S. Núñez: Semántica de la modalidad en latín. Granada: Servicio de ...

22

Transcript of S. Núñez: Semántica de la modalidad en latín. Granada: Servicio de ...

ASPECTOS DE LA MODALIDAD LINGÜISTICA

F. Javier Grande Alija

Departamento de Filología Hispánica. Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de León. Campus Universitario de Vegazana. 24071 León

S. Núñez: Semántica de la modalidad en latín. Granada: Servicio de Publicacio

nes de la Universidad de Granada, 1991, pp. 275.

1. Parece inevitable para toda obra que aborde el estudio de la modalidad la

justificación teórica previa de esa categoría. Lo cierto es que hay sobrados moti

vos para ello, pues bajo el nombre de modalidad se han incluido tantas y tan di

ferentes cosas que realmente es difícil apreciar el grado de operatividad que

pueda tener dentro de la teoría lingüística.

Otras veces ocurre que se mantienen como realidades independientes lo que

bien pudiera integrarse en un mismo conjunto.

El resultado de todo esto es claro: pocos temas en la lingüística compiten con

el de la modalidad en la falta de acuerdo, puntos de vista encontrados, oscuridad,

ausencia de criterios precisos y en todo aquello que suponga para el lingüista

problemas, complicaciones, dificultades...

El concepto de modalidad ha mostrado a lo largo de la historia de la gramática

una acentuada tendencia a ir expandiéndose hacia los más diversos campos, cuya

inclusión sólo es posible justificar en virtud de vagos criterios semánticos. Se

llega al punto --en ese movimiento de expansión incontrolada— de prácticamente

identificar la modalización con el hecho de que un hablante actualice el código

lingüístico (Cf. Meunier, 1981, 132).

La modalidad se convierte así en una especie de realidad omnipresente, detec-

table a cada paso, pero inútil como entidad teórica y en la práctica incognoscible.

Contextos X/19-20,1992 (pp. 385-406)

386 F. Javier Grande Alija

Es evidente que sin un trabajo previo en el que se determine el objeto teórico,

sin unos criterios precisos que nos permitan definir la modalidad, no hay forma

de plantearse un estudio mínimamente abordable.

El libro que comentamos participa de ese espíritu. Llevando a cabo una serie

de sucesivas reducciones en el objeto teórico, logra hacer de la modalidad una

entidad teórica manejable. Ahora bien, esa tarea que se hace objetivamente nece

saria no está exenta de problemas. Entra aquí la valoración de los criterios que se

usan para establecer el corte entre lo que es modalidad y lo que no es en un lugar

y no en otro.

La obra se plantea como análisis de la modalidad lingüística entendida como

categoría semántica general. La precisión no es superflua. En efecto, la modali

dad ha sido y es objeto de estudio de otras disciplinas. Históricamente el interés

por ella surge con el desarrollo de la lógica modal -por parte de Aristóteles-

centrada en los predicados de lo necesario, lo imposible, lo contingente y lo po

sible. Son lo que algunos autores denominan el "núcleo duro" de la modalidad o

modalidades aléticas.

Sólo posteriormente la modalidad ha recibido un tratamiento gramatical, a me

nudo bastante condicionado por esa dependencia histórica.

Curiosamente, el trabajo que comentamos se mantiene -por diversos caminos

y guardando las distancias- bastante fiel a los planteamientos aristotélicos. Para

nuestro autor las nociones de necesidad y posibilidad constituyen una especie de

línea vertebradora de la categoría, desechando por ello otros aspectos tradicio-

nalmente asociados a la modalidad pero no relacionables con los anteriores con

ceptos. Las modalidades lógicas han tenido por núcleo catalizador esas nociones y

otras derivadas a partir de ellas, aunque no han faltado intentos de dar cabida a

otros tipos de modalidades (subjetivas, epistémicas, deónticas, etc.).

Reconoce el autor que lo normal es encontrarse con definiciones imprecisas, a

veces intencionadamente imprecisas, que no conducen a conceptos claramente

diferenciados (por ejemplo, la modalidad entendida como "la actitud del hablante

ante lo que dice").

A menudo la falta de cualquier tipo de definición previa determina que el aná

lisis se centre en los aspectos formales, fundamentalmente en los modos, y que se

haga uso de nociones de carácter psicológico (duda, deseo, voluntad, etc.).

Con todo, por encima de los problemas metodológicos, los avatares de una

terminología oscura y la falta de un enfoque englobador bajo la diversidad centrí-

Aspectos de la modalidad lingüística 387

fuga de los intentos parciales, la mayor dificultad reside en la gran número de

significados que se incluyen en esta categoría (p. 12).

Y sin embargo, es posible señalar una serie de aspectos sobre los que inciden

la mayoría de los autores:

1. La actitud del hablante con respecto al contenido del enunciado.

2. Los modos de referencia y las relaciones entre sujeto y predicado.

3. La actitud del hablante con respecto a los participantes en el contexto comuni

cativo.

4. Los roles sociales y culturales asumidos por los participantes en el contexto

comunicativo y los actos lingüísticos producidos por ellos (pp. 13-14).

Aunque pueden plantearse como puntos de vista diferenciados, no dejan de

estar relacionados entre sí. En todos ellos se otorga un papel fundamental al ha

blante y a sus relaciones con el enunciado que se presenta, al menos en un primer

nivel de análisis, como el marco en el que los participantes del intercambio co

municativo, los roles sociales bajo los que intervienen y los actos de habla que

cumplen se imbrican y dejan su huella. Y decimos en un primer nivel de análisis

porque lo planteamos como ideal de una lingüística inmanente aferrada al siste

ma, en el sentido de que sólo busca explicar hechos codificados sin recurrir a lo

extralingüístico. Esta perspectiva teórica que ha jugado un papel básico en el de

sarrollo de la lingüística como ciencia autónoma deja, no obstante, sin explicar no

pocos factores de un intercambio comunicativo "feliz".

En el caso de la modalidad, sobre todo en aquellos aspectos orientados hacia la

fuerza ilocutiva de los enunciados, se hace indispensable prestar atención al con

texto comunicativo. Es así como surgen las aproximaciones de corte pragmático.

Se distinguen de este modo tres niveles de análisis:

1. El nivel puramente sintáctico, definido por las formas utilizadas y las condi

ciones de uso de las mismas.

2. La estructura semántica de la lengua.

3. El contexto situacional en que se sitúa la producción de los enunciados, (p.

15)1

Estos tres niveles de análisis reflejan la triple distinción que Morris hace del campo de la semiótica:

sintaxis, semántica y pragmática. A pesar de sus indudables limitaciones ha alcanzado una amplia

difusión en el ámbito de la lingüística.

