Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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BmLIOTECA TALLER
l.- Formaciones Económicas Precapitalistas:
Carlos Marx
2.-
Mi Compadre General Sol:
[acques Sthepan lexis
3.- La CaAa en Santo Domingo: Juan
J.
Sánchez
4.- Fórmulas para Combatir el Miedo: Jeannette Miller
5.- Del Diario Acontecer:
Pedro Caro
6.- La Provincia Sublevada:
Norberto James
7.- La Esperanza y el Yunque: Wílfredo Lozano
8.- Sobre la Marcha: Norberto
James
9 Cosas
Mejas:
César Nicolás Penson
0.- La
Villa
de Naboth: Summer Welles
l.-
Las Eternas Palabras:
Gilberto
eméndez
Ortega
2
La Ciudad en Nosotros:
Rafael ñez
ergés
Diez Días que Conmovieron al Mundo:
John
Reed
4.-.Over: Ramón
MaTrero risty
5
La Poesía y El.Tiempo: Tony Raful
6.- Fundamentos de la Filosofía extractos : fanasieu
7._ Mis 500 Locos:
nton o
Z glul
8 Las Dos Muertes de
José
Inirio:
Roberto Marcallé Abreu
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BffiLIOTECA TALLER 8
Roberto Marcallé Abreu: Las Muertes de sé Inirio
El autor. interesado en que la publicaci6n de su obra no tardara més,
realizó
por
s mismo la composición macanográficadel
texto. TAL
LER, que
cuida la calidad de suspublicaciones, pero no hasta el
punto
de no hacerlas
por la calidad misma sino por su contenido, presenta a los lactores de su
Biblioteca TALLER este
texto
ast, pobre en su composición pero lleno
de otros valoresque nonos corresponde a nosotros explicar aqu
porque no
somoscrrtjcos, pero que s nos sentimosobligados debrindar al público que
es en definit iva el más valioso
critico
a quien debemos proporcionar las
obras para la
critica.
para la consagración o para
el
desconocimiento.
Navidad de 1972
TALLER
1972, Ediciones da
TALLER
TALLER de Impresiones
Arz.
Meriño 88
Santo Domingo, D. N.
CUBIERTA
Marcial
Schotbor¡h
Y R
MarcaIIé
REALIZACION
ARTIS CA RAFAEL ABREU MEJIA
Impreso en la Rep6btica Dominicana
Printed in Dominican Repubtic
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IS ELLE
quien debo este renov do
mor por l liter tur
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EL M L RE UERDO
Sus
ojos me
indicaban que el
mo-
mento había l legado. Con s ig i lo
cruzó
el pequefio
jardín
donde me
dran 1aa
hierbas.
Se
deslizó
a
t ra=
vée
de los helechos
y se coloc6
frente a m sobre
las
losetas.de
l acera que preced a a l entrada
del
comedor
o
lo
miraba
con
mie-
do
aturdido
recostado
del
marco
de l puerta sin
saber
qué ha-
cer. El me
contemplaba
con
odio
odio m ~ r t y decisivo
dispues-
to
a cobrarse BU muerte antes de
que
ésta
se
produjera.
Retroced
un
poco. El
dio
un
paso
adelante.
Atardecía.
l medianía
de oscuridad luz
mortecina y destellos fulgurantes
del crepúsculo en
lo l to
sus ojos
seguían encendidos voraces. Abrió
l
boca amenazante y m mostr6
BUS dientes firmes agudos r ~
tos l
desgarramiento y l sangre.
El pelaje
del lomo
se proyectó
con
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violencia
hacia
el cielo. Pareci6
crecer aumentar de tamaBo agigan
tarse. Se aproximaba el momento de
f ini t ivo.
Pero
¿sería
capaz
de
todas maneras?
••
Recuerdo l primera Vez que ~
ví cruzar la
cerca.
Su
color
negro
y sus ojos
verdes parecían diluirse
por
entre
las
hierbas haciendo
contraste
con
las
flores
del
jardín
inter ior con l
pared
amarilla
las losetas
marrones. Una
idea un
presentimiento no
se algo me dijo
que sería diferente que a
este
no
bastaría con ahuyentarlo a pedradas
omo
a
los otros.
o
sabría
decir
por
que
me
invadio
este
pensamiento
pero el caso
fue
que cogí varias
piedras y
se las
lancá. El se man-
tuvo
impasible t ras
el
basurero
que
había sido
hasta
esos
momentos
el
lugar de su destino. o huyó.
Después
seguí
observándole
a
ver
sus
reacciones. llizo omo
que
no me vio o quizas
fue
una acti tud
calculada. Dio un salto
qued6 en
el borde del recipiente que estaba
a medio
l lenar.
Se
desliz6
dentro
del mismo y estuvo un rato l l í
Decidí
acercarme.
Lo
probable
es que
buscara
algo para comer Al
dar
dos
pasos le v sostenerse
de
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nuevo en el
borde
del
zafacon, pre
vio salto
que yo no pude
ver. Pare
cía
no temerme
Salto
a
l pared
desde
aquel
lugar,
me miro deteni
damente, calculadamente,
como s en
realidad
el animal tuviera ir tteli
gencia,
como
s
estuviera
estudian
do mi
persona, cada
uno de mis
sos y mis
gestos,
como
s escudri
fiara mis
reacciones.
on
s ig i lo ,
se
fue
como vino,
saltando
hacia el
monte
vecino.
Y
estuvo
un tiempo
sin volver.
Pero,
personalmente,
aquel
peque
fio
encuentro
se
transform6
en una
progresiva
y
peligrosa
obsesi6n.
p r t r de aquel d a,
y en
varias
ocasiones,
sent í l igeros
pasos, sua
ves
pasos sobre mi lecho, y en
nebu
lo sas v isiones, creí
ver sus ojoa
verdes proyectados sobre
mí mien
t ras
se
acercaba en la oscuridad.
Despertaba
sobresaltado,
me
levan
taba, cogía el
machete,
y, ofio
l iento aun, me quedaba esperando un
desenlace
que desaparecía
l
encen
der
l
luz. Otra
noche,
l maligna
presencia
del
animal aparecio ante
mi
obsesion
creciendo
infinitamente
saltándome
encima.
De nuevo
el
despertar sobresaltado, y el
en
contrarme, s610,
con
l
oscuridad
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mi miedo. ·Poco a poco l
pesadilla
fue doblegando
mis
nervios.
r t ~
de
reaccionar contra mis
propios
terrores
t r t ~ de pensar que cuan
to me estaba pasando
no
era
razona
ble
que se
trataba
de
un animal
cualquiera .
que en ál no había
nada de extraordinario.
o
deQía
prestarle más
atención.
Fue inút i l
Sobre
todo
despuás
que
lo
ví
volver
una
tarde.
o lucía ser el
mismo. Caminaba
cojeando parece
que víctima de
alguna
pelea
con
otros gatos. Sobre una de
las
patas
tenía una
herida
longitudinal q u ~
le
había
restado parte
del
pelaje
negro.
Además
se
le
notaban
dos
cicatrices
en
los
bordes
de
l ~ bo
ca.
Nuevamente cogí algunas pie
dras.
o
pareció
importarle. omo
no
lo
había hecho nunca
se acerc6
a l puerta
del
comedor e s p u ~ s de
·cruzar.
los
helechos.
Y comenzó
maullar.
Al
parecer tenía
hambre. Lo
veía
en
esa
extraña mirada
de
sus
ojos verde claro mirada que recor
daba l de
un moribundo
de l g u i ~
que deliraba que no
podía
más con
su
debilidad.
Había
visto
esa
m i r ~
.da otras veces en. ga tos que
habfan
llegado -como
aquel-
hasta el mismo
comedor buscando
comida.
12.
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Pero
en
aquella ocasión
yo los
había
espantado
a pedradas y en
el
peor
de los casos a
machetazos
limpios
ás
de
una vez
había
teni
do que
echarle una cubeta
de
agua
a
l s n g r ~ que había quedado
sobre
las
losetas
del patio d e s p u ~ s de
los
machetazos
p r e s u r ~ n d o m e a ha
cer l
limpieza
antes
de que
mis
amos
l
vieran
o s ~
pero
tenía
el
vago temor de que
ellos
me dije
ran
algo de que
me
llamaran
l
atenci6n por
mi crueldad Todo
eso
fue
hasta
un día
Uno
de los gatos
fue tan osado que penetr6 hasta
l
cocina Lo
e n c o n t r ~
l l í
d e s p u ~ s
de
venir
cansado
de
limpiar
el ja r
dín Las sirvientas ya se habían
recogido en
sus
cuartos para echar
el corto sueño
de
l tarde
Era amarillo y blanco
y
como
los otros sumamente flaco Estaba
husmeando
cerca
de
l
estufa
Dí un
salto
adelante
dominado
por l ira
Y de igual manera dibuje una
cur-
va en el aire con
el
machete La
cabeza del animal choc6
con los
azulejos mientras el cuerpo se
transformaba en un conjunto
informe
y
sangriento
que
hacía grotescas
maromas
sobre e l piso
Los pelos
amarillos se
tornaron
rojos El pi
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so 8e
embarr6 de
sangre
y hasta l
estufa qued6 con una desigual man-
cha
escarlata
que
j m ~ s
podré
olvi-
dar por
lo horrible
que era.Más cal
mado
dí
l vuelta
para
buscar
e l
suape y
limpiar
aquel reguero.
Para
mi asombro
como aguardando allí
e ~
taba el Seftor Smith
o n t e m p l ~ n d o m e
con
sus ojos azules
y autoritarios
parado
en
la
puerta
de
l
cocina.
¿Qué?
balbuceé .
Señor yo •••
perdone
me defendí
apenas.
.
o
pude
hablar ~
S610 incohe-
rencias salían de mi
boca.
Pero e l
Señor
Smith
no pareci6 disgustado.
Se arreg16 con l diestra
sus cabe·
l los
rubios
y
dijo:
Muy
bueno
muy bueno ••• Hay que
arreglar
a estos
animales.
Sentí una carga
menoe
sobre mis
hombros.
Contrario
a
~ o
que creía
el Señor Smith aprobaba mi violeu
cia.
Y
estimulado
por su
apoyo
repetí
varias
veces aquello. Pero
l
llegada
del
gato negro vino a
cambiarlo todo. e
sentía
impotente
ante é l o me
respetaba. o me
te -
mía. Incluso era tan
osado
que
llegaba hasta
la
misma
puerta
del
comedor a
pedirme
comida
aún
es-
tando
en
desventaja
con su cojera
l
debilidad
que se
le veía
en
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lo s
ojos.
Solo t enía fuerzas para
espantarle.
Ni
s iq u ie r a piedras
le
t i r a b a
ya.
El se iba sigilosamen
te ligeramente pero s in demasiada
p r ~ s
Estaba
obsesionado con l
idea
de
que aquel
gato
se
t r í l
go y de
que
a l l a r g a yo no po
d r í a con
e l
ubo
otro
hecho que me dejo pen
s a t i v o
tambien. e
un
barri o
cer
cano siempre venía un p e r r i t o ma
rron l que llamaban Pípol segUn
supe
despues. se barri o queda c er
ca de aquí en
una c a l l e
de
c a s i t a s
pequeñas y destarta.ladas
que
no
me
explico omo
e l Gobierno no ha man
dado a
d e s t r u i r
aún
siendo e s t a
una
zona tan
respetable y r e s id e n
c i l
en
donde viven omo aquí has
t americanos. El
p e r r i t o
no
dejaba
de
s e r simpatico
y siempre hacía
lo
posible
por comerse l s sobras
que
dejábamos.
Pero
yo
había
rec i
bido ordenes expresas de no
permi
t i r l
entrada
de animales a l
ca
sa siempre lo espantaba. El se
ib a
meneando e l r a b i t o y contem
plandome con l lengua
tembloro
sa agitandose.
n
verdad
que era un
animalito gracioso.
Cierto
d ía vino
pero ya no se le veía l
a l e g r í a
de siempre. Estaba más
flaco
por
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que
l
parecer
en algun s t o
donde le daban comida habían
deja-
do de
darsela.
Volv1a
todos
los
días y
yo siempre
lo
espantaba
pero ya
no meneaba
el rabito sino
que a veces
gruñía
hasta ladra
ba.
Nunca
logre explicarme por qué
parte del jardín delantero
era
que
penetraba
a
l casa.
El
caso fúe
que una
mafiana
lo encontre muerto
en
el
patio.
Parece
que de hambre o
de alguna
peste.
Esa
noche por ~
traBa coincidencia se escucharon
unos maullidos
profundos
dolidos
amargos
omo
el llanto
desesperado
de un
mño Eran tantos
que no
m
dejaban
conciliar
el sueBo Opt6
por
s l r
y espantar
el
animal.
Prendí
las
luces y m encontrá con
que
sobre
l pared estaba ~ gato
negro.
S
era e l
lo
supe por el
desgarramiento
en
l
pata
por
l
mirada
penetrante.
Y
lo supe tam
bién porque por mas piedras que le
t iraba las
esquivaba pero no se
iba. volvía
siempre l mismo lu -
gar.
Esa noche
fue una noche
de
pesadilla.
fue entone es cuando
om n é
a
esperar el momento definitivo.
Sa
bía
que ya estaba
establecido
un
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reto n t ~ á l y yo que
lo
que e s -
taba pasando
debía
terminar. Pero
no
esperaba
que
e l
momento
l l e g a r a
tan pronto. Y ya le
tenía
ante mí
s i porque ahí estaba
á l m i r ~ n o m
con
odio
con l
pata pelada
y he-
r i d a
con
lo s pelos
en
erección
dispuesto a s a l t a r .
Dí dos pasos hacia
a t r á s .
Recos-
tado en
l
puerta blanca
estaba
mi
machete. S6lo t e n í a
que
l l e g a r has-
ta
á l . Y l l í
terminaría
todo. Sin
embargo no
lo
v í cuando dio e l
s a l t o .
Vol6 sobre mi cara y
s e n t i
que mi
coraz6n daba
grandes
campa-
nazos cohtra mi
pecho.
Con una f ie -
reza
única m clav6 l a s
uñas y los
dientes
en
e l r o s t r o .
El impacto
más
por
l
sorpresa
que
por
l
fuerza
m llevó hasta e l suelo.
Sentí
·mi
p i e l abrirse omo surcos
y l
sangre
brotar. Traté de
qui-
tánnelo
de encima con
la s
manos
pero su
pequeña figura
se
m
e s p ~
ba subía ·
bajaba m
cortaba l
frente y l
m e j i l l a d estru ía
mi
camisa y
h ería
mi pecho mientras
que
e l t e r r o r
un t e r r o r que no ha-
b ía sentido
jamás en
todos mis
años
de
vida apenas s i m permitía
mo-
vimiento
alguno. Sus
gruñidos
m
enloquec:{an
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Entonces g r i t ~
negra figura seguía sobre mí
destrozdndome
Mis músculos se ha-
bian
p r l ~ z d o
sent í
los
pasos
del
Seffor
Smith
cuando
apareció por
la puerta que llevaba a l sala Lo
sentí
acercarse
y
r e s p i r ~ cuando le
ví
coger el machete
y
dibujar
figu-
~ s
en
el a ire
con
los golpes
que
dirigía
l
felino
l
mismo
tiempo
que trataba de protegerme de
el los
Al
fin
uno alcanz6 l gato negro
en
el
lomo. Dio un grito
desgarra-
dor y furioso pero cay6
l
suelo
a
cierta
distancia Volví a ver l
Señor
Smith cuando
levant6 e l arma
para rematarlo y e s c u c h ~ el golpe
del machete cuando
encontr6
l
piso
d e s p u ~ s de atravesar el cuerpo del
gato
negro
Este
no
se
movi6 m ~ s
Qued6 en
e l
suelo
diseccionado
en
partes embarradas de sangre Ni s i -
quiera
tuve
fuerzas para
verlo
El
Señor
Smith
Levant6
del piso y
pidi6
que
tomara asiento
que
iba
a curarme
Así lo
hizo
Ya
ha pasado
mucho
tiempo
de
esa historia Sin
embargo no puedo
negar que un enorme
terror
posee
d e s p u ~ s
que
viví
aquello
Ya no
l
permito
l
m ~ s l igera
l ibertad a
los
gatos
hambrientos
que vienen
18
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aquí
sino que los mato
inmediata-
mente decapitándolos con mi mache-
te
y no acepto que vengan perros
tampoco
Que
se
mueran
de
hambre
pero
bien
le jos de aquí donde yo
no pueda
ver los Todavta
tengo
la cara
los brazos
y
e l
pecho l l e -
nos
de
cicatr ices
y no es para menos
Porque
pien
so a veces
sin
la ayuda
del
Señor
Smith no sé qué hubiera sido de mí
cuando aquel gato
negro
m
sal tó
cima
para
devorarme y casi lo lo
gra un
día
lo recuerdo
omo
hoy =
de abr i l de 1965
1970
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aquí sino
que los mato
inmediata
mente.
decapitándoloe
con mi mache-
te
Y no
acepto
que
vengan perros
tampoco
ue se
mueran de hambre
pero
bien lejos
de
aquí
donde yo
no pueda verlos . . . Todav a tengo
l
cara
los
brazos
y
el
pecho l l e -
nos
de
cicatrices.
no
es
para
menos
Porque pien
so
a veces sin l
ayuda
del Sefio;
Smith
no sá
quá hubiera sido
de mí
cuando aquel gato
negro me
salt6 eE
cima
para devorarme casi lo lo
gra un
día -lo recuerdo omo hoy -
24 de abr i l de
1965.
1970
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L GRIM S
N L POS NTO
ZUL
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u ~ problema
on
toda
seguri-
dad estaría esperándome sentada en
la mecedora de la
sa l i ta
con su
bata
verde claro
de
rayitas blancas
intermedias Silenciosamente ha-
ciendo todo un papel le encanta
hacer
esos
papeles
trágicos
eeos
papeles d r a m d t i c o ~ seBalaría
la
puerta
del
aposento indicaría
con un gesto sin decir una sola
palabra que pasara
que a l l í den-
tro
de
la
cuna
comprada
por
ant ic i-
pado
estaria ál
o
ella
en
el peor
de
los
casos Entonces
un
poco
tembloroso
empujaría la
puerta
blanca
encontraría
con
el c2
la r azul
de
las paredes
mal
pinta-
da a ratos
encontraría
con unas
persianas
que
daban
a l
patio
desde
donde
se podían divisar las luces
de
ne6n
de
las otras calles y
las
otras casitas todas
iguales
y
has-
ta e l
nuevo mercado de una
arqui-
t ~ t ~ r
aplastante
y
finalmente
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el Drive In r is y la oscuridad
del Centro de los
H ~ r o e s
que condu-
ce
hasta
el
Malec6n
A
lo
largo de
la habitaci6n
junto
a esae mismas p ~ e d e s
esta
r ía la estrecha camita despu6s
una
mesa
l lena
de
frascos una
-
le ta gris y
junto
a ~ s t a
una cu-
na descolorida
sobre
la cual esta-
r ía
extendido
un mosquitero
azul
con
flores
de
seda
dispersas. e
aproximaría
a la misma
levantaría
ceremoniosamente
e l
mosquitero y
lleno de miedo miraría ese algo
extraño
ue
procedía
de
mí
quián
sabe
s i
estaría durmiendo me sea
t i r ía
feliz
o
t r i s te
y en el
fon-
do
la conciencia
de que
la incer-
tidumbre iba
a
terminar
por
acosar-
me por dominarme porque en un
solo momento la v i o l e n c i ~ de la
s i t u ~ c i n se
presentaría
en toda su
magnitud.
Luego
el la vendría. Juntaría
la
puerta para que la gente de la casa
no oyeran
comenzaría
a
insul tar-
me comenzaría a gritarme irrespon-
sable
incorregible que ni siquiera
tuve
la
amabilidad
de
i r
a
vis i -
tar la a l
Hospital de
Maternidad
del
Estado
cuando a l l í
todos
los pa-
dres muchachos como yo
se sentían
23
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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orgullosos
y
enloquecidos por haber
traído
un
niño
a l mundo que
la
dnica
que
se
sentía
sola
y
desampa-
rada
era
ella en medio de
aquel tu -
multo de
mujeres sedientas
de
car i-
ño
y
de respaldo. Entonces
yo
tem-
blaría t ra tar ía de responderle que
nada
de eso tenia
que importarnos
que lo
más
i m p ~ r t n t ahora era el
niño
o
la
niña
que yo no
estaba
trabajando y
que había que
conse-
guir dinero
que debíamos
aunar es-
fuerzos
no
destruirnos
en
una lu-
cha
que no tenía sentido que no
debíamos
arruinarnos
en discusiones
estár i les .
Ella o o siempre
no compren-
dería
y
seguiría
peleando por un
rato roda hasta que yo
re t i rara
y
abriera la
puerta blanca
y sin
t iera s i estaban
a l l í
la
mirada
temerosa
y vaga de los ueños de la
casa
les
diría
adi6s
con
cierta
imponencia y desandaría
10
andado.
Pero eso
no
era
lo
r s importante.
l problema
estaba ahí
yo sabia
que Jul ia
había
vuelto
el
día
ante-
r ior
por lo
menos de
Maternidad
parque
se
había ido el lunes
y
cuando
había ido
a
la casa
a
buscar
la
me
habían
dicho que ya hahía pai
t ido.
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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u ~
problema. Lo grande
era
que
apenas
s i tenía
treinta pesos
en el
First
sabía
que
se acabarían
pronto. A part i r de ahí no quería
imaginar lo que
iba
a
pasar
conmigo
y
lo grande
era también
que mi
familia
ya lo
sabía no me queda-
ba
rod
remedio que morirme de v e ~
guenza porque
todos
criticaban en
voz
baja
l acción
oye
eso
ese
loco del diablo dizque con
un
hijo
en l calle vamos a ver ómo lo
mantiene ahora que no
está
traba-
jando tan orgulloso y sin
embargo
mira con q ~ n tenido un hijo
con
l
loquita
eBa
dizque
l t ie-
ne mudada en un cuarto
y
ella le
escrito a sus padres que
viven
en el Cibao que ya no
está
aquí
donde su t í sino que se esid
pasando un tiempo donde u
amiga
donde
una
amiga ¡donde
una
amiga
tamaña amiga
Ahora s:
ahora
s: se fajar<Ín a
murmurar con
gusto ahora
e: se
burlar<Ín de mí y haata miedo tengo
de que mi padre vaya a botarme de
la
casa
porque l verguenza de que
su
hijo
tenga
un muchacho en
l
ca-
l le además s i
td
puedes ~ n t e n e r
un
hijo
en l calle y puedes
tener
una mujer mudada entonces
¿ u ~
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dfme
que
estas
tú haciendo en esta
caaa? Y venir a perder e l trabajo
en
e l momento mas dif íCi l Dios
mío que injustos
fueron
como s i
el
retrasarse algunos
minutos
por
l mañana fuera
nada
grande y
peor de
todo
lo cabeza dura que
fu: despuás
qi.e
junte unos
buenos
pesos
los
t i re por ah a
ultima
hora
porque
pensaba
que
no
ten: a
sentido ahorra.r
ya
que cuando e l
muchacho viniera
se iba
a i r ca
s i todo
en
~ pero yo no pensaba
que
iba a perder e l trabajo yeso
s i
que lo ha hecho di f íc i l
todo
¿que va a ser de mí
Dios
mío?
Escogí
precisamente
l tardecita
del domingo
para
bajar donde Jul ia
porque ademas
el l
sabía que to
dos
los
domingos
por l
tarde yo
iba
a vis i t r l
el l
sab: a que
yo
no faltar: a y
estar: a
esperandome.
Cruce
un
montesito
y
alcance
l
Avenida Sarasota para de
ahí
ternarme en otro caminito
de
t ie r r
que cruza
el
monte que queda en me
dio del Hotel
E l
Embajador y
el
campo de
polo.
Los zapatos se me
doblaban
un
poco
ya
estaban dema
siado viejos pero eran
a
pe
ear de todo lo
ro
camadas que
tenía.
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tarde habia entrado lo suf i
ciente
ya
y la luna bastante bo=
ni ta
comenzaba a
perfi larse
en
lo
al to m i ~ t r s
yo
avanzaba apartan-
do a las plantas
si lvestres
que es-
taban. un pocó mojadas por una 110
vizna
que cayó
en
la
tarde.
La
ca=
beza
daba vueltas en
e l vacio.
Yo
con
un
hi jo
q u ~
l io
te -
niendo que pagar la
habitación
de
Jul ia
teniendo que
pagarle la
c2
mida porque las
mujeres en
riesgo
necesitan
alimentarse
mucho y
te -
niendo que mantener a l muchacho
con
lo
caro que
salen
a estar
a l tu -
ras
con
el
peligro
de
ser
expulsa-
do de mi casa y con t re inta pesos
solamente en el F irs t National i t ~
Bank
t reinta pesos que
se
volarían
en menos de lo que cantara un gallo
y entonces
habria l ios Tendria
que dejar la Universidad para
dedi-
carme a
conseguir
cualquier
t r ~ o l
por
p u p ~ r r i m o que
fuese porque
después de
todo
yo estaba obligado
y pensaba
que
s i
aquel
mismo día
cuando
yo retornara de
ver e l fruto
del vientre de
Jul ia
e l fruto d€
mi
hombria
quién sabe s i
ya
me
es-
tar ian
esperando y
pedirian
que
fuera de la casa porque yo
era
la
deshonra
de
la
familia y todos
27
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los demás prejuicios y
palabras
ofensivas
y
sin sentido
que
pudie-
ran s l i r
de
sus bocas de
nuevos
ricos que
se
habían
establecido en
las
proximidades del Hotel
El
Emba-
jador con
t ierras secuestradas
l
Estado
en medio de
una convulsi6n
polí t ica
Ya
se habían
encendido
las
luces
del Hotel
ya yo
había
alcanzado
un l lanito de t ierr roja
que
los
muchachos del barrio usan para ju-
gar pelota
los
fines de semana y
que
queda
en
e l
medio del
monte
dejando
los arbustos
detrás
Seguía
caminando
mientras hacía
el
es-
fuerzo
por mantener mis zapatos
firmes erectos
sobre
l
t ierr
polvórienta que
se
había hecho
ne-
gra a fuerza de noche r u c ~ otros
arbustos ~ s
y l c n c ~
por
fin l
~ r a d o r del
Sur
con
sus elegantes
luces
de
ne6n
en
las
proximidades
del Mes6n de l Caba un s i t io
tan
cercano
y
tan lejano
l mismo tiem-
po
y d e s p u ~ s del murito f ie l -
pia de
los
q u ~ hay en l Avenida
George Washington l multiplicidad
de
luces
y
l
inmensa
prolongaci6n
hacia lo
lejos de
las
casitas
del
Barrio
Honduras
todas y pareci-
das s610 que
d e s p u ~ s
del puente
8
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que forma
l Mirador
con
dos calles
q ~ e bajan
a l barrio
rnds l
oeste
las
casitas
son
mejores
ffi
ele
gantes y ya no
se
t rata de cuatro
paredes con tres aposentos sumamen-
te estrechos
o m ~
el de
Jul ia
una
s l t y una pequefla cocina y un
sanitario sino
que se
t rata ~ e
am-
plios chalets oonstruidos
para
cierta
gente
bien.
omencá a descender por
un cami
no
bastante encrespado por
el que
siempre
desciendo
cuando voy a vial
t r
a Julia en l habitaci6n que
tenemos alquilada y no s ~
por
q u ~
vino a
l cabeza l última vez
que
l
v i s i t ~ cuando yo
tenia
en
el ooraz6n l
vaga
esperanza de en
contrarla adn en l casa de que
no
se h u ~ e r
ido
para l ~ m t e r n i -
dad a ver
s
podiamos acostarnos
un r t to sobre l estrecha cami
ta a
ver
s
yo
podía
demostrarle
que
seguia
gustando
su cuerpo
a
pesar de
l deformidad
del vientre.
Si pero precisamente por eso tenía
ese problema
ahora.
