Rieznik - Progresismo, Ciencia y Capitalismo

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    Progresismo, cienciay capitalismo en el Mercosur y

    ms all. Apuntes polmicos.Pablo RieznikUniversidad de Buenos Aires Instituto Gino [email protected]

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    PAB L O RI E Z NI K . PROGRE S I S M O, C IE NC IA Y C AP ITA LI SM O E N E L ME RC OS UR Y M S A LL . AP U N TE S P O L M IC O S.

    Resumen

    El artculo cuestiona la tesis que sostiene que los recientes gobiernos de Argentina yBrasil habran abierto un nuevo rumbo en materiade poltica cientfica. Son pases cuyasadministraciones pretenden haber abierto un ciclo opuesto al de las neoliberales que lasprecedieron en el poder. El artculo argumenta que esto es falso si se consideran las marcas decisivas del neoliberalismo que los antineoliberales mantienen en pie: privatizacin del patrimonio pblico, hipertrofia del negocio financiero, trabajo precarizado,sometimiento de la economa a las exigencias del gran capital, etc. La poltica cientficano poda escapar a las determinaciones ms generales de esta orientacin gubernamental en el cono sur de nuestro continente, ms all de matices y diferencias que son pro

    pias de cada experiencia nacional.

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    Quid pro quo nac& pop

    Hablar de un nuevo modelo de poltica cientfica nacional en la Argentina es sencillamente una impostura: no existe una poltica nacional en materia de ciencia y tcnica

    (CyT). Ni siquiera un plan de conjunto, lo que se revela en el hecho de que los organismos de CyT dependen de siete Ministerios diferentes, o de ocho si consideramos que lasuniversidades dependen administrativamente del ministerio de Educacin. CristinaKirchner creo un Ministerio de Ciencia y Tcnica con ampulosa publicidad pero lanueva cartera, sin embargo, nada hizo al respecto; naveg sobre la fragmentacin einconsistencia de la poltica del sector de CyT de un modo deliberado. Esto explica porqu su orientacin de trabajo se agota en la tarea de fomentar actividades aisladas cuyonico denominador comn es que son lucrativas para los intereses capitalistas asociados a la explotacin de algn nicho de la industria cientfica dominado por las corporaciones empresarias privadas. Por eso a la cabeza del Ministerio de Ciencia y Tcnica secoloc a Lino Baraao, un hombre que acumul experiencia en la Agencia de Promocin

    Cientfica, creada por Carlos Menem en los aos noventa con ese mismo propsito. LaAgencia fue establecida para sortear los obstculos que planteaban las anquilosadascamarillas del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas), fundado medio siglo atrs y que pretendan imponer sus propias condiciones para avanzaren la colonizacin del quehacer de CyT, conforme los nuevos negocios en puerta.1

    El modelo que el kirchnerismo pretende mostrar en su poltica de CyT no es tal (porque ello significara un planteo integral de partes articuladas en una poltica cientficade conjunto) y tampoco es nuevo: fue lanzado por el ex presidente neoliberal. Nohay, entonces, ruptura con el pasado: las polticas del Ministerio de CyT continuaronsustentndose, esencialmente, en articular emprendimientos productivos entre el sector

    privado y el pblico, sobre la base de proyectos generados en el sector privado y financiados o subsidiados por el sector pblico (Grupo de Gestin, 2010). La caracterizacincorresponde a un grupo de cientficos crticos de la formulacin oficial de la poltica delgobierno.

    El Ministerio de CyT ha priorizado la innovacin, que segn la definicin de la RealAcademia Espaola es la creacin o modificacin de un producto, y su introduccin enun mercado, por lo que un aspecto esencial es su aplicacin comercial por parte de lasempresas. Su asunto no es la ciencia sino los negocios y por eso ha privilegiado los mentados nichos afines a posibilidades de ganancias capitalistas: las prioridades delMinisterio de CyT son la biotecnologa, la nanotecnologa y el software. En este terreno

    desarroll su propia experiencia profesional el ministro Baraao, de modo que aqutambin funciona el capitalismo de amigos que caracteriza a la administracin kirchnerista. El principal proyecto en que se ha involucrado el Ministerio de CyT en materiade innovacin supone un gasto de 14 millones de dlares (mitad pblico y mitad privado o de agencias capitalistas internacionales) para medicamentos de alta complejidady muy caros, que permitira abaratar costos a laboratorios farmacuticos o ahorrar divisas en la importacin sin alterar en nada el negociado descomunal de la medicina privada.

