sacerdocio ministerial, en virtud dela sagrada potestad que posee, modela y dirige alpueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarísticoofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo: losfieles, en cambio, en virtud del sacerdocio real, participanen la oblación de la eucaristía, en la oración y acciónde gracias, con el testimonio de una vida santa, con laabnegación y caridad operante.” LG 10.

Desde el Antiguo Testamento ya estaba presenteel sacerdocio común, cuando Dios separa y elige a supueblo (Cfr. Dt 7,6) y pacta la alianza (Cfr. Ex 19,6); ytambién el sacerdocio ministerial que le es concedidoa la Tribu de Aarón, a los levitas como tribu consagradaa Dios (Lv 8, 1-36).

Respecto al Antiguo Testamento existe unparalelo con el Nuevo Testamento, también hay unSumo Sacerdote, que es Cristo, un sacerdocio ministerial(apóstoles) y un sacerdocio común (Cfr. 1 Pe 2, 4-10).

El Sacerdocio de Cristo es uno, diversificadode dos maneras entre sus miembros: Bautismal ysacerdotal, en todos aquellos que forman parte del“Cuerpo místico de Cristo,” pues tenemos un solo SumoSacerdote mediador entre Dios y los hombres. (Cfr. 1Tim 2,5).

Lo que nos une a Cristo es ser precisamenteesto: que formamos parte del Cuerpo Místico de Cristo,donde todos somos parte importante de Él: Nadie esmás ni menos, sino que cumple su función dentro delmismo, según le corresponda. Sin embargo, esto nodeja a un lado el ser parte del cuerpo y no ser sólo unaparte.

"licet essentia et non gradu tantum differant"El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocioministerial o jerárquico, se ordena el uno al otro, aunquecada cual participa de forma peculiar del Sacerdociode Cristo. Entre ellos se da una unidad eficaz, porqueel Espíritu Santo unifica a la Iglesia en la comunión yen el servicio.

Los fieles laicos son llamados, por medio delos pastores consagrados, a servir a la Iglesia en lasanta liturgia de la Iglesia, a ejercer su sacerdociobautismal mediante el testimonio de una vida santay de una caridad eficaz con el necesitado.

No hay diferencia de santidad en el sacerdociocomún y ministerial, todos estamos llamados a lamisma santidad, pero los presbíteros reciben de Cristoen el Espíritu un don particular para ayudar al puebloa que sean fieles a su sacerdocio común.

El sacerdocio ministerial tiene su raíz en lasucesión apostólica y está dotado de una potestadsagrada, la cual consiste en la facultad yresponsabilidad de obrar en persona de Cristo, cabezay pastor.

Los ministros ordenados tien la misión desalvar a sus hermanos con la función de: enseñar,santificar y gobernar a los fieles.

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Así pues partiendo de la diferencia esencialde estos dos, es necesario ahora reconocer la relaciónintrínseca que existe entre los dos. Delimitarradicalmente las diferencias sería fragmentar el mismosacerdocio de Cristo a nuestras formas racionaleslimitadas, olvidando las multi-dimensiones del hombre,y por tanto, las multi-dimensiones de Cristo o losdiferentes rostros de Cristo, poniendo uno debajo del otro o sobrevalorando uno encima del otro.Del mismo modo los cristianos deben abrazar lapropia existencia y hacer de ella una ofrenda a Dios,viviéndola en la comunión con los hermanos.

Dentro de lo litúrgico, ritual y sacramental, losdos sacerdocios se unen, sin embargo la unión, quees consecuencia de lo anterior, es la Koinonia entreestas dos.El paralelismo trazado anteriormente entre elSacerdocio real de Cristo y el sacerdocio real de loscristianos, nos ha revelado las semejanzas ydiferencias.El sacerdote es un hombre de comunión con el puebloy por el pueblo; el laico partícipe del sacerdociocomún, es también un hombre y una mujer decomunión con el sacerdote.Del sacerdocio bautismal participamos todos

aquellos que, por la acción del Espíritu Santo somosincorporados a la Iglesia de Cristo. El ser parte deéste sacerdocio nos lleva a levantar las manos denuestro espíritu para dar gracias a Dios y ofreceralabanzas y oraciones hacia Dios; y también nosimpulsa a bajar las manos de nuestro cuerpo haciael mundo en el que vivimos para hacer presente aCristo a todos nuestros hermanos en sus vidas.

De este sacerdocio bautismal, al cual tambiénllamamos “común”, es de donde surge también elSacerdocio ministerial de Cristo, en los hombres aquienes él llama, "porque todo Sumo Sacerdote estomado de entre los hombres y está puesto en favorde los hombres en lo que se refiere a Dios paraofrecer dones y sacrificios por los pecados" (Hebreos5).

Miguel Ángel Zaragoza BorregoSegundo de Teología

Diócesis de Piedras Negras

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“El sacerdocio no es una dulce emoción”

El sacerdote-sacerdocio en la Biblia puedeser tan amplio y exhaustivo como el punto de partidaque se tome. Podemos tomar la institución sacerdotaldel A.T. y hacer todo un elenco de cualidades,acciones e ideología de fondo de dicha institución eidentidad sacerdotal. Entonces tendríamos quevérnoslas con términos como pureza-impureza,ofrenda, sacrificio, expiación, víctima, etc. Y nosperderíamos de la sencillez abrumadora y profundosignificado que nos brinda la definición del autor dela carta a los Hebreos:

“Tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, paraser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que

toca a Dios, y expiar los pecados del pueblo”(Hb 2,17).

No es este el centro de la carta a los Hebreos,pero si es el anuncio del Sacerdocio de Cristo porprimera vez en la carta. Es por lo tanto un textoparadigmático, que nos plantea que la identidadsacerdotal de Jesús no se encuentra en su árbolgenealógico, no se encuentra en vestiduras queensalzan su separación del pueblo, ni en sus visitasal templo para ofrecer sacrificios de animales. Sinembargo “ha expiado los pecados” y esto implicabala realización de un sacrificio.

“Cuánto más la sangre de Cristo que por el Espíritueterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificaráde las obras muertas nuestra conciencia para rendir

culto al Dios vivo”(Hb 9,14).

Para expresar el profundo dinamismo detoda la pasión de Cristo, el autor de la Carta a losHebreos declara que «Cristo por el Espíritu eternose ofreció a Dios como víctima sin defecto» (9,14).Obsérvese que la expresión es trinitaria: Cristo,Espíritu, Dios. Una traducción muy literal del textogriego sonaría así: «Mediante el Espíritu eterno, sepresentó a Dios inmaculado». Estas pocas palabrascontienen una riqueza doctrinal extraordinaria.Cuando dice que «Cristo por el Espíritu eterno seofreció a Dios como víctima sin defecto», el autorpresenta en síntesis los aspectos principales de lapasión, centro y vértice de la revelación bíblica.

Está el aspecto generoso de la pasión: «Cristose ofreció», y el aspecto de sumisión: Cristo se ofreciócomo víctima «sin defecto». Se alude al Espíritu comoinspirador de la ofrenda, y se alude a Dios comodestinatario de la misma. El movimiento de la ofrendaha llevado a Cristo junto a Dios. Su misterio escomparable al sacrificio de expiación del AntiguoTestamento, gracias al cual el sumo sacerdote entrabaen el sancta sanctorum, lugar más sagrado delTemplo.

Este empleo de un lenguaje cultual es unaspecto muy particular de la Carta a los Hebreos. Enlos evangelios no se dice que Cristo «se ofreció»,sino que el Hijo del hombre vino para «dar su vidaen rescate por muchos», que «el buen pastor da suvida por las ovejas». San Pablo afirma que «Cristose dio» o «se entregó». Sólo el autor de la Carta alos Hebreos emplea un verbo sacrificial, ofrecer, yeso corresponde a su intención: pretende demostrarque el misterio de Cristo constituye el cumplimientoperfecto y definitivo de toda la tradición cultual delAntiguo Testamento. Sin embargo lejos estuvo Cristode sujetar su acción en favor de lo necesitados desalvación a las estrictas normas de pureza ritualpropias del sacerdocio veterotestamentario. Noobstante esto, el autor de la carta a los hebreos quisotrazar sobre esta tradición cultual.

