ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso...

24
el proletario N° 16 Enero-mayo de 2018 Precio: Europa: 1’5 ; 3CHF ; 1’5£ América del Norte: US $ 2 América Latina: US $ 1’5 LO QUE DISTINGUE A NUESTRO PARTIDO: la línea que va de Marx-Engels a Lenin, a la fundación de la Internacional Comunista y del Partido Comunista de Italia; la lucha de clase de la Izquierda Comunista contra la degeneración de la Internacional, contra la teoría del “socialismo en un solo país” y la contrarrevolución estaliniana; el rechazo de los Frentes Populares y de los frentes nacionales de la Resistencia; la lucha contra el principio y la praxis democráticas, contra el interclasismo y el colaboracionismo políticos y sindicales, contra toda forma de oportunismo y nacionalismo; la dura obra de restauración de la doctrina marxista y del órgano revolucionario por excelencia – el partido de clase – , en contacto con la clase obrera y su lucha cotidiana de resistencia al capitalismo y a la opresión burguesa, fuera del politiqueo personal y electoralesco, contra toda forma de indiferentismo, seguidismo, movimentismo o aventurerismo “lucharmatista”; el apoyo a toda lucha proletaria que rompa con la paz social yla disciplina del colaboracionismo interclasista, el apoyo a todos los esfuerzos de reorganización clasista del proletariado sobre el terreno del asociacionismo económico, en la perspectiva de la reanudación a gran escala de la lucha de clase, del internacionalismo proletario y de la lucha revolucionaria anticapitalista. el proletario ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL ( sigue en pág. 2 ) ( sigue en pág. 8 ) EN ESTE NÚMERO Cataluña, punto de ebullición del orden burgués La llamada «cuestión catalana» está en el centro del balance que el mar- xismo realiza acerca de la constitu- ción del moderno Estado burgués en España. No es por casualidad que, a lo largo de las penosas décadas que se sucedieron desde los inicios del desarrollo del capitalismo en Espa- ña hasta la consolidación del país como una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec- tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de la realidad española, la cuestión de la misma existencia de España haya sido un tema de primer orden. Por- que España, más que cualquier otro país europeo, ha sido un foco de ines- tabilidad de primer orden, donde las tensiones sociales han estado tan a flor de piel que todo conflicto, por mínimo que este fuese, entre intere- ses contrapuestos de diferentes cla- ses o estratos sociales, se ha resuel- to durante décadas por la vía de las armas. Y como ruido de fondo de es- tos enfrentamientos, de las guerras El capitalismo mundial, de crisis en crisis Lunes 5 de febrero, la bolsa de Wall Street registró por primera vez en su historia una caída de varios miles de puntos (exactamente 1175). En térmi- nos porcentuales representaba una caída del 4,6%, precedida de uno del 2,5% el viernes anterior. Estas in- flexiones han tenido repercusiones inmediatas sobre los mercados de acciones de todo el mundo, aunque con menos fuerza. En total, después del último récord bursátil de Wall Street, las pérdidas de las bolsas lle- garon al 8,55%, en Tokio; 8,26%, en Wall Street (Dow Jones); 7,72%, en Hong Kong; 7,41%, para Madrid; 7,10%, para Frankfort; 6,8% para Lon- dres; 6.64%, para París, etc.: datos que no se veían desde la tormenta financie- ra de la época de la crisis de 2008. Pero después de estas bajadas, Wall Street ha dado señales de una reanudación, y los comentaristas y los analistas, hablaban únicamente de una «corrección» tem- poral y bienvenida de los excesos de los mercados bursátiles. Pero el jueves Wall Street tuvo una recaída perdien- do una vez más miles de puntos. Duran- te esta semana negra para las finanzas civiles del siglo XIX y XX, de la aparen- temente caótica sucesión de gobiernos y cabezas coronadas, la duda acerca de la propia existencia del país como una nación de pleno derecho, siempre ha estado presente. Cada paso en el camino de la modernización en térmi- nos burgueses del país, cada jalón en el ciclo de ascenso y decadencia de la clase burguesa, ha estado marcado por el resurgimiento de potentes tensiones centrífugas que, siempre con Cataluña a la cabeza, han acabado por reconfi- gurar el mapa político nacional en uno u otro sentido. Así las cosas, para el marxismo la «cuestión catalana» no se plantea, ni se ha planteado jamás, como un «pro- blema nacional» irresuelto, algo que significaría reducir los términos del problema a una variante «retrasada» cronológicamente, de los grandes hi- tos de la lucha por la libertad nacio- nal de las naciones europeas durante el siglo XIX. Esa tesis, en el fondo no significa otra cosa que colocar a Es- paña entre el elenco de países que, en un momento u otro de la historia, se- gún cuando se afirme (1931-36, 1975 o… 2018) no habrían alcanzado un de- sarrollo capitalista pleno sobre el te- rreno político, faltando para llegar a este el punto esencial de la sistemati- zación nacional y de la creación de un mercado interno homogéneo. Y, por lo tanto, significa afirmar que aún existe margen de maniobra para una lucha de carácter burgués-progresista, enca- minada a salvar los últimos obstácu- los del mundo feudal en España: si en Cataluña se plantease, en términos objetivos, un problema nacional asi- milable a aquellos que azotaron a las grandes potencias en el curso de su desarrollo, el convulso panorama po- lítico español podría tener solución en el marco de un desarrollo pleno de las exigencias democrático-burguesas que acompañaron al periodo de auge so- cial de la burguesía; España sería, en- tonces, un país por desarrollar y, en el horizonte de este desarrollo, se colo- - 1º de mayo 2018: La clase domi- nante burguesa y sus partidarios falsamente obreros festejan otro año de altos beneficios capitalis- tas mientras las grandes masas proletarias sufren la explotación más bestial y la miseria cotidia- na. - Nuestro partido nunca será vir- tual. - El comunista y las posiciones fal- samente marxistas sobre el "pro- blema catalán". - Muerto contra el protocolo.

Transcript of ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso...

Page 1: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1

el proletario

N° 16Enero-mayo de 2018

Precio: Europa: 1’5 € ; 3CHF ; 1’5£América del Norte: US $ 2América Latina: US $ 1’5

LO QUE DISTINGUE A NUESTRO PARTIDO: la línea que va de Marx-Engels a Lenin, a la fundación de laInternacional Comunista y del Partido Comunista de Italia; la lucha de clase de la Izquierda Comunista contra ladegeneración de la Internacional, contra la teoría del “socialismo en un solo país” y la contrarrevolución estaliniana;el rechazo de los Frentes Populares y de los frentes nacionales de la Resistencia; la lucha contra el principio y lapraxis democráticas, contra el interclasismo y el colaboracionismo políticos y sindicales, contra toda forma deoportunismo y nacionalismo; la dura obra de restauración de la doctrina marxista y del órgano revolucionario porexcelencia – el partido de clase – , en contacto con la clase obrera y su lucha cotidiana de resistencia al capitalismoy a la opresión burguesa, fuera del politiqueo personal y electoralesco, contra toda forma de indiferentismo,seguidismo, movimentismo o aventurerismo “lucharmatista”; el apoyo a toda lucha proletaria que rompa con la pazsocial y la disciplinadel colaboracionismo interclasista, el apoyoa todos losesfuerzosde reorganización clasistadelproletariado sobreel terreno del asociacionismoeconómico, en la perspectivade la reanudación agran escalade lalucha de clase, del internacionalismo proletario y de la lucha revolucionaria anticapitalista.

el proletarioÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL

( sigue en pág. 2 )

( sigue en pág. 8 )

EN ESTE NÚMERO

Cataluña, punto de ebullicióndel orden burgués

La llamada «cuestión catalana» estáen el centro del balance que el mar-xismo realiza acerca de la constitu-ción del moderno Estado burgués enEspaña. No es por casualidad que, alo largo de las penosas décadas quese sucedieron desde los inicios deldesarrollo del capitalismo en Espa-ña hasta la consolidación del paíscomo una potencia imperialista entoda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban unaexplicación para lo confuso de larealidad española, la cuestión de lamisma existencia de España hayasido un tema de primer orden. Por-que España, más que cualquier otropaís europeo, ha sido un foco de ines-tabilidad de primer orden, donde lastensiones sociales han estado tan aflor de piel que todo conflicto, pormínimo que este fuese, entre intere-ses contrapuestos de diferentes cla-ses o estratos sociales, se ha resuel-to durante décadas por la vía de lasarmas. Y como ruido de fondo de es-tos enfrentamientos, de las guerras

El capitalismo mundial, de crisis en crisisLunes 5 de febrero, la bolsa de Wall

Street registró por primera vez en suhistoria una caída de varios miles depuntos (exactamente 1175). En térmi-nos porcentuales representaba unacaída del 4,6%, precedida de uno del2,5% el viernes anterior. Estas in-flexiones han tenido repercusionesinmediatas sobre los mercados deacciones de todo el mundo, aunquecon menos fuerza. En total, despuésdel último récord bursátil de WallStreet, las pérdidas de las bolsas lle-garon al 8,55%, en Tokio; 8,26%, enWall Street (Dow Jones); 7,72%, en

Hong Kong; 7,41%, para Madrid;7,10%, para Frankfort; 6,8% para Lon-dres; 6.64%, para París, etc.: datos queno se veían desde la tormenta financie-ra de la época de la crisis de 2008. Perodespués de estas bajadas, Wall Street hadado señales de una reanudación, y loscomentaristas y los analistas, hablabanúnicamente de una «corrección» tem-poral y bienvenida de los excesos de losmercados bursátiles. Pero el juevesWall Street tuvo una recaída perdien-do una vez más miles de puntos. Duran-te esta semana negra para las finanzas

civiles del siglo XIX y XX, de la aparen-temente caótica sucesión de gobiernosy cabezas coronadas, la duda acercade la propia existencia del país comouna nación de pleno derecho, siempreha estado presente. Cada paso en elcamino de la modernización en térmi-nos burgueses del país, cada jalón enel ciclo de ascenso y decadencia de laclase burguesa, ha estado marcado porel resurgimiento de potentes tensionescentrífugas que, siempre con Cataluñaa la cabeza, han acabado por reconfi-gurar el mapa político nacional en unou otro sentido.Así las cosas, para el marxismo la«cuestión catalana» no se plantea, nise ha planteado jamás, como un «pro-blema nacional» irresuelto, algo quesignificaría reducir los términos delproblema a una variante «retrasada»cronológicamente, de los grandes hi-tos de la lucha por la libertad nacio-nal de las naciones europeas duranteel siglo XIX. Esa tesis, en el fondo nosignifica otra cosa que colocar a Es-paña entre el elenco de países que, en

un momento u otro de la historia, se-gún cuando se afirme (1931-36, 1975o… 2018) no habrían alcanzado un de-sarrollo capitalista pleno sobre el te-rreno político, faltando para llegar aeste el punto esencial de la sistemati-zación nacional y de la creación de unmercado interno homogéneo. Y, por lotanto, significa afirmar que aún existemargen de maniobra para una luchade carácter burgués-progresista, enca-minada a salvar los últimos obstácu-los del mundo feudal en España: si enCataluña se plantease, en términosobjetivos, un problema nacional asi-milable a aquellos que azotaron a lasgrandes potencias en el curso de sudesarrollo, el convulso panorama po-lítico español podría tener solución enel marco de un desarrollo pleno de lasexigencias democrático-burguesas queacompañaron al periodo de auge so-cial de la burguesía; España sería, en-tonces, un país por desarrollar y, en elhorizonte de este desarrollo, se colo-

- 1º de mayo 2018: La clase domi-nante burguesa y sus partidariosfalsamente obreros festejan otroaño de altos beneficios capitalis-tas mientras las grandes masasproletarias sufren la explotaciónmás bestial y la miseria cotidia-na.- Nuestro partido nunca será vir-tual.- El comunista y las posiciones fal-samente marxistas sobre el "pro-blema catalán".- Muerto contra el protocolo.

Page 2: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

2

( viene de la pág. 1 )

Cataluña, punto de...

caría la terrible ilusión de un capita-lismo libre de contradicciones, armo-nioso y capaz de aunar a las diferen-tes clases sociales en una convivenciacívica y pacífica.Pero ni la historia de España está in-completa en términos de desarrollocapitalista (más bien se encuentra enun estado de putrefacción idéntico aldel resto de las potencias imperialis-tas), ni la «solución» al «problemacatalán» se da en los términos de unasistematización nacional mejor y másperfecta, ni esta daría lugar a un or-den burgués libre de los desgarros queel propio orden capitalista lleva en suseno: son las características de un ca-pitalismo híper desarrollado como elespañol las que abocan, una y otra vez,a una guerra, soterrada o abierta, en-tre las diferentes familias burguesasque dominan el país desde hace cientocincuenta años. La guerra comercial,el enfrentamiento por controlar cuo-tas cada vez mayores del mercado na-cional y, muy especialmente, la luchapor dominar al proletariado y utilizar-le como carne de cañón en estas riva-lidades, no son resabios de épocasprecapitalistas, sino la consecuenciade un desarrollo capitalista pleno queno puede hacer otra cosa que abocar,una y otra vez, a la crisis económica yal combate desencarnado entre quie-nes quieren salvar sus posesiones acosta de las de aquellos con quienes,temporalmente, pudieron ser sus alia-dos. Esta es la verdad de los «naciona-lismos» español y catalán, de sus ex-presiones constitucionalistas y sepa-ratistas en la España actual… pero tam-bién es el origen de todas las mentirasque ponen en circulación como coar-tada ideológica para movilizar detrásde los intereses de las facciones bur-guesas en liza a la mayor cantidad deproletarios a los que, finalmente, seobligará a luchar en su nombre.

En el centro de todo, el Estado.

El marxismo ha extraído del estudioacerca del desarrollo de las diferentessociedades humanas, desde aquellabasada en los grupos dispersos de ca-zadores recolectores hasta la másmoderna capitalista y burguesa, unesquema inquebrantable acerca de lasucesión y mutua determinación de losfactores económicos, políticos y socia-les. El orden es el siguiente: modo deproducción-clases sociales ligadas aeste-Estado en manos de una de estasclases, de la dominante. En el caso dela moderna sociedad capitalista, esteesquema se concreta de la siguientemanera: modo de producción capita-lista, surgido por la acumulación y

concentración progresiva de infinidadde hechos económicos de caráctermercantil que aparecieron en los már-genes de la sociedad feudal; apariciónde una clase social, la clase burguesa,que se enucleó en torno a estos hechoseconómicos aislados y que fue adqui-riendo una extensión cada vez másamplia a medida que estos fueron co-brando protagonismo en la vida socialdel feudalismo: la producción artesa-nal se amplía, con esta ampliación seestrechan las redes comerciales quevan primero de una comarca a otra y,después, de una parte del globo a laopuesta en términos geográficos, re-aparece el concepto de nación en susentido político y no sólo territorialcomo expresión del ámbito de influen-cia de esta burguesía (por razones his-tóricas, geográficas, étnicas, etc.). Fi-nalmente, esta burguesía, subproduc-to del modo de producción capitalistaque crece dentro del mundo feudalhasta el punto de hacerse incompati-ble con el modo de producción previa-mente existente y que se basaba en laexplotación del trabajo servil, chocapolíticamente con el estamento nobi-liario-eclesiástico dominante comoreflejo de un choque de mayor ampli-tud que se estaba produciendo en elsubsuelo social. La burguesía, a travésde su enfrentamiento diario con lasrestricciones que la servidumbre feu-dal le impone, se compacta como cla-se social con un fin político propio: lasupresión del poder nobiliario, de suEstado, su monarquía… y la imposiciónde su propio poder político a gran es-cala, más allá de los límites de una uotra ciudad, mediante un Estado queabarque bajo su dominio el conjuntode las relaciones sociales nacionales.Por lo tanto, el capitalismo precede ala existencia de una clase burguesadigna de tal nombre. Extiende su in-fluencia nutriéndose de la expansióndel mundo feudal, haciendo de muletade este allí donde no puede caminarpor su propio pie (intercambios agrí-colas a gran escala, reaparición y ge-neralización de la moneda…) y, final-mente, volviendo obsoleto el sistemade relaciones jurídico políticas enca-minadas a la apropiación de la rique-za socialmente producida por parte delos estamentos nobiliario y eclesiásti-co. Esta fuerza social, cualquiera quesea la sucesión de acontecimientoscon la que aparezca, es común paratodo el área anglo-europea a lo largode los siglos XIV-XIX y es el origen delas clases burguesas que, impulsadaspor ella, se van a batir contra la fuerzapolítica del feudalismo y del absolu-tismo. La burguesía nace como una cla-se enfrentada por el propio dinamis-mo de la sociedad feudal a los esta-mentos que en esta detentan el poderpolítico y, por lo tanto, el Estado. Lle-gado cierto nivel de desarrollo, la mis-

ma burguesía buscó acomodo en esteEstado, como un reflejo necesario dela preponderancia social que llegó aalcanzar. Y buscó acomodo bien a tra-vés de pactos y transacciones con lanobleza, a la que tenía firmemente apri-sionada en términos económicos porla relación de dependencia que se ha-bía llegado a establecer de esta res-pecto de aquella, o bien, cuando nohubo otra vía, a través de violentasembestidas revolucionarias que hicie-ron acopio de todo el malestar socialque existía para ponerlo como susten-to de la acción política encaminada altraspaso de los privilegios de una cla-se dominante a otra. El pueblo, el cam-pesinado esencialmente pero tambiénlas clases populares de las ciudades,fueron la fuerza de choque de esta bur-guesía revolucionaria (allí donde nohubo revolución sino pacto social,como en España, fueron en cualquiercaso una amenaza esgrimida conti-nuamente en la mesa de negociacio-nes) Pero este pueblo de poco hubieraservido si no hubiese tenido, a su ca-beza, un partido, un programa y unapromesa final de victoria que le diesefuerza y homogeneidad en su lucha. Elpartido fue la propia clase burguesa,dirigida por sus elementos más diná-micos; el programa, la abolición de lastrabas feudales al desarrollo capita-lista y la consecuente destrucción delas mil y una disposiciones jurídicassobre las que se levantaba el mundofeudal, abolición y destrucción que seresumen en: conversión de los súbdi-tos en ciudadanos libres, es decir,transformación de la fuerza de trabajosierva en mano de obra libre. Finalmen-te, la promesa de victoria se cifraba enla abolición de todos los antagonismossociales bajo la férula de un nuevo Es-tado que garantizaría la armonía entrelos intereses particulares de todos losindividuos, desde el propietario de fá-bricas hasta el paria que no poseíanada más que su fuerza de trabajo.El Estado, por lo tanto, si bien se colo-ca en el último lugar de la sucesiónque empieza con la aparición de unnuevo modo de producción, es el pun-to esencial en el paso de una sociedada otra: lo es porque, en manos de lanobleza y el clero, es un arma de lareacción social a través de la cual es-tos estamentos ejercen todo su poderpara subyugar a la clase social en as-censo; lo es, cuando la burguesía co-mienza a acceder al poder, porque des-de él se sistematiza el nuevo orden so-cial que hace crecer la potencia socialburguesa; y lo es, una vez esta se hadesarrollado hasta el máximo, porquea través de él la burguesía mantiene supoder utilizándolo en su lucha contrael enemigo interno, el proletariado alque el mismo capitalismo ha dadovida, como contra el enemigo externo,el resto de burguesías que pese a ser

Page 3: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

3

( sigue en pág. 4 )

solidarias en la lucha anti feudal nodejan en ningún momento de competirunas con otras. Mediante el Estado, laburguesía ejerce su dominio, que notendría fuerza ninguna si no contasecon el poder coercitivo de este, y lo ejer-ce sobre una población, sobre unosrecursos naturales, sobre unas fuer-zas sociales, que se corresponden conaquellas en las que la burguesía se hadesarrollado: pequeños países comoBélgica, grandes imperios como el bri-tánico o territorios de más que cues-tionable cohesión interna como Espa-ña. La burguesía ha surgido en elloscomo clase usufructuaria en ese terri-torio de los beneficios generados porel trabajo asociado que aparece conel modo de producción capitalista. Ypor lo tanto es en ellos donde dominaa través de su fuerza social que se con-centra en el Estado, si bien nunca qui-ta la vista de otros territorios, otraspoblaciones, otros recursos naturalesque pertenecen a otras burguesías, queestán por lo tanto bajo el poder deotros estados burgueses, y por los cua-les nunca deja de suspirar.Con la aparición y consolidación delEstado burgués el ciclo de la evoluciónde la especie humana estaría comple-to si las fuerzas sociales sobre las queeste domina hubiesen llegado a cal-marse. Pero, de hecho, el Estado seríainnecesario si dichas fuerzas durmie-sen para siempre. Pero lo cierto es quela república burguesa, bajo cualquie-ra de sus formas, fracasa siempre y entodo lugar en sus pretensiones de cons-tituir el grado más elevado de desa-rrollo humano. Con ella no se acabanlas tensiones sociales, no se acabanlas guerras, no se acaban los desas-tres, no desaparecen el hambre ni lamiseria… Por ello es necesario el Esta-do, para que las contradicciones so-ciales que el modo de producción ca-pitalista engendra no acaben por mi-nar el propio poder de la burguesía.Estas contradicciones enfrentan, comose ha dicho, a las diferentes burgue-sías, que compiten siempre entre sí porampliar el beneficio que extraen de suposición predominante en el modo deproducción capitalista; enfrentan a lasdiferentes facciones de una mismaburguesía nacional, a los comercian-tes con los industriales, a los finan-cieros con los terratenientes… Enfren-tan también, a la burguesía de un te-rritorio con su proletariado: una vezque este ha cumplido con su papel defuerza de choque contra el mundo feu-dal la burguesía sólo le destina un fu-turo de explotación incomparablemen-te mayor que el que padecían en el mun-do feudal las clases populares. Y en-frentan, finalmente, a toda la miríadade pequeños estratos sociales, ni bur-gueses propiamente dichos ni proleta-rios, que forman las clases medias,resumidas por su papel en la produc-