Del cine
l malec6n
del mdlec n
l Capri
a comernos
algunos
h e l ~
dos saborear unas pizzas o
tomar
nos una
que
otra cerveza
de
ahí
a
l casa hasta
que de ah a
los
re-
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servados
de
algun hotel luego
a
las habitaciones
con
aire
acondi-
cionado
y de
ahi hasta
quedar
en
cinta Ay
Julia querida
omo me
cansé
de
pedirte
que
s l i ~ r m o s de
ese l ío
que
ninguno
de
los
dos
es-
t á ~ o s preparados
para
tener
un
h i
jo cuántas veces m
replicas-
te
con
lágrimas
en tus
ojos negros
que yo
estaba
ganando dos
cientos
cincuenta
pesos y
que
con eso po-
diamos
vivir
bien
que dejarías loa
estudios que te ir i s a
vivir con-
migo en una pieza hasta que todo
pasara
para
ver
s i e s p u ~ s
estabi-
lizábamos nuestra
vida te ponía
una casa que te daría
verguenza
por
tus t íos
pero
que no quedaba
más camino
y
que
te sentías ate-
rrorizada
de volver nuevamente
l
Cibao con
un hijo
de
padre descono-
cido cuando aún tus padres no
se
habian olvidado
de
tu
primer
y
cor-
to ensayo matrimonial y su ago-
biante
fracaso
Ya
había alcanzado
l
primera
cal le
el
coraz6n quería
s l í rse-
m del pecho
y no
precisamente por
los
saltos
que
daba l
descender
el
camino sino porque l l ~ e r t i u m -
bre
y el miedo
m llegaban
hasta
los
mismos
huesos
y una nube
gris
3
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comenz6 a cegarme los ojos y co-
mencé a ver como pequefias chispas
que
revoloteaban
sobre mi
cabeza
Pensé
que
iba
a desmayarme pero
me
sobrepuse o m e n ~ a pisar
duro so-
bre l t ier r y a avanzar sin
pie-
dad
hacia ade lante
tenía que l l e -
gar
u ~
problema Y s i me botaban de
mi
casa
¿ad6nde i r ía? Y
lo
do-
loroso
de
todo tener
que dejar
l
n i v e r s i d d ~
y quedarme con l
perspectiva
de ser
un pordiosero
por
los
siglos de los siglos •••
Al fin
l
casa frente a
l
pería
con
el
lumínico
anuncio
de
l
Coca Cola
había
algunos muchachos
que
ni
siquiera
me miraron
cuando
pasé
Me imaginaba
a Jul ia con
su
tradicional dramatismo sentada en
l
sala
y
el
Bolo hecho de volver
a verla
sin el vientre hinchado me
daba
cierta
repugnancia
¿ mo
se-
r í el niffo a
quién se parecería?
•••Porque tener
hijos
no es malo
pero
en estas
condiciones ••• enton-
ces
crucé
l puerta
delantera
que
estaba abierta
l t r i s te
s l i t
de
color
amarillo
con dos
mecedoras
y
algu-
nos mueblecitos
rojos
aprptujados
no estaba más que Juana l pobre
3
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Juana
la
sacrificada Juana siem
pre tan sucia tan entregada la
mujer
del
dueffo de
la
casa.
e
sa
lud6
coh una sonrisa t r is te
timi=
da
mientras le daba
e l
~ i o se
no a l dltimo de sus hijos un niño
oscuro de vientre
hinchado
sucio
y de
mirada perdida.
Fuí
directamen
te
hasta la puerta blanca y
me.en:
c o n t r ~
con
:a
pared
azul
del
aposen
to con la
persiana
abierta con la
mesa y con
:a
cuna y sobre la
pe-
quefta
camita
a
Jul ia
que
l loraba.
Se veía más delgada y
era natural
••
o
sé
por q u ~
pero
el verla as í
me
part i6
el
coraz6n
y
sin
pensar
en
m ~ s nada me
c e r q u ~
a
ella
tem-
blando me s e n t ~ a su
lado
t ra -
tando
de
ser cariñoso
le p r e g u n t ~
qué
le pasaba.
Ella ni
siquiera -
vant6
la
cara
cuando yo
entré. o
me
respondi6
nada y
sigui6
sollo :
zando.
Ins is t í
pero
ella
se
qued6
sin responder. Entonces
descubrí
la cuna
el
mosquiterito
azul e x t e ~
dido
sobre el la con sus
graciosi
tas flores
de
seda. e
levanté
d ;
la
cama
me
dir igí a
el la e
dolía el alma pero el desconcierto
dentro de mí no
tenía
l imites. Qui
zds
quién sabe
s i después de
to=
do quién sabe s i
yo
debía sentirme
3
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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a
el la .
deses
leadas hasta mi
fel iz por
q u ~
l a m e n t ~ r s e s i
son
tantos los
que
desean tener
un h i-
jo
no
pueden.
L l e g u ~ hasta la
cunita
y
contem
p ~ no con mucha
claridad
la
for :
m
de
la
blanca
sábana
de
la pe-
queña almohada apenas
iluminada
por la
cortedad de
la luz
del apo-
sento. L e v a n t ~ el mosquitero
mi-
r ~ a l
inter ior
de
la
misma
sin
que
nada obstaculizara mi
vista.
e ex-
t r a ñ ~ . Allí sobre el
colchoncito
cubierto
por
una sábana blanca
no
había
nada
aparte
de
la
almohadita
y un osito blanco de goma.
Volví
donde
Jul ia.
¿Donde
~ s t á ?
le
p r e g u n t ~ .
Ella levant6
la
cara. Estaba
hermosa
con
los
ojos
los
cabi
l los
negros
así tan bri l losos.
Las
lágrimas
dibujaban
conjunta-
mente con
la
luz
una extraña acua-
rela
sobre
su
cutis
blanco. Pareci6
temblar.
¿Tu
hijo?
b ~ l b u c e 6 .
S i mi
hijo
respondí.
Baj6
la cabeza
como aturdida.Mi
raba
hacia el suelo.
No
•••
e a p r o x i m ~ m ~ s
peraci6n
subía en
rostro.
33
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¿No q u ~
Nació muerto
o
Sentí
como
s
una
cuchilla
t r s -
pasara de parte a parte mi pecho.
D e s p u ~ s
no supe más de mí. Nada
más de mí
nada
más
nada
más •••
197
34
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ll N S SU L
S R
PUNTU L
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Podrán
contener y l imitar
mis
m2
vimientos
y mi
cuerpo.
Ese
es e l
fin de estas paredes,
y
de
esos
l r
gos
barrotes de
hierro. Pero, estáñ
incapacitados
para
contener el vue-
lo
de mi
esp ri tu,
mis
ansiedades,
mis temores,
mis fobias. Ese hombre
de
rostro apacible
con el
que me
cen conversar todas las mañanas,
pretenderá
atrapar los horizontes
de mi
alma.
Yo
me atrevo
a decir
que no
podrá,
que
sus
esfuerzos
se-
ran i n ~ t i 1 e s
El,
no
me cree. Pien-
sa que miento, que oscilo en un
ex-
traño
mundo f o r j ~ o por mi
imagina-
ci6n,
y que
su deber es cortar l
desequilibrio,
buscar
el punto x ~
to
en que podemos discernir
lo
que
existe
y no
existe,10
que
es
real .y
1 que
es imaginado. ¿ mo
podr a
convencerlo
de que
es ~ 1 precisa-
mente ~ l y
todos los
demás los que
se debaten
en
ese
mundo
imaginario
de puntos medios e inquebrantables
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equilibrios?
o
no pido que
se me
crQa
todo s6lo una cosa
Una
s6lo
una s6lo
una yo estoy en capacidad
de
decir
que no miento que no
vi-
vo en
un mundo
extraño forjado
por
mis
temores
que
estoy diciendo ex-
clusivamente
la
verdad
Estas pare-
des
estos
barrotes podrán
conte-
ner
mi
cuerpc mis
movimientos_ Pe-
ro
¿por
quá fto
buscan
un medio
u forma una manera
para
contener
el
temor violencia de
las
emo-
ciones
la
contingencia de algo que
puede
traspasar
las paredes
y
t r -
parme y destruirme? ••
i
participaci6n en
Abril
••• Pue-
do
decir
que
esa
terr ible
confiwlza
en mí mismo
esa terr ible confianza
que
me
indujo a dar los
pasos
que
después di es
la verdadera
culpa
ble de
todo
Sin
el la
no
estaría
hoy confinad.o en
un Centro
de
Salud
donde cemento y
barrótes
protegen
mundo
de mi presunta
demencia
y donde
un
hombre
blanco d e l g d ~
de pequeña estatura
tr t
de con
vencerme de falsedad de cuanto
digo
Aquella
noche
sin
embargo
toda
mi
valentía
se
v;no abajo Pensaba
que
era
mi
imaginación
no
era pa
ra
menos.
38
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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Nunca
había visto una
noche como
aquella No
era ni siquiera una
noche Todo
tenía
algo de los prime
ros
tiempos
del
mundo Algo
como
de
perenne
conformaci6n de
perenne
destrucci6n algo como de eterni-
dad Período
intermedio entre
una
catástrofe
y otra una realidad d i-
f í c i l de
imaginar en aquellas
~ p o -
cas de
imposible
recordaci6n
El
s i
lencio
La absoluta
quietud de
las
cosas La inexistencia Exactamente
aquello era la nada el
vacío abso-
lu to el caos No había
cielo ni
casas
ni paredes ni t ie r ra 3610
las
densas t inieblas
llenándolo to -
do descendiendo
y
ascendiendo
len-
tamente sobre mi epidermis Y un
enorme terror en el coraz6n Pero
¿yo? ¿Yo con miedo?
Ellos no vienen
todavía
Es para
ubicarnos
Cuando
s t ~ s
al lá
enton
ces
caminamos
hacia
la
María on
tez
Cualquier ~ o s que se mueva
t í ra le
Vete vete Valentín Uste-
des q u ~ n s
aquí
Los
estal l idos son
ensordecedo-
res El tableteo rompe con violen-
cia
e l
equilibrio
de
la
tarde
Pe-
dazos
de cemento y madera de las ~
sas
aglomeradas
se precipitan
en
39
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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desorden sobre
las aceras
y
el as
falto de las calles rotas.
Las
viviendas
pequeñas
y
t r i s -
tes conforman
irregulares l íneas
que
delimitan los laberintos por
donde
transitan
los estruendos
los
estal l idos el
plomo criminal.
Marchando
hacia
la
parte sur
animales
metálicos
avanzan con
r ~
sivos
pases.
Se detienen en
las
es
quinas.. Sus
garras se dirigen
en
todos los sentid0s
para
evitar la
toma de
posi·ciones
de nosotr0s-el
enemigo. A sus espaldas
una f i la
de
el los-el
enemigo, fusiles en ma-
no
avanzan
con
precauci6n.
o po
día
ser Valentín dio dos pasos
puando cay6 muerto sobre la cal le.
El vientre destrozado
un gesto
es
pannoao en la
cara
y
la
Crist6bal
todavía
asida a su
diestra .
Grité.
La
escena
me
había
roto
los
ner
vios ~ el alma.
Salté
hacia su
cuer
po inerte.
la
esquina
estaba el
monstruo metálico
seguido
por
ellos-el
enemigo. Con un odio suici
da en mi
coraz6n
comencé a
dispa=
rar
o
sé
por cuánto tiempo.
Des
pués
escuché
omo
en una pesadi
l la los
, SI itos nerviosos de
los
compañeros que
me vapuleaban
con
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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violencia: iGdlmate ¡Cálmate o
te
matamos
carajo
Ahora estaba
aquí.
noche
las tinieblas babosas
como una
gela
t ina que
envolvían
todos
los poro;
de
mi cuerpo.
Terminaría por sf i -
xiarme. Algo
me tronchaba
l respi-
ración.
extraBo
nudo
sobre
el
cuello.
Mis manos temblaban.
Y ese
reiterado silencio.
No no
era
posi
bIe:
n principio yo mismo
creía
que no
era cierto.
Por
eso
ahora
comprendo a estas
personas
que no
me
creen que
me condenan
de
esta
forma.
Sin
embargo
todo me
hacía
pen-
sar
que
había algo
de
cierto
que
aquella noche no era
corno
todas l ~
noches
que
algo extraño estaba
pa-
sando y que
precisamente
yo
había
acudido
a
ese
algo extraño
que
precisamente
yo sentía terror
por
el encuentro
en
el
que
creía
no
creía el encuentro
que sembraba
en mi alma
el espanto l o n f u s i ó ~
el desconcierto
Dios
mío ¿ q u ~
me
estaba pasando?
Entonces
escuché
unos
pasos.
Suaves l igeros.
Lágrimas
saltaron
de mis ojos. ¡Estaba aterrorizado
Las
pisadas se
hicieron más insis
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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t ~ t s
Se
escuchaban
con mds
c l a r i
dad ahora. ¿Seria posible que
EL
viniera? Y de
Ber
asi ¿c6mo s e -
ría?
¿Podría
yo soportar su
presen-
c i a su mirada sus
palabras?
Quedé mudo. Mis manos
se
e n f r i a -
ron
totalmente.
Igual que mis
pies
mie l a b i o s todo
mi
~ u r p o Había
sido un insensato.
Nada
valía tanto
como
aquel
momento
aquella
desespe
raci6n. -
-Hablemos un poco: ¿ ó o se s i e a
te hoy? ¿Mejor
verdad?
Tiene buen
aspecto. la impresión
de que
h a
descansado.
Pero
r e l á j e s e
des-
canse. y dígame una cosa:¿cómo eran
sus
padres?
¿Por qué no me habla de
su nif iez?
Ellos dos se
van.
e dejan solo
en
esta
casa amplia de varias habi
-
a ci on es c on fo rt ab le s pero oscura.
Es
necesario
que
se
d iv iertan
que
me
quede
solo
con la
oscuridad
con
e l s i l e n c i o s in nadie con
quien
j ~
g ar o a
quien acudir
en caso de
que
sienta
m i e ~ Tengo que
l lo -
rar . Tengo que
gri tar
que
p ro tes-
ta r .
No no
pueden hacerme
eso.
o
pueden.
imposición la orden:¡c4
l la te Se
h a
terminado la
persua-
ción
estaban desesperados por
mar
4
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char l l e g a r í a n tarde
a
l función.
Si
no te c a l l a s
EL v e n d r ~
a
u s c ~
te
Se l l e v a a
los
niños
malos
a
lo s niños
que
se portan mal.
Y
t ~
te e s t ~ s portando mal.
lu z
se
apaga. En e l s ilen cio de
l
noche
l oscuridad un
niño queda sobre
l
cama
sollozando. Envuelto
de
pies a
cabeza por l sábana aguar
da
e l
momento
en
que
podrían
venir
a buscarloo EL e l horroroso EL
e l
h o rrib le
EL
Tiembla. No se atreve
a
mirar fuera.
Y
s í pasan
la s ho
ra s muertas
entre el temblor
l
espera:
Ellos
o EL Son horas de
angustia
y
sudor. Horas terribles .
Interminables.
Afuera un
gato
mau-
l l ¡Podría s e r
EL
Llora. Su s á ~
na
absorbe
lo s
sollozos
la s
l -
grimas.
Aún no lograba ver nada. Pero
s ~
b ía
que
ya
EL
estaba
a h í
que
había
acudido puntualmente
a
l ci t
Fue
entonces cuando o í
su
voz. omo to
dos
l
imaginan era una voz ruda
gruesa firme
que poco a poco
se
volvió
suave persuasiva.
Dijo
que
no temiera.
Que
~ l
era
exactamente
i gual que
yo
que
teníamos
e l m i s m ~
aspecto -pensé en mis cabellos
ama-
r i l los
y en
mis ojos c l a r o s -
y que
43
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era una lástima
que
esa noche
no hu
biera un poco de luna. Me q u e d ~
so ;
rendido
cuando
me
dijo
que
le
gus
taba
la luna. Que amaba su inf ini ta
belleza
y que el.
mundo
era
cier ta-
mente algo bello algo digno de
ser vivido a plenitud. Me
pregunté
que
por q u ~ lo había llamado. Ape-
nas s i
tuve
fuerzas para decirle
entre
vacilaciones
balbuceos
y tem
blores.
Pareció
re i r
e s u h ~ como
una callada r i sa una discreta
r i -
sa .
Me
asegur6
que no
era el prime
ro que le había hecho
sol ici tudes;
Que
ya
lo
habían
hecho
otros y que
casi
siempre habían salido muy be
neficiados. Que
no
me arrepent i r ía ;
Inclusive hab16 por un
rato
de
las
opiniqnes de
la
gente
sobre
EL. Di-
jo
que
tanto los Evangelios en los
que
aparecía
tentando a e s ~ s has-
ta los escritos
de
Giovanni
Papi-
n1 eran equívocos. e este
~ l t i m o
cit6 uno de sus
razonamientos
en
el que se asegura que es absurdo
que L
pretendiera
un pacto con
~ ser
humano porque a
la
lar.
ga quien estaba dispuesto
a
hacer
un
pacto
de
cualquier
manera
su
existencia lo l levaría por
la
puer-
ta
ancha por el camino ancho.No
se
t ra ta
de
ningún intercambio me d i
44
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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jo. e
ningún
intercambio
en
e l sen
tido clásico de l
palabra.
n rea=
l idad
despuás
de
l
muerte
s610
nos
espera
una
existencia
sombría
un vacío inf in i to . Mostr6
una acaba
da cultura cuando con voz
hosca
y
firme como para
hacer
más ánfasis
en
torno
a
lo
que
decía citó
las religiones mesopotámicas f i r -
mando que s610
ellas
habían
alcanza
do l verdad
l pregonar que
des=
puás
de l
muerte
s610 nos
esperan
las
penumbras
tanto
a
los malos
co
mo a los buenos. Si nos fuera a es=
perar otra
existencia otra existen
cia
diferente
más
agradable -af ir=
m6
¿por
q u ~
el
otro
no
nos
l
dio
desde el principio? Entendí sus
r -
zones. Mi
papel
como e l
de uste
des
es
de
una
dolorosa
fatalidad
dijo.
Hemos
de aceptar un destino
y por encima de
ese
destino no
queda
nada absolutamente
nada.
l
g n
día
muchos de
ustedes se darán
cuenta de que
son
marionetas un
simple
juego de
alguien
más podero
so que t ~ y que
yo.
Tan
poderoso
que
es ~ l quien me ha
enviado a t i
aunque yo crea que vengo por mi pro
pia v o ~ u n ~ ~ l
~
serás más feliz
que muchos
afirm6.
Ese es
tu dest
no
por
haberme
llamado.
Te d a r ~
to-
4S
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do lo que un ser humano puede de
sear. Todas las
cosas
bellas.
Para
que puedas disfrutar el mundo a p l ~
nitud.
Para
que
puedas
sentir
con
toda la p r o f u n ~ posible
be
l leza
el amor e l placer. Sonre .
Era lo que tanto había deseado
es
perado en los
n u s t i o ~ o s días
que en los últimos tiempos
me
ba
bia
tocado
vivir .
Pero
el
terror
no desaparecia de mi coraz6n.¡Yo te
nia miedo
Milagrosamente
quedé
vivo. El
15 Y
el
16 de
junio
-todo
el mundo
recuerda
la
embestida- dolido aún
por lo
que
le
había pasado
a
Valen
tfn desde una azotea
disparé
hasta
más no
poder.
Pero desde un jeep
me
divlsaron
desataron una
andanada
de fuego
contra
casa. o cesaron
hasta
destruir la
del
todo.
Yo pude
eva
dirme
saltando
varias
azoteas aun
que
me
hirieron levemente en el
pe
cho
y
cadera. Sin embar
go
¿quién
iba a
creer
que un
m
cho como yo iba a estar
temblando
en
una
maldita
noche
como
aquella
en
una
noche
sin fr ío carajo con
el sudor en
frente el terror
en el coraz6n?
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Debajo de la adbana un niffo es-
cucha
cuando l
puerta se
abre
Tiembla Estd
atemorizado
Podría
ser EL La puerta del aposento se
abre
El
niño
mira
con
terror
a l
madre
sonriente
Ha
triunfado el
bien: billmi ha llegado primero Se
le adelantó a EL Han sido horas de
angustia horas de
espantosa espe
rae La oscuridad el terror el
monstruo infernal
que
vendría
en
vuelto en fuego con ojos sangrien
tos
y con
cachos
de buey a llevarme
l
infierno
Pero
tú t a m b i ~ n m a d r e
eres culpable
de mi
miedo Estoy
resentido
contigo
e
alegra tu
l l
gada pero
te
odio
Te odio
infini
tamente absolutamente te odio por
haberme
abandonado
Tú
conoces mis condiciones
s i
guió
diciendo
Tú que
me
has llama
do
sabes
bien
lo
que
te
eX Jo
a
cambio
O
quizás
no
lo sabes Por
que es mucho
lo
que
se
ha
hablado
sobre
esto
pero casi todo cuanto
se ha dicho es falso El
a l ~ a
es
una palabra hueca
equívoca
¿ u ~
es
el
alma?
Yo
puedo
decirte
que el
alma
no
existe
muchacho
o
exis
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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te
Es una
simple invención.
Lo que
yo
te
exijo
es entrega.
Es
decir
tú
podrás
disfrutar de la vida pe-
ro
habrás
de
hacer
ciertas
cosas
por
mí
habrás
de
seguir cierta l í -
nea
de
conducta
porque eso
es par-
te
del
juego es parte del fa ta l is
mo
a que
estamos todos
sometidos.
cualquier
manera estoy conscien
te
de que mi
imperio
o
lo
que
mu
chos
llaman mi imperio en la t ie
r ra es vasto. Es decir tengo
mu
chos seguidores
tengo muchos que
m
sirven.
Pero hay otros
que
no.
y
tu
papel muchacho será
inducir
a
esos que
no m
siguen
a que -
sigan.
Sabes
que
lo
que
vas
a
hacer
es
a
jugar el juego
que
se nos ha
impuesto. Sabes
o debes saber esto
porque lo
que vas a hacer es
inú
t i l
porque tú
no
eres decisivo ni
importante. Tú
vas
a
jugar la par
te
que
te corresponde porque as í
se nos ha
impuesto. ¿Comprendes?Si
comprendo
s p u ~ s de
Aqril
quise
volver
a
la
normalidad de mi vida anter ior .
Pero m fue imposible.
hecho
el los e l
enemigo
habían
ganado
la
pelea.
Y ahora los
derrotados
de
bíamos
vivir
una existencia de
peli
48
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gro
oscuridad
y persecuc1on por-
que el los e l enemigo podían desha-
cerse de
nosotros
en cualquier mo-
mento. Al
tercer
día
de mi
reinte
graci6n me dí
cuenta
de que un Mer
cedes
Benz negro me perseguía a to
das partes. Comencá a
temer.
Y m;
ví
justificado en mis
temores
cuan-
do
gracias a la
agilidad que había
adquirido
en
la
escuela
I l l io
Capo-
sse
pude evadir un ataque a t i ros
escaparme
a travás de unos cal le-
jones osquros.
Estaba
indefenso
coa
t ra
el los
Varios
de
mis
compafleros
fueron asesinados. Por aquellos en-
tonces los grupos que orientaban
la
lucha
habían aceptado
combatir
en el
terreno del n ~ m i g o
donde
era di f íc i l o casi imposible el
destruir lo.
o
tenía donde quien
acudir
donde
quián
protegerme. n
e l
campo ya
habían asp.sinado
a
va-
r ios
n
las provincias la persecu
ci6n era ~ virulenta y d e ~ s
cualquier
desconpcido que l legara
era
tomado
inmediatamente en
cuen-
ta En la cap i ta l la represi6n era
fuertísima y
aunque había ~ s
lu -
gares inaccesibles áramos m ~ s con2
cidos
porque
aquel
fue
e l
escenario
principal de
la . lucha.
Tratá
de esconderme
por un
tiem-
49
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po. Las necesidades de todo t ipo me
agdbiaban
pero repi to
no
tenía
donde
quien
acudir.
Pasá
hambre
hu
be de dormir en
el suelo fr ío en
r s
ocasiones o amanecer
sobre
una acera haciéndome el borracho p ~
ra no ser acribi l lado. ¿Qué podía
hacer?
No tenía ninguna sal ida.
Es-
taba acorralado. Fue e n t o n e s u ~
do
apareció
Víctor.
c mo
10gr6
loca
lizarme j m ~ s
lo supe. Pero
me ~
trañaba
que
andara
impunemente por
las
calles
sin
que nadie lo moles-
tara . De momento
había
conseguido
todo lo
que un hombre puede desear
en
este
mundo: comodidad
seguridad
posibilidades de hacerlo todo muje
res
placer viajes
según me n t ~
ré
despuás. Pero ¿c6mo era posi-
ble?
El me l lev6
hasta
~ u casa. Ago-
tado y
hambriento
como estaba lo
dejé
hacer.
Se
mé aloj6
en una habi
taci6n abarrotada de comodidades. Y
de inmediato buscó un médico
que
me
hizo
un examen completo
y
e l
que recomend6 algunas medicinas que
fueron
traídas
l
instante.
Interro
gué a víctor: ¿ mo
se
has había ~
cho? Entonces a diferencia de lo
que esperaba me hab16 de
cosas
ex
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traBas,
ae
religiones
perdidas en
el
tiempo, de
búsquedas sobrenatura
les .
Pasaba las horas hablándome de
sus
hallazgos.
dijo
que había es
tudiado a fondo la religi6n
egip:
cia .
hab16 de Horus, el
dios
a l-
c6n
que,
según é l
lo
habia azotado
hasta
entonces,
porque
Horus
signi-
ficaba la acri tud. dijo también
que
babia
roto un pacto con
Tefnut
e l
vacio Set Nofthis,
los di2
ses
de la esteril idad
la
muerte,
del
mal y
del
desierto. Dijo que no
le
había dado ningún resultado su
vivencia
con
esos
seres,
que
se
transformaba
en ellos con
extraBos
maleficios; que decidi6, entonces,
ser Isis la t ierra
fér t i l
o Nut
el
cielo . Afirm6 que la
religi6n
~ e s o p o t á m i
le
habia dado la res-
puesta
a la trascendencia de
la
vi-
da:
El
otro
mundo
era
una
existen-
cia sombria, terrorif ica,
que
a l l í
no
babia
paz ni
belleza
ni
dulzura, que
la
vida, largamente
vivida, era el único pago a esa
existencia dolorosa
que
vendría
des
u ~ s
Corrigi6 esa
vieja
rel igi6n;
afirmando
que los antiguos creían
que s610
los
soldados tenían der e-
cho a
la tranquilidad.
Es todo lo
51
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contrario d i j o . Sólo
aquellos
que
no combaten t ienen
derecho
a la
tranquilidad
pero
no
en
el
otro
mundo sino
en
é s t e
porque para t2
dos
la
segunda
existencia es oscu-
ra y t r i s t e id ea del di a bl o
te s que en
la
r e l i g i ó n
c r i s t i a n a
me
d i j o
la
había encontrado
en e l
mazdeismo: Arihman o
el
mal. Pero
que
este
mal
había
que
entenderlo
en sentido
d if e r e n te
a l d el mal
t r a d i c i o n a l :
el ma¡
era
la p a s i v i -
dad
ante
la lucha
lo
co n t r ar i o
a l ascetismo o perfección esp i r i -
t u a l
en contra del cuerpo :
e ra
e l
hedonismo
la búsqueda
y
d i s f r u t e
del
p la c e r .
dijo
que en base a
fórmulas antiguas
había
encontrado
una forma de comunicarse con é l y
que la
había
puesto
en
p r á c t i c a .
Dio
r es u l t ad o
agregó
con a l e g r í a .
ya
ves.
Se nt í envidia de Víctor •
Anhelaba
una
ex i s t en ci a
ig u a l
a
la
suya. Pero no
tuve
que decírse-
lo . Fue ~ l mismo
quien
me preguntó
que s i yo deseaba hacer
un
pacto.
Dudé pero
a l
f i n a l le respondí
afirmativamente. Que ya estaba can-
sado
de aquella
vida
s t ~ r i l
preparación
duró
varios
d í a s .
en
señó
muchas fórmulas
mágicas
modos
de
proceder
de
act u ar
de comuni-
cr rme ; Hasta que e l d ía l l e g ó .
52
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condujo hasta
un
lugar extraffo
con
los
ojos
vendados.
dijo que espa
rara. Y
se
re t i r6 Diez minut 8
des
pu6s
y siguiendo
sus
indicaciones:
me quitá la
venda. Fue
entonces
cuando me encontré con aquel pasmo-
so mundo de
pesadilla
aquella no
che
que se
deslizaba sobre
mi epi:
dermis despuds los pasos la
voz.
L
L
estaba
ahí
ya.
Algo
frio
y pegajoso la noche seguía
deslizándose
por
encima de mi
cuer-
po.
acepté. Acepté las condiciones
que
él
me indicaba.
Pero
cuando
pa-
s6 la impresi6n
la
voz
dej6
de ea
.cucharse sentí nuevamente miedo:
No alcanzaba
a comprender la dimen-
si6n
de mis
hechos
••• ¿Qué
era lo
que había pasado segundos antes?
¿Dónde estaba? La aurora comenz6 a
l lenar
los
espacios
oscuros.
Los
yos amarillos
del
sol fueron forta
leciándose
haciéndose mds
inten:
sos.
Me
ví entonces en un si t io
totalmente desolado. No había na.
die absolutamente nadie.
A
lo le -
jos
algunas
montañas.
Frente
a
mí
restos
de
hierbas
que
intentaban
danzar dificultosamente
con la
bri-
sa. un mortal
silencio.
Mi
asoro
S3
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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bro
no
tuvn
~ m i t e s cuando
m i r ~
d ~
t e n i d e ~ e n t e
a
mis pies; las hierbas
e ~ t d n parcialmente
chamuscadas,
como
s i
alguien
hubiera
pasado
por
a l l í y hubiera plasmado
sobre ~ s -
tas pisadas de fuego. Entonces,
efectivamente, había
estado pre
sente,
no
era
un sueño,
era
algo
real , cierto, ah estaban las
pruebas. M i r ~
repetidas
veces
las
pisadas de fuego, .las hierbas- cha.
muacadses
negras.
