Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín...

19
16

Transcript of Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín...

Page 1: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

16

Page 2: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

no.16 Primavera - Verano 2012

editaDiputación de Salamanca

presidente Francisco Javier Iglesias García

diputado de turismo y patrimonio Antonio Gómez Bueno

C/ Felipe Espino, 137002 SalamancaTlf.: 923 293 [email protected]

coordinaciónJosé L. Crego

colaboradoresA Mano Cultura, Luis Miguel Mata, Francisco Morales, José Antonio Sánchez Paso, Raúl de Tapia, Emilio Vidal Matías, José Luis Yuste.

fotografíasSergio Ampudia, Víctor Casas, Miguel Corral, Egido Pablos, Agustín Fernández Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, Francisco Martín, Adrián Mateos, José Agustín Sánchez, Santiago Santos, Vicente Sierra Puparelli.

diseño y maquetaciónAlter Bi

imprimeGráficas Lope

portadaCamino Asentadero-Bosque de los Espejos (Fotografía: Francisco Martín).

La Diputación de Salamanca no se hace responsable de la opinión de los colaboradores. Queda prohibido reproducir total o parcialmente el contenido de la publicación sin autorización expresa del editor.

Ejemplar gratuito. Prohibida su venta.Depósito Legal: S. 51-2004

www.lasalina.es/turismo

Robledales. Paisajes de clorofila (pg.08)

Candelario, Quilamas, Sierra de Francia o El Rebollar, toda la franja meridional salmantina ofrece un sugestivo paseo entre robles y rebollos.

Arribes y SierrasEl nuevo aceite (pg.18)

Dos comarcas salmantinas de tradición olivarera, las Arribes y las Sierras de Francia y Béjar, han apostado por la calidad y el oleoturismo.

Béjar, alma de blues (pg.26)

A mediados de julio, aficionados y melómanos tienen una cita obligada; llega el festival internacional de blues de Béjar.

Los Arapiles Campo de batalla (pg.04)

El 22 de julio se conmemora el bicentenario de la batalla de Los Arapiles, o de Salamanca, que supuso el principio del fin de Napoleón.

Ledesma muda la piel (pg.12)

Tras un vigoroso proceso de renovación, una ruta urbana descubre la nueva Ledesma, la del patrimonio y la emoción.

Camino Asentadero Bosque de los espejos (pg.22)

Entre Sequeros, Las Casas del Conde y San Martín del Castañar discurre este camino de arte en la naturaleza, toda una tentación.

Cielos mudéjares (pg.30)

En las tierras orientales varios templos de humilde factura esconden uno de los tesoros mejor guardados del patrimonio artístico salmantino.

Revista turística de Salamanca

Page 3: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

EN P

RIM

ERA

PERS

ONA

Monolito sobre el Arapil Grande; al fondo, el Arapil Chico y la ciudad de Salamanca.

05

Los Arapiles* Por Francisco Morales. Fotografía: Santiago Santos

Campo de batalla

tados unos metros sobre el terreno que

les rodea, dos colinas que el caprichoso

destino predestinó para ser centro del

mundo en un momento de la historia.

Dos caminos naturales, uno “civilizada”

y recientemente asfaltado, se cruzan, hoy

como ayer, a la sombra de los dos alcores

hiriendo la limpia geografía a la que se la

añadió una posterior línea de ferrocarril

ahora abandonada. El silencio impera y,

en ocasiones, sobrecoge cuando el recuer-

do de lo allí pasado produce escalofríos.

Sucedió un 22 de julio de hace ahora dos-

cientos años, cuando cien mil hombres se

enfrentaron entre sí durante un largo día a

sangre y fuego, a bayoneta calada, con el

único premio de la vida o la muerte. Mas

conviene retroceder unas cuantas jorna-

das mientras se peregrina al más alto de

los promontorios para intentar escudriñar,

con la mirada que el tiempo nos ofrece, la

llegada de las cansadas tropas y poder así

recordar con emoción lo que allí se vivió.

A escasos ocho kilómetros de

Salamanca se encuentran las

poblaciones de Arapiles y Cal-

varrasa de Arriba y, entre una y otra, el

abierto campo de cambiante color: color

verde de las primaveras bien llovidas, co-

lor dorado de las espigas trigueras que

ondean bajo el sol primero, color cárde-

no de la tierra ya desnuda y preparada

para próxima cosecha. Y en medio, Los

Arapiles, el Grande (898 metros) y el

Chico (897 m.), dos tesos apenas levan-

Page 4: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

Los Arapiles

con las encinas tronchadas y cundida la

tierra de caballos y hombres muertos –

al decir del tío Pascualón-, en éste que

vivimos tan sólo sopla el viento sobre lo

que hoy es enorme monumento funera-

rio abierto a todos los los cielos, punto de

encuentro para estudiosos de la historia

militar y lugar de meditación sobre la, a

veces, triste condición humana.

Mientras tanto, los días pasan por el Si-

tio Histórico del Campo de Los Arapi-

les, al pie de cuyas laderas discurren en

paz los peregrinos; unos, hacia el sur, se

dirigen hacia el sueño eterno de Teresa,

la santa andariega nacida en Alba tras

la muerte; otros, hacia el norte, por el

otro extremo y algo más lejano marchan

a la llamada de Santiago, el apóstol con

el que la carmelita reformadora comparte

el patronazgo de España, como fuera

confirmado por las Cortes de Cádiz,

precisamente y también en el año 1812.

Los Arapiles, en fin, un año, un campo

de batalla y dos caminos a recordar. A la

hora de las dos y media. Muerte y vida,

guerra y paz.

Grabado iluminado “Batalla de Salamanca”, de W. Heath/Clarke. El Arapil Grande con el monolito en la cima.

Atardecer en la ermita de Nuestra Señora de la Peña, Calvarrasa de Arriba. Abajo, paneles informativos en el teso de S. Miguel; al fondo, los dos Arapiles.

Eran las dos y media de un canicular día cuando cien mil hombres se enfrentaron

abierto; pero nada siento, sino la inmen-

sa paz que agradezco a los que por ella

murieron; pero nada sufro, sino al pro-

pio hombre queriendo romper el regalo

de la armonía. Y esta es la disyuntiva en

la que se mueve el género humano: paz

o guerra, aunque para conseguir la pri-

mera sea necesaria, desgraciadamente,

no olvidar la segunda.

