Revolución Libertadora (Argentina)

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Revolución Libertadora (Argentina) Generales Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, los dos dictadores sucesivos de la Revolución Libertadora. La Revolución Libertadora es el nombre con el que se autodenominó la dictadura cívico - militar que gobernó la República Argentina tras derrocar al presidente constitu- cional Juan Domingo Perón, [1] clausurar el Congreso Na- cional y deponer a los miembros de la Corte Suprema, [2] mediante un golpe de Estado iniciado el 16 de septiembre de 1955 y que, tras más de dos años de gobierno, hizo en- trega del mismo al presidente electo Arturo Frondizi, el 1 de mayo de 1958, quién también sería derrocado cuatro años después en 1962. El primer gobernante de facto de la Revolución Liber- tadora fue la junta militar instaurada por el Presidente Perón para hacerse cargo del gobierno. Pasados tres días, la junta intimó a Perón a irse del país y cedió el Poder Ejecutivo al general de división Eduardo Lonardi, líder de la sublevación. Asumió el 23 de septiembre de 1955 y fue sustituido el 13 de noviembre de ese mismo año por el teniente general Pedro Eugenio Aramburu, mediante un golpe palaciego. Ambos gobernaron como autoridades supremas del país, atribuyéndose el título de Presidente de la Nación. Pedro Eugenio Aramburu derogó por bando militar la Constitución Nacional vigente sancionada en 1949 y re- puso el texto constitucional de 1853, con las reformas de 1860, 1866 y 1898. Poco después, la Revolución Liberta- dora organizó bajo su control y mediante elecciones con- dicionadas, una Convención Constituyente que aceptó la decisión anterior y realizó dos agregados a la Constitu- ción, entre los que se destaca el artículo 14 bis. 1 Antecedentes y preparativos 1.1 Primeras conspiraciones Durante el gobierno del general Perón, el principal parti- do de oposición fue la Unión Cívica Radical. El Presiden- te, ya desde antes de ser electo en las elecciones de 1946, enfrentaba una dura oposición antiperonista, que inclu- yó actos terroristas y connatos militares. Se le reclamaba que los empleados públicos debían afiliarse compulsiva- mente al Partido Peronista y que el gobierno negaba a los partidos de oposición el libre uso de la comunicación por radio y televisión. [3][4][5] [6][7][8] [9] A mediados de 1951 la renuncia de Eva Perón a su postu- lación para vicepresidente no logró calmar los ánimos de varios militares que estaban enfrentados con el gobierno. Las limitaciones a la libertad de prensa y la prohibición para los opositores de hablar en radio fomentaron la idea de que su única alternativa era el golpismo. Antes de los comicios, en las que triunfó el peronismo con el 62.49 % de los votos, [10] recrudeció la violencia. El dirigente del Partido Comunista, Rodolfo Ghioldi, fue herido de bala y estuvo cerca de la muerte. El radical Ricardo Balbín fue objeto de un atentado con arma de fuego, y el socialista Alfredo Palacios decidió que el Partido Socialista no se presentara a elecciones. [11] En este contexto, dos grupos conspiradores quisieron al- zarse en armas contra el presidente. El primero surgió tras la reforma constitucional de 1949 y fue encabeza- do por los coroneles José Francisco Suárez y Bartolomé Gallo. [12] Su intento de capturar a Perón y convocar una convención constituyente que reestableciera la constitu- ción argentina de 1853 iba a realizarse en mayo de 1951, pero una delación llevó a la detención de Suárez. Su con- finamiento en la cárcel de Villa Devoto condujo a la di- solución del grupo. [13] 1.2 El golpe de estado fallido del general Benjamín Menéndez El segundo grupo conspirativo de 1951 surgió en la Escuela Superior de Guerra, en torno al profesor de his- toria militar, teniente coronel Pedro Eugenio Arambu- ru (luego ascendido a coronel). A su lado trabajaban el director del establecimiento, general Eneas Colombo,y cuatro colegas profesores: el coronel Juan Carlos Lorio y los tenientes coroneles Bernardino Labayru, Luis Legui- zamón Martínez y Emilio Bonnecarrere. De forma im- prevista, Pedro Eugenio Aramburu fue trasladado a Río de Janeiro en calidad de agregado militar, en donde co- 1

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Revolución Libertadora (Argentina)

Generales Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, los dosdictadores sucesivos de la Revolución Libertadora.

La Revolución Libertadora es el nombre con el que seautodenominó la dictadura cívico - militar que gobernó laRepública Argentina tras derrocar al presidente constitu-cional Juan Domingo Perón,[1] clausurar el Congreso Na-cional y deponer a los miembros de la Corte Suprema,[2]mediante un golpe de Estado iniciado el 16 de septiembrede 1955 y que, tras más de dos años de gobierno, hizo en-trega del mismo al presidente electo Arturo Frondizi, el 1de mayo de 1958, quién también sería derrocado cuatroaños después en 1962.El primer gobernante de facto de la Revolución Liber-tadora fue la junta militar instaurada por el PresidentePerón para hacerse cargo del gobierno. Pasados tres días,la junta intimó a Perón a irse del país y cedió el PoderEjecutivo al general de división Eduardo Lonardi, líderde la sublevación. Asumió el 23 de septiembre de 1955 yfue sustituido el 13 de noviembre de ese mismo año porel teniente general Pedro Eugenio Aramburu, medianteun golpe palaciego. Ambos gobernaron como autoridadessupremas del país, atribuyéndose el título de Presidente dela Nación.Pedro Eugenio Aramburu derogó por bando militar laConstitución Nacional vigente sancionada en 1949 y re-puso el texto constitucional de 1853, con las reformas de1860, 1866 y 1898. Poco después, la Revolución Liberta-dora organizó bajo su control y mediante elecciones con-dicionadas, una Convención Constituyente que aceptó ladecisión anterior y realizó dos agregados a la Constitu-ción, entre los que se destaca el artículo 14 bis.

1 Antecedentes y preparativos

1.1 Primeras conspiraciones

Durante el gobierno del general Perón, el principal parti-do de oposición fue la Unión Cívica Radical. El Presiden-te, ya desde antes de ser electo en las elecciones de 1946,enfrentaba una dura oposición antiperonista, que inclu-yó actos terroristas y connatos militares. Se le reclamabaque los empleados públicos debían afiliarse compulsiva-mente al Partido Peronista y que el gobierno negaba a lospartidos de oposición el libre uso de la comunicación porradio y televisión.[3][4][5] [6][7][8] [9]

Amediados de 1951 la renuncia de Eva Perón a su postu-lación para vicepresidente no logró calmar los ánimos devarios militares que estaban enfrentados con el gobierno.Las limitaciones a la libertad de prensa y la prohibiciónpara los opositores de hablar en radio fomentaron la ideade que su única alternativa era el golpismo. Antes de loscomicios, en las que triunfó el peronismo con el 62.49 %de los votos,[10] recrudeció la violencia. El dirigente delPartido Comunista, Rodolfo Ghioldi, fue herido de balay estuvo cerca de la muerte. El radical Ricardo Balbín fueobjeto de un atentado con arma de fuego, y el socialistaAlfredo Palacios decidió que el Partido Socialista no sepresentara a elecciones.[11]

En este contexto, dos grupos conspiradores quisieron al-zarse en armas contra el presidente. El primero surgiótras la reforma constitucional de 1949 y fue encabeza-do por los coroneles José Francisco Suárez y BartoloméGallo.[12] Su intento de capturar a Perón y convocar unaconvención constituyente que reestableciera la constitu-ción argentina de 1853 iba a realizarse en mayo de 1951,pero una delación llevó a la detención de Suárez. Su con-finamiento en la cárcel de Villa Devoto condujo a la di-solución del grupo.[13]

1.2 El golpe de estado fallido del generalBenjamín Menéndez

El segundo grupo conspirativo de 1951 surgió en laEscuela Superior de Guerra, en torno al profesor de his-toria militar, teniente coronel Pedro Eugenio Arambu-ru (luego ascendido a coronel). A su lado trabajaban eldirector del establecimiento, general Eneas Colombo, ycuatro colegas profesores: el coronel Juan Carlos Lorio ylos tenientes coroneles Bernardino Labayru, Luis Legui-zamón Martínez y Emilio Bonnecarrere. De forma im-prevista, Pedro Eugenio Aramburu fue trasladado a Ríode Janeiro en calidad de agregado militar, en donde co-

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2 1 ANTECEDENTES Y PREPARATIVOS

General Benjamín Menéndez.

noció al agregado naval Isaac Rojas.[13] Desprovistos asíde su jefe, Labayru y Lorio viajaron a Córdoba y se en-trevistaron con Eduardo Lonardi, quien aceptó el com-promiso de liderarlos. La fecha tentativa del alzamiento,15 de julio, fue pospuesta por carecer de suficientes ele-mentos revolucionarios.[14] Por ello el complot comenzó adividirse. El general BenjamínMenéndez no había estadode acuerdo con la elección de Lonardi y todavía guarda-ba expectativas de ser él quien liderase el alzamiento.[15]En la madrugada del 28 de septiembre Menéndez, sin daraviso al resto de los complotados y con muy escasos re-cursos a su mando, se sublevó contra el gobierno de JuanDomingo Perón.El intento tuvo su epicentro en Campo de Mayo, peroterminó en un estrepitoso fracaso al no conseguir apoyossustanciales dentro del Ejército: a las nueve de la mañanala sublevación ya había sido derrotada. El mismo 28 deseptiembre, Perón decretó un «estado de guerra interno»,que no existía en el ordenamiento jurídico argentino y eraanálogo al «estado de sitio» declarable por el Congreso.El decreto del Presidente en su artículo segundo afirma-ba: «todo militar que no se subordine o se subleve contralas autoridades o participe en movimientos tendientes aderrocarlas o desconocerlas, será fusilado inmediatamen-te». Así reapareció la pena de muerte sin juicio previo,tras estar prohibida durante más de un siglo.[16] Ese mis-mo día la CGT convocó a una movilización y huelga ge-neral. Aún así, y pese a la insistencia de Eva Perón y sec-tores combativos dentro del peronismo, ninguno de lossublevados fue fusilado. Las «milicias obreras de autode-fensa», creadas a iniciativa de Eva, serían desarticuladaspoco tiempo después.

Una orden general del 18 de abril de 1952 decía que sedebía aniquilar a las fuerzas adversarias ante un supuestoatentado contra el Presidente. El procedimiento estipula-do era muy estricto. «A un atentado contestar con milesde atentados».[17][18] La Orden General incluyó una listade entidades que debían «ser suprimidas sin más» y per-sonas que debían ser arrestadas: todos los partidos políti-cos menos el peronista, sus dirigentes, empresas y nego-cios cuyo dueño fuese no-peronista, consultorios médicosy estudios de abogados no-peronistas, agencias periodísti-cas, embajadas de Estados Unidos, Uruguay y Chile, aso-ciaciones culturales, etc.[19]

El 6 de noviembre José Francisco Suárez fue libera-do, y preparó una segunda conspiración revolucionaria.Sabiendo que podía ser arrestado nuevamente en cual-quier momento, Suárez pasó a la clandestinidad y junto aunos cincuenta oficiales planificó la toma de la residenciapresidencial.[20] El plan de Suárez fue el primero en pre-ver la colaboración de columnas de civiles armados, queposteriormente serían llamados «comandos civiles»: ellosse encargarían de la detención de los principales ministrosde gobierno, mientras los militares profesionales ocupa-rían la casa de gobierno y la secretaría de comunicacio-nes. Pero el fracasado intento de Benjamín Menéndez, lanueva pena de fusilamiento, y el estado de «guerra inter-na» que nunca fue levantado, impusieron mucha tensióna los grupos revolucionarios. El 10 de enero se ordenóla «desmovilización» de los civiles hasta nuevo aviso.[21]El 3 de febrero las actividades llegaron a su fin, nueva-mente de forma imprevista, tras una delación y el arres-to de Suárez en la casa de su colaborador Atilio Demi-chieli. Los conspiradores fueron torturados con la picanaeléctrica con el objetivo de sacarles información, pero nollegaron a delatar a sus compañeros. Esto posibilitó queunos cincuenta oficiales antiperonistas permanecieran enel servicio activo de las Fuerzas Armadas.[22] A media-dos de 1952 más de 600 personas habían sido arrestadasde forma preventiva, interrogadas y liberadas sin ordenjudicial y sin que se formalizaran cargos en su contra.[22]

1.3 El plan para bombardear Plaza deMa-yo

En 1953 el capitán de fragata Jorge Alfredo Bassi se em-barcó en el rutinario viaje de instrucción de la Flota deMar, durante el cual tuvo la idea de atacar la Casa Rosa-da de la misma manera que los japoneses habían atacadoPearl Harbor.[23] Mediante amigos comunes solicitó nue-vamente al general Eduardo Lonardi su ayuda para con-seguir que elementos del ejército se plegaran a la revuelta.Lonardi, cuando escuchó el plan de asesinar a Perón bom-bardeando la Plaza de Mayo, dijo que le desagradaba laidea y que no tenía deseos de participar.[23]

Al poco tiempo se gestó un plan para capturar al Presi-dente en un buque de la armada, en donde todo el gabi-nete presidencial se renuniría a conmemorar el día de la

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2.2 Conflicto con la Iglesia Católica 3

independencia. Bassi se reunió nuevamente con Lonardi,pero el general, tras entrevistarse con algunas otras per-sonas, llegó a la conclusión de que el plan se sustentaba enun grupo demasiado reducido, sin los elementos suficien-tes para realizar la operación con éxito. Por este motivodecidió revocar su participación. Esto lo apartó definiti-vamente de sus contactos en la Armada.[24]

2 Los sucesos de 1954

2.1 Conflicto con los estudiantes

En 1954 no hubo planes por parte del Ejército o la Arma-da para el derrocamiento de Perón; pero hubo dos seriesde eventos de suma importancia que tuvieron una rela-ción directa con la caída del presidente: su conflicto conlos estudiantes universitarios y el quiebre de relacionescon la Iglesia. En el Centro de Estudiantes de la Facultadde Derecho de la Universidad de Buenos Aires partici-paban alumnos como Gregorio Recondo, Hipólito SolariYrigoyen, Jorge Saenz Rosas, Mariano Grondona, MarioDiehl Gainza, Guillermo O'Donnell, Carlos Suárez An-zorena, Luis Felipe Noé y otros. Se formó una Federa-ción Universitaria paralela a la oficial, con Gastón Borde-lois en agronomía, Carlos Velasco Suárez en medicina, yotros.[25] Los estudiantes tenían prohibida cualquier ex-presión política, y se organizaron para realizar accionessorpresivas de reparto de volantes.[26] Por este motivo, el4 de noviembre, Mario Diehl asaltó sorpresivamente elmicrófono que estaba al aire en Radio del Estado:

¡Hay doscientos estudiantes presos, FUBAlucha por su libertad!.[26]Mario Diehl, 4 de noviembre de 1954.

Esta rara maniobra tuvo cierto impacto ya que en generalestaba prohibido emitir por radio opiniones contrarias algobierno. La prensa nacional no se hizo eco de la noticia,que en cambio llegó a sermencionada en el periódicoNewYork Times.[26]

2.2 Conflicto con la Iglesia Católica

Al conflicto con los estudiantes se sumó el conflicto conla Iglesia Católica. Tras la muerte de Eva Duarte, elpresidente Perón tuvo un decaimiento anímico que fuenotado por sus allegados.[26] Para colaborar con su es-parcimiento el ministro de educación Armando MéndezSan Martín fundó la Unión de Estudiantes Secundarios(UES), con objeto de facilitar a alumnas de colegios pú-blicos el uso de las instalaciones de la Quinta Presiden-cial de Olivos, que poseía una piscina muy amplia.[27][28]El presidente asistía asiduamente a los esparcimientos delas jóvenes y circulaban distintos rumores acerca de su

Enrique Angelelli.

comportamiento.[29][30][31][32] Al poco tiempo esos rumo-res se demostraron parcialmente ciertos, cuando NélidaHaydeé Rivas, de catorce años, se mudó a la residen-cia presidencial y comenzó a hacer vida marital con elpresidente, en ocasiones asistiendo a su lado a eventospúblicos.[33][34][35] Para los feriados de Carnaval, Peróninvitó a la juventud estudiantil a los «bailes existencia-listas», de noche, disfrazados, y publicitados como «sinrestricciones».[36] Estas prácticas pronto tomaron estadopúblico, y terminaron dándole una imagen muy negati-va al General, pese a que poco antes había superado conéxito una crisis económica.[37]

La prédica moralizadora de la Iglesia se extendió a todoel territorio argentino, y tuvo mucha fuerza en Córdobadonde los sacerdotes Enrique Angelelli y Quinto Cargne-lutti, junto a la Acción Católica y otras organizaciones,

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4 3 EL COMPLOT DE LA ARMADA

establecieron el Movimiento de Juventudes Católicas pa-ra evitar que los estudiantes se adhirieran a la UES.[38]El 11 de septiembre (día del maestro en la Argentina) laUES organizó un desfile en Córdoba que logró una con-currencia muy escasa; el 21 de septiembre (día de la pri-mavera) las Juventudes Católicas organizaron un desfilede carrozas con una concurrencia estimada en doscien-tas mil personas, incluyendo adultos. Entonces el ministroMéndez San Martín acusó al clero cordobés de interferiren política. El 9 de noviembre el secretario adjunto dela CGT, Hugo di Pietro pronunció un discurso ante diri-gentes gremiales instándolos a no tolerar la actitud de lossacerdotes.[39] Al día siguiente, el presidente Perón acu-só de anti-argentinos a los obispos Fermín Emilio Lafitte,Froilán Ferreyra Reynafé y Nicolás Fasolino.[40] Añadió:

Un dirigente peronista debe ser másperonista que ninguna otra cosa. El dirigenteperonista que acepta la responsabilidad delpuesto de dirigente debe descargar su concien-cia de cualquier otro sentimiento que puedaser superior al peronismo; y si no, no debeaceptar el cargo. Y si equivocadamente lo haaceptado y él siente que es más otra cosa queperonista, por honor y dignidad debe renunciarinmediatamente.Juan Domingo Perón, 10 de noviembre de1954.[41]

El 2 de diciembre se disolvió, por decreto[42] la DirecciónNacional de Enseñanza Religiosa y se dejó cesantes a losmaestros que enseñaban esa materia.[43] El 8 de diciem-bre es el día de la Inmaculada Concepción, una festivi-dad católica que había sido popularizada en el territorioargentino varios siglos antes por el Reino de Indias de laCorona de Castilla. Para la ocasión, la Iglesia convocó auna misa en la Catedral, con una concurrencia de ochentamil personas, que llenó la Plaza de Mayo. Dos días des-pués se clausuró un pequeño periódico católico llamadoEl Pueblo, que fue el único medio de prensa que repor-tara acerca del acto. Su director fue detenido,[44] y traseste episodio, el día 21 de diciembre el congreso dictó laley 14.400 que prohibía cualquier reunión o acto públicoque fuera «contrario a los intereses del pueblo».[45] Esamisma sesión de la cámara de diputados se extendió hastapasada la medianoche: ya en la madrugada del día 22 seintrodujo sorpresivamente, y se aprobó sin debate, la leyde divorcio vincular.[46][45]

El divorcio y la autorización para contraernuevas nupcias fueron incluidos a las tres de lamañana en un artículo agregado al proyecto deley de Bien de familia que debatía el congreso,y aprobados en ambas cámaras en 24 horas ysin debate.Horacio Verbitsky.[47]

Se retiró la personería jurídica a todas las asociacionesprofesionales «constituidas sobre la base de una religión».Además, la municipalidad de Buenos Aires prohibió a loscomerciantes exponer pesebres u otras figuras religiosasen conmemoración de la navidad.[48] Las medidas con-tra la Iglesia se completaron el día 30, con un decretopresidencial que legalizó la prostitución.[49][50] La sen-sación de persecución vigorizó a distintas agrupacionesde laicos que comenzaron a desbordar la tibieza pasi-va de la jerarquía eclesiástica.[51] El grado de actividadfue creciendo al punto de que, a mediados de mayo de1955, grandes grupos de la Acción Católica comenza-ron a reunirse de forma clandestina para organizar célulassubversivas.[52]

3 El complot de la Armada

Estas medidas hicieron resurgir al grupo de oficialesnavales que anteriormente había conspirado contra elgobierno:[50] Los capitanes de fragata Noriega y Bassieran el centro de la sedición en Punta Indio. El plan deeste último, de bombardear la Casa de Gobierno, aún ca-recía de apoyo del Ejército.[53] Este era el principal im-pedimento que tenían pasa pasar a la acción inmediata.

Miguel Ángel Zavala Ortiz.

En noviembre de 1954 Bassi y Francisco Manriquese reunieron en la quinta del rico industrial RaúlLamuraglia,[54] en Bella Vista, junto al capitán de na-

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vío Bruzzone, el ex capitán del ejército Walter Viader,el comandante de la Fuerza Aérea Agustín de la Vega, yel doctor Miguel Ángel Zavala Ortiz de la Unión CívicaRadical. Si bien exploraron la posibilidad de convocar alos generales Gibert, Aramburu y Anaya, las reuniones notuvieron ningún resultado concreto.[55] Lamuraglia tendiólazos con los tres partidos de oposición más importantes yse designó un triunvirato civil para asumir el poder en ca-so de triunfar los planes revolucionarios: Zavala Ortiz porlos radicales, Ghioldi por los socialistas, y el mendocinoVicchi por los conservadores.[54]

En diciembre de 1954 el movimiento incorporó definiti-vamente al grupo subversivo de civiles guiado por WalterViader,[54] pero tuvo dificultades para darse un líder has-ta que ingresaron dos oficiales del cuerpo de Infanteríade Marina: capitán de fragata Carlos Nielsen Enemark ycapitán de corbeta Fernando Suárez Rodríguez. Ellos su-girieron al contraalmirante Samuel Toranzo Calderón,[56]jefe del Estado Mayor del Comando de Infantería de Ma-rina, que se plegó entusiasmandamente como líder delgrupo revolucionario, e inmediatamente se entrevistó conVicchi y Zavala Ortiz para confirmar el rumbo de unposible gobierno.[57] Después de esto, Toranzo Calderónbuscó el apoyo de los antiperonistas, que eran el generalAramburu y el teniente coronel Labayru, pero que se ne-garon a participar. A fines de febrero de 1955, un segundogrupo de civiles se unió a los marinos conspirados: perte-necían al círculo liderado por los doctoresMario Amadeoy Luis María de Pablo Pardo.[58] El estudiante de derechoJaime Mejía los contactó con el general Justo León Ben-goa, que comandaba la III división de infantería con sedeen Paraná.[59] Entrevistado por Amadeo, Bengoa se mos-tró entusiasmado, pero no llegó a comprometerse para elalzamiento.En cuanto a la Fuerza Aérea, el comandante Dardo Eu-genio Ferreyra logró comprometer el apoyo del capitánJulio César Cáceres, primer teniente Carlos Torcuato deAlvear (nieto), y unos pocos vicecomodoros y brigadieresretirados. Sin embargo los interrogatorios del servicio deinformaciones interno de la Fuerza Aérea, alertaron a loscomplotados de las sospechas que se levantaban contraellos, y abandonaron todo contacto con los marinos.[60]

El domingo 23 de abril de 1955 el general Bengoa, quehabía viajado a Buenos Aires, se reunió con Toranzo Cal-derón y le prometió su apoyo. A partir de entonces va-rios oficiales viajaron regularmente entre Paraná y Bue-nos Aires para organizar los preparativos.[61] Un detalla-do estudio de los movimientos del presidente permitió alos marinos saber que los miércoles de 9:30 a 10:30 sereunía con todos sus ministros en la Casa Rosada: duran-te ese lapso se podía aniquilar al más alto nivel del go-bierno con un solo ataque. La «hora 0» serían las 10 de lamañana: Toranzo Calderón llamaría al Presidente, ame-nazándolo para evitar un derramamiento de sangre si enun plazo de 15 minutos no se rendía. El almirante dispo-nía de aviones de la Base Naval de Punta Indio, y cerca de700 efectivos de la Infantería de Marina.[62] Los tenien-

tes primeros de la Fuerza Aérea, Carlos Enrique Carúsy Orlando Arrechea integraron en el complot a muchosoficiales de la VII Brigada Aérea de Morón que tambiénparticiparían del ataque. Finalmente varios grupos de ci-viles, identificados por una cinta blanca anudada al brazo,tendrían por misión neutralizar la operatoria de la CGT,la Alianza Libertadora Nacionalista, y varias estacionesde radio. Los rebeldes consideraban que todo podía lle-gar a estar listo para dar el golpe cerca del 9 de julio.[63]

En la madrugada del 10 de junio, Toranzo Calderón yPablo Pardo partieron hacia el Litoral en el auto del es-cribano Raúl Medina Muñoz. El 11 pudieron reunirsecon Bengoa y acordaron qué causas invocarían los revo-lucionarios para su acción: el «estado de guerra interno»que regía desde el alzamiento de Benjamín Menéndez en1951 y al que consideraban violatorio de las garantíasconstitucionales, y también el ataque a la religión católi-ca. No pusieron una fecha, más bien, Bengoa se compro-metió a estar siempre alerta y movilizar todos sus efec-tivos apenas se conociera la noticia del alzamiento dela armada.[64] Muchos capitanes, impacientes, incitabana Toranzo a atacar cuanto antes. No se sabía qué reac-ción tendrían los elementos del ejército radicados en Bue-nos Aires, ni tampoco qué clase de apoyo u oposiciónles daría el superior directo de Toranzo, vicealmiranteBenjamín Gargiulo, quien estaba al tanto de la existenciade una trama conspirativa pero no daba señas de quererinterferir.[65]

El sábado 11 de junio se llevó a cabo la tradicionalProcesión de Corpus Christi en Buenos Aires, que se hacelebrado en esa ciudad todos los años desde 1580. Se-gún la ley 14.400, estaba prohibida la asistencia a actospúblicos no-autorizados, y la autorización para realizareste acto había sido retirada el día 7.[66][67] A pesar deeso, monseñor Manuel Tato instó a Manuel Ordóñez paraque, junto la cúpula juvenil de la Acción Católica Argen-tina, convocara a la mayor cantidad posible de personas.Grupos de radicales y socialistas también asistieron porconsiderarlo un acto de desobediencia al gobierno.[68] Esamisma noche, la policía distribuyó fotos de una banderaargentina quemada, acusando a los manifestantes católi-cos de agraviar la insignia nacional. Durante varios díasse sucedieron notas injuriosas contra la población católi-ca en los medios de comunicación, discursos de políticosy declaraciones en el congreso, hasta que el marino JoséMaría Gilberti publicó una nota en que relataba cómo supropio hermano, el oficial subinspector de policía HéctorEduardo Gilberti había quemado la bandera en una sedepolicial de acuerdo a una serie de instrucciones que habíarecibido.[69]

El día 11, alrededor de las veintidós horas,yo recibí la orden de proceder a quemar labandera (...) de mi jefe inmediato, comisarioinspector Racana. Lo que quiero aclarar esque ... tengo absoluta confianza en que tanto elcomisario inspector Racana, como el Director

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6 3 EL COMPLOT DE LA ARMADA

interino de Investigaciones, que es el señorGarcía, no hacían más que transmitir órdenes.Héctor Eduardo Gilberti.

