Roma

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etruscos, que viven en ciudades – estado coaligadas, gobernadas por monarcas cuyo poder fue progresivamente limitado por la nobleza. De economía agrícola – ganadera, desarrollaron la metalurgia y la cerámica y practicaron el comercio marítimo por el Mediterráneo y el comercio terrestre con Europa Oriental. La sociedad estaba conformada por nobles, que eran propietarios de la tierra, campesinos, artesanos, comerciantes y numerosos esclavos producto de su expansión militar. Su religión, influenciada por el contacto con los griegos que colonizaron el sur de Italia, era politeísta y antropomorfista e implicaba una fuerte creencia en la vida de ultratumba y la existencia de ritos de adivinación. La incorporación y reelaboración de la mitología griega y su iconografía se aprecia en el Centauro Vulci , de indudable parentesco con los kouroi griegos, pero en el que, según una costumbre etrusca, se han sacrificado las proporciones para destacar la cabeza. Algo similar sucede con el Sarcófago de los esposos de Caere , cuyos rostros presentan la convencional sonrisa arcaica pero reproducen usos y costumbres etruscas como la cabeza del hombre curiosamente teñida de rubio dejando negra la barba, la pose reclinada del matrimonio en el banquete fúnebre, y la escasa importancia de la parte inferior de los cuerpos en relación a la parte superior, más trabajada. La enorme afición de los etruscos por la vida hogareña ultraterrena motivó la construcción de las Tumbas adosadas en serie de Caere , que nos permiten imaginar las ciudades de los vivos. Las tumbas de Caere pueden presentar, como la Tumba de los Capiteles , una habitación al frente, denominada atrio, y una al fondo, el tablinum, donde se sepulta al matrimonio. En pintura, se destacan los frescos de las tumbas de Tarquinia, cuyo tratamiento planista de contornos definidos denota un conocimiento de las proporciones humanas y un dominio del escorzo

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ROMA

Aproximadamente en el S X A.C., se establecen en Italia los etruscos, que viven en ciudades – estado coaligadas, gobernadas por monarcas cuyo poder fue progresivamente limitado por la nobleza. De economía agrícola – ganadera, desarrollaron la metalurgia y la cerámica y practicaron el comercio marítimo por el Mediterráneo y el comercio terrestre con Europa Oriental. La sociedad estaba conformada por nobles, que eran propietarios de la tierra, campesinos, artesanos, comerciantes y numerosos esclavos producto de su expansión militar. Su religión, influenciada por el contacto con los griegos que colonizaron el sur de Italia, era politeísta y antropomorfista e implicaba una fuerte creencia en la vida de ultratumba y la existencia de ritos de adivinación. La incorporación y reelaboración de la mitología griega y su iconografía se aprecia en el Centauro Vulci, de indudable parentesco con los kouroi griegos, pero en el que, según una costumbre etrusca, se han sacrificado las proporciones para destacar la cabeza. Algo similar sucede con el Sarcófago de los esposos de Caere, cuyos rostros presentan la convencional sonrisa arcaica pero reproducen usos y costumbres etruscas como la cabeza del hombre curiosamente teñida de rubio dejando negra la barba, la pose reclinada del matrimonio en el banquete fúnebre, y la escasa importancia de la parte inferior de los cuerpos en relación a la parte superior, más trabajada. La enorme afición de los etruscos por la vida hogareña ultraterrena motivó la construcción de las Tumbas adosadas en serie de Caere, que nos permiten imaginar las ciudades de los vivos. Las tumbas de Caere pueden presentar, como la Tumba de los Capiteles, una habitación al frente, denominada atrio, y una al fondo, el tablinum, donde se sepulta al matrimonio. En pintura, se destacan los frescos de las tumbas de Tarquinia, cuyo tratamiento planista de contornos definidos denota un conocimiento de las proporciones humanas y un dominio del escorzo aplicados a la decoración semejantes a las cerámicas griegas de figuras negras.

Centauro VulciSarcófago de los esposos de Caere

Tumbas adosadas en serie de Caere

Tumba de los Capiteles

De hecho, obras como la Tumba de los Augures suelen atribuirse a autores griegos, aunque poseen elementos etruscos, como la vara curva que sostiene el árbitro de los luchadores que gesticula en dirección a ellos, al que en principio se interpretó como un augur o adivino, dando nombre al recinto. Pero es en la arquitectura y en el urbanismo donde los etruscos se constituyen en antecedente fundamental de los romanos, a quienes legaron el empleo del arco de medio punto (de origen mesopotámico) construido con dovelas tal como se aprecia en La Puerta del Arco de Volterra, los templos con cella ampliada elevados sobre un podio con escalinata frontal, las columnas toscanas (con fuste liso), la vivienda organizada en torno al atrio y el tablinum y el plano urbano en damero empleado por ejemplo en la colonia etrusca de Marzabotto.