388 F. Javier Grande Alija

El hecho de que se trabaje sobre una lengua "epigráfica", "muerta" no impide

que se otorgue una gran importancia a la "determinación de las condiciones es

pecíficas en que se realiza la acción comunicativa" (p. 20).

2. Frecuentemente se reconoce de manera explícita las dificultades que

conlleva la definición del concepto de modalidad.

La gramática tradicional no suele ofrecer de ella un análisis global y coherente,

siendo lo más común que no se plantee ni siquiera su existencia salvo en el aspec

to particular de los modos verbales. Estos son concebidos como la manifestación

de ciertas actitudes o estados psicológicos del hablante y no se acostumbra a po

nerlos en relación con otros procedimientos formales que se pueden interpretar en

el mismo sentido.

2.1. No es extraño por ello que la investigación lingüística se haya entregado

básicamente a un acercamiento inductivo en el que se estudian diversos elementos

que formarían parte de lo que se puede denominar "sistema modal de las lenguas

naturales" (Cf. p. 26), faltando, sin embargo, una teorización previa de carácter

general. Como dice Meunier (1981, 133):

á partir de données empiriques on cherche á identifier des ensembles cáractérisables

par des propriétés morphosyntaxiques interprétées ou non sémantiquement, ou par

des propriétés sémantiques dont on peut rechercher plus ou moins exhaustivement les

diverses expressions; le modal s'óppose alors au non-modal par des caracteres

discrets et stables.

La consecuencia de esto es que a menudo el problema de la modalidad, al ser

tratado por los gramáticos, se reduce al establecimiento de una simple nómina de

medios formales muy variados, sin que se aclare el tipo de relación que los une.

S. Núnez rechaza esta clase de aproximaciones:

Dado que los inventarios parciales de verbos y locuciones modales siempre pueden

ser discutibles y, por otra parte, varían necesariamente de una lengua a otra, los en

foques inductivos de las modalidades parecen poco adecuados y faltos de generalidad

(p. 26).

Aspectos de la modalidad lingüística 389

Se inclina, en cambio, por un enfoque hipotético-deductivo2.

2.1.1. No cabe duda de que criterios de elegancia metodológica pueden llevar a

la formulación de reglas de tipo deductivo como:

O ( ± MOD) PRED

MOD ( ± NEC ± CAUSA)3 (pp. 249 y 252)

Ahora bien, parece incuestionable que sólo se puede llegar a esto tras el

estudio del comportamiento particular de una lengua. Del análisis de signiñcantes

lingüísticos asociados a ciertos significados e integrados en sistemas se pueden

deducir hipótesis con las que se alcanza cierto grado de generalidad.

Incluso si se adopta un punto de vista semántico y se decide circunscribir la

modalidad a la expresión de las nociones de necesidad y posibilidad -tal como se

hace en este libro— es una decisión que se basa, al margen de las influencias ex

ternas que pueda haber, en el hecho de que existen ciertas formas lingüísticas

portadoras de tales significados en el seno del sistema de una lengua concreta. Si

Salvador Núñez formula ese tipo de reglas es porque encuentra en el latín una se

rie de verbos modales y procedimientos morfológicos (modos) que asociados a

esos conceptos manifiestan un comportamiento específico. Parece ser que el tra

tamiento hipotético-deductivo se queda reducido a una mera formalización de los

resultados empíricamente constatados con antelación.

2.1.2. Un estudio lingüístico ha de superar la vertiente nocional del problema

para enfrentarse con formas que incardinan hechos sustanciales en las coordena

das de un sistema lingüístico. Una misma serie de conceptos recibe en las

diferentes lenguas conformaciones particulares y peculiares. Esta cuestión no es

ajena al problema de la gramaticalización de la modalidad, a la vez que nos lleva

2 Parece como si la opinión de Nuñez se asentara sobre las equivalencias

taxonómico = inductivo = no ciencia

explicativo = hipotético-deductivo = ciencia

bastante extendidas en el generativismo como forma de afirmar su superioridad sobre los

estructuralismos, pero que de ningún modo se pueden considerar acertadas (Cf. Gutiérrez Ordóñez,

1981, 13). Por otra parte, tanto el método inductivo como el hipotético-deductivo son lógicamente

injustificables. El primero deduce enunciados universales a partir de enunciados particulares, el

segundo se basa en enunciados indemostrables.

3 En ellas O = oración, MOD = modalidad, PRED = predicación; NEC y CAUSA representan dos

predicados abstractos, uno de necesidad y otro causativo.

390 F. Javier Grande Alija

a preguntamos sobre el porqué del protagonismo que se le concede en el conjunto

del lenguaje.

Al igual que se habla de categorías gramaticales como las de persona, tiempo,

número, etc., se podría suponer que la modalidad en las lenguas naturales ha

gramaticalizado sus medios expresión organizándose de este modo en sistemas

cerrados no productivos. Este hecho permitiría individualizarla respecto a otros

campos nocionales que sólo reciben algunas lexicalizaciones o incluso ninguna.

La existencia de los modos verbales -evidentemente, en lenguas como el latín

o el español- es un dato a favor. Ocurre, sin embargo, que no todas las diferen

cias morfológicas asociadas a los modos se relacionan con la modalidad ni es

cierto que esta sólo se exprese por medio de los modos verbales. Verbos y ad

verbios modales son otros de los medios disponibles. Ciertamente, hablar de

gramaticalización en su caso resulta más complicado.

En lenguas como el inglés los verbos modales presentan un comportamiento

gramatical muy específico que no tiene paralelo en lenguas como el latín o las

románicas. En estas es difícil recurrir a rasgos formales o sintácticos que sirvan

para separarlos de forma neta de otros tipos de verbos4. En consecuencia, la de

finición última de los verbos modales se hace sobre la base de criterios semánti

cos más o menos precisos (Cf. pp. 52-53 y 63-66).

Encontramos, pues, que la modalidad puede venir expresada mediante proce

dimientos plenamente gramaticalizados (modos verbales, partículas, etc.), léxico-

gramaticales (verbos modales) y exclusivamente léxicos.

Se observa que es difícil sostener la importancia de la modalidad para un aná

lisis lingüístico a través de la gramaticalización de sus manifestaciones. Parece

como si sólo resultara interesante limitarse al aspecto semántico de la cuestión.