No pudiéndose retener lo que es fugaz,

bien se optó por respetar el escenario en

el que tuvo lugar la batalla al que, junto

a las ya citadas, se asoman y circundan,

como entre bambalinas, las poblaciones

de Miranda de Azán, Las Torres, Santa

Marta, Carbajosa de la Sagrada y Te-

rradillos. Y si en aquél tiempo “las balas

iban rasas y las granadas con ellas” no

dejando tomillos ni tampoco carrasqueras,

07

Francisco Morales es coronel (R) del Ejército del Aire, licenciado y Premio de Grado en Historia del Arte, y miembro del Centro de Estudios Salmantinos.

Eran pues las dos y media de un cani-

cular día de pleno estío cuando la gran

batalla se inició y que hasta que la luz

del sol declinó, se prolongó. Cien mil

hombres se enfrentaron, más de 10.000

fallecieron o fueron heridos.

Subido al Grande Arapil, sentado en la

grada del obelisco que recuerda tan his-

tórico avatar, intento hacer mía la historia

mirando por encima de los surcos abier-

tos en un campo en el que el valor tuvo su

asiento. Enfrente, al alcance de la vista,

el puesto de mando enemigo a cuyas de-

cisiones debo anticiparme. Abajo, tronar

de cañones, olor de pólvora, jinetes al ga-

lope, cruzar de sables, gritos enardecien-

do al combate, ayes lastimeros, estertores

últimos…; quiero entonces advertir, pa-

rar, hacer ver… pero nada veo, sino la

paz de un campo laboreado; pero nada

escucho, sino el quedo sonido del campo

y Encinas de Abajo. Al amanecer del día

siguiente continúan con su marcha en

paralelo salpicada con pequeñas escara-

muzas; sin saberlo, se dirigen al definitivo

encuentro en la ondulada planicie de Los

Arapiles, cuyo promontorio más elevado

es tomado por el francés, ocupando el

menor los aliados.

Las alturas del sierro,

“Peñasagudas” bien cerca

el teso de la “Cabaña”,

también el de la “Cuquera”,

las peñas del “Castillejo”

que tienen buena defensa

pasaron a la “Atalaya”

de Mirandilla, bien cerca

colocaron los cañones

hora de las dos y media

(Copla del Tío Pascualón)

Todo sucedió en el marco de la llamada

Guerra Peninsular (1808-1814) –“de la

Independencia” para nosotros-, en la que

Francia y Gran Bretaña dirimían sus cui-

tas y ansias de dominio al tiempo que Es-

paña y Portugal defendían su libertad ante

el invasor francés. Al mando de las tropas

aliadas –británicos, portugueses, españo-

les…- se encontraba el siempre dubitativo

Arthur Wellesley, lord Wellington; al fren-

te de las francesas, el mariscal francés Au-

gust Marmont. Tomada la decisión por el

inglés de pasar a la acción, cruza el río

Águeda el 13 de junio, toma Salamanca

dos semanas después e inicia una marcha

de persecución, de ida y vuelta, tras el

ejército francés que se había dirigido al

río Duero, llegando de nuevo al Tormes

el 21 de julio. Bajo un fuerte aguacero los

aliados pasan la noche en los alrededores

de la capital salmantina, mientras que los

napoleónicos lo hacen en los de Huertas

Page 5: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

9

I nabarcable,

luminoso, em-

baucador…

un robledal cosecha epítetos como

acto reflejo, inconscientemente. Los

ojos están acostumbrados a verlos de-

rramarse por las faldas de la sierra o

que la niebla gatee sobre ellos cuando

se inaugura la mañana. Reconocemos

un entramado denso de troncos y ra-

mas, engalanados con verdes de prima-

vera a verano, velados de amarillos en

el otoño, hasta teñirse de gris en el in-

vierno. Cuando los líquenes cubren su

desnudez durante los fríos, centellean

resplandecientes los días de lluvia. Pero

el verdor, esa adicción del paisaje por

la clorofila, es su personalidad.

Más allá de la presente postal de tiempos

y tonalidades está la dimensión del espa-

cio. Esa idiosincrasia del robledal sufre

gratas distorsiones sobre el topográfico de

la provincia. Su condición de bosque en-

treverado, a medio camino de las encinas

y las hayas, le permite dibujarse de varia-

dos estilos según donde nos encontremos.

Así, existe la floresta norteña, de conta-

gios atlánticos atrapada en las Quilamas

y Sierra de Francia. La Honfría, junto

a Linares, ejemplifica esta singularidad

donde nos encontramos las espectacula-

res azucenas silvestres o las peonías, esas

rosas de monte que tanto gustan a las

serranas. La proximidad del pico Cer-

vero incita a su atenuada ascensión;

* por Raúl Tapia, Fundación Tormes-EB Fotografía: Imágenes Naturales

dePaisajes clorofila

Robledales

Robledales y charca en Agallas, El Rebollar. Trepador azul en vuelo (Foto Oscar J. González).

PAIS

AJES

Page 6: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

de enterrar bellotas para el largo invier-

no. El escaso olvido de su basta memoria

permite la germinación tan sólo de algu-

nas de ellas, ayudando en la regeneración

más espontánea.

Mas si queremos ahondar en el uso atá-

vico de las riquezas del campo, Peñapar-

da es la elección. El toque de su pandero

cuadrado nos relata vivencias cantadas a

la intimidad del fuego. Percusión de ro-

ble y cabra: la música de los emboscados.

Esta localidad esconde además, entre sus

chirpiales y brinzales, una vieja cantera

de piedras de molino. Todavía se ven al-

gunas muelas petrificadas en el tiempo,

detallando el esfuerzo del brazo para

arrancarlas de la roca madre y la atina-

da inteligencia de quien supo descifrar la

idoneidad del roquedo. El silencio de las

mazas y cinceles lo rellenan los leves sil-

bidos de agateadores y trepadores, aves

sabias que buscan su avituallamiento

entre los líquenes de las cortezas.

Este deambular deja para el final un

lugar tímidamente conocido y no muy

transitado. El Payo se baña de los arro-

yos que crían al Águeda. La impetuosa

luz entre la hojarasca apela a Sorolla

mientras el agua llama a Monet, riendo

en cada minúscula cascada. Quizás sea

el secreto de este lugar: agua y luz con-

formando una trinidad pagana con los

robles centenarios. Allí los regatos hue-

len a fertilidad, provocando una sensa-

ción de lugar primigenio. Igual son tam-

bién los trinos y canturreos, la tonadillas

de los petirrojos y herrerillos los que le

dan una patina de autenticidad.