ción como pequeña burguesía. La vi-sión general de la sociedad burguesasólo es completa si, más allá de prole-tariado y burguesía, se entiende quelas relaciones de producción capita-listas generan continuamente tantodivergencias en la propia clase bur-guesa como enfrentamientos con todoslos segmentos de la población que vi-ven de la explotación general de lamano de obra asalariada pero que notienen el tamaño ni la fuerza comopara imponerse sobre los grandes bur-gueses que detentan el poder políticoa través del Estado. Y será precisamen-te este Estado el que sirva a los secto-res predominantes de la burguesía deun país para imponerse sobre quienesno dejan de ser sus rivales más inme-diatos.La forma estatal que más se adecua aesta función de enfrentamiento conti-nuo no es la abiertamente totalitaria,sino la democrática. La burguesía na-ciente luchó contra la nobleza blan-diendo la exigencia de que el Estadorepresentase al conjunto del pueblo.Es decir, que el Estado no estuviese alservicio de una clase cuya fuerza so-cial diuna minoría privilegiada se opo-nía al rápido desarrollo de las fuerzasproductivas sino del conjunto de lasclases que encabezaban los profundoscambios que el capitalismo imponía.Claro que, al frente de estas clases,estaba la burguesía, predominantefrente a las demás precisamente por ellugar privilegiado que ocupaba en estenuevo orden social. La consigna demo-crática significaba la liquidación delos viejos privilegios en nombre de unaigualdad ideal de todos los «ciudada-nos» tras la que se escondía el domi-nio real de la clase burguesa. No po-día, por lo tanto, representar otra cosaque la consolidación de una nueva cla-se dominante: el modo de produccióncapitalista simplifica los antagonis-mos sociales, los polariza en torno atres elementos centrales, burguesíaindustrial y propietarios agrarios queforman la clase dominante burguesa,por un lado; y, por el otro el proleta-riado. En síntesis capital y trabajo asa-lariado en torno a los cuales orbitanlos demás, pero no suprime ni la ex-plotación de la fuerza de trabajo hu-mana en provecho exclusivo de la cla-se social dominante ni la opresiónconsiguiente. Por lo tanto democraciasólo podía significar gobierno dicta-torial de la burguesía que detenta ensu poder los frutos de la explotación yque ejerce la opresión sobre el restode elementos sociales. Pero mientrasque el sistema feudal se conformó his-tóricamente mediante la supeditaciónprogresiva del conjunto de las socie-dades de tipo esclavista a un poderabsoluto, con una progresiva pérdidade la autonomía de los estratos socia-les que eran los elementos centrales

de este tipo de comunidades, el siste-ma burgués se impuso con el concursoen la lucha anti absolutista de buenaparte de la sociedad: comerciantes,artesanos, oficiales, campesinos, pro-letariado urbano, parte del bajo cleroy de la baja nobleza… Todos ellos par-ticiparon bajo el mando burgués en lasluchas revolucionarias del fin del Me-dievo con el consecuente despertar detodos ellos a la vida social y a la lu-cha política más allá de las estrechasmiras corporativistas del mundo feu-dal. La burguesía revolucionaria nopodía dejar de contar con quienes sehabían hecho matar por ella, a riesgode perecer bajo el impulso que ellamisma había despertado. Especial-mente peligroso fue y ha sido hastatiempos muy recientes, excluir abier-tamente al proletariado, verdaderapotencia social moderna de nivel in-ternacional y que siempre ha contadocon la fuerza que le proporciona supapel central en el modo deproduccióncapitalista.Más allá del modelo clásico de revo-lución burguesa que estamos utilizan-do en estas páginas en la medida enque resume perfectamente todas lasfuerzas sociales en liza y a todos losactores que entraron en el juego en unmomento u otro –modelo clásico peroque rara vez se encuentra, siendo mu-cho más comunes las formas mixtas,distorsionadas por diferencias nadadespreciables pero que, en fin, partendel mismo punto y llegan al mismo re-sultado- en las amplias zonas de Euro-pa central durante el siglo XIX, en Ru-sia antes del octubre proletario y enlas colonias africanas y asiáticas du-rante el siglo XX, la irrupción de unaburguesía revolucionaria de carácternacional, que luchaba simultánea-mente contra las clases feudales – opre feudales – y contra la sumisiónimpuesta, en el caso colonial, por lasmetrópolis plenamente capitalistas,también necesitó del concurso del pro-letariado para alcanzar su libertad. Yal despertar a la lucha social a la po-tentísima fuerza proletaria le obligó acolocar en su programa exigenciasdemocráticas que permitiesen ligar adicha fuerza a su acción revoluciona-ria.La democracia, que involucra a todoslos estratos de la sociedad en la de-fensa del Estado, es por ello la formapolítica preferida por la burguesía.Forma, decimos, porque el fondo nun-ca deja de ser, por muy democráticoque sea el Estado, la dictadura de cla-se de la burguesía. A través de ella per-mite parcelas accesorias de poder alos estratos pequeño burgueses, queobtienen legislaciones favorables parasu peculiar condición social, a la par-te de la burguesía que no detenta di-

Page 4: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

4

( viene de la pág. 3 )

Cataluña, punto de...

rectamente el poder, pero que buscahacerlo precisamente movilizando de-mocráticamente al resto de clases so-ciales… y sobre todo al proletariado,al que logra interesar por el manteni-miento de un Estado que parece posi-ble reformar mediante un continuoprogreso social. Por ello la democra-cia ha sido la bandera no sólo de laburguesía revolucionaria sino, tam-bién, de la burguesía más reacciona-ria, que ha tenido en ella el principalgarante de la salvaguarda de sus inte-reses de clase.

En el centro del Estado español,Cataluña.

No es el momento de entrar a fondo enla cuestión de cómo se forma el mo-derno Estado español. Nos basta porahora con señalar que el dinamismode los reinos peninsulares en la EdadMedia y el Renacimiento y su poste-rior declive y caída dejaron su impron-ta en este, pero no fueron su base. NiEspaña es una identidad que nace conla lucha contra Al Andalus, ni Euskadies una unidad racial… ni Cataluña esla herencia del Reino aragonés.España como nación a la que se co-rresponde un Estado nace en el sigloXIX, concretamente el punto de parti-da es el auge de las clases burguesas ypequeño burguesas durante la guerracontra el invasor francés. En esta gue-rra se conforma el partido revolucio-nario de la burguesía, con un progra-ma liberal anti feudal que tiene porcentro la soberanía nacional contralos privilegios feudales y los particu-larismos locales. El conjunto de gue-rras, pronunciamientos y revolucionesque componen el siglo XIX va a darcomo resultado la creación de un mer-cado único en todo el territorio, la sis-tematización nacional y una fórmulade Estado que comporta un pacto detransacción entre la nobleza terrate-niente y la burguesía financiera.El primero de estos puntos, la apari-ción de un mercado único en todo elterritorio, significa la desaparición defueros y leyes locales propias, la su-presión de las fronteras internas, launificación de pesas y medidas (carac-terística es la aparición de una mone-da única, la Peseta, de origen catalán)y la libre circulación de mercancías,capitales y personas por todo el país.A su vez implica, en un fenómeno demucho mayor calado, la plena confor-mación capitalista de España con ladefinitiva desaparición de práctica-mente todas las formas precapitalis-tas de vasallaje económico, la inver-sión en infraestructuras que implica-ban la movilización de grandes canti-

dades de capital, la formación de unaindustria de cierto nivel, etc. En esteámbito es Cataluña la que destaca so-bre el resto de regiones españolas: laindustria textil, pujante desde el sigloXVIII, el comercio sobre todo hacia losrestos de las colonias (Cuba, PuertoRico y Filipinas) que también comenzóen el s. XVIII, dieron la base para uncuerpo social capitalista que, por ejem-plo, dio lugar al primer ferrocarril na-cional (Barcelona-Mataró) fue el prin-cipal de España y forzó la apariciónde un primer proletariado organizadoen torno a sociedades de resistencia yuna creciente influencia de Cataluñaen las medidas de política económicadel gobierno central.Respecto a la sistematización nacio-nal, el desarrollo del capitalismo enEspaña generó la unidad nacional. Nosin trabas, puesto que el medio físicoy la abigarrada composición social delpaís permitieron pervivir los particu-larismos locales dando en muchasocasiones estos la base para el pecu-liar desarrollo económico de una re-gión determinada.Finalmente, la aparición, tras una len-ta fragua en el horno de las guerrasciviles, de un Estado burgués resultaalgo incontestable. La pervivencia deldominio de las clases feudales y lapervivencia de la estructura monár-quica del Estado no pueden esconderque los intereses de estas clases yaeran plenamente capitalistas y que,si bien el origen de buena parte deellas es agrario, en España estamosya ante una agricultura plenamentecapitalista. La pugna entre liberales yconservadores, finalmente consagra-da en el sistema de turnos tras la Res-tauración de 1874 supone, realmen-te, la alternancia en el poder de lospartidos vinculados a las explotacio-nes cerealistas y olivareras, los dosprincipales productos del campo es-pañol. Queda excluida del Estado lapotente burguesía catalana, que noencuentra un acomodo directo en nin-guno de los gobiernos, tradicional-mente en manos de la oligarquía cas-tellana, pero que actúa conjuntamen-te con el partido cerealista castella-no en defensa de medidas de protec-ción económica arancelaria para fa-vorecer el mercado interno al que di-rigen sus productos y en la defensade la guerra contra los independen-tistas cubanos, contra los que exigenla más dura de las manos.Esta peculiar configuración del Esta-do responde, efectivamente al enfren-tamiento entre fuerzas contrapuestas:el hecho de que en España no hayahabido una revolución burguesa pro-piamente dicha impidió que la burgue-sía industrial accediese al poder di-rectamente, quedando este como mo-nopolio de la oligarquía terratenientey financiera. Es, sin duda, una «apli-

cación» imperfecta del modelo clási-co de revolución burguesa pero su con-secuencia fue únicamente que el po-der político nacional fuese extremada-mente débil en la medida en que no eracapaz de agrupar en su seno a todaslas fuerzas burguesas del país. Sólo elejército, pasado ya con armas y baga-jes al terreno de la conservación so-cial, vertebraba plenamente la nación.Este periodo de formación imperfectadel Estado nacional tiene como con-signa característica (algo que conser-vará a lo largo del siglo XX) la defensade la unidad nacional. Esta fue la divi-sa frente a las fuerzas centrífugas queno dejaban de amenazar la estabili-dad del país y, sobre todo, la consignade las fuerzas centralistas agrariascontra las exigencias de los industria-les catalanes que se volvían cada vezmás perentorias a medida que crecíasu poder económico. La bicefalia na-cional, con una capital económica enBarcelona y una capital administrati-va en Madrid, donde reposaba el pesode siglos de Imperio, es un buen refle-jo de la pugna real en torno al poderdel Estado: la fuerza industrial y mer-cantil en Cataluña, el resto de fuerzasen Madrid y una sistemática exclusiónde la primera por las segundas que seexplica por la debilidad del desarro-llo capitalista de España, pero no porla inexistencia de un sistema capita-lista y de un Estado burgués.Cataluña, una burguesía catalana que,en un primer momento y frente a ladebilidad de las relaciones capitalis-tas en el resto del país, puede ser lla-mada así, representó la fuerza más di-námica del desarrollo capitalista deEspaña. Y este excesivo desarrollo lo-cal constituyó la fuente de todas lastensiones, sociales y políticas, con elresto del país. De hecho estas tensio-nes no afloraron definitivamente has-ta que la guerra contra EE.UU. en 1898no dio lugar a la pérdida de Cuba, Puer-to Rico y Filipinas. La consecuente pér-dida del principal mercado para susproductos desvinculó los intereseseconómicos de la burguesía catalanarespecto de los intereses del resto delpaís, dando lugar al auge del naciona-lismo catalán sobre el terreno políti-co. Este se constituyó como la defensade un particularismo local de baseeconómica (el especialmente intensodesarrollo capitalista en la región) querequería el reconocimiento de una au-tonomía que le permitiese desmarcar-se de las políticas, mucho más atrasa-das en todos los términos, que emana-ban del Estado central.Todo el misterio, toda la leyenda, delnacionalismo catalán, se cifra en estehecho: es una reacción por parte de laregión más moderna en términos capi-talistas contra el atraso del capitalis-mo nacional, que se traducía en unfuerte conservadurismo por parte del

Page 5: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

5

( sigue en pág. 6 )

Estado central. La exigencia naciona-lista jamás fue la independencia, sinoun reconocimiento de la singularidadregional y lograr una influencia deci-siva sobre el Estado español que pro-tegiese los intereses de la industrialocal.¿A qué queda reducido, por lo tanto, elproyecto nacionalista catalán? ¿Escorrecta la tesis que defiende la exis-tencia de una Cataluña netamente di-ferenciada de España en términos eco-nómicos, políticos y sociales y que, porlo tanto, exige la independencia comoetapa ineludible de la revolución bur-guesa?En la primera parte de este epígrafehemos explicado el modelo clásico deaparición del Estado burgués a partirde la clase social que lo sustenta y delmodo de producción que da lugar aesta. Hemos explicado igualmente lanaturaleza de clase del Estado, que seconsidera burgués una vez que cumplelas funciones de garantizar el podersocial de la burguesía, al margen de lacomposición sociológica del mismo.En España existe este Estado burguésal menos desde mediados del siglo XIX,cuando las clases gobernantes del An-tiguo Régimen han sido cooptadas parael mundo capitalista a través de la pre-sión irresistible de la generalizaciónde los intercambios mercantiles colo-cados en el centro de la vida económi-ca. Si estas clases detentan aún en ex-clusiva grandes cuotas del poder, si elEstado sigue estando blindado al ac-ceso de la parte más viva de la burgue-sía, esto únicamente se da porque pre-cisamente el Estado tiene la funciónde defender el estatus quo del que dis-frutan determinados sectores de lasclases dominantes, sean estos pura-mente burgueses o algo mixto con losrestos nobiliarios. El Estado, en fin, esuna función social y en la medida quela cumple debe ser considerado en lostérminos de esta.Este es el sentido de la secular luchade la burguesía catalana contra el cen-tralismo madrileño, no un enfrenta-miento entre clases sociales opuestas(que implicaría un enfrentamiento en-tre modos de producción diverso) sinouna lucha de competencia puramentecapitalista en la cual la fuerza de lasclases altas españolas logra contenerlas pretensiones catalanas durante uncierto tiempo. Este es, por ello, el sen-tido del nacionalismo catalán: no unavindicación de independencia política,sino una exigencia de apertura del Es-tado y, en la medida de lo posible, decontrol de este por parte de los bur-gueses industriales de Cataluña. En lamedida en que toda guerra requiereuna bandera y, sobre todo, en la medi-da en que todas las clases que han li-brado guerras revolucionarias conanterioridad al proletariado han recu-rrido a una bandera ideal, que se abs-

trajese de la realidad social que real-mente prometía su triunfo, la burgue-sía catalana echó mano del mito de lanación feudal independiente, libre,soberana y democrática frente al des-potismo opresor castellano. Sólo asídeben ser consideradas las imágenesbucólicas de un pueblo libre y oprimi-do cuya causa era la del progreso.Si hemos tomado el desarrollo de laEspaña del siglo XIX para evidenciarel papel del nacionalismo cataláncomo cobertura ideológica en una lu-cha por el control de un Estado ya bur-gués es porque en ese siglo se resumetodo lo que esta lucha entre las clasesdominantes dará de sí a lo largo de losaños posteriores. Y porque lo muestrade manera especialmente clara: pocotiempo después de que el nacionalis-mo catalán floreciese, con la crisis delRégimen de la Restauración, ya ni si-quiera los propios burgueses recurri-rán al mito de la Cataluña oprimidapor España porque serán ellos mismosquienes tengan una influencia decisi-va sobre el Estado y los diferentes go-biernos. Las Mancomunidades, el pre-dominio político de Cambó, la fuerzade la Lliga Regionalista sobre el restode fuerzas políticas nacionales… soncaracterísticas de un momento en lahistoria de España en el cual el desa-rrollo del capitalismo en el conjuntodel país comienza a igualarse al queya existía en Cataluña y es entoncescuando la burguesía catalana cobra unpapel central en el Estado.Punto esencial en este desarrollo queconsolidó la fuerza de la burguesíacatalana en el Estado español es la IGuerra Mundial seguida de sus conse-cuencias sobre el terreno de la luchapolítica interburguesa y de la lucha declase del proletariado sobre todo en elterreno económico inmediato. A la co-nocida posición neutral del país, quese correspondió con una posición deequilibrio determinada tanto por ladebilidad política y económica del mis-mo (debilidad que le colocaba, por otrolado, en el lugar deseado por las po-tencias imperialistas contendientes)como por las posiciones enfrentadasen el seno de la propia clase dominan-te entre aliadófilos y germanófilos (so-cialistas e industriales en el primerbando, oligarcas terratenientes en elsegundo)se superpuso la política co-mercial de la burguesía catalana: enun momento en el cual los flujos demercancías y capitales estaban suspen-didos en toda Europa, las fábricas ca-talanas comenzaron a trabajar almáximo rendimiento que su débil ca-pacidad les permitía. Suministros debienes de primera necesidad a los paí-ses del bando aliado, productos ma-nufacturados, industria ligera… Partedel botín de la guerra de rapiña quedejó a la civilizadísima Europa conver-tida en un cementerio de cadáveres

proletarios fue a parar, durante losaños 1914-1918 a la también civiliza-dísima burguesía catalana. Por otrolado, cientos de miles de proletariosdel campo fueron arrastrados por laola de crecimiento económico hacialas principales ciudades de Cataluña(Barcelona, Mataró, Reus…) aumentan-do exponencialmente la poblaciónobrera de la región. La visión generaldel impacto de la guerra imperialistaen España tiene, por lo tanto, la si-guiente forma: Por un lado, posiciónprivilegiada de la burguesía catalana,que aprovecha una situación que elresto de la clase dominante del país esincapaz de rentabilizar, convirtiéndo-se por lo tanto en una especie de van-guardia en lo que a desarrollo econó-mico y político se refiere. Por otro ladoy como consecuencia de la concentra-ción de capital en la región catalana,fuerte aumento de la lucha de clase delproletariado que responde tanto a laspenosas condiciones de existencia enla industria local como a la gran espe-ranza que le aporta la revolución co-munista en Rusia con el desarrollo desus organizaciones de clase sobre elterreno de la lucha económica, colo-cándose al frente de la lucha obreraen todo el país.De hecho, cuando se vio enfrentada ala presión sindical de la clase prole-taria organizada en la ConfederaciónNacional del Trabajo, será la propiaburguesía catalana la que en 1923 im-ponga la dictadura de Primo de Rive-ra que supuso tanto la disposición detodos los medios del Estado para li-quidar el movimiento obrero comopara impulsar un programa de refor-ma económica que aumentase la in-versión de capital en España, la me-jora de las infraestructuras, el comer-cio exterior, etc.Las agitaciones posteriores del nacio-nalismo catalán tienen un caráctermuy diferente. El hecho de que la bur-guesía catalana lograse un papel cen-tral en el Estado español no supuso elfin de las particularidades catalanas.Como el desarrollo del capitalismo enEspaña no homogenizó todo el territo-rio nacional ni evitó la pervivencia deislas súper industrializadas en un maresencialmente agrícola y de pequeñaindustria. Las contradicciones socia-les que esta situación generaba no sesolucionaban con la influencia burgue-sa catalana sobre los gobierno deMadrid: el mundo capitalista es cual-quier cosa menos un remanso de paz yen él las tensiones latentes, sólo tem-poralmente aplacadas por los perio-dos de prosperidad, vuelven a apare-cer en la superficie cuando, inevitable-mente, esta prosperidad da lugar denuevo a la crisis social. La burguesía,por fuerte que sea su Estado, por ca-

Page 6: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

6

Cataluña, punto de...

( viene de la pág. 5 )

paz que sea de involucrar en este a to-das las facciones de su clase, es inca-paz de evitar que la guerra, abierta olarvada, sea el destino de su mundo. Ypor ello es incapaz de evitar que todoslos problemas que la imposición de supoder de clase deja abiertas vuelvan arestañar en cada sacudida adversa.La crisis de 1929 abrió en España elperiodo de la II República, caracteri-zado por la incapacidad de la burgue-sía para controlar tanto al proletaria-do como las tendencias centrífugas dela economía que amenazaban el frágilequilibrio nacional logrado en las dosdécadas precedentes. El «problemacatalán» reapareció con fuerzas reno-vadas, involucrando esta vez a la pe-queña burguesía local que, golpeadapor la crisis económica, se colocó bajola bandera del independentismo comovía para asegurar su pervivencia so-cial. En una situación en la cual la caí-da del beneficio capitalista exaspera-ba la competencia en los negocios bur-gueses, el independentismo se presen-taba como una solución basada en unabarrera que frenase esta competenciaseparando a la «nación catalana» desus rivales españoles. Apoyándose enla debilidad secular del Estado espa-ñol, especialmente aguda en tiemposde crisis, esta pequeña burguesía ob-tuvo satisfacción casi total de sus exi-gencias, en parte porque con ello con-fiaba la propia burguesía catalana enconstruir un muro de contención con-tra el repunte de la lucha de clase delproletariado. Hasta dos veces se pro-clamó la República catalana en el pe-riodo que va de 1931 a 1939 y en am-bas se mostró cuál es el destino que leespera, siempre, a la pequeña burgue-sía: o la sumisión a fuerzas socialesmucho más potentes (1931-Maciá pro-clama una independencia que al mo-mento queda sin efecto en vista de losacontecimientos en el resto de Espa-ña) o su derrota a manos de estas mis-mas fuerzas (1934-derrota de la Gene-ralitat insurrecta con sólo un par dedisparos de advertencia). No deja deresultar significativo que, precisamen-te en el momento en el cual el Estadoburgués español se tambaleó con másfuerza, durante el golpe de Estado dejulio de 1936, la pequeña burguesíacatalana se abstuviese de otra inten-tona independentista: entonces fueronlos proletarios quienes gobernaron lacalle y la Esquerra Republicana y Com-panys a la cabeza sintieron el verda-dero peligro de no contar con el res-paldo de España.Pese a que la nueva mitología nacio-nalista catalana cifra en la caída dela República (que para esta mitologíafue un oasis de paz y democracia) la

nueva pérdida de las «libertades ca-talanas», realmente la toma del po-der por parte de Franco no significónada nuevo en la relación entre Cata-luña y España. Es cierto que la auto-nomía se liquidó definitivamente,pero por parte de la República y unaño antes de que las tropas naciona-les fueran acogidas entre vítores porlos burgueses de Barcelona. Esta su-presión, tomada en su vertiente fran-quista, simplemente formó parte de unproyecto de concentración de todaslas fuerzas disponibles con el fin deacabar con la tensión social que sevivió en España. Fue, en el más purosentido burgués, un ejercicio de aho-rro destinado a conformar un autén-tico partido único de la burguesía queno permitiese tendencias disgregado-ras en su seno, durante los primerosaños del régimen de Franco, porquela amenaza interna y la situaciónmundial creada por la segunda gue-rra imperialista lo exigían. A partir de1959, con el inicio del llamado «de-sarrollismo», porque la buena mar-cha de los negocios hacía a todos losburgueses marchar al unísono, la bur-guesía catalana, privada de una in-fluencia directa y abierta sobre el Es-tado, soportó perfectamente esta si-tuación (con diferencia mejor que lavivida en los terribles días del ´36) ycolaboró directamente con ella. Sólocuando una nueva crisis hizo emer-ger de nuevo la tensión social a la su-perficie, cuando las formas autorita-rias del Estado franquista no permi-tían gobernar el país con la fluidez ne-cesaria, hizo de nuevo su apariciónla reivindicación nacionalista y otravez lo hizo como vía para obtener unlugar, esta vez ya legalmente recono-cido, en el Estado democrático.

En cualquier país capitalista, la paz sóloes una tregua temporal de la guerra.

