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CESAR VASQUEZ OLCESE UNA APROXIMACION A LA PSICOTERAPIA DE CARL ROGERS www.visionlibros.com

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  • CESAR VASQUEZ OLCESE

    UNA APROXIMACION A LA PSICOTERAPIA DECARL ROGERS

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  • UNA APROXIMACION A LA PSICOTERAPIA DE CARLROGERS

    CSAR VSQUEZ OLCESE

    Enmarcada dentro de la llamada "tercera fuerza", la psicoterapia "rogeriana" es el enfoque que mayorinfluencia ejerce actualmente sobre los psicoterapeutas y consejeros norteamericanos, an por encimade la terapia racional-emotiva de Albert Ellis y del psicoanlisis freudiano. Al respecto, en un estudiorealizado en EE.UU. entre 800 psiclogos y orientadores, se encontr que los psicoterapeutaspropuestos como los de mayor influencia fueron, en primer lugar, Carl Rogers, en segundo lugar,Albert Ellis y en tercer, Sigmund Freud (Huber y Baruth, 1991).

    Catalogada de especulativa y anticientfica por sus detractores, y vista como la terapia ideal por susseguidores, el enfoque rogeriano ha pasado por diversas transformaciones, que van desde la simplepropuesta de una hiptesis de trabajo -producto de la labor de consejera que su autor desarrollara enlos aos treinta- hasta la elaboracin de una teora de la personalidad. El desarrollo de esta concepcindescans tambin sobre una considerable cantidad de investigaciones que fueron guiando sudesenvolvimiento, clarificando las dudas y dando validez emprica a las hiptesis que planteaba.

    Sin embargo, a pesar de ello, hay quienes piensan que esta psicoterapia se basa solamente en buenasintenciones, en deseos filantrpicos provenientes de la filosofa existencialista, y en la bondad delcarcter del propio Rogers. Este razonamiento responde, creemos, ms a la ignorancia que a lascaractersticas intrnsecas del enfoque.

    LA HIPOTESIS CENTRAL DE LA PSICOTERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE

    En sus libros Orientacin psicolgica y psicoterapia, Psicoterapia centrada en el cliente y El proceso deconvertirse en persona, Rogers realiza una serie de planteamientos tendientes a esclarecer su posicinfrente al proceso teraputico, la personalidad y la naturaleza humana.

    En dichos textos establece la siguiente hiptesis como eje de toda su concepcin psicolgica: "Que elindividuo tiene la capacidad suficiente para manejar en forma constructiva todos los aspectos de su vidaque potencialmente pueden ser reconocidos en la conciencia" (Rogers, 1972, 1978).

    Dicha hiptesis es, a nuestro entender, el planteamiento esencial del enfoque, y, a su vez, lo que generamayores polmicas.

    Vemosla con mayor detenimiento. Rogers asume -en base a datos empricos, segn dice- que existe entodo ser humano una tendencia innata a la actualizacin, esto es, al desarrollo progresivo y a lasuperacin constante, si se encuentran presentes las condiciones adecuadas (Rogers y Kinget, 1971).Algo similar a la autorrealizacin, tambin innata, que proponen Maslow y May y todos los demspsicoterapeutas humanistas (Frick, 1973), y a la autorregulacin organstica de Perls (Perls, 1987).

    El hombre, dice Rogers, es positivo por naturaleza, y por ello requiere respeto absoluto, especialmenteen cuanto a sus aspiraciones de superacin (Di Caprio, 1976). De ello se desprende que estcontraindicado para el psicoterapeuta realizar todo tipo de conduccin o direccin sobre el individuo;todo tipo de diagnstico o interpretacin, porque ello constituira un atentado contra las posibilidadesdel sujeto y contra su tendencia a la actualizacin. Se exige, o mejor dicho, se recomienda, situarse en elpunto de vista del cliente, asumir su campo perceptual y trabajar en base a ello como una especie dealter ego. Incluso la palabra "cliente" es asumida de una manera especial: el cliente es aquella persona

  • que responsablemente busca un servicio y participa del proceso teraputico de la misma manera;aquella, conciente de su capacidad de desarrollo no utilizada, que no va "en busca de ayuda" sino quetrata de ayudarse a s misma.

    Se descartan del lenguaje rogeriano los trminos paciente, enfermo, curacin, diagnstico, etc., porqueconnotan dependencia, limitacin y falta de respeto por la persona.

