RIVAS y CASUELLO - Década Ganada_El Estado y La Des_igualdad en América Latina

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    NUEVA SOCIEDAD 258

    COYUNTURA 

    Edelberto Torres RivasMaría Esperanza Casullo

    TRIBUNA GLOBAL

    César Rendueles / Jorge Sola 

    TEMA CENTRAL

     Alfredo Iñiguez Inés DusselKarl-Dieter HoffmannPierre Salama Roberto Gargarella 

     Alejandra Peña López Pablo Ospina Peralta 

     Ximena Soruco SologurenHoracio Cao / Maximiliano Rey 

    ENSAYO

    Horacio Tarcus

    ¿Década ganada?

    El Estado y la (des)igualdaden América Latina

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    es un proyecto de la

     

    El portal NUEVA SOCIEDAD es una plataforma de reflexión sobre América Latina.

    Articula un debate pluralista y democrático sobre política y políticas latinoamericanas.

    NUEVA SOCIEDAD 

    es una revista latinoamericana abierta a las corrientesde pensamiento progresista, que aboga por el desarrollo de

    la democracia política, económica y social.Se publica cada dos meses en Buenos Aires, Argentina,

    y circula en toda América Latina.

    Directora: Claudia Detsch Jefe de redacción: Pablo StefanoniEquipo editorial: Silvina Cucchi, Florencia Grieco

     Administración: María Eugenia Corriés, Juan Manuel Corriés, Karin Ohmann

    NUEVA SOCIEDAD No 258

    Diseño original de portada: Horacio Wainhaus Arte y diagramación (portada e interior): Fabiana Di MatteoIlustraciones: Mariana Villanueva SegoviaFotografía de portada: Shutterstock Corrección: Germán Conde, Vera Giaconi

    Traducción al inglés de los sumarios: Kristie Robinson

    Impreso en Talleres Gráficos Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires, Argentina

    Los artículos que integran NUEVA SOCIEDAD son de exclusivaresponsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente

    el pensamiento de la Revista. Se permite, previa autorización,

    la reproducción de los ensayos y de las ilustraciones, a condiciónde que se mencione la fuente y se haga llegar una copia a la redacción.

    NUEVA SOCIEDAD – ISSN 0251-3552Oficinas: Defensa 1111, 1o A, C1065AAU Buenos Aires, Argentina.

     Tel/Fax: (54-11) 4361-4108/4871Correo electrónico:

    (distribución y ventas)

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    w w w . n u s o . o r g

     ■ÍNDICE

    Julio-Agosto 2015

    258

    COYUNTURA 

    4124   Edelberto Torres Rivas. Guatemala: la corrupción como crisis 4

      de gobierno

    4125   María Esperanza Casullo. Argentina: del bipartidismo 16

      a la «democracia peronista»

    TRIBUNA GLOBAL

    4126   César Rendueles / Jorge Sola. Podemos y el «populismo de izquierdas». 29  ¿Hacia una contrahegemonía desde el sur de Europa?

    TEMA CENTRAL

    4127    Alfredo Iñiguez. Estado y tributos en América Latina. Avances y 46

      agendas pendientes

    4128   Inés Dussel. Deudas y desafíos de una nueva agenda en educación 65

    4129   Karl-Dieter Hoffmann. Pobreza y desigualdad: la necesidad 77

      de un enfoque multidimensional

    4130 

      Pierre Salama. ¿Se redujo la desigualdad en América Latina? 85  Notas sobre una ilusión

    4131  Roberto Gargarella. La «sala de máquinas» de las constituciones 96

      latinoamericanas. Entre lo viejo y lo nuevo

    4132   Alejandra Peña López. ¿Hacia un Estado meritocrático? 107

      Las tensiones del cambio en el Ecuador de la Revolución Ciudadana

    4133   Pablo Ospina Peralta. ¿Por qué protestan en Ecuador? 121

      Rafael Correa y el fracasado aumento del impuesto a las herencias

    4134    Ximena Soruco Sologuren. La nueva burocracia plurinacional 131

      en Bolivia. Entre la democratización y la institucionalización

    4135   Horacio Cao / Maximiliano Rey. El modelo de administración 146  pública en cuestión. Visiones desde América Latina

    ENSAYO

    4136   Horacio Tarcus. Leer a Balibar. Viejos y nuevos debates 158

      sobre la emancipación

    SUMMARIES

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    nSegunda página

    En los últimos años, comenzó a circular en América Latina la expresión «década

    ganada» para retratar los avances operados en la región. Con esa formulación se

    busca construir la imagen de un espejo invertido respecto a la «década perdida» de

    1980, marcada por diversos tipos de crisis (hiperinación, deuda externa, recesión,

    pobreza, etc.). A diferencia de esos años, los gobiernos progresistas –de tonalidades

    socialdemócratas o nacional-populares– contaron con un contexto internacional fa-vorable (gracias a los altos precios de las materias primas que exporta la región) que

    llevó a los opositores a apelar a una metáfora aérea y hablar del «viento de cola». No

    obstante, la llegada de gobiernos posneoliberales trajo consigo un aumento del rol

    del Estado y un mayor énfasis en la (des)igualdad. Las cifras muestran una reducción de

    la pobreza muy signicativa, al tiempo que se fueron debilitando algunas desigualda-

    des sostenidas en diversas formas de «colonialismo interno» contra los indígenas o

    los negros. Pero de los datos sobre reducción de la pobreza se pasa a menudo con

    demasiada rapidez a hablar del crecimiento de las «clases medias». Como señalan

    diversos análisis, muchos de quienes salieron de la situación de pobreza podrían

    volver a caer en ella si el ciclo económico actual cambia, y la caída de los precios delos hidrocarburos y minerales ya enciende luces amarillas.

    En este marco, el Tema Central de este número de NUEVA  SOCIEDAD se enfoca en el

    Estado y la (des)igualdad desde varios puntos de vista: sistema impositivo, administra-

    ción pública, educación, concentración/distribución del poder, pobreza y desigualdad

    social. El artículo de Alfredo Iñiguez repasa los (poco numerosos) cambios en las po-

    líticas impositivas, lo cual lleva a la pregunta de si es posible avanzar hacia mayores

    niveles de igualdad sin alterar la estructura tributaria. Los intentos del presidente ecua-

    toriano Rafael Correa de introducir cambios en el impuesto a las herencias chocaron

    con una enorme resistencia social. Es cierto, como lo muestra Pablo Ospina Peralta,que las protestas articularon una serie de descontentos hacia el gobierno, pero tam-

    bién nos hablan de economías familiares que se sintieron amenazadas –real o imagi-

    nariamente– por esa forma de «redistribución de la riqueza». Y nos advierten que es

    fácil que cualquier aumento de impuestos se vuelva una bandera de las oposiciones.

    Los artículos de Alejandra Peña López y Ximena Soruco Sologuren abordan la cons-

    trucción del Estado en Ecuador y Bolivia. Aunque a menudo ambos países son con-

    siderados parte del mismo «bloque bolivariano», estos trabajos dejan ver que en lo

    que se reere a los tipos de Estado que imaginan sus gobiernos, están en muchos

    aspectos en las antípodas. Es verdad que comparten la concepción de que los Es-tados deben ser fuertes y con amplias capacidades económicas y regulatorias, pero

    si en Bolivia se dio paso a un gobierno autotitulado «de los movimientos sociales»,

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    de rasgos plebeyos, en Ecuador se ha hecho de la «meritocracia» el principal estan-

    darte de la refundación del país, aunque «populismo» y meritocracia suenen para

    muchos como un oxímoron. En ambos casos, y eso lo comparten, la llamada «pluri-

    nacionalidad» choca con visiones centralizadoras –en clave nacional-popular– de sus

    presidentes, pero también con las dicultades para pasar del discurso a la práctica

    por quienes alientan esa dispersión del poder entre naciones indígenas. Horacio Cao

    y Maximiliano Rey muestran, a su vez, las diferentes concepciones de Estado –es-

    pecialmente de administración pública– de los países de la Alianza del Pacíco y los

    llamados «populistas».

    Inés Dussel se enfoca en los desafíos de la educación pública y en sus dilemas: la

    legitimidad de la institución escolar –que en América Latina fue una gran productora

    de igualdad– parece cada vez menor y son múltiples los debates sobre cómo pro-cesar la inclusión educativa, al tiempo que el trabajo docente se dene en la tensión

    entre las vicisitudes del empleo público, la precarización de recursos, el poder sin-

    dical y los dilemas de la profesión de enseñante. Roberto Gargarella, por su parte,

    lleva la mirada a las ambivalencias de los cambios constitucionales en la región, en

    muchos de cuyos países se promulgaron nuevas constituciones, poniendo el eje

    en la cuestión de la igualdad respecto del poder. En este sentido, señala que «una

    mirada de los nuevos textos (constitucionales), desde una perspectiva basada en un

    ideal democrático-igualitario, encuentra que pese a los avances logrados, las trans-

    formaciones a menudo no son tan profundas y, sobre todo, que ‘lo nuevo’ se mezcla

    con demasiada frecuencia y sin problematización con ‘lo viejo’».

    Pierre Salama y Karl-Dieter Hoffmann nos proyectan a uno de los núcleos de este

     Tema Central: la (des)igualdad económica, y cuestionan el uso del principal instru-

    mento que vienen esgrimiendo diferentes organismos públicos e internacionales

    para sostener que en esta década se redujo la desigualdad: el coeciente de Gini.

    Muestran que si, por ejemplo, se utilizan fuentes scales, se llega a conclusiones

    menos optimistas: los pobres habrían mejorado, pero los ricos no dejaron de seguir

    siendo igual o más ricos. Esto funcionó mientras las economías crecían, pero ¿qué

    pasará a partir de ahora?

    En denitiva, estas discusiones remiten a un balance de la década. A mirar el vaso

    medio lleno o medio vacío. A valorar los grandes avances respecto de la «larga

    noche neoliberal» o a poner el acento en el largo camino que falta recorrer hacia so-

    ciedades más igualitarias. Pero, al mismo tiempo, emergen acuciantes interrogantes

    acerca de la disposición social (no solo de los más ricos) a aceptar cambios profun-

    dos en los sistemas impositivos y a la necesidad de pensar transformaciones en los

    Estados que justiquen, en términos de calidad y cantidad de servicios prestados,

    que los contribuyentes paguen más tributos. El éxito de libros como El capital en el

    siglo  XXI de Thomas Piketty –centrado en la discusión de la desigualdad en el capi-

    talismo– muestra que esta temática ha vuelto al diálogo público. Pero en AméricaLatina el debate es aún insuciente y está atravesado por miradas demasiado corto-

    placistas acerca de qué sociedades y Estados queremos para el presente y el futuro.

