Revolución y Contrarrevolución en Portugal - Nahuel Moreno
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REVOLUCIN YCONTRARREVOLUCIN
EN
PORTUGAL
NAHUEL MORENO
Secretariado Centroamericano SECACentro Internacional del Trotskismo Ortodoxo CITOhttp ://www.oocities.com/obreros.geo/
mail : [email protected] electrnica Diciembre 2001(Tomado de Cuadernos de Revista de Amrica # 1, Julio Agosto 1975, BuenosAires)
INDICE
REVOLUCIN Y CONTRARREVOLUCIN EN PORTUGAL
I.- La Revolucin Portuguesa y la Rusa
1. Una comparacin feliz
| Web LSI | Publicaciones | Obras de Nahuel Moreno | Partidos | E-Mail
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2. Un olvido peligroso: la pequea burguesa y sus partidos
3. Las Etapas de las revoluciones rusa y portuguesa
4. La revolucin portuguesa y la espaola de los aos 30
II.- Una revolucin colonial que se transforma en revolucin socialista metropolitana
1. Los pronsticos de la III Internacional
2. Un imperio capitalista en decadencia
3. La revolucin colonial conmueve al imperio
4. La crisis en el ejrcito: MFA y putsch
5. Un putsch que se transforma en una revolucin obrera
III. Las masas derrotan a la contrarrevolucin spnolista
1.- El gobierno de unidad nacional
2.- Crisis del gobierno Spnola: el MFA coparticipa del poder y se impone la Asamblea Constituyente
3. Las masas liquidan al gobierno de Spnola
4.- El gobierno MFAPCPS frena a las masas
5. Comienza un nuevo ascenso del movimiento obrero y de masas
6. La contrarrevolucin spinolista
IV El putsch del 11 de marzo abre una etapa revolucionaria
1.- Cuatro nuevos hechos decisivos
2. El Programa de Transicin define esta situacin
3. Una situacin revolucionaria
4. El rol orgnicamente contrarrevolucionario del MFAPCPS cierra toda posib ilidad de que Portugal sea China oCuba
V. EL GOBIERNO DEL MFA
1. Bonapartismo clsico: una definicin poco feliz
2. Ms confusiones: bonapartismo sui generis
VI. Un gobierno kerenskista clsico
1. Los distintos tipos de gobiernos imperialistas
2. Democracia burguesa y fascismo
3. El bonapartismo imperialista
4. El kerenskismo
5. Kerenskismo y bonapartismo
6. Gobierno de izquierda, de colaboracin de clases, de frente popular o kerenskista son lo mismo
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7. Un gobierno kerenskista clsico
VII. El Movimiento de las Fuerzas Armadas
1. Kerenskismo institucionalizado
2. Carcter poltico y de clase
3. Dos interpretaciones peligrosas sobre el MFA y la crisis de las fuerzas armadas
VIII. Las crisis del rgimen y el proyecto bonapartista del MFA
1. Un rgimen en crisis permanente
2. Spinola versus el b loque MFAPCPS
3.- El ascenso revolucionario vuelca al MPA a una poltica e ideologa contrarrevolucionarias
4. El MFAPC: nuevo frente contrarrevolucionario provocado por el ascenso
5. El Partido Comunista: agente del Kremlin y el MFA
6. El Partido Socialista y su alianza con el PPD y Costa Gomes
IX. El MFAPC contraataca al movimiento de masas y a la revolucin colonial
1. Las debilidades del ascenso revolucionario facilitan las maniobras contrarrevolucionarias del MFA
2. El ataque al movimiento obrero y a los grmenes del poder dual. La batalla de la produccin
3. El ataque a las conquistas democrticas
X. Por una poltica leninista-trotskista consecuente
1. El reformismo del PS y la demagogia de las asambleas populares no deben ocultarnos que el MFAPC es elprincipal enemigo
2. Ni programa mnimo democrtico, ni programa mximo de poder y democracia obrera exclusivamente. Por unprograma de transicin para que tomen el poder las comisiones obreras y los comits de soldados.
3. Los ejemplos de Espaa y Francia
4. Por un programa de transicin que lleve a la revolucin de las comisiones obreras y los comits de soldados
contra el gobierno del MFAPCPS
A. Un plan econmico y de obras pblicas de las comisiones y comits para superar el problema nmero uno:la crisis econmica, la desocupacin y el salario de hambre de los soldados.
B.- Abajo las reglamentaciones del gobierno sobre derecho de huelga y agremiacin. Por la democratizacin dela Intersindical. Por sindicatos revolucionarios que la lucha de las comisiones obreras por el poder.
C. Por el control obrero de las empresas nacionalizadas. Fuera los burcratas del MFA de las empresasnacionalizadas u ocupadas. Fuera los gerentes del MFA de los bancos nacionalizados. Por el control de todoslos bancos por un comit de las comisiones de las empresas nacionalizadas.
D. Adelante con las ocupaciones de fbricas, tierras y casas.
E. Fuera los burcratas ofciales del MFA de las comisiones obreras. Independencia de las comisiones obrerasrespecto a los sindicatos stalinistas. Sin son tiles, vayamos a las asambleas populares para echar a losoficiales del MFA. No descansemos hasta ganar las direcciones de los organismos de base a la ultraizquierda, agente vociferante del MFA.
F. Aceleremos la crisis del ejrcito imperialista. Por la extensin de las asambleas y comits de soldados y
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suboficiales. Derrotemos las maniobras del MFA en el ejercito expulsando a los oficiales de dichas asambleas.Armemos al proletariado. Comencemos a formar un ejrcito de milicianos obreros y soldados que elija a susoficiales.
G. Por una nueva Asamblea Constituyente Revolucionaria: Por la defensa de las libertades para todos losportugueses. Por la defensa de los derechos democrticos del Partido Socialista y los maostas.
H. Por el retiro inmediato de Angola de las tropas y el armamento portugueses. Abajo las maniobrasneocoloniales. Por la total autodeterminacin nacional poltica y econmica de las ex colonias portuguesas.
I. Por la ruptura con la NATO y el Pacto Ibrico. Por la Federacin Ibrica de Repblicas Socialistas de losComits.
J. Por un Congreso Nacional de las Comisiones Obreras y Comits de Soldados que derrote al gobiernocontrarrevolucionario del MFA y tome el poder. Por la Revolucin Socialista.
4. No al frente nico con el PC y los otros partidos reformistas! S al trabajo en la Intersindical y fundamentalmente en los Comits de Obreros y Soldados!
5. El acuerdo con el Partido Socialista para defender las libertades democrticas
6. Slo el trotskismo es y puede ser la vanguardia revolucionaria
REVOLUCIN Y CONTRARREVOLUCINEN PORTUGAL
Todo el movimiento de izquierda coincide en que Portugal es, hoy en da, uno de los principales focos
revolucionarios del mundo y, sin lugar a dudas, el eje de la revolucin europea. Para muchos de nosotros
es, sin vuelta de hoja, el punto ms lgido de la lucha de clases a escala internacional.
Este primer acuerdo sobre la importancia actual de la revolucin portuguesa deja de ser tal ni bien
comenzamos a considerar los problemas que nos plantea. Es una revolucin obrera, o
populardemocrtica? Qu es el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA)? Qu carcter tiene su
gobierno? Es indito o ya conocido por el marxismo? Qu hacer frente al pacto que el MFA haobligado a firmar a los partidos obreros mayoritarios, el Socialista y el Comunista, por el que stos le
reconocen el derecho a gobernar el pas por varios aos? Permitimos que la ya elegida Asamblea
Constituyente vea as recortadas sus atribuciones soberanas? Defendemos la legalidad de los grupos
maostas proscriptos por el gobierno? Aceptamos que el diario Repblica empresa privada pero, al
mismo tiempo, rgano oficioso del Partido Socialista deje de editarse como tal por una maniobra conjunta
del PC y el MFA o un sector de l? Cmo nos definimos frente a la lucha entre el PS y el PC? Y en
Angola, la principal excolonia portuguesa, qu hacemos con las tropas all estacionadas Deben
quedarse para intervenir en la guerra civil que se ha desatado entre los tres frentes de liberacin? O deben
retirarse y dejar que el FLNA ligado al Zaire pueda derrotar al MPLA oportunista, ligado al PC y
dispuesto a pactar con el gobierno y el imperialismo portugueses? Diversas las respuestas que han tenidostas y otras preguntas de tanta o menor importancia.
El movimiento trotskista mundial no es una excepcin. Dentro de sus filas se viene discutiendo
extensamente y dando diferentes respuestas a estos interrogantes. Los artculos que publicamos en estenmero de Revista de Amrica (de Gus Horowitz, Livio Maitan, Ernest Mandel, Andrs Romero y
Fernando Sousa), as como el editorial de Rouge acerca del diario Repblica, son aportes a esta
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polmica, viva pero responsable, que solamente los trotskistas son capaces de desarrollar desde elenfoque de los principios del marxismo revolucionarlo. No concordamos con ellos en su totalidad; por eso
hemos credo conveniente escribir este extenso artculo, que no consideramos que constituye una respuesta
definitiva, sino un aporte ms a la polmica. La distancia, la falta de una documentacin exhaustiva, hacen
que estemos ms abiertos que nunca a modificar nuestros puntos de vista si otros hechos u otrasinterpretaciones se muestran ms acertadas.
Finalmente, una ltima aclaracin. Este artculo fue escrito para el nmero de Revista de Amrica que tena
que entrar en prensa el 23 de junio pasado. Por esa razn, no he polemizado con el interesante artculo deMandel, que no haba ledo. La demora en la impresin del trabajo, nos permiti efectuar correcciones de
forma y algunas de fondo, que no alteraron, sin embargo, la lnea general del mismo.
Nahuel Moreno Buenos Aires, 10 de julio de 1975
I.- LA REVOLUCIN PORTUGUESA Y LARUSA
1. Una comparacin feliz
Mientras los lgicos modernos dedican parrafadas a explicar la funcin de la analoga o comparacin,Bacon, varios siglos atrs, se limit a decir sencillamente: las cosas nuevas en s mismas sern
comprendidas por analoga con las viejas. Los revolucionarios, entre otros mtodos, seguimos el consejo
del viejo filsofo. Es as como The Militant, decano de los peridicos trotskistas, el 14 de junio de 1974,en un editorial que marca poca, poco despus del putsch que derrib a Caetano, sealaba que el
proceso portugus presenta un paralelo con la revolucin rusa. Otro tanto nos dice Gus Horowitz en el
artculo que publicamos en este nmero de Revista de Amrica.