Y esto lo podemos verificar en la mención del “Espíritu eterno”. En el culto antiguo había unproblema de ascensión, de hacer subir hasta Dioslas víctimas inmoladas. El medio utilizado era el fuego,gracias al cual las víctimas eran transformadas enhumo que subía hasta el cielo. Entonces Dios podíaaspirar el olor del sacrificio y sentirse complacido. Apropósito del sacrificio de Noé, se dice en Gn 8,21:«El Señor aspiró el suave olor». Esta representacióndio origen a la expresión «sacrificio de suave olor»,que se encuentra también en el Nuevo Testamentoy en el lenguaje litúrgico.

La Biblia nos muestra, sin embargo, que paraesta función sacrificial no valía cualquier fuego. Paraque las víctimas subieran verdaderamente hastaDios, era necesario un fuego que viniera de Él mismo.Tan sólo un fuego bajado del cielo era capaz devolver a subir a él llevando consigo las ofrendas. Poreste motivo el libro del Levítico subraya que el cultosacrificial del pueblo de Dios se realizaba por

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El fuego divino, que transformó a Cristo ensacrificio agradable a Dios, no fue otra cosa que elfuego de la caridad, el fuego del Espíritu Santo. Losugiere la Carta a los Hebreos; lo dice másclaramente la Carta a los Efesios: «Cristo nos amóy se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenday sacrificio de suave olor a Dios» (Ef 5,2). «Cristonos amó»: he aquí la caridad divina; y «se entregóa sí mismo como ofrenda y sacrificio»: he aquí elaspecto sacrificial. En realidad, para escribir la leyde Dios en el corazón del hombre, no podía bastaruna dulce emoción; hacía falta una transformaciónradical del corazón humano, había que aprender laobediencia a través del sufrimiento y de la muerte.El sacerdocio de la Nueva Alianza capaz detransformar a los oferentes (pueblo y sacerdote) nose puede realizar a partir de buenos sentimientossino de corazones capaces ser acrisolados en suvida por el Espíritu Santo.

Esta transformación constituye, al mismotiempo, una consagración sacerdotal, que nosasegura una relación sin obstáculos con Dios. Porfin podemos intuir toda la profundidad de la accióndel Espíritu Santo en la pasión de Cristo, toda laextensión de esta acción. Forjar un corazón nuevopara los hombres: he aquí la acción del EspírituSanto en la pasión. Dios nos da el corazón de Jesús«hecho perfecto» y nosotros tenemos que acogerloen nuestro interior. Entonces recibiremos al mismotiempo el Espíritu de Dios, que nos une a Cristo ynos une a todos entre nosotros, formando así elpueblo de la Nueva Alianza, llamado a «ofrecer, pormedio de Jesucristo (como dice san Pedro), sacrificiosespirituales» (1 Pe 2,5).

Lo que Cristo vivió en su pasión, cada unode nosotros está llamado a vivirlo con un corazónencendido por su Espíritu de amor, en losacontecimientos concretos de la existencia. Ya quesólo así seremos partícipes Su Sacerdocio,constituidos por Su gracia en sacerdotes del NuevoTestamento.

medio de un fuego bajado de Dios. Para lainauguración de este culto se dice que «salió fuegode la presencia del Señor, y consumió el holocaustoy la grasa sobre el altar» (Lv 9,24).

Y esta era la esencia de la acción sacerdotal-sacrificial. Pues el sacrificio, en sí, es un acto quevalora inmensamente una cosa (¡sacrificar algo noes despreciarlo!), precisamente porque la empapade santidad divina. El hombre no sabe hacer estoporque es incapaz de infundir en ello la santidaddivina; sólo puede presentar algo. Ahora, para quela ofrenda llegue a ser sagrada, es necesario queintervenga Dios mismo; que Él la tome, la transformey la haga subir por medio de su fuego divino. Éstaes entonces la noción bíblica de sacrificio, de “haceralgo santo-sagrado”. No la de una renuncia lastimosa.

Sin embargo la intuición del AntiguoTestamento se quedaba a medio camino, porque elfuego divino se concebía en un sentido material.Gracias al rayo que una vez cayó del cielo sobre elaltar, los sacerdotes judíos creían tener a sudisposición una fuerza divina en el fuego quepermanecía constantemente encendido sobre el altarde los holocaustos. El autor de la Carta a los Hebreosse desprendió de este concepto rudimentario;meditando en la pasión de Jesús, descubrió el sentidodel símbolo: el fuego de Dios no es el rayo que caede las nubes, sino el Espíritu Santo. Espíritu desantificación, capaz de una transformación sacrificial,de introducir la ofrenda en la santidad de Dios.

Pues ninguna fuerza material, ni siquiera ladel fuego, está en condiciones de hacer subir laofrenda hasta Dios, ya que no se trata de un viajepor el espacio. Para acercarse a Dios, el ser humanonecesita un empuje interno, no un movimiento externo.Quien lo comunica es el Espíritu de Dios. El sacrificiode Cristo no se realizó, entonces, por medio del fuegoconstante que ardía sobre el altar del templo, sinopor medio del «Espíritu eterno». Esta expresión indicael elemento activo que produce el dinamismo interiorde la ofrenda de Cristo. Animado por la fuerza delEspíritu, Él tuvo el empuje interno necesario paratransformar su muerte en ofrenda perfecta de símismo a Dios.

Pbro. Lic. Carlos Alberto Santos García.Prefecto Disciplinar del

Instituto de Teología

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El pasado 15 de agosto se convirtió para mí enuna fecha inolvidable, pues nosotros, los que nosordenamos presbíteros, por la imposición de manos yla oración consecratoria de nuestro obispo, Don JoséFrancisco Cardenal Robles Ortega, hemos sidoconsagrados como “verdaderos sacerdotes de la NuevaAlianza, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote,para anunciar el Evangelio a los fieles, para dirigirlosy para celebrar el culto divino” (CEC 1564).

No obstante, hay que tener presente que estedon sagrado no es un regalo sólo para el que lo recibe,sino que es don para la Iglesia; pues es Dios mismo elque llama al hombre para entregarse a sus hermanos.Hoy lo experimento aquí en mi parroquia, JesúsNazareno, donde la celebración de la eucaristía, laconfesión, entre otros sacramentos-misterios yministerios, hacen que me entregue total y fielmente ala Iglesia. Sin embargo, aun en esta entrega, que meha hecho tan feliz estos días de mi vida, me veonecesitado de otro sacerdote; pues soy consciente deque aun siendo sacerdote he de recurrir a otros hermanossacerdotes para que también yo pueda gozar de losSacramentos y de la Gracia.

Recuerdo todavía, con emoción, cada momentode la Misa de ordenación; desde el canto de entrada(Pueblo de Reyes, Asamblea santa, Pueblo Sacerdotal),que me ayudó a tener presente que este Sagradoministerio era un don para la Iglesia, para el PuebloSanto de Dios; hasta los saludos y felicitaciones. Vienea mi memoria el llamamiento, la alocución del Obispo,la postración donde sentí fuertemente la intercesión dela Iglesia, su oración por cada uno de sus hijos quedesde ese momento nos entregaríamos al serviciodivino. La Imposición de manos, el revestirnos con laestola y la casulla, la consagración de nuestras manosy el olor del crisma fueron los momentos que hicieronque las sonrisas y las lágrimas se fundieran a nuestrasmejillas, por el “don tan precioso que Dios nos otorgabaa Todos” a través de mis hermanos Martín, Chuy, Manuely Paco, y de un servidor.

