Rojilla palpita, como el verso del poeta, con el ritmo de...

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Rojilla palpita, como el verso del poeta, con el ritmo de varios corazones reunidos. Surge de la necesidad personal de su autora, Lilián Castro, para convertirse en un color compartido. Las imágenes aluden a hitos de nuestra historia, pero su muestra es más personal que histórica, más simbólica que documental, siendo igualmente abarcativa de todos estos aspectos. Rojilla no pretende ser un corolario de hechos que remiten a las actividades del Partido Comunista, sino dar una visión desde la sensibilidad de Lilián Castro ante esos hechos. De su vasto archivo, podría haber editado un conjunto cronológico de fotos de carácter documental. Por el contrario su selección reúne un grupo de obras, las que cada una tienen una cuidada resolución formal, para hilvanar una narración plástica desde sus vivencias personales. Nuestros vínculos a instituciones, partidos y agrupaciones de individuos, va cambiando a lo largo del tiempo. Hay una ironía solapada en este trabajo de Lilián, una actitud de complicidad, un jugar a reconocernos. Quizás varios estuvimos compartiendo en multitud alguno de estos acontecimientos y si bien grupalmente fuimos concientes de ese hecho histórico, las emociones fueron personales. Lilián Castro en Rojilla presenta lo colectivo en un tono intimista y nos convoca a un logrado encuentro con su color, composición y contendidos.

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Rojilla palpita, como el verso del poeta, con el ritmo de varios corazones reunidos. Surge de la necesidad personal de su autora, Lilián Castro, para convertirse en un color compartido. Las imágenes aluden a hitos de nuestra historia, pero su muestra es más personal que histórica, más simbólica que documental, siendo igualmente abarcativa de todos estos aspectos. Rojilla no pretende ser un corolario de hechos que remiten a las actividades del Partido Comunista, sino dar una visión desde la sensibilidad de Lilián Castro ante esos hechos. De su vasto archivo, podría haber editado un conjunto cronológico de fotos de carácter documental. Por el contrario su selección reúne un grupo de obras, las que cada una tienen una cuidada resolución formal, para hilvanar una narración plástica desde sus vivencias personales. Nuestros vínculos a instituciones, partidos y agrupaciones de individuos, va cambiando a lo largo del tiempo. Hay una ironía solapada en este trabajo de Lilián, una actitud de complicidad, un jugar a reconocernos. Quizás varios estuvimos compartiendo en multitud alguno de estos acontecimientos y si bien grupalmentefuimos concientes de ese hecho histórico, las emociones fueron personales. Lilián Castro en Rojilla presenta lo colectivo en un tono intimista y nos convoca a un logrado encuentro con su color, composición y contendidos.