Rodolfo Braceli - El Último Padre

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El último padre Rodolfo Braceli Ediciones De la Flor (los que denuncian a Taringa)

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poemas paternos

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El último padreRodolfo Braceli

Ediciones De la Flor

(los que denuncian a Taringa)

No sea desconsiderado en su uso e intente obtener la copia original. Esta no tiene ninguna intención de lucro ni de daño a los respectivos autores. Esta es una copia personal que hago para mi uso en caso de perder el original, ya que tiene muy poca distribución.

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amujer

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ADVERTENCIA:El siguiente es el testamento del ÚLTIMO PADRE que, tal vez, hubo en la Tierra. Fue encontrado en el interior de una botella que flotaba en el espacio, dócil. Se procedió a destaparla, con las debidas precauciones. Del manuscrito, algo desteñido pero aún legible, se deduce que la Tierra, hace lejos, estuvo habitada por hombres y mujeres. Y que a ellos, cuando se besaban, les sucedían hijos. Vaya a saber por qué, eso fue prohibido, de gajo. Pero por lo menos un hombre y su compañera transgredieron la severa ordenanza. Él anotó en una especie de diario las peripecias y delicias de tan temeraria desobediencia. Alguien introdujo ese texto en una botella y la lanzó, no al mar, sino al Cosmos.

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Hoja suelta. O presagio. O prólogo*

Estos díasestuve pensandocon quiéncompartir el fin del mundo.

Hice la proposicióna varias hermosas muchachas

y todas me contestaroncon una cachetaday un “¡estúpido, qué te piensas!”

Todas…menos una:una que me dio un besoy corriendo fue a aprovisionarsede harinay de semillasy de colores

para cuando el fin del mundo pasara…

* (De Pautas eneras, segunda edición, 1962)

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PRIMERA PARTEPresentimiento de la madera

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He puesto madera en la casita de tu vientre.La puse con tierna furia.Ayer me enteraste que la madera te está creciendo, y te palpita. Tengo sobrados motivos para sostener que el dios con mayúscula que buscaba soy yoyo mismo en traje en carne y hueso, no obstante los indicios de mi calvicie prematura.

He puesto madera en la casita de tu vientre y la madera está creciendo.Indudablemente 

soy Dios.

(Lo que digo no es un decir.Es la más pura verdad.Dios anda suelto.Hay que tener cuidado con él,porque es medio                           totalmente loco.)

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Como medida precautoriadesde hace cuatro díaspregunto en todas las oficinas

si es ciertoque no queda nada de futuro

y en tal caso

cuántos minutos de airehay en disponibilidad.

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Antesmi vida erapura malversación de días.

Ahora no:soy agricultor

de una semilla de sangre.

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En la mitad del amoruna vez me dijiste:-Sólo deseo vivir tres años más: hasta los treinta.

Sobre el final de la otra mitad, te pedí:-Querida, sé buena, vive, por lo menos, un año más: hasta los treinta y uno.

Así, por días y por años.Así, por infatigables sucesividades.

Mi amada tiene ahora doscientos veintisiete años.Se conserva igual.Anoche me reiteró lo de siempre.Anoche le pedí lo de siempre, un año, otro año más.Y accedió, como tantas veces.

A todo esto, la gente nos mira con estupor.Nos ve vivir vivir vivir.Algunas personasse han quejado directamente a Dios:argumentan que gozamos de privilegios excesivos.

Dios les ha prometido tomar medidas al respecto.Pero, la verdad, no sabe qué hacer.Se limita a rascarse la cabezabostezary esperar

a que ella y yo                          apaguemos la luz.

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Abrí la puerta azul con la mano de todos los días.

La vi en la cocina con un pañuelo en la cabeza.

Antes de besarme me pasó los dedos por la carapara sacarme la ciudad.

Le pedí que se sentara, que me escuchara con atención.Le conté que había consultado a cierto médico y que fue estricto en el consejo: -¿Lo quiere hombrecito u hombrecita?  -Hombrecito.

-Entonces, que su amada mire sol cada vez que beba agua.

Entonces, que su amada coma cosas que vengan de la madera para que el venidero

le nazca con palito.

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Supongo:

el pibe que tendremosse mojará sin previo aviso.

Naturalmente,recibirá palmadas su rosada manzanita.Naturalmente, llorará hasta aniquilar al vecindario.Naturalmente,insistirá en su inconsulto regadío.

Porque, particularmente en el porfiar,mi hijo seráhijo de su padre.