La crisis capitalista de los años ´70 sesaldó, en España, con una profundareestructuración del Estado burgués.Si hemos traído a colación una largaexplicación acerca de la naturaleza declase de este estado y de las luchasintestinas acontecidas en su seno has-ta los años del franquismo (con todosu aparato de justificación ideológi-ca) no es por hacer un esfuerzo histo-riográfico, sino porque los treintaaños que van desde la unión de todaslas fuerzas burguesas del país detrásde la Constitución hasta el estallidode la crisis mundial de 2007-2008, ylos casi cuarenta que han transcurri-do desde entonces hasta hoy, constitu-yen la demostración de que ni siquie-ra el plan mejor elaborado por los téc-nicos burgueses puede evitar la vueltaperiódica al enfrentamiento en el queresurgen las tensiones que están en labase material del desarrollo del capi-

talismo y del moderno Estado burguésen España.Los Pactos de la Moncloa, continuaciónde la legislación económica de los úl-timos años del franquismo encamina-da a minimizar los costes laborales dela producción nacional, fueron la basede la acción mancomunada de todaslas fuerzas burguesas y sus aliadosoportunistas para salvar las necesida-des inmediatas que la crisis capitalis-ta mundial planteaba al capitalismoen esta región del mundo. Detrás de esteinmenso esfuerzo por garantizar unmínimo de colaboración entre esasfuerzas burguesas en el terreno econó-mico, pudo venir la Constitución, unpacto político más general y con hori-zontes más amplios en el que ya entra-ron en juego las primeras diferenciasinsalvables planteadas por los repre-sentantes políticos de los distintos ac-tores en juego: al tener un planteamien-to con más recorrido temporal cadauna de las fuerzas representadas in-tentó garantizarse un margen de acciónmayor. De ahí la ambigüedad de laConstitución sobre terrenos básicoscomo la unidad nacional, garantizadasiempre manu militari pero susceptiblede ser alterada legalmente por las am-plias zonas grises del texto constitucio-nal, la incapacidad de centralizar fun-ciones básicas del Estado como la pro-pia educación, la cuestión lingüística,el ámbito fiscal… La Constitución de1978 garantizó… que nada estaba ga-rantizado plenamente. Y abrió la vía aldesarrollo del verdadero corpus legalfundamental del Estado español, esdecir, a los Estatutos de autonomía, laslegislaciones específicas de cada terri-torio, que llegan al punto de permitir alos gobiernos locales contar con supropia policía, sus propias embajadascomerciales en otros países, su propiosistema tributario, etc.Si para el marxismo fue evidente, des-de los artículos que escribió Marx so-bre España, que la lucha por la diso-lución de las formas sociales preburguesas se realizaría no en el sen-tido de una súper centralización alestilo francés, sino por la vía federal,las lecciones de siglo y medio mos-traron a la burguesía española que,incluso en la fase de desarrollo im-perialista, resulta imposible conte-ner las tendencias que marchan enese sentido y que la combinación deun Estado hipertrofiado y altamentecentralizado, fórmula común a todoslos estados modernos, con unos am-plios márgenes de actuación para lasdiferentes fuerzas burguesas localesque impidiese que toda la estructuralegal saltase con el mínimo revés, erala única fórmula aceptable en un paísdonde, además, la estructura econó-mica se caracteriza por el predomi-nio de la pequeña empresa, forma deorganización de por sí incapaz de dar

Page 7: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

7

la base para la centralización.Obviamente esta fórmula política y le-gal constituyó únicamente una fórmu-la de apaciguamiento temporal de lastensiones desatadas por la crisis de1975. Mediante ella se pretendía abrirla puerta a un desarrollo del sistemainstitucional que garantizase su cuotade influencia a las fuerzas sociales queintervinieron en ella a la vez que selevantaba un aparato político, la de-mocracia de las autonomías, que per-mitiese involucrar a la clase proleta-ria en el funcionamiento del propio Es-tado partiendo de los niveles más bá-sicos del gobierno local. A través deesta fórmula se logró crear un amplioestrato pequeño burgués vinculado ala gestión autonómica, con unas ca-pas proletarias firmemente vinculadasa él entre sectores favorecidos por lasdisposiciones de la política local (pro-fesores, vinculados directamente a lagestión del bilingüismo; trabajadoresde las grandes industrias, vinculadosa las prebendas autonómicas a lasgrandes empresas de cada sector paraque se instalasen en su territorio; fun-cionarios sindicales, interesados en lacaptación de subvenciones autonómi-cas, etc.) e interesado en la participa-ción democrática en las institucioneslocales, mucho más susceptibles de serinfluenciadas por exigencias locales ycorporativas que el Estado central.Todo esto constituye el desarrollo par-ticular de la democracia en Españadesde 1975, democracia que tiene mu-cho más que ver con la «democraciaorgánica» franquista que con el idealliberal del siglo XIX, de la misma ma-nera que las democracias italiana,francesa o alemana tienen más que vercon el modelo fascista que con sus res-pectivos modelos de Estado previos ala Iª Guerra Mundial. Si en esos paísesse confirmó la tesis marxista acercade la necesidad para la burguesía deconcentrar al máximo los resortes deintervención económica en manos delEstado y de imponer un dominio tota-litario sobre el proletariado mediantevías democráticas, en España esta con-firmación tuvo el extra de ver tambiénratificada la imposibilidad de lograruna unificación plena del propio país.Hoy, la lucha entre el frente «naciona-lista» catalán y el sector «unionista»español, constituye el punto de ebulli-ción de las tensiones que este «mode-lo» político y legal nunca pudo liqui-dar. Por el contrario, sólo consiguiópreparar la base para que, en el actualcontexto de fuertes convulsiones so-ciales, emerjan con una fuera redobla-da. La crisis capitalista mundial seextendió en España por los canales quela configuración institucional habíacreado, siguiendo la línea de menorresistencia y erosionándolos a su paso.Un fuerte intervencionismo estatal so-bre el terreno económico, idéntico al

del resto de potencias imperialistaspero que deja amplios márgenes demaniobra a cada burguesía local so-bre su territorio, ha constituido labase para el enroque de estas burgue-sías sobre sus exigencias irrenuncia-bles. Todo el aparato organizado parala intervención económica, desde lasCajas de ahorros que canalizaban elcapital de la pequeña burguesía localhacia la inversión internacional a granescala, hasta la lucha por acaparar lasinstalaciones de la gran industria dela automoción en los respectivos lími-tes autonómicos de cada facción de laburguesía, se puso en marcha desde2008 como arma de agresión contralos competidores nacionales, y estodeterminó el enfrentamiento sobre elterreno político. Convergencia i Unió,origen del actual Junts per Catalunya,era el partido que monopolizaba larepresentación de los «intereses cata-lanes» en el ámbito del Estado centralporque era la formación política quecentralizaba la gestión de la economíalocal, porque surgió como órgano en-cargado de esta función. Esquerra Re-publicana de Cataluña, representabalos intereses de la pequeña burguesíaprofesional y rural, vinculada tanto alos programas autonómicos de distri-bución de rentas como a la propia ad-ministración autonómica. Ambas tar-daron poco en coaligarse en un frenteunido contra las exigencias del Estadocentral, es decir, del resto de competi-dores nacionales, y en defensa de unmarco fiscal más generoso para losintereses del capital radicado en Ca-taluña. El «nacionalismo», el Procés,el referéndum y la «República», vinie-ron después, cuando les fue impres-cindible luchar sobre el doble terrenodel enfrentamiento contra el Estadocentral y de la movilización social in-terna, especialmente del proletariado,con el fin de neutralizarlo.La llamada «cuestión catalana» no seliquidará ni con el procés, ni con la re-presión estatal. En Cataluña se juegala implosión del «diseño» del Estadoespañol: para salvar las consecuen-cias de la crisis capitalista de 1975,se puso en marcha una serie de refor-mas políticas que compatibilizasen lanecesidad del capitalismo «español»de competir con sus rivales exteriorescon las exigencias de cada una de lasfacciones burguesas que se nutren deese capital. Todo el ensamblaje insti-tucional posterior es, por lo tanto, unequilibrio tan inestable como el pro-pio sistema capitalista. El retorno dela crisis capitalista ha evidenciadoesto. Si en Cataluña ha saltado la lie-bre, y parece que el resto de competi-dores se aprestan a darle caza todos auna, las tensiones que han afloradono dejarán inmune a ninguno de ellos,y no tardarán en volver las armas unoscontra otros.

LEE

EL PROLETARIOÓrgano del Partido

Comunista Internacional

Dónde puedes encontrar‘EL PROLETARIO’

Librería PrimadoAvda.Primado Reig 10246010 - Valencia

Traficantes de SueñosC/ Embajadores, 3528012 - Madrid

La Rosa del FocC/ Joaquim Costa 34 bj28001 - Barcelona

Librería SandovalPlazuela del Salvador, 647002 - Valladolid

Las razones de nuestroabstencionismo( Textos del partido N° 1,

Octubre 2015, A4, 20 páginas )

•-Introducción•-El parlamento y la lucha por los sóviets(Carta circular delComité Ejecutivo de laIII Internacional Comunista, del 1 de sep-tiembre de 1919)•-La Tercera Internacional yel Parlamen-tarismo (De «Il Soviet», año III, nº11 del11-4-1920; reproducida también en la«Historiadela IzquierdaComunista1919-1920, cit., pp 525-527)•-La nueva época y el nuevo parlamenta-rismo (Introducción deTrotskya las Tesissobre los partidos comunistas y el arla-mentarismo, II Congreso de la IC 1920)•-Tesis sobre el Parlamentarismo (Pre-sentadas por la Fracción Comunista Abs-tencionista del Partido Socialista Italiano•-II Congreso de la IC 1920)•-Preparación revolucionaria o prepara-ción electoral (De l'«Avanti!», 14/09/1919)•-1921. Elecciones (A. Bordiga, «Il Co-munista» del 14/04/1921)•-Manifiesto del Partido Comunista deItaliapara laselecciones políticasde 1921(Manifiesto publicado en «Il Comunista»del 21 de abril de 1921)•-El cadáver todavía camina(De opúsculo«Sul filo del tempo», Partido ComunistaInternacional, mayo de 1953)

Correspondencia :

Para España: Apdo. Correos27023, 28080 MadridPara Ital ia : Il Comunista, CP10835, 20110 MilanoPara Francia : Programme,BP 57428, 69347 Lyon Cedex 07Para Su iza: La dirección estásiendo modificada. Para contactar,escribid a la dirección de Lyon.

Page 8: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

8

TERRORISMOY COMUNISMO

de L. Trotsky

El libro se puede descargaren el sitio del partido

en internet:w w w .pc int .org

Para copias en papel, escribe:Apdo. Correos 27023,

28080 Madrid

( viene de la pág. 7 )

Brasil o a Venezuela, en África a Nigeriay Sudáfrica o, en Europa, a Rusia (gol-peada también por las sanciones occi-dentales impuestas después de laanexión de Crimea)Europa, Norteamérica, Japón, etc. hanregistrado un crecimiento desigual, o unestancamiento económico, pero no hanentrado en recesión.

CICLO DE LA CRISIS

En sus estudios sobre el capitalismo,Marx evidenció la existencia de la crisiseconómica, más o menos intensa o de-vastadora, pero que se presenta regular-mente. Esta repetición de las crisis es lamanifestación de las contradiccionesinternas del capitalismo, un sistema eco-nómico incapaz por naturaleza de tenerun desarrollo económico armonioso;cualquier empresa en competencia conlas otras genera –sin tener en cuenta elmercado y dado que este no es fácilmen-te expansible- el aumento de la produc-ción según las reglas de la ley del bene-ficio, determinando inevitablemente unacrisis de sobreproducción.Marx explica «No es que se produzcandemasiados medios de producciónpara poder ocupar a la parte de la po-blación idónea para el trabajo. Alcontrario. Primero se produce unaparte excedente de la población, queno es realmente apta para el trabajo;que, por sus condiciones, depende dela explotación de otros o de trabajosque pueden valer como tales sólo enel ámbito de un modo de producciónmiserable. No se producen, en segun-do lugar, medios de producción sufi-cientes para que toda la poblaciónidónea para el trabajo lo haga en lascondiciones más productivas, por lotanto su tiempo de trabajo absoluto seabrevia gracias a la eficiencia delcapital constante empleado en el cur-so del tiempo de trabajo. Pero perió-dicamente se producen demasiadosmedios de trabajo y medios de subsis-tencia, para hacerlos funcionar comomedios de explotación de los trabaja-dores dada una tasa de beneficio. Seproducen demasiadas mercancíaspara poder realizar en las condicio-nes de distribución y en las relacionesde consumo dadas por la produccióncapitalista el valor en ellas conteni-do y el plusvalor allí encerrado, y re-convertirlos de nuevo en capital, esdecir para poder cumplir este procesosin explosiones perennemente recu-rrentes. No es que se produzca dema-siada riqueza, es que se produce perió-dicamente demasiada riqueza en sucontradictoria forma capitalista.» (3)Las crisis económicas son la demostra-ción del carácter limitado de la produc-ción capitalista, que entra en contradic-ción con las necesidades de la sociedadhumana: vemos «que no es un modo de

producción absoluto, sino histórico,correspondiente a una cierta y limita-da época de desarrollo de las contra-dicciones materiales de la produc-ción»Estas crisis económicas en los tiemposde Marx se repetían de media cada diezaños. Desde el fin de la última guerramundial, su periodicidad ha tendido aabreviarse, teniendo lugar cada 5 años.La expansión del mercado global, con lacreciente importancia del comercio inter-nacional y de los flujos financieros trans-fronterizos para la mayor parte de lospaíses, ha aumentado su simultaneidady acrecentado su potencia.No existe todavía una regla fija, en cuan-to que factores extraños al campo estric-tamente económico intervienen para ra-lentizar o acelerar su ritmo, a aumentar oreducir su intensidad.La crisis de los primeros años ´90 fueconsiderada en un primer momento unarecesión económica en los países anglo-sajones durante 1990-91, después unabrusca caída económica en la Europacontinental en el invierno de 1992-93,amplificada por una política deflacionis-ta que dio lugar a la crisis mundial, im-plicando a Japón en el marasmo en 1993.La siguió la crisis económica de los paí-ses exportadores del Sudeste asiático en1997, que se propagó a Rusia en 1998.Pero a nivel mundial, la crisis se mani-festó sólo en 2000-2001 con el estallidode la «burbuja de Internet»; en realidad,fue la recesión la que hizo estallar la bur-buja, no al contrario.La reanudación económica que siguiófue laboriosa, impulsada principalmen-te por un recurso masivo al crédito (y,en los Estados Unidos, por la guerra enIrak, que representó un potente estímu-lo para el complejo de la industria mili-tar); las famosas «subprimes» (présta-mos bancarios de alto riesgo que seofrecieron a una clientela poco solven-te), que provocaron duras pérdidas parala banca, fueron sólo la parte más visi-ble de la crisis de crédito que estallóapenas la ralentización económica sehizo sentir y fue sofocada en la grancrisis del 2008.Esta última ha hecho vacilar al sistemabancario y financiero internacional y hahecho caer la producción como no ha-bía sucedido desde los años ´30 del si-glo pasado. Pero la intervención masivade los Estados permitió el rescate de labanca y de otros instrumentos financie-ros (incluso mediante su nacionaliza-ción) y bloqueó la crisis: planes clásicosde «relanzamiento económico», finan-ciados por préstamos estatales y déficit,bajada de las llamadas «taux direc-teurs» de las bancas centrales para ha-cer caer los tipos de interés, etc. (4); perosobre todo la adopción de las medidasconsideradas «no convencionales»(«flexibilidad cuantitativa», conocidocomo «quantitative easing» (5), en el

globales se esfumaron casi 7500 millo-nes de capital accionarial. Todavía,aseguran los expertos, la economíaamericana y global está en plena for-ma y sus «fundamentos son sanos», parautilizar su jerga. Pero, como escribíaMarx citando sarcásticamente las des-cripciones de las crisis hechas por loseconomistas: »Los negocios parecensiempre exageradamente sólidos justoen la vigilia del crack» (1).

En este inicio del 2018, los más o menosgrandes economistas burgueses hanmostrado en realidad un clamoroso op-timismo: diez años después del estalli-do de la «gran recesión», el crecimientohabría sido retomado en términos firmes.Damos sólo un ejemplo, el de las direc-trices del FMI que en una entrevista afinales del año pasado afirmaba que latendencia a la reanudación económicaobservada en 2017 se confirmaría en2018 y, además, que «la economía glo-bal volverá a la tasa media de las dosdécadas precedentes a la gran crisisfinanciera de 2007-2008» (2)Las cifras parecen confirmar este opti-mismo. Mientras el año 2016 se inició conuna serie de caídas de la bolsa, el hundi-miento de los precios del petróleo y deotras materias primas, una segura ralen-tización económica, la temida recesiónno se ha confirmado a nivel mundial.Todo ha sucedido como si el capitalis-mo mundial hubiese desplazado su cri-sis a los países llamados periféricos.Evidentemente no se trata de una acciónplanificada y realizada conscientemen-te; sino de grandes imperialismos quedominan el planeta y que tienen mediosy recursos para posponer, dentro de unacierta medida, o tratar de atenuar, lascrisis, y relanzar su maquinaria econó-mica, cosas de las cuales los países quedependen económicamente de ellos nodisponen. Protegiendo a los países ca-pitalistas centrales, la crisis ha golpea-do de manera más o menos dura, a lospaíses productores de materias primas,como por ejemplo, en América Latina, a

El capitalismo mundial...

Page 9: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

9

( sigue en pág. 10 )

lenguaje abstracto de los economistas)que consiste en realidad en la creaciónde dinero para los mercados financieros.Estas últimas medidas se adoptaron apartir de 2008 en los Estados Unidos ydesde 2009 en Gran Bretaña; se asumie-ron en 2013 y en 2015 respectivamentepor parte de Japón y de Europa a causadel persistente marasmo económico enestas dos regiones. Dando liquidez a losbancos a través de la compra de títulosen los mercados financieros (incluidoslos «créditos inexigibles», es decir, lospréstamos bancarios no recuperables)estas medidas permitieron consolidar,favorecer, la reanudación de los inter-cambios bancarios (casi congelados enel ápice de la crisis), facilitar el restable-cimiento del crédito y reactivar la eco-nomía en su conjunto (6).

¿»ESTANCAMIENTO SECULAR» OSOBREPRODUCCIÓN CRÓNICA?

La reanudación económica se concreta,pero es excesivamente «débil», al pun-to de que aparece (o reaparece) la tesisdel «estancamiento secular». Esta no-ción, que parece tener su origen en losaños ´30, se refiere a largos periodos his-tóricos en los cuales el crecimiento eco-nómico es débil, como a finales del sigloXIX (el colapso de 1873 a 1894) o entrelas dos guerras mundiales. Según losautores de esta concepción, ahora ha-bríamos entrado en una situación simi-lar. Es cierto que el capitalismo, a escalamundial, no conoce ya un crecimientosostenido. Según los datos del FMI, elcrecimiento anual del PIB de los grandespaíses capitalistas, que era del 2,8% an-tes de la crisis de 2008 (y del 5,64% enlos años ´60 del siglo pasado, épocasanta del crecimiento capitalista) cayódespués al 1,6%. Los economistas delFMI y otros sostienen que el «crecimien-to potencial» disminuyó con la crisis del2000 en los países capitalistas más avan-zados y con la crisis de 2008 en el resto.Por lo que respecta a las causas de estadisminución, se dan las explicacionesmás absurdas (7).Como decía el Manifiesto Comunista, elcapitalismo supera sus crisis sólo pre-parando crisis aún más graves. La crisisdel 2008 ha podido ser superada, y la re-anudación económica ha sido posible,gracias al masivo recurso al crédito, querepresenta una expansión artificial delmercado; más, en particular, en la formade un creciente debili-tamiento de losEstados, además de las empresas y losagentes privados.El debilitamiento internacional ha logra-do un nivel récord (8); en particular la«montaña de deuda» que alimenta laeconomía china, según el FMI, «sevuelve peligrosa» para la economíamundial (9).El flujo de liquidez en el circuito econó-mico y las bajas tasas de interés han

contribuido indudablemente a drogar alcapitalismo, que se ha quedado sin aire;pero también han estado en el origen delas burbujas especulativas, en cuanto labanca y las otras grandes sociedadesfinancieras estaban a la caza de inversio-nes rentables, a causa de la dificultad deencontrarlas en la que es llamada «eco-nomía real» y en la cual los beneficiospermanecen aún demasiado bajos.Es así como se explica la moda del «crip-to-valor», como el bitcoin (se trata demonedas enteramente especulativas encuanto son poco utilizables para compraro vender cualquier cosa); o, menos ane-cdóti-camente, una renovada especula-ción sobre las materias primas y, sobretodo, el continuo aumento de las bolsasde valores. Este último crecimiento estácasi del todo desconectado de la marchade la economía: se registró un aumentode casi el 33% para Wall Street desde elinicio de 2017, en el momento de su ré-cord, el 25 de enero, o lo que es lo mis-mo, un aumento diez veces superior alde la economía norteamericana (10).

Las burbujas especulativas explotaninevitablemente (el colapso del bitcoin,-70% el 6 de febrero respecto a su récorda mitad de diciembre, y de otras cripto-monedas, ha sido espectacular, tenien-do en cuenta su aumento precedente) yesto tiene una inevitable repercusión,más o menos marcada, en la economía;pero sería un error concluir que las raí-ces de las crisis resida en la especula-ción, en la avidez de los banqueros o fi-nancieros sin escrúpulos.En realidad, la causa de las crisis econó-micas reside en la sobrepro-ducción,aun cuando la especulación sea el fac-tor desencadenante. Marx y Engels ex-plicaban que «La especulación por logeneral se presenta en los periodos enlos cuales la sobreproducción está enpleno curso. Ofrece a la sobrepro-duc-ción, momentáneamente, canales desalida, y precisamente por esto acele-ra el estallido de la crisis y aumenta suvirulencia. La crisis misma estalla an-tes en el campo de la especulación ysólo sucesivamente pasa al de la pro-ducción. No la sobreproducción, sinola sobreespeculación, que a su vez essólo un síntoma de la sobreproducción,aparece por ello ante los ojos del ob-servador superficial como causa de lacrisis. El sucesivo descenso de la pro-ducción no aparece como consecuen-cia necesaria de su pretendida exube-rancia, sino como simple contragolpedel colapso de la especulación» (11).