Segn el editorial citado, son cinco las similitudes ms importantes. La primera consiste en que en Rusia
hubo un similar levantamiento de masas, cuya primera consecuencia fue la cada del odiado rgimen
zarista y un intent por parte de la burguesa de dar una alternativa al rgimen para mantener el
capitalismo.
La segunda, es que hubo una similar traicin a las masas por parte del partido mayoritario del
movimiento obrero, los mencheviques, quienes apoyaron la alternativa burguesa al zarismo . Ellos,
al igual que los stalinistas portugueses de hoy da, entraron como ministros al gobierno de coalicinnacional y, con el pretexto de que haba que consolidar la presente etapa democrtica de la revolucin,
decan a los obreros que postergaran sus demandas.
La tercera similitud radica en la urgente necesidad para las magas de terminar con la guerra, imperialista en
Rusia, colonial en Portugal.
La cuarta, en el sentimiento en favor de la unidad y el gobierno obrero, contra los ministros burgueses y el,gobierno de coalicin.
La quinta, por ltimo, es la tendencia de los obreros rusos... a organizar amplios consejos (la palabra
rusa es soviets) puesto que, ya los obreros portugueses han dado algunos pasos en esa
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direccin.
Creemos un acierto la comparacin de The MilitantHorowitz, aunque con dos limitaciones: no
profundizan las similitudes, ni sealan las diferencias.
En primer lugar, concordamos en que ambas revoluciones son producto de un levantamiento de masas
y que en ambos casos la burguesa intent un cambio de rgimen para mantener el capitalismo. Pero lo
sorprendente permtasenos esta nota de humor sera lo contrario: que hubiera una revolucin que no fuera
producto de un levantamiento de masas y donde la burguesa no intentara conservar el poder a travs de
un cambio de rgimen. Estas son caractersticas comunes a cualquier proceso revolucionario. Pero The
Militant no seala las importantes diferencias entre el levantamiento de masas portugus y el ruso. El
motor de la revolucin rusa de febrero de 1917 fue el movimiento obrero y su centro geogrfico las
ciudades, de donde irradi hacia la periferia;.fue, por su dinmica de clase, una revolucin obrera queentreg el poder a la burguesa. La portuguesa, en cambio, fue consecuencia directa de la revolucin
colonial, pequeo burguesa y perifrica, que repercuti en los centros y las masas urbanas metropolitanas e
inmediatamente se transform en obrera.
A la segunda analoga la comparacin entre la traicin de los mencheviques rusos y la de los partidos
obreros mayoritarios portugueses no hay nada que objetar. Salvo un detalle cuyas consecuencias veremos
ms adelante: los redactores de The Militant no nombran ni incluyen en su analoga al otro partido demasas de la revolucin rusa: los socialistas revolucionarios.
La tercera similitud es un acierto en toda la lnea. La necesidad de terminar con la guerra fue de suma
urgencia para las masas, tanto en Rusia embarcada en su guerra nter imperialista, como en Portugal
comprometido en su guerra colonial. Le faltara agregar a The Militant que la consecuencia de ambas
guerras fue una, aguda crisis de ambos ejrcitos, de los soportes ltimos del estado burgus, crisis que fue
producto de sucesivas derrotas. Y, adems, le falt decir que no es lo mismo ser derrotado por otro
ejrcito imperialista que por diez aos de guerra colonial revolucionaria.
Sobre la cuarta comparacin, relativa a los sentimientos de los obreros rusos y portugueses a favor de la
unidad de clase y contra el gobierno de coalicin, slo queremos agregar que dichos sentimientos tienen enPortugal, en un sentido ms facilidades y en otro menos que en Rusia para expresarse. Ms, porque en
Portugal los partidos Socialista y Comunista, al igual que el MFA, son relativamente improvisados y no
largamente estructurados e insertados en la conciencia de los obreros y las masas, como lo fueron los
mencheviques y los socialrevolucionarios rusos, partidos construidos durante dcadas de actuacinpoltica. Menos, porque los obreros portugueses no tienen ante s un partido revolucionario de larga data y
reconocido como el Partido Bolchevique, que fortalezca y organice esos sentimientos.
Finalmente, la quinta analoga sobre los soviets ha estado lejos de cumplirse. Si bien es verdad que The
Militant la plantea corno necesidad y subraya que slo se han dado algunos pasos en esta direccin,
desgraciadamente no se han visto confirmadas las esperanzas de todos nosotros. En lugar de soviets se
desarrollaron otros mtodos y formas ms embrionarias y espontneas de poder obrero y del movimientode masas. las ocupaciones y las comisiones obreras, de inquilinos y soldados, o sea, comits de fbricas y
de otros lugares, pero no soviets. Estos ltimos agrupan a todos los obreros y explotados de una zona,
vienen a ser coordinadoras de todas las masas explotadas, que practican la democracia directa. Los
comits reflejan solamente a los obreros de una fbrica, los inquilinos de un edificio o los soldados de un
regimiento, no a todos juntos. Las razones de esto son el sabotaje de los partidos Comunista y Socialista,
as como la falta de experiencia del movimiento obrero. Pero entre los soviets rusos y las comisiones
portuguesas hay otra diferencia: los soviets se dieron desde el principio centralizados en una organizacin
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nacional reconocida por todos. En cambio, las comisiones u ocupaciones portuguesas no estn
centralizadas ni organizadas a nivel nacional, se han ido formando de manera espontnea, anrquica y
atomizada, aunque aparentemente mucho ms generalizadas de lo que se cree.
A todas estas similitudes cabe agregar, por lo menos, una ms: tanto Rusia como Portugal eran, en sus
respectivos momentos, los eslabones ms dbiles y atrasados de la cadena imperialista mundial, aunque el
carcter del atraso portugus sea diferente al ruso.
2. Un olvido peligroso: la pequea burguesa y sus partidos
Como ya anticiparnos, existe un olvido e inexactitud que quizs no sea casual: en el editorial a que nos
venimos refiriendo no se menciona al Partido Socialista Revolucionario, conocido tambin en la historia de
la revolucin rusa como SocialRevolucionario o eserista. Sin embargo, no es exacto que el partido
mayoritario dentro de la clase obrera, y el nico que practic la colaboracin de clases, haya sido el
menchevique. El SocialRevolucionario fue el gran partido de masas que colabor con los gobiernos
burgueses y de cuyas filas surgi Kerensky, nexo entre la burguesa y las organizaciones de masas. Era un
partido tpico de toda revolucin: reflejaba a las masas en general y a la pequea burguesa en particular
(incluyendo los sectores obreros ms, atrasados, que venan del campo y conservaban la mentalidad rural).
Fue la expresin de las grandes masas puestas en movimiento por la revolucin, acaudilladas por la
moderna clase media, sectores intelectuales y profesionales, tecncratas y burcratas de todo tipo,etctera, los cuales son la herramienta poltica ms til para la burguesa imperialista cuando se ve
amenazada por una crisis revolucionaria.
El otro partido pequeo burgus, aunque representaba a la clase obrera, era el menchevique, el nico que
cita The Militant. Por su ideologa, programa y direccin era ste un partido pequeo burgus, aunque lo
siguiesen obreros. Reflejaba en el seno de la clase obrera la presin de la clase media y el pequeo
aburguesamiento de algunos sectores del proletariado. En relacin a Portugal, The Militant compara almenchevismo slo con el stalinismo y se olvida de los socialistas.
Mucho ms que estos olvidos nos preocupa la posible razn de ellos. Aparentemente, para nuestros
autores, pareciera que en Portugal slo existen dos clases: la burguesa y el proletariado, ya que jams
nombran a la pequea burguesa como protagnica del proceso revolucionario o contrarrevolucionario. Y,
en consecuencia, ven solamente organizaciones polticas de dos nicas categoras: las de la burguesa
imperialista portuguesa y las reformistas que representan al movimiento obrero. Pero esto no es as: el
proletariado industrial slo constituye aproximadamente un tercio de la poblacin econmicamente activa.Existe una amplia capa pequeo burguesa, tanto urbana como campesina, frente a la cual el proletariado,
aun si sumamos el industrial y agrcola, es minoritario. La pequea burguesa, como clase y corno
representacin poltica del proletariado a travs de los partidos reformistas (de ideologa y direccin
pequeo burguesa), cumple un papel doblemente decisivo en la revolucin; no podemos, entonces,
ignorarla. Una cosa es sealar correctamente que en sta, como en todas las revoluciones, existen slo dos
salidas y dos tipos de gobierno: capitalista u obrero. Otra cosa muy distinta y errnea es tomar en cuenta
solamente a estas dos clases al analizar la revolucin y desconocer as la existencia y el papel fundamental
de la pequea burguesa y sus organizaciones polticas.
Tanto Trotsky como Lenin han insistido repetidamente en este problema. Lenn deca: Es sumamente
caracterstico y significativo que, tanto los socialistas revolucionarios como los mencheviques, sin
negar esto en principio, y conociendo muy bien el carcter capitalista de la Rusia actual [de
19171 no se atrevan a mirar cuerdamente la verdad cara a cara. Temen reconocer la verdad de que
todo pas capitalista, Rusia inclusive, se divide bsicamente en tres fuerzas fundamentales y
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principales: la burguesa, la pequea burguesa y el proletariado. De la primera y la tercera todos
hablan, todos las reconocen. A la segunda que constituye precisamente mayora por su nmero! no la quieren valorar sensatamente ni desde el punto de vista econmico, ni poltico, ni militar.
(Obras Completas, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957, Tomo XXV, pg. 193)
Y, remarcando el papel de la pequea burguesa, sealaba: El hecho de que nuestra revolucin hayagastado en vanoseis meses de vacilaciones respecto a la organizacin del poder, es indiscutible, y
est determinado por la poltica vacilante de los socialistas revolucionarios y de los mencheviques.