Aún
me
costaba
creerlo.
Bajo
las cenizas, sent í a l
go duro, m e t ~ l i c o
lo
desenterr1
con uno de mis zapatos.
Era
como
una
moneda como una medalla,
pero
no
era
ni
una
moneda
ni
una
meda
l l a Y
tenía
una insignia. El cara
z6n quiso salírseme del pecho cuan=
do
ví lo
.que
decía. S6lo había t res
le t ras . Y era,
q u i z ~ s
la única
prueba duradera que tenía
para
af i r
mar con
base
que yo
había
hablado
con EL que yo había tenido
un
en
cuentro
con EL.
-Vamos hábleme de su
niñez. ¿No
qulere hablarme
de
su niñez?
Q u e d ~
en
si lencio.
No
sabía
s i
decirle lo
de mi
hallazgo,
no sa
bía
S l decirle
que,
entre
mis
ropas
había encontrado algo que
era deci-
S4
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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sivo.para
m .
Más
el
hombre de r o ~
tro·
apacible
jamás
me creer a.
-Doctor d i je
-si
d game
-sonri6.
-No
quisiera hablarle
de mi
niñez.
Cuanto yo
quiero es
que crea
lo
que le he contado. Al relatar mi
historia
me han confundido
por
un
demente.
Y no
lo estoy
se
lo s ~
ro
no
lo estoy
aunque no tengo
m ~
nera
alguna para probarlo contundea
temente
a no
ser
que •••
-¿A
no
ser q u ~
Vamos
hable.
no ser que •••
bueno
yo s ~
que algo camin6 mal que algo and6
mal. e
da la
impresi6n
de
que s-i
hoy no
me
encuentro
como
Víctor
es porque me arrepent a tiempo.
e
a c o b a r d ~ Y no pude ser
f ie l
y
hacer lo que ~ ~
me ped a.
Por eso 1
el
pacto qued6
roto.
Y
por eso
y
quizás como un
castigo
es que me
encuentro
en este s i t io Sá que es
por-
eso.
o hay
ninguna
otra
r z
én
-Pero usted me habló
de
algo ha
ce un ra to -
-Si
no quer a dec rselo. Pe
ro
ya
está
dicho. Aqu tengo en mi
mano la moneda el circulo metálico
la
medalla
que
encontrá
aquel
d a
bajo
las
cenizas. Se
lo
voy a ense
ñar
a usted
doctor.
Es mi ~ l
ss
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prueba.
Aunque a ~ que ea
di f ic i l
que m
crea
porque no es tan
con-
vincente. Pero lo
i n t e n t a r ~
Y qui
zás a pesar del
poder
de EL
qUi=
zás
tenga suerte.
D e p o s i t ~
l moneda sobre el es-
cri torio.
El hombre l tom¿ en sus manos
Al principio
pareci6
no
darle
mayor
importancia.
Contemplaba
l
cara
l is del objeto. D e s p u ~ s l
volvi6.
Y
entonces vio lo
qu
habia visto
y
lo ví enrojecer d i-
rigirme una mirada de
temor
ví co-
mo
~ l
sudor comenzaba a
descender
por su frente que
ya
no era
apaci-
ble.
Qued6 mudo
petrificado
los
ojos abiertos
hasta
el inf ini to .
En
l
parte
de
atrás
de l mone-
da
había t res
le t r s
Tres letras decisivas.
Y eaaa letras que m
hicie-
ron
temblar
a
mí
y
que
hicieron
temblar
l
doctor
decían
simple y
llanamente sin
mayores rodeos:
U S A
1971
S6
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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EST NO H NO H Y
QUIEN
UERM
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Se daba cuenta de que
la
deses
peraci6n paso a
paso
agigantada
mente iba
conquistando
su
concien
cia Y
sabía
que
la
culminaci6n de
todo aquello
ya
estaba cerca que
él
no
soportaba
más que de
ningu
na manera
podría
soportar
por
mucho
tiempo
El zumbido
se
hacía persis
tente criminal Oscilaba en el a i
re
como
un péndulo iba aproximán
dose lentamente progresivamente
hasta cortar
la
calma
hacerse
i r res is t ib le dolorosamente
i r res is
t ible espantosamente i r res is t ib le
Abri6
los ojos Sus pupilas ne
gras encontraron
la
luz dispersa
del
aposento
que surgía desde lo a l
tOe Los párpados
se
contrajeron Po
co a
poco
la
luminosidad
se
hizo
soportable
Abrió
n u v m n t ~ los
ojos y mir6 en derredor SUY e o
veía nada El insecto se había esfu
mado Y ya no
se escuchaba su
músi
ca su torturante ~ s i c su endemo
59
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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niada
y persistente
música que
l ~
tamente le iba robando el sueño
Ante
ál
s6lo estaban
las
paredes
verdes del
aposento uno que
otro
cuadro vegetal sobre
ástas y
la cor
t ina
marr6n que
separaba
el
lecho
algo duro del sanitario contiguo
Debía ser
tarde Trat6
de acomo-
darse
un
poco
Naáie
sabía s i
en
cualquier
momento
el
zumbido
volve
r ía
Estaba preparado Para eso ha=
bía encendido la luz
Entonces lo
atraparía
in
fraganti
en
el
mismo
momento en que e l insecto iniciara
su
infernal
concierto
Sentiría
con
delectaci6n
el
minúsculo cuerpo
i ~
gregado
en
fragmentos y sangre so-
bre sus manos sangre robada en un
momento de sueño Y habría tr iunfa-
do
Entonces podría dormir aun
fuese por algunas horas Lo necesi-
taba los vagos recuerdos que
acudían
a
su
conciencia
veía
t res
noches continuas sin
sueño Y
t res
noches eran demasiado demasiado
¿Quián
era
capaz de soportar tanto
tanto? ••
Pero
en
aquel
momento en
aquel
preciso
momento
se
sentía
casi
de-
r r tado
Aún con la luz
encendida
y aún
en plena vigi l ia se
había ~
jado vencer por el sueño
Ascendía
6
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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progresivamente.hasta sus
ojos ha-
cía
~ n f i n i t m n t
pesada su cabeza;
y aletargaba
sus
brazos y piernas.
Suavemente
lentamente
volvía e l
zumbidó.
Y l l í todo se cortaba l
paz
e l
sopor e l
al ic iente
color
de las
paredes verdes su
cansan
cio y
sólo
quedaba
aquel fondo de
angustia
aquella
galopante desespe
ración.
Entonces comenzaba l obsesión.
Se sentía inmerso en un estado in -
termedio
indefinible
entre l
v i-
g i l i
y el
sueño.
Cosas extrañas
comenzaban a brotar de lo m ~ s pro
fundo de
su
ser . Sentía sobre sus
ojos
abiertos
l
impetuosidad
de
una
luz intensa
que
descubría el
verdor
de las
paredes.
Pensaba. Y
sus pensamientos rememoraban en su
conciencia l inquietud de los
sue-
ños. Soñaba despierto con
los
ojos
negros
abiertos
con
el
ardor
en
las manos tantas veces había· inten
tado matar
aquel
insecto
musical
inútilmente.
La tortura era una tortura geo-
gráfica. Unas veces un hombre
l-
to
blanco pero muy quemado
por
~ l
sol
con
l ropa
raída; barbudo
y
con grandes
lentes
oscuros daba
clases
de Geografía. n otros m o m ~
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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tos
Sergio
se
veia caminando co-
rriendo por entre
las
hierbas
r -
mas
y
árboles muy verdes
o o
las
paredes de su
apoaento
Caía
l sue
lo
o
se lanzaba
a
prop6sito Respi=
raba profundamente angUstiosamen
te Luego se
ponía
de
pie
s u í ~
corriendo
Había
que
huir huir
de
algo
que
venía desde lo l to
Poco
a
poco
l
realidad
fue
dominando
l i n c o n s c ~ e n c i Y entonces en
ese estado intermedio
y
~ s t -
so Sergio se
mantenía
temeroso
de
un zumbido enorme terr ib le que ve
nía
del
cielo
o o
s i
é l
fuera l
presa
obligada
de un
espantoso
horrible
animal
aéreo
Luego
el
zumbido l igero suave
progresivo
molesto: Era
el mosquito
Se despert6
sobresaltado
Sus ~
nos encontraron
otra
vez
e l
i re
El insecto había escapado Ech6
dos
maldiciones
La
noche
seguía
avanzando
y
todavía
l
luz del apo-
sento continuaba encendida
las
paredes
verdes y el escritorio l l ~
no de l ibros y l ropa
dejada eq
desorden sobre
una si l l
¿Qué
podía
hacer?
Se
recost6
so-
bre
la
almohada dura inc6moda
o ~
co a poco
aquella vaga
inconscien-
cia el soñar apenas despierto
los
62
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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pdrpados abarrotados de
cansancio
l
luz
las paredes verdes lo
hun-
dieron en aquel estado dual ••• Otra
vez aparecía
la montaBa
l saba-
na las piedras las
hierbas
los
árboles Corría desaforadamente La
obsesión
geográfica repiqueteaba en
su
mente
El hombre de l
barba
ha-
blaba
de
los
distintos
cielos
Es-
ta
vez
las
cosas
se
confundían
f o ~
mando un todo tenebroso n s6tano
apenas
iluminado
Una
pizarra
El
hombre de l
barba
hablando con
una inf ini ta seguridad en s í mismo.
El
cielo
de otoño es sumamente
interesante
Las
constelaciones
desde Cefeo hasta Andr6meda domi
nan
las
noches Pero el más propi=
cio
es
el cielo
de
Verano Esto
porque es el
rods
oscuro
ya que
las
estrel las
son
de tercera cuarta y
quinta magnitud por
ello
l v -
sibilidad
es
casi
nula
o
se
olvi-
den
que nuestro mundo es
un
mundo
de t inieblas a pesar de que nues-
t r misi6n es ser parteros de l
luz pero sigamos Alejandro
¿por
qué
nunca
tomas
las cosas
en
serio?
Haciendo
comparaciones
fuera
de
~
gar
h l ~ n d o m e
a los oídos tran-
quilo hombre. Debemos
atender
¡disciplina
hombre Déjame en
paz
63
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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El zumbidó persis tente
regular
acude nuevamente a los
oidos
de
Ser
gio. Se cort6 l somnolencia.
Per ;
esta
vez
ni siquiera
hizo
un
ee-
fuerzo por destruir
l
insecto. Es
taba
en los bordes de l desespera
ci6n. Aplastado por l
impotencia.
Se qued inm6vil sobre
su
cama
envuelto
en
las
sábanas. o
l
v ~ a
dírectamente
pero l luz se mante
nfa
igual
y
l cortina marr6n y
las paredes verdes.
Vagamente pen
s6 en
levantarse
y lanzarse contra
l
pared
destruirse el
cráneo
es
capar evadirse.
Era imposible.
To
do
era
imposible
e l
sueño
lo
era
t a m b i ~ n
Aquella inconciencia
aquella median a aquel ensueño
con
los ojos abiertos
aquella
persis
tenve obsesi6n era peor que estar
despierto era peor que e l mismo
cansancio. El agotamiento
era
más
fuerte
que
su
misma desesperaci6n
que su misma angustia. Rab a que
cer
algo
había
que cortar aquella
noche de luz encendida de zumbidos
fuertes y suaves
reales
o i r re -
les de
paredes
verdes
y
plantas
s i lvest res
aquella
noche
intermi
nable aquella obsesi6n geográfica.
Pero l
vigi l i
era
una presa f ~ -
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c i l para e l cansancio,
y Sergio
caía derrotado, aplastado en
una
batalla
ganada de antemano.
El
cíelo de
l primavera
es el
más peligroso, porque
entonces,
hay
más luz, es. el más bri l lante de to
dos y para nadie es un
secreto
lo
que eso significa. Hay que
evitar
todo
lo posible l primavera, hay
que
contar
con
l
naturaleza
para
todo
lo
que vaya a hacerse. Ah eso
s i el cielo de invierno es el más
hermoso de todos, con su inmensa
constelación de
Orión
doblegando
las noches, embelleciándolas hasta
lo
increíble. Pero,
quá
problema,
volvamos a
lo
nuestro.
Alejandro,
por favor, ¿no ves que nos están m
rando? Estás molestando a los compd
fferos,
esto no es un juego,
¿ ~
es
lo
que te crees? Mira,
mejor
te
vas. Hay
otras
cosas interesantes.
Hay
aos clases de
costas -y
~ t o
es
muy importante-; ya entraremos
des
púás en su detalle. Tenemos l s u ~
te de que las nuestras son muy ~
sibles
y
l ímpias,más
que las de
ba,
y e s o
es mucho
decir.
Eso
í ~
como es natur.al, hay
algunas
que
son de
dif íc i l
navegaci6n
•••
~ o s
ie
hablar
de las penínsulas, taro
bián.
e los
cabos
y las puntas.
las
bahías y
los puertos.
Hay aun-
65
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que,
algo
m ~ s importante que to -
do
esto.
Y
son las
montañas. Las
que
t ~ n e m o s
que diferenciar de las
colinas. Estas,
son
mont culos
is -
lados, muy cortos, y por
ello
muy
peligrosos. Las
cordil leras son
su
mamente importantes, y
hay
que
te -
ner un
conocimiento
casi erud stico
de las
mismas. Las
depresiones
~
dimientos
en
l
corteza
te r res t re-
t ienen una importancia
capita l .
Las
sierras son importantes, porque s i r
ven como v a de escape. Y por enci=
ma de
todo,
quiero
referirme
a
l
cordillera cen tra l. Aunque
esto
no
t iene mucha uti l idad práct ica
bue
no
es
saber
que
~ t
se
form6
hace
más de
ciento cincuenta
millones de
años, antes
del
Cretaceo. Más
impor
t n tees saber que se extiende des
de
l Pen nsula
de San Nicolás,
en
Hait ,
hasta
l
de i ~ e y Es como
l
espina
dorsal del
pais.
Sorprertdido de s mismo
Sergio
se
siente
corriendo
por
entre los
verdes drboles, por sobre las hier -
bas,
por entre los
arbustos
de
l
montaña.
nuevo
e l
horrible e
i r re l
zumbido como
el
de
un
mons
t r u o ~ r e o
intenta
cortar e l
r i t -
mo progresivo de
su
sueño. Abre
los ojos.
Mira hacia arr iba.
La de-
66
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sesperaci6n
había llegado a
su ll
to culminante En lo l to el bombi
11
ilumina
con
tanta
violencia co-
mo
un
sol Las
paredes
~ l aposento
conforman
en su mente
el
verdor de
los arbustos los árboles y
las
hierbas Se lanza
del
lecho Está
enloquecido Lanza golpes
l
ire
agrede las
paredes con sus puños ••
Esta
vez
tendrá
que
acabarse todo
Son t res
noches
s in dormir Este
zumbd do que no me de ja
vivi r
o Vas
a ver
animal
del demonio Vas a
ver Corre de un
lado
a otro Sigue
lanzando
golpes
contra e l ire
y
agrediendo las paredes los
cuadros
vegetales
Los
golpea
t ienen
un r ~
sonante
un
vigoroso
un doloroso y
profundo eco Parecen
estremecer
a
las
paredes A
las verdes
paredes
Las manos se le enrojecen se le
hinchan
No ya no puede más El
fuego
en
lo l to
sigue
iluminando
con
violencia Se lanza impetuosa-
mente sobre el lecho Respira honda
mente profundamente
Ya no
hay
hierbas
S61 queda
un polvillo
ro-
j izo
y
sobre ~ s t
un poco más
l lá
algunas
piedras
deformes
Un
arbusto
le cubre
del
sol Los á r o ~
les
algo
más
le jos
resplandecen
en
todo
su
verdor Alcanza a ver e l
67
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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rostro
de Alejandro
Está
sudado
se le nota una sonrisa dolorosa por
encima
del
cansancio
de
l
jornada
larga ardua violenta Ahora Ale-
jandro l lor
Todo
cambiado
Ya
no y drboles
ni hierbas
ni t i e -
rra roja Sólo queda el zumbido e l
horroroso
zumbido Debajo de sus
pies Sergio
siente
el asfal to Mi-
ra
en
derredor
Una
pista
varios
aviones
que aguardan entre
ellos
uno que
en
esos momentos
ca-
l ienta sus motores y aquel zumbi-
do caracterís t ico
La
l t
pared
varios hombres vestidos de verde
que los apuntan con fusiles A
~ l
a
Josá
a
todos
los
otros
compañe-
ros l hombre de
l
barba
lentes
oscuros o comprende Recuerda que
ya
no se t r t de
Manaclas que
ya
no están en
l
loma que se entrega
ron Recuerda que fueron t ras lada-
dos
muy
le jos
Y
ahora
sobre
el
~
falto
caliente contempla
a sus
coro
pafieros y l
pelotón
de f u s i l m i ~
to a
no
habrá
más zumbido de avio
nes y de
helicópteros
ya no habri
más cansancio más
·mochila fus i l
y rebelión y largas caminatas y p ~
ciales
enfrentamientos
e l
s ~ t i ~
se harto
por el
cansancio los
in -
sectos el
nambre l sed
y
el
sol
ardiente
La
orden
se escucha como
68
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un eco
lejano
y
Sergio
a l c a n z a y e r
a Alejandro ~ lo s o t r o s cuando
caen lentamente sobre sf l to
Las piernas se le a f l o j a n ; todo e l
cuerpo; lo s párpados
le
pesan aho-
r
pod ria d escansar podria d o r -
mir y ya e l sonido no es ta n n t ~
so
como
a n te s ; se da
cuenta de que
cosas
a r d ie n te s
penetran s in piedad
en
su
cuerpo
y
s i e n t e
que
l
vida
se le
escapa
mientras
se.va
e r ~
do l a s f a l t o lentamente h as t a
fundirse con
10
que pronto s e r á un
charco
de
su propia sangre.
97
69
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ONVERS ION
ON
UN FIN L DE FE
E G R O
HERN NDEZ MEJI
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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De
vez
en cuando, nuestras dos
miradas
se encontraban escribe
Marcos Sánchez en unas notas que
fueron
encontradas en su habita
ci6n
momentos s p u ~ s de su
suici:
dio. El
m s
de
las
veces,me e,
quivaba; esa noche -tan
llena
de
presentimientos extrafios para mí
su
mirada evasiva
escrutadora
t í ·
mida
contradictoria
me decía co
sas que no lograba adivinar pero
que.
flotaban
en
el
aire
omo
mari
posas. A mi
izquierda su
esposa
bordaba;
mi
vista recorría
con
an
gustia aquella sal i ta minúscula de
\
tonalidades celestes tan
ideal
.para
respirar un ambiente de paz que no
había entonces. o
hablt bamos nada.
Yo,
sentía
en mi
cuerpo
el
peso de]
arma que un terror
secreto
me
había
inducido a extraer de una
gaveta
polvorienta.
Y,
efectívamente.
mis
temores se vieron confirmados. La
puerta que daba a
calle
se
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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abrió con
fuerza. Entonces
apare-
ci6 á l cuchillo en mano.
Tenía
una
expresi6n feroz
en
e l
rostro.
Y ve-
nía
dispuesto a
matar.
Un
sacudi-
miento
eláctricQ
conmovi6 de
parte
a
parte
mi cuerpo. Josá frente a
mí palideci6 notoriamente. Su e s p ~
sa dio un gri to El hombre se
laa
zaba
contra
nosotros avanzando
con
pasos
lentos
pero
firmes
decisi-
vos .
El 19 de marzo de 1964 un peri6
dico
vespertino
public6 las
siguien
tes declaraciones de la señora Ana
Ledesma esposa de
Josá
Ledesma
asesinado la
noche
anter ior
por
Ri-
chard
Vanderhorst:
Apareci6
de
re -
pente
por la puerta
delantera.
Al
verlo dí un
gri to Josá se
qued6
C 0l 10
muerto
sin
saber
qué hacer.
Marcos Sánchez un amigo que
nos
vi
si taba se puso de pie nervioso.
El
hombre
del cuchillo
avanz6
hasta
Josá. Lo agarr6 por e l
cuello
y lo
levant6 brúscamente de la s i l la E l
se queJ6 algo pero no hizo
nada
pa-
ra
defenderse. Entonces comenz6 a
acuchil larlo. estaba histár ica
gri taba
pero no alcanzaba a hacer
n d ~ nada
•••
Aquí
e l periodista interrumpe
la narraci6n de la señora Ledesma.
74
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Toma
el
hilo de
lo dicho y prosi
gue:
liLa
sangre,
según nuestra e
trevistada,
comenzé a
salpicar
loa
nuebles
y l alfombra. El desconoci
do
seguía
apuñalando a su esposo.
Este,
comenzé a deslizarse por
e l
piso. Ya estaba muerto.
En
esos mo-
mentos, intervino el señor Marcos
~ c h e z
quien luego se
suicidé,
en
esta misteriosa y
pasional
cade-
na
de crímenes. Según l
señora
Le-
desma, comenzé a gri tarle l agre-
sor
que
se detuviera. Este,
no pres
taba atencién alguna. Lo alcanz6, a
seguidas,
comenz6 a zarandearlo
como
para deshacerlo
de
su víctima.
Aquel lo
empuj6
cay6
l
suelo.
Se
puso de pie
otra
vez.
De
la cintura
extrajo
un r e v l v ~ r Y
disparé
dos
Veces
contra el
victimario. Otra
sangre, tan
roja
como l
primera,
.iñé de nuevo l alfombra.
Ambos
hombres, yacían
muertos,
en una
n ~
che rí
que, más que a
la violen-
cia , inclinaba
a
las
personas
l
r ~
cogimiento . El
periodista
conclu-
ye
poniendo
en labios de Ana Ledes-
ma
las
siguientes
palabras:
Marcos
Sánchez qued6
asombrado de
petrificado. Como
s í mismo,
sa1ié
co
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
http://slidepdf.com/reader/full/roberto-macalle-abreu-las-dos-muertes-de-jose-inirio 69/185
rriendo hacia
l
cal le .
Aun llevaba
e l
arma en su
diestra .
Desde l
galería
iluminada,
Er
nesto y yo c o n t e m p l á m o ~
e l re jue :
go de matices naranja del atarde
cer, marco
definit ivo
de nuestras
conversaciones
sabatinas. Era
una
vieja costumbre:
Desde
hacía varios
meses,
nos
reUníamos
todos
los
s á b ~
dos a charlar de l i ter tur y a
leernos nuestros trabajos.
No
me
satisfacen los cuentos sangrientos
me dijo. o soy partidario de
t r -
mas más complicadas, l est i lo de
Cortázar
en
La noche boca
arriba ,
donde
lo
soñado
y
lo
vivido
se
e n l ~
zan a un nivel en el cual l
dife
renciaci6n
es
muy
dif íc i l Sin em-
bargo, noto
que
los detalles son
su
mamente
precisos: Fechas, lugares ;
nombres con apellido.
¿Influencias
de
Borges,
o demasiado
p r t ~ r
de
nuestra
propia experiencia ?IILa don
celIa
nos
trae el cafá
y se
retira;
Tomamos ¿Sigo leyendo?,
pregunt6
0
Por
supuesto , roesponde Ernesto.
Las
notas
de Sánchez
-que
es,
de hecho, l mejor
relaci6n
de que
se dispone
de
lo sucedido- siguen
76
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
http://slidepdf.com/reader/full/roberto-macalle-abreu-las-dos-muertes-de-jose-inirio 70/185
diciendo:
Corrí por las
calles co
mo un demente.
Por
suerte,
h ~ í
f r ío ,
casi
no
encontré
a
nadie
en
e l camino.
Recuerdo
que
crucé
l ~
l le
José de Jesús Ravelo,
l
Peña
Batl le ,
que
pasé por varias l íneas
de
carros públicos, una
escuela,
dos
o
t res
farmacias, negociós. Las
luces
de
los postes iluminaban
t r i ~
temente las aceras
Y
calles rotas.
Yo
s610
tenía
una
idea f i j
Espe
r a n z a ~ o comprendía
lo
p a s a d o ¿ o ~
qué aquel hombre había desatado
to
da •
su
furia
sobre
José?
¿Era, aca=
so,
que
había
enloquecido?
Al
f in ,
logré alcanzar
l
minúscula
casita
inconfundible
por
aquella
franja
d ~
flores
de
sol
que Esperanza
llamaba
jardín. e
ahogaba
.casi ni
lograba
respirar -había
corrido mucho.
e
detuve frente
a
puerta,
para
f r ~
e l
cansancio
y l
ansiedad.
Es
taba cer rada
pero
l luz, un haz
suave F t ierno; se colaba por
l
parte infer ior .
Se
abr
é
Ella, . es
taba ante mf, y me observaba
con
asombro. Sus c ~ l l o s negros, suel
tos. Sus
ojos
grandes,
sus
labios
30rprendidos,
todas
aquellas
cosas
que
inducían l
amor
sin l ímites,
a
l locura, a
l
desbordadapasi6n.
U o
es
hora,
Marcos me
dijo- .
Vete
77
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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t ienes
que
estar
Loco Han pasado
algunas
cosas
••• No hay
peligro
ya
-respondí-.
El
está
muerto .
Abri6 los ojos desmesuradamente. Mi
r6 en torno
mío pero
no
encontr6
a
nad
í.e Ven
entra
dijo. E n t r ~
e r ~ ~
la puerta t ras
de
mí.
e
sen
tá
en una butaca pr6xima. La miraba
fíjamente a
los
ojos. Ella a mí.
e
asustas
dijo
•.
Estás
enfermo
deliras .
No
Esperanza respon
dí. Es
cierto.
El
ha muerto. Lo roa
tá
yo.
Debes
recordar
a
Josá
aquel
amigo del que
tanto te hablaba
aquel
amigo que
te
presentá un día.
El
fue y
lo
mat6 yo
estaba
presen
te .
Tratá de detenerlo
·tuve
que
dispararle muri6 estoy
seguro no
hay salvaci6n para dos
t i ros en
la
cabeza . Ella
pareci6
desmayarse·.
Se
sent6
en uno de
los muebles
ro -
jos. Sudaba
y la
luz
de la
sala se
proyectaba
en
las
gotas
acuosas
~
ra
cris ta l inas .
No entiendo d i-
jo. Sí entiend·es
repliquá. Se l ~
vant6 colá rica -quería impresionar-
•
me: ¿Quá
insinúas?
gri t6.
e
le
vantá. tomá por hombros
has
tahacer le
daño; el la pareci6
ce
der asustada.
l ¿ o ~
quá
Josá?
le ·
gr i tá . Yo no puedo saberlo dijo.
¿Por quá? gri tá de nuevo. Ella
78
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
http://slidepdf.com/reader/full/roberto-macalle-abreu-las-dos-muertes-de-jose-inirio 72/185
desfal leci6 y volvi6 a caer en
e l
mueble. Miraba a l piso de
mosaicos
rosados. Qued6 en
si lencio .
e has
e n g a ñ a d o ~
g r i t ~ .
No respondi6. uNo
conforme
con engañar tu esposo
has engañado t a m b i ~ n a tu amante .
Silencio.
Levant6
e l
rostro .
Hizo
·
esfuerzo nervioso por
tomar
algo
que
estaba sobre
la
mesa d e l c o m ~
dor
que
continuaba
la
sa l i t a
La de
tuve.
e
p o e r ~ del papel
y
el so=
bre
que
el la
intent6
tomar.
Era
an6nimo. contrario a lo que hasta
entonces
había creído J o s ~ era
·
viejo amigo de i c h a ~ d Vanderhorst
el
. esposo de
Esperanza. El
anónimo
contaba
las
viejas
relaciones
que
habían mantenido ~ l
y
la esposa
de
Vanderhorst
desde
hacía
muchísi-
·mos años .
Usted
debe
saber la Ir
nera
magistral
como el los secondu
cen hasta e l extremo de que encon
trándose- en la
cal le
se
portan per
fectamente
como
dos desconocidos
o
conocidos s610 de vis ta S a q u ~ el
r ~ v 6 1 v e r .
Ella
temblaba. No lo ha
gas
dijo no
te atrevas .
Los
disparos
se
incrustaron en
su
cara
arruinando su rost ro . Sal í corrien
do
nuevamente.
Ya no
sabfa
de
mí .
Demasiado fuerte -fue
la opini6n
79
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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de Ernesto. Tiens mucho de horror.
Pero
hay
algo
que
me
asombra
-a1
gui6 diciendo-.
Esa
mujer
que des
cribes,
au nombre
las
calles
que
conducen a
su
caea.
Todo eao
me
pa
rece conocido.
Creo
inclusive,
que
una vez me presentaate una mucha
ha •••
Yo
te
l presente
a ella ,
le
dije.
