Rojo Punzó (literatura rosista)

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Argentina. 1836-1851.El primer gobierno patrio que luchó por la soberanía política, la independencia económica y la justicia social en nuestro país, tuvo poetas que cantaron sus hazañas, y fueron ocultados injustamente por los salvajes unitarios.

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Marcos Sastre.

Ojeada filosófica sobre el estado presente y la suerte futura de la Nación Argentina (1837)

Señores:Si este establecimiento literario, cuya apertura habéis tenido a bien solemnizar con vuestra presencia, fuera semejante a los que con el nombre de Gabinetes de Lectura se ven en todas las ciudades cultas, ni os hubiera molestado pidiéndoos la honra de vuestra concurrencia, ni me creería en el deber de manifestar ante vosotros, y ante toda la Nación su plan, su objeto, su ten-dencia y mis miras y esperanzas como fundador de él.Fácil me hubiera sido reunir en esta biblioteca un gran número de esos libros que tanto lisonjean a la juventud; de esa multitud de novelas inútiles y perniciosas, que a montones abortan las prensas europeas. Libros que deben mirarse como una verdad-era invasión bárbara en medio de la civilización europea y de las luces del siglo; vandalismo que arrebata a las huestes del progreso humano un número inmenso de inteligencias vírgenes, y pervierte mil corazones puros, [...] atrayendo innumerables lectroes a esos gabinetes, proporcionando así a sus propietarios un gran lucro; que es su único objetivo y anhelo.Pero es noble, es puro, es sagrado, el fin de nuestro establec-imiento. Así su fundador, como los muy estimables individuos que concurren con sus luces y sus recursos para fomentarlo y sostenerlo, han sido impulsados únicamente por el amor a la sabiduría, por el deseo de perfeccionar su instrucción, o con-tribuir a la de la juventud argentina.Primero: reuniendo en esta biblioteca las obras más importantes de la república de las letrs, y particularmente las producciones modernas que siguen la marcha del espíritu humano; hacién-dolas venir directamente de la Europa o de donde quiera que aparezca el genio o el talento; de modo que sea fácil conocer los progresos de las ciencias y de las artes, en el mismo orden y tiempo del desarrollo de las ideas, y de los descubrimientos. Formando una biblioteca escogida, que alimentando constante-mente la curiosidad con lo nuevo, útil, bello y agradable, aficione a la juventud a los estudios serios, llene de ideas su inteligencia y de sentimientos su corazón; para que esta generación nueva, en quien reposa toda la esperanza de la Patria, se vea siempre

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rodeada de una atmósfera benéfica, de ideas sublimes, de pen-samientos grandiosos. [...] Para así hollar con desdén esas sa-bandijas literarias, que se revuelcan en el cieno amontonado por sus corazones corrompidos [...] Muy distante está el fundador de este Salón Literario de creerse dotado de los conocimientos, del buen gusto y tino indispensables para juzgar el mérito de los libros que deban admitirse o rechazarse; pero el éxito que ten-gan a su publicación, la crítica de los sabios y el juicio de nues-tros literatos será el criterio que le guíe, el bieldo que empuñará para separar el trigo de la cizaña y de la paja. En una palabra, señores, todo libro que de un impulso notable al progeso social, tendrá lugar en esta biblioteca; si no, no.Segundo: estableciendo un curso de lecciones, o más bien de lecturas científicas, que tenga por objeto: ya exponer las altas concepciones filosóficas de los sabios, ya expresar en nuestro idioma los acentos poéticos y religiosos de las almas, ya dar cuenta de los progresos y las artes industriales discurriendo so-bre su intromisión y aplicación en nuestro país; ya en comunicar ideas y nociones importantes sobre la religión, la filosofía, la agri-cultura, la historia, la poesía, la música y la pintura.Acaba de exponeros el plan y los objetos de este establec-imiento; pero muy lejos está de haberse llenado completamente desde el día de su apertura.

