Roda de Leitura Vi - La Literata (i)

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  • 258 SEMANARIO PINTORESCO ESPAOL.

    FILOSOFA SOCIAL.

    LA LITERATA. No es el talento ^ es el abuso que hace

    de l j no es la aplicacin, es la estrava-tancia la que satiriza; no es la instruccionj es la impropiedad de sus conocimientos la que repugna,

    CAROLINA CORONADO.

    Cuntas reflexiones se agolpan la imaginacin del escritor cuando reconoce la literatatipo original, Qsonoma privilegiada en la cual se retratan las pasiones de la muger y las impresiones del talento; el amor y el orgullo! La literata de antao se curaba poco de las aberraciones de la sociedad y de las utopias de la fllosoa: era una muger que se distingua por su vana erudicin y pedante galan-tera ; la desdeosa de No hay burlas con el amor de Caldern de la Barca la Leonor de El lindo don Diego de Morete. La literata de ogao conserva el presuntuoso orgullo de las Preciosas ridiculas de Moliere y la abigarrada erudicin de aquellas Calepinos de Quevedo, tan airosas de hiprboles y tan nebrisenses de palabras que tenan mas nominativos que galanes. Es francesa en la cabeza : espaola en el corazn.

    Para dar un buen rato mis lectores traera cuento la mari-sabidilla anciana, medalla casi borrada, edicin estereotpica de su siglo, anttesis problemtica entre lo antiguo y lo moderno, catego-ra sin adoradores, pero es mas oportuno y regular reconocer la marisabidilla de nuestros das alegre, vivaracha, decidora y epigra-mtica. Tiene tantos atractivos una nia, cuando rene una pa-labra aguda una sonrisa hechicera! Existe en sus pensamientos tanta timidez maliciosa y tanta resolucin incierta : lucha entre la edad y la reflexin. La marisabidilla nubil baila, canta, lee, sabe de memoria aquellos cuentos de colegios que son epigramas en sus labios, habla de la repblica romana y de la guerra de la indepen-dencia por las reminiscencias de sus lecciones de historia, diserta con una monera acadmica sobre el amor y la gramtica castellana segn los consejos de su antigua rectora y de su moderno pasante, y recuerda con habilidad el papel de conjurado 6 arquero de palacio que representaba todos los aos en el drama, mutilado por el profe-sor de geometra y trigonometra, para los colegales de su devocin.

    Esta nia alegre y vivaracha vueltas de una temporada de ba-os , de un carnaval bullicioso se cambia en calculadora y reflexiva con la contradiccin de una muger de sentimiento y la previsin de una muger de talento. Qu mgico poder ha cambiado el corazn de esta hermosa y delicada gacela? Qu mano ha podido dominar esta frivolidad que hacia initl todo examen? La lectura trivial y pre-suntuosa dlas novelas y el orgullo alhagado por las primeras im-presiones que ha recibido en el gran mundo. Desventurado gon-dolero que se cree seguro dlas tormentas, porque su barca es la envidia del golfo 1

    La marisabidilla es la escepcion de la edad y el equivoco del sexo. Ahora se separa con mirada displicente de sus campaeras de colegio y recorre el jardin con semblante melanclico. Una mariposa la detiene; una sombra la espanta; una trtola la hjs suspirar en-vidiosa de aquella envidiable libertad. Interesante Emilio de Rous-seau con capota de Madimi Victorina y guantes de Minneur Dubosll Su imaginacin est dominada por ese vago espritu de sentimenta-lismo que si fascina cuando es producido por la amargura es pesado insoportable si fingidas pasiones ensayadas al tocador, lo cam-bian en una escuela de coquetera. Esta nia busca la soledad , se aleja del mundo y para ser consecuente con sus amigas se apropia las exijeucias de la edad viril y participa la vez de las preocupaciones de ambas edades. Es el embrin de la virtud y del vicio. Podr ser un n-gel pero tambin podr llegar ser un diablo... pero siempre ser un njel... porque es muger... porque es hermosa... porque es discre-ta... y los hombres... Oh! los hombres se engaan si propios con hiprboles y metforas, gracias al sublime tratado de los tropos de amor. Las vivas impresiones de la literata son hbilmente desfigura-das, sus deseos diestramente contrariados, y sus pasiones dbilmente iluminadas por el prisma color morado de los desgraciados.

    En pocas lineas est perfilado el original de este retrato: si se trata de reir burlarse, ella misma se copia al esclamar con angus-tiado acento: Oh, quin pudiese como vosotras 1 (estas vosotras son las amigas que la acompaan); y si se habla de amores nove-las, que en mucho se parecen, ella interrumpe las dems dicien-do: La lmpara de la f se ha apagado, y, como dice Arlincourt, ol amor es la f de un alma otra, es la mitad de la f religiosa.

