Ribla 48 - Los Pueblos Confrontan Los Imperios

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    Editorial

    Nstor Mguez

    Sin duda el tema del Imperio se hace hoy presente en todos los anlisis polticos, implcitos o explcitos.Sin embargo, el debate sobre el alcance y naturaleza del presente imperio est lejos de concitaracuerdos. Sin embargo, una cosa es clara: donde existe el imperio, los pueblos sufren, son explotados yfinalmente la vida se transforma en muerte.

    Los textos bblicos (as como la formacin de las tradiciones orales que ellos reflejan), en su granmayora, se plasmaron y alcanzaron su forma escrita bajo imperios, sea Egipto, Asiria, las distintasBabilonias (caldea, meda, persa), el poder helenstico y finalmente Roma. Y an aquellos que reflejanmomentos de mayor libertad nacional en Israel/Jud luchan contra la subsistencia de una mentalidadimperial que juega en el trasfondo.

    Por ello es posible recurrir a los textos bblicos para elucidar las experiencias de imperio y contraimperio,de la vida de los pueblos confrontando el dominio y la ideologa imperial, buscando superar las realidadesopresivas, discursivas y subjetivas que crean los imperios. De eso trata este nmero de RIBLA.

    El lector encontrar artculos de carcter programtico y otros ms acotados a los anlisis histricos yexegticos. Sin embargo todos reflejan distintos modos de esta lucha. El primer artculo procura entrar en

    la discusin sobre el carcter y modo de dominacin imperial, tomando el presente imperio del capitalismofinanciero posmoderno como punto de partida. Desde all se leen diversos textos del Antiguo y NuevoTestamento mostrando la resistencia y esperanza que la fe opone a la mentalidad imperial.

    A partir de all se sigue un recorrido que arranca desde el Gnesis, en el trabajo de Milton Schwantes.Defendiendo la antigedad predavdica del texto de la bendicin de Jacob a Jud, nos muestra, sinembargo, cmo aun en tiempos pre-estatales ya se van formando ansias de dominio y expansin ensectores del pueblo hebreo, cmo una mentalidad imperializadora va inscribindose en la concienciareligiosa de Israel/Jud.

    Luego tenemos tres artculos que toman como centros los libros histricos. Hilda Turpo Hancco desarrollael conflicto de lo nacional frente al imperio en Nehemas 5,1-5, mostrando que lo nacional tambin puedeser un espacio equvoco si lo nacional termina destruyendo a los ms dbiles del pueblo. La resistencia yel clamor de las mujeres y los despojados van a constituir el ncleo de una resistencia antiimperial frentea las lites aliadas y dependientes del poder extranjero. Refirindose al mismo periodo, Lilia Dias

    Marianno estudia otros textos mostrando el conflicto frente a lo extranjero. Lo extranjero puede ser elimperio que se impone, pero el prejuicio contra el extranjero tambin puede ser un arma de dominio ymostrar un proyecto imperial basado en la discriminacin. Su artculo muestra que el centro del problemano es lo extranjero sino el afn y modo de los proyectos de poder que usan del prejuicio y la imagen decierta pureza social o legal como modos de subordinar al otro/a.

    Nancy Cardoso Pereira muestra, en un trabajo sobre la historiografa bblica, cmo se da la luchadiscursiva frente a la dominacin imperial. Quin cuenta esta historia? y A quin le creemos el cuento?La lucha contra el imperio no slo ocurre en el tiempo histrico de la confrontacin directa, sino en unanueva historicidad discursiva. Los registros, y quien hace creble estos registros, prolongan la luchaimperial como justificativos de nuevos imperios, mentalidades y luchas.

    Esta fuerza discursiva de la confrontacin aparece en los dos trabajos sobre textos profticos: el de PabloAndiach trabaja especficamente sobre el profeta Joel. En un cuidadoso trabajo exegtico muestra lafuncin de la imagen del da de Yav como centro de una concepcin de resistencia. Ampliando la

    concepcin del lenguaje proftico a la narrativa y la potica, Sandro Gallazzi recorre algunos libros queprobablemente alcanzaron su forma final en el tiempo del helenismo, para mostrar cmo surge laoposicin vida-imperio. Es un trabajo de fuerte tono potico en s mismo, evidenciando cmo incluso losmodos de expresin muestran las concepciones de la vida y la belleza opuestas en la confrontacinimperio-pueblo.

    Entrando al Nuevo Testamento, Jorge Pixley muestra cmo el Evangelio de Juan, normalmentecaratulado de espiritualista, tambin abreva, en su concepcin y formacin teolgica, en la confrontacincon el imperio-mundo. El juicio a Jess, la actitud de Pilatos y el modo en que el kosmosimperial ofrecela paz son analizados en esta perspectiva. Violeta Rocha nos introduce, mediante un estudio deldiscurso del que puede ser el ms explcitamente antiimperialista texto del Apocalipsis, en lasambigedades de ciertas imgenes y metforas cuando son sometidas al anlisis de gnero. Finalmente

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    Ricardo Pietrantonio ofrece una resea y reflexin sobre la visin del Jess histrico y del imperio actual,con un recorrido sobre la obra de Richard Horsley, con ocasin de la aparicin de su obra Jess y elimperio, editado en espaol por la editorial Verbo Divino.

    Como podemos apreciar, muchos y muy variados aspectos son elaborados desde la interpretacin bblicalatinoamericana que pueden contribuir, as esperamos, a confrontar las polticas imperiales que hoyamenazan la vida del continente y del mundo.

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    El imperio y despus.Sostener la esperanza bblica en medio de la

    opresin

    Nstor O. Mguez

    ResumenEncontramos en el texto bblico una crtica de los imperios (y del imperio como una realidad polticahumana, principalmente en una visin desde abajo) as como la certeza de su condena. Esto nosasegura que habr un despus del Imperio. Queda la pregunta, qu tipo de relaciones sociales nostraer ese despus? y algo an ms profundo: qu tipo de ser humano nos dejar el Imperio? Porconsiguiente surge la necesidad de reconstruir la subjetividad humana libre de la hegemona imperial, dereconstruir relaciones humanas basadas en el amor, despus de tiempos de odio, prejuicio y violencia.se es el Evangelio del Reino de Dios. All coincide la fuerza apocalptica y la teologa paulina. Pero esatarea evangelizadora, no slo es para el despus , sino tambin un desafo urgente para el presente.

    AbstractWe find in the biblical text a critique of empires (and of empire as a human political reality, mostly in aview from below) as well as the certainty of its doom. This assures us that there will be an after theEmpire. Yet the question remains, what kind of social relations will that after bring? and something evenmore poignant: what kind of human being will the Empire leave us with? Therefore it is necessary toreconstruct the human subjectivity free of imperial hegemony, and to reconstruct the human relationshipsbased on love, after times of hate, prejudice and violence. That is the Gospel of the Reign of God. Therethe apocalyptic thrust coincides with Pauline theology. But that evangelizing task, is not only for theafter, but also an urgent challenge for the present.

    El sujeto y el imperio: dnde est el problema?

    El Imperio slo existe si hay sujetos: sujetos al imperio. La propuesta posmoderna que hay un sujeto

    diseminado, fragmentado, nmada o evanescente; o, ms dramticamente, la muerte del sujeto, es decir,finalmente, que no hay sujeto alguno en absoluto, podra dar la idea de que no hay ningn imperio.Aunque muchos de nosotros, a partir de sensaciones, experiencias, situaciones sociales, y la manera enque nuestra vida es dirigida por otros, nos comprendemos sujetos: sujetos a un imperio, pero sujetosdespus de todo.

    Comienzo con esta confusin intencional en el nivel y rango de significados de la palabra sujeto, porque,de una cierta manera, es polticamente (y teolgicamente) revelador. En una interpretacin teolgica,somos sujetos humanos desde que Dios nos ha creado criaturas libres (ms all de las diferentesmaneras posibles de enunciar, entender y explicar estos conceptos). Pero en otro sentido, quedamosplasmados como sujetos por la existencia del imperio, es decir, de un control y poder opresivo que noconoce otra ley sino su propia voluntad y la impone por sobre los otros. Continuando con este juego depalabras podemos expresar que nuestra subjetividad se manifiesta debido a (por, a travs de, desde que,dentro de) la existencia del poder Imperial que nos sujeta.

    Ahora, ms all de la confusin que produce este acertijo, lo que estoy diciendo es que los imperios creanun cierto tipo de subjetividad por el hecho de su poder. Los mecanismos por los que los diferentesimperios hacen esto varan segn sus medios de produccin, segn su construccin cultural y la formapoltica de su estructura de poder. Porque segn las formas de produccin y reproduccin de un sistema,tambin es la manera en que produce y reproduce los sujetos humanos. No estoy anticipando una teoradeterminista de los imperios, sino exactamente lo contrario. Pero no podemos ignorar ni podemos separarla construccin econmica y militar del imperio (su base material) y su proyeccin cultural y poltica, de surelacin de oposicin con la experiencia (espiritual, subjetiva) de la esperanza cristiana. Si vamos areflexionar sobre la esperanza, tenemos que superar la visin desesperada que los imperios quieren crearen sus sujetos (Roma aeterna, no hay ningn futuro fuera del presente,ste es el fin de la historia). Sila libertad es una condicin teolgica del sujeto humano, y por consiguiente de la esperanza, entonces laesclavitud imperial (incluyendo su dimensin econmica) no puede ignorarse como un factor fundamental

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    en la cautividad o destruccin de la subjetividad humana. Todava resuena la voz del profeta en medio deldestierro de la Babilonia imperial: Vuelvan a su fortaleza, prisioneros de esperanza (Zc 9,12), y la cartade Pablo a la iglesia en la capital imperial de Roma: en la esperanza nos salvamos. Ahora, esperar lo quese ve, no es la esperanza. A qu esperar lo que ahora vemos? (Rm 8,24).

    Aqu est el problema: ser sujetos de un imperio pone en riesgo la posibilidad de ser sujetos deesperanza, es decir, sujetos humanos. Pero, al mismo tiempo, siendo sujetos de un imperio plantea unentendimiento particular de la dimensin de esperanza, del significado de la fe. Intentar enfrentar este

    problema siguiendo un cierto camino. Primero, consideraremos brevemente el poder de dominacinideolgica imperial en la narrativa bblica. Luego consideraremos la colonizacin del sujeto por el presenteimperio. En tercer lugar, la crtica bblica de la mentalidad imperializada, como el centro de la escatologade Pablo, y su lucha para superar la cautividad imperial de la subjetividad, y finalmente, los desafosprcticos provocados por esta comprensin en la confrontacin con la ideologa imperial.

    La dominacin imperial y la construccin de laideologa hegemnica

    La opresin continua a travs de un largo periodo tiende a crear en las personas sometidas una ciertapercepcin de invulnerabilidad del poder dominante. As surge, en el sujeto dominado, lo que se hallamado la funcin de hegemona, a partir de la conviccin que tal dominio es, de alguna manera,legtimo, polticamente necesario, o conveniente, o por lo menos, inevitable. Por cierto, estas ideas soninducidas por las industrias ideolgicas del poder dominante, a travs de efectos culturales y simblicoscomplejos (ni siquiera siempre intencionales). La manera en que se conquista y se ejerce el poderimperial es en s misma parte de este mensaje.

