Ricardo Monti- El Teatro, Un Espacio Literario

2
 29/07/13 Teatro del Puebl o - Somi w ww.teatrodelpuebl o.or g. ar/sobretodo/06 sobr e_l a_creacion_dramatica/monti 001.htm 1/2 El Teatro, un espacio li terario de Ricardo Monti  Una larga e insustancial disputa, basa da en m alentendido s y f alsas preeminencias, ha derivado desde hace algún ti em po e n cierto menosprecio por la dramaturgia y en su relativa exclusión del campo de la literatura. Por un lado, la valorización del fenómeno escénico, la puesta, la actuación , la im provisación, hizo que en ciertas expre siones teatrales la im portancia del tex to dram ático se viera reducida. Por otro lado, no pocos autores cedieron ante est e desarrollo y empezaron a considerar el te xto como un si m ple guión, carente de validez en sí mismo, y sólo justificado en la medida en que pudiera dar pie a un hecho escénico. La fugacidad propia de este último se a poderó así del tex to dramático, que fue perdiendo status literario. El círcul o de la "literatura" se ce rró en cierta m edida en torno de la narrativa, la poesía y hast a el ensayo. Desde luego, no de modo absoluto e i rrev ersible, pues el teatro es por derecho propio uno de los m ás antiguos y venera bles géneros literarios. Por lo que a mí respecta, no puedo consi derarlo sino de e sta manera, y no vacilo en decir que la edici ón de una obra, me desv ela tanto o m ás que su estreno. Por supuesto, esto no significa sacrificar, en aras de la elaboración l iteraria, la ef icacia escénica de un tex to. Todo lo contrario. Un buen dram aturgo debe conocer a fondo las leyes del género que cul tiva. Precisamente, como un buen novelista o un bu en poet a . . . En todos los casos, la estra tegia li teraria estará al servici o del resultado que se quiere alcanzar. La exce lencia de un text o dramático se podrá medir entonces por la multipli cidad de hechos escénicos -puestas e n escenas- que podrá generar, sin agotarse en uno solo de ellos. Es el aprendizaje, a l lento reconoc im iento y dom ini o de esas leyes, que el artista dedica gran part e de su tiem po y de su búsqueda. En mi caso, sólo después de largos años de trabajo, centrado en la narrativa y la poesía, pude acceder a las primeras intuiciones respecto de las leyes teatrales. Escribir teatro era una vieja ambición mía, pero numerosos intentos frustrados habían terminado por hacerme desistir. Fue cerca de los veinticinco años en que, empeñado en una intrincada novela, repentinamente descubrí el modo. El secreto no estaba en el diálogo -un error muy fre cuente-, sino en el ám bito en el que ese diálogo discurría: el espacio escénico. Es decir, descubrí que en algún punto, en algún "lugar" de la novela, podían refluir todas sus imágenes, que ese mundo de imágenes, complejo y abigarrado, podía, por así decirlo, condensarse, absorberse, en un espacio previamente intuido, palpablemente recortado en la oscuridad, así como un escenario iluminado a pleno se dibuja en una sala en penumbras, instaurando una nueva realidad haci a la que confluyen, de sde las sombras, los ojos de los espectadores. Y bi en, y o no era, desde el punto de vista de m i creación, sino uno de ellos, aunque fuera el prim ero. Acechando en la oscurid ad, com o algui en que hubi era entrado f urtivamente a un ensayo. El secreto estaba pues en el trata miento de las im ágenes. En este punto de bo decir que considero a la imagen (auella que, en el caso del escritor, es previa a su traducci ón en palabras) el núcleo central del proceso creativo. En este sentido, incluso el estilo está determinado por el tipo de imágenes internas que mueven a un autor a escribir. La diferencia entre el narrador y el dramaturgo tiene, por consiguiente, ese punto de partida. El narrador trabaja, de alguna manera, con sus primeras imágenes, transformándolas en palabras de modo inmediato, sin limitación de t iem po ni lugar. Personajes, ám bitos, a ccion es, pueden desenv olverse con la m ayor li bertad, com o un sueño inin terrum pido o un film con sus distintos planos y enfoques. El narrador puede también zambullirse en el interior de sus personajes, describir su s visiones o pensami entos. O bien apartarse de aquello s y re flexionar por su cuenta. Y este conjunto de cosas tiene cabida en el cuerpo del texto. El va lor de éste se medi rá por la perspicacia, la origin alidad o la audaci a de las im ágenes de arranque, la profundid ad del autor para desentrañar su significado, y su talento para transmutar todo ello en m ateria v erbal. El dramaturgo, por su parte , debe ree laborar sus im ágenes ini ciales, espontáneas, y reubicarlas en un espacio artifici al -el espacio escénico- que las transformará a su medida, magnificando algunas o expulsando otras. Personajes, ámbitos y acciones perderán así en libertad lo que ganarán en intensidad. Condensación: tal es el término que refleja la alquimia propia del espacio escénico. Esta es una condición que el dramaturgo incipiente pocas veces tiene en cuenta. De acuerdo con ello, una obra de teatro podría definirse com o una condensaci ón expresiva, con regl as propias, del m undo de im ágenes de una novela, al cual, a su ve z, debería remitir. Esto t iene su correlato también en el plano est rictam ente v erbal. Del multifacético y minucioso desfile de visiones que el dramaturgo contemplará sobre el escenario, sólo registrará como texto