Bajo esta alquimia, podemos cerrar la

vivencia con un paseo nocturno, aguan-

tar hasta que marche el día y dejarnos

conquistar por cárabos y autillos. En-

tonces sí conoceremos los robledales,

entonces sabremos por qué son encruci-

jadas para encontrarse.

invita a la contemplación. La Dehesa

cercana, que trepa pareja a los arroyos y

riberas del Cuerpo de Hombre, pasa del

monte en madurez a una juventud inci-

piente según nos aproximamos a Hoya

Moros. Hasta allí, el maridaje de bolos

graníticos y difíciles rebrotes se dejará

conquistar por la montaña altiva.

Estas tierras son también queridas por

los castaños que bordean la carretera

vieja que baja a Extremadura, en un

Asentadero-Bosque de los Espejos,

que revoletea también por Sequeros

y las Casas del Conde, permite el acer-

camiento a un privilegio que la naturale-

za ha querido dejar olvidado. El carballar

cuenta la historia pasada, aquella que ha-

bla de los glaciares de Béjar, lenguas de

hielo que un día se retiraron.

Y aquí, en las lomas que circundan la

villa ducal hallamos unos melojares dife-

rentes. Candelario abre sin duda este se-

gundo capítulo, con arboledas de media

montaña. Los prados, mantenidos por

vacas y pastores, tienen costuras de pie-

dra y roble. Aún se mantienen los muros

vivos, donde el granito de las morrenas

se minimaliza en forma de vallas. Es

en estas lindes donde no llega el diente

del ganado y el rebollo pervive a salvo,

orquestando un paisaje en mosaico que

desde sus más de mil cua-

trocientos metros seremos testigos

de la transición y diversidad de los

paisajes salmantinos.

Ya en la sierra de Francia, es ineludible

el paseo por tres enclaves. El primero nos

cita en Cepeda, junto al arroyo de San

Pedro, donde un puente de fábrica aus-

teramente bella nos pone a los pies de

ejemplares centenarios. Bien cerca tene-

mos el segundo, en la Herguijuela, don-

de su haya nos anuncia una flora donde

vendimiar imágenes nuevas con nuestras

cámaras. Algo nos dice al acercarnos al

lugar que hay algo distinto, ya cuajado del

espíritu de las tejedas. Pero el tercero

de los enclaves gana el órdago de la exce-

lencia. Y es que San Martín del Castañar

goza de un auténtico valle de carballos, el

roble cantábrico. Sin duda el Camino del

recorrido que atraviesa Cantagallo,

Puerto, Peñacaballera, El Cerro y Lagu-

nilla, para arrimar la ruta hasta Monte-

mayor del Río. El castillo se eleva sobre

el pueblo para estar a la altura estética

del lugar. Cualquiera de estas localidades

bien merece un receso, y Montemayor

obliga a conocer su cestería tradicional.

Desde el extremo meridional de Sala-

manca saltamos al suroeste, donde El

Rebollar adquiere mayúsculas. La vege-

tación se convierte en nombre propio al

bautizar a esta comarca. Mucho hay por

ver y andar junto a la raya con Portugal.

La distancia y el aislamiento han facilita-

do la pervivencia de usos y costumbres,

de folclore y gastronomía. Estos empare-

jamientos nacen de la utilización atávica

de los recursos naturales, que llegan a

nosotros bajo la nomenclatura de la tra-

dición. Su representación museística se

puede visitar en Navasfrías. Allí su museo

recoge fotogramas tangibles de un tiempo

que no volverá a ser. Hacerse montaraz es

en extremo sencillo, en un territorio fre-

cuentado por perdederos a vista de pájaro

desde el pico Jálama. La soledad del pa-

seo facilitará el encuentro con los arren-

dajos, aliados del roble con su costumbre

... engalanados con verdes de primavera a verano, velados de

amarillos en el otoño

Frondosidad de helechos entre los rebollos, Sierra de Francia. Flor de peonía o duelecabezas.

Micropaisajes de líquenes y musgos. Arriba, laderas del pico Jálama, El Payo.

11

Las peonías, esas rosas de monte que tanto gustan a

las serranas

10

Page 7: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

1312

Ledesmamuda la piel* Por Emilio Vidal Matías. Fotografía: Francisco Martín

Page 8: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

En los accesos reciente-

mente se han acondicio-

nado aquí y allá pequeños

aparcamientos para no

perturbar el goce de quien

llega ávido de respirar tran-

quilidad y armonía. Deam-

bular por sus calles es una

búsqueda sensorial, destina-

da al disfrute y la contem-

plación de una villa histórica

en la que reencontrarse pau-

sadamente con la paz de sus

calles y una insinuante invita-

ción a la serenidad interior.

Durante el recorrido, la mirada

del visitante no se verá pertur-

bada por canalones, bajantes,

cables, aparatos de climatiza-

ción o rótulos comerciales; todo aparece tocado por

una mano melodiosa que los ha ordenado a su gusto

y antojo, sin que alteren una escena que resulta cau-

tivadora, buscando la belleza del paisaje urbano. Se

reconfortará descubriendo cómo se armonizan calles,

espacios libres y jardines, y prestando especial aten-

ción a los muros, perfiles, movimientos y encrucijadas.

Después le cuentan que la implicación de los vecinos

y el sentido de pertenencia de la ciudadanía han obra-

do el milagro. El cambio de lo subjetivo a lo colecti-

vo, vivir con la sensación de compartir han sido

1514

solemne de siglos de historia ha surgido

un nuevo escenario en el que palacios y

viviendas han sido vestidos de gala, con

una nueva piel para mirar de frente a la

modernidad. Es la nueva Ledesma, la del

patrimonio y la emoción, la de la expe-

riencia y el futuro.

atalaya, la villa también se revela como

bienhechora de los encinares próximos,

que se propagan hasta enseñorearse de

una parte importante de la provincia.

Su conjunto histórico se perfila como un

rincón en el tiempo, ceñido por la con-

fluencia de vías de trazado antiguo que

acudían hasta él para sortear y vadear el

Tormes. Río y caminos se abrazan a la

colina, hasta el punto de determinar su

estructura de defensa y condicionar el

asentamiento de los primeros pobladores.

