Robin Hood y los liliputenses

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a24 l Opinión  _ _ _ El Comercio _ _ _domingo 11 de noviembre del 2012 EDITORIAL El ruido de las cacerolas D esdequellegóa lapresidenciadesupaís,Cristina Fer- nández de Kirchner ha creído que puede callar a los argent inos que se le oponen. Y n unca ha dejado que la amilane, en ese intento, la forma acelerada en la que los números de estos últimos ha n ido aumentando conforme la señora Kirchner demostraba de lo que era capaz en el poder. El ruido, pues, del medio millón de personas que alzaron sus cacerolaseljuevesqueacabadepasar (8-N)hadebidoderesultarle ensordecedor. Son muchas las razones que han movido a la cre- ciente explosión de indignación en Argentina. Mu- chas de ellas se pueden sintetizar en que, como decía Lincoln, “se puede engañar a algunos todo el tiempo, y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todo elmundotodoeltiempo”.Así,elgobiernodeKirchner –siguiendo,porcierto,unatradicióniniciadaporsu ya fallecido marido– ha engañado sistemáticamen - te a los argentinos sobre varios aspectos claves de lo que viene ocurriendo en el país. Hasta que el elefante del desastre kirchnerista ha sido demasiado grande como para que el gran ma nto que la presidenta le echaba encima siguiese siendo suficienteparac ubrirlo. Unejemploparadigmá ticoeslo quelaseñoraKirchnerha hecho con las cifras sobre la situación económica argentina . Desde que ascendió al poder en el 2007, se ha prohibido a nadie que no sea el estatalInstitutoNacionaldeEstadísticas yCensos(Indec)publicar datos sobre la inflación. Una medida muy significat iva, consideran- do que los cuadros estadíst icos del Indec (además de ya haber sido cuestionados pública mente por varios de sus propios técnicos) mues- tranunainf laciónoficialqueesdupli cadaporlascifras deinflación elaboradas,porejemplo ,porel institutoPriceStatsy recogidaspor “The Economist ”. De esta forma, la señora Kirchner pretende, entr e otras cosas, hacer creer que en su país una persona puede vivir con unos seis pesos al día (dicho en arg entino, “un alfajor” ), y que, consi- guientemente, tienen razón las cifras oficiales de pobreza al contar seis millones de pobre s menos que los que cuentan, por ejemplo, los estudioslaUniversidadCatólicadeA rgentina. Otro ejemplo han sido los controles de precios. Un ridículo esfuer- zo por intentar esconder la inflac ión y la situación económicadebajodeunaalfombraquelos mercados negros vuelven transparente. Y esto, incluyendo el control de cambios. Así, por ejemplo, mientras que en agosto el cambio oficial era de aproximada mente cuatro pesos por dólar, en Buen os Aires era fácil ob- tener más de seis pesos por dóla r. Emblemáticos también han sido los intentos de la señora Kirchner por acallar a la prensa indepen- diente, buscando que los argentinos no tengan más  versio nes de lo que sucede que las de ella. Tal vez el caso más gro- tesco haya sido el de “Clarín”, el periódico más vendido de Ar- gentina. En el 2009, por ejemplo, horas después de publicar una nota sobre irregula ridades en subsidios públicos, 200 agentes de impuestos aparecieron en las oficinas centr ales del diario. Si bien nunca llegaron a hacer ninguna acu sación, el mensaje fue claro. La dueña del periódico, por su parte, fue acusada por el Gobierno de haber secuestrado a sus hijos adoptivos en complicidad con la dictadura milit ar, acusación que lu ego de un amenazante y largo proceso ha quedado desvirt uada por pruebas de ADN. T odavía, sin embargo, tiene que afronta r, junto con “La Nación”, otro muy importante periódico bonaerense , una causa ju dicial iniciada en el 2010 en la que se los acusa de haber hecho que se tort ure a los antiguos dueños de la empresa que produce el papel de prensa en  Argentina p ara