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Mientras esperohago cualquier cosa para distraerme:

arremeto contra una imprevista flory a la flor no le pasa nada.

Queda tan flor como antes.

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Me acercoa la que alimenta la madera.

Recorro su montañacon mi mano inmensamente abierta.

Cada díademooooro más.

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Les hablé a los Hombres.

Les pedí que autorizaran espacio para los brincos de Maderita.

Les pedí también un poco de arena. Y algunos pájaros. Y las suficientes piedras. Y dos o tres antiguos colores. Y, claro, un poco de aire.

Me respondieron: “Lo vamos a considerar”.

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No he tenido respuesta. Por eso dejo escrita una solicitud para que alguna vez Maderitala presente ante quien corresponda.

La solicitud, sumamente desesperada, sumamente triste, dice así:

“Señores Hombres, gentes humanas, por intermedio de la presente les pido que me permitan vivir.

Lo juro por el Arco Iris:

seré honrado: no juntaré piedras.

Seré decente: no pensaré en árboles.

Seré legal: respiraré con discreción.

Seré razonable: no cometeré el amor. No incurriré en ternura.

Besaré poquito.”

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Altivo,desmesurado,saco mi sangre afuera, a la calle.La muestro.La enarbolo.La flameo.

Hago hijo.Hago madera.Hago más sangre.Hago pulmones desafiantes.

Ya sé que no se puede.¡No me dejen vociferar más!¡Impidan el alarde de mi pecho!¡Detengan mi furor!¡Ahora, antes que sea demasiado tarde!¡Antes que la madera conozca la luz!

Ahoraahoraporque mañana seréun estampido incontrolable.

Seré más grandeque la represión y la prudencia,más grandeque yo mismo.

Entoncesno responderé por mis actos.

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Ella duerme.Por la ventana, de par en par, entra la noche.No será de sol la nochepero tiene su modo de alumbrar.Ella duerme, alumbrada de azul, duerme.Me asomo a su semblante transparente,y le veo el sueño que esta soñando…

Corre,ella corre una desesperada carrera.No va sola:otras siete mujeres de semejantes vientrescorren en busca del mismo rumbo.Detrás, no muy lejos,vienen los Agentes del Orden.Ella, al frente de todas, corre corre corre.Cada vez más cerca,los uniformas y las sirenas.Pero ella y las otras siguen devorando rumbo.Dejan la edificación atrás.Jadean, sostienen sus vientres imprescindibles,continúan.Allí van ellas.Allí, demasiado cerca, van los otros.Ya las alcanzan, ya casi las alcanzan.Pero no.

El rumbo las desemboca de prontoen una carpade circo abandonado.

Un oportuno payaso de utileríafrena, paraliza la entrada de los perseguidores.No hay credenciales que valganpara el payaso.

Los funcionarios del Ordense repliegan, gesticulan, planean,deciden terminar con la subversión de los vientres.Rápido rodean al circo.Con voces amplificadasles ordenan que se entreguen.No hay respuesta.Las voces reiteran el pedido, y amenazan.No hay caso, no hay rendición.Estalla el último aviso,

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el ultimátum para que salgan,para que depongan sus vientres.Pero no claudican las subversivas,se han atrincherado en sus semblantes preciosos.Entonces,la autoridad competente da rigurosa instrucciónpara volar el circo,con los vientres, con todo.

El perito en explosivos apunta, dispara.Y le escapa.Vuelve a apuntar, y le escapa de nuevo.

Se le han llenado los ojos de lágrimas,por eso le escapa.

Otro experto lo reemplaza:uno, dos, tres disparos más.Y sucede lo mismo.

Se agotan los proyectiles y las paciencias.Finalmente, funcionarios y subordinados,impotentes, con un rubor violetay las sirenas desconectadas, se retiran.

El circo-fortín ha quedado intacto.Las mujeres renuevan su aliento.Hacen dulce ostentaciónde sus respectivos vientres.Entrelazan sus manosgiran giran giran:la ronda es con ellas.Sucede, sucederá, perpetua, la ronda.

Mi amor en sueño ahora sonríe.Mi amor en sueño acaricia su redondo mundo.Yo la dejo hacer.No me animo a despertarla.Que se quede un rato másjugando con sus amigas.Que se quede con ellas, proyectando,deletreando el futuro.Que se quede así,rebosante de plenitud,con la cara mojada de azulpor esta noche no será de sol

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pero tiene su modo de alumbrar.Que se quede, con la cara mojada de azul.