    Sobre ninguna de estas iniciativas supuestamente innovadoras existe deliberacin alguna, no ya en el mbito popular, sino en el de la propia comunidad cientfica. El Conicet

    mantiene secularmente un funcionamiento vertical y aristocrtico, la Agencia de

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    Promocin Cientfica ha pasado del manejo de las trenzas menemistas a las kirchneristas sin solucin de continuidad. La ciencia aplicada que se estimula no consulta paranada los intereses de las masas, ni propende a la utilizacin de recursos existentes susceptibles de ser movilizados en beneficio de la mayora de la poblacin.

    Nos preguntamos el interrogante corresponde al grupo de cientficos anteriormente citado :

    cules son los problemas que no permiten implementar, por ejemplo: la produccin pblica de

    medicamentos, de vacunas, de insumos mdicos, la eliminacin de vinchucas para atenuar la inci

    dencia del mal de Chagas, eliminar arsnico de aguas para consumo, el saneamiento de cuencas flu

    viales, el control del uso de agroqumicos, generar polos tecnolgicos pblicos en donde se pueda

    producir, por ejemplo, anticuerpos monoclonales, protenas recombinantes, productos qumicos de

    sntesis, etc.? Todos ellos, desarrollos de aplicaciones mltiples que permitiran utilizar racionalmen

    te el conocimiento existente y activar la capacidad potencial que subyace en los organismos de CyT

    y en las universidades nacionales.

    El gobierno se adjudica haber incrementado la inversin en CyT pero su monto actuales de apenas el 0,6% del PBI, muy por debajo de los estndares internacionales y an deLatinoamrica, muy lejos del mnimo de 1% establecido formalmente por los organismos de CyT ms diversos. Algo parecido sucede con la reivindicacin oficial de suapoyo al aumento de investigadores en el Conicet: en gran medida se debe a becariosque se encuentran en situacin laboral absolutamente inestable: sin estabilidad, conremuneraciones en negro, sin obra social, etc. Con el kirchnerismo ha nacido el movimiento de los jvenes cientficos precarizados que reclaman por sus condiciones detrabajo. A comienzos de este 2012 varios centenares de estos becarios, que formalmente deban ingresar en la carrera de investigador que es propia del Conicet, fueronrechazados y sometidos de hecho a un despido encubierto en masa, a pesar de haber

    reunido los requisitos acadmicos y curriculares exigidos para continuar con sus trabajos. En la actualidad tampoco los salarios de los becarios son abonados en condicionesnormales, debido a restricciones presupuestarias que afectan su pago en tiempo yforma.

    Queda como reflexin final algo obvio: un gobierno que ha pagado deuda al FMI ya la banca como nunca antes, que bajo la excusa de un desarrollo industrial ha convertido a la industria en una armadura y a las exportaciones en soja dependientesy que ha saqueado los fondos de los jubilados para subsidiar al capital y a la usura,por qu promovera una poltica cientfica nacional? No son solo las burbujas financieras las que hay que pinchar. Como aquellas, las del kirchnerismo terminarn

    derrumbndose por su propia inconsistencia.

    Macaneo tropical

    No es muy distinto el panorama de la CyT en Brasil, tan marcado como el argentinopor la distancia abismal que separa un discurso supuestamente progresista y la realidad. Un investigador que se alinea con el gobierno ha puesto de relieve en unpequeo texto reciente el completo fracaso de la poltica oficial en la materia. As,segn Renato Dagnino, en los largos aos de la gestin del PT nunca se rompi con

    el planteo, que l mismo llama conservador, de desarrollar la CyT mediante al

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    gastado recurso de vincular la universidad y la investigacin cientfica a las empresas. Se trata de un callejn sin salida, cuestionado desde hace cuatro dcadas en losmedios universitarios de Brasil y Argentina por intelectuales de las ms diversastrincheras ideolgicas. Es, adems, un fracaso secular, si se tiene en cuenta un estu

    dio al respecto del ao 2000, patrocinado por el Instituto Brasilero de Geografa yEstadstica (IBGE). El trabajo haba detectado entonces 80.000 empresas que parecan ser innovadoras, sobre un universo muy amplio de 5 millones de compaas detodo tipo y tamao. El foco del anlisis se centr en 28.000 empresas, destacadas porsu actividad en innovar. Resultado: el 80% compraba e importaba equipos sin ninguna actividad propia en materia de Investigacin y Desarrollo (I+D). Adems, laspocas empresas innovadoras no lo eran realmente: menos de 1% de las innovaciones que introdujeron en el mercado nacional eran novedad en el mundial. Y lo queera todava ms sorprendente, apenas utilizaban la estructura de investigacinpblica y los investigadores formados por el sistema de posgraduacin (Dagnino,2011).