El 12 de junio de 1955 un grupo de la Alianza Liber-tadora Nacionalista organizó una movilización frente ala Catedral de Buenos Aires amenazando con incendiar-la en protesta por la quema de la bandera. Rápidamentegrupos de estudiantes de la Acción Católica se presenta-ron en el lugar y, tras encerrarse en defensa del edificio,fueron arrestados.[70]

En la madrugada del 13 de junio llegó al comando rebel-de la información de que la casa del almirante ToranzoCalderón estaba siendo vigilada por los servicios de inte-ligencia. Esta novedad, sumada a los hechos de los díasanteriores, desencadenó la decisión de hacer estallar elgolpe el jueves 16 de junio, sin más dilación.[71]

3.1 Bombardeo de Plaza de Mayo

Víctimas del bombardeo.

El 16 de junio de 1955 se produjo el levantamiento, en elque la AviaciónNaval bombardeó Buenos Aires causando364 muertos (algunas versiones elevan esa cifra a 500)y un millar de heridos. Perón se refugió en uno de susbúnkeres, en los subsuelos de la sede del Ejército dejandoel manejo de la situación a suMinistro de Guerra FranklinLucero.Se combatió por aire, mar y tierra. Aviones de la Marinase enfrentaron a los de la Fuerza Aérea y atacaron a uni-dades del ejército que convergían sobre el epicentro de laciudad. Los puntos bombardeados fueron la Casa de Go-bierno, los alrededores de Plaza de Mayo, el Ministeriode Guerra, el Departamento Central de Policía, la zonaaledaña a la Residencia Presidencial, y en otros sectoresde la ciudad. El Edificio Guardacostas, entonces sede delMinisterio de Marina y hoy de la Prefectura Naval Ar-gentina, fue ocupado por los revolucionarios.Algunos aviones de la Marina fueron derribados, unode ellos sobre el Río de la Plata y otro en la locali-dad de Tristán Suárez, provincia de Buenos Aires, y el

Regimiento de Granaderos a Caballo. Cuerpos del Ejér-cito, con el Regimiento Motorizado Buenos Aires a lacabeza, lograron rechazar el ataque de la Infantería deMarina sobre la Casa de Gobierno y rendir al Ministe-rio de Marina, donde se había concentrado el alto man-do rebelde, cuyo último jefe, el contralmirante BenjamínGargiulo, al ver fracasada la asonada, se suicidó.

Estado de la Iglesia de San Francisco.

3.2 Quema de Iglesias en Buenos Aires

Por la noche, tres grupos organizados de personas quepartieron de dos reparticiones del Estado y del local delPartido Peronista saquearon e incendiaron los principa-les templos del casco histórico de la ciudad, la Curia Me-tropolitana y los edificios de importantes instituciones,provocando la pérdida de invalorables tesoros artísticos,culturales y esencialmente religiosos, junto al 40% de laspartidas de bautismo de todos los porteños desde 1580.El Palacio de la Curia Metropolitana fue completamentedestruido. La policía, las fuerzas militares y los bombe-ros se abstuvieron de intervenir, limitándose estos últi-mos a prevenir que el fuego se esparciera a edificios no-religiosos. Algunos de los templos databan de la época co-lonial por lo que ciertos daños fueron irreparables. En undiscurso pronunciado al día siguiente el presidente Perónatribuyó los hechos a los comunistas, pero esto no logrócalmar los ánimos de muchos católicos que ese día deja-ron de adherir al gobierno, como los generales DalmiroVidela Balaguer y Julio Lagos.

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5.1 Los marinos 7

4 Otros hechos vinculados a la po-lítica

El 17 de junio de 1955 fue secuestrado, torturado has-ta morir y hecho desaparecer el médico y dirigentecomunista Juan Ingallinella, cuyo partido había repudia-do el intento de golpe de Estado del día anterior, a manosde algunos policías de la Provincia de Santa Fe, hecho quefue levantado por la oposición antiperonista como argu-mento crítico al gobierno de Juan D. Perón.[3]En 1963 secondenó a los culpables.[72][73]

El 27 de julio de 1955 se le permitió al opositor ArturoFrondizi leer por Radio Belgrano un mensaje, el cual de-bió ser presentado previamente por escrito para su censu-ra, y que se transmitió con una demora de algunos segun-dos para controlar que no se apartara del texto autorizado.

5 La conspiración definitiva

5.1 Los marinos

Capitán de navío Arturo Rial.

Al anochecer del 16 de junio de 1955, tras el fracaso delbombardeo de la Plaza de Mayo por parte de un grupo demarinos revolucionarios, el capitán de navío Arturo Rial,director de Escuelas Navales, y su subordinado el capi-tán de corbeta Carlos Pujol, que habían sido ajenos a esegolpe, comenzaron a tender lazos para realizar un segun-do intento. Trabajaban en el edificio al 610 de la calleFlorida, donde también funcionaba la Dirección de Per-sonal Naval, lo cual les daba la posibilidad de contactarsecon todas las bases y unidades.[74] Uno de sus primeroscontactos, Marcos Oliva Day, les presentó a su hermanoArturo que participaba en el entorno político de ArturoFrondizi.[74]

Cerca de Rial también gravitaban los capitanes Juan Car-los Duperré y Jorge Gallastegui: los tres entraron en con-versaciones con los capitanes de fragata Jorge Palma yCarlos Sánchez Sañudo de la Escuela de Guerra Naval.Todos ellos habían sido puestos en disponibilidad mien-tras se investigaba si habían participado -o no- de las ac-ciones del 16 de junio. Esta situación los dotaba de tiem-po libre para conspirar.[75]

En Punta Alta, próxima a Bahía Blanca, está la base navalmás grande de la Armada: Puerto Belgrano. Allí el viceal-mirante Ignacio Chamorro tenía a su cargo toda el ÁreaNaval, y tras él, el contraalmirante Héctor Fidanza erajefe de la base. Ambos estaban unidos ideológicamenteal gobierno. Pero el segundo comandante de la base, ca-pitán de navío Jorge Perren, había simpatizado con losmóviles de Samuel Toranzo Calderón y, sin contactarseaún con otras personas, decidió sumar voluntades entresus marinos para llevar a cabo un nuevo alzamiento.[76]

Pronto se consolidaron nexos con los jóvenes oficialesque, a la distancia, habían pensado en sublevar la baseel 16 de junio. La noticia de que el único capitán de na-vío de la base estaba liderando el complot calmó las dis-cusiones internas por llevar el liderazgo. Si bien el actorevolucionario era absolutamente contrario al espíritu desubordinación que prima en las Fuerzas Armadas, dentrode la estructura del complot buscaron respetarlo lo másposible. Así como antes habían buscado a unmiembro delalmirantazgo, eligiendo a Toranzo Calderón, ahora tam-bién se precisaba un almirante. Los presos Manrique yRivolta lograron comunicarse con el capitán Rial, prove-yendo un listado de los almirantes que no habían dadouna respuesta efusivamente negativa al ofrecimiento decomandar el golpe del 16: Garzoni, Rojas, Sadi Bonnet,y Dellepiane.[77]

El prestigio profesional de Isaac Rojas le había ganado unrespeto unánime en la fuerza, pero su estricta obedienciaa las jerarquías y su ausente definición política impedían alos complotados imaginar sus convicciones íntimas. En laEscuela Naval Militar que él dirigía faltaban los grandesretratos del presidente y de la primera dama; no se losadulaba, ni tampoco se hablaba mal de ellos.[78]

Pocos días después del 16 de junio el capitán de fragataAldo Molinari, para sondear el talante de Rojas, le anun-ció sin disimulo que un nuevo movimiento revolucionarioestaba en marcha, a lo cual el almirante se limitó a res-ponder «¿Lo pensaron bien?».[79]

Después de eso, Palma y Sánchez Sañudo se reunieroncon él y hablaron sobre la necesidad de derrocar a Perón.Rojas estuvo de acuerdo, pero les pidió tiempo para de-cidirse si se plegaba o no. Finalmente Rojas, a través delteniente de navío RobertoWulff de la Fuente, le confirmóa Juan Carlos Bassi su aceptación. Tras ello, el mismoAr-turo Rial, que había liderado hasta entonces al movimien-to, se reunió con Rojas y convinieron que el Almirante sepondría a la cabeza de la armada revolucionaria en el mo-mento en que estallara el golpe, y que se subordinaría en

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8 5 LA CONSPIRACIÓN DEFINITIVA

Almirante Isaac Rojas.

caso de plegarse un almirante de mayor antigüedad en lafuerza.[80]

De este modo los preparativos serían coordinados porRial y las acciones serían llevadas a cabo bajo la direc-ción de Rojas. De los nuevos líderes rebeldes ningunohabía participado del golpe del 16 de junio, y el mismoRojas decidió cortar comunicaciones con los demás has-ta el momento indicado, para evitar sospechas. A fines dejunio, Perren, comandante segundo de la Base Naval dePuerto Belgrano, tomó conocimiento de que Rojas lide-raba este nuevo movimiento y de que Rial lo organizabaen Buenos Aires. Entonces decidió sumarse y les aportóinformación acerca de las actividades programadas parala flota de mar a lo largo de julio, agosto y septiembrepara que pudieran elegir una fecha propicia.[81]

5.2 Civiles y ejército

El 14 de julio Mario Amadeo, que estaba en la clandesti-nidad desde hacía casi unmes, escribió una carta al minis-tro Embrioni, instándo tanto a él como al ejército para quedejaran de apoyar al presidente. El texto tuvo una ampliacirculación en ámbitos castrenses,[82] donde las quemasde la bandera y de las iglesias desencadenaron el rechazode un vasto grupo nacionalista que había apoyado a Peróndesde el golpe de 1943. La dispersión territorial y el des-conocimiento mutuo hacía muy difícil su organización;pero un núcleo comenzó a formarse en el Departamentode Operaciones del Estado Mayor General.

Mario Amadeo.

El mayor Juan Francisco Guevara interpeló a su Direc-tor, coronel Eduardo Señorans,[83] hablando en nombrede otros oficiales jóvenes del mismo cuerpo, y así comen-zó a formarse el grupo que incluía al teniente coronel Hu-re, a los mayores Conesa, Mom y Martínez Frers, y a loscapitanes Miró, Toccagni y Carranza Zavalía.[84]

Pedro Eugenio Aramburu.

El general Pedro Eugenio Aramburu, amigo personal deSeñorans, pronto se sumó a esa conspiración y dividiólas tareas: él buscaría los contactos políticos y Señoranslos contactos militares.[85] Este último conocía al capitánJorge Palma, y por este nexo Aramburu se reunió con elalmirante Rojas, a quien también ya conocía por habersido ambos agregados militares de la embajada argentina

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5.4 La Armada 9

en Río de Janeiro.[86]

A partir de mayo de 1955 en la Escuela de Artille-ría de Córdoba, el capitán Raúl Eduardo Molina lideróuna conspiración paralela, junto a otros oficiales jóve-nes: teniente primero Francisco Casares, capitanes Os-valdo Azpitarte, Alejandro Palacio, Juan José Buasso, te-nientes primeros Augusto Alemanzor, Anselmo Matteo-da y Alfredo Larrosa.[87] Luego se sumó el mayor Meli-tón Quijano Semino, cuya gradación lo hacía importan-te en el grupo, dada la poca jerarquía del resto de losconspiradores.[88]

Otros grupos rebeldes se formaron independientementeen el Liceo Militar y en la Escuela de Tropas Aerotrans-portadas. En esta última, el líder era Julio Fernández To-rres, de 27 años. En el Liceo, el mayor Mario EfraínArruabarrena se rodeó de sus colaboradores: capitanesJuan José Claisse, Juan Manuel de la Vega y el tenienteprimero Alfredo Viola Dellepiane.[89] Dado que carecíande un oficial de alto rango que los liderara, Molina ofrecióesta responsabilidad al retirado coronel Arturo OssorioArana, quien había sido hasta 1951 director de la Escue-la de Artillería. La característica común de todos estosgrupos era que se trataba de oficiales jóvenes: pequeñosgrupos de amigos se organizaban, y luego contactaban aoficiales de mayor rango para que los lideren.[90]

5.3 La coyuntura política en julio

Presidente Juan Domingo Perón.

El 15 de julio Perón pronunció un discurso en tono re-conciliatorio, como ya había hecho las semanas anterio-res: «Limitamos las libertades en cuanto fue indispensa-ble limitarlas para la realización de nuestros objetivos.No negamos nosotros que hayamos restringido algunas

Arturo Frondizi, presidente del comité radical, irradió por pri-mera vez después de casi diez años un discurso opositor, emitidopor Radio Belgrano el 27 de julio de 1955.

libertades: lo hemos hecho siempre de la mejor manera,en la medida indispensable. (...) Yo dejo de ser el jefe deuna revolución para pasar a ser el Presidente de todos losargentinos, amigos o adversarios. La revolución peronistaha finalizado; comienza ahora una nueva etapa, que es decarácter constitucional». La Unión Cívica Radical pusoa prueba el mensaje con una solicitud de permiso pararealizar actos públicos,[91] que le fue negada.[92] El 21 dejulio la bancada radical en el congreso denunció la des-aparición del doctor Juan Ingallinella, detenido el 17 dejunio de ese año por la policía de Rosario. La investiga-ción halló que el doctor Ingallinella había sido torturadohasta morir, y que su cuerpo había sido arrojado al río Pa-raná. Los responsables policiales fueron exonerados. Unaprotesta en Córdoba consiguió que el gobierno autorizaraa opositores para hablar en la radio. El día 27, finalmente,el presidente de la Unión Cívica Radical, Arturo Frondi-zi, tuvo permiso para hablar en Radio Belgrano.[92]

5.4 La Armada

El almirante Rojas permaneció al margen, pero sus ayu-dantes Oscar Ataide y Jorge Isaac Anaya le recababaninformación.[93] A lo largo de julio, en Bahía Blanca Pe-rren aceleró el adiestramiento de las tropas para que sefamiliarizaran con un nuevo modelo de fusil que reem-plazaba al antiguo Mauser, para disponer de tropas bienentrenadas ante el inminente pronunciamiento.[94]

Para evitar darle poder de fuego a otro alzamiento revo-lucionario, el almirante Guillermo Brown ordenó que losaviones utilizados el 16 de junio fueran trasladados sinametralladoras ni espoletas a la base Comandante Espo-ra, anexa a Puerto Belgrano en Bahía Blanca. Allí, un gru-po de oficiales ingenieros fabricó secretamente espoletaspara detonar bombas de 50, 100 y 200 kilos.[95]

5.5 Lealtad dividida

En el ejército las fuerzas estaban más dispersas geográ-ficamente y las posiciones ideológicas no eran homogé-neas. Un ejemplo a destacar, por su posterior participa-

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10 5 LA CONSPIRACIÓN DEFINITIVA

Jorge Anaya.

ción en los hechos, es el del II Ejército. La sede de co-mando estaba en la ciudad de San Luis, y su estructurase dividía en dos agrupaciones. Tenía en total unos 10000 efectivos dispersos en toda la región de Cuyo. Laprimera de las dos agrupaciones estaba comandada des-de Mendoza por el general Héctor Raviolo Audiso, lealal gobierno, y abarcaba las provincias cuyanas. Sus des-tacamentos eran: el 1.º Mendoza con el teniente coronelCabello, de la facción rebelde; el 2.º en Campo de LosAndes con el teniente coronel Cecilio Labayru, tambiénrebelde; el 3 en Calingasta (San Juan) con el coronel Ri-cardo Botto, leal; el 4 en San Rafael con el coronel DiSisto, rebelde.[96]

En Calingasta Botto era leal; en cambio el jefe de opera-ciones de su destacamento era el rebelde teniente coronelMario Fonseca, que era nativo de la provincia y tenía muyfluidas relaciones con los comandos de civiles que se pre-paraban allí.[96]

La segunda agrupación, que abarcaba a Río Negro yNeuquén, estaba comandada por el teniente coronel Du-retta quien siendo amigo de Perren había comprometidosu participación en un eventual alzamiento.[96]

La sede del comando de todo ese II Ejército estaba en laCiudad de San Luis, donde el teniente coronel GustavoEppens había reunido en torno a sí a los mayores LeónSantamaría, Roberto Vigil, y Celestino Argumedo, jun-to a varios capitanes. Intuyendo la posición favorable deljefe del Estado Mayor, general Eugenio Arandía, Eppenslo abordó, y éste contestó con entusiasmo. Arandía man-dó que el teniente coronel Juan José Ávila estableciera loscontactos con civiles en las tres capitales cuyanas, pero no

sondeó el ánimo del jefe de todos ellos, general Julio Al-berto Lagos, a quien entonces se presumía peronista.[97]

En Buenos Aires nada se conocía sobre la situación delejército en Cuyo, pero rápidamente se unieron Aramburuy Ossorio Arana para coordinar un plan de acción en esazona.[97] Por su parte, un grupo de oficiales retirados co-laboraban en el reclutamiento: Octavio Cornejo Saravia,Franciso Zerda, Emilio de Vedia y Mitre, etc. Tambiénse incorporó otro general en actividad: Juan José Uranga,aunque su destino no tenía mando de tropa ya que era jefede la Obra Social.[98]

5.6 Los generales infieles

General Dalmiro Videla Balaguer.

El 20 de julio el teniente coronel Carlos Crabba, invitadopor su hermano, se entrevistó con el coronel Señorans einformó que tanto él como su jefe, general Dalmiro Vi-dela Balaguer, querían reunirse para evaluar un intentode golpe. El general Videla era un notorio partidario delpresidente Perón y comandaba la IV región militar, conasiento en Río Cuarto. Videla Balaguer y Crabba estuvie-ron en el Ministerio de Ejército el 16 de junio, y la quemade los templos católicos había tocado su profundo senti-miento religioso, haciendo vacilar su lealtad. Pero por unmalentendido creyeron que Señorans era el líder de la re-volución en Buenos Aires, y el general Videla se negó asubordinarse a un coronel.[99]

Julio Lagos era el único general activo formalmente afilia-do al partido peronista. Su pertenencia se debía a sus ten-

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5.7 Corrientes 11

General Julio Lagos.

dencias nacionalistas: Perón había sido compañero suyoen el GOU y juntos habían participado en la Revolucióndel 43: se trataba de una persona fiel a Perón desde susinicios.[100]

Los doctores Alberto Tedín, Bonifacio del Carril y Fran-cisco Ramos Mejía intentaron inútilmente modificar suactitud. El 27 de julio, en casa de Del Carril, el generalJulio Lagos se encontró con el general Justo León Ben-goa y los doctores Francisco Ramos Mejía y Jorge Gra-din: ellos trataron de convencerlo para que se uniera a unintento revolucionario. Inicialmente Lagos se negó, solosu esposa pudo hacerlo dudar, ante la impune quema delas iglesias.[101][102] Estas reuniones no eran las únicas, nilas principales del movimiento revolucionario, sin embar-go, según Del Carril, “todos los hilos se unificaban y, enrealidad, se trataba de una sola conspiración, con vastasy variadas fuentes, todas convergentes.”[103]

Sin embargo al poco tiempo, por una discusión con el mi-nistro Lucero, Lagos pasó a retiro y su lugar al mando delII Ejército fue ocupado por José María Sosa Molina.[104]

A mediados de agosto fue detenido el general Bengoa,sospechado de planear una revolución. En la provincia deCorrientes, el coronel Eduardo Arias Duval, jefe de es-tado mayor de una unidad en Curuzú Cuatiá, buscó laforma de unirse al bando revolucionario con la intenciónprincipal de liberar a Bengoa el día que se produjera larevolución, y ponerlo al mando de sus tropas en EntreRíos.[105]

General Franklin Lucero, ministro de guerra, a la derecha.

5.7 Corrientes

La poderosa agrupación de tropas blindadas de CuruzúCuatiá tenía su Estado Mayor en construcción, por lo tan-to, su cúpula directiva estaba trabajando desde BuenosAires. En el lugar, la mayor autoridad era el leal tenientecoronel Ernesto Sánchez Reynafé.[106]

En cambio, un jefe de destacamento de ideas liberales, elmayor Juan José Montiel Forzano, mantenía correspon-dencia con el coronel Carlos Toranzo Montero. Toranzolo convenció para que arme un foco rebelde en la regiónnordeste y se contactara con el comandante de la IV Di-visión de Caballería, general Astolfo Giorello. Giorellodijo que era antiperonista y que había hablado con suscolaboradores inmediatos: en caso de una nueva rebeliónempezarían siendo neutrales. De todos modos, MontielForzano reclutó para su complot a varios representantesde cada unidad: capitanes EduardoMontés, ClaudioMas,Francisco Balestra; tenientes primeros Oscar Ismael Te-són, Jorge Cisternas, Hipólito Villamayor, Julián Chiap-pe; y el teniente Ricardo García del Hoyo.[107]

5.8 Buenos Aires y Córdoba

En el Colegio Militar de la Nación surgió otro grupo re-belde: el mayor Dámaso Pérez Cartaibo y el capitán Gui-

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12 5 LA CONSPIRACIÓN DEFINITIVA

llermo Genta reunieron a su alrededor a los capitanes Al-fredo Formigioni, Jorge Rafael Videla, y Hugo Elizalde.Dámaso Pérez se contactó con el general Juan José Uran-ga y así entraron en la conspiración de Guevara, Señoransy Aramburu.[107]

General Eduardo Lonardi.