Los sueños no se despiertan.Es malo eso.Además,no hay quien pueda con los sueños.

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Anocheyo estaba de pieparadoencima del mundofabulando enormidades.

Anochecerré los ojosjunté mano con manoy me di cuenta de la sangre.

Anocheapoyé mi oído en mi pechoy escuché el latido del futuro.

Entoncesgrité.Y se despertó el mundo entero.

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SEGUNDA PARTECartas a la madera

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14 Confidencia:hay un buzónpara guardar estas cartasque recibirá el venidero.

Es pequeño.Es de madera.Es de color rojo.

Lo hice con la carne de cierto árbolque antes de morirno quiso que le vendaran los ojos.

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(Carta,  para leeren ayunas.)

“Maderita:todavía tienes el privilegio del vientre.

Dios aquí está en discusión.Averiguaaverigua ahoraantes de amanecer a la rutinasi existe o no.

Averiguaaverigua ahoraporque aquí afuera, adentro de la Tierra, nos quedamos ciegos.

Y no es posible constatar nada.”

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16(Carta, para leerdescalzo, sobre suelo de tierra.)

“Todo es senillopero demorarás en comprenderlo.

Necesitarásel mejor de los silenciospara sobrellevar la ignoranciacon dignidad.

Mira el aguaen su renovado transcurrir.Mira el aguaen su perpetuo eterno nuevamente.

Mírala.Ella te apaciguarálas eternas preguntas eternas.

Perdona mi impacienciadéjame decírtelo.Sé lo que te espera:no será la paz, ciertamente.

En el mejor de los casos,si aprendes la lección del aguaserá

una tempestuosa serenidad.”

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(Carta, para leercon los ojos cerrados.)

“Boquita que vendráte aguarda mucha sed:

no faltarán sábados a la nocheen los que sólo podrás conversar solo

con las caras

de las revistas.”

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(Carta, para leerdesnudo, con las manos en los bolsillos.)

“Nuncale desmás de dos patadas a tu perro.

Porque no se sabe.En una de ésas tu perro existe.

Recuérdalo:Dos patadas, sí.

Pero más, no.”

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(Carta, para leermirándose en un espejo, de agua.)

“Tendrás una novia.Ella será maestra y tú le mentirás.Ella será delgada y tú le mentirás.Ella ganará poco, vivirá sola,

y tú le mentirás.

Le comerás la edad.

Ingresarás en la perversidad.

Tú le mentirás.Tú le mentirásaunque sea maestraaunque sea delgadaaunque viva solaaunque gane pocoaunque le duela la espalda

tú le mentirás.

Serás entonces,un hombre como todos los hombres.”

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(Carta, para leerrecién nacida la primavera.)

“Vendrá un díaen el que la alegría te sabrá a obscenidad.Ese díadeberás conocer un hospital.

Verás a una niña que tiene asma y lleva seis meses internada. Alguien le regalará seis caramelos y ella dirá seis veces muchas gracias, soy feliz.

Verás a una vieja que los hijos no visitan porque viven lejos, en el campo. Ella no prueba bocado, no anda de ánimo. Todas las noches la vieja se levanta, lava veinte veces sus cositas y las pone a secar al pie de la cama. Cuando alguna vecina del pabellón accede a que ella le lave un pañuelo, recupera el ánimo. Y come una fruta. Y continúa viviendo.

Verás a otro anciano, de apellido distinguido. Su hijo no lo visita porque no tiene tiempo, o le da vergüenza. Desvaría el viejo. Bendice a quien se le acerque y todo el santo día habla solo; habla de lo buena que es su nuera, habla de lo hermosas que son sus pestañas.

Verás una pequeña gruta de piedra que suelta un hilo de agua incesante. El agua, hace un ruido delgado que da paz y alisa el alma de quien lo escucha. Ese ruido más que ruido es un sonido; un sonido pariente del que escucharás ciertas madrugadas, cuando gotee la canilla de la cocina familiar.

Verás una amplia ventana que da a un patio verde. El sol, hijo, nunca es más sol que cuando entra por esa ventana.

Verás eso y tantas cosas más.

Saldrás del hospital. Subirás a un ómnibus. Mirarás por la ventanilla. Descubrirás en una vereda cualquiera a tres hombres, en cuclillas, gesticulando entusiasmados por el novedoso diseño de una motocicleta. Y eso te parecerá absurdo. Hermoso. Insoportable.

No entenderás todavía la simultaneidad de cosas que le suceden al mundo.