    No es mi intencin repetir aqu el resultado de estudios que, desde Marx y Engels, y con autores como A.Gramsci, M. Foucault, P. Bourdieu o Edward Said, han ayudado a iluminar y ver cmo acta estahegemona y la variedad de sus formas y consecuencias. Pero encuentro posible mostrar, a travs dealgunos textos bblicos que dan testimonio de estos conflictos mucho antes de que se expusieran teoras,cmo las imposiciones imperiales trabajan creando una cierta mentalidad y cmo es posible superarlas atravs de una subjetividad alternativa.

    No entrar en la discusin filosfica sobre el sujeto, pero quiero iniciar este recorrido mirando algunasexperiencias de sujecin, de sometimiento. Para ello, la Biblia ofrece abundantes testimonios dediferentes situaciones de dominacin imperial y las reacciones diversas frente a ellas. La primerareferencia que ser paradigmtica, a travs de la narrativa bblica del Gnesis al Apocalipsis, es la historiade Babel. La construccin de una ciudad y la torre tiene significacin econmica y militar , y todo elproblema que gira en torno del idioma y del hacerse un nombre es de impotancia poltica y cultural . Loque all se muestra es la formacin de un proyecto imperial. Babel en Sinar representa, no el titanismo dela humanidad, como la mayora de los comentarios occidentales sugiere, sino una lectura retrospectivadel empuje imperial de ciertos poderes mundiales, a saber, Babilonia, leda como una narrativafundacional. Gnesis 10, el captulo precedente, ya ha afirmado la diversidad de proyectos humanos atravs de los descendientes de No (las familias diversas, las naciones, las tierras, los idiomas, e inclusolos modos econmicos). Pero en esa genealoga, dos herederos de Cam, Mizraim y Nimrod, sondestacados como los padres de naciones agresivas. Nimrod, el primero en la tierra en hacerse unguerrero poderoso y fuerte ante Dios; es el fundador de capitales imperiales, como Babel en Sinar yNnive en Asiria, prototipos de poderes imperiales en el mundo semtico antiguo. La narrativa de Babel noes, entonces, el proyecto de la humanidad entera, sino el del clan de Nimrod que rene diferenteselementos de dominacin imperial: el desarrollo de una nueva tecnologa (los ladrillos y el betn), la

    ciudad amurallada como centro econmico, la torre, seal de podero militar, y un nombre y una mismalengua, la imposicin ideolgica y cultural. Dios se opone a ese proyecto permitiendo la diversidad deidiomas y de gentes diferentes, cada uno en su propia tierra. La narrativa de Babel es el primer casodonde Dios aparece oponindose a un deseo imperial, aprobando y promoviendo as una pluralidad deidentidades. No hay all mencin de ningn castigo, sino una fuerza divina liberando a la humanidad deesta empresa imperial. Y, aun cuando, a travs de la narrativa bblica, una y otra vez los imperiosreaparecen, esclavizan, oprimen y matan, finalmente, en el Apocalipsis, esta Babel paradigmtica estotalmente destruida, constituyendo as una gran inclusin de la entera narrativa bblica.

    Esta lectura no es casual desde que Israel ha vivido, a lo largo de su historia bblica, bajo la amenaza deestos imperios. La unin ocasional con alguno de ellos para evitar a los otros fue denunciada por losprofetas y salmistas como infidelidad a Dios, y relacionada con la ruina de Israel. Una leccin que el Israel

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    moderno no ha aprendido. Esas experiencias de vivir bajo el sometimiento imperial tambin modelaron lareligin de Israel; o, mejor dicho, algunas de las trayectorias de la fe israelita. Estas trayectorias muestranlas varias maneras y reacciones frente al poder imperial, y en ello, las diversas subjetividades formadasbajo la dominacin imperial.

    Sin intentar hacer un catlogo completo de las maneras de ubicarse frente al sometimiento imperial y lidiarcon l, pueden enumerarse las reacciones ms usuales. Una posibilidad es la adaptacin total, unaalianza sin escrpulos, no slo a la presencia sino incluso a los estilos de vida del poder Imperial. Esta

    tendencia puede verse principalmente en las clases altas (pero no slo) e incluso en la religin oficial(vese, por ejemplo, 1Macabeos 1,15 [Ellos] borraron las marcas de la circuncisin, y abandonaron elconvenio santo. Se unieron con los Gentiles y se vendieron para hacer el mal). Una variante a esto esuna adaptacin calificada, en vista del tiempo poltico particular, aceptando las imposiciones (e incluso laayuda) del poder dominante como un tiempo de la transicin en la esperanza de una oportunidad mejor.Nehemas es un exponente clsico de esta actitud, pero podemos encontrar lo mismo en la carta deJeremas a los desterrados y algunos otros textos. A veces, no el caso de Nehemas, pero s en el casode Daniel, esto puede ser asociado con lo que podra llamarse resistencia pasiva , una combinacin deaquiescencia poltica con un rechazo interior a las imposiciones del poder, que puede llegar amanifestarse exteriormente en situaciones extremas.

    En el lado opuesto podemos ver la reaccin abierta y violenta. En algunos casos puede tener xito(quizs temporalmente) si hay una brecha en el poder imperial. El caso de la primera fase de la revueltade los Macabeos puede ejemplificar esta actitud (aunque despus, con Jonatn, se establecen relacionesbastante dudosas con los poderes dominantes). En los tiempos del Nuevo Testamento, ste es el caso de

    los zelotas; pero normalmente este tipo de movimientos, confrontado con las fuerzas superiores delejrcito de ocupacin, enfrentan la posibilidad del desastre total. Otros grupos con esta mentalidadbuscan una estrategia ms sofisticada y pueden sobrevivir marginalmente como un testimonio dedisentimiento y oposicin (esenios), pero la historia tiende a mostrar que, a la larga, los imperios caen porotras razones. Esto probablemente es el motivo para otras tendencias y actitudes: el encerramientosectario o la esperanza apocalptica. Estos dos a veces coinciden, pero no necesariamente. Ciertamentepodemos encontrar algunos pasajes tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo para ilustrar todasestas variantes (y otras ms). Pero en el espacio limitado de este artculo sealar slo algunas de estasreacciones, que podran ser ms significativas para nuestro tema.

    La presencia del imperio en la religin israelita

    La primera experiencia de Israel confrontando un imperio ya est en sus races, en la formacin delpueblo durante la cautividad egipcia y la experiencia de liberacin en el xodo. Cuando uno lee esospasajes, aun cuando fueron narrados y escritos siglos despus (lo que ocurri, probablemente, tambinen un tiempo de opresin imperial y cautividad), es posible ver el tipo de subjetividad creada por los largosaos de esclavitud. El propio Moiss desconfa de la posibilidad de liberacin, y retrocede ante la idea deenfrentar al Faran. Quin soy yo para ir al Faran. La imposicin del mensaje de poder est operando:No se puede simplemente y a manos vacas enfrentar al poder dominante con una demanda de libertad eidentidad. l es todo, yo soy nada. Despus, cuando el Dios de los antepasados trae a su memoria laposibilidad de confrontar ese poder, Moiss desafa el imperio. El resultado es el refuerzo del poderhegemnico: se le impone a Israel ms trabajo en el mismo tiempo. El mensaje fue claro: Ningunafantasa con ideas de un Dios alternativo, de una identidad distintiva, de otra manera de ser. Losancianos de Israel rpidamente aprendieron esa leccin: cuando Moiss le inst a los israelitas a insistiren su libertad ellos no escucharon a Moiss, debido a su espritu quebrantado y su cruel esclavitud (Ex6,9). La narrativa sigue, y Moiss y Aarn tienen que confrontarse, no slo con el Faran y el poderegipcio, sino con la desconfianza de su propia gente: mucha de esa desconfianza es la consecuencia delimpacto de siglos de sumisin al mando imperial. Como lo ha dicho el telogo negro norteamericano,James Cone: es ms fcil sacar al pueblo esclavo de Egipto, que sacar a Egipto fuera de los esclavos.

    Es ste, el de Moiss, el caso de una lite antiimperialista que tiene que esforzarse con los habitusimperializados de los sujetos esclavizados para llamarlos a la libertad, para construir un estilo de vidapropio. En otros casos encontraremos lo contrario, una lite nacional que apoya el dominio extranjero porsu conveniencia de clase, y hace uso de la ideologa dominante como una herramienta contra la demandalibertaria de las clases y sectores subalternizados.

    Las consecuencias opresivas de la ideologa hegemnica se prolongan ms all del tiempo de esclavitud.A travs de la narrativa del xodo encontramos una y otra vez la persistencia del acomodamientosubjetivo a la dominacin e idealizacin de Egipto, incluso el anhelo por la comida de Egipto y la

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    El texto evoca a continuacin la oposicin entre Dios y Egipto. La lectura entre lneas queda clara: Israelha aprendido los modos de comportamiento Egipto en vez de cumplir los mandamientos y sostener elpacto con el Dios liberador, anunciado por los profetas. Efran dio ms crdito a las maneras aprendidasen Egipto que a la voz proftica a travs de la que Dios habla y acta. Oseas recurre entonces a la crticams usual del paralelo entre la mentalidad imperial y la idolatra. Los dioses, sacrificios y ritualesmencionados son propios de la religin egipcia. Israel aprendi sus modos de actuar de los egipcios, perono aprendi la leccin de Dios, aunque Yav los aliment en el desierto. Pero, leyendo mal el actomisericordioso de Dios, se volvieron soberbios en vez de amar la justicia, y se olvidaron de Yav. La triple

    figura del len, el leopardo y el oso se usa para ilustruar el enojo de Dios hacia el pueblo. Dios los tratarde esta manera porque ellos han abandonado la memoria de Dios y desodo su consejo. Es curioso vercmo en el Libro de Daniel y en Apocalipsis, estas tres bestias, al contrario, no representan a Dios sino alimperio. Cmo podemos considerar esta inversin en los textos apocalpticos? Cuando los hombresactan, remedando las fuerzas del imperio, y comportndose de manera imperial, atraen la ira de Dios. Ensu rechazo de los oprimimos, ellos ignoran el testamento liberador de Dios, y reemplazan el Dios de laliberacin asumindose ellos mismos como los dioses. La inversin tiene lugar: El imperio se vuelve Dios,y Dios exhibe frente a ellos la cara de la bestialidad imperial. Dios se manifiesta contra la mentalidadimperial con la ira de los imperios. Esto mismo encontraremos, con otras caractersticas, en Ezequiel,Isaas y otros profetas. As, cuando los textos apocalpticos reintegran al Dios liberador en su debidolugar, el imperio muestra una vez ms su forma bestial. Leyendo el texto proftico en una situacin deopresin total, el apocalptico ve la naturaleza bestial del poder del imperio, no ahora en las manos delDios de justicia, sino en el actuar del inicuo.