Pero, a su vez, la poltica de estos partidos se ha determinado, en ltima instancia, por la posicin
de clase de la pequea burguesa, por su inestabilidad econmica en la lucha entre capital y
trabajo . (Op. cit., Tomo XXV, pg. 857)
Trotsky, en repetidas oportunidades, dijo lo mismo: Para poder dar una respuesta a la pregunta de
cmo la revolucin de los obreros y campesinos cedi el poder a la burguesa, hay que empalmar ala cadena poltica un eslabn intermedio: los demcratas y socialistas pequeo burgueses del tipo
de Sujanov, los periodistas y polticos de la nueva clase media que ensearon a las masas que la
burguesa era el enemigo, pero que lo que ms teman era libertar a las masas de la frula de ese
enemigo. La contradiccin entre el carcter de la revolucin y el del poder que surgi de ella se
explica por las peculiaridades contradictorias del nuevo sector pequeo burgus, situado entre las
masas revolucionarias y la burguesa capitalista . (Len Trotsky, Historia de la Revolucin Rusa,
Galerna, Buenos Aires, 1972, Tomo 1, pg. 205)
En cada curva del camino histrico, ante cada crisis social, debemos examinar una y otra vez la
cuestin de las relaciones mutuas entre las tres clases de la sociedad moderna: la gran burguesa,
dirigida por el capital financiero; la pequea burguesa, que oscila entre ambos campos
fundamentales; y, finalmente, el proletariado . (Len Trotsky: La lucha contra el fascismo en
Alemania, Ed. Pluma, Buenos Aires, 1973, Tomo I, pg. 18)
3. Las Etapas de las revoluciones rusa y portuguesa
Al no ceirse estrictamente a las advertencias de Lenin y Trotsky con respecto a la pequea burguesa (o
democracia pequeo burguesa, como tambin la llamaban) The Militant y Horowitz se atan las manos
para profundizar aun ms la comparacin entre ambas revoluciones y explotar hasta el fin su acierto,
renunciando a buscar las similitudes entre las, etapas de las dos revoluciones y la ubicacin en ellas de la
democracia pequeo burguesa.
Para no dar ms que un ejemplo, sealemos que el editorial de The Militant no prev la lucha, sordaprimero y abierta despus, entre Spnola, representante de la gran burguesa, por un lado, y por el otro, la
democracia pequeo burguesa: el MFA y sus aliados del PC y el PS. Y Horowitz, ya ante el hecho
consumado de esta lucha, no puede darnos ninguna definicin ni comparacin de ella que se apoye en un
anlisis d clase. Horowitz, un ao despus de iniciada la revolucin portuguesa, renuncia a precisar sus
etapas y personajes, limitndose a una descripcin de los acontecimientos.
Para nosotros, hasta el ltimo golpe de Spnola, ese paralelo con la revolucin rusa se acenta. Este golpe
refleja la contrarrevolucin burguesa korniloviana derrotada por la movilizacin del conjunto delmovimiento de masas, incluida la democracia pequeo burguesa portuguesa. Nos parece que Spnola ha
combinado, en una sola personalidad, la del prncipe Lvov (titular del primer gobierno provisional en la
revolucin rusa, abocado a la consolidacin de un gobierno de unidad nacional con marcados, rasgos
bonapartistas) y la de Kornilov (encargado de liquidar el gobierno kerenskista para instaurar el
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bonapartismo contrarrevolucionario). Y esto no es una casualidad ya que Lvov simbolizaba lacontrarrevolucin feudal y Kornilov, la burguesa. Spnola refleja una sola contrarrevolucin: la burguesa, ya
que en Portugal no hay otra. As, derrotada la primera posibilidad, Spnola se lanz a la segunda, en la
conspiracin y el abortado putsch del 11 de marzo. La revolucin portuguesa ya ha derribado a su
prncipe Lvov Spnola en el gobierno y ha tenido sus jornadas de septiembre, aplastando a su Kornilov
el Spnola del putsch del 11 de marzo. La nica diferencia fundamental est en que los obreros rusos,tras las jornadas de septiembre, tuvieron un partido bolchevique para conducirlos decididamente a la toma
del poder; en cambio, los obreros portugueses no lo tienen. Pero, justamente a partir de la jornada de
septiembre, el papel de los bolcheviques fue absolutamente determinante en el proceso ulterior de la
revolucin rusa. Su ausencia en Portugal transforma, a partir de aqu, toda nueva analoga en unacomparacin vaca y, por lo tanto, intil.
Supongamos que no concordamos con esa comparacin entre las relaciones y las etapas de la gran
burguesa, la pequea burguesa y el proletariado en Rusia y Portugal. Si as fuera, se impondra con toda
claridad sealar el carcter y las diferencias que tienen en este aspecto ambas revoluciones.
4. La revolucin portuguesa y la espaola de los aos 30
As como nos ha parecido fructfero comparar la revolucin portuguesa, hasta el 11 de marzo de 19745,
con la rusa, creemos que para entender la nueva etapa es til su comparacin con la revolucin espaola
de los aos 30, aunque tambin debamos marcar algunas diferencias importantes.
Tal cual previ Trotsky en su momento, la revolucin espaola fue muy lenta en relacin a la rusa. La
actual revolucin portuguesa, en cambio, recorri en un ao lo que a la espaola le llev cerca de seis.
Esto ocurri porque tanto la rusa como la portuguesa tuvieron en comn la crisis del ejrcito desde los
primeros momentos de la revolucin, fenmeno que no se dio en la espaola. Y a este factor se sum, en
Portugal, la falta de organizaciones reformistas fuertemente enraizadas en el movimiento obrero y de
masas.
Como ya hemos dicho, para nosotros, antes de cumplirse un ao de revolucin, se dio en Portugal el
clsico golpe korniloviano o franquista: tal es el significado en el calendario portugus de los dos golpes
fracasados de Spnola. En sus consecuencias, vuelven a asemejarse las revoluciones rusa y portuguesa: el
golpe contrarrevolucionario fracasa y, al hacerlo, acelera la crisis del ejrcito. En Espaa, en cambio, el
triunfo de los primeros das sobre el golpe no se consolid como consecuencia de la traicin del gobierno y
de las direcciones obreras. As, la reaccin no se desorganiz e inici la guerra civil. Esta dividi al pas en
dos campos: en uno dominaba el ejrcito burgus, ahora fascista; en el otro, en el campo de la Repblica,desaparecieron en un primer momento la polica y el ejrcito para ser reemplazados por las milicias
obreras y antifascistas. De esa manera, el poder dual logr en Espaa un grado de desarrollo (con la
desaparicin del ejrcito y el dominio de las milicias, con la expropiacin de la mayor parte de las
industrias por el movimiento obrero, principalmente en Catalua, y la toma de tierras por los campesinos,
solamente en Aragn) al que no se aproxima Portugal. Pero esta diferencia se ve compensada por la brutal
crisis del ejrcito portugus, que no puede apoyarse como s lo hizo Franco con los famosos moros- en
las tropas coloniales, y ve nacer en su seno importantes brotes de doble poder, fenmeno que no se dio en
el ejrcito espaol, el cual no sufri crisis internas ni fue carcomido por grmenes de poder dual. Un
segundo factor derivado de ste, que tambin compensa esta diferencia en el desarrollo del poder dual en
Portugal y Espaa de los 30 es que, en el primero, la derrota del golpe de Spnola aleja, por un tiempoms, o menos largo, la posibilidad de un nuevo golpe reaccionario.
Pero, pese a todas estas diferencias, las dos revoluciones se parecen en algunos aspectos fundamentales.
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El primero de ellos es que, tras el golpe contrarrevolucionario, cuando las condiciones objetivas ponen elpoder al alcance del proletariado, ste carece de un fuerte partido bolchevique. El segundo aspecto es que
s en Espaa, despus del golpe franquista, el principal factor contrarrevolucionario fue el stalinismo en
maridaje poltico con una sombra de la burguesa y los restos de los oficiales del ejrcito y la polica que
quedaron en el campo republicano, similar papel cumple el stalinismo portugus desde el golpe del 11 de
marzo, servilmente ligado a esa sombra de burguesa que es Costa Gomes y a la oficialidad izquierdista
portuguesa que constituye el MFA.
Estas dos semejanzas anticipan una tercera, que puede ser trgica para el proletariado portugus. As
como hubo un mayo cataln (1937), en que el stalinismo y el gobierno republicano hicieron su propia
guerra civil contra el movimiento obrero de aquella provincia espaola para imponer un gobierno
bonapartista, el mayor peligro para los trabajadores portugueses es, en forma inmediata, un similar papel
del stalinismo y el MFA portugueses.
Nada demuestra mejor la utilidad de estas analogas y de la discusin terica para precisar las etapas, que
la aparente o real discrepancia con Horowitz sobre el carcter del putsch de Spnola. Pareciera que, para
Horowitz, ste no significar la derrota del Kornilov o el Pinochet portugus por un buen tiempo, y que,
por lo tanto, seguiramos en una etapa donde el peligro inmediato para las masas es Spnola o Pinochet, es
decir, la contrarrevolucin burguesa. Es as como dice, refirindose a la poltica del PC portugus:
Cmo recuerda a Chile! Y la leccin de Chile indica el peligro que existe en Portugal (Gus
Horowitz, Portugal un ao despus del golpe, ver este nmero de Revista de Amrica). Nosotros, en
cambio, diramos: Cmo recuerda a Espaa, despus que se derrot a Franco en las zonas industriales!Cmo se parecera a Chile, si en Chile las masas hubieran derrotado a Pinochet! Y las lecciones de lo que
ocurri en la Espaa republicana, con los gobiernos contrarrevolucionarios de Largo Caballero y
NegrnStalin, indican el peligro que existe en Portugal con la contrarrevolucin del MFAPCPS,especialmente de los dos primeros.
II.- UNA REVOLUCIN COLONIAL QUESE TRANSFORMA EN REVOLUCINSOCIALISTA METROPOLITANA
1. Los pronsticos de la III Internacional
La Revolucin portuguesa se aproxima a los vaticinios de Lenin y Trotsky, quienes anticiparon, en la
primera postguerra, que los movimientos coloniales de los viejos imperios Inglaterra, Francia seran partede un movimiento revolucionario nico a escala de todo el imperio, en el que la revolucin obrera
metropolitana sera la, vanguardia de las revoluciones coloniales pequeo burguesas y burguesas.
Durante casi sesenta aos, ninguna de estas previsiones se cumpli. El fracaso de la revolucin obrera en
Europa, tras la Primera Guerra Mundial, por la traicin de las direcciones socialdemcratas, frustr esa
combinacin de los movimientos agrarios y nacionalistas pequeo burgueses o burgueses con la revolucin
obrera metropolitana. El carcter martimo, no territorial, de estos imperios coloniales los ayud a capear
el temporal.