En el S VIII A.C. se produce la fundación de Roma por campesinos latinos y sabinos. La ciudad es gobernada por un rey, aconsejado por un Senado. Una Asamblea por curias (circunscripciones territoriales) vota las leyes. Los patricios, que se agrupan en gentes por descender de un antepasado común, tienen acceso al gobierno, al ejército, al sacerdocio y a la justicia. Los plebeyos son agricultores, artesanos y comerciantes sin derechos políticos ni protección legal, amenazados de esclavitud por deudas.

En el S VI A.C. la monarquía da paso a un sistema de gobierno representativo: la República. En este régimen los magistrados, cuyos cargos son colegiados, anuales, honorarios, no acumulativos y no reelegibles, proponen las leyes que votarán las asambleas de ciudadanos.

Tumba de los Augures

La Puerta del Arco de Volterra

El Senado, integrado en forma vitalicia por ex – magistrados, dirige la política exterior, administra los territorios conquistados y controla las finanzas. La conquista de Italia requiere la ampliación del ejército, lo que motiva la incorporación de los plebeyos, que obtendrán además la ley escrita, el acceso a cargos políticos y sacerdotales, tierras en las zonas conquistadas, la abolición de la esclavitud por deudas, la autorización de los matrimonios mixtos y un magistrado defensor, el tribuno de la plebe. Serán considerados ciudadanos los hombres libres, hijos de padre ciudadano y matrimonio regular, lo que les da derecho a la propiedad privada, a la justicia, y a participar en el gobierno y en el culto religioso, y la obligación pagar impuestos y servir al ejército entre los 17 y los 46 años. El ejército es organizado, disciplinado, bien armado y numeroso. Para ampliarlo se otorga cada vez a más pueblos la ciudadanía romana. En él, los extranjeros aprenden el idioma y las costumbres romanas, constituyendo un factor fundamental de romanización. Como consecuencia de la expansión, Roma se enriquece a costa de las provincias, surge un sector social dedicado al comercio y las finanzas, se desarrolla el latifundio esclavista, se empobrecen los pequeños propietarios que pasarán a ser jornaleros o irán a Roma a vivir de los repartos gratuitos de alimento o de la venta de votos, se produce una helenización cultural por la conquista de Grecia (traducción de obras griegas al latín, saqueo de obras de arte, captura de preceptores cultos para los hijos de los sectores sociales altos), un refinamiento del gusto acorde con el nuevo poder adquisitivo y el cosmopolitismo, una desvalorización de la tradicional austeridad romana, y el ascenso de los jefes militares que derivará en el Imperio.

A partir del S I A.C., el Imperio romano se expandirá por el Mediterráneo, romanizando a los pueblos conquistados mediante la urbanización, y difundiendo el latín, el derecho (que incluye conceptos de validez actual como propiedad privada, contrato, alquiler, divorcio, etc.) y por último, el cristianismo.

Con el Imperio surge el mecenazgo, sobre todo oficial, dado que, a partir de Augusto (para quien Vitruvio escribiera los “Diez libros de Arquitectura”) el urbanismo, la arquitectura y la escultura propagandística serán instrumentos fundamentales de la expansión romana.

Tanto la arquitectura como el urbanismo, caracterizados por su funcionalidad, eran necesariamente los terrenos en los que más había de desarrollarse un pueblo como los romanos, que consideraban superfluo e incomprensible todo lo que no fuera de utilidad práctica (en sus textos pueden leerse expresiones como “estos locos griegos” cuando se habla de cuestiones artísticas o filosóficas). Emplearon el arco, la bóveda y la cúpula. La sustitución del adintelado por el abovedado elimina la relación visible entre carga y soporte, cubriendo vastas áreas sin ayuda de columnas y determinando por ende amplios espacios interiores. Es precisamente ese dominio del espacio interior el que lleva a Zevi a considerar a la civilización romana como el origen de la arquitectura. Construyeron sus muros de hormigón, invento oriental elaborado con cal, arena, roca, cenizas volcánicas y cascotes irregulares de piedra que hace innecesario tallar las piedras para hacerlas encajar, los recubrieron en sus dos caras de mampostería (superposición regular de piedras sin labrar) y los revistieron decorativamente de ladrillo o piedra. Para Norberg - Schulz la ciudad era concebida como un microcosmos, de ahí la afinidad entre las palabras latinas “orbis” (mundo) y “urbs” (ciudad). Para su construcción emplearon el plano en damero, ubicando en el cruce de sus dos arterias principales (el cardo, con dirección norte sur y el decumano, con dirección este oeste), el foro, plaza pública de forma rectangular