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    U

    na situación de crisis potencial

    ha acompañado el desempeñodel gobierno del Partido Patriota di-rigido por el presidente Otto PérezMolina. Tanto los votantes de la dere-cha hoy gobernante como mucha gen-te que no la votó sufren un profundodesencanto. La consigna de gobernarcon mano dura no se cumplió y la tasade homicidios, por ejemplo, ha conti-

    nuado subiendo. El desorden que pro-voca entre la población la extendidainseguridad se agrava con las reitera-das muestras de incapacidad guber-namental. Pero los numerosos ejem-plos de inecacia en cualquiera de losespacios administrativos encolerizan

    especialmente porque son acompaña-

    dos por diversos delitos.

    La denuncia de un extendido sistemade corrupción que funciona en los al-tos niveles de la elite gobernante sedeslizó en los medios políticos e ins-titucionales guatemaltecos a nes deabril pasado. La ola de denuncias co-menzó con las acciones fraudulentas

    en la Superintendencia de la Admi-nistración Tributaria (sat), continuócon denuncias de fraudes en el Insti-tuto Guatemalteco de Seguridad So-cial y prosiguió con denuncias de co-rrupción en la Policía Nacional Civil.Se trata de hechos muy graves por las

    Guatemala: la corrupción como crisis

    de gobiernoEDELBERTO TORRES RIVAS

    Guatemala vive una coyuntura crítica que está poniendo a prueba

    su sistema democrático. El «descubrimiento» de gigantescas

    redes de corrupción que atraviesan todos los niveles del Estado

    –sumadas a la violencia que azota al país– ha dado lugar a

    movilizaciones ciudadanas inéditas en la historia reciente que yahan provocado la renuncia de la vicepresidenta Roxana Baldetti

    Elías y han dejado al derechista Otto Pérez Molina como

    una figura con escasa capacidad de juego a la cabeza del Poder

    Ejecutivo, a la espera de un final de mandato próximo a llegar.

    ■ COYUNTURA

    Edelberto Torres Rivas: sociólogo centroamericano nacido en Guatemala. Fue secretario general

    de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y actualmente se desempeña comoconsultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud). Entre otros reconoci-mientos, obtuvo el Kalman Silvert Award (2010).Palabras claves: corrupción, democracia, protestas, represión, Otto Pérez Molina, Guatemala.

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    escandalosas maneras de negociar lariqueza pública y porque en princi-

    pio esas formas de ejercicio del poderalteran la normalidad establecida. Seconsideró con razón que esta infor-mación, por los actos que involucra,inamaría aún más el descontentoque expresa la crisis y, en efecto, pari

     passu provocó el comienzo de las fuer-tes movilizaciones populares.

    El remolino crítico afectó las estruc-turas institucionales en las que se ar-ticula el poder del Estado: la Presi-dencia de la República, el Ministeriode la Gobernación y la policía. Desdeel mes de abril, una ola de manifesta-ciones populares y los efectos desor-ganizadores que estas producen debi-litaron aún más al Poder Ejecutivo yvolvieron incierto su funcionamiento;el ejercicio de la autoridad, en conse-cuencia, hizo perder legitimidad a losaparatos comprometidos con el usodel poder, mientras que la economíaempezó a experimentar desequilibriosque parecen resultado de fenómenosasociados a la crisis.

    El sábado 25 de abril se produjo porprimera vez en muchísimos años –talvez unas tres décadas– una irrupciónde las masas en la calle, convocada caside manera espontánea por grupos anó-nimos de jóvenes descontentos: una si-lenciosa convocatoria y una explosiónde protesta, con música y gritería. Por

    primera vez en Guatemala se utilizancomo instrumento movilizador los me-dios electrónicos –Facebook, Twitter y

    otros–, que facilitaron la constituciónde un conjunto de redes sociales mo-

    vilizadoras que se agruparían bajo ellema «#RenunciaYa».

    La intensa capacidad de informaciónintergrupal que permite internet, perosobre todo millares de teléfonos ce-lulares y otros artilugios electrónicosorientados en la misma dirección, fa-cilitó el inicio y luego la multiplicación

    de contactos informativos y acuerdosque culminaron en la decisión de mar-char. ¿Quiénes se comprometerían?¿Cuántos irían? Allí estaba también eltemor íntimo de muchos frente a laposible actuación de la policía, o de lasotras fuerzas del orden que en tiem-pos pasados disparaban, mataban, he-rían a la sociedad.

    La ocupación de la Plaza de la Cons-titución, centro neurálgico de la capi-tal guatemalteca, provocó una intensaconmoción social que fue debilitandoal gobierno, no solo en la capital, sinoen el conjunto del país. 30.000 perso-nas participaron con pancartas, carte-

    lones, letras móviles, gritos y cancionesque exigían las renuncias, debido a lasfundadas sospechas de sus niveles decorrupción, del presidente y de la vi-cepresidenta de la República y de ungrupo de altos funcionarios, al tiempoque expresaban demandas en favor deun Estado democrático bien adminis-trado. Finalmente, la vicepresidenta

    Roxana Baldetti Elías debió renunciarel 8 de mayo pasado, y varios ministrostambién están bajo sospecha.

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    6NUEVA  SOCIEDAD 258Edelberto Torres Rivas

    En la organización no hubo prepara-tivos previos, ni instructivos que ase-

    guraran que este acto de masas fueraextraordinariamente ordenado y sinactos de violencia, en un país con altísi-mas tasas de criminalidad y en una lo-calidad –Ciudad de Guatemala– que esuno de los núcleos urbanos más crimi-nógenos de América Latina. No hubooradores ni tribunas ni distribuciónde propaganda política. Las consignas

    convocantes fueron breves y directas:la denuncia contra formas extremasde una corrupción extendida entre lasaltas autoridades que ha saqueado losrecursos públicos, el castigo de los res-ponsables y la reapropiación de los

     bienes por el Estado. Como puede ad-vertirse, entre las numerosas formasde protesta abundaron las demandas de

    orden moral y político, que son las quemás vienen movilizando a la ciudada-nía. Es tanto el hartazgo por el desor-den y la ilegalidad social que la crisisha sensibilizado sobre todo a la juven-tud, lo que explica en parte su disposi-ción para la movilización social.

    La movilización de las masas urbanascontinuó en las semanas siguientes.Decenas de miles de ciudadanos mar-charon hacia la Plaza de la Constitu-ción el 16 de mayo, haciendo un totalde unas 60.000 personas, a las que sesuman unos 15.000 manifestantes enel interior del país1; el 30 de mayo des-laron más de 30.000 personas y el

    11 de junio unas 20.000 en la ciudady otras 10.000 en tres ciudades de de-partamentos del país.

    Las movilizaciones parecieron tan or-ganizadas a pesar de su espontanei-

    dad y golpearon tan fuerte, que huboal inicio la sospecha de un plan sub-versivo de largo aliento. Pero ¿por quédecimos que la crisis se «deslizó»?La crisis, de hecho, venía conden-sándose en los pliegues de la socie-dad, existía como profundo malestarciudadano que se rumiaba todos losdías, un hartazgo frente al desorden

    de la conducta de la elite guberna-mental y sus socios económicos, po-líticos y militares. No decimos que lacrisis «estalló», porque nadie estabaemocionalmente preparado para po-nerse de pie y pelear.

    El régimen se encuentra enredado ennumerosos escándalos y acumulación

    de descréditos, por lo cual se deslegiti-ma todos los días. Desde que el Minis-terio Público y la Comisión Internacio-nal contra la Impunidad en Guatemala(cicig)2  desarticularon el 14 de abril

    1. Se pueden ver imágenes de las movilizacio-nes en YouTube, .2. Este organismo fue creado a nes de 2006 pormedio del acuerdo rmado entre la Organiza-ción de las Naciones Unidas (onu) y el gobier-no de Guatemala. Tras la Opinión Consultivafavorable de la Corte de Constitucionalidad, fueraticado por el Congreso. Se trata, tal como selo ha denido, de «un órgano independiente decarácter internacional, cuya nalidad es apoyaral Ministerio Público, la Policía Nacional Civil ya otras instituciones del Estado tanto en la inves-tigación de los delitos cometidos por integrantesde los cuerpos ilegales de seguridad y aparatosclandestinos de seguridad, como en general en

    las acciones que tiendan al desmantelamiento deestos grupos». «Acuerdo de creación de la cicig»,12 de diciembre de 2006, disponible en .

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    de este año la red criminal que se de-dicaba a la defraudación aduanera,

    han pasado tres meses y varios es-cándalos más agudizan la crisis delgobierno. Ese día fueron capturadosCarlos Muñoz y Omar Franco, jefe yex-jefe de la Superintendencia de Ad-ministración Tributaria (sat), juntocon 12 cómplices. El presunto cabeci-lla de la banda resultó ser Juan CarlosMonzón, secretario privado de la vi-

    cepresidenta Baldetti, quien por esosdías se encontraba de viaje con ellaen Corea del Sur, donde la funciona-ria recibió un doctorado honoris causa en la Universidad Católica de Daegu«por su labor social». El 8 de mayo,después de ser responsabilizada de lafuga de Monzón y de mentir sobre lafecha de su regreso a Guatemala, ya

    en medio de un escándalo mediático,la vicepresidenta nalmente renun-ció, mientras en el Congreso avanza-

     ba un antejuicio en su contra3.

    La maldición del escándalo que per-sigue a la política en estos días estabaactiva trazando un oscuro horizonte:

    el 20 de mayo, el Ministerio Público yla cicig  denunciaron la existencia deun contrato fraudulento rmado en-tre el Instituto Guatemalteco de Segu-ridad Social y la Droguería pisa , quedaba servicios médicos al Instituto: lasaparentes irregularidades involucranla muerte de unos 17 pacientes rena-les4. El principal encausado es el presi-

    dente de la institución, el teniente coro-nel Juan de Dios de la Cruz Rodríguez,estrecho amigo del presidente Pérez.