    Lo fundamental, sin embargo, es que nada cambi luego de que los neoliberales dela dcada del 90fueron embora. En el perodo 20062008, mientras se formaron anualmente casi 30 mil maestros y doctores en ciencias duras que la poltica en materiade ciencia y tcnica (PCT) supone son los que las empresas necesitan, el nmero delos que en ellas hacen I+D pas de 4.330 a 4.398, un aumento de 68 investigadores entres aos. Lo que da una tasa de absorcin anual de 0,07% (68 sobre 90.000),Mientras que en los Estados Unidos el 70% de los posgraduados formados cada aoson absorbidos por las empresas. En el mismo perodo, apenas el 10% de las compaas innovadoras establecieron asociaciones con universidades e institutos de investigacin y de stas el 70% las consider irrelevantes o de baja importancia. La con

    clusin, segn Dagnino, es que la PCT brasilea no ha conseguido movilizar nuestro potencial de generacin de conocimiento tecnocientfico para promover la I+Dempresarial. Tampoco logr hasta ahora atender las demandas cognitivas de lamayora de la poblacin. La filiacin del autor, allegado al oficialismo lulista, nosexime de comentarios adicionales: es una confesin de parte.

    Habra que aclarar, en funcin de lo recin sealado, que si se contraponen al desastre descripto por Dagnino los logros de la asociacin universidad ciencia empresa que son propios de los pases desarrollados, como sera el caso de losEstados Unidos, el modelo no deja de ser una catstrofe. No slo porque la I+D nopuede inocular al capitalismo una vacuna contra el derrumbe que ahora se desarro

    lla ante nuestros propios ojos en tiempo real. Tambin porque la captura y privatizacin de la I+D por parte de las empresas constituye en s mismo un atentado a laciencia y sus desarrollos en beneficio de la sociedad toda. Lo prueba el caso cannico de Apple, colocado recientemente en la primera plana de la prensa mundialpor la muerte de su mentor, Steve Jobs. Vale la pena considerar el caso en particular.Antes, sin embargo, un comentario pertinente: en Brasil el Ministerio de Ciencia yTcnica cambi su denominacin por el de Ciencia, Tcnica & Innovacin. De acuerdo a lo que planteamos en este artculo su nombre adecuado sera Ciencia, Tcnicao Innovacin.

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    La manzana podrida

    Los numerosos panegricos sobre el fundador de Apple omitieron regularmente sealarque todos los avances de la produccin tecnolgica de la empresa tuvieron como base

    no la investigacin desarrollada por Jobs sino la que en su momento se concret en algunas universidades norteamericanas como Stanford y el Instituto Tecnolgico deMassachusetts en la dcada del 60. Un conocido film sobre el origen de las empresas enla cuales naci la industria de la computadora tena por eso el sugestivo ttulo dePiratas de Silicon Valley (el lugar donde se radic y desarroll el negocio informtico). No est mal que se considere a Jobs como uno de los mayores innovadores tecnolgicos de la poca si se despoja al concepto de innovacin del halo que encubre su definicin literal, a la cual aludimos ms arriba, como adaptacin o modificacin de unproducto para colocarlo en el mercado. Pero cuando el producto cientfico se convierte en mercanca, un producto privado, est sometido a las generales de la ley: no slo sepuede comprar o vender, tambin robar o adulterar.