A diferencia de los griegos, que distinguían el área religiosa (temenos) del área política (ágora), los romanos reunían en el foro el Capitolio, templo dedicado a Júpiter (Zeus), Juno (Hera) y Minerva (Atenea), la Curia, sala para la asamblea urbana, la basílica, edificio para el ejercicio de la justicia, la cárcel, pórticos, monumentos y mercados. En los Mercados Trajanos de Roma, por ejemplo, las tiendas daban una gran sala cubierta por bóvedas de arista. En Roma los arqueólogos han logrado distinguir como recintos autónomos los foros de César, Augusto, Domiciano y Trajano. Además del foro, en toda ciudad romana encontramos templos, termas, edificios para espectáculos, desembocaduras de carreteras y acueductos, construcciones simbólicas como arcos de triunfo y columnas votivas y, por supuesto, viviendas.

Los templos podían adoptar diversas formas. Algunos, como La Maison Carrée de Nîmes, continúan la tradición etrusca. Elevado sobre un podio, se accede a él por una escalinata frontal. La cella cubre toda la planta, a excepción del pórtico cuyas columnas corintias son excentas. Atrás y a ambos lados de la cella las columnas están embebidas en los muros, por lo que se le considera pseudo períptero. Pero el más célebre templo romano es el Panteón de Adriano. Dedicado a todos los dioses, es una construcción cilíndrica techada por una cúpula semiesférica y precedida de un pórtico de estilo griego sostenido por columnas corintias y coronado por un frontón triangular. Como el nivel del suelo era más bajo que ahora, el cilindro no se veía de frente, por lo que su aspecto original no difería mucho del que presentaba el resto de los templos romanos.

Maison Carrée de Nimes

Panteón de Adriano

Planta del Panteón

Sección

Interior

La altura del cilindro es igual al radio de la cúpula (21 m). Esta posee en su parte superior una abertura denominada oculus de casi 9 m de diámetro, por donde se ilumina el edificio. El grosor de la cúpula decrece desde donde se apoya el tambor hasta el óculus, de 6 m a 1.8 m. Su peso se reparte entre los arcos de descarga que se encuentran dentro de la masa de hormigón y que son visibles en el exterior del tambor, y los ocho pilares situados entre las excedras. No necesita “piedra clave” (piedra central que sostiene un arco o una cúpula una vez retirada la estructura de madera en la que se apoya para su construcción) porque está hecha de hormigón e hiladas horizontales de ladrillos. Está revestida en su interior por un artesonado en casetones cuyas dimensiones se reducen al acercarse a óculus y que constituye una adecuación de un elemento griego (techo plano artesonado) al espíritu romano. Los casetones, además, resaltan, mediante el juego de luces y sombras, la esfericidad de la cúpula, que lisa se vería plana. La cúpula simbolizaba la esfera celeste, y Adriano vería probablemente reforzada su imagen de señor del Universo al presidir allí ceremonias oficiales rodeado por las imágenes divinas situadas en las excedras. En el interior del Panteón, nada obstaculizaba la percepción de su forma: en el primer nivel todos los nichos radiales, semicirculares en los ejes principales y rectangulares en los ejes diagonales, están empotrados en los gruesos muros y cubiertos por columnas. Sólo el nicho de la cabecera del eje principal está libre. En el segundo nivel se alternan rítmicamente macizos cuadrados claros coronados por rectángulos con vanos rectangulares oscuros coronados por triángulos. Las columnas decorativas encausan la atención del espectador y le facilitan la percepción de las proporciones, constituyendo un orden a escala humana dentro de un edificio monumental. El pavimento reproduce la relación círculo – cuadrado del edificio y relaciona el piso con la decoración del techo.