Con ansia, los neosacerdotes, esperábamos eldestino y la comunidad donde realizaríamos nuestralabor pastoral por primera vez; sin embargo, aún habíauna emoción que compartiríamos con la Iglesia, sobretodo con nuestra comunidad, familiares y amigos máscercanos, se trataba del presidir nuestra primera MisaSolemne. Innumerables ocasiones habíamos compartidola Eucaristía, pero al estar frente al Pueblo y el Altarcon la ofrenda, nos sacudía un temblor y una emociónque, aun hoy, no puedo describir, pues era el momentode hacer presente a Jesucristo sacramentado, parapoder alimentar al su Pueblo con su Cuerpo y su Sangre.

El Sacerdocio y la Eucaristía están taníntimamente relacionados, que son necesarios para lapresencia sacramental de Cristo, en las especieseucarísticas, además ambos se encaminan a la misión,a ser pan partido para los demás, sobre todo los dosson Don para el Pueblo Santo. Así pues, con plenaconciencia de lo que ocurría en cada cantamisa, nuestraactitud fue siempre de agradecimiento para Dios quenos manifestó su amor con el don conferido y, para laIglesia que nos había apoyado durante el proceso deformación sacerdotal.

A unos cuantos días de mi ordenación soyconsciente de que el Señor ha estado conmigo, alconvertirme junto con mis hermanos neosacerdotes, enel Regalo para su Pueblo, en este año sacerdotal.

Que el Señor, dueño de la mies, siga suscitandovocaciones para su Pueblo, y que nuestra MadreSantísima del Roble, patrona de nuestra Arquidiócesisacompañe y proteja a sus hijos llamados por Cristo aeste gran ministerio.

Pbro. Jesús Gerardo Delgado MartínezArquidiócesis de Monterrey

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ve impone las manos con fe porque ese hombre a quienconsagra ha sido ya, desde mucho antes, llamado yelegido por Dios. Ahora constataba que todo era verdad.Era verdad la ilusión adolescente de mis años desecundaria de querer entregar mi vida, toda, completa,a Dios y a la Iglesia. Era verdad la convicción que sentíal pisar por primera vez el Seminario y decirme en miinterior 'vine para quedarme y ser sacerdote'. Era verdadel llamado que sentí una y otra vez a lo largo de mi vidaen el seminario, que me invitaba a pertenecer únicamentea Dios para servir totalmente a los hombres. Todo eraverdad, como si de pronto toda la historia personaladquiriera luz y se revelara como parte de un plan desalvación que Dios había diseñado para mí, para la Iglesiay para el mundo.

El día 15 de agosto llegué a la Basílica deGuadalupe para ser ordenado diácono, junto con 15hermanos, a quienes el Obispo impondría las manos ynos consagraría para siempre al servicio de Dios y de laIglesia, haciendo presente a Cristo servidor. Muchasveces había vivido de cerca una celebración de estaspero ahora era mi turno. Podría decir mucho acerca decómo viví esta celebración, pero solo mencionaré unascuantas cosas. Dos momentos fueron los que viví conmás intensidad. El primero de ellos, las letanías de lossantos. Postrado ante el altar del Señor, consciente demi pequeñez ante la inmensidad del don que recibiría, alunísono de las voces de la asamblea que imploraba aDios y a los santos bendiciones para nosotros, descubríque el don que recibiría era un don de Dios para toda laIglesia, y a ella me debía a partir de ese momento. Mástarde, en la promesa de obediencia, puse mis manosfrente al Obispo y él las tomó con firmeza; enseguidaplantó su mirada en la mía con mirada de Padre. Yoprometí obediencia a él y a sus sucesores, y con estapromesa me pareció de algún modo unirme másíntimamente a la Iglesia, a todos los hombres y mujeresa quienes entregaba mi vida para siempre.

Después de la misa hubo felicitaciones, abrazosy festejos. Y pude comprobar que la Iglesia a la que mehabía consagrado en el ministerio diaconal, tenía rostrosconcretos de hombres y mujeres, que en ese día sealegraban junto conmigo pues descubrían que Dios estápresente en la historia, en la vida de la Iglesia y en suspropias vidas, y no nos dejaba solos sino que nosaseguraba los medios para encontrarnos con Él y vivirya, desde ahora, el don de su salvación.

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¡Todo era verdad!

Los días previos a la ordenación me encontrabarealmente en paz y sosegado, aunque a medida queavanzaban los días y se acercaba el gran momento,comenzaron a surgir en mí pensamientos e inquietudes.La respuesta del Obispo por medio del padre vicerrector,el compartir la noticia con la familia, amigos y conocidos,preparar todo lo necesario para la celebración, vivir losejercicios espirituales, dejar que la noticia hiciera ecodentro de mí… todo fue creando las condiciones y lasdisposiciones para prepararme a la ordenación, dejandosalir de pronto asombro, gozo y paz, junto con miedo eincertidumbre. No es que uno no estuviera preparadopara recibir la noticia y ser ordenado por el Obispo, peroa quién de los seres humanos le dan una noticia de estasy se prepara para esto sin que su cuerpo, su mente y sucorazón no se inquieten ni alboroten.

Las últimas noches las disfruté realmente.Acostado en mi cuarto del Seminario, comencé por esosdías a hacer un recorrido de mi vida, a traer a la mentetodos los recuerdos que guardaba, desde los más antiguoshasta los más nuevos. Había algo que me asombrabay deseaba descubrir y tener presente en la mente: Diosvenía preparando esto para mí y para la Iglesia desdehacía muchos años, inclusive, desde antes de que yonaciera. Recordé a mis papás y a toda mi familia, cómome hablaban de Dios a veces con palabras peroespecialmente con su vida; saqué de la memoria losmomentos en los que me encontré cara a cara con Dios.Todos estos recuerdos se remontaban muchos añosatrás de mi entrada al Seminario, de tal forma que pocoa poco me asombré del misterio de Dios que impregnabatodos mis años de existencia. Recordé el día en queentré al Seminario, lleno de ilusiones y con una extrañacerteza cimentada en la convicción de que esa era unaaventura de fe, y de que había llegado al Seminario paraser sacerdote, sin más. Por supuesto que durante losaños de la formación surgieron dudas y temores, hubomomentos en los que parecía que todo se oscurecía, yfue entonces donde la aventura se volvía cada vez másaventura de fe.

Esas noches en que recostado mi mente cavilabaen el pasado y me emocionaba imaginando en lo quevendría a suceder en unos cuantos días, surgieron enmi interior palabras que literalmente entendí así: Todoera verdad. Dicen que la certezavocacional, en ciertomodo, se hace evidente cuando el Obispo, a nombre dela Iglesia e inspirado por el Espíritu Santo, reconoce elllamado de Dios que ha elegido a un hombre

Diác. José Luis Fernández GuajardoCuarto de Teología

Arquidiócesis de Monterrey

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E l San to Pad re Bened i c to XV I haconvocado a un año sacerdotal , el pr imeroque se ha convocado en toda la historia dela Iglesia. En este año el Santo Padre nospropone medi tar sobre la gran f igura de lsacerdocio poniendo como ejemplo al SantoCura de Ars, hombre de entrega total a Diosy a la Iglesia. Es interesante la concepciónque e l mismo Cura de Ars t iene sobre e lsacerdoc io y nos de ja como uno de susl e g a d o s e s t a b e l l í s i m a i d e a q u e d i c e :“Después de Dios el sacerdote lo es todo”,esta f rase pudiera parecernos exageradapero sin duda el sacerdote no está l lamadoa ser un empresario, ni un psicólogo, ni unadministrador, ni un guardián, está l lamadoa ser otro Cristo, a ser las manos de Cristo,a amar como Cristo amó y a ser test imonio (es decir mártir) de la Verdad que es Cristo;por eso aquella expresión de Jesús durantela ú l t ima Cena: “Padre Sant i f íca los en laVerdad, tú Palabra es Verdad.” (Jn. 17,17)Así pues el sacerdote está l lamado a dar suvida por Cr isto y por el Evangel io, inclusohasta derramar su sangre.