Ah
aquella
amiga
tuya,ei,
hasta
la
llevamos
a
BU
casa
•••
Si,
respondí. P e r ~ d e s p u é e
que decida.
publicar
esto, hay que
cambiarle
el
nombre
laa
callea, loe datos,
no
eea
que
alguna persona observadora
vaya a creer lo que no
ee . Cierto,_
dijo Erneeto. Pero ,
pregunt6 algo
inquieto,
¿Ync hay
ningún
elero ento
de
verdad
en
eeto? ¿Td
alguna
vez,
trataste ' de •••
profundizar
más
lae
relaciones con ella; l legar •••
?
o ~
re í
No
hablemoa de
eeto. 4Quieres
que
siga leyendo? .
Bueno ••• e: ,ei
gueu, reepondi6
Ernesto.
Ahora
estoy
solo
en mi
cuarto
-as
comienza
la dltima o t ~ dejada
por
Sánchez-.
Todo me parece 1rra-
~ i o n a l No encuentro
d6nde ha
esta
do
l
falla
mía
como
hombre
como
ser
humano. Todo se
ha trastornado.
Mi
vida
-para lo que me aguarda-
ca
rece
de
todo sentido. Un rev6lver
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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sucio de pólvora. Una
bala
en
e l
tambor. Y
mi mano asesina.
Pronto
vendrán por m , No
encontrarán,lo
que esperan. Colocanne un anna s
bre
l
sián
•••
algo
que jamás
ore
l legaría
a
hacer. Sentir l
presión
de mi dedo en e l gati l lo,
una
pre
sión suave y decisiva. Sen tir ••
Hasta aqu
las
notas
de Marcos Sán
chez.
El
mádico
legista
calif icó
l
muerte
como
inmediata . Lo
encon
t r r ~ minutos
despuás los
vecinos
y
las autoridades.
Ernesto,
me mira desconsolado.
Un
cuento
uy
fuerte
y
excesivamen
te
simple , dice. Pasan algunos ca
.r-ros Ya ha ca do l noche, y su
luces iluminan
l
calle
r e c i ~ n
cons
tru da. Muy fuerte, muy fuerte, y
excesivamente simple ,
sigue
dicien
do. Uno de
los
'autos ilumina toda=
v a
más la-
galer a
en
qU
nos
encoa
tramos.
Creo que es mi hennano
-d i
ce Ernesto-.
Le
dije
que
viniera
a
buscarme a eso de
las
d i e ~ n
eSOI
momentos l
doncella viene
éon el
cafá
que pedimos cada
cierto tiewpo
para
no
darle lugar
l
sueño. El c ~
~ r se
detiene
en
l
marquesina os
cura.
Las
tazas
humean olorosas so
bre
l
bandeja. Alguien baja del ~
8
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
http://slidepdf.com/reader/full/roberto-macalle-abreu-las-dos-muertes-de-jose-inirio 75/185
rro. La
doncella suel ta la bandeja
que choca
con
s t r ~ p t o contra el
piso
y
gri t l
claridad
de
l
galería
un hombre
avanza lenta
y
rabiosamente con
un cuchillo en
l
mano
972
82
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
http://slidepdf.com/reader/full/roberto-macalle-abreu-las-dos-muertes-de-jose-inirio 76/185
L S
PES ILL S
EL
VER NO
S GR RIO I Z S NTI GO
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
http://slidepdf.com/reader/full/roberto-macalle-abreu-las-dos-muertes-de-jose-inirio 77/185
arden loa o j o ~
las
l ~ g r i m a s
chocan violentamente contra los v i-
ir ios
de
los lentes; apenas s i
pue
do
respirar
apenas s i puedo ver;
todos corren en torno mío todos se
lanzan
a l
suelo
todos
gritan
~
nos pretenden
cantar; poco a
poco
La concí eno í a se va perdiendo ¿quá
dirá m má de todo esto despuás
quá
dirá?
La
piel me
arde
tengo
m ~ e o siento
como
un
calor inmenso
que
surge
con
violencia
con
impe
tuosidad de mi pecho ¿quá me
pasaj
Dios
mío
quá
me pasa? ••
e r ~
la
úl
tima vez lo
juro será
la últ imi
vez
••• su rostro
es
varonil hermo
so.
Su ment6n se oscurece con
lo
pel i l los
negros
muy-brillantes
que
anuncian
el
nacimiento
de
las
barbas.
Asoman tambián bajo
su
n ~
r iz cuyas aletas tienen un ritmo
suave
de
respiraci6n.
Los
labios
un
poco abiertos
sensualmente
abiertos
y
los párpados maltrata-
85
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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dos por ~
fatiga
cubr1endo
sus
ojos claros
como
dos delineadas
roan
chas morado oscuro. o miro r ~ o s t ~
da en
el espaldar caoba
de
l
cama
de
hotel mientras
el
fria el
amor
hacen
temblar mi epidermis.
Amanece. Las montaflas nermiten adi
vinar
sus
l íneas
con
ej6rcito
de-
pinos muy verdes
uno
t ras otro
en
desesperado
esfuerzo
por
alcanzar
el
cielo.
levanto. El sigue dur
miendo. o me atrevo
a abrir l
ven
tana corrediza
de
vidrio
el
f r i
es demasiado
fuerte.
Aparto un poco
las cortinas azu les de seda: Deba-
jo
las aguas
claras
de l
piscina
comienzan a
darle
su
forma
de
rec
ángulo. Una escalera de mosaicos
rojos que
descienden
hasta una ~
ramada de cana con
largos bancos de
m d e r ~ Y
d e s p u ~ s l t ier r los
pinos el fr ia cortante un poco de
brisa
quizds.
Vuelvo
el rostro.
El despierto me· sonríe:
Contemplo
su
hilera
de blanquísimos dientes
anhelantes
1aOi08...
La
luz
de loo
postes
es demasiado t ~ n u e
demasia
do
d6bil.
Apenas s i
ilumina l imi ta :
das
areas
del
asfalto
y
las
casas.
Yo camino con rapidez. Las reduci-
das
viviendas
en obligadas hileras
en
torno
a
l calle estrecha duer
o
86
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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men en
las
penumbras Los callejo-
nez y
las esquinas concentran cada
vez
más
oscuridad
y
sospechas
e in -
s6l i tas sorpresas La
vía es un l -
berinto
que no parece detenerse
ca
Sigo caminando
cada vez
más
rápidamente mo algo Miro hacia
atrás Abro
los
ojos
asustada t ~
go miedo terror
l
angustia
es
~
mo una
soga
atada
en
torno
a mi
cuello
El está
ahí;
es
al to delga
do y
tiene los
ojos cerrados ojos
orientales de indefinible color; e l
cuchillo ri l l
en su mano
derecha
en
monstruosa complicidad
con
l
d ~
il
luz amarilla
de los postes La
persecuci6n comienza; corro con t 2
das
mis fuerzas corro; no
miro ha-
cia
atrás pero sá
que ál m sigue
y quiere matarme con su largo
cuchi
110;
las
casas
las
luces
los
ca-
l lejones van
quedando
atrás
en mi
desesperada
marcha;
sigo corriendo
escucho sus
pasos
cuando se acer-
can; una depresi6n en
l
vía mi
pie
penetra en
el la
ruedo
por
los
suelos;
trato
de levantarme sin
po-
der ál
~
acerca; t rato de arras-
trarme
l e j r ~ e
del peligro inmi-
nente
ál
se
slgue
acercando; ya
no
corre; camina con
pasos decididos
camina; no
quiero
volver e l rostro;
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
http://slidepdf.com/reader/full/roberto-macalle-abreu-las-dos-muertes-de-jose-inirio 80/185
no puedo
verlo
s6lo
su
sombra t
crucial s6lo e l
inmenso brazo
e l rápido descenso e l mortal d e ~
censo; h o r · s e n t i r ~
e l
golpe e l
metal abriendo
mis
carnes
cuando
ahogue mi
h uid a desesp erad a
en
san
gre; tiemblo; q u isiera g r i t a r
pero
no puedo
q u isiera
no puedo Dios
m o
m
matará m matará m mata
ra
•••
acerco.
Ligero
m
lanza
82
bre e l lecho que
se
hunde ante mi
peso
m
acaricia lo s desordenados
cabellos m besa impetuosamente
m arranca bata Tosada siento
su
boca
ardiente cuando recorre mi
cuello
mis hombros se
detiene
o ~
in telig en cia
en mis
pechos
un
tem
blor agradable m
a s a l t a
mis
manoe
se
desenfrenan
.90n su cabeza
hermo
sa sus
cabellos entonces omo
un niño
~ l
asciende sobre
m me
penetra c o ~ ·suavidad
transformando
todo
mi
cuerpo
en
una
convulsi6n
un caos un u r ~ q á n
de indefinibles
cósas agradables danza sobre m
gime sobre m hasta frontera de
l a s i t ud
satisfacci6 n
mútua
e l cansancio
••• Abro
lo s ojos des
pierto
de mi
no-sueño:
Ante
e l l o s
e l
l i br o
de Economia
abierto
sobre
hierba
que
se
extiende omo una
alfombra
t r ~ m u l por todo
e l
par-
88
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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que;
los arbustos, los
viejos árbo
les
polvorientos, los
caminos
z z ~
gueantes
de
cemento,
las
fuentes.
El
día
avanza,
y apenas
s
he
leído
dos pl ginas: Un parque no e s un
buen
s t o para
estudiar.
Los
sue
ños
m sacuden, pienso,
deseo,
loe
ojos cerrados
son
una
puerta
abier
t a
tantas
cosas para una muchacha
de
veinte
y
seis
años
que no
tien€
novio,
pero
cuyos
anhelos
se
agi
tan,
en
violenta convulsi6n,
dentro
del
espíritu.
¿Pudo
ser
~ e d e r i o
Su imagen
l lega
a mí con
lenti tud,
con sus
rasgos un
poqo
osquros, tan
olvidados ya por efecto
del
tiempo.
Lo
recuerdo,
sentado
en
el
bale6n
del
segundo piso· donde
vivía, u ~
dando mi
llegada
de
l
Universidad.
puedo dormir,
m
decía, hasta no
verte volver
de l capital . San.
Crist6bal, a
unos
tantos'
ki16metroe
de
~ u í
•••
Su amor abnegado
de.visi
tas
diarias, esperas
y anil los de
compromiso su amor
purisimo
de
om
bre impotente
e
ilusionado, su m o ~
que
m
oblig6 a
abandonarlo
-no era
un hombre. Ahora · las manos vacías,
conformars€
con
desear
y
soñar
en
cualquier lugar
en aquel
que
nos h :
rá sentirnos efectivamente
una mu
je r
•••
El animal apareci6
de ' re=
89
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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pente;
el
grupo conversaba
en l
parte
de t r ~ s de
l
casa en medio
de paredes un poco derruídas .deun
almendro sobre
una
pequeña
acera
y
t ier r roja
algo mojada; velábamos
mi abuela muerta de un ataque l
coraz6n muerta de una manera fulmi
pente; era tarde ya quizás l s
t res
de l mañana;
hacíamos
cuentos
para
no
dormirnos;
fui
yo
l
primera
en verlo;
tenía
aspecto de m u r c i ~ l ~
go
~ r era demasiado
grande
para
serlo;
l
boca repugnante l lena de
dientes
inmensos y amarillos; alas
inmensas
o o
de
músculos
negro bri
l lantes;
una cola
de
pelos encrespa
dos
en
erecci6n larguísima;
bri=
LLaba con fuerza en
l
oscur í dadj
el grito
de
las gentes
fue
colect i -
v conjuntamente
con
l huída
de-
senfrenada; todos corrieron yo t r
de hacer lo mismo pero
estaba
clavada sobre
l
t ierr e l
animal
s ~ estuvo quieto
sobre
19
t ier r
r2
ja y húmeda pero entonces comenz
a s ~ f r i r una ins61ita
metamorfosis.
Crecía adquiría
forma humana
ante
mi asombro
desigual¡ se convertía
en
un
demonio que
estaba
frente
a
mí con sus
pezuñas
de
buey su
ros
t ~ o negro bri l lante
sus
bufidos
de
bestia c o l ~ r i c se acercaba con p ~
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
http://slidepdf.com/reader/full/roberto-macalle-abreu-las-dos-muertes-de-jose-inirio 83/185
sos
lentos
cansados pero agresi-
vos; habian dejado sola
yo
e s t ~
ba
aterrorizada;
t ~ a t a b a
de
recupe-
rarme
s
de
huir; segu a
marchando
m a r c ~ ~ n d o
yo r i
sin poder
hacer
nada
mientras su
e
ercania .su
olor
poco a poco
iban diciendo que y
pronto
no
tendria vida
que
dentro
de
algunos segundos todo se deten-
d r ~
que
el
demonio
acabaria
con
m
existencia•••
Rabia
110vido a eso
de
las cuatro.
Las
hierbas
del cam-
pUB
estaban
mojadas
y
los árboles
que
nosotros 1 1 a m d b a m o ~ árboles uní
versi tar ios estaban
uy q u i e ~ o s
Miriam yo subimos hasta la B i b l i ~
teca
Central
a
sol ic i ta r
algunos
bros. El sa16n estaba casi vacio.
El sol
caia
ya
yo
podia
ver SUB
efectos
a
través
de
las ventanas.
Una
neblina suave
doreinaba
todo el
recinto los
rayos de oro se c o l ~
han
en el la
distraje
t a n ~ o que
Miriam
tuvo que llamarme la aten-
ci6n.
Bajarnos
n u e v a ~ e n t e
Nos
s e n t ~
mos en
los
bancos que quedan a la
derecha del
edificio de Farmacia.
La
neblina c o n t i ~ u a b a
a
través del
campo de
deportes
del
campo
del
centro y
un montesillo
que
delimita
a la J o s ~
Contreras.Miriam advir
t i : u r ~ s
mucho
hoy.
Sonre . Re=
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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c o r ~ b
mis
primeros dias
univers i
tar ios . La Facultad de Ciencias Eco
n6micas , las
akplias
aulas, las mUl
t i
tudes
de muchachee
con
l ibros
eñ
las manos charlando,
discutiendo
de pol i t ica , enamorándose. Yo m ~ -
chacha
de pueblo, contemplaba con
miedo
todo aquello,
~ horrorizaban
esa cantidad de personas, los edif i
cios
y
aulas
de
colores
feos
y
des=
dibujados
con
consignas y afiches.
Penaé hasta
en no volver.
Deapuéa,
las sugerencias de las nuevas ami
gas, de los nuevos
compañeros
que,
poco a poco, terminaron transformáa
om en una enamorada de las c f e t ~
r ias
repletas ,
de
las
discusiones,
en grupo y en las
cátedras
del e s t ~
dio bajo los árboles
sentados
en
~
pi t res que llamábamos
secuestrados.
Recuerdo aquellas noches en que nos
quedábamos hasta las c u t ~ o de
la
mañana
estudiando
Macroeconomia o
Geometria Analit ica en mi casa. Mi
riam
y yo
haciamos
de
todo:
u g á b ~
mos
criticábamos
a todo
e l
mundo
nos re1amos
del·
compañero
buen
mo
zo
que
llevaba los pantalones dema
siado ajustados
deJando
vislumbrar
peligrosamente
-sus
masculinas f o r ~
mas. Le
enseñaba
mis
nuevos
Lí.br-oe
lo s nuevos t ra jes
tocábamoslas
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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f ies tas a que
estábamos
invitadas
para
e l
p r 6 x i ~
f in
de semana,y lo
mejor
de todo: mo se iban dcercan
do los ~ í a s en que tendríamos
que
decir adi6s a
la Universidad -nos
fal taba un
año-
con un t í tu lo ima
ginábamos
, la
ceremonia de
entrega
de nuestros:diplomas,
todos
vest i -
dos de negro con nues tr oa padrinos
muy
solemnemente,
y
e l
Rector
Ler-
yendo un discurso en que evaluaba
la situaci6n universi tar ia y nacio
nal
•••
Y
después,
e l prest igio,
la
lucha
por ascender, las apariciones
ante la opini6n pública ••• A
veces,
nos
íbamos
Miriam,
Dolores
y yo a
'un pequeño
restaurant
que queda
jun
to
a l mar,
frente
a l Banco Agrícola:
Bebíamos cervezas, comíamos hamber
guers, escuchábamos
a Raphael can
tando Acuarela
del-Río, y nos po
níamos
a soñar con los cruceros que
cortaban
~
oscuridad
cerrada
del
mar, cuyas olas lamían
con
estreme
cimientos los bordes de piedra,
t i e
r ra y algas••• ~ repente,
algo
mue
ve
nuestra
mesa;
los
paraguas que
protegen a los clientes de
la l l ~
via y el sol, se s l ~ n de su
cen
t ro
dan vuelta
peligrosas
sobre
nosotras; t m i ~ n
las s i l las ;
c ~
mos a
la
t i e r ra ; gritamos, alarma-
93
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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das;
las
palmeras
se
rompen en
va-
r ios pedazos y amenazan con matar-
nos baJo
su
peso;
seguimos rodando
caemos
l
mar
caribe
que
golpea l
playa
enfurecidp;
lloramos gr i t -
mos nos
ahogaremos
nos moriremos;
todo da vueltas algo está pasando
¿se acaba el mundo
un huracán un
terremoto? ••
La
Universidad
l Uni
versidad
l
estatua
de
l
mujer
t m b i ~ n da vueltas en torno a mí;
mis
lentes se desprenden caen
~ e
rompen veo
los vidrios
transforma-
dos en mil pedazos;
ya
no veo;
tr -
to
de alcanzar a Fidias; el
gas l -
crimógeno
l lena
los ojos;
r -
den; tengo mareos náuseas
t rato
de correr; arde l
pierna
iz -
quierda he caído
todos se arras-
tran
por
el suelo
l loran ¿de d ó n ~
de
ha surgido esta
multitud? Se
es-
cuchauna monstruosa explosión;quie-
ro
gri tar
no puedo
tengo
miedo
un miedo
atroz
no puede
pasar no
no puede ser yo no quiero ser esta
vez yo no
quiero
quiero
gri t r
algo rompe mi frente mi frente
arde
quema
¿por
qué
u ~
ma
l
frente q u ~ pasa conmigo por
q u ~
se
van
todas las
fuerzas de
mis
brazos
de mis p i ~ r n s de mi
vientre
d6nde
está F idias
no aban
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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dones a tu
herm nit quá
quá
p -
s
Dios mío
estoy
quemando por
dentro estoy
quedando
v cí
sin s ngre mi s ngre d6nde v mi
s ngre
Dios
mío todo
da vuel
t s
yo •••
97
95
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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LGUIEN ESPER
L S
SOM R S
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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Los primeros momentos fueron
d·e
so r p r esa. e amargura desespera
ci6n y odio lo s últimos. Al oscure
c e r y perdidas la s
esperanzas
in -
t ent é lanzarme
contra l
pared
g r i s
y
s u c ia
pero
lo s
otros
hombres
me
lo impidieron.
Conteniendo
lo s
s o
l l o z o s no pude
detener
l alud de
l ~ r i m s
que
descendIa con rapidez
an si o sa
por
mi
r o s t r o . Apreté
lo s
puños y pegado a
l pared
pensé
por
largo
r a t o .
Dos muchachos se· me
acercaron. Los
miré con dolor. La
luz
a m a r i l l a
transformaba extraña
mente sus m ej i l l as p á lid a s . e pi=
dieron que
me calmara
que todo p a
s a r I a
que m ~
caso no e ra ta n
g r a
ve.
Pensé
que
hablaban l
verdad
que
era
de
esperarse
que
yo
abando
nara
aquel lugar pronto. Miré en
torno m o Los
doce
huecos de
las
cinco
ventanas
por
donde entraba
suavemente l claridad d e l dIa y
l
b r i s a f r i de
l ~
noche
-a veces .
l
99
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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luna
tambián
proyectaba su luz den-
tro
de
aquellos
muros de s6lida es-
t ructura
Los
aproximadamente
quin-
ce
metros
por t res de
magnitud
Y
un
olor
asfixiante a
inmundicias
a
orina
y
suciedades
Y
aquella acu-
mulaci6n
de hombres de
pie acosta
dos
indolentemente sentados
~ n t r
l
pared
hablando unos pensativos
otros
de
rostros
agudos
inexpresi
vos
dolorosos angustiados vest i -
dos unos desvestidos
otros
l
f i -
nal
l
puerta que
conducía
a los
húmedos
sanitarios
siempre asquero
zos ~ s
acá l puerta
que se
abría
continuamente para que un v i-
gilante asomara su
rostro
ambiguo y
m u s ~ r un
nombre
mientras exten-
día una
cantina con comida
un
re -
fresco
o
cafá negro
fr ío Los dos
muchachos miraban ahora sin de-
ir
nada e interiormente
s ~ n -
t í
reconfortado dentro
de mi
odio
La noche
no es
tan propicia pa-
ra hacer
un trabajo
piensa Hace
un
poco de fr ío y apenas s i
estoy
abrigado
¿Por quá no l legará? To-
dos
los
días
ha venido siempre
a
l
misma
hora minutos
más minu-
tos menos ¿Por
q u ~
no l legará
aho
ra? Son más de las
diez
Es p r e i s ~
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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piensa
darse confianza
darse con
fianza. El
arma
se
adhiere
a
su
vientre omo en busca
de
calor.
La
toca. Aspera
y muy
fr í ¿Por
u ~
no l legará? Hoy por lo menos con
clu i rá todo
Todo.
Quizás
piensa;
he
aguardado este
momento desde
ha
ce
~ o tiempo desde l
vez
u ~
l l que lo ví conversando con aque
l los
t ipos
ásperos
en
e l
barcito
del mercado
del
Ensanche
Honduras.
e l
barcito ese de luces multico
lores de mucho humo y
buenas
hem=
bras
que caminan
omo
s i
lo estuvie
ran
haciendo. Recuerdo
que
me había
tomado t res
cervezas
y
un
ardor
fuerte
me
at caba
el
est6mago
y
un
calor
más
fuerte todavía me envene
naba l
mente.
o hacen
mal en man-
darnos de vez en cuando a
esos
lu
gares porque l l í se dan todas
las
condiciones
de
inocencia para
que
se
reunan
t ipos
peligrosos
con
in
tenciones
más
peligrosas
todavía.
Nadie
va
a
pensar
-es
lo
que
ellos
creen-
que vaya a
hablarse
de asal
t r y matar a
alguien
en
un
lugar
omo ese y sí
es.
o se dan cuea
ta
de que conocemos
su
modo
de com-
portarse
precisamente
para
que no
puedan sorprendernos
omo pas6
en
el
sesenta
y cinco. Lo ví l more-
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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no ese, hablándole a los
dos t ipos,
y pensá que no podía perderle de
vis ta Después de un ra to , s in que
m
notaran,
dejá
la
barra
y
m sen-
té en
la
mesa más inmediata. Baji-
to ,
s í
pero era de lo que
esa
cla-
se de t ipos
hablan
que.
el los
habla-
ban.
En medio del andar de las
m u j ~
res , de las
luces multico lores
que
apenas
permitían
adivirtar
los
ros-
t ros, del
umo
y
la vocinglería
bo-
rracha, pagaron la
cuenta
y
sa l ie -
ron.
Hice
una
seña
a l dueño del bar
ci to diciándole que
m apuntara
lo
consumido a mi
cuenta, para
l iqui -
darla a
f in
de mes. Por
cier to los
dos
t ipos
tomaron
un
rumbo dist into
y á l cruzando e l Ensanche Nuestra
Señora de
la Paz,
sigui6 solo. Aque
1.10s momentos m recuerdan és tos :
La luz fuerte de los postes de
ne6n, la
calle
s e n d e ~ t e hasta
la
oscuridad
que
rodea
a
El
Embaja
dor ,
la b r isa
f r ia exactament;
igual que hoy. Que hoy, cuando lo
espero,
porque,
como nos han n s ~
do, e l beneficio
de
la
duda debe
ser
para
nosotros, y,
pese a nues
t ra fa l ta de
plena certeza no
l a
hay
nunca,
no puede haberla
del
to -
do, nos han dicho) podría
ser
de
una extrema
p e l i ~ r o s i d d
Las luces
2
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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de
neón
de l Winston Churchill
a
lo le jos
iluminan con
suavidad
el
cuerpo
de un muchacho que
des-
ciende
de un
carro
público.
Mira a
ambos
lanas
de l
callc:
No vienen
vehiculos.
Cruza. Se
interna
en l
calleja oscura
que
se confunde
con
l
epidermis
de
su
rostro
moreno
Sus pasos
se
escuchan l igeros sobre
el
cemento
sucio
de
l
acera.
ás
adelante aguardando
t ras
un abando
nado
arbusto
de callena un hombre
que t iene
mucho de noche l ibera el
hierro frío
que busca calor en su
vientre. El silencio es definit ivo
pesc a los pasoq
suaves.
La
sombra
sal ta a l
acera. El
metal
v g m e ~
te resplandeciente
por efecto
~
las luces
lejanas
se mantiene f i r -
me
su diestra .
El muchacho se de
t iene sorprendido.
Entrevé
con te=
mor la
figura
que
se
yergue
ante
é l
Fiensa.
Tiembla.
Sospecha
•••
La
noche
daba
pasos agigantados
para
imponerse.
~ estaba
en l
ve
nidaGeorge
Washigton.
O
mejor es
tábamos
t ras una
cerca de
relat iva
al tura
colindante con l v e n i d ~
que
envolvía
un
solar
de
elevados y
densos
árboles
un
poco
t r i s tes
En
la t ierr habia algunos cleros ro
103
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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deados por hierbas mustias. Muchas
hojas
yacían en e l
suelo
def in i t i -
v m e n ~ e
muertas. Aquellas
dos
muje
res
de aspecto
t r i s te
más t r i s tes
que e l del_niño de inmensos
ojos
m ~
rrones que una de el las
l levaba
~ n
sus
brazos- m miraban con aprehen
si6n.
¿Tendremos que
dormir
aquí?7
pr egurrtó una de
el las
Le respondí
que
s í m i r ~
la
t i e r ra
dura
con
manchas de hierbas y hojas
secas
y
91aros. Es duro
ser pobre les di-
je . Hay que resignarse. Extrañamen
te
me sentía ligado a a q u e l l a s m u j ~
res .
y
m
ahogaba
una callada res
ponsabilidad que
venía
de muy den=
tro
de
mí. D e s p u ~ s s a l t ~ la
pa
red.
C a m i n ~ un poco por la acera
mientras
los
carros pasaban
aullan
do
en
su enfrentamiento
con la b r i-
sa; escuchaba e l murmullo de las
aguas marinas
y
pensaba..
El rostro
pálido
muy
blanco
de
Isabel
cru
z6 por mi mente. Sus
cabellos cla
ros
sus ojos tan
g r n d ~ s
todo lo
que pudimos haber
sido
contra este
destino
doloroso que m
condenaba.
Isabel
•••golpes violentos
interrum-
pieron
mi
soñar.
Abrí
los
ojos.
Los
golpes
siguieron.
Descendí de la ca.
ma. Ya
estaba claro. u s u ~ mis
sañ
dalias y abrí la
puerta.
Están
4
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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aquí me dijeron. Pero
¿por
q u ~ ?
p r e g u n t ~ Quieren revisar tu cuar-
to hablar contigo
dijeron. Enton
ces
los
v í
Era
cier to
e s t ~
ahí
y me miraban
con
curiosidad
odio desde
sus
ametralladoras en ma
o
desde
sus
t ra jes
verde olivo ·e
campaña
desde
sus vestidos y cas-
cos
grises
para las
operaciones e ~
peciales .
Entraron.
Indagaron
meti
culosamente entre mis
l ibros y r2
pas y
gavetas
y lugares acces ib les
e
i n c c e s i l e s ~
e hicieron algunas
preguntas y me pidieron que Los
acompañara.
Desconcertado
caminá
hacia
afuera en medio de una
p ~
reda
de
uniformes
grises
y
verde
olivo ametralladoras. D e s p u ~ s
las
cal les cruzando
violentamente
en
torno a mí
la s
cal les aún sol i -
t a r ias
las casas cerradas y
de-
s ie r tas
esperando desde ya e l sua-
ve
advenimiento
de
un
sol
en
t r iun-
fo
y
finalmente aquellos pasi-
l los té tr icos y grises aquellas mi
radas insultantes aquel
patio
an
cho
la casa
de guardia donde un
hombre
vale
doscientas veces menos
que cualquier perro.
A
par t i r
de
aquella vez piensa
comencé a seguir
todos
sus pasos.
l
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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Generalmente, no sal ía ep la mañana
pienso
que
hablaría
por teláfono
con sus camaradas, sabrá Dios
quá
conversaciones,
con
quá
monstruosos
f ines). veces, se asomaba a la ga
l e r í a
y
miraba,
volvía a entrar de;
puás
de desperezarse. ¿Quá
haría
eñ
ese tiempo? Era di f í c i l creer que
aguardaba
tranquilamente
la hpra de
la
comida,
para
despuás
acostarse,
dormir una s ies ta e
i rse para la
Universidad a estudiar . En ocasio
hes,
lo visitaban extraños
amigos y
pese
a que
algunas veces hablaban
en
al ta
voz, también conversaban ~
lladamente. Colocaban
una
botel la
de
ron
y
ponían música,
como
~ r
suprimir por adelantado
cualquier
sospecha.
