Ron Mann

2
erevis thc S i existe una película que pue- de representar el ánimo de los años 60 norteamericanos, década que pasó a la historia resumida en drogas, hippies y rock and roll, esa película es Busco mi destino (1969). “Durante los 80, que fueron los años de Reagan, se intentó reescri- bir la historia, diciendo que los 60 habían sido un fracaso. Pero yo me rehúso a suscribir a aquella frase que se dice al final de Busco mi destino: ‘La arruinamos’. Y ahora veo que hay un movimiento muy poderoso entre la gente joven. Es una mili- tancia que habla de cambiar hábitos de consumo con una búsqueda real- mente humanista, sentir realmente que estamos vivos”. Esto decía Ron Mann en 2004 cuando en el Teatro San Martín, en Buenos Aires, se ha- cía una retrospectiva de casi toda su obra documental en ocasión de la edición argentina de Grass (1999), quizás la primera película sobre ma- rihuana que dejó en claro a todo el mundo, en contra y a favor, que el problema no son las drogas sino las leyes que las regulan. Pero antes y después de Grass, el canadiense Ron Mann supo ga- narse una buena reputación por otras películas que suelen desglosar lo que podría llamarse la cultura popular de la contracultura. A sa- ber: Tales of the Rat Fink (2006), donde sumerge en el culto a una rata vulgar y maloliente diseñada en los 50 como el opuesto exacto de Mickey Mouse, que supo cose- char hordas de seguidores dentro de la llamada Kustom Kulture. O Go Further (2003), sobre el via- je ecologista de Woody Harrelson (actor archiconocido y voz en off de Grass ) y un grupo de activis- tas en un micro que se mueve con biodiesel a base de cáñamo, des- de Seattle hasta Los Ángeles, con la idea de ir regando un mensa- je sobre la Tierra y cómo cuidarla, practicando yoga y alimentándose de comida orgánica. Comic Book Confidencial (1988) es su documental sobre historietas donde los grandes de ese arte tan po- pular en Estados Unidos, como Art Spiegelman (el creador de Maus), cuentan sus aventuras y desventu- ras en el difícil mercado editorial. Es que nadie le niega la palabra a Mann. Parece ser que nunca nadie se ha sentido decepcionado por él. Es lo que pasa en Poetry in Motion (1982), donde Charles Bukowski, William Burroughs, Allen Ginsberg, los hongos, bueno, vos sabés que es un mito que la marihuana te lleva a otras drogas más fuertes. Yo debería decir que, en el caso de mi película Grass, efectivamente me llevó hacia los hongos. ¿Cómo exactamente? Por otro director de cine, muy amigo mío, Jim Jarmush, que es un micó- filo, un amante de los hongos. Vino a mi oficina porque estaba buscando material, escenas de hongos, mayor- mente psicotrópicos, en películas. Y yo tenía una base de datos de pelí- culas sobre drogas que había armado para Grass. ¿De dónde sacaste todo ese material? Soy un ratón de biblioteca. Podría vivir en una biblioteca y ser feliz ahí. Y la historia suele estar en los out-takes de la televisión. Mi men- tor fue un documentalista político y también director de cine, Emilio De Antonio: todas sus películas tie- nen material histórico. Y Grass fue completamente. Pensaba: lucen as- querosos. Después recapacité porque supe que John Cage escribió músi- ca y poesía a los hongos. Y leí a Terence McKenna, un visionario psi- codélico… Era un espacio que debía chequear, investigar. Y algunos años más tarde fui a Telluride con una cá- mara, sólo para ver de qué iba todo esto y conocí a Larry Evans, el gurú de los hongos. Y a Gary Lincoff, que es un experto en hongos, que escribió la Audubon, Guía de Campo de Hon- gos. No querés ir al bosque sin ese libro. Y estos dos tipos me metieron en el bosque y salí siendo una perso- na completamente diferente. ¿Cómo se manifestó ese cambio a través de los hongos? Primero mirando bajo mis pies y empezando a prestar atención a la naturaleza. Creo que la película no es realmente sobre hongos, es sobre cómo la naturaleza puede instruir- nos si le prestás atención. Fue ahí, jugando a una especie de “dónde ¿Sabías que el ADN de los hongos es más cercano a los humanos que las plantas? Jamás había considerado eso. Yo sacaba los hongos de la pizza, los despreciaba com- pletamente. hecha con muchísimas propagandas