4 No han faltado intentos de caracterizar formalmente los verbos modales. Un ejemplo de ello nos lo

ofrecen C. Blanché-Benveniste y K. Van Den Eynde ("L'infinitif dans la syntaxe du verbe",

Katholieke Universiteit Leuven • Depártemela Linguistiek, 45, 1977, pp. 1-53) (Cf. Meunier, 1981,

pp. 134-135). Para esos autores un verbo es modal si va seguido de un infinitivo (con o sin

preposición) que no puede pronominalizarse: Je commence á travailler — > *J'y commence (modal);

Je renonce á travailler —> J'y renonce (no modal); tampoco admiten la enfatización a través de

estructuras ecuacionales: C'est á travailler que je commence (modal), C'est a travailler que je

renonce (no modal). Con estos criterios la nómina de verbos modales no se reduce sólo a pouvoir y

devoir, sino que permiten la entrada de otros muchos.

Aspectos de la modalidad lingüística 391

2.1.3. Existen, no obstante, otros tipos de planteamientos que parten de un

análisis previo de la comunicación como relación intersubjetiva y acto por el que

se actualiza la lengua, y en los que la modalidad se presenta como postulado. Se

considera así que todo enunciado consta de un componente modal que actúa sobre

otro de carácter proposicional. Bien se interprete como operador abstracto, bien

como predicado que incide sobre una proposición, la modalidad recibe una gran

variedad de realizaciones. Ya hemos tenido ocasión de referirnos tangencialmente

a las dificultades a las que aboca esta clase de propuestas si se interpretan de ma

nera extrema.

2.2. En el caso del libro que comentamos la definición de la modalidad se hace

acudiendo a diversos parámetros:

-Predicación/Modalidad. Con este binomio se recoge la tradicional oposición

lógica entre modas y dictum5. Todo predicado dispone de una valencia, es decir,

de una serie de posibilidades combinatorias. Por ello, cada predicado muestra un

conjunto de "huecos" funcionales en los que se insertan, unos de manera obliga

toria y otros de manera opcional, los argumentos apropiados. Es esto lo que

constituye la predicación. Sobre ella interviene la actividad modalizadora o

"producción de un enunciado modal mediante la inclusión de una predicación en

el ámbito de un predicado modal" (p. 28).

Desde un punto de vista sintáctico ello supone interpretar los predicados moda

les como predicados transitivos que inciden sobre argumentos frásticos. Esta

clase de planteamiento no es evidente en sí mismo. Necesariamente habrá que

determinar los procesos por los que desde esa estructura transitiva se llega a las

realizaciones concretas donde no siempre aparece algo equiparable a ella.

Conviene precisar que la postura del autor no se relaciona ni mucho menos con

los análisis que propugnan la modalidad como postulado. Bien es cierto que en

ambos casos se diferencia entre un componente modal y otro proposicional. Sin

embargo, en aquellos toda frase se encuentra modalizada, mientras que para S.

Nuñez la modalidad es un constituyente opcional. Por otra parte, el número de

nociones que recubre la categoría modal en este autor es muy restringido (no se

incluyen los tipos oracionales, verbos de opinión, creencia, etc.).

^ Se recoge sólo con respecto a la interpretación externa o de dicto, en la que la modalidad afecta a

toda una proposición, y no con respecto a la interpretación interna o de re que se caracteriza por

incidir exclusivamente sobre el predicado.

392 F. Javier Grande Alija

-Orientación subjetiva. A través de la enunciación, entendida como la puesta

en funcionamiento de la lengua "por un acto individual de utilización"

(Benveniste, 1979, 83), la subjetividad lo invade todo en el lenguaje. En un sen

tido más estricto, ciertas categorías gramaticales (tiempo gramatical, deícticos,

etc.) sólo son explicables a partir del hablante en su actividad enunciadora. No

parece apropiado considerar la subjetividad como una característica exclusiva de

la modalidad ni, por tanto, como elemento definidor de esta categoría.

-Factuaíidad. Se refiere al compromiso del hablante con la verdad de lo que

dice. Se distingue de este modo entre enunciados declarativos /actuales en los

que se asume la verdad de lo dicho y enunciados modales carentes de ese com

promiso.

Las consideraciones sobre la factuaíidad no son aplicables, en un sentido estric

to, a todo el campo de lá modalidad, ni siquiera en la caracterización restringida

de este libro. Se centran en la llamada modalidad epistémica. Con todo, diversos

tipos de enunciado que no escapan al problema de la factuaíidad (enunciados inte

rrogativos, con verbos de opinión, etc.) quedan al margen de la modalidad debido

a las restricciones semánticas con que el autor acota su estudio.

-Posibilidad/necesidad. Son tomadas como las nociones que sirven para unifi

car las distintas clases de modalidad. Existe, no obstante, la dificultad de que no

todas las modalidades que se distingan mantienen una relación evidente con am

bos conceptos. Se hace necesario buscar para cada noción un significado lo sufi

cientemente amplio como para que sea aplicable a todas ellas. S. Núñez, muy de

pasada, sugiere que una explicación apropiada la ofrece la "semántica de los

mundos posibles". Se plantea así como un problema de cuantificación: los predi

cados son bien verdaderos en todos los mundos posibles (en el caso de la necesi

dad), bien sólo en algunos de ellos (en el caso de la posibilidad).

Téngaie en cuenta que este se convierte en el criterio decisivo para definir la

modalidad. Si se adopta un punto de vista formalista, no es viable una definición

lo suficientemente amplia que englobe todo aquello que se desearía integrar en

ella, ni una lo suficientemente restrictiva que evite la entrada de ciertos elemen

tos6. En vista de ello, se recurre a una caracterización de tipo semántico en el que se restringe la modalidad al conjunto de procedimientos que expresan las

nociones de necesidad y posibilidad.

6 Incluso en planteamientos que intentan ser estrictamente formales se aprecia la existencia de una

determinación nocional previa del concepto de modalidad.

Aspectos de la modalidad lingüística 393

-Modo/modalidad/yerbo modal. Dado que los modos verbales presentan una

gran variedad de funciones, utiliza el término modo en un sentido exclusivamente

formal, refiriéndose con él a la categoría flexiva del verbo que sirve, entre otras

funciones, para expresar la modalidad (Cf. pp. 52-53).

Por lo que respecta a los verbos modales, no encuentra manera de individuali

zarlos ateniéndose a un comportamiento morfosintáctico exclusivo. Se limita a

dar de ellos una definición de carácter semántico: son modales aquellos verbos

asociados a los conceptos de necesidad y posibilidad.