La basílica, origen arquitectónico de la iglesia cristiana, es un edificio de planta rectangular, con tres naves separadas por hileras de columnas, que puede presentar un ábside de perfil semicircular en el muro opuesto a la entrada. La iluminación proviene de aberturas ubicadas en el extremo superior de las paredes de la nave central, que es más alta que las naves laterales. En el interior, las estatuas de los emperadores, vinculadas a los dioses, protegían el ejercicio de la justicia. El techo se realizaba de madera y recién en la última época del Imperio se utilizó la bóveda.

Las termas eran instalaciones de acceso popular, debido a lo cual se construyeron a escala monumental. Además de las instalaciones de aire caliente, agua caliente, agua tibia y agua fría, el edificio contenía vestuarios, palestras (salas para ejercicios de lucha), bibliotecas, centros de conferencias, pórticos, pasillos, patios y jardines. La planta fue evolucionando desde una distribución irregular de los espacios hasta un trazado estrictamente simétrico al estilo de las Termas de Caracalla. Las perforaciones en los muros permitían el pasaje de la luz y alivianaban la pesadez de la construcción. Para techarlas se emplearon bóvedas y cúpulas, constituyendo un importante sujeto de experimentación arquitectónica. El calor provenía de un horno que calentaba una cámara de aire, que a su vez calentaba el agua. Los revestimientos de ladrillos y mosaicos mantenían la temperatura. La permanencia del público dentro del edificio determina la búsqueda de ambientes cerrados placenteros, concentrando la decoración, que incluye obras de arte, en el interior, y descuidando el aspecto externo, planteo desconocido en la arquitectura pública anterior que terminará siendo adoptado por la arquitectura religiosa cristiana. Las Termas de Caracalla estaban rodeadas de murallas. En la intersección de sus ejes principales (N – S, E – W) está el núcleo del edificio: una sala de gran altura cubierta por bóvedas de arista. A su alrededor, distribuidas en forma simétrica, se encuentran las estancias habituales. Para cubrir espacios cuadrados con cúpulas de base redonda, los arquitectos emplearon pechinas, triángulos cóncavos que rellenan las esquinas superiores de la habitación.

Termas de Caracalla

Considerados fundamentales para el mantenimiento del sistema de vida romano, según la famosa máxima “pan y circo”, que considera satisfechas las necesidades de la población con alimento y distracción, los edificios para espectáculos podían ser teatros, que a diferencia de los griegos se elevan sobre plataformas artificiales sin necesitar una colina para construir las gradas, circos de planta alargada para carreras de carros, y anfiteatros que resultan de la unión de dos teatros semicirculares. El Coliseo es el anfiteatro mejor conservado. Los espectáculos que exhibía eran luchas de gladiadores, entre hombres y fieras, y simulacros de combates marinos. Tiene cuatro plantas, con corredores techados que combinan bóvedas de medio cañón y de arista, organizados para la ordenada entrada y salida del público, que podía llegar a 50.000 espectadores. Bajo la arena, posee instalaciones de 12m de profundidad: corredores, recintos para jaulas, maquinarias, etc. El exterior combina los tres órdenes clásicos griegos: un primer piso de semicolumnas con capiteles dóricos, un segundo de semicolumnas con capiteles jónicos, un tercero de semicolumnas con capiteles corintios y un cuarto de pilastras con capiteles corintios. El empleo de los órdenes no es estructural sino ornamental, no existiendo por ejemplo la diferencia de proporciones habitual entre una columna dórica y una jónica. Las columnas demuestran el aprecio romano por la cultura griega y dan la impresión de reducir la escala del edificio, humanizando su monumentalidad.

Coliseo Romano

Obras de ingeniería como carreteras, puentes y acueductos modificaban la topografía del Imperio. El Acueducto de Segovia, construido entre los siglos I y II D.C., todavía lleva agua a la ciudad. Siendo una obra demasiado importante para una ciudad tan pequeña, probablemente Roma aportó los ingenieros y la provincia la financiación y la mano de obra. El agua se traslada por inclinación de la tubería situada en la parte superior del acueducto, denominada ático y sostenida por una arcada doble o triple según el relieve del tramo. Los pilares y los arcos fueron construidos con sillares de piedra sin argamasa; sólo en el ático se empleo mampostería. Se trata de una obra tosca, sin terminaciones ni adornos, cuya belleza está en la repetición y el ritmo de los arcos de medio punto sostenidos por pilares.