    Esta estructura criminal se habría re-partido 16% del contrato de 116 mi-

    llones de quetzales (15,2 millones dedólares estadounidenses). Los direc-tivos del Instituto (incluidos el pre-sidente del Banco de Guatemala, elrepresentante de las Cámaras Empre-sariales y la delegada de los sindica-tos) están procesados y en la cárcel,lo que ha motivado la protesta de losmedios empresariales.

    Adicionalmente, el 10 de junio la Cor-te Suprema de Justicia dio paso a lasolicitud de antejuicio planteada porel diputado Amílcar Pop, quien acusóal presidente de cometer varios deli-tos en el manejo de los casos anterio-res. El Congreso nombró por sorteouna comisión para investigar a PérezMolina, encabezada por el diputadoBaudilio Hichos, quien a su vez fueacusado de operar una red de nepo-tismo en una zona oriental del país ycontra quien accionó la Fiscalía, porlo que Hichos debió renunciar a la di-rección de la Comisión.

    El día 24 de junio, el Ministerio Públi-co y la cicig denunciaron la existenciade una red de jefes de la Policía Na-cional Civil que desde esa instituciónhacían negocios con siete «empresasde cartón». En el periodo denunciado

    3. V. Ximena Enríquez: «5 verdades ocultas so- bre el viaje de Baldetti a Corea» en Contrapoder ,11/5/2015, disponible en .4. V. «Los detalles del caso igss-Pisa» en Siglo21 , 20/5/2005.

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    8NUEVA  SOCIEDAD 258Edelberto Torres Rivas

    habrían ganado unos 65 millones dequetzales (8,5 millones de dólares).

    No obstante, la corrupción en la po-licía constituye un capítulo más en ladescomposición del Estado. Noticiassimilares las hay todas las semanas,a punto tal que la capacidad de es-cándalo se va reduciendo. La corrup-ción es solo un síntoma de sociedadescomo la guatemalteca, movidas por laatracción irrefrenable del dinero fácil.

    Con las evidencias proporcionadaspor la cicig en el Congreso, se ha lle-gado al límite de la pobreza moral enla búsqueda del dinero. El presidentedel Congreso en 2014, Pedro Muadi,un importante empresario, fue acu-sado de apropiarse de un porcentajedel salario mensual que pagaba a ungrupo de trabajadores: los centavos

    que les robaba eran depositados en sucuenta personal y estos habrían su-mado unos 630.000 quetzales (82.000dólares) en un corto periodo. La cifraes insignicante si se la compara conlas acumuladas en otros negocios ilí-citos, pero su origen revela la voraci-dad de estos políticos-empresarios.

    ■ La crisis y el Estado

    La nota crítica de las protestas gua-temaltecas ha sido la exigencia de larenuncia de todos los delincuentes,con el Presidente de la República y sucohorte a la cabeza; y esta capacidadde exigir la defenestración de las más

    altas autoridades del país ya es en símisma una situación de conicto. Enel orden previsto constitucionalmente,

    esa petición altera el ciclo natural dela vida política y, por sus efectos, pro-

    duciría una ruptura de la legalidad.Nos movemos en un espacio legal yconstitucional que nadie quiere que sedebilite, lo cual es inevitable que suce-da si se produce el acto de renuncia.

    El punto de arranque es considerarlos sistemas sociales en términos de«equilibrio homeostático»; como ta-

    les, se mantienen cuando demandasy respuestas se producen conservan-do la normalidad, que puede ser lapaz o la ausencia de conictos. Perotoda sociedad está en equilibrio preca-rio cuando sus demandas no tienen co-rrespondencia con las respuestas des-de el Estado. Los desequilibrios que seproducen son disfunciones que afectan

    las variables fundamentales del equili- brio, es decir, los valores de la sociedad.

    Los numerosos actos de corrupciónocurridos en medio de escándaloshan sido parte de un proceso que seplanteó en el interior de una socie-dad con síntomas de anarquía, con

    permanente violación de sus valoresy principios. A los fenómenos políti-cos se suman procesos de descompo-sición social y personal: una agendade crímenes tales como repugnantesactos de pedolia intrafamiliar, ma-dres que matan a golpes a sus hijos,hijos que incineran a sus madres, mu-

     jeres destrozadas con odio misógino,

    5.000 extorsiones denunciadas pormes, un promedio de 15 homicidiosdiarios, linchamientos y muchísimos

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    actos criminales que se originan des-de la sociedad. Todo esto transgura

    a esta sociedad contra el Estado. Tó-mese nota, hablamos de corrupcióncomo acciones contra el Estado, peroen su interior. Y criminalidad desdela sociedad y contra el Estado, pero ensu exterior. Lo más siniestro de esterumbo del malvivir en la ilegalidades la criminalidad de las maras, quese han vuelto decenas de miles. ¿La

     juventud enemiga del Estado?

    La operación intelectual mediante lacual los investigadores de las revolu-ciones modernas hacen de las crisisobjetos de estudio consiste en consi-derar la realidad social dividida endos bloques: los factores objetivos ylos subjetivos. Los factores objetivos

    corresponden a lo que parece proce-der de determinismos sociales fuer-tes, lo que escapa al dominio de losactores, mientras que los factores sub-

     jetivos, por el contrario, correspondena la actividad de las organizaciones, asu orientación consciente, a los objeti-vos que los actores se proponen. Y en

    el caso guatemalteco, el desequilibrioen el interior de la estructura de po-der del gobierno aumentó con la ac-ción de los sectores populares.

    El fuerte desequilibrio social que fuevolviendo difícil la vida de los guate-maltecos fue la profunda sensaciónde un malestar peligroso que con el

    gobierno de Pérez Molina no hizomás que aumentar. Para la población,ha resultado irritante que el régimen

    encabezado por un general contrain-surgente y un grupo de ociales con

    entrenamiento en el exterior fuera in-capaz de integrar y ordenar la socie-dad; y por el contrario, que fuera tanfácil de corromper y se dejara tentarcon el mal uso de los recursos del país.

    Fue una deslegitimación de la autori-dad del Estado, pero ha sido tambiénla suma de los factores de inseguri-

    dad, de una violencia que penetra enel fuero personal de manera crecien-te, de la pobreza y las desigualdades,y aún peor, el saqueo de los recursospúblicos por parte de las altas autori-dades políticas, policíacas y militaresdel país. Hay fenómenos o procesossociales que conducen o pueden con-ducir a rupturas en el funcionamien-

    to de las instituciones políticas, nonecesariamente legítimas, propias deun sistema social, y que parecen ame-nazar la persistencia de estas institu-ciones. Los desequilibrios políticos, sison de largo plazo, constituyen sínto-mas críticos mayores.

    ■La muerte en la calle

    El pasado reciente de la vida políticaguatemalteca quedó ferozmente sur-cado por lo que se llamó con razonadahipocresía el «conicto armado inter-no»,  una modalidad desequilibradade guerra civil entre una minúsculafuerza guerrillera y un ejército na-

    cional bien entrenado para el juegode la contrainsurgencia. El conictoarmado fue más bien una política de

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    represión antipopular que en el trans-curso de dos décadas provocó más

    de 100.000 muertos y desaparecidos,una cifra similar de refugiados y des-plazados y otras expresiones de des-trucción humana y material. En esaépoca, las luchas por la democraciafueron consideradas por las autori-dades anticomunistas formas extre-mistas de organización, y el uso de lafuerza aumentó. Esos recuerdos están

    presentes en las movilizaciones entrelas personas de mayor edad. La cultu-ra política guatemalteca quedó mar-cada por las dicultades para el diá-logo y la pronta escalada del conictopara resolver diferencias. La implan-tación de la democracia electoral en1986 y la Constitución correspondien-te permitieron pasos sucesivos en la

     búsqueda de la convivencia ciudada-na; otro paso decisivo fue la aproba-ción de los Acuerdos de Paz, que pesea las dicultades que tuvieron en sudivulgación y apropiación por partedel gran público, estimularon la cul-tura democrática en el país.

    Pero las marchas de protesta trajeronel recuerdo obligado del conicto ar-mado, porque las relaciones socialesde la población quedaron lastimadaspor la violencia, y las redes de soli-daridad y de conanza todavía noalcanzan a restañar las heridas de lavida social. En el marco de estos an-tecedentes históricos, las convocato-

    rias a la movilización popular quese vienen haciendo entre abril y ju-nio de este año inicialmente desper-

    taron temor. Con toda razón, la genterecuerda que ninguna manifestación

    popular, independientemente de sutamaño, fue permitida en el pasado.La relativa libertad con que hoy en díase demanda al gobierno aparece comouna novedosa prueba del respeto a losderechos políticos de la ciudadanía.

    Durante mucho tiempo, con o sin per-miso policial, no hubo desle, mani-

    festación o movimiento de masas queno terminara con violencia o hastacon la muerte de uno o muchos de losasistentes. Tampoco hubo reconoci-miento ocial de los atropellos homi-cidas, y jamás se supo de algún cas-tigo o sentencia para los numerososvictimarios. Desde entonces se prac-tica la impunidad. Es este un capítu-

    lo olvidado de la historia del desen-freno militar, del abuso permanentedel monopolio de la violencia, legíti-ma o no; es difícil que la injusticia serealice como un hecho legítimo, o quela justicia sea compatible con la vio-lencia. Los rasgos delictuales guardanel relación con lo que la ley prescribe

    como tal.

    Entonces, las protestas populares connalidades políticas fueron dejadasde lado por un tiempo porque no erancompatibles en el clima del conictoarmado interno. Las muertes en la ca-lle fueron sustituidas en el país de los100.000 muertos por luchas en la mon-

    taña o por las matanzas en el mediorural con intenciones genocidas. Perola juventud que en este 2015 libra su

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    propia batalla ya no tiene en su me-moria lo que ocurrió en los años 80

    del siglo pasado; hay una cierta igno-rancia de ello entre la generación delos Acuerdos de Paz. Como se planteaen la parte nal del texto, las diferen-cias se explican no solo por la edad,sino también por los estratos socialesde pertenencia.