    La innovacin conlleva un monopolio que al mismo tiempo paraliza el progreso tcnico, su difusin y aplicacin al servicio del bienestar humano. Todos los programas quesirven para poner en marcha los dispositivos digitales de Apple estn patentados, esdecir privatizados. Pero un programa es, en definitiva, una serie de secuencias de operaciones y clculos matemticos que son sustrados de la posibilidad de su utilizacinpor la comunidad cientfica, de especialistas y usuarios. Por lo tanto, la tesis de que conla difusin universal de los productos comercializados a partir de la iniciativa de Jobshemos ganado en libertad y posibilidades individuales, porque se habra puesto adisposicin de millones una tecnologa que se manejaba en el mbito de los especialistas, es simplemente un verso. Los defensores del software libre han puesto de relieve

    el carcter dictatorial del monopolio de los Steve Jobs sobre productos que deberan serpatrimonio de todos. Y no, adems, fuente de caresta para el ciudadano comn, deembrutecimiento para los analfabetos digitales, de negocios y subsidios multimillonarios para el big business de la informtica. Bajo el control de los servicios de seguridad,los iphones de Jobs se han transformado adems en la posibilidad de establecer, no ununiverso de hombres libres, sino un Gran Hermano que controla la comunicacin y laubicacin de cada uno de nosotros.

    Si en la poca de Newton el patentamiento se hubiera desarrollado a los lmites que hoyconocemos, la frmula de la ley de la gravedad seraprivada. Y estamos hablando deciencia, no de tcnica de programacin. Jobs, en cambio, ha dejado a Apple con ms de

    trescientas patentes. Aun as no sabe si esto le asegurar una sobrevida tranquila frentea los monopolios rivales. Porque ahora se ha desarrollado lo que un comentarista denomin recientemente una loca carrera de patentes que inundan los estrados judicialesde diversos pases. El carcter parasitario de este asunto se revela en el comentario deun analista de la industria que afirma que si las cosas siguen as, las empresas comoApple (o Google, o Samsung y otras) tendrn entre sus empleados ms abogados queingenieros.

    Se ha comparado con cierta razn a Jobs con Edison, que se mantiene al tope de lospatentadores yanquis de todos los tiempos, omitiendo que don Thomas Alva es conocido porque su oficio tambin fue su estafa: no invent la bombilla elctrica, ni el fon

    grafo, ni el proyector de cine, para citar algunos de sus logros ms conocidos. Eso s:

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    los patent. Los obituarios de Jobs tambin lo comparan con Henry Ford. En este casose olvidan de su carcter como notorio fascista y antisemita. La pretensin generalizadade los obituaristas de que Jobs y Apple representan un capitalismo honesto innovadory productivo, diverso del que se viene abajo con la bancarrota de los bancos, es por lo

    tanto un invento. Nada ms que una fuga hacia adelante frente a la barbarie de un capitalismo en estado de descomposicin, que los negocios de Steve Jobs no pudieron dejarde reflejar. Las computadoras modernas de Apple se fabrican en China con el trabajosemiesclavo de centenares de miles de trabajadores (s, centenares de miles). Sus filialesen este pas comunista fueron investigadas algn tiempo atrs por la ola de suicidiosque se extenda entre su personal, agobiado por una labor slo interrumpida para alimentarse y dormir, por un sueldo de 100 dlares por mes y bajo una disciplina dictatorial. Las empresas que fabrican los millones de aparatos informticos de Apple figuranal tope, adems, en el ranking de las destructoras del medio ambiente. Apple, la manzana de Jobs, no era ciertamente muy saludable

    Por supuesto, no se trata solo de la industria informtica. La industria petrolera tieneuna larga historia de adquisicin de patentes para evitar que ciertos productos nuncalleguen al mercado; ni hablar de su responsabilidad en catstrofes medioambientales.Los monopolios automotrices han saboteado por todos los medios las investigacionessobre la alternativa de un auto elctrico que limitara los males de la anrquica y destructiva produccin de vehculos con motores de combustin. Los avances en el conocimiento de la evolucin humana se han visto bloqueados por la extendida privatizacindel mercado defsiles. Los monopolios farmacuticos impiden la produccin en masade medicamentos baratos, etc. (Palacek, 2010)

    Discurso, vulgaridad, encubrimiento

    Contra lo que esgrime una suerte de discurso uniforme en nuestra regin sobre las polticas de CyT supuestamente renovadas, que nos permitiran avanzar hacia una sociedad del conocimiento, lo dicho hasta aqu evidencia la vulgaridad del planteo. Novamos hacia una sociedad del conocimiento sino al revs, a un embrutecimiento creciente de la humanidad, a una miseria social ms extendida e inclusive a la posibilidadde un retroceso civilizatorio; todo esto merced a la explosiva combinacin de capitalismo, educacin y ciencia. Esto no impide que la afirmacin opuesta se incluya y repitasistemticamente en los discursos gubernamentales de Argentina, Brasil y del llamado

    progresismo intelectual de nuestras latitudes.