    Finalmente, una crtica ms profunda se ofrece en Os 13,9-12. All el profeta evoca los incidentesdescritos en 1Sm 8. Israel, contra el consejo de Samuel, decidi instalar una monarqua, al modo de lasotras naciones, adoptando un modelo poltico aprendido de otros poderes vecinos. Haciendo estorechazan al Dios liberador. En la evaluacin de Oseas esta copia de los poderes extranjeros provoc eldesastre interior y fue la causa mayor de la opresin. Debido a esto, la posibilidad de existencia deIsrael/Efran como una nacin independiente est en peligro. Israel fue creado para ser algo distinto. Perosi es lo mismo que las otras naciones, Israel fall como alternativa y no es una bendicin para otrasnaciones, sino una parodia ridcula de ellas; y su futuro es la muerte. Sin embargo, el profeta concluye conuna palabra de esperanza que claramente opone una vez ms justicia e imperio. l invita al pueblo:Llevad con vosotros palabras de splica, volved a Yav y decidle: Quita toda iniquidad, acepta lo bueno,te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. No nos librar el asirio; ya no montaremos a caballo, ninunca ms diremos a la obra de nuestras manos: Dios nuestro, porque en ti el hurfano alcanzarmisericordia. Yo los sanar de su rebelin, los amar de pura gracia, porque mi ira se apart de ellos(Os 14,2-4).

    He marcado esto para mostrar cmo la mentalidad imperializada no depende slo del sometimiento fsico,sino que crea formas de sometimiento que destruyen la existencia de una nacin desde adentro. La

    asimilacin al poder imperial crea el sometimiento que destruye la subjetividad; es decir, convoca al poderde muerte, y destruye la esperanza. Encuentro una real paradoja en el hecho de que aqullos queaparentemente se oponen a la poltica imperial, cuando tratan los problemas en torno de la cultura,cuestionan la posibilidad de un sujeto histrico. Si ellos no encuentran un sujeto es porque probablementeel sometimiento imperial ha aniquilado el sujeto libre. Es verdad que hay un cierto tipo de sujeto imperialque slo existe a travs del sujetar y someter a otros. Pero, entonces, la pregunta es cmo superar elsometimiento imperial, y no cmo anular la subjetividad y el protagonismo de los sujetos. Desde susometimiento, los sujetos de esperanza todava exigen y demandan la posibilidad de ser histricos.

    El imperio como colonizador de deseo

    Los imperios de la antigedad impusieron su dominio y su exaccin a travs de la conquista militar y de laesclavitud fsica (los sistemas tributario y esclavista). El imperialismo moderno us fundamentalmente losmecanismos econmicos para dominar (mercantilismo y capitalismo industrial). Pero el imperio

    posmoderno trabaja su poder de opresin a travs de la colonizacin de deseo. Si bien las tresdimensiones estn en los tres tipos de imperios y dominios histricos, en cada poca fue (es) uno de ellosel que predomina. El imperio de hoy funciona, como nunca antes, a travs de la colonizacin de lasubjetividad. Algunos anlisis nos muestran que va ms all de lo que se ha llamado generalmente laideologa. Es una construccin compleja de una subjetividad colonizada, y no solamente en suscomponentes conscientes. Pero para afirmar este punto me gustara sealar algunas marcas del imperiopresente.

    Ciertamente, algunas fuerzas polticas norteamericanas y de la NATO celebran el desafo de ser unimperio. Asumen como una victoria el hecho de que en el nuevo orden mundial hay una solasuperpotencia, y, debido a eso est llamada a ser el guardin del orden, el patrn del mundo civilizado.

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    Debido a esto necesitan ocasionalmente, aqu y all (lo que es decir, casi todo el tiempo y en cualquierparte), infringir la ley que ellos imponen sobre otros. Robert Cooper, consejero de Poltica Exterior delPrimer ministro britnico, Blair, lo ha puesto en negro sobre blanco al indicar que hay necesidad de unimperio suave (light), pues se requiere dar fuerza a la civilizacin posmoderna de la que, obviamente,Inglaterra y EE.UU. son los buenos ejemplos, frente a aquellas naciones y sectores que todava seresisten a sus beneficios. El centro econmico de la civilizacin posmoderna es, tambin obviamente, elmercado libre total. El capitalismo financiero tardo es la expresin suma del logro econmico humano(como puede verse fcilmente cuando uno mira el crecimiento de las acciones, bonos, inversiones y otros

    activos financieros que claramente superan la produccin material en el mundo). Junto con ello, se da uncrecimiento an ms asombroso de la acumulacin desigual, de la pobreza y exclusin, de lacontaminacin ambiental, poniendo en peligro el mundo natural. Se necesita un poder imperial benvolopara asegurar la continuidad y extensin de ese mercado total y del efecto devastador de la pobreza, ascomo la expoliacin sin escrpulos de recursos y ecologa. Cualquiera que ha visto las imgenes de laguerra en Irak, o el estado de la poblacin civil en Africa, al sur del Sahara, o el aumento de miseria ycrimen en Amrica del Sur, puede entender fcilmente cun benvolo es este imperio. Y la desertizacindel Amazonas, el efecto invernadero, el derroche de energa, para decir lo menos, muestra cuanbeneficiosa es la extensin de la civilizacin de este capitalismo global.

    Pero ms all de esta irona, necesitamos prestar atencin a lo que esto significa en lo que se refiere a laconstruccin (y/o destruccin) de la humanidad. El debate desatado por el importante trabajo de M. Hardty A. Negri, imperio, en torno de la naturaleza y alcance del imperio presente, y la consecuente discusinsobre si estamos en un imperio o bajo un poder imperialista, ha ayudado a apuntar ciertos hechosimportantes. Hardt y Negri retratan el imperio, entre otras imgenes, como una red, con muchos nudos yningn centro. Sin embargo uno debe reconocer que, a pesar de la fluidez de capital y cultura, esa redtiene un aro de acero que la mantiene en su lugar: el sistema financiero internacional, con susinstituciones privadas y pblicas. El capitalismo financiero tardo es una red, pero una red de pesca quecaptura y destruye los recursos del mundo. El poder no se distribuye uniformemente a travs de esta red,y bienes y dinero circulan a travs de ella en un slo sentido. Adems, el uso de la violencia militar, intil(salvo para las ambiciones polticas de algunos y el orgullo demencial de los mismos), ha mostrado lapersistencia de las formas imperiales antiguas como el ltimo apoyo del nuevo imperio.

    Pero antes de pasar a la dimensin subjetiva del imperio posmoderno, quiero reflexionar un poco mseste asunto del poder de lo militar, del uso de la violencia, porque probablemente es el problema mssobresaliente hoy en la comprensin de la mentalidad imperial. Como nunca antes, el uso de poder militar(junto con las inexplicablemente llamadas agencias de inteligencia) ha demostrado su inutilidad pararesolver las cuestiones de relaciones humanas. Las intervenciones militares no han alcanzado ningunameta creble, sino, al contrario, las han puesto ms lejos. Mientras billones de dlares han ido alequipamiento militar, sus movimientos y acciones, con una cantidad equivalente de prdidas en bienes yservicios, en infraestructura hospitalaria, educativa y residencial, por no mencionar la prdida inestimable

    de vidas humanas, cualquier resultado sustancial en lo que se refiere al combate de terrorismo pareceincluso ms lejano. Porque, ms all de las definiciones tcnicas, este terror creado por este estadoimperial es el peor terrorismo. Aqullos que hemos tenido el infortunio de vivir bajo lo que se llamregmenes de seguridad nacional (que realmente eran de terrorismo estatal) durante la segunda parte delos aos setenta y primeros de los ochenta en Amrica Latina, podemos decir algo sobre ello. Y, paranuestro dolor, lo vemos venir de nuevo, incluso hacia el interior de la nacin ms poderosa en el mundo.El combate contra el terrorismo, de la manera en que se ha planteado, es, en s mismo, un acto deterrorismo; se olvida la ley internacional, los derechos humanos los prisioneros de Guantnamo -, seasesina a la poblacin civil en una proporcin ms alta que cualquiera de los actos del terrorismo que dicecombatir. Con el peor cinismo, se llaman daos colaterales a lo que simplemente son crueles y cruentosgenocidios, crmenes de guerra.

    Sin embargo, con todo eso, la capacidad de dao de los grupos terroristas no ha disminuido. Al contrario,cuanto ms medidas de este tipo son tomadas, por lo que se refiere a la seguridad, ms insegura est lapoblacin civil a lo largo y ancho del mundo. Debido a su arrogancia y violencia desproporcionada, de la

    apuesta en la desconfianza, y la avidez desmedida por controlar todo y a todos, el imperio puede generarslo ms precariedad, ms inseguridad. La estabilidad, el equilibrio emocional, la firmeza reflexivanecesaria para una buena seguridad no vienen de la desconfianza y el control, sino de la responsabilidad,del cuidado afectuoso por los otros, y de la disposicin para entender. Y esto nos devuelve a nuestrotema: la mentalidad imperial nunca puede comprender esto, pues slo puede pensar en trminos deimposicin, de coercin violenta, de rdenes y mando, de egosmo y exceso. El costo asimtrico delarmamento militar en uno y otro lado de estos bandos terroristas es apenas un botn de muestra de cmooperan las mentalidades imperiales.

    Y en ese sentido la mentalidad imperial (que he usado casi como sinnimo de subjetividad imperial,aunque a cierto nivel debe hacerse una distincin) es ms que la ideologa imperial. La ideologa actacomo una explicacin terica y poltica (algunos diran como la justificacin) de la realidad, proveyendo as

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    la razn para la accin. Tradicionalmente, y de modo especial en el marxismo ortodoxo, la ideologa fueusada para hacer referencia a la conciencia falsa y al discurso que encubre la injusticia y explotacin. Elpoder permite adoctrinar esta conciencia falsa en las masas, produciendo la alienacin de las clasesbajas. As la ideologa de la clase dominante se vuelve la ideologa dominante en la sociedad. Pero estacomprensin clsica es poco satisfactoria para explicar hoy la situacin compleja de construccin culturaly el edificio de subjetividades. La ideologa dominante es hoy la ideologa de las clases, secciones ygrupos mayoritarios de la sociedad, ms all de su posicin social y econmica. Quienquiera que prometeproporcionarles el tipo de bienes y posibilidades que anuncia el imperio, adquiere una posicin dominante.

    Las personas dominadas aspiran a ser y tener segn lo que el imperio muestra como logro humano. Loque est equivocado no es la ideologa que proporciona una explicacin falsa de la sociedad, sino lasociedad misma, cualquiera sea la explicacin que se d. El hecho de que un sistema tan injusto yprecario, finalmente suicida, est ordenando la sociedad humana global es la muestra cabal de laconciencia realmente falsa de la humanidad, de la ausencia de verdad. En las palabras de Pablo, serevela la ira de Dios del cielo contra toda la impiedad e injusticia de aqullos que ocultan la verdad en lainjusticia (Rm 1,18).

    Todo se ha disuelto delante del nico universal que permanece: el capital. Cuando los filsofos de laposmodernidad nos aleccionan sobre la evanescencia o desaparicin del sujeto humano, ellos estnconsagrando el triunfo de capitalismo: los humanos no existimos ms, el capital nos ha reemplazadototalmente. Es el nico sujeto restante. La vieja pesadilla de robots reemplazando a los humanos ya haocurrido, slo que no es la consecuencia de la tecnologa. La Matrixreal de hoy es el capital financiero.