3. Ya hemos tenido ocasión de referirnos a diversos tipos de modalidad sin pa

rarnos nunca a caracterizarlos.

En la lógica modal, a partir del núcleo básico de las "modalidades alé ticas" o

"modos de la verdad", se han ido introduciendo otras: "epistémicas" (relativas al

conocimiento), deónticas (o "modos de obligación"), etc.

En las lenguas naturales las expresiones modales rara vez presentan valores

aléticos, decantándose más bien hacia los epistémicos y deónticos. Tal vez no sea

ajeno a ello la orientación subjetiva que la modalidad parece tener en ellas. Un

dato interesante es que en multitud de lenguas los mismos términos modales pue

den recibir ambas interpretaciones, que sólo se especifican en virtud de otros fac

tores (situacionales, contextúales, etc.).

Parece aprovechable en el terreno de la modalidad lingüística la distinción en

tre modalidades epistémicas y modalidades deónticas. Lyons (1980, 729) consi

dera que un enunciado se encuentra epistémicamente modalizado si "el hablante

cualifica explícitamente su compromiso en cuanto a la verdad de la proposición

expresada por la oración que enuncia". La deóntica, por su parte, se refiere a "la

necesidad o posibilidad de los actos ejecutados por agentes moralmente respon

sables" (Id., 754), es decir, se trata de obligaciones y permisos.

No faltan quienes añaden otros valores modales a los que generalmente se les

da el nombre de "radicales" o "dinámicos".

3.1. Salvador Nuñez se incluye en esta última tendencia. Opina que la diferen

ciación básica se establece entre la modalidad epistémica y las otras dos, tanto

por razones sintácticas como semánticas. La distinción entre modalidad radical y

deóntica es más problemática y se basa sobre todo en motivos pragmáticos (Cf. p.

41). Opone así las modalidades epistémicas a las no epistémicas. Si bien las pri

meras son de tipo oracional,

394 F. Javier Grande Alija

las modalidades no epistémicas expresan determinados aspectos de la relación entre

sujeto y predicado, bien se refieran a cualidades internas del propio sujeto

(capacidad), bien se consideren éstas procedentes del exterior (obligaciones o permi

sos): en ambos casos se trata de la modalidad que podemos denominar dinámica o

radical. Como un uso específico de ésta última hay que considerar a la modalidad

deóntica, de la que se diferencia exclusivamente por su carácter performativo (pp.

42-43).

En estas palabras no dejan de plantearse ciertos problemas. Previamente,

recordémoslo, ha definido la modalidad como "el uso de los predicados modales

en posición hiperotáxica, esto es, sobredeterminando a una predicación" (p. 28).

Bien es verdad que en un primer momento lo asume con ciertas precauciones,

pero la formalización final (O (± MOD) PRED) lo confirma. Sin embargo, sólo

se ajusta a la caracterización que hace de las modalidades epistémicas.

Por otra parte, lo que en un principio parecían tres clases diferentes de modali

dad quedan ahora organizadas en sólo dos. La modalidad deóntica se incluye en

una de ellas como subclase.

La introducción del concepto de modalidad radical y el uso que se hace de la

noción de performatividad "desestabilizan" lo que parecía un sistema armónico.

Se parte de la necesidad y la posibilidad como puntos de referencia para definir la

modalidad. Luego se distingue entre necesidad y posibilidad epistémicas

(referidas al conocimiento) y necesidad y posibilidad deónticas (obligaciones y

permisos). En este marco se introduce de manera asimétrica la modalidad radical,

pues se utiliza para agrupar una serie de valores que en su mayoría era frecuente

incluirlos en la modalidad deóntica. Sin embargo, no se actúa de forma paralela

en el campo de lo epistémico (todo esto ateniéndonos a la definición de arriba).

Bajo la modalidad radical se incluyen cosas que bien pudieran mantenerse

separadas. En ella se da cabida a valores semánticos que algunos verbos modales

presentan y que a menudo se tiende a considerar ajenos a la modalidad. Se trata

de significados como los de "capacidad y habilidad" del verbo POSSUM y el de

"ser deudor" de DEBEO. En un uso amplio de las nociones de necesidad y

posibilidad se pueden admitir como modales (ateniéndonos al concepto de

modalidad de Muñoz) {Cf. pp. 75-76 y 83). En este sentido puede ser útil el

establecer un apartado especial para ellos.

Ahora bien, se conceptúan también como radicales los usos no performativos

de los verbos modales referidos a las nociones deónticas de obligación y permiso.

Aspectos de la modalidad lingüística 395

No se actúa del mismo modo en el campo de lo epistémico, al menos en un prin

cipio porque el desarrollo del libro parece ir en el sentido contrario.

En efecto, más adelante señalará casos de posibilidad objetiva, valor del verbo

POSSUM que "expresa no cualidades relativas al sujeto de la predicación... sino

la posibilidad de lo expresado en la oración completa" (p. 84). Se trata de un

significado próximo a los valores lógicos de contingencia o posibilidad que se

incluiría en la modalidad radical. Se opondría a otro uso del mismo verbo en el

que se expresa una posibilidad subjetiva, es decir, "la posibilidad entendida como

expresión de la eventualidad (= no exclusión) y parafraseable mediante perífrasis

como "yo supongo" o adverbios de duda como fortasse, oforsitan" (p. 85). Con

él se marca cierto grado de compromiso con la verdad del enunciado y representa

un valor típicamente epistémico de carácter performativo.

Un ejemplo como "nec potest fieri, tempere uno homo idem duobus locis, ut

simul sit" (p. 85) es una buena muestra de esa posibilidad objetiva.

La posibilidad objetiva y la subjetiva la mayoría de las veces sólo se diferen

cian contextualmente. En el caso de la posibilidad epistémica hay que destacar el

aspecto de formulación de una hipótesis desde el presente sobre un hecho que se

considera que se ha realizado, se está realizando o se realizará. Esto no es posible

sin la evaluación de la factualidad de ese hecho cuya realidad el hablante no está

en condiciones de asumir plenamente. La situación es diferente con la posibilidad

objetiva que el hablante puede plantearla en el pasado para un hecho que sabe que

no se cumplió, en el presente para algo que conoce que no tiene lugar y en el fu

turo para algo de lo que está seguro que no ocurrirá.

Y sin embargo, nos parece que la frontera entre ambas es poco nítida. En el

fondo de todo se encuentran las creencias, el conocimiento del hablante y, a

partir de ellos, cierto grado de compromiso con la verdad de los hechos.