El Sacerdote es el amor del Corazónde Cristo dice el Cura de Ars, al ser muestrade l gran amor de l corazón de Cr is to nosmues t ra la pa r te d i v ina de tan hermosoministerio pero también nos muestra el ladohumano no sólo del sacerdote, sino tambiénde Cristo que es verdadero Dios y verdaderohombre según proclamamos en el Credo. Pore l lo t iene un gran s ign i f icado que e l años a c e r d o t a l h a y a s i d o a b i e r t o e n l aSolemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.En la homilía que pronunció el Santo Padreen la apertura de este año, hizo hincapié enla santidad del sacerdocio, además de haceruna fuerte l lamada de atención a aquel lossacerdotes que siendo administradores dela gracia de Dios y de sus misterios que danvida, amarran al pueblo de Dios con redesd e m u e r t e y l o s l l e v e n a l a p e r d i c i ó n .Denuncia también a aquellos sacerdotes queno son pastores, sino al contrario son lobosque atentan y destruyen al rebaño santo delSeñor que les ha sido confiado.

C o n e s t a r e f l e x i ó n q u i e r oinv i tar los a medi tar en la gran f igura de lsacerdote. Les invito a renovar en nuestroscorazones el amor a Dios, a enloquecernosde amor por este sagrado misterio que si Diosq u i e r e a l g ú n d í a r e c i b i r e m o s .Desgrac iadamente, dent ro de la v ida de lseminario muchas veces podemos perder elsent ido de la grandeza de l sacerdoc io ypensar que el sacerdocio es algo más y depoca importancia y nos olvidamos de que elsacerdocio ante todo es regalo de Dios a lahumanidad, el sacerdote es otro Cristo, esluz, es guía y pastor; pero debemos tenersiempre presente que cuando el sacerdote ynosotros como seminaristas no nos vamoscon f igu rando con Cr i s to e l Buen Pas to rnuestra vocación puede viciarse y torcerse,puede perder el rumbo y puede ser que noscreemos una idea falsa sobre el sacerdocio.

Tengamos presente que el sacerdocioes esencialmente una llamada a la santidad,la santidad es intimidad con Dios, es imitaciónd e C r i s t o : p o b r e , c a s t o y h u m i l d e . E lsacerdote se “crea”, por así decir lo, el díade la ordenación sacerdotal, pero se formadesde el seminario. Desde el seminario elSeñor habla a nuestro corazón y comienza amoldearlo, pero sólo puede moldear aquelloscorazones dispuestos y entregados, aquelloscorazones que no t ienen intereses torcidos,que han escuchado e l l l amado : “Ven ysígueme y yo te haré pescador de hombres”.

Eduardo Cevantes VargasSegundo de TeologíaDiócesis de Irapuato

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Ángel Adolfo Ricera MontoyaTercero de Preparatoria

Arquidiócesis de Monterrey

En este año en que la iglesia nos invita ameditar en el sacerdocio de Cristo y que de unamanera muy especial nos invita a meditar en la figurade san Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars,cual es el mensaje que este santo nos hace, tanto alos sacerdotes, como a los que vamos en camino deel sacerdocio ministerial. Los invito a que meditemosen tres puntos: La obediencia, la oración y la fidelidadsacerdotal.

La Obediencia.

“El que procura sustraerse de la obediencia,él mismo se aparta de la gracia”. (Beato Tomás de Kempis)El Santo Cura de Ars nos da un gran sentido al valorde la obediencia, ya que el nunca cuestiono unadecisión de sus superiores y además el siempre vioen las decisiones de estos la voluntad de Dios. Consu propia vida nos enseña a ser obedientes: A losSacerdotes, para con su Obispo y a los seminaristaspara con nuestros formadores, ya que en ellospodremos ver la voluntad de Dios. Nos enseñatambién el santo a ser más dóciles al Espíritu Santo,pues es el que nos ira dando la gracia necesaria paraser obedientes, y mantenernos atentos a todas lasinspiraciones que Dios nos manifiesta.

La Oración.

“La oración es la elevación de nuestro corazón aDios, una dulce conversación entre la criatura y suCriador.”(Santo Cura de Ars).

San Juan María Vianney nos invita serhombres de oración, ya que como él lo dice en lafrase que acabo de citar, la oración es elevar nuestrocorazón hacia Dios y es también sentirnoscorrespondidos por parte de Él, y así lograr estableceruna dulce conversación entre Él y nosotros, quesomos la obra de sus manos.

La oración es el motor del trabajo pastoral yes através de este medio, por es cual el hombrelogra percibir las formas en que Dios nos manifiestalo que el quiere de nosotros. Como vemos en la vidade San Juan María Vianney, este fue sin duda unode los principales aspectos que el cuidó en todomomento; su vida de oración y la celebración diariade la Eucaristía, en la cual todo cristiano se encuentracon aquel que se ama.

Fidelidad Sacerdotal.

“Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote” (SantoCura de Ars).

El Cura de Ars es un ejemplo en cuanto a lafidelidad, tanto al Sacerdocio ministerial, así como ala Iglesia. El santo siempre vivió en plenitud susacerdocio, y ésta es la clave que debemos tener encuenta para vivir siempre al cien porciento nuestravocación. Todos corremos el riesgo de caer a larutina, lo que conllevaría a la pérdida del amor quetenemos a este maravilloso don. La fidelidad del cleroa la Iglesia debe de ser la misma que Cristo tuvohacia la misma, ya que Él es el modelo de fidelidadque fue capaz de dar hasta su propia vida por la todala humanidad. De este mismo modo, los sacerdotes,y quienes nos encaminamos a este hermosoministerio, debemos desvivirnos por servir al pueblode Dios, y nunca debemos perder de vista que larecompensa a esta fidelidad la dará Cristo.

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“¿Por qué las naciones planean planes vanos?Tu eres mi hijo, yo e he engendrado hoy”

(Sal, 2).

Es necesario volver a planear, al inicio de unnuevo siglo, hemos de reconocer los errores que,como humanidad, hemos cometido y, acogiendo laverdad, abrir nuestros corazones a la esperanza queengendra el amor; el nuevo siglo nos ofrece unanueva oportunidad de caminar hacia la verdaderafraternidad humana, la cual no es posible sin eldesarrollo humano fundado en la verdad y el amor.Dejando atrás el sentimentalismo y la indiferencia,sobre la base de la verdad y la justicia, sólo el amornos mantiene en la esperanza de nuevas relacioneshumanas que funden un nuevo mundo, nuevo cieloy tierra nueva unidos a Cristo, nuestro Señor. Asípodría sintetizar el mensaje que encuentro en laEncíclica del Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate.

La caridad, la esperanza y la apertura a laverdad por la fe y la razón han sido los temas que elPapa Benedicto XVI ha puesto en la reflexión delinicio de siglo. La caridad que nace de Dios y secomunica sobreabundantemente en la creación sobreel ser humano fundamenta la esperanza de cadahombre en particular y de la comunidad humanacomo tal. Pero la aceptación del amor de Dios y dela paz y fortaleza de la esperanza no pueden seralcanzadas por la sola razón. Cuando vemos larealidad en la que vivimos sólo con la luz de la razónterminamos atemorizados por las injusticias yatrocidades que los seres humanos causamos ypensamos que lo máximo a lo que el hombre podríaaspirar sería a un orden controlado con el mínimo derelaciones hirientes posible y un sentimiento desoledad estremece el corazón. El mundo actual tienesed de paz, tiene la necesidad de un camino que loconduzca más allá de la violencia. Este camino sólopuede ser reconocido con los ojos de la fe.