Ms tarde, la traicin stalinista de la segunda postguerra permiti a los viejos imperialismos realizar con
xito la maniobra neocolonial. Las colonias conquistaron la independencia poltica, pero para incorporarse
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al mundo de los pases atrasados, econmicamente dominados bajo formas semicoloniales o dependientespor los mismos viejos imperialismos en sociedad con el imperialismo yanqui, Este proceso no se combincon la revolucin obrera en las metrpolis. Cuando estallaron las guerras de liberacin, democrticas o
agrarias (China, Indochina, Corea, Argelia, Cuba), fue nuevamente el stalinismo quien actu en todos los
frentes para impedirlo: Ni la de Vietnam, ni la de Argelia, las dos revoluciones coloniales ms heroicas de
esta postguerra dentro de los vicios imperios, tuvieron un apoyo incondicional y revolucionario del
stalinismo y el movimiento obrero francs que ste diriga. El hecho deque la revolucin colonial y el
movimiento obrero del pas imperialista no lograran ligarse en un proceso nico, en un todo orgnico, al
tiempo que provocaba guerras interminables, espantosamente crueles y sangrientas en las colonias,
permita la supervivencia -aunque debilitada de la estructura capitalista e imperialista en las metrpolis.
Por razones que hacen slo indirectamente al stalinismo, y directamente al retraso del movimiento obrero
japons y norteamericano, las revoluciones y guerras semicoloniales en China, Corea, Indochina y Cuba,tampoco se ligaron a aquellos. El fascismo impidi que el movimiento obrero japons colaborara y se
uniera con los trabajadores chinos que se le oponan en la dcada del 30 y principios del 40. Ni el dbil
movimiento contra la agresin yanqui a Cuba ni el gran movimiento contra la guerra de Vietnam fueron
acaudillados por el movimiento obrero. Mucho menos por un movimiento obrero que avanzara hacia la
revolucin socialista.
Esta ligazn que falt entre las revoluciones democrticoburguesas y la revolucin obrera dentro de los
imperios se dio, sin embargo, dentro de las fronteras de algunos pases coloniales y semicoloniales. Las
guerras campesinas democrticas o antiimperialistas china, coreana, vietnamita, yugoslava y cubana setransformaron, por la lgica objetiva de esas luchas, en revoluciones obreras deformadas. Se corroboraba
as la teora de la revolucin permanente sobre la combinacin de ambas revoluciones.
Esta largamente frustrada combinacin revolucionaria entre los movimientos colonial y obrero
metropolitano, se producir, finalmente, con la revolucin portuguesa.
2. Un imperio capitalista en decadencia
Los idelogos del MFA, seguidos consciente o inconscientemente por muchos sectores de izquierda,
hacen esfuerzos para tratar de igualar al Portugal liberado del fascismo con los pases coloniales ysemicoloniales, para encubrir as su carcter imperialista. Es el famoso tercermundismo de los capitanes.Para que esta peligrosa y falsa teora haya podido hacer pie tiene que asentarse en un hecho cierto: el
evidente atraso de Portugal.
Todo intento de comparar a Portugal con los pases coloniales debe comenzar con este problema de
fondo: el carcter de su atraso. Se debe a que lleg demasiado tarde al desarrollo capitalista, como lospases coloniales o, por el contrario, a que lleg demasiado pronto? Este ltimo es el caso de Portugal, que
fue el primer pas capitalista moderno que logr formar un imperio comercial, mucho antes que Inglaterra.As, gracias a ello, pudo conseguir colonias que ha seguido explotando hasta la fecha. Se parece aInglaterra, con la diferencia de que la decadencia de sta comenz hace dcadas y no siglos. En los
diferentes orgenes del atraso radica el distinto carcter de Portugal y de los pases del tercer mundo.Aqul es un imperialismo senil, el ms senil de todos porque fue el primero; en cambio, los pases
coloniales y semicoloniales no han alcanzado a desarrollarse en plenitud como pases capitalistas, porhaber llegado demasiado tarde. Si ni siquiera han podido obtener su plena independencia
econmicopoltica, mucho menos habran de lograr transformarse en potencias imperialistas capaces deexplotar a otros pases.
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Portugal se diferencia del imperio ruso en el mismo hecho. Este ltimo lleg tarde al desarrollo capitalista.
De ah que fuera una semicolonia en relacin a los imperios europeos (el capitalismo extranjero dominabasu economa.), aunque al mismo tiempo fuese imperialista en relacin a las nacionalidades de su territorio.
Portugal nunca lleg a ser una semicolonia de otros imperios ms poderosos, pese a su extremadadebilidad: por el contrario, hasta los aos 60, el rgimen de Salazar haba logrado un alto grado de
autarqua.
Es un hecho histrico que, durante siglos, Portugal fue una submetrpoli comercial, y posteriormenteindustrial y financiera, del imperialismo ingls. Pero la crisis del 29 permiti a la burguesa portuguesa
independizarse relativamente de su carcter submetropolitano y la Segunda Guerra Mundial la independiztotalmente.
Mientras la crisis y la guerra heran de muerte a su socio ingls, la burguesa imperialista portuguesautilizaba esa situacin para fortificarse dentro de su imperio. La ayudaran dos hechos: primero, el no haberintervenido en la guerra mundial y no tener, por consiguiente, que pagar la reconstruccin del pas;
segundo, el que sus colonias ms importantes estuvieran en el centro y el sur de frica, la zona menoscastigada por la guerra y por los movimientos de liberacin nacional (zona muy distinta, por ejemplo, al
extremo oriente, que haba sufrido la invasin japonesa y visto el triunfo de la gran revolucin china).
Esto permiti a Salazar mantener en pie un imperio autrquico, relativamente cerrado a las inversiones de
otros imperialismos, sin elementos submetropolitanos (explotar en sociedad con imperialismos msfuertes), ni mucho menos semicoloniales. Tambin, gracias a ello, la dictadura pudo sostenerse en elpoder durante casi medio siglo.
Pero las condiciones favorables que haban permitido, pese a su atraso, mantener la independencia oautarqua, fueron quedando atrs a medida que se desarrollaba el boom econmico imperialista de
postguerra. La burguesa portuguesa, por s sola, no poda desarrollar las nuevas ramas de produccincaractersticas de la actual economa capitalista: automotriz, petroqumica, electrnica, bienes durables de
todo tipo, etctera. Para desarrollar esas ramas necesitaba imperiosamente entrar en sociedad con losmonopolios Yanquis o europeos. La guerra colonial agreg un factor suplementario de dependencia conrelacin a las grandes potencias imperialistas: la provisin de armas sofisticadas para enfrentar a los
guerrilleros, que su atraso le impeda producir. Es as como, desde 1,960, comenzaron a entrar capitalesyanquis y europeos al imperio. Si entre 1943 y 1960 solamente ingresaron 2 millones de contos, en slo 6
aos, entre 196167, entraron 20 millones, es decir, diez veces ms, y esta tendencia continuara.
A regaadientes, el gobierno de SalazarCaetano fue permitiendo esta penetracin, pero sin permitir quefuera predominante. El socio principal sigui siendo la burguesa portuguesa. Si no llega a interponerse larevolucin obrera, la tendencia del Portugal imperialista no deja lugar a dudas: su atraso lo condenar a
transformarse en submetrpoli, es decir, socio menor de otros imperios ms poderosos en la explotacinde la clase obrera y de las colonias; y, a muy lejano plazo, no estara descartado que perdiera totalmente
su influencia en sus colonias y se transformara directamente en una semicolonia. Portugal, para mantener suactual independencia del capital extranjero, slo tiene una alternativa: el socialismo, que le hara superar su
atraso sin caer bajo el dominio de los grandes monopolios internacionales. Esta transicin de unimperialismo relativamente independiente y dominante en su esfera de influencia, a dependiente osubmetropolitano, como socio menor de otros imperialismos, caracteriza la actual dinmica de la economa
burguesa portuguesa. Es una transicin inevitable que provoca fuertes contradicciones dentro de laburguesa y pequea burguesa portuguesa, como ya veremos.
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3. La revolucin colonial conmueve al imperio
Si el rgimen de Salazar logr mantener intacto y, en un sentido, fortalecer su imperio durante medio siglo,
la guerra colonial conmovi, por fin, su rgimen.
Ya en 1962, un conocido periodista de la izquierda inglesa, al describir el inicio de la revolucin colonial en
Angola, escriba estas palabras, realmente premonitorias (para el caso de que ella se extendiera, comosucedi, a las restantes colonias portuguesas):
En febrero de 1961 comenz en Angola la guerra de liberacin, que en estos momentos parece
poder alcanzar las dimensiones de la guerra de Argelia, convertirse en el comienzo de la revolucindel frica Central y del sur y sacudir de tal modo los cimientos del colonialismo portugus que
Salazar resulte herido de muerte y se transforme de este modo radicalmente la situacin en lapennsula ibrica . (Peter Freyer y Patricia Mc Gowa1n Pinheiro; El Portugal de Salazar, Ruedo
Ibrico, Pars, 1962, pg. 139). Efectivamente, la guerra llevar al marasmo la economa del imperialismoportugus, que se vera obligado a mantener un ejrcito de 150.000 hombres y gastar casi la mitad delpresupuesto en ella. El viejo imperio no pudo sostener esa situacin (ni tampoco, como se demostrara ms
tarde, realizar con xito la maniobra neocolonial).
El famoso libro de Spnola Portugal y el futuro no fue solamente el ms importante best seller de los
ltimos aos del Portugal fascista. Detrs suyo se escondan intereses no precisamente literarios. Supublicacin indicaba que el alto mando del ejrcito portugus se haba dividido, siguiendo las lneas en que
lo haba hecho la oligarqua portuguesa, como consecuencia del impacto de la guerra colonial, que yallevaba ms de diez aos. El sector ms reaccionario opinaba que haba que continuar la guerra hasta el
triunfo; el de SpnolaCosta Gomes que haba que terminar con ella, negociando con las colonias una salidaque las constituyera en estados asociados a la metrpoli, algo parecido a la actual situacin de las coloniasinglesas. Tanto unos como otros se oponan a la autodeterminacin de las colonias, pero en tanto que los
primeros: queran conservarlas como tales, el sector de Spnola aspiraba a mantener el imperio bajo unaforma neocolonial. A ese objetivo sumaba otro, de primera importancia: democratizar al pas para
permitir su integracin al Mercado Comn Europeo y asociarse con ste en la explotacin de las colonias yde la clase obrera. portuguesa.
Este primer plan del sector oligrquico representado, por SpnolaCosta Gomes era parecido en lo polticoal que la gran burguesa espaola est desarrollando en la actualidad: aplicar una fuerte presin para que el
propio gobierno fascista se modernice, es decir, cambiar algo para que todo siga igual . De all
que se limitaron a tratar de convencer sin xito al gobierno de la conveniencia de liberalizar el juego
poltico y de iniciar negociaciones para terminar con la guerra. La resistencia de Caetano estabarespaldada por los sectores burgueses que seguan apostando a la autarqua imperialista. Pero la
revolucin colonial, al tiempo que aceleraba la crisis poltica de la oligarqua portuguesa debilitando a susector ms cavernario, comenz a filtrarse, al agudizar la crisis econmica y social, en las propias filas de la
oficialidad del ejrcito imperial.