    Esta actitud frente a la dignidad del paciente, la aceptacin incondicional y el respeto que se le tienecobran una importancia tal que se les consideran factores que favorecen u obstaculizan (de faltar) laadquisicin del enfoque centrado en el cliente. Aceptacin y respecto deben estar enraizados en lapersonalidad del terapeuta, formar parte esencial de su ser, y ello pasa, antes que nada, por aceptarse a smismos.

    En sntesis, la hiptesis central propone que el ser humano puede, si se le presentan las condicionesadecuadas, desarrollarse o actualizarse, ampliar sus capacidades y ser conciente de lo que experimenta afin de poder auto controlarse. "No se puede manejar eficazmente lo que no se percibeconcientemente", propone Rogers. De all la necesidad de ampliar el concepto de s mismo del cliente,su self, y de incluir en l todo (o casi todo) lo que vivencia. Pero no se pretende hacerlo actuando sobrel sino, como dice Kinget, "acompandolo" en la experiencia, brindndole las condiciones requeridas ydndole seguridad (Rogers y Kinget, 1971).

    LA TERAPIA

    A estas alturas de la exposicin, una terapeuta no versado en el enfoque rogeriano podra argir que nose ha dicho nada nuevo hasta el momento, dado que todos los enfoques buscan en mayor o menormedida favorecer la capacidad de crecimiento, y que todo psicoterapeuta que amerite tal ttulo debecomenzar por aceptar y tratar de comprender a sus pacientes. Sin embargo, no se trata slo de tenerpiadosamente en cuenta dichos aspectos, haciendo gala de humanitarismo o de haber tenido un buenentrenamiento. Dichos aspectos SON la base del enfoque y constituyen, antes que nociones gaseosas,actitudes plenamente asimiladas de las que se van a desprender las tcnicas.

    Parafraseando a Claudio Naranjo (1991) cuando habla de la terapia gestltica, la psicoterapia centradaen el cliente no est conformada bsicamente por tcnicas sino, esencialmente, por actitudes delterapeuta, las mismas que pueden ser instrumentalizadas de diversa manera.

    Se consideran as dos factores: 1) La actitud que tiene el terapeuta, su filosofa operacional bsica frentea la dignidad y la significacin del individuo (hiptesis bsica), y 2) Su instrumentalizacin a travs demtodos adecuados.

    Las actitudes del terapeuta deben ser trasmitidas de manera indirecta, impregnadas en lascomunicaciones pero no formuladas abiertamente en ninguna de ellas. A veces esto no es comprendidoplanamente y por esta razn algunos asumen que la actitud centrada en el cliente consiste en ser pasivose indiferentes, en "no entrometerse". Pero ello de plano es incorrecto y, ms an, es nocivo, porque lapasividad de hecho es asumida como rechazo; adems, suele terminar por aburrir al sujeto al ver que norecibe nada.

    El enfoque plantea ms bien que el terapeuta debe ayudar a clarificar las emociones del cliente, ser unfacilitador en el proceso de hacerlas concientes, y por ello manejables y no patolgicas. Pero noasumiendo un rol de omnisapiente y todopoderoso, que lleva al cliente de la mano dicindole "Yo teacepto" y devolvindole "masticadito" el material que ste le proporciona.

  • Si hay respeto sincero y absoluto, procurar ms bien que sea el cliente quien dirija el proceso. En estecaso las intervenciones del terapeuta se plantearn como posibilidades, casi como ecos del materialexpuesto, y no como juicios de valor, afirmaciones o interpretaciones.

    La imagen del eco puede servir para comprender el fenmeno: un eco es una reproduccin amplificaday modulada (que implica una adecuada percepcin y una buena dosis de empata frente a loreproducido), algo que suena igual y diferente al mismo tiempo, y que permite al emisor unarecaptacin novedosa y ms completa del mensaje emitido (ahora es a la vez emisor y receptor de smismo, y ya no slo emisor). Adems, el eco supone un "algo" en comunidad con nosotros, otrapersona (un alter-ego) que nos escucha y reproduce y/o reformula nuestros mensajes en un ambientede aceptacin.