El general retirado Eduardo Lonardi vivía alejado de susex-colegas, pero las visitas de los coroneles Cornejo Sara-via yOssorio Arana lo pusieron en conocimiento del com-plot que lideraba Aramburu.[108] A principios de agostode 1955, Lonardi fue a hablar con Aramburu para ofre-cerle apoyo y asistencia. Aramburu contestó:[109]

Me extraña su ofrecimiento, pues no existeningún movimiento que yo encabece, ni piensoconspirar (...) Yo no conspiro, ni conspiraré.Pedro Eugenio Aramburu, agosto de 1955.[109]

El 10 de agosto se dictó el fallo contra el almirante Toran-zo Calderón y quienes lo acompañaron. Por intervencióndel presidente Perón, Toranzo no fue condenado a muer-te: en cambio, fue degradado y condenado a reclusión in-determinada. Los demás jefes del alzamiento recibierondistintas penas según su grado de participación.[110]

5.9 Reacciones civiles

Diversos grupos civiles de «comandos» comenzaron asurgir en torno al hermano Septimio Walsh, director delcolegio Nuestra Señora del Huerto. En uno se congregaba

a Adolfo Sánchez Zinny, Edgardo García Puló, Floren-cio Arnaudo, Carlos Burundarena, Manuel Gómez Ca-rrillo y demás católicos nacionalistas. Otro, en cambio,estaba conformado por militantes radicales, incluyendo aRoberto Etchepareborda y Héctor Eduardo Bergalli.[111]

En la madrugada del 14 de agosto la policía federal de-tuvo a un grupo de estudiantes universitarios bajo la acu-sación de planear el asesinato de Perón y sus ministros.El llamado «grupo Coppa» estaba integrado por Ricar-do Coppa Oliver, Aníbal Ruiz Moreno, Carlos de Co-rral, Enzo Ramírez, y otros. El 15 de detuvo al deno-minado «grupo Centurión»: los amigos de Vicente Cen-turión, quien en 1953 había sido torturado por la poli-cía federal bajo la acusación de poner bombas en la ciu-dad. Con él fueron arrestados los estudiantes Jorge Ma-si Elizalde, Franklin Dellepiane Rawson, Manuel Raw-son Paz, Mario Espina Rawson, Luis Domingo Aguirre,Julio Aguirre Naón y Carlos Gregorini.[112] Ese mismodía se arrestó a un grupo de adolescentes: Ignacio Cor-nejo, Ricardo Richelet, Mariano Ithurralde, Pablo Mo-reno, Jorge Castex y Hortencio Ibarguren. Tres días mástarde se arrestó a otro grupo adolescente: Rómulo Naón,Luis María Pueyrredón, Mario de las Carreras y DiegoMuñiz Barreto. La mayor parte de los arrestados habíasido hallados en poder de algún volante o panfleto conideas antiperonistas.[113] Anunciaba el diario La Épocadel lunes 15 de agosto: «La oligarquía quería arrastrar alpaís al desorden y al crimen para tomar el poder. Cuen-ta con la resaca de los partidos opositores, menores deedad, estudiantes pitucos y retirados reblandecidos; clé-rigos complicados».[114] Y al final del artículo «se devol-verá golpe por golpe».[115]

Ese mismo día, Perón se reunió con su gabinete y lesanunció que, de producirse atentados, había que respon-der en una proporción de «cinco por uno». Fue la primeravez que utilizó esa frase.[116]

En Buenos Aires, el 29 de agosto La Época tituló: «Des-cubrióse en el Barrio Norte una organización de pitucossubversivos. Disponían de dinero, armas y autos en abun-dancia. Planeaban atentados. Operaban por células comolos comunistas». Esta vez los detenidos fueron Emilio deVedia y Mitre (h.), MarioWernicke, Emilio Allende Pos-se, Carlos Ocantos, Héctor López Cabanillas y Julio E.Morón.[117]

El día 30 Perón volvió a plantear la posibilidad de renun-ciar. Si bien el 16 de junio ya lo había comentado a susministros, esta vez hizo un anuncio público en una nota alPartido Peronista. Mencionó la posibilidad de «retirarse»ante el fracaso de la política conciliatoria:[118]

Los últimos acontecimientos han colmadola medida (...) Con mi retiro presto al país elúltimo servicio desde la función pública.Juan Domingo Perón, 30 de agosto de1955.[118]

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5.10 Cinco por uno 13

5.10 Cinco por uno

En la tarde del 31 de agosto la CGT organizó una granconcentración pública frente a la casa de gobierno. Des-pués, al caer la noche, Perón dirigió su palabra a los pre-sentes. Este discurso tuvo una importancia fundamentalen el desarrollo de los hechos posteriores, e impulsó en laArgentina de las décadas siguientes ideas nuevas acercadel uso de la violencia política:[118]

A la violencia le hemos de contestar conuna violencia mayor (...) La consigna paratodo peronista, esté aislado o dentro de unaorganización, es contestar una acción violentacon otra más violenta. Y cuando uno de losnuestros caiga, caerán cinco de los de ellos.Juan Domingo Perón, 31 de agosto de1955.[119]

Estas palabras causaron una gran repulsión entre los queno pertenecían a la ideología peronista.[120] Esa mismanoche, en Río Cuarto el general Videla Balaguer anuncióa sus colaboradores inmediatos la intención que tenía derebelarse.[117]

Pocos minutos después el mayor Adolfo Mauvecín, queera su subordinado directo, telefoneó a un amigo suyo enBuenos Aires para que diera la alarma de que Videla pla-neaba dirigir un movimiento revolucionario en Córdoba,San Luis y Mendoza.[121] El 31 de agosto, Videla Bala-guer tenía el apoyo de muchos oficiales en el II Ejército,y confirmó en el plan a más oficiales dispersos en otrasunidades de la región que querían rebelarse contra el go-bierno; pero no tenía mando efectivo sobre ninguno deellos.[117]

El primero de septiembre hubo un momento de confu-sión. Ni los grupos civiles de la ciudad de Córdoba ni losmilitares que participaban del complot en Escuela de Ar-tillería querían largarse sin la dirección de un oficial dealto rango, y sin el apoyo de sus contactos en Buenos Ai-res. No quedaba en claro si el líder de la revolución eraVidela Balaguer, Ossorio Arana, Señorans, o Aramburu.Ante la duda si «salir» o «no salir», RamónMolina recla-mó la presencia de Ossorio: «con él no hay problema, sa-len hasta las cocinas». Porque Ossorio había sido directorde la Escuela de Artillería y gozaba de una gran popula-ridad entre los oficiales.[121] El 2 de septiembre, OssorioArana viajó de madrugada y temprano en la mañana tocóa la puerta de Videla Balaguer, en Río Cuarto. Resolvie-ron que Ossorio viajase primero a Córdoba y telefoneasetras evaluar la situación local.[122]

Horas más tarde, Mauvecín relató los hechos en unareunión con el ministro Lucero, el Subsecretario Embrio-ni, y el jefe del Servicio Informativo del Ejército generalSánchez Toranzo. Un oficial rebelde dentro del ServicioInformativo del Ejército hizo llegar la alarma a Videla,quien ante el inminente arresto resolvió huir de Río Cuar-

to con sus colaboradores, mediante la ayuda de un grupode civiles que colaboraban en esa ciudad.[123]

El 3 de septiembre la Dirección Nacional de Seguridademitió un comunicado en el que detallaba acciones quedebían ser reprimidas por «alterar el orden y atentar con-tra el Estado». En su artículo número 3 mencionaba laimpresión, distribución y tenencia de panfletos de cual-quier tipo. El artículo número 4 prohibía las reunionesen la vía pública, y las reuniones en locales que no tuvie-ran objetos culturales, comerciales, deportivos o de es-parcimiento: cualquier reunión o actividad partidaria delos partidos no-peronistas volvía a considerarse un actode delincuencia.[124]

La conspiración de Señorans y Aramburu contaba con elapoyo de gran parte de la Marina, pero no tenían con-tactos en la Fuerza Aérea, y en el Ejército solo un redu-cido grupo de unidades estaban dispuestas a alzarse enCórdoba; aunque había grandes posibilidades de rebelarel II Ejército en Cuyo y otras unidades en Corrientes. An-te este panorama se realizó una reunión en casa del doctorEduardo Héctor Bergalli, de la que participaron el generalJuan José Uranga, el coronel Eduardo Señorans, el capi-tán de navío Arturo H. Rial, el capitán de fragata AldoMolinari y el capitán de corbeta Carlos Pujol, y el pre-sidente de la Unión Cívica Radical, Arturo Frondizi.[125]Señorans anunció la intención de Aramburu de posponerlos intentos para el año 1956, ya que no veía avances en elcorto plazo.[126] Durante el verano sería imposible actuarya que se avecinaba, en septiembre y octubre, el licencia-miento de los soldados conscriptos y el almacenaje bajollave de gran parte del material bélico.[124] Según IsidoroRuiz Moreno en su libro La revolución del 55 Frondizidijo al respecto:

Señores, yo no voy a llenar las cárceles deradicales saliendo con la Marina sola; necesitoun general.Arturo Frondizi.[126]

Uranga prometió que habría algún general, pero lareunión se disolvió sin resoluciones.[126] El día 4 de sep-tiembre los rebeldes en Buenos Aires se enteraron de queAramburu abandonaba la conspiración y se negaba a ac-tuar por lo que restaba del año 55. Más tarde la noticiase esparciría al resto de la conjura: Ossorio Arana, AriasDuval, y Guevara permanecieron en sus tareas. Sin em-bargo la presencia de un general seguía siendo un requi-sito indispensable: por lo tanto al día siguiente el coronelCornejo Saravia convenció al general Lonardi para que sehiciera cargo de liderar la revolución.[127] Siete días tardóen llegar a Puerto Belgrano la noticia de que Aramburuposponía las operaciones hasta el año siguiente. Perrenreaccionó con estupefacción e ira, y convino con sus com-pañeros que si el día 20 no había novedades, la marina sealzaría en solitario.[128]

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14 6 PREPARATIVOS PARA LA ACCIÓN

El 7 de septiembre, la CGT anunció que «los trabajado-res de la Patria se ofrecen como reserva» del Ejército pa-ra defender la Constitución. Uno de los jefes de la inte-ligencia del ejército intimó a Lucero, presentándole unorganigrama de la estructura rebelde muy acertado. Elministro Lucero, antes de mandar arrestar a oficiales res-petados como Aramburu y Señorans, planeó para el día12 un viaje a Córdoba para interiorizarse de la situaciónen ese lugar. Si se confirmaban las sospechas, el día 16procedería a ordenar los arrestos. A la madrugada de esemismo día 16 se produjo el alzamiento.[129]

6 Preparativos para la acción

El 10 de septiembre dos hijos de Lonardi partieron pararecabar información: Luis Ernesto a Córdoba y Eduardoa Mendoza.[130]

A la medianoche Luis Ernesto Lonardi se presentó antesu padre para informarle que el día 16 finalizarían las ac-tividades de la Escuela de Artillería de Córdoba, y quesus armas irían a ser almacenadas en lugares vigilados.Entonces el general Lonardi se decidió a actuar inmedia-tamente, con los efectivos que hubiera en Córdoba, yaque creía que si un foco subversivo sobrevivía más de 48horas, eso inevitablemente iba a llevar al triunfo del mo-vimiento revolucionario en todo el país.[131]

Si la revolución hace pie y aguante más de48 horas en Córdoba, toda la defensa de Perónse derrumba, porque no hay una convicciónética y moral para sostenerlo.Eduardo Lonardi, 11 de septiembre de1955.[131]

Juan Francisco Guevara.

El domingo 11, Lonardi intentó comunicarse con el ma-yor Juan Francisco Guevara porque éste último estaba altanto de todos los preparativos que ya habían elaboradoAramburu y Señorans. Lonardi no podía salir de su domi-cilio para no levantar más sospechas entre los servicios deinformación del ejército; así que mandó como represen-tante a su hijo Luis y un amigo de éste, Ezequiel PereyraZorraquín.[132]

Durante la tarde, Pereyra dio con el paradero de Gueva-ra, que había cambiado de domicilio para protegerse. Esanoche Lonardi se reunió conGuevara y con el teniente co-ronel Sánchez Lahoz, y expuso el plan: una sublevaciónsimultánea en todas las guarniciones del ejército dondese gestaba la revolución, conjuntamente con las bases dePuerto Belgrano y Río Santiago, y las unidades aéreas queespontáneamente fueran a plegarse. Después las fuerzasdel interior y las del litoral convergerían sobre Rosario, afalta de puentes y túneles las fuerzas del litoral cruzaríancon ayuda de la Escuadra de Río de la Marina. Recién en-tonces un Ejército “Libertador” avanzaría sobre BuenosAires, al mismo tiempo que la Flota de Mar avanzaría so-bre la ciudad.[133] Sánchez Lahoz sublevaría la guarniciónde la ciudad de Corrientes, Arias Duval se encargaría dela zona mesopotámica, el general Uranga trataría de su-blevar el Gran Buenos Aires.[133]

6.1 El nexo con la marina rebelde

El 12 a primera hora de la mañana Guevara anuncióa Señorans que Lonardi había asumido el mando de larevolución.[134] Ese mismo día, Lonardi se reunió con elcapitán de fragata Jorge J. Palma quien, en representaciónde la marina revolucionaria se comprometió a alzarse eldía 16 a las 0 horas.[135]

Se decidió también que algunos oficiales de la marina es-tuvieran presentes en las unidades que iban a rebelarse,como signo de hermandad entre las fuerzas armadas ypara oficiar de nexto entre ellas: los capitanes de fragataCarlos García Favre y Aldo Molinari estarían respectiva-mente en Córdoba y Curuzú Cuatiá. Si la operación paraliberar a Bengoa resultaba exitosa, lo acompañarían ensu viaje a Paraná el mismo Jorge Palma y Sánchez Sa-ñudo: entre los tres tomarían control de las tropas de esaciudad.[136]

Esa noche, Lonardi también se entrevistó con el generalUranga y le impuso la misión de sublevar el Colegio Mili-tar y el regimiento 1 de infantería Patricios. Paralelamen-te Guevara se reunió en Bella Vista, en la casa del capitánJorge Rafael Videla, con los capitanes Genta, Formigoni,Padrós y con el mayor Dámaso Pérez: ellos debían rebe-lar el Colegio Militar pero habían cambiado de posturaante la perspectiva de hacer luchar a los cadetes contra ladivisión montada que seguramente permanecería leal algobierno.[137]

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6.3 La situación en Cuyo 15

6.2 La situación en Córdoba

Mapa de Córdoba.

También el día 12, Franklin Lucero efectuó el progra-mado viaje a la Provincia de Córdoba con la excusa deasistir a unas demostraciones de fuego de artillería - a laque habían sido invitados los agregados militares de lasembajadas extranjeras.[138] Allí se convenció de la lealtadde las tropas, mandó un radiograma al presidente Perónafirmando que la situación estaba controlada, y mandóimprimir un folleto profusamente ilustrado bajo el títulode Una unidad modelo: La Escuela de Artillería.[139]

Frente a la Escuela de Artillería se encontraban la Es-cuela de Aviación Militar y la Escuela de Suboficiales deAviación. En esta última había un grupo de jóvenes ofi-ciales, que reconocían el mando revolucionario del ma-yor ingeniero Oscar Tanco. Esta situación era semejantea la de otras bases de la Fuerza Aérea, donde pequeñosgrupos de oficiales jóvenes iban reconociéndose mutua-mente, y buscando entre los de media jerarquía a alguienque quisiera liderarlos: los rangos más altos, en cambio,eran todos leales al gobierno. Los revolucionarios de laaviación en Córdoba trenzaron lazos con los del grupo 1de Bombardeo estacionados en Villa Reynolds, provinciade San Luis, cuya oficialidad era virtualmente toda opo-sitora y se comprometió a no arrojar sus bombas sobre

los objetivos en caso de producirse la revolución.[139]

El martes 13 Lonardi se reunió con Señorans antes departir y acordaron que este último fuera hacia el litoraltratando de llevar al general Aramburu; mientras que elmayor Guevara acompañaría a Lonardi y Ossorio en Cór-doba. A las dos de la tarde, Guevara llamó a la puerta delgeneral Lagos para informarle que el nuevo jefe de la re-volución le solicitaba ponerse al mando del II Ejército apartir del día 16.[140]

La noche del 13 llegó la familia Lonardi a Córdoba: Mer-cedes Villada Achával de Lonardi fue a la casa de su her-mano, mientras que los hijos varones se dirigieron a laresidencia de Calixto de la Torre, donde los esperaba Os-sorio Arana.[141]

6.3 La situación en Cuyo

La región de Cuyo.

Habiendo sido anoticiados del inminente estallido revo-lucionario, partieron hacia Cuyo el general Lagos, su her-mano Carlos Lagos y el doctor Bonifacio del Carril. Lle-garon a San Luis después del mediodía del día 14 de sep-tiembre. Esperaban poder tomar el mando sin problemasporque Lagos hasta hacía dos meses había dejado de serel jefe de esa guarnición, conocía a todos y era muy popu-

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lar. En las afueras de la ciudad se reunieron secretamentecon el comandante en jefe Eugenio Arandía y se anoticia-ron de que en la Comandancia Segunda había sido desig-nado José Epifanio Sosa Molina, hermano del ministro,que había llegado de Buenos Aires junto a un grupo de laPolicía Federal con órdenes de investigar la situación delos oficiales para evitar un alzamiento similar al que Vi-dela Balaguer había intentado fallidamente dos semanasatrás en Río Cuarto.[142] Arandía agregó que la noticia dela presencia de Lagos en San Luis desataría una intensabúsqueda y su posterior detención por parte de la policía;y que lo mejor era tratar de juntarse en Mendoza con elcoronel Fernando Elizondo. Más tarde Arandía se reuniócon la oficialidad más fervientemente revolucionaria: lostenientes coroneles Eppens y Ávila, y el mayor Blanco,para ponerlos al tanto.[143]

El 14, Lonardi se reunió con el general Videla Balaguer,refugiado en Córdoba en el departamento de Damián Fer-nández Astrada, cabeza de un nutrido comando de civiles.Videla quedó encargado de la coordinación de los grupossubversivos civiles: tanto el de Fernández Astrada comoel de Jorge Landaburu.[144] Para evitar que se esparcie-ran rumores, Lonardi había establecido que los civiles nofueran enterados de los hechos hasta después de iniciadoslos operativos.[145]

A las 10 de la noche del 14 se realizó una reunión plena-ria con los representantes de varios grupos rebeldes cor-dobeses: mayor Melitón Quijano y capitán Ramón Mo-lina (Escuela de Artillería), teniente 1.º Julio FernándezTorres (Tropas Aerotransportadas), mayor Oscar Tran-co (Suboficiales de Aeronáutica), capitanes Mario EfraínArrabuarrena y Juan José Claisse (Liceo Militar). En pri-mer lugar se decidió no intervenir el Liceo militar, ya queera una institución educativa para menores de edad y selos debía mantener al margen del combate: solo sus ofi-ciales se sublevarían, ayudando a que los paracaidistas to-maran su escuela.[144]

Se sublevarían también las escuelas de Aviación Militar yde Suboficiales de Aeronáutica, donde la masa de la ofi-cialidad pertenecía al bando revolucionario. La Escuelade Artillería sería copada por Ramón Molina, quien fa-cilitaría la entrada de Lonardi para dirigir desde allí ellevantamiento en todo el país. Luego las baterías abri-rían fuego contra la leal Escuela de Infantería, abriendoel camino para la sorpresiva irrupción de los paracaidis-tas. Pasada la medianoche se disolvió la reunión: faltabanmenos de 24 horas para el inicio de las operaciones.[146]

7 15 de septiembre

El 15 un oficial rebelde emitió una orden con firmafalsificada, logrando que el coronel Sánchez Reynaféabandonara engañado Curuzú Cuatiá y viajara a BuenosAires. Mientras tanto Señorans, Aramburu, Molinari yArias Duval partían a sublevar esa localidad, y todo el

Litoral.[147] En la Base Naval Río Santiago (cercana a LaPlata) el almirante Isaac Rojas dio aviso del inminenteestallido revolucionario a los capitanes de navío CarlosBourel, director del Lieco Naval, y Luis M. García, co-mandante de la Base.[148] El plan era bloquear el Río de laPlata para impedir el abastecimiento de combustibles. Enla isla Martín García el director de la Escuela de Marine-ría, capitán de fragata Juan Carlos González Llanos, habíaestablecido un entrenamiento extraordinario en «infante-ría y tiro» desde abril de 1955, en marco del complot queculminaría el 16 de junio. El día 15 se le informó la in-minencia de la revolución y la solicitud de embarcarsehacia Río Santiago ni bien se tomara conocimiento de suinicio.[149]

En Córdoba, Lonardi festejó su cumpleaños con una ce-remonia religiosa y un almuerzo en casa de su cuñado;tras lo cual se despidió de su mujer y partió con Ossorioa las afueras de la ciudad, esperando la hora 0.[150]

En Bahía Blanca, por la tarde, el capitán de navío JorgePerren preparó los últimos detalles para la rebelión: invi-tó a plegarse a quienes no estaban en el secreto y detuvo alos que se negaron. En la vecina Base Aérea ComandanteEspora su jefe -leal al las autoridades constitucionales- sehabía retirado a las 17, y la guardia, a cargo de Baubeaude Secondigé, esperaba la llegada de quien se haría cargode sus operaciones revolucionarias: el capitán Andrews.En cuanto a la hora del alzamiento, Perren decidió queera imprudente lanzarse a las operaciones con el personalsin dormir: fijó como hora 0 las 04:30, con la orden deempezar inmediatamente si se oía en las radios de Bue-nos Aires la noticia del alzamiento en otros puntos delpaís.[151]

En Buenos Aires ninguna unidad del ejército estaba listapara ser sublevada porque el Ministerio de Ejército habíaseleccionado cuidadosamente a los oficiales más leales algobierno para comandarlas. Los oficiales que querían re-belarse y no tenían destino formaron un grupo, coordi-nado por el teniente coronel Herbert Kurt Brenner y porRodolfo Kössler, quienes por precaución se comunicabanen alemán. Se habían citado a las 16 en la estación Consti-tución, para viajar en tren a La Plata y desde allí reforzarla Escuela Naval.[152]

En la Ciudad de Buenos Aires, entonces, la única acciónsería la de los comandos civiles: su misión era dejar fue-ra de servicio a las principales antenas de radio para evi-tar que se difunda prematuramente la noticia de un al-zamiento contra Perón. El operativo tuve éxito: desapa-recidas las ondas de las principales emisoras, en BuenosAires pudieron oirse claramente las radios de Córdoba,Uruguay y Puerto Belgrano.[153]Pero las autoridades deBuenos Aires detectaron esta insólita agitación:[154] se-rían precisamente estos comandos que darían la primeraseñal de alarma a las autoridades nacionales.[155]

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8.1 La sublevación de las primeras unidades 17

8 16 de septiembre

Curuzú Cuatiá, Córdoba, La Plata y Bahía Blanca.

A las 0:30 el ministro Lucero fue despertado por su ayu-dante, coronel Díaz, y se le informó sobre la denunciahecha por un director de la empresa Mercedes Benz: unempleado de la empresa le había dicho que sabía queHeriberto Kurt Brenner se plegaría a una revolución enlas horas siguientes. Lucero se trasladó al ministerio yconvocó de forma urgente al Comandante en jefe delEjército, general Molina, al jefe del Estado Mayor Gene-ral, generalWirth, al subsecretario delMinisterio, generalJosé Embrioni, y al jefe del Servicio de Informaciones,general Sánchez Toranzo. También alistó a la GuarniciónBuenos Aires.[156] Luego Lucero llamó al comandante dela IV División de Ejército, radicada en Córdoba, pero sucomandante, general Alberto Morello, respondió que seencontraban sin novedad. Tras ello, comenzaron a llegaruna serie de avisos de la policía: grupos de civiles arma-dos habían sido vistos en Vicente López, en Palermo, enCiudadela, en Ramos Mejía, y en el Hospital Naval. A las4 de la mañana la Policía Federal emitió un mensaje de

carácter urgente:[157]

Alerta general. Esta noche grupos civilesarmados van a alterar el orden y tratar de copara jefes de unidades y autoridades legalmenteconstituidas. Actuar enérgicamente y reprimircualquier conato de alteración del orden.[157]

El ministro creía que los acontecimientos eran de carácterpredominantemente civil.[158] Cerca del amanecer el go-bernador de la Provincia de Buenos Aires anunció desdeLa Plata (entonces llamada «Ciudad Eva Perón») activi-dades sospechosas en la vecina Base Río Santiago; des-pués se informó la presencia de Lonardi y Ossorio Ara-na en Córdoba. Lucero hizo despertar al general Perón,quien se trasladó de inmediato a la sede del Ministerio deGuerra.[157]

A las 0 del 16 de junio Isaac Rojas estableció su Esta-do mayor con Jorge Palma,[159] Sánchez Sañudo, SilvioCassinelli y Andrés Troppea. A los cadetes de la EscuelaNaval se les ofreció la posibilidad de no plegarse al golpey no embarcarse; pero todos lo hicieron.[160]

Perren y compañía recibieron las noticia del alzamientoen Río Santiago a las tres de la mañana y procedieron aarrestar a sus superiores.[161]

8.1 La sublevación de las primeras unida-des

En Córdoba, los movimientos habían comenzado a las23:20. Treinta y seis oficiales de la Fuerza Aérea inte-rrumpieron la fiesta de cumpleaños del comodoro Ma-chado, donde se habían reunido todos los jefes de la ba-se; y así los arrestaron a todos juntos.[162] No esperarona la medianoche porque en ese momento empezarían adispersarse los invitados.[163]

Luego algunos oficiales cruzaron la ruta hacia la fábricade aviones, donde daban por seguro que los 50 oficialesingenieros iban a plegarse a la revolución, cosa que su-cedió. Luego el capitán Maldonado tomó la Escuela deAviación Militar, donde residía el comodoro Julio Cé-sar Krausse, conocido antiperonista a quien se puso altanto de la situación y se le ofreció el mando de la fuer-za aérea rebelde. Krausse vistió su uniforme: como pri-mera medida, mandó la liberación del comandante JogeMartínez de Zuviría y lo puso al mando de la Escuela deSuboficiales.[164]

El ministro Lucero, entre sus acciones preventivas, habíamandado a la Escuela de Infantería que se preparase antecualquier eventualidad. El coronel Brizuela entonces tele-foneó a la Escuela de Artillería, pero le comunicaron quesu director, coronel Turconi, se hallaba «recorriendo lasinstalaciones». Eran las dos de la mañana. En realidad,la Escuela de Artillería ya estaba al mando de Lonardi, yTurconi estaba detenido. Luego, el capitán Correa telefo-neó a Brizuela, esta vez anunciando que «le quiere hablar

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el general Lonardi». Brizuela cortó la comunicación: an-te la imposibilidad de comunicarse nuevamente, y ante lapérdida del factor sorpresa,[165] Lonardi ordenó a los ar-tilleros que dispararan sobre la Escuela de Infantería.[166]

El ataque causó grandes daños en las instalaciones y sor-prendió a muchos de sus integrantes. La rotura de loscables de electricidad y la consiguiente oscuridad torna-ron muy difícil la organización de la infantería.[167] Alamanecer solo 1800 de los 3000 efectivos quedaban a lasórdenes de Brizuela, principalmente por la deserción delos soldados conscriptos que cumplían el servicio militar.Con las primeras luces del día los infantes comenzarona dar vuelta la situación[168] y lograron rodear a los ar-tilleros. La maniobra dejó sin defensas el edificio de laEscuela de Infantería, que fue ocupada por las tropas ae-rotransportadas (rebeldes) del capitán Claisse. Pero an-te la inminente caída de los Artilleros tuvo que retroce-der a auxiliarlos.[169] Dado que la artillería tiene un rangomínimo de disparo, con los infantes demasiado cerca nohabía otra opción más que retirarse. Una segunda difi-cultad era girar los cañones para apuntar a los infantesque, tras la maniobra envolvente, ahora se hallaban a susespaldas.[170]

Desde la medianoche el general Videla Balaguer se en-contraba en un petit hotel en Alta Córdoba, donde unagran cantidad de civiles se había dado cita para esamadrugada. A medida que llegaban, Videla les tomabajuramento:[171]

¿Juráis por Dios y por la Patria lucharhasta el triunfo o morir, como dicen lasestrofas del himno?Juramento de los comandos cordobeses.[172]

En Curuzú Cuatiá un grupo de civiles preparaba la llega-da de los líderes revolucionarios: Enrique Arballo, JoséRafael y Julio César Cáceres Monié, Juan Labarthe, Ma-rio de León, y algunos otros. Con ellos colaboraba PedroE. Ramírez, hijo del ex-presidente. El 16 a las 0 horasel mayor Montiel Forzano comenzó a tomar las unidadesapostadas en Curuzú Cuatiá. Al comenzar la mañana todala ciudad estaba en manos de los rebeldes, y los comandosciviles habían ocupado los edificios públicos. La sorpresay la celeridad de los operativos habían evitado bajas enambos bandos.[173][174]

En elMinisterio deGuerra la primera idea de que se trata-ba de un alzamiento civil fue quedando de lado a medidaque llegaban las comunicaciones del interior. A las 4:55informaban desde Gualeguaychú que efectivos de la poli-cía habían reportado la presencia de Señorans y Arambu-ru en esa zona. A las 6:45 llegó un despacho de Córdobaanunciando que la Escuela de Artillería estaba subleva-da al mando del general Lonardi. A las 7:30 se conocíaque también la Guarnición Aérea de Córdoba estaba enmanos de los rebeldes. Una hora más tarde llegó la infor-mación de la rebelión en Río Santiago. Con la Flota de

Mar estaban cortadas las comunicaciones.[175]

Lucero comandó la respuesta: contra Río Santiago debíaavanzar el general Heraclio Ferrazzano al mando de la IIDivisión y con apoyo de la fuerza Aérea. Contra PuertoBelgrano y Comandante Espora irían la III División deCaballería (general Eusebio Molinuevo), la IV de Mon-taña (general Ramón Boucherie) y la AgrupaciónMotori-zada del general Cáceres. Contra Curuzú Cuatiá avanzabael general Carlos Salinas al mando de las III y IV Divi-siones de Caballería (generales Lubin Arias y Giorello),y unidades de la VII División del Ejército (general Font).Hacia Córdoba convergía la mayor cantidad de fuerzas:el general Sosa Molina al mando de su II Ejército, la IVDivisión de Córdoba (general Morello) y las V Divisióndel Norte (Moschini).[176]

Destructor ARA Cervantes.