4. La crisis en el ejrcito: MFA y putsch
Si la guerra colonial provoca una profunda divisin dentro de la oligarqua portuguesa, una crisis mucho
ms profunda comenz a manifestarse en las fuerzas armadas del imperio. Estas deban realizar terriblesesfuerzos para mantener la guerra en las colonias. Los jvenes sufran cuatro aos de conscripcin.Muchos estudiantes eran enganchados como oficiales. Todos, oficiales, suboficiales y tropa, pasaban
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largos aos fuera del pas, en una guerra que les era ajena, plagada de decepciones y derrotas. En estascondiciones, la divisin del alto mando facilit el comienzo de organizacin de un grupo de capitanes y
oficiales de baja graduacin estacionado en cuarteles prximos a Lisboa.
Como sucede tantas veces en la historia, todo comenz por una razn mezquina, balad s se quiere. Loscapitanes de carrera queran mejores condiciones que las que tenan los enganchados. Efectuaron una
presentacin a la superioridad y siguieron presionando para ver satisfechos sus pedidos. Pero, a poco deorganizarse, llegaron a la conclusin de que el gran problema no eran los capitanes enganchados, sus
camaradas de armas e infortunios, sino la guerra colonial y el gobierno fascista, y se volcaron a la lucha.Haba que terminar con la guerra y el gobierno fascista.
La participacin de los capitanes transform el plan de recambio de un sector de la oligarqua y de Spnolaen un putsch militar. La resistencia de Caetano a aceptar los consejos de Spnola lo haba colocado enuna situacin sin salida ni perspectivas. El descontento y malestar de la clase media, reflejados en la
protesta y organizacin de los capitanes, lo sac de esta incertidumbre. Spnola crey que poda usar aestos ltimos en la mecnica del golpe, para luego despedirlos, agradecindoles los servicios prestados y
obligndolos a volver a la frrea disciplina de los cuarteles. El programa del Movimiento de las Fuerzas
Armadas como finalmente se denomin la organizacin de los capitanes de carrera a que nos referimos,
ambiguo, sin ninguna claridad, se prestaba a que fueran as utilizad dos. Por otra parte, el MFA tambinquera servir al representante de la gran burguesa y asegurar la disciplina. El terror al movimiento de masas
y a la indisciplina una a Spnola con los capitanes descontentos. Todo estaba preparado para que fuera unputsch sin intervencin popular y obrera. Pero las cosas sucedieron de otro modo.
5. Un putsch que se transforma en una revolucin obrera
Desde pocos aos despus que el fascismo subi al poder en Italia, se inici una polmica entre elstalinismo y el trotskismo sobre el carcter social de la revolucin antifascista, El stalinismo aprovech los
triunfos de la contrarrevolucin fascista para trasladar a los pases europeos su nefasta teora de lasetapas revolucionarias de los pases atrasados. Segn los stalinistas se trata, al igual que en stos, de unalarga etapa de revolucin democrtica acaudillada por la burguesa liberal. De esta teora sobre el futuro de
la revolucin europea sac su poltica de frentes populares o democrticos con la burguesa liberal paradesarrollar hasta el fin la revolucin democrtica antifascista.
El trotskismo sostena que slo una clase, la obrera, con sus mtodos de movilizacin, poda derrotar alfascismo, imponer las ms irrestrictas libertades democrticas y hacer progresar a los pases hacia el
socialismo. Las libertades democrticas que se conquistaran iban a ser subproductos de la lucharevolucionaria de la clase obrera; no una etapa histrica, sino una maniobra de la burguesa para calmar ala clase obrera con concesiones y evitar as que hiciera la revolucin socialista. Por otra parte, para que
haya una etapa democrtico burguesa, es necesario que exista una burguesa o pequea burguesa capacesde acaudillar a las masas en un proceso revolucionario hasta sus ltimas consecuencias. Pero, desde
mediados del siglo pasado, no existe esa burguesa progresista, dado que lo que ms teme es lamovilizacin de la clase obrera, ya que el proletariado es su ms importante enemigo histrico, mucho ms
que el imperialismo, las potencias capitalistas rivales y los restos feudales. A estos sectores la une sucondicin de capitalistas o explotadores; de la clase obrera la separa tajantemente el hecho de ser suexplotadora directa. Si todo esto es verdad para los pases atrasados, lo es mucho ms para los
adelantados, donde la burguesa ni por un minuto puede dejar de ser doblemente contrarrevolucionaria, yaque, adems de explotar a sus obreros, explota a sus colonias. Portugal ha sido una nueva prueba histrica
de la validez de ambas teoras y polticas. Veamos.
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(...) a pesar de que las radios controladas por el Ejrcito llamaban a que la poblacin se mantuviera encalma y en sus casas, decenas de miles de civiles inundaron las calles, acompaaban a los tanques, ofrecan
claveles rojos y fraternizaban con los soldados, al mismo tiempo que masiva y alegremente se lanzaban alms radical desmantelamiento de odiado aparato represivo fascistizante.
(...) El desmoronamiento del aparato represivo de la dictadura abri sbitamente la posibilidad deuna inmensa movilizacin obrera y popular. El mismo da 25 y los subsiguientes, las calles eranrecorridas incesantemente por manifestaciones espontneas de miles de personas gritando, contra
el fascismo y la PIDE, por el fin de la guerra, por la fraternizacin con los militares, etctera. Unsmbolo elocuente de esto tal vez sea lo ocurrido en numerosos liceos, donde los jvenes
secundarios inmediatamente pasaron a descubrir, perseguir y detener a los antes temidosinformadores (bufos) de la PIDE, y a la Legin Portuguesa. El saneamiento de los elementos
reaccionarios se extendi como un reguero de plvora por todo el pas .
Lo presencia activa de las masas y particularmente de la clase trabajadora fue claramente visibleen las manifestaciones del 1 de Mayo, durante las cuales 500.000 personas salieron a las calles
solamente en Lisboa, y en la oleada de huelgas y movilizaciones que la siguieron para imponer lasms diversas reivindicaciones democrticas y econmicas. De esta manera se conquist un margen
de libertades muy grande y se provoc un cambio sustancial en la relacin de fuerzas entre lasclases.
As resumi Aldo Romero, en el Nro. 1 de Revista de Amrica, las consecuencias del putsch militar enlneas generales, todo el periodismo produjo versiones similares.
Las fechas son a veces, por un extrao azar, simblicas. La semana revolucionaria abierta el 25 de abril,
da del putsch, culmin el Primero de Mayo, da obrero internacional por antonomasia, con unamanifestacin de 500.000 personas en Lisboa. Ella indic claramente, tanto en su composicin social
como por las consignas que se corearon, la presencia de una revolucin obrera que haba comenzado allevar a cabo un programa democrtico, o bien algunas de sus tareas fundamentales.
Muchas de las consignas eran esencialmente antifascistas y democrticas, tal el caso de Muerte al
fascismo, Muerte a los PIDES, Saneamiento. Algunas de ellas, de apoyo a la burguesa Viva
Spnola o a la pequea burguesa Viva el MFA, denotaban el atraso del movimiento obrero portugustras 50 aos de ostracismo poltico. Llama la atencin la falta de consignas anticolonialistas, (con la
excepcin de la un tanto ambigua de Fin de la guerra) en una revolucin que como se demostrara ms
adelante era, consciente o inconscientemente, profunda y objetivamente anticolonialista. Probablemente,
los vivas a Spnola reflejaban en forma harto confusa dicho carcter, puesto que aqul, tras la publicacinde su libro, pasaba por ser el abanderado del fin de la guerra por todos los medios.
Pero junto a estas consignas se coreaban otras, tales como Salario mnimo a 6.000 contos y Cunhal algobierno, que ya demostraban, en cuanto a reivindicaciones especficas, la primaca absoluta de la claseobrera en el movimiento. No se escucharon en l demandas que correspondieran a intereses especficos de
otras clases ni sectores. Finalmente, reafirmando los mtodos obreros revolucionarios, esta granmanifestacin fue precedida y sucedida por infinidad de huelgas, el mtodo de lucha obrero por excelencia.
Y la liquidacin del aparato fascista comenz a llevarse a cabo directamente, asaltando y deteniendo a suspersoneros, sin escuchar las recomendaciones de los militares.
Tomadas en su conjunto, las consignas demuestran la combinacin de circunstancias que provoc elcomienzo de la gran revolucin obrera antifascista. Los vivas a Spnola y al MFA fueron el reconocimientodel movimiento de masas a los putschistas burgueses y pequeo burgueses que haban abierto las
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compuertas, as como los mueras al fascismo indicaban claramente el objetivo inmediatamente democrtico
de la revolucin obrera que haba comenzado y que se concretaba tanto en el mtodo de lasmanifestaciones y las huelgas como en las consignas de salario mnimo y Cunhal al gobierno. Perotambin expresaban un hecho indiscutible: era el pueblo en su conjunto, desde la clase media hasta el
proletariado, quien se aprestaba cambiar al rgimen fascista. Visto desde este ngulo, se trataba de un granmovimiento popular, pero un movimiento popular que tena como su soporte ms vigoroso y dinmico a la
clase obrera. Era, en sntesis, una revolucin obrera que se combinaba con todos los sectores explotados,principalmente la clase media urbana, y comenzaba a exigir el cumplimiento hasta el fin de las tareas
democrticas, al tiempo que se propona desde el comienzo tareas y mtodos de lucha propios delproletariado.
Pocos meses despus, esas mismas masas trabajadoras saldran, solas, a las calles para gritar Muera
Spnola, demostrando una vez ms la dinmica obrera, socialista, de la revolucin. Dinmica que lospropios explotadores y sus sirvientes de la clase media, como el MFA, el PC y el PS, se veran obligados
a reconocer al recurrir a la gran estafa de autodenominarse socialistas y disfrazar sus proyectosburgueses tras la mentira de que lo que est recorriendo Portugal es ya la marcha hacia el socialismo.