Citamos la famosa frase del ManifiestoComunista:«¿Con qué medios supera la burgue-sía la crisis? Por un lado, con la des-trucción obligatoria de fuerzas pro-ductivas; por otro, con la conquistade nuevos mercados y con la explota-

ción más intensa de los viejos» (12).Para que la reanudación económica seavigorosa es necesario que la destruc-ción de fuerzas productivas –bajo laforma de quiebras de empresas, cierresde fábricas, despidos de proletarios, etc- y/o que la conquista de nuevos mer-cados y la explotación más intensa delos vecinos sean suficientemente im-portantes. El recurso al déficit de balan-ce y al crédito es un modo fácil paraobtener una explotación más intensa delos mercados o la creación de unosnuevos; pero la economía del crédito nopuede ser suficiente a largo plazo parasuperar la congestión de los mercadossi la sobreproducción crónica, que esla causa de esta débil recuperación eco-nómica que tanto turba a los economis-tas, no es abolida –cosa que en últimainstancia sólo puede realizarse con unconflicto mundial.Al mismo tiempo, los riesgos del recur-so masivo al crédito se vuelven cada vezmás amenazantes si no se logra comen-zar un crecimiento sólido (13). Dando porhecho que esta reanudación estaba encurso, al final del año pasado, la FEDanunció el fin de su política de tipos deinterés; mientras, más cauto, el BancoCentral Europeo anunció sólo la reduc-ción gradual de su política de inyecciónde liquidez en la economía (los famososQuantitative Easing).¿Pero el capitalismo enfermo estará encondiciones de resistir a la suspensiónde su droga de dinero fácil, al precio decualquier colapso de la bolsa… o recae-rá en el síncope?

* * *

Han pasado diez años del estallido dela última crisis económica mundial, querepresenta uno de los dos ciclos máslargos de los últimos 70 años: el fin delciclo es por lo tanto inmediato, aun simedidas masivas para apoyar a las em-presas y a la economía, como las anun-ciadas recientemente por Trump (unasignificativa reducción de tasas, au-mento de los gastos militares, grandesobras) pueden postergarla aumentandolos beneficios de las grandes empresas.Por otro lado, estas medidas compor-tan, con el tiempo, grandes riesgos eco-nómicos, alargando el déficit de balan-ce americano, que podría llegar a casimil millones de dólares ya el próximoaño (14).Los últimos diez años han visto un cam-bio en las relaciones de fuerza entre lasgrandes potencias imperialistas: la crisisrevela de manera cruda los respectivospuntos de fuerza y debilidad, como ve-remos en un próximo artículo. Las rivali-dades económicas se agravan sin parar–para convencerse es suficiente tomaren consideración las iniciativas del go-

Page 10: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 0

( viene de la pág. 9 )

bierno americano, que sería particular-mente estúpido atribuir a los caprichosde Trump. Estas se dan en todos loscampos a partir de las exigencias de lasgrandes empresas y de los potentes gru-pos de intereses estadounidenses quese sienten amenazados por sus compe-tidores extranjeros, sean estos chinos,europeos, canadienses u otros.

Y estos enfrentamientos de interesesestán inevitablemente destinados a pa-sar del campo económico al político y,en fin, al militar. El aumento de los gas-tos militares en muchos países delmundo no tiene otra causa.Pero la crisis mina también el status quosocial y las relaciones de fuerza entrelas clases; 2018 se ha iniciado con ma-nifestaciones y revueltas en Turquía eIrán. Este es un buen auspicio para elfuturo; aunque todavía, hasta que elproletariado no reconquiste la fuerza deorganizarse y de luchar sobre basesclasistas, permanecerá como víctimaindefensa contra el capitalismo, entiempos de crisis y en tiempos de pros-peridad.

(1 - continúa)

Índice de la producción industrial: comparación entre seis países del

G8. Sólo Alemania ha vuelto a su nivel previo a la crisis de 2008 y

juega el papel de una de las principales locomotoras del capitalismo

mundial.

El capitalismo mundial...

NOTAS:

(1) El Capital, Libro III, capítulo XXX,Capital dinero y capital efectivo, Akal,1997, vol VII, página 195.(2) Entrevista a Christine Lagarde, LeJournal du Dimanche, 30/12/2017.

(3) El Capital, Libro III, capítulo XV, De-sarrollo de las contradicciones inter-nas de la ley, epígrafe 3, Exceso de ca-pital y exceso de población. , Akal, 1997,vol VI, página 329.(4) Taux directeurs: son tasas de inte-rés a corto plazo fijadas por las bancascentrales para pilotar su política mone-taria y controlar de esta manera la masamonetaria en un intento de regular laactividad económica de su país.(5) Quantitativeeasing (QE), es una me-dida de política monetaria adoptada poruna banca central cuando los instrumen-tos tradicionales de esta política se re-velan del todo insuficientes para afron-tar los efectos recesivos o deflaciona-rios de una crisis económica o financie-ra de gran amplitud. Con los QE la ban-ca central decide comprar grandes can-tidades de títulos para inyectar en la eco-nomía la liquidez que falta a causa de lacrisis financiera, con la intención de rea-vivar la actividad económica y la infla-ción.(6) «Después de haber reducido las ta-sas de interés [precio del dinero presta-do] a casi cero en diciembre de 2008 –enplena crisis financiera- la FED (Bancacentral americana) lanzó más de300.000.000 $ a la economía en el cuadrode su programa de QE» Reuters, 26/07-72017. Para aclarar la idea, esta inyecciónde liquidez por casi 10 años, equivalecasi al 20% del PIB anual de los EstadosUnidos.(7) «Los feos presentimientos de los in-dividuos» que recuerdan la crisis de2008 y explicaban así este «estancamien-to secular», según el premio Nobel deeconomía (o de estupidez) R.J. Schiller.(8) Según el Instituto de Finanzas Inter-nacional, esta deuda era al finalizar el añopasado de 226.000 miles de millones de

dólares (equivalente a más de tres vecesel PIB mundial) Sobretodo los «paísesemergentes» debían reembolsar o «refi-nanciar» (pedir prestado de nuevo) estaaño 1700 miles de millones de dólares.Cfr. BFM Bussines. Frente a estas cifras,la Banca de reglamentación Internacio-nal, ha advertido del posible riesgo deun crack, cfr. BIS, Informe trimestral, di-ciembre de 2017.(9) Cfr. FMI, China Country Report 12/08/2017. El propio gobernador de la Ban-ca central china ha advertido oficialmen-te sobre la existencia de «numerosos,amplios, complejos, contagiosos y pe-ligrosos» riesgos financieros en la eco-nomía del país. Cfr. Bloomerg News4/11/2017.(10) Cfr. TheEconomist, 27/02/17. Losmercados de accionistas japoneses yeuropeos han tenido incrementos simi-lares, los records los alcanzó Italia (au-mento del 44% en la bolsa de Milán) ysobre todo Austria, con un aumento decasi el 65%. Apenas dos días antes delderrumbe de Wall Street, la NatixisIn-vestment Bank publicó un número de suboletín «Flash Economie» que causósensación; el título era «La dinámica delcapitalismo es hoy la que Marx predi-jo». Su conclusión era la siguiente: «estadinámica lleva necesariamente, por unlado, a la creciente disparidad del cré-dito y, por otro, a las crisis financieras»Cfr. FlashEconº 30, 02/02/2018. Los pe-riodistas de Le Monde respondieron queninguna crisis financiera era hoy posi-ble… Los banqueros de Natixis so e hanvuelto marxistas: advierten de una situa-ción que consideran peligrosa En otronúmero se preocupaban de la posibili-dad de una «revuelta de los asalariados»contra los bajos salarios.(11) Marx-Engels, Rassegnamagio-otto-bre [1850] en Marx-Engels, Opere com-plete, EditoriRiuniti, vol. X, Roma, 1977,p 501. El fin de este artículo era analizar«la base real» que había determinado lasrevoluciones y las contrarrevolucionesen Europa.(12) Marx-Engels, Manifiesto del parti-do comunista , Ediciones Progreso,Moscú.(13) Una fuerte reanudación económicapermitiría pagar estas montañas de deu-das. Además, según la gran banca suizaUBS, en el caso de que se verificase unanueva crisis, las autoridades monetariasde los grandes países podrían en teoríaestar constreñidas a bajar las tasas deinterés hasta el -4 ó -5% para salir de ella,con todas las consecuencias sobre ladesorganización de los flujos financie-ros, económicos y monetarios de estasmedidas extremas. www.capital.fr/vour-argent/at-the-next-create-the-detail-ra-tes-can-fall-a-5bv-subs-1258724.(14) Este sería el resultado si el proyec-to de balance del gobierno Trump, pre-sentado a mitad de febrero fuese adop-tado.

Page 11: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 1

Índice de la producción industrial de los países del G8 (sin Rusia)

Page 12: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 2

Primero de mayo de 2018

La clase dominante burguesa y sus partidarios falsamente obreros festejan otro añode altos beneficios capitalistas mientras las grandes masas proletarias sufren la

explotación más bestial y la miseria cotidiana.

ProletariosNo hay necesidad de recordar que vuestrascondiciones de existencia dependen del sala-rio que los capitalistas os conceden o que, através de la lucha, conseguís sacarles; no haynecesidad de recordar que desde que la razaobrera llega al mundo está condenada a serfuerza de trabajo a disposición de los capi-talistas, pequeños, medianos o grandes, enlas empresas privadas o en la función públi-ca, porque el modo de sobrevivir que la so-ciedad capitalista os ofrece es sólo uno: ven-der vuestra fuerza de trabajo al capitalistaque tiene interés en explotarla y que, al ha-cerlo, gana y gana cada vez más en la medidaen la que organiza vuestra explotación demanera sistemática y científica.No hay necesidad de recordar que, en la so-ciedad capitalista, son el dinero, el mercado,el cambio de valores, la compraventa, lascategorías económicas... las que regulan lasrelaciones humanas, yque las relaciones hu-manas están condicionadas en origen por lasrelaciones de producción: en la sociedad di-vidida en clases, quien posee el poder eco-nómico y, por lo tanto los medios de pro-ducción, tiene en su mano el poder político através del cual –Estado, gobierno, partidos,fuerza militar- domina a toda la sociedad y,en particular, mantiene a la clase proletaria,que es la clase productora por excelencia, ensituación de depender para todo del salario,por lo tanto del capital, que da el salario sólocontra una determinada cantidad de trabajode la cual se apodera diariamente. No haynecesidad de recordar que todo capitalista nosólo tiene interés en explotaros lo máximoposible –porque de vuestra explotación sacasu beneficio- sino que tiene interés en alimen-tar entre vosotros una competencia despia-dada (en paralelo a la competencia despia-dada que cada capitalista mantiene con cual-quier otro) de manera que vuelva mucho másdifícil, sino casi imposible, vuestra organi-zación solidaria en defensa de vuestros inte-reses inmediatos. Que vuestros intereses in-mediatos estén del todo opuestos a los de loscapitalistas, es una realidad que emerge cadavez que la economía capitalista, de la cualtoda empresa es partícipe por razones demercado y de competencia con otras empre-sas del mismo sector, entra en crisis. La pri-mera cosa que el capitalista hace, es prote-ger su empresa, su propiedad, sus beneficios,sus mercancías, sus relaciones de mercado y,para este fin, está dispuesto a utilizar casicualquier medio, y por supuesto hacer pe-sar sobre su mano de obra las consecuenciasde la crisis, despidiendo, acabando con algu-nas producciones o cerrando la fábrica, aco-giéndose a EREs, deslocalizando la produc-ción y a los obreros, prejubilando, bajandolos salarios...No hay necesidad de recordaros que los ca-pitalistas, ellos solos, sin ayuda de una seriede partidarios, de siervos, de esbirros, de

matones, no lograrían dominaros siquiera so-bre el plano político y social. A los capita-listas, para defender sus intereses y su pro-piedad, no les basta con poseer el Estado,orientar las decisiones del gobierno, y usarla fuerza militar en todas las situaciones detensión social. Dado que la clase obrera, enla historia, de las luchas de clases que le hanvisto combatir por sus propios interesessobre el terreno del antagonismo de clase, hademostrado, en determinados periodos his-tóricos, estar en condiciones de sustraerse ala influencia de las fuerzas de conservaciónburguesas y a las fuerzas del oportunismo,y de organizarse no sólo sobre el plano de ladefensa económica, sino también sobre elterreno de la lucha política y revolucionaria,la clase burguesa ha sacado las lecciones demayor importancia para el mantenimiento desu poder político y económico. Una de es-tas lecciones ha sido aquella de no sólo tole-rar las organizaciones económicas de clasedel proletariado, sobre las cuales se apoya-ba la lucha de los obreros contra los capita-listas, sino de penetrar en ellas para orien-tarlas en sentido reformista y pacifista, conel fin de desviarlas de sus objetivos origina-les de defensa exclusiva de los intereses declase y transformarlas así en instrumentosvitales de conservación social con los que,sobre todo en periodos de crisis, el capita-lismo puede contar.

¡Proletarios!Los sindicatos obreros que, en su momento,maduraron una gran tradición de clase, a lapar que los partidos obreros, podían repre-sentar un elemento decisivo en la lucha de cla-se revolucionaria del proletariado, y esto laclase dominante burguesa no podía permitír-selo; por ello, debían ser conquistados parala conservación social por las fuerzas opor-tunistas, las fuerzas que vestían como obre-ros pero que dirigían a las masas hacia el apo-yo a los valores de la economía de la empre-sa, de la economía nacional, de la patria, dela democracia, en apoyo a todo lo que servíaal capitalismo nacional para superar sus pro-pias crisis y volver a poner en marcha la má-quina de laexplotación obrera general. Y don-de las masas proletarias no estaban lo sufi-cientemente plegadas a las exigencias del ca-pitalismo –como frente a la Primera GuerraMundial y frente a la primera postguerra-estas fuerzas oportunistas fueron llamadasa debilitarlas de manera tal que, si fuese ne-cesario atacar con la fuerza, destruyendo asus partidos y a sus organizaciones econó-micas sindicales, esta tarea fuese realizable.El fascismo italiano, primero, y el nacional-socialismo alemán, después, demostraronque la clase burguesa dominante de los diver-sos países puede hacerse la guerra todas lasveces que la crisis económica y política desu sistema social lo vuelva necesario, perosu guerra histórica principal era y será siem-

pre la guerra contra el proletariado organi-zado, el proletariado que lucha sobre el te-rreno de clase guiado por el partido comu-nista revolucionario para la conquista delpoder político y para acabar de una vez portodas con cualquier burguesía, con cualquiersistema de explotación capitalista.Los años de la Primera Guerra Mundial y dela primera postguerra, desde el punto de vis-ta de la lucha del proletariado contra las bur-guesías de cualquier país, apoyando sus pro-pias esperanzas y sus propias perspectivasde emancipación de la esclavitud salarial,sobre la formidable victoria de la Revoluciónde Octubre en Rusia y sobre el movimientorevolucionario en los países imperialistas másimportantes, representaron para todas lasburguesías un motivo de pavor, mucho ma-yor del que provocó la liquidación de las aris-tocracias nobiliarias en 1789. La puesta enjuego, históricamente, era la victoria del pro-letariado revolucionario contra la burguesíaimperialista en Europa yen elmundo: se abríaun periodo histórico en el que las clases do-minantes burguesas habrían podido ser efec-tivamente abatidas, un periodo en el que laclase proletaria internacional habría guiadola lucha de clase no sólo para sí misma, sinotambién para todas las poblaciones masacra-das por el colonialismo imperialista y el atra-so económico.Aquella ocasión histórica no llegó a buenpuerto, pese a las grandes luchas de los pro-letarios rusos, alemanes, húngaros, polacos,italianos, ingleses, franceses... las fuerzasoportunistas que se concentraron después enel estalinismo, tanto como ideología falsa-mente socialista y comunista o como prácti-ca política ysocial nacionalista y tricolor, lo-graron infectar a todos los partidos revolu-cionarios, desde el partido bolchevique, de-volviendo al movimiento proletario a veinteaños atrás; ellos contribuyeron, de manerasustancial, a plegar a los proletarios de to-dos los países, en primer lugar a las exigen-cias de reconstrucción capitalista postbéli-ca, haciendo pasar las posiciones según lascuales el enemigo de clase no era representa-do por la clase burguesa en su conjunto, entodas sus fracciones, sino sólo por la claseburguesa del país enemigo, del país «fascis-ta», y que la vía de salida de la guerra, de laviolencia, del horror, estaba en apoyar ycombatir sólo por la democracia, por la res-tauración del parlamentarismo yde una vidapolítica y social no encuadrada por el totali-tarismo fascista. Los partidos «obreros» seconvirtieron en las columnas que sustenta-ban las nuevas instituciones democráticas;los sindicatos «obreros» se convirtieron enorganizaciones económicas de la clase obre-ra destinadas a colaborar con la reconstruc-ción posbélica y el renacimiento económicodel país: en conclusión, el proletariado decada país, después de haber perdido a supartido comunista revolucionario, destruido

Page 13: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 3

( sigue en pág. 14 )

ydesfigurado por el estalinismo, perdió tam-bién sus propias organizaciones sindicales,con el resultado de que cualquier asociaciónpolítica y sindical que se refería al proleta-riado juraba sobre la estabilidad capitalista,aúnsi, etiquetabaa esa misma economíacomo«socialista».Únicamente una pequeñísima porción decomunistas revolucionarios que no agacha-ron la cabeza frente al estalinismo, que novendieron su propia militancia revoluciona-ria por una carrera, sino que mantuvieron lacoherencia y la continuidad política con elmarxismo –la Izquierda comunista de Italia-salió del desastre mundial de la degeneraciónde la Internacional Comunista y del estali-nismo sobre posiciones defendidas desde laconstitución del Partido Comunista de Ita-lia. Esta corriente política, que no tiene nadaque ver con los que se dan el nombre de par-tido comunista y que han hecho una mentiradel marxismo auténtico, hoy, representadapor poquísimos elementos que mantienencon vida incluso la continuidad organizati-va, es del todo desconocida para las grandesmasas proletarias. Pero esto, dada la situa-ción general de depresión del movimiento declase del proletariado, es un dato que no haasustado nunca a los marxistas: la historia nose lee a través de los grandes o pequeñospersonajes, no se lee a través del éxito nu-mérico de tal o cual partido o de las corrien-tes de moda al estilo del sesentayocho, sinoa través de las contradicciones que se mue-ven en el subsuelo de la sociedad, a través defuerzas que las mismas contradicciones eco-nómicas ysociales del capitalismo produceny alimentan constantemente y que, en uncierto punto de tensión general, explotancomo un volcán. Los proletarios mismos,destinados históricamente a volverse los pro-tagonistas de la revolución más tremenda yresolutiva de la historia de las sociedades hu-manas, no tienen ninguna conciencia de esto:poseen, objetiva y materialmente, como cla-se social del moderno capitalista, la fuerzahistórica apta para superar cualquier socie-dad dividida en clases, de las cuales la socie-dad capitalista es la última en la serie histó-rica. Ellos, en el centro de las relaciones so-ciales capitalistas de producción, represen-tan contemporáneamente una de las fuerzasde conservación gracias a la fuerza de traba-jo que la burguesía explota con el fin de valo-rizar el capital y, dialécticamente, la únicafuerza revolucionaria en condiciones de ce-rrar la serie histórica de las sociedades divi-didas en clases –la prehistoria humana, comoafirmaba Engels- yabrir a la humanidad la víapara una sociedad de especie, para una so-ciedad no basada ya en la explotación delhombre por el hombre, en eldinero, en la mer-cancía, en el capital y en el trabajo humano;en síntesis, por el comunismo.La clase de los trabajadores asalariados, delos proletarios, la clase de los sin reservas,es fundamental para la supervivencia delcapitalismo: la explotación del trabajo asala-riado por parte de los capitalistas consisteen la obligación de trabajar por parte de lossin reserva si quieren sobrevivir, y en el he-cho de que el salario que el capitalista da altrabajador a cambio de la jornada de trabajo

no se corresponde con el tiempo real y totaldel cual el capitalista extrae su ganancia, sinosólo de una parte –la que corresponde a losmedios de subsistencia que el obrero debecomprar en el mercado- mientras que la otraparte de tiempo de trabajo diario, no paga-da, constituye un valor supletorio, el plus-valor precisamente, que el capitalista se apro-pia directa y completamente. En la medidaen que los trabajadores asalariados permane-cen en condiciones de trabajadores asalaria-dos bajo el dominio de la burguesía, y vivensu esclavitud salarial día a día sin poner endiscusión las relaciones sociales yde produc-ción impuestas por la sociedad capitalista,constituyen una clase para el capital. Pero elproletariado no ha sido, siempre, únicamen-te, una bestia de carga; fue involucrado porla burguesía en su lucha contra el feudalis-mo, contra las aristocracias nobiliarias, par-ticipando en la destrucción del poder políti-co feudal y del modo de producción feudalpara liberar a la sociedad humana de sus lí-mites y de sus vínculos económicos, socia-les y políticos, abriendo de esta manera lavía al progreso económico y social exaltadoque la revolución burguesa representó histó-ricamente. Pero el capitalismo, pese al for-midable progreso técnico y productivo queha llevado consigo, al mismo tiempo ha sus-tituido –y no podía hacerlo de otra manera-una sociedad dividida en clases, fragmenta-da y cerrada, con una nueva sociedad dividi-da en clases más simple y abierta al mundo;universalizando el sistema económico capi-talista, imponiendo la ley del capital sobretodo el globo terráqueo, el capitalismo hatransformado a buena parte de las grandesmasas populares de campesinos y pequeñoburgueses en proletarios puros, expropian-do tierras y actividades laborales, generali-zando las relaciones de producción y socia-les capitalistas y, por lo tanto, las condicio-nes de existencia de los sin reservas, erigien-do una sociedad en la que una pequeña mi-noría de capitalistas domina sobre las gran-des masas proletarias y proletarizadas.