    Absorbe y se mantiene de la energa humana. El mercado total no sabe de seres humanos, necesidadeshumanas o deseos humanos. Crea los deseos, ignora las necesidades de aqullos que no tienen eldinero, reemplaza a los seres humanos con el fetiche del dinero. El mercado total es la destruccin totalde la subjetividad humana. Como dice Terry Eagleton sobre algunos posmodernistas, aunquepolticamente en la oposicin, ellos son econmicamente cmplices . O en las palabras de Alain Badiou,todas las representaciones sacralizantes que han predicado de las relaciones esenciales e intrnsecasentre los humanos y la naturaleza, de los seres humanos entre ellos, entre los grupos y la ciudad, entre lomortal y la vida eterna, se han disuelto por el capital . Una vez ms Pablo: la creacin fue sujetada avanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujet en esperanza (Rm 8,20).

    Por consiguiente, estamos tratando de algo ms profundo que la ideologa imperial. Estamos enfrentandouna subjetividad imperial que acaba en la aniquilacin suicida del ser humano, de la libertad humana, del

    juicio humano y, en una perspectiva ecolgica espantosa, de la vida humana y natural en la Tierra en suconjunto. La decisin humana ha sido reemplazada por la arbitrariedad del mercado, la esclavitud de lavanidad. El filsofo argentino Jos Pablo Feinmann lo pone en estas palabras: Este punto es esencial: elPoder, al someter mi subjetividad, elimina mis proyectos, mi futuro ms propio, lo que hubiera queridohacer con mi vida. Mis posibilidades al caer bajo el dominio del se son las del Otro, las del Poder, lasque me vienen de afuera. Ya no soy yo quien decide, soy decidido. Feinmann relaciona esta absorcin

    de la subjetividad personal en la subjetividad del sistema a las industrias de comunicacin.

    Este ser decidido por el grande Otro, el imperio, impone a la mentalidad humana la dinmica delmercado. El socilogo Zygmunt Bauman, en su libro La modernidad lquida, ha caracterizado esta actitudcomo ir de compras. Todas las relaciones humanas tambin son incluidas en esta actitud: las vidashumanas, los afectos, las esperanzas, aflicciones y proyectos son mercantilizados; y, como en el mercadoconsumista, se vuelven efmeros, descartables. La llamada desterritorializacin producida por elcapitalismo tardo, elucidado por G. Deleuze, es fundamentalmente la desterritorializacin de la vidahumana. En una paradoja poco sorprendente, el ser material de lo humano se pone en el centro, slopara desaparecer. El poder poltico, el culto del cuerpo y la sexualidad se han vuelto los objetosprincipales del deseo, slo para transformarlos en artculos de mercado. El capitalismo global domina laescena, y no hay ningn lugar para los sueos humanos, para el arte y el amor. Somos lo que el capitalnos dice que seamos: un nmero en el inventario de lo transable, si tenemos la suerte de ser contados.Pero muchos ms estn entre los excluidos, aqullos que no cuentan y no pueden contarse. Pero Pablonos recuerda: lo vil del mundo y lo menospreciado escogi Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es

    (1Co 1,28).

    Lo que ahora est cautivo en esta amenaza de aniquilamiento y muerte es la misma conciencia humana.La estructura formal de la subjetividad humana recibe su contenido de las imposiciones del imperio. Elimperio no es, como en la antigedad, una imposicin de afuera, sino un constreimiento que ha sidoinstalado dentro, como en las pelculas de terror, un aliengena que vive en m para destruirme. Elindividualismo, la confusin de lo privado y lo pblico, el consumismo, son los rasgos ms visibles de estacautividad. En un nivel ms profundo, las necesidades del imperio son subjetivizadas a travs de losmecanismos culturales, y presentadas como mis propias necesidades. Anhelamos ser el imperio; el poderimperial se presenta como quien puede asegurar la vida, proporcionando la seguridad, cumpliendo losdeseos. Sin embargo, como hemos visto, causa terror, provoca la inseguridad, vuelve todo incierto. Elterrorista ha comprado la misma lgica: en ese sentido, el terrorista ha sido formado por la subjetividad

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    imperial. El imperio, as como el terrorista, puede ofrecer slo muerte, nunca la esperanza. No hay dosdemonios opuestos; ellos son dos mscaras del mismo demonio. Ambos se proclaman para ofrecerdignidad cuando, en ltimo anlisis, ellos son la raz de la destruccin humana. El Eros se vuelveThanatos. O de nuevo Pablo: Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendr sobre ellos destruccinrepentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparn (1Ts 5,3).

    La esperanza escatolgica como libertad subjetiva

    Hay escape de esta lgica de muerte? Hablando realstamente... Lo lamento, no! Ni la ms ligeraoportunidad! As que el desafo es ponerse poco realista. Es decir, desenredarse de esta visin pervertidade la realidad para ver si otra realidad es posible, si hay vida despus del imperio. Eso es posible cuandola verdad no es el desarrollo de una lgica discursiva, sino un evento que altera el silogismo de la realidad. La verdad no es una explicacin, sino el acto fundacional que puede crear una nueva realidad. Esto esporque, desde un punto de vista cristiano (es decir, para mipunto de vista cristiano), la resurreccin deCristo es el gran evento de la humanidad. La resurreccin, como un evento, como una experiencia, comoun smbolo, como un mito, y como todos estos juntos, tiene una dimensin fundacional que llamamos loescatolgico. Apunta ms all de la realidad presente, y anuncia que esta realidad realmente no es tal,sino un fantasma de s misma, una mscara diablica de muerte que ser reemplazada por la realidad deverdad, que se est gestando disimuladamente bajo este espectro que la injusticia limit en vanidad y queespera explotar en la libertad gloriosa de los hijos e hijas de Dios (Rm 8,21).

    Esta confianza (pistis) es lo que encontramos en los autores bblicos, y destacadmente en las escrituras

    de Juan de Patmos y Pablo. A modo de muestra presento unos pasajes de Pablo, ya que usamos algunascitas de sus cartas para ilustrar cmo, en su idioma, l presenta algunos de los mismos temas que hemosanalizado. Usar dos textos que ponen en agudo contraste el deseo imperial, la subjetividad imperial, yla confianza en la Resurreccin como la posibilidad de otra realidad.

    Mi primera lectura est en Filipenses 3,17-21. Una interpretacin desimperializada de este texto recorreun camino muy diferente del que nos propone la exgesis histrico-crtica usual. No queremos quedarnosdiscutiendo acerca de la autosuficiencia de Pablo en la frase inicial. Pablo afirma que una manera decomportarse, como la que l muestra, expresa una subjetividad diferenciada. Y l no puede apuntar aningn otro ejemplo, conocido a sus lectores, de este tipo de conducta, salvo aqullos que se le han unidoen esta actitud. l seala la oposicin con aqullos que, en cambio, son enemigos de la cruz de Cristo.Pero desde que la cruz de Cristo es el smbolo de oposicin al poder imperial, ser enemigo de la cruzequivale a ser amigo del imperio, de los poderes y conducta imperiales, de aqullos que crucificaron aCristo. Para Pablo es una cuestin de lgrimas saber que algunos, que al parecer se han unido a lacomunidad, ahora actan como aliados a la realidad imperial. En ese sentido, su fin, como hemos visto,es la destruccin. Pero el fin (telos) aqu puede significar que ellos se encabezan hacia la muertedefinitiva, pero tambin que su objetivo, la meta de su accin, conscientemente o no, es la destruccin.Sus actitudes provocan no slo la destruccin personal, sino que destruyen tambin la comunidadcreyente. Ellos reintroducen en la nueva iglesia (asamblea) las prcticas del antiguo imperio.

    Pablo pinta con realismo casi actual cmo opera la ideologa imperial: su dios es su vientre, su orgullo essu vergenza, ellos se preocupan de las cosas terrenales. Es, como lo ha anotado V. Wimbush, la ticade un asceta mundano. Pero este ascetismo tiene una razn distinta de la perfeccin moral: es laoposicin al imperio, es desagregarse a s mismo del habitus de las expectativas imperiales. Si losbanquetes, lujuria sexual, y la codicia por las posesiones eran caractersticos de la lite romana (comotambin aparecen en la caracterizacin que hace Pablo en Ro 1,22-33), y se exhiban como el modelo dela buena vida a travs de los collegia, y de otros medios de comunicacin masiva de aquel tiempo.Entonces, quienes conducen sus vidas de acuerdo a estas expectativas se han vuelto enemigos de lacruz de Cristo, la cabeza de playa de la invasin del imperio a la comunidad que espera volverse laalternativa al modo imperial.

    En lo que se ha entendido, mal en mi opinin, como una separacin espiritualista de la realidad, Pabloreclama que ellos no pertenecen al reino imperial. Esto es porque, contra la narrativa lucana, es dudosoque Pablo tuviera una ciudadana romana, y si as fuera, difcilmente se apoyara en ella. Nuestraciudadana, seala l, (o tambin puede traducirse, nuestro barrio) es otra realidad; una realidadcaracterizada no por la apariencia de este mundo que ha de pasar (el parecido con 1Co 7 ha sidomencionado en varios comentarios), sino del verdadero mundo que ser revelado en la manifestacingloriosa de Jess. Este cuerpo que es ahora el cuerpo de nuestra humillacin se volver entonces elcuerpo de su gloria. As que no es una negacin del cuerpo, sino, a diferencia del cuerpo como esconcebido en la subjetividad imperial, es un cuerpo que expresa el poder de la prxima realidad, deldespus del imperio.

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    El otro texto es bastante similar: 1Co 15,28 35. No entraremos en los complejos detalles antropolgicosde este texto. Slo quiero mencionar el hecho que estn en juego dos modos diferentes de ser sujeto.Estar sujeto a la realidad del Cristo Resucitado, o el quedar sujeto a la realidad del imperio que no tieneningn futuro. Si no hay ninguna resurreccin, entonces simplemente podemos seguir con el lemaimperial: Comamos y bebamos que al alba moriremos. Es una lgica de muerte. Tal lgica de muerte dapie a la metfora del circo: Si no hay ninguna resurreccin, si la nica posible realidad es esto queestamos viviendo ahora, por qu tengo que resistirme, con riesgo de mi propia vida, al poder imperial?(1Co 15,32). Probablemente Pablo no slo est construyendo una metfora sino haciendo referencia a

    una experiencia vivida en feso. El circo era parte de la subjetividad imperial. Es la muerte comoespectculo, y las vidas y muertes de los participantes en la arena del circo estn en las manos delEmperador o sus delegados. Es el circo-mundo, donde las bestias dominan (Ap 13). Para confrontaresta demanda imperial, Pablo pone su vida en riesgo a toda hora. Pero el verdadero riesgo de perder suvida es entrar en esta subjetividad mundana de muerte.