    En este dilogo con el terapeuta (que es en esencia un dilogo conmigo mismo) empiezo a sentirmeaceptado, puesto que diga lo que diga, haga lo que haga, slo recibo como eco empata y calidez, enlugar de consejos, diagnsticos o interpretaciones; as, me doy cuenta paulatinamente que no soy tanmalo, tan raro o diferente como crea, y empiezo a permitir que mi capacidad de crecer se vaya abriendopaso.

    A semejanza de la dicotoma gestltica figura-fondo, en esta psicoterapia se persigue que el fondo (elcampo experiencial no conciente, lo oculto, lo temido) pase a ser figura (conciencia, parte del self, del smismo). El Yo "engorda", se vuelve ms eficaz en el manejo de la realidad interna, consumiendo menosenergas en la construccin de defensas que lo protejan contra la angustia.

    En cuanto a los detalles del proceso psicoteraputico, Rogers planteaba lo siguiente: "Digamos, deentrada, que no existe una distincin precisa entre el proceso y los resultados de la terapia. Lascaractersticas del proceso corresponden, de hecho, a elementos diferenciados de los resultados"(Rogers y Kinget, 1971).

    Segn Rogers, cuando las condiciones teraputicas estn presentes y se mantienen, es decir que:

    - Existe una relacin de contacto entre cliente y terapeuta;

    - Una situacin de angustia y desacuerdo interno en el cliente;

    - Una situacin de acuerdo interno en el terapeuta;

    - Sentimientos de respeto, comprensin, aceptacin incondicional y empata en el terapeuta; entoncesse pone en marcha, motivada por la tendencia innata a la actualizacin, cierto proceso que podemoscatalogar de teraputico, el mismo que constara de las siguientes caractersticas:

    - Aumento en el cliente de la capacidad para expresar sus sentimientos de modo verbal y no verbal.

    - Estos sentimientos expresados se refieren ms al Yo.

    - Aumenta tambin la capacidad de distinguir los objetos de sus sentimientos y de sus percepciones.

    - Los sentimientos que expresa se refieren cada vez ms al estado de desacuerdo que existe entre ciertoselementos de su experiencia y su nocin del Yo.

    - Llega sentir concientemente la amenaza que lleva consigo este estado de desacuerdo interno. Laexperiencia de amenaza se hace posible gracias a la aceptacin incondicional del terapeuta.

  • - Gracias a ello el cliente llega a experimentar plenamente (al convertir el fondo en figura) ciertossentimientos que hasta entonces haba deformado o no confesado.

    - La imagen del Yo (s mismo, self) cambia, se ampla, hasta permitir la integracin de elementos de laexperiencia que no se hacan concientes o se deformaban.

    - A medida que contina la reorganizacin de la estructura del Yo, el acuerdo entre esta estructura y laexperiencia total aumenta constantemente. El Yo se vuelve capaz de asimilar elementos de laexperiencia que antes eran demasiado amenazadores para que la conciencia los admitiera. La conductase vuelve menos defensiva.

    - El cliente es cada vez ms capaz de sentir y admitir la aceptacin del terapeuta sin sentirse amenazadopor esta experiencia.

    - El cliente siente una actitud de aceptacin incondicional respecto a s mismo.

    - Se va dando cuenta que el centro de valoracin de su experiencia es l mismo.

    - La valoracin de su experiencia se hace cada vez menos condicional, y se lleva a cabo sobre la base deexperiencias vividas. El cliente evoluciona hacia un esta-do de acuerdo interno, de aceptacin de susexperiencias.

    EL TERAPEUTA, CARACTERISTICAS Y FORMACION

    Rosemberg sintetiza brillantemente la participacin y el rol del terapeuta en el proceso antesmencionado: "El terapeuta es la verdadera persona que realmente comprende las vacilaciones ydebilidades del cliente y las acepta, sin intentar negarlas o corregirlas. Acepta, aprecia y valora alindividuo ntegro, dndole, incondicionalmente, seguridad y estabilidad en las relaciones que necesitapara correr el riesgo de explorar nuevos sentimientos, actitudes y conductas. El terapeuta respeta a lapersona tal como es, con sus ansiedades y sus miedos, por lo que no le impone criterio alguno sobrecomo debe ser. La acompaa por el camino que ella misma se traza, y participa como elementopresente y activo en este proceso de auto creacin, facilitando en todo momento la percepcin de losrecursos personales, y de los rumbos seguidos en el camino, tal y como la persona los vivencia" (Rogersy Rosemberg, 1981; Pgs. 75-76).

