Órgano procesional (Francisco Ortega, 1719)

Mntaje provisional de la caja al llegar a Madrid.

Órgano procesional realizado por Francisco Ortega en 1719. Su rescate y

salvamento llevados a cabo in extremis (c. 1973 se enmarcaron en las actividades la Fundación General Mediterránea dirigidas, a través del Patronato Belarte al fomento, promoción, investigación y ayuda en el campo de las Bellas Artes y más concretamente, por lo que a mi colaboración respecta, en el terreno de distintas actividades relacionadas con la Música y la Organología.

Entre los numerosos y distintos tipos de pequeños órganos existentes a lo largo de la historia, quizás ninguno sea tan auténticamente hispánico como el llamado "procesional", así llamado por la función a la que estaba destinado: su participación en las tradicionales procesiones del Corpus Cristi de gran arraigo y solemnidad en gran parte de la Península Estas procesiones que tenían lugar el día de la festividad y el jueves de la octava partían del altar mayor para recorrer unas veces los grandes claustros de las iglesias y otras en las calles de las ciudades y pueblos en las que, a trechos, se levantaban altares o "estaciones" en las que, detenido el cortejo, se cantaba y bailaba con acompañamiento de instrumentos y de órganos, rivalizando las cofradías en poseer y exhibir los más bellos ejemplares. (1) Era llevado a mano por medio de unas “barras” (“varas”, “andas” , “palos”, “palancas”) que se pasaban por unas “argollas” ( "aldabones" “asones” ) y llevaba incorporados en el interior de la caja unos fuelles que eran levantados, directamente con las manos en los más pequeños o tirando de unas sogas en los más grandes desde el exterior. Su aparición parece situarse hacia principios del s. XVI y no se mencionan en los documentos con un nombre especial sino mediante distintos apelativos, perífrasis y circunlocuciones . La razón es que no tenían necesariamente una configuración tímbrica y armónica especial, salvo las consustanciales a su reducido tamaño. Sino que, sencillamente, tenían en común el poderse transportar con cierta facilidad, El carácter de “procesional” les vendría dado no ya tanto por sus características técnicas, sistema de transporte incluido, parecidas a las de sus congéneres, cuanto por el uso o función a que se destinaban. El de Francisco Ortega, en el momento de su hallazgo propiciado por un “anticuario” de Los Pajaritos, se hallaba en el Convento de San Antonio de Padua de Clarisas de Villalpando (Zamora), fuera de uso, a la venta y desprovisto de toda la tubería y fuelles. Milagrosamente, los tubos de estaño pudieron ser rescatados pocas horas después en una chatarrería a la que habían sido vendidos. Pactada la adquisición con urgencia, pues había otro comprador apostado al acecho (de hecho se hallaba ya junto a la puerta del zaguán del convento presto para su salida), en la noche del mismo día enfilaría la A 6 camino de Madrid, los tubos en el maletero, el secreto, el mueble despiezado y el copete sobre la baca de un Peugeot 404, con parada y un breve refrigerio en “La Pasarela” para celebrarlo. Enviada la caja a Barcelona, por iniciativa de la propia Fundación, para su reparación y la limpieza y consolidación de las pinturas, pocas semanas después, a su requerimiento, pude entregarle también, restaurados, unos 600 tubos y el secreto totalmente saneado con tetillas nuevas, repasados los muelles, baretas y sarmientillos, y nuevamente guarnecidas el arca de viento y las ventillas. ____________________________________________________________________ (1) Recomiendo, a este respecto, la lectura del excelente artículo “Los Sonidos de la Fiesta: Música y

Ceremonial en el Corpus Cristi” de Carlos Martínez Gil en “La Fiesta del Corpus Cristi”, Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha, Cuenca 2002.

Deterioro y desperfectos de la caja cuya restauración y consolidación fueron asumidas y costeadas por la propìa Fundación. (Paneles bajos lateral izquierdo y trasero. con rozos desprendidos, faltantes),

Tubos hallados en el chatarrero. Tobos del lleno-címbala en restauración

Las tetillas …

…ahora nuevas, una vez restaurada el arca de viento.

La autoría y datación del instrumento no plantean duda alguna, según atestigua, con ofrenda devota incluida, la leyenda de trazo artístico, que se halla en el habitual fondo de la caja de válvulas y reza:

“Para onrra Ygloria de Dios Y desu Madre Santtissima de los Cuchillos Meizo Franco. Orttega en Valladolí enel Año del Señor de Mil Setecientos Ydiecynuebe.