Desde la Escuela Naval zarparon los dos destructores deinstrucción T-4 (La Rioja) y T-3 (Cervantes). A las 9:30estas naves fueron atacadas por una cuadrilla de GlosterMeteor de la fuerza aérea dirigida por el vicecomodoroCarlos Císter.[177]

En Bahía Blanca el capitán Arturo Rial estaba a cargo del«Comando Revolucionario del Sur», que comprendía labase aeronaval Comandante Espora y Puerto Belgrano.Inquirieron por radio al jefe del cercano Regimiento 5 deInfantería,[178] teniente coronel Albrizzi: contestó que launidad no se plegaba al alzamiento pero que permanece-ría en sus cuarteles. Esta pasividad fue recibida con aliviopor los rebeldes.[179]

La poderosa Flota de Mar estaba fondeada en PuertoMadryn: A su mando, el leal almirante Juan B. Bassopermanecía fiel a las autoridades constituidas. Al medio-día del 16, el capitán Robbio partió en un solitario vuelodesde la base Espora hacia Madryn con la intención desublevarla.[180]

En la ciudad de Córdoba, el general Videla Balaguer yunos cuarenta civiles revolucionarios -algunos a las órde-nes del diputado radical Miguel Ángel Yadarola- habíansido cercados por la policía y efectivos del ejército trasla denuncia que efectuara una operadora telefónica.[181]Sesenta miembros de la Escuela de Suboficiales de Aero-náutica se dirigieron hacia Alta Córdoba para prestarlesayuda:[182] su superior armamento permitió la evacuaciónde todos los presentes.[183]

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8.1 La sublevación de las primeras unidades 19

Por su parte la Escuela de Artillería estaba rodeada. Lasituación era crítica y tanto Ossorio como Lonardi hicie-ron votos de luchar hasta la muerte.[184]

Creo que hemos perdido, pero no nosrendiremos. Vamos a morir aquí.Eduardo Lonardi[185]

En ese momento comenzó a mostrar su efecto el hechode haber atacado por sorpresa «con toda brutalidad» alinicio del conflicto:[186] la Escuela de Infantería se queda-ba sin munición y su director Brizuela se vio obligado aproponer un cese de las hostilidades.[187] Lonardi expresóque su intención era pacificar el país bajo la consigna «nivencedores ni vencidos»,[188] por lo tanto ofreció que sustropas rindieran homenaje a los rendidos. Así, la Escuelade Infantería desfiló con sus armas ante la de Artilleríay de Tropas Aerotransportadas, después de esto rindie-ron su armamento y se comprometieron bajo palabra ano retomar hostilidades contra la revolución.[187][189]

El Comodoro Julio César Krausse, al mando de la FuerzaAérea rebelde de Córdoba, tras el regreso de la comitivaque había liberado a Videla Balaguer, mandó un grupode civiles y algunos soldados a que ocupase las antenasradiofónicas para usarlas con fines revolucionarios.[190]Liderados por el capitán Sergio Quiroga tuvieron variosenfrentamientos con la policía, pero los efectivos po-liciales no tenían interés en morir luchando contra losrevolucionarios.[191]

A las 11 de la mañana, varias unidades leales del Ejér-cito estaban en La Plata, cercando la base Río Santiagoy atacando la cabeza de puente que los marinos rebel-des habían establecido sobre la tierra firme.[192] A esamisma hora en Curuzú Cuatiá se oían las radios oficia-les anunciando el fracaso del alzamiento en todo el país.A las 12 un avión sobrevoló la localidad lanzando pan-fletos con esa misma información. Varios oficiales que sehabían plegado al bando rebelde pidieron ser arrestadosy encerrados con los leales, hasta que un grupo de más decien suboficiales pudo zafarse de sus captores, empuñarsus armas, y copar la Escuela Blindada. Tras un largo ti-roteo, se parlamentó: la Escuela Blindada permaneceríapasiva, sin forzarla a obedecer el mando rebelde.[193]

El capitán de fragata Hugo Crexel, por orden directa dePerón, comandaba una cuadrilla de aviones que, junto a lacuadrilla del vicecomodoro Císter, atacaban a los barcosde la Escuela Naval. Ante la potencia del ataque aéreo lasnaves se alejaron de la Ciudad de Buenos Aires: así salie-ron del rango de autonomía de los aviones, que comenza-ron a atacar la base de Río Santiago.[194] Primero cayeronsobre la Base una cantidad de panfletos anunciando la de-rrota de la revolución en todo el país, y luego comenzó elbombardeo.[195] Pero en la Río Santiago se había concen-trado un gran poder de fuego: de este modo dos avionesfueron averiados y quedaron fuera de combate.[196]

Al mediodía del 16 de septiembre, los rebeldes controla-ban ciertos puntos en Córdoba, Curuzú Cuatiá, Río San-tiago y Bahía Blanca. La Fuerza Aérea parecía toda lealal gobierno. Nada se sabía acerca del ejército en Cuyo nihabía noticias de la Flota de Mar. Perón había salido delMinisterio de Guerra a las 10:30.[197]

Un I.Ae. 24 Calquín.

La desconfianza reinaba en la Base Aérea de Morón, se-de de las escuadras aéreas leales al gobierno, desde quelos pilotos de los Calquín hicieran una pasada sobre RíoSantiago y sus disparos no hicieran ningún blanco - co-sa harto improbable en pilotos tan adiestrados. El gru-po 1 de Bombardeo, con asiento en la provincia de SanLuis, también había sido convocado a la base de Morón.Allí los primeros dos pilotos en llegar, capitanes OrlandoCappellini y Ricardo Rossi, fueron advertidos por el co-mandante en jefe de la Fuerza, brigadier Juan Fabri, queintuía sus intenciones revolucionarias:[198]

Miren: yo sé cómo piensan ustedes dos; escomo pensamos todos. Pero yo les pido queen este momento cumplan las órdenes, porquedespués ya va a haber tiempo para hacer loque todos queremos.brigadier Juan Fabri, 16 de septiembre de1955.[198]

Se les ordenó pilotear sus Avro Lincoln hasta Córdoba yobservar la situación en la Escuela de Artillería: ellos, encambio, aterrizaron en la Escuela de AviaciónMilitar y seplegaron a la revolución. Esa tarde los seguirían otros tres:capitán Fernando González Bosque, primeros tenientesDardo Lafalce y Manuel Turrado Juárez. La repercusiónemocional en ambos bandos fue inmensa; a partir de estoshechos se comenzó a usar la palabra panqueque, porque«se dan vuelta en el aire».[199]

En Puerto Belgrano se interceptaron comunicacionesmantenidas por el teniente coronel Albrizzi, al mando delregimiento de infantería local, pidiendo ayuda a los regi-mientos de Azul y Olavarría. Albrizzi, que se había de-clarado neutral, fue intimado a plegarse o rendirse. A lascuatro de la tarde el capitán de corbeta salteño GuillermoCastellanos Solá, al mando de un grupo de infantes demarina, ocupó la ciudad de Bahía Blanca. Una parte de

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la población salió a las calles a festejar y ofrecerse al ser-vicio de los rebeldes.[200] A las 16:30, vencidos todos losplazos de rendición, el capitán Rial dio la orden bombar-dear el Regimiento 5 de Bahía Blanca. Como el regimien-to estaba fuera de la ciudad, no se afectó a la poblacióncivil.[201]

Tropas leales al gobierno constitucional resisten el golpe de Esta-do en la localidad bonaerense de Ensenada.

Una situación inversa se daba en Río Santiago donde ca-da 50 minutos los aviones, recargados de municiones enMorón, atacaban las posiciones rebeldes. Cabe recordarque la base Río Santiago está situada en una pequeña is-la sobre el Río de La Plata, separada de la localidad deEnsenada por un pequeño brazo de agua. Sobre la tie-rra firme había un astillero. Por tierra el Regimiento 7de infantería, junto a policías y milicianos hacían presióncontra la base,[202]pero un grupo de infantes de marinaal mando del teniente de corbeta Carlos Büsser apoya-dos por tres cañoneras que estaban sobre el Río Santiagolograron evitar su penetración.[201] Cerca de las 16:30 unataque aéreo erró groseramente el blanco, bombardeandoatrás de la primera línea de infantes, a más de 300 me-tros de la base naval. Esto causó pánico entre la poblacióncivil de Ensenada que comenzó a autoevacuarse.[202]

En Curuzú Cuatiá un sabotaje de los suboficiales lealespermitió que se derramaran todos los depósitos de com-bustible: de este modo los rebeldes no tendrían forma deutilizar sus vehículos blindados. Mientras tanto, en la ve-cina ciudad deMercedes (Corrientes) se concentraban lasfuerzas del gobierno.[203]

8.2 El 16 por la tarde

Por la tarde los destructores que estaban en medio delRío de la Plata fueron aproximándose aMontevideo, y unremolcador uruguayo llevó los heridos a tierra firme.[204]

En la Escuela de Aviación de Córdoba los aparatos eranheterogéneos y destinados principalmente para la ins-trucción. Varios oficiales se avocaron a ponerlos a pun-to para el combate, re-ensamblando cañones e instalandobombas.[205] A los aviones se le pintaron insignias, prime-

ro a algunos se los identificó con «M. R.» -porMovimien-to Revolucionario- pero luego se adoptó el signo de CristoVence.[206] Si bien las afueras de la ciudad de Córdobaestaban controladas por los rebeldes, el centro estaba de-fendido por el gobernador y la policía. Tras una intensalucha, Videla Balaguer (reforzado por Claisse al mandode oficiales y suboficiales con morteros y ametralladoras)ocupó el Cabildo de la ciudad.[206] Una gran cantidad deciviles tomó armas secuestradas a la policía y se integró alos comandos. El jefe de la Juventud Radical local, LuisMedina Allende, había entrenado a muchos voluntariosen prácticas de tiro, y se plegaron en conjunto a la revo-lución, quedando a las órdenes de Videla Balaguer. Antesse habían sumado los hermanos García Montaño, Gusta-vo Mota Reyna, Gustavo Aliaga, Domingo Castellanos,Marcelo Zapiola, Jorge Manfredi, Jorge Horacio Zinny,y otros. Estos grupos tuvieron una actuación destacada,por ejemplo, la sede de la policía se rindió ante el grupocomando de Miguel Arrambide Pizarro en el que tam-bién luchaban estudiantes secundarios. Esa noche solda-dos de la Escuela de Infantería que habían quedado dis-persos sostuvieron algunas escaramuzas con los rebeldesy partieron para Alta Gracia, donde se consolidaban lasfuerzas leales. A la medianoche el capitán García Favrevoló a Puerto Belgrano para intercambiar noticias.[207]

En San Luis, dado que Lagos hasta hacía dos meses ha-bía sido el jefe de la guarnición, esperaba poder tomarel mando sin problemas. En reunión con el comandan-te en jefe Eugenio Andía, Lagos y sus acompañantes seanoticiaron de que en la Comandancia Segunda había si-do designado José Epifanio Sosa Molina, quien había lle-gado de Buenos Aires con un grupo de la Policía Federalcon las órdenes de investigar la situación de los oficia-les para evitar un alzamiento similar al que Videla Ba-laguer había intentado fallidamente dos semanas atrás enRío Cuarto.[208] Para complicar su situación, las tropas deMendoza y San Juan se hallaban de maniobra en el montey los jefes apalabrados no tenían acceso al teléfono.[209]Andía también supuso que la noticia de la presencia deLagos en San Luis desataría una intensa búsqueda y suposterior detención por parte de la policía; y que lo me-jor era tratar de juntarse en Mendoza con el coronelFernando Elizondo.[210]

Con el estallido revolucionario, se ordenó la concentra-ción de todas las unidades del II Ejército en San Luis. LaCGT mendocina proveyó camiones y combustible a lasunidades presentes en la provincia, que todavía eran lea-les y que de otro modo habrían tardado una semana enorganizarse.[211]

En Curuzú Cuatiá, cerca de las 23:00, la desmoralizaciónde los suboficiales en las unidades rebeldes llegó a un pun-to máximo: rodearon el casino de oficiales y los obligarona abandonar la ciudad. Con eso llegaba a su fin la revolu-ción en el litoral.[212]

En Río Santiago los rebeldes se replegaron a la isla en-tre las 18:00 y las 19:30, al tiempo que el regimiento 6

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Zonas rebeldes al final del día.

de Infantería se acercaba a la ciudad Eva Perón (hoy LaPlata).[213] Al día siguiente llegaría al lugar un regimien-to de artilleros, los cuales fácilmente podría demoler labase y a sus ocupantes. El capitán Crexel se reunió conel almirante Cornes y festejaron con champán.[214] Peroprotegidos por la oscuridad de la noche, los rebeldes seembarcaron sigilosamente y avanzaron, aguas adentro, alRío de la Plata.[215]

9 17 de septiembre

El día 17 de septiembre fue un día nublado en la Ciudadde Buenos Aires. Levantado el toque de queda la pobla-ción salió a aprovisionarse de víveres y velas, pero nin-gún disturbio alteró el orden en las calles. Los espectácu-los públicos y los partidos de fútbol habían sido suspen-didos, y mucha gente estaba junto a la radio aguardan-do noticias. Las trajo esa tarde el vespertino La Razón:Curuzú Cuatiá y Río Santiago habían sido ocupadas por

tropas leales al gobierno, y los otros focos revoluciona-rios estaban próximos a caer.[216] Al aclarar, el gruesodel II Ejército cruzó el Río Desaguadero que separa lasprovincias de Mendoza y San Luis. El jefe, general SosaMolina, se había trasladado a Anisacate, Córdoba, prepa-rando la llegada de sus tropas. La marcha del ejército ladirigía el general Raviolo Audisio, y en San Luis lo espe-raba el general rebelde Eugenio Arandía.[217] Llegados ala capital puntana, los oficiales de mayor rango se reunie-ron en el despacho del Comando.[218] Allí todos los ofi-ciales eran revolucionarios salvo el mismo Raviolo y loscoroneles Botto y Croce, quienes fueron arrestados en ellugar.[219][220]

La sublevación del II Ejército fue conocida primeroen Buenos Aires: Lucero mandó que las fuerzas de laProvincia de Buenos Aires que se dirigían a Córdoba seconcentraran en Río Cuarto para evitar que las divisionesde montaña reforzaran la posición rebelde en la capitalcordobesa. En Río Santiago, tras la salida de los rebel-des, quedó en libertad el capitán de Navío Manuel Gimé-nez Figueroa que había sido arrestado por no plegarse algolpe. Él tomó el mando de la base, mandó izar una ban-dera blanca y negoció la rendición ante el regimiento 7de infantería. Quedaban en la base, además de GiménezFigueroa, otros 19 oficiales de menor jerarquía, 176 sub-oficiales, y 400 hombres entre marineros y conscriptos.Unas 200 personas quedaban en la Escuela Naval.[221] Alaclarar, aviones de la base Comandante Espora volvierona bombardear el regimiento de Bahía Blanca, que carecíade defensa antiaérea, y que pronto ofreció su rendición.Así se incautó una gran cantidad de fusiles y munición.García Favre, cumplido su cometido, volvió a despegarhacia Córdoba.[222][223]

En esa ciudad, desde la noche, muchas personas leales algobierno establecían una esporádica resistencia, ya sea engrupos o de forma aislada. Los rebeldes habían dispues-to que todos -militares y civiles- se identificaran con elbrazalete blanco. Grupos de civiles dirigidos por cade-tes aeronáuticos tenían la función de asegurar el orden enla ciudad ocupada. Fuera de ella, dos puntos estaban enmanos revolucionarias: el aeropuerto de Pajas Blancas yuna emisora de radio en la vecina localidad de Ferreyra.La emisora, rebautizada «La Voz de la Libertad», esta-ba defendida por una ametralladora en el techo, que ba-rría a 360º, y otras dos a los lados protegidas por nidosde zorro. Fue atacada dos veces, resistiendo en ambasoportunidades.[224] En la localidad de Anisacate se en-contraron el general Morello (con mando sobre las fuer-zas en Alta Gracia), el general Sosa Molina (líder del IIEjército, sin saber que estaba sublevado), el coronel Truc-co con su Regimiento de Artillería y el mayor Llamosascon las fuerzas de la Escuela de Infantería que habían es-capado de la ciudad de Córdoba. Si bien el ministro Lu-cero había designado a Sosa como líder regional, despuésde esa reunión todo quedó a cargo de Morello.[225] A las17:00 las radios rebeldes de San Luis, Córdoba, PuertoBelgrano, y la de Walter Viader en Buenos Aires anun-

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ciaron la sublevación del II Ejército y el establecimientode un Gobierno Revolucionario en la provincia de SanLuis.[226][227] Radio Nacional emitió un comunicado:

Se advierte a la población que radioemi-soras en poder de los focos revolucionarios(...) y radios extranjeras caracterizadas por lamala fe y sus burdos errores, propalan infor-maciones absolutamente erróneas. Se informaal pueblo de la República y a todas las FuerzasArmadas que la marcha de las operaciones delas Fuerzas leales es absolutamente favorable.Radio del Estado, sábado 17 de septiembre de1955.[228]

Bombardero Avro Lincoln.

El general Arandía mandó ocupar Villa Mercedes y la ve-cina localidad de Villa Reynolds, con su base aérea.[226]Luego, el grueso del ejército retornó aMendoza para ocu-par esa provincia y poder abastecer a las unidades demás combustible y municiones.[229] Antes de entrar a laciudad hicieron llamar al general Lagos para ponerlo alfrente de las tropas. En cuanto a la Fuerza Aérea, ini-cialmente los rebeldes en Córdoba no tenían aparatos deconsideración pero el día 17 se acondicionaron algunosGloster Meteor existentes en la Fábrica de Aviones. Conel pasar de los días distintos aviones irían llegando, tantopanqueques de otras bases aéreas (un Avro Lincoln lle-gado ese día de Morón partió hacia Villa Reynolds perocayó por un desperfecto en el camino) como aviones deAerolíneas Argentinas utilizados como transporte. Conrespecto a los bombarderos, en la Escuela de Aviación nohabía repuestos ni bombas en cantidad, así que se trasla-daron a la base Comandante Espora para recibir el mate-rial necesario.[230]

Tres cazas Gloster Meteor de Fuerza Aérea leal, pilo-teados por mayor Daniel Pedro Aubone, comandanteEduardo Catalá, y el capitán Amauri Domínguez hicieronuna pasada sobre el aeropuerto de Pajas Blancas, dejan-do fuera de servicio a los dos bombarderos Avro Lincolnque habían sido los primeros panqueques del 16.[230] El

Caza Gloster Meteor.

éxito de la misión entusiasmó al ministro Lucero que or-denó para el día siguiente un segundo ataque aéreo contraCórdoba, esta vez con Avro Lincoln. Pero para los rebel-des significaba una contrariedad importante por la escasacantidad de aviones que tenían,[231] además en horas dela tarde llegó la noticia de que el II Ejército no marcharíadirectamente hacia Córdoba.[232] Esto era un gran proble-ma, debido a que los rebeldes no tenían una agrupacióncompleta: tan solo una unidad de artillería con oficialesy tropa. Los suboficiales estaban todos detenidos por lafalta de confianza que les inspiraban. El aporte de los pa-racaidistas no alcanzaba para formar un regimiento y loscomandos civiles, a pesar del entusiasmo, carecían de en-trenamiento. El capitán García Favre voló a Mendoza pi-diendo refuerzos de infantería. Lonardi evaluó la posibi-lidad de establecer un puente aéreo y trasladar la revolu-ción a Mendoza, pero Krause se negó rotundamente:[232]

Yo no estoy de acuerdo con evacuar.Nosotros dijimos que veníamos a vencer omorir; de manera que de acá no me muevo, nivoy a permitir que ninguno de los aviones queestán bajo mis órdenes lo haga.comodoro Julio César Krause, 17 de septiem-bre de 1995[232]

Al atardecer del 17, la mayor parte de la V división, co-mandada por el general Aquiles Moschini, llegó por trena la localidad de Deán Funes, al norte de la provincia.La integraban cuatro regimientos de infantería (números15, 17, 18, y 19), uno de artillería, uno de caballería y unbatallón de comunicaciones.[233] Al este en Río Primerose hallaba el regimiento 12 de infantería bajo las órdenesdel general Miguel Ángel Íñiguez. Y al sur, la IV divisióna cargo de Morello se sumaría a las fuerzas de Íñiguez yMoschini en un movimiento de «pinzas» para ahogar aLonardi y Videla.[234]

El Comando Sur ordenó la voladura de puentes en un ra-dio de 100 km a la redonda[235] y cerrar una compuertadel gasoducto para cortar la provisión de gas a Buenos

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Situación al 17 de septiembre.