Felizmente para propios y visitantes, la

señorial dama ha abandonado sus viejos

ropajes medievales anclados en el tiem-

po y ha asistido a un vigoroso proceso de

renovación urbana. Sobre una atmósfera

E ntre las diversas formas de aden-

trarse en la provincia de Sala-

manca para conocer sus tierras

y sus gentes quizá ninguna resulte más

sugerente que el recorrido por los con-

juntos históricos. Son doce núcleos ur-

banos distintos y complementarios, que

instruyen a los viajeros en el arte de in-

terpretar lo que a su paso encuentran.

Eso sí, todos ellos reverencian al prin-

cipal, la ciudad de Salamanca, que por

su categoría ostenta el rango de ciudad

Patrimonio de la Humanidad.

La altiva Ledesma es uno de estos muni-

cipios elegidos. Alzada sobre un promon-

torio, gobierna un paisaje de peñas gra-

níticas a orillas del río Tormes. Desde esa

Es la nueva Ledesma, la del patrimonio y la emoción, la de la experiencia y el futuro

Subida al adarve desde el patio de armas de la Fortaleza. Arriba: casa de San Nicolás y calle Paños (Foto Agustín F. Albalá).

Palacio de la familia López Chaves. Página anterior: acceso al casco antiguo desde el aparcamiento de El Castillo.

Ledesma

Page 9: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

fundamentales para llevar a buen puerto este pro-

yecto de renovación urbana y recuperación social.

Absorto en esas meditaciones, el viajero no ha

reparado en una presencia silenciosa que le es-

colta desde el comienzo de la visita. Delicadas

señales y marcas situadas en calles y edificios

han sido destinadas a poner acentos al recorri-

do. Una señalización le acompaña sutilmente

en su deambular, formando parte de la ruta ur-

bana circular en la que todo ha sido dispuesto

para insinuar, sugerir o explicar los secretos

mejor guardados. Todo ello, susurrado en

forma de delicadas y pequeñas historias, que

desvelan incógnitas y misterios.

El itinerario se encuentra jalonado por cua-

tro espacios de interés principal y un faro,

que articulan en torno a ellos las claves

esenciales del recorrido. El principal es la

Plaza Mayor, en la que se dan cita los tes-

timonios esenciales del poder y la vida ofi-

cial: la iglesia de Santa María, los palacios y

los edificios concejiles. En este marco se ha

dado tradicionalmente cobijo a los aconte-

cimientos festivos y lúdicos más relevantes,

en los que participaban activamente los

habitantes de los barrios extramuros.

Desde allí, el Arco de los Roderos facilita

el acceso al mirador del Tormes, que con-

forma el segundo de los espacios. Este al-

tozano se encuentra suspendido sobre la

muralla que rodea la villa; desde allí es

posible vislumbrar la hendidura del río y

16

Mirador del río Tormes desde un cubo de la muralla. Arriba: señal interpretativa de la ruta urbana. Página siguiente: la calle Toro, tras el proceso de renovación.

la leyenda del inocente Nicolás y el pér-

fido wali Galofre, que tuvo este emplaza-

miento como marco.

Concluido el recorrido y fatigado por el

deambular, el viajero se adormece por

el sopor, tras haber comido en alguno

de los restaurantes, situados extramu-

ros, que históricamente han recibido

a los visitantes del mercado medieval.

Mientras, por su mente desfilan imá-

genes de la metamorfosis contemplada.

Una realidad que aparece bañada por

una luz radiante que transmuta la piel

de la villa, dando paso a una nueva epi-

dermis acogedora desde la que penetrar

en el interior y captar su esencia. Al fi-

nal, el visitante percibe que el primer

elemento de tacto son los pies y descu-

bre que sentir esa nueva epidermis es el

sentido último del viaje.

El tercer espacio, el de la plaza de la For-

taleza, nos propone una invitación esce-

nográfica en un marco presidido por la

construcción militar y secundado por

los principales protagonistas del devenir

histórico: el cerco amurallado sobre el

que se asienta; el escudo concejil y via-

jero que preside la entrada; y el verraco,

un tótem perteneciente al primer pobla-

miento de Ledesma.

Finalmente, San Nicolás da nombre a

la única puerta de la muralla que per-

manece en pie. Desde este cuarto espa-

cio se accede a su adarve, convertido en

mirador privilegiado para contemplar la

vega del Tormes y especular en torno a

los berrocales que hicieron de Ledesma

un castro defensivo. Este paseo de Alon-

so Andrea, que así se llama, inmortaliza

la vida heroica y quijotesca de este ledes-

mino que ha sido honrado por la fantasía

popular venezolana de Caracas.

Antes de acceder al siguiente lugar em-

blemático resulta indispensable aceptar

la invitación que nos ofrece el paseo y

visitar el centro de interpretación histó-

rica “Bletisa”, la Ledesma romana, que

sin lugar a dudas constituye el faro de

la visita. En su interior la ruta urbana

alcanza otra dimensión y sus elementos,

aparentemente desconectados, adquie-

ren nuevo sentido. Unos y otros enca-

jan, formando un mosaico temporal

por el que desfilan la leyenda, la histo-

ria con mayúsculas y personajes como

el Padre Petisco, representante de una

villa ilustrada y acogedora.

Una ruta urbana susurrada en

forma de delicadas y pequeñas historias

Page 10: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

A somada al Mediterráneo, no

podía ser de otra manera. Es-

paña, como el resto de países

que perfilan el Mare Nostrum, verdearía

sus aguas si en ellas reflejase el color de

sus olivos. Desde el pórtico levantino las

manchas de olivares se extendieron al

resto de las tierras peninsulares, inclui-

dos los valles meridionales de la mese-

ta castellana. Y si este árbol centenario

conquistó el paisaje, el zumo de su fru-

to se convierte en ingrediente rey de la

dieta y unción en la despedida final. En-

tre sus múltiples aplicaciones, el versátil

aceite también es luz, como sucede en

la localidad salmantina de Miranda del

Castañar cuando, en la noche de cada

7 de septiembre, la Virgen de la Cuesta

recorre entre candiles y faroles el camino

que separa su ermita de la iglesia.

Precisamente, esta villa condal está en-

clavada en una de las dos comarcas oliva-

reras que acoge la provincia de Salaman-

ca, en concreto las Sierras de Francia y

Béjar, reconocidas como Reserva de la

Biosfera por la UNESCO. La otra son

Las Arribes, en los límites con el vecino

Portugal y con declaración de Parque

Natural. Cada una de ellas presenta

personalidad paisajística propia y ambas

pueden presumir de aportar indudables

argumentos en torno a la nueva cultura

del aceite y el oleoturismo.