Karttunen (1972) reconoce que los verbos modales en las lenguas naturales son

interpretados mayoritariamente en un sentido epistémico (deja al margen los

valores deónticos). Opina, no obstante, que aparecen ejemplos en los que se

presenta algo como lógicamente necesario o lógicamente posible: It isn't raining

in Chicago, bul it could be. Evidentemente, quien pronuncie ese enunciado se

decanta sin ningún tipo de vacilación por un determinado estado de cosas (el no

llover en Chicago) y al mismo tiempo presenta otro que no se realiza pero que se

ofrece como alternativa posible. Aun así, bien podemos suscribir las palabras de

Hernández Parido (1985, 172), cuando opina que la modalidad epistémica es

difícilmente separable de la alética, "tanto por la comunidad de términos como

396 F. Javier Grande Alija

porque la misma modalidad alética ha de ser considerada a partir de lo que yo sé,

de lo que yo creo que es, ya que cuando hablo de la posibilidad o probabilidad de

un hecho, manifiesto mi grado de conocimiento de este hecho".

Otro aspecto desconcertante es que si primero se dice que la modalidad radical

se refiere al sujeto (Cf. p. 63), más adelante --al tratar la posibilidad objetiva- se

afirma que "en el caso de las interpretaciones radicales el ámbito ("scope") del

predicado modal puede incluir tanto al sujeto (en el caso de que se trate de un

sujeto animado) como al proceso entero (lo que ocurre siempre que el sujeto es

inanimado)" (p.87)7.

Si se toman la necesidad y la posibilidad como criterios definidores ¿no deja de

ser, en este nivel, algo secundario la performatividad de un enunciado? ¿No

conviene mantener agrupados los valores que se refieren a ambas nociones —bien

en su sentido deóntico, bien en el epistémico-- al margen de su carácter perfor

mativo o no performativo?

En cierta medida el autor parece darnos la razón: "Como usos específicos de la

modalidad radical pueden ser considerados aquellos en que, contextualmente, se

puede inferir la participación del hablante en el significado del enunciado, esto

es, cuando la modalidad radical presenta un uso performativo, directivo o epis

témico" (p. 95). El valor que se da aquí al término de modalidad radical se ha

ampliado con respecto a la definición inicial. Sin embargo, continúa el empleo

vacilante, ya que a lo largo de las páginas 96-97 de nuevo aparece interpretada la

modalidad deontica como uso performativo contextualmente determinado de la

modalidad radical, que en bloque se opone a la modalidad epistémica en virtud de

una serie de rasgos formales.

3.2. El tratamiento de la modalidad deontica es inseparable del carácter per

formativo que se le atribuye. Por tanto, se hace imprescindible el análisis prag

mático de los diversos factores que confluyen en su interpretación. Su estudio nos

pone frente a actos como ordenar, rogar, suplicar, aconsejar, pedir, permitir,

invitar, advertir, aconsejar, etc., es decir, toda una gama de fuerzas ilocutivas

que persiguen la realización de actos controlables por parte de un agente anima-

Los ejemplos "non potes tu lege uendere illam" y "mihi no uidetur, quod sit factum legibus,

rescindí posse" (p. 87) reciben las representaciones semánticas POSS (tu (tu uendes illam) y POSS

(quod sit factum legibus rescinditur). No se justifica de ningún modo el porqué de este doble alcance

de la modalidad radical.

Aspectos de la modalidad lingüística 397

do, hecho este que supone un conjunto de restricciones semánticas en la predica

ción.

Se aborda en la modalidad deóntica el análisis de los enunciados directivos,

que S. Nuñez entiende en un sentido amplio:

podemos definir los enunciados directivos como aquellos que "proponen una deter

minada actuación o comportamiento indicando que esta debe o puede ser llevada a

cabo", sin especificar si el agente de la acción propuesta coincide con el agente (caso

de las órdenes), con el hablante (como en las promesas) o con terceros participantes

(como en las órdenes indirectas y, en cierta medida, en los enunciados optativos) (p.

137).

Los diferentes tipos de actos directivos se establecen acudiendo a una serie de

características específicas que se integran en su significado. Algunas de ellas son

las siguientes:

1. La ocupación de las funciones secundarias (autoridad, agente) en relación con

las primarías (hablante, oyente, tercera persona);

2. El carácter normativo de la predicación subordinada, dependiente del predi

cado modal (necesidad, posibilidad).

3. Las intenciones de los participantes expresadas en términos psicológicos: de

seo, voluntad, decisión, etc. (p. 138)8.

El análisis de S. Nuñez se puede describir el paso de la modalidad deóntica a

la modalidad directiva (p. 137), ¿en qué medida se justifica? El primer término

todavía nos pone en relación con ciertos modos y verbos modales, el segundo,

por el contrario, nos introduce de lleno en el terreno de lo pragmático. El trabajo

que comentamos se ha caracterizado por intentar circunscribir el estudio de la

modalidad a la expresión de las nociones de necesidad y posibilidad, estrecha

mente asociadas a modos y verbos modales. Se observa que esas expresiones tie-

8 En conformidad con esto, tenemos enunciados en los que el hablante asume la autoridad, real o

supuesta, (órdenes, prohibiciones, exhortaciones y permisos) y enunciados en los que carece de esa

autoridad (peticiones, invitaciones y ruegos). Las advertencias y los consejos son indiferentes a la

anterior oposición. Ambos se distinguen de las peticiones en que implican que la acción redunda en

beneficio del agente. Por otra parte, los actos directivos pueden atender a deseos del hablante

(órdenes, peticiones, etc.) o de otra persona (permisos). Ciertamente, es posible atender a más

parámetros a la hora de clasificar los enunciados directivos, para más detalles (Q". pp 142-143).

398 f. Javier Grande Alija

nen ciertos usos performatívos para los que se reserva el nombre de modalidad

deóntica; a su vez, esos usos performativos se pueden relacionar con otros valo

res ilocutivos que se incluyen en el mismo grupo de actos de habla (actos directi

vos). Sólo falta entonces hablar no ya de modalidad deóntica sino de modalidad

directiva.

No es que esa ampliación no sea posible, pero se pierden en ella los modos y

verbos modales, la necesidad y posibilidad como puntos de referencia. Además,

de llevarse a cabo esa extensión del campo de la modalidad, no deja de plantearse

la cuestión de por qué no se incluye en su estudio el tratamiento de otras fuerzas

ilocutivas, al menos el de aquellas que mantienen una relación especial con los

llamados tipos oracionales.