que estos aceptaran ve ndérsela (una acusación que ha sido negada incluso por miembros de la familia di recta de losantig uosdueños). Como si todo esto fuese poco, se espera que este 7 de diciembre el Gobierno dé un golpe a todo el Grupo Clar ín, quitándole las licen- cias de operación que excedan el máx imo autorizado por una ley de medios con nombre propio promulgada en el 200 9. LosintentosdeocultacióndelGobierno,porlodemás,ha ncom- prendido también repetidos temas de corrupc ión que tocan inclusive a la misma presidenta, quien, se ha descubierto, posee una conside- rable fortuna –incrementada vertiginosamente en los últimos ocho años– que ella ha atrib uido al (corto) tiempo en que habría sido una “exitosa abogada”. Como siempre, sin embargo, la realidad ha termi nado por im- ponerse sobre las mentiras y la presidenta ya no puede evitar, ver- bigracia,quelosargentinosdescubrantodoslosdías,cadavezque salen a comprar algo, que el instituto oficial les miente y que su país tiene una inflación real que bordea el 25% anual, según es publicado poreconomistasindependient esen elextra njero.Algoqueexplica que los protestantes en las calles argentinas provengan creciente- mente de todos los signos ideoló gicos –esta es una protesta, sobre todo, contra la política del embauque– y que se estén multiplicando rápidamen te:ensetiembresalieron 250.000personas;ahoraha n sido 500.000. Y es que la mentira, a diferencia seguramente de la guapaseñoraKirchner,tienepiernascortas. L os delegados de Mo-  vad ef –fach ada leg al de Sendero Lumi- noso– están siendo recibidos por gente decente, desde Adolfo Pérez Es- quivel, premio Nobel de la Paz, hasta el ex embajador en Argen- tina Nicolás Lynch. Esa excesiva cortesía con Sendero es tan solo la punta del iceberg: una recien- te compilación de más de 800 documentos, escritos por ex- tranjeros sobre la guerra contra Sendero, indica que la mayoría simpatiza con su causa. ¿Acaso no fueron terrorist as? Sí y pocos lo dudan porque hasta la Comu- nidad Europea los calificó así, perohaysimpatíaconladimen- sión de “luchador social” –o “Ro- bin Hood”– que convive con la de “asesino”.  Visto a la distanci a por quie - nes no fueron víctimas del terro- rismo senderista, el Perú y gran partedeAméricaLatinaesresul- tado de una conquista cruel que impuso el lucro individualista europeo sobre el colectivismo solidario indígena. La hipóte- sis de algunos es que Sendero tiene su lado Robin Hood pues defiende la tradición comunista de pequeñas comunidades. No basta,entonces,documentarla  viol encia terrori sta, urge expli - car lo inservible del colectivismo que pretende imponer. El regreso senderista al es- cenario ha sido vía los conflic- tos sociales entre las industrias extract ivas y los habitantes del Perú profundo. En Tintaya, Es- pinar o Conga se ve el patente esfuerzo por personificar a una figura justiciera. Laideadel “luchadorsocial”, del “Robin Hood” con que un Sendero más sociable encubre su retorno, está más cerca de la película “Avatar”, de James Ca- meron, que del manifiesto co- munista de Marx y Engels. Esta cara nueva dice que el país no necesitaunasociedadmoderna porque los peruanos de las lla- bien es un conjunto de mitos, el InstitutoLibertadyDemocracia (ILD) bajo la dirección de Ana LucíaCamaiora,desarrollóuna investigación en la Amazonía y la sierra peruanas. Aquí algunos hallazgos. Mito 1: En el Perú profundo son comunistas por tradición. Falso:vivenenunrégimeneco- nómicopredominantementefa- miliar e i ndividual. Sus mismos líderes lo han manifestado en es- critos oficiales en varias ocasio- nes. Dos ejemplos: 1.Propuesta unánime de las organizaciones amazónicasdespuésdeBagua: “No deben insistir las institu- ciones públicas ni las ONG en impulsar modelos demostra- damente fracasados de acui- cultura comunal (piscigranjas comunales), ya que el modelo de producción indígena es familiar o de familia extensa (grupos de interés)” (Propuesta Nacional de Desarrollo Amazónico, Me- sa No. 4 de Diálogo del Grupo Nacional de Coordinación pa- ra el Desarrollo de los Pueblos  Amazónicos, pág. 46, dicie m- bre, 2009). 