    Las experiencias mortales en las pro-

    testas fueron muchas. Recordemosalgunas. Una manifestación pacícade gente variada encabezada por ungrupo de estudiantes universitarios,el 25 de junio de 1956, fue detenidapor un destacamento militar en ple-no centro urbano, en la popular esqui-na del Teatro Lux y la calle 11. Fueronametrallados, con un saldo de cin-

    co muertos y 37 heridos y más deun centenar de detenidos. A su tur-no, las llamadas Jornadas de Marzoy Abril (1962)  fueron la materializa-ción del rencor y del resentimiento deuna generación reprimida con la caí-da de Jacobo Arbenz5. El régimen deMiguel Ydígoras Fuentes (1958-1963)

    también reaccionó con violencia fren-te a manifestaciones de estudiantesde secundaria y de la universidad. Lamovilización popular, con paros deltransporte público, del sistema esco-lar y de algunos servicios sociales, seprolongó por varias semanas entremarzo y abril de 1962 y contó más de40 jóvenes muertos, una centena de

    heridos y de detenidos. Por esos añosse vivían los prolegómenos de lo quesería la guerra civil. En efecto, entre

    1965 y 1967 se desarrolló en el país loque se conoce como el primer foco

    guerrillero. El desle tradicional del1o  de mayo, que reunía a organiza-ciones de obreros y campesinos, fuesiempre reprimido, pero nunca comoen el año 1980. Ese año, la concentra-ción de los trabajadores fue salvaje-mente atacada, como si se tratara deuna acción de guerra; nunca se supoel número exacto de muertos y he-

    ridos, pero se dice que fueron másde 30 personas que manifestaban ytambién del público.

    Las últimas expresiones de descon-tento de masas reprimidas con vio-lencia ocurrieron en el momento másrepresivo de la dictadura del generalRomeo Lucas García (1978-1982). Casi

    todas ellas fueron desles fúnebres,en la Alameda que conduce al cemen-terio general, con ocasión del entierrode guras políticas asesinadas, comoOliverio Castañeda, Alberto FuentesMohr, Manuel Colom Argueta y va-rios más. Era un pueblo que protes-taba por la muerte de personalidades

    nacionales, ya sin objetivos políticosprecisos; gente que deslaba comoexpresión de dolor y de repudio, pa-ralizada con balazos indiscrimina-dos. Esa fue la manera contrainsur-gente de poner orden en la calle, en laplaza, en el foro.

    5. Presidente entre 1951 y 1954. Fue acusadode comunista por sus políticas de reformas yderrocado en un golpe apoyado por EstadosUnidos y la United Fruit Company.

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    ■ Corrupción y crisis versión 2015

    Los actos de corrupción son variados,múltiples, estremecedores: médicosque venden el servicio de camas enhospitales públicos, venta de tesis aca-démicas, contrabando de toda mer-cancía imaginable, venta de niños,de derechos de exploración de tierra,funcionarios que venden servicioso pagan sobrevalores para dejarse la

    diferencia... Como puede verse, la co-rrupción no solo la practican las altasautoridades, sino también las media-nas, las pequeñas, casi todos. Esta esuna sociedad que viene enferma des-pués de tanta violencia de guerra. Esun síntoma de lo que le sucede a unasociedad cuando se han debilitado losrecursos socializadores del orden, la

    moralidad, el respeto y la lealtad. Unarazón anómica explica que muchoscometan actos de corrupción porquesaben que es una fuente de ingresoso benecios.

    Un recuento incompleto de actores co-rruptos se ofreció páginas atrás; aho-ra agreguemos otros. A mediados de2012, el reo acusado por la muerte demonseñor Juan Gerardi en 1998, capi-tán Byron Lima, condenado a 20 añosde prisión, se convirtió con la ayuda delos altos funcionarios del sistema pe-nitenciario en jefe de una estructurailegal en las cárceles, que vendía losmejores sitios, comodidades, salidas

    ilegales, visitas, traslados y varios ti-pos de favores apreciados por los pre-sos con recursos para pagarlos. En

    la red, supuestamente estaba invo-lucrado el titular de la Dirección Ge-

    neral del Sistema Penitenciario, Éd-gar Camargo. Según la investigación,la principal actividad delictiva delgrupo era la transferencia de presosde un penal a otro, y por cada uno delos traslados Camargo cobraba unos6.000 dólares6.

    Byron Lima ganó así muchísimo di-

    nero durante varios años, hasta quela cadena criminal se volvió tan pú-

     blica y onerosa que sus miembros fue-ron denunciados, los más importantesfueron destituidos, Lima perdonado ypuesto en su lugar; el escándalo tuvoconexiones con el ministro de Goberna-ción, jueces, empresarios y la propiaPresidencia de la República. ¿Fingi-

    mos sorpresa? Con tantos y tan des-proporcionados delitos, a nadie pasadesapercibido que los negocios ilega-les realizados a la sombra del gobier-no terminan haciéndose evidentes.

    Ya mencionamos la cadena criminalque existía en la sat y el sistema de

    aduanas, donde hubo fraude scal yrobo de los impuestos que los impor-tadores pagaban, además de permi-tirse el paso de toneladas de estupe-facientes. En este y otros actos ilegaleshabría estado vinculada la vicepresi-denta de la República. Contra ella fuetambién la manifestación del 25 de

    6. V. Leire Ventas: «Byron Lima, el presomás poderoso de Guatemala» en BBC  Mundo ,17/9/2014.

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    abril, que reclamó su renuncia y la desu equipo, e incluso la del presiden-

    te Pérez y buena parte de su gabinete,además de que el gobierno «devuelvatodo lo que se robó». Y el movimien-to #RenunciaYa continuó movilizán-dose. Aún no se ha podido capturar ados de los supuestos responsables deestas mencionadas corruptelas, el ca-pitán retirado Monzón y Luis Mendi-zábal, un supuesto intermediario en

    la red de corrupción.

    A este clima de efervescencia y males-tar ciudadano, especialmente en lasuniversidades, se sumaba el ánimocombativo generalizado de grupossociales que, como los campesinos,nunca vieron satisfechas sus deman-das. La complejidad de la coyuntura

    que vive el país queda completa si serecuerda que 2015 es un año electoraly que el 5 de mayo se abrió la cam-paña para los comicios presidencialesdel 6 de septiembre, con todo lo queello signica: la modalidad guatemal-teca de campaña, especialmente dis-pendiosa, ruidosa y reiterativa, que

    está llegando al uso de la violencia ar-mada para ganar espacios, resolverdiferencias y, a veces, hasta para ga-nar votos.

    Los hechos derivados del affaire  Bal-detti –conocido como el caso «La Lí-nea»– profundizaron la ya aguda cri-sis del régimen con la renuncia de

    varios ministros, incluido el de Go- bernación, coronel Mauricio Lima Bo-nilla. Cabe destacar también la dimi-

    sión del ministro de Energía y Minas,Érick Archila, quien, como Baldetti,

    era investigado por una comisión delCongreso tras un supuesto caso de co-rrupción por la sobrevaloración de ad-

     judicaciones hidroeléctricas. Adicio-nalmente, tras la denuncia de la cicig de los hechos de corrupción ocasiona-dos en el Instituto Guatemalteco de Se-guridad Social, fue detenida la JuntaDirectiva del Instituto, acusada de ma-

    nejo criminal de medicinas destinadasa enfermedades renales.

    De este modo, el mandatario dere-chista vio debilitarse su poder, a loque se agrega una solicitud de ante-

     juicio que, pospuesta por un amparo,se reactivará en los próximos días, loque podría colocarlo en la condición

    de perseguido penal. De hecho, PérezMolina es un presidente que ya no go-

     bierna y mantiene una condición deaislamiento a la espera de que termi-ne su periodo constitucional.

    Estamos viviendo una profunda cri-sis de gobierno en paralelo a la falta

    de democracia. El Poder Ejecutivo haperdido autoridad. Uno de los pro- blemas de la crisis está vinculado ala inestabilidad, que tiene muchasfases, de las cuales la más importan-te son los desequilibrios que presen-tan los partidos políticos y el sistemaelectoral. El régimen de Pérez Molinase apoyó en un partido articial –el

    Partido Patriota–, minoritario y obli-gado a transar con pequeños grupos.En el Congreso aceptó legislar con el

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    principal partido de la oposición. Lavacancia de la Vicepresidencia tuvo

    un remedio falaz: fue nombrado parael cargo el abogado Alejandro Maldo-nado Aguirre, magistrado de la Cortede Constitucionalidad y ex-adherentedel Movimiento de Liberación Nacio-nal, un partido violentamente antico-munista y de extrema derecha.

    Por todo esto, el régimen ha perdido

    toda legitimidad. En el caso de unademocracia, la creencia en su legiti-midad por parte de una mayoría dela población o una mayoría del elec-torado es insuciente para su estabi-lidad. El apoyo popular al ocialismoha desaparecido, el Partido Patriotasobrevive en un medio electoral quele es adverso, la simpatía por Pérez

    ha caído en las encuestas. La legiti-midad se erosiona pero resulta difícilcomprobarlo.

    Un gobierno legítimo es el que se con-sidera menos malo que otras formasde gobierno7. La corrupción producemal gobierno, ya sea porque aumentalas trabas burocráticas o porque di-culta el funcionamiento estatal. La ex-periencia de Guatemala está a la vista:el colapso del sistema de salud y espe-cialmente el drama de los hospitales,el retraso en la educación, el deplora-

     ble estado de las escuelas, el descuidofrente a los problemas de la naturale-za, el rezago vergonzoso de la cultu-

    ra. Y como sucede siempre, si el Estadofunciona mal, no perjudica precisa-mente a los poderosos.

    ■ A modo de cierre

    Todos los hechos descritos anterior-mente sugieren la sospecha de queGuatemala puede estar dejando deser una democracia. La crisis políti-ca afecta las estructuras de autoridad,por lo que esta es ya una crisis de Es-tado: el rasgo más importante son lasfracturas sucesivas que erosionan elpoder. Entre la gente común se viven

    situaciones anómicas. El presidentede la República está penalmente acu-sado y pendiente del antejuicio quepermita el proceso. De hecho, la pre-sidencia de Pérez es solo el ejerciciode rasgos formales suyos y de variosfuncionarios; el nivel de ilegitimidadque ha acumulado le impide gober-nar, salvo las rmas protocolares. El

    vicepresidente decidió mantener un bajo perl, todo lo contrario de Bal-detti, cuya actuación pública super-lativa le ganó también envidias. ElPoder Legislativo no funciona desdehace dos años; en 2014 un partido deoposición interpeló a dos ministrosdurante 11 meses; en 2015 solo hubodos reuniones, una para aprobar a lascarreras el proyecto de presupuestoanual de ingresos y gastos. Las nan-zas colapsaron hace cuatro meses yno se conoce la capacidad de recauda-ción en los últimos meses de este año(2015). El sistema judicial funcionacontradictoriamente, y los aciertos deinvestigación penal son el resultado

    7. Juan J. Linz: La quiebra de las democracias ,Alianza, Madrid, 1993, p. 41 y ss.

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    de la actividad de cicig , cuya funciónse relata líneas arriba. El ejército se

    mantiene inmóvil, leal, pero con supoder de veto activo.