¿En qué medida se puede mantener la equiparación entre modalidad deóntica y

actos directivos? Ya se ha visto que los conceptos de necesidad y posibilidad

deónticas (en su sentido amplio) no van siempre ligadas a un valor performativo.

Por otra parte, se presenta la duda de si no sería conveniente mantener la mo

dalidad deóntica en los límites de los enunciados normativos en un sentido estricto

(órdenes, permisos y prohibiciones, en su valor performativo y radical, o en el

performativo sólo). Creemos que es esencial la cuestión del origen deóntico, de la

autoridad --bien la del hablante, bien externa a él, pero a la que se refiere para

establecer el valor normativo de la predicación— y su correlación con ciertos

verbos modales.

Nos parece más difícil poder explicar, por ejemplo, la estructura semántica de

un ruego a partir de los predicados modales de necesidad y posibilidad, y mucho

más en el caso de las preguntas, que también serían enunciados directivos en el

sentido amplio con se maneja el término en el libro. Dejando al margen el discu

tible caso de los performativos explícitos, toda la fuerza de un enunciado direc

tivo deriva de su propia identidad discursiva, viene dada pragmáticamente. Sin

lugar a dudas, una orden, un permiso o una prohibición pueden expresarse tam

bién por medios contextúales pragmáticos. Por ello parece oportuno reducir la

modalidad deóntica a la simple expresión de la necesidad o posibilidad de que se

cumpla una acción en conformidad con un sistema normativo más o menos pre

ciso, dejando al margen el valor performativo que nos lleva al terreno de los ac

tos directivos. Un enunciado como Tienes que venir puede ofrecer una lectura

radical o bien una performativa y ser una orden. Sin embargo, nada impide que

se interprete como un consejo, un ruego, una invitación, etc.

Aspectos de la modalidad lingüística 399

Que nuestros reparos no son tan descabellados lo demuestra el que a partir de

la fórmula MOD (± NEC ± CAUSA), donde CAUSA representa un predicado

abstracto con el que se busca explicar el carácter causativo de la modalidad deón-

tica, S. Núñez sostiene que MOD (+ NEC + CAUSA) ejemplifica la necesidad

deóntica (órdenes) y MOD (- NEC + CAUSA) la posibilidad deóntica

(permisos) (Cf. p. 252). Esto es, sólo para los enunciados normativos se establece

una estructura semántica con esos dos morfemas. ¿Qué pasa con el resto de los

actos directivos?:

Dentro de los dos grandes tipos de modalidades establecidos, la determinación de la

fuerza ilocutiva específica de cada acto de habla (amenaza, promesa, inferencia, hi

pótesis,...) dependerá, junto a los factores ya mencionados, de una serie de elementos

como son la ocupación de los diferentes roles funcionales (autoridad, agente), las

intenciones comunicativas (deseos o intereses de los participantes), las presuposicio

nes... (p. 253)

Lo curioso es que esto se pretenda hacer sobre las estructuras semánticas que

se establece para las órdenes y permisos que, por otra parte, a menudo aparecen

tan contextualizados como el resto de los directivos.

El análisis pragmático de la modalidad es necesario, pero llevado demasiado

lejos presenta numerosas dificultades al analista. ¿Qué representación semántica

hay que dar de enunciados que sin ningún tipo de predicado modal pueden, sin

embargo, recibir una interpretación directiva aplicada a una predicación que no

tiene nada que ver con la expresada explícitamente?9 Tal vez sería prudente man

tener separados modalidad deóntica y actos directivos, sin dejar de reconocer por

ello las evidentes relaciones que hay entre ellos.

3.3. La modalidad epistémica queda definida como "la expresión por parte del

hablante del grado de compromiso que éste adopta con respecto a la verdad del

enunciado" (p. 151). Es una modalidad de carácter proposicional.

Un punto complejo de tratar es el tipo de relación que cabe establecer entre

enunciados declarativos y modalidad epistémica. Las posturas se reparten entre

quienes lo excluyen del campo de lo modal y quienes los integran en él.

Por ejemplo, el enunciado "Hace frío aquí" para significar "Te ordeno que cierres la ventana"

400 F. Javier Grande Alija

Lyons (1980, 729) los considera epistémicamente no modales. Palmer (1986,

26-29), por su parte, prefiere interpretarlos como términos neutros de la modali

dad epistémica.

Tanto los enunciados declarativos como los modalizados epistémicamente po

nen de manifiesto una valoración por parte del hablante de la verdad o falsedad

de lo que comunica y con ello un cierto grado de compromiso. De este modo,

todos ellos no dejan de ser puntos constituyentes de un "espacio" epistémico.

Paradójicamente, la introducción de un operador de necesidad epistémica no da

lugar a un enunciado más categórico que una aserción simple. Autores como

Lyons y el propio Núñez son partidarios de una explicación pragmática de esta

"anomalía":

La no existencia de mención directa al origen de nuestra información ni de cualifi-

cación explícita de nuestro compromiso con su factualidad implica de manera prag

mática que el hablante tiene plena garantía en términos epistémicos de lo afirmado.

Por el contrario, el hecho de introducir operadores modales en el enunciado tiene

como efecto hacer a nuestro compromiso con la factualidad de la oración explícita

mente dependiente del tipo de conocimiento, en cierta medida limitado, que tengamos

de los hechos (pp. 155-156)

Estas palabras muestran una interpretación muy estrecha de lo que es una men

ción directa y una cualificarían explícita, como si la presencia de un tipo de

oracional lingüísticamente codificado, el de las oraciones declarativas, no fuera

un índice formal lo suficientemente directo y explícito. Estamos ante un signo

más que es imprescindible para llegar a la correcta interpretación de la serie de

signos articulados que forman un enunciado10.

El "espacio" epistémico constituye ante todo una escala de valores, "un conjun

to de significados de naturaleza gradual que abarca desde los simples enunciados

declarativos hasta los enunciados modales epistémicos y con el que se expresan

Nos parece que S. Nuñez no comprende bien el vaJor de ese signo enunciativo. Ello se pone de

manifiesto cuando critica la concepción de los modos verbales latinos de Lisardo Rubio. La

entonación-que va asociada a ciertas actitudes del hablante no sólo modula las formas verbales,

matizando su sentido primario, sino todo el enunciado, sea del tipo que sea (verbal, nominal,

adverbial, etc.). Esto supone mantenernos en el campo de los tipos oracionales lingüísticamente

codificados; otro problema es el valor pragmático que un determinado enunciado tenga de hecho.

Evidentemente, la fuerza directiva de "ites, paratis quam primum arma uiri" (p. 234) no deriva de la

entonación o del tipo oracional sino de otra serie de factores contextúales.