Salamanca, con seis almazaras ubicadas

en Ahigal de los Aceiteros -etiqueta de

ecológica-, Aldeadávila de la Ribera y

Villarino en Las Arribes, Garcibuey, La-

gunilla y Sotoserrano, en las Sierras, ha

apostado decididamente por la calidad

de su aceite virgen extra. Y, junto a ello,

enarbola la bandera la defensa de un

paisaje, una biodiversidad y una forma

de vida, al tiempo que evita la conde-

na de ese árbol de estética caprichosa y

longevidad desafiante.

Se muestran aquí los olivares, por lo ge-

neral, en parcelas aterrazadas, ganadas

desde tiempos remotos a base de esfuer-

zo y tesón por quienes se empeñaron en

hacer cultivables aquellas laderas al abri-

go de vientos insanos. Es peculiaridad

Arribes y Sierras

* Por José Luis Yuste

El nuevo aceite

Aceite de oliva virgen extra salmantino,sinónimo de calidad (Foto Santiago Santos).

19

Aceitunas de la variedad Manzanilla Cacereña (Foto José A. Sánchez).

Page 11: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

20

predios nos ofrecen; conocer a sus gentes,

sus pueblos, su singular arquitectura en al-

gunos casos, sus costumbres y tradiciones.

La cata es otro elemento fundamental

para que gastrónomos y cocineros pue-

dan apreciar las virtudes, en este caso, del

aceite de oliva salmantino. También per-

mite adentrar en este particular mundo

a aficionados y profanos en la materia, y

al tiempo familiarizar a los escolares con

este fruto esencial de la dieta mediterrá-

nea. Ahí se diferenciarán las característi-

cas organolépticas que confieren persona-

lidad al zumo de la aceituna que debe ser,

como atributos positivos, frutado, amargo

y picante, todo ello en sus diferentes ma-

tices. Color, sabor, fragancia, densidad...

relación, en Villarino de los Aires saben

de la Cornicabra, con matices sobre la to-

ledana. En la Sierra de Francia no se olvi-

dan de la Ocal, hablando de su reciedum-

bre ante las heladas y haciendo guiños a

su recuperación.

En época de fríos, allá por noviembre o

diciembre, se apañan las aceitunas. Pre-

feriblemente a mano, ordeño,

las de verdeo, o vareando

de la provincia, en la que predomina la

variedad Manzanilla Cacereña, buena para

verdeo y con aceituna destinada a mesa,

como lo ponen de manifiesto las cantida-

des que recogen Lagunilla, Sotoserrano y

Valdelageve, sin que ello suponga renun-

cia de almazara. No faltan autóctonas. De

hecho, el Banco de Germoplasma Vege-

tal de Córdoba ha catalogado la Zor-

zal de Arribes y, aunque no for-

me parte de la selecta

son elementos que cuentan. Catas se

desarrollan ya en la Sierra de Francia,

donde junto con la de Béjar, se acaba de

presentar la I Ruta Oleoturística; también,

a nivel privado, en algunos puntos de Las

Arribes, donde existen almazaras de

los siglos XVIII, como la de Ahigal de los

Aceiteros o el Lagar del Mudo, converti-

do éste en espacio museístico en torno

al aceite, en San Felices de los Gallegos.

Ambas localidades están unidas por el

GR-14, Senda del Águeda, que pone ca-

mino hacia Santiago.

En este proceso hacia una nueva cultu-

ra del aceite en las tierras salmantinas

resulta vital que se consoliden los pro-

yectos de dinamización existentes, me

dice el experto que ha sido mi guía en

esta incursión oleícola; en concreto, que

la marca de calidad Tierra de Sabor lo

acoja ya desde la próxima campaña, y

que fructifiquen los trabajos encamina-

dos a conseguir una Denominación de

Origen: Duero Internacional y crear un

Panel Internacional. Que sea.

-bien manual, bien con medios mecáni-

cos- las destinadas al lagar. Allí, huyendo

de que se atrojen, se desarrollarán todos

esos pasos del proceso de extracción oleí-

cola cada vez más automatizado y con

mayores controles que garanticen la ca-

lidad que se pretende: limpieza y lavado,

recepción en tolvas, molturación en el

molino, paso por la batidora para calen-

tar la masa, centrifugación con separación

de aceite y alperujo, decantación… hasta

llegar al exquisito zumo oleoso. Sin duda,

una gratificante vivencia para el visitante.

Lo mismo que lo será recorrer las zonas

olivareras salmantinas, los terrenos que al-

bergan esos árboles más sugerentes cuan-

to más añosos, experiencia que permitirá

conocer in situ los entresijos de su ubica-

ción, los microclimas, características de

los terrenos, los porqués de un modo de-

terminado de recolección, los avances en

este sentido para evitar defectos al fruto. Y,

desde ahí, completar el disfrute con las es-

tampas serranas o arriscadas que aquéllos

Las Sierras de Salamanca estrenan Ruta Oleoturística

... parcelas aterrazadas, ganadas desde tiempos

remotos a base de esfuerzo y tesón

Labranza del olivar. Derecha, recolección de aceituna tras el vareo (Foto Víctor Casas). Abajo: olivos en bancales (Foto Vicente S. Puparelli).

El museo del aceite “El lagar del Mudo”, en S. Felices de los Gallegos (Foto Francisco Martín); el zumo de la aceituna, tras la extracción (Foto Miguel Corral).

21

Page 12: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

E ste camino circular de arte y

naturaleza, denominado Asen-

tadero- Bosque de los espejos,

recorre diversos paisajes de la Sierra de

Francia y une tres pueblos: Sequeros, Las

Casas del Conde y San Martín del Cas-

tañar. Convive con otras rutas (tramo de

GR -184 y la senda circular San Martín

del Castañar) y en su transcurrir ofrece al

caminante sorpresas, reflejos, metáforas

y espejos, repartidas por el bosque y las

piezas escultóricas ocultas en él. Reme-

mora cuentos inmemoriales e invita al ca-

minante al juego de imaginar significados

para lugares que no fueron inventados,

sino que ya eran antes de que los pies de

alguien llegaran hasta allí.