La vivienda patricia es la domus, cuya planta no admite grandes variaciones. La entrada está en el centro del lado anterior y conduce al atrio, espacio central con abertura en el techo por donde entran luz, aire y agua de lluvia. Esta última se recogía en un estanque, el impluvium, situado bajo la abertura y conectado a cisternas subterráneas. En línea recta con la entrada, al otro lado del atrio y conforme a la típica axialidad romana, está la habitación principal ocupada por el señor de la casa: el tablinum. El resto de las habitaciones da al atrio y se ordena simétricamente. A partir del contacto con los griegos los romanos añadieron el peristilo (patio porticado) en la parte posterior de las casas, sin alterar la parte anterior. Los sectores altos también poseían residencias de veraneo en el campo, denominadas villas. Estas incluían, además de la domus, sótanos, instalaciones deportivas, parques, jardines, fuentes, canales, etc., y podían combinarse con explotaciones agrícolas. Algunas contaban con sistemas de calefacción y termas. Mosaicos y pinturas decoraban pisos y paredes, estatuas los jardines. Entre ellas se destaca la Villa de Adriano, emperador que gobernó en una época de paz y se dedicó a viajar por las provincias satisfaciendo sus gustos artísticos. Comprendía edificios para huéspedes, lugares de culto, estanques, etc. , y podían combinarse con explotaciones agrícolas

Acueducto de Segovia

Domus

Villa de Adriano

Algunas contaban con sistemas de calefacción y termas. Mosaicos y pinturas decoraban pisos y paredes, estatuas los jardines. Entre ellas se destaca la Villa de Adriano, emperador que gobernó en una época de paz y se dedicó a viajar por las provincias satisfaciendo sus gustos artísticos. Comprendía edificios para huéspedes, lugares de culto, estanques, etc. El contraste entre una arquitectura de vanguardia, con plantas octogonales complejamente abovedadas, y una decoración ecléctica con esculturas griegas, romanas y egipcias, muestra el cosmopolitismo de la Roma imperial. Los desposeídos de la ciudad habitaban las insulae, viviendas colectivas de hasta cuatro pisos. Un patio interior daba luz y aire a las habitaciones que daban al frente. Las estancias eran pequeñas, raramente tenían agua corriente y casi nunca baños. En la planta baja había comercios. Se construían con un armazón de madera relleno con piedras y argamasa revistiendo los muros con estuco. Eran frecuentes los incendios y los derrumbes. Las viviendas romanas mejor conservadas son las de Pompeya y Herculano, en cuyas paredes encontramos una importante muestra de pintura al fresco. Su tratamiento tridimensional se basa más que nada en el claroscuro, y, aunque no desconocieron la perspectiva, no emplearon la perspectiva central en la que todas las líneas de fuga confluyen en un punto, por lo que las obras carecen generalmente de continuidad. Los historiadores del arte reconocen en Pompeya y Herculano diferentes estilos: la mera imitación del mármol que reproduce a bajo costo el aspecto de los palacios helenísticos; el ilusionismo tridimensional de la Villa de los Misterios de Pompeya, donde personajes humanos y divinos que resaltan sobre el fondo planista de color rojo comparten ritos en honor a Baco, el dios del vino; la inserción de distintas imágenes en paneles decorativos de fondo liso enmarcados por líneas horizontales y verticales de la Habitación de Boscotrecase; y la complejidad decorativa que combina la tridimensionalidad con el uso del dorado y el grutesco, ornamento de inspiración vegetal con tallos simétricos en forma de espiral, como en el Cuarto de Herculano. La dudosa calidad de algunas de estas pinturas, que incluyen copias de modelos griegos, se explica por su pertenencia a ciudades de veraneo para romanos ricos.