antidrogas del gobierno, porque la política de drogas se funda con la propaganda. Por cierto, después de ver 400 películas antidrogas lo único que querés es probarlas, ¡exac- tamente lo opuesto! Bueno, la cosa es que Jim iba a dar una charla en el Telluride Mushroom Festival (don- de transcurre gran parte de Know Your Mushrooms). ¿Cuánta gente junta el festival? ¿100? ¿200 personas? No, ¡más o menos 500! Y puede vol- verse mucho más grande. La gente llega desde todo el mundo porque la zona, Telluride, es muy rica en mice- lios, entonces muchos hongos crecen ahí. Yo no conocía nada de todo eso, por eso cuando Jim me decía cosas como: "¿Sabías que el ADN de los hongos es más cercano a los huma- nos que a las plantas?". Para mí fue como… yo jamás había considerado eso. Yo era una persona que sacaba los hongos de su pizza, los despreciaba está Wally” en el bosque, con esta gente loca… fue como una búsque- da del tesoro entre adultos. Aprendí que los hongos son medicinales, que efectivamente te pueden curar y cu- rar el planeta. ¿Cómo es esto de que pueden curar el planeta? Se llama “mico-remediation” (reme- dio de los hongos), un proceso por el cual ciertos hongos son aplicados sobre derrames de petróleo y chupan las toxinas. Y la parte más extraña es que vos podés cortar el hongo y no encontrás ningún residuo de aceite. Creo que los hongos son misterio- sos, mágicos. Esto es lo que atrae a todos los artistas. Incluso los hongos no psicoactivos son mágicos. Claro. Después está el tipo de hon- go divertido, esos que podés tomar y pasar un buen rato mirando un árbol durante seis horas, que es lo que yo hice. Creo que los hongos THC · 35 John Cage, Tom Waits y tantos otros poetas estadounidenses intentan, ha- ciendo cualquier cosa menos leer poesía, explicar a la generación Beat. La última vez que Mann estuvo en Buenos Aires, adonde viaja en promedio una vez por año, fue para presentar Know your Mushrooms (Conoce tus hongos, 2008) en el últi- mo BAFICI. Al contrario de lo que se podría intuir, la película no tra- ta solamente de hongos psicoativos sino de todos los hongos mágicos, esos que unen subterráneamen- te a todos los árboles y plantas del planeta, los que regulan el medio ambiente y los que chupan derra- mes de petróleo hasta hacerlos, literalmente, desaparecer. Se sabe, él siempre lo cuenta, que a todos los lugares donde va, la gente le regala valijas de porro. Desde hace poco también le regalan hongos. Nosotros, para romper la monoto- nía, sumamos a la cortesía algunas hojas de coca y unos mates. Como buen conocedor de sustancias, in- terpreta perfectamente el regalo y se pone inmediatamente a mascar las hojas mientras se hacen las fotos. Sobre el mate, tampoco hay nada que explicar, dice Ron que estar en Buenos Aires, para él, es como es- tar en familia. ¿Cuál fue la reacción general ante Know Your Mushrooms? Las dos funciones en Buenos Aires estaban completas. Fue muy diverti- do, debería decir “fun-gi” (juego de palabras entre divertido –"fun"– y hongos –"fungi"–). Grass fue exhibi- da y editada en Argentina, creo que mucha gente vino porque la película tiene cierta reputación… Más bien, yo tengo la reputación de hacer pelí- culas sobre drogas recreativas. Es una buena reputación que tengo, es de- cir, después de Grass yo era el chico del póster de marihuana. Viajé por el mundo mostrando la cinta y no me crucé ni siquiera con una persona que pensara que los usuarios de ma- rihuana deben ser criminalizados. Siempre tenías qué fumar, entonces. Claro, y uno es lo que fuma. Donde fuera, yo tenía porro. Tenés que probar el prensado para- guayo. No es muy bueno pero pega. (Lo huele y le encanta: “Es sativa”. Cuando lo prueba no le gusta tanto. Explica que le resulta liviano. Más tarde lo agradece: dice que quedó puesto). Volviendo a la película de El creador de Grass reflexiona sobre su último documental, Conoce tus hongos, y reconoce que se volvió micocéntrico. Toma suplementos de hongos, los pide en los restaurantes, se pega terribles viajes y asegura: “Los hongos colaboraron en la evolución de la civilización” Tengo muchas pregunTas para esos hombreciTos RON MANN Y SU PASIÓN POR LOS HONGOS Por Celeste Orozco Fotos Sub.Coop