Puede iniciarse en cualquiera de los

municipios citados, siguiendo el sentido

aconsejado. En este paseo, más literario

que real, salimos desde Sequeros para

evitar subidas pronunciadas. Dejamos la

ermita del Humilladero y llegamos has-

ta un espacio ganado para la naturaleza

y las personas. Donde ahora aparece la

silueta de una casa que abraza a un ár-

bol (La casa del árbol, de Luque López) se

asentó durante año un vertedero. Ahora,

anulado y convertido en un lugar de

juego y encuentro, la casa protege al

árbol con la promesa de conservar

y repoblar. Si la naturaleza es tan

vulnerable, nosotros, reflejo de la

naturaleza, también.

El camino desciende hacia Las Casas del

Conde y se desenvuelve entre robles,

castaños, acebos y madroños. Es

alegre y frondoso, donde enor-

mes rocas se cubren con

musgo espeso que

aparece mullido

y aterciopelado

en el tiempo

húmedo.

Camino Asentadero

* Por A Mano Cultura

Bosque de los espejos

El paisaje estaba ahí. Los árboles, las sombras, las torrenteras delgadas, los narcisos en invierno, los madroños que nunca amarillean. Había también, sobre esta misma geografía, otras sendas para pasear, para inventar historias y recrearlas.

San Martín del Castañar

Las Casas del Conde

Sequeros

Pasarela sobre el arroyo Buenamadre (Foto F. Martín).

Page 13: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

24

madera lo que esta parecía guardar en

sus entrañas.

Al abandonar Las Casas del Conde se

encuentra un sorprendente Calvario en

medio de un robledal. Las cruces de gra-

nito se confunden con las ramas en un

juego de reflejos que se acrecienta en la

caída de la tarde.

Hasta San Martín del Castañar el traza-

do se empina, y vuelven a aparecer los

Mochuelos blancos que observan desde

las peñas y una puerta doméstica (Al otro

lado, de Manuel Pérez de Arrilucea) que

no da entrada al dormitorio… Ahí está

para hacer sonreír, imaginar, para tras-

mitir sensaciones imprevistas: “Pasa por

esta puerta que da a la naturaleza aun-

que creas que vienes de ella”. ¿Cuál es

el dentro y cual el fuera? ¿Por qué te em-

peñas en atravesar puertas que no van a

lugares nuevos? Lo insólito y lo inespe-

rado nos provoca. El camino desemboca

se encaraman en las rocas, y Efímeras

magentas (de José Antonio Juárez), que se

adhieren a los muros de las viviendas de

Las Casas del Conde cuando el cami-

no se cuela por sus callejuelas. En este

pueblo se puede admirar el trabajo de

un artesano que termina sacando de la

En este tramo las intervenciones artísticas

parecen lanzar, desde el humor, pregun-

tas al caminante: una roca cosida con una

desproporcionada aguja (A puntadas, de

Luque López), búhos extrañamente blan-

cos (Mochuelos, de Pablo Amargo) que jue-

gan con el vacío para lograr sus formas,

Sorpresas, reflejos, repartidos por el bosque,y las piezas escultóricas

ocultas en él

Entre San Martín y Seque-

ros existe una variante, que

conduce hasta Las pozas del

Caraba, desembocando cer-

ca de Las Casas del Conde.

Ahí el bosque se cierra y

se hace más húmedo. En-

contramos cerca del agua,

donde los narcisos hacen

un jardín, un árbol de pa-

labras (Del reflejo de las pala-

bras, de Luque Lópe) que

brillan y reflejan el bosque.

Una llamada a evocar al

muchacho que se miró

en el agua y se enamoró

de su imagen ahogándose

en su espejismo. Las flores luminosas re-

cuerdan su nombre y su belleza efímera.

La llegada a Sequeros, desde donde par-

timos, se hace en un descenso suave has-

ta la ermita. Un paseo por los soportales,

el teatro y la gastronomía completan una

ruta donde el caminante se puede llevar

la experiencia de haber caminado entre la

realidad y sus espejos. Espejo y puerta

para pasar al otro lado.

Les ponemos nombres a los caminos y se

incorporan elementos que nos invitan a

mirar el paisaje con otras referencias. Poe-

sía, misterio, juegos de espejos, peregrinos,

todo para realzar una naturaleza espléndi-

da que, en cualquier época del año, nos da

la ocasión de encontrar entre su vegeta-

ción un reflejo de nosotros mismos.

en las proximidades de S. Martín, con la

posibilidad de entrar al pueblo y disfru-

tar de un urbanismo serrano incompara-

ble y de unos dulces celestiales.

Continuado la ruta, nos sorprende una

sólida construcción entre torre y estante

(Torre de intercambio, de Jesús Palmero) que

refleja la luz en sus metales y nos invita

a depositar un recuerdo, a dejar un testi-

monio del recorrido para otros caminan-

tes. Una pasarela de madera serpentea

sobre un arroyo, y permite un divertido

juego sorteando los árboles.

Proseguir hacia el punto de partida es re-

correr ahora una parte de un antiguo ca-

mino, El asentadero de los curas, llamado así

por una gran roca en forma de banco que

acogía conversaciones de los párrocos del

contorno. Se conservan en este tramo al-

gunas de las piezas que formaron parte

de esta narración: una ciudad y una ca-

beza talladas en la roca, una pluma, una

vidriera que recuerda el lugar que ocupó

la ermita de Santa Lucía, unos pájaros

realizados en cerámica, todas realizadas

por artesanos de la zona.

Página anterior: Luna llena en el barrio del Castillo Alto; la Moza de Ánimas, rezando su letanía.

Algunas de las obras del camino: A puntadas. Arriba, Del reflejo de las palabras, y Al otro lado. Página anterior, Mochuelos (Fotos Francisco Martín).

Templo parroquial de Las Casas del Conde. Arriba, La casa del árbol (Fotos F. Martín).

25

Page 14: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

27

* Por José A. Sánchez Paso

alma de Béjar,blues

El fibber bejarano es un blusero cas-

tizo que se alimenta de vino y cal-

derillo -el humeante guiso de carne

de vacuno y patatas pimentonadas típi-

co de la ciudad ducal–; es también aquel

que sestea bajo los castaños, mientras

tararea en inglés meseteño romances de

ausencia que un negro en un balancín

musitaba en el delta del Mississippi, con

un solo diente y una armónica.