En la introducción a la Encíclica Caritas inveritate, el Papa nos invita a renovar nuestra fe enla palabra de Cristo para encontrar el camino en lahora en que vivimos. Invita a “amar a los hermanosen la verdad de su proyecto”, lo cual sólo puedehacerse desde la fe en Jesucristo. Este amor delproyecto de Dios y el proyecto del hermano es elcamino que nos haría a reconocer que cualquieracción que desvíe o lesione el proyecto del hermanoes una acción violenta, con el tipo de violencia quedesfigura el rostro de los hombres y el rostro de

Cristo, con la violencia que destruye al hombre. Lacaridad en la verdad nos ayuda a distinguir el amordel sentimentalismo y las confusiones de la emotividadpara dirigirnos al reino de la paz.

Esta tan añorada paz sólo es posible por ladisposición humana para vivir en la verdad y la justiciaalentadas por el amor de Dios; cuando faltan ladisposición humana o el amor de Dios se da lugar ala violencia y la mentira. La mentira y la injusticiaengendran resentimiento y el resentimiento violencia,la cual, a su vez re-engendra violencia y venganzasometiendo a los hombres en un círculo vicioso delque no es posible salir sin la intervención de lamisericordia sanadora y restauradora del perdón deDios y de los hermanos.

En los primeros dos capítulos, la doctrinasocial de la Iglesia es presentada por el Papa comola propuesta de la Iglesia a los grandes retos socialesdel inicio del nuevo siglo: el auténtico desarrollo delos hombres, el progreso de los pueblos, las nuevasformas de interacción entre diversas culturas, elhambre y la pobreza como problemas paradójicos,el respeto a la vida, el derecho a la libertad religiosa,la ciencia y la caridad, el acceso al trabajo, la economíay la interdependencia planetaria, la relación entreética y empresa, el problema ambiental y energético.En el tercer capítulo el Papa reflexiona sobre elauténtico desarrollo humano, la propuesta fundamentales que este desarrollo ha de ser integral, tomandoen cuenta la dimensión trascendente humanamanifestada en la apertura a la fraternidad, sobre labase de la verdad, la justicia y la caridad. El Papapropone los principios de solidaridad y confianza

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Pbro. Lic. Juan Armando Pérez T.Prefecto Académico del

Instituto de Filosofía

recíprocas como formas de acción que superen lalógica mercantil establecida en muchos ámbitos derelación humana y encaminen los procesos deglobalización por el camino de “una orientaciónpersonalista y comunitaria, abierta a la trascendencia,del proceso de integración planetaria.”(no. 42).

En este sentido me parece muy interesanteque el Papa proponga la reflexión sobre el don comobase de la concepción de desarrollo integral delhombre. En el no. 2 se propone la caridad como eldon más grande: “La caridad es el don más grandeque Dios ha dado a los hombres, es su promesa ynuestra esperanza.” En el no. 34 el Papa invita areconocer que el hombre es un don, fruto de lasobreabundancia del amor de Dios y que el donderivado del amor es siempre un don gratuito; eldon gratuito alienta la esperanza humana en Diosy en los demás hombres, sin este don que engengraconfianza y esperanza, la humanidad no puedeesperar un verdadero progreso, pues sin fe yesperanza no hay justicia ni caridad. Por ello sepropone el principio de gratuidad como un pilar enel desarrollo comunitario, una actitud que supera elindividualismo y la autosuficiencia.

El desarrollo humano integral supone laapertura a la reflexión metafísica: ” una interpretaciónmetafísica del humanum, en la que la relacionalidades elemento esencial” (no. 55). La reflexión sobrela relación específicamente humana, inspirada porla revelación de las relaciones trinitarias, da luzsobre la concepción del hombre como persona enrelación con la comunidad y sobre la valoración dela familia en la sociedad. Esta misma relación, comodinamismo que impulsa hacia la trascendencia delsí mismo, lleva al ser humano a comprenderse enrelación con quien le da la existencia; el hombre ensí mismo es un don siempre en relación con elDonante, nunca podrá cercenar esta relación. Elgran problema es que las relaciones humanasactuales se viven sin tomar en cuenta esta relación,lo cual lleva al encerramiento de sí mismo, a laconsideración de lo religioso como evento de segudamano y a la exclusión del otro en el proyecto devida individual. El reconocimiento de sí mismo y dela comunidad como dones de Dios propone elprincipio de subsidiaridad como actitud que inspiraacciones efectivas de amor, llevando a laresponsabilidad por el proyecto humano de lacomunidad, especialmente de los más necesitadosy de quienes, por diversas circunstancias y

decisiones humanas, han vivido marginados delproyecto comunitario y social.

Frente a los problemas de esta era en laque vivimos, el Papa propone a la sociedad engeneral un nuevo proyecto inspirado en la fe ennuestro Señor Jesucristo. Un proyecto que no seavano, sino que se fundamente en la verdad en lacaridad. Una reflexión que se fundamente sobre lagratuidad del don de amor puede alentar laesperanza humana de quienes iniciamos un nuevosiglo. El ser humano que se conciba con certezaamado por Dios y amado por los hombres podrátener la esperanza de superar los grandes problemaspersonales, tanto individuales como comunitarios.Sólo el amor, por su origen y altura trascendentes, puede romper el círculo de la violencia, todos somosinvitados a profundizar en la verdad que la caridadrevela para actuar de manera renovada. El dongratuito nos lleva del círculo de la violencia al círculode la esperanza: quien da promete, quien recibeespera, quien da sobreabunda, quien espera confía,quien da se entrega, quien confía acoge, quienacoge ama, quien ama da.

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Lunes 17 de agosto

Sigue siendo una experiencia única el haber ingresadoaquella noche al recinto sagrado donde se preparaba elacontecimiento que marcaría la historia de la Iglesia queperegrina en Cuernavaca. Allí estábamos, en la entradaprincipal de la Catedral, una bóveda que impone e invita ala contemplación del misterio. Al fondo, el santuarioacondicionado con las adaptaciones correspondientes a laliturgia conventual y previa al concilio Vaticano II, cuandollegamos ante el Presbiterio, pudimos disfrutar de los últimosensayos y la instalación y pruebas de iluminación. La cátedra,al fondo del ábside, de la cual tomaría posesión al día siguienteMonseñor Alfonso Cortés.

Tal preparación es sumamente importante, por teneruna fuerte realidad doctrinal: “el Pueblo de Dios no es sólouna comunidad de gentes diversas, sino que en su mismoseno se compone también de diferentes partes, las Iglesiasparticulares, formadas a imagen de la Iglesia universal, enlas cuales y de las cuales está constituida la Iglesia Católica,una y única. La Iglesia particular se confía al Obispo, que esprincipio y fundamento visible de unidad, y mediante sucomunión jerárquica con la cabeza y con los otros miembrosdel Colegio episcopal la Iglesia particular se inserta en laplena communio ecclesiarum de la única Iglesia de Cristo. Elgobierno del Obispo y la vida diocesana deben manifestar larecíproca comunión con el Romano Pontífice y con el Colegioepiscopal, además de con las Iglesias particulares hermanas,especialmente con las que están presentes en el mismoterritorio” (CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, directoriopara el ministerio pastoral de los obispos “apostolorumsuccessores” n.5).

Un nuevo Obispo, un verdadero Padre y Pastor parauna comunidad que se preocupa por compartir los gozos ylas fatigas de cada día en la vivencia de la fe.

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Martes 18 de agosto

El primer contacto con la diócesis fue alrededor de lasdiez de la mañana en el lugar conocido como Puerta Morelos,sobre la autopista México-Cuernavaca, donde un grupo defieles y el gobernador del estado, Marco Antonio AdameCastillo, esperaban la llegada de Monseñor Alfonso, quienera acompañado por el Nuncio Apostólico, MonseñorChristophe Pierre.