Sin embargo, ahí empezarás a comprender lo incomprensible.

Cuando eso suceda te vendrá bien caminar, caminar hacia ninguna parte, caminar por caminar.”

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(Carta, para leercon la camisa bien desprendida.)

“No sufraspor lo que no merece ser sufrido.

Hay cosas que respirany cosas que no.Ésa es la señal.

No te demoresen lo que no puede ser tocado.

En cuanto a la civilización, te diré:es una actividad como cualquiera otra.Empezó como simple distracción:engendró un ruidoy otro y sucesivos ruidos.Ya se ha comprobadoque la muy señorano es otra cosa que la evolución del ruido.

La historia consisteen esa renovada alternativa:cada díael ruidocambia de sonido, de aspecto.

Mientras tanto,los menesterosos del acontecerdicen, diránque la civilización avanza.

Mientras tanto,la sangre se retuercey hace otro ruido,un ruido esencial, peligroso

que está muy prohibido escuchar.”

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(Carta, para leermirando el norte del sur.)

“Maderita, en tu mundo, con la vida pendiente de un hilo, todo será diferente. os antiguos pecados, tendrán que ser mandamientos.Y los antiguos mandamientos, tendrán que ser pecados.Ya verás, ya sentirás:

Pecado será mirar sin tocar.Pecado será cancelar los dedos, las yemas de los dedos.Pecado será desdecir la saliva.Pecado será morder la fruta sin que el corazón nos dé patadas de emoción.Pecado será no darse cuenta de que ahora, en este latido de la eternidad,¡la sangre nos anda y anda y anda por las venas!Pecado será poner las manos alrededor de una cintura sin pegar un alarido.Pecado será desentenderse del olor a hembra que tienen las hembrasy del olor a macho que tienen los machos.Pecado será no ponerle la oreja a los latidos y también será pecado no escuchar por el ojo de la cerradura.Pecado será comer el pan de cada día como si ese pan nos cayera del cielo,y no de la tierra, y no de la tierra.Pecado será considerar que el sol tiene que encargarse de todo.Pecado mortal, muy mortal, será enfriarse. Tan mortal ¡que nos costará la vida!

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(Carta, para leerhincado de pie.)

“Maderita,vendrá un día con su nocheen el que te darás cuentaque

se besa y no se besa.Se besa tanto y tan poco.

Se besa meramente:sin riesgosin arrojosin coraje.

Se besa demasiado, y tan menos,sin sangresin salivasin los labios.

Se besa de la boca para afuera.Y es un crimen desbesarse.

Pero también, Maderita,vendrá un día con su noche,en el que descubrirásque

a veces el besoentra,se mete bien adentrotan adentro.

Para ese beso crucialimposible desandar el camino.Imposible,como no sea retornando en un hijo que vendrá.Que vendrácon una orden a cumplir:respirarrespirar¡respirar para que no se pierda la costumbre!

Y besar.Besar besar besar.Besar bien adentro ¡más adentro!

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Besar sin dejar nada afuera. ¡Ni la muerte!Besar ¡arrojándose de cabeza en cada beso!

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(Carta, para leermirando el sur del norte.)

“Maderita: hace rato que los dioses tienen frío. A los dioses el mundo les salió por la culata. Si insistimos en la desolación, un día de éstos el mundo de los humanos se va a quedar sin días, se va a traspapelar en el archivo del Cosmos. Para que eso no suceda deberemos afrontar ciertos mandamientos, nuevos. Aunque suene desconsoladamente ingenuo, aviso para tu memoria los mandamientos que le salvarán la vida a la Vida. A saber. A sentir:

El primero: No besarás de la boca para afuera.El segundo: No tocarás sin tocar.El tercero: No mirarás sin saliva en los ojos.El cuarto: No confundirás el ruido con el sonido.El quinto: No tomarás agua sin sed.El sexto: No darás una sola pisada sin saber que el mundo es una espalda y que esa espalda siente cada uno de nuestros pasos.El séptimo: No comerás sin ajo ¡caiga quien caiga!El octavo: No edificarás tu casa para hacer la vista gorda, ni para que los de afuera revienten. Edificarás tu casa para abrigarte, mientras te haces las eternas preguntas de siempre.El noveno: No abrazarás sin abraSar, sin abraSar.El décimo: No enfriarás al prójimo ni al próximo ni te enfriarás por nada del mundo.El undécimo: ¿Cómo? ¿Otro mandamiento más?Sí, Maderita, lo necesitarás para que la rueda de la Vida siga rodando:Te reirás en voz alta, llorarás en voz alta, respirarás en voz alta, ¡harás silencio en voz alta!