Sirva todo lo dicho para hacerle memo-

ria al lector de que vuelven las noches de

blues un verano más a Béjar, en la cita

inexcusable para todos los aficionados a

la más popular música negra del último

siglo. En esta edición 2012 una decena de

artistas subirán a distintos escenarios

de la ciudad los días 13 y 14 de julio para

dar cumplida razón al XII Festival Inter-

nacional de Blues. Este acontecimiento

musical se ha ganado a pulso un lugar de

honor en el circuito blusero de nuestro

país, y constituye al mismo tiempo una

referencia cultural veraniega en las lin-

des serranas de Salamanca.

Desde que comenzó el milenio, el buen

signo de la música nacida en Nueva Or-

leans se instaló en el exótico hábitat del

albero de la plaza de toros de El Casta-

ñar, un emblemático recinto que data de

los primeros años del siglo XVIII. Igual

que en otros sagrados y legendarios es-

cenarios se recrean las tragedias griegas,

sobre las irregulares gradas pétreas de

este coso histórico se remansarán las olas

eléctricas del blues migratorio que

E stamos a las puertas del gui-

tarrazo negro que anuncia el

comienzo de una nueva edi-

ción del Festival Internacional de Blues

de Béjar, ese relámpago nocturno que

incendia El Castañar, el monte umbroso

a la vera de la ciudad textil, y que tarda

en apagarse un par de días.

Intuyéndolo, el fibber -para entendernos, el

seguidor habitual del festival- se enfunda

en la ropa más cómoda, se desaliña de for-

ma cuidadosa y se mira en el espejo antes

de emprender la marcha hasta ese hervi-

dero del blues en que durante una sema-

na se convierte Béjar. El fibber, digámoslo,

no es el británico que se nutre de cerveza

ante un escenario playero de Benicassim,

como el vulgo equivocadamente cree.

27

Eugene Hideway en el festival bejarano (Foto Egido Pablos).

Page 15: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

2928

conciertos que tendrán lugar en el isabe-

lino teatro Cervantes y en el café-bar La

Alquitara. Para los muy aficionados que

pretendan además adentrarse en los se-

cretos del género se programa un curso

intensivo de aprendizaje, que tiene lugar

a cargo de músicos profesionales en el al-

bergue de Llano Alto, a escasa distancia

de El Castañar.

Por sí mismo el Festival sería motivo

más que sobrado para pasarse por Béjar

vendrán desde distintos lugares del mun-

do. En ediciones anteriores, pasaron por

allí artistas como Elliott Murphy, Buddy

Miles, Joe Turner, Popa Chubby, Canned

Heat, Anna Popovic, John Lee Hooker

Jr., Javier Vargas, Deborah Coleman, Ten

Years After, J. Teixi Band, Phil Guy, The-

Yardbirds, Javier Campillo, The Fabulous

Thunderbirds o Raimundo Amador.

Previamente, a lo largo de toda la sema-

na, el festival irá ganando ambiente con

a mediados de julio. El lector se dará de

bruces con toda la música, la iconogra-

fía y la emoción que produce el blues en

las noches veraniegas bajo los castaños

y las estrellas. Pero como no solo de pan y

blues vive el hombre, el visitante también

podrá disfrutar de los atractivos turísticos

de una de las zonas más sugestivas de Cas-

tilla y León, incluyendo los tres conjuntos

históricos que se apiñan en la comarca: el

propio Béjar, Candelario y Montemayor

del Río, éste último con su castillo, ahora

musealizado como centro de interpreta-

ción del medievo. A muy poca distancia

se encuentran el balneario de Baños de

Montemayor y el barrio judío de Hervás,

y alargando más la mano se puede to-

car la belleza de tantos parajes y pueblos

de la Sierra de Francia. Si el lector fuera

andariego, siempre es posible calzar las

botas y trepar a las cumbres montañosas

de la sierra de Béjar, o acercarse a la esta-

ción de esquí de La Covatilla.

Sin salir de Béjar, por aquello de que el

blues es de costumbres nocturnas, duran-

te el resto del día se dispone de tiempo

para visitar el museo de Mateo Hernán-

dez, considerado el mejor de escultura

animalística del siglo XX; el museo judío

David Melul, o el museo Valeriano Salas,

con una colección de piezas orientales

sorprendente. También la ciudad brinda

un paseo por la esplendorosa y comercial

calle Mayor, donde la burguesía textil

construyó unas galerías acristaladas que

compiten entre sí, desembocando en la

Plaza Mayor, con el palacio ducal de los

Zúñiga en lo alto y el casco viejo detrás.

Si la calor aprieta y la modorra aplaca el

entusiasmo, uno siempre puede despabi-

larse acudiendo a darse un baño en las

aguas del Tormes en Puente del Congos-

to, o refugiarse en las numerosas piscinas

públicas que existen en la comarca. Todo

vale para reponer fuerzas que permitan

encarar los latigazos del blues noctur-

no en la plaza de toros de El Castañar,

esa especie de barreño de miel donde

el buen blusero se embadurna de los

doce compases, hasta quedar lo sufi-

cientemente pringoso como para que

los dedos ya no le chasquen.

Acabado el Festival, en ese dulce es-

tado y con la lengua pegajosa, el fibber

regresa, como los osos, al rincón escon-

dido del que salió, bosteza relamién-

dose y se duerme de nuevo. Por sus

ojos, todavía plateados por el último

guitarrazo, desfilan ritmos, imágenes y

sensaciones, cálidos recuerdos de una

noche bejarana bajo las estrellas.

De arriba abajo: Eugene Hideway Band (Foto Egido Pablos); jam session al aire libre; plaza de toros de El Castañar, principal marco del festival (Foto Sergio Ampudia).

Público en uno de los conciertos (Foto Adrián Mateos); actuación de Angela Brown (Foto Egido Pablos).

En la próxima edición estrenará el sello de Fiesta de Interés Turístico Regional

El festival internacional de blues, ese relámpago nocturno que incendia

El Castañar

Toda la música, la iconografía y la emoción que produce el blues

Béjar

Page 16: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

Cielos

* Por Luis Miguel Mata. Fotografía: Nodal Imagen

mudéjares

A l este de la capital se extienden tierras llanas, de horizontes diáfanos y prolija

producción agraria. Limitan con la vecina provincia de Ávila y aglutinan espa-

cios de las denominadas comarcas de las Villas, Tierras de Alba y Peñaranda.