Villa de los Misterios Pompeya

Habitación de Boscotrecase

Cuarto de Herculano

Las dos manifestaciones escultóricas más sobresalientes de Roma son el retrato y el relieve conmemorativo. El retrato, es decir, la reproducción de los rasgos fisonómicos particulares de un individuo, proviene de la costumbre etrusca de aplicar máscaras de cera al rostro de los muertos y se nutre de la habilidad escultórica de los esclavos griegos del período helenístico. Si la máscara de cera no constituye en sí una obra de arte, el retrato esculpido lo es porque implica la captación del mundo interior del retratado. El Retrato de anciano, por ejemplo, refleja una larga biografía de militar y patricio. La costumbre republicana de guardar imágenes de los antepasados en el atrio, ilustrada en la Estatua Barberini, donde la rigidez de los rostros contrasta con la flexibilidad de la toga del patricio que porta los retratos, respondió a una prerrogativa al principio exclusiva del patriciado y posteriormente extendida a los plebeyos. A partir del Imperio el retrato pasa de la esfera familiar al ámbito oficial. El ejemplo más conocido es el Augusto de Primaporta, considerado el típico compromiso de un escultor griego trabajando para un patrón romano: cuerpo idealizado y rostro – retrato fiel. Sabemos que el rostro es el de Augusto porque se conservan otros retratos del emperador. Pero para esculpir el resto, el artista se basó en el Doríforo, cambiándole el gesto y agregándole el traje militar, aunque con una armadura tan ajustada que revela los músculos del torso igual que la desnudez de su precedente griego. En vez de tener una expresión vaga e indiferente, Augusto mira resueltamente al frente y a lo lejos, la cabeza ligeramente girada hacia el brazo que se extiende hacia el frente incorporando el espacio que tiene frente a él. Tanto su pose como la combinación grecorromana tienen antecedentes: la primera en el Arringatore u Orador, cuya imagen sin embargo es de gran sencillez. La segunda en el Mariscal de Tívoli, con su contraste entre el torso joven idealizado y el naturalismo de su anciano rostro.

Retrato de anciano

Estatua de Barberini

Augusto de

Primaporta

Arringatore

Mariscal de Tívoli

Se trata de una estatua frontal, concebida para ser colocada delante de una pared. El contrapposto del Doríforo se ha perdido, pero la escultura no carece de equilibrio. Augusto, el creador de la “pax romana”, levantó un monumento a la que consideraba la mayor de sus obras: el Ara Pacis. Se trata de un altar de mármol de forma prismática al que se accede por una escalinata central que se prolonga en su interior, decorado interna y externamente con relieves decorativos y alegóricos, enmarcados por bandas con motivos geométricos y vegetales. Uno de esos relieves representa una procesión religiosa imperial que tuvo lugar en el año 13 A.C. A la izquierda, tras un conjunto de sacerdotes, un hombre carga un hacha para el sacrificio de los animales. Lo sigue el alto general Agripa, de cuyo ropaje tira un niño que vuelve la cabeza hacia una mujer. El tratamiento de las figuras humanas es similar al de la Procesión de las Panateneas del Partenón pero, a diferencia del friso griego, no se trata de un acontecimiento intemporal sino que tiene fecha concreta y personajes reconocibles. El relieve histórico se utilizó frecuentemente para decorar arcos de triunfo y columnas votivas, como vehículo de propaganda oficial. Los arcos de triunfo conmemoraban victorias militares. Al pasar por debajo, el ejército se purificaba de la sangre derramada y entregaba su logro a los dioses. Arquitectónicamente combinan el adintelado griego con el arco romano, empleando como ornamento las columnas adosadas además de los relieves. El Arco de Tito celebra la victoria del emperador sobre los hebreos, y por eso los soldados aparecen transportando como botín objetos sagrados del templo de Jerusalén. A la derecha, la procesión desaparece bajo un arco del que sólo vemos la mitad.

Ara Pacis

Ara pacis (detalle)

Arco de Tito

bajorelieve

La Columna Trajana fue erigida para conmemorar las victorias del emperador Trajano (con quien el Imperio llegó a su máxima extensión) sobre los dacios, pueblo de la actual Rumania. Debía señalar la altura de las tierras retiradas para construir el Foro de Trajano, y servir como tumba al emperador. Es hueca y está recorrida en su interior por una escalera de caracol. En el exterior, el mármol fue esculpido como una cinta que envuelve la columna y en la que se van desarrollando, con ordenamiento cronológico, escenas de lucha enmarcadas en fondos arquitectónicos y paisajísticos. La obra presenta un tratamiento esquemático que permite su captación por el espectador. Por ejemplo, en una escena donde los romanos son atacados, los dacios se sitúan a nivel del espectador y la muralla romana se ve de arriba, aunque los soldados que lo defienden también están de frente al espectador. Tampoco se respeta la escala entre hombres y edificios. El relato histórico no excluye la presencia de seres mitológicos, como la Victoria alada que escribe sobre un escudo. Hacia la parte superior de la columna el relieve se hace más profundo para aumentar la visibilidad de lo que está más lejano al espectador.

Columna Trajana