La obra está empezada, el tiempo la llevará a su perfección.El primer objeto, el de la reunión de libros, se llenará en razón de los recursos que proporcionen las personas que suscriban por amor a la ilustración y el bien público. En cuanto al desempeño del segundo objeto, el de las lecturas científicas, se deberá todo al sacrificio que quieran hacer en obsequio de las ciencias, de la religión y de la Patria, las capacidades intelectuales de nues-tro país. Y mientras no concurran a esta sagrada institución todos los talentos distinguidos que honran la Nación, el curso de lcturas que desde hoy se establece, estará limitado a las materias que toman a su cargo, por un empeño a que los obliga mi amistad, los señores Don Vicente López, Don Juan María Gutiérrez, Don Juan Bautista Alberdi, Don Pedro de Angelis, Don Esteban Echeverría. Sé muy bien la gravedad del empeño, y lo intenso del sacrificio; pero conociendo sus talentos y su entusiasmo científico, no tema que abandonen tan laudable y fecunda empresa.

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¡Ah, señores!, si como arde mi alma interior en el amor de la ciencia, tuviera los conocimientos técnicos y los talentos liter-arios que me faltan, yo reuniría aquí todo el saber argentino, y se levantaría una institución científica, de que pudieran gloriarse muchas naciones cultas, y que produciría inmensos bienes a la Patria. Porque yo veo, señores, que el país ha dado un gran paso hacia su engrandecimiento.Porque tengo por indudable que estamos en la época más pro-pia y que presenta más facilidades para dar un empuje a todo género de progresos. Porque el actual gobierno es el único conveniente, el único poderoso de allanar los caminos de la prosperidad nacional. El gran Rosas es el hombre elevado por la sola fuerza de su genio al alto grado de influencia y fama, que le pone en aptitud de re-chazar todo reacción extraña o anárquica que intente oponerse a la realización de las esperanzas de la Nación.Porque los espíritus todos están preparados a la adopción del gran principio del progreso pacífico, que debe ser efectuado por el tiempo, y dirigido por las luces.Porque encuentro en nuestra sociedad grandes elementos, gran riqueza de inteligencia, para ar un impulso veloz al progresos pacífico.Porque veo dispuesta a la nueva generación a conocer todos los errores que han entorpecido el desarrollo intelectual, y por con-secuencia la marcha pacífica del progreso; errores que pueden reducirse a esta simple expresión: error de plagio político; error de plagio científico; error de plagio literario.Porque veo que está dispuesta a abjurar del triple plagio y dec-lamar solemnemente: su divorcio de todo política y legislación exótica; su divorcio con el sistema de educación pública trans-plantado de la España; su divorcio de la literatura española y aún de todo modelo extraño.Y por fin, que el país se dispone a adoptar: una política y una legislación propias de su ser; un sistema de instrucción pública acomodado a su ser; y una literatura propia y peculiar de su ser.Las verdades más importantes, cuando salen por primera vez al público, o son acogidas y proclamadas con entusiasmo por los espíritus inteligentes y generosos (y estos son raros); o van a estrellarse contra las cabezas torpes (y estas son muchas); o son rechazadas por el amor propio de los que no pueden sufrir que otros alcancen a ver más allá del horizonte de su capacidad (y

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esto es lo más frecuente).Empero las verdades que acabo de enunciaros, no tienen que temer nada de este rechazo, porque estriban en la observación de los hechos, y los hechos son indestructibles.Esta observación hará aparecer con evidencia la consoladora y luminosa verdad de que el país ha dado un gran paso hacia su engrandecimiento.