La Catedral se encontraba a su máxima capacidad.Estaban presentes fieles de distintas comunidades de ladiócesis de Cuernavaca, diversas autoridades civiles,encabezados por el gobernador de Morelos, Marco Adame,asistiendo también el gobernador de Nuevo León, NatividadGonzález Paras, comunidades religiosas, seminaristas,diáconos y sacerdotes de diversas diócesis, alrededor de unadocena de obispos, entre ellos; el nuncio apostólico MonseñorChristophe Pierre, S.E. Norberto Cardenal Rivera, arzobispometropolitano y primado de México, y por supuesto nuestroArzobispo S. E. Francisco Cardenal Robles Ortega.

La Eucaristía fue el momento central y de granemotividad y alegría para todos los que participaron de esteacontecimiento. La bienvenida dada por Monseñor FlorencioOlvera, la homilía de Monseñor Christophe Pierre donderesaltaba la misión de los obispos y en esta ocasión, la misiónepiscopal del nuevo obispo de Cuernavaca Monseñor AlfonsoCortés, quien en su primer mensaje como pastor de estaIglesia particular resaltó la vivencia del Evangelio en todaslas estructuras sociales: "Soy consciente que las actualessituaciones en las cuales estamos llamados a trabajar soncomplejas y difíciles, muchas veces las cosas no dependende nosotros y nuestra buena voluntad. (…) A todos aquellosque trabajan en la educación y la cultura les animo a quesigan cumpliendo ese trabajo generoso que transforma al serhumano y le da una vida más digna"(Periódico El Sol deCuernavaca, fecha 19 de agosto de 2009), señaló en susprimeras palabras en Catedral, donde dijo al estado de Morelosy a todos sus habitantes: "la paz contigo, te deseo todo bien".Al finalizar la Eucaristía se realizó un convivio y banquete enel atrio de la catedral, donde se compartió la alegría de estanueva etapa en la vivencia eclesial.

Al tomar posesión de la diócesis, comenzará un nuevocaminar, ya que la comunidad que preside el obispo es unacomunidad de fe, la vivencia de la Palabra de Dios, y lacelebración de la Eucaristía , son muy necesarias para quela Iglesia sea capaz de dar y darse auténticamente en loespiritual y lo material, siendo auténticos discípulos y misionerosde Jesús.

“Somos cristianos para nosotros y obispos paraustedes. En lo primero está en juego nuestro propio bien,como obispos sólo ha de preocuparnos su bien”(San Agustín,Sermón 46,2; PL 38,271). Pbro. Víctor Isaí

Herrera VázquezPrefecto de Monterrey

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“El Señor ha estado grande con nosotros y estamosalegres” (Sal. 126,3).

Con esta frase, tomada del Salmo 126, sellevó a cabo el X Encuentro Provincial de SeminariosMayores en la hermana Diócesis de Matamoros, enel marco de los festejos del Cincuenta Aniversario desu fundación.

En este encuentro, se tuvo la oportunidad deencontrarnos con nuestros hermanos seminaristasque conforman nuestra Provincia Eclesiástica deMonterrey, así como con los padres formadores dedichos seminarios.

El día lunes 7, nuestros hermanos seminaristasy formadores de matamoros nos recibieron en lasinstalaciones de su seminario, donde se llevaron acabo las inscripciones y nos entregaron el materialque se iba a utilizar durante el encuentro, así comola playera de recuerdo del evento. Posteriormente, sedio inicio con la ceremonia de Bienvenida por partedel Rector Pbro. Santiago Enrique Rangel y del Excmo.Sr. Obispo Faustino Armendáriz Jiménez. Luego seprocedió al rezo de las vísperas en honor a SanRodrigo Aguilar Alemán, mártir, de quien se veneray custodia una reliquia en la Capilla del SeminarioMenor de Matamoros; de allí partimos en procesióna la apertura del encuentro con la Celebración de laEucaristía en los jardines del seminario. Como ya estradición en los encuentros, después de la Santa Misa,tuvimos la cena mexicana, en la cual degustamosgran variedad de antojitos mexicanos proporcionadospor grupo de parroquias y de los bienhechores delseminario; en ésta, un grupo de músicos (formado ensu totalidad por laicos comprometidos en susparroquias) estuvieron deleitándonos con sus melodíasy canciones, así como con sus experiencias de Dios;fue un momento de compartir muy agradable dondeexperimentamos la hospitalidad de nuestros hermanosseminaristas de Matamoros, pues en todo momentoquerían que nos sintiéramos como en casa.

Terminando el evento cultural, nos dieroninstrucciones para explicarnos del hospedaje, pues atodos los seminaristas nos hospedaron en hoteles, ypara la dinámica del siguiente día.

El Martes 8, en punto de las 7:15 am, nosencontrabámos ya en el seminario para dar inicio alas actividades de este día, las cuales comenzaroncon el rezo de las Laudes en honor a San José, patronodel Seminario. Al término del momento de la oración,y de una pequeña reflexión, llegaron los mariachispara cantarle las mañanitas y rendirle tributo al santo.De allí continuamos con el delicioso desayuno, y enpunto de las 9:30 am, participamos en una ConferenciaMagistral, la cual estuvo a cargo del Presbítero Dr.Virgilio Elizondo.

El P. Virgilio Elizondo es el fundador y másgrande exponente de la teología hispana en los EstadosUnidos, es reconocido mundialmente por su aportacióna la Teología Católica, ha recibido numerososreconocimientos de las más prestigiadas Universidadesde Estados Unidos y de Europa. En 1984, como rectorde la Catedral de San Fernando en San Antonio,Texas; fundó la Santa Misa de las Américas, una Misainternacional televisada desde la Catedral de SanFernando, que alcanza a millones de personas detodo el mundo cada domingo por la mañana.Actualmente es profesor a tiempo completo de laUniversidad Católica de Notre Dame.

Quisiera sobresaltar brevemente, algunospuntos importantes que comentó el P. Elizondo en suponencia. Nos habló acerca de la Reconciliación delas Culturas, haciendo referencia a la situación por laque han pasado muchos inmigrantes en EstadosUnidos. Por ejemplo, mencionó que hasta 1967 estabaprohibido el mestizaje en este país y el hablar enespañol en las escuelas. Así mismo, señalaba la actitudque se debe asumir por parte de la Iglesia y suspastores ante esta realidad, resaltaba que es de vitalimportancia que los sacerdotes, y quienes aspiramosal sacerdocio, debemos preparanos muy bien en todaslas áreas para darle lo mejor a los que nos rodean,principalmente a los pobres. Señala que “a la Iglesiase le ha dado poder para hacer el bien” y tú y yo somosIglesia. “¿Qué puede hacer la Iglesia, qué fuerza traeel evangelio a los que sufren, principalmente a lospobres? ¿A aquéllos que sienten que no sirven, queno pueden realizarse, o que simplemente sienten queson inferiores? Y nos recordaba lo que dice la SagradaEscritura en Filipenses 2,5: “Tengan, pues, lossentimientos que corresponden a quienes están unidosa Cristo Jesús”, y es aquí en donde entramos todoslos bautizados, y de una manera particular, lossacerdotes y seminaristas. De igual forma nos decíaque “la praxis de Jesús es la no violencia, el perdón,el amor; cruza las barreras para incluir a los rechazados.El gozo del banquete común, de la mesa común. Elrechazado deshace el rechazo, desafía estructuras,enfrenta la última barrera, enfrenta la cruz, de la muertea la vida”. Para esto es importante en la actualidad,predicar el evangelio, cruzar las fronteras y barrerasque nos ponemos.

Y por último, nos exhortaba a valorar en todoal otro, ¿cómo unir en lugar de dividir? ¿Cómo tomarlas diferencias para enriquecer? Esto nos lo decíaconforme a la realidad que se vive en Estados Unidos.Muchos de nuestros paisanos al llegar a aquel país,en vez de defender y seguir transmitiendo sustradiciones, tienden a ir erradicando sus valores, ytodo con la finalidad de ser aceptados, o tomados encuenta. Por ejemplo, el valor de las fiestas familiares,las cuales van fomentando la unidad de la familia, enalgunos casos se va perdiendo.