    El relato oficial en materia de CyT ha retomado sin ninguna originalidad los lugarescomunes de la ideologa liberal decimonnica, la misma que surgi con pretensiones deaggiornamiento en la segunda mitad del siglo XX. La tesis de que la educacin y laciencia se transformaranper se en un factor de elevacin del hombre a una nueva etapade la civilizacin acompa en su momento las ilusiones de que la democracia, lalibertad y la fraternidad podan imponerse en el contexto de la sociedad capitalista, avanzando hacia un igualitarismo creciente. En nuestros pases se trat, sin embargo, de una ilusin tarda o de una cobertura ideolgica de las oligarquas que dominaban el proceso de integracin de nuestra regin como semicolonias del capital metropo

    litano.

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    En la posguerra el embellecimiento de la actividad de los cientficos cobr vuelo pormotivos diferentes. Despus de medio siglo de barbarie blica, el orden de Yalta y dePotsdam se presentaba como la fundacin de un mundo de paz y de convergencia entresistemas opuestos (que ya sabemos cmo concluy). La apelacin a una irrefrenable

    revolucin cientficatcnica (RCT), que hoy se repite, era ya entonces la frmula queanunciaba un supuesto nuevo horizonte de la mano de los hombres del saber, en elorden existente. La RCT era la apelacin clave en el lenguaje de los autorreformadoresdel stalinismo en las dcada de los 60 y los 70, es decir en las vsperas de su disolucin.La intelectualidad haca un culto abstracto de la ciencia y la tecnologa, porque en elmbito de la cultura estaliniana y tambin de la izquierda liberal norteamericanaera el caballito de batalla para postular una convergencia entre capitalismo y socialismo. Uno de los conos de este planteo fue Daniel Bell, recientemente fallecido, quiendifundi la tesis de una sociedad postindustrial basada en la informacin y el conocimiento (ver Rieznik, 2005). La historia no se mova hacia adelante por medio de la revolucin, sino por medio de la tcnica y el saber cientfico; no por la lucha de clases, sino

    por el laboratorio y la academia; no por la clase obrera, sino por los cientficos. Pero enlugar de un capitalismo que se superaba a s mismo por medio del saber, lo que tuvimosfue su degradacin a un casino universal que ahora revienta urbi et orbe. Las predicciones de Bell concluyeron en un completo fiasco: Nunca un cientfico social ha interpretado tan errneamente su momento histrico, ni ha hecho predicciones tan miopes quehayan sido refutadas en un plazo tan breve (Petras, 2011).

    A la ideologa cientificista, en los 70, se la present en nuestras latitudes como unaciencia rebelde, segn la denominacin de Oscar Varsavsky, bajo la apariencia derepresentar una alternativa, inclusive revolucionaria. Tambin como la posibilidad deuna prctica tecnolgica autnoma, si se toman algunos planteos de Jorge Sbato o

    Amlcar Herrera en Argentina. El asunto no pas nunca del verbo a la accin. Ni hubiera podido, porque ni la ciencia ni su forma aplicada pueden superar por s los lmitesdel rgimen poltico que las condiciona. Hace falta recordar que entonces, enArgentina, Pern haba vuelto al pas no para abrir paso a la liberacin de las fuerzascreativas de la nacin sino para imponer a Isabelita y Lpez Rega?

    En Brasil, un planteo similar corra entonces por cuenta de Celso Furtado o inclusive de Severo Gomes, un ministro desarrollista que propugnaba en la pocamodernizar a la dictadura inaugurada por Castello Branco en 1964. El antiguo cientificismo propugnaba la invasin del capital extranjero en la esfera de la industria,como la primera fase del capitalismo en los pases atrasados, una formulacin que

    tempranamente haba planteado el aprismo en Per bajo el liderazgo de Haya de laTorre; una variante derechista del movimiento insurgente de la reforma universitaria que estall en la Argentina en la segunda dcada del siglo pasado. Mucho despus, el cientificismo tardo, con Fernando Henrique Cardoso como nave insignia,postul la superacin del antagonismo entre dependencia y desarrollo para justificar una poltica de adaptacin al capital financiero (imperialismo) que ms tardese encargara de ejecutar. Dependencia y desarrollo era el ttulo de un clebre libro decabecera de la intelectualidad de la poca, que circulaba como agua en la academiaprogresista de los aos setenta. Cuando el progresismo kirchnerista o lulista denuestros tiempos repite frmulas del pasado no ofrece otra cosa que el plato recalentado de una apologa demod. Nada nuevo bajo el sol.