Pero
yo imaginaba e l ca-
rácter funesto de aquellas reunio-
nes.
Salía a eso de las
cuatro
y me-
dia
de
la
tarde,
y
volvía
después
de las diez, pero antes de las diez
y
t re in ta Aguardaba un
carro
públi
co en
la esquina,
aunque a veces;
como simulando, se montaba en
cual-
quier
carro privado y marchaba le -
jos los perdía. imagino que
i r í a
a
específicas
reuniones
clan-
destinas, a planear Dios sabe quá
desatinos. En
la
Universidad,
lo
6
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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ve a
hablando con
varios
de
los
in
1ividuos
calificados
como
peligro-
sos , por e l Departamento. Parecía
muy
enamorado -hablaba mucho con
las muchachas-.
Nunca faltaba a cla
ses, pero
no
estaba del todo cierto
que
era
a éstas que
asis t a
pues
t u ~ o
sub a las escaleras para
r
a
las aulae,
no
me atrev a
a s e g u i ~
lo
por
temor
a
q ~
notara
una
pre
sencia demasiado evidente -de ~
cho, me
habia
excedido bastante.
Circulaba
en mi
bicicleta
de un
la -
do
para otro frente
a
su casa.
Lo
segu a a prudente
distancia,
pero
no
'excesiva.
En
más de
una ocasi6n estuve
a
punto de
desmentir
la peligrosidad
del individuo en
e l Departamento
-no
tenia,
de
hecho,
mayores
prue
bas. Un
d a,
sin
embargo comencé a
temerle. Descend a'de los pisos
a l-
tos
de
la
Facultad.
Yo
lo
miraba
fijamente, cerca
de un paletero que
se recuesta
de
una
columna
junto
a
su caja de dulces
cigarr i l los. Sl
se
detuvo.
e
clavo sus
ojos que
sent
fr os y criminales detrás
de
los lentes
de
pasta,de
vidrios
ver
dosos
aumente. o hizo el más
l i -
gero movimiento. sino
que todo su
ser se transform6
en
una sola
pieza
1 7
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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monolítica concentrada
en
esa
mira
da
que,
en un momento fue de duda
y que, despu6s, estaba
abarrotada
de un
odio inconmensurable.
Yo
asus
do s i
me
d
escubr: a
en aqu.el lugar
era
casi
seguro
que
l turbamulta
de
universitarios
me
liquidar: an
bajé l viata.
El, sigui6 contem
plándome por l ~ ~ o s minutos más
y
luego
se
re t i ró
Ese hombre no
po
día seguir caminando
l i r e m e n ~ e
por
las calles,
hablando,
p e n s ~ n d o
le -
yendo,
planeando cosas
inimagina
bles
y
quizás
dirigiéndolas,
y
qui
zás
ejecutándolas. e inmediato,
rendí
mi
informe: Personas peligro
sas
se reunían
con
él
en
su
casa;
y
era
probable que, en
más de
una oca
ai6n,
personas
muy buscadas
y
de
una alt ísima peligrosidad, hubiesen
recibido
alojamiento
ocultamente
du
rante tardías horas
de
l noche:
Hay
posibilidades
-informé-
de que
una
requisa traiga como
consecuen
cia l captura
de elementos muy
u ~
cados
por nuestro Departamento .
e
sentaron
en un banco. Las ho-
ras transcurrieron' lentas.
Quizás,
s i hubiera
podido dormir,
todo hu
biera sido menos
difíCil ,
más
tole
rable. Pero,
no
pude.
Los
hombres,
8
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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vestidos de Civil entraban y s ~
l ían me contemplaban
con
cur ios i
dad
y
odio
exclamaban
algo
insul
tante
y
después se
iban.
atarde=
cer decidieron llevarme a l casa
de guardia. El
olor
inmundo me dej6
pasmado l principio.
e
desesperé
s i
u n q u ~ después logré s o r e p o n e ~
me, pensando que pronto me saéarían
de
aquel
lugar
de
que
pese
a
que
anochecía
aún quedaba
alguna espe
ranza.
Los demás hombres conversa=
ban en diferentes tonos de voces.
Alguien me brind6 un Montecarlo. Fu
mé
sin absorber
e l humo.
Pensé
eñ
~ u l i u s Fucik en su
heroísmo
y sin
saber
por
qué eso me dio algunas
fuerzas. Pensé también en Tave-
r s
mientras
uno
de
los
hombres
contaba
que había
pasado doce
días
en soledad absoluta en
un lugar
e ~
trecho
omo
aquel pero solo para
un
hombre.
El
s i t io
es
húmedo, muy
húmedo , decía. Uno no
sabe
cuando
es de noche n i cuando es de día .
Hay que
ser
fuerte de espír i tu
para
no en í.oquecer , Todo
deja
de. tener
s errt í.do , Uno termina transformándo-
se
en
un
animal
desesperado
q e · g ~
niza
por ver
l
luz del
sol . Otro
le pregunt6
s i lo habían
golpeado.
Repetidas
veces
respondi6. Pero
9
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no s ~
por q u ~
es todo esto. Yo cami
naba
por l
17. Venía de donde unos
amigos
e s t ~ b a m o s tomando
tragos.El
carro se
acerc6
y ellos me
orde-
naron
entrar . o
s ~
lo que he he-
cho. e
hablan de armas encontradas
y de hombres muertos
o
o
entiendo
el
por q u ~
de esto ni de
qué me.ha
blan yo s610 soy un mecánico
dedi=
cado
a
su
trabajo.
Un
día
m ~ s
afirm6 otro
refiriéndose
l adveni
miento de
l
noche.
Estoy tan
de-
sesperado que mañana s610 quisiera
que me
llamaran
aunque fuera para
darme g o l p e s ~ Unos más hablaban de
robos o m ~ t i d o s
y falsas u s i ~
nes. Otros
esperaban
que l día
siguiente los dejaran ver el so l
de frente. Y ~
en
medio de
aquella
vorágine de hombres
s in
esperanza
me sent í perdido aplastado. Era
eso lo que buscaban
precisamente.
P e n s ~
nuevamente
en
Fucik
y
en
T a v ~
r s El
sufrimiento
en el los
era
producto de lo que creían. y
yo
¿por qué?
e sent í desnudo
l darme
cuenta
de que era una ~ e r s o n
ino-
cente tan inocente que no
podía
asirme ni siquiera a algún
ideal
que
me
indujera
a
aferrarme
de
nue-
vo a l vida a ~
esperanza.
paga
ron las luces e s p u ~ s y yo me en:
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contré acostado en
el
suelo m i e ~
t ras un hombre de edad
avanzada res
iraba sobre
mi rostro
un
al iento
de
suciedad
y
andullo.
Las paredes son extrañas pare
des amaril las . O
amarillo
es una
Bspecie
de
material
esponjoso como
de mader.a
suave
relleno de
aserr ín
y
con
hundimientos
dispersos regu
lares de forma circular . Todo n -
cluso el techo está cubierto de
ese
material que impide
la
proyecci6n
de los
sonidos
h c i ~
el exter ior .
A
la entrada un largo cord6n e léc t r i
co
yace sobre
el suelo evocando
peligrosos
cast igos.
lo
a l to
un·
extraño espejo l levará las
imágenes
del
interrogatorio
a los
niveles
más importantes
del
Departamento y
de
todo el cuerpo.-El pugilato t i e -
ne
lugar.
Un hombre redacta con ner
viosa
c a g ~ a f í a
Otro
rev61ver
e
mano contempla a l interrogado en
el
centro. e
pie
el
interrogatlor
gest icula por
momentos
m e n z s u ~
giere
gr i ta insinúa
se torna
es
peranzador. Usted tenía a esé hom-
bre
en
su
casa. no
lo ni
egue
E tre
e l once
y
e l
veintiuno
de
enero.
Diga cuáles fueron sus vínculos con
él v
con
los otros.
o hubo ta l vín
tU
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pulo
Nunca he conocido a
ese
hom-
bre Yo
soy
el primer sorprendido
por esta acusación Usted
lo aloj6
en su casa no
lo
niegue Noootros
tenemos pruebas
decisivas
Usted d ~
be hablar Por su propio bien
Tres
años de cárcel le arruinarán su v i-
da ¿no cree? Y
y
quienes en
el
cambio
de
nombre pusieron
alguna
e ~
peranza
Se comienza
~ ~ t n d o
uno
dos luego
y que
matar
diez vein
te
todos los
que sean
n e e s r i o s ~
Hay que
golpear despues
amenazar
matar
golpear
amenazar golpear
matar reprimir encerrar en luga-
res
inmundos a
las personas por
me-
ras
sospechas
piensa
Diga
sus
vín
culos con
el los
Nunca
los
conocí:
Eso es
mentira
Usted
los conoci6
los
ayud6
muy bien
Se
reuni6
innú-
meras veces con ellos no
lo
n ~
gue o estoy negando
nada
Soy v í ~
tima
de
una
acusaci6n
b s o l u t m e n ~ e
falsa
Luego
l ~ larga
espera
El
individuo armado junto a mi que
no puede perderme de
vista
ni un
s2
lo
minuto
Las horas muertas
el
i ~
terrogador
que nuevamente
vuelve _ y
me
repite
las
mismas
preguntas
y yo
le
respondo con las mismas palabras
i
ter r ible
deseo
de ser nuevamente
l ibre l terr ible
amenaza que
pesa
2
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sobre
mi
cabeza, la casa
de
guar
dia, inmunda
espantosa, l lena
de
hombres
perdidos,
sin
esperanza
•.
e
conducen, e l olor de ella l lega h ~
ta
mí,
apuntan otra
vez
mi nombre
nuevamente la
estrechez,
los
huecos
de
las
ventanas por donde
quizás
se
colaría la luz
de
l a luna
en
la
no
che, y
as í
dos
días,
t res ,
cuatro,
hasta
que
la
vida
ya
no
f u e ~
vida,
y la moral se
cambiara por t reinta
monedas de
l ibertad,
l ibertad,
l i
bertad
•••
o mismo
lo
conduje hasta la ca
sa
de
~ r d i
En
más de dos
ocasio
nes
me mir6 fijamente, como
s i
me
conociera. Yo no podía res is t i r su
mirada. Luego bajaba el rostro sin
decir nada.
Toda su
alt ivez ,su
p o ~
tura
erguida,
su
meticuloso
modo de
vest i r ,
habían caído aplastados
an
te
aquellas
circunstancias
en que
se
encontraba.
Interiormente,
yo me
aent a a gusto. Demostraba a mis su
periores que
cumplía
con mi deber7
y
el hecho de que
lo hubieran envia
do de nuevo a l l í
significa-oa
qu ;
habían
encontrado algunos
indicios
p ~ l i g r o s o s
Recuerdo que oí a
.al
guien
decir
que
ese individuo era
de
dudosa
implicací6n.
Era
universi
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tario,
en
primer
lugar, y
ya,
de
por
s í eso significaba
que
e s t ~ º
sometido
a
influencias
extrañas,
¡
daba
la
impresión
de que
se h b ~
dejado
inducir,
sin
que
se eupiere
hasta
dónde, por
amistades dudosas,
Sin embargo no sé
por
qué ra
zón personal había puesto
todo
mi
empeño en
doblegar aquel t ipo,
disminuirlo,
aplastarlo,
Pero
m
da
ba cuenta de que,
progresivamente,
1 mismo
m iba pasando
oon m ~ h
gente, aunque esto carece
de
impor
tancia porque uno
está rodeado
de
enemigos.
y
fuí
yo, por
desgracia,
quien
hubo de
conducirlo
a
la puerta
de
salida. Tanto por influencias
omo
por fal ta
de pruebas definitivas,
decidieron
darle la
l iber tad.
Lo
v
marchar,
ya
con
más
luz
en
sus ojos
castaños,
pero con una mueca d o l o r ~
sa,
omo
diciendo,
sin
palabras,
que
había sufrido
mucho y
que
a1gdn
día se cobraría.
ese
sufrimiento.
Pensé en é l
mí,
después. Sentí
un
miedo atroz.
Atroz.
Y
por
prime
ra
vez,
después
de mi ingreso a l
cuerpo,
m
dí
cuenta
de
hasta-
dónde
estaba implicado y hasta dónde su
f r i r ía
yo mismo las
consecuencias
de
esas imp1icaciones.Lo le í
en
BUS
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ojos
esa fue
l
causa
de mi miedo.
Por eso
seguí
v i g i l ~ n d o l o
y
l du-
da fue creciendo en mí o había
pruebas
d e f i n i t i v a s
pero
nadie
sa -
b ía hasta
dónde
estaba ~ l vincula-
do
P e n s ~ entonces
que a
nosotros
se nos
concedido
e l beneficio
de l duda. Yo
por
lo pronto pó-
d ía se r
l
víctima. El t a m b i ~ n En
esa
lu ch a la
impunidad
m
protegía.
Nada n i nadie a ~ l o
debía
tar-
dar más pues.
La espera podría
se r
mi
perdición C o n s u l t ~
con mia
superiores
y
m dijeron que
de
he-
cho
yo tenía l razón. Varios días
d e s p u ~ s t o m ~ l
resolución.
Y
l u ~
go de
unas
cuantas cervezas
en
el
mismo
lugar
en que
lo había visto
por
primera vez
decidí ejecutarlo
suprimirlo
y
con
~ l
mi propio t -
mor
Los
primeros
días
fueron
m ~ s
bien
de
t e r r o r .
Temía verme de
nue-
vo ·en aquel
l u g a r
inmundo
probable
víctima de cualquier acusación fun-
damentada en e l poder de
ellos ex-
clusivamente
en
su
inmenso poder.
Temía
ver destrozada
mi
vida
con
un
prolongado
encierro
capaz de d e s ~
truirme
f í s i c a y
moralmente. Des-
p u ~ s c o m e n c ~
a
ver la s cosas
de
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una
manera
diferente. o no estaba
en
capacidad
de cambiar la realidad
p r s ~ n t
El
único
camino
abierto
era
la
res ignac i n La espera.La
angustia. Y la vaga esperanza de
que
algún
día -quizás no tan lejano
como
parecía- las
cosas serían
ra -
dicalmente dis t intas
Se qued6 paralizado en medio de
la c e r ~ YO
lo
miraba
miraba BU
oscura
y
al ta
si lueta
en la
noche
que nos rodeaba .e imaginaba
su
r o ~
tro
convulso
sus labios contenieB
do
un gri to
de
miedo.
o
dijo nada
s in
embargo.
Dispará
entonces.
Una
y otra
vez.
Su
cuerpo
recibi6 con
conmoci6n
los
impactos. Solt6 el
bulto en
que
cargaba
sus
l ibros .
Se
l lev6 l ~ s manos
a l
vientre y s i
mal
no recuerdo se quej6 ligeramen
te. Despuás comenzó a caer. u
una
lenta caída.
Casi
se.
recost6
contra
la acera.
Dispará
una vez
más directamente a
su
frente. Ob-
servá algunas
convulsiones.
Y fue
todo. Las luces
de las casas
veci
nas comenzaron a encenderse. Pisto
la
en mano
lleguá hasta
la
Winston
Churchill
y
seguí
corriendo
rumbo
a l
Centro
de
los
Hér oea No· encon
t rá
a nadie en mi
~ f f i i n o
Jadeaba
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aún, ya
der.tro
de mi habitaci6n. e
j ~ l
pistola debajo del
colchón;
s l í l patio
tomé una
ducha.
Dar
mí
como
runca. Al
día siguiente;
con un ciga Tillo en una de las ma-
nos,
silbando u ~
de
las
cancio-
nes
que ponen mucho en la vellonera
del barcito Honduras, tomá
mi ici-
cleta y decid dirigirme l
Departa
mento.
Hacía
mucho
t ~ p o
que no me
sentía
tan
t ranquilo
con s t is
facción que da el cumplimiento del
deber.
o m e n ~
a pedalear
y
las ca-
l les
a
quedarse
atrás,
mientras
l
ciudad
comenzaba a
cobrar
nuevamen-
te
vida
con los autos marchando,
los semáforos,
l gente
circulando
por las aceras.
n
día ~ s
n
día
igual a
tantos
•••
97
7
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L TENT ION N EL SENDERO
OS URO
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sobre todo esta
noche
esta
noche
que hace tanto fr io en l p r o ~
didad de tu sueño nervioso susana
aparece
en
caaa minuto
aparéce
en
cada
segundo esa
cari ta
de suaves
l ineas tan sensúal esos ojos gran
des e
insinuantes
esos senos que
quisieran hacer
estal lar l blU a
tan
ceñida
esas
caderas
s i
¿te
recuerdas
aquel
dia
que
estaban
en
l
playa y tu novia se había
ido
a
comprar unos refrescos
y
tú
te
quedaste
solo
con ella
en
l casa
de los p ~ r i n o s que precisa y o p o ~
tunamente se encontraban en l ga-
ler í
de l casita
playera
esperan-
do que
se
quitaran
l
sa l
y
te
l l -
l cuarto de baño y l l i tú
quizás nunca sabrías por q u ~
te
en
señ absolutamente
todo lo
que
se
escondía detrás de
aquellas dos
mi-
núsculas piezas con las que ge baBa
ba
en
l
playa
tú
te
quedaste
nervioso
preguntándole
que
por
q u ~
lo hacía y ella ~ e
insinuaba
que
qué
esperabas que no había mucho
tiempo y entonces l tomaste
por
los
hombros y
comenzaste
a
besarla
en l
boca
y e s p u ~ ~ el cuello y
l
acostaste
sobre
el
piso
mojado
fue
en ese preciso
instante cuan-
do
te sacudi el terror
¿y
s i
tu
novia venía en esos momentos y
los
122
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encontraba
en
esa
situaci6n? Te
re -
t i r s te
claro
que
hubiera sido
una
oportunidad excelente pero
lo
me-
jor era
dejarlo para otro día c u ~
do no hubiera tanto· peligro y
el la
aunque no
dijo nada pareci6
comprender y durante el tiempo
que
estuvieron
juntos cuando
volvieron
a l
capital
en
e l viejo
h ~ v r o l e t
s
los
padrinos
ell
no
dejaba
d·e
re irse omo s i
se
hubiera diver t i -
do
demasiado
omo nunca en l v i -
da
y era
raro
verla así
tan ale-
gre
a no
ser
que
andara
con su
po de
amigas
Pero pensándolo bien sabías en
lo
que
te
estabas
metiendo
y
que-
r ías muchísimo a tu novia
y
aquP -
11
tú presentías
que s61
iba
a
tener un corto y peligroso sabor a
aventura
siri embargo te dabas
cuenta t m b i ~ n
que
aquella noche se
estaba
h ~ i e n o
interminable
y
que
l
cari ta
de Susana
volvía
una y
otra vez
a tu mente
y d e s p u ~ s
su
hermoso
cuello
y
aquellas caderas
t ~ n
hermosas
y suaves y aquellos
muslos gruesos y
aquellas piernas
o o
Primero
te viste
caminando con
ella
P9r
esas
calles
aledañae
a
l
Desiderio Arias en medio de muchas
casitas
destartaladas
en medio de
algunas
luces y l
gente de por
123
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ahí. que
le
gusta averiguarlo todo
t rataban de
reconocerlos
pero
tú
~ i r b s
l
suelo
y
además el pei
nado
diferent.e
y
las
gr-andes
gafas
negras l
ropa
d t í.rr i
posible
mente
harían
y
di f íc i l tu recono
cimiento
y el l a
diferencia
de
siempre
estaba
vestida con una
falda
y una blusa.
tambián
de colo
res
oecuros
y
se había
recogido
e l
cabello e incluso se habían i d ~
por l parte mds
l lena
de t in ie -
bIas
difícilmente
los ident if ica
r ían. ~ estabas temblando
de miedo
y s in embargo Susana se
sent ía
sumamente fe l iz parecía como sabo
rear
cada
segundo
de
aquella
aven
tura
y hasta
tu p r o p i o m ~ e o l ha
cía
sent irse
mds decidida.
Le preguntaste que d6nde era
que
d6nde
quedaba l casa de tu
amiga
donde
podían
pasar un
rato
en confianza y sin
peligro
y
el l te
respondi6 muy quedamen-
te
que no
te precipi taras
que un
poco mda adelante pero e l camino
te parecía enormemente largo ago
biador
interminable y decidis te
entonces
tamal una
c l leci t
quP
habían
encontrado
por
donde
podrían
devolverse con menos peligro porque
por ahí no
parecía
vivi r
nadie
y
deqía de suponerse que no
se encon-
4
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trarian con
personas
conocidas o
desconocidas lo
mejor
era volver
que
ya
habian
corrido
mucho
p l i -
gro
que
Susana debía cuidar BU
dignidad de
mujer
y que
tú
debiae
cuidar
dignidad
de hombre com-
prometido
l
menos
ante
l gente
El
sueño
pareció cortarse
en
lo
m ~ s al to y abristo los ojos nue-
vamente
te
encontraste
con
l
t -
rr ible oscuridad de l habitación
hacía
un poco de
fr ío
aún
desde
dentro podía
verse
a través de
las
persianas
superiores
algunas matas
de
plátano cuyas hojas amplias
sesgadas parecian danzar enfrenta-
das
con
l
brisa
Te
quedaste
sobre la ~ sen-
t í s
dentro
de
tu boca algo p s t ~
so e inclusive te
encontrabas
un
poco enfermo p o r q ~ e cuanrlo en
las
noches te asaltaban
esas obsesio
nes
ese
sueño
que
se
repite
una
otra
vez te hacian
enloquecer
y
aunque ~ s t no fuera del todo
de sa-
gradable
habia el peligro de que
también te obsesionaran t ref ie
xiones morales muchacho muchacho
deja esa
mujer tranquila no
te me
tas
en más
problemas
¿y
s i
tu
no
via 10 sabe? s o l m e n ~ e
a
algunas
semanas de
tu
boda muchacho que
esa
muchacni
ta tuya
tiene
un
valor
2S
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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ú n ~ c o como mujer y no debes cam
biarla por
esa inconbtante
de Susa
na
tú
no
sabes
en
el
l ío
que
t
puede
meter el la
m u c h c h o ~ pero
otra
vez
aparecía el rostro de Susa
na y en esta ocasi6n caminaban por
una calle
completamente
oscura
i ~ véstido
igual ella
tambián
como en
e l
sueño anterior quá coi :,
cidencia
tan
rara
todo
estaba
u ~
mente
oscuro.
Te
detuviste
ante ella
aent
í.at-e
un
ímpetu
y l abrazaste comen
saste a besarla y a
apretarle
l
cintura con·
tus
brazos
fuertes
a
acariciarle los muslos y así pero
ella se apart6 de
t í
diciándote que
no era e l lugar. esos momentos,
vieron
luces
las luces
de un
auto
m6vilque.
se acercaba
y sentiste
frío en tu coraz6n posíblemente
es l
policía
l policía que
ade
más de
cazar
le
gusta
agarrar t6r=
tolos en l vía pública . ajá
co :
que violando las
buenas
costumbres
y e l pudor
ciudadanos
y presos y
amanecez:-, quá
escandalo nos
jodi
mos.
Pero
no no era l
policía
era
un
carro
público
y
el
chofer acerc6
su cara
por una
de
las
ventanillas
y te pregunt6 que
s i
deseabas algún
servicio...
No
sabes por q u ~ -así son
6
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las cosas
en
los suefios le pediste
que
s ~ podia
i r a San
Crist6bal
~ l
te
dijo
que
Jlos
l levaría
enton-
ces tú y
Susana
se montaban en
el.
carro
y se
veian s l i r
de
los con-
fines
de
Bella
Vista
l c nz r l
Avenida Winston
Churchill
y des-
pués
l
Jiménez
Moya l George
Washington
l
autopista amplia
y
con
algunos
carros
y
l
fin
San
Crist6bal.
Pero en San
Crist6bal era
de dia
si son
las cosas
en
los
sueños-
q u ~ ciudad
más
hermosa el Colegio
o l i t ~ c n i c o
Loyola
con una c o n s t r u ~
ci6n supermoderna
¿cul ndo
lo
brian
construido
o
reconstruido
jor dicho porque
antes
no
era
así?
Una enorme cantidad de palmeras bor
dando
una avenida
enorme y tú Y
Susana
tomados de
l
mano caminan
do por las aceras.
miraste
y
te sentiste
fel iz
l menos l l í
estaban fuera
de
pe-
l igro
no
había
q u i ~ n
los
viera.
Ca
minaron
y caminaron hasta
sentirse
aplastados por
el cansancio y las
t inieblas
que comienzan a
avanzar
y
tú
te
encuentras
con
esa
muchacha
en .
una
ciudad
extraña
y despoblada
con l noche c y ~ n d o l e encima
has-
ta
que l
fin
se
corta el
suefio y
7
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te encuentras.de
nuevo con
l
oscru
ridad y
un
gallo
que
canta
a
lo l ~
jos y alguna
chicharra
que
afuera
compone una música ininteligible
los platanares
que danzan.
Entonces
te entra
un
horrible presentimiento
y te levantas
de
l
cama
ahora es
que vienes a notar que
esa
cama
es
extraña
que no parece
ser l
misma
de
siempre
que
esos
sueños
tan
pe
sistentes t n ~ n alguna causa
ade-
más de
Susana y su recuerdo
l
n motivo te
pones de pie s o ~
los mosáicos frios y te das cuenta
de que también ellos están
diferen-
tes y
das dos
pasos y
conectas
l
no
te
extrafia
en
definit -
va
ver
que
sobre l
cama
desnu-
da
y
dormida reflejando l violen
-
ia
de
l luz
en cada una de
las
partes
de
su cuerpo
se
encuentra
Susana tu
sofiada
Susana l prima
de
tu
novia
•••
1970
28
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SO
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El Jefe, habla. No grita, pero su voz suena como un
trueno dentro de mi cuerpo: Hace eco dentro de mi
boca, dentro de mi pecho y de mi vientre: quizás,
yo
sea el hombre-estómago clásico: quizás,
yo
sea el
QI -
quetipo de hombre-cabeza vacla. Extraño compendio
de un Sancho procaz y de un Quijote idealista que jamás
arremeterá contra molintos de viento
Hay tormentas en mi cabeza, dolor en mi corazón,
hambre en mi vientre. El Jefe habla y no grita, pero su
voz es escandalosamente estridente dentro de mi. ser.
El programa no strve usted lo sabe ¿por qué hace el
programa de esa manera? ¿Dónde está
la
voz del
fuhcionario, del Director de Electricidad? ¿Cómo
puede entender la gente 1 que es
la
Presa de Tavera
si usted no torro en cuenta l opinión de un técnico?
¿Dónde está la
lo OZ
del Doctor? ¿Dónde están los
alaridos, las aclamaciones
y
gritos de la gente agrade
cida. pidiendo que el Doctor continúe? ¡No com
comprendo qué productor radial es usted Lo tiene
todo, las voces,
los
entrevistas. discursos,
yesos
equi
pos como no jos hay en el país, ¡Hágalo de nuevo,
grá enlo de nuevo. quiero vida, actividad
Hacerlo de nuevo: lo oigo, las palabras chocan den
Ira de mi ser, y tienen eco. Eco dentro de mi doloro
so eco.
y
yo, con lacara fría e impasible. con la libreta
m las mallos para apuntar las correcciones que el
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Jefe quiere. Pero mis manos no funcionan y mi piel es
fría comq la de un cadáver; mi corazón late con
emoción como si yo
vtvter
la culminación sicológica
de una protesta. ¡Qué distancia entre mi cuerpo y mi
espíritu Mi espíritu vuela pero mts manos están
frías e impasibles.
No pestaño ya no puedo pestañar; ni hablo he
quedado doblegado por la mudez que paraliza mi
lengua; catalepsia.
Hace mucho tiempo
desde
que comencé a trabajar
quí
que está enfermedad ha ido poseyendo poco a
poco todo mi ser. Antes
h bl b
reía protestaba
escribía peroahora sólo soy un cataléptico un muerto
un corazón que late con c ll d fuerza un cerebro
estéril contemplativo que se abstiene de lamás
liger
manifestación intelectual.
La desolaci6n de las
cal les
de l
parte
baja
de l
capi tal
l
pare
cer
habían
contagiado l of ic ina:
n silencio
absoluto soledad ca
s
tenebrosa
que
se
agarraba
tenaz=
mente de las par.edes grises de los
escri torios de
madera rúst ica
de
las
maquinillas celosamente envuel-
tas en sus cubiertas verdeoscuro
de los archivos cerrados
esquina-
dos de
los pasi l los.
Nadie se había presentado
l t r -
bajo el día yeinte y se is nadie y
contra
todas
mis
esperanzas. e
hu
32
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biera
gustado
conversar con Hugo
preguntarle q u ~ sería de nosotros
y s i
nuestra
situaci6n corría
algún
peligro.
Igualmente
m hubiera g r ~
dado v ~ a Sara tan alegre siempre
tan capaz de devolverle a uno l
tranquilidad
en medio
del
ajetreo y
las
tensiones
del calor y
del
bul l i
cio
del día.
Pero
nada.
e n s ~
en
l legar
hasta
sus
casas.