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La eucaristía nos debe llevar a predicar yevangelizar, no sólo en las parroquias, sino afuera, iral encuentro del hermano, de tal manera que, elhermano pueda celebrar la vida a pesar del sufrimientode ésta. Es muy cierta esta afirmación: en nuestrospueblos, cuando la Iglesia está presente, el puebloestá con la Iglesia. Y aquí es donde el evangelio queanunciamos debe ser la fuerza que nos y los lleve alcambio.Al final de la conferencia Magistral, el expositor tuvoel detalle de regalarnos un libro titulado “Jesús deGalilea” de su autoria a cada uno de los presentes.

Posteriormente se nos proyectó un Video delRev. Exmo. Sr. Obispo Estanislao Alcaráz, primerobispo de Matamoros y fundador del Seminario. Elsegundo obispo fue el Exmo. Sr. Obispo SabásMagaña, quien en la fundación del Seminario deMatamoros ejerció el cargo como primer rector delmismo; el tercer Obispo fue el Exmo. Sr. Obispo Mons.Chavolla actualmente Obispo de Toluca. Al términodel video, procedimos a rezar el Angelus continuandodespués con la comida. Después de un breve momentode sobremesa, nos preparamos para iniciar el torneodeportivo en las disciplinas de fut-bol y baloncesto, yclaro está que, como es un encuentro de hermanosno podía faltar la oración antes del paseo de la llamadeportiva y “la patada” como inicio. Los equiposestuvieron conformados por seminaristas de variasdiócesis; como siempre, no podían faltar los lesionados.Ciertamente no hubo trofeos, pero si la convivencia yla integración entre “la raza”.

De allí partimos a los hoteles a darnos unregaderazo para posteriormente regresar a la Solemnemisa de Clausura del Cincuentenario, en la cualestuvieron presentes; representantes de algunasparroquias y grupos de la Diócesis de Matamoros,sacerdotes, y seminaristas. Cabe destacar que lacelebración estuvo presidida por el Sr. Obispo DonFaustino Armendariz, y concelebrada por el anteriorobispo Mons. Chavolla. Durante la celebraciónnuevamente se recordó los acontecimientos de losinicios del Seminario de Matamoros, y al mismo tiempoel obispo de Matamoros exhortaba a los sacerdotesy seminaristas a seguir dando testimonio del amor deCristo a todos nuestros hermanos. Finalzada lacelebración, compartimos la cena con la gente queparticipó en la Santa Misa, y de allí nos retiramos adescansar.

Día 9. Hacia las 7:00 am en el Seminario nosreunimos para el rezo de la oración de la mañana,continuando con el desayuno, y hacia las 8:15 ampartimos hacia el teatro principal de la ciudad, en dondehubo un concierto de piano, el cual disfrutamos mucho.Para después dirigirnos a la Catedral, para celebrarla misa de Clausura del X Encuentro Provincial.

Agradecemos infinitamente a nuestroshermanos del Seminario de Matamoros, así como alequipo formador y a todo el pueblo de Dios de laDiócesis de Matamoros que se esforzaron en darnoslo mejor de ellos como personas. Deseo que Dios sigafortaleciendo, a los sacerdotes y seminaristas de estadiócesis, en el seguimiento y configuración con CristoSacerdote, para que así puedan llevar al Pueblo deDios hacia Él, y que no sean 50 años más los queDios les conceda, sino todo el tiempo necesario paraque nuestra Iglesia siga creciendo y multiplicándose,llevados por el Amor del Espíritu Santo.

Dios nos conceda encontrarnos el próximo añoen el XI Encuentro Provincial de Seminarios Mayoresen la hermana Diócesis de Piedras Negras, ánimohermanos del Seminario de Piedras Negras, por allános veremos y compartiremos la fe, el alimento de laPalabra y la Eucaristía, para seguir dando testimoniode la Unidad de la Iglesia, de su presbiterio, y de sufuturo presbiterio. ¡Qué así sea! Por esta razón hacemosnuestras las palabras del salmo 126: “El Señor haestado grande con nosotros y estamos alegres”.

César Fernando López RenteríaTercero de Teología

Diócesis de Nuevo Laredo

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Resonando la Palabra de Dios con la música delalma.

Hoy, cuando resuenan nuestras voces deseminaristas, sabemos que están resonando tambiénnuestros corazones de futuros pastores.

No es coincidencia que el Santo Padre,Benedicto XVI, haya tenido a bien proclamar para laIglesia un año sacerdotal, puesto que cada uno denosotros, miembros de ella, sabemos la importanciaque tiene la vocación sacerdotal en la vida intraeclesialy también por qué no, fuera del contexto católico.

Y es que cuando se trata de promover yfortalecer la presencia del sacerdocio ministerial, esbienvenido cualquier medio que infunda un renovadoespíritu, principalmente en los seminarios y casas deformación. Esto, porque los valores que vive elsacerdote no deben estar en disonancia con losmedios legítimos que usa el hombre de hoy paraexpresar su experiencia interior, su experiencia deDios, y su relación con los hermanos y el resto de lacreación.

La música que el hombre lleva dentro seexterioriza ya desde el modo en que ordena concierto sentido estético, su lenguaje oral y escrito ográfico. Pues el hombre, además del sentido práctico,tiende hacia la perfección de su obrar también enrazón de la belleza del ser. Es decir, nosotros, comoimagen y semejanza de Dios, buscamos parecernoscada vez más a Él: Suma Bondad, Unidad, Verdady Belleza.

“La tradición musical de la Iglesia universalconstituye un tesoro de valor inestimable quesobresale entre las demás exposiciones artísticas,principalmente porque el canto sagrado, unido a laspalabras, constituye una parte necesaria e integralde la liturgia solemne.” (Sacrosanctum Concilium n.112)

La música realza el sentido de la palabrahumana, le da un “acompañamiento” que penetracon mucha más fuerza en la capacidad de apreciar.En principio sucede lo mismo con la Palabra de Dios.La música reviste la Palabra, sólo que hay una varianteesencial: esta música necesita ser inspirada, al igualque el Espíritu inspiró a los escritores sagrados, y

también a quienes han ordenado nuestra Liturgia.Por ello la música que surge puramente delsentimiento humano no puede ser Música Sacra, sinosólo aquella que colabora con el Espíritu Santo en laexpresión de las verdades de la fe.

Y ésta última, se convierte en música litúrgica, esdecir, en música para el culto, cuando se aterriza enlos ritos y textos litúrgicos; tan sólo para elevarse denuevo, junto con las almas de la asamblea, paramayor gloria de Dios y santificación nuestra.

“Consérvese y foméntese con sumo cuidadoel tesoro de la música sacra. Promuévansedil igentemente las <<scholae cantorum>>,especialmente en las iglesias catedrales; los obisposy los demás pastores de almas procurencuidadosamente que, en cualquier acción sagradarealizada con canto, la comunidad de los fieles puedaaportar la participación activa que le es propia…”(Sacrosanctum Concilium n. 114).

Así, el canto y la música de la asamblea enla celebración, nos muestran un sentido de comunión.Y el cantor o escuela de cantores (schola cantorum)son el medio facilitador y animador del canto de laasamblea, que eleva su oración al Padre, con todasu persona y de una manera más completa: en unidadde espíritus, que se refleja en la “armonía” o uniónsensible de las voces de los ahí presentes. El modelomás claro es el canto gregoriano, expresado porejemplo en el Padre nuestro que inicia el sacerdote,el tono con el que hace las oraciones colectas ofinales, la plegaria eucarística, doxología, el tono parael salmo, la proclamación del evangelio, etc., que eslo más usado en nuestro ambiente, pero hay laposibilidad de cantar en toda nuestra liturgia.