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    Las cosas por su nombre

    La ciencia ha conocido con el capitalismo un desarrollo sin precedentes. Fue la consecuencia de una revolucin social: con el ascenso de la burguesa, el monopolio de la cultura y del

    saber fue arrebatado a la nobleza y, decisivamente, al clero. Con una nueva forma de conocimiento, la ciencia llamada experimental contribuy decisivamente a forjar el mundomoderno y a revolucionar nuestra concepcin sobre el hombre y el universo. La ciencia fueincorporada en la sociedad capitalista al proceso de produccin como un factor autnomoy contribuy a desenvolver una elevacin excepcional de la productividad del trabajo. Elcapital, apropindose de la conquistas de la ciencia, hizo de la humanidad un taller socialuniversal y cre la posibilidad del pasaje de nuestra especie a una nueva era histrica, delreino de la necesidad al reino de la libertad, para decirlo con palabras clebres. Pero slo laposibilidad, una suerte de promesa incumplida e inclusive cada vez ms distante en funcinde las limitaciones insuperables del propio capital. No slo porque todo avance del metabolismo productivo es al mismo tiempo, bajo el capitalismo, un desarrollo de la explotacin y

    de la alienacin del hombre en el trabajo. Tambin porque el capital ha arrastrado a la ciencia a las vicisitudes de su evolucin histrica, que tiende a una decadencia tambin insuperable, transformando en su contrario a las formidables fuerzas productivas que puso en pie,es decir, desarrollando fuerzas destructivas, igualmente formidables.

    En el siglo XX, la ciencia devel los secretos del mundo atmico, pero el capitalismo nos condujo a Hiroshima. La revolucin verde posibilit un incremento de la capacidad de produccin alimentaria capaz de alimentar al doble de la poblacin mundial, pero en el capitalismo globalizado la mitad de la humanidad no come o apenas puede desayunar, almorzar y cenar. La industria farmacutica puede fabricar antibiticos de uso masivo para prevenir infecciones que afectan a los ms pobres del mundo, pero no lo concreta porque no es

    lucrativo. Las computadoras ms modernas, como vimos, se fabrican en reductos que congregan a centenares de miles de personas en China en condiciones laborales de semiesclavitud. El hardware y el software ms avanzado del planeta se encuentran bajo control de losorganismos de seguridad y/o al servicio de la gran especulacin capitalista, ahora en unabancarrota generalizada. Es necesario alargar la lista?

    La actividad cientfica no puede sustraerse, ahora, al escenario de una crisis mundial quedomina el presente con un alcance sin precedentes en la era capitalista. Los presupuestos serecortan, los cientficos se quedan sin empleo, el trabajo calificado se dilapida, la investigacin se paraliza, la educacin y la cultura se degradan. El desempleo en masa de la juventud (50% en el continente europeo) incluye a una generacin que es la cultural y cientfica

    mente ms calificadadesde siempre. La crisis, naturalmente, no es un rayo en cielo sereno, es el estallido de contradicciones incubadas en el tiempo de una larga descomposicin.En primer lugar porque muy tempranamente en el siglo XX la produccin cientfica se transform en una suerte de subsector del complejo industrial militar, relegando los estudios yaplicaciones relativos a la salud, la vivienda, la educacin; un mbito marcado por crecientes desigualdades que no han cesado de crecer. La conversin de la big science en una ramade la industria para matar y destruir tuvo su marca original en el emblemtico ProyectoManhattan, en el cual llegaron a trabajar 130.000 personas, con los mejores recursos cientficos y materiales en un emprendimiento gigantesco que concluy conla bomba nuclear.