Mas
era
muy
peligroso tremendamen-
te
peligroso y
demasiado había
he-
cho yo
con
l legar hasta ahí presen-
tarme puntualmente a
las si t
y
t r int de l mañana con mis panta-
lones
negros y mi
camisa blanca
man .
gas
cortas
y
l
conocida
corbata
~ t n vapuleada por los
chistes
de
los
compañeros
de
ramitos verdes
en
un
fondo casi
negro.
s p e r ~ un rato. A lo
le jos
se es
cuchaban
las
detonaciones.· Los peri6
dicos
habían dejado
de
aparecer
y
l
radio
s6lo
_ ~ t r a b a por
momentos.
Las
noticias
eran
confusas
y no ha-
bía mucho de donde asirse . Los t s t i
....
gas
oculares
en sentido
general
o
no
lo
eran.
D
mentían y exageraban.
¿ Q u ~ pasaba realmente? Lo mejor era
volver l barrio y pararse en una
esquina
a
conversar
con los
veoinos
y comentar lo que
decía
La oz de
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l o s Estados Unidos
que, extrañamen
t e
e n t r a b a
en
. l a
r a d i o
de l o s c a
r r o s .
Decidí
v o l v e r .
Las
casas
de Gaz
cue l u c í a n
abanc.onadas
a l i g u a l
que
l a s
l í m p i a s
c a l l e s que
ya
no
l o
eran
t a n t o .
Dos d í a s bastaban
para
t r a n s
formar
l a
ciudad en un
t e r r i b J e
basu
r e r o .
Pero ,
l o s
j a r d i n e s de
l a s
r e s i
dencias se
mantenían
in tachablemente
hermosos.
La
yerba, :cecortadi
tao Los
a r b u s t o s ; todos p a r e j o s con
aque
l l a s f l o r e c i . t a s
r o j a s
X blancas
que
s e turnaban
para
conmoverse con
l a
suave
b r i s a
que venía d e l malec6n.
Hasta e l
Colegio
Evaneél ico
Cent ra l
- t a n t a s
veces
había
pasado
por
a l l í
y
t a n t a s
veces había
escuchado
e l b ~
l l i c i o
de 1 0 8 muchachos, de l o s f r i ~
r o s
y
l o s
p a l e t e r o s
que aguardaban
en l a
a c e r a .e l u ~ de e s t u d i a n t e s
l u c í a
muertó,
a bs oLu t.ament e muerto .
Alcancé
l a
San
Mart ín .
llí
l o s
negocios permanecían
b i e ~ t o s
se
v e í a algunos
c a r r o s c
i.r-cu
Lar y
albru
na
gente
en l a
c a l l e s i n
hacer na
da.
Me
paré f r e n t e
a
L
grupo
l
pregun.té que c6mo
e s t a b a
todo. Die
ron
d i s t i n t a s v e r s i o n e s . D i s o u t i e
r o n . Hablaban de cambio de
p r e s i d e n
t e
de l a
cont inuación
de
lé
b a t a
l l a de
l a
d e r r o t a d e l
enemigo
4
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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(aunque era d i f í c i l saber quién era
e l enemigo en
aqup.llas
circunstan
c i a s .
Por un momento, pensé que mi
compostura
no
encajaba
estando
ent re
aquel los t ipos sudados, emocionados
y bul langueros , y dec id í f lojarme
un
poco e l
nudo
de
l a corba ta parecer -
m
más
e l l o s . Después, m cansé de
escuchar , y
dec id í segu ir
mi camino.
S6lo cuando la s
casas minúsculas
y
mul t ico lores
l a
ca l le
po lvor ien ta
e l colmado de
Luis
en l a esquina y
e l so l a r
de
l a
casa de Dóña
Chea
apa re cie ro n ante
mi v i s t a l a p r o ~
pRcl6n comenzó
t a l ad ra r mi
pecho.
6 Q U ~
podr ía decir1e Josefa?
¿Qué
segt.lridad podría darle?
Porque
mi mu
~ r
t en ía
y
t i ene un esp í r i tu
o m ~
nad e Fue e1la l a
qUE
m mpu
ó
levantarme temprano aquel
clia
i r re@:
l a r l a que meticulosamente planch6
l a camisa blanca y
e l
panta16n ne-
gro , y m
ind ic6 :
Debes
tu
t r a
ba jo . Este r e la jo
se
acabará pron :
to Aún con
sueño
en lo s ojos
yo
l e rep l iqué
que no se t r a t aba de un
r e l a j o .
miró
con
r ab ia y cas i g r i
t 6 : i P e ~ tú t i enes que
tu
t r a -
bajo
Si
no,
¿por
qué
no
te
vas
ha
cer
lo que
están haciendo
todos lo s
t ig res? Vete
pe lea r a l
puente .
Sen t í
un
poco
de verguenza.
S i es
5
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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un
relajo,
¿por
q u ~
entra La Voz de
los Estados
Unidos en
l
radio
de
los carros?
¿
Por
qué no hay ni
emis 2
ras
ni
peri6dicos? ¿Por
q u ~
se fue
l luz? Otra vez, el la me
mir6
con
rabia mientras untaba mantequilla
a
los
panes. Tú
t ienes hijos
y
una f ~
milia y es en eso que t ienes que
pen
sar • Los niños, aún dormían en e l
cuarto
de
a t r ~ s .
Era
cierto,
~ e n í a
raz6n. Por eso decidí
Levantarme
Mas ahora, cuando le dijera que na
d i ~
había
ido a l oficina,
¿ q u ~
di-
r í ella? Quizás, sería capaz
de
pea
sar ~ u e yo no fuí
hasta l lá que,
por miedo, no
quise aventurarme
has
ta l parte baja-oeste d ~
l capi
tp..l.
Otra
cosa me preocupaba.
¿En
q u ~
pararía todo
aquello?
¿Nos quitarían
el
trabajo? ¿Nos
susti tuir ían?
No de
seaba pensarlo, lo mejor
era
olvidar
se
de
eso.
Nosotros
no
teníamos
cul=
pa de nada. De
todas
maneras,
l
~
certidumbre era bastante incómoda,
en
U la situaci6n
en l que
era
menos
que imposible averiguar
nada
en con
creto.
T o q u ~
a
l
puerta. Josefa
mir6
por las.
persianas.
para
ver q u i ~ n
era. Abri6, d e s p u ~ s .
¿ Q u ~ ?
pregtl
tOe Tenía un pañuelo
amarrado
sobre
6
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la
mata
de
cabellos
castaños y
una
lani l la · de co lo r amarillo en las -
nos.
No
hay
t rabajo
di je
Me
mí r é
asombrada.
¿C6mo
que
no hay t raba-
jo? . No fue
nadie respondi. Pien
so que s in raz6n yo estaba un p ~
tembloroso.
uru deber era esperar
di jo
nuevamente. Está
bueno
r-ea-:
rondí. No me hagas
un
infierno de
la
vida
casi
le g r i tá
y e x t r ~
mente el la
no hizo nada
ni
contest6
tampoco.
Me sentá en una
mecedora
que
chirr i6
un
poco ante mi
peso.
Sa
quá
un
pañuelo y l impiá e l sudor que
sent ia crecer
en mi frente.
Por un
momento, pensá en lo
i s t i ~ t s
.que
son las casas de
la
parte baja las
cal les
los jardines.
Tanto
orden
tanta
regularidad como que estimula
ban
la vis ta
y le
hacian
olvidarse a
uno
de la s preocupaciones. n
la
re -
vis ta
Vanidades había visto
foto
grafias
de c6mo
se decoran
la s
habi=
taciones. Debían ser mucho más
be-
l l as
por dentro
con alfombras lám-
paras
varios
juegos 1e muebles f i -
nos paredes
cuyo
color
armonizara
con e l conjunto. Aquella casa nues-
t ra conseguida tan a duras ~ e n s
de
frente
de
cemento
y
fondo
de made
as
aquella
casa
mi hogar
siempre
estaba limpio Josefa era muy efi
137
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ciente en eso Pero no i n ~ p i r o
nada
Las
mecedoras
los
cuadritos
vulgares comprados en fantasía
la
mesita
con
algunos
biscui ts
r -
dio
adquirida
en
una compraventa ~
cía calor mejor era olvidarse
de
que podíamos perder
nuestro
trabajo
bastantes
preocupaciones
tenía
uno
ya
y ademds r o
había raz6n
para
que
así
pasara
n t r ~ ~ p o s e n t o puse ropa
de casa unas chancletas Los
veci
nos
estaban frente
colmado
de
Luis
cuando
pasé
y
m pidieron
que
v o l v i ~ r A
lo
mejor sabían algo
nuevo
O quizás
habían aclarado
algo
de
los
dltimoa acontecimientos
Mi cerebro sólo responde por reflejos a
10
llamados y pedidos del Jefe; a sus gritos y exigencias.
Usted tiene que tnststtr en este otro articulo: Hechos.
propaganda. no lo olvide no lo olvide .
Ahora se
apOCQ
como
UTUl
serpiente. este anima]no
tiene cuello sus ojos son grandes espeluznantes.
y
la
boca sensual
y
gesticulante me
repugna Pero
me
limito a sonreir ¡Sonreir/ Epopeya. Yo. un semlcata
tépti o
¿c6mo puedo sonrelr?
Qué
cree usted
-iconttnúa el Jefe piensa que hacemos estos
progra-
mas para no decir
n d
para ser tan frios como el
hielo?
como la muerte. pienso
yo
¿qué le pasa?
¿ ué
es lo que piensa?
No está conforme con su sueldo? ¿O es que está
estudiando mucho en la Universidad
esa?
No puede
138
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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haber aumentos
por
ahora, se lo advierto. ¡Insista en
el aspecto educativo de estos hechos, que para algo le
pagamos .
El sueldo, la Universidad.
. . .
y
estos aparatos superperfectos
que
vienen del
Norte, esos aparatos preciosos
y
únicos, pero
que
no
son negros ni blancos, como la piel de la sangre que los
ha pagado.
y
los días quince
treinta de cada mes, correr al
sitio aquel a buscar sesenta pesos, sesenta pesos por
producir los programas, que el régimen es bueno y
que la Presa de Tavera se va a construir con la ayuda
del
BID US
y de la
AID US
la planificación fami-
liar,
fondo
musical
efectos de sonido, que una fami-
lia planificada es siempre más feliz u , el sueldo no
alcanza para
muchos
hijos señores, no sean estúpidos e
imbéciles, no traigan más gente al
mundo
más gente
hambrienta, mal vestida, mal educada, no olvidar que
la revolución y la destrucción del mundo puede deber-
se a eso, señores, no sean estúpidos, Josué de Castro no
tiene hijos y es un amargado
y
un comunista, genoci-
dio
la
pildora; 1965, revolución, transtomo y destruc-
ción social, más gente, el general,
¡ ¡
[planifiquen su
familia
Poco a
poco,
parte
norte comen
z6 a adquir i r el mismo aspecto
que
los
barrios
de Gazcue. Las
puertas
abier tas
de
s
casas
aglomeradas
los
chiquil los
bullangueros jugue-
tones,
comenzaron
a ser cosa del
pa-
sado. no
se escuchaban
s
radios
139
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difundiendo con e s ~ n d l o los mensa-
jes
de
las pocas
emisoras
que
entra-
ban
ni los televisores ni
e l
ruído
de
los
conchos de
los voceadores
de
mercancía de
l
gente en contínuo e
i n ú t i l t r ~ n s i t o por
las
aceras.
as
pulperías
en las que
apenas queda-
ban ~ r t í u l o s
de venta cerraron ~ u s
puertas. poco a poco comencá a
no-
t r
que
los
vecinos
se
marchaban
de
l ciudad
que nos íbamos quedando
terríblemente
solos.
as reuniones
en
l
esquina frente l colmado de
Luis dejaron
de
tener lugar
y
el
e s p e t ~ u l o
de
algunos
conchos
car-
gados con mecedoras y colchones y
rebosados
de pasajeros que marchaban
para
e l
interior terminó por hacer-
se
clásico para
después desaparecer
por completo:
a ciudad estaba
deso-
lada.
a
emisora oficial
fue
secundada
por
otras emisoras cuyos locutores
hablaban en
tonos amenazantes
ha-
ciendo llamados
para que se n d o n ~
ra
l
ciudad
y
se buscara refugio
en
e l
Estadio
Quisqueya o en e l
Campo de Polo del Hotel
El
Embaja-
dor .
Decían que se haría
una
ope
ración
limpieza
que
barrería co
todos l o s sublevados cuyos
comandos
se habían hecho fuertes
en
l
parte
norte de
l
capital .
4
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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nosotros? ¿Volveríamos a
nuestro
an
tigUo trabajo o tendriamos que pasar
al
enorme
ejército
de
los desemplea-
dos, de los
hambrientos?
En otro mo-
mento,'
pensé que además de los mons-
truosos
fantasmas futuros, también
nuestra
propia vida estaba
en
peli
gro.
¿No
nos
matarían los
que
tr:iun:
faran en
l
contienda, SObre
todo
s i
se
trataba
de
los
no
sublevados?
Nos habíamos quedado en
terr i to-
r:i.o enemigo ,
¿quién nos
decia que
esto
no podía
pesar
en su ánimo?
Jo
sefa se había
opuesto
a que
b n d o ~
ramos
nuestro hogar, y nos fuéramos
l campo de cualquiera de
nuestros
familiares del
i n t ~ r i o r
liNos
ha
ca.:
tado
mucho
levantar todo esto , me
dijo, para permitir
que a estas
l-
turas
vengan
a
dejarnos
sin nada .
No la entendía. ¿C6mo a dejarnos sin
nada?
Todos
saquean , respondió.
Si
los
otros
ganan,
saquearán
t 2
das
las
casas;
en todas las
guerras
so saquea . Mayores motivos,
pues,
para
habernos
ido. ¿No seríamos, a
la
larga,
obstáculo para
esos
fines?
¿No
valía más la vida que todo aque-
l lo?
Yo
había oido
decir
a Juan, e l
vecino
de
l
ochenta
t res ,
que
los
otros
estaban
siendo endrogados,
que estos violaban las mujeres y ma-
taban a cualquiera, en un frenes de
4
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locura
incontrolable. Temble
del
mie
do. ¿ S e r a ~ capaces de intentar algo
contra
nosotros? ¿De matar a los ni
ños?
•• No no
podia
ser.
Lo
mejor
era
no
pensar
en
eso, lo mejor.
Pe
ro,
no podía dormir en paz, uno de
tantos
días,
con
el
fondo de
los
es
ta l l idos
que
envolvian
casa.
irtte
rrogue
a
Josefa,
le comunique mi
in
:¡uietud.
Tendran
que
matar
a
todo
el mundo me dijo. Es mucha gen
te
que
vive
en
parte norte .
Pe
ro ,
le
riposte, se
han
ido
casi
to
:los son
pocos los
que quedan
No
nos mataran, no te preocupes , asegu
ro. Les interesan otro tipo
de
gen
te ,
les
interesa
los
t igres
que
an
:lan por ahí con ametralladoras .
La intensidad
del
ruldo
fue
acer
cándose
cada
vez mas:
La lucha se
:lesplazaba nosotros
íbamos quedan
jo lentamente e ~ su centro. no po
:líamos
asomarnos
a
las
persianas,
era muy
peligroso.
comida pese a
la prevision
de mi
mujer, tuvo
que
terminarse. Josefa se puso
insoporta
ble, luego de aquello. Ciertamente,
s610 nos
quedaba
un poco de
azúcar
negra.
Y
tratabamos
de engañar
nues
tra
h a ~ b r e l i g a n d o l a
con
agua
y
be
biendola dos veces
día. Pero,
firmeza el espíri tu
aguerrido de
ni m u ~ e r fueron
cediendo cada
vez
4
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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con.más fuerza. La angustia se
refl2.,
jaba en su
rostro
agresivo y decidi
do, aquel rostro que s610
le
conocí
meses
s p u ~ s
de
nuestro
matrimonio.
Se quejaba contínuamente y ~ n voz a l
tao Maldecía a los
que
habían
inicia
do-aquello. Trataba mal a los niños.
y a mí,
con bastante
frecuencia, me
injuriaba
por cualquier
motivo. No
s ~
por
qué me
casé
contigo ,
gr i ta -
ba. Tantos hombres buenos que tuve
de enamorados,
mira
lo que tuvo
que tocarme , decía. Yo, . la observa
ba en si lencio ,
sin.
responderle na
da. ¿Cuántas veces no
la
había
escu
chado
hablar
de esa manera?
No tenía
por
q u ~ h e r l e
caso,
y¡i.
Si
no
fu2
ra
por
ese empleo
miserable
de cien
pesos que t ienes , ahora aquí habría
comida ,
seguía diciendo. Pero car2.,
ces
de
voluntad,
no ~ i e n e s entereza,
no sirves para nada, eres una p e r f e ~
ta
basura Entonces,
se sentaba a
l lorar y los niños le
hacían
coro.
Me
dolía que
hablara
as í
pero
no po
día consolarla.
Tantos
hombres bue=
nos, decía e l la y
yo
con
mi empleo
miserable. Y quizás ni
eso tenía
ya.
Las mujeres ponen las cosas muy fáci
les
Nadie
quiere tener un empleo mi
serable, y yo había luchado
por con=
seguir algo mejor por variós años
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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sin
conseguirlo. ¿ u ~
quería ella
que hiciera? Había que conformarse,
conformarse
•••A lo mejor uno cambia
ba
algo
un
día, a lo mejor •••Pero ho
era tan fác i l Ella
nunca
había
s l i
_
do en busca de
empleo.
¡Con lo
dif í -
c i l que
resul ta conseguirlos
en
este
pais
•••
n esos
días
de encierro,
había
descubierto
las
novelitas
de
Corín
Tellado
que venían en cada
revis ta
Vanidades . Eran
muy
interesantes.
y mientras las bombas y los
disparos
continuaban en los alrededores de
nuestra casa,
y
cada vez
más cerca,
yo gozaba
con l
iectura de
aquellos
amores.apasionados n o ~ de proble
mas que l f ina l se resolvían. Qui
se insinuarle a Josefá ll;t lectura de
l s
noveli tas. No
jodas
con :tus
malditas novelas , me
gri t6.-Tú
y
el las
se pueden i r l carajo . e n s ~
que
Josefa era
demasiado
intransigen
te y
demasiado
incomprensiva. Caram-
ba, yo s610 querí&
que
el l s n t r ~
tuviera un
poco
durante e l
tiempo
que duraba
aquello.
La gente me oye pero ni mis labiosni mi corazón se
mueven Eso si siento en lo lejano a mi estómago
que canta y a dos estómagos á que cantan se
escucha el ruidillo molesto hambre hay que matar a
5
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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ese monstruo insoportable que ha hecho legiones en
nuestro país; ¿nuevamente la catalepsia?
Ahora, mucha gente por los pasillos de la Facultad
de CienciasEconómicas y Sociales; los retratos del Ché
pegados sobre las paredes y los vidrios. Hasta la victo
ria siempre, PCD , el mural de la Juventud Comunis
ta , el otro anuncio verde con un hombre que me
señala: Tu Universidad peligra,
sálvala
BR UC ; subo
las escaleras y camino.
¿Camino? No siento
mi
corazón; ni mis ojos; hay
una oscuridad terrible ante m
i,
y algo como una mor
dazame cierra los labios; no veo, no hablo, ¡no puedo
ver ni hablarl l Y Sierra llega hasta mí. Lo conozco
por sus
pasos
Me he acostumbrado tanto a oír, que sé
diferenciar, ya, hasta los más sutiles sonidos: Te nece
sitaba. La revista te espera ¿Dónde están los poemas y
los cuentos de tu promesa? Hemos contado contigo.
Te necesitamos.
¿Qué te pasa? ¿estás igual que
Eddy? Que Eddy que teme hablar por temor a los
grandes con que trabaja. [Infeliz ¡Mil veces infe
liz
¿Cómo? Pero, ¿por qué te extraña
mi
silencio?
Yo . yo estoy muerto, lo sé. Yo no veo. No siento.
Estoy castrado, acabado-destruido .
Apenas si te oígo, aunque tus palabras aún son recep
tivas, estoy casi muerto, pronto no podré oirte porque
ya no te veo no podre: nada, una nulidad, la catalepsia,
se habrá apoderado completamente de todas mis ener
gias nada, nada.
¿te vas? ¿No sirvo? Yo; la revista
. .
¡pero espera O, no
vete .
es igual .
Silencio.
Ya llegaste, al fin, estaba loca por verte, amor
mío; el muchacho ha molestado hoy más que nunca,
6
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lol iente en
l
que dorm a. Se
paraba
a veces en l
galer a
a mirar los
carros
públicos
que
pasaban
por
l
Peña Batl le l gente las amas de
casa comprando en las
pulperías. Al
igual que los t igueri tos jugando
las
en
cualquier retazo de monte no
invadido
aún por
e l
afán de
construc-
ci6n de viviendas
del
ingeniero Hoi:
gu n
que
practicamente
había
cam-
biado
l fisonom a de l parte
norte
con
sus largas
hileras de casas
es-
trechas de cemento
con
techos de
as
beto y sus cuarter as
sani tar ios
y
duchas
colectivos. uando suponía
que
Nicolás
no vendría
entonces
ba
jaba. Y hacia lo mismo que sus ami:
gos:
Jugaba bolas
pelota
t i raba
piedras discut a
robaba
chinas
o
mentas a los
vendedores paleteros
de l s esquinas. La más de
las
veces
provocaba a los otros
ee
iban a los
puños
se
mentaban
l
madre de
véin-
te
maneras
dis t in t s se decían
to -
das
las
palabrotas
aprendidas
por
esos alrededores de
l s
doñas
aburri
das ~ sus maridos alcoh6licos y ~
carest a de
l
vida. e ahí
le
vino
él nombre conque despuás lo conocie-
ron:
Malapalabra.
Un nombre que en
más de
una ocasi6n saldría
en los pe
ri6dicos en le t r s
grandes v n u l ~
8
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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que el grupo de nosotro e algoque tiene pretigio por-
que paramo el terror lo asalto y lo asesinatoa mansal-
va de lo agente del orden público quí h ymá tranqui-
lidadque nunca ahora
y so
no lo debe el
p i
a nosotro
entonce amigomío ¿por qué quiere salirme corriendo
ahora cuando no encontramo depué de tanto tiempo
sin hablá mi tú siempre me caite bien porque nun-
ca fuite comparón pero sigamo bebiendo que a mí
lo que e el ron y
muiere me matan í co-
l ~ s Rivera
s i
se
llamaba
su
padre.
Un hombre
de
t i
tudes chocantes:
on
una gran apt i tud para
el
estudio
y
d e m ~ s trabajador
incansable s i
se 10
proponia.
Pero
bastante
dado a
l
prosti tuci6n
y e l alcohol y no en
lugares discretos
sino
en s i t ios pú
blicos
y
muchas
veces
en
las
proxi
midades
de su propia casa. n e l f o ~
do
del
inst i tuto que
l levaba
su n o m ~
bre tenia colgados t res diplomas:
Uno de
b o g ~ d o
otro de peri to c o n t ~
dor y un último de
bachil ler
en Fi-
losofia
y
Letras.
o tengo muchos d ~
tos
sobre
sus
negocios
de
los
prime-
ros tiempos pero
l parecer
t rabajé
con ahinco para independizarse econ6
micamente. n s p u ~ s compraria aquel
local
y montaria su escuela negocio
bastante
bueno
para aquellos tiem-
pos.
Posteriormente d e c i d i r i ~ cam-
biar de t rabajo e ingres6 en una
progresista
ompañia de
Seguros. El
~ n s t i t u t o en el cual yo l l e g u ~ a
es
5
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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tudiar
fue muriéndose poco a poco
hasta que l
f in
las inscripciones
se
cerrarón.
Baji to oscuro
de cr.es-
pos cabellos un
poco roj izos
su
mu
je r era muy blanca de ojos azule ;
nuy grandes
una
bel la mujer a
l
que todo e l
barrio
se quedaba
miran-
do cuando s l i ~ c c m p a ñ a d a de cual-
quiera de sus hijos a
comprar
en las
t iendas del centro.
Pero
i c o l ~ s
siempre tan contradictorio
tenia
un
gusto extraño
cuando
se t rataba
de
estar con mujeres de
l
c l le
Al
guien me contó que en una ocasión7
se enamoró violentamente de
una
mesa
ina
oscura gruesa
con
las
marcas
de
varias
heridas
a
navajasen
lOE
brazos y
l
cara. De é l qued6 embara
zada. y s i vio Malapalabra l luz
del
sol . Es de
suponerse
que ésta de
cidió l ibrarse de
é l
y se
entr€g6
a Nicolás. Y
el · inst i tu to
en ruinas
polvoriento acab6 por transformarse
en
e i
hogar de
Malapalabra.
Nicolás
nunca
le
ocultó
l
carga que él
le
representaba y vivia. manifestando
con
acti tudes agresivas su n o n ~ o r -
midad: Lo
t rataba
mal lo
pateaba
nunca
le
compraba ropas y apenas s i
lo
alimentaba.
n
más
de una
ocasión
tocó
ver
a
Malapalabra sentado en
una esquina
de
cualquier cuarto
110
rando de
hambre.
Le ofrecia alguno;
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centavos, trataba
de darle confian
za,
de inyectarle
fe
en
S l
mismo, a
pesar
de
todo. e miraba agraderido
con sus oji l los marrones
me
decía
con su peculiar manera de
hablar,
que que
esperanzas podía tener nadie
de el
s i
ya tenía
casi
quince
años
y no sabía descifrar lo que un l ibro
decía ••
No
se
por
que a
veces
me
tu-
teaba,
a
veces
me
trataba
de
nus
té
n
o
me
llamaba nprofesor . Permi
so; pl ofesor
n,
decia, bajaba entoo
ces
para
subir
de inmediato con ñ
pedazo
de
salchich6n
ami y
galletas
de ~ centavo.
e
ofrecia, pero yo
nunca quise toma
lo .
~ l p l b r no
se ofendia:
Para
e l
resultaba
mejor
porque
así
comía
mas.
Estan aqui
n,
dije a Josefa. Ahí
van
en
f i la
india.
Y
ya
n6
se
ve
a los
muchachos .
Era cierto.
La
em-
bestida
de los que anunciaban
la
nOperacion limpieza
n
hab: a llegado
a su f in . Los que Josefa llamaba t i
gres con ametralladoras se hab: an
desplazado
hacia
la
parte
sur,· hacia
Ciudad Nueva. Metodicamente,
des-
pues,
comenzaron a revisar
las
ca-
sas. Una por
una
,
omo
muchas de
152
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ellas estaban
deshabitadas y cerra
das,
rompían
l
puerta y penetrabañ
de
todas máneras.
Y era cierto que
estaban
saqueando: Yo los veía
a tra
vés
de
las
persianas. Cargaban éoñ
televisores, consolas, y
hasta
col
chones.
Pero, no
parecían endroga
dos, como decía Juan. Con
algo
de
miedo,
s í
Llegaron
a
nuestra
casa.
Eran
c ia
co o
seis ,
y yo temblé pensando en
lo que pudiera pasar.
Tocaron
y
les
abrí . ¿Podemos
revisar? ,
pregunta
ron., Andamos en busca de armas . a
t ren, entren,
~ di je . Y
perdonen
que no haya nada qué brindarles: Se
nos
ha
acabado
todo .
Yo
sonreía,
tratando de no caerles mal.
o
era
bueno tener
esa
gente de enemigo.
Buscaron en todos
los
rincones, en
todas las gavetas,
.debajo
de
las
ca
mas y los colchones, dentro de los
armarios,
.sin
encontrar
nada.
Salie
ron tranquilamente,
í.n mayores ala. :,
des, por suerte. Uno de ellos se,vol
vi6
l s l i r
Hay comida en
l e i
quina , di jo . Pueden i r
a
buacar- ,
Le dí las gracias. Y se f'uer-on.,
e quedé mirando a Josefa con ale
gría.
Se
fueron
y
dicen
que :hay co=
mida en
l
esquina , le
di je
Miré
por
l
persiana y era cierto: Habían
roto l puerta del colmado de Luis,
153
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y
habían sacado dos
sacos .de arroz,
varias botellas d e aceite de man: ,
harina,
la tas y cajas de spaguetti·,
y
los
habían
colocado
sobre
la
ace
ra Eramos
pocos
los veClnos
que
que
d ~ b m o s
una
que otra mujer toma
do un
poco
de arroz, cargando con a l
gunas
la tas
y botel las de
acei te .
Un
uniformado, con fus i l miraba
con
tenimiento
a
los
que
iban. Sería
pa=
ra
evi tar un
desorden;
Le
dije
a
Josefa
que
fuera
a
bus
car un par de hallas para
cargar
los
alimentos. Me mir6con odio. Aun no
hab: a salido de
aquel
estado de de
presi6n que le
había
provocado
nues
t ra
hambre
de
los
últimos
t res
dí.aa , Vas
a i r
tú , me gr i t6 . Si
hemos pasado hambre, ha sido
culpa
tuya. Eres tú e l
que
t iene
que i r a
buscar
la comida .