Veamoslo:En un pueblo que al conquistar su independencia se encontró en la escala más elevada de la civilización -la democracia- sin po-seer las virtudes republicanas, las luces, la civilización, que son los elementos de un gobierno popular; sin industria, sin artes, sin costumbres, sin conocimiento de sus derechos y deberes, ¿cómo podrían las instituciones liberales crear las virtudes y las luces, cuando ellas mismas necesitan el apoyo de las luces y las virtudes? Levantáronse por todas partes las aspiraciones, la ambición y la codicia, e invocando a los nombres sagrados de la Patria y libertad, atrajeron a su alrededor a una muchedumbre, que, careciendo de toda propiedad e industria, se halla dispues-ta a seguir al primer partido que le ofrezca algunas esperanzas, y establecieron con el sable el reinado de la anarquía. [...] El único poder que puede suceder a la anarquía es el absoluto. Conducida por la licencia nuestra sociedad a los críticos mo-mentos de realizar esta terrible verdad en medio de las tem-pestades civiles, llegó la hora en que para evitar el naufragio que la amenzaba, se presentaba la necesidad de un poder fuerte; y encontrando a un hombre dotado de valor y virtudes, de tanta actividad como energía, de tanto amor al orden como inflexibili-dad, se apodera de él, lo eleva al poder, y este hombre, superior a la pesada carga que se le impone, consiente en aceptarla; el genio lo inspira; se engrandece su alma; se multiplican las fuer-zas de su espíritu; ¡salva a la Patria!Este hombre, señores, no necesitáis que os lo nombre. Dotado de gran capacidad, activo, infatigable, y felizmente animado de un sentimiento de antipatía contra toda teoria extraña; de aquel temple de alma vigorosa, y enérgico que le da un pre-dominio misterioso sobre todo el espíritu díscolo y altivo, este es el hombre que la Providencia nos presenta más a propósito para presidir la gran reforma de ideas y costumbres que ya ha empezado. [...]

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El conocimiento, pues, del verdadero estado del país debe llenar de satisfacción a todo hombre honrado: debe hacerlos apreciar nuestra época, concebir grandes esperanzas del Gobierno, apo-yarlo, ayudarlo y concurrir cada uno con sus luces a la grande obra de la prosperidad nacional.¡Señores! Ya es tiempo que se revele el gran tesoro ignorado que posee la nación: la prueba de nuestro progreso social y el más seguro garante de nuestra futura prosperidad. Una nueva gener-ación se levanta, llena de virtudes, de actividad y de talento, que promete a la Patria hermosos días de grandeza y de gloria. La nación tiene en su seno una juventud adornada de las más bel-las cualidades que pueden ennoblecer al hombre; una juventud dotada de los más puros, nobles y generosos sentimientos: llena de capacidad, animada del más grande amor a la sabiduría, y de los ardientes deseos de consagrarse al bien público. Con tanta virtud y talento, con tan poderosos elementos, ¿qué cosa habrá, por ardua y grande que sea, que no pueda alcanzarse?¡Oh jóvenes dignos de la estimación de la nación y los hombres! ¿Cómo es que permanece oculto hasta ahora vuestro mérito? ¿Y cómo es que vosotros mismos no conocíais el tesoro inesti-mable que poseían vuestros jóvenes compatriotas?¡Oh! ¡Cómo he visto yo esos corazones puros y ardientes, esos entendimientos llenos de ideas grandes, entregados al desalien-to creyéndose aislados en nuestra sociedad, sin encontrar quién los comprendiese, y viendo a cada paso ofendido su heroico entusiasmo por la mortífera insensibilidad del egoísmo, o el hielo de la ignorancia! Os he visto ocultaros recíprocamente vuestro noble sentimiento, temiendo no hallar la simpatía que une deli-ciosamente las almas que se comprenden. Pero he aquí que yo os presento los unos a los otros: conoceos y amaos. Todos sois virtuosos, sensibles e ilustrados, amantes del saber, y tal vez poseedores de los gérmenes del genio. Unid vuestras almas con los divinos vínculos del amor; trabajad de consuno en instruiros y perfeccionaros. Que la armonía de vuestros sentimientos, y la fragancia de vuestras virtudes, despierte del letargo del vicio, o del abandono, a esa parte considerable de la juventud, que no ha tenido ni vuestras luces ni vuestra resolución.[...]