De aquí que todos los sacerdotes y futurossacerdotes debemos valorar nuestra relación ycompromiso con la música litúrgica. La música queescuchamos de ordinario (fuera de las celebracionesLitúrgicas) no puede ser el motor de búsqueda parala música que introducimos en la Misa, por ejemplo.La voz de un seminarista o sacerdote, y de quienesestamos al servicio de la Palabra, debe elevar elespíritu hacia una vivencia del Misterio que se celebra.Así como cuando cantamos una canción que seidentifica con nuestros sentimientos, así lo que

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Esteban Elí Flores HermosilloSegundo de Teología

Arquidiócesis de Monterrey

cantamos en nuestra Liturgia, debe nacer de un deseode encuentro con Dios, movido por la fe y un gustomusical que favorezca cada vez más este movimientoen el alma del creyente.

“Debe considerarse importante la enseñanzay la práctica musical en los seminarios, en losnoviciados de religiosos de ambos sexos y en casasde estudio, así como en los restantes institutos yescuelas católicas…” (Sacrosanctum Concilium n.115).

Schola cantorum del Seminario de Monterrey (reseñahistórica)

Nuestra actual “schola”, podríamos decir quese ha venido conformando en los últimos cinco años,a partir de un proyecto formal de Schola cantorumpara nuestro seminario, ideado y puesto en marchapor un grupo de alumnos de filosofía y teología, queen Julio del año 2006 asistimos a la Escuela Superiorde Música Sacra de Guadalajara, en sus cursos deverano. Acompañándonos en aquella ocasión, elPbro. Felipe de Jesús Sánchez Gallegos, directorespiritual en el Instituto de Filosofía, participandotambién en el curso de verano, y después comoasesor responsable del proyecto de la nueva schola,y como voz de bajo en la misma.

Pero la motivación comenzó desde antes. Nohay que olvidar que el esfuerzo por conformar unaschola cantorum del Seminario de Monterrey tuvoentre sus primeros directores, allá por los años 60's,al Pbro. Alfonso Figueroa Ochoa, y contemporáneoa él, participaba con su voz de tenor, el Pbro. RaúlMorales Santamaría. Ambos muy queridos yreconocidos por muchos sacerdotes y seminaristas,por sus enseñanzas y acompañamiento en nuestraformación musical-litúrgica, destacando susenseñanzas en canto gregoriano y música en general.

Nuestra motivación musical-litúrgica tuvotambién una fuente de experiencia inicial, gracias ala Comisión de Música Sacra de nuestra diócesis,que organizaba los Cursos de Verano de MúsicaSacra en las instalaciones del Seminario Menor. Estosse realizaron durante 9 veranos, siendo el últimoimpartido en el año 2005. Colaborando en éstos,algunos sacerdotes, y maestros de la Escuela Superiorde Música y Danza de Monterrey.

Cabe agregar que el legado musical que harecibido la schola en los últimos años se ha vistoenriquecido bajo la coordinación de alumnos (algunosya no continuaron su formación en el seminario, peroles reconocemos su valiosa aportación a la músicasacra), y el apoyo de maestros externos, músicos odirectores de coros. Destacando el valioso apoyo delmaestro Antonio Valdez Alonso, entre otras cosas,por su ejecución del acompañamiento con el órganopara los cantos de las misas solemnes en nuestrasfiestas patronales y otras misas en que participa laSchola cantorum del Seminario de Monterrey.

En fin, como en cualquier escuela, la de loscantores del seminario ha tenido sus épocas de augey prosperidad, y momentos de discontinuidad; (inclusoa veces las escuelas se cierran, por falta de alumnos,maestros, o recursos) sus miembros y directores vancambiando con el correr del tiempo y susadecuaciones en estructura y pedagogía, buscanestar acorde a las necesidades del Pueblo de Dios,para su edificación como Iglesia que rinde cultoamoroso a la Santísima Trinidad, a los ángeles y alos Santos. Es también valiosa en la formación delos futuros pastores del Pueblo de Dios, ya queintegran sus capacidades musicales al servicio de laLiturgia y la evangelización.

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¿Qué es el celibato en este contexto dealteridad? ¿Cuál es su valor y su significado? Es lamanifestación de que el ser humano sólo encuentrala respuesta y realización de su misterio personalen el encuentro con el otro, hombre o mujer; quesea realiza a sí mismo amando, pero que no pide,ni puede esperar en el otro, la respuesta a una 'sedde infinito', que no deposita en el otro la carga desu propia entrega amorosa. Sino que en ese actode amar al prójimo ama al “Amor”, ama al “Bienmismo” que no tiene límite y que constituye larespuesta a su búsqueda personal. Es el celibatola vivencia de nuestra alteridad horizontal, la vivenciadel amor en el horizonte de una alteridad vertical.Y dónde ésta 'recrea' el encuentro, el deseo decomunión e intimidad que late en el corazón delhombre. Haciendo que desde nuestro ser sexuadospodamos amar como hombres o mujeres el misteriode los otros que no podemos 'absorber' o 'reducir'a un ámbito o dimensión de nuestra condición porsí misma limitada.

Por esto el celibato por el Reino de los Cielosimplica la madurez de nuestro self, nuestro 'símismo', el descubrimiento, aceptación y vivencia denuestra condición que se enriquece y configura porla relación con los demás. Y como decíamos, nocualquier relación sino una de amor-amistad queimplica individualidad y alteridad, sin mezcla niconfusión, sino con apertura, respeto y unavaloración, desde el horizonte del Misterio del Otro,nos lleva a la madurez de nuestra condición másprofunda.

Ser fiel al celibato por el Reino de los Cieloses en síntesis ser fieles al misterio de nosotrosmismos, ser fieles al misterio de nuestro prójimo, ya final de cuentas ser fieles al único Amor que nosrealiza en plenitud como seres humanos.

El ser humano lleva en sí mismo inscrito unMisterio, y él mismo se vuelve Misterio para sí mismopues el ansia y la pregunta por el Infinito que llevalatiendo en lo profundo de su ser no encuentra ensí mismo una razón suficiente. ¿Quién soy? ¿Paraqué o para quién soy o existo? Tú me dices quiensoy, tú me ayudas a conocerme. Yo puedo decirquién eres Tú, yo puedo ayudar a que tú te conozcas.Porque la imagen de Dios que llevamos en nuestroser nos ayuda a conocer al Tú, con mayúscula;porque tú eres “carne de mi carne y hueso de mishuesos” podemos hacer que el prójimo, el tú conminúscula se conozca. Y viceversa en ambos casos.

Así nuestro misterio personal encuentra unarespuesta en el Misterio de Dios y en el misterio delprójimo, y en nuestro ser relacional se encuentra elcamino de respuesta para la pregunta por elsignificado que entraña nuestra existencia. Nopodemos ser, ni existir sino en relación. Y esto esun dato que las mismas ciencias clínicas-neurológicas y psicológicas han evidenciado. Laconformación del mapa de nuestro cerebro,conceptos-emociones, se traza a medida que el serhumano se va encontrado con los otros, con el Otro.Así es como la respuesta de sí mismo empieza avislumbrarse.

Y dicha respuesta no es otra sino eldescubrimiento de que somos la expresión de unMisterio de Comunión, de Unidad, que Dios es ensí mismo, que Cristo lo es en su única persona, consus dos naturalezas, y que la persona atestigua enel núcleo de las relaciones con sus padres-familia.Es ésta la verdad de sí mismo, el ser con-para losdemás. ¿Y que clase de unión-comunión es esta?Es una que se realiza, como dice F. Imoda, no sintensión, no sin momentos de conflicto en los que larelación interpersonal tiene que abrirse al misteriodel prójimo. Renunciando a negociaciones,manipulaciones y componendas. Este es el caminode la madurez de nuestro ser relacional, que es unamadurez en amor y la amistad, que sólo encuentrarealización en el amor Teocéntrico.

Pbro. Lic. Carlos Alberto Santos García.Prefecto Disciplinar del

Instituto de Teología

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