¡Proletarios!Las condiciones de esclavos modernos lasvivís cada minuto de cada día de vuestra vida.Debéis soportar sacrificios de todo tipo paradar de comer a vuestros hijos, para vivir enuna casa decente, para escapar del frío o delcalor, para curar las enfermedades que lamayor parte de las veces son provocadas porel mismo modo de producción frenético yopresivo; sufrís sistemáticamente la insegu-ridad en el puesto de trabajo, y por lo tantoen el salario, mientras el propio puesto setransforma, antes o desupés, en la causa devuestros infortunios, de vuestras muertes, devuestras enfermedades incurables. Estáisexpuestos cada vez más a la inseguridad dela vida y a puestos en condiciones no sólode sufrir impotentes esta situación, sino deno poder hacer nada decisivo para mejorarcompletamente vuestras condiciones de exis-tencia. En la sociedad capitalista, bajo eldominio de la clase burguesa, dependéis to-talmente de los intereses del capital: no soisotra cosa que clase para el capital, a su mer-ced; representáis una enorme reserva de fuer-

za de trabajo de la que cualquier capitalistapesca a los trabajadores que le sirven, prefi-riendo obviamente a los que se someten sinrechistar a sus órdenes. Para los capitalistassois la raza obrera, pero, al igual que todoesclavo antes o después se rebela, vosotrosconstituís, al mismo tiempo, la fuerza de tra-bajo necesaria para valorizar el capital y lafuerza de trabajo excedente respecto al ciclode valorización del capital puesto en marchaempresa por empresa. Por eso mismo hoyencontráis trabajo, pero mañana podéis serdespedidos. Y en este carrusel horrible en elque las masas humanas, de cualquier nacio-nalidad, edad, género, origen, son constreñi-das a migrar de una ciudad a otra, de un paísa otro, de un continente a otro, sólo para lograrsobrevivir en condiciones menos malas queaquellas de las que se huye, vosotros, prole-tarios, sin reservas y sin patria, tenéis unaúnica vía de salida: la lucha contra las condi-ciones de esclavitud salarial a las cuales es-táis constreñidos desde que nacéis.La lucha por vuestra supervivencia, si no setransforma en lucha de clase –cuyo primerestadio es la defensa de los intereses de clasemás generales, es la organización indepen-diente de clase reconociendo el antagonismoexistente entre capital y trabajo asalariado,es la solidaridad de clase entre trabajadoresasalariados, es la unidad en la historia- esta-rá siempre condicionada por el interés quelos capitalistas tienen en «salvar» a algunodejando a su suerte, peor, a todo el resto. Lalucha de clase es la única respuesta verdade-ra de la clase proletaria a los problemas desupervivencia, a los problemas de la desocu-pación, a los problemas de los salarios dehambre, pero no puede brotar y desarrollar-se si los proletarios no combaten decidida-mente contra el arma principal que la burgue-sía usa contra ellos: la competencia entreproletarios.Como proletarios sufrís los efectos de lasrelaciones de producción y sociales impues-tas por el capitalismo, y para combatir es-tos efectos no tenéis alternativa: os unís enla lucha de clase independiente de cualquierinstitución burguesa, de cualquier partidoburgués, de cualquier organización colabora-cionista, o seréis utilizados continuamentepara reforzar- aun cuando un sindicato tri-color llama a la «lucha», cuando no puedehacer otra cosa si no quiere perder toda suinfluencia- el mismo sistema económico, so-cial y político que es la causa de vuestramiseria, de vuestras condiciones inhumanasde supervivencia.La lucha de defensa de los intereses proleta-rios inmediatos que utiliza medios y méto-dos de la lucha de clase es el primer estadiodel renacimiento del movimiento obrero; elsegundo estadio está constituido por la lu-cha política de clase, la lucha en la cual elproletariado se reconoce no sólo como clasepara el capital que quiere obtener mejorescondiciones de vida y de trabajo, sino comoclase para sí, clase protagonista de la histo-ria, clase que a través de su lucha política yrevolucionaria puede cambiar completamentela sociedad, sepultando finalmente el modo

Page 14: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 4

( viene de la pág. 13 )

de producción capitalista y su defensa reac-cionaria. En este camino, los proletarios seencontrarán no sólo con los enemigos decla-rados, burgueses y pequeño burgueses, sinotambién con otros proletarios que se han de-jado atraer y encuadrar en las fuerzas de laconservación social. Es inevitable que estotenga lugar, porque la clase burguesa no ce-derá ni un milímetro en su dominio y susintereses: usará todos los medios a su dis-posición, legales e ilegales, pacíficos y vio-lentos, económicos, políticos y religiosos;usará todas las fuerzas oportunistas que sehan formado a lo largo del tiempo, de losviejos reformistas y socialdemócratas a losnuevos obreristas, movimientistas, luchar-madistas, como ya hizo en el pasado; y seinventará nuevos, como en la época del fas-cismo. Todo esto puede espantar y parali-zar a las masas proletarias, pero la lucha declase a la cual estas son empujadas, en undeterminado momento, no es el fruto de unplan más o menos diabólico de un grupo deconspiradores: es el fin de todas las contra-dicciones sociales que se suman a lo largo deltiempo y, precisamente como el magma vol-cánico, explotan con una virulencia extraor-dinaria. Para que este movimiento telúricode la sociedad no se agote en miles de enfren-tamientos aislados, el proletariado tiene ne-cesidad de organizar sus fuerzas para poderdirigirlos hacia objetivos bien precisos y nosólo inmediatos, sino históricos. Es aquí queaparece evidente la necesidad de una con-ciencia de clase en condiciones no sólo dedirigir el movimiento de clase del proleta-riado, en los diferentes países, en la luchaespecífica contra la propia burguesía, sinode hacer confluir las fuerzas proletariashacia objetivos máximos, revolucionarios,que no pueden sino ser internacionales. Laconciencia de clase es representada por elpartido político de clase, por el partido co-munista revolucionario, desde los tiemposdel Manifiesto de Marx y Engels; por unpartido que prevé todo el curso histórico delas luchas sociales y de clase y que, sobre labase de la teoría del comunismo revolucio-nario (que no es otro que el marxismo), enlas luchas del hoy representa los fines his-tóricos de mañana y que, colocándose comoguía del movimiento de clase, es el único encondiciones de dar al proletariado de todoslos países una única dirección, la direcciónrevolucionaria.Hoy el proletariado no está cerca, ni mu-cho menos, de luchar de manera eficaz so-bre el terreno de la defensa elemental de susintereses inmediatos. Esto se debe a más denoventa años de estalinismo, que ha corrom-pido a partidos y organizaciones proleta-rias en todo el mundo, y a más de setentaaños de política y práctica colaboracionis-ta por parte de los partidos llamados comu-nistas y por parte de los sindicatos «obre-ros». La colaboración entre las clases, y lapolítica de la clase burguesa en la fase im-perialista, es la política que ha ideado ypracticado el fascismo y que fue heredadapor las democracias post-fascistas. Repre-senta la corrupción más profunda que in-

fecta al proletariado, pero su resistencia enel tiempo depende del nivel de competen-cia que exista entre los proletarios. Comba-tiendo contra la competencia entre proleta-rios, se combate a la vez contra la corrup-ción de la colaboración entre clases, y se de-fiende de manera mucho más eficaz la inde-pendencia de clase de las organizacionesproletarias.El Primero de Mayo, hace muchos años, noera un día festivo, sino un día en el que losproletarios de todos los sectores y de to-das las categorías, de todos los países, pro-clamaban la voluntad y la decisión de lucharunidos contra la explotación capitalista ycontra el poder burgués que se apoya sobrela explotación del trabajo asalariado. Hoy,el Primero de Mayo se ha convertido en unaocasión de fiesta, de conciertos, de pacifi-cación entre las clases: es un himno a la co-laboración entre las clases, es la fiesta de loscapitalistas que se han apoderado de unajornada que, en un tiempo, como jornada delucha, les hacía temblar.

¡Proletarios!No hay nada que festejar. Mientras masasde inmigrantes mueren al atravesar el mar,son amasados en campos de concentración,explotados, torturados, violentados, asesi-nados; mientras la desocupación asola lospaíses del mito del bienestar, la intensidaddel trabajo de las masas ocupadas aumentacada vez más y el trabajo se vuelve cada vezmás precario aumentando inevitablementela inseguridad de la vida; mientras las des-gracias en los puestos de trabajo no cesan ytienden a ser cada vez más frecuentes, asícomo lo hacen las enfermedades «profesio-nales» a causa de la nunca controlada noci-vidad del trabajo (como los casos cada vezmás frecuentes de muertes por amianto);mientras los salarios en general son bajadosrespecto al coste de la vida que tiende a au-mentar y la competencia entre proletariosllega a niveles de ferocidad nunca vistos.Mientras sucede todo esto, en un marcointernacional en el cual las guerras de rapi-ña por parte de las potencias imperialistasno han dejado de estar en el centro de losacontecimientos políticos y militares, lascondiciones de existencia proletarias empeo-ran cada vez más.Los sindicatos colaboracionistas clamanpor su «preocupación» por esta situacióny apelan a los gobiernos con el fin de quepromulguen algún tipo de reforma que ate-núe el empeoramiento general de las condi-ciones de los trabajadores. Como siempreha sucedido desde que se organizaron al fi-nal de la IIª Guerra Mundial, los sindicatoscolaboracionistas siguen una escala de prio-ridades en la defensa de los «intereses»:primero viene la patria, la nación, el Estadoy su Constitución, por lo tanto la economíanacional; después la defensa de la españoli-dad de las empresas y su competitividad;después la productividad del trabajo que seliga a la necesidad de la reanudación econó-mica; después la salvaguarda de los pues-tos de trabajo, no importa con qué salario,incluido el llamado «salario de solidaridad»con el cual los trabajadores se gravan con el

fin de permitir el mantenimiento del pues-to de trabajo a compañeros amenazados conel despido; después los convenios naciona-les, que al mismo tiempo son renovados cadacierto tiempo; después los salarios, para loscuales no se pueden pedir aumentos decen-tes porque la crisis económica ha golpeadolos beneficios de todas las empresas, com-prendido el Estado; después la desocupa-ción juvenil, como problema general para elcual se pide simplemente una reforma...;después, si no hay más remedio, y sóloidealmente, de los trabajadores en peorescondiciones, como los de la logística y losinmigrantes. En suma, los sindicatos cola-boracionistas demuestran constantementeque los intereses que defienden y para loscuales movilizan, o paralizan, a sus afilia-dos, son los intereses del capital y no deltrabajo. En cuanto sindicatos tricolores,sindicatos colaboracionistas, no es comopara sorprenderse. Pero, dado que cada tan-to, o las asociaciones patronales, o el go-bierno, lanzan algunas migajas para dar a lasmasas, estas burocracias sindicales, quepueden contar con el apoyo constante delEstado y de las fuerzas políticas burguesas,continúan manteniendo una cierta influen-cia sobre el proletariado, pero perdiendocredibilidad en el tiempo.Pero a los proletarios, para defender suspropias condiciones de existencia, les sir-ven organizaciones de clase, organizacionesde clase que no nacen de la nada, sino de lasluchas de los proletarios, de una lucha querompe los miles de lazos que le atan a losintereses de la empresa, de la productividad,de la competitividad, a los intereses de laeconomía nacional. Si no es hoy, será ma-ñana, pero serán las mismas condiciones ma-teriales de supervivencia vueltas insosteni-bles las que empujarán a grupos de proleta-rios a reaccionar, a romper la paz social, avolver a apoderarse de los medios y de losmétodos de la lucha clasista que coloca enel centro exclusivamente la defensa de losintereses proletarios.Como comunistas revolucionarios sabemosque las contradicciones sociales de la socie-dad capitalista no bastarán para hacer mo-verse a la clase proletaria y dirigir su fuerzacontra los baluartes políticos, sindicales, or-ganizativos y militares de la sociedad bur-guesa. Pero si no llega esta ruptura social,los proletarios estarán destinados a sufrircontinuamente una esclavitud salarial quetiende a empeorar sus condiciones genera-les. Será necesaria, por lo tanto, una orien-tación de clase, una dirección de clase gra-cias a la cual los proletarios se reapropiende su historia de clase, y esta orientación yesta dirección de clase han sido mantenidasvivas durante todos estos decenios por elpartido comunista internacional, que con-tinuará con este trabajo que hoy apareceprivado de resultados inmediatos, pero que,con el tiempo, se mostrará vital para el mis-mo proletariado.

¡Viva el Primero de Mayo rojo!

27 abril de 2018Partido comunista internacional

Page 15: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 5

( sigue en pág. 16 )

Nuestro partido nuncaserá virtual

A la hora de afrontar todos los aspectosde la vida práctica del partido, aquellosque se desarrollan sobre el terreno de ladefensa de la doctrina marxista en to-dos los ámbitos del desarrollo social,pero también aquellos que tratan sobreproblemas muy concretos como lo sonel hecho organizativo que vincula a losmilitantes de nuestra corriente, la com-posición de la prensa y su distribución,la intervención sobre el terreno especí-fico de la lucha proletaria inmediata endefensa de las condiciones de existen-cia de la clase obrera o la propagandaentre los elementos cercanos a nuestrasposiciones, existe un criterio que ha sido,es y será siempre la clave de bóveda denuestra orientación: toda cuestión quese plantea en el desarrollo de la vida departido es, sobre todo, una cuestiónpolítica.Esto significa que, por nimio que sea unproblema que se debe afrontar en elmarco de este desarrollo, no se encuen-tra determinado por la voluntad de losindividuos o las organizaciones que to-man parte en él sino por fortísimos con-dicionantes históricos que se identifi-can con aquellos que rigen la evoluciónde la sociedad capitalista. Como mate-rialistas militantes, como defensores dela doctrina del materialismo histórico quecoloca el motor de la historia en la luchaentre las diferentes clases sociales quehan conformado la sociedad en cada unade sus fases históricas, afirmamos queningún aspecto de la vida social en es-tas fases cae fuera del campo donde rigeel más estricto determinismo y menosque ninguno aquel que se refiere a laexistencia y a la lucha de la fuerza so-cial, el partido de clase, que encaminatodo su trabajo a la destrucción de lasociedad capitalista pero que lo hace,precisamente, como resultado históricode la maduración de las condicionesmateriales generales determinadas porel desarrollo de las contradicciones delmodo de producción capitalista y de lasrelaciones de producción y sociales quese derivan de las contradicciones quese generan y hacen emerger las tenden-cias latentes en la propia sociedad capi-talista.Es la sucesión de los diferentes momen-tos de la lucha entre la clase proletaria yla clase burguesa, que presenta largosperiodos de depresión de las fuerzasproletarias y escasos pero fulgurantesmomentos de lucha sin cuartel, la queexplica las vicisitudes a que se enfrentael partido formal, esa unión de militan-tes que tiene como fin colocar sólida-mente la lucha proletaria sobre las ba-ses del partido histórico, es decir, delprograma comunista en el sentido más

amplio posible del término. Por lo tanto,concepciones habituales como pocos omuchos militantes, poca o mucha in-fluencia en la clase proletaria en undeterminado momento, etc. sólo tienensentido en términos relativos a la fasehistórica por la que se atraviesa y noson, de ninguna manera, valores abso-lutos que midan la corrección o inco-rrección de las posiciones del marxismorevolucionario. Pocos militantes, teníael partido marxista antes y durante laComuna de París, y sin embargo es gra-cias a este partido que las verdaderaslecciones de la Comuna, ante todo la ex-presión viva del significado de la dicta-dura del proletariado (Engels), pudie-ron transmitirse y generalizarse pasan-do a formar parte del elenco imborrablede victorias y derrotas que ha sufrido laclase proletaria. Pocos militantes teníael Partido Bolchevique de Lenin antesde 1917 y sin embargo fue la única co-rriente capaz de anticipar el contenidoproletario y revolucionario que tendríala próxima revolución en Rusia, pese ala circunstancia histórica insalvable deque era la propia clase proletaria la quetenía que llevar a cabo la revoluciónburguesa arrostrando los riesgos que,finalmente, acabaron por despedazarla.Igualmente pocos militantes, en el pla-no internacional, se adhirieron a las po-siciones de la Izquierda comunista deItalia cuando esta lanzó la voz de alarmasobre los peligros que acechaban a larevolución comunista internacional y ala propia Rusia soviética en caso de se-guir las políticas de elasticidad táctica,fusiones inter partidos con las corrien-tes socialdemócratas en Europa, etc. Yla historia ha mostrado que la razón es-taba de su parte.Como marxistas, somos enemigos decla-rados de cualquier veleidad blanquis-ta, putchista, de cualquier concepciónde la historia como producto de la ac-ción de minorías audaces que sean ca-paces de violentar con sus buenos de-seos y sus acciones contundentes cual-quier tipo de situación convirtiéndolaasí en potencialmente revolucionaria;pero esto no significa que caigamos enel error, simétrico y muchas veces milveces peor, de considerar que los mar-xistas deben abandonarse al curso delos hechos y seguir la inercia social, sim-plemente esperando tiempos mejores enlos que por un abracadabra de la histo-ria, serán puestos a la cabeza de un mo-vimiento revolucionario puro y exentode tensiones tendentes a desviarlo. De-fendemos que, en todo momento, porduro que sea este desde el punto de vistade la lucha clasista, el trabajo del parti-do marxista no sólo es posible, sino que

es imprescindible como preparación delas bases sobre las que se producirá elresurgir de la lucha proletaria llegado elmomento. Es más, defendemos que elpartido jamás debe dar por cerrado nin-guno de los ámbitos de su trabajo, delestrictamente político al sindical, del pro-pagandístico al militar, y que es única-mente un medio más o menos favorableel que propicia que los aspectos de estetrabajo más encaminados a la interven-ción práctica y al encuadre organizativode la parte más resuelta a luchar del pro-letariado, ganen terreno frente a aque-llos que se dirigen a una labor teóricamás profunda. Ni en los momentos his-tóricos, raros y casi olvidados hoy peroque han existido y que han marcado dé-cadas del desarrollo social, de grandesposibilidades de acción se dejó nuncaolvidado el trabajo de elaboración teóri-ca y política (basta recordar a Lenin sen-tando de nuevo sobre sus justas basesla posición marxista sobre el Estado y ladictadura proletaria en El Estado y laRevolución ¡pocas semanas antes de latoma del poder!) ni en los momentos másdifíciles, donde prácticamente toda ca-pacidad de intervención sobre el medioexterno les es negada a los marxistas, sedeja de preparar el trabajo cotidiano en-caminado a intervenir sobre cualquiergrieta que presenta la sociedad capita-lista. No es marxista quien afirma: «ma-los tiempos para la práctica, nos dedica-remos a teorizar» o lo contrario, marxis-ta es quien entiende las posibilidadesdel desarrollo del partido en función deldesarrollo social y quien entiende el tra-bajo de partido como puente imprescin-dible entre los momentos de declive ylos momentos de auge de la lucha declase. Por lo tanto quien, en condicio-nes extremadamente desfavorablescomo las actuales, entiende los proble-mas del desarrollo de la lucha del parti-do como algo históricamente condicio-nado y no ve en ellos objeción alguna alas posiciones de este.

Auge y declive

A grandes rasgos, se puede resumir elperiodo actual como una fase de pro-fundo declive de la lucha de clase. Losepisodios de tensión social que se hanvisto en la última década, especialmen-te en países como España o Grecia, nohan logrado sacudir el letargo de unaclase proletaria que desde hace muchasdécadas actúa como si hubiese arroja-do las armas a los pies de su enemigo yno pensase retomarlas jamás. Este ja-más es, claro, el sueño de tantos bur-gueses que piensan que, de alguna ma-nera, la historia ha dado la razón a lastesis defendidas por sus «pensadores»e inventores de doctrinas cuando ase-guraban que el capitalismo era capaz de

Page 16: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 6

( viene de la pág. 15 )

ganarse a las grandes masas proletariasatenuando, si es posible, las fuerzas his-tóricas que les empujaban a la lucha y,cuando esto no era así, golpeando du-ramente a la parte más dispuesta a estalucha para dar ejemplo a los demás so-bre sus carnes. Pero lo cierto es que, yano sólo sobre el terreno de la lucha po-lítica explícita, aquella que enfrenta aproletariado y burguesía abiertamentey con el objetivo de derrocar o defenderel Estado burgués, sino también sobreel más elemental de la lucha cotidianaen defensa de las condiciones de exis-tencia de la clase proletaria, esta estácompletamente ausente. En efecto, elcurso de las últimas décadas ha borra-do prácticamente del mapa la existenciade una clase mínimamente organizadasobre el terreno económico-sindical.Hoy no hay exigencia o agravio por par-te de la burguesía hacia los proletariosque no tenga éxito. Puede haber peque-ñas cesiones en los planteamientos ini-ciales, pueden pulirse matices y abrirsenegociaciones para discutir puntos in-sustanciales, pero lo cierto es que la vidade los proletarios no ha hecho otra cosaque empeorar durante décadas. La bur-guesía aprendió su lección (a la fuerzaahorcan, claro) de los grandes enfrenta-mientos de clase del siglo XIX y, sobretodo, de comienzos de este. Las organi-zaciones sindicales, reflejo espontáneodel malestar que la clase proletaria sufrediariamente en la sociedad burguesa,han sido, históricamente, la escuela dela lucha de clase para el proletariado: nosólo han servido para combatir sobre elterreno de las exigencias salariales, rela-tivas al puesto de trabajo, a los hora-rios, etc. sino que, sobre todo, han con-tribuido a dar a este proletariado unafortísima experiencia de lucha que mos-traba que la propia lucha sindical no po-día lograr otra cosa que atenuar los ma-les del mundo burgués y que, por lo tan-to, no era suficiente. El trasunto del sin-dicalismo siempre fue la lucha obrera ysu consecuencia, las lecciones que laclase proletaria extraía a través de estalucha acerca de la naturaleza misma delcapitalismo. Esa fue la fuerza y la vitali-dad que la burguesía se fijó como obje-tivo a abatir, no bastándole para ello quelos grandes sindicatos rojos estuviesendirigidos, en su cúspide, por elementosoportunistas dispuestos a combatir a sufavor. Le fue necesario desarrollar unainmensa maquinaria destinada a integrara las organizaciones sindicales proleta-rias en el seno del Estado burgués comoúnica manera de neutralizarlas comple-tamente. El oportunismo de la segundapostguerra mundial, herencia directa delmétodo fascista de gobierno al que lasburguesías de los países más severa-

mente atacadas por la oleada revolucio-naria que se inició con el octubre rojode 1917 debieron recurrir, no consistióya en controlar los puestos directivosde las organizaciones sindicales con elfin de desviar sus fuerzas, sino en con-formar el engranaje a través del cual es-tas organizaciones proletarias se inser-taban en el Estado burgués y hacían dela defensa de este, de la economía na-cional y de la democracia como princi-pio de conciliación entre las clases, suprimer y único objetivo. El auge econó-mico propiciado por la reconstruccióneconómica de Europa tras la IIª GuerraMundial, pudo financiar esta fórmulavinculando a una parte no indiferentede los proletarios de América y Europaa las garantías sociales que les propor-cionaba la burguesía a través de losgrandes contratos nacionales, los con-venios colectivos, el engranaje del sis-tema del «bienestar», etc. Esta inversiónque realizó la burguesía, inversión enpaz social, se volvió rentable cuando,llegado el momento ineludible de la cri-sis capitalista, décadas de conciliaciónentre clases incluso en los aspectos másnimios de la vida social del proletariado,ejercieron como un fortísimo condicio-nante material para impedir que los as-pectos más duros de la crisis lanzasen ala lucha a una buena parte de los prole-tarios. Las grandes centrales sindicales,que durante tres décadas habían traba-jado sistemáticamente por generar la ilu-sión de que las condiciones de vida dela clase proletaria estaban ligadas al res-peto por parte de esta de la burguesía ysu Estado, a la participación democráti-ca, etc., pudieron jugar su papel de apa-gafuegos combinando altas dosis deesta ilusión con la gestión de pequeñascantidades de los restos del «bienes-tar» del que se presentaban como ga-rantes. Fieles servidoras de sus amos,llegaron al punto de negar en los he-chos y en las palabras su función ele-mental de defensa clasista sobre el pla-no económico de los proletarios, fomen-tando la desilusión y la desesperaciónde los proletarios, que confiaban enellas para garantizar aunque fuese el másmínimo esfuerzo por contener la ofensi-va de la clase enemiga y que, presos deesa desesperanza, abandonaron cual-quier voluntad de lucha, pero tambiénabandonaron a sindicatos y partidosoportunistas entregándose definitiva-mente a la más dura lucha por la vida yel sálvese quien pueda.Décadas de colaboración entre clasesincluso sobre este terreno mínimo delucha económica, primero fomentandola ilusión de que sólo el Estado burguéspodría garantizar la supervivencia y,después, fomentando la desesperaciónmás absoluta que arrojaba a los proleta-rios precisamente a los brazos de esteEstado, han vuelto el terreno de la luchade clase un páramo desolado. Hasta elpunto que las recientes sacudidas eco-

nómicas, que han mostrado la cara másterrible de la supervivencia proletaria enla sociedad capitalista, han encontradoa los proletarios incapaces de articularla más mínima respuesta.Esta es la situación, resumida como de-cíamos en términos muy generales, conla que nos encontramos los marxistasrevolucionarios en este momento. He-mos hecho hincapié no tanto en la au-sencia de la lucha política proletariacomo en la ausencia de la lucha sobre elterreno económico, para resaltar que lacaracterística de esta época es la prácti-camente total falta de un asociacionis-mo económico proletario sobre el cualel partido de clase pueda desarrollar sutrabajo de lucha política, propaganda,agitación y encuadre organizativo. He-mos recurrido a términos como «deses-peración» o «desilusión» para describiruna situación que es hoy palpable encualquier puesto de trabajo, donde go-bierna la competencia entre proletariosmás despiadada, o en cualquier barrioproletario, asolado por los hábitos másmezquinos y destructivos, que es a laque se enfrenta nuestro partido a la horade desarrollar su trabajo y que es la basede la desconfianza hacia el mismo porparte de buena parte de los proletarios.Pero también lo hemos hecho para con-traponer esa realidad a la que el marxis-mo muestra: el capitalismo no sólo hasido incapaz de liquidar a la clase prole-taria, sino que ha incrementado expo-nencialmente su número; no ha acaba-do con la tensión social que necesaria-mente la impulsa a la lucha, sólo ha lo-grado desviarla a costa de esfuerzossobrehumanos y a redoblar esta mismatensión, postergando sus efectos paralas generaciones venideras. Por no ha-blar de que, por supuesto, ha sido im-potente a la hora de superar su tenden-cia irrefrenable a la guerra, única vía parasalir de las crisis periódicas que le gol-pean cada vez con más intensidad. Nosólo es que las previsiones lanzadas porel marxismo desde hace más de 150 añosse hayan cumplido, es que tanto en es-tas como en los balances históricos delas revoluciones y las contrarrevolucio-nes que sólo han podido ser realizadosgracias al método marxista, también seincluía explícitamente el necesario pasopor épocas de durísima reacción socialque se explican por la propia naturalezade la contrarrevolución y que sólo pue-den ser el preludio a nuevos auges de lalucha de la clase proletaria.