    La campaña electoral puede estar pro- bando los síntomas adversos de unademocracia. Se desarrolla una campa-ña maniatada por parte de la principalfuerza política del país: el Partido Li-

     bertad Democrática Renovada (lider),

    que dirige Manuel Baldizón. Es el vir-tual ganador. En Guatemala gana elque tiene más dinero. El segundo lu-gar lo tiene Unidad Nacional de la Es-peranza (une), partido que vive unaextraña paradoja: se dice que no pue-de ganar porque tiene 12% de votos asu favor y 25% de personas que no vo-tarían nunca por la candidata Sandra

    Torres. Si se mantiene ese número de«antivotos», se podría tener una sin-gular experiencia.

    Pero hoy la oposición política adqui-rió algunos rasgos novedosos: no laencarnan los partidos políticos sinolas movilizaciones populares que exi-

    gen la renuncia de los responsables asus cargos de gobierno y el castigo alos corruptos. La demanda mayor esla reconstitución del Estado demo-crático y de sus instituciones. No sehan planteado demandas antisistémi-cas, rupturistas; es decir, la oposiciónse mueve en el marco del orden «de-

    mocrático burgués» y lo que unica alos diferentes grupos es la demanda

    de modernización y reforma del Esta-do. El conjunto de reclamos sociales ypolíticos apunta a posiciones de cla-se media, conservadora o reformista.Hay moderación en la visión de lo quese combate y lo que se pide, y no seescuchan demandas antioligárquicasen la defensa de la justicia social, porla tierra, en favor de los pobres. Esa iz-

    quierda que hablaba un lenguaje radi-cal hoy no existe en Guatemala.

    El bagaje teórico o ideológico de clase,que otrora servía para elaborar las de-mandas revolucionarias, ha sido susti-tuido por demandas reformistas pro-venientes de sectores medios urbanosmoderados, que articulan una prosa

    controlada. A esta clase media modo-sa no le gusta la corrupción; a veces setiene la sospecha de que vive un mo-ralismo de oportunidad; ha habidomomentos en que no es con los va-lores éticos sino con los políticos conlos que se debe combatir al gobierno.La lucha no es contra los malos sinocontra fracciones de la burguesía quesiempre corrompieron a la sociedad.La caída del general Pérez ocurrirápronto. Solo buscamos que las clasesmedias se mantengan de pie para po-der reconstruir la democracia; eso noes cuestión de moral pública sino deintereses de clase.

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    La democracia argentina tiene yamás de 30 años de edad (si fuera

    una ciudadana, no solo estaría habilita-da para votar, sino que ya podría ser,por ejemplo, candidata a senadora se-gún la legislación nacional). A los ar-gentinos que nacimos a la concienciapolítica en los años de la transición,esta fecha no puede sino emocionar-nos: no faltaron momentos en los quealcanzar semejante hito parecía impo-sible. Pero la que fuera en 1983 una

     joven y dubitativa democracia ha pro- bado ser más resiliente de lo que mu-chos pensaban en los años de la «pri-mavera» alfonsinista: ha persistido apesar de tres episodios de insubordi-nación militar, varias crisis económi-cas graves, un número incontable degraves conictos sociales y una crisispolítica en 2002 que se llevó a cinco pre-sidentes en dos semanas. Hace 30 años,hubiéramos pensado que vivir en unrégimen democrático con elecciones

    Argentina: del bipartidismo

    a la «democracia peronista»MARÍA ESPERANZA CASULLO

    Luego de la crisis de 2001 se popularizó en Argentina la tesis

    de la «disolución del sistema de partidos». No obstante, mediante

    el análisis de datos electorales, puede demostrarse que la

    respuesta del sistema de partidos argentino a la crisis fue asimétrica:

    mientras que el campo no peronista nunca pudo recuperarsedel impacto, el peronismo no solo se recuperó, sino que hoy

    aparece como hegemónico en la política nacional. Las elecciones

    presidenciales de 2015 parecen confirmar esta especial capacidad

    de sobrevida y vuelven a colocar a la fuerza fundada por

    Juan Perón como una de las grandes favoritas.

    ■ COYUNTURA

    María Esperanza Casullo: es politóloga, doctora en Gobierno de la Universidad de Georgetown(Estados Unidos) y profesora de la Universidad Nacional de Río Negro (Argentina). Publicó artícu-los y capítulos sobre teoría de la democracia, populismo latinoamericano y peronismo. Colaborahabitualmente en publicaciones especializadas como El Estadista y Nueva Ciudad. Correo electróni-co: .Palabras claves: bipartidismo, democracia, peronismo, Cristina Fernández de Kirchner, Argentina.

    Nota: este artículo surgió de la conferencia «Argentina Today and Tomorrow: Prospects andChallenges», celebrada en el Center for Latin American Studies de la Brown University el 22 defebrero de este año. La autora agradece a José Itzigsohn, Richard Snyder, Andrés Malamud yErnesto Calvo por sus aportes y comentarios.

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    limpias y libres y sin amenazas auto-ritarias era un logro en sí mismo; hoy,

    sin embargo, sabemos que estos crite-rios minimalistas no son sucientesy que podemos aspirar no solo a unademocracia, sino a una democraciade buena calidad1. La sola resilien-cia democrática no es poco; pero aunasí, tenemos derecho a esperar másde la democracia.

    ¿Qué clase de democracia tiene Ar-gentina hoy? No existe consenso:ha sido caracterizada como delega-tiva2 , populista3 , hiperpresidencialis-ta4 , y la lista puede seguir. La pers-pectiva de este artículo es más simpley no aspira a encontrar un único ad-

     jetivo que describa la totalidad de lapráctica democrática nacional desdeun ángulo normativo. Emplearemosaquí un enfoque más modesto e in-ductivo. Sean cuales fueren sus falen-cias, los analistas coinciden en que laselecciones argentinas han sido acep-tablemente limpias, libres y represen-tativas, con una tasa de participaciónelectoral que supera rutinariamente

    el 70%. Partiendo de esa base, lo quesigue es un ejercicio estrictamenteempírico que se centrará en el análi-sis de los datos de elecciones naciona-les que son de acceso universal. Conesta perspectiva, la respuesta a la pre-gunta «¿qué tipo de democracia tienela Argentina?» es simple: si miramoslos números electorales agregados en

    el nivel nacional, la democracia ar-gentina es, ante todo, una democra-cia peronista.

    ■ La crisis de los partidos…

    ¿la crisis de los partidos?

    Un contraargumento posible es quela democracia argentina no puede serperonista porque en nuestro país lospartidos están en crisis y, mientras lademocracia parece fortalecerse en eltiempo, sus partidos políticos se de-

     bilitan. Tal crisis en relación con lospartidos fue la vedette analítica entre

    2001 y 20025; sin embargo, y habiendoya transcurrido diez años de ese mo-mento, podemos ver que la tan menta-da «crisis de representación»6 no afectóni afecta a todo el sistema de partidos,sino solo a la mitad no peronista del es-pectro. La mitad peronista no solo noestá en crisis, sino que, en cuanto a can-tidad de votos, le va mejor que nunca.

    Veamos los datos. En 1983 Argentinareingresó en la vida democrática con

    1. Guillermo O’Donnell, Osvaldo Iazzetta yHugo Quiroga: Democracia delegativa , Prome-teo, Buenos Aires, 2011.2. Ibíd.3. Ernesto Laclau: La razón populista , Fondo deCultura Económica, Buenos Aires, 2005.4. Alberto Castells: «La institución presiden-cial en el sistema político argentino» en Re-vista Electrónica del Instituto de InvestigacionesAmbrosio L. Gioja año vi  No 9, 2012.5. Juan Carlos Torre: «Los huérfanos de la polí -tica de partidos. Sobre los alcances y la natura-leza de la crisis de representación partidaria»en Desarrollo Económico vol. 42 No 42, 2003; Er-nesto Calvo y Marcelo Escolar: La nueva políticade partidos en Argentina. Crisis política, realinea-mientos partidarios y reforma electoral , Prometeo,Buenos Aires, 2005.6. Marcelo Cavarozzi y M.E. Casullo: «Los par-tidos políticos en América Latina hoy: ¿con-

    solidación o crisis?» en M. Cavarozzi y JuanManuel Abal Medina: El asedio a la política: los partidos latinoamericanos en la era neoliberal ,Homo Sapiens, Rosario, 2002.

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    un sistema casi perfectamente bipar-tidista, dominado por la Unión CívicaRadical (ucr) y el Partido Justicialista

    (pj , peronista).

    En la elección de 1983 compitieron losdos partidos tradicionales de Argenti-na (pj y ucr), más una tercera fuerza,el Partido Intransigente (pi , nacionalis-ta de izquierda). El claro –aunque paraalgunos inesperado– ganador de esaselecciones fue el radical Raúl Alfon-

    sín, del ala «socialdemocratizada» desu partido, con más de 50% de los vo-tos. El peronismo, aunque fue derro-tado, obtuvo sin embargo un robusto40,61% de los votos para presidente.Todas las otras fórmulas combina-das consiguieron algo menos de 9%.La Cámara de Diputados resultante

    de esas elecciones quedó dividida enuna clara mayoría y una clara mino-ría, más un puñado de parlamentariosde los partidos minoritarios (en eseentonces, los senadores eran elegidospor las legislaturas provinciales y nopor voto directo).

    La naturaleza bipartidista del siste-

    ma político argentino parecía tan fuer-te que resistió inclusive los efectos dela hiperinación de 1989. La insatisfac-

    ción con la incapacidad del gobiernode Alfonsín para resolver la crisis eco-nómica se tradujo en su renuncia y en

    elecciones anticipadas, pero aun enplena crisis el radicalismo pudo con-servar una buena porción de los vo-tos: Eduardo Angeloz, del ala dere-cha del partido, obtuvo 37% de lossufragios, mientras el peronista Car-los Menem ganaba las elecciones con47%. La situación no parecía catastró-ca para la ucr y los analistas podían

    esperar que, luego de cierto tiempo, elmás antiguo partido argentino, funda-do en 1891, pudiera renovarse y renacerde sus cenizas, como ya lo había hechoen otros momentos de su larga historia.Sin embargo, los datos electorales nosmuestran que el sistema de partidos ar-gentino cambió de forma más duradera

    en la década de 1990.