Transcript of Ron Mann

Page 1: Ron Mann

entrevista thc

Si existe una película que pue-de representar el ánimo de los

años 60 norteamericanos, década que pasó a la historia resumida en drogas, hippies y rock and roll, esa película es Busco mi destino (1969). “Durante los 80, que fueron los años de Reagan, se intentó reescri-bir la historia, diciendo que los 60 habían sido un fracaso. Pero yo me rehúso a suscribir a aquella frase que se dice al final de Busco mi destino: ‘La arruinamos’. Y ahora veo que hay un movimiento muy poderoso entre la gente joven. Es una mili-tancia que habla de cambiar hábitos de consumo con una búsqueda real-mente humanista, sentir realmente que estamos vivos”. Esto decía Ron Mann en 2004 cuando en el Teatro San Martín, en Buenos Aires, se ha-cía una retrospectiva de casi toda su obra documental en ocasión de la edición argentina de Grass (1999), quizás la primera película sobre ma-rihuana que dejó en claro a todo el mundo, en contra y a favor, que el problema no son las drogas sino las leyes que las regulan.

Pero antes y después de Grass, el canadiense Ron Mann supo ga-narse una buena reputación por otras películas que suelen desglosar lo que podría llamarse la cultura popular de la contracultura. A sa-ber: Tales of the Rat Fink (2006), donde sumerge en el culto a una rata vulgar y maloliente diseñada en los 50 como el opuesto exacto de Mickey Mouse, que supo cose-char hordas de seguidores dentro de la llamada Kustom Kulture. O Go Further (2003), sobre el via-je ecologista de Woody Harrelson (actor archiconocido y voz en off de Grass) y un grupo de activis-tas en un micro que se mueve con biodiesel a base de cáñamo, des-de Seattle hasta Los Ángeles, con la idea de ir regando un mensa-je sobre la Tierra y cómo cuidarla, practicando yoga y alimentándose de comida orgánica.

Comic Book Confidencial (1988) es su documental sobre historietas donde los grandes de ese arte tan po-pular en Estados Unidos, como Art Spiegelman (el creador de Maus), cuentan sus aventuras y desventu-ras en el difícil mercado editorial. Es que nadie le niega la palabra a Mann. Parece ser que nunca nadie se ha sentido decepcionado por él. Es lo que pasa en Poetry in Motion (1982), donde Charles Bukowski, William Burroughs, Allen Ginsberg,

los hongos, bueno, vos sabés que es un mito que la marihuana te lleva a otras drogas más fuertes. Yo debería decir que, en el caso de mi película Grass, efectivamente me llevó hacia los hongos.

¿Cómo exactamente?Por otro director de cine, muy amigo mío, Jim Jarmush, que es un micó-filo, un amante de los hongos. Vino a mi oficina porque estaba buscando material, escenas de hongos, mayor-mente psicotrópicos, en películas. Y yo tenía una base de datos de pelí-culas sobre drogas que había armado para Grass.