    Pero all viene la pregunta: La Resurreccin es una realidad, una realidad tan fuerte que puede serincluida en la vida? El largo discurso de elucidacin que Pablo intenta hacer muestra su conviccin que esas. El cuerpo, el mo y el del otro, o el cuerpo como un otro, no es el objeto del deseo, sino unaposibilidad de transformacin. Pablo postula un cuerpo que no es dominado por el tipo de deseo queimpone una cultura de dominacin. El deseo del otro, sea en un sentido mimtico o posesivo, es opuestoal desear con el otro como la realidad creada por el amor. sa es la razn de existencia de unacomunidad que corporiza (1Co 12) al Cristo Resucitado. El Reino de Dios es la posibilidad de otro modode relaciones humanas, de una subjetividad alternativa que crea los sujetos humanos libres, y porconsiguiente, que cambia la realidad que no es, aunque parece ser (la ideologa) en la realidad de laverdad que ha sido ocultada en esta injusticia. La fe escatolgica es la posibilidad de vivir de antemanouna subjetividad desimperializada que est basada en la justicia, la verdad y el amor.

    Evangelizando para el despus

    Pero, qu decir sobre la esperanza? Es posible que podamos resistir al imperio? Una vez ms piensoque no. Desde dnde vamos a resistir? El imperio ya est alrededor nuestro, en nosotros. Nacemos enl y nuestra subjetividad, desde la cuna, se ha formado en sus normas, bajo su bandera. Fuimosenseados en la obediencia a sus smbolos. Y probablemente lo estamos haciendo ms all de nuestracomprensin. El imperio, con su sistema del mercado capitalista, su poder militar, su globalizacincultural, es hoy el poder dominante que forma la realidad presente. Como el imperio romano que eratolerante para la diversidad religiosa (salvo el caso de cierto cristianismo que vivi una ciudadana queno se conform a la demanda imperial del derecho absoluto para conformar la realidad), este nuevoimperio acepta (y explota) la diversidad cultural, con tal de que no interfiera con su negocio. Usted puedetener la cultura que quiera, con su propio arte culinario, con tal de que lo enlate y se convierta en comida

    rpida para el patio de comidas del centro comercial. Su dios es su vientre... El imperio invent laInternet, y la mayor cantidad de visitas la registran los sitios de oferta de pornografa: su gloria est en suvergenza. La muerte es un espectculo que produce millones de dlares, incluso la muerte de Jessexhibida como espectculo de cine. Desde dnde vamos a resistirnos? Desde la debilidad culturalanterior, que ya se mostr incapaz de resistir y ha sido cooptada por el imperio? De identidadesnacionales que son, en muchos casos, el sobrante de imperios anteriores? O la irracionalidad delterrorismo que, como hemos dicho, es la otra cara del mismo demonio? Vamos a cuestionar el imperiodesde el fundamentalismo religioso que en ltimo anlisis se vuelve un aliado del mercado? Bastaobservar a esos autoproclamados dueos de la verdad cristiana que apoyan las guerras imperiales,mientras proclaman los beneficios del mercado libre, anunciando una teologa de prosperidad totalmenteemblocada con el capitalismo financiero posmoderno.

    No hay ninguna otra globalizacin que la que hoy es. En un anlisis terico podemos distinguir susdimensiones culturales, militares, tecnolgicas, polticas o econmicas; pero, en la realidad y como unhecho histrico, la nica globalizacin que tenemos es sta. Claro, podra haber sido de otra manera,

    pero no fue. Hay resistencias, por cierto; pero como una ciudad bajo sitio, la dinmica e iniciativas de losinvasores imperiales juega de su lado. No hay ningn paso atrs en la historia. Nuestra esperanza no esten el pasado, sino en el futuro. Si podemos llegar a tener una globalizacin no imperial, no capitalista,tiene que ser una construccin en el futuro de una humanidad universalista que respete lasparticularidades, no en la continuacin de nuestro presente, ni en un anclaje en formas del pasado.

    La fe bblica afirma el fin de todos los imperios, la cada del imperio como el acto redentor de Dios en lahistoria. Pablo, el militante de la escatologa contraimperial, anuncia que la realidad imperial estpasando. Y aun cuando en algunos puntos, y durante algn tiempo, tenemos que aceptar lasimposiciones speras de los imperios, habr un despus del imperio , un despus de cada imperio tambin de ste porque el imperio es slo la apariencia de este mundo, nunca su verdad.

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    El anuncio del fin de la forma presente de realidad y la irrupcin de lo nuevo es el mensaje de laResurreccin. Por sobre y contra la palabra final del imperio, la cruz, viene la verdad de Dios: laResurreccin. Es un ms all, un ms all del poder del imperio, un ms all de la ideologa del imperio,un ms all de la subjetividad imperializada. Confrontamos el imperio que oculta la verdad en la injusticia,no resistiendo desde un punto fuerte anterior, sino viendo ms all, para anunciar el despus. Y no slola creacin, sino que tambin nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espritu, nosotros tambingemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopcin, la redencin de nuestro cuerpo, porque enesperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; ya que lo que alguno ve, para

    qu esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos (Rm 8,23-25).

    Por consiguiente, no tenemos que recuperar una subjetividad anterior no imperial. Como en el juego depalabras del comienzo, podemos volvernos sujetos slo cuando comprendemos que estamos sujetos ydecidimos responder a la llamada para construir una subjetividad desimperializada, la llamada a la libertady al amor, afirmando la fe escatolgica como un ms all del imperio. Cuando caiga el imperio, qu tipode ser humano quedar, si es que el imperio no produce el suicidio toda la humanidad en su sentencia?Eso depende de la posibilidad de empezar a construir una subjetividad descolonizada, de superar, desdela llamada del futuro, la manera en que se coloniza el deseo en la globalizacin presente. Es un deseopara el futuro, para un futuro con otros, para un futuro que no vemos todava con los ojos de nuestracarne, pero que miramos fijamente por la anticipacin del Espritu. Esa creacin de una nuevasubjetividad es el Evangelio de esperanza que busca la justicia.

    No dejemos el evangelio a los agentes del imperio. Hay una necesidad de evangelizar (incluso en elsentido tico de la palabra) para crear las condiciones para el despus, para un ser humano que puede

    crear un nuevo tipo de relaciones humanas. La necesidad de anticipar ese tipo de deseo humano comoun deseo para la libertad en amor (Gl 5,13) es una condicin para el despus. Habr un despus delimperio si ya estamos creando esa posibilidad, comprometindonos en nuevas formas de relacioneshumanas, en una manera diferente de vivir el deseo. La esperanza no es simplemente la aoranza de unmaana diferente, sino la conviccin de que el despus ya est presente, y vale la pena empezar a viviren l desde ahora.

    Nstor O. MguezCamacu 2521406 Buenos AiresCapital Federal

    [email protected]

    Schwantes, Milton, La ciudad y la torre - Un estudio de Gnesis 11,1 a 9, en Cristianismo y Sociedad, 19

    ns. 69-70 (1981) 95-101.

    Para un desarrollo ms extenso de este aspecto, vese mi artculo: Un acercamiento a Gnesis 10-11desde el pueblo Qom de Argentina, en Vida y Pensamiento, 22/ 2 (2002) 9-28.

    Vase: J. Severino Croatto, Las culturas del antiguo prximo oriente, Buenos Aires, Isedet- Educab, 1994,p.196.

    Ams, contemporneo de Oseas, adjudica a los israelitas esta conducta que Oseas atribuye a Canan(Am 8,5-6). Una lectura intertextual permite ver cmo Israel adopta las prcticas injustas de su entorno, yhace de ello la fuente de la riqueza de sus crculos privilegiados.

    Respecto a las cuestiones de gnero, si bien no elaboro aqu especficamente sobre ellas, es claro que lasubjetividad colonizada lo es tambin con respecto a cuestiones vinculadas a los temas de gnero ysexualidad. Las cosas que digo sobre el imperio pueden decirse, con sus debidas pormenizaciones ydiferencias, sobre el patriarcalismo. En muchos casos en mi discurso, la palabra imperio puedereemplazarse por patriarcado. De hecho, el patriarcado, el seoro, est en las races de Imperio, y elImperio es la expresin suma del poder patriarcal y seorial.

    Eagleton, Ferry, Las ilusiones del posmodernismo,Buenos Aires/Barcelona/Mxico, Paids, 1997, p. 200.

    Alain Badiou, Manifiesto por la filosofa, Buenos Aires, Editorial Nueva Visin, p. 38.

    La colonizacin del deseo, Diario Pgina 12, Buenos Aires, 1 de febrero de 2004, p. 13.

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    Alain Badiou, en su libro El ser y el acontecimiento, Buenos Aires, Manantial, 2003, 582 p. desarrollaextensamente esta comprensin de verdad

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    Elementos de un proyecto econmico y polticodel mesianismo de Jud.

    Gnesis 49,8-12: Una antigua voz judata interpretada en el contexto de la Historia de la Ascensin deDavid al Poder (1Samuel 16 hasta 2Samuel 5 )

    Milton Schwantes

    ResumenEl mesianismo tiene una larga trayectoria, en especial en Jud. Un texto como el de Gnesis 49,8-12debe ser pre-estatal. Todava no expresa el carcter davdico de la esperanza mesinica. Pero, en todocaso, debemos colocar este pasaje bajo el enfoque de un pre-mesianismo, inclusive anterior alDavidismo. En l encontramos significativas dimensiones econmicas y polticas que indican que lasociedad judaica est en caminos de la monarqua. Por eso, comparamos el pasaje de Gnesis 49,8-12con la Historia de la Ascensin de David al Poder monrquico (1Samuel 16 hasta 2Samuel 5).

    AbstractThe Messianism has a long trajectory, especially in Jud. A text like that of Genesis 49,8-12 should be pre-

    state. It doesnt still express the Davidic character of the messianic hope. But, in any case, we should putthis passage under the focus of a pre-messianism, even previous to the Davidism. In it we find significanteconomic and political dimensions that indicate that the Jewish society is in the way to the monarchy. Forthat reason, we compare the passage of Genesis 49,8-12 with the Ascension History of David to themonarchic Power (1Samuel 16 up to 2Samuel 5).

    Me parece que Gnesis 49,8-12 el dicho sobre Jud en la bendicin de Jacob respira un ambientesimilar al de la Historia de la Ascensin de David al Poder (1Samuel 16 2Samuel 5 ). Con todo, suinterpretacin es compleja. Antes de evaluarlo en vistas a nuestra pregunta por su lenguaje social yeconmico, debo demarcar algunos aspectos de sus problemas exegticos.

    Cito la traduccin en la versin de la Bblia-Vozes , con dos pequeas, pero significativas aadiduras.

    8A ti, Jud, tus hermanos te rendirn homenaje,tu mano pasar sobre la nuca de tus enemigos.

    Delante de ti se postrarn los hijos de tu padre.

    9 Cachorro de len, Jud!Regresaste de la caza, hijo mo.Se agacha y descansa, como len,el rey de los animales, quin ir a despertarlo?

    10El cetro no saldr de Judni el bastn de comando de entre sus pies,hasta que venga el comandante ,a quien prestarn obediencia los clanes .11l ata a la vid el pollino,a la parra escogida el hijo de la asna;lava en el vino el vestidoy en la sangre de las uvas la ropa.

    12Sus ojos son ms oscuros que el vinoy los dientes ms blancos que la leche.