    Por esta mezcla de indiferencia y vanidad se adelanta la melanclica indolencia del corazn. Desde los primeros aos de su juventud ape-tece dudar de los sentimientos tiernos y apasionados, y asegurada en el aislamiento que un dia despertar la voz de las pasiones, corren los aos, estos sentimientos que hablan sido obra del estu-dio, de repetidos ensayos, de frecuentes mohines, crecen , se re-nuevan, el alma se acostumbra estas vigilias innecesarias, y los sueos anacrenticos se tornan en fantasas lo Faus Manfredo. Prlogo terrible para una tragedia.... unvaudevillel Algunas ve-ces concluye con una comedia casera; un alfrez un meritorio en aduanas se encarga de ser el marido de esta especialidad del sexo.

    Abismada la literata en sus propios sinsabores, que salen de su espritu como el disco luminoso que forma un espejo, cree en la amistad, y valen para ella mas que un billete perfumado una cita de amor, las revelaciones que hace su intima amiga entre tanto que le ensea el ltimo vestido que le ha venido de Paris; duda de la amistad y desconfia del hombre, pero cree en el amor y cor-responde cOn una negligencia casi oriental un joven de elevadas aspiraciones. Otras veces desprecia la mitad fea del gnero humano, abandona las soire'es, deja los teatros, no asiste los conciertos, se olvida de la aguja de bordar en caamazo , cierra los compendios de historia y geometra, est enferma para el profesor de francs, y pa-sa las mejores horas del dia retirada en su gabinete, sin componer las rubias trenzas de su hermoso pelo, ni acariciar la nivea cabellera do su nerrito de lanas. Infeliz Lindoro... Chispa... Almizcle... cual-quiera nombre... lo mismo importa para que lo conozcan nuestros lectores 1 Bien podis decir con el poeta Jorge Manrique:

    Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte

    contemplando

    cuan presto se va el placer, cmo despus de acordado

    d dolor, cmo. nuestro parecer cualquiera tiempo pasado

    fu mejor. En estos dias de horrible pesadilla encuentra la literata recursos

    para hacer alarde de sus continuos pesares, revelando el penoso dia que ha sufrido, y conoce tambin que da cierto aire de tierna co-quetera un rizo que se desprende por una nevada garganta, un plido semblante adornado con un peii-bonn de blonda y flores. Qu poeta enamorado no improvisar una estrofa... su sonrisa es-cptica! qu agente de Bolsa no esclamar con fanatismo amoroso-financiero: oh ! descolorida , como los billetes del banco de San Fernando! Una joven con esta interesante morbidez se parece al ge-nio de la melancola; es la Safo mitolgica de una casa la france-sa , y como interesan estos caprichos de la casualidad del arte, tie-ne la literata oportunidad para hacer alarde de su emit de costum-bre con variaciones de ataques de nervios sueos espantosos. Los hombres y los nervios son la pesadilla de la marisabidilla contempo-rnea. Tendr que emplear para su bienestar la higiene mdica, la higiene moral ?Nosotros creemos que ambas.

    Cada paso que adelanta en el camino de la vida agitada y bulli-ciosa de nuestros dias, es un nuevo desengao que recibe y una es-pina que lastima su delicado pi. Comprende su modo la vulgari-dad de nuestras aspiraciones, y quiere recatarse, mentir, confun-dirse entre todos; pero es tarde ya, y no se retrocede con facilidad cuando los primeros aos han decidido de nuestra suerte. Despus no es la muger que todo lo desea en el mundo para despreciarlo , si-no la que todo lo desprecia para desearlo; ya no es la enamorada paloma que se consume solas, atormentada por los laceres age-nos, sino el guila poderosa que se cree con fuerzas para sorprender los secretos de la vida, y tocar sin mancharse las miserias del mun-do. Pequea Crislida que se croe brillante mariposa I Ahora bro-tan de su entusiasmo burlado violentas contradicciones, impresiones terribles; hace algunos aos era el mundo la vctima: despjies la victima es ella, ella! que se crea libre del influjo de las convencio-nes sociales; ella 1 dbil muger, que se miraba sin ese torcedor que llevamos en la vida cuando el alma apetece mucho y el corazn est desfallecido para las violentas emociones.

    La literata se decide por la exageracin, y el mundo, que siem-pre disminuye la ptica de los sentimientos estraordinarios, la con-dena un aislamiento que pasa por contradictorio los ojos de la multitud. Durante esta ntima abnegacin, en este profundo adiot que pronuncia con la conviccin de un desprecio irrevocable, ad-quiere una orgullosa superioridad que atormenta y la atormenta; pero sucede veces que se deja lugar un plido destello de la ter-