¿De dónde sacaste todo ese material?Soy un ratón de biblioteca. Podría vivir en una biblioteca y ser feliz ahí. Y la historia suele estar en los out-takes de la televisión. Mi men-tor fue un documentalista político y también director de cine, Emilio De Antonio: todas sus películas tie-nen material histórico. Y Grass fue

completamente. Pensaba: lucen as-querosos. Después recapacité porque supe que John Cage escribió músi-ca y poesía a los hongos. Y leí a Terence McKenna, un visionario psi-codélico… Era un espacio que debía chequear, investigar. Y algunos años más tarde fui a Telluride con una cá-mara, sólo para ver de qué iba todo esto y conocí a Larry Evans, el gurú de los hongos. Y a Gary Lincoff, que es un experto en hongos, que escribió la Audubon, Guía de Campo de Hon-gos. No querés ir al bosque sin ese libro. Y estos dos tipos me metieron en el bosque y salí siendo una perso-na completamente diferente.

¿Cómo se manifestó ese cambio a través de los hongos?Primero mirando bajo mis pies y empezando a prestar atención a la naturaleza. Creo que la película no es realmente sobre hongos, es sobre cómo la naturaleza puede instruir-nos si le prestás atención. Fue ahí, jugando a una especie de “dónde

¿Sabías que el ADN de los hongos es más cercano a los

humanos que las plantas? Jamás había considerado eso.

Yo sacaba los hongos de la pizza, los despreciaba com-

pletamente.

hecha con muchísimas propagandas antidrogas del gobierno, porque la política de drogas se funda con la propaganda. Por cierto, después de ver 400 películas antidrogas lo único que querés es probarlas, ¡exac-tamente lo opuesto! Bueno, la cosa es que Jim iba a dar una charla en el Telluride Mushroom Festival (don-de transcurre gran parte de Know Your Mushrooms).

¿Cuánta gente junta el festival? ¿100? ¿200 personas?No, ¡más o menos 500! Y puede vol-verse mucho más grande. La gente llega desde todo el mundo porque la zona, Telluride, es muy rica en mice-lios, entonces muchos hongos crecen ahí. Yo no conocía nada de todo eso, por eso cuando Jim me decía cosas como: "¿Sabías que el ADN de los hongos es más cercano a los huma-nos que a las plantas?". Para mí fue como… yo jamás había considerado eso. Yo era una persona que sacaba los hongos de su pizza, los despreciaba

está Wally” en el bosque, con esta gente loca… fue como una búsque-da del tesoro entre adultos. Aprendí que los hongos son medicinales, que efectivamente te pueden curar y cu-rar el planeta.

¿Cómo es esto de que pueden curar el planeta?Se llama “mico-remediation” (reme-dio de los hongos), un proceso por el cual ciertos hongos son aplicados sobre derrames de petróleo y chupan las toxinas. Y la parte más extraña es que vos podés cortar el hongo y no encontrás ningún residuo de aceite. Creo que los hongos son misterio-sos, mágicos. Esto es lo que atrae a todos los artistas.

Incluso los hongos no psicoactivos son mágicos.Claro. Después está el tipo de hon-go divertido, esos que podés tomar y pasar un buen rato mirando un árbol durante seis horas, que es lo que yo hice. Creo que los hongos

THC · 35

John Cage, Tom Waits y tantos otros poetas estadounidenses intentan, ha-ciendo cualquier cosa menos leer poesía, explicar a la generación Beat.

La última vez que Mann estuvo en Buenos Aires, adonde viaja en promedio una vez por año, fue para presentar Know your Mushrooms (Conoce tus hongos, 2008) en el últi-mo BAFICI. Al contrario de lo que se podría intuir, la película no tra-ta solamente de hongos psicoativos sino de todos los hongos mágicos, esos que unen subterráneamen-te a todos los árboles y plantas del planeta, los que regulan el medio ambiente y los que chupan derra-mes de petróleo hasta hacerlos, literalmente, desaparecer.