description

Artículos teatrales

Transcript of Ricardo Monti- El Teatro, Un Espacio Literario

  • 29/07/13 Teatro del Pueblo - Somi

    www.teatrodelpueblo.org.ar/sobretodo/06_sobre_la_creacion_dramatica/monti001.htm 1/2

    El Teatro, un espacio literariode Ricardo Monti

    Una larga e insustancial disputa, basada en malentendidos y falsas preeminencias, ha derivado desde hace algn tiempo en cierto

    menosprecio por la dramaturgia y en su relativa exclusin del campo de la literatura. Por un lado, la valorizacin del fenmeno

    escnico, la puesta, la actuacin, la improvisacin, hizo que en ciertas expresiones teatrales la importancia del texto dramtico se

    viera reducida.

    Por otro lado, no pocos autores cedieron ante este desarrollo y empezaron a considerar el texto como un simple guin, carente de

    validez en s mismo, y slo justificado en la medida en que pudiera dar pie a un hecho escnico. La fugacidad propia de este ltimo

    se apoder as del texto dramtico, que fue perdiendo status literario. El crculo de la "literatura" se cerr en cierta medida en torno

    de la narrativa, la poesa y hasta el ensayo. Desde luego, no de modo absoluto e irreversible, pues el teatro es por derecho propio

    uno de los ms antiguos y venerables gneros literarios.

    Por lo que a m respecta, no puedo considerarlo sino de esta manera, y no vacilo en decir que la edicin de una obra, me desvela

    tanto o ms que su estreno. Por supuesto, esto no significa sacrificar, en aras de la elaboracin literaria, la eficacia escnica de un

    texto. Todo lo contrario. Un buen dramaturgo debe conocer a fondo las leyes del gnero que cultiva. Precisamente, como un buen

    novelista o un buen poeta . . . En todos los casos, la estrategia literaria estar al servicio del resultado que se quiere alcanzar. La

    excelencia de un texto dramtico se podr medir entonces por la multiplicidad de hechos escnicos -puestas en escenas- que podr

    generar, sin agotarse en uno solo de ellos.

    Es el aprendizaje, al lento reconocimiento y dominio de esas leyes, que el artista dedica gran parte de su tiempo y de su bsqueda.

    En mi caso, slo despus de largos aos de trabajo, centrado en la narrativa y la poesa, pude acceder a las primeras intuiciones

    respecto de las leyes teatrales. Escribir teatro era una vieja ambicin ma, pero numerosos intentos frustrados haban terminado

    por hacerme desistir. Fue cerca de los veinticinco aos en que, empeado en una intrincada novela, repentinamente descubr el

    modo.