Aires.[236] Contra él se acercaban la III División de Caba-llería, el 2 regimiento de Artillería y el 3 de infantería.[237]El regimiento 3 de infantería, de La Tablada, era el úni-co del Gran Buenos Aires al que se ordenó alejarse de laciudad. Partió en una columna de 47 km de largo hacia lazona de Bahía Blanca. Su jefe, coronel Carlos Quinteiro,recibía órdenes desde Buenos Aires del general FranciscoÍmaz, Comandante de Operaciones del Ejército. El regi-miento había dejado su armamento antiaéreo en BuenosAires, porque se creía que en Comandante Espora no ha-bía espoletas (elementos que hacen detonar las bombas).Más tarde esta hipótesis resultó ser fatalmente falsa. Lle-gados a Tandil, Ímaz les encargó cambiar de rumbo yocupar un arsenal de la marina en Azul. El regimiento deAzul, por su parte, ya había partido.[238] En la base Espo-ra se recibieron dos Avro Lincoln y un grupo de Calquinsal mando del capitán Jorge Costa Peuser, que se pasaronal bando rebelde.[239]

Un grupo de radioaficionados rionegrinos avisó que fuer-zas leales al gobierno se dirigían a Viedma por tren: se tra-

taba de la segunda agrupación del II Ejército, destacadasen San Martín de los Andes, Covunco, Zapala y otros lu-gares de Neuquén y Río Negro. En consecuencia, Perrenmandó volar varios puentes sobre el Río Colorado.[239]

10 18 de septiembre

El día 18 a las 9:17 Isaac Rojas rechazó un despacho delMinisterio de Marina que lo intimaba a rendirse. En esemomento estaba al frente de una pequeña flota: el des-tructor La Rioja, el patrullero Murature, los rastreadoresGranville, Drummond y Robinson, el submarino Santia-go del Estero, y el buque taller Ingeniero Gadda, ade-más de otras embarcaciones de desembarco y lanchastorpederas.[240] Poco tiempo después pudieron divisar alo lejos los grandes cruceros La Argentina y 17 de Octu-bre, de la Flota de Mar, que había partido el día 16 desdePuerto Madryn en una situación poco clara. Lo que se sa-bía era la posición lealmente peronista de su comandan-te, el almirante Basso. Su composición era la siguiente:crucero 17 de Octubre (capitán de navío Fermín Eleta),crucero La Argentina (capitán de navío Adolfo Videla);destructores Buenos Aires (capitán de fragata Eladio Vás-quez), Entre Ríos (capitán de fragata Aldo Abelardo Pan-tín), San Juan (capitán de fragata Benigno Varela) y SanLuis (capitán de fragata Pedro Arhancet); fragatas Hércu-les (capitán de fragata Mario Pensotti), Sarandí (capitánde fragata Laertes Santucci) y Heroína (capitán de fraga-ta César Goria); buque taller Ingeniero Iribas (capitán defragata Jorge Mezzadra) y buque de salvamento Charrúa(capitán de corbeta Marco Bence).[241] Casi todos los co-mandantes de buques estaban implicados en la conspira-ción, salvo los capitanes de navío.[241] El Comandante enJefe era el vicealmirante Juan C. Basso; el comandante dela Fuerza de Cruceros era el contraalmirante Néstor Ga-brielli, la Escuadrilla de Destructores era comandada porel capitán de navío Raimundo Palau y la División de Fra-gatas por el capitán de navío Agustín Lariño. Este últimoera el de mayor rango entre los conspirados.[241]

La primera comunicación recibida por la flota el día an-terior, a las 8:22, informaba acerca de «grandes levanta-mientos» y en la contestación se dejó clara la situación:era leal.[241]

Por la tarde la oficialidad rebelde del crucero 17 de Oc-tubre detuvo a Basso, y así Lariño quedó al mando dela flota revolucionaria.[242] Los dos cruceros de la flotafueron hacia el Río de la Plata a máxima velocidad (25nudos). El resto de la flota, que no podía viajar tan rá-pido, pasaría por Puerto Belgrano para aprovisionarse ydepositar allí a los oficiales detenidos y liberar a los 85 tri-pulantes que voluntariamente habían decidido no sumar-se a la rebelión.[243] Llegados al Plata en la mañana del18 de septiembre, La Argentina homenajeó con 17 salvesal Murature y se subordinó ante su nuevo comandante,Isaac Rojas.[244] Contemporáneamente en el Ministeriode Guerra el Comando de Represión tenía informes de la

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24 10 18 DE SEPTIEMBRE

Crucero 17 de Octubre, luego rebautizado General Belgrano.

posición rebelde de la flota, pero en Mar del Plata no se lahabía visto pasar. En el Comando se hallaban tres oficia-les de la navales como oficiales de enlace: los capitanesde fragata Jorge Boffi, Enrique Green y Juan García. Elresto del comando ignoraba que estos oficiales eran partedel complot revolucionario y se habían puesto de acuer-do para suministrar informes falsos y sabotear las órdenesque se emitieran a través de ellos.[245]

Ante la noticia de que una columna blindada viajaba aPuerto Belgrano vía Mar del Plata, el estado mayor deIsaac Rojas adivinó que repostarían su combustible enlos tanques de YPF en esa ciudad. Entonces se mandó alcrucero 9 de Julio y a los destructores que bombardearanlos depósitos de petróleo de Mar del Plata, previo aviso ala población.[246]

Esa misma mañana se estableció el gobierno revolucio-nario en Mendoza:[247] el aeropuerto del Plumerillo seconvirtió en la tercera baste aérea revolucionaria, suman-do doce Calquínes. También envió a San Juan al tenientecoronel Mario A. Fonseca para que se hiciera cargo delgobierno de esa provincia.[248] Al mediodía Lagos reci-bió a García Favre que traía un desesperado pedido derefuerzos.[249]

El regimiento 3 de infantería motorizada llegó a GeneralLa Madrid hacia el mediodía y el teniente coronel Arre-chea recibió la orden de abandonar sus vehículos y pro-seguir en tren.[250] Arrechea pensó que esa orden erainaceptable, ya que después de bajarse del tren, el regi-miento ya no estaría motorizado;[251] entonces resolvióestablecer una comunicación telefónica entre el generalImaz y el jefe del regimiento, coronel Carlos Quinteiro,quien se negó a cumplir la órden.[252] Por el gran tamañode esa columna adversaria, en la Base Espora se deci-dió hostigarla durante el resto del día. El teniente coronelArrechea rememora:[252]

Fuimos tremendamente atacados (...)nos hicieron pasar las mil y una los NA,enloqueciéndonos como mosquitos, volandosus pilotos con gran valor a 5 metros del suelo.(...) Ahí perdimos mucho material, cerca del

50% del material rodante.César Camilo Arrechea.[252]

A pesar de los bombardeos, esa noche las fuerzas leales algobierno habían rodeado la zona aledaña a Bahía Blanca.El capitán de navío Arturo Rial barajó la opción de zarparhacia Río Gallegos,[253] previendo una guerra civil pro-longada donde los rebeldes podían ocupar la Patagonia ysus fuentes energéticas. A la tarde, Rial y Lonardi se co-municaron por radio y resolvieron que cada uno resistiríasin rendirse.[254]

En Córdoba a primera hora de la mañana Lonardi orga-nizó la defensa de su posición en tres grupos: el primeroen la Escuela de Aviación Militar y la fábrica de avio-nes; el segundo en la Escuela de Suboficiales de Aero-náutica, defendiendo su valiosa pista; y el tercer grupo,más pequeño, estaría detrás de los otros dos, mirando ha-cia la ciudad de Córdoba. Allí el general Videla Balaguercontaba con dos piezas de artillería prestadas por un sub-oficial retirado, una pequeña compañía de paracaidistas,un grupo de cadetes y aspirantes de la Fuerza Aérea, yunos nutridos grupos de civiles con poca o nula instruc-ción militar.[255] Ante la inminencia de un asalto crucialpor parte de fuerzas leales muy superiores a las rebeldes,Lonardi mandó celebrar «una gran misa de campaña, conconfesión general y comunión» en la plaza de armas dela Escuela de Aviación,[255] y tras una arenga hizo cantarel himno nacional. El primer ataque contra los rebeldesesa mañana lo efectuó un grupo de Avro Lincolns cuyamisión era bombardear las pistas de aterrizaje.[256] El go-bierno no preveía que los rebeldes tuvieran interceptores,así que la presencia de los Gloster Meteor sorprendió alos bombarderos. Para no disparar sobre camaradas seles invitó por radio a sumarse a la revolución: los intentosfueron en vano, y los bombarderos se retiraron tras unaintimación.[257]

La brigada del general Miguel Ángel Íñiguez llegó a Cór-doba por el oeste desde Río Primero. Tras él venían elteniente coronel Podestá y el general Sosa Molina. DesdeAnisacate avanzaba el general Alberto Morello. En cam-bio, la V División había llegado a Deán Funes en tren,pero no conseguía la cantidad necesaria de vehículos pa-ra seguir avanzando. Además se les había dado la ordende no entrar a la localidad de Jesús María pues se creíaque el liceo militar local se había sublevado y en ese ca-so la mayor parte de los defensores habrían sido alumnosmenores de edad.[258] Esta suposición se comprobó falsa,y a las 20:30 las tropas emprendieron el avance.[259]

Íñiguez, en cambio, llegó por el oeste avanzando haciaAlta Córdoba. Esporádicamente francotiradores civilesabrían fuego sobre ellos. En la estación de ferrocarriluna acción de los comandos los forzó a abandonar susvehículos:[260]

El tiroteo era esporádico: de a ratos nu-trido, después espaciado. Nosotros seguimos

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avanzando en plena lucha, cuerpo a tierra y dea saltos hasta entrar en la estación, donde habíauna gran playa de vagones. En cierto momentoel ataque de los guerrilleros recrudeció y nosobligó a dar frente hacia el oeste.Miguel Ángel Íñiguez.[260]

A las 9:30 la estación había sido ocupada por el Ejérci-to Argentino. Los rebeldes, denominados guerrilleros oinsurgentes[261] por sus adversarios, se apostaron en loshoteles Savoy y Castelar que estaban enfrente, y en unasazoteas vecinas. Un intenso tiroteo cruzaba la calle hastaque un bombardero Calquín atacó la estación: una bombade napalm cayó sobre vagones vacíos levantando una granbola de fuego, otra bomba atravesó el techo y se clavó enun andén, sin explotar. Íñiguez resolvió mantenerse en suposición mientras esperaba al resto de sus tropas que ibanllegando a la ciudad. A las 15:30 se reanudó el combate,y las tropas gubernamentales ya contaban con morteros yametralladoras.[260]

En Capital Federal la ocupación de la estación de AltaCórdoba se publicitó como la ocupación de toda la ciu-dad, quedando pendiente una «operación de limpieza enlas sierras y montes».[262]

Anuncia el Comando de Represión que lasoperaciones de limpieza en Córdoba insumiránel día de la fecha y tal vez, inclusive, parte delde mañana; así lo determina la peculiaridad dela topografía de esa ciudad.Radio Nacional, 18 de septiembre de 1955.[262]

El general Arnoldo Sosa Molina -hermano del Coman-dante de operaciones José María Sosa Molina- fue envia-do desde Buenos Aires ante el general Morello para lle-var órdenes y recabar información sobre el estado de lasfuerzas que se reunían en Alta Gracia. Esas tropas avan-zaron sobre Córdoba hacia la Escuela de Aviación, peroel camino estaba ligeramente más elevado que la plani-cie circundante y toda la artillería rebelde les hizo fuego:tuvieron que retirarse. Esto no tuvo un impacto materialtan grande como fue el impacto psicológico.[263]

En tanto, en Alta Córdoba el contexto de combate ca-llejero hacía que la defensa y el ataque tomaran carac-terísticas fuera de lo común: no había las tradicionaleslíneas, sino que los distintos pelotones estaban mal coor-dinados. Los avances o retrocesos solían ser repentinos yoscilantes.[259]

Lonardi ordenó a Videla Balaguer que se retirara del cas-co urbano de Córdoba para establecer un único foco deresistencia, pero Videla se negó por dos motivos: prime-ro, que la caída de la ciudad tendría un impacto fulminan-te en la moral de la tropa; segundo, que él había tomadojuramento a todos de luchar hasta el triunfo o morir sin

retroceder.[264] Durante la tarde Lonardi emitió un radio-grama al contraalmirante Rojas: «Córdoba pide acciónefectiva urgente sobre Buenos Aires».[265]

Situación al 18 de septiembre.

Al anochecer hubo una pausa en la lucha. Íñiguez recibióde Morello la orden de tomar el Cabildo, pero no la cum-plió para evitar una lucha callejera a oscuras. Sosa Moli-na luego aprobó el comportamiento de Íñiguez. Morelloretrocedió a Alta Gracia porque previó, acertadamente,que durante la noche la artillería rebelde atacaría su po-sición con fuego de aniquilamiento.[266] En Alta Graciael gobernador constitucional, Raúl Luchini, había reuni-do más de 100 policías con los que pretendía entrar a laciudad cuando ésta fuera tomada por las tropas leales.[267]

Durante el día se habían despachado por ferrocarril va-rios tanques hacia Río Cuarto y Villa María; y la TerceraCompañía de Infantería, de la Escuela de Suboficiales deCampo de Mayo, aterrizaría al día siguiente en Las Hi-gueras. La orden era que todas las tropas leales atacaranel 19 al amanecer.[265]

En Mendoza el recibimiento popular que tuvo el ejérci-

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to, la mansa actitud del gobernador Carlos Horacio Evanscuando entregó el poder, y el hecho de que la CGT atacaraa los soldados, hizo que gran parte de la tropa comenzaraa simpatizar con el bando rebelde. La posición del gene-ral Lagos se consolidó cuando se incautaron potentes pie-zas de artillería compradas a EE. UU. por el gobierno deChile que se encontraban en un vagón en tránsito hacia lavecina república. El 19 por la mañana, el capitán GarcíaFavre se entrevistó por segunda vez con Lagos y le pro-puso constituir un territorio beligerante con un gobiernorevolucionario provisional, generando así una «compli-cación internacional seria» para el presidente Perón. Deesta manera Lagos podía colaborar con Lonardi aún sinenviar tropas.[268][269]

11 19 de septiembre

El 19 de septiembre a las 6:10 de la mañana sonó el za-farrancho de combate en el crucero 9 de julio. A las 7:14comenzó el cañoneo contra los tanques de combustiblemarplatenses, finalizando el ataque a las 7:23. 63 de los68 proyectiles disparados cayeron dentro de la zona delblanco: un rectángulo de 200 metros por 75 propiedadde YPF. Los otros cinco lo hicieron a no más de 200metros de esa zona. No hubo víctimas civiles gracias aque los tanques se hallan a cierta distancia de la zonahabitada.[270] Luego se bombardearon dependencias delEjército y de la Armada, mayormente abandonadas porsus ocupantes, y después se entregaron armas a los civi-les y policías partidarios del bando rebelde para ocuparla ciudad.[271] Paralelamente el crucero 17 de Octubre seaproximaba a La Plata para atacar la destilería de DockSud. A las 9:00 se informó a las radios locales para quedieran aviso a la población, pero no lo hicieron porqueeso implicaba admitir que la situación bélica no estabacompletamente controlada por el gobierno.[272]

Perón no había hablado en público desde el estallido re-volucionario. Él esperaba dominar la situación en po-cas horas, a lo sumo un par de días, pero la resoluciónse demoraba y comenzó a decaer su estado de ánimo.El general Raúl Tassi rememora la situación del 19 deseptiembre:[273]

En un momento dado yo me encontré en elsubsuelo del Ministerio (...) cuando aparecióallí el general Perón. (...) Lo ví sumamentenervioso, siendo evidente su depresión altomar conocimiento de la sublevación de laAgrupación de Montaña Cuyo. (...) Estabamás que nervioso: estaba con miedo... En esemomento se desarmó.general Raúl Tassi.[273]

El mayor Ignacio Cialcetta, su edecán y pariente,recuerda:[274]

Perón no se metió en nada, dejó todoen manos de Lucero. Estaba un poquitoabandonado, aunque no aplastado: no perdió lalínea. Durante unos días estuvimos escondidosen una casa de la calle Teodoro García (...)me mostró unos cuadros, tomamos vino. Medijo estar desilusionado de los hombres, de suscolaboradores, desde hacía tiempo.Ignacio Cialcetta.[274]

En el Comando de Represión se resolvió convocar a lossoldados reservistas de las clases 31, 32 y 33, estimandoel refuerzo en unos 18.000 hombres,[274] pero el decre-to quedó sin ejecutarse tras la evacuación del Ministeriode Guerra, impulsada por el acercamiento de la Flota aBuenos Aires.[275]

Al amanecer del 19 numerosas unidades leales se halla-ban dentro de un radio de 100 km del Comando Revolu-cionario Sur: unos 6.000 o 7.000 hombres con artilleríay tanques pero sin apoyo aéreo, contra unos 1.000 infan-tes de marina, 500 aprendices de la Escuela de Mecánica,1.000 conscriptos, algo de artillería antiaérea y unos 65aviones.[275]

Esa madrugada los jefes del regimiento 3 de infantería,Quinteiro y Arrechea, se toparon en Sierra de la Venta-na con el regimiento 1 de caballería, que se retiraba dela zona de operaciones por la superioridad aérea de losmarinos, la destrucción de los caminos y la dificultad deacercarse al objetivo por esa ruta.[276] El regimiento 3 fi-nalmente se reunió con el general Molinuevo, de la IIIDivisión de caballería. Solo habían llegado el Regimien-to 3 y el 2 de artillería comandado por el coronel MartínGarro. Desconocían la situación general del país porquelas líneas telefónicas estaban cortadas y no tenían con-tacto con Buenos Aires; pero aún con las escasas fuerzasconcentradas, decidieron atacar Puerto Belgrano.[277]

En Córdoba se habían detenido los combates durante lanoche: a las siete de la mañana Moschini avanzó sobrePajas Blancas y el general Íñiguez reanudó la lucha enla estación de Alta Córdoba. El aeropuerto fue ocupa-do a las 9:30, y luego el general Moschini se dirigió ala Escuela de Aviación Militar donde estaba el Coman-do revolucionario.[278] Desde Alta Gracia el general Al-berto Morello no avanzaba debido al hostigamiento aé-reo y el cañoneo de artillería que había recibido el díaanterior, y esperaba una oportunidad para avanzar concautela.[279] La lucha callejera continuó toda la mañana:las tropas leales presionaban en su avance tratando de en-contrar un punto para cruzar el río Primero y llegar alcentro de la ciudad de Córdoba.[280] Al mediodía llegó laprimera brigada del regimiento 11 de infantería, que sesumó al regimiento 12 dirigido por Íñiguez. El plan erabombardear el puente Centenario y efectuar algunos dis-paros con el regimiento 12, mientras el 11 daba la vuel-ta y cruzaba el río por el Abasto.[281] Mientras tanto, enRío Cuarto se concentraban fuerzas llegadas en tren des-

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11.1 El renunciamiento de Perón 27

de Buenos Aires. Según Del Carril, «esas fuerzas podíanoptar por pulverizar primero a Lonardi y después a Lagos,en etapas sucesivas, o podían dividirse en dos sectores,y pulverizar a Lonardi y a Lagos simultáneamente, estoa su entera elección, tal era la superioridad de sus ele-mentos bélicos».[282] Sin embargo, a pesar del tamaño deesas unidades, los efectivos en su mayor parte se negabana atacar a los rebeldes. Terminada la revolución los ca-ñones seguían guardados y los tanques traídos de BuenosAires nunca habían sido desembarcados de los trenes.[283]

En la base Comandante Espora varios aviones decola-ron al amanecer para explorar la zona. Esperaban hallaral enemigo a 30 o 50 kilómetros, previendo que hubie-sen avanzado durante la noche. En cambio, descubrieronque casi ninguna unidad había avanzado, y ante el menorhostigamiento los soldados abandonaban los vehículos yhuían sin oponer resistencia. Patrullas civiles informaronque la moral de las tropas era extremadamente baja. Ca-be recordar que su armamento antiaéreo había quedadoen Buenos Aires, porque al inicio de la operación se creíaque los rebeldes no tendrían espoletas para detonar susbombas. La Agrupación de Montaña Neuquén había re-cibido un tren con provisiones y ocho vagones cisternacon combustible, que fueron bombardeados y destruidosesa mañana.[284]

El desgaste moral con el que Lonardi había especuladoal momento de planear la revolución había comenzado asurtir efecto. En Neuquén el capitán Lino Montiel For-zano reunió a un oficial y dos suboficiales de su confianzay logró sublevar al personal del Taller de Mantenimientode la Agrupación de Montaña. Montiel Forzano organizóvarios pelotones de civiles, ocupó una emisora radial, yobtuvo el apoyo de la policía neuquina y del aeródromolocal.[285]

A las tres y media de la tarde, 200 soldados partieron deMendoza en aviones de Aerolíneas Argentinas con des-tino a Córdoba. Las tropas frescas de infantería eran unrefuerzo apreciado.[286]

11.1 El renunciamiento de Perón

Desde un punto de vista formal, los momentos en queJuan Domingo Perón cesó en el cargo de presidente y enel que asumieron las nuevas autoridades son confusos. EnBuenos Aires, Perón entró al Ministerio de Guerra an-tes de las seis de la mañana, se reunió con el ministroLucero y el gobernador de la Provincia de Buenos Ai-res, Carlos Aloé, y les informó que estaba dispuesto a re-nunciar antes de que la Flota bombardeara la Ciudad deBuenos Aires.[287] Tenía una especial preocupación porla destilería de YPF en La Plata, cuya expansión en capa-cidad fue uno de los puntos destacados de su presidencia.Pocas horas después Perón le entregó a Lucero una notamanuscrita:[288]

Al Ejército y al Pueblo de la Nación:

(...) Hace varios días que intenté alejarmedel gobierno si ello era una solución para losactuales problemas políticos. Las circuns-tancias públicas conocidas me lo impidieron(...) Pienso que es menester una intervencióndesapasionada y ecuánime para encarar elproblema y resolverlo. No creo que exista enel país un hombre con suficiente predicamentopara lograrlo, lo que me impulsa a pensar enque lo realice una institución que ha sido, esserá una garantía de honradez y patriotismo:el Ejército. El Ejército puede hacerse cargo dela situación, del orden, del gobierno. (...) Si miespíritu de luchador me impulsa a la pelea, mipatriotismo y mi amor al pueblo me inducen atodo renunciamiento personal. (...)Juan Domingo Perón, 19 de septiembre de1955, por la mañana.[288]

Al mediodía, Perón escribió una confusa carta dirigidaal general Franklin Lucero, Comandante en Jefe de lasFuerzas Armadas y leal al gobierno constitucional. En lacarta Perón da a entender su renuncia:

Hace algunos días... decidí ceder elpoder...Ahora mi decisión es irrevocable...Decisiones análogas del vicepresidente y delos diputados... El Poder del Gobierno pasapor ello automáticamente a las manos delEjército.Juan D. Perón. Carta al general FranklinLucero.[289]

A las 12:52 la Radio del Estado emitió un comunicadoen el que se invitaba a los jefes rebeldes a comenzar unatregua y acudir al Ministerio de Guerra para parlamen-tar. Más tarde Lucero leyó la carta del renunciamientode Perón, expresó también su propia renuncia al minis-terio, y anunció la creación de una Junta Militar parahacerse cargo del gobierno. En Córdoba el Comandan-te de Represión, José María Sosa Molina se entera por laradio:[290][291]

Al mediodía se me cae el mundo abajo:con la batalla casi ganada, me informaban miscomandantes que habían escuchado por radiola orden de cesar el fuego... No lo podía creer.Teníamos todo en nuestras manos y había quedeternerse en las posiciones ganadas. Luegoescuché yo también por radio el texto de larenuncia de Perón, y también la de Lucero.José María Sosa Molina.[292]

El general Íñiguez decidió sacar a sus tropas de la ciudadporque dudaba que todos los civiles fueran a obedecer elalto al fuego, y él no podía contestar.[293]

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Ante la propuesta del gobierno, Rojas y Uranga invitarona un parlamento a bordo del 17 de Octubre, mientras queLonardi exigió como condición que Perón formalice surenuncia de la forma que manda la ley.[294]

Desde el mediodía la Radio del Estado anunciaba el re-nunciamiento de Perón.[286] Durante el día distintas uni-dades de las fuerzas armadas fueron declarándose revo-lucionarias en la provincia de Buenos Aires: la Escuelade Suboficiales, cuyas dos columnas de combate estabanacercándose a Azul, la base aérea Tandil, dirigida por elcomodoro Guillermo Espinosa Viale, y el batallón de Za-padores Motorizado Nº1 con asiento en San Nicolás delos Arroyos. Se produjo una reacción en cadena: muchasunidades con oficialidad netamente antiperonista se re-belaron, y las de oficialidad leal o apolítica dejaron decombatir.[295] En Río Colorado las tropas de la Agrupa-ción de Montaña Neuquén fueron intimadas a rendirse osufrir un nuevo bombardeo: su jefe, el general Boucherie,se trasladó a la base Espora para entrevistarse con Rial ycumplir las formalidades. Allí explicó cómo habían sidolos movimientos de su tropa, y describió el espanto que lecausaban los bombardeados.[295] También llegó a la baseEspora el coronel Barrates, jefe del Estado Mayor de laIII División de caballería, que estaba en Tornquist. Anun-ció la rendición del general Molinuevo: todas las tropasa su mando abandonaron la lucha, salvo el regimiento 3de infantería y los blindados. El Regimiento 1 de Caba-llería, refugiado en una estancia cercana a Tornquist, seplegó a la revolución.[296] A las 3:45 de la noche entre el19 y el 20, Puerto Belgrano recibió un comunicado desdeCorrientes, donde la revolución había fracasado: el gene-ral Giorello, jefe de la IV División de Caballería, anunciósorpresivamente que todas sus unidades pasaban a dispo-sición del Comando Revolucionario. Por demás, muchasautoridades militares en los Territorios Nacionales pata-gónicos comenzaron a expresar sus simpatías por el ban-do rebelde.[297]

