rincón del autor El cebiche mínimo vital...ayudantes a sueldo mínimo más propinas y se enfrenta...

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MIÉRCOLES 22 DE JULIO DEL 2015 OPINIóN El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. El cebiche mínimo vital LAS CONSECUENCIAS DE UNA MEDIDA POPULAR - ALFREDO TORRES - Presidente ejecutivo de Ipsos Perú a que el 75% sean informa- les y que cerca de la mitad de los trabajadores de las mypes en provincias ganen menos del salario mínimo legal. El análisis de esta realidad ha llevado a Apoyo Consul- toría a formular una pro- PLANTEAMIENTO Apoyo propone tratar de manera diferenciada, por un lado, a las mypes y, por otro, a las empresas medianas y grandes. ILUSTRACIóN: GIOVANNI TAZZA puesta para mejorar la política de salario mínimo en el Perú, que merece ser considerada en el ám- bito político, empresarial y sindi- cal. Apoyo propone tratar de ma- nera diferenciada, por un lado, a las mypes y, por otro, las empresas medianas y grandes. Y luego, eva- luar aumentos en el salario míni- mo cuando este sea menor al 50% del salario promedio de cada segmento. Actualmente, el salario míni- mo en la mype equivale a 83% del salario promedio, con lo cual es evidente que un incremento en el salario mínimo legal llevaría a la informalidad. En cambio, el míni- mo legal equivale a 43% del salario promedio de las empresas media- nas y grandes, con lo cual habría espacio para un incremento mode- rado para esas empresas sin riesgo de un incremento significativo del desempleo. La opinión pública vería con buenos ojos un cambio normativo en ese sentido. La última encuesta de Ipsos para El Comercio revela que 59% de la ciudadanía coinci- de en la conveniencia de un pago diferenciado según tamaño de em- presa, mientras 37% preferiría con- tinuar con el modelo vigente de un mon- to míni- mo legal ho- mogéneo para todas las empresas. Un salario mínimo legal bajo parece injusto, pero es el camino para que centenares de miles de trabajadores de cebicherías, po- llerías, chifas y otras mypes pue- dan acceder a seguro de salud, pensiones, vacaciones, indem- nización por despido arbitrario y otros derechos laborales de los que hoy carecen por trabajar en la informalidad. El cambio requie- re decisión política. ¿Se atreverá Daniel Maurate, el ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, a liderar esta iniciativa? E l cebiche es el plato de bandera, el preferido por la gran mayoría de los peruanos. La cebichería es el restaurante más co- mún en el país y abunda en todo el territorio nacional. ¿Cierto? Fal- so. Solo la primera afirmación es verdadera. El cebiche es de lejos el símbolo de la cocina peruana, pero hay menos cebicherías que chifas o pollerías, y la mayor parte de las 10 mil cebicherías del país están ubicadas en Lima. Hay muy pocas fuera de la costa. Y a pesar de su concentración en la capital, la ma- yoría son informales, es decir, sus trabajadores carecen de derechos laborales. Así como hay muchos mitos en relación con el cebiche, también los hay en relación con el salario mínimo. La concepción prevale- ciente en la población es que es muy bajo: 750 soles no alcanzan para nada. La CGTP pidió recien- temente que se duplique para me- jorar la calidad de vida de los trabajadores de menores ingre- sos. Nuevamente, la primera afirmación es cierta: no cabe duda de que 750 soles no al- canzan para una canasta básica de consumo, pero la segunda es falsa: un aumento del salario mí- nimo por encima de la productivi- dad perjudica a los trabajadores de menores ingresos al empujarlos al desempleo o la informalidad. Volviendo al caso de la peque- ña cebichería, es evidente que si el dueño del negocio tiene tres ayudantes a sueldo mínimo más propinas y se enfrenta a un alza del sueldo mínimo que no puede transferir en mayores precios a su modesta clientela, la disyuntiva que enfrenta es despedir a un ayu- dante, para cumplir con la ley, o continuar con los tres y pasar a la informalidad. La explicación técnica por la cual muchas microempre- sas y peque- ñas empre- sas (mypes) no pueden pagar el salario mínimo legal es su reduci- da productividad. Así, si se compara con una base 100 para las grandes empresas, la productividad de una me- diana empresa es de 56, la de una pequeña es de 17 y la de una microempresa de 6. La bajísima productividad de las mypes lleva