Los pueblos mantienen un carácter plenamente castellano: la plaza mayor organiza y

ocupa el centro del caserío, mientras la iglesia destaca como elemento singular, protago-

nizando el perfil de la localidad y la vida cotidiana de los habitantes.

En esos templos de humilde factura se esconden curiosamente unos de los tesoros me-

jor guardados del patrimonio artístico de Salamanca. Nos referimos a las magníficas

cubiertas y artesonados del mudéjar, que cubren muchas de sus naves.

El término mudéjar tiene su origen en el vocablo árabe ”mudaÿÿan”, que se traduce

como “domesticado, o aquel al que se le ha permitido quedarse”, haciendo referencia a

los musulmanes que permanecieron en estos lugares del interior de Castilla, sometidos

a los cristianos. En claro ejemplo de convivencia y permisividad, conservaron su modo

de vida, costumbres, lengua y religión en un entorno de predominancia cristiana.

Page 17: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

3332

de gran plasticidad y valor estético, donde

el arco de medio punto protagoniza los

elementos decorativos.

En el interior las naves se cubren hacien-

do uso de una solución ingeniosa, carac-

terizada por su gran ligereza y economía

constructiva, en forma de techumbres y

De tal modelo de concordia surgió el

vocablo que ha pasado a definir el estilo

artístico que impulsaron estos alarifes ex-

pertos en el uso del yeso, el ladrillo y la

carpintería de madera. Nace, así, un estilo

artístico único y genuinamente hispano

caracterizado por su sencillez, bajo coste,

ligereza y rapidez constructiva, donde se

aunaba la herencia andalusí y la tradición

cristiana. Ábsides, paramentos y altivas

torres campanario se levantan de fábrica

de ladrillo macizo, cubiertos de frisos y ar-

querías ciegas, en un juego de volúmenes

uno de los tesoros mejor guardados del patrimonio artístico de Salamanca

Lazos, atauriques, mocárabes,

estrellas y chellas

Naves interiores de la iglesia de Macotera. Página anterior: artesonado, parroquial de Cantaracillo.

De arriba abajo: detalles de los artesonados de los templos de Macotera y Rágama (Fotos A. G. Julián).

artesonados del mudéjar. Atrás quedan

las pesadas bóvedas de piedra que no po-

drían ser sustentadas por estos muros de

tapial o mampostería de ladrillo; apare-

cen cubiertas planas o en forma de artesa

invertida, donde la madera cobra todo el

protagonismo de la edificación.

Aunque predomina su diseño austero y

sencillo, a veces se hacen complejas y apa-

recen repletas de elementos de tradición

islámica como lazos, atauriques, mocá-

rabes y estrellas, utilizados siempre para

cubrir naves centrales, capillas mayores o

laterales o espectaculares sotocoros.

El gran éxito de este sistema de cerra-

miento perduró en el tiempo y se perpe-

tuó en otros estilos constructivos poste-

riores, como en el Renacimiento.

En esta porción del oriente salmantino

son muchas las localidades que enga-

lanan sus templos con este tipo de cu-

biertas. Recomendamos al viajero que

sucumba a la tentación de descubrir por

sí mismo estas humildes joyas de influen-

cia mudéjar. Sin ánimo de menospreciar

otras, les animamos a que visiten las de

Macotera, Cantalpino, Villoria, Rága-

ma, Cantaracillo, Zorita de la Frontera,

Tordillos, Galinduste, Terradillos, San

Cristóbal de la Cuesta o San Morales.

La villa de Macotera esconde en su tem-

plo, dedicado a Nuestra Señora del Casti-

llo, una de las más bellas techumbres mu-

déjares de esta provincia, fechada entre

los siglos XV y XVI. Su nave central

Page 18: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo

3534

Mocárabe (elemento decorativo colgante). Abajo, ábside de la iglesia de Peñarandilla.

tada con un racimo de mocárabes central.

La belleza de su policromía, sus dorados

y la abundancia de sus elementos decora-

tivos le otorgan una belleza incontestable.

En Zorita de la Frontera la iglesia, bajo

la advocación de San Miguel Arcángel,

adorna la nave central con una cubierta

de par y nudillo, con seis tirantes apoya-

dos sobre canecillos y notables elemen-

tos decorativos que aportan notoriedad

a esta armadura medieval. El pueblo de

Tordillos cierra esta somera e incompleta

relación de templos de interés con tan pe-

culiares tipos de cubrición. Su parroquial

adorna la capilla mayor con una pequeña

estructura ochavada, sustentada con dos

tirantes, con lazo de ocho, en agradable

interacción con una serie de flores blan-

cas talladas que rompen su monocromía.

A partir de este repaso inconcluso, amigo

lector y viajero, queda en sus manos la ta-

rea descubridora de estas joyas religiosas,

donde la madera se torna arte.

Otro de los hitos de la misma

se encuentra en la iglesia de

Cantaracillo, con una arma-

dura en la que destacan las

ruedas de lazo de dieciséis y

los racimos de mocárabes.

En Cantalpino, el templo

de San Pedro esconde una

estructura ochavada de par

y nudillo, con cuatro pares

de tirantes, con interesantes

entrelazados geométricos y

racimos de mocárabes. Vi-

lloria y su parroquial –también dedicada

a San Pedro- presenta una cubierta del

siglo XVI, en la que predomina la armo-

nía derivada del carácter monócromo de

la madera y de su sencillo diseño.

Cerca del límite con las tierras abulenses

de La Moraña se sitúa otra de las más

bellas techumbres mudéjares de Sala-

manca. En la localidad de Rágama su

templo parroquial cubre la capilla del

Evangelio con una estructura de perfecta

forma octogonal, con lazo de diez, rema-

se remata con una estructura ochavada y

de limas, con seis pares de tirantes, reple-

ta de mocárabes, estrellas y chellas.

Su compleja estructura de lazos delica-

damente dorados y su excelente estado

de conservación le otorgan una gran be-

lleza que se completa con los dos mag-

níficos alfarjes (cubiertas planas) que

adornan el sotocoro, con un friso y espec-

taculares mocárabes que cuelgan del te-

cho. Una visita ineludible para iniciar esta

singular ruta artística.

Patrimonio de la Humanidad

Page 19: Revista turística de Salamanca no · 2012-06-25 · Albalá, Oscar J. González, Agustín González Julián, ... Mientras tanto, los días pasan por el Si-tio Histórico del Campo