Cerca del mediodía se realizó una importante reunión a laque asistieron: el Ministro de Guerra (general Lucero) elComandante en Jefe del Ejército (general Molina), el Jefedel Estado Mayor (general Wirth), y el subjefe (generalImaz). Lucero informó la importante decisión de Peróny ordenó a Molina integrar la Junta Militar y a Imaz avi-sar a todas las unidades el cese del fuego. A las 12:45 laRadio del Estado hizo pública esta noticia.[298] Pronto sepresentaron en la sede del Comando en Jefe todos los ge-nerales de la guarnición Buenos Aires, junto al auditor ge-neral de las fuerzas armadas, Oscar R. Sacheri, que traíala carta firmada por el presidente y procedió a explicarsu contenido: se instaba al Ejército a hacerse cargo de lasituación, del orden, y del gobierno. Más de 30 generalesestaban en la sala, y por unanimidad se resolvió aceptar larenuncia del presidente y designar una Junta Militar paragobernar el país con los tenientes generales, los generalesde división, y el auditor general.[299] Después se redactóuna proclama que fue firmada por todos los integrantesde la junta: tenientes generales José Domingo Molina y

Emilio Forcher, generales de división Carlos Wirth, Au-delino Bergallo, Ángel J. Manni, Juan J Polero, Juan JoséValle, Raúl Tanco, Carlos Alberto Levene, Oscar Urion-do, Ramón Herrera, Adolfo Botti, José A. Sánchez To-ranzo, José León Solís, Guillermo Streicher, Héctor M.Torres Queirel, José C. Sampayo, doctor y general OscarR. Sacheri.[300]

Una comisión integrada por Wirth, Manni y Forcher, quetenía por objetivo la pacificación y cese de hostilidades,envió un mensaje a Rojas y Uranga solicitando su pre-sencia en el Cabildo de Buenos Aires o en el Palacio deJusticia a partir de las 0 horas del día 20 para iniciar lasgestiones de pacificación.[300]

Durante la tarde, para ampliar la representatividad de laJunta, se convocó a los comandantes en jefe de la FuerzaAérea y de la Marina, brigadier Juan Fabri y almiranteCarlos Rivero de Olazábal.[301] La junta delineó los pa-sos a seguir: intervenir todos los gobiernos provinciales ylos tres poderes del gobierno nacional, llamar a eleccionessegún la ley Sáenz Peña, cancelar la reforma constitucio-nal, y conceder una amplia amnistía a todos los involucra-dos en los bandos revolucionarios, tanto militares comociviles.[302]

A la noche del lunes 19 un grupo de generales habló Perónsobre la anunciada Junta Militar que se haría cargo delgobierno, a lo que el Presidente contestó:[303]

Ustedes están equivocados. Vuestra in-terpretación sólo puede haber sido el frutodel nerviosismo o de la preocupación: esacarta no ponía en tela de juicio mi calidad dePresidente. Continúo siendo el Jefe de Estado.Juan Domingo Perón, 19 de septiembre de1955, por la noche.[303]

Las convocatorias y pedidos de informes que Perón reali-zara desde las 22:00 del lunes 19 de septiembre provoca-ron un rechazo casi unánime en los miembros de la JuntaMilitar. El general Manni explicaba:[304]

El ánimo del cuadro de Generales era determinar con la lucha entre las fuerzas mili-tares e impedir a toda costa una guerra civil.Por eso creo que tampoco los otros miembrosde la junta hayan pensado en la reanudaciónde las operaciones, hipótesis que en ningúnmomento se planteó y que personalmentenunca consideré. El Ejército no lucharía parasostener a un gobierno en descrédito, nosería jamás sostén de una tiranía, ni tampocoprovocaría una guerra civil. No está de másrecordar que (...) toda la población conocía elcontenido de los comunicados, reiteradamentetransmitidos por radio, y que especialmenteaquí en la Capital la gente salió a las callesfestejando la caída del ex-mandatario; pero lo

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más importante fue que a estas horas todas lastropas de la represión bajaron las armas.General Manni.[304]

Muchos de los generales se negaban a reunirse con Pe-rón, finalmente resolvieron enviarle una delegación deseis personas: Molina, Rivero de Olazábal, Fabri, For-cher, Bergallo y Polero.[304] En la reunión, el ex Presi-dente intentó convencerlos de que en realidad no habíarenunciado, sino que en la carta de renunciamiento ha-bía querido mostrar su disponibilidad a renunciar en elfuturo.[305] Los miembros de la junta permanecieron fir-mes y la reunión terminó sin decisiones concluyentes.[306]

12 20 de septiembre

Situación al 20 de septiembre

Cerca de las 2:00 del día 20 la Junta se había vuelto areunir para deliberar sobre la actitud de Perón.[306] La

mayor parte de sus miembros estaba a favor de conside-rarlo definitivamente renunciado. De pronto, el generalImaz irrumpió en la sala con un grupo de oficiales ar-mados, y emitió un discurso sobre la necesidad de evi-tar una guerra civil y no dejar que el Ejército sea ma-nipulado. Así Perón quedó definitivamente fuera de lapresidencia.[307][308] Desde ese momento la cúpula revo-lucionaria consiguió tranquilizar a muchos oficiales queantes se podían exponer a ser fusilados por sublevarsecontra las autoridades constituidas: dado que la constitu-ción no permite que un presidente entregue las institucio-nes republicanas en manos de una junta militar, entoncesya no había autoridades legítimamente constituidas, ya nohabía “rebeldes y leales”.[309]

Antes, cerca de la medianoche, una columna armadade militantes de la Alianza Libertadora Nacionalista(ALN) se aprestaba a salir para atacar el Ministerio deMarina.[310] La sede de la agrupación fue rodeado porla gendarmería, la policía, y cadetes del Colegio Mili-tar. Se dispararon gases lacrimógenos y los aliancistastuvieron que salir desarmados. Pasadas las 2:30 el edi-ficio fue atacado por un tanque, quedando totalmentedemolido.[311] La Junta procedió a aceptar la renunciadel ministro Franklin Lucero, y a remover a la cúpu-la de la Dirección Nacional de Seguridad, mediante elnombramiento de nuevos jefes de policía, prefectura ygendarmería.[312] También se convocó al Secretario Ge-neral de la CGT, Hugo di Pietro, quien manifestó queeran inexactas las denuncias de huelgas revolucionarias ode la organización de milicias populares. Por último, elgeneral Manni convocó al mayor Máximo Renner, ayu-dante de Perón, que se hallaba en el despacho de Lucero,y le dijo:[313]

Esto se acabó, Renner. Ya el general Lu-cero le habrá comunicado la desaparición detoda autoridad de gobierno. Dígale al generalPerón que se vaya del país cuanto antes.general Manni.[313]

Perón entonces pidió asilo en la embajada Paraguaya. Po-co después, Lonardi emitió un bando con el nombre de“Decreto Nº 1” por el que se nombró a sí mismo como“presidente provisional de la Nación”, se solicitó el reco-nocimiento de los otros países y estableció la sede provi-soria del gobierno en la Ciudad de Córdoba.[289]

Esa noche reinaba la tranquilidad en Puerto Belgrano porla retirada o rendición de la mayor parte de los atacan-tes, en cambio en Córdoba, en Mendoza y en el Río de laPlata los rebeldes tenían serias dudas acerca de las inten-ciones de Perón: habían recibido informes de que variostrenes con tanques y efectivos estaban llegando a Córdo-ba y a La Plata.[314] Durante la madrugada Lonardi, enla Escuela de Aviación, recibió un inquietante mensajedesde la ciudad de Córdoba:[315]

Unidades blindadas (confirmado) en Villa

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30 13 FIN DEL CONFLICTO

María en un convoy. Avisamos para que haganlo que puedan. Aquí Cabildo necesita 1.000bombas Molotoff porque se preparan paraentrar en esta ciudad.Pedro Juan Kuntz, Jefe Cuerpos Civiles deSeguridad.[315]

El día 20 a las 6:30 el general Lagos se embarcó en unavión hacia Córdoba, donde se entrevistó con el gene-ral Lonardi. Concluyeron que Lagos debía formar un go-bierno revolucionario para continuar la lucha, ya que laciudad de Córdoba seguía rodeada y se daba por cierta laderrota en ese frente.[316]

En Buenos Aires la fugaz Junta, dedicada a tareas de pa-cificación, recibió intimaciones de Rojas y Lonardi paraque cesaran los movimientos de tropas. Pero en la capitalde la república los grupos revolucionarios observaban losmovimientos de la Confederación General del Trabajo,la Alianza Libertadora Nacionalista, y el Partido Pero-nista: en los locales de la ALN locales se repartían armasy había mucho movimiento de personas. Un mensaje en-viado cerca del mediodía por Walter Viader resume lasituación:[317]

El gobierno envía fuerzas a Córdoba.Moral de sus tropas bajísima, deserciones enmasa, carecen de nafta para sus unidades.Sabotaje en los ferrocarriles de Buenos Aires.Tropas de ocupación en parte sublevadas. LaJunta Militar defiende posiciones personales.Se opone a los planes de la CGT pero no sepuede confiar en ella. Continuaremos hasta elanuncio oficial de rendición incondicional.Walter Viader, comando rebelde en BuenosAires.[317]

Río Cuarto vio concentrarse una gran cantidad de tropasgubernamentales; en cambio los rebeldes solo contabancon la presencia de un comando civil dirigido por LuisTorres Fotheringham. Cercana a la ciudad estaba la ba-se aérea Las Higueras, y también el arsenal de Holmberg.La presencia de quince tanques y un nuevo contingente deinfantes alarmó a los rebeldes, que planearon para el díasiguiente un bombardeo de Las Higueras.[318] El generalLagos, desconociendo los acontecimientos de la Junta enBuenos Aires, esbozó la posibilidad de retirarse de SanLuis y hacerse fuerte solo en Mendoza.[319] Para sumar ala confusión, el Comandante en Jefe del Ejército, generalJosé Domingo Molina, en un mensaje a Lonardi dijo "In-formo que Junta Militar aceptó renuncia Señor Presidente(...) Todo movimiento de tropas suspendido."[320]

Los rebeldes sabían que la Junta Militar Peronista afir-maba haber «asumido el gobierno de la república», sinembargo Perón nunca había firmado una renuncia diri-gida al Congreso: tan solo un indefinido renunciamiento

dirigido a la Nación y al Ejército. Ante el vacío de poder,Lonardi resolvió establecer un gobierno revolucionario,siendo él el presidente, con el capitán Rial como “Secre-tario General de Gobierno” y el comodoro Krause como“Secretario de Relaciones Exteriores”.[321]

El 20 de septiembre por la tarde varios delegados de laJunta de Gobierno, encabezados por el general Forcher,abordaron el crucero 17 de Octubre para presentarse an-te el almirante Rojas. En esa reunión se les informó lasdemandas de los revolucionarios, que incluían la rendi-ción de todas las fuerzas gubernamentales y el acceso a lapresidencia por parte del general Lonardi el día 22.[322]

A la madrugada pudieron establecerse comunicacionestelefónicas entre el gobierno provincial revolucionario deMendoza y los civiles rebeldes de Buenos Aires, el ge-neral Tassi y el doctor Alberto Tedín, para intercambiarnoticias.[323]

13 Fin del conflicto

Al anochecer las tropas leales que habían entrado en laProvincia de Córdoba ya estaban retornando a Tucumány Santiago del Estero.[324] A la medianoche, los enlacesde Lonardi y Krause abordaron el 17 de Octubre e inter-cambiaron noticias con Rojas.[325] Durante la madrugadase produjo el desembarco de los primeros jefes revolu-cionarios en la Ciudad de Buenos Aires, que ocuparon elMinisterio de Guerra y las principales guarniciones delejército en esa ciudad.[326]

A las 6 de la mañana del 21 se bombardeó la pista deLas Higueras, tras lo cual las fuerzas leales en Río Cuar-to se comunicaron con los rebeldes en Villa Reynolds pa-ra anunciar que los generales Prata, Falconnier y Cortí-nez estaban volviendo a Buenos Aires y los blindados noavanzarían contra Córdoba ni contra San Luis.[327]

Pasadas las 9:30 del 21, la Radio del Estado anunció pú-blicamente que la Junta de Gobierno había aceptado lascondiciones de paz de los revolucionarios.[328] A las 13:30el Secretario General de la CGT se dirigió a los trabajado-res pidiendo “mantener la más absoluta calma y continuarsus tareas, recibiendo únicamente directivas de esta cen-tral obrera. Cada trabajador en su puesto, por el caminode la armonía”.[329]

A las 17:30 el general Íñiguez entró en la ciudad de Cór-doba para entrevistarse con los vencedores: fue recibidopor Ossorio Arana, ya que Lonardi estaba en la casa degobierno provincial instalando a Videla Balaguer comointerventor provincial. Después de eso sus tropas comen-zaron la marcha de regreso a la provincia de Santa Fe.[330]

El día 22 se realizó el desfile de la victoria en Córdoba porla avenida Vélez Sarsfield: al frente de la comitiva estabanel coronel Arturo Ossorio Arana, el comodoro CesáreoDomínguez, y el teniente de navío Raúl Ziegler.[331]

El mismo 22 de septiembre, Uruguay reconoció a Lonar-

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Festejos del bando revolucionario.

di como presidente de Argentina en tanto que éste disol-vió el Congreso Nacional y nombró interventores en va-rias provincias.[289] Ese mismo día el general Aramburuy un colaborador del general Lagos se reunieron a evaluarel escenario, y concluyeron que el ala liberal se encontra-ba en problemas e iba a ser excluida del gobierno que seestaba organizando.[332]

Se acordó que Lonardi volara a Buenos Aires durante lasprimeras horas del 23, para dar tiempo al arribo de otrasfiguras revolucionarias del resto del país, especialmentetras la liberación de varios oficiales del ejército que esta-ban recluidos en Río Gallegos desde el pronunciamientode 1951, entre ellos Alejandro Agustín Lanusse y AgustínPío de Elía.[333]

El 23 de septiembre el general Lonardi y el almirante Ro-jas llegaron a Buenos Aires. Ese mismo día el primeroprestó juramento como "Presidente Provisional", y un díadespués designó al almirante Isaac Rojas con el título de“Vicepresidente Provisional”.[289] La portada del diarioClarín de ese día convocaba a la población a hacerse pre-sente en la Plaza de Mayo con el siguiente titular: “Citade honor con la libertad. También para la República lanoche ha quedado atrás”.[334]

La asunción de Lonardi fue acompañada por una granmultitud reunida en la Plaza de Mayo. Algunas consig-nas de los manifestantes fueron: “Argentinos sí, nazis no";"San Martín sí, Rosas no”, "YPF sí, California no”,[335]“No venimos por decreto, ni nos pagan el boleto”.[336]El 25 de septiembre reconocieron al gobierno mili-tar los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña,éste último luego de prestar importante apoyo a losinsurrectos.[337][338]

14 Gobierno de Eduardo Lonardi

El general Eduardo Lonardi gobernó solo 52 días, hastaser derrocado por el sector liberal de los golpistas. Ade-más padecía un cáncer cuyos síntomas ya eran notables al

El General de División Eduardo Lonardi en 1955.

comienzo de la insurrección y que finalizaría con su vidaen marzo del año siguiente.[339] Representaba una frac-ción de las fuerzas armadas, de orientación nacionalistacatólica, que tenía como objetivo derrocar a Perón y ex-cluirlo de la vida nacional, así como impedir que el pero-nismo volviera al poder -al menos en lo inmediato-, perosin recurrir a una represión masiva, ni derogar la Consti-tución de 1949 y las leyes sociales y laborales que carac-terizaron al gobierno peronista.Desde el triunfo de la revolución, Lonardi planeaba que-darse poco tiempo en el poder debido a su estado de sa-lud. Pensaba convencer a la CGT que aceptara la nue-va situación y simplemente ordenar el país para que serecupere lo antes posible de lo que él consideraba una«tiranía».[340]

El lema político que expresaba esa intención fue la con-signa pronunciada al asumir el poder, «ni vencedores nivencidos», tomada de Justo José de Urquiza,[341] que seconvirtió en una de las frases políticas más famosas de lahistoria argentina.[342]

Lonardi integró su gobierno con los siguientes ministros:

• Ministro de Hacienda: Eugenio Folcini

• Ministro del Interior y Justicia: Eduardo Busso

• Ministro de Ejército: Justo León Bengoa (reempla-zado por Arturo Osorio Arana).

• Ministro de Marina: general de Teodoro Hartung

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32 14 GOBIERNO DE EDUARDO LONARDI

• Ministro de Aeronáutica: Comodoro Julio CésarKrause

• Ministro de Comercio: César Augusto Bunge

• Ministro de Obras Públicas: José Blas Paladino

• Ministro de Educación: Atilio Dell'Oro Maini

• Ministro de Trabajo: Luis B. Cerruti Costa

• Ministro de Transporte: Juan José Uranga

• Ministro de Asistencia Social: Ernesto Rottger

• Ministro de Relaciones Exteriores y Culto: MarioAmadeo

• Ministro de Comunicaciones: Luis María Ygartúa

• Ministro de Industria: Horacio Morixe

• Ministro de Agricultura y Ganadería: Alberto Mer-cier

• Ministro de Finanzas: Julio Alizón García

Al final de su gobierno Lonardi dividió el Ministerio delInterior y Justicia, renunciando entonces el ministro Bus-so; el 12 de noviembre asumió Luis María de Pablo PardocomoMinistro del Interior y Julio Velar de Irigoyen comoMinistro de Justicia.Dentro del Estado asumieron ciertas responsabilidadesminoritarias las demás fuerzas que, junto al nacionalismocatólico, habían intervenido en la revolución. En elMinis-terio del Interior tuvieron influencia los demócratas pro-gresistas, uno de cuyos líderes, el doctor Sebastián So-ler, fue designado Procurador General de la Nación. Enel Ministerio de Marina estuvieron los representantes delsocialismo con Américo Ghioldi.[343]

14.1 Luchas internas y golpe palaciego

A poco de asumir el general Lonardi, se manifestaron lasdiferencias entre las dos alas del gobierno militar:

• el ala nacionalista católica, liderada por el propiogeneral Eduardo Lonardi, más proclive a negociarcon el peronismo y preservar la mayor parte de lasconquistas sociales y laborales realizadas durante losgobiernos de Perón.

• el ala liberal, liderada por el vicepresidente almiran-te Isaac Rojas, sostenía un antiperonismo radical,pretendía erradicar totalmente al peronismo de la vi-da política y sindical argentina, derogar las medidassociales y laborales establecidas durante el gobiernoperonista, y establecer una política económica diri-gida por los economistas más conservadores.

En este primer período de la Revolución Libertadora, elperonismo intentó maniobrar aprovechando las diferen-cias entre ambas corrientes militares, para obtener ven-tajas y ganar tiempo para reorganizarse alrededor delmovimiento sindical. Por esa razón ese momento fue co-nocido como la entente cordiale.[344]

El 5 de octubre la conducción de la Confederación Ge-neral del Trabajo (CGT) renunció asumiendo la direc-ción provisoria Andrés Framini y Luis Natalini de Luzy Fuerza.[345] Los sindicalistas negociaban con el régi-men militar, a través del Ministro de Trabajo Luis Ce-rruti Costa, un socialcristiano, abogado del sindicato me-talúrgico, que había sido peronista hasta 1947. Al día si-guiente de asumir la dirección de la CGT, Framini y Na-talini firmaron un pacto formal con el ministro CerrutiCosta, por el cual el gobierno reconocía a las autorida-des de la CGT y se comprometía a designar interventoresimparciales en los sindicatos, donde se deberían realizarelecciones democráticas en 120 días.[346] Por su parte, LaCGT aceptó realizar algunas concesiones, como la elimi-nación del preámbulo del estatuto donde se adoptaba ladoctrina peronista y la eliminación del 17 de octubre co-mo feriado.[346]

Para fines del mes de octubre, las tensiones en pugna seacentuaron. El peronismo comenzó a reorganizarse y arecuperar su capacidad de acción, y llegó a realizar unasilbatina al vicepresidente de facto, Almirante Isaac Ro-jas, en ocasión de una visita de este al Hipódromo de SanIsidro, que se frustró a los pocos minutos cuando avio-nes de la Marina de Guerra comenzaron a realizar vuelosrasantes sobre las tribunas.Por su parte, la CGT aumentó su presión sobre el gobiernopara que se abstuviera de intervenir en la situación internade los sindicatos, buscando imponer direcciones no pero-nistas y antiperonistas. El 26 de octubre, en una reunióncon el Ministro de Trabajo Luis Cerruti Costa, La CGT leexigió dejar de apoyar a los grupos opositores, bajo ame-naza de declarar una huelga general.[346] Cerruti Costaentonces rechaza la exigencia sindical y, dos días despuésestablece nuevas reglas para la “normalización sindical”que, en los hechos, dejaban sin efecto el acta firmada conla CGT. Las nuevas reglas establecían la caducidad delos mandatos de los dirigentes de la CGT y los sindica-tos, y el llamado a elecciones controladas por las FuerzasArmadas.[346]

Ante la actitud ofensiva demostrada por el peronismo através de la CGT, los sectores liberales del régimen mi-litar se movieron para obtener mayor poder. El 1 de no-viembre la Marina ocupó el Ministerio de Trabajo con elfin de desencadenar la represión de los sindicalistas pero-nistas. Cerruti Costa resiste la presión y logra, con apoyode Lonardi, un nuevo pacto con la CGT, por el cual vuel-ven a ser reconocidas las autoridades de la central sindicaly se decide designar de común acuerdo a los interventoressindicales que procederían a la normalización.[346]

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El ala liberal volvió a tomar la iniciativa el 11 de no-viembre, al formarse una Junta Consultiva Nacional delgobierno militar (creada por decreto del 28 de octubre),presidida por el almirante Rojas e integrada por políti-cos destacados designados por la mayor parte de los par-tidos antiperonistas. La Junta estuvo integrada por cua-tro miembros de la Unión Cívica Radical (Oscar Alen-de, Juan Gauna, Oscar López Serrot y Miguel Ángel Za-vala Ortiz), cuatro del Partido Socialista (Alicia Moreaude Justo, Américo Ghioldi, Ramón Muñiz y Nicolás Re-petto), cuatro por el Partido Demócrata Nacional (Jo-sé Aguirre Cámara, Rodolfo Coromina Segura, AdolfoMugica y Reinaldo Pastor), cuatro por el Partido Demó-crata Progresista (Juan José Díaz Arana, Julio ArgentinoNoble, Horacio Thedy y Luciano Molinas), dos por elPartidoDemócrata Cristiano (Manuel Ordóñez y RodolfoMartínez) y dos por la nacionalista Unión Federal (Enri-que Arrioti y Horacio Storni).Asimilándola a un poder legislativo, el gobierno militardecidió que la Junta Consultiva se reuniría en el edificiodel Congreso Nacional, y haciendo una interpretación ex-tensiva de la ConstituciónNacional (art. 50).[347] en la queel Vicepresidente de la Nación es Presidente del Senado,consideró que debía ser presidida por el almirante Rojas,en su condición de Vicepresidente de facto. A la primerasesión de la junta concurrieron casi 300 invitados espe-ciales, y se colocó en el salón un cuadro correspondientea la Asamblea Constituyente de 1853.La constitución de la Junta Consultiva influyó decisiva-mente para que predominara en el gobiernomilitar el sec-tor liberal y una línea antiperonista radical. Poniendo enevidencia el desplazamiento inminente del sector nacio-nalista católico, ese mismo día Luis Pandra, del PartidoSocialista escribió en el diario La Época:

Vamos a hacer la Revolución Libertadoradesde el gobierno, con el gobierno, sin elgobierno o contra el gobierno.Luis Pandra, La Época, 11 de noviembre de1955.[348]

El 13 de noviembre un golpe palaciego desalojó del po-der al general Lonardi, instalando como nuevo presidentede facto a un liberal, el general Pedro Eugenio Arambu-ru.[346]Al día siguiente el gobierno militar dio a conocertres comunicados con la firma de Aramburu informan-do de los motivos del desplazamiento de Lonardi: el pri-mero se limitó a informar del cese de Lonardi; el segun-do sostiene que Lonardi había sido depuesto debido a la“presencia de grupos que orientaron su política hacia unextremismo totalitario incompatible con las conviccionesdemocráticas de la Revolución Libertadora"; y el terce-ro amplía las razones acusando al grupo de Lonardi de“escudarse tras el estandarte de la religión católica”.[349]

Esto desairó gravemente a todos los militantes naciona-listas que habían participado en la revolución. El decreto-

ley 4161 imponía una política opuesta a la de Lonardi conrespecto a los peronistas, abandonando el lema «ni ven-cedores ni vencidos» se convirtieron en delito: el uso delescudo peronista, pronunciar el nombre del anterior lídero su esposa, y cantar la marcha peronista.[350]

15 Gobierno de Pedro EugenioAramburu

El vicepresidente almirante Isaac Rojas y el presidente tenientegeneral Pedro Eugenio Aramburu, al momento de la asunción deeste último el 13 de noviembre de 1955.