2. Memoria del Pri- mer Encuentro de las Organi- zaciones Indígenas del Bloque Nororiental del Marañón: “Se debe promover e incentivar el desarrolloeconómicoanivelde familias,asociacioneseiniciati-  vas individuales (las empres as comunales no f uncionan) [… ] El programa económico debe en- zonasurbanas,sonprevalentes en zonas indígenas. La tasa de desnutrición crónica en niños y niñas menores de 5 años está por encima del promedio nacio- nal (18%): 20% en Puno, 23% en  Áncas h, 29% en Apu ríma c, 31 % en Ayacucho, 32% en Cusco y 43%en Huancavelica.  Y esto no es todo, según la OIT, 33. 000 indígenas amazó - nicos, incluyendo niños y mu-  jeres, son vícti mas de trabajo forzoso en actividades extrac- empresa. Falso. En casi todas las comunidades visitadas en- contramos actas y mapas que documentan cómo emiten cer- tificados de posesión sobre sus hogares, chacras, áreas de caza y sus transacciones comerciales. La titulación es, además, un pe- dido continuo de casi todas las organizaciones indígenas, en- tre otras cosas porque hay un gran número de litigios –entre comunidades, al interior de las mismas y con terceros– por in- ¿POR QUÉ TANTA CORTESÍA CON MOVADEF? Robin Hood y los liliputienses HERNANDO DE SOTO -Economista- pues es tan arbitraria como sos- tener que los pueblos indígenas no pueden jugar fútbol o usar In- ternet. La propia abundancia de provincianos que sin perder su identidad triunfan en la capital y el extranjero refutan este mi- to.Perodebemosdiscutirlopues ofende, debilita e implica que la cosmovisión andina y amazó- nica es tan débil que a diferen- cia de otras culturas que, como China, India, el Sureste Asiático, los países de la ex Unión Sovié- tica, el golfo Árabe, las tribus de  Alaska y el Japón imperial de hace 60 años, ha n sabido bene- ficiarse de lo positivo de la glo- balización, absorber lo útil de otros pueblos y discriminar los aspectos nocivos sin perder su identidad; la cultura del Perú profundo no aguanta. ¿Por qué no aguantaría, si nosotros, el Pe- rú de la costa, nos globalizamos reciénenlosúltimos20años sin perder nuestras identidades? Pe- se al crecimiento, sigue fuerte la marinera en Trujillo, el yaraví en  Arequipa y el vals criollo en Li- ma. Y es aquí que nos encontra- mos con la raíz del problema: el dramadelos liliputienses . La diferencia está en que el Perú moderno, si bien tiene va- rias culturas, tiene un solo dere- cho que vive en armonía con el resto de países, con el globo. Pero el Estado le ha dado al Perú pro- fundo 7.500 distintos derechos, al reconocer 7.500 comunidades o “estados liliputienses”: 1.500 en la Amazonía y unos 6.000 en la sierra, donde habitan unos 5 millonesdeperuanos.Cadaco- munidad tiene una autonomía normativa y jurisdiccional co- mo si fuera un país diferente: se casan, reparten posesiones a través de autoridades políticas y sancionan delitos según sus pro- piosfueros. En la Amazonía esto significa unpromediode200 ciudadanos por “país” y en la sierra de 800, con una población aislada no mayor de la que cabe en un avión Hay simpatía con la dimen- sión de “luchador social” –o “Robin Hood”– que convive con la de “asesino”. No basta documentar la violencia terrorista, urge explicar lo inservible del colectivismo que  pret ende imponer . En países donde las El Gobierno de Kirchner ha engañado sistemáticamente a los argentinos sobre varios aspectos claves de lo que viene ocurriendo en el país. Director: Director General: Francisco Miró Quesada Rada Francisco Miró Quesada C. ¿P