    El secreto no estaba en el dilogo -un error muy frecuente-, sino en el mbito en el que ese dilogo discurra: el espacio escnico.

    Es decir, descubr que en algn punto, en algn "lugar" de la novela, podan refluir todas sus imgenes, que ese mundo de

    imgenes, complejo y abigarrado, poda, por as decirlo, condensarse, absorberse, en un espacio previamente intuido,

    palpablemente recortado en la oscuridad, as como un escenario iluminado a pleno se dibuja en una sala en penumbras,

    instaurando una nueva realidad hacia la que confluyen, desde las sombras, los ojos de los espectadores. Y bien, yo no era, desde

    el punto de vista de mi creacin, sino uno de ellos, aunque fuera el primero. Acechando en la oscuridad, como alguien que hubiera

    entrado furtivamente a un ensayo. El secreto estaba pues en el tratamiento de las imgenes.

    En este punto debo decir que considero a la imagen (auella que, en el caso del escritor, es previa a su traduccin en palabras) el

    ncleo central del proceso creativo. En este sentido, incluso el estilo est determinado por el tipo de imgenes internas que

    mueven a un autor a escribir. La diferencia entre el narrador y el dramaturgo tiene, por consiguiente, ese punto de partida. El

    narrador trabaja, de alguna manera, con sus primeras imgenes, transformndolas en palabras de modo inmediato, sin limitacin

    de tiempo ni lugar. Personajes, mbitos, acciones, pueden desenvolverse con la mayor libertad, como un sueo ininterrumpido o un

    film con sus distintos planos y enfoques.

    El narrador puede tambin zambullirse en el interior de sus personajes, describir sus visiones o pensamientos. O bien apartarse de

    aquellos y reflexionar por su cuenta. Y este conjunto de cosas tiene cabida en el cuerpo del texto. El valor de ste se medir por la

    perspicacia, la originalidad o la audacia de las imgenes de arranque, la profundidad del autor para desentraar su significado, y su

    talento para transmutar todo ello en materia verbal.

    El dramaturgo, por su parte, debe reelaborar sus imgenes iniciales, espontneas, y reubicarlas en un espacio artificial -el espacio

    escnico- que las transformar a su medida, magnificando algunas o expulsando otras. Personajes, mbitos y acciones perdern

    as en libertad lo que ganarn en intensidad. Condensacin: tal es el trmino que refleja la alquimia propia del espacio escnico.

    Esta es una condicin que el dramaturgo incipiente pocas veces tiene en cuenta. De acuerdo con ello, una obra de teatro podra

    definirse como una condensacin expresiva, con reglas propias, del mundo de imgenes de una novela, al cual, a su vez, debera

    remitir. Esto tiene su correlato tambin en el plano estrictamente verbal.

    Del multifactico y minucioso desfile de visiones que el dramaturgo contemplar sobre el escenario, slo registrar como texto

  • 29/07/13 Teatro del Pueblo - Somi

    www.teatrodelpueblo.org.ar/sobretodo/06_sobre_la_creacion_dramatica/monti001.htm 2/2

    aquello que los personajes dicen -el dilogo- y acotar las acciones fundamentales. A lo sumo podr agregar escuetas

    descripciones de lugares o caracteres. El resto de la visin o de la imagen quedar en penumbras, aludido por el texto pero

    ausente de l, enriquecindolo desde la oscuridad.

    Todas estas caractersticas son las que hacen difcil la lectura de un texto dramtico, pues exige un mayor esfuerzo imaginativo.

    As, mientras la narrativa ofrece a la mirada del lector todos los elementos de la imagen tal como ha sido recortada por el autor -

    como lo hace el cine en su lenguaje particular- , el texto teatral invita a que se la reconstruya a partir de alusiones y mnimos datos.

    El director sera, en este sentido, un lector especializado, alguien que es capaz de hacer sensible la imagen latente en el texto. En

    sntesis, quizs se deba a estas dificultades y a esta relativa necesidad de mediacin, que la dramaturgia ocupe un lugar ambiguo e

    incmodo dentro del campo de la literatura.