Si la situación social se caracteriza porla desesperación de la clase proletaria,privada no sólo de su partido de clase,sino también de cualquier resquicio, pormínimo que este sea, para la lucha inme-diata, el partido comunista, aquel que,por reducidas que sean sus fuerzas, lu-cha por colocarse sobre la vía del parti-do compacto y potente de mañana, nodesespera. No se puede concebir ma-

Nuestro partido ...

Page 17: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 7

( sigue en pág. 18 )

( viene de la pág. 16 )

El Comunista y las posiciones falsamente marxistasacerca del «problema catalán»

Quienes siguen nuestra prensa interna-cional y conocen mínimamente la historia denuestro partido saben que de hecho existendiferentes corrientes políticas que se recla-man tanto del nombre Partido ComunistaInternacional como de la tradición de la Iz-quierda Comunista de Italia y sus funda-mentos teóricos y políticos. Saben, además,que la existencia de estas diversas corrientestiene su origen en las diversas rupturas quese han producido en nuestra organizaciónhasta llegar a la crisis explosiva de 1982.Pero saben, sobre todo, que nosotros no re-clamamos el nombre de Partido ComunistaInternacional, ni mantenemos nuestra rei-vindicación intransigente de la experienciahistórica del combate que ha librado la Iz-quierda desde 1912 contra todo tipo de opor-tunismo y desviación del marxismo, median-te procedimientos legales o administrativos:para nosotros la defensa de la verdadera tra-dición del marxismo revolucionario es unalucha política y sólo en esa lucha los prole-tarios pueden comprobar las diferencias querealmente existen entre las diferentes escue-

las, corrientes y organizaciones que reivin-dican ser tanto herederos de la Izquierdacomo continuadores de esta a través del Par-tido.

Desde que en 1952 nuestro partido seconstituyó desechando a los elementos queen un primer momento se habían colocadobajo la bandera de la reivindicación exclusi-vamente formal de los principios y postula-dos de la Izquierda Comunista de Italia peroque, realmente, no buscaban la reconstitu-ción del hilo histórico de su lucha sino unamezcla abigarrada de revisiones, reinvencio-nes y aportes de nuevo cuño, supuestamen-te más adaptados a los nuevos tiempos deabsoluto dominio de la contrarrevoluciónsobre todos los terrenos, el trabajo de afir-mación de aquello que distingue a nuestropartido frente a las corrientes que preten-den colocar sus nuevos productos con el em-balaje del marxismo revolucionario, ha sidoalgo constante. Así se hizo, de nuevo, tras lacrisis explosiva de los años 1982-1984 y,tan pronto como los elementos sanos queno cedieron ni a la corriente liquidadora del

partido ni a las presiones por solventar loque era una crisis política mediante expe-dientes legales (reclamación por vía judicialde la cabecera de la prensa en italiano), secomenzó un trabajo encaminado tanto a de-sarrollar en la medida de lo posible el trabajodel partido sobre todos los terrenos en losque este debe realizarse, como a realizar elbalance dinámico de la propia crisis que ha-bía menguado sus fuerzas numéricas e intro-ducido, de cara a los proletarios, la terribleconfusión que trae consigo el baile de siglasy nombres idénticos, pero tras los cuales seesconden unas posiciones políticas comple-tamente divergentes.

Es por ello que nuestro partido no rei-vindica los adjetivos comunista e interna-cional de forma patrimonial. No nos perte-necen, como no nos pertenece la historia dela Izquierda Comunista de Italia a la que li-gamos nuestro trabajo cotidiano, por una dis-posición legal o porque ostentemos, sin más,los nombres históricos de la prensa. El par-tido, por reducidas que sean sus fuerzas nu-

yor error que el de, llegados al punto enel cual únicamente la doctrina marxistaha mostrado ser capaz tanto de explicarcomo de prever la realidad de la socie-dad dividida en clases, lanzar este por laborda y ceder ante las exigencias de laclase enemiga. Pero es un error común,no individual sino, de nuevo, determi-nado históricamente, que aflora entretoda una serie de grupos más o menospequeños que hacen de esta liquidaciónde la potencia histórica del marxismo subaluarte. Hoy aparecen por todas par-tes corrientes, grupúsculos e inclusoindividuos aislados que pretenden sercapaces de realizar una revisión tantode la doctrina marxista como de las cues-tiones políticas y organizativas vincu-ladas a esta con el fin de renovarla, ade-cuarla al momento o hacerla más mane-jable, suponiendo que con ello la hacenmás accesible y aceleran un paso o dosel ritmo de la historia. Los lectores pue-den comprobar la facilidad con la que,vía Internet, puede encontrarse a buenacantidad de estas corrientes que plan-tean la posibilidad de un compendio demínimos entre grupos en base a plata-formas de acción, acuerdos virtuales,etc. Y pueden comprobar, también, comobuena parte de estos grupos recurrencontinuamente a la Izquierda comunistade Italia, a su patrimonio teórico y polí-tico, para intentar crear esa amalgama.Traducen algunos textos, citan algunosotros, nombran a algún miembro cono-cido… y dan con la clave para «actuali-zar» a la Izquierda y al propio marxismosegún las necesidades actuales. De ma-

nera objetiva, estas corrientes y estosgrupúsculos, juegan el papel de gene-rar confusión, de hacer perder la orien-tación a quienes pretenden conocer lasposiciones que históricamente ha defen-dido la Izquierda y que se encuentrancon ellos y su híper activismo cibernéti-co. Como consecuencia de una situa-ción históricamente desfavorable, don-de la lucha de clase del proletariado estáprácticamente ausente del escenario, sepretenden buscar atajos, queriendo quelas nuevas tecnologías, unidas a unaincreíble superficialidad a la hora deabordar y exponer cualquier problema,puedan agilizar el movimiento entre losproletarios y salvar unas dificultadesque se pretenden técnicas y no materia-les y políticas. Es la enésima vuelta detuerca del asalto revisionista a la doctri-na marxista, escudado como tantas otrasveces en «facilitar», «hacer comprensi-ble»… una doctrina queno podrá nun-ca ser fácil y comprensible al conjuntode la clase proletaria antes de que la re-volución haya vencido y la dictadurade clase haya llevado a cabo correcta-mente la transformación de la sociedad,no sólo política sino también económi-camente, gracias a la cual el proletaria-do habrá aprendido materialmente –des-pués de haber usado su fuerza socialobjetiva e «inconsciente»- a nivel inter-nacional, a aplicar los postulados de ladoctrina marxista. Es por esta razón quesostenemos desde siempre, junto a Le-nin, Marx y Engels, que la «concienciade clase» –es decir, en una palabra, elmarxismo- es poseída sólo por el «parti-do de clase», es decir por el órgano de

la revolución anticapitalista que, hoy, re-presenta los intereses históricos –es de-cir, los intereses revolucionarios que secondensan en la sociedad sin clases, enel comunismo- de la clase proletaria,única fuerza social mundial en condicio-nes de luchar por la desaparición de to-das las clases, incluso de sí misma como«clase social». En verdad, estas corrien-tes son una expresión clara de la deses-peración que cunde no sólo entre losproletarios sino, también, entre los pre-tendidos revolucionarios que a fuerzade buscar soluciones de tipo activistaacaban completamente perdidos y ce-den ante cualquier moda o novedad.

Frente a todas estas corrientes, carac-terísticas de un determinado periodohistórico, nuestro partido, que pese atodas las adversidades conserva inclu-so el nombre como forma de defenderla invariabilidad histórica del programacomunista revolucionario, no cederá,nunca será «virtual». No caerá en ladesesperación ni en el pesimismo, vi-cios ambos muy característicos de lapequeña burguesía, ni en las conse-cuencia teóricas, políticas y prácticasque estas imponen. El partido, que ma-ñana volverá a ser el órgano de comba-te de la clase proletaria, se forja sobretodo en las contrarrevoluciones, en losperiodos de decadencia de la lucha declase, y lo hace a condición de mante-ner firmes sus posiciones, de continuartrabajando sobre una ruta que no hadiseñado él, sino que le viene dada porsiglos de experiencia de la lucha prole-tariay revolucionaria.

Page 18: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 8

( viene de la pág. 17 )

méricas y por adversa que sea la situación,no elude nunca la obligación de desarrollarun trabajo político sobre el conjunto de fe-nómenos propios de la sociedad burguesaque afectan directamente al proletariado encuanto clase llamada históricamente a liqui-dar definitivamente la sociedad dividida enclases y su última expresión, el capitalismo.De esta manera, a la vez que nunca se hadejado de realizar la tarea de defender contraviento y marea las tesis del marxismo noadulterado en todos los terrenos de la vidasocial en los que este tiene algo que decircomo ciencia que estudia las condiciones desuperación del capitalismo, trabajando so-bre el terreno teórico en el sentido de resti-tuir este marxismo sobre sus bases correc-tas, tampoco se ha dejado de prestar la aten-ción más minuciosa al conjunto de hechosque caracterizan tanto al mundo capitalistay a las tímidas tendencias del proletariadohacia la ruptura con todas las ataduras que leunen a este, animándolas y potenciándolasen la medida de las fuerzas disponibles.

Es en este sentido que la diferenciaciónclara y nítida respecto al resto de corrientesde pretendida «izquierda» y al resto de gru-pos que se reclaman «partido comunista in-ternacional» es vital, porque muestra a los,hoy escasos, elementos de vanguardia delproletariado que buscan en el comunismorevolucionario respuestas políticas a las con-tradicciones de la sociedad capitalista, quela confusión entre nombres, las supuestasigualdades y los problemas que aparente-mente pueden parecer sólo de detalle, res-ponden realmente a diferencias de gran al-cance que tienen no sólo una base teórica ydoctrinal sino una implicación práctica bienconcreta. Y esta implicación práctica mues-tra tanto las diferencias que hoy son másapreciables como las que todavía parecenmínimas y sin importancia pero que supon-drán divergencias inapelables el día de ma-ñana cuando, en una situación mucho másfavorable, lo que hoy parecen detalles sevuelvan cuestiones abiertamente cruciales.

El trabajo de crítica sistemática de las po-siciones que se desvían del marxismo y, porlo tanto, de aquellas que son defendidas porquienes reivindican nuestro mismo nombrede partido, no es un esnobismo teórico, sinouna labor que asumimos para mostrar lo querealmente distingue a nuestro partido y conél al marxismo revolucionario frente al con-junto de problemas propios de la sociedadburguesa y a las falsas perspectivas revolu-cionarias que se plantean ante estos. De estacrítica, por eso, se busca extraer un vínculoentre las cuestiones centrales que afectan a lavida de los proletarios y las posiciones teóri-cas y políticas bajo las cuales estos deberáncolocarse para defender sus intereses de cla-se, mediante la evidencia de todas aquellasfalsas alternativas que se les ofrecen.

El grupo que, en España, edita El Co-munista, es una de esas corrientes que pre-tenden reivindicarse tanto de la IzquierdaComunista de Italia como del propio nom-

bre Partido Comunista Internacional. Comotal grupo está compuesto por alguno de loselementos que, hasta 1980, conformaban lasección en España de nuestro partido. Lasposiciones que desarrollaron dichos elemen-tos, escoradas hacia postulados sindicalis-tas y anti-partido, les llevaron a colocarsefuera de nuestra organización, manteniendotras ello y hasta la fecha la cabecera El Co-munista que había sido el nombre de nuestroperiódico en lengua castellana y que, bajo sucontrol, dejó de defender las posiciones delPartido para hacerse cargo de una deriva cadavez mayor hacia una especie de activismosindicalista que, a la vez que defendía for-malmente los textos clásicos de nuestra co-rriente, priorizaba la creación ex novo depequeños sindicatos y diluía la propia natu-raleza política del partido en un mejunje cul-turalista, ecléctico y desnortado.

Esta doble deriva, la del activismo sindi-calista y la del culturalismo pseudo marxis-ta, es visible al mínimo contacto que se ten-ga con el periódico El Comunista. De mane-ra formal, sus editores pretenden mantenerla continuidad con el trabajo histórico delPartido editando y reeditando sus traduc-ciones de nuestros textos clásicos y elabo-rando artículos que recuerdan, de manera le-jana y de nuevo solamente formal, a algunosde los trabajos que ha desarrollado nuestracorriente. En realidad, esta pretendida con-tinuidad se viene abajo tan pronto como seven obligados a dar aunque sea una sola tomade posición sobre un problema político quese escape del empirismo chato de su activis-mo sindical.

Es el caso de su reciente toma de posi-ción sobre los acontecimientos en Cataluña«Los obreros no tienen patria. No se lespuede arrebatar lo que no poseen» editadaen septiembre de 2017. En ella, haciendo tansólo una lectura párrafo a párrafo, puedeverse que su pretendida «ortodoxia», su-puestamente refrendada por una buena seriede citas de Marx y Lenin, se cae a pedazosuna vez que intentan pasar al trabajo de va-loración política de la realidad.

Desde los primeros párrafos de estatoma de posición vemos la tónica de todaella: un cierto aire de «marxismo», una utili-zación de términos, conceptos e ideas quepueden parecer, pero que no son, propiosde esta doctrina y con los cuales únicamenteconsiguen embarullar la cabeza de quienesbuscan orientación y clarificación de las po-siciones del comunismo revolucionario, yacaban dando con este tipo de amalgamas.Para empezar, según El Comunista, el «pro-blema catalán» se resume como un enfrenta-miento entre un Estado español caracteriza-do como «profundamente fascista como loson todos los estados a nivel mundial. To-dos han incorporado bajo la vestimenta de-mocrática todos los mecanismos fascistasde intervencionismo económico, de controlideológico, de represión y de integraciónsocial» y unas «organizaciones y entidadesque apoyan el «proceso catalán»» caracteri-zadas como «un bloque profundamente cho-vinista» por su « 1) defensa de la policíacatalana (mossos d’esquadra), 2) en la de-fensa de las instituciones catalanas, 3) en la

defensa del catalán sobre las otras lenguasque habla la clase obrera (que son bastan-tes más de dos), 4) en la defensa del pacifis-mo y la denuncia de todo aquel que propon-ga el uso de la violencia, 5) en el enalteci-miento de la superstición democrática».

Como decimos, un totum revolutum sinningún criterio. Para empezar porque el Es-tado español no es, así sin más, «profunda-mente fascista». La tesis que nuestra corrien-te ha defendido desde el final de la II GuerraMundial es que, vencidas en el terreno mili-tar las potencias nazi-fascistas (Alemania,Italia y Japón), el fascismo resultó vencedorsobre el terreno político, en la medida en quelas tendencias centralizadoras en el campoeconómico y político eran y son la única víapara gobernar el capitalismo en su fase im-perialista, aquella donde capital industrial ybancario se han fusionado dando lugar a ladictadura del capital financiero y donde laforma de Estado liberal asociado al capita-lismo en vías de desarrollo del siglo XIX ycomienzos del XX es ya ineficiente paracumplir con su función de consejo de admi-nistración de la burguesía. Esta es, funda-mentalmente, una tesis antidemocrática parael combate político contra las corrientesoportunistas que, tras la II Guerra Mundial,proponían a los proletarios la defensa delEstado de tipo democrático como resultadode la victoria militar, operada con el concur-so precisamente de esos proletarios alista-dos en los bloques partisanos y de defensade la independencia nacional, sobre Hitler yMussolini. Coherentemente con nuestro re-chazo tanto de la política antifascista de so-cialdemócratas y estalinistas como de losbloques nacionales, la explicación de las de-mocracias post bélicas como algo sustan-cialmente diferente a las democracias libera-les previas (contra las cuales nuestra consig-na también había sido la lucha intransigente)explicaba el enfrentamiento bélico y su re-sultado como una lucha entre potencias im-perialistas en la que no estaba en juego lanaturaleza de la opresión del proletariadopor parte del Estado burgués. Pero esta ex-plicación jamás olvidó que era bajo el mantode la democracia donde se había colocado alproletariado, que la victoria de la burguesíay sus aliados socialdemócratas y estalinis-tas era presentar el Estado de clase resultan-te de la guerra como uno donde la explota-ción del proletariado por parte de la burgue-sía podía solventarse mediante vías demo-cráticas de participación política, electora-les, judiciales, parlamentarias, etc. Es poreso que ni Italia, ni Francia, ni Alemania…ni España tras 1975, han sido estados «pro-fundamente fascistas», porque, por muchoque se mente el intervencionismo económi-co o el control ideológico, esta idea no signi-fica absolutamente nada si no se acompañade una explicación de la naturaleza democrá-tica de la opresión que la burguesía ejercesobre el proletariado. Es simplemente humomás apropiado para ganarse adhesiones pre-cisamente de los sectores «antifascistas» quepara dar una aportación clara y rigurosa.

Por otro lado y como continuación delas posiciones de El Comunista, la afirma-ción de que las entidades soberanistas (ANC,

El Comunista ...

Page 19: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

1 9

( sigue en pág. 20 )

Omnium Cultural, CUP…) son chovinistasporque defienden a la policía, a las institu-ciones, la lengua catalana… constituye denuevo un ejemplo de juego con términos apa-rentemente marxistas para expresar, en rea-lidad, una idea más propia del democratis-mo vulgar. Sin duda absolutamente todas lasorganizaciones que defienden el «procés» sonchovinistas. Pero lo son, simplemente, por-que colocan la defensa de la «patria catala-na» por encima de cualquier otra cosa. Pero,se debe añadir, sobre esto no hay duda algu-na: ni las CUP, ni ANC, ni Omnium… lohan negado nunca. Como no lo han hecho,por el otro lado, ni Ciudadanos, ni el PartidoPopular, ni el PSOE, ni Podemos. Decir, porlo tanto, que son «chovinistas» es tanto comodecir que la lluvia moja, una obviedad que nodefine en absoluto la peculiar naturaleza deeste bando. Añadir que son «chovinistas»porque defienden a la policía, a las institu-ciones… es pura palabrería porque ningunode estos atributos (ni todos en su conjunto)definen el chovinismo. Mucho menos decirque son «chovinistas» porque «defienden elpacifismo», como si el chovinismo no lla-mase a la guerra cuando le conviene, como sino hubiese un chovinismo armado…

¿Por qué, entonces, se introduce el tér-mino chovinista como adjetivo diferencia-dor de estas corrientes? Simplemente poruna profunda e inapelable incapacidad porexpresar de manera correcta y con los térmi-nos políticos que realmente la definen, lasituación aparecida con el «problema cata-lán». Fascismo contra chovinismo, resumende su tesis, es una oposición completamen-te ridícula, ajena a cualquier claridad teórica,política e histórica. ¿Por qué no fascismocontra fascismo? ¿O acaso el «chovinismo»catalanista es ajeno a la profundidad fascistade la que habla El Comunista?

En realidad, este confusionismo termi-nológico responde a esa absoluta desviaciónrespecto de las posiciones del marxismo re-volucionario que es característica de El Co-munista. Y lo que en los párrafos introduc-torios de su toma de posición puede pasarcomo falta de precisión, se revela como unaabsoluta incomprensión de la realidad a me-dida que se continúa leyendo.

En primer lugar porque insertar, comohace El Comunista, una cita de Lenin detrásde otra, cubriendo con ellas el espacio quedebería ocuparse en defender la verdaderacontinuidad del Partido con las posicionesde Marx, Engels y Lenin a través de la defen-sa concreta de su vigencia para todos losaspectos de la lucha de clase del proletaria-do, es todo lo contrario a asumir las tareasobligatorias para los comunistas precisamen-te hoy, cuando esta lucha está completamenteausente de la escena social y lo más necesa-rio es revindicar que el lugar que esta ausen-cia ha dejado aparentemente vacío jamás serácubierto por soluciones nacionalistas y opor-tunistas de cualquier tipo. No tenemos nadaque objetar a la reivindicación, incluso sim-plemente formal, de las tesis de Lenin y laInternacional Comunista sobre la cuestiónnacional, tesis que hemos reivindicado des-de el primer momento y que hemos defendi-do siempre contra todo indiferentismo sobre

el problema nacional y colonial. Pero, porun lado, esta lucha por situar todo conflictoque puede aparecer planteado en términosnacionales bajo la lupa de la crítica marxista(crítica teórica que es, ante todo, una prepa-ración de la crítica práctica que un día deberásostener la lucha proletaria) implica hacersecargo de los términos exactos del conflictoen cuestión, en este caso del llamado «pro-blema catalán». Es decir, implica exponersistemáticamente los términos del conflictoen sus dimensiones histórica y política demanera precisa y partiendo de las posicio-nes invariantes del marxismo acerca de lanaturaleza de la cuestión nacional a lo largodel curso del movimiento de clase del prole-tariado. Por lo tanto, no es suficiente conrepetir como una letanía citas y citas de Marxo de Lenin esperando que, con ello, se puedasoslayar la obligación de ratificar estas citasy sus necesarias consecuencias políticas conla propia realidad del conflicto estudiado.Para El Comunista, sin embargo, basta consuperponer una tras otra citas de El socia-lismo y la guerra de Lenin, evitando decirni una palabra acerca del surgimiento y de-sarrollo de las corrientes nacionalistas cata-lanistas a la luz de las posiciones que Lenindefendió en 1916 y cuya validez queda asíignorada.