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(Carta, para leersilbando, en plena noche y con relámpagos.)

“Recuerda:a la orilla de tu codo

habrá aire.

El aire tocará la totalidad.

Te codearás con el universo.” 

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TERCERA PARTELa madera crece: Ella teje. Yo pinto

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Soy padrede un gajode hijo.

Tiene algunos mesesde presentimiento.

Beso su frente,pellizco su nariz,

que no están.

Lo llevo de la manopor veredas supuestas.

Siento el calor de sus dedos.

Silbo.Y él me imita.Está silbando.

Los hombres me señalan y comentan:“Qué extraño,ese señorsilba como si silbara a dúo.”

Mi hijo en brotecelebra la confusióncon una risita

que sí existe.

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Sé que un díaMaderita amanecerácomiéndose los dedos de los pies.

Discutiremos:-¡No hagas eso!-¿Por qué?-Porque no se debe.-¿Y por qué no se debe?-Porque d eberás caminary eso se hace con los pies.-¿Qué es caminar, papá?-Hijo, caminar es deletrearla eterna espalda del mundo.Caminar es imprescindible.Caminar es hacer amor.

Quien no camina, sucumbe,y entristece al sol

y desanima al aire.

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La muertedeberá hacerla vista gorda.

La muerte tiene un poto ancho.

Yo le doy una patada.Y no le escapo.

Y la alejo.Por un largo tiempono volverá a asomar la narizpor estos lados.

Seguro que no.La patada me salió linda, exacta.

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A la que alimenta los segundosde la maderita que va para madera

le gusta,entre todas las cosas que hago,especialmente una:

que pinte la casalos domingos por la mañana.

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30Pinto con un pantalón viejo muy querido.

Ella milagra la harina en panes.

Los dos cantamos cierta canción:   El sol nunca tuvo dientes…    el sol es flaco de piernas      y gordo de cara…   el sol madruga y a Dios lo ayuda…    el sol no usa lentes ahumados... Es una canción, cómo decirlo, es una canción muy tontaque nos deleita siempre.

La vida demora su acontecer, nos mira, se relame,se sonríe. La vida abre sus postigos para gozarnos.

Se muere, se nace de gusto la vida.Y todo, por nosotros. 

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Ella se ha puestodel color de algunos duraznos.Me lo ha susurrado.Me lo ha vuelto a decir:

“Tengo patitas adentro de mí,siento patitas aquí”.

He tenido que taparme la bocapara sofocar el alarido.He tenido que recuperar la calmay advertirle:

“Cállate la felicidad.La burocracia del mundono debe enterarse.Nadie te perdonaría tanto milagro.

Las patitas son absolutamente inadmisibles.”

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Me juré no reincidir.Pero otra vez, nuevamente,me enrosco de felicidad.

Tengo miedo porque soy adorado.Porque hasta mis más superfluas mentirasson creídas.

La que me amavenera hasta mi tobillo lastimado.

Y tengo miedo,mucho miedo:la perfección es un mal presagio.

Hay una boca que me persigue,y es para besarme.

Hay una lengua que insiste,y es para tocarmecon las mejores palabras.

No hay insulto a la vista,nada arisco, ningún vértice,nada que me dañe.

Compréndanme:Tengo miedo,porque a fuerza de tantos labios,me estoy alzando en demasía.

He crecido tantoque ahora miro hacia abajoy ya no distingo mis pies.

Da pavor mirar desde tan alto.

La altura también puede ser un mal presagio.La tierra está tan lejos.¿O a mí me parece?

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Hace un par de díasque no paro de reírme.

Los hombres me miran, murmurany se compadecen.

Ellos no saben la causa.Cómo, cómo decirlesque tengo el rostro repleto de lucesdesde que viel pantalóndel venidero:

es colorado y con un bolsillito atrás.

Es colorado y para colmo con una braguetitadel tamaño de dos maníes,más exactamente de dos manices.

(Pantalón, pantaloncito querido,te veo y no te creote veo y de gustose me derrumban los huesos.)

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Estaba mirando mi mano más apacibley advertí que tenía cinco dedos.Decidí que, uno de ellos,fuera, durante un rato, el pibito.

No diré cuál dedoporque es cosa mía.