Querida, le res-
pondí, tratando de
hacerla
entender,
se ve r i í u l o q ~ e yo vaya. ¿No ves
que son
ias
mujeres
de
los vecinos
las que
van?
Tú
eres
peor
que
una
mujer , volvi6 a replicarme. Parece
que le
t ienes miedo
a los de unifor
me .
No había quién comprendiera a
esa mujer que s610
servía
para p ~
l ear
Yo mismo tomé las
hal las .
Sal í a
la
cal le , que lucía
tenebrosa, deso
lada. Muchas casas -sobre todo, las
5
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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de, dos pisos- estaban l lenas de agu
jeros de
balas.
Y apenas
s i
se
veía
persona
alguna.
Las
vecinas
me
salu
daban con
una alegría
t r i s t e Yo les
respondía
igual .
P r e g u n t ~ por sus ma
ridos y me d i j e ron Que e s t ~
bien.
Ellas
preguntaron ppr
Josefa,
y yo
tuve
que
mentirles que· estaba
indispuesta. Juan quiere que
vengas
a
casa
.un
momento ,
me
dijo
María,.
ó o
no,
l ~ respondí.
Ardía
en de
seos
de
hablar
con alguien. Con e l
r r o ~
las habichuelas, las botellas
de aceite y
una
que
otra
la ta de
salmón, cogí
para l ~ casa de Juan.
El estaba sentado en una s i l l a
de
ca
na,
y
me
miraba
con
dolor.
Había
adelgazado bastante. Y parecía estar
muy t r i s te Al
entrar,
se me
abalan
encima, orando
, . Le pr egurrt é ,
asombrado, que q u ~ le pasaba a l
veci
no. Entre
Maria y y o
logramos
calmar:
10.
Estuvp
en
silencio
un
r a ~ o
y
d e s p u ~ s
comenzó a
contarme cosas
que ~ l había visto, cosas terribl.es
que yo no hubiera imaginado.
Fueron
a la
casa
de Don
Pedro ,
d i j o Tú s ~
bes, Don
Pedro
t iene
cinco h i j ~ s va
rones, todos grandes y
toditos
unos
pendejos.
Ninguno
quiso
m ~ t e r s e
en
un
comando, ninguno
quiso ni
siquie
ra codearse
con
los muchachos
Juan
seguía llorando
a l
narrarme la
histo
l55
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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r-í.a,
Yo le decía:
Cálmese, vecino,
cálmese.
Llegaron hasta su casa.To
caron, y ál les abri6 la
p u e r t a u ~
do
entraron
y
vieron
a
los
muchachos
le
preguntaron
que s i eacs
eran h i-
jos suyos. Don Pedro
le
respondió
que s í Les pidieron las cádulas,
y
ál le
dijo
que
le
f l t n l ~ s ~
Sacaron los muchachos a la
calle
y
les
ordenaron
que
se
acostaran
boca
abajo, con las manos en la cabeza,
uno junto
a l otro .
mi-raba boquia
bierto
a
Juan.
Todos no podían
t n ~
la
cádula,
eso
era imposible, le
di
je . Están locos. Y lo
peor
es que ~
s i ninguno de
ellos
se
parece a l
otro.
Hable
baj i to,
vecino,
que
s i
nos oyen puede pasar
cualquier cosa
susurr6, continuando, Juan.
Estaba
emocionado.
Entonces, vecino, los
ametrallaron a todos. Los
mataron
a
todos,
y ellos estaban gritando, yo
lo ví con
estos
ojos
-se
llev.6 la
diest.ra a la cara. Yo
lo
ví
•••
Que
dá
pasmado. o era posible.
Enton :
ces, Don Pedro sali6 corriendo como
un
loco.
Ellos se
reían
y ál
gritaba
que eran
unos asesinos,
que
todos
sus hijos no podían tener la cédul.a-,
Uno
de
los
uniformados
sob6
el
fus i l
le
t i r on Pedro cayq
fulminado,
como
por un rayo. Después, vino
un
cami6n y se l levaron los cadáveres,
6
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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no
se
donde les
habran
dado
sepultu
rano
Decidí despedirme.
Josefa
me
es
pera; Juan.
Seguiremos
hablando des
u ~ s
La
angustia
me
apretaba
el
pes
cuezo. ¿Sería posible1 •••Antes
de
sa
l i r miré nuevamente
el
rostro adolo
rido de Juan. ¿Y no se sabe nada del
trabajo, vecino? Los d ~
pasan, y
uno
sin
centavo para comprar na
da.
Juan
me
mir6
un
poco
desconcerta
do. No tengo noticias sobre eso
di jo.
No
tengo
r.oticias
•••
Bajo
el
rostro.
Estaba, en
verdad, amargado.
Llegue
a l
casa
y deposite l ca
mida sobre
l
mesa •. ItMataron a
on
Pedro
y sus
cinco
hijos ,
le
dije a
Josefa,
que
me miraba
con
menos
vio
lencía,
ahora.
ttAcabaron con una fa
milia
• Ella, no respondió. Y luego
de pasarse un
rato
como
meditativa,
torn6 los art ículos
y
se dirigio a la
cocina.
o preferí seguir leyendo a
Corín Tellado antes que pensar en lo
que
había
oido. Algo
horrible. Solo
se sabían cosas
horribles.
Y nada
sobre el futuro, sobre nuestra si tua
ci6n futura.
M
P
SR
l ron me etá m re ndoprofesor pero no se preocu
pe que yo no voy h cé ningún dip r te e má ¿usté se
7
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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acuerda de aquella vece que
usté
me daba consejo
allá
en el intituto? yo se agrade mucho se
agradecla
mucho porque pa
el
mundo
comenzando por
Nico-
lás
yo
eraunamierda que sen
ia
pa na una verdadera
basura algo que había que tené encerrado porque yo
era muy feo y lo hilo de Nicolás con (a epañola dema-
siado bonito yo me sentía aplatado sin suerte sin deseo
de
vtvt
hata con gana de matarme l vida me
1rzbfa
tratado demasiado mal no habfa tenido suerte p na
depué
de que cumpli los die y sei o die y siete afio
a mí ni me sacaron ata de nacimiento) agarré una
caraiita que trabajaba en lo bajo del intítuto y la
p n
la
muy
atrevida se paraba en el patio y me enseñaba
todo di que haciéndose fa desentendía ella
dO n1Q
en
la parte arrá del primer piso y yo laaceché hata un día
que dejó la puerta de su cuarto abierta mientra vela
novela en la televiJión y
yo
pensando que había sido a
propósito entre calladito por el callejón y me
metí debajo de la cama ella llegó depué pero
yo
epe Jé
un rato pa salí tr ncurríá como media hora
yo
me
etaba volviendo loco haciendo cerebro bata que decidi
sali se asutó cuando me vio ya etaba sin ropa y se
miraba al epeio qué buena se ~ le vt como intención
de gritó le tapé la boca y la tiré sobre la cama le puse
la almohada en la cara para que no gritara ella se
dejaba hacé
omo
si se hubiera demayado y era veraá
que etaba como media muerta depué de gozala tomé
conciencia del lio en que etaba pensé que podrían
decubrime decidí largarme quiera ustésobé profe-
sor la cama etaba sucia desangre pero
yo
sabía que eso
pasa y por eso
me asuté tanto al otro día tocaron
duro a la puerta del intitulo
vo
pensaba que eraNtco-
lás pero era la policía me dieron como die pecozone
ello eran como set
y etaban con la muchacha y doffa
Tata la señora de l casa me preguntaron cuanto ño
1S8
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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yo
ten y se lo dije entonce
m arra traro
hata un
detacamento el de Villa Juana y
depué
me
llevaron
pa
la
asa
Albergue en la Nicolás de Ovando si usté
hubiera vito el barrio entero afuera y la viejadiciendo
qué bueno que se lo llevan al
Malapalabra
a ese
abusa-
dor que solamente vive echando pete y tirando piedra
hata
hí
tenía que llegá la muchacha llorando una
perrera afuera eperándome y yo con un miedo de
cuadrito en la
asa
Albergue fue lo bueno me
agarra-
ron como entre die policía y me fuñeron la
cara
a
trompada me dieron como do mil mientra me gritaban
abusador y yo dtciendo que llamaran a mi papá que
era abogado de
hí
me tiraron a una celda donde había
como quince o vente muchacho
má
no hicieron
má
que yo llegá y agarrame entre to y seguí la fleta de
trompone y toda clase de abuso yo no quiero contale
porque hay cosa que a cualquiera le dan mucha ver-
guenza de
hí
y
pesar de que era menor me mandaron
a La Victoria
hí
sí
que me dieron golpe lo preboste y
fueron mucha la amargura y sinsabore que pasé no
quiero contale con
má
detalle porque hay cosa que a
uno le/pasan que no debe decírsela a nadie imagínese
usté
yo
un muchacho en mano de to eso leone golpea-
do pateado humillado hata
má
no podé sin eperanza
de que me soltaran a
mí
que me guta tanto andá por la
calle suelto teniendo que aguantale a lo otro preso y lo
preboste toda su vaina asqueroza
dé
maricone depué
de un tiempo Nicolás fue a verme llevó algo de dinero
y ropa no me dijo ni una sola
palabra
pero yo sabí
que me etaba mirando con asco aunque por suerte yo
era ilegítimo y por eso no llevaba su apellido y lo
periódico no
dirlan na de él de modo que no tenía que
tenele miedo al decrédito fue etando en la Victoria que
entré en contato con Nelson ¿tú sabe quien e verdad?
su nombre ha aparecío en lo periódico
varia
vece
porqueél erapolítico se hizo
muy
amigomio me defen
9
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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día Y me llev6 donde
otro preso político y le habla-
ba de
í
diciéndole que
yo
era un buen muchacho y
que no debía etar en
a
Victoria porque eramenor de
edá él fue que comenz6 a adotrinarme a hablame
de
comunimo y de Rusia y China y c6mo se vivía en eso
p ise
y también me hablabade que en lo Etado Unido
negro como yo no valen nada y de que to era de
blanco y me decía que había que luchá pacambiar
to esa vaina porque aquí en nuetro pa
también
sólo
valían
blanco y
que tienen cuarto vaina así
tú
sabe la em gogi de
iquterdtta y yo me
s ntí
batan-
le atraído por que él decía porque parecía que
tenía raz6n
usté
sabe como son esa gentey yoeraun
muchacho inorante que no sabía que me etaban
l v n-
do el cerebro
Con lent i tud pero firmemente
l
vida empezó a tener lugar otra vez
en l ciudad
hasta
entonces muerta.
Se volvieron a
ver
los
conchos
en
las l íneas aunque con desviaciones
producto
de
l
división
de
l
ciudad
en zonas
enemigas.
Volvió a
escuchar
se
música a t v ~ s de
l
radio y
las
aceras
se veían repletas de
per-
sonas.
Las
pulperías volvían
a
l l ~
narse de productds y aunque
fuera
a duras penas se p ~ d í conseguir l
pan
diario
con
l
promesa
de
pagarlo
d e s p u ~ s
Sólo l s noches
seguían
siendo
un poco
tenebrosas con
sus
disparos dispersos l toque de que
6
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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da que comenzaba a
part i r
de las
seis
y
el silenoio
que
sucedía
a los
tableteos
de
ametralladoras.
Por f ín
la
emisora de los que
habían desplazado a los muchachos
con
ametralladoras
anunci6 que una
organizaci6n
in ternacional controla
da por los americanos pagaría los
sueldps de
los serv idores públicos .
Al
oir
la
noticia
me
dieron
impul
sos de cargar a Josefa en
brazos
y
de besarla.
Pero
el la me ech6 a un
lado
con
vigor. Era
de
esperarse.
D e s p u ~ s del nacimiento del
niño
se
había negado completamente a mis ~
r ic ias No quiero que
me
hagas otro
muchacho ,
decía. e todas
maneras
su calor
no
me hacía
demasiada
fa l -
~ a Creo que d e s p u ~ s de los primeros
años de matrimonio algo había
muer
to en nosotros algo que
ya
no
podía
ser.salvado.
Al
día
siguiente
del
anuncio
y
aunque no era
la fecha
aún yo
me
a v e n t u r ~ a
l legar
a
la oficina.
Mas,
todo seguía igual: cerrado y en s i
lencio. Algunos americanos
me
detu
vieron
a l penetrar a
la
zona
domina
da
r
ellos .
e
pedían
la
c ~ d u l a
y
me
revisaban. Yo, los miraba sonriea
te para hacerles saber que era un
Simple empleado público no un indi-
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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viduo
peligroso. e dejaban
i r sin
mayores preguntas.
Soñaba todas
las
noches con encon
t r r
l
puerta
abierta,
mi
escrito
r io , pequeño un poco polvoriento,
ya, mi maquinilla Remington y aque
l los largos oficios llenos de
cosas
formales e inuti les
pero
que
tanto
me gustaba hacer. Soñaba con recibir
mi cheque del jefe, decirle que.yo
h ~
ido
en varias ocasiones y no
hab a
eacontrado
a nadie. Estoy
segu
ro de
~
le gustaría que l dijera
eso. Ver a Hugo a
Sara,
a todos.
Hasta
nostalgia
t e n ~ ya de mis
zapa
tos
lustrosos, mi
pantalon
negro
mi
camisa
blanca,
aSl
como
del
tem
prano
caminar
por
el Barrio Gazcue
contemplando los
jardines tan cuida
dos y
las trabajadoras comprando a
los t r icicleros US verduras fres
cas.
No
contaba, sin embargo conque
pasar an
cosas inesperadas.
M L P L BR
Despues de
varios d1as
en La Vic
tor ia ,
Malapalabra volvi6 nuevamente
a la l ibertad las gestiones
las
ha
bia
hecho
BU
padre).
Pero,
Nicolas
Rivera,
había puesto
a
caminar
todos
los mecanismos que le p e r m i t i e ~ n l ~
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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ducido
hasta el malec6n
en
los
l r ~
dedores
de
una fábrica
de
metales.
Estaba oscuro y s6lo de vez en
do
se
veía
un
auto
pasar
por
l
zig-
zagueante
autopista.
Supongo que
s i
alguna
sensibilidad quedaba
en
á l
Malapalabra se
sentir ía
a gusto
por
el
solo hecho de
ver las estre l las
las luces
de
l
ciudad sent i r l
brisa
fr a
del
mar.
Le
toc6
a
Peña
hablar. ¿Sabes
quián
es
Bolo? le
pregunt6
. a Malapalabra. o
sá
q u ~ n
es neg6 áste.
Pues Bolo
sigui6
Pe-
ña es el
mejor hombre que
tenemos:
Está l l í detrás de
las
matas de
uva
de
playa detrás
de las
piedras
l lenas
de
algas
que
el
mar
moja.
Bo-
lo
es un tibur6n
que
aguarda
en
aquel lugar y
aguarda por carne
hu-
mana. ¿Te
gustaría enfrentarte con
ál? Malapalabra
hor r oz azado
respon
dería inmediatamente que no. Así m;
gusta
dir ía
Pefia. A
part i r
de
ahora
v ~ a buscar a
tus
antiguos compañe-
ros. m
los.
vas
a
l iquidar ¿sa-
.bes? Una cuarenta y
cinco
para t í
un
carro
para
ustedes cuatro
y cien
pesos l mes.
Además
reclútenme
va-
rios
muchachos
~ s
todos
los
que
sean
necesarios
¿de
acuerdo?
Malapa
labra respondi6· positívamente. o
hay
qué hablar
dir í
Peña
Pero
jamás
te
olvides
de
Bolo nuestro
me
6
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jo r
hombre que
es peor
que l
so l i -
t r í despuás
de
unos cuantos
g o l
pes. Aquí comienza la segunda parte
de l
h i s t o r i a
de
Malapalabra: El
hombre
del Frente.
Tenaz
perseguidor
de
sus antiguos
compañeros
Rabioso
negador de lo que había sido: Al
gu1en
s in poder alguien aplastado
por
l
vida
perseguido
burlado
l leno
de
miedo.
s t ~ s
l i b r e
dijo
Pe
a Y cumple eficientemente con
nuevo
trabajo
• o n s i d ~ r a t e dueño
d el
pais
y
haz todo lo
que
te
parezca
conveniente
v
El día lleg 6 y fue como
lo
había
Boñado: Abrazos
entre lo s
compañeros
narraci6n
de
experiencias segurida
des
mútuas
de que
todo seguía igual
para
nosotros
y l ~ e de esto
era
e l
cheque
de
color
rosado
que
se
nos ~ b a
a entregar. Hubo
aunque
una circunstancia
extraña:
Quien
nos
extendi6 e l documento no fue nuestro
jefe
sino
u americano muy rub20
de
mirada imponente
y que par-ecfa
mo
l e st o
con
l
tarea que
se
le
h í ~
asignado. Pero ¿qué importancia te -
n ía
eso?
Mirá
l
hoja
rosada con mi
nombre
escrito por
mucho
r a t o .
Y
e l
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numero y aquellaa le tras de rayal'
sesgadas que olían a dinero real , -y
pensar
que yo no
había tenido
que
trabajar ese mes
y
pensar en lae
tantas preocupaciones que habían -
quietado
mi esplri tu.
Los compafieros Hugo
sobre todo
comenzaron a hacer chanzas
otra
vez
con mi
corbata
de
r ~ i t o Yo
reía ,
todos
reíamos,
pero
de
repente,
un
extrafio ajetreo corto nuestra r i s
Manuel vino de l puerta de entrada
con el rostro
un
poco
sombrlo,
y, co
mo asfixiado por algo
insol i to,
nos
dijo:
Hay un camion
ahl
afuera. Te
nemos que
montarnos
en
el .
Miramos
con asombro. ¿Por que teníamos que
montarnos
en el camion? ¿Que
querían
hacer con nosotros?
Por
cierto, no me h b ~ fijado en
loa
uniformados que estaban en l
puerta
cuando yo entre. Ahora
nos
miraban de
una
manera
agresiva. nA
montarse ,
gritaban
imperativamente,
u
y
rapido .
Hombres y mujeres, estas
~ l t m s
ayudadas por nosotro ,
comen
zamos a subir
l
camí.on e1. ya
habla otras personas por cuyo aspec
to
deduje
que
eran
tambien
emplea
dos. Rapido,
rapido ,
repetlan loE
hombres vestidos de verde,
mientras
hacían agresivas y
amenazantes
mue
67
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sorprendidos, y muchos uniformados
éon fusi les, mezclados con l muche-
dumbre. Un hombre cuyo
rostro
ape
nas
se
d1stinguía,
y
cuya
chacabana
blanca relucía con e l sol , c ~ m e n z
a
gest icular ,frente l micr6fono: V e ~
nido desde Miami dijo, un compañe
ro
que
hablará sobre
l s i t u a c i n d ~
minicana.
¡Un compañero
exiliado
que
d i r ~
de
qué
nos
libramos
nosotros
I
Hubo un silencio. Con
ustedes ,si
gui6
el orador, Luis
c.onte
Agu ;
ro •••
Un
rumor,
que
venía·
de
lo
alrededores de
l
tribuna, se d e j ~
escuchar. Aplausos, hurras, vivas
por
d.oquier. El hombre
alto
-o que
se
veía
al to- ,
de
rostro
y
gesto
de
cidido,
ocup6
el
puesto del ~ u e lo
había
presentado. Levant6
l
mano d ~
recha en señal de
saludo. El'rumcr,
los aplausos,
los hurras, q u ~ venían
desde el
centro,
se
dejaron
escuchar
cada vez con más fuerza. Se iban
acercando a
nosotros,
dejándonos
sor
dos con su estrépito. Yo miraba·pas=
mado asombrado, aquel espectáculo
que nos esperaba, que estábamos
pre
senciando.
Por
un momento
sent í
ma=
reo, tanto era
e l
calor que hacía y
el
polvo
que
se
levantaba.
El
golpe
en l
cadera, me h i z o v o ~ v r
otra
vez
en mí: Un
uniformado
me había
do
do con
l culata
de
l carabina,
aua
~
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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que .sin mucha fuerza.
Er-a
moreno l
to ,
y
me
miraba agresívamente.
¡Aplauda ,
me;grit6.
Que
aplauda,
carajo . n un fragmento de segundo,
mirá en derredor
mío.
Todos
mis
com-
pañeros aplaudían.
Hugo Sara,
todos
aplaudían aunque
sin entusiasmo, con
el rostro
frío
y
adolorido.
Yo tam-
bián
comencá a aplaudir.
El uniforma
do
sigui6
c ~ i n n d o
adentrándose'eñ
l
multitud
y yo
seguí aplaudiendo.
Los ~ p l u s o s crecían,
crecían,
hasta
lo infini to,
varias veces hasta
lo
infini to mientras
l
mirada hosca
del
uniformado
y
el recuerdo
de
su
carabina
seguían
pesando
sobre
mí
c ~
mo una soga sobre
los sentimientos.
Entonces, sent í esa oleada
de
calor
que venía de mi est6mago. La cabeza
comenz6 a darme
vueltas.
El sudor,
enturbiaba
absolutamente
mi
vis ta .
La saliva
comenz6 a ascender y
des-
cender
en
las
interioridades
de
mibo
ca. Náuseas. Era inevitable. Y s ñ
dejar de aplaudir, vomí.t é
una
otra vez,
vomité todo
lo
que pude,
sin dejar de p l ~ u d i r todo, todo lo
que
pude, sin dejar
de
aplaudir
•••
M L P L R
no s e en
ll o
que me meto
cont nte
to h
1 70
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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sabe
lo que
só
no encontramo con vario individuo
fiCMo y lo liquldamo pero en el trabajo en que yo
parttctpécon ma fuerza
fue
con lo do caraja eso de
que
habla
la
prensa di
que
eran Inocente y que dicen que
yo
lo maté te etov contando eto a ti porque etoy
borracho y porque tu ere mi amigo yo lo sé í que no
se lo diga a nadie e verdá ello no etaban en
U
pero
fue
que Peña me ll m l atenci6n porque
yo
solo etaba el
día y la noche entera bebiendo y casi
no
tl hacia
ningún trabolo que si yo era de lo blandito y que me
recordara de Bolo decidi demotraJe que no era
como
él decía aunque ten la raz6n porque
yo
etaba má con
muiere y bebiendo que
casi no salía y con lo mucho-
cho entonce no encontramo con aquello do caraja que
salian del teatro Villa Consuelo iban hablando de lo
má entretenido de lo má contento
yo
lo llamé pa dale
un pecoz6n a
uno
y ello
me
dI ero
n que
si
yo
era gu po
que saliera a fajarme a lo
puño
eso dl eron yo
al
con
la
cuarenta y cinco en la numo y también Ptéligero y
El Fusil que andaban conmigo y lo
metimo
en el
c no
y lo llevamo al EtadJo Qutqueya ello preguntaban que
por qué nosotro
no
lo Ilew:fbamo que
n
tenian que
ve con el tipo de gente
que
nosotro bucábamo le di do
moquinazo al
que
me habló m l
pa que
se callara y
ojalá
tú
lo hubiera vito berreando etaba muriéndose
del
miedo
y con la sangre corriéndole mientra el otro
l oraba y se orinaba lo muy
guapo
cuando Uegamo al
Etadio
la
sangre del tipo me hab la ensuciado
mi
camt-
so de dacron me encolerice t nto que le
tiré un
ba Jzo
a la pierna ante de que saliéramo lo do segulan gritan-
do y diciéndono que eramo uno abusadore y que ello
eran inocente lo sacamo a lo do del
lUT
a la fuerza
lo tre con la pitola y
revétvere
en
la
m no a
uno
de
ello
yo mismo
le
tiré
cuatro
tiro
al sacarlo se cayó en
un contén y no se paró md el otro que etaba herido
7
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segufa grltanto y dictendo que no lo mataran aunque
su grito era tnútile porque nosotro etábamo medio
prendio y por
allí
había nadie y tenlamo gana de
tirá tiro y entonce ante de que yo
tirara
tiraron Piéli-
gero y el Usil a lo que nosotro le decíamo lo duro
pero solamente le dieron en la pierna y el tipo seguía
llorando y eta ve se puso a dar alarido pidiendo ayuda
y yo le tiré a
la
cabezagritó má duro
y
le seguí tirando
hata que
la
cuarenta y cinco se quedó vacía
depué
no
fuimo riendo y le de/amo allí tirao pero e que prend
uno hace tanta vainay lo peor de to e que depué como
que uno no siente remordimiento de conciencia sino
que eta cosa le parecen a uno normale pero tengo
náusea amigo
í
etoy demasiado gana de no sé qué
¿por qué te cuento eto? un momento dé/ame ir al
baño tú profesor
iga
ven a ayudarme que me etoy
cayendo
si
no fuera que
caraio
epéreme profesor yo
vuelvo ahora
usté
siempre me trató
uy
bien yo
ahora
73
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L S OS
MU RT S JOS INIRIO
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La obsesi6n volvi6 suavemente en
medio del
azul
y
el
marr6n
del
pai-
saje
amenazando con derribarme a
l
t ie r r
Todo
daba vueltas
¿ u ~
significaban
aquellas palabras
que
rondaban
por
mi
conciencia
y
se
re i
teraban una y
otra
vez o o en un
remolino?
Gasto
elevado insuficien
cia cardíaca••• Casimir un
habla
ci t
viejos textos orientales 697
años
antes
de Cristo Bontius se
afirma
descubri6 sus
formas
en
In-
donesia Strauss
que
pensaba en
una
cura
en base a
determinada die-
t
Eijman
quien en 896 afirm6
que ello era
debido
a una dieta
de-
f iciente
•••
Shatuch
••••
Hít ler Eich-
man
•••
¿por
q u ~
estos nombres?
Esta-
ba
temblando
La
búsqueda
había
llegado a su
f in
y ~ l estaba a ~ i
debía estar lo
y
yo tenía miedo
un
m iedo terrible porque no
todos
los
días
un
hombre
puede
enfrentar
de
terminados misterios determina:
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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le tocó declarar en el juicio. Le solicitaron
casi
le
suplicaron- que hablara más alto que nadie le oía.
Sonrió. Miró al juez burlonamente y se dijo para sí
que él estaba por encima de todos los presentes. Miró
a los familiares de los presos. Sintió
asco.
Ya verán
ahora sólo le ha tocado a éstos pero todos están en
tumo por cochinos. Aquí hay que aprender a respe-
tar y el que no respeta ya
sabe.
Que no comemos
cuentos. Y miró a los acusados. Cochinos. De esta
carajo de esta no los salva nadie.
Se excusó ante la solicitud del juez. No puedo hablar
más alto de ahí no alcanzo más. Lo siento mucho.
Miró hacia el suela Se arregló
las
gafas negras siguió
declarando. ldía siguiente recordó los periodistas
destacaron su actitud. Y lo recriminaron con violencia.
Mejor así.
Después
se quejarían del tratamiento que se
les
daba.
Tan diferente que era antes
caraja.
A que
nadie se atrevía. Lástima que lo hayan matado.
Pero.
aqu{ va a haber respeto de nuevo eso lo digo yo JO é
Inirio padre y como yo habemos muchos que lo
decimos. Si pero las cosas eran diferentes ahora. José
Inirio; yo estoy en medio de un salón totalmente
cerra-
do medio oscuro. y sólo están esos cinco hombres que
me miran con tnststencia: Dos de ellos. armados me
apuntan con ametralladorasy yo José Intrio padre no
puedo hacer nada. Yo José Inirio contemplo con
altivez a los hombres porque no soy un pendejo. A
pesar de su miedo la figura permanece erecta. firme
en el centro del salón. Uno de los hombres
están
sen
tados en sillas rústicas y no lucen bien con sus cabellos
y barbas descuidados con sus ropas desgastadas por el
uso y de colores opacos con su lasitud- se dirige a
José nirio padre. Yo vaya declarar contra José Inirio.
He de hablar de sus hechos. y he de hacer que se le
condene por suscrímenes. José Inirio padre señores
9
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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ha asesinado una persona. Y ha de pagarpor su crimen.
He de narrar sus detalles. José Inirio padre no com-
prende. Son tigres los mismos individuos de
las
b rri -
das de
parte norte aquellos mismos nada más y
nada menos aquellos a los que diste bofetadas y pata .
das
a los que injuriabas a gusto y acosabashasta en los
callejones
nufs
recónditos. No comprendes José Intrio
padre no comprendes porque
y
el mundo parece
invertido y todo parece dar vueltas sobre tí ves peque-
n s
luces sientes deseos de vomitar de desmayarte
pero debes mantenerte de pie para que vean que úno
eres un pendejo
c r io
Dios cast iga yo
siempre
lo de
cia
la mujer
contemplaba el
piso
blanco
de
puntitos
negros. Su mirada
era
vaga
siempre
vaga
perdida
en
un
l imitado
horizonte
de paredes de
blanco marfi l .
Un brazo e l izquier-
do
le temblaba
contínuamente. Ella
hacía
un esfuerzo
indiferente por
ocultar e l sacudimiento insister . te.