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miércoles 22 de julio del 2015 el comercio .A21

Opinión

El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

El cebiche mínimo vitallas consecuencias de una medida popular

- AlfredO TOrres -Presidente ejecutivo de Ipsos Perú

¿Importa la educación?- CArlOs AdriAnzén CAbrerA -

Decano de la Facultad de Economía de la UPC

c iertos economistas de prestigio regional nos cuentan algo obvio: el desarrollo de una nación no se debe solo a la esca-

la del gasto en educación.En Cuba o Venezuela usted pue-

de ser Steve Jobs o Stephen Haw-king, pero se morirá de hambre. Nadie serio sostiene que el desarro-llo económico se explica solo por la escala del gasto en educación.

Pero notemos un detalle crítico: en naciones donde la educación es masivamente ofertada por la bu-rocracia, como en Venezuela o el Perú, con escuelas y universidades estatales mayoritariamente ine-ficientes y corruptas, no tiene por qué existir mayor conexión entre el gasto asignado a la educación estatal y su producto por habitan-te. Gastar más en una oferta edu-

cativa estatal deficiente no nos asegura acumular ca-pital humano. Solo habrá muchos titulados muy frus-trados.

En nuestro caso, esta rea-lidad se refleja en las prue-bas de dominio matemático escolar o nuestra ausencia en los ránkings académicos más reputados. Ade-más, gastamos cantidades ínfimas. Según el Banco Mundial, el Perú y Suiza, por ejemplo, gastan en edu-cación como porcentaje del PBI ra-tios relativamente cercanos (5,0% versus 3,3% en el 2013), pero la diferencia entre sus escalas de gas-tos per cápita resulta desgarrado-ra: un suizo recibe al año US$2.978 del 2005 y un peruano apenas US$134,6. Veintidós veces menos.

Mientras en Suiza el gasto en educación impacta y se conecta di-

rectamente con sus patro-nes de crecimiento, produc-tividad y competitividad, la formación académica de un peruano resulta significativa solo como error estadístico.

El economista esta-dounidense Lant Pritchett tiene razón rara vez, pero sí que la tiene cuando señala que en países en vías de desarrollo inflar los presupues-tos en educación puede reflejarse en mejores ladrones. Y es que los incentivos importan. ¿O cree usted que la astucia de algunos de nues-tros candidatos no hubiera podido ser mucho mejor aprovechada por sociedades abiertas con institucio-nes sólidas?

El reto de cualquier sistema edu-cativo es acumular capital humano, no inflar presupuestos para forma-ción dizque inclusiva. Como toda

inversión, la inversión en capital hu-mano busca retorno. La demanda de los graduados se refleja en su em-pleabilidad y salarios, no en los os-curos y cambiantes objetivos de las políticas públicas de cada régimen.

Ciudadanos graduados de un sistema educativo deplorable e ideologizado creerán ilusamente que son ricos, que nuestro atraso se explica por la injusta distribu-ción de la riqueza o por la corrup-ción burocrática. Creerán también de modo erróneo que la burocracia los educará bien o los hará compe-titivos.

Por ello, si aspiramos a gober-narnos bien, requerimos mucho más gente educada. De hecho, los peruanos sí conocemos el tipo de gobernante que elige o tolera una sociedad con una mayoría de ciuda-danos deplorablemente educados.

mirada de fondo

rincón del autor

‘Vitocho’ y el perro del hortelano

n o sé quien presidirá el Congre-so. Tampoco lo saben Iberico, ‘Vitocho’, Nadine ni nadie. Las listas se construirán hasta el úl-timo minuto del cierre de ins-

cripciones entre el sábado 25 y el domingo 26. La impredictibilidad es la fuerza mayo-ritaria en el Parlamento.