    1. El dicho sobre Jud - Una composicin

    Dentro de las bendiciones de Jacob, se destaca este dicho sobre Jud. Es ms amplio que la mayora delos dems. Se asemeja solamente a los versculos que se refieren a Jos (v.22-26). Por regla, los dichossobre tribus son breves, como se ve tanto en el resto de Gnesis 49, cuanto en Deuteronomio 33 yJueces 5,14-18.

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    El dicho sobre Jud, nuestros v.8-12, es ms extenso, porque debe ser una composicin de dichos. Sedestacan con relativa facilidad tres subunidades menores: v.8, v.9, v.10-12.

    El v.8es autnomo. Jud es alabado por los hermanos, debido a al xito en un combate. El texto sloalude a este evento que mereci el homenaje de los dems: tu mano est sobre la cerviz de tusenemigos; no hay detalles de la escena.

    El v.9igualmente es independiente. No est conectado ni al v.8 ni tampoco a los v.10-12. Este v.9 estmarcado por la equiparacin de Jud con un cachorro de len. (Este lenguaje figurativo tambin es usualen otros dichos sobre tribus.)

    Los v.10-12en rigor ya escapan del estilo de un dicho sobre tribus. Son una promesa de dominio (v.10) yla descripcin de la situacin bendecida (v.11-12) debido a la realizacin de las anteriores promesas.

    Por tanto, los v.8-12 no son una unidad cohesionada. Son una composicin.Agrupan dichos demomentos diferentes.

    2. Datacin y origen

    Dichos sobre tribus son tpicosdel perodo pre-monrquico. Tienden a seranteriores al 10 sigloa.C. Lapropia Biblia los localiza en textos anteriores a la institucin de la monarqua, atribuyndolos a Jacob,Moiss y Dbora. Tales dichos tendran su lugar vivencial en el encuentro de las tribus, con ocasin deactividades religiosas o militares conjuntas (vase Jueces 5,14-18) o de otras solemnidades (vase Josu24). A travs de ellas, las tribus sealaban sus caractersticas. Se diferenciaban unas de otras. Seinfluenciaban mutuamente.

    Los dichos pueden reflejar tanto la auto-comprensin de la tribu cuanto la crtica y oposicin de otros. Ennuestros v.8-12, evidentemente nos hallamos con la auto-imagende Jud.

    El mbito de origen de los dichos es, pues, la interrelacin tribal. No surgieron ni en el contexto de clan yni menos en el de estado. La convivencia de las tribus es su Sitz im Leben/lugar vivencial, su lugar deexperiencia.

    Tambin nuestros v.8-12 caben en este ambiente de las tribus, en el perodo anterior al estado. Para el

    v.8 y el v.9, eso vale sin problemas, si bien no estemos en condiciones de saber a qu hazaas depersecucin de enemigos (v.8) y de saqueo de presos (v.9) se est haciendo alusin.

    Ms problemticas son la datacin y la localizacin de los v.10-12. Hay quien los sita en la teologa dela corte de Jerusaln , porque entiende nuestros versculos como retroproyeccin de la situacin bajoDavid y Salomn. Otro los fija en torno al 1100 a.C.

    Segn mi parecer, los v.10-12 no contienen una alusin explcita a la situacin bajo David y Salomn. Msbien, reflejan - como adems tambin el v.8 y el v.9 - una ansia de supremaca de la tribu de Jud. LaHistoria de la Ascensin de David (1Sm 16- 2Sm 5) atesta que en el inicio del 10 siglo la tribu de Jud yafue capaz de proyectarse polticamente a travs de David. Por tanto, podemos presumir que, al menos enel 11 siglo, pudieron haber surgido dichos y promesas como las de nuestros v.8-12. En todo caso,podemos localizar el pasaje que nos interesa en el mbito de Jud, en poca anterior a aquella en la cualfue articulada la Historia de la Ascensin. A travs de los dichos estamos entre judatas, al menos un pocoantes del reinado. Los contenidos coinciden. Las expectativas de Gnesis 49,8-9(+10-12) son cercanas a

    las de la Historia de la Ascensin.

    3. Hasta que el prncipe venga - Un comandante para Jud

    All hay expectativa mesinica, pero ella noes davdica. No alude explcitamente a David. Ya que lapodemos atribuir a la autora pre-davdica, podemos delinear de modo particular esta expectativa polticay econmica anterior al Davidismo judata. Veamos:

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    3.1. El Davidismo no es tema expreso de estos versculos. Su tema es Jud. La expectativa por un grandegua de la tribu est integrada a las alabanzas y a las promesas que envuelven a toda la tribu. Lo primarioes Jud; el cetro o gua es derivado. Las expectativas polticas de este dicho sobre Jud no slo son deorigen judata, sino que nada t ienen que ver con Jerusaln. Las esperanzas estn inmersas en la tribu.Hacen parte de ella. Las esperanzas davdicas, por ejemplo en 1Sm 16-2Sm 5, son, pues, como unarama - por cierto especial y altiva - de un rbol muy grande de esperanzas que se refieren a Jud (vase,por ejemplo Miqueas 5,1-4).

    3.2. Los v.8 y 9 prestan homenaje a la valenta de Jud: persigui enemigos y los atrap (v.8); rapt lapresa y la mantuvo segura (v.9). Se trata de acciones valientes y victoriosas con ocasin deconfrontaciones militares con enemigos, con gente que amenazaba a Jud (filisteos? otras tribus delNegueb, por ejemplo amalecitas?). Desconocemos los detalles de estas hazaas. Los v.8 y 9 slo aludena ellas para enaltecer y homenajear a Jud. Nos encontramos, pues, en el mbito de la lucha armada, dela as llamada guerra santa.

    El v.8 tambin acenta la supremaca de la tribu de Jud. El homenaje la destaca de entre las dems, notanto porque los hermanos la alaban, sino en especial porque delante de ella se inclinan. Debido a suvalenta militar, Jud sobresale de entre las dems tribus.

    El v.10 da continuidad justamente a esta supremaca de los judatas en las batallas con relacin a loshermanos. En los v.8 y 9, ciertos eventos haban hecho sobresalir a Jud. Su importancia econmica era,pues, directamente derivada de sus hazaas militares. Con el pasar de la memoria de estos actosheroicos, cesaba tambin la superioridad de Jud. Pues, el v.10 promete su transformacin en algoconstante. Cetro y bastn siempre permanecern con Jud (v.10a). Aqu, en el comienzo del v.10,todava no parece estar presupuesto el reinado. Solamente se atribuye a Jud el mando poltico (cetro ybastn) con ocasin del encuentro del conjunto de las tribus. Tales acciones siempre tendrn reunidas alas tribus situadas all en las proximidades de Jud, en el sur: los calebitas, los otnielitas, los rubenitas, losquenitas, los jeramelitas y, durante algn tiempo, los danitas. Entre ellas sobresala Jud, como grupomejor organizado. All, en el sur, los judatas eran los ms valientes. El v.10a promete continuidad a estasituacin hasta que venga el prncipe (v.10b, traduccin de Almeida). Por lo visto, ste que vendr unprncipe, un xiloh- dar continuidad a lo que ya fuera constatado con respecto de Jud. O sea, estexiloh(comandante?) ser un lder tribaly un comandante militar. Su mando derivar de las cualidadesde Jud y de su capacidad militar. De ningn modo est dicho que instaurar el estado y ser rey. El xilohan permanece dentro de los usos tribales. El xilohes, pues, un lder tribal y militar que no desactiva lasestructuras tribales para sustituirlas por estatales, sino que est al servicio de ellas, de manera constantey, tal vez, vitalicia. l todava no es idntico a un rey, sino semejante a los grandes jueces libertadores

    (como Dbora y Geden) o a aquellos pequeos jueces enumerados en Jueces 10,1-5+12,7-15. El xilohesperado se asemeja a un lder tribal. El v.10 no apunta al estado, sino a la consolidacin del tribalismo! Apesar de eso, este tribalismo no slo se establece en torno a una organizacin poltica cada vez msunitaria. En su entorno tambin se activa una economa de cierta abundancia. Esta nueva economa,acumulativa dentro de estructuras polticas tribales, va anticipando lo que ser, en Jud bajo David, laorganizacin estatal. Las riquezas expresas en torno a Jud y a su organizacin tiende a una nuevaeconoma y a nuevas relaciones polticas: la monarqua.

    3.3. El comandante del futuro obtendr la obediencia de los pueblos/clanes. Esta formulacin parecerapresuponer la existencia del estado. Finalmente, si pueblos obedecen, entonces porque son conducidos atal obediencia por otro pueblo. Con todo, si nuestra expresin se refiriese a la relacin entre pueblos,entonces en rigor no debera hablar de obediencia, sino de subyugacin. El Salmo 2 describe larelacin entre pueblos como dominacin, en especial, en el mbito econmico. Por eso, nuestro v.10

    aparentemente alude a una relacin especfica al describirla como obediencia. Pienso que alude alescenario de la confrontacin armada (que tambin era el ambiente de los v.8.9.10). Con ocasin de laguerra, los pueblos obedecern, seguirn al mando (al cetro) del xiloh/comandante de Jud. Mas,quines seran estos pueblos? En general, se piensa en naciones, lo que podra ser el caso. Pero,aqu, en el contexto de nuestro v.10, otra explicacin es ms bien plausible. Pueblos/amim son losclanes. El trmino hebreo amjustamente designa, en primer lugar, la parentela, la familia, el clan. Elcomandante es, pues, gua merecedor de la obediencia y de la confianza de los clanes con ocasinde la defensa contra grupos invasores.

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    3.4. Los v.11-12delinean la situacin de bendicinresultante del mando de Jud y del liderazgo del xilohcon ocasin de la guerra. Transmiten, segn mi parecer, tres momentos de esta incluyente bendicin, unabendicin econmica que tiende a beneficiar solamente a algunos dentro de un conjunto poblacional,aquellos sectores sociales reunidos en torno del poder poltico monrquico:

    Primero: enfocan la paz, aparentemente de modo tribal. pollinoy burra estn amarrados. Descansan.Se alimentan junto a la vid. Las guerras emprendidas por el estado apuntan a conquista y subyugacin.Por eso, una es la preparacin de la subsiguiente. El estado es continuo promotor de combates. Diferente

    es la situacin de las tribus. Para ellas, la guerra tiene comienzo y tiene fin. Inician porque los campos ylas casas de los clanes son agredidos por invasores. Terminan con el rechazo de la invasin. La expulsinde los enemigos restablece la paz, borrico y burra vuelven a ser amarrados. Se alimentan de lo mejor,de la vid. Pero, tal actitud justamente no indica tambin para otra guerra, despus del descanso?

    Segundo: nuestros dos versculos resaltan la abundancia en alimentos. Abundancia en vino es expansinespecial de la bendicin. Cuando se puede lavar ropas en vino y jugo de uvas, es que la abundancia haalcanzado su ms alto grado. Vida mejor es inimaginable. Con todo, tal abundancia tambin haceemerger liderazgo poltico continuado. Mucha produccin agrcola sumada a un liderazgo continuadoindica para la emergencia de nuevos poderes polticos, la monarqua por ejemplo.