Otra inscripción, ésta de trazo manual, nos dará cuenta, en su concisión, de dos cosas importantes más, como son: la persona que, a título personal, encargó y debió costear el instrumento - un Canónigo Prior o Deán de la Catedral Vallisoletana - y, si aún falta hiciera, la función a que se destinaba, no otra que su participación en las procesiones del Corpus Cristi organizadas y presididas por dicho templo.

“Este órgano le dio para la processión del Corpus el Pr. Dn. Miguel Martínez de Aparicio Prior y Canónigo de esta Sta. Yglesia y sus armas son las syguientes y le dio para onra del Sacramento.”

El escudo a que se refiere, pintado, sin duda, como el de la leyenda de Ortega, sobre un papel pegado a la madera, ha desaparecido.

Composición Mano izquierda Mano derecha Címbala (3 hil.) (suprimida la 2ª hil. ) Címbala (3 hil.) Lleno (3 hil.) Lleno (3 hil.) Corneta (5 hil.) Decinovena Decinovena Quincena Quincena y Decisetena (suprimida la 17ª Tapadillo 4´ y utilizados los orificios de la 17ª y la 19ª lineales

para una 19ª al tresbolillo). Dulzaina 8’ Dulzaina 8’ Bajoncillo 4´ Clarín 8´ 45 notas. Octava corta. 2 fuelles (desaparecidos). Tambores (desaparecidos). Pájaros (desaparecido). En rojo, cambios acontecidos en fechas desconocidas. El tamaño del secreto, aunque excepcionalmente grande (puede incluso decirse que totalmente inédito en un realejo) imposibilita la colocación de una base flautada sólida con sus compuestas, lo que dificulta en extremo su utilización tanto en una función de coro o litúrgica como para la realización de un amplio repertorio clásico de carácter polifónico. La composición original pone, por el contrario, de manifiesto la clara intención por parte del Organero Real de realizar, triando entre los materiales sonoros propios y más genuinos de la factura ibérica de la época, un excepcional y singular instrumento de porte catedralicio y sonidos brillantes y timbres instrumentales, con que servir al aire libre, a unas músicas de fiesta y regocijo, con frecuencia al borde de lo profano si no totalmente inmersas en ello, de villancicos, letrillas, romances y motetes interpretados a solos, dúos y tercios o acompañado danzas individuales o en grupos, mimetizado pari passu con músicos y ministriles tañendo flautas, chirimías, bajones y cornetas. Y, por supuesto los tambores y los pajarillos, endémicos de todo órgano ibérico, que hallarán en esos repertorios su más genuina existencia.

En su composición, es de notar la existencia de una Decisetena derecha característica de las composiciones de Ortega que, siendo natural en el ordenamiento armónico, no suele, sin embargo, aparecer en las disposiciones de otros artífices (2) y, de hecho, iba a ser suprimida en fecha desconocida (Fig. 1) como también la segunda hilera de la Címbala izquierda (Fig. 2) a su vez en intervalo de tercera. (Ver cambios en “Composición ”) y (2).

Fig. 1 Fig. 2 A señalar, también, de paso, la fina preocupación de Ortega porque, dentro del hacinamiento del secreto, los tubos canten libremente sin “hacerse sombra” lo que consigue, especialmente, contraponiendo los tresbolillos de las calles contiguas y orientando alternativamente las bocas, ora hacia un lado, ora hacia otro. Los tambores en primer y segundo tono, así como los pájaros, son recurrentes en la producción de Ortega y no cabe pensar que no los pusiera, precisamente en un instrumento de esta naturaleza y características.

Fig, 3 Orificio rectangular en el centro para pasar el anda central. (3) A la misma altura a ambos costados, argollas o asones para pasar las dos andas laterales. Abajo, a la izquierda, orificios para pedales, muy posiblemente los de dos tambores en Re y La, y un pajarillo. ______________________________________________________________________ (2) Censada por nosotros bajo este nombre por vez primera en 1700, Descripción de Joseph Muñoz de Montserrat, Catedral de Sevilla con el precedente de José de Sesma que parece haberla utilizado para la composición de una registración de "Tolosana" en sus instrumentos de Santa María Magdalena de Zaragoza, 1664, San Gil de Zaragoza, 1666 y San Miguel de los Navarros, Zaragoza, 1676. (3) Siempre he pensado que el asiento del organista estaría puesto sobre este anda para no tener que retirarla en cada estación.