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a24 l Opinión ___El Comercio___domingo 11 de noviembre del 2012

EDITORIAL

El ruido de las cacerolas

Desde que llegó a la presidencia de su país, Cristina Fer-nández de Kirchner ha creído que puede callar a losargentinos que se le oponen. Y nunca ha dejado que laamilane, en ese intento, la forma acelerada en la quelos números de estos últimos han ido aumentando

conforme la señora Kirchner demostraba de lo que era capaz en elpoder. El ruido, pues, del medio millón de personas que alzaron suscacerolas el jueves que acaba de pasar (8-N) ha debido de resultarleensordecedor.

Son muchas las razones que han movido a la cre-ciente explosión de indignación en Argentina. Mu-chas de ellas se pueden sintetizar en que, como decíaLincoln, “se puede engañar a algunos todo el tiempo, y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todoel mundo todo el tiempo”. Así, el gobierno de Kirchner–siguiendo, por cierto, una tradición iniciada por suya fallecido marido– ha engañado sistemáticamen-te a los argentinos sobre varios aspectos claves de lo

que viene ocurriendo en el país. Hasta que el elefantedel desastre kirchnerista ha sido demasiado grande como para queel gran manto que la presidenta le echaba encima siguiese siendosuficiente para cubrirlo.

Un ejemplo paradigmático es lo que la señora Kirchner ha hechocon las cifras sobre la situación económica argentina. Desde queascendió al poder en el 2007, se ha prohibido a nadie que no sea elestatal Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) publicardatos sobre la inflación. Una medida muy significativa, consideran-do que los cuadros estadísticos del Indec (además de ya haber sidocuestionados públicamente por varios de sus propios técnicos) mues-

tran una inf lación oficial que es duplicada por las cifras de inflaciónelaboradas, por ejemplo, por el instituto PriceStats y recogidas por“The Economist”. De esta forma, la señora Kirchner pretende, entreotras cosas, hacer creer que en su país una persona puede vivir conunos seis pesos al día (dicho en argentino, “un alfajor”), y que, consi-guientemente, tienen razón las cifras oficiales de pobreza al contarseis millones de pobres menos que los que cuentan, por ejemplo, losestudios la Universidad Católica de Argentina.

Otro ejemplo han sido los controles de precios. Un ridículo esfuer-zo por intentar esconder la inflac ión y la situacióneconómica debajo de una alfombra que los mercadosnegros vuelven transparente. Y esto, incluyendo elcontrol de cambios. Así, por ejemplo, mientras queen agosto el cambio oficial era de aproximadamentecuatro pesos por dólar, en Buenos Aires era fácil ob-tener más de seis pesos por dólar.

Emblemáticos también han sido los intentos dela señora Kirchner por acallar a la prensa indepen-

diente, buscando que los argentinos no tengan más versiones de lo que sucede que las de ella. Tal vez el caso más gro-tesco haya sido el de “Clarín”, el periódico más vendido de Ar-gentina. En el 2009, por ejemplo, horas después de publicar unanota sobre irregularidades en subsidios públicos, 200 agentes deimpuestos aparecieron en las oficinas centrales del diario. Si biennunca llegaron a hacer ninguna acusación, el mensaje fue claro.La dueña del periódico, por su parte, fue acusada por el Gobiernode haber secuestrado a sus hijos adoptivos en complicidad con ladictadura militar, acusación que luego de un amenazante y largoproceso ha quedado desvirtuada por pruebas de ADN. Todavía,

sin embargo, tiene que afrontar, junto con “La Nación”, otro muy importante periódico bonaerense, una causa judicial iniciada enel 2010 en la que se los acusa de haber hecho que se torture a losantiguos dueños de la empresa que produce el papel de prensa en

 Argentina para que estos aceptaran vendérsela (una acusaciónque ha sido negada incluso por miembros de la familia directa delos antiguos dueños).