Por otro lado, directamente ligado al pro-blema anterior, aparece la necesidad de quelos textos y tomas de posición de una co-rriente que pretende ser marxista den unarespuesta no sólo sobre el terreno de la críti-ca general sino sobre aquellos terrenos quecubren las exigencias políticas, tácticas y or-ganizativas a las que el Partido debe respon-der en cada paso que da en el desarrollo desu trabajo cotidiano. Porque sólo de esta res-puesta depende su capacidad, en un mañanamás intenso en movilización proletaria, perotambién en el hoy donde tan sólo una ínfimaminoría de proletarios luchan por salir delmarasmo oportunista que pliega a su claseante las exigencias de la burguesía, de orien-tar, encuadrar y dirigir las fuerzas de la claseproletaria tanto contra su enemigo burguésdeclarado como contra los aliados que estemantiene en el seno de la propia clase. Si unpartido, cualquiera que sea, pretende tomarla Jericó burguesa y oportunista simplemen-te dando vueltas a su alrededor mientras can-ta las citas de los clásicos, no serán las mu-rallas de la fortaleza capitalista las que sevengan abajo sino la misma existencia de estepartido… y los cascotes golpearán tan fuer-te la cabeza de los proletarios que le hayanseguido que volverán a perder el sentidodurante años. Puede pensarse que una tomade posición como la de El Comunista, no esel lugar para realizar una exposición que debeexceder, necesariamente, los límites de esta.Pero quien piense así que busque en la pren-sa de este grupo el lugar donde el «problemacatalán» es tratado con la extensión y la pro-fundidad debidas.

La burguesía catalana y su banderanacional según El Comunista

Después de su explicación, pobre y erra-da en lo esencial, de porqué las organizacio-

nes catalanistas son «chovinistas», El Co-munista quiere ir un paso más allá y colocarel «problema catalán» en términos de unamovilización promovida por la burguesíacatalana. Aparentemente esta manera deabordar el problema, precisamente aquellapor donde debe empezarse siempre, es algomás marxista, pero sólo aparentemente.

Para El Comunista, la burguesía catalanano son «las 300 familias» tan caras a losdemagogos de la vía nacional-catalana al so-cialismo, sino «todo un entramado social depequeñas y medianas empresas, de peque-ños y medianos propietarios inmobiliarios,de pequeños y medianos rentistas, accionis-tas y especuladores, que conforman –juntocon los empresarios más grandes- la claseburguesa». Sigue después una «radiografíade las empresas catalanas» a la que suma laconsideración de que «cada alcalde es unempresario y cada Ayuntamiento unaempresa».Esta sería la clase burguesa que,según El Comunista, abandera las exigenciasnacionalistas. Pero, de hecho, la «burguesíacatalana», si por este término entendemos aaquella burguesía de origen catalán y queextrae sus beneficios de un capital invertidodesde Cataluña, sede de su titularidad jurídi-ca, en Cataluña, España y el resto del mun-do, es otra cosa. Burguesía catalana es aque-lla propietaria de Caixa Cataluña y todo suentramado empresarial, de Catalana Occi-dente, de Gas Natural, etc. Poco menos quedecir que la burguesía catalana, con ligerasparticularidades que la distinguen, es partedel núcleo central de la burguesía española.Resulta absurdo comparar a Isidro Fainé conel propietario de cualquier negocio en Giro-na. No es una diferencia de tamaño, es unadiferencia cualitativa la que les separa y laque les hace tomar posiciones completamen-te diferentes al respecto del «problema cata-lán». Porque, en el mundo capitalista, nosólo existen dos clases, proletariado y bur-guesía, sino que el terreno intermedio a am-bas está poblado por multitud de clases ysemiclases vinculadas de una manera u otraa las dos principales, pero que juegan un rolespecífico en la lucha social que atraviesaeste mundo. Estas clases y semiclases, entrelas cuales la más importante es esa amalga-ma, sin peso político propio pero muy nu-merosa en un país de pequeños propietarioscomo es España, a la que llamamos pequeñaburguesía, son precisamente las transmiso-ras de los postulados más reaccionarios yanti históricos, de todos los planteamientosutópicos y de todas las fantasías de supera-ción sin lucha revolucionaria de los proble-mas del mundo capitalista. Precisamente poreso, sin reconocer la entidad que tienen es-tos estratos sociales intermedios, es impo-sible entender el regreso, casi 150 años des-pués del cierre del periodo revolucionario dela burguesía y de sus exigencias nacionales,de los postulados nacionalistas más retró-grados.

Este no es el lugar para entrar en un ba-lance detallado de la posición que la claseburguesa catalana ha jugado en el desarrollo,auge, caída y posterior vuelta a la escena

Page 20: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

2 0

política del «nacionalismo» catalán.Basta con decir que el papel deliberada-

mente ambiguo de esta burguesía es fruto desu peculiar papel en la formación y consti-tución del Estado español desde 1975: laburguesía catalana ha alentado y desarrolla-do la movilización nacionalista a través de laconsigna autonomista encabezada por supartido regional (históricamente CiU, ahoraPDCAT o asimilables a este); este autono-mismo, defendido ante el Estado centralcomo una de las prerrogativas que necesa-riamente debían concederse con el cambiode régimen tras la muerte de Franco, ha teni-do y tiene como objetivo tejer una tupidamalla de instituciones estatales desde las queatar a la clase proletaria a la política de cola-boración con la burguesía. El gobierno auto-nómico es la respuesta, insuficiente y conresultados inestables, que las burguesías ca-talana y española han dado a la dificultadhistórica de lograr un Estado centralizado y,con ello, a las tensiones a que esta dificultaddaba lugar. El objetivo era, entiéndase, ga-rantizar centralización y funcionamientonormal del Estado, pero a través de un siste-ma autonómico que permitiese involucrartanto a los representantes de la pequeñaburguesía como a los agentes oportunistasque, por lo demás, han estado relativamenteexcluidos del aparato central del Estado du-rante todas estas décadas.

La burguesía catalana no ha jugado la bazanacionalista como un envite contra el Esta-do central, la burguesía catalana ni es, ni hasido, ni será nacionalista o independentista.Mediante la exacerbación autonomista de lasparticularidades locales de Cataluña, la bur-guesía catalana ha dado su aporte a la go-bernabilidad del Estado a la vez que ha cons-truido su fortaleza a la hora de competir conel resto de burguesías españolas. Pero de laambigüedad que se deriva de esa posición,jamás va a salir, por mucho que azuce, devez en cuando, proclamas más o menos es-tridentes.

Es la pequeña burguesía, que se ha vistoincluida en algunas tareas de gobierno a tra-vés del régimen autonómico, la que se movi-liza en términos independentistas. Pero estapequeña burguesía, precisamente por hacerel papel de matón de la gran burguesía, notiene una política propia, actúa por reflejode una situación que se ha creado, por obrade las contradicciones, entre fuerzas socia-les inmensamente más fuertes que ella. Pe-queños rentistas, propietarios, especulado-res… pequeños burgueses en una palabra,son quienes se movilizan tras la estelada. Yno lo hacen en el mismo sentido que la «bur-guesía catalana». Pero esto El Comunista,para quien la burguesía es una relación esta-dística, no es capaz de entenderlo y ve en el«problema catalán» un enfrentamiento en-tre burgueses nacionalistas, independentis-tas, y burgueses españolistas, como si loque estuviese en juego fuese, realmente, laindependencia de Cataluña. Y en el colmodel absurdo político llegan a comparar el tipo

de movilización real al que esta pequeña bur-guesía está llamando con la movilizaciónsocial-chovinista de la I Guerra Mundial, enun ejercicio de total y absoluta incompren-sión de la realidad, que intenta disimularserecurriendo a la grandilocuencia de la retóri-ca.

Las causas materiales del «problemacatalán» para El Comunista

Partiendo de una genérica atribuciónde responsabilidades a la «crisis de sobre-producción capitalista a nivel mundial»,El Comunista pasa revista a los efectos deesta crisis sobre las diferentes clases so-ciales y se centra especialmente en los efec-tos que tiene sobre la pequeña y medianaburguesía. Después de unas absurdas con-sideraciones morales acerca de si los pro-letarios deben sentir lástima o no por lospequeños propietarios, dada la funciónsocial de estos y la naturaleza de sus ne-gocios, El Comunista muestra su piedrade toque a la hora de explicar las causasdirectas del «procés»:

«Esta crisis impone una concentraciónbancaria que ha dejado huérfanos a todauna serie de chupópteros profesionales aleliminar el clientelismo político de las ca-jas. También ha reducido los presupues-tos de los ayuntamientos, reduciendo otrafuente de nepotismo y de clientelismopolítico. Toda esta capa social de vivido-res a cuenta de la explotación obrera […].Finalmente, el endeudamiento de la Gene-ralitat es de tal magnitud que, si tuvieraque aplicar las medidas necesarias parareducirlo, se enfrentaría a una respuestasocial que no puede asumir».

Otro ejemplo de qué no es el marxismo,esta vez sobre el terreno de la crítica eco-nómica. Porque, de acuerdo con El Comu-nista, son el clientelismo político de las ca-jas, el nepotismo consistorial y la deuda dela Generalitat los elementos político-socia-les cuya desaparición habría espoleado asus beneficiarios a movilizarse por la inde-pendencia. Falta, para empezar, que ElComunista explique por qué ha saltado, alpasar de epígrafe, de considerar que es laburguesía catalana la que se moviliza por laindependencia a afirmar que son estas cas-tas parasitarias las que lo hacen. Pero loesencial en esta afirmación es ver cómo ElComunista amalgama fenómenos caracte-rísticos de la crisis capitalista con moralinay con una buena dosis de ignorancia. Ni los«chupópteros», ni los «clientes» políticos,ni la deuda institucional son los motores deningún tipo de reacción social. Pueden ser-lo, sí, en el discurso democrático acerca dela corrupción y la eficiencia económica,pero para el marxismo tales afirmacionescarecen de sentido. Comparémoslo con laexplicación correcta:

La crisis capitalista produce una caídade la tasa de ganancia y una reducción delbeneficio empresarial; este hecho repercu-te inmediatamente en el capital financieroinvertido en proyectos industriales e in-mobiliarios; se produce una contracción delcrédito que redunda en una caída aún ma-

yor de dichos proyectos empresariales, es-pecialmente en los que tienen como pro-motor al Estado, a la vez que se da unacascada de fusiones en el sector financieropara mantener un mínimo de ganancia; ex-pulsión del mercado de los negocios conuna inversión de capital baja, incapaz derendir a la tasa mínima necesaria para gene-rar beneficio; caída de la recaudación fiscaly tributaria y amenaza de quiebra sobre elEstado. Consecuencia a corto plazo: difi-cultades para la supervivencia de ampliosestratos de la pequeña burguesía. Conse-cuencia a largo plazo: concentración finan-ciera (bancaria e industrial) que permite re-cuperar la tasa de ganancia.

El clientelismo, el robo, la corrupción…son epifenómenos de esta secuencia, ni sonsu origen, ni tienen un peso determinante enella, ni, por supuesto, son capaces de alte-rarla dando lugar a un movimiento político.De nuevo El Comunista, cuando tiene quepasar de los juramentos vertidos sobre lostextos clásicos, a una aproximación siquieraresumida de la realidad no tiene más remedioque recurrir a conceptos, términos y expli-caciones completamente ajenos al marxis-mo, tomando la anécdota por categoría y sindecir una palabra sobre lo esencial.

El «contexto del imperialismo mun-dial» y el «problema catalán» según ElComunista.

El Comunista sabe que el marxismo esuna ciencia que estudia las condiciones dedesarrollo del capitalismo a escala mundial.Considerando las naciones como productohistórico y limitado por tanto de una épocadeterminada, el marxismo ha afirmado el ca-rácter internacional del capital desde susinicios, señalando precisamente en la apro-piación privada –nacional, en último térmi-no- del producto del trabajo asociado comola barrera que se interpone entre el desarro-llo de las fuerzas productivas a que el mis-mo capitalismo ha dado lugar y la supera-ción dialéctica de la última sociedad dividi-da en clases de la historia, gracias precisa-mente a ese desarrollo. Pero todo esto ElComunista lo sabe sólo de oídas y comopara justificar el análisis miope, reducido auna valoración de la coyuntura pegada alsuelo, que ha realizado acerca de clases so-ciales y nacionalismo, intercala un brevepárrafo acerca del contexto internacional:

«Como es obvio, ambos bandos [sepa-ratista y constitucionalista] reciben el apo-yo de los grupos de países imperialistasinteresados en uno u otro resultado. […]La crisis de sobreproducción relativa decapitales produce un agravamiento profun-do de las contradicciones entre países im-perialistas que llevan de la guerra comer-cial en el choque militar [sic] Los EEUUllevan tiempo intentando desencadenar la3ª guerra mundial y Rusia y China cadavez toman posiciones más agresivas mili-tarmente. La Unión Europea no es menosimperialista y también está inmersa en lacarrera policial y militar».

Se trata, como se ve, de afirmacioneslanzadas al azar, donde se mezcla una su-

( viene de la pág. 19 )

El Comunista ...

Page 21: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

2 1

puesta 3ª Guerra Mundial en ciernes quelos EE.UU. querrían declarar (¿contra quién?¿por qué vías? ¿cómo afecta esto a Catalu-ña? ¿por qué no explicarlo?) con el auge deldesarrollo militar chino y ruso… Afirmar,de esta manera, este tipo de argumentos espoco menos que parodiar el trabajo que losmarxistas realizamos, estudiando el cursode los enfrentamientos interimperialistas,sean estos explícitos o estén en vías de for-mación. Si en su exposición acerca de lascausas y de los actores nacionales del «pro-blema catalán» El Comunista yerra una yotra vez, al llegar al terreno internacionalpoco menos que escupe lo primero que sele pasa por la cabeza, intentando dar unaespecie de perspectiva milenarista para laque sería innecesaria toda justificación, yque le permite agitar los espectros del gra-do máximo de desarrollo de las hostilidadesinternacionales como si estuviesen presen-tes, aquí y ahora, condicionando directa-mente el desarrollo del «procés». Este tipode afirmaciones no es que no sean correc-tas, es que ni siquiera son incorrectas por-que prácticamente no son afirmaciones po-líticas sino boutades pseudo teóricas conlas que dar relumbrón a un texto.

Perspectivas y posición de El Comu-nista al respecto del «problema catalán»

Hasta aquí El Comunista ha intentadodar una explicación de la génesis económicay social del problema, de los actores en lizay del escenario internacional. Como deci-mos, de alguna manera ha intentado dar asu toma de posición una pátina de marxis-mo utilizando términos, conceptos e ideaspropias de nuestra corriente… pero siendoincapaz de explicar ni qué significan ni quéimplicaciones tienen. Ahora El Comunistatrata de dar una perspectiva del desarrolloque tendrá el «problema catalán» y de laposición que adoptará en él.

A la pregunta «¿Podría esta situacióndesarrollarse en un sentido favorable a laclase obrera» que El Comunista se hace así mismo responden con una asombrosa am-bigüedad. Escriben: «En primer lugar, hayque afirmar que a la situación actual y atodas las falsas promesas actuales les se-guirá ineluctablemente una serie de desilu-siones, desengaños y frustraciones para to-dos aquellos que se han tragado que lademocracia es algo más que un engañoorganizativo a través del cual domina laburguesía».

Se entiende que se refiere a los proleta-rios que «se han tragado» esto. Pero lo cier-to es que los proletarios se han mostradocompletamente pasivos ante la moviliza-ción provocada en defensa del «procés».No se han visto manifestaciones en el cin-turón rojo de Barcelona, no ha habido huel-gas –a excepción del paro patronal- en quela clase proletaria haya participado siguien-do la bandera independentista… El prole-tariado, desde hace décadas, está comple-tamente ausente del terreno de la lucha declase, al punto de que su «neutralidad» eneste tipo de conflictos se da prácticamentepor sentada por parte de quienes realmente

los protagonizan y no buscan otra cosa: nohay un sector proletario movilizado bajo laestelada al que haya que «recuperar» parala causa clasista, la burguesía no ha logradoromper el frente de clase mediante la obrade sus agentes entre el proletariado movili-zando a la clase obrera para sus fines. Afir-mar esto, que es lo que da a entender ElComunista, es extrapolar mecánica y antidialécticamente una situación propia de otraépoca, con una gran efervescencia clasista,a la actual. Actuando así, se eliminan lasposibilidades de dar una visión clara de larealidad a los pocos elementos proletariosque pueden sentirse inclinados a asumir unaposición clasista que defender frente a lapresión nacionalista, llevándoles en reali-dad a un terreno imaginario tan distanciadode la realidad que, esta vez sí, acabaría pordesilusionarles de una vez por todas.

Pero lo cierto es que El Comunista novalora esta posibilidad, porque el objeto desu «desilusión» es otro. Dos párrafos másabajo, escriben:

«Pero, hay que notar que la primera des-ilusión se la llevará la masa pequeñobur-guesa que ha creído místicamente en su pro-pia ilusión y de esta masa pequeñoburgue-sa no puede salir ningún movimiento de claseni revolucionario.

En cualquier caso, para que los revo-lucionarios puedan aprovechar en el futu-ro las desilusiones que deben suceder in-mediatamente y todas las que han de ve-nir, la condición indispensable es que sehayan mantenido fuera y en contra de todotipo de chovinismo y que hayan denuncia-do el contenido burgués de ambos ban-dos, que se hayan opuesto a la fagocita-ción de los grupos combativos de trabaja-dores por parte de la burguesía nacional,española o catalana».

Si la desilusión en primer lugar la sufri-rá la pequeña burguesía y los revoluciona-rios deben poder aprovechar «las desilu-siones que deben suceder inmediatamen-te…» los revolucionarios, según El Comu-nista, deben aprovechar la desilusión de lapequeña burguesía, por lo tanto deben bus-car movilizar a esta que, entendemos, enausencia del proletariado podrá hacer unbuen pan con unas tortas aunque de ella«no puede salir ningún movimiento de cla-se ni revolucionario». Como se ve, es unsinsentido después de otro. Pero el origende estos sinsentidos es el afán que El Co-munista tiene de dar una visión práctica,amable y asumible por cualquiera, acercade los márgenes de maniobra que, segúnellos, poseen los marxistas en una situa-ción como la descrita. A estos absurdos leslleva el querer dar, en un sentido netamenteactivista, una respuesta concreta que im-plique una perspectiva inmediata. En lugarde constatar que el movimiento «naciona-lista» en Cataluña muestra lo lejos que seencuentra la clase proletaria de reanudarcualquier tipo de lucha clasista a gran esca-la, buscan un remedo «práctico» y «con-creto» hablando de sectores recuperablestras su desilusión. Sectores que, o bien comoellos mismos reconocen son enteramentepequeño burgueses y por lo tanto imposi-

bles de influenciar en su conjunto por unapolítica comunista, o bien sencillamente noexisten sino en la ilusión de quien querríaverse en épocas mejores y empieza ya aactuar como si tal sucediese… a despechode la realidad y de toda posibilidad de re-montarla.

Vemos esto más claramente en el finalde su toma de posición, donde dan «la po-sición del marxismo y del internacionalis-mo proletario en Cataluña y en el resto deEspaña» una amalgama de reivindicacionesque van desde el respeto a las lenguas hastala abolición del trabajo asalariado. De nue-vo, en lugar de explicar una y otra vez lascondiciones que permitirán al proletariadosalir de su crisis política y organizativa, esdecir, la necesidad de la ruptura con la po-lítica de colaboración entre clases, de la lu-cha por superar las barreras locales, nacio-nales, de sexo, raza, religión que impone laclase burguesa y, sobre todo, de romper conla práctica democrática con la cual esta bur-guesía hace partícipe al propio proletaria-do de su explotación, sometiéndole al mitodel Estado que se sitúa por encima de lasclases sociales, El Comunista piensa quees suficiente con lanzar una serie de con-signas escogidas aleatoriamente. Es decir,en lugar de asumir una tarea lenta pero in-evitable de propaganda de los términos fun-damentales del marxismo a través de la rea-lidad cotidiana de explotación y miseria quepadece el proletariado a la vez que se inter-viene en cualquier grieta, por mínima quesea, que presente la sociedad burguesa, conel fin de mostrar con ella las contradiccio-nes propias de esta, El Comunista fantaseade nuevo con su mundo ideal en el que lalucha de clase del proletariado es ya un he-cho dado que simplemente hay que dirigircorrectamente mediante las consignas ade-cuadas.

El marxismo revolucionario, la doctri-na de la Izquierda Comunista de Italia ydel propio Partido Comunista Internacio-nal, no es una cuestión patrimonial. Nues-tra crítica a las desviaciones pseudo mar-xistas de esta y otras corrientes políticasno se encamina a reivindicar para nosotrosla etiqueta de «verdaderos y únicos» mar-xistas. El marxismo tiene su fuerza en quecontiene en sí una valoración precisa paratodo el curso de la lucha de clase del pro-letariado contra la burguesía y en que escapaz de expresar los términos en los queinevitablemente será el propio proletaria-do el que encontrará en el curso de estalucha la validez de esta valoración, la harásuya y la convertirá en su arma más pre-ciada. Es por eso que la crítica de este tipode corrientes pseudo marxistas, que cum-plen objetivamente la función de embo-rronar ante los ojos de los proletarios lapropia trayectoria de su lucha de clase con-fundiendo sus términos y, por lo tanto,dificultando su ruptura con la política decolaboración entre clases, es una tarea esen-cial. No por purismo ni por gusto escolás-tico, sino por la necesidad vital de poner adisposición de la clase proletaria la críticaa cualquier tipo de oportunismo, sea estedel color que sea.