Fig. 4 En el panel alto lateral derecho del mueble, a dos tercios de la altura y uno a cada lado, dos pequeños orificios redondos, para pasar las sogas de entonamiento de dos fuelles de cuña adyacentes alojados en el suelo de la caja. (Figs. 4 y 5). Una técnica, inusual e impropia en los realejos por requerir un amplio espacio que, en este caso, harían posible el excepcional tamaño del mueble y, a no dudarlo, unos esforzados entonadores. Pegados al borde superior derecho, dos nuevos orificios realizados con posterioridad, muy posiblemente para levantar, por el mismo procedimiento pero con la técnica más lene - ¿pedida por las monjas? - de dos fuelles algo menores superpuestos oblicuamente o “en diagonal” (4) pegados al panel trasero de la caja, (Figs. 4 y 6) una vez que, convertido, contra su voluntad, en instrumento de coro, utilizarían muy pocos registros y ya no existiera el anda central que hubiera imposibilitado la operación.

Fig. 5 Fig. 6 Fuelles adyacentes en el suelo del “Clavicímbalo Fuelles oblicuos o en diagonal en el maravilloso” de Athganasius Kircher, Musurgia realejo del Real Convento de Santa Clara Universalis” (Roma, 1650) Detalle. de Carrión de los Condes. S. XVIII. _____________________________________________________________________________________4) La disposición oblicua tiene por finalidad reducir las variaciones de presión originadas por el desplazamiento del centro de gravedad del lastre al entonar los fuelles

Fis. 7 y 8 Añadido en fecha desconocida, el copete no es, claramente, original, no casando ni su estilo y policromía, ni tan siquiera sus dimensiones, con el resto del mueble. _______________________________ Obra excelente y singular de un gran maestro ilustrado, el órgano vallisoletano parece haber sido y puede seguir siendo un gran incomprendido y un total inadaptado. Inadaptado por su embarazoso tamaño que lo hacía incómodo de conservar para unas contadas horas de utilización una o dos veces al año y penoso de transportar por su gran peso, más el añadido de sus grandes fuelles lastrados con piedras; también incomprendido por una peculiar idiosincrasia musical que hacía imposible o muy problemática su utilización en otros menesteres litúrgicos. Especialmente difícil a este respecto es imaginar , en su segunda vida, a las monjitas de Villalpando acompañando sus cánticos y oficios con el registro (básico por demás) de unas castizas dulzainas de dos manos, complementadas ocasionalmente ora por un clarín o un bajoncillo, ora por una corneta de seis hileras, eso sí, con la opción suprema de un billante lleno y una tintinante cascabelada de otras tantas, coronando una esructura armónica y unos timbres que, a no dudarlo, habrían escandalizado a los Santos Padres del Canto Llano, Gregorio y Ambrosio, y merecido su más dura reprobación. Estos y aquellos motivos acabarían determinando primero su extrañamiento a San Antonio de Padua y su posterior expulsión del Convento, a un paso de caer, por un lado, en manos de los traficantes de madera policromada al servicio del horterismo imperante, convertida la caja en mueble -bar-nevera, y por otro, de los habituales proveedores de estaño-plomo a los fontaneros del boom inmobiliario de la zona para sus conducciones de aducción y educción sanitarias, todo bajo la mirada ausente de las autoridades incompetentes. Que Dios y su Madre Santísima de los Cuchillos lo libren de nuevos malentendidos, tergiversaciones y afrentas.

Adenda, Octubre, 2016

Investigaciones llevadas a cabo con posterioridad, con la inestimable ayuda del historiador D. Carlos Mier Leal, no han podido determinar que una persona de nombre Miguel Martínez Aparicio fuera, en algún momento, Canónigo de la Catedral de Valladolid, según corrobora el artículo “Canónigos de la Catedral de Valladolid” publicado por la revista “Memoria Ecclesiae” nº 29 2006 en la que se estudian los beneficiados de dicha Iglesia entre los siglos XVI a XX. Sí existió, en cambio, por aquellas mismas fechas, un canónigo del mismo nombre en la Catedral de León según consta en el estudio “Testamentos Eclesiásticos” publicado en la Web por Dn. Carlos García Crespo.

Puede, por tanto, colegirse que la donación del órgano por el Canónigo Miguel Martínez Aparicio no fue realizada en su día a la Catedral vallisoletana sino a la legionense, aunque este no fuera, necesariamente, su primer destino.