Se sabe, él siempre lo cuenta, que a todos los lugares donde va, la gente le regala valijas de porro. Desde hace poco también le regalan hongos. Nosotros, para romper la monoto-nía, sumamos a la cortesía algunas hojas de coca y unos mates. Como buen conocedor de sustancias, in-terpreta perfectamente el regalo y se pone inmediatamente a mascar las hojas mientras se hacen las fotos. Sobre el mate, tampoco hay nada que explicar, dice Ron que estar en Buenos Aires, para él, es como es-tar en familia.

¿Cuál fue la reacción general ante Know Your Mushrooms?Las dos funciones en Buenos Aires estaban completas. Fue muy diverti-do, debería decir “fun-gi” (juego de palabras entre divertido –"fun"– y hongos –"fungi"–). Grass fue exhibi-da y editada en Argentina, creo que mucha gente vino porque la película tiene cierta reputación… Más bien, yo tengo la reputación de hacer pelí-culas sobre drogas recreativas. Es una buena reputación que tengo, es de-cir, después de Grass yo era el chico del póster de marihuana. Viajé por el mundo mostrando la cinta y no me crucé ni siquiera con una persona que pensara que los usuarios de ma-rihuana deben ser criminalizados.

Siempre tenías qué fumar, entonces.Claro, y uno es lo que fuma. Donde fuera, yo tenía porro.

Tenés que probar el prensado para-guayo. No es muy bueno pero pega. (Lo huele y le encanta: “Es sativa”. Cuando lo prueba no le gusta tanto. Explica que le resulta liviano. Más tarde lo agradece: dice que quedó puesto). Volviendo a la película de

El creador de Grass reflexiona sobre su último documental, Conoce tus hongos, y reconoce que se volvió micocéntrico. Toma suplementos de hongos, los pide en los restaurantes, se pega terribles viajes y asegura: “Los hongos colaboraron en la evolución de la civilización”

Tengo muchas pregunTas para esos hombreciTos

Ron Mann y su pasión poR los hongos

por Celeste OrozcoFotos Sub.Coop

Page 2: Ron Mann

THC · 37

nos limpian de nuestros propios tóxicos. Un investigador que filmé en Telluride, de la Universidad de Johns Hopkins, trabaja con personas que sufren depre-sión y enfermedades mentales. Él usa hongos psilocybes, tera-péuticamente, y se trata de una investigación en su etapa inicial porque los hongos son ilegales.

Contame del desfile que cierra el fes-tival de Telluride que aparece en la película.La gente va ofreciendo psilocibina y miel… Tipos vestidos como hongos que caminan por el desfile dosifican-do a todos y diciendo: “Amamos a los hongos”. ¡Todo el mundo está tripean-do! Telluride es un lugar muy especial.

Todas los que consumieron altas do-sis de hongos, Terence Mackenna incluido, dicen que el hongo habla. ¿A vos qué te dijo?Voy a ser franco con vos: Jim se co-munica con los hongos. Y hay algo especial con ellos. Yo estaba trabajan-do en la película cuando, de repente,

eNTrevISTA ThC: roN MANN

escuché en la radio "Go Ask Alice", de Jefferson Airplane (se refiere al tema “White Rabbit”). Sabés, se puede es-pecular sobre los hongos. Tengo que decirte que me uní al culto. Todo lo que hago tiene que ver con los hon-

clase de gente más conservadora que no entendió el mensaje?No, no. Porque la película es sobre hongos silvestres. Son sólo 20 minutos sobre psicotrópicos. Fui censurado en una escuela, no sabían de qué se trataba, sólo

es discutible porque la marihuana es un símbolo de la cultura de los 60 que ahora se volvió muy fuer-te. Los conservadores enmarcan el debate en torno a la marihuana pensando en todo lo que salió mal. Todo está reducido a sexo, drogas y rock and roll para ellos. Ahora los conservadores se dieron vuelta por razones económicas. La marihuana puede ser gravada con impuestos y podrían recaudarse 14 billones de dólares. Sin mencionar los 600 mil que se gastan al año debido a los arrestos. Y dicen esto muy lejos de los 60, en tiempos en que para la cultura ya es un tema bastante ma-sivo… Por Dios… ¡Obama fumó porro! Él lo admitió: ¡Yes We Can-nabis! (el slogan de campaña de Obama para ganar la presiden-cia fue “Yes, We Can” y la gente de NORML, el mayor organismo estadounidense por normalizar las leyes sobre la marihuana, del que Mann es miembro, lo transformó en “Yes, We Cannabis”).