Page 22: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

2 2

Muerto contra el protocoloEl pasado 23 de marzo un niño de cuatro

años murió en el parque del Retiro, en Ma-drid, al caerle una rama de un pino sobre lacabeza mientras paseaba con su padre en unpatinete. Después de varios días de tormen-tas con fuertes vientos, días durante los cua-les gran cantidad de los árboles de los par-ques de la capital fueron arrancados de cuajopor el efecto conjunto del deslizamiento detierras (que provoca la lluvia al caer sobreterrenos en pendiente), el viento y, especial-mente, el mal estado de mantenimiento enque se encuentran estas «zonas verdes», unatragedia de este tipo era de esperar: era sólocuestión de tiempo que un árbol, o una rama,arrancados por el temporal, acabase cayen-do sobre alguien con un resultado fatal. Elmismo parque del Retiro había sido puestoen alerta por el Ayuntamiento de Madrid y,en la misma zona donde el niño perdió lavida, se podían ver carteles anunciando elpeligro que generaban las tormentas despuésde que el propioAyuntamiento renunciase acerrar el parque ese día conformándose conpegar esos letreros en zonas visibles.

A las pocas horas de la muerte del niñola concejal de Medio Ambiente delAyunta-miento de Madrid, Inés Sabanés, «históri-ca»derrotada de las elecciones municipalesde la capital hasta que la coalición de Car-mena la rescató del naufragio de IzquierdaUnida y le dio un puesto municipal, afirmóque se había dado la orden de desalojar elRetiro poco antes de la muerte del niño,que el árbol cuya rama le mató había sidoinspeccionado por los técnicos de medioambiente pocos días antes y, en definitiva,que «Hay un protocolo que no es solo paralos niveles de alerta, también para la eva-cuación del parque. No es la primera vezque se desaloja, El Retiro, según la genteque haya se puede tardar una hora o más».Es decir, que el Ayuntamiento actuó co-rrectamente, siguiendo el protocolo estipu-lado para casos de riesgo por temporal yque, por lo tanto, poco menos que el niñomurió contra este protocolo.

Durante los días siguientes, después deque la misma concejal se mostrase dispues-ta a revisar su tan querido protocolo de se-guridad, después también de que otros ár-boles cayesen en otros parques de Madridhiriendo uno de ellos a una mujer en la pier-na, los grupos políticos de la oposición mu-nicipal exigieron, a su vez, una revisión delprotocolo dado que les parecía insuficien-temente estricto como para que lograse evi-tar estos casos.

El protocolo, el santo protocolo, amadopor todos los burócratas y leguleyos quehan pensado, piensan y pensarán siempreque la naturaleza puede contenerse en loslímites de los formularios, legalmente apro-bados en sede parlamentaria, parece ser elcentro del problema, tanto en el seno de lalucha partidista municipal como de cara a la

población, a la que se le garantiza su seguri-dad siempre y cuando la naturaleza cumplacon los términos del contrato que en él seestipulan. Las cuatro muertes que han teni-do lugar en Madrid desde 2014 por la caídade árboles ¿se ajustan al protocolo? ¿es unacifra contemplada en éste como aceptable?¿O será necesario pedir la unidad de todoslos demócratas de la Casa de la Villa paracondenar firmemente al viento que se saltalas leyes de convivencia legalmente estipu-ladas por la Concejalía de MedioAmbiente?

El parque del Retiro es uno de los luga-res más característicos de la capital de Espa-ña. Desde los últimos reinados de la dinastíade los Austrias, cuando sus límites coinci-dían con el final de la ciudad, fue una de esaszonas que los monarcas se reservaban parasu uso privado en la temporada de verano,dado lo benigno del clima en esta zona de laciudad, exactamente igual que se reservabanel uso del otro gran parque de la ciudad (laCasa de Campo) para la caza. El progreso,lento pero inexorable, de la sociedad burgue-sa, fue configurando poco a poco una ciudada su imagen y semejanza, despojando a estetipo de lugares de cualquier uso privativo dela nobleza. Finalmente, en la ciudad híperdesarrollada de hoy, levantada a base de undesarrollo urbanístico que sólo es posible enun mundo donde su función es facilitar laproducción de capitales y mercancías a lavez que facilita el almacenaje y distribuciónde la mano de obra a los precios reducidosque exige esa producción, el parque del Reti-ro atrae a miles de personas que, diariamen-te, acuden a él para escapar, aunque sólo seaun poco, de las espantosas cárceles de hor-migón y asfalto en las que viven, cumplien-do a su vez una función termorreguladorapara el microclima metropolitano, que alivialigeramente las inclemencias de la vida en laciudad.

El desarrollo de la ciudad resume el de-sarrollo del mundo capitalista. Por increíbleque les parezca a los sociólogos y urbanis-tas, que pretenden defender una posicióncrítica contra los cambios que en los últimossesenta años han experimentado todas lasciudades de los países capitalistas desarro-llados, disfrazando sus posiciones con elmanto del «anticapitalismo», la ciudad esuna forma de organización y distribu-ción territorial exclusivamente capita-lista. Y lo es porque sólo esta forma es laadecuada a la concentración de las inmensasfuerzas productivas que el capitalismo mo-viliza para generar su ciclo de valor, paraproducir mercan-cías, servicios y capitalesa base de fuerza de trabajo proletaria de laque extraer la plusvalía. Mientras que laspolis griegas o las urbes romanas de la An-tigüedad, llegado cierto momento, se colap-saron porque el propio desarrollo del modode producción esclavista las hizo inservi-bles, el capitalismo superó la fase de distri-

bución «natural» de la población a lo largodel territorio, favoreciendo la aparición deunos grandes agregados urbanos que, lejosde debilitarse, se desarrollan más y más tan-to con las crisis como con los periodos deauge económicos.

Por lo tanto, todas las características dela vida urbana son, en realidad, característi-cas del modo de producción capitalista en elterreno de la vida social más inmediata. Y lasmismas leyes que rigen la existencia econó-mica del capitalismo explican los paráme-tros básicos del desarrollo urbano (comomostró Engels en su célebre escrito El pro-blema de la vivienda) y de las vicisitudes dela vida cotidiana en él.

En el balance que el marxismo ha venidorealizando desde el Manifiesto de 1848, ydespués con los textos clásicos de Marx,Engels y Lenin sobre la sucesión de los mo-dos de producción hasta la llegada al puntode desarrollo del capitalismo en su fase im-perialista, última de las formas que adoptarála, a su vez, última de las sociedades dividi-das en clases, y, por lo tanto, antecesora his-tórica del futuro comunista de la humani-dad, el ciclo burgués está caracterizado entres etapas diferentes, determinadas direc-tamente por el surgimiento, auge y decaden-cia del propio capitalismo:

-Inicios del modo de producción capita-lista/fase revolucionaria de la burguesía:combate político contra el mundo feudal,surgimiento de los partidos revolucionariosburgueses, triunfo de estos a lo largo de lossiglos y en diferentes naciones, en su pers-pectiva de toma del poder y destrucción delos obstáculos que la economía basada en larelación de la servidumbre con el señor po-nía al desarrollo de la industria moderna.

-Fase de extensión del modo de produc-ción capitalista ydel poderburgués por buenaparte del mapa mundial y de la acumulacióncontemporánea de las contradicciones eco-nómicas y sociales que el inevitable desarro-llo desigual del capitalismo conlleva. Irrup-ción de las formas mercantiles avanzadas enlos territorios más atrasados so-cialmentehablando, crecimiento sin parangón históri-co del potencial productivo de la humani-dad, que es puesta en su práctica totalidad alservicio de las exigencias del capital indus-trial y bancario a través de la explotacióncreciente de la fuerza de trabajo asalariada.

-Fase imperialista del capitalismo y deltotalitarismo del poder burgués. Aperturade la era de las guerras y de las revoluciones,como declaró la III Internacional, que hoyaún no ha terminado. Las fuerzas producti-vas desarrolladas por el capitalismo han sidollevadas a tal punto que acaban por entrar enfortísima contradicción con las relacionessociales basadas en la apropiación privadadel fruto del trabajo asociado, que ha crecidoexponencialmente con el desarrollo de dichas

Page 23: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

2 3

fuerzas productivas. Fase de decadencia con-temporánea de las instituciones políticas yde las soluciones sociales dadas por la bur-guesía dominante con el fin de evitar el agu-dizarse de los factores de crisis de toda lasociedad capitalista.

A estas tres fases, como es natural, secorresponden tres expresiones diferentes enel terreno de la organización del territorio,que va a sufrir mutaciones similares a las delpropio capitalismo:

-Durante la primera fase, la ciudad fueun núcleo, aparecido sobre las ruinas de lasruinas de las ciudades de la Antigüedad osobre bases comple-tamente nuevas, de de-sarrollo del comercio y la pequeña industriaartesanal. Dependientes del señor y de laIglesia o libres, bajo la protección militar delmonarca o armadas con su propia milicia,las ciudades fueron un reducto de libertadcontra el régimen de opresión servil que pre-dominaba en el campo, pero se trató, siem-pre, de una libertad condicionada por los lí-mites del desarrollo mercantil y, por lo tan-to, de ninguna manera fueron un paraíso te-rrenal exento de contradicciones sociales.Simplemen-te, en ellas estas contradiccio-nes se simplificaron.

-Durante la segunda fase, el gran desa-rrollo de las fuerzas productivas y el proce-so de concentración y centralización de lasmismas, rompió con los límites físicos de laciudad gremial y mercantil para dar lugar a laciudad industrial en la cual, junto a la granindustria, aparecen habitando las legiones deproletarios que darán lugar a la necesidad deldesarrollo de la ciencia urbanística comomedida de profilaxis anti revolucionaria. ElParís de los Comunnards, la Rosa de Foc, elconflicto entre estamento nobiliario y bur-guesía, resumido en la forma de enfrenta-miento campo-ciudad, se traslada tras la vic-toria de la segunda sobre el primero a lascalles de la ciudad.

-Finalmente, la época del imperialismo,es la época de las grandes metrópolis queconcentran a la mayor parte de la poblaciónmundial (lo que equivale a decir que estapoblación ya es en su mayor parte proleta-ria) en condiciones de habitabilidad dificilí-simas, con una presión permanente de lasfuerzas políticas y militares de la burguesíay, también, unas condiciones de salubridadque empeoran conti-nuamente como conse-cuencia de las propias características físicasde la aglomeración urbana.

En la base de la correlación desarrollodel modo de producción capitalista – desa-rrollo urbano puede observarse una cons-tante: el capitalismo como su ciudad se co-rresponden respecti-vamente al último modode producción y a la última forma de organi-zación del territorio irracionales, en el sen-tido de que ambos han surgido en el arcohistórico de la lucha de la humanidad contralas penurias de la naturaleza, por lo tantodirectamente deter-minadas por esta y tras-ladando al terreno de la lucha entre las clases

las tensiones derivadas de dicha lucha. Sonambos, capitalismo y ciudad, formas espon-táneas y caóticas de organización social enel sentido de no dirigidas de acuerdo a unplan, ya que han surgido de la perpetuaciónde la irracionalidad de la producción socialde todas las economías previas. Por lo tan-to, los fenómenos «naturales»que golpean alas ciudades modernas de manera periódicano pueden ser imputados al azar, en la medi-da en que son consecuencia de la incapaci-dad del capitalismo y de su forma urbana dedistribución de la población a la hora de do-meñar los fenómenos naturales y garantizarla propia seguridad de dicha población.

En la ciudad capitalista moderna obser-vamos, concentrados, todos los fenómenosde la lucha de clase que antes aparecían dis-persos. Y, sobre todo, observamos la fuerzaconcentrada del oportunismo político y sin-dical, que se extiende en forma de malla porcada rincón de la ciudad en forma de meca-nismos de integración, gestión y represiónde los conflictos que la vida cotidiana en lasociedad burguesa genera para el proletaria-do. No es por casualidad, entonces, que lasnuevas formas de este oportunismo, una vezque las anteriores cayesen por su propiopeso, se desarrollen principalmente en estetipo de grandes ciudades. El populismo a loPodemos-Unidad Popular surge del males-tar que el desgaste de los mecanismos deamortiguación social en las grandes ciudadesgenera en amplios sectores de la pequeñaburguesía empobrecida y del proletariado.Con él reaparecen todas las corrientes muni-cipalistas, autoges-tionarias, localistas… ca-racterísticas del socialismo pequeño burguésy anti marxistas, pero no desaparecen, bajola capa de utopismo que pretenden recrear,las exigencias más firmes de las leyes delcapitalismo ni las enseñanzas políticas quela burguesía ha extraído después de noventaaños de contrarrevolución permanente.

Si cae un árbol y mata a un niño, fenó-meno en absoluto fortuito ni «natural» sinodeterminado por unos insuficientes nivelesde inversión pública en el mantenimiento deparques y jardines, es decir, por la incapaci-dad de la burguesía para garantizar nivelesde seguridad y salubridad mínimos a la fuer-za de trabajo que almacena en sus ciudades,entra en escena toda la fuerza social de losagentes encargados de la conservación delorden: burócratas protocolarios que cifranla desgracia en una insuficiente adecuaciónde los formularios a redactar por los técni-cos a la hora de gestionar un parque público,místicos que hablan de lo imprevisible de lanaturaleza, etc. Finalmente, las esperanzasde los «Ayuntamientos del cambio» acabanestrelladas contra el simple hecho de que, enlas ciudades que gestionan, la naturaleza si-gue siendo lo que será siempre bajo el régi-men burgués, un enemigo externo indoma-ble; las catástrofes, inevitables; y la muertemientras se disfruta del día de descanso, unriesgo incontrolable.

El marxismo no sólo es una doctrina ca-

el proletario

Cuarenta añosde valoración

orgánica de loseventos de Rusiaen el dramáticodesarrollo social

e históricointernacional

partido comunista internacional ( el programa

comunista)

Octubre de 2017 3

paz de explicar las miserias del modo de pro-ducción capitalista. Es, sobre todo, una teo-ría acerca del curso de la humanidad desdelas cavernas pre-paleolíticas del ayer remo-to hasta la sociedad que viva armoniosa conel medio del mañana. Es una doctrina, por lotanto, que explica la sucesión de los modosde producción que dan lugar a todos los fe-nómenos sociales y que señala en todo mo-mento que dicha sucesión, que implicará undía la destrucción del mundo capitalista, sólotiene lugar mediante cruentas guerras queenfrentan a clases sociales contra puestas.Para la sociedad capitalista moderna será elproletariado, clase que resumen en su natu-raleza todos los agravios que padece la hu-manidad, el encargado de liquidar un modode producción irracional tanto en su relacióncon la humanidad como con la naturaleza.Es por esto que absolutamente ninguno delos hechos que, como la triste muerte delniño de cuatro años, tiene lugar en el marcode una sociedad que se levanta sobre la ex-plotación de la inmensa mayoría de la po-blación, es ajeno a la crítica marxista. Perono a una crítica teorética, basada sobre de-seos e ilusiones de un desarrollo armónicoentre humanidad y capitalismo, sino a unacrítica que busca preparar las condicionesen las que pueda desarrollarse, en un maña-na esperamos no muy lejano, un potentemovimiento de clase que abarcará con su crí-tica de las armas todos los fenómenos deesta sociedad putrefacta. Y sólo un partidoque tenga en cuenta la complejidad de estemovimiento, que abarque tanto en sus con-cepciones últimas como en su trabajo inme-diato, la lucha contra todas las manifestacio-nes de la miseria social del capitalismo –elpartido político revolucionario del proleta-riado- podrá dirigir el movimiento de claseque tiene la tarea histórica de destruir elmodo de producción capitalista sustituyén-dolo, en un primer lugar, con el modo deproducción socialista y, después, comunis-ta, sepultando de esta manera la prehistoriahumana.

Page 24: ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONALcomo una potencia imperialista en toda regla, incluso para los intelec-tuales burgueses que buscaban una explicación para lo confuso de

2 4

El Partido Comunista Internacional está constituido sobre la base de losprincipios siguientes establecidos en Livorno con la fundación del Partido Comu-nista de Italia (Sección de la Internacional Comunista):

1/-En el actual régimen social capitalista se desarrolla una contradicción siempre crecienteentre las fuerzas productivas y las relaciones de producción dando lugar a la antítesis de interesesy a la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía.

2/-Las actuales relaciones de producción están protegidas por el poder del Estado burguésque, cualquiera que sea la forma del sistema representativo y el uso de la democracia electiva,constituye el órgano para la defensa de los intereses de la clase capitalista.

3/-El proletariado no puede romper ni modificar el sistema de las relaciones capitalistasde producción del que deriva su explotación sin la destrucción violenta del poder burgués.

4/-El partido de clase es el órgano indispensable de la lucha revolucionaria del proletariado.El Partido Comunista, reuniendo en su seno la fracción más avanzada y decidida del proletariadounifica los esfuerzos de las masas trabajadoras encauzándolas de las luchas por intereses parcialesy por resultados contingentes a la lucha general por la emancipación revolucionaria delproletariado. El Partido tiene la tarea de difundir en las masas la teoría revolucionaria, de organizarlos medios materiales de acción, de dirigir la clase trabajadora en el desarrollo de la lucha de clasesasegurando la continuidad histórica y la unidad internacional del movimiento.

5/-Después del derrocamiento del poder capitalista, el proletariado no podrá organizarseen clase dominante más que con la destrucción del viejo aparato estatal y la instauración desu propia dictadura privando de todo derecho y de toda función politica a la clase burguesa ya sus individuos mientras sobrevivan socialmente, y basando los órganos del nuevo régimenúnicamente sobre la clase productora. El Partido Comunista, cuya característica programáticaconsiste en esta realización fundamental, representa, organiza y dirige unitariamente ladictadura proletaria. La necesaria defensa del Estado proletario contra todas las tentativascontrarrevolucionarias sólo podrá ser asegurada privando a la burguesía y a los partidos hostilesa la dictadura proletaria de todo medio de agitación y de propaganda política, y con laorganización armada del proletariado para rechazar los ataques internos y externos.

6/-Sólo la fuerza del Estado proletario podrá ejecutar sistemáticamente las sucesivasmedidas de intervención en las relaciones de la economía social, con las que se efectuará lasubstitución del sistema capitalista por la gestión colectiva de la producción y de la distribución.

7/-Como resultado de esta transformación económica y de las consiguientes transforma-ciones de todas las actividades de la vida social, irá eliminándose la necesidad del Estado político,cuyo engranaje se reducirá progresivamente al de la administración racional de las actividadeshumanas.

* * *La posición del partido frente a la situación del mundo capitalista y del movimien-

to obrero después de la segunda guerra mundial se basa sobre los puntos siguientes:8/-En el curso de la primera mitad del siglo XX, el sistema social capitalista ha ido

desarrollándose en el terreno económico con la introducción de los sindicatos patronales confines monopolísticos y las tentativasde controlar y dirigir la producción y los intercambios segúnplanes centrales, hasta la gestión estatal de sectores enteros de la producción; en el terrenopolítico con el aumento del potencial policial y militar del Estado y con el totalitarismogubernamental. Todos estos no son nuevos tipos de organización con carácter de transición entrecapitalismo y socialismo ni menos aún un retorno a regímenes políticos preburgueses; alcontrario, son formas precisas de gestión aún más directa y exclusiva del poder y del Estado porparte de las fuerzas más desarrolladas del capital. Este proceso excluye las interpretacionespacifistas, evolucionistas y progresivas del devenir del régimen burgués y confirma la previsiónde la concentración y de la disposición antagónica de las fuerzas de clase. Para que las energíasrevolucionarias del proletariado puedan reforzarse y concentrarse con potencial correspondien-te a las fuerzas acrecentadas del enemigo de clase, el proletariado no debe reconocer comoreivindicación suya ni como medio de agitación el retorno ilusorio al liberalismo democráticoy la exigencia de garantías legales y debe liquidar históricamente el método de las alianzas confines transitorios del partido revolucionario de clase tanto con partidos burgueses y de clase mediacomo con partidos seudo-obreros y reformistas.

9/-Las guerras imperialistas mundiales demuestran que la crisis de disgregación delcapitalismo es inevitable debido a que ha entrado en el periódo decisivo en que su expansiónno exalta más el incremento de las fuerzas productivas, sino que condiciona su acumulacióna una destrucción repetida y creciente. Estas guerras han acarreado crisis profundas y repetidasen la organización mundial de los trabajadores, habiendo las clases dominantes podidoimponerles la solidaridad nacional y militar con uno u otro de los bandos beligerantes. La únicaalternativa histórica que se debe oponer a esta situación es volver a encender la lucha de clasesal interior hasta llegar a la guerra civil en que las masas trabajadoras derroquen el poder de todoslos estados burgueses y de todas las coaliciones mundiales, con la reconstitución del partidocomunista internacional como fuerza autonoma frente a los poderes políticos y militaresorganizados.

10/-El estado proletario, en cuanto su aparato es un medio y un arma de lucha en un períodohistórico de transición, no extrae su fuerza organizativa de cánones constitucionales y deesquemas representativos. El máximo ejemplo histórico de su organización ha sido hasta hoyel de los Consejos de trabajadores que aparecieron en la Revolución Rusa de octubre de 1917, enel período de la organización armada de la clase obrera bajo la única guía del Partido Bolchevique,de la conquista totalitaria del poder, de la disolución de la Asamblea Constituyente, de la luchapara rechazar los ataques exteriores de los gobiernos burgueses y para aplastar en el interior larebelión de las clases derrocadas, de las clases medias y pequeñoburguesas, y de los partidosoportunistas, aliados infalibles de la contrarrevolución en sus fases decisivas.

11/-La defensa del régimen proletario contra los peligros de degeneración presentes en losposibles fracasos y repliegues de la obra de transformación económica y social, cuya realizaciónintegral no es concebible dentro de los límites de un solo país, no puede ser asegurada más quepor la dictadura proletaria con la lucha unitaria internacional del proletariado de cada paíscontra la propia burguesia y su aparato estatal y militar, lucha sin tregua en cualquier situaciónde paz o de guerra, y mediante el control político y programático del Partido comunista mundialsobre los aparatos de los estados en que la clase obrera ha conquistado el poder.

El programa del Partido Comunista Internacional

Visita el sitio del Partido

www.pcint.org

REPRODUCCIÓN LIBRE

No reivindicando ninguna «propie-dad intelectual» ni teniendo tampoco nin-gún «derecho de autor» que defender nimucho menos una «propiedad comer-cial» que hacer valer, los textos y artícu-los que originariamente aparecen en laprensa y el sitio del partido pueden serlibremente reproducidos, tanto en papelcomo en formato electrónico, con la con-dición de que no se altere el texto y seespecifique la fuente -el periódico, revis-ta, suplemento, opúsculo, libro o sitio web(http://www.pcint.org)- de la que se hatomado.

LEE

EL PROLETARIOÓrgano del Partido

Comunista Internacional

PARTIDO Y CLASE

Sumario

-Nota preliminar-Prefacio (Del prefacio de laedición en español de 1974)-Tesis sobre el papel del parti-do comunista en la revoluciónproletaria (Resolución del IIºCongreso de la InternacionalComunista, 1920)-Partido y clase (De RassegnaComunista, año I, nº 2 del 15 deabril de 1921)-Partido y acción de clase (DeRassegna Comunista, n°4, 31 demayo 1921)

¡SOSTENED Y DIFUNDIDLA PRENSA

DEL PARTIDO!