Sólo diréque por las nochesme siento en cualquier rincón,y lo miroy lo tocoy me demoro besándolo.

Me entretengo con él.Juego a infinitos juegos con él.Conversamos.

A veceslo sumerjo en el agua:porque es veranoy tendrá calor.

(De nuevo ahora estoy mirando mi mano,pero advierto que sólo tiene cuatro dedos.El otro se ha ido a caminar.Lo ando buscando.Es tarde,me tiene preocupado:

es la primera vez que sale solo.Le puede haber pasado algo…)

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Ella no se cuida.

Come conmigocebollitas en vinagre.

Toma conmigolargos tragos de vino oscuro.

Despuésnos besamos

como si nada.

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A Maderita tendré que enseñarle:

-Eso es una cintura.

-Aquél un perro.

-Ésta una piedra.

Nunca saques el codo por la ventanillaporque la lata con velocidad hace dolor.

-Allí había un árbol, y una sombra.

-Eso era un hombre,pero dejó de serlocuando olvidó que el pancomienza en la espiga.

Suficiente con esto.De aquí en más, aprenderá por su cuenta.

Caminando aprenderá a caminar.

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Aguardamos, le damos tiempo a la madera.Ella teje. A veces, de improviso, me muestra sus pechos,pero antes debo prometerle que no gritaré.

Ella teje. A veces se arrodilla junto a mi cuerpo horizontaly me asegura que Maderita tendrá mis cejas, tendrá mis gestos.

Yo me derrito.

Yo me debilito.

Ella entonces me da uvas:las que se cortan del racimo y las que tiene en cada pecho.

Después le pido lo de siempre.

Y ella accede: se acuesta para que yo apoye mi oído en su montaña desmedida.

Yo trato de escuchar lo que no se puede.

Me pongo a sospechar cosas excesivamente hermosas.

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Buscobusco con angustiapor lo menos un árbolpara mostrarle al que ya se asoma.

Busco inútilmente.Busco furioso.Busco insultando, ladrando.

Alguien, para doblegar mis palabrotas,pone una flor de papel en el camino.

Pero la flor de papel,que al fin de cuentases más sensata que los hombres,

se hace a un ladoy me deja pasar

y no interrumpe mis insultos.

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Con su dedo meñiquedescendiéndome por la narizella me despiertapara comunicarme su antojo:

-Necesito, ahora, tocar un par de zapatos,pero tienen que ser unos zapatosque nunca nadie usaráque nunca nadie comprará.Deben ser esos zapatos y no otrosy no otros.

Me pongo una campera oscurapara disimularme en la noche,y salgo.No sé dónde están esos zapatospero hacia ellos resueltamente me dirijo.Encuentro un comercio con la puerta,qué raro, entreabierta.Me atrevo,la empujo y ya estoy adentro.El sereno duerme con las noticiastapándole la mirada.Reviso cada estante,observo con cuidado cada zapato.Uno por uno.

Un par de ellos nunca será comprado,nunca será gastado,nunca dará una patada,ni pisará, jamás, una saliva. Ni siquiera eso.Ese par de zapatos sin destino busco.Abro caja por caja. Hasta que, no sé por qué,me demoro en unos marrones.Son unos zapatos algo tristes.Me parece que desde adentro les va a salirun gesto,un pedido.Pero no les sale la palabra,a los zapatos.

No tengo dudas: éstos son.Los escondo debajo de la camperay con sigilo busco la salida.El sereno duerme todavía…Eso creo.Sin apartar la jornada de noticiasque le cubre el rostro

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me dice con voz de abuelo:-Elegiste bien.No me des las gracias, no te disculpes.Anda, vé con cuidado, rápidoque ella te está esperando levantada.

Y sí,ella me está esperando, en el umbral.Le entrego el zapato izquierdo, y el derecho.

Los recibe sin palabras.Los besa.Los frota por sus pómulos.Los pone debajo de la almohada.

Y se duerme.

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En el suelo, en el piso del mundo hay una piedra lisa, suave que va a ser la frente que tendrá mi hijo.

Por eso camino con sumo cuidado.

Por eso ando descalzo:para que amanezca sin magullones,para no despertarle el silencio.

(Ya vendrá el día en el que podrá mirarlo que está afuera de los ojos.Pero ahora que duerma, que duerma, que acumule la sangre imprescindible.)

Hay una piedra que es la frente que tendrá mi hijo.

(Ustedes, por piedad,

caminen, pero pisen con ternura.)