El general Pedro Eugenio Aramburu asumió la presiden-cia de facto el día 13 de noviembre de 1955, en tanto queel almirante Rojas, líder del ala liberal, permaneció co-mo vicepresidente. Se inició así una segunda etapa de ladictadura militar, caracterizada esencialmente por adop-tar una línea dura frente al peronismo, abandonando asíel lema «ni vencedores, ni vencidos».Inmediatamente la CGT declaró una huelga general pa-ra los días 15, 16 y 17 de noviembre. Ese mismo día elgobierno militar encarceló a más de 9.000 dirigentes sin-dicales, incluidos Framini y Natalini. El paro solo tuvoadhesión en algunos distritos obreros como Avellaneda,Berisso y Rosario y debió ser levantado al día siguientede iniciarse. La CGT y la mayor parte de los sindicatosfueron intervenidos por los militares.[346]

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34 15 GOBIERNO DE PEDRO EUGENIO ARAMBURU

15.1 Política interna

En el gabinete del nuevo gobierno se produjeron cambiossustanciales respecto al anterior, participando del mismodesde integrantes de la derecha liberal hasta socialistas.En el Ministerio del Interior, asumieron dos radica-les: Laureano Landaburu y Carlos Alconada Aramburú.También eran radicales el Ministro de Educación (AcdelSalas) y el Ministro de Trabajo (Horacio Aguirre Lega-rreta, frondizista).Las posturas en contra del peronismo se profundiza-ron, decidiéndose la disolución del Partido Peronista yla inhabilitación política para sus dirigentes más destaca-dos. Además, se investigaron las presuntas irregularida-des producidas durante la presidencia de Perón, a partirde la Comisión General de Investigaciones.Se intervinieron los sindicatos y la Confederación Gene-ral del Trabajo (CGT), y se dispuso el encarcelamientode más de 9.000 dirigentes sindicales, luego de la huelgageneral declarada el 14 de noviembre de 1955.[351] Elgobierno militar dictó el Decreto 3855/55 disolviendoel Partido Peronista y luego el 5 de marzo de 1956 elDecreto 4161, de “prohibición de elementos de afirma-ción ideológica o de propaganda peronista”, por el queincluso se prohibía mencionar el nombre de Juan Domin-go Perón, castigando a los infractores con penas de hastaseis años de prisión.[352] De este modo se inició un lar-go período proscripción del peronismo de la vida militar,pública y docente que se extendería hasta 1973, y quedio lugar a un movimiento opositor, muchas veces clan-destino, conocido como la Resistencia Peronista.

Estampilla del primer aniversario de la Revolución Libertadora.

El 25 de mayo de 1957, agentes del gobierno militar ar-gentino en Caracas, instalados en la embajada argentinaen ese país, realizaron un fallido atentado para asesinara Juan D. Perón, haciendo estallar su auto. En respuesta,Venezuela expulsó al embajador argentino en ese país,general de brigada Carlos Severo Toranzo Montero, he-cho que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas entreambos países.[353]

Cuando Aramburu consideró, en 1957, que debía levan-tarse la proscripción contra el peronismo, se enfrentó du-ramente con su “vice” Isaac Rojas, quién se opuso férrea-mente. La medida había sido propuesta por el presidentey el Ministro del Interior, el balbinista Carlos AlconadaAramburú. Aramburu evaluó continuar adelante con laRevolución sin el apoyo de la Marina, aunque esto resul-tó imposible en la práctica, pues la Marina era el grupomás homogéneo y aguerrido de los que habían participa-do en el golpe.

15.2 Derogación de la Constitución de1949 y reforma de 1957

Una de las decisiones del general Aramburu fue la dero-gación de la Constitución de 1949, mediante proclama del27 de abril de 1956, declarando nula la reforma consti-tucional realizada en 1949, e imponiendo la Constituciónde 1853 con las reformas de 1860, 1866 y 1898.La decisión fue cuestionada por diversos sectores, debidoa la imposibilidad jurídica de que se pudiera aceptar queun presidente de facto militar, derogara una constitucióne impusiera otra. La derogación por decisión militar dela Constitución, generó una crisis en la Corte Supremaque, si bien aceptaba una cierta legitimidad del régimenpor aplicación de la doctrina de los gobiernos de facto,tenía establecido que un régimen así debía ser provisorio ymantener la Constitución como norma suprema. La crisisllevó a la renuncia de uno de los cinco miembros de laCorte Suprema de Justicia, Jorge Vera Vallejo.[354]

Luego de intensas discusiones sobre como resolver lacuestión, el gobierno militar decidió convocar a una Con-vención Constituyente que convalidara el acto. A tal efec-to, se decidió también que los convencionales a la mismaserían elegidos en elecciones en las que no pudiera parti-cipar el Partido Peronista.[354]

Las elecciones se realizaron el 28 de julio de 1957 y enellas el voto en blanco, propuesto por el peronismo, re-sultó en la primera minoría.[355]

La población peronista votó en blanco siguiendo las ins-trucciones de Perón. Los partidos políticos que apoyabanla reforma (UCRP, PS, PDC, PDP, PD, PDC y PCI) al-canzaron 120 bancas, mientras que los partidos que es-taban en contra de la reforma (UCRI, PL, PdelosT, UF)obtuvieron solo 85 bancas. Estos últimos se presentaronen la Convención Constituyente para dejar constancia deque la misma era ilegítima.[354]

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15.3 Levantamiento del general Juan José Valle y fusilamientos 35

La Convención Constituyente se reunió y, en su primerasesión, procedió a convalidar la decisión del gobierno mi-litar de declarar nula la Constitución de 1949 y establecerla vigencia de la Constitución de 1853, con las modifi-caciones de 1860, 1866 y 1898. Cuando la ConvenciónConstituyente se preparó para proceder a incluir los de-rechos humanos de segunda generación (sociales y labo-rales) y aquellos relacionados con una orientación socialde la economía, los sectores conservadores que incidíanen el quorum de la Convención, debido al retiro de lorepresentantes de la UCRI, comenzaron a retirarse paraevitar las reformas. En esa circunstancias, el ala izquier-da de la Unión Cívica Radical del Pueblo, liderada porsu presidente Crisólogo Larralde, presionó a los delega-dos del partido para que no abandonaran las reuniones yasí logró que se aprobara la inclusión del artículo 14 bis,referidos a los derechos del trabajador, de los gremios yde la seguridad social.[354]

Pero inmediatamente después de votado el artículo 14bis, los convencionales conservadores y parte de los con-vencionales radicales dejaron simplemente de asistir a laAsamblea, dejando sin quorum a la Convención, que nopudo siquiera tratar la extensa lista de reformas que sehabía propuesto. La convención se extinguió así infor-malmente, circunstancia que fue duramente criticada portodo el espectro político.[354]

Sobre el final de la Convención Constituyente de 1957,y ya sin quorum, el convencional socialista Alfredo Pala-cios, pronunciaba las siguientes palabras:

Los que se han ido serán responsablesante el pueblo y ante la historia. Por hoy bastacon el repudio de esta Asamblea y de suspropios compañeros; repudio terrible, SeñorPresidente.Alfredo Palacios.[356]

Comparada con la Constitución de 1949, la reforma cons-titucional de 1957 realizó algunos agregados y exclusio-nes de importancia:

• Agregados: derecho de huelga; la movilidad delsalario; participación en las ganancias de las em-presas, con control de la producción y colabora-ción en la dirección; protección contra el despidoarbitrario; estabilidad del empleado público; orga-nización sindical libre y democrática por la simpleinscripción en un registro especial; derecho sindi-cal a concertar convenios colectivos; garantías paralos representantes sindicales; naturaleza estatal dela seguridad social; participación de los trabajado-res en los organismos de seguridad social. Todos losagregados se encuentran en el art. 14 bis.

• Exclusiones: derecho de reunión (art. 26); prohibi-ción de discriminar por raza (art. 28); derecho de

trabajar (art. 37, I); derecho a la capacitación (art.37, I); derecho a la preservación de la salud (art. 37,I); derecho a la atención por el Estado de la ma-dre y el niño; igualdad jurídica de hombre y mu-jer en el matrimonio (art. 37, II); patria potestadcompartida (art. 37, II); derechos de la ancianidad(art. 37, III); educación primaria obligatoria y gra-tuita (art. 37, IV); autonomía universitaria (art. 37,IV); la función social de la propiedad (art. 38); esta-tización del comercio exterior (art. 40); nacionaliza-ción de los recursos mineros y energéticos (art. 40);estatización de los servicios públicos (art. 40); votodirecto (arts. 42, 47 y 82).

15.3 Levantamiento del general Juan JoséValle y fusilamientos

Portada del libro Operación Masacre (1957) de Rodolfo Walsh,utilizando como imagen el cuadro El tres de mayo de 1808, deFrancisco Goya.

El 9 de junio de 1956 se produjo un levantamiento cívico-militar contra el gobierno de facto de Aramburu, lidera-do por el general Juan José Valle, quien a su vez estu-vo secundado en el mando por el general Raúl Tanco ylos dirigentes sindicales Andrés Framini y Armando Ca-bo.[357][358]

El levantamiento fue rápidamente abortado, debido a que

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36 15 GOBIERNO DE PEDRO EUGENIO ARAMBURU

el movimiento había sido infiltrado y el gobierno militarestaba esperando a los insurrectos. El único lugar don-de llegó a tener algún éxito fue la ciudad de Santa Rosa(La Pampa), donde tropas y civiles al mando del coro-nel Adolfo Philippeaux lograron publicar un manifiestopor una radio, aunque posteriormente huyeron. Los su-blevados mataron a tres personas -Blas Closs, Rafael Fer-nández y Bernardino Rodríguez- y tuvieron a su vez dosmuertos -Carlos Yrigoyen y Rolando Zanera-, sin contara los que fueron luego fusiladosComo consecuencia del mismo fueron fusilados 32 civilesy militares, un acto represivo que no tiene antecedentesen la historia argentina. La decisión de fusilar al generalValle respondió a una orden directa del almirante Rojas.Los fusilamientos estuvieron signados por irregularida-des, como la aplicación retroactiva de la ley marcial, de-cretos pre-redactados, falta de registros sobre la existen-cia de juicios sumarios y de las órdenes de ejecución, etc.Los mismos incluyeron también fusilamientos clandesti-nos de civiles en un basural de José León Suárez, quefueron mantenidos ocultos por el gobierno hasta que elperiodista Rodolfo Walsh revelara los hechos en un libroclásico titulado Operación Masacre, publicado en 1957.Otro acto abiertamente ilegal fue el asalto a la embaja-da de Haití por parte de un grupo comando, que violandolas reglas sobre asilo diplomático secuestró a los insurrec-tos allí refugiados, entre ellos el general Raúl Tanco, loscuales fueron devueltos a su asilo cuando el embajadorpresentó su reclamo.Los 18 militares fusilados fueron: el general de divisiónJuan José Valle, coronel Ricardo Santiago Ibazeta, co-ronel Alcibíades Eduardo Cortines, coronel José AlbinoIrigoyen, teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno, ca-pitán Eloy Luis Caro, capitán Dardo Néstor Cano, capi-tán Jorge Miguel Costales, teniente primero Jorge Leo-poldo Noriega, teniente primero Néstor Marcel Ovidela,subteniente Alberto Juan Abadie, suboficial principal Mi-guel Ángel Paolini, suboficial principal Ernesto Garecca,sargento ayudante Luis Pugnetti, sargento Hugo EladioQuiroga, sargento Luis Bagnetti, cabo Miguel José Ro-dríguez, cabo músico Luciano Isaías Rojas. Los 14 ci-viles fusilados fueron: Clemente Braulio Ross, Norber-to Ross, Osvaldo Alberto Albedro, Dante Hipólito Lugo,Aldo Emir Jofré, Miguel Ángel Mauriño, Rolando Za-netta, Ramón Raulvidela, Carlos Irigoyen, Carlos Alber-to Lizaso, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, MarioBrion, Vicente Rodríguez.Momentos antes de ser fusilado, el general Valle le escri-bió una histórica carta al general Aramburu en la que lereclama duramente la decisión de fusilar a los insurrec-tos y justifica el levantamiento en la necesidad de defen-der al pueblo de un gobierno que le estaba «imponiendoel libertinaje de una minoría oligárquica». En uno de suspárrafos la carta dice:

Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, hanquerido ustedes, escarmentar al pueblo, co-

brarse la impopularidad confesada por el mis-mo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrirel fracaso de las investigaciones, desvirtuadasal día siguiente en solicitadas de los diarios ydesahogar una vez más su odio al pueblo. Deaquí esta inconcebible y monstruosa ola de ase-sinatos.Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con lamía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágri-mas verán en mí un idealista sacrificado por lacausa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hastaellas, verán asomárseles por los ojos sus almasde asesinos. Y si les sonríen y los besan serápara disimular el terror que les causan. Aun-que vivan cien años sus víctimas les seguirána cualquier rincón del mundo donde pretendanesconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sushijos, bajo el terror constante de ser asesina-dos. Porque ningún derecho, ni natural ni di-vino, justificará jamás tantas ejecuciones.

Los fusilamientos han sido fuertemente cuestionados poractores políticos, observadores e historiadores,[359][360]tanto por su falta de legalidad como por el grado de vio-lencia innecesaria que los mismos implicaron, así comopor sus consecuencias negativas, desatando desde el Es-tado un ciclo vicioso de violencia y terror que desembocóen el Terrorismo de Estado en Argentina en las décadasde 1970 y 1980. Más allá de las irregularidades concre-tas que presentan los fusilamientos en cada caso, quie-nes cuestionan los mismos destacan que la ConstituciónNacional de la Argentina prohíbe la pena de muerte porcausas políticas desde 1853.Entre quienes han justificado legalmente los fusilamien-tos se encuentra el abogado radicial Carlos Alcona-da Aramburú, quien al momento del levantamiento sedesempeñaba como Fiscal de Estado de la provincia deBuenos Aires y, al año siguiente, fue designado Minis-tro de Educación y Justicia del gobierno militar. ParaAlconada Aramburú, los fusilamientos fueron penas demuerte aplicadas por el delito de insubordinación mili-tar, aplicando las leyes 13.234 de 1948 y 14.062 de 1951.La historiadora María Spinelli, destaca sin embargo, quelas leyes invocadas por Alconada Aramburú habían sidoderogadas por el propio gobierno militar el año anteriorde los levantamientos, mediante los decretos-leyes 140 y8.313.[336] También, en sus respectivasMemorias, defen-dieron los fusilamientos, el almirante Isaac Rojas (1993),quien los justifica en la necesidad de “salvaguardar loslogros de la Revolución Libertadora”,[361] y el contralmi-rante Jorge Perren (1997), quien sostiene que era necesa-rio dar un “escarmiento ejemplar al peronismo”.[362]

Perón fijó su posición en una carta enviada a Cooke sobrela cual cuenta Miguel Bonasso:

«En carta a Cooke, Perón criticó acerba-mente 'el golpe militar frustrado', que atribu-yó a 'la falta de prudencia que caracteriza a los

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15.6 Política cultural y educativa 37

militares’. Después, los acusó de haberlo trai-cionado y conjeturó que, de no haberse ido delpaís, lo hubieran asesinado 'para hacer méritoscon los vencedores’.»[363]

Sobre la misma carta dice el historiador Joseph A. Page:

«En una carta que Perón envió a John Wi-lliam Cooke el mismo día del levantamiento deValle, no había la más mínima traza de com-pasión por los militares rebeldes. El conductorcriticaba su apresuramiento y falta de pruden-cia y aseguraba que sólo su ira por haber debidosufrir el retiro involuntario los había motivadoa actuar».[364]

15.4 Legislación laboral

En materia laboral aprobó el régimen de asignaciones fa-miliares para empleados de comercio[365] y trabajadoresde la industria.[366] También aprobó la primera regulaciónlaboral específica para trabajadores domésticos conce-diéndoles beneficios laborales como la indemnización pordespido, horario de trabajo, vacaciones pagadas, salariopor enfermedad, condiciones de trabajo, etc.[367]Tambiénincrementó a $ 30.000 el monto de la indemnización poraccidente de trabajo.[368]

15.5 Política económica

En el ámbito económico, Argentina ingresó al FondoMo-netario Internacional y al Banco Mundial. Se realizó y sefinalizó una buena cantidad de obra pública, como, porejemplo, la Usina de San Nicolás, en 1957. Se promovióla industrialización de la Patagonia.Fundó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria(INTA) el 4 de diciembre de 1956 por medio del DecretoLey 21.680/56 El organismo nació con la finalidad de«impulsar, vigorizar y coordinar el desarrollo de la inves-tigación y extensión agropecuaria y acelerar, con los bene-ficios de estas funciones fundamentales, la tecnificación yel mejoramiento de la empresa agraria y de la vida rural».

15.6 Política cultural y educativa

Durante el gobierno de facto de Aramburu, se reabrió elprincipal teatro judío de Buenos Aires, el IFT (Teatro Po-pular Judío), [cita requerida] de tendencia izquierdista. IsidroOdena, identificado con la izquierda, fue nombrado Di-rector Nacional de Radiodifusión. Por otra parte, se creóel Fondo Nacional de las Artes, cuyo primer directorioestuvo presidido por Victoria Ocampo.Siguiendo la política de proscripción del peronismo, ladictadura militar reprimió sistemáticamente la expresiónde las ideas de esa corriente política. De ese modo, fueron

clausuradas publicaciones como la revista «De Frente» yel periódico Palabra Argentina, éste último clausurado el9 de junio de 1957, simultáneamente con el encarcela-miento de su director, Alejandro Olmos.[353]

Se dejaron sin efecto los nombres alusivos al peronismotales como Eva Perón, Juan Domingo Perón, 26 de julio,8 de octubre (cumpleaños de Perón), 7 de mayo (cum-pleaños de Eva Perón) y 17 de octubre entre otros, quedesignaban a calles, plazas, estaciones de subterráneo y deferrocarril (la estación Presidente Perón retomó su nom-bre de Retiro), municipios, escuelas, hospitales y otrosestablecimientos públicos. También se cambió el nom-bre de las provincias Eva Perón (que tomó el nombre deLa Pampa) y Presidente Perón (que pasó a denominarseChaco) y de la ciudad Eva Perón que retornó al nombrede La Plata. También se retiraron los bustos de Eva Pe-rón y de Juan Domingo Perón que estaban en numerososlugares y establecimientos públicos, como plazas, hospi-tales, escuelas, etc.En materia universitaria, la Revolución Libertadora noproyectó restaurar el pasado preperonista sino retornara la autonomía universitaria respecto del gobierno concogobierno estudiantil e independencia en la administra-ción de los recursos y el nombramiento de los profesores,así traer un impulso modernizador.[369] restableció un ré-gimen de autonomía universitaria. El socialista José LuisRomero, fue nombrado rector de la Universidad de Bue-nos Aires, a partir de una terna elevada por la FUBA.Jorge Luis Borges fue nombrado director de la Bibliote-ca Nacional.En enero de 1956 el gobierno creó la Universidad Nacio-nal del Sur. Por iniciativa de Atilio Dell'Oro Maini tam-bién se ocupó de la situación de las Academias Naciona-les existentes en el país. El peronismo, disgustado entreotras cosas porque la Academia Argentina de Letras ha-bía rehusado solicitar el Premio Nobel de Literatura pa-ra Eva Perón, les había quitado el derecho de elegir susmiembros y sus autoridades. El Ministro hizo aprobar undecreto-ley que continuó sin modificaciones en sucesivosgobiernos posteriores, dándoles autonomía académica ysi bien debían rendir cuenta de la inversión de los fondosque entregara el Estado para su financiación, el gobiernono intervenía en su funcionamiento ni en la elección desus autoridades.Simultáneamente al impulso brindado a las universida-des nacionales tradicionales, el gobierno militar imple-mentó una política de desfinanciamiento y postergaciónde la Universidad Obrera Nacional (UON), creada duran-te el gobierno de Perón, con la evidente intención de or-ganizarla como instituto de formación no universitario.Los estudiantes de la UON se organizaron para reclamarla misma organización y reconocimiento que las demásuniversidades, y comenzaron a denominarla UniversidadTecnológica Nacional, denominación que finalmente fueadoptada de manera oficial, cuando la misma fue recono-cida y organizada como universidad en 1959, durante el

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38 17 LA «REVOLUCIÓN FUSILADORA», LA PROSCRIPCIÓN Y EL SECUESTRO DE ARAMBURU

gobierno de Arturo Frondizi.[370]

En materia de investigación científica, el gobierno mi-litar reorganizó el CONITYC y lo renombró comoConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técni-cas (CONICET), designando a su frente al Premio NobelBernardo Houssay.[371]

15.7 Relaciones exteriores

En el ámbito de las relaciones exteriores, el gobierno defacto de Aramburu libró una dura batalla con el dictadorAlfredo Stroessner, tanto por motivos geopolíticos comodoctrinarios. Como embajador en Uruguay fue nombradoel socialista Alfredo Palacios.Debido al atentado realizado el 25 de mayo de 1957 poragentes del gobierno militar argentino en Caracas paraasesinar a Juan D. Perón, Venezuela expulsó al embajadorargentino en ese país, general Carlos Toranzo Montero,hecho que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticasentre ambos países.[353]

16 La Revolución Libertadoray la oposición peronismo-antiperonismo

La Revolución Libertadora ha sido materia de encendidodebates sobre su justificación, en el marco de la oposiciónentre peronismo y antiperonismo. Históricamente, pero-nistas y antiperonistas se han acusado mutuamente de noproceder en forma democrática: el peronismo señalandola participación de políticos no peronistas y antiperonis-tas en complots, actos terroristas e intentos de golpes deEstado;[372] y algunos no peronistas y los antiperonistascalificando como autoritario el proceder de algunos actosdel gobierno, algunas medidas sobre los medios de comu-nicación y algunas acciones represivas.[373]

Sin embargo esos debates se han ido atenuando desde lainstalación definitiva de la democracia el 10 de diciem-bre de 1983. Los gobiernos democráticos instalados des-de entonces, han tendido a no reconocer legitimidad his-tórica a ninguno de los gobiernos militares, incluida laRevolución Libertadora, y se han abstenido de utilizarlos nombres de sus gobernantes de facto para designarcalles, edificios, plazas y otros espacios públicos, así co-mo realizar actos de conmemoración de los golpes, a lavez que se han aprobado iniciativas para cambiar nom-bres de espacios públicos que llevaban sus nombres.[374]En sentido contrario, los nombres de funcionarios del go-bierno peronista derrocado en 1955, incluido el del pre-sidente Juan D. Perón, han sido aplicados a diversos ám-bitos públicos.[375]

Dentro de esta tendencia es el proceso de cambio de nom-bre del tramo autopista de la Ruta Nacional Nº 9 que une

las ciudades de Rosario y San Nicolás. Al mismo se lehabía sido dado el nombre de Pedro Eugenio Aramburuen 1979, durante la dictadura autodenominada Procesode Reorganización Nacional.[376] En 2005, el ConcejoDeliberante de la Ciudad de Rosario, aprobó una resolu-ción declarando que la misma debía ser renombrada co-mo Juan José Valle, en memoria del militar peronista fu-silado por la Revolución Libertadora.[377] Poco después,ese mismo año, hicieron lo mismo los concejos delibe-rantes de las ciudades de San Nicolás y Villa Constitu-ción.[378] En 2006, el senador justicialista y ex goberna-dor de Santa Fe Carlos Reutemann y la senadora RoxanaLatorre, presentaron un proyecto de ley para dar a la Ru-ta 9 el nombre de Juan José Valle en toda su extensión,obteniendo la media sanción de la cámara el 11 de abrilde 2007; pasado a la Cámara de Diputados, fue aprobadopor unanimidad en comisión el 10 de junio de 2008.[379]

En 2008, se inauguró también, frente a la Casa Rosada, unmonumento en memoria de las víctimas del Bombardeode Plaza de mayo de 1955.[380]

17 La «Revolución Fusiladora», laproscripción y el secuestro deAramburu

El peronismo y algunos otros sectores de opinión, suelenutilizar el término «Revolución Fusiladora» para referir-se a éste período, aludiendo a los fusilamientos de 1956,luego de un fracasado el intento de levantamiento contrael régimen militar encabezado por el general Juan JoséValle.[381]

En 1970 el general Pedro Eugenio Aramburu fue secues-trado por el grupo guerrillero Montoneros, de extracciónnacionalista-peronista, y sometido a lo que la organiza-ción llamó un «juicio revolucionario» en el que Aram-buru no pudo ejercer su defensa y cuyo resultado estabadecidido de antemano. Según la versión de Montoneros,a Aramburu se le imputaron «108 cargos de traidor a lapatria y de asesino de 27 argentinos», refiriéndose en és-te último caso, a los fusilamientos derivados del levan-tamiento del general Juan José Valle. El «juicio revolu-cionario«» impuso pena de muerte al general Arambu-ru, la que fue ejecutada mediante un tiro de pistola porFernando Abal Medina el 1 de junio de ese año.[382] Al-gunos historiadores[cita requerida] han afirmado que las cau-sas de la muerte de Aramburu fueron más complejas, yestaban relacionadas con las circunstancias políticas enlas que se estaba desenvolviendo el gobierno militar deJuan Carlos Onganía, frente al cual el general Aramburuestaba organizando una oposición que llevara a una salidaelectoral.[383]

A partir del golpe de 1955 también se popularizó el tér-mino “gorila”, para denominar a los civiles y militaresantiperonistas. El término fue tomado de un sketch cómi-

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39

co del humorista Aldo Cammarota que no tenía connota-ciones políticas. Inicialmente tuvo un sentido elogioso delos militares y civiles que conspiraban para derrocar a Pe-rón. Con el paso del tiempo, el término adoptó un sentidopeyorativo.[384][385]

18 Véase también

• Antiperonismo

• Decreto Ley 4161 de 1956

• Golpes de Estado en Argentina

• Peronismo

19 Referencias

• Rojas, Isaac F. (1993).Memorias del almirante IsaacF. Rojas: conversaciones con Jorge González Crespo.Planeta Argentina. ISBN 9507423508.