III. LAS MASAS DERROTAN A LACONTRARREVOLUCIN SPNOLISTA
1.- El gobierno de unidad nacional
El putch militar elev al poder al primer gobierno revolucionario, el del general Spnola. Este intent
lograr un gobierno de unidad nacional, donde cupieran desde la gran burguesa hasta los partidosobreros reformistas. Y todos los sectores estuvieron de acuerdo en darle plenos poderes al general del
monculo: el MFA, recin formado, y salido a la luz pblica, no se atrevi a postularse para, el gobierno;por su parte, los partidos obreros tradicionales jugaron todas sus cartas a un rgimen de unidad nacional.
As, Spnola se convirti en la figura dominante en el gobierno, se rode de ministros amigos y entreg -
como quien tira un hueso a un perro algunas carteras al MFA, al PS y al PC. Palma Carlos, incondicional
suyo, fue nombrado primer ministro.
El que el MFA comenzara a consolidarse como una organizacin poltica de la baja oficialidad reflejaba, a
su manera, la crisis revolucionaria en las filas del ejrcito. Es totalmente anormal que una organizacinpblica de oficiales jvenes codirija un ejrcito burgus, ya que la esencia de ste es la ms absolutadisciplina jerrquica y el acatamiento a los altos mandos. Si Spnola tuvo que aceptar esta anormalidad e
incorporarla al gobierno, ello se debi a que as se lo impona el ascenso del movimiento de masas. Porotra parte, pensaba que de esta manera podra canalizar la rebelda de la oficialidad joven y los suboficiales
hacia los cauces normales de la ms estricta disciplina castrense, imprescindible para sostener al gobierno
al que los haba integrado. Pero el MFA y esto debemos tenerlo bien presente no era lo mismo que la
alta oficialidad. Y se resista a disolverse en el acatamiento disciplinado a sta. Reflejaba as en el ejrcito ala moderna clase media, cuyas expectativas no eran idnticas a las de Spnola y la oligarqua portuguesa.
La participacin del Partido Comunista en el gobierno era un fenmeno nuevo en la poltica europea de losltimos veinticinco aos, desde la ltima postguerra. Si exceptuamos a Chile, tambin lo era en el mundooccidental. La formacin de este gobierno frentepopulista, de colaboracin de clases, es un
reconocimiento, por parte del imperialismo y la burguesa portuguesa, de que se las tiene que ver con unarevolucin obrera en curso. Precisamente por eso, se vieron obligados, aunque a regaadientes, a aceptar
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los solcitos arrumacos colaboracionistas de los partidos Socialista y Comunista.
El PC respondi desde el gobierno a las expectativas de sus flamantes aliados burgueses e imperialistas.Lo hizo reemplazando la exigencia de 6.000 escudos de salario mnimo por la de slo 3.500 y comenz acondenar a determinadas luchas obreras por irresponsables o promovidas por el fascismo
como ocurri, por ejemplo con la huelga nacional de los trabajadores de correos en junio del 74 .(Aldo Romero, Portugal, reconstruccin o revolucin?, Revista de Amrica, No 1)
Pese a esta poltica, y a la igualmente traidora del Partido Socialista insistimos con la del primero porquetiene mucha mayor influencia sobre los activistas sindicales y no porque este ltimo haya sido menos
colaboracionista-, el movimiento obrero sigui adelante. Comenz a superar la atomizacin de lossindicatos por oficio, heredada del fascismo --y de la vieja tradicin anarcosindicalista-- y se lanz a
organizar comisiones obreras en las grandes fbricas (el stalinismo alent el desarrollo de los sindicatos porindustria y, al mismo tiempo, lo utiliz para crear una organizacin centralizada de sindicatos de industria, la
Intersindical, a la que impuso una direccin designada a dedo por l mismo). Contra las recomendacionesdel stalinismo, los trabajadores continuaron haciendo huelgas salvajes, aunque de carcter aislado,
enmarcadas en el ligero reflujo del conjunto del movimiento obrero, provocado por los llamados a lapasividad de los partidos reformistas.
2.- Crisis del gobierno Spnola: el MFA coparticipa del podery se impone la Asamblea Constituyente
Pese a la buena voluntad de los partidos obreros reformistas, el gobierno de Spnola vivi de crisis encrisis, hasta que el movimiento de masas lo ech. Las leyes de la lucha de clases siempre son ms
poderosas que los proyectos reformistas. La gran burguesa, dividida al final del gobierno de Caetanoalrededor de la conveniencia o no de terminar con la guerra colonial y democratizar al rgimen fascista,
volvi a unirse, despus del 25 de abril de 1974, detrs de Spnola. Para frenar al movimiento obrero y demasas utiliz, con bastante xito, a los representantes pequeo burgueses de la clase obrera (los partidos
reformistas) y de la moderna clase media dentro del Ejrcito (el MFA). Pero precisamente el xitoobtenido, es decir, el freno puesto al movimiento obrero, con su consiguiente debilitamiento, iba haciendoinnecesaria para la burguesa a la democracia pequeo burguesa. Y es as corno intent, a travs de
Spnola, no slo dar marcha atrs a la revolucin obrera en curso, sino tambin a las conquistasdemocrticas ya logradas o que se estaban planteando.
Este proyecto, de triunfar, habra significado la transformacin del gobierno en bonapartista, puesto que nose puede aplastar definitivamente al movimiento obrero y a sus conquistas democrticas desde, ungobierno de frente popular, ni puede sobrevivir un gobierno de frente popular cuando el movimiento
obrero ha sido derrotado. No es casual, por lo tanto, que parte importante del esfuerzo burgus por hacerretroceder a la revolucin haya sido acompaado, por un lado, de una fuerte campaa anticomunista y, por
el otro, de recios choques con el MFA. La burguesa, por lo tanto, despus de haberla utilizado parafrenar al movimiento obrero y de masas, entraba en conflicto con la democracia pequeo burguesa, la cual
quera colaborar con el gobierno de Spnola pero dentro de un rgimen democrticoburgus de respeto alos partidos obreros y al MFA.
Esta disputa entre los dos sectores del gobierno se concret alrededor de la cuestin de si deba llamarse aelecciones presidenciales o de Constituyente. Spnola y la gran burguesa sostenan la necesidad de un
gobierno fuerte, autoritario, y consideraban, por lo tanto, imperativo y urgente imponer un rgimenbonapartista por medio de una eleccin presidencial que, de hecho, no sera otra cosa que la
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plebiscitacin de Spnola. Pensaban as terminar de frenar y, si era necesario, aplastar al movimientoobrero, al tiempo que se desembarazaban de los capitanes del MFA y de los partidos obreros, muyespecialmente del PC, molesto agente de Mosc, en un gobierno que pretenda seguir en la NATO y el
Pacto Ibrico, e ingresar al Mercado Comn Europeo. La democracia pequeo burguesa se opona a esteproyecto y abogaba, en aquel entonces en forma unida, por la Asamblea Constituyente.
El otro motivo de disputa era la cuestin colonial. U revolucin en el frica portuguesa se vea
grandemente favorecida por el proceso abierto en la metrpoli, Los soldados negros del ejrcito portuguscomenzaban a desertar y los soldados, suboficiales y oficiales blancos empezaban a exigir la vuelta al
hogar. Al mismo tiempo, segn relata un soldado trotskista portugus entrevistado por Gerry Foley(Revista de Amrica, N 4), en el perodo que sucedi al 25 de abril de 1974, cuando prosegua la
lucha contra los spinolistas, quienes se oponan a la descolonizacin y buscaban una solucinneocolonialista, hubo algunas luchas ante los envos masivos de tropas a Angola. Algunos grupos
de soldados inclusive se negaron a ir. Frente a esta situacin, la gran burguesa y su representante,Spnola, aspiraban a negociar el fin de la guerra desde una posicin de fuerza, para imponer a las coloniassu transformacin en provincias o estados asociados al imperio. La democracia pequeo burguesa, por su
parte, quera negociar la independencia con los movimientos de liberacin nacional; una independenciacondicionada y favorable al imperio, pero independencia al fin.
En julio de 1974, esta crisis se hizo pblica cuando Palma Carlos declar que para impedir la anarquahaba que llamar a elecciones presidenciales y no a las de Constituyente. Aunque el movimiento obrerohaba sido desmovilizado, la combinacin del ascenso de la revolucin colonial, la crisis del ejrcito y la
desesperacin de la democracia pequeo burguesa obligaron a Spinola a desprenderse de su primerministro y nombrar en su reemplazo a Vasco Goncalves. De esta manera aceptaba la plena participacin
del MFA en el gobierno. Triunf as la poltica de la democracia pequeo burguesa: se llamara aelecciones constituyentes y se negociara la independencia de las colonias. Fue una derrota parcial de la
contrarrevolucin burguesa spinolista que, en corto tiempo, entre agosto y septiembre, se manifestar en el
reconocimiento de la independencia de GuineaBissau y Mozambique.
3. Las masas liquidan al gobierno de Spnola
Pero, luego del traspi, Spnola prepar el contraataque, ayudado indirectamente por el congelamiento delas luchas obreras y populares que haban provocado el MFA y los partidos reformistas. De acuerdo con
stos, comenz por atacar la libertad de prensa prohibiendo un diario maosta. Sigui adelantepromulgando una ley contra el derecho de huelga y organizando una nueva regin militar en Lisboa, el
COPCON (Comando Operacional del Continente), con el claro, objetivo contrarrevolucionario de intervenir directamente en apoyo de las autoridades y a sus rdenes, para mantener y restablecer elorden Inmediatamente, el COPCON entr en accin para reprimir huelgas y manifestaciones de
pequeos grupos de izquierda . (Gus Horowitz, Op. cit.)
Como seala Romero en el artculo de Revista de Amrica No 1 ya citado, se produjeron entonces
medidas represivas y antiobreras de los sectores ms reaccionarios: violenta represin de unamanifestacin de apoyo al MPLA con el saldo de un muerto y varios heridos de bala, prohibicin de
manifestaciones obreras, intervencin militar contra la huelga de los trabajadores de transportesAreos Portugueses (..). Nuevamente la gran burguesa y Spnola comenzaban a sentirse fuertes, hasta elgrado de pronunciarse pblicamente contra la independencia de Angola y de chocar a la vista de todos
con el MFA y Vasco Goncalves. La tensin fue creciendo, mientras que desde la presidencia y otrossectores del gobierno comenzaron a lanzarse claros alegatos anticomunistas y antiobreros. El 10 de
septiembre, Spnola en persona hizo una convocatoria para que se movilizara una supuesta
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mayora silenciosa para poner fin a la anarqua, y el 28 del mismo mes se mont unaprovocacin que deba servir de cobertura o pretexto para dar un autogolpe que posibilitara ladeclaracin del Estado de Sitio, y la asuncin de plenos poderes por Spnola .