    Tercero: el v.12 enfoca la bellezadel xiloh. Sus ojos son oscuros, sus dientes blancos. Es de buenaapariencia como lo formulaba 1Samuel 16,18. El rey tiende a ser el ms bello!

    Por tanto, el xilohcomandante inaugura una situacin de bendicin. Habr paz. La abundancia enalimentos ir ms all de lo imaginable. La belleza estampar en el rostro, en los ojos y en los dientes, labendicin del conjunto. sta no es una bendicin que presupone el estado, pero tiende a l. Lo inaugura.Y este estado implanta el conflicto continuo; inviabiliza que el borr ico sea amarrado a la vid. l diminuyeel alimento entre el pueblo, porque lo recoge en forma de tributo para financiar sus guerras, mantener suaparato, y mantener su lujo. l no promueve la belleza, ojos relucientes y dientes brillantes, porque recogelos jvenes para que hagan guerras continuas y las jvenes para la esclavitud. Por eso, la bendicindescrita en nuestros v.11 y 12 es para la vida de los clanes/familias y de las tribus. Clanes y tribus sonpromotores de paz, alimento y belleza. El comandante esperado es promotor de la vida tribal, porqueorganiza las tribus de modo eficiente para la defensa. Aunque nuestros versculos, de tales maneras,puedan estar reforzando el tribalismo, en trminos econmicos no dejan de formular e inquietar lasociedad tribal en direccin de un estado monrquico. Nos encontramos en el paso de tiempos quetodava son tribales pero en transicin hacia los das de los reyes. Nuestro texto tambin incita alimaginario tribal, pero ya describe una economa cuyo potencial inaugura tiempos nuevos, das de reyes.

    4. Gnesis 48,8-12 como teln de fondo de la Historia de la Ascensin

    Creo que no queda duda que tanto el dicho sobre Jud en Gnesis 49,8-12 cuanto la Historia de laAscensin de David al Poder provienen de Jud. Son expresiones de modo judata. Corresponden a lavisin que los campesinos tenan de su tribu (Gnesis 49) o de su primer rey (Historia de la Ascensin).No son textos creados sea en Jerusaln, sea en la corte, sea en Israel (= norte).

    El dicho de Gnesis 49,8-12 sobre Jud ciertamente es muy anterior a la Historia de la Ascensin. stadebe ser de los primeros decenios del reinado de David, del final del 11 o de la primera mitad del 10siglo. El dicho sobre Jud constituye, pues, el teln de fondo a partir del cual, considerando las nuevascontingencias inauguradas por David, emerge la Historia de la Ascensin. Simplificando: la Historia de la

    Ascensin fue contada por los nietos de los que cantaba el dicho sobre Jud.

    En ambos textos, Jud es la grandeza principal. Este pueblo tribal, deseoso de poner bajo su control elconjunto de las montaas al sur de Jerusaln en direccin a Hebrn y de all hasta Beer-eba, precede alos lderes monrquicos, en su proyecto de ser hegemnico (lo que tambin se percibe en los cuentossobre Sansn (Jueces 13-16). La expansin de la tribu de Jud sobre las Montaas de Jud precede,pues, a la monarqua judata! El liderazgo no es autnomo en relacin a su gente. Lo extiende. Lorepresenta. Lo simboliza. El pueblo precede a su cetro y bastn. Por eso, estos textos tienen tremendocario y tan grande simpata por sus lderes. Los comandantes estn ungidos por el pueblo. Su belleza esbelleza popular.

    Por fin, podemos realzar que hay movimientos en discrepancia, al comparar Gnesis 49,8-12 con laHistoria de la Ascensin.

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    En ambos los textos, se perciben direcciones diferentes:* Liderazgo y pueblo estn integrados; ya lo decamos arriba. El xilohcomandante de Gnesis 49 y elvaliente David de la Historia de la Ascensin son hijos de su pueblo.* El liderazgo no conduce al pueblo a conquistas, sino a su autodefensa. Jefes son libertadores.Restauran la paz de la tribu y de los clanes. No instauran la guerra permanente.* Bajo su mando, el pueblo se llena de bienes. Vive bien. El liderazgo tribal restaura el bienestar. Elliderazgo estatal instaura la expoliacin.Es evidente que en el dicho sobre Jud estos matices tribales de liderazgo aparecen con mayor nitidez

    que en la Historia de la Ascensin. Con todo, no faltan en sta. En ella David es protector del pueblo,contra las arbitrariedades de Sal, contra el hambre que se hace avasalladora, contra la dominacin delos filisteos y contra los saqueos de los amalecitas. La simpata de la Historia de la Ascensin por Davidtiene que ver con estas caractersticas tribales de su liderazgo

    Pero hay claras diferencia entre el Dicho sobre Jud y la Historia de la Ascensin. Esta ltima ya seencuentra en un momento histrico nuevo, econmico y poltico ms avanzado. David se constituye reyno slo por la defensa del seoro en el campo y en las ciudades (vase, por ejemplo, 1Samuel 25 y2Samuel 2). La diferencia reside en que el dicho, en Gnesis 49, todava no se centra en el Davidismo.

    Antecede a l. Su esperanza todava no localiza el comandante en David. El Davidismo se va apresentar como realizacin concreta de las esperanzas tribales. Y en eso residir su fuerza. Sin estaesperanza bsica por un liderazgo judata popular, el Davidismo como que no se explica. Su fuerza esten estas utopas judatas, no en su poder jerosolemita (2Samuel 7). El Davidismo sobrevivi a pesar delos psimos reyes (presentados e 1-2Reyes), a pesar de la demolicin del reinado (en 587 a.C.), a pesarde su incorporacin parcial a las tradiciones de Sin. Su vertiente estaba ms arraigada en la vida y en lasesperanzas del pueblo judata. Para Jud, el Mesas siempre permaneci siendo un rey que nacer delpueblo.

    Bibliografa

    Marcos Paulo Monteiro da Cruz BAILO, At que venha Silo - Um estudo do messianismo pr-monrquico a partir de Gnesis 49,8-12, So Bernardo do Campo, Universidade Metodista de So Paulo,1994, 196 p. (dissertao de mestrado) [en especial pp. 41-85: Jud: do estabelecimento nas montanhaspalestinenses monarqua davdica].

    Marcos Paulo Monteiro da Cruz BAILO, O nascimento do messianismo judata, en Estudos Bblicos52(1997) 9-15.

    Teodorico BALLARINI, Introduo Bblia, vol. 2/1, Petrpolis, Editora Vozes, 1975, pp. 237-244.

    Herbert DONNER, Historia de Israel e dos pueblos vizinhos, So Leopoldo, Editora Sinodal, vol. 1, 1997,pp. 156-158.170-180.

    Carlos A. DREHER, A formao social do Israel pr-estadual - Una tentativa de reconstruo histrica apartir do Cntico de Dbora (Juzes 5), en Estudos Teolgicos26 (986) 169-201.

    Antonius H.J. GUNNEWEG, ber den Sitz im Leben der sogenannten Stammessprche (Genesis 49;Deuteronomium 33 und Richter 5), en Zeitschrift fr die alttestamentliche Wissenschaft76 (1964) 243-255.

    Gerhard von RAD, El libro de Gnesis, Salamanca, Ediciones Cristiandad, 1977.

    Milton SCHWANTES, Esperanas messinicas e davdicas, en Estudos Bblicos23 (1989) 18-29.

    Claus WESTERMANN, Genesis, Neukirchen, Neukirchener Verlag, 1982, pp. 243-278 (BiblischerKommentar Altes Testament, 1/3) [con amplia bibliografa, en especial tambin sobre lo discutido v.10].

    Hans-Jrgen ZOBEL, Stammesspruch und Geschichte - Die Angaben der Stammessprche von Genesis49, Deuteronomium 33 und Richter 5 ber die politischen und kultischen Zustnde im damaligen Israel,Berlin, Walter De Gruyter, 1964 (Beiheft zur Zeitschrift fr die alttestamentliche Wissenschaft, 95) (enespecial p. 10-15+72-80).

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    Milton SchwantesRua Camilo Jos 78Vila Dom Pedro I IpirangaSo Paulo [email protected]

    Vase mi ensayo sobre 1Samuel 16 hasta 2Samuel 5 en Estudos de Religio, So Bernardo do Campo,Universidade Metodista de Ensino Superior/Cincias da Religio, 2004 o 2005.

    Vase al respecto de 1Samuel hasta 2Samuel 5 (Historia de Ascensin de David al Poder): Gerhard vonRAD, Los comienzos de la historiografa en el antiguo Israel, en Estudios sobre el Antiguo Testamento -Biblioteca de Estudios Bblicos, vol. 3, Salamanca, Ediciones Sgueme, 1976, p. 141-176; Ernst SELLIN yGeorg FOHRER, Introduo ao Antigo Testamento, vol.1, So Paulo, Paulinas, 1978; FrankCRSEMANN, Der Wiederstand gegen das Knigtum - Die antikniglichen Texte des Alten Testamentsund der Kampf um den frhen israelitischen Staat, Neukirchen, Neukirchener Verlag, 1978, p. 128-142,con evaluacin de la investigacin anterior (Wissenschaftliche Monographien zum Alten und NeuenTestament, 49); Rolf RENDTORFF, Beobachtungen zur altisraelitischen Geschichtsschreibung anhandder Geschichte vom Aufstieg Davids, en Probleme biblischer Theologie, Mnchen, Christian KaiserVerlag, 1971, p. 428-439; Hans Joachim STOEBE, Das erste Buch Samuelis, Gtersloh, GtersloherVerlag, 1973 (Kommentar zum Alten Testament, 18/1); Fritz STOLZ, Das erste und zweite Buch Samuel,Zrich, 1981 (Zrcher Bibelkommentare AT, 9); y, en especial, Jos Luiz DIETRICH, Shigeyaki

    NAKANOSE y Francisco OROFINO, Primeiro livro de Samuel Pedir um rei foi nosso maior pecado,Petrpolis, Editora Vozes, 1999, 313 p. (Comentrio Bblico AT).

    Bblia Sagrada, Petrpolis, Editora Vozes, 1982, p. 79.

    Aqu la Bblia-Vozes (Bblia Sagrada, p . 79) traduce o leo (el len). Al respecto de la diferencia vasems abajo del presente estudio.

    O pueblos.

    Herbert Donner, Geschichte des Volkes Israel und seiner Nachbarn in Grundzgen, Gttingen, 1984, p.133 (Grundrisse zum AT, 4/1) [vase la edicin en portugus: Histria de Israel e dos povos vizinhos, SoLeopoldo, Editora Sinodal, vol. 1, 1997]

    Hans-Jrgen Zobel, Stammesspruch und Geschichte - Die Angaben der Stammessprche von Genesis49, Deuteronomium 33 und Richter 5 ber die politischen und kultischen Zustnde im damaligen Israel,Berlin, Walter De Gruyter, 1964, p. 76 (Beiheft zur Zeitschrift fr die alttestamentliche Wissenschaft, 95).