• Susana Bianchi, Catolicismo y Peronismo - Religióny política en la Argentina 1943-1955. Editorial Pro-meteo. 346 páginas.

• Horacio Verbitsky, Cristo Vence - La Iglesia en laArgentina, un siglo de historia política. Tomo I: DeRoca a Perón.

• Franklin Lucero, El Precio de la Lealtad - Injusticiassin precedentes en la tradición argentina. EditorialPropulsión.

• Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuartaedición. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. 800páginas.

• Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolu-ción Libertadora.

• Juan Domingo Perón, La Fuerza es el derecho de lasBestias, Montevideo 1958.

• OmarAcha, Los muchachos peronistas - Orígenes ol-vidados de la Juventud Peronista 1945-1955. Bue-nos Aires 2011. Editorial Planeta.

• Florencio José Arnaudo, El año en que quemaron lasIglesias, editorial Pleamar.

20 Notas[1] Osvaldo Pellettieri (2006). «La nacionalización del teatro

independiente». Teatro del Pueblo: una utopía concretada.Consultado el 7 de septiembre de 2014.

[2] Por decreto 415 del 6 de octubre de 1955 se dispuso el cesede todos los miembros de la Corte Suprema de Justicia dela Nación.

[3] Gambini, Hugo: Historia del peronismo vol. I pág. 258.Buenos Aires 1999 Editorial Planeta Argentina S.A. ISBBobra completa 950-49-0226-X Tomo I 950-49-0227-8

[4] Nielsen, Jorge (2004). La magia de la televisión argentina1951-1960. Buenos Aires. Ediciones del Jilguero. p. 18.ISBN 987-9416-06-6.

[5] González Velasco, Carolina (2011). «Los años ’40, entrerupturas y continuidades». En Jorge Nielsen (director).Espectaculares Sucesos Argentinos 2 (1941-1950). BuenosAires. Ediciones del Jilguero. p. 30. ISBN 978-987-9416-17-4.

[6] Nielsen, Jorge (2011). «Cambios profundos en el expan-sivo mundo de diarios y revistas». En Jorge Nielsen (di-rector). Espectaculares Sucesos Argentinos 2 (1941-1950).Buenos Aires. Ediciones del Jilguero. p. 62. ISBN 978-987-9416-17-4.

[7] Sirvén, Pablo (1984). Perón y los medios de comunicación(1943-1955). Buenos Aires. Centro Editor de AméricaLatina. ISBN 950-25-0078-4.

[8] Arribá, Sergio (2009). El Peronismo y la Política de Ra-diodifusión (1946-1955) (2° edición ampliada edición).Editorial La Crujía. ISBN 978-987-1004-87-4. en Mu-cho ruido, pocas leyes (Guillermo Mastrini, editor).

[9] Torre, Juan Carlos (2002). Introducción a los años pero-nistas. Buenos Aires. Editorial Sudamericana. ISBN 950-07-2181-3. En Nueva historia argentina dirigida por JuanCarlos Torre, tomo VIII pág. 13.

[10] Historia del voto popular, Todo Argentina .

[11] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 55

[12] Secundados, en el Ejército, por los coroneles Agustín de laVega, su hermano Urbano, Alejandro Ojeda, Miguel Án-gel Mascaró (que habían sido separados del servicio activopor su postura en los sucesos de 1945) los tenientes coro-neles Manuel Haroldo Pomar y Carlos Toranzo Monteroy otros oficiales subalternos y retirados. De la marina loscapitanes de navío Adolfo Estévez y Carlos Kolungia, elcapitán de fragata César Poch; en la Fuerza Aérea los vi-cecomodoros Martínez y Manni; y en la Gendarmería elcomandante principal Guillenteguy

[13] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 46

[14] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 47

[15] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 48

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40 20 NOTAS

[16] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 49

[17] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 56

[18] Las órdenes secretas de Perón, por Hugo Gambini para LaNación.

[19] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 57

[20] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 51

[21] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 52

[22] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 53

[23] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 79

[24] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 80

[25] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 86

[26] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 87

[27] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 88.

[28] Omar Acha, Los Muchachos Peronistas, páginas 66 a 77.

[29] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 88.

[30] Arnaudo, El año en que quemaron las Iglesias, editorialPleamar, página 4.

[31] Del Carril, Crónica interna de la Revolución Libertadora,páginas 38 y 39.

[32] Omar Acha, Los Muchachos Peronistas, página 67.

[33] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 89.

[34] Del Carril, Crónica interna de la Revolución Libertadora,página 39.

[35] Arnaudo, El año en que quemaron las Iglesias, página 5.

[36] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 90

[37] Romero, José (1990). Breve historia de la argentina. Edi-torial Abril. ISBN 950-10-0072-9.

[38] Pronto a sus esfuerzos se sumó el padre Eladio Pedro Bor-dagaray con algunos grupos de los Colegios Mayores. Isi-doro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edición.Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 91

[39] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 92

[40] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 93

[41] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 94

[42] Decreto 20564/54.

[43] Susana Bianchi, Catolicismo y Peronismo, página 297.

[44] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 95

[45] Susana Bianchi, Catolicismo y Peronismo, página 298.

[46] Ley 14.394

[47] Horacio Verbitsky, Cristo Vence, página 264.

[48] Horacio Verbitsky, Cristo Vence, página 265.

[49] Decreto 22532/54

[50] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 96

[51] Horacio Verbitsky, Cristo Vence, página 267.

[52] Horacio Verbitsky, Cristo Vence, página 278.

[53] En Buenos Aires conspiraban los capitanes de fraga-ta Francisco Manrique, Aldo Luis Molinari, GuillermoRawson, Antonio Rivolta, Jorge Castiñeiras Falcón, Al-berto Antonini, Jacinto Cueto y Ricardo Fitzsimon. EnPuerto Belgrano, Recaredo Vázquez, Enrique SánchezMoreno, Carlos Bruzzone, Horacio Barilari y otros. To-do en: Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuar-ta edición. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN978-950-620-336-8, página 97

[54] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 104

[55] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 99 y 100

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[56] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 101

[57] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 107

[58] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 108

[59] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 109

[60] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 110-111

[61] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 111

[62] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 112

[63] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 113

[64] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 114

[65] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 115

[66] Arnaudo, página 98

[67] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 122

[68] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 123

[69] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 141 y 142

[70] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 126

[71] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 151 y 152

[72] Cámara Federal de Rosario (19 de diciembre de 1963).«Lozón, Francisco E. y otros». La Ley (Buenos Aires)(113): 66.

[73] «Justo el día que se leyó la sentencia». Página 12 (Rosa-rio). 22 de diciembre de 2013. Consultado el 5 de abril de2015.

[74] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 309

[75] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 310

[76] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 311

[77] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 312

[78] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 313

[79] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 314

[80] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 315

[81] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 316

[82] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 323

[83] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 325

[84] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 326

[85] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 327

[86] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 328

[87] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 329

[88] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 330

[89] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 330-331

[90] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 333

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42 20 NOTAS

[91] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 334

[92] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 335

[93] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 337

[94] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 338

[95] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 339

[96] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 341

[97] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 342

[98] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 343

[99] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 348

[100] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 350

[101] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 351

[102] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, página 48

[103] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, página 49

[104] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 352

[105] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 347

[106] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 354

[107] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 356

[108] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 357

[109] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 358

[110] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 361

[111] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 364

[112] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 368

[113] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 370

[114] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 369

[115] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 370

[116] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 371

[117] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 380

[118] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 377

[119] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 378

[120] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 379

[121] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 380

[122] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 382

[123] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 383

[124] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 391

[125] Capellupo, Rafael M. Revolución en Córdoba El emporioEdiciones (2005). ISBN 987-21986-9-1.

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43

[126] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 392

[127] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 394

[128] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 399

[129] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 398

[130] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 400

[131] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 401

[132] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 405

[133] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 406

[134] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 407

[135] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 408-409

[136] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 409

[137] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 410

[138] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 411

[139] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 412

[140] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 413

[141] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 418

[142] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, páginas 62 y 63

[143] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, página 63

[144] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 419

[145] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 423

[146] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 420

[147] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 426

[148] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 430

[149] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 431

[150] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 432

[151] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 433

[152] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 434

[153] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 437

[154] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 438

[155] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 424

[156] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 439

[157] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 440

[158] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 460

[159] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 441

[160] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 442

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44 20 NOTAS

[161] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 444-445

[162] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 456

[163] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 457

[164] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 458

[165] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 463

[166] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 464

[167] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 464-465

[168] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 466

[169] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 467

[170] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 468

[171] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 469

[172] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 469 y 349

[173] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 472

[174] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, página 83

[175] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 477

[176] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 478.

[177] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 483

[178] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 488

[179] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 489

[180] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 489

[181] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 491

[182] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 492

[183] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 493

[184] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 495

[185] María SáenzQuesada, La libertadora: De Perón a Frondizi(1955-1958) Historia pública y secreta, capítulo I.

[186] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 495

[187] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 497

[188] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 496

[189] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, páginas 82 y 83.

[190] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 498

[191] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 499

[192] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 504

[193] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 508

[194] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 514

[195] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 516

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[196] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 517

[197] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 518

[198] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 520

[199] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 521

[200] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 522

[201] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 523

[202] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 524

[203] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 528

[204] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 530

[205] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 531-532

[206] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 533

[207] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 537

[208] Crónica Interna 62-63

[209] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, página 67

[210] Crónica Interna 63

[211] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 552

[212] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 542

[213] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 544

[214] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 545

[215] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 546

[216] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 548

[217] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 554

[218] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 555

[219] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 556

[220] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, páginas 80 a 103

[221] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 557

[222] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 561

[223] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, páginas 94 a 96.

[224] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 562

[225] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 566

[226] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 567

[227] María Estela Spinelli, Los vencedores vencidos: el antipe-ronismo y la “revolución libertadora”, página 50.

[228] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 590

[229] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 568

[230] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 569

[231] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 576

[232] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 579

Page 46: Revolución Libertadora (Argentina)

46 20 NOTAS

[233] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 580

[234] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 581

[235] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 583

[236] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 588

[237] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 585

[238] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 586

[239] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 591

[240] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 595

[241] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 596

[242] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 598

[243] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 600

[244] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 601

[245] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 648

[246] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 652

[247] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 602

[248] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 603

[249] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 604

[250] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 613

[251] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 614

[252] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 615

[253] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 618

[254] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 619

[255] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 620

[256] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 621

[257] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 622

[258] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 627

[259] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 635

[260] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 629

[261] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 668.

[262] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 633.

[263] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 634

[264] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 637

[265] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 641

[266] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 640

Page 47: Revolución Libertadora (Argentina)

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[267] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 640 y 633

[268] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 642

[269] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, páginas 95 y 96

[270] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 656

[271] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 657-659

[272] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 660

[273] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 664

[274] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 665

[275] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 666

[276] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 667

[277] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 668

[278] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 669

[279] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 671

[280] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 672

[281] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 673

[282] Crónica Interna 111

[283] Crónica Interna 114

[284] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 674

[285] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 675

[286] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 687

[287] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 679

[288] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 680

[289] Dávila, Diego (1976). “El 16 de septiembre de 1955. Cro-nología”,Historia Integral Argentina, T. 10, Buenos Aires:Centro Editor de América Latina, p. 23

[290] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 681

[291] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, página 109

[292] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 681 y 682

[293] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 683

[294] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 682

[295] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 689

[296] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 689

[297] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 690

[298] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 709

[299] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 710

[300] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 711

[301] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 712

[302] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 713 y 714

Page 48: Revolución Libertadora (Argentina)

48 20 NOTAS

[303] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 692

[304] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 715

[305] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 716 a 718.

[306] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 719

[307] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 720.

[308] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, página 118.

[309] Crónica Interna 109-110

[310] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 724.

[311] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 727 y 728.

[312] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 721 y 722.

[313] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 721.

[314] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 694.

[315] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 695.

[316] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 696.

[317] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 697.

[318] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 699.

[319] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 700 y 701.

[320] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 701.

[321] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 706.

[322] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 734-738.

[323] Crónica Interna 116

[324] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 741.

[325] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 738-739.

[326] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 741.

[327] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 706.

[328] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, páginas 738-739.

[329] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 740.

[330] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 743.

[331] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 744.

[332] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, páginas 137-140

[333] Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del 55. Cuarta edi-ción. Editorial Claridad. Buenos Aires 2013. ISBN 978-950-620-336-8, página 745.

[334] Decíamos ayer: la prensa argentina bajo el Proceso.Eduardo Blaustein y Martín Zubieta. 2006. ISBN 950-581-603-0.

[335] La consigna "YPF sí, California no”, estaba referida a unaserie de convenios comerciales que el presidente Juan D.Perón había firmado en mayo de 1955, con la empresaCalifornia Argentina de Petróleo SA, subsidiaria de la em-presa estadounidense Standard Oil de California, con el finde realizar una explotación mixta con la empresa estatalYacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), de algunos po-zos y alcanzar el autoabastecimiento. La medida era cues-tionada por algunos sectores de izquierda que reclamanel monopolio del petróleo por parte de YPF. Ver: Cori-gliano, Francisco (2004). La política petrolera de Perón,La Nación, 25 de agosto de 2004.

[336] Spinelli, María Estela. La desperonización. Una estrategiapolítica de amplio alcance (1955-1958), Historia Política,página 17.

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[337] Vivián Trías (1972). Historia del Imperialismo Norteame-ricano. Volumen II: “La fronda contrarevolucionaria quebarrió al mundo a mediados de los ´50, trajo otros triun-fos al imperialismo. En septiembre de 1955 una coaliciónde “oligarcas vacunos”, derechistas católicos, industrialesvoraces, oficiales “Liberales” y agentes ingleses derrocó alGeneral Juan Domingo Perón”. Cámara de Representantesde la República Oriental del Uruguay

[338] «Pensamiento Nacional».

[339] Eduardo Lonardi. Presidente de facto, País Global.

[340] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, 142-143. “A mi juicio el gobierno revolucio-nario debía ser enteramente apolítico. A fin de completarla obra de la Revolución, su misión era establecer en elpaís las condiciones que eran necesarias para que la po-lítica pudiese desarrollarse libremente en la calle. (...) Lareconstrucción no debía de ninguna manera ser dirigida.Para que fuese auténtica y verdadera debía ser libre y es-pontáneamente realizada por el pueblo.”

[341] La frase “sin vencidos ni vencedores” fue insertada porJusto José de Urquiza en una clásula del tratado que fir-mara el 8 de octubre de 1851, con motivo de la rendi-ción de Manuel Oribe, aliado Juan Manuel de Rosas, enla Guerra Grande uruguaya, como consecuencia de la ren-dición de Oribe, pocos días después que Urquiza en alian-za con Brasil, iniciara su enfrentamiento a Rosas, y queterminaría con la caída de éste último al año siguiente.

[342] Pigna, Felipe (2007). ¿Ni vencedores ni vencidos?, Clarín,16 de septiembre de 2007.

[343] Bonifacio del Carril, Crónica Interna de la Revolución Li-bertadora, páginas 152 y 153

[344] Lerman, Gabriel D. (2007). El nacimiento de las 62 Or-ganizaciones. Entrevista a Santiago Senen González, Pági-na/12, 17 de diciembre de 2007.

[345] Inicialmente se designó para conducir la CGT a un triun-virato integrado por Andrés Framini (textiles) y Luis Na-talini (Luz y Fuerza) y Dante Viel (estatales). Pero el go-bierno militar rechazó a Viel por tratarse de un emplea-do público. Godio, Julio (2000). Historia del movimientoobrero argentino (1870-2000). Buenos Aires: Corregidor,Tomo II, pag. 963-969. 950-05-1319-6.; Lerman, GabrielD. (2007). El nacimiento de las 62 Organizaciones. Entre-vista a Santiago Senen González, Página/12, 17 de diciem-bre de 2007.

[346] Godio, Julio (2000). Historia del movimiento obrero ar-gentino (1870-2000). Buenos Aires: Corregidor, Tomo II,pag. 963-969. 950-05-1319-6.

[347] En 1955 se encontraba vigente aún la Constitución de1949, derogada por un bando militar al año siguiente.

[348] Editorial, Diario La Época, 11 de noviembre de 1955.

[349] Budeisky, Clara Celia (1976). “El gobierno provisional(1955-1958”, Historia Integral Argentina, T. 10, BuenosAires: Centro Editor de América Latina, p. 38

[350] Daniel Gutman (2012). Tacuara. Sudamericana. p. 54.

[351] Gorojovsky, Néstor Miguel (2001). Falleció el legendariodirigente sindical Andrés Framini, Universidad de Utha.

[352] Decreto 4161, Agenda de Reflexión, Nº 107, septiembrede 2003.

[353] Capítulo 13. Atentado contra Perón., La Resistencia Pero-nista, El Forjista

[354] González Arzac, Alberto (1976). «La Convención Cons-tituyente de 1957», en Historia Integral Argentina; T. 10:Los nuevos equilibrios. Buenos Aires: Centro Editor deAmérica Latina.

[355] Pérez Ghilhou, Dardo; Seghesso, María Cristina (eds.)(2007), “La Convención Constituyente de 1957”, Partidospolíticos, ideas y debates, Mendoza: Ex-libris/ASTREA.978-987-1389-02-5.

[356] Palacios, Alfredo (1958), El pensamiento socialista en laConvención Nacional de 1957, Buenos Aires, pag. 200.

[357] Ferla, Salvador (1964).Mártires y verdugos. BuenosAires:Sin editor. ISBN 978-950-754-215-X

[358] Framini, Andrés. 9 de junio de 1956. Alzamiento del Ge-neral Juan José Valle, Discurso.

[359] Seoane, María (2006). Últimos secretos de los fusilamien-tos de 1956, Clarín, 4 de abril de 2006.

[360] Spinelli, María Estela. La desperonización. Una estrategiapolítica de amplio alcance (1955-1958), Historia Política,página 19 y nota 62.

[361] González Crespo, Jorge (1993). Memorias del AlmiranteIsaac F. Rojas. Conversaciones con Jorge González Cres-po., Buenos Aires: Planeta.

[362] Perren, Jorge (1997). Puerto Belgrano y la Revolución Li-bertadora, Buenos Aires: Solaris.

[363] Bonasso, Miguel: El presidente que no fue. Los archivosocultos del peronismo pág. 97, 1997, Buenos Aires. Edi-torial Planeta ISBN 950-742-796-1

[364] Page, Joseph A.: Perón. Segunda parte (1952-1971) pág.110, 1983, Buenos Aires. Javier Vergara Editor ISBN950-15-0316-X

[365] Decreto 7913/57

[366] Decreto-ley 7914/57

[367] Decreto-ley 326/56 y la reglamentación con el decreto7.979/56 en revista “Derecho del Trabajo” 1956 pág. 117

[368] Decreto 5005/56

[369] [Sarlo, Beatriz; colaboración de Carlos Altamirano(2001). La batalla e las ideas (1943-1973) (1° edición edi-ción). Ariel Historia Buenos Aires. pp. 63, 65 y 81. ISBN950-9122-75-0.

[370] Álvarez de Tomassone, Delia Teresita (2006). Despuésde 1955: la reestructuración, Universidad Obrera Nacio-nal - Universidad Tecnológica Nacional La génesis de unaUniversidad (1948-1962), ISBN 978-950-42-0075-8

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50 21 ENLACES EXTERNOS

[371] Oliva, Enrique (2004). «La creación del CONICET». Ur-gente 24 (10 de febrero).

[372] “Fueronmuchas las conspiraciones que se fueron tejiendo,casi todas ellas totalmente locas y sin ninguna posibilidadde concretarse, pero que de todos modos dan la idea deque por parte de la oposición tampoco existía la idea deun juego leal.” Luna, Félix (1993). Breve historia de losargentinos, Buenos Aires, Planeta.

[373] “Era una atmósfera en donde la oposición era tomada co-mo si fuese una sombra negativa en el país, un sector que,por no compartir los ideales de la mayoría, debía ser mar-ginado del proceso político”. Luna, Félix (1993). Brevehistoria de los argentinos, Buenos Aires, Planeta.

[374] En Junín seguirán recordando a dictadores, Desapareci-dos.org.

[375] A 20 años de la ley, Perón sigue sin tener su monumento enCapital , Clarín, 6 de mayo de 2007.

[376] Decreto N° 2.146/79.

[377] Proyecto de ley para designar con el nombre de generalJuan José Valle al tramo de la ruta Nacional 9 - San Ni-colás, provincia de Buenos Aires - Rosario, Provincia deSanta Fe., Cámara de Diputados de la Nación.

[378] Piden cambiar nombre a la autopista, Villa Constitución.

[379] El proyecto fue presentado el 15 de agosto de 2006 y tra-mitó en el Senado por expediente 2870-S-2006. En la Cá-mara de Diputados tramita por expediente 0037-S-2007.Fuente: Base de datos del Congreso de la Nación Argen-tina.

[380] La Presidenta inauguró un monumento al cumplirse el 53ºaniversario del bombardeo de Plaza de mayo de 1955, Si-tio oficial de la Presidencia de la Nación Argentina, 17 dejunio de 2008.

[381] Revolución fusiladora y proscripción del peronismo

[382] Mario Firmenich y Norma Arrostito cuentan cómo murióAramburu, La causa personista, 3 de septiembre de 1974.

[383] Montoneros: El llanto para el enemigo, El Historiador.

[384] Vitale, Cristian. «Entrevista con Delfor Dicásolo(2005).». Página/12, 24 de mayo de 2005. Consultado el15-ene-2008.

[385] EE. UU.: murió Aldo Cammarota, Clarín, 1 de marzo de2002

21 Enlaces externos• Golpe del ’55 - Estampidos de metralla en Ensenada

• La revolución fusiladora, video en Dailymotion

• La Revolución Libertadora en Internet

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22 Origen del texto y las imágenes, colaboradores y licencias

22.1 Texto• Revolución Libertadora (Argentina) Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_Libertadora_(Argentina)?oldid=

85643634 Colaboradores: JorgeGG, Pilaf, Angus, Jdiazch, Rosarino, Tano4595, Barcex, Galio, Hinzel, El Moska, Yakoo, Maria-nocecowski, Huhsunqu, Jfa, Peejayem, Petronas, Taichi, Leandro Palacios, BOT-Superzerocool, Dubstar, .Sergio, Martinmartin,Banfield, Numa~eswiki, Grizzly Sigma, Tomatejc, Hendrix-argentina, Ultima thule, CEM-bot, Gejotape, Roblespepe, Rosarinagazo,Antur, Nerêo, Ggenellina, Mapep, Alakasam, Isha, Dobry, DagosNavy, José Sabía, Luan, Idioma-bot, Pólux, Andres rojas22~eswiki,Belgrano, Matdrodes, Pruxo, Muro Bot, Edmenb, Osval, SieBot, Camr, PaintBot, CARLOSMUINO, Turkmenistan, Novellón, BOTarate,Minuanoencapital, Marcelo, Mirtarizaga2222, Elnegrojose, Fadesga, Copydays, Héctor Guido Calvo, Darknightxz, Maañón, Piero71,ElCorbobes, Leonpolanco, Botito777, Nachanga, Rαge, Gelpgim22, UA31, Kat-1984, AVBOT, Dagane, LucienBOT, A ver, Gonce,Ezarate, Diegusjaimes, Andreasmperu, Luckas-bot, Boto a Boto, Lex.mercurio, FariBOT, Clamobio, Vic Fede, Rikirossi, Elsapucai,Manuelt15, Xqbot, Dreitmen, Franco-eisenhower, Botarel, AstaBOTh15, D'ohBot, Lexos, TiriBOT, Enrique Cordero, Shakma, Abece,PatruBOT, AldanaN, *TikiTac*, Jorge c2010, Afrasiab, Salvioli, Grillitus, B1e2c3c4, Frigotoni, Tomas8024, GMoyano, Franco68,KLBot2, Inesbugsbunnyines, Invadibot, Iviilkapo, EduLeo, MaKiNeoH, Celesteyblanco, Patolorente13, BOTito, InteliBOT, El Huinca,EmanuelVaquie y Anónimos: 116

22.2 Imágenes• Archivo:ARA_General_Belgrano_underway.jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/9b/ARA_General_

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• Archivo:Isaac_Rojas.jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/63/Isaac_Rojas.jpg Licencia: Public domain Co-laboradores: [1] Aparece también en nota del diario Clarín Artista original: Diario Clarín?

• Archivo:Isaac_Rojas_y_Pedro_Eugenio_Aramburu_(1956).jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/51/Isaac_Rojas_y_Pedro_Eugenio_Aramburu_%281956%29.jpg Licencia: Public domain Colaboradores: Archivo Gráfico de la NaciónArtista original: Desconocido

Page 52: Revolución Libertadora (Argentina)

52 22 ORIGEN DEL TEXTO Y LAS IMÁGENES, COLABORADORES Y LICENCIAS

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