Se han ensayado otro tipo de le-gislaciones en países europeos y el consumo no aumentó, que es el argumento más fuerte de los prohi-bicionistas.No hay razón para que las drogas sean ilegales. Fijate en Suecia o en Noruega, que tienen leyes menos dañinas… Simplemente son más relajados. Y sí, básicamente, tie-nen la misma cantidad de gente que fuma marihuana. Yo creo en el progreso, tengo bastante esperanza porque veo que internacionalmen-te está creciendo un movimiento. Lo podés ver en el movimiento por el medio ambiente. Cuando yo hice Go further fuimos conside-ramos pioneros. En el 2000 nadie hablaba de biodiesel a base de cá-ñamo, ahora es un pensamiento realmente masivo. Ahora la gen-te está hablando de calentamiento global, de la industria verde, de qué podemos hacer para reempla-zar al petróleo. Hay algo extraño en todas mis películas: en Grass hablábamos de que necesitábamos leyes de drogas menos dañinas, en Go further de que los productos a base de petróleo tenían que acabar-se… y en la película de los hongos le prestamos atención a los hongos silvestres. De alguna manera, todas mis películas hablan de esto, del status quo, de lo que la gente es y de lo que parece ser. Y proveen cier-ta decencia a estos temas.

De alguna manera, todas mis películas hablan del

status quo, de lo que la gente es y de lo que parece

ser. Y proveen cierta decencia a temas como la eco-

logía o las drogas.

En el Telluride Mushroom Festival conocí a Larry Evans, el

gurú de los hongos, y a Gary Lincoff que escribió la Audubon,

Guía de Campo de Hongos. Estos dos tipos me metieron en el

bosque y salí siendo una persona diferente.

gos. Tomo suplementos de hongos, pido hongos en un restaurante. Soy micocéntrico. Todo lo que se refiere a mí está relacionado con los hongos. No me han hablado todavía, pero me mantengo probando. Si me llaman, les voy a responder. Tengo muchísimas preguntas para esos hombrecitos.

¿Tuviste algún problema al mos-trar la película, quizás entre la

ÍDOLO. Después de Grass, la gente le regala valijas llenas de porro en cada lugar del mundo que visita.

DADO VUELTA. “Hacer películas de drogas es una buena reputación que tengo”.

Lo primero que pudimos ver de Know your Mushrooms –en la bonita página de la productora Films we like (“pe-lículas que nos gustan”)– no era un trailer, era la mejor parte de la pelí-cula. Gary Lincoff cuenta que estaba en Los Ángeles, caminando por uno de los cañones, buscando hongos, cuando dos personas se le acercaron a pre-guntarle si él conocía a Gary Lincoff. Lo buscaban para que los ayudara a encontrar una amanita muscaria por-que estaban decididos a abandonar este mundo. Gary les dijo, no sin mo-destia: Ese soy yo.

Entonces uno lo invitó a su casa, lo convenció diciéndole que tenía algo que quería compartirle. Fue. Naturalmen-te estaba algo nervioso porque no los conocía, y para peor, tenían una hela-dera llena de drogas, es decir, ninguna comida normal, no pan, no manteca, nada; solo drogas y algunos huevos. Y armas colgadas en las paredes. Para Larry, que vive en Nueva York, esas no eran la clase de cosas con las que sus vecinos adornan las habitaciones. La-

draban muchos perros por el barrio, no era esa la mejor escena.

Pero lo increparon, le dijeron que él estaba ahí, que tenía que compartir “eso” con ellos.

A pesar de ser un micólogo reco-nocido –autor de esa guía para andar en el bosque de la que Ron Mann dice que es el libro sin el cual no deberías ir al bosque–, Larry, hasta ese mo-mento, no había probado los hongos psicoactivos.