Como si todo esto fuese poco, se espera que este 7 de diciembreel Gobierno dé un golpe a todo el Grupo Clarín, quitándole las licen-cias de operación que excedan el máximo autorizado por una ley demedios con nombre propio promulgada en el 2009.

Los intentos de ocultación del Gobierno, por lo demás, han com-prendido también repetidos temas de corrupción que tocan inclusivea la misma presidenta, quien, se ha descubierto, posee una conside-rable fortuna –incrementada vertiginosamente en los últimos ochoaños– que ella ha atribuido al (corto) tiempo en que habría sido una“exitosa abogada”.

Como siempre, sin embargo, la realidad ha terminado por im-

ponerse sobre las mentiras y la presidenta ya no puede evitar, ver-bigracia, que los argentinos descubran todos los días, cada vez quesalen a comprar algo, que el instituto oficial les miente y que su paístiene una inflación real que bordea el 25% anual, según es publicadopor economistas independientes en el extranjero. Algo que explicaque los protestantes en las calles argentinas provengan creciente-mente de todos los signos ideológicos –esta es una protesta, sobretodo, contra la política del embauque– y que se estén multiplicandorápidamente: en setiembre salieron 250.000 personas; ahora hansido 500.000. Y es que la mentira, a diferencia seguramente de laguapa señora Kirchner, tiene piernas cortas.

L

os delegados de Mo- vadef –fachada legalde Sendero Lumi-noso– están siendo

recibidos por gentedecente, desde Adolfo Pérez Es-quivel, premio Nobel de la Paz,hasta el ex embajador en Argen-tina Nicolás Lynch. Esa excesivacortesía con Sendero es tan solola punta del iceberg: una recien-te compilación de más de 800documentos, escritos por ex-tranjeros sobre la guerra contraSendero, indica que la mayoríasimpatiza con su causa. ¿Acasono fueron terroristas? Sí y pocoslo dudan porque hasta la Comu-nidad Europea los calificó así,pero hay simpatía con la dimen-sión de “luchador social” –o “Ro-bin Hood”– que convive con la de“asesino”.

 Visto a la distancia por quie-nes no fueron víctimas del terro-rismo senderista, el Perú y granparte de América Latina es resul-tado de una conquista cruel queimpuso el lucro individualistaeuropeo sobre el colectivismosolidario indígena. La hipóte-sis de algunos es que Senderotiene su lado Robin Hood puesdefiende la tradición comunistade pequeñas comunidades. Nobasta, entonces, documentar la

 violencia terrorista, urge expli-car lo inservible del colectivismoque pretende imponer.

El regreso senderista al es-cenario ha sido vía los conflic-tos sociales entre las industriasextract ivas y los habitantes delPerú profundo. En Tintaya, Es-pinar o Conga se ve el patenteesfuerzo por personificar a unafigura justiciera.

La idea del “luchador social”,del “Robin Hood” con que unSendero más sociable encubresu retorno, está más cerca de lapelícula “Avatar”, de James Ca-meron, que del manifiesto co-munista de Marx y Engels. Estacara nueva dice que el país nonecesita una sociedad modernaporque los peruanos de las lla-madas comunidades indígenas y nativas están felices en una suer-te de paraíso comunista dondetodo se trabaja y disfruta colec-tivamente; que viven en armo-

nía con la naturaleza siguiendo viejas costumbres y con vínculossolidarios, tan perfectos, el de-recho privado y formal es inne-cesario; son prósperos y sanos asu manera; no necesitan nada deafuera, son ajenos a la empresaque contamina y roba sus recur-sos, y por tanto, son incompati-bles con la globalización. Bastabotar a los inversionistas paraacabar con los conflictos y el de-terioro ecológico, dicen.