Aspectos de la modalidad lingüística 401

diversos grados de compromiso del hablante con la factualidad del enunciado" (p.

157).

Pues bien, uno de los extremos --el de la máxima certeza- estaría ocupado por

los enunciados declarativos, cuya factualidad vendría implicada por medios

pragmáticos en opinión de S. Núñez y por medios no tan pragmáticos en la nues

tra. Aun después de asociar los enunciados declarativos con el grado máximo de

certeza y de presentarlos como uno de los extremos de la escala epistémica en la

que se incluyen los verbos modales, S. Núñez llega a decir:

Estrictamente modales no se pueden considerar los enunciados declarativos que se

encuentran en los extremos de la escala, en la medida en que ambos no expresan

modalidad alguna (p. 158).

Por otra parte, tal como se nos ofrece la escala del "espacio" epistémico no

deja de estar sujeta a críticas:

a. non uenit

b. potest uenire

c. fortasse ueniat

d. uenire oportet

e. prefecto ueniet

f. uenit (Ibid.)

Aunque reconoce que los enunciados de a. y f. son declarativos, la escala se

organiza de menor a mayor compromiso. El lugar del enunciado negativo no es el

correcto, de lo contrarío se está confundiendo el grado de compromiso del ha

blante (máximo también en el caso de la negación) con el hecho que se valora

epistémicamente. No obstante, por un camino indirecto se puede considerar que a

través de la certidumbre en la no realización de un hecho se implica la ausencia

total de compromiso con respecto a la realización de ese hecho11.

Otro punto especialmente complejo es el de la definición de la necesidad y la

posibilidad epistémicas. En ambos casos se expresa la ausencia de compromiso

del hablante con la verdad del enunciado. Esto resulta paradójico pues cualquier

idea intuitiva de la necesidad lleva a relacionarla con la totalidad, con los extre

mos máximos, con la certidumbre. Sin embargo,

11 En Givón (1984, 321-322) se puede encontrar una opinión similar.

402 F. Javier Grande Alija

en tanto que la posibilidad epistémica expresa la categoría lingüística de la

"posibilidad"... no se puede hablar de la "necesidad epistémica" en tanto que cate

goría lingüística (p. 161).

Esto no le impide señalar en la formalización final de la categoría un morfema

de "necesidad" aplicable tanto a los valores epistémicos como a los deónticos.

En su lugar aparece la "probabilidad", que se caracteriza por ir unida a un pro

ceso de deducción. No sólo se marca el grado de compromiso sino también el

tipo de conocimiento. Tal vez por esto en el caso de la "modalidad epistémica"

tenemos más bien lo que ya Aristóteles definió como "necesidad relativa" frente a

una necesidad absoluta. Si se establece una argumentación válida a partir de unas

premisas verdaderas la conclusión debe ser necesariamente verdadera (Cf. Karttu-

nen, 1972, 14).

Siguiendo a Groenindijk y Stokhoff (1975), S. Núñez interpreta la necesidad y

la posibilidad epistémicas, que no implican la factualidad de la proposición, como

una diferencia de cuantiflcación sobre el conjunto de mundos posibles accesibles

desde la información conversacional:

la necesidad será la cuantificación sobre todos los mundos posibles incluidos en la

información conversacional, en tanto que la posibilidad será la cuantificación sobre

algunos mundos posibles, pero no todos (p. 161).

De una u otra forma, no dejan de ser explicaciones demasiado rígidas para un

comportamiento lingüístico hasta cierto punto imprevisible. Un hablante puede

partir de un conocimiento previo que cree verdadero pero que en realidad no lo

es. Puede llevar a cabo una argumentación sin someterse en nada a las leyes lógi

cas estándar y llegar a conclusiones conversacionalmente correctas. Resulta tam

bién difícil suponer que un hablante tiene en cuenta todas las alternativas posibles

desde el mundo en que se encuentra y que utiliza en consecuencia formas de ne

cesidad o posibilidad. Más interesante parece la consideración del grado de com

promiso y el establecimiento de una escala epistémica. Tenemos un punto de

referencia claro en los enunciados declarativos como muestra de un compromiso

completo y luego diversos grados de su falta, menor en el caso de la llamada ne

cesidad epistémica, mayor en el de la posibilidad. Más cuestionable sería intentar

establecer puntos exactos para cada una de ellas.

El autor, en efecto, más que de "necesidad epistémica" prefiere hablar de

"probabilidad". Sin embargo, a través de la cuantificación sobre los mundos po-

Aspectos de la modalidad lingüística 403

sibles recupera el concepto de necesidad y en la formalización de la categoría

propondrá un morfema de necesidad. Teniendo en cuenta lo dicho y especial

mente que los modales de necesidad epistémica no implican el grado máximo de

compromiso, todo ello nos parece bastante discutible.

4. Una de las cuestiones más ampliamente tratada se refiere a las relaciones

existentes entre modalidad y modo subjuntivo, y al origen histórico de los valores

expresados por el subjuntivo latino a partir de los modos verbales indoeuropeos.

La hipótesis planteada es que "la diversidad funcional que se observa en el sub

juntivo latino sólo puede ser explicada partiendo de una "amalgama" funcional

entre las formas y funciones del optativo y subjuntivo indoeuropeos" (p. 204).

No nos vamos a detener en los pormenores de este complejo tema que tanta

discusión ha generado en la filología clásica. Nos limitaremos casi exclusivamen

te a reseñar las conclusiones finales del autor.

Las propuestas que consideran que en el subjuntivo indoeuropeo y en el latino

se realiza un morfema de voluntad se enfrentan a diversas dificultades. En primer

lugar, los usos directivos de ese modo no responden al rasgo semántico de

[+voluntad]12 y se debe distinguirlos de la simple expresión de un deseo; por

otra parte, existen además usos deliberativos y prospectivos. La solución de S.

Nuñez consiste en postular un morfema de necesidad que gramaticaliza el mismo

significado que "expresan en forma léxica los verbos modales de necesidad" (p.

217).

Al margen de lo acertado de esta opinión, lo que resulta difícil de comprender

es que en el mismo lugar afirme que "En el plano deóntico el morfema de necesi

dad explica los diferentes tipos de subjuntivos con fuerza ilocutiva directiva, esto

es, yusivos y permisivos". Sorprende ver asociada la concesión de permiso con

un morfema de necesidad, cuando lo esperable es interpretarla como la expresión

de una posibilidad deóntica. Sin ir más lejos el propio autor (p. 252) representa

"la posibilidad deóntica (permisos)" mediante la fórmula MOD (- NEC +

CAUSA).