Los comió, lo apoltronaron en un sofá. Mirame, le dijeron. Y la habitación, en media hora, viró

de multicolor a gris desierto.El anfitrión se convirtió en lobo;

le preguntó: “Te ves inquieto, ¿algún problema?”.

“No puedo ni empezar a decirte cuál es el problema”, respondió, “…pero estaba pensando que éste es el último día de mi vida y en que esto es como el final”.

-Simplemente, dejalo ir. No estaba debidamente prepara-

do para lo que se venía pero viendo

que no había escapatoria, eventual-mente, se relajó.

El techo se abrió arriba de su ca-beza y antes de que pudiera saberlo, Larry estaba fuera de su cuerpo, no flotando, sino moviéndose. Paseaba por el espacio exterior. Tuvo frío, le sugirieron que se acerque a un fue-go y él acepto no muy convencido de que ese fuego estuviera en algún lugar pero ahí estaba y pudo calentarse.

Luego de… no sabe cuántas horas, le preguntaron si quería volver. Larry estaba pensando: “Sabés, está como bueno acá afuera, ¿por qué querría volver?”.

Pero él chamán pensó que era una buena idea traerlo de vuelta y volver fue menos difícil de lo que Larry ha-bía supuesto.

Ahí estaba Los Angeles, veía las calles y había una casa con un gran agujero en el techo: “Debe ser dónde voy”, pensó. Y ahí estaba, sentado en el sofá, era cuestión de… sea lo que fuera que había salido de su cuerpo, volverlo a meter en su abandonada materia.

“No era un chamán, no era un cu-randero, no era uno de esos hombres místicos, era solamente un hombre que vivía en las montañas, que tenía predilección por usar una heladera re-pleta de drogas y había una que quería compartir conmigo –reflexionó Gary–. Por suerte no me eligieron para dejar el planeta, porque no estaba listo para eso. No estoy seguro de que tuvieran un plan de acción, pero, ¡hey!, podría ser una cosa interesante… meterse por una agujero negro, con el hongo ¿y en-contrarte en un planeta como la Tierra? Suena a fantasía, lo que sea, pero yo le repito a la gente: la ciencia ficción de ayer es la ciencia de hoy. Y las cosas que no creíamos posibles, son posibles. Es, parcialmente, una cosa de tecnolo-gía, pero mucho más de imaginación”.

UNA eSCeNA DelICIoSA Por C.o.

¿Creés en esa teoría de Terence Mc-Kenna que funda el progreso y la evolución de la raza humana a partir del consumo de hongos psicoactivos?Es divertido especular con eso. Los hongos actúan sobre tu agu-

deza visual, eso es seguro. Es decir, cuando yo tomé hongos mi visión fue, de repente, más clara, sentí que podía ver claramente a muchas millas de distancia. En-tonces, podría ser… ¿quién sabe? Hay una historia de los usos reli-giosos de los hongos, y esto está probado, hay imágenes en las pa-redes de las cuevas, sacerdotes con hongos… Es un enteógeno

que sirve para entrar en el mundo espiritual. No es lo que yo creo, pero estoy abierto a todo esto. Hay algo increíble y fascinante sobre los hongos. Yo logré mo-ver objetos cuando tomé hongos,

los hongos colaboraron en la evo-lución de la civilización. Quizás si tomáramos más hongos po-dríamos avanzar e ir más allá. Es decir, solía creer, cuando estaba en la escuela, que en el gobierno y en la clase política todos fuma-ban porro y tomaban hongos, ¡ja, ja, ja! Si fuera así, no habría más guerras. Viviríamos en un mundo sin límites.

veían mi nombre y decían: “Ron Mann... hongos... viene a la escuela a promover las drogas”. Y prohibieron la película. Y yo pensaba para mí: “Momentito, ¿no va uno a la escuela para aprender de drogas en cualquier caso?”. De todas formas, un organismo protestó, dieron marcha atrás y me dejaron pasarla.

¿Y con Grass?Grass fue un poco diferente. Grass