Era
un mal
hi jo
un
mal
hijo
se
re -
petía con frecuencia t e m l ~
Siempre
se lo
di je :
Nada que se ha
ga
en
este
mundo deja de pagar-
se . Si
s i todo
se paga; era un
mal
hi jo
un
mal hi jo .
Nos odiaba a
dos. Nos gri taba
nos
gri taba mucho
nos
humillaba
y no
perdía
o p o ~ t u -
dad
para
maldecirme por haberlo t r a í
do e l mundo 6igase
eso
6igase yo
no tenía la culpa y
cri t icaba
8
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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mis
relaciones
con su
padre
s í él
estaba loco totalmente loco
y
nos
odiaba
a
todos
Dios
lo ha castigado
por
eso . lo
ha
castigado
por
odiar-
nos a todos e l amplio mosaico de
granito
aceptaba aún la mirada de
la
mujer temblorosa .
Oigase eso
criticarme
m
porque
su
padre •••
su padre usted lo sabe 6igase
eso
odiarme
maldecirme
6igase
•••
¿Qué importancia puede
tener el
hecho de que mi nombre sea José Ini-
r io hijo?
Y que
aquella noche
mien
tras el
encargado del prostíbulo gol
peaba
aquella
mujer:
Aún
la recuer
do: Estaba vestida con una
blusa
ama
r i l l a
de
hermosos í r u l o s r o j o ~
falda negra
y
corta y
largas
bo-
tas
bri l lantes yo bailaba a l compás
de un apasionado bolero que cantaba
uno de tantos
fracasados /vida mía/
vida
mía/
no
te
puedo
querer/ care-
ce también de importancia.
Después aquélla prost i tuta de
catorce afios
quien se complacía
en
que la
golpeara
que la
t i rara
con
violencia por
los
cabellos el des
pertar
entre aquellos brazos aque-
l los
muslos
y
aquel
rostro
desconoci
do hacer
el
acto
sexual una
~
más lavarse apenas
vestirse
v vol
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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ver
a
r ecor re r , en sent ido
inverso,
aquel l aber in to
de
p r e ~ e s rosadas ,
bastan te desteñ idas ,
descender
por
una e sc ale ra e stre ch a,
y nuevamente
e l cabaret , la s mesas
dispersas ,
l a
vel lonera en una
de
la s
esquinas ,
la s luces
-s iempre la s luces opacas
en forma de
es t r e l l a s de mar,
l a ba
r ra
diseñada
con
d is t in tos colo
res
l lamat ivos
- ro jo
encendido,
azul
~ u e r t e
amari l lo oscuro- pero es ta
vez, t ~ bastante s1lencioso, yp
soy e l primer parroquiano que l l ega
después de
una noche
de
azaro
so
amor,
e l encargado
me
mira s o n ~
r i en te - e s ta vez, se t r a t a de un
mu
chacho que
me·
conoce,
muy
amable,
mestizo, sonr iente siempre, cuyos
ojos .y cabel los
apenas
s i recuerdo
b
í.en
pido una cerveza
y
dinero para
discos .
Son la s nueve de la mañana,
teg
dré anotada,
ya,
una
multa
de
diez
pesos
en e l
t raba jo , y
un d ía
de
au
sencia .
No tengo deseos de
volver
a mi ca
sa porque a l l í están e l l a
y
é l
( él , pienso que
s i
e x is t i rá re al
mente,
que
s i
puede ex i s t i r
un
é l
que
provenga
de
mí, de un
en
e l
fondo
inex1stente , posiblemente
e l la
me
peleará ,
me
cr i t i ca rá el
ha-
82
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ber amanecido fuera y
nada
de
eso
t ie n e importancia porque me
si en t o
ta n
desesperado
•••
Muchacho
caminas
c mo
un demente
¿ad6nde
vas? Ahí
es
tá esa
inmensa avenida
por la que
t r a n s i t a n
imponentes y
temibles
auto
m6v.iles la s luces de ne6n que se e i
tienden
a lo
le jos
d e tr á s de t í
e l
Hotel Embajador debaJo
una
c a n t i
dad
ter r ible
de
lu c e s
casas
r e g u l a
re s y
hermosas
c a l l e s anchas una
i g l e s i a
de s in g u la r b e l l e z a
un
p a r
que de bancos dispersos.
ás
acá
Nuestra
Señora de
la Paz
mezcla de
cosas hermosas y
cosas
feas casu
chas
a
punto
de
derrumbarse def in i t i
vamente
c a l l e s
a s f a l t a d a s
y r o j a s
gentes
l impias gentes
s u c ia s .
Esta
mos
en
Carnaval y esta vez el Car
naval
se h a
hecho como
se
hacía du
rante lo s dias g lo r io s o s .
Grandes
~
r r o z ~ adornadas por b e l l a s mujeres
escogidas
- r e i n a s
v i r r e i n a s
damas
de compañía- acumulaci6n espantosa
de
personas
a lo largo dé la George
Washigton la s
cámaras
y
lo s
micr6fo
nos
de
lo s
canales y emisoras de
San
to Domingo
que
t r a n s m i t i r í a n en deta
l le
y para todo e l
pueblo
e l desf i -
le
Hombres vestidos de mujeres y
mujeres
v e s tid a s
de hombres porque
en
estos tiempos hay que
d e c i r l e no
8
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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a los prejuicios y dejar que el de-
sehfreno
lo
colme todo.
Cinco
combos
serían
presentados
en
e l
Estadio
Quisqueya
y a l
otro día
en
e l traba
jo e l mensajero aquel vestido de
chulo trajeado a dos colores con
zapatos luminosos de
tacos
al tos
que le dice a l otro
fulano tan chu-
lo
como
é l que
anoche
bailó
como
nunca
que
conoció
a
los
combos
CHE-
VERE y que B CILO barbaramente y yo
siento ganas de
vomitar
a l
escuchar-
lo .
eambulas
como
un loco mucha-
cho ¿adónde vas? Las f iestas de CaE
naval
todas las noches los grupos
bullangueros
de
Honduras
Nuestra ~
sora
de la Paz y El Cacique
se
d i r i -
gen a la Feria Ganadera.
Allá
ha-
cen exhibiciones
presentan
grupos
musicales
y a l
f inal una banda que
tocará
hasta
doblarse de bai lar y
todo
gra t i s ;
e x c t m e ~ t e igual que
en
aquellos
tiempos.
as a
buscar
a
Frank te s i e n t e ~
un poco arrepenti-
do de lo de anoche después de ~
brar é l te dijo
que tendría
que i r a
aquella boda que
cuanto
harían se-
r ía comer
algo
se tomarían unas
c u n t ~ cervezas o dos botel las de
ron
y
nos
vemos
e l
lunes
o
No
fue
as í . Aquellos dos
compañeros nos
la
hicieron buena
nos
convencieron de
8
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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masiado. Apoyé mi
espalda sobre
la s
yaguas
podridas y c r u jie r o n
un
poco.
C e r r ~ · l o s
o j o s .
Una
extraña
l a s i t u d invadía mi
cuerpo.
El
s i t io n ~ e ra
ta n e s g r ~
dable
como pensaba. Y por
un
momen
to quedé
dormido.
Deaper-t é ~ s o b r e s a l
tado.
Las
piernas me
dolían horr ib le
mente. Una especie de
dolor
que
se
ib a desplazando
hacia
e l centro de
la s
á r e a s .
S e ~ t í a
t a m b i ~ n
como
un
hormigueo extraño en todo
e l cuerpo
y
una h o rr ib le s en sib ilid ad
en la s
p a n t o r r i l l a s . I n t e n t ~ moverme: o p ~
de. Las art i cul aci ones no
respondían
a mi llamado. Ni s i q u i e r a podía ver
mi cuerpo
con
c la r id a d a pesar de
que
la
noche no había
caído
aún.
Pero . ¿ ~ hacía yo
al l í
¿ ómo
había
llegado
a aquel
lugar? Tenía
la vi s i ón
borrosa l a s
pupilas
me
temblaban con i n s i s t e n c i a . o
podía
caminar. Aquel sueño vago que había
tenido;mi
madre
quejándose
Cándida
e l niño. Oh
Claudia
tan dí.e tarrt
Aquellos días te r r ibles d el Carna-
v a l ¿ q u ~ dirán
en mi t r a b a j o D i e ~
pesos
de
multa
un d í a
o t r o
de au-
sencia
este dolor agudo y t e r r i -
b le
en mis
pi e r na s
q u ~
extraños co-
l o r e s
i n v ~ d e n
es t e l uga r
••
¿ Q u ~ -hago
yo aquí?· ¡Ah s i
pudiera
encontrar a
8
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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que debíamos
seguir
hasta e l
otro
día
casi
volviste a las cinco de la
mañana muerto con una borrachera
que no
podías.
Es
cierto
que
después
de beber
tanto uno t iene
la tenden
cia a sent i rse arrepentido pero
más
que
arrepentido con una tensi6n
nerviosa creciente
con una d e p r ~
si6n
que
no lQ
permite
viv i r a uno.
Ahí
van dos
muchachos
que
te
saludan
y que
preguntan que
para dónde vas.
¿Ellos? la
Feria Ganadera porque
al lá hay f ies ta Confundido entre
tantos multifamiliares
-y
no
conoces
exac
tamerrte
en cuál
de el los
es que
vive
Frank-
te
decides
a
seguirlos
y
.te vas detrás . lo mejor
e l la
-mi
amada Claudia
aquella
muphachita de
tanta personalidad que
yo había cono
cido s m n ~
atrás
pero
~ u
me
ha
cía una fa l ta
increíb le-
quién sabe
s i la
encontrarías.
Entre tanta gen
te
casi
un·
imposible.
Fumabas como
un desesperado
fumabas demasiado
más de t res
ca je t i l las
de
Montecár
lo
r i m e ~ o
presentaron
cuatro p a r ~
jas
yestidas
a l
urrí.aex
pantal 2
nes
blancos
y camisas-blusas ro jas
bailando un
tango.
Después un grupo
de
jóvenes·
malabaristas que
no
lo
hicieron mal.
Entonces
el la
subió
las escaleras y te mir6 y
te
son-
8
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r ió qué fel iz te s e n t i s t e era
el la
el la
e l la
¡ELLA Con la
terr ible
fa l
ta
que
te
hacía
en
esos
momen-
t o s pero no
es éonveniente
d e l a t a r -
se
demasiado
pronto te quedarás en
s i l e n c i o sufriendo por
un
r a t o . Des-
pués
la
l l am as t e bajaron
juntos
sonrieron el la
estaba ta n
l i n d a se
dieron
un
beso mientras
la
gente
saba
pensaba
que esos dos
m u h ~
chos
eran f e l i c e s .
Tampoco
nada
de
eso t i e n e
importancia ahora cuando
te das cuenta que una s o n r is a
un
be
sO c a luroso
una
p r o s t i t u t a excitan=
te o
una
te r r ible
cantidad
de alco
hol
y
de
luces
opacas
no
bastan
P
ra
calmar esa sed horrorosa que l le
v as . ad en t r o
esa. sed que
te
consume
te
a n i q u i l a
te
mata.
José Inirio padre sabes lo que pesan los años Son
como grandes fardos que se llevan sobre la
espalda
A
la
larga
la columna vertebral adopta una forma espe-
cífica una forma modelada por el peso de los fardos
Son largos años de enseñanza desde aquellasmañanas
frías cuando dejabas la cama miserable junto a tus
compañeros y corrias para ponerte tu pantalón y
camisa de negro luminoso
y
aquellas botas que te
hacían posesivamente los pies La fila después la
revista y el uno/dos uno/dos unolunojunoldose y la
marcha a paso doble hasta San Cristóbal y el mayor
cantando dolore lombelno llorelombe] ·que te vua a
dajombelfelicidad] sé Inirio y ú respondías con
187
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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ritmo y dolor abarrotado de sudor y de cansancio. El
camino fue lento pero fructífero José Inirio padre y
aún es tiempo de recordar aquel mom nto decisivo
culminante en toda tu vida cuando te escogieron para
que cuidaras aquellos hombres. El lugar te daba miedo
como le daba miedo a todos los compañeros y no era
para menos. Las historias que de él se contaban era ho
rrendas y siempre habla el temor de pararuno ahi por
cualquier falta que se cometiera o por cualquier frase
intrascendente dicha en un momento de aburrimiento
de hastio o de borrachera el pez muere por la boca-o
Pero había que sobreponerse la desobediencia estaba
total y absolutamente fuera de
lugar l
principio no
te acostumbrabas después de todo te habían enseñado
a respetar la bandera de los tres colores y el único
momento Que te gustaba del entrenamiento mañanero
eraaquel cuando al redoble de los tambores y la
trompeta el lienzo danzando en medio de la brisa;
ascendia hasta lo alto. Y tú firme sobre tus pies
mirando hacia la nada y la diestra apretándote con
vigorlafrente. Sin embargo alli se utilizaba una bande
ra para trapear el piso y era algo que en realidad no
comprendias. Eso era lo de menos aunque. También
pensar m u ~ estaba prohibido.
Lo
más
terrible de todo eran aquellos gritos desespe
rados en s noches aquellas interjecciones procaces
vomitadas por unos .labios en agonía aquellos balazos
ininterrumpidos cuyo eco conmovía s paredes. No
querías presenciar nada de aquello eras un simple
guardián
hasta aquel día en que el hijo menor se
apareció repentinamente en lp
cárcel
No era tampoco
como te lo imaginabas. No era como su padre recto
firme seguro temible no. Era un muchacho de desor
denados cabellos de mirada enrojecida y perdida mal
vestido con los tres primeros botones de la blanca
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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camisa abiertos mientras algunos vellos de una piel
suave forjaban un contraste de dos colores Si esta-
ba borracho o cualquier otra cosa porque
los ojos
querían salíriese de las órbitas y
la
sonrisa y las
carcajadasque salían de aquella boca roja eran inesta-
bles y desencajadas mientras las dos mujeres que lo
acompañaban dos mujeres de inenarrable belleza e
igual suciedad pretendían imitar los pasos y los gestos
del muchacho La puerta se abrió y un hombre espo-
sado
muy
ioven salió de ella cojeando El hijo le dio
de pescozones mientras su carcajada rompfa la armo-
nía de la noche y el otro lloraba En el suelo le dio de
patadas y el otro siguió llorando y quejándose
m
no
sabías qué hacer si entre mantener tu postura firme
recta de persona en vigilia o si por el contrario
contemplar el espectáculo Fue precisamente él quien
te sacó de dudas al llamarte y tu corazón y tus manos
y tus pies y tus ojos sintieron un sacudimiento
de
horror Mátalo te gritó Vacilaste Mátalo gritó de
nuevo y a ellos nunca podía dejársele ordenar dos
veces porque podría significar la propia muerte pun-
taste la Cristóbal sobre un rostro cadavérico que te
miraba con ansiedad y miedo y por un
momento
heróico sentiste que podías desviar el sentido del arma
y acabar con aquellos tres monstruos
que
medían cada
uno de tus pasos de tus gestos de tus movimientos
de aquellos tres monstruos que te ordenaban la ejecu-
ción de algo increíble El seguro Sobas Y aprietas el
gatillo Recordabas con terror José Inirio padre que el
canto de la Cristóbal hizo coro con las r ~ d s de
las dos mujeres y del muchacho
l
día siguiente José Inirio mientras descansabas
el cuerpo y descargabas el alma de tu crimen
segui s
siendo humano a pesar de todo y el almohada ende-
ble estaba húmeda de lágrimas de caraadolorida de
89
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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muchacho implorante y cojo, y de risas de mujeres y
de carcajadas grotescas de hijo recibiste el anuncio
escueto. Y te diste cuenta, para tu gloria, que ya eras
un poco
más,
que ya estabas
más
alto, y que se habían
acabado los dolorosos días de vigilia y la cama misera-
ble y elmaltrato, y el sucio chao del mediodía. Los años
y la formación pesan, José Intrto padre, así pensabas
ante aquellos hombres que te juzgaban. Pero el peso de
los años no queda detrás de nosotros y la descendencia
vuelve con renovados bríos y con ansias y actitudes
diferentes. Esta vez, José /nirio, padre, te habían
llamado suavemente, y te enteraste con sorpresa que
aquel muchacho al que habías dado el cuerpo y el
alma, la formación y los sentimientos, se había desca-
rriladoa tu sombra. Te estremeciste, lo consideraste
inere
le, pero el Departamento no se equivocaba
nunca.
la duda de aquel día, retornó con violencia a
tu espíritu, y pensaste si tu deber era dejar el mundo
detrás de tí, y renacer de nuevo,o continuar onlos
fardos sobre la espalda. No, no hacía falta una resu-
ección, porque
tú,
José Inirio, padre, ya no podías .
ser otra cosa. Estabas demasiado identificado con tu
pasiva violencia, y decidiste que, con ella, podías cam-
biar el mundo, obligar las cosasa adoptar el orden que
tú
deseabas el orden que te habían enseñado, romper
todas
l s leyes, encauzar las realidades por un sendero
diferente al de su curso natural. ü podías, José Inirio,
padre, esa fue la educación que recibiste. ü podías .
o
quisiera
hablar
de á por
fa-
vor.
¿ uá
podría
decirle?
o
sé
d6n-
de estará
ahora
no sá las o s ~ que
habrá
pasado no puedo saber lo.
o
tas ·luminosas
comenzaron
a brotar
9
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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sus o j o s. Con lo s cabellos
largos
en
desorden 3e veía
b e l l a
i n f i n i t m ~
te
b el l a- o
o
q u i s i e r a
pensar
n a
da sobre
é l es la única forma de
sentirme tr an qu ila .-E n c on tr as te e l
niño sentado en
e l
regazo de
la
ma-
dre me
contemplaba con absoluta ~ ¡ i
tud
s i n hacer un gesto
o
esbozand;
en sus ojos
t r an q u i l o s
la menor mo-
l e s t i a .
Está
muerto
eso
lo
s é ~
por
que jamás
me hubiera
abandonado no
t e n í a fuerzas para
abandonarme. Su
f r ía demasiado era en e l fondo
d e m ~
siado simple
tan
elemental en sus
a c t i t u d e s ••• había
cambiado mucho
en lo s últimos tiempos
pero
eso es
natural
porque
todos lo s
hombres
~
b i an . Pero
como
quiera lo s pr obl e
mas siguieron
v i v í a inmerso
en
un
estado de angustia en una a s f i x i a
d i f í c i l de d e s c r i b i r Úna a s f i x i a u n
ahogo de todas la s cosas ••• o sé lo
que
habrá
p s ~ o
con
é l
pero
todo
esto
es
demasiado i n j u s t o ••• - su s so
l lozos
comenzaron
a
crecer
en i nt en
s í dad El momentáneo e q u i l i b r i o de
sus
palabras se
cort6
violentamente
p ~ d ar l uga r a una cris is de l lan-
to y de quejidos apagados. El niño
e l h i j o
de
é l
quien quizás
se
llama
ba José
I n i r i o
como su p ~ r e
seguía
mirándome en s i l e n c i o mientras su
madre se
convulsionaba.
e
extraña-
7/24/2019 Roberto Macalle Abreu - Las Dos Muertes de Jose Inirio
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b
l
verlo t n tr nquilo en que-
l l
escen lágrim s •••
Sin perder tiempo yo José Inirio padre desaté la
persecución Tarde o temprano estaría en mis manos
ningún método me detuvo Comprendí que el aspecto
profesional de m trabaio había quedado atrás y que
la pasión estaba desbordada No mi hijo no podía ser
no podía ser Era mejor que desapareciera antes qu
seguir aquel camino exactamente lo contrario a lo
qu
yo le había trazado En sus manos cayeron varios de
los nuestros Este hombre no reparaba en medios para
obtener las confesiones Que hable Manuel Mejía a
quien el acusado trituró los testículos a patadas Que
hable Miguel Sánchez a quien se le inyectó trementina
en las piernas y quien ha quedado paralítico pata
siempre Que hable Jesús Pérez cuya madre se ahorcó
de dolor después de ver a su hijo salirsangrante de un
interrogatorto Que hable Carmen Veras asesinada a
palos en un cañaveral Que hablen Ramunxto José
Máximo todos ellos asesinados a mansalva Ustedes
señores del jurado deben saber que estamos delante de
un extraño caso una especie de engendro infernal una
máquina engullidora de vidas No ya no se trata de un
ser humano Se trata de un monstruo simple y llana-
mente un monstruo ¿Dónde están esos dientes que
faltan en m boca señores? ¿Por qué he de mirarlos
de este modo extraño por qué no es normal m vista?
¿Por qué son tan deficientes mis oídos que no pueden
escuchar la respiración ansiosa y conmovida de uste-
des? José Inirto padre la suerte te ha favorecido Tus
hombres han logrado ubicar el
lugar
y ya las ametra-
lladoras cantan en los alrededores de la casade campo
Tres hombres corren hacia el bosque de la izquierda
Tres hombres besan la hierba y la riegan con líquido
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rojo y ardiente. Este último hombre que hí corre en
la otra dirección eres tú mismo José nirio José Inirio
padre. Pero es tu caso. Gritas el alto al fuego. Es tu
c so
tu caso. Corres tras él. Sólo
tú
nadie más sólo
tú.
El sendero se estrecha y sus líneas comienzan a darle
cabida a los arbustos y las hierbas verdes
y
silvestres.
hí está él. Sí eres tú mismo. Son tus ojos tus labios
tus cabellos tu frente tú mismo José Inirio padre.
Está en el suelo y no sabes por qué recuerdas aquel
muchacho cojo de aquella noche no sabes por qué
aquella escena te recuerda la historia bíblica de Absa
Ión Absalón pero Absalón es el orgullo y te mira
retadoramente. Jadeas el sudor corre por tu frente
no no se trata de tí mismo él es otra cosa es otro ser
diferente que ya está desterrado de tu carne de tus
huesos sangre y esperanzas se trata de aquello simple
y llanamente de aquello que has estado odiando por
toda una vida sin saber por qué es lo contrario a tí a
lo que significas y representas es lo contrario al carajo
al mátalo al uno/dos uno/dos uno/uno/una/dos es lo
contrario al dolorelombelno llore/ ombe es lo contra
rio a la cartita en la que se te dice que has sido ascen
dido y míralo ahora llora llora con las manos
temblorosas sobre el rostro llora cómo es posible
lágrimas y en
mí
no hay lugar para las lágrimas y no
no él no soy yo somos dos cosas distintas no me
cansaré de repetirlo y la frontera-es este fusil que se
dispara una y otra vez sobre esos ojos esa cabeza esos
cabellos
que
tanto se te parecen José Inirio padre
que
tanto se te parecen . . .
Venía
aquí
con
frecuencia.
-Está
bamos
sentados
cerca
de
vellonera.
El
lugar estaba
vacío
y
ento?ces
é
cardé muchas cosas que
é dijo
s2
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bre los pasados días del
carnaval.
La última vez que vino se acost6
con
una loca
que le gusta que
le
den
golpes.
Tomaron y
bailaron
mucho
~
tes .
Pero se le v i q ~ e
e s t d ~
sesperado.
Tomaba mucho cuando
se sentia
as í
yo
lo conocía
bien.
Parecía que
un demonio se lo estaba corr iendo por
dentro.
A
veces
me
decía
cosas
ra -
ras que
no
entend a.
Que la vida 10
estaba
ahcgandc que esta vida lo e ~
taba ahogar.do que
le
era i n s o ~ o r t -
ble. Que s6lo en el re t i ro en el
alejarse de las
ger.tes encor.traba
paz
y que
terminaría
buscandc
esa
paz de mWlera defini t iva pronto.
o
sé por qué siendo tan joven v i-
vía como
esos
viejos que a veces
f r ~
cuer.tan esios
s i t ios
omo
temiendo
que la vida no
les
dé
tiempo
para
na
da ya. Pobre Inir io
siempre
tan in
conforme
con
todo
tan
di f ic i l
de
eñ
tender.
La última vez que estuvo
aqui
me dijo que se iba para no vol
ver
pero no le creí porque siempre
me
decia eso. Que iba a
dejarse
mo-
r i r
Ahora cesa
rara
t iene cerca
de un mes q ~ e no Vlene.
Usted
me d i-
ce
que ha
desaparecido pero yo no
creo
que
lo h y ~
r r ~ t d o
sino
que
debe estar por ahí borracho. Siem
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pre
se
emborr ch b u ndo est b ~
sesper do no dude usted que lo h ~ y
hecho de nuevo ••
José Inirio padre usted será ajusticiado por la
muerte de un hombre Este ha sido el fallo del tribu-
n l
Usted José Inirto es un monstruo un ser inhuma-
no brutal que asesinó a su propio hijo Usted José
Inirio no merece estar vivo
por
ser un peligro para la
humanidad Se procederá de inmediato a su ejecución
Tiene derecho a dejar una nota de despedida bajo
promesa de que la misma será entregada a sus familia-
res No no quieres ese derecho José Inirio padre no
quieres ese derecho porque debes conservar la moral
hasta el último
mom nto
aunque sepas que las piernas
te tiemblan y que
por
primera vez no comprendes las
cosas ni puedes ajustarlas a tu pasiva violencia Todo
se ha invertido todo y ahora serás ejecutado precisa-
m nt por
los tigres a quienes abofeteabas a quienes
triturabas los testículos con tus botas a quienes
bateabas en los cañaverales a quienes golpeabas con tu
macana de goma a los que empujabas contra las pare-
des malolientes en los sitios de reclusión Todo es
diferente ahora pero debes conservar la moral no
responder nada no arrepentirte de nada porque estás
por encima de todos estos delincuentes a los que tus
compañeros destruirán tarde
o
temprano Pero como
quiera que sea el temblor en tus piernas no cesa sientes
mareo se descomponen tus intestinos algo se muer e
dentro de tí Ahora comprendes qu la vida tiene
trascendencia que es importante conservarla Ahora
José Inirío ahora
y
es una lástima qu sea tan tan
tarde tan tremenda espantosa terríblemente tarde
para tí vida marchita vida rota vida destru ída ahora
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sabes lo que es el temblor en las piernas en las manos
y en el corazón José
nirio
padre reo condenado a
muerte . .
E m p u j ~ la puer ta . La t a rde ha
b ía avanzado bas tan te .
sobre e l
s i l enc io ese s i l enc io propio de lo s
campos
a l
a t a r d e c e r ~ se dibuj6 una
i r regu lar idad
l i ge ra
ante
l a man
cha
infame a l
verdor
de
l a
campina
que eran eS9
cant idad
de yaguas po
dr idas aún erec tas .
¿Estar ía vivo?
Habían
t r anscu r r i -
do
ve in t ic inco d ías
y
era d i f í c i l
que a s í fuera . El coraz6n me l a t í a
con
vio lenc ia . E n t r ~ venciendo mi
temor.
No
había nadie
o
Me q u e d ~ desconcertado en medio
d ~ l a
habi tac i6n.
No había n ie •••
no
podía
se r .
Había
sido i nú t i l
pues l a búsqueda. Y en
medio
de
aquel las cosas g r ~ s e s
muertas
l a
duda
l a ambiciosa duda acosaba mi
alma.
¿D6nde
es taba
entonces? ¿ Q u ~
había
pasado con ~ l ¿Era
verdad
pues
l a
p o s l b i l i d ~ d de q ~ e lo h u b i ~
~ e n matado? Pero
¿por q u ~
Me dol ían l e s pies . s p n t ~ so -
bre l a ~ i e r r Un l igero
temblor
sa -
cudía
~ i s piernas hab ía
caminado
de
9
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Frank en el Barrio Honduras ••• Si
pudiera encontrar a Claudia en es-
tos
momentos
cuando
las
parejas
ves-
t idas
l unisex danzan
con agil idad
y belleza s i yo yo
s ~
que te sien-
tes mal Cándida pero nada de esto
t iene importancia y e l
chulo ese
ha
blando que
bai16
en l f ies t del
Estadio con los combos CHEVERE Y que
B CILO
tanto
q u ~
cansado
me
siento
s i
yo
pudiera levantarme
Dios mío
q u ~ sed tengo q u ~ amargura ~ s t
q u ~ cansado
me
t iene l vida s i yo
pudiera explicarle a el l y a ~ l a
pesar de que es tan
di f í c i l que haya
un
á l
que
proceda
de
un
yo
en
realidad
ine;cistente
s i yo pudiera
c m i n ~ q u ~ dolor tan grande q u ~
dolor
quá dolor
•••
1971
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SUM R O
EL
MAL
RECUERDO 7
LAGRIMAS
EN EL APOSENTO AZt;t • • 2
SATANAS
SUELE SER PUNTUAL 35
EST
A NOCHE NO
HAY
QUIEN
DUER\ A
57
CONVERSACION CON UN FINAL E CAFE 7
LAS
PESADILLAS DEL VERANO 82
Al GUIEN ESPERA ES l AS S O ~ R S
95
LA TEN
ACION
EN EL SENDERO
OSCURO 6
LA SOGA 6
~ S
DOS MUERTES
DE JOSE INIRIO 161
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Editado
en
Santo Domingo
ep Dominicana
en
el
mes
de
diciembre
de 1972
1 500
ejemplares