    Las caractersticas personales que Rogers considera necesarias en todo buen terapeuta que intenteinstrumentalizar su enfoque son las siguientes: a) Capacidad emptica; b) Autenticidad; c)Consideracin positiva incondicional.

    Ello induce a pensar que el terapeuta centrado en el cliente no puede ser una persona comn ycorriente, sino alguien especial, que cuenta con la tranquilidad y la coherencia internas propias de lapersona autorrealizada, autorrealizacin que intentar contagiar al cliente. Sin embargo, no debe verse alterapeuta como una persona superior; es alguien que sencillamente ha logrado dar libre paso a sucapacidad de actualizacin, y que por lo mismo puede manejar con ms eficacia y productividad sucampo experiencial y ayudar a que los otros tambin lo hagan.

    Los rasgos mencionados no son innatos o imposibles de aprender. Rogers y Kinget (1971) consideranque hasta una persona autoritaria puede desarrollar actitudes no directivas; lo principal, el iniciodigamos, es el deseo real de querer adoptarlas. El proceso restante viene solo y se adquiere en laprctica teraputica, aunque puede ser catalizado a travs del entrenamiento.

  • ACERCA DE LA FORMACIN DE LOS TERAPEUTAS

    Rogers (1972) establece cuatro fases en la formacin de terapeutas centrados en el cliente.

    La primera fase hace hincapi en el esclarecimiento de las actitudes del aspirante a terapeuta, antes decentrarse en los aspectos tcnicos. El deseo de querer ser terapeuta rogeriano debe ser resultado de unproceso de descubrimiento personal que no puede ser fomentado desde fuera de ninguna manera.

    La segunda fase hace nfasis en las tcnicas una vez que se han aclarado las actitudes del estudiante. Latercera fase considera justo proporcionar al estudiante una experiencia propia de la terapia, si es posiblehaciendo que l mismo se someta a ella en condicin de cliente.

    La cuarta fase seala que el estudiante debe ejercer la prctica psicoteraputica desde el momentomismo en que sta sea practicable.

    APLICABILIDAD DEL ENFOQUE ROGERIANO

    Las experiencias teraputicas, de consejera y orientacin, desde la perspectiva rogeriana, abarcan unaamplia gama que va del trato de personas normales, en condiciones pedaggicas o vocacionales, hasta lapsicoterapia en psicticos esquizofrnicos (Rogers y otros, 1980).

    Hay aplicaciones de esta concepcin en diversas reas como la clnica, la educacin, las relaciones depareja, la ludo terapia, la dinmica de grupos (los famosos grupos de encuentro), etc. Cubre un amplioespectro de edades, desde nios de dos aos hasta ancianos. Y esto es posible, creemos, porque elenfoque no directivo o centrado en el cliente constituye adems de una tcnica, aplicable a tal o cualproblema, una concepcin del ser humano y de las relaciones interpersonales. Por ello trasciende loslinderos del consultorio para conformar una teora sobre el "buen vivir", esto es, sobre el vivirplenamente, en constante superacin, abiertos a todas las experiencias, sin miedo, con capacidad deeleccin y de responsabilizarnos por lo elegido.

  • REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

    - Di CAPRIO, N. (1976) Teora de la personalidad. Mxico: Nueva Editorial Interamericana.

    - FRICK, W. (1973) Psicologa humanstica. Buenos Aires: Guadalupe.

    - HUBER, Ch. y L. BARUTH (1991) Terapia familiar racional-emotiva. Barcelona: Herder.

    - NARANJO, C. (1991) La vieja y novsima gestalt. Santiago: Cuatro Vientos.

    - PERLS, F. (1987) El enfoque gestltico y testimonios de terapia. Santiago: Cuatro Vientos.

    - ROGERS, C. y Mariam KINGET (1971) Psicoterapia y relaciones humanas (dos tomos). Madrid:Alfaguara.

    - ROGERS, C. (1972) Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires: Paids.

    - ROGERS, C. (1978) Orientacin psicolgica y psicoterapia. Madrid: Narcea.

    - ROGERS, C. (1979) El proceso de convertirse en persona. Buenos Aires: Paids.

    - ROGERS, C. y otros (1980) Persona a persona. Buenos Aires: Amorrortu.

    - ROGERS, C. y C. ROSENBERG (1981) La persona como centro. Barcelona: Herder.