Para averiguar si el colectivis-mo que quiere imponer Sende-ro responde a la realidad o más

bien es un conjunto de mitos, elInstituto Libertad y Democracia(ILD) bajo la dirección de AnaLucía Camaiora, desarrolló unainvestigación en la Amazonía y la sierra peruanas. Aquí algunoshallazgos.

Mito 1: En el Perú profundoson comunistas por tradición.Falso: viven en un régimen eco-nómico predominantemente fa-miliar e individual. Sus mismoslíderes lo han manifestado en es-critos oficiales en varias ocasio-nes. Dos ejemplos:1.Propuestaunánime de las organizacionesamazónicas después de Bagua:“No deben insistir las institu-ciones públicas ni las ONG enimpulsar modelos demostra-damente fracasados de acui-cultura comunal (piscigranjascomunales), ya que el modelo deproducción indígena es familiaro de familia extensa (grupos deinterés)” (Propuesta Nacionalde Desarrollo Amazónico, Me-sa No. 4 de Diálogo del GrupoNacional de Coordinación pa-ra el Desarrollo de los Pueblos

 Amazónicos, pág. 46, diciem-bre, 2009). 2.Memoria del Pri-mer Encuentro de las Organi-zaciones Indígenas del BloqueNororiental del Marañón: “Sedebe promover e incentivar eldesarrollo económico a nivel defamilias, asociaciones e iniciati-

 vas individuales (las empresascomunales no funcionan) […] Elprograma económico debe en-cargarse de elaborar políticas y estrategias para facilitar el nor-mal desarrollo de iniciativas lo-cales, de grupos, familias e indi-

 viduos indígenas” (abril, 2008,

San Lorenzo, Loreto).Mito 2: El Perú profundo es

rico a su manera.Falso. Aquí lasestadísticas: 5,5 de cada 10 indí-genas son pobres, y 2,6 de cadadiez son pobres extremos. Estasituación va aparejada por defi-ciencias, especialmente, en la sa-lud. La mortalidad infantil indí-gena es sustantivamente mayorque el promedio nacional: 27 porcada mil nacidos vivos frente a17, en la población no indígena.La malaria, la hepatitis B y Del-ta, la leishmaniasis (uta) y otrasenfermedades casi ausentes en

zonas urbanas, son prevalentesen zonas indígenas. La tasa dedesnutrición crónica en niñosy niñas menores de 5 años estápor encima del promedio nacio-nal (18%): 20% en Puno, 23% en Áncash, 29% en Apurímac, 31%en Ayacucho, 32% en Cusco y 43% en Huancavelica.

 Y esto no es todo, según laOIT, 33.000 indígenas amazó-nicos, incluyendo niños y mu-

 jeres, son vícti mas de trabajoforzoso en actividades extrac-tivas ilegales. Por tanto segui-rán siéndolo aunque se vayandel país todas las mineras y ma-dereras formales.

Mito 3: Los indígenas y na-

tivos no necesitan del resto delmundo.Falso. En toda comuni-dad indígena se encuentran pro-ductos de sociedades foráneas,desde fósforos, ropas, machetes,escopetas, anzuelos, hasta mo-tores, radios, y otros artículosmecánicos y electrónicos. En-tre los pedidos frecuentes estánlos servicios de comunicaciónpara sus comunidades –espe-cialmente radiofonía, teléfono,televisión, Internet y botes moto-rizados–, y servicios educativos.

Mito 4: Los indígenas y na-tivos no quieren propiedad ni

empresa. Falso. En casi todaslas comunidades visitadas en-contramos actas y mapas quedocumentan cómo emiten cer-tificados de posesión sobre sushogares, chacras, áreas de cazay sus transacciones comerciales.La titulación es, además, un pe-dido continuo de casi todas lasorganizaciones indígenas, en-tre otras cosas porque hay ungran número de litigios –entrecomunidades, al interior de lasmismas y con terceros– por in-

 vasiones o el aprovechamientode recursos.