Ved, señores, si con razón he aseverado que el país marcha hoy hacia su engrandecimiento; que cuenta con una gran riqueza

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intelectual; y que estamos en la época más favorable a los pro-gresos. Pero es necesario que esta marcha progresiva se la deje sujeta a la ley del tiempo; que jamás se intente precipitarla con la espada, porque no pueden usurparse impunemente los dere-chos del tiempo.La gran sociedad sudamericana debe anticiparse a proclamar el gran principio del progreso pacífico, que es el arma de la perfectibilidad. La adopción de este principio la conducirá a empuñar un día el cetro del poder, de la riqueza y la inteligen-cia. Conozcamos pues, la época presente, que ya es tiempo de levantarnos del sueño del error, porque está nuestra salud más cerca de los que creíamos. Desechemos pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.[...]¡Ea, jóvenes argentinos! ¡Abrazaos más y más en el santo en-tusiasmo de la virtud y la sabiduría! Trabajad más y más en la grande obra del porvenir. Mirad que el tiempo pasa; mirad que hemos entrado en la senda de los progresos, y que la nación con el solo hecho de poseeros ha dado ya un gran paso hacia su engrandecimiento.La sociedad marcha; el espíritu adelante; se desarrolla la inteli-gencia; pasó la noche del error, el día de la verdad se acerca; los obstáculos desaparecen; los males se disminuyen; crecen los bienes; el país se encuentra vigoroso; el gobierno, fuerte y sabio; reina la paz; el orden está asegurado. Todo nos anuncia una época venturosa.Todos, pues, debemos esforzarnos en sostener la marcha del progreso pacífico de la nación.A vos, particularmente, juventud virtuosa y sabia, está enco-mendada la alta misión de dar ciencias, artes, industrias y gloria a la nación. ¡Oh, feliz generación, que le ha tocado en suerte el tiempo más oportuno para llegar al templo de la Inmortalidad y la Gloria! No de esa inmortalidad y esa gloria a costa de sangre y lágrimas, si no de la verdadera gloria, de aquella fama inmortal que se adquiere al precio de hacer bien a los hombres; de esa gloria pura que no deja en la humanidad sino dulces recuerdos e inmensos beneficios.¡¡¡Jóvenes!!! Medio siglo debe pasar ante vosotros: considerad cuánto puede hacerse en medio siglo. ¡Fe en el porvenir! ¡Sed el ejemplo de todas las virtudes: sed apóstoles de la paz, la mod-eración y la sabiduría! y cumpliréis vuestra misión.

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José Rivera Indarte.

Himno de los Restauradores (1835)

Coro:Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida,

de esperanza la aurora lució;tu adalid valeroso ha jurado

restaurarte a tu antiguo esplendor.

1¡Oh, gran Rosas! tu pueblo quisiera

mil laureles poner a tus pies;mas el gozo no puede avenirsecon el luto y tristeza que ves.¡Aguilar y Latorre no existen!

Villafañe, el invicto, muró;y a tu vida tal vez amenaza

de un malvado el cuchillo freoz.

Coro

2De discordia la llama espantosa

al país amenaza abrasar,y al audaz demagogo se mira

la orgulla cerviz levantar.¿No los véis, como ledos conspiran?

¿Cual aguzan su oculto puñal?¿Cual meditan la ruina y escarnio

del intrépido y buen federal?

Coro

3Esa horda de infames, ¿qué quiere?Sangre y luto pretenden: ¡qué horror!Empañar nuestras nobles hazañas

y cubrirnos de eterno baldón.¡Ah, cobardes!, temblad, es en vano

agotéis vuestra saña y rencor,

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que el gran Rosas preside a su puebloy el Destino obedece a su voz.

Coro

4¡Asesinos de Ortiz y Quiroga!

de los hombres vergüenza y borrón,a la tumba bajad presurosos,de los libres temed el furor.