    El quiebre del bipartidismo se produ- jo en 1995. En la elección presidencialde ese año, la ucr obtuvo menos votosque en el crítico 1989, cuando se votódurante una crisis hiperinacionaria.Claramente, la decisión de Alfonsínde ser cormante de la propuesta de

    reforma constitucional de Menem en1994 (mediante el denominado «Pactode Olivos») tuvo efectos catastrócos

    Cuadro 1

    Fuente: «Atlas de elecciones» en Blog de Andy Tow , .

    Argentina: resultados de las elecciones nacionales, 1983

      UCR  PJ  Otros

    Presidente (porcentaje de votos) 51,75 40,16 7,92

    Diputados (bancas conseguidas) 129 111 14

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    19   COYUNTURA  Argentina: del bipartidismo a la «democracia peronista»

    sobre el atractivo electoral del centena-rio partido. Un nuevo agrupamiento

    de centroizquierda, el Frente País Soli-dario (Frepaso) fue el segundo más vo-tado en 1995, con casi 30% de los sufra-gios. Es decir, su buena performancepuede explicarse casi completamen-te por los votos perdidos por la ucr más los eventuales votantes del pi y al-gunos peronistas desencantados (unode los principales líderes del Frepaso,

    Carlos «Chacho» Álvarez, abandonóel peronismo en los años 90 en oposi-ción al giro neoliberal del partido fun-dado por Juan Perón). A partir de estaelección, la ucr  ya no podría nuncamás ganar una elección presidencialsin aliados.

    Así comenzó la no tan larga agonía de

    la Argentina bipartidista. En 1999 fueposible engañarse con respecto a estenal, dado que Fernando de la Rúa,un candidato radical, derrotó al pe-ronista Eduardo Duhalde. Pero aunasí la ucr nunca recuperó su preemi-nencia. Para comenzar, quien ganó laselecciones no fue la ucr, sino una coa-

    lición entre la ucr y el Frepaso deno-minada Alianza por el Trabajo, la Jus-ticia y la Educación. Pero la Alianzademostró ser extremadamente frá-gil. Una vez en el gobierno, creó unacompleja estructura de capas parti-darias para el reparto de las ocinasdel Estado entre los dos partidos (si elmando de un ministerio era «dado» a

    un miembro de un partido, sus secre-tarios de Estado eran del otro, y asísucesivamente), y de esta forma, la es-

    tructura burocrática resultante nuncapudo funcionar de manera unicada.

    Finalmente, la mayor muestra de lafragilidad de la coalición fue el con-icto entre el presidente De la Rúa yel vicepresidente «Chacho» Álvarez,que precipitó el n de la Alianza (ypoco después, del gobierno).

    La renuncia anticipada de De la Rúa yla profunda crisis socioeconómica que

    la enmarcó tuvieron un impacto enor-me en el sistema de partidos. El Zeit-

     gest dominante se resumía en la frase«que se vayan todos»: cinco presiden-tes se sucedieron en el tiempo récordde quince días. En la elección presi-dencial de 2003 compitió un númeroinusitado de siete aspirantes a la Pre-sidencia. Tres de los candidatos pro-

    venían del peronismo (Carlos Menem,Néstor Kirchner y Adolfo RodríguezSaá) y tres tenían origen en la ucr (Leopoldo Moreau, que compitió conla clásica Lista 3 radical, Elisa Carrió–en ese entonces de centroizquierda–y Ricardo López Murphy –centrode-recha–). El candidato que obtuvo más

    votos fue Menem, con 24%, a pesarde lo cual el ex-presidente decidió noparticipar en la segunda ronda elec-toral dado que las encuestas lo dabanseguro perdedor por amplia diferen-cia. La ucr  obtuvo solamente 2,35%,su menor cosecha desde 1983… y lostres postulantes peronistas sumaroncasi 60%. El eventual triunfador, el pe-

    ronista Néstor Kirchner, gobernadorde la patagónica provincia de SantaCruz, ganó por fuera del justicialismo

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    el no peronismo9. A pesar de la debi-lidad de su institucionalización parti-

    daria (o tal vez a causa de ella misma),el peronismo es capaz de generar pa-trones bastante estables de prácticaspolíticas; como veremos, sin dependersolamente de los mecanismos partida-rios para generar representación y au-toridad política.

    ■ Pero… ¿qué es el peronismo?

    Si no es estrictamente un partido polí-tico, se preguntará el lector, ¿qué es elperonismo? El peronismo no es solo unpartido porque es más que un partido.Es una desorganización organizada10 o un partido-máquina populista11 queha demostrado una sorprendente per-durabilidad y productividad política.

    Es una identidad política hegemóni-ca12 y también una cultura política13. Ytambién, sin duda, es otras cosas más.Discutiré, de manera bastante dogmá-tica dada la extensión del artículo, cua-tro de sus características que son, a mi

     juicio, de especial importancia.

    Primero, como sostiene María Victoria

    Murillo, «peronismo es ganar»14

    . Noseñalo esto cínica o derogatoriamen-te; no me reero aquí a que el peronis-mo no tenga ideología, o sea solo unamanera de ascender al poder para po-líticos oportunistas, o que gane eleccio-nes en virtud del clientelismo y la ma-nipulación. Las tres cosas son falsas: elperonismo tiene ideología15 , ha sobre-

    vivido a periodos prolongados de pros-cripción y persecución16 , y se ha mante-nido vivo como identidad política aun

    cuando no gobierna y no tiene recursospara distribuir clientelarmente17. Cuan-

    do digo «peronismo es ganar» me re-ero a que el peronismo es la únicaidentidad política en el país que asume

    9. Uso la expresión «identidades políticas» paraseñalar que me reero a algo más amplio quela organización formal de un partido político.Siguiendo a Gerardo Aboy Carlés, deno unaidentidad política como un conjunto de prác-ticas políticas que son capaces de generar, através de un proceso de diferenciación externa

    y homogeneización interna, solidaridades esta- bles capaces a su vez de generar acciones co-lectivas. Una identidad política puede ser insti-tucionalizada en un partido; sin embargo, creomás adecuado usar este término más ampliopara marcar que el peronismo no es estricta-mente un partido político, sino una formaciónde tipo movimientista. G. Aboy Carlés: «Popu-lismo y democracia en la Argentina contempo-ránea. Entre el hegemonismo y la refundación»en Estudios Sociales vol. 28 No 1, 2005.10. Steven Levitsky: «Una ‘des-organizaciónorganizada’: organización informal y persis-

    tencia de estructuras partidarias locales en elperonismo argentino» en Revista de CienciasSociales No 12, 10/2001.11. S. Levitsky y Kenneth M. Roberts: The Re-surgence of the Latin American Left ,  Johns Hop-kins University Press, Baltimore, 2011.12. G. Aboy Carlés: «De lo popular a lo populis-ta o el incierto devenir de la plebs» en G. AboyCarlés, Sebastián Barros y Julián Melo: Lasbrechas del pueblo. Reexiones sobre identidades

     populares y populismo , Universidad Nacional deGeneral Sarmiento, Los Polvorines, 2013.13. Pierre Ostiguy: «Peronism and Anti-Pero-nism: Social-Cultural Bases of Political Identi-ty in Argentina», trabajo presentado en el xxCongreso Internacional de la Asociación deEstudios Latinoamericanos, Guadalajara, 17 a19 de abril de 1997.14. «Victoria Murillo: ‘El gobierno le prestaatención a la opinión pública’» en El estadista ,12/4/2012.15. Susan Stokes: «Perverse Accountability: AFormal Model of Machine Politics with Evi-dence from Argentina» en American PoliticalScience Review vol. 99 No 3, 8/2005.

    16. Daniel James: Resistencia e integración. El pe-ronismo y la clase trabajadora , Siglo xxi , BuenosAires, 2010.17. S. Levitsky: ob. cit.

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    que la ucr tiene, por historia, presen-cia en las universidades pero no en

    los sindicatos, y la izquierda tiene al-gunos sindicatos pero poca organi-zación territorial, el peronismo es elúnico movimiento político que cuentacon presencia en todas las arenas de lavida social: tiene organizaciones en los

     barrios, tiene bancadas en el Congreso,tiene agrupaciones universitarias, tienesindicatos, tiene organizaciones de jó-

    venes. Estas agrupaciones y corrientesson proteicas y descentralizadas y pue-den entrar en tremendos conictos en-tre sí, pero existen. O, como dijo Al-fredo Pucciarelli en una entrevistareciente, «hay una vitalidad en el tra-

     bajo político que no es ideológica sinopolítica y supone que hay antenitasque van captando demandas»20. Este

    carácter enraizado del peronismole permite canalizar demandas desdeabajo hacia arriba: es decir, el peronis-mo genera permanentemente repre-sentación.

    Y cuarto y último, el peronismo esvertical (y verticalista). El peronismo

    está enraizado y desorganizado, perono descentralizado. Al mismo tiem-po que cultural y organizativamentemultiforme, el peronismo es un par-tido-máquina liderado siempre des-de un centro cuyo lema máximo es«El que gana gobierna, el que pierdeacompaña». Este verticalismo permiteque, por ejemplo, los mismos diputa-

    dos y senadores que votaron a favor dela privatización de la petrolera estatalYacimientos Petrolíferos Fiscales (ypf)

    en los años 90 lo hagan con el mismoentusiasmo por su reestatización en

    2012. En las palabras de Andrés Ma-lamud, «el peronismo es una impre-cisión que es precisada por su lideraz-go». Pero cuidado: este verticalismo semantiene en tanto el (o la) líder cuen-te con los votos: para seguir citandofrases de la liturgia anónima peronis-ta, «El peronismo te acompaña hastala puerta del cementerio, no más allá».

    La permanencia en el tiempo de es-tos cuatro principios operativos (quemás que una ideología forman unhabitus , en el sentido que da PierreBourdieu al término), sumada a lafragmentación de los partidos oposi-tores, que o son verticalistas o son en-raizados pero nunca las dos cosas al

    mismo tiempo, han generado que elperonismo no solo no haya disminui-do, sino que haya aumentado su cuo-ta del mercado electoral de 2003 a lafecha. En las elecciones de 2011, si sesuman los votos del fpv con los de losdemás candidatos que se autopresen-taban como peronistas (Alberto Rodrí-

    guez Saá y Duhalde), se encuentra quecasi 70% de los votantes optó por unpostulante peronista. En cambio, si su-mamos el 12% de la ucr con el casi17% del socialista Hermes Binner y el2% de Elisa Carrió, aún estamos lejosde reconstruir el bloque no peronis-ta de la vieja época del bipartidismo.