El golpe contrarrevolucionario en ciernes oblig al Partido Comunista, el ms amenazado, a salir adefenderse a la desesperada, llamando a las masas a combatir. Estas respondieron con una audacia y
decisin que aplast el primer intento contrarrevolucionario de la burguesa portuguesa (que, dicho sea alpasar, cerraba en los hechos la polmica sociolgica acerca de si esa burguesa era reaccionaria oalbergaba en su seno sectores progresistas. Segn relata Romero en Intercontinental Press (citado por
Horowitz en el artculo que aqu publicamos), los obreros actuaron adelantndose al MFA eindependientemente de ste y el gobierno provisional y prestaron mayor atencin a las instrucciones
del PC y la Intersindical que a as de los militares. En buen romance, pese a que el MFA tambinestaba amenazado por el golpe, su actuacin fue lamentable. La movilizacin obrera y popular fren as el
golpe contrarrevolucionario y salv y elev al poder a la democracia pequeo burguesa, principalmente alMFA, que se haba esforzado durante meses por desmantelar esa misma movilizacin.
4.- El gobierno MFAPCPS frena a las masas
El gran triunfo del movimiento obrero y de masas --y del propio PC, que intervino de lleno en la
movilizacin contra Spnola- oblig a la gran burguesa a cambiar de poltica y de gobierno. El generalduro, a la antigua, que quera imponer en todo el pas la disciplina de los cuarteles, fue reemplazado por su amigo civilizado , que acostumbra a conversar, no a mandar : el general Costa Gomes. La
burguesa se haba convencido de que, por el momento, no poda regimentar y derrotar al movimientoobrero y de masas. Por eso busc entre sus servidores a un gran negociador capaz de utilizar, a la
democracia pequeo burguesa para desacelerarlo, frenarlo y, por ltimo, derrotarlo.
La nueva poltica burguesa abandon momentneamente toda veleidad bonapartista y se orient hacia las
formas parlamentarias de dominio: acept la Asamblea Constituyente.
El plan burgus tena a su disposicin tres herramientas de primer orden, todas ellas pequeo burguesas. ElMFA se encargara de apaciguar a los soldados, suboficiales y oficiales radicalizados, para volver a
disciplinar a las fuerzas armadas. El Partido Comunista, dispuesto como de costumbre a colaborar con elgobierno burgus de turno, se ocupara de evitar las movilizaciones y de controlar a la organizacin
sindical. El Partido Socialista, que segn todos los informes ganara cualquier eleccin, garantizara lainocuidad de la Asamblea Constituyente y de toda otra variante electoral y parlamentaria que pudiese
presentarse.
Bajo el nuevo gobierno, la lucha de clases repetir, pero en un plano ms elevado, la misma secuencia quebajo Spnola. Primero, la poltica colaboracionista de las direcciones provocar un ligero repliegue del
movimiento obrero. Luego, ste volver a levantarse en una impetuosa movilizacin.
El MFA en el gobierno llam, por boca de Vasco Goncalves a los domingos de trabajo, y comenz a
insistir en que la gran batalla, era, por la produccin. Dicha batalla se mostr parte de un plan econmicode emergencia proclamado el 21 de febrero pasado, cuya esencia era total y absolutamente capitalista:tratar de salvar la economa burguesa a costa de mayor explotacin de los trabajadores. Asegurado el
apoyo de los partidos obreros a este plan, el MFA fue ms all y trat de conciliar polticamente con lagran burguesa y sus representantes. Comenz una campaa cuidadosa a favor de Spnola, liberndolo de
responsabilidad en el anterior intento de golpe, por haber sido involucrado en l con engaos. Nopublic las investigaciones sobre los responsables de la intentona. No adopt medidas contra la oligarqua
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comprometida en ella. Dej prcticamente sin purgar al ejrcito de los oficiales reaccionarios. Y, comomuestra de afecto a los amigos de la oligarqua de allende las fronteras, en febrero la guardia fiscal
portuguesa devolvi un militante de izquierda espaol a la polica poltica franquista.
Mientras tanto, la situacin econmica empeoraba a pasos agigantados. La desocupacin castigaba ya ams de 200.000 personas, cifra que supera el 7% de la poblacin trabajadora. Los capitales comenzaban
a fugar hacia el exterior. Algunas empresas eran abandonadas por sus dueos. El imperialismo empez abloquear econmicamente a la revolucin.
5. Comienza un nuevo ascenso del movimiento obrero y demasas
A fines del ao pasado y comienzos del presente, el movimiento obrero y de masas empez a enfrentar
estas calamidades. La cada de Spnola dice Romero en el artculo citado de Revista de Amrica N 1fue seguida por un relativo impasse de las luchas obreras, pero desde comienzos de 1975 la
resistencia popular se ha intensificado de una manera espectacular (..) y sigue: otro terreno delucha ha sido naturalmente el mejoramiento de las condiciones, de vida, particular mente a nivelfabril. En ese sentido las reivindicaciones han sido innumerables (ritmos de trabajo, condiciones de
seguridad e higiene, equipos, comedores, etc.). Las exigencias ms extendidas son, en estemomento, la estabilidad en el trabajo y aumentos salriales. La revolucin daba sus primeros pasos
en el campo: los trabajadores agrcolas y campesinos pobres empezaban a organizarse y combatir ladesocupacin. Las movilizaciones no limitaron sus objetivos a la estabilidad y aumentos salriales; stos las
llevaron a otras consignas ms generales y revolucionarias: innumerables asambleas obreras de
fbricas en lucha han votado mociones a favor de la nacionalizacinde empresas que amenazan
con despidos, o, ms en general, de los monopolios .
Paralelamente, junto a las huelgas, se generalizaban otros mtodos de lucha. La primera ocupacin de
importancia fue resaltada as por Le Monde Diploma tique (junio de 1975): El 7 de febrero fue unafecha significativa: ese da, siete mil trabajadores de las comisiones obreras de Lisnave, porprimera vez en la historia de Portugal, pusieron en tela de juicio la propiedad de los medios de
produccin sin aventurarse todava sobre el terreno de la autogestin . El mtodo de la ocupacin
se extender, a partir de all, no slo a los establecimientos sino tambin a las casas de fascistas yburgueses o simplemente desocupadas.
Surgirn tambin intentos de controlar la produccin. En algunas empresas se impide el ingreso de los
patrones.
Al mismo tiempo, la organizacin del movimiento obrero se masificaba y adquira un carcter cada vez ms
directo. El ascenso revolucionario combinaba la organizacin de sindicatos por oficio heredada del
fascismo con el surgimiento de sindicatos por industria, con la central que intenta agruparlos la
Intersindical- y con los comits de base por fbricas (las comisiones obreras), barrios y de todo otroorden. El salto espectacular que sacude a la vida social y poltica portuguesa desde la cada de Caetano
provoca as la existencia simultnea de: las organizaciones gremiales por oficio, tpicas de los comienzos delmovimiento sindical; los sindicatos por industria y su central, propios de la poca capitalista; y los comitsde base, caractersticos de este perodo de decadencia capitalista y transicin al socialismo. El surgimiento
de los sindicatos industriales y los comits de base terreno este ltimo en que la clase obrera lleva la
delantera a los otros sectores (inquilinos, soldados, etc.), puesto que despus del 11 de marzo se
constituyeron en la mayora de las fbricas importantes apunta a la liquidacin de los sindicatos por oficio.
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Las dos formas de organizacin (sindicatos por industria y comits de base) coinciden en la necesidad de
una organizacin industrial nica en todos los niveles fbrica, gremio, pas pero, al mismo tiempo, sonprofundamente diferentes. La primera, institucionalizada desde hace ms de medio siglo por el capitalismo,s presta mucho ms a la burocratizacin que los comits, ntimamente ligados a las bases, que las reflejan
mejor que los sindicatos y que slo nacen en perodos de intensa movilizacin obrera como el queatraviesa Portugal. Esta diferencia se evidenci en el hecho de que, con pocos das de diferencia, se
produjeran dos manifestaciones: una de ellas, el 14 de enero, convocada por la Intersindical y dirigida porel PC, para exigir su reconocimiento oficial, agrup entre 100.000 y 200.000 personas; la otra, de gran
combatividad, convocada el 7 de febrero por las comisiones interempresas y dirigida por la ultraizquierda maosta, se concentr frente al Ministerio de Trabajo para protestar contra los despidos, lasmaniobras patronales y la presencia de la NATO en Portugal. Seis das despus de la primera, el 20 de
enero, el gobierno promulg una ley por la que favoreca a la central nica y transformaba de hecho a laIntersindical en su ncleo inicial. La Intersindical es una gran conquista del movimiento obrero, pero
distorsionada por el stalinismo, que la burocratiz desde el comienzo y digit a su direccin para ponerla alservicio del gobierno burgus. De cualquier manera, el proceso de luchas no poda dejar de reflejarse en la
bsqueda de direcciones combativas y clasistas. Recientemente nos comenta Romero en Revista de
Amrica No l las listas sindicales impulsadas por el PCP sufrieron derrotas espectaculares enCorreos, y en el Sindicato Bancario de Porto .
El ejrcito, por su parte, no qued inmune al ascenso del movimiento de masas, El triunfo llev al MFA a
impulsar discusiones de adoctrinamiento en los cuarteles. Pero stas no rebasaban los lmites de ladisciplina. En la entrevista ya citada de Gerry Foley se relata cmo un soldado fue sancionado porque se
atrevi. a hacer, en el curso de una de esas charlas, una pregunta envenenada al comandante. As y todo,significaron un progreso importante, porque introdujeron la discusin poltica en loa cuarteles.
Todo comenz a cambiar desde enero de este ao. Un clima deliberativo se extiende por la base, y
junto con el rechazo a las arbitrariedades disciplinarias, las reivindicaciones colectivas y protestasno son extraas. Sealemos tambin hechos como el ocurrido recientemente [el 8 de febrero]
cuando fuerzas del COPCON Comando de Operaciones del Continente fueron desplazadas paracontener una manifestacin obrera no autorizada: enfrentados a los manifestantes los soldados
dieron media vuelta apuntando sus armas en otra direccin, y levantando los puos gritaronMarineros y Soldados/tambin son explotados. (Romero, Revista de Amrica N l.)
6. La contrarrevolucin spinolista
El ascenso generalizado de los trabajadores y el pueblo provoc una nueva divisin en la burguesaportuguesa. Un sector minoritario, representado por Costa Gomes, sigui jugando sus cartas a la
Asamblea Constituyente, a la traicin de los partidos Socialista y Comunista, y a la utilizacin del MFA. Enresumen, al frente popular. La mayor parte, desesperada, perdi la paciencia y se lanz tras Spnola a
preparar el golpe de estado, en un renovado intento bonapartista.