    En segundo lugar porque desde los aos setenta son muy manifiestos y alarmantes los

    indicadores de una decadencia generalizada en el mbito de la CyT. El diagnstico lo for

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    mul en su momento Mario Bunge (1993), un privilegiado observador, de larga y destacadaactuacin en los medios universitarios anglosajones, representante de una de las variantesdel positivismo acadmico. Los indicadores de una crisis que, segn el propio Bunge, podratornarse irreversible y hacernos regresar a una nueva era de oscurantismo propio del

    medioevo, son mltiples y variados: 1) los recortes sistemticos en los fondos dedicados a lainvestigacin; 2) la creciente privatizacin de la actividad cientfica y la decadencia delcomunismo epistmico, que se concreta en la aversin cada vez mayor, por parte de loshombres de ciencias experimentales, a intercambiar datos, ideas y materiales, a causa de lacompetencia exacerbada y de las presiones comerciales; 3) el nmero cada vez mayor decasos de fraude y plagio, particularmente en las ciencias biomdicas, como resultado de laimplacable competencia para conseguir subsidios y empleos; 4) la declinacin del nmerode hombres de ciencia y estudiantes de ciencias en Estados Unidos y Gran Bretaa; 5) laprosperidad de las doctrinas y movimientos anti y pseudocientficos y filosofas irracionalistas en los pases industrializados. De conjunto asistimos a una degradacin cientfica y auna decadencia epistmica (Rush, 1998) que, ahora, cobra contornos ms explosivos con

    las consecuencias an inconclusas de la actual crisis mundial

    Crisis mundial: puede decirse que la sociedad misma estalla como expresin de su organizacin contraria a la ciencia, a la racionalidad, a las potencias creadas por el capitalismo yque l mismo est obligado a destruir. Los medios colectivos de alcance universal puestosen accin por el capital se enfrentan a la privatizacin creciente de esos mismos medios.Medios de produccin que slo pueden ser movilizados si rinden beneficios que tienden aescasear como resultado de la propia expropiacin de la poblacin trabajadora. Una centsima parte del uno por ciento de la poblacin detenta en la actualidad el 40% de los activoseconmicos del planeta. La produccin que puede crecer como si no tuviera lmites, se niegacomo resultado de una explotacin que reduce a millones de hombres a una situacin de

    absoluta inhumanidad, al desempleo crnico y masivo, al trabajo indigno, a la completa precarizacin de sus condiciones de existencia. Una contradiccin insoluble que estalla con lafuerza de un tsunami ante nuestros propios ojos. Apenas ayer, en trminos histricos, el neoliberalismo el capital proclamaba que se haba impuesto definitivamente con la colonizacin de los pases en los cuales haba sido expropiado, superando definitivamente las crisis: el famoso fin de la historia. La ilusin se desmoron y todos hablan ahora de una especie de historia del fin. Europa tambalea, el siglo norteamericano se agota, la rebelinpopular se extiende indignadamente como nunca antes. Nuevos tiempos.

    Nuevos tiempos. Si se considera el desarrollo de la ciencia y la tecnologa en la actualidades claro, en cambio, que existen los fundamentos materiales para la emancipacin del tra

    bajo compulsivo y embrutecedor, susceptible de ser sustituido por la mquina, por el proceso automtico, por la informacin transmitida instantneamente urbi et orbe; en sntesis,por una productividad sin antecedentes del esfuerzo humano potenciado al infinito por lasconquistas de la civilizacin entera. Ningn cientfico puede ignorar que se han creado condiciones nicas para superar inclusive a la ms antigua de las divisiones del trabajo, la quese crea entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Sin embargo, contradictoriamente,frente a estas posibilidades reales, lo que prevalece son los abismos sociales planetarios, lascatstrofes econmicas y an la barbarie del belicismo; todo ello alcanzando un nivelinigualado en el pasado. No se puede ni se trata de elevar al hombre por medio de la ciencia y la tecnologa sino de liberar a ambos de un metabolismo social histricamente agotado. Educacin, ciencia y capitalismo se han transformado definitivamente en trminos

    incompatibles. Saquemos las conclusiones.

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    Notas

    1 Una primera versin de este artculo fue presentada en el Seminario sobre Ciencia y Tecnologa organizado

    por la Asociacin de Docentes de la Enseanza Superior de Brasil (ANDES SN) el 1718 de noviembre de 2011,

    en la Mesa titulada: Capitalismo, Centro e Periferia na Produo do Conhecimento

    Referencias

    Bunge, Mario (1993) Sociologa de la ciencia. Buenos Aires: Siglo Veinte.

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