    20. A. Pucciarelli: «Hicieron un pésimo diag-nóstico», entrevista en Página/12 , 29/6/2014.

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    El crecimiento del market-share del pe-ronismo se hizo más llamativo to-

    davía en las elecciones legislativasde 2013. Es fácil ver esto solo a par-tir del dato de que el fpv  perdió enla provincia de Buenos Aires (no asíen la elección nacional) a manos de lanueva fuerza de Sergio Massa, quiense había desempeñado como jefe delGabinete de Ministros kirchnerista (esdecir, es un peronista disidente). El

    sorprendente dato es que la competen-cia entre peronistas que fungen, se-gún la circunstancia, como ocialis-tas u opositores no solo no disminuyelas chances electorales del peronismo,sino que parece aumentarlas.

    Si miramos los resultados de la últimaelección en la provincia de Buenos Ai-

    res (el mayor distrito electoral del paísy la «madre de todas las batallas») ysumamos otra vez los guarismos detodos los candidatos que se autorre-ferencian en el gelatinoso archipiéla-go de la identidad peronista, los re-sultados pueden parecer confusos. El

    fpv , el Frente Renovador, Unidos porla Libertad y el Trabajo (de Francisco

    de Narváez) y Unión con Fe (de Geró-nimo Venegas) obtuvieron un inaudi-to 83% de los votos. La competenciainterna en el peronismo no se correla-ciona con desencanto o pérdida de vo-tos, sino con un aumento del interéssocial.

    Todo lo dicho hasta ahora no signi-

    ca que el peronismo no pueda perderelecciones: las ha perdido antes y se-guramente las perderá en el futuro.Lo que signica es que el peronismoocupa la centralidad del espacio políti-co y que el resto de los partidos juegaun rol reactivo. Ellos llenan los espa-cios que deja vacantes el movimientodel peronismo y desarrollan sus pro-

    pias identidades en reacción frente a él.

    Las razones de esta preeminencia,como ya señalé, no son la manipula-ción autoritaria de las instituciones po-líticas, ni el clientelismo, ni el persona-lismo, ni el hiperpresidencialismo (lo

    Cuadro 2

    Argentina: Elecciones legislativas en la provinciade Buenos Aires, 2013

      Votos % Peronismo

    Frente Renovador 3.776.898 43,92

    fpv 2.767.694 32,18

    Unidos por la Libertad y el Trabajo 469.336 5,46

    Unión con Fe 137.216 1,60

    Total 83,16%

    Frente Progresista Cívico y Social 1.015.430 11,80

    Frente de Izquierda y los Trabajadores 433.269 5,04

    Fuente: «Atlas de elecciones», cit.

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    cual, por supuesto, no signica quetodo esto no exista). La razón princi-

    pal es la naturaleza del peronismo,que no es un partido político sinoun sistema organizativo no comple-tamente cerrado, cuya razón de seres la creación constante de represen-tación política, en formas múltiples,cambiantes y solapadas. Este sistemaincluye cuatro elementos: las redesterritoriales de los gobernadores e

    intendentes (alcaldes), el movimien-to sindical, los movimientos y agru-paciones sociales, y las estructurasde la intelligentsia  tecnoburocrática,expresadas, por ejemplo, en la gu-ra de «cuadros» de larga trayectoria(como por ejemplo Miguel Ángel Pi-chetto, actual senador por la provin-cia de Río Negro y jefe del bloque de

    senadores del fpv).

    Cada una de las partes de este siste-ma crea lazos representativos de di-ferentes tipos (linkages) con porcionesconcretas de la sociedad. Algunos deesto lazos se institucionalizan en elpj , otros en los sindicatos, otros en las

    redes informales de líderes territo-riales y «punteros» de barrio. La cla-ve es que no se trata de un sistemacerrado. Primero, porque existe unalto grado de competencia entre suselementos y surgen continuamentenuevas formas de representación; se-gundo, porque quien lo «sutura» y leda una dirección en cada momento

    histórico determinado es el liderazgopersonal del jefe, típicamente, el titu-lar del Poder Ejecutivo.

    El hecho de que el peronismo sea unsistema generador de representación,

    que incluye al partido pero es másamplio que este, produce dos fortale-zas. La primera es asegurar que el pe-ronismo está creando continuamentemúltiples y cambiantes lazos de re-presentación; la segunda es el rol cla-ro que le otorga al líder, única enti-dad autorizada para conducir losconictos entre los elementos y dar-

    les identidad ideológica.

    Pero cuidado, porque todo esto creatambién dos desventajas. La primeraes la turbulenta vida interna del pero-nismo, un movimiento siempre a pun-to de caer en el faccionalismo (por suer-te, parece haber aprendido desde 1983hasta aquí a no procesar sus conictos

    internos mediante la violencia comoocurriera en los años 70). La segunda esel ser excesivamente sensible a las de-mandas sociales y a los climas de épo-ca: como dice Puciarelli en la entrevistaantes citada, «la capacidad de procesardemandas del peronismo es su mayorelogio y su condena». Así, el peronismo

    será el más neoliberal de los neolibera-les o el más estatista de los estatistas, se-gún sienta que «se lo pide» la sociedad.

    Finalmente, el núcleo del argumen-to que de aquí se sigue es que el ad-versario real de cada peronista se creadentro del propio movimiento y gene-ralmente es alguien cercano al líder sa-

    liente, que decidió interpretar el nuevo«clima de época». Así como el verdade-ro adversario de Menem fue primero

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    radicales que pasaron a pro  tentadosno solo por cuestiones electorales in-

    mediatas, sino (aventuro) por el perlmás fresco, más juvenil, más empre-sarial, más amigo de «los exitosos delmercado» que expresa hoy pro22. Deconsolidarse este éxodo, tal vez pro reemplace denitivamente, desde lacentroderecha, a la ucr como la prin-cipal opción opositora en Argentina, ytal vez esto rearme la mitad no pero-

    nista del sistema de partidos.

    Finalmente, estos dos modelos se en-frentarán en las urnas: la maleable perovertical organización desorganizadaperonista, veterana de mil batallas,y el nuevo retador: el pro de Mauri-cio Macri. Este partido tiene un can-didato con buena aceptación social,

    muchos recursos económicos, la ben-dición de los principales medios de co-

    municación y la colaboración del ecua-toriano Jaime Durán Barba, uno de losmejores estrategas políticos del país.Pero el peronismo no solo tiene tam-

     bién una gura líder carismática y conllegada popular en Cristina Fernán-dez de Kirchner, sino algo mucho másvalioso: un principio operativo inter-nalizado por todos los actores, del más

    grande al más pequeño: «peronismo esganar». Cualquier apuesta a su derrotafácil será aventurada.

    22. Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Ale- jandro Bellotti: Mundo Pro. Anatomía de un par-tido fabricado para ganar , Planeta, Buenos Aires,2015.

    ESTUDIOS I NTERNACIONALES

    Mayo-Agosto de 2015  Santiago de Chile No 181

     ARTÍCULOS: Gloria Gaete Venegas, India: una potencia emergente y su rol en Asia Meridio-nal. Dimensiones políticas, económicas y culturales en el siglo XXI. Pia Riggirozzi, Unasur:construcción de una diplomacia regional en materia de salud a través de políticas sociales.Sofía Boza y Ana Fernández-Ardavín, La Política Agrícola Común Europea en el contextode los procesos de negociación en la OMC. Viviana García Pinzón, Territorios fronterizos,agenda de seguridad y narcotráfico en Chile: Plan Frontera Norte. Amalia Stuhldreher, Lamigración: cambio de ciclo en las relaciones entre la Unión Europea y América Latina y elCaribe. OPINIÓN: Gema Santamaría, Drugs, Gangs and Vigilantes: How to Tackle the NewBreeds of Mexican Armed Violence. RESEÑAS.

     Estudios Internacionales es una publicación del Instituto de Estudios Internacionales de laUniversidad de Chile. Condell 249, Casilla 14187 Suc. 21, Santiago 9, Chile. Tel.: (56-2)

    4961200. Fax: (56-2) 2740155. Correo electrónico: . Página web: .

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    El 17 de enero de 2014, en un peque-ño teatro del centro de Madrid,

    se presentó una iniciativa ciudadanadirigida a lanzar una nueva candi-datura a las elecciones al ParlamentoEuropeo. Su cabeza visible era PabloIglesias, un profesor de Ciencias Polí-

    ticas de 36 años, bien conocido entrelos movimientos sociales madrileños,que en los meses precedentes habíaalcanzado cierta notoriedad por susapariciones en programas televisivosde gran audiencia. Iglesias no presen-

    tó un partido o una coalición tradicio-nales, sino lo que denió como «unmétodo participativo abierto a toda laciudadanía». Cinco meses más tarde ytras un ascenso deslumbrante, Pode-mos se convertía en la gran sorpresade las elecciones europeas al obtener

    8% de los votos y cinco diputados.Aun así, Iglesias declaró que no con-sideraba los resultados satisfactorios:«Hemos avanzado mucho y hemossorprendido a la casta, pero la tareaque se presenta ante nosotros a partir

    Podemos y el «populismo de izquierdas» ¿Hacia una contrahegemonía desde el sur de Europa?

    CÉSAR RENDUELES / JORGE SOLA

    Podemos es una nueva formación política que ha aprovechado

    la ventana de oportunidad abierta por la crisis y ha logrado sacudir

    el tablero político español con efectos impredecibles. Por primera

    vez en décadas, una izquierda educada en la derrota encuentra un

    discurso para interpelar a una mayoría social. Aunque el partido

    de Pablo Iglesias enfrenta hoy obstáculos al crecimiento irrefrenable

    que manifestó en sus primeros meses, los históricos resultados

    logrados por candidaturas ciudadanas apoyadas por Podemos

    en ciudades como Barcelona y Madrid muestran que la grieta abierta

    por la crisis en la política española no se ha cerrado.

    ■ TRIBUNA GLOBAL

    César Rendueles: es profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Correoelectrónico: .