Hay un nudo de voluntades y desganos; un estancamiento de la política parlamen-taria que corresponde a la desconfianza de la ciudadanía en ella. Más o menos, este es el nudo por desenredar: el nacionalismo en minoría quiere mantener la presidencia porque le asegura el mangoneo de las con-vocatorias de sesiones, cuestiones previas y votaciones. La oposición encabezada por el fujimorismo y el aprismo quiere quitár-sela por eso mismo, y han encontrado un candidato ni fujimorista ni aprista, Luis Iberico, en condiciones de seducir a otras bancadas y hacer una sólida mayoría que resista las tentaciones oficialistas: compra de votos ofreciendo obras para las regio-nes. Un trabajador del Congreso me contó algo que me aterró, sobre la ocasión en la que se eligió a Ana María Solórzano: “Esto era un mercado persa, hasta en efectivo se compraban votos”.

El nacionalismo ha seguido perdiendo curules, lo que hace más impredecible, an-gustiosa e idiota esta guerrita de posicio-nes. Marisol Espinoza está descartada y ni Fredy Otárola ni Víctor Isla quieren serlo. Josué Gutiérrez es quien mejor perfil tiene para hacer de bonzo nacionalista y en estos días ha fugado a su tierra, Huánuco, asu-mo que para huir de las entrevistas mien-tras deshoja margaritas.

Lo más sabio sería apostar a un candi-dato de consenso, negociando términos con la oposición. Víctor Andrés García Be-launde sería una estupenda carta, pero esa concertación es un sueño loco. La bronca por ganar posiciones se ha instalado des-de hace temporadas como la lógica de la interacción entre oficialismo y oposición. Difícilmente ella cambiará en unos días; ni siquiera porque Nadine Heredia esté hoy más concentrada en su propia defensa que en los trances de su bancada.

No creo que ‘Vitocho’ acepte ser can-didato si no es de consenso, pero, como ese acuerdo es improbable, Iberico sigue siendo, como dicen los brujos, el mejor ‘as-pectado’. Si su candidatura termina sien-do destruida por la revelación –no hecha por ‘Vitocho’, pero sí ampliada por él– de que Lucho le llevó un mensaje de Orellana, García Belaunde quedará en esta comedia del poder como el perro del hortelano.

Pero, ojo, la diligencia de Iberico como mensajero de un delincuente resulta pec-cata minuta para bancadas que tienen en sus filas a sospechosos de narcotráfico y la-vado de activos. Solo si en estos días apare-cieran indicios más serios de una cercanía con Orellana, la oposición sí podría cam-biar de candidato ante el descrédito popu-lar que conllevaría elegir de presidente a un presunto amigo de la red mafiosa.

No me ha dejado satisfecho la explica-ción de Iberico de haber sido mero correo pasivo en una gestión que culminó en na-da. Ha dicho en “Cuarto poder” que Ore-llana no le pidió el favor, sino una ‘fuente’ cuyo anonimato quiere conservar. Mmm, fuentes tenemos los periodistas cuando investigamos, no los congresistas cuan-do cabildean. Preferiría que Lucho dé más detalles de su diligencia –¿estará su fuen-te asociada al entorno partidario de César Acuña en que él milita?– y de su programa de concertación. Si despejara esas dudas, sería una buena carta para recuperar la magrísima aprobación congresal.

a que el 75% sean informa-les y que cerca de la mitad de los trabajadores de las mypes en provincias ganen menos del salario mínimo legal.

El análisis de esta realidad ha llevado a Apoyo Consul-toría a formular una pro-

Planteamientoapoyo propone tratar de

manera diferenciada, por un lado, a las mypes y, por otro,

a las empresas medianas y grandes.

ilustración: giovanni tazza

Director General: FRANCISCO MIRÓ QUESADA C.

Director Periodístico: FERNANDO BERCkEMEYER OLAECHEA

Directores fundadores: Manuel Amunátegui [1839-1875] y Alejandro Villota [1839-1861] Directores: Luis Carranza [1875-1898] -José Antonio Miró Quesada [1875-1905]

-Antonio Miró Quesada de la Guerra [1905-1935] -Aurelio Miró Quesada de la Guerra [1935-1950] -Luis Miró Quesada de la Guerra [1935-1974] -Óscar Miró Quesada de la Guerra [1980-1981]

-Aurelio Miró Quesada Sosa [1980-1998] -Alejandro Miró Quesada Garland [1980-2011] -Alejandro Miró Quesada Cisneros [1999-2008] -Francisco Miró Quesada Rada [2008-2013]

-Fritz Du Bois Freund [2013-2014]

habla culta

Erogar. Del latín erogāre significa en la lengua general “distribuir, repartir bienes o caudales” (DRAE 2014). Pero en el castellano del Perú y otros países americanos erogar tiene el sentido específico de ‘desembolsar una suma de dinero para una obra benéfica’. Más frecuente es su postverbal erogación. Véase un uso de Ciro Alegría en El mundo es ancho y ajeno (Caracas 1978): “Pedimos una erogación a los comuneros, pa eso y los gastos que se presenten po la prisión de nuestro querido alcalde Rosendo...”.