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En estos días del mundohace frío tanto frío en la Tierra…

En estos días del mundolos cuerpos deambulan salidos de los cuerpos,deambulan corazón afuera,del otro lado del corazón…Pero sin embargo, pero:allá, ahí, en la casita del vientre,la madera porfíay en el agua del aireya se desovilla nuestra canción de cuna:

Duérmase mi niño, pero no se duerma.Duérmase, pero con los ojos bien abiertosque al Tiempo no le queda tiempo.¡Hay que calentar la Vida!¡Vaya a calentar a Sol!Duérmase mi niño, ¡pero no se duerma!Duérmase, ¡pero bien despierto!

Maderita, eres apenas el carozo de un corazón,pero no te detengas.Por nada del mundote detengas en tu arremetida para nacer.Atisba y atisba, late y late,no te quedes sin venir, sin venirnos,no te quedes sin llegar, sin llegarnos.La vida te aguarda para reanudarsedesde sus últimos rescoldos.Te espera desolación,te espera desamor,te espera tan poco, y tanto.Pero no te acobardes,no suspendas tu embestida.Que tu carocito altivo no deponga su insolencia.Que tu carocito altivo no deje de atisbaren ese late que late y late,en ese late que late y late…

(Ya estás avisado, Maderita:que el Sol se tapa la cara para no mirarnos,que ni sal ni miel ni fuego ni espiga ni olor a pan,que la arena tiene menos voluntad que la ceniza,que aquí no es ni invierno,que aquí hace más que frío.Pero sigue y sigue y prosigue:debes venirnos, debes llegarnos.

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Ay, harinita de nuestro costal,no es luminoso, no es cálido lo que te espera,abrígate ahora, antes de saltar a esto.Abrígate para siempre, harina,harinita.Que el fervor acumulado en la casa del vientrete dé luces para alumbrarlas sombras que aquí afuera te aguardan.)

Maderita, carozo de corazón,puja y empuja, late que te late.Mañana amanecerás,carocito casi corazón,aprende a latir para ser de pulso.Carocito tierno, carocito terco,duérmete, pero no te duermas.Duérmete, harinita, pero con los ojos bien abiertos.Duérmete, pero bien despierto.Porque hay que calentar al Solpara que no se nos enfríe.(El Sol se está cansando y de nosotros olvidando.)Pronto,hay que abrigar al Sol, él no puede hacerlo todo.Maderita, carozo de corazón, harinita,duérmete, pero no te duermas.Duérmete ¡pero bien despierto! 

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CUARTA PARTEEstalla la madera

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42Quieto quieto mundo:

¡saltó la madera! ¡Hay otro más que ahora respira!

Volteo una puerta, corro enloquecido, pateo sin miramientos.Subo de un salto al techo de un auto en movimiento.

Atravieso la ciudad,grito para que todos se enteren:¡Soy padre!¡Soy padre!¡Soy padre de dos puñitos decisivos!

Una andanada de vehículos vienedetrás del que pasea mis alaridos.Por las veredas avanzan gruesas columnasde gentes asombradas.

Desgarro mi camisa,me saco un zapatoy lo hago bandera.Renuevo mis alaridos.Estoy decidido a que todos lo sepan:tiene que constar que ya respiraun poquito de carne nueva.

El auto que me soportacome su combustible, tose, se detiene.Los bocinazos rebotan en mi espalda,la ciudad enterase atasca detrás de mi euforia.Ya hay una multitudalrededor de mis ademanes.Las más lejanas comarcaspresienten mis gritos.

Tres policías avanzan hacia mi euforia.Al primero en acercarse le doy un puñetazoy lo duermo de inmediato.Otro, más estratega,me da un gomazo en la nuca.El siguiente inmoviliza mi brazo del zapato.El zapato cae sobre los rostros curiosos.La ciudad continúa

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atragantada de bocinas y estupor.Las voces, consternadas, correndiciendo que estoy loco que estoy loco.Y sí, cómo no estarlo.

De pronto descubro dos caras que me mirancon dulzura y complicidad:es una pareja de malos,muy malos estudiantes.

Ya es suficiente. Puedo desplomarme, y me desplomo.

Cuando recupero la mirada estoy en un furgón.Sé que me ocultarán con cerrojo.Habrá juez.Habrá testigos.Habrá fiscal con caspa que dirá:

“Puso madera en la casa de un vientre.Esa madera ya respira. Además, por si esto fuera poco,

ha expresado en voz alta su alegría.

Por todo lo anterior pido para el acusado la suma condena.