Esos mismos que en Márquez vencieron,en San Luis, Tucumán y Chacón,con la sangre traidora han juradode venganza inscribir el padrón.

Coro

5Del poder la gran suma revistes,

a la Patria tu debes salvar;¡que a tu vista respire el honrado

y al perverso se mire temblar!La ignorancia persigue inflexible,

al talento procura animar¡y ojalá que tu nombre en la Historia

una página ocupe inmortal!

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Jacinto Rodríguez Peña.

Al bello sexo.

Cuando toda la humanidad progresa, cuando la precoz y ardi-ente juventud Argentina recibe con una celeridad eléctrica, las ideas, el progreso del siglo, ¿habrá de permanecer la muger estacionaria?La dulce compañera del hombre, esa alma con que se ha de unir la suya en un lazo eterno de felicidad, ¿continuará siempre tan distante, tan inferior a él?-No: la muger está destinada a llegar en este siglo de nivelación, a su verdadera condición social. La tarea es grande y noble, y lo que es más, su mejor éxito pende de la muger misma. Apresúrese, pues, el bello sexo Argentino a desencadenarse de la frivolidad, de las preocupaciones de una educación añeja y viciosa, abandone la ociosidad mental, ese vacío funesto del alma a que hasta ahora ha estado condenada. En lugar de llevar toda su atención al arte de vestir, de andar, de mirar, de fingir aún más sus más naturales e inocentes pensamientos; dé a las facultades de que está dotada un giro más noble, y más propio a producir su felicidad, y el bien de la sociedad que está destinada a adornar.Deje de considerar el saber ageno de ella. La instrucción es el verdadero camino de la virtud, con la instrucción se aprende a amar, a adorar a Dios, a bendecirlo en sí y en sus maravillosas obras. Sólo así llegará a la par del hombre, sólo así podrá unirse indisolublemente a él, formando una sola alma, ese uno en dos tiernamente unidos y digno el uno del otro.De otro modo, nunca saldrá de la esfera de un artículo de lujo, de una administradora doméstica, de una compañera momen-tánea de entretenimiento y placer a los sentidos: rol degradante, que está muy distante de los verdaderos y brillantes destinos de la muger.

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Prebístero Ramón González Lara

Al ilustre Restaurador de las Leyes, en ocasión de salvar su preciosa vida (1839)

En este día, señores,vuestro pastor os da ejemplo,en su casa y en su templo,celebrando los favores con que Dios libró de horroresa mi Patria muy amada,salvando la vida preciadade nuestro Restaurador;tributadle, pues, honorpor gracia tan señalada.

Si Moisés fue el salvadordel pueblo de Dios amado,don Rosas, ¡gran magistrado!es nuestro restaurador.Tributadle todo honor,compatriotas, mis amados,y digamos transportadosde lo último del corazónque no exista esa uniónde monstruos afrancesados.

Los franceses y unitariosse han unido contra Rosas,y como astutas raposasproyectan planes varios;ellos son incendiarios;de corazón, asesinos;de religión, libertinos;herejes que han blasfemadode los más santo y sagradode nuestro culto divino.

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De la memoria popular.

El moño punzó

Déjame Fabio que estoyfrenético de enojado

al ver que algunas señorasno usan el moño encarnado.

En algunas concurrenciasque por desgracia me he hallado

he advertido que no tienenen ponérselo cuidado.

Y esto arguye, cuando menos,un desprecio inmoderado

de la apreciable divisadel sistema federado.

O que son tantas unitariasque, a pesar que está mandado,

se han propuesto desairara quien así lo ha ordenado.

De modo que ya es precisodarles en castigo un chasco,

y ya muchos federalesse preparan a efectuarlo.

Y aunque se asusten y llorenno se nos dará cuidado,pues les hemos de ponertesteras por duplicado.

Ya que no quieren llevar el moñito colorado,

que es el noble distintivode los que al país han salvado.