     Jorge Sola : es investigador de la Universidad Complutense de Madrid y profesor de Sociologíaen el campus madrileño de la Universidad George Washington. Correo electrónico: .Palabras claves: crisis, izquierdas, populismo, «régimen del 78», Podemos, Pablo Iglesias, España.

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    de mañana es enorme (…). Podemos nonació para jugar un papel testimonial,

    nacimos para ir a por todas y vamos air a por todas1». No era una bravuco-nada. Pocos meses después, Podemosse convertía en el primer partido en in-tención de voto en las encuestas.

    En su año y medio de vida, esta forma-ción revolucionó la vida política espa-ñola. Su principal mérito ha sido vencer

    el impasse al que parecían haber llegadolas movilizaciones populares produci-das al calor del 15-m y, más en general,superar las limitaciones tradicionalesde la izquierda, ofreciendo una exitosaexpresión electoral a la ola de cambio.El movimiento de los indignados ha-

     bía conseguido articular el malestardifuso provocado por la crisis políti-

    co-económica con un discurso demo-cratizador que cuestionaba los con-sensos sobre los que se asentaba lahegemonía de las elites económicas ysociales españolas durante las últimasdécadas. Pero no fue capaz de desarro-llar formas organizativas duraderasni pudo detener los recortes impues-

    tos por el «austericidio». Tampoco lospartidos políticos, los sindicatos o losmovimientos sociales parecían capa-ces de convertir esa indignación enuna herramienta de cambio institucio-nal. El peligro que se intuía a nalesde 2013 era que ese impasse diera lugara un cierre de la crisis «por arriba» quepreservara el statu quo.

    La irrupción de Podemos alteró com-pletamente ese escenario empujando la

    ventana de oportunidad entreabierta yobligando a todos los actores a posicio-

    narse frente a su emergencia. Pero Po-demos no solo ha transformado el pai-saje político español, también ha sacadoa la luz oportunidades, dilemas y peli-gros que afectan a toda la izquierdaeuropea. En el mejor de los escenarios,podría anunciar, junto con Syriza, laconstrucción de un polo de antagonis-mo a la Unión Europea neoliberal des-

    de los países del sur de Europa.

    ■ La crisis del «régimen del 78»

    y el fn del milagro español

    El laberinto político español solo pue-de entenderse a la luz de la profundacrisis económica que atraviesa el paísdesde 2008. El estallido de la crisis delas hipotecas subprime tuvo un impac-to violento en la economía española,que había experimentado una enorme

     burbuja inmobiliaria durante toda ladécada anterior. La ilusión de que setrataba de un bache temporal, tras elcual volvería la belle époque neoliberal,pronto se desvaneció. En los últimos

    cuatro años la tasa media de desem-pleo fue de casi 25%, más de la mitad delos desempleados son parados de largaduración y cerca de un millón vive enhogares donde todos los miembros es-tán en paro. La desigualdad creció enmayor medida que en cualquier paísde Europa, la tasa de pobreza ronda

    1. Discurso disponible en .

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    sociales un bulo completamente falso:que en España había 445.568 políticos.

    Lo que está en crisis es el llamado «ré-gimen del 78» (por el año en que seaprobó la Constitución española): unconjunto de consensos políticos, econó-micos y culturales que nacieron con latransición a la democracia en España yque durante tres décadas permitieron alas elites económicas y políticas gestio-

    nar con relativo éxito los conictos la- borales, territoriales y culturales. Entre1975, con la muerte del dictador Fran-cisco Franco, y 1982, cuando se produ-ce la primera victoria electoral del psoe ,se consolidó una estructura de poderque trazó la frontera de lo que se consi-deraba políticamente factible, limitó elproceso de democratización de las ins-

    tituciones políticas españolas e impi-dió un desarrollo más igualitario. Esaestructura de poder se ha reproducidodurante las décadas siguientes bajo losgobiernos del psoe y el pp.

    Los gobiernos del psoe  (1982-1996)consolidaron el modelo de la transi-

    ción. Fue una larga hegemonía polí-tica que terminó de dar forma al paísy que puede considerarse un ejem-plo pionero de la vía socialdemócra-ta al neoliberalismo. Casi desde el pri-mer día, el gobierno de Felipe Gonzálezguardó en un cajón su programa key-nesiano y puso la política económica enmanos de dos ministros ligados a las

    elites bancarias –Miguel Boyer y Car-los Solchaga–. El resultado fue la apli-cación de recetas ortodoxas de ajuste

    y reducción de la inación de formamucho más decidida que en otras ex-

    periencias del sur de Europa3

    . Con undesempleo por encima de 20%, Españase convirtió en un laboratorio neolibe-ral, y si bien es cierto que se introduje-ron avances en el desarrollo de un inci-piente Estado de Bienestar, estos fueronnotablemente tímidos4.

    El aspecto más negativo de la política

    económica socialista fue sin duda ladesregulación del mercado de traba- jo, que disparó la temporalidad labo-ral hasta el 30%, debilitó a los sindica-tos y consolidó el modelo heredadode «baja productividad, bajos sala-rios»5. Al mismo tiempo, la liberali-zación de los alquileres de viviendasentó las bases de la futura burbuja

    especulativa6. Las declaraciones quehicieron famoso al ministro Solcha-ga –«España es el país del mundo enel que es más fácil hacerse rico rápi-damente» o «la mejor política indus-trial es la que no existe»– resumen el

    3. Wolfgang Merkel: ¿Final de la socialdemocra-cia? Recursos de poder y política de gobierno en los

     partidos socialdemócratas en Europa Occidental ,Alfons el Magnànim, Valencia, 1995.4. El gasto social creció más en los siete años degobiernos de centroderecha (de 11,7% a 17,7%del pib , entre 1975 y 1982) que en los 14 de go-

     biernos socialistas (de 17,7% a 21,5%). Ver SergioEspuelas Barroso: «La evolución del gasto so-cial público en España (1850-2005)» en Estudiosde Historia Económica No 63, 2013.5. Albert Recio y Jordi Roca: «The Spanish Socia-lists in Power: Thirteen Years of Economic Po-licy» en Andrew Glyn (ed.): Social Democracy inNeoliberal Times: The Left and Economic Policy since

    1980 , Oxford University Press, Oxford, 2001.6. José Manuel Naredo: La burbuja inmobiliario- nanciera en la coyuntura económica reciente , Si-glo xxi , Madrid, 1996.

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    33 TRIBUNA  GLOBALPodemos y el «populismo de izquierdas»

    espíritu de celebración de la riquezay de desconanza hacia el Estado de

    lo que más tarde se conocería como la«tercera vía», que los dirigentes socia-listas reivindicaron con orgullo7.

    Cuando el pp  accedió al gobierno en1996, favorecido por los escándalosde corrupción que acosaron al psoe ypor su enfrentamiento con los sindica-tos, se encontró con una coyuntura in-

    ternacional favorable que le permitiómantener, sin apenas hacer cambiosen la política económica, un mode-lo productivo basado en el turismo yla construcción. El resultado fue unainmensa burbuja inmobiliaria que ali-mentó la idea de un milagro económi-co español. Pero por más que el eslo-gan de aquellos años fuera «España

    va bien», lo cierto es que entre 1995 y2007 los salarios reales se estancarony cayó la participación de los traba-

     jadores en la renta nacional. La clavedel efecto riqueza que experimentó lapoblación está en lo que se ha deno-minado «keynesianismo de precio deactivos»8. La sobrevalorización de los

     bienes inmuebles, en un país donde85% de la población es propietaria desu vivienda, y la posibilidad de endeu-darse gracias al crédito barato crearonla ilusión colectiva de un capitalismopopular en el que la escasez habíadado paso a la abundancia.

    La llegada al poder de José Luis Rodrí-

    guez Zapatero en 2004, provocada so- bre todo por el arrogante belicismo delpp en Iraq y su gestión manipuladora

    de los atentados islamistas del 11-m ,supuso la culminación de esta belle

    époque. Los logros de Zapatero en ma-teria de derechos civiles –como el ma-trimonio entre personas del mismosexo– deben ser reconocidos, pero enpolítica económica, social y laboral loscambios fueron superciales. El esta-llido de la burbuja en 2008 terminó degolpe con las ilusiones. Pero hubo queesperar tres años, hasta un 15 de mayo

    de 2011, para que una chispa encen-diera la pradera del malestar social yse empezaran a resquebrajar los con-sensos del «régimen del 78».

    ■ De los indignados a Podemos

    La aparición de Podemos está inex-tricablemente unida al 15-m , el movi-miento de los indignados de mayo de20119. No existe ninguna relación or-gánica entre ambos fenómenos, peroel 15-m abrió oportunidades políticasque el partido liderado por Pablo Igle-sias ha sabido interpretar y aprovechar,

    7. María Antonia Iglesias: La memoria recupe-rada. Lo que nunca han contado Felipe González

     y los dirigentes socialistas de sus años de gobierno ,Aguilar, Madrid, 2004, pp. 151 y 210.8. El concepto es de Robert Brenner: The Eco-nomics of Global Turbulence: The Advanced Capi-talist Economies from Long Boom to Long Down-turn, 1945-2005 , Verso, Londres, 2006, y ha sidoaplicado al caso español por Isidro López yEmmanuel Rodríguez: «El modelo español»en New Left Review No 69, 2011.9. En España, el movimiento 15-m  nunca sesintió identicado con el término «indigna-dos» que, sin embargo, se ha popularizado en

    otros países. En particular, la obra de Stépha-ne Hessel titulada ¡Indignaos!  ha tenido unainuencia completamente marginal en el mo-vimiento 15-m.

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    además de que muchos de sus miem- bros participaron activamente en

    esas movilizaciones.

    El domingo 15 de mayo de 2011, unasemana antes de las elecciones muni-cipales y regionales, fueron convoca-das una serie de manifestaciones enmás de 50 ciudades de toda España,

     bajo el lema «No somos mercancíaen manos de políticos y banqueros».

    La iniciativa procedía de DemocraciaReal Ya, una pequeña asociación conapenas unos meses de vida muy crí-tica con la política institucional, perotambién alejada del activismo de iz-quierdas. La manifestación de Madridfue la más importante, convocó a de-cenas de miles de personas. Cuandoconcluyó, unas 40 personas decidieron

    acampar en la Puerta del Sol, una im-portante plaza del centro histórico deMadrid, y pasar la noche allí.

    La ocupa