    A.R. Hulst, Pueblo, en Diccionario teolgico manual del Antiguo Testamento, Madrid, EdicionesSgueme, vol. 2, 1985, a partir de la col. 373

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    Propaganda o historia? Cuestionesmetodolgicas sobre anales e inscripciones

    militares, profecas y resistencia

    Nancy Cardoso Pereyra

    ResumenEste ejercicio se ocupa de las recepciones y resistencia del discurso de los imperios en la literaturabblica. Quiero presentar la discusin sobre la tercera (?) campaa militar de Senaquerib en el frenteoccidental (contra Palestina y Egipto/701 a.C.). En cuanto los anales y registros asirios apuntan para unavictoria resonada de los ejrcitos de Senaquerib, los relatos bblicos insisten en una derrota maravillosadel ejrcito asirio delante del ngel del Seor. Esta divergencia no ha sido considerada a partir de unalectura que privilegia las formas de registro e inscripciones de los grandes imperios antiguos endetrimento de las formas no objetivas de los relatos a partir de las periferias y de pueblos revoltosos.

    AbstractThis exercise considers the receptions and resistance of the speech of the empires in the biblical literature.I want to present the discussion on the third (?) military campaign of Sennacherib in the western front(against Palestine and Egypt/701 B.C.). The annals and Assyrian registrations point for a resonated victoryof the armies of Sennacherib, but the biblical stories insist in a wonderful defeat of the Assyrian armybefore the Angel of the Lord. This divergence has not been considered starting from a reading thatprivileges the registration forms and inscriptions of the big old empires in detriment of the non objectiveways of the stories starting from the peripheries and from turbulent towns.

    1. Mentiras y verdades: entre l posible y lo deseado

    Me dirn que la poltica se ocupa de lo posible, no de lo deseable.No estoy de acuerdo en absoluto.

    Edward Said

    Cuando el antiguo ministro de informacin de Irak -antes de la ocupacin norteamericana -Mohammed Saeed al-Sahhaf, presentaba sus boletines informativos sobre la marcha de los combates,se trataba de historia o propaganda? Uniformado y en tono de certeza, insista en continuar informandoque las fuerzas de Irak aplastaban a los invasores americanos y que la victoria estaba prxima. En laguerra transformada en espectculo global por la televisin, al-Sahhaf se transform en un personaje decomedia: sus declaraciones sobre la resistencia iraqu eran desmoralizadas las por las imgenes de losmedios y, la vehemencia de su discurso mtico sobre la invasin, fue pacificada por la rapidez virtual ytrivial del gran liquidificador que est despedazando todos los lugares comunes de la triada esttica-tica-tnica .

    El presidente de los Estados Unidos tambin hizo su espectculo y minti: en la bsqueda desesperadade un casus bellique justificase la invasin de Irak y confirmase el pretendido apoyo de la ONU y depases alineados, Bush no hesit en fabricar mentiras de Estado y modificar informes militares. Pero,tambin vehemente y mtico, el presidente Bush tuvo sus evaluaciones y afirmaciones reproducidas,ampliadas y transmitidas por los medios de comunicacin acuartelados . La diferencia entre el Ali Comic yel Bush Comic es que el segundo tiene su historia contada, grabada y reproducida por los mejores quedetentan la hegemona de la informacin, y se presentan en la forma tecnlatra de la objetividad de lainformacin, mientras que al-Sahhaf es presentado y reproducido por los medios de informacin militantey, por eso mismo, considerado como no confiable. Pero son muchos los fragmentos de acontecimientos:ms de dos, el uno y el otro. La construccin del significado histrico pasa tambin por la voz de laresistencia anti-colonial no asociada al antiguo gobierno de Sadam Hussein:La resistencia es anticolonial. No hay frentes de batalla - est por todas partes, hay minas en lascarreteras porque las plantaron y detonaron comandos locales; no hay ninguna Batalla de Bagdad -habr mil y una batallas en Bagdad - en cada camino, callejn, bloque de apartamentos y plaza del

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    mercado. No hay ninguna familia de la lite que sea el objetivo, ningn lder que matar al terminar laguerra; hay millones de familias y miles de lderes .

    El acontecimiento histrico (tiempo) se fisura en narrativas sustentadas por interpretaciones ( lgos) y suspolticas en un delicado juego de poder que altera realidades, invierte valores, modifica secuencias,escamotea motivos, disloca evidencia y falsifica la historia. La articulacin del capitalismo globalizado y delos monopolios de comunicacin e informacin de modo especial en Amrica Latina - redefine de mododramtico la guerra ideolgica donde la historia y la informacin se transforman, ms que nunca, en arma

    de combate .

    En este sentido, la lucha contra la verdad nica del imperialismo sus mitos y sus mentiras coloca laexigencia del enfrentamiento del elitismo cosificador del pensamiento sobre la antigedad que se piensasin pertenencia social, en un elogio de logosy tiempo sumergidos en la metafsica de las investigacionesque desistieron del conflicto como motor de la historia y desertaron de la bsqueda de alternativaspolticas a la barbarie de nuestro tiempo. Cansados, hicieron de la antigedad y del oriente una carrera,olvidando que las ideas, culturas e historias no pueden ser estudiadas sin que su fuerza, o msprecisamente, su configuracin de poder, sea tambin estudiada .

    El poder se desterritorializ y, ms que nunca, hay que pensarlo como sistema, como relacin derelaciones. Esta perspectiva exige que se piense nuevamente en la totalidad, criticando las pretensionesde la grande narrativa imperial que quiere garantizar sentido e inmutabilidad para el conjunto de larealidad social. El poder no se explica por ningn centro de aglutinacin de fuerza. sino por lacapacidad pretensin - de estar en todo lo que nos remite al mbito de las ideologas histricamente

    orgnicas, de modo especial al campo de la religin .

    Esta perspectiva difusa del poder y denunciada por autores que insisten en mantener la centralidad de ladiscusin sobre el imperialismo contemporneo, sealando las implicaciones polticas de las opcionesmetodolgicas, de modo especial para los estudios orientalistas:El hecho es que el orientalismo se acomod con xito al nuevo imperialismo, en el cual sus paradigmasdirigentes no contestan, y hasta confirman, el continuado proyecto imperial de dominar Asia .

    Esta investigacin se sita en el mbito de esta discusin mayor, reconociendo que el estudio de lasantiguas formas de imperialismo puede ser importante para la visualizacin del carcter construido delimperio como macro-modelo geopoltico y para revelar el metabolismo cultural-religioso de legitimacin,que pretende insinuarse en todos los registros del orden social, como mecanismo vital de auto-reproduccin y naturalizacin del poder.

    La permanencia y simultaneidad de culturas/religiones locales al margen de las grandes narrativasimperiales exige el desenvolvimiento de una estrategia religiosa para el imperio, como condicinfundamental de consolidacin del control social. Profundamente contextualizados y fechados, los imperiosnecesitan romper el tiempo histrico para engendrar una grande narrativa de auto-representacin confuerte acento mtico-religioso. En otras palabras, el Imperio presenta su orden como algo permanente,eterno y necesario .

    La comprensin de este esfuerzo hermenutico de sustentacin de los imperios puede ser evaluada porlos constantes desrdenes, revueltas y movimientos sociales de las periferias de los imperios quecuestionaban las pretensiones del control espacio-temporal o simplemente afirmaban otras formas deordenamiento social, colocando en r iesgo la pretensin de univocidad imperial. Investigar las relacionesexternas e internas de los ordenamientos imperiales en las lecturas de recepcin-resistencia de sabereslocales puede revelar el carcter hermenutico-ideolgico del imperio, exponiendo sus relaciones deconstruccin e visibilizando resistencias antiimperiales .

    El abordaje de la religin, como parte de las ideologas histricamente orgnicas, hay que entenderlo apartir del principio metodolgico de investigacin dialctica de la realidad como totalidad:Un fenmeno social es un hecho histrico en la medida en que se examina como un momento de undeterminado todo; desempea, por tanto, una funcin doble, la nica capaz de hacer de l un hechohistrico: por un lado, definirse a s mismo, y por otro, definir el todo; ser al mismo tiempo productor yproducto; ser revelador y al mismo tiempo determinado; ser revelador y al mismo tiempo descifrarse a smismo; conquistar el propio significado autntico y al mismo tiempo dar un sentido a algo ms .

    La motivacin de esta investigacin es la de leer los relatos imperiales (Asiria) en relacin con las contra-lecturas bblicas de Jud bajo dominio (siglo VII), superando la idealizacin historiogrfica de hechosaislados, artificialmente separados del conjunto de interpretaciones de la realidad en conflicto.

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    La comprensin dialctica de la totalidad significa que las partes se encuentran en relacin de internainteraccin y conexin entre s y con el todo, y tambin que el todo no puede ser petrificado en laabstraccin situada por encima de las partes, visto que el todo se crea a s mismo en la interaccin de laspartes.Hay que presentar las cosas sesgadas por motivos econmico-estratgico-poltico-ideolgicos o intentarque vayan enteras? Yo creo que hay que intentar que vayan enteras, pues no slo me importa ganar, sinoque aspiro a tener razn; de modo que, aunque ocasionalmente hayan de presentarse las cosastroceadas y coyunturalmente se pueda mentir y manipular una informacin, permanentemente nos tienen

    que guiar la verdad y la razn, nicas hermanas de la justicia .

    2. Explicitando las motivaciones y los problemas

    Este ejercicio se ocupa de las recepciones y resistencia del discurso de los imperios en la literaturabblica. Quiero presentar la discusin sobre la tercera (?) campaa militar de Senaquerib en el frenteoccidental (contra Palestina y Egipto/701 a.C.). Mientras los anales y registros asirios sealan una victoriaresonada de los ejrcitos de Senaquerib, los relatos bblicos insisten en una derrota maravillosa delejrcito asirio delante del ngel del Seor. Esta divergencia no ha sido considerada a partir de una lecturaque privilegia las formas de registro e inscripciones de los grandes imperios antiguos en detrimento de lasformas no objetivas de los relatos a partir de las periferias y de pueblos revoltosos.

    El mirar elitista y esnob de la investigacin arqueolgica y textual de los centros de investigacin sobreorientalismos se encuentra con el elitismo esnob de los anales, inscripciones y otros documentos de losimperios, en un refuerzo violento y silenciador de las voces y expresiones de resistencia y disidencia. En

    esta perspectiva, los pueblos dominados sufren tambin una derrota ideolgica, adems de la violenciablica y militar.

    A partir de esa motivacin de explicitacin del conflicto ideolgico y hermenutico de control y edicin delos eventos histricos quiero or de nuevo los relatos disponibles sobre la tercera campaa militar deSenaquerib en Palestina. Quiero or los ruidos sofocados de los escribas oficiales forjando en la piedra lavisin de la historia del Imperio. Quiero or la prisa de la profeca en re-arreglar las fechas y causas con laansiedad de quien anima la caminata del pueblo en la periferia del imperio. La verdad? La razn? Sonhermanas de la justicia!

    3. Un ejercicio: variaciones sobre un mismo tema

    Senaquerib, hijo del rey Sargn, rein en Asiria entre 705 y 681 a.C. y tuvo que atacar pesadamente encampaas militares para mantener la estabilidad del imperio. Despus de garantizar el dominio sobreBabilonia, Senaquerib march contra los r