Del tiránico poderde los viles unitarios,

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mira pues, Fabio, si tengorazón de estar enfadado.Y si no es justo aplicarlespenitencia a tal pecado;

mucho más cuando hay algunasde corazón obstinado.

Que se burlan y se ríencon el mayo desenfadode las bellas federales

que lo llevan por ornato.

Y como signo y divisadel sistema proclamadoque sabiamente dirigeel moderno cincinato.

Que nos libró del poderdespótico y arbitrario

de la horda aleve e infamede asesinos unitarios.

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Soneto, a la digna memoria de la ilustre argentina Sra. Da. Encarnación Ezcurra de Rosas.

Se oscureció la luz; murió el sonido;toda la Creación duerme el efecto

desde que ha fallecido el dulce objetoque daba Ser al alma y al sentido.

Sólo de las campanas el quejidoa sentir me convida en su dialecto

la pérdida de un ser, el más perfectoque el argentino suelo ha producido.

De placeres las horas que pasaronsus campanadas un aviso fueron,¿y dónde paran estas? Ya volaron

al caos de oscuridad donde salieron.Pero el reloj... la una... ¡infortunado!

también me llama el tiempo despiadado.

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Coplas.(Cantadas en los festejos populares del 13 de abril de 1836)

1Honor y gratitud,

pueblos y hermanos,a Rosas que a su Patria

salvó de los tiranos.

2Que vivan los federales,

que mueran los que no son.¡Viva don Juan Manuel de Rosas!

¡Viva doña Encarnación!

3Comercio, ciencias y artes,

orden, paz y religión,son los bienes que prodigas,

¡oh, Santa Federación!

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La Negrita.

Yo me llamo Juana Peñay tengo por vanidad

que sepan todos que soynegrita muy federal.

Negrita que manda fuerzay no negrita pintora,

porque no soy de las que andancon pluma voladora.

Negrita que en los tamboresocupa el primer lugar,

y que todos me abren canchacuando salgo yo a bailar.

Pero ya que me he chlfladopor meterme de gacetera,

he de hacer ver que, aunque negra,soy patriota verdadera.

Yo por desgracia no tengohijos, padre, ni maridoa quien poderles decirque sigan este partido

. Pero tengo a mis paisanos,los negritos defensores,

que escucharán con cuidadoestas fundadas razones.Patriotas son, y de fibra,de entusiasmo y de valor.Sólo por Don Juan Manuel

han de morir y matary después, por lo demás.Me manda, mi general,

le han de decir al traidorque los quiere hacer pelear

contra su Restaurador.Me manda, mi general,se lo dice Juana Peña,me manda, mi general,esta negrita porteña.

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El unitario miedoso.

Un unitario que estaba,como muchos, escondido,

muy confuso y afligidode este modo se expresaba:

“Si voy a casa de mi tía,temo hallar la Policía.

Si voy a la Lotería,allí está la Policía.

Por la mañana saldríamas temo a la Policía.

¿A dónde diablos yo iría,sin hallar la Policía?

Que no era la Policíasu temor, está probado.

Que su conciencia al malvadoera lo que le argüía

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Cielito.

Con las mozas de mi pago,sin contar con los muchachos,

sobra para rechazara cincuenta mil fortachos.

Cielito, cielo que sí,cielito y ande la rueda

y aunque se agregue de yapael guapo Frutos Rivera.

Si acaso el pardo se atreve,nos hemos de ver las caras,

y en el primer empujónlos levantaremos varas.

Cielito, cielo que sí,cielito y sigan las danzashasta ver a los unitarios

en las puntas de las lanzas.

Qué diablos nos han de hacerlos unitarios morados,

si en todas las ocasioneshan salido revoleados.

Cielito, cielo que sí,cielito de la victoria,

no ha de quedar de esas ratasni siquiera la memoria.

Dicen que allá en la ciudadlos han parao en rodeo

porque siguen embrollandocon los de Montevideo.