Mito 5: El deterioro ecoló-gico se debe a la propiedad. Falso. La deforestación y la de-

gradación de ecosistemas se pro-ducen, principalmente, en áreassin propiedad. La indefinición fa-

 vorece el saqueo, agotamientode recursos y la degradación deecosistemas. Sin control docu-mentado de la propiedad y deempresas legales para manejarlos recursos, transparentemen-te, es imposible identificar a losdueños de los recursos, y sancio-nar a quienes los depredan.

Mito 6: La cosmovisión in-dígena es incompatible con laglobalización. Falso. La afir-mación ni debería considerarse

¿POR QUÉ TANTA CORTESÍA CON MOVADEF?

Robin Hood ylos liliputienses

HERNANDO DE SOTO-Economista-

pues es tan arbitraria como sos-tener que los pueblos indígenasno pueden jugar fútbol o usar In-ternet. La propia abundancia de

provincianos que sin perder suidentidad triunfan en la capitaly el extranjero refutan este mi-to. Pero debemos discutirlo puesofende, debilita e implica que lacosmovisión andina y amazó-nica es tan débil que a diferen-cia de otras culturas que, comoChina, India, el Sureste Asiático,los países de la ex Unión Sovié-tica, el golfo Árabe, las tribus de

 Alaska y el Japón imperial dehace 60 años, han sabido bene-ficiarse de lo positivo de la glo-balización, absorber lo útil deotros pueblos y discriminar losaspectos nocivos sin perder suidentidad; la cultura del Perúprofundo no aguanta. ¿Por qué

no aguantaría, si nosotros, el Pe-rú de la costa, nos globalizamosrecién en los últimos 20 años sinperder nuestras identidades? Pe-se al crecimiento, sigue fuerte lamarinera en Trujillo, el yaraví en

 Arequipa y el vals criollo en Li-ma. Y es aquí que nos encontra-mos con la raíz del problema: eldrama de los liliputienses.

La diferencia está en que elPerú moderno, si bien tiene va-rias culturas, tiene un solo dere-cho que vive en armonía con elresto de países, con el globo. Peroel Estado le ha dado al Perú pro-fundo 7.500 distintos derechos,al reconocer 7.500 comunidadeso “estados liliputienses”: 1.500en la Amazonía y unos 6.000 enla sierra, donde habitan unos 5millones de peruanos. Cada co-munidad tiene una autonomíanormativa y jurisdiccional co-mo si fuera un país diferente:se casan, reparten posesiones através de autoridades políticas y sancionan delitos según sus pro-pios fueros.

En la Amazonía esto significaun promedio de 200 ciudadanospor “país” y en la sierra de 800,con una población aislada nomayor de la que cabe en un avióncomercial. Ninguno de ellos tie-ne derechos de propiedad, ni fá-cil acceso a mecanismos empre-sariales que permitan combinarrecursos, crédito y capital. Así,

cada vez que el gobierno nacio-nal, una compañía citadina o ex-tranjera invierte en una comuni-dad, pisa un Liliput que no tienecómo agigantarse ni defendersea través del derecho. ¿Cuántospaíses de 200 a 800 personas sinacceso a la propiedad y a la em-presa conoce usted que hayandesarrollado?

Por eso tanta cortesía conSendero. En países donde lasdesigualdades se sienten hay espacios para Robin Hood y losrecuerdos de la violencia desqui-ciada se desvanecen.

Hay simpatía con la dimen-sión de “luchador social”–o “Robin Hood”– que convive con la de “asesino”.

No basta documentar la violencia terrorista,urge explicar lo inservible del colectivismo que 

 pretende imponer.

En países donde las desigualdades se sienten hayespacios para Robin Hood ylos recuerdos de la violencia desquiciada se desvanecen.

El Gobierno de Kirchner ha engañado sistemáticamente a los argentinos sobre varios aspectos claves de lo que viene ocurriendo en el país.

Director: Director General:

Francisco Miró Quesada Rada Francisco Miró Quesada C.

¿P