Insisto, y téngase muy en cuenta:

ha expresado en voz alta su alegría”.

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Mi prontuario es desalentador,agrava las cosas:

“Madera indiscriminada,alegría sonora,alarde de ternura.No hacen falta etcéteras”.

Para alivianar la penami defensor ha alegado:

“Aire en demasía en los pulmones,sangre que no cabey se atraganta en las venas,un corazón exagerado,un demasiado corazón”.

Espero el veredictoen una celda descaradamente pulcra. 

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Hubo sentencia.Mi condena será doble.

La primera:durante siete veranos consecutivosdeberé pintar de gristodas las cosas y casasque memorien los antiguos colores.

La segunda:se ha organizado una cadena de mitinespara que yodesprestigie al Sol. 

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Cumplo mis condenas.

Pero nadie sabeque pinto con mala pintura.

Pero nadie suponeque difamo al Sol con ferocidadpara provocar la compasión

y hacerlo, nuevamentefamoso.

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Tengo la sangre afligida.Tengo los brazos cansados.

Pienso en la que hizo madera,en la casa de su vientre.¿Dónde estará?¿Estará enhebrando una aguja?¿Estará sobando una manzana?Extraño su hombro izquierdo.¿Tendrá frío?

¿Y él?¿Y sus puñitos?¿Qué objetos estará destrozando?¿Tendrá, también, frío?

Yo sabía que esta vidaque ha nacidome costaría la vida.

Pintarpara desmemoriar los antiguos colores,aunque sea con falsa pintura,duele.Difamar engañosamente al Sol,extenúa.

Hace mucho que no duermo.Desenrosco mis dedos.No arremeto.No escupo.Transcurro.

Hago retroceder el futurohasta que es presente.Hago retroceder el presentehasta que es pasado.Hago retroceder el pasadohasta que es vacío.Caigo.Desciendo.Me deposito dócilmenteen el fondo de mí mismo.Voy a dormir.

(No me despiertenhasta dentro de tres o siete

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o cincuenta siglos.Por ningún motivo.)

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No he podido dormirme.El mundo hace un ruido descomunal.Me asomo nuevamentea lo que hay afuera de mis ojos.

Me asomopara saber cómo es la sed,para saber en qué consiste el dolorel amorla traiciónla hipocresíay todas esas cosasque brotan en los hombresa medida que se hacen adultosy se adulteran.

Me asomo para saber cómo suceden las jornadasveintisiete siglos después de aquel sigloque al parecer ya era el último… 

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Sin dormirno se puede estar despierto.La nuca ya es una mochila de mis ojos.Estoy a merced de la fatiga.

Pero debo ser fuerte.No tengo que bostezar delante de mi hijo distante.

Es momento de decir adiós.Rememoro con mi último furorla calidez de aquel vientre temerario.

Toco, dejo el sabor de mi piel en las cosasque están a mi alcance:por aquí alguna vezpasará Maderita.Y será tocado por estos objetos ya tocados.Y será subrepticiamente abrigado, defendidosin que él lo sepa.Por eso dejo piel adheridaen todo lo que puedo.

Abandono mi pincel:he concluido con el humillado color gris.

Mansamente me pongo en cuclillas, y digo:-Hasta nunca más, historia.Yo moriré, lo reconozco.Pero mi hijo, no.¡Pero mi hijo, no!

Él, no. 

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Este aireque me entra y que me salehace ya faltapara el pecho creciente de Maderita.Devoro una bocanada más, la final.Aprieto los labios.Dejo de respirar.Digo mis últimas palabrasdespidiendo pausadamente mi poco alientoaún disponible.

–Oíme, pedacito de carne.Soy tu padre.Oíme, debes ser ferozmente egoísta con el aire.Búscalo, atrápalo, no lo dejes escapar.

Te dejo mi poco de aire.Te dejo algo de mi oficio: hacer fabuloso lo pueril.Te dejo mi espacio mi pincely un pantalón que, remendándolo un poco,te podrá servir.

Sé fuerte. Yo soy de los que se mueren.Y me ha llegado el momento. Adiós, poquito de sangre. Adiós, poquito de hombre.

Te beso definitivamente:en los puños, en la frente,en los dientes.Te miro la mirada.

No llores, Maderita: ¡respira!

¿Puedo aconsejarte algo?Ya sé, aconsejar no es aconsejable. Pero, de todas maneras, te ordeno vivir

te ordeno vivir¡para que no se pierda la costumbre!

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