Cielito, cielo que sí,cielito y viva el Gobierno

que al unitario traidorle hace ver el quinto infierno.

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Que viva el Restauradory los Federaes fieles,revienten los unitarios

echando bofes y hieles.

Cielito, cielo que sí,cielito y viva el Amor,

más tratándose de unitarioslo mejor es el rigor.

Y con esto me despidohasta que vuelva a cantar,¡que viva la independencia

y el sistema federal!

Cielito, cielo que sí,cielito siga la empresa

que a nadie le tememoscon Rosas a la cabeza.

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Décimas

Bien haiga la salvajadapu ande quiero que hizo pie

ya quiso mostrar la feque traiba en su caballada.

Largaba la disparadacomo si juera animal

juyendo las boleadorasque son medias trabadorascuando agarran un bagual.

El mismo Lavalle un día,cuando dentró a Santa Fe,

quiso ocultar el por quédel federal él juyía.

La verdá jué, alma mía,que el salvaje disparó

y con el susto llevóla tranquera por delante,dejando a toda su genteen poder del que ganó.

De ahí pasó pa el interiorgambeteando como gamay ganando siempre famacomo gaucho peleador,como si juera un primor

en la lata o el facón,porque tenía cañón,un jusil y no sé qué...Daré la razón por qué:

¡viva la Santa Federación!

Y viva don Juan Manuel de Rosas,que viva el Restaurador,

y viva todo colorque sostenga su poder;

porque en su cencia, a mi ver,es hombre de gran primorque sabe hacer el amor

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al qués salvaje unitario,mandándolo pa el osariocomo osamenta ‘e mi flor.

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Soneto

Eterna maldición al bando odiosoque convulso en frenéticos furores,

matanza, estragos, crímenes y horrorescon feroz avidez ansía rabioso.

Horda infernal, conjunto ignominiosode infames asesinos y traidores

que nutridos de hiel, odio y rencorescompiten a cual más facineroso.

No. Ya nunca jamás el tal salvajebando unitario con horrenda guerra,en la sangre, el incendio y el pillaje

se gozará asolando nuestra tierra;pues juramos los libres indignados

anatema, exterminio a esos malvados.

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Canción a Manuelita Rosas.

Cesa de cantr¡bella Manuelita!

que el pecho se agitay me incita a amar.

Y placer cabalsin mezclar dolorme dice el amor

que no se puede hallar,

¡Ay! no hagas probarni hagas consentira aquel que vivirno puede desear;

¡A qué experimentarencanto Divino,

cuando mi destinome anuncia pesar!

¡Deja de encantarcon tu voz sonora!

¡Dejame señorahoy triste pensary triste acabar

mi vida afligida,que no quiere vida

que no puede amar.

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A la ilustre argentina, Señorita Da. Manuelita de Rosas y Ez-curra en su feliz cumpleaños.

(Cantado por el batallón 3° de Patricios de Infantería de Bue-nos Aires).

Hoy brilla el día que sirvió de aurora,¡bella argentina!, a tu preciosa vida.

Suene pues hoy la cítara sonora,y la alabanza a tu virtud debida;

propague melodiosa encantadorayendo de boca en boca repetida,a conquistar feliz los corazones

del gran pueblo argentino y sus legiones.

Hija del Jefe Ilustre del Estado,y de nuestra heroína, que viviente

por siempre en nuestros pechos ha quedado;reúnes a ese mérito eminente

ser de virtud y gracias un dechadovive feliz, gloriosa, floreciente,

este es el voto ¡cielos sed propicios!,del Batallón tercero de Patricios.

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Himno a Da. Manuela Rosas. (Cantado por las negras libres, el día de sus fiestas en 1948)

Coro:Al son del candombelas congas bailemosy a nuestra gran reinacanción entonemos

Que dicha a las congasles cabe señora,teneros por reinay fiel protectora.

Con solo miraros tan bella y graciosa

se sienta nuestra almaalegre y gozosa.