El hecho de que el terror de la burguesa se reflejara tambin dentro de la oficialidad del ejrcito ayudaba
al nuevo plan golpista. El New York Times comentaba, por esa poca, que aqulla se inclinaba hacia laderecha. Un hecho sintomtico le dara la razn: las elecciones a los Consejos de Armas, convocadas porel MFA, fueron ganadas por los oficiales ms reaccionarios, enemigos jurados del propio MFA. Este semostr incapaz de desconocer sus resultados, pese a que lo perjudicaban y a que constituan parte de la
preparacin del proyectado golpe.
El MFA comenz a dudar sobre la mejor manera de frenar y derrotar a la revolucin. Se le abran dos
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opciones: por un lado, la que tenda -con la Constituyente a un rgimen parlamentario; por el otro, laperspectiva de un rgimen directamente dictatorial, bonapartista. La urgencia en superar la crisis de su
rgimen lo inclinaba a tratar de suprimir sus contradicciones por la va del bonapartismo.
La crisis general y las profundas diferencias en el seno del MFA, debidas al ascenso, se expresarontambin en la lucha entre los partidos Comunista y Socialista. Lucha sta que se fue agudizando hasta talgrado que llegaron a programarse para el 30 de diciembre dos manifestaciones opuestas que estuvieron apunto de enfrentarse. Las razones de esta disputa radican en que, si bien ninguno de los dos partidos
defiende los intereses de la clase obrera (y en esto son iguales), ambos tienen intereses especficosdistintos.
El curso a la derecha de la oficialidad, la derrota electoral del MFA dentro del ejrcito y su consiguienteimpasse, la pugna entre los dos grandes partidos obreros, las dudas sobre el llamado a la AsambleaConstituyente, todos estos elementos hicieron creer al ala ultra reaccionaria y desesperada de la gran
burguesa y de la oficialidad que haba llegado el momento de la revancha. Acaudillada por Spnola selanz, por fin, al golpe contrarrevolucionario. Su ecuacin era casi completa, pero le faltaba una incgnita,la reaccin de la clase obrera, del movimiento de masas y de los soldados. Esta fue terrorfica, los obrerosy soldados se lanzaron a ocupar fbricas y cuarteles. El fracaso del putsch fue estrepitoso, lo que llev a la
prensa imperialista a afirmar que posiblemente haba sido una provocacin. No fue as, tena un gran apoyoen la oficialidad y haba sido cuidadosamente preparado. Lo que conspir contra su xito fue la rapidez dela respuesta popular y su mayor combatividad, en relacin al anterior putsch de Spnola. Si la Intersindicaly las manifestaciones y barricadas caracterizaron la respuesta al primer putsch, los comits de obreros ysoldados, con sus ocupaciones, caracterizaron la respuesta al segundo intento spinolista.
IV EL PUTSCH DEL 11 DE MARZO ABREUNA ETAPA REVOLUCIONARIA
1.- Cuatro nuevos hechos decisivos
La derrota de Spnola por el movimiento de masas produjo una serie de nuevos hechos que, combinadosentre s, inauguraron una nueva etapa de la revolucin portuguesa. Cuatro de esos hechos son los msdecisivos:
Primero: la burguesa se esfuma poltica y fsicamente corno clase. La fuga de Spnola no ha sido un hechointrascendente, sino de enorme importancia sintomtica y poltica. Junto con l se han fugado de Portugal
miles y miles de burgueses, aterrorizados por la fuerza del movimiento de masas. Algunas de las msgrandes familias oligrquicas y toda la banca fueron expropiadas. Grandes burgueses, como losChampalimaud, fueron encarcelados. Ha sido un golpe muy duro para la burguesa contrarrevolucionaria,del que le va a costar trabajo y tiempo recuperarse. Fsica y polticamente se ha esfumado por un tiempode la escena econmica y poltica. S1o ha quedado su sombra.
Segundo: la crisis econmica y social, ya muy aguda, se agrava hasta lmites insoportables. La burguesa,al irse, ha abandonado muchas empresas. Cuando ha podido, ha retirado sus fondos; si no, ha dejado de
invertir. La desocupacin, que ya era grave cerca del 7%, ha trepado al 8% y sigue subiendo, afectandoya a 800.000 personas. La produccin viene decayendo. A esto se suma el que comienzan a regresar a
Portugal los colonos de las exposesiones africanas, agravando la desocupacin y reforzando a lossectores contrarrevolucionarios. Ante esta situacin, el turismo ha decado y la crisis de la balanza de
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pagos se viene profundizando. La situacin se ha agravado ms aun porque las grandes potenciasimperialistas no invierten un solo dlar en Portugal.
Tercero : se generalizan las ocupaciones de fbricas, establecimientos y casas y comienzan las de tierras;se desarrollan las comisiones obreras y de inquilinos y se esbozan algunas de campesinos. Todos loscomentaristas han relatado cmo, despus del putsch de Spnola, fueron ocupados los bancos. Romero,
en sus diferentes artculos publicados hasta el No 4 de Revista de Amrica, seala incidentalmente lasocupaciones de empresas y las comisiones obreras, pero no les da ninguna importancia sintomtica.Horowitz, en su nica mencin al respecto en el artculo reproducido en esta edicin, dice al pasar quelas ocupaciones de fbricas y oficinas; tambin se extendieron . Livio Maitan, por su parte, tambinda escasa importancia a la cuestin, aunque algo (muy poco) dice: La amplitud y dinamismo de la
movilizacin de los ltimos meses, la multiplicacin de huelgas y ocupaciones de fbrica y laextensin de organismos democrticos revolucionarios surgidos de la base y con manifestacionespolticas (...) del 7 de febrero (...) por las Comisiones Obreras . (L. Maitan, El papel del MFA dePortugal, en este nmero de Revista de Amrica. Adems de esto, el autor seala que la manifestacin
estuvo dirigida por los maostas. Gerry Foley, por su parte, expresa que: los comits de fbricas noexisten an en todo el pas, pero cumplen funciones importantes en las grandes empresas (...) ElComit Obrero, elegido en asamblea de toda la fbrica, representa mejor a la fuerza laboral que lossindicatos fragmentarios. Es tambin, mucho ms democrtico. Ms adelante nos relata cmo, enOporto, en la noche del 11 de marzo, estos comits organizaron piquetes de vigilancia. Estos
comits y piquetes de la fbrica citada siguieron funcionando para echar a los derechistas de laadministracin y el taller. (Gerry Foley, Portugal ante las elecciones, Revista de Amrica No 3)Combate Socialista en uno de sus nmeros, sin darle ninguna importancia, nos informa de la profundatendencia a la centralizacin de esas comisiones obreras, cuando consigna que existe una comisin
coordinadora de las comisiones de CUF (el ms importante grupo monoplico de Portugal). Yconfirma a Livio Maitan en relacin a la manifestacin del 7 de febrero (a la que caracteriza como unejemplo de combatividad), convocada. por una comisin interempresas . Finalmente, exagere o no ellcido comentarista de Le Monde Diplomatique (junio 1975), est cerca de la verdad cuando afirma que
Las ocupaciones de fbricas, predios, palacios e inmuebles estos ltimos rpidamente
transformados en clnicas populares, en centros de socorros mutuos, casas cuna, en lugares de
recreacin o de descanso o en sedes de organizaciones populares han tomado por sorpresa a lospartidos de la coalicin [ ... ] sin embargo, el PCP y la Intersindical estaban perdiendo velocidad,mientras que las organizaciones y los comits de base consolidaban su contrapoder .
Cuarto: la crisis en el ejrcito adquiere una nueva magnitud, con la fuga de los oficiales reaccionarios, laextensin de los comits, y las asambleas de soldados y suboficiales, que comienzan a cuestionar a lajerarqua militar. De todos los nuevos hechos, el ms importante es el que comienza a darse en las fuerzasarmadas, as descrito a Gerry Folley por un soldado: Despus del 11 de marzo los soldados realizaron
una asamblea general. Echaron no slo al comandante y segundo jefe, sino tambin a todos losoficiales spinolistas hasta el grado de sargento. Tambin echaron a un cabo primero, aunque eraprimo del general. Galvao de Melo. Los camaradas comprendieron la necesidad de seguir adelante
y tomar el cuartel. La asamblea general resolvi crear varios comits. (..) Con la purga dice ms
adelante fue quebrada la jerarqua militar, ya que los jefes expulsados fueron reemplazados poroficiales subalternos . En Coimbra, las bases haban echado a dos oficiales asignados al cuartelpor el Conselho da Revolucao. En el mismo artculo de Gerry Folley (Revista de Amrica, No 4) elsoldado seala que en la Marina, donde la conciencia poltica de la base es ms elevada, existe uncomit de marineros que discute las rdenes emanadas de los oficiales, pudiendo aceptaras o
rechazarlas . Y Romero (Revista de Amrica No 4) lo confirma: El 1o de Mayo, algunos centenaresde marineros de todas las graduaciones participaron en la manifestacin, en acuerdo con lo
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resuelto en Asambleas generales de sus bases y algunos navos posteriormente, una ordensuperior ratific la decisin tomada democrticamente-. Todos estos hechos indican la dinmica que
ha tomado la situacin dentro de las fuerzas armadas burguesas, Pero son slo su comienzo; an no se hangeneralizado ni llegado al punto cualitativo en que el ejrcito comienza el trnsito hacia sudesmoronamiento total y definitivo: el nombramiento de los oficiales por los soldados mediante lapromocin de los suboficiales. Junto con este proceso de base, la derrota del putsch dio al timorato
MFA nimos suficientes como para anular las elecciones a los Consejos de Armas que, como ya hemosvisto, le haban sido desfavorables.
2. El Programa de Transicin define esta situacin
Tanto en relacin a las ocupaciones como a las comisiones de fbrica y establecimientos, el Programa deTransicin es categrico:
Las huelgas con ocupacin de fbricas, una de las ms recientes manifestaciones de esta
iniciativa, rebasan los lmites del rgimen capitalista normal. Independientemente de lasreivindicaciones de los huelguistas, la ocupacin temporaria de las empresas asesta un golpe aldolo de la propiedad capitalista. Toda huelga de ocupacin plantea prcticamente el problema desaber quin es el dueo de la fbrica: el capitalista o los obreros. Si la ocupacin promueve esta
cuestin epi