- mArThA hildebrAndT -

Fernando vivasPeriodista

puesta para mejorar la política de salario mínimo en el Perú, que merece ser considerada en el ám-bito político, empresarial y sindi-cal. Apoyo propone tratar de ma-nera diferenciada, por un lado, a las mypes y, por otro, las empresas medianas y grandes. Y luego, eva-luar aumentos en el salario míni-mo cuando este sea menor al 50%

del salario promedio de cada segmento.

Actualmente, el salario míni-mo en la mype equivale a 83% del salario promedio, con lo cual

es evidente que un incremento en el salario mínimo legal llevaría a la informalidad. En cambio, el míni-mo legal equivale a 43% del salario promedio de las empresas media-nas y grandes, con lo cual habría espacio para un incremento mode-rado para esas empresas sin riesgo de un incremento significativo del desempleo.

La opinión pública vería con buenos ojos un cambio normativo en ese sentido. La última encuesta de Ipsos para El Comercio revela que 59% de la ciudadanía coinci-de en la conveniencia de un pago diferenciado según tamaño de em-presa, mientras 37% preferiría con-

tinuar con el modelo vigente de

un mon-to míni-

mo legal ho-mogéneo para todas

las empresas.Un salario mínimo legal bajo

parece injusto, pero es el camino para que centenares de miles de trabajadores de cebicherías, po-llerías, chifas y otras mypes pue-dan acceder a seguro de salud, pensiones, vacaciones, indem-nización por despido arbitrario y otros derechos laborales de los que hoy carecen por trabajar en la informalidad. El cambio requie-re decisión política. ¿Se atreverá

Daniel Maurate, el ministro de Trabajo y Promoción del

Empleo, a liderar esta iniciativa?

e l cebiche es el plato de bandera, el preferido por la gran mayoría de los peruanos. La cebichería es el restaurante más co-

mún en el país y abunda en todo el territorio nacional. ¿Cierto? Fal-so. Solo la primera afirmación es verdadera. El cebiche es de lejos el símbolo de la cocina peruana, pero hay menos cebicherías que chifas o pollerías, y la mayor parte de las 10 mil cebicherías del país están ubicadas en Lima. Hay muy pocas fuera de la costa. Y a pesar de su concentración en la capital, la ma-yoría son informales, es decir, sus trabajadores carecen de derechos laborales.

Así como hay muchos mitos en relación con el cebiche, también los hay en relación con el salario mínimo. La concepción prevale-ciente en la población es que es muy bajo: 750 soles no alcanzan para nada. La CGTP pidió recien-temente que se duplique para me-jorar la calidad de vida de los trabajadores de menores ingre-sos. Nuevamente, la primera afirmación es cierta: no cabe duda de que 750 soles no al-canzan para una canasta básica de consumo, pero la segunda es falsa: un aumento del salario mí-nimo por encima de la productivi-dad perjudica a los trabajadores de menores ingresos al empujarlos al desempleo o la informalidad.

Volviendo al caso de la peque-ña cebichería, es evidente que si el dueño del negocio tiene tres ayudantes a sueldo mínimo más propinas y se enfrenta a un alza del sueldo mínimo que no puede transferir en mayores precios a su modesta clientela, la disyuntiva que enfrenta es despedir a un ayu-dante, para cumplir con la ley, o continuar con los tres y pasar a la informalidad.

La explicación técnica por la cual muchas microempre-sas y peque-ñas empre-sas (mypes)

no pueden pagar el salario mínimo legal es su reduci-da productividad. Así, si se compara con una base 100 para las grandes empresas, la productividad de una me-diana empresa es de 56, la de una pequeña es de 17 y la de una microempresa de 6. La bajísima productividad de las mypes lleva