Jamás a mi pechotu vista señora,

causó dando gozocomo en esta hora.

Coro

Oh siglo infelicede nuestros mayorepues no les fue dado

tributarte honores.

Murieron en Congosin veros, señora

que alegre te muestrascuál fulgida aurora.

Del néctar preciosojamás disfrutaron,

del ámbar que viertestampoco gozaron.

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Oh, dicha la nuestra,bajada del cielo,

teneros por madresin par en el suelo.

Coro.

Felices morenascon luna tan bella,

que a todos nos guíacual náutica estrella.

Los dulces afectosdel pecho exhalemos,y aumenten el gozo

que perder tenemos.

Mil veces nosotrasen torno del Plata,

tu faz contemplamosque al alma arrebata.

Oh nubes, que al Plataprestais la corriente,formad a Manueladosel permanente.

Coro.

Sus rayos ardientesel astro fogoso,

no lance abrasandotu rostro gracioso.

Su luz ardorosano eclipse el color,

que causa en nosotrasdeliquios de amor.

Si en ti no fijamos,señora, los ojos

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tan sólo encontramosfunemstos enojos.

Qué plácida vida,señora, esperamos,si su faz hermosaalegres miramos.

Coro.

Jamás nuestro pechoabrióse al quebranto

y siempre los ojosnegáronse al llanto.

La paz y el consuelo en tí hemos cifrado,

pues la infausta suertea tí no ha llegado.

Tu ornaste, señora,la Federación,

lanzando al abismola diabólica Unión.

Feliz siempre fuiste,ciudad argentina,oyendo gozosa

su voz tan divina.

Coro.

Tú vas cantandocon voz resonando,al cielo estrelladote llevo triunfando.

En tanto felices las congas seremos,

si al cielo tu vidaprolongue roguemos.

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Si tantas morenasno pueden cantarte,del Congo las nínfasvendrán a elogiarte.

Coro.

Tus glorias celebrela Patria en su historia,y al tiempo transmita

tu grata memoria.

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Himno a Manuelita.(publicado en el Diario de Avisos, 28 de mayo de 1851)

¡Manuelita! tu nombre queridoes el grito de guerra y amor;

¡Manuelita! pronuncia el soldadoy se lanza a la lid con ardor;¡Manuelita! la madre repite

que el perdón para su hijo pidió,y te besa amorosa la mano

que su llanto materno enjugó.

¡Manuelita! la hermana, el anciano,la orfandad que su apoyo perdió;

el que sufre, el que tiene, el que espera,el campeón que el cañón mutiló;todos juntos tu nombre bendicen

admirando tu excelsa virtud,y entusiastas al pueblo exclamando:

¡A la bella Argentina, salud!

El gran Rosas a quien cruda parcade su amada consorte privó,

a tí debe aliviar la honda heridaque aquel golpe terible abrió.

Tus cuidados, afanes, ternurahan calmado su acervo dolory alentando tu vida preciosa,

de la Patria sostén y esplendor.

Tu presencia delicia es del pueblo,tu sonrisa, alegría le da,

y doquier que diriges tus pasos,tras tus pasos el pueblo va.

Quiera el cielo premiar tus virtudesy al Gran Rosas contigo guardar,

y en mil giros que dé el sol de Mayosiempre juntos os vuelva a encontrar.

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Marcos Sastre, José Rivera Indarte y otros. Rojo Punzó, literatura en la época de Rosas. Argentina. 1836-1851.

El primer gobierno patrio que luchó por la soberanía política, la independencia económica y la justicia social en nuestro país, tuvo poetas

que cantaron sus hazañas, y fueron ocultados injustamente por los salvajes unitarios.

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El autor destos textos es la sociedad en la que fueron concebidos. Su comprensión se torna imposible sin un conocimiento cabal de las

circustancias políticas, culturales y económicas que los rodea(ba)n en el momento de su publicación.