Como apunta S. Núfiez "considerar que "algo debe ser hecho" o que "alguien debe hacer algo",

esto es, formular normas y mandatos, no siempre implica por parte del hablante el deseo de que la

acción sea llevada a cabo. Por el contrarío, el establecimiento de una obligación depende siempre de

la existencia de una "autoridad normativa"" (p. 124).

404 F. Javier Grande Alija

Tampoco alcanzamos a comprender el sentido exacto del siguiente párrafo en

el que rechaza la existencia de un morfema de posibilidad para los usos directivos

del subjuntivo:

Ni en el sentido radical ni en el sentido epistémico (suposición) un morfema potencial

parece que pueda ser considerado responsable de la directividad de un enunciado.

Queda naturalmente el uso directivo, esto es deóntico, de la posibilidad pero como

vimos anteriormente, el uso de la posibilidad deóntica se encuentra limitada a la

expresión de la petición-concesión de permisos, categoría lingüística diferente de las

órdenes y mandatos" (p. 237).

Antes se presentaron conjuntamente los usos directivos del subjuntivo como la

realización de un morfema de necesidad, ahora se descrimina de ellos la conce

sión-petición de permisos que se interpreta como un uso de la posibilidad deónti

ca. ¿Se debe esto a que el subjuntivo latino no se utiliza para expresar permisos?

No parece ser esta la razón, en el libro (p. 141) se recogen algunos ejemplos.

Por otra parte, asume que en el optativo indoeuropeo se gramaticaliza un mor

fema de posibilidad que permite explicar tanto los usos potenciales como los que

sirven para manifestar un deseo. Estos últimos serían valores contextualmente de

terminados (Cf. p. 223).

El subjuntivo latino se explicaría como una amalgama del subjuntivo y el opta

tivo indoeuropeos:

los usos prospectivos del subjuntivo indoeuropeo pasaron a ser expresados, junto con

valores meramente temporales, por el futuro latino (futuro de probabilidad). En

cuanto a los usos yusivos, éstos quedaron incluidos junto con la expresión de la po

sibilidad epistémica y los enunciados optativos en el conjunto de formas originaria

mente optativas que dieron origen al paradigma del subjuntivo latino (p. 24S).

5. Ya hemos tenido ocasión a lo largo de las páginas anteriores de referirnos a

la formalización final que S. Nuñez lleva a cabo de la modalidad como categoría

lingüística.

La modalidad aparece representada como predicación compleja "formada por

la sobredeterminación de un predicado modal a una predicación simple" (p. 249):

O (± MOD) PRED

Aspectos de la modalidad lingüística 405

El nudo MOD se desarrolla mediante la regla

MOD (± NEC ± CAUSA)

que se desglosa en :

MOD (+NEC + CAUSA) necesidad deóntica (órdenes)

MOD (+NEC -CAUSA) necesidad epistémica (inferencias)

MOD (-NEC + CAUSA) posibilidad deóntica (permisos)

MOD (-NEC -CAUSA) posibilidad epistémica (eventualidad)

Según el autor, estrictamente hablando, los usos radicales no son modales sino

ejemplos de enunciados declarativos, a pesar de que admite que los predicados de

necesidad y posibilidad son comunes a las tres clases de modalidad y a pesar

también de la importancia que ambos tienen como criterio semántico definidor de

la modalidad. Esta marginalidad de la modalidad radical se confirma al dejarla

fuera de la representación de la categoría.

Con el predicado abstracto CAUSA se intenta reflejar el carácter causativo de

la modalidad deóntica, dado que se encuentra "referida a la realización de accio

nes voluntarias y controlables" (p. 251). Sin embargo, si con ello se logra distin

guirla de la epistémica, no ocurre así con la radical. Dos enunciados como Según

Pedro, tienes que irte y El dueño dice que te vayas, en los que el hablante sólo

interviene como "portavoz" y en donde no es posible una interpretación perfor-

mativa, no dejan de referirse a "la realización de acciones voluntarias y controla

bles".

El carácter perfonnativo de un enunciado ha sido determinante para diferenciar

las modalidades estrictas (deónticas y epistémicas) de la radical —repetidamente

identificada con los enunciados declarativos y considerada, por tanto, un uso no

modal; y sin embargo, no aparece recogido en la representación semántica de la

categoría, lo cual viene a implicar que se trata de un factor externo asociado a

una estructura semántica dada: "the difference between the imposing and

describing uses of raodals should be rather considerad as a pragmatic

generalizaron" (Sweetser, 1990, 65).

Todo esto parece ajustarse a nuestra opinión de que si se parte de un concepto

de modalidad centrado en las nociones de necesidad y posibilidad, es a ellas a las

406 F. Javier Grande Alija

que se debe acudir cuando se busca distinguir los valores no modales de los pro

piamente modales.

Si no cabe duda de que la modalidad deóntica reviste un carácter performativo

que se especifica en un conjunto de actos directivos bien delimitados, en el caso

de la epistémica hay un mayor grado de imprecisión en lo que respecta a la per-

formatividad de sus usos. Sweetser (Id., 67) incluso se la niega: "Thus a perfor-

mative use of sociophysical modality (doing by describing) [se refiere a la moda

lidad deóntica] is natural, while it is impossible for the epistemic modalities".

Sin llegar a este extremo y a pesar de la dificultad de separar netamente los

usos performativos de los declarativos dentro de la modalidad epistémica (en un

sentido amplio), es incuestionable que estamos lejos de poder ofrecer una des

cripción precisa de las condiciones de uso de los actos de habla que se realizan

por mediación suya.

BIBLIOGRAFÍA

BENVENISTE, E. (1979): Problemas de lingüística general II, Siglo XXI, Mé

xico.

GIVON, T. (1984): Syntax. A Functional Typological Introduction I, John Ben-

jamins, Amsterdam.

GROENENDIJK, J. y STOKHOF, M. (1975): "Modality and conversational in-

formation", TheoreticalLinguistics, 2, 61-112.

GUTIÉRREZ ORDOÑEZ, S. (1981): Lingüística y Semántica (aproximación

funcional), Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo.

HERNÁNDEZ PARICIO, F. (1985): Aspectos de la negación, Universidad de

León.

KARTTUNEN, L. (1972): "Possible and Must", en J. P. Kimball (ed.), Syntax

and Semantics 1, Seminar Press, New York, pp. 1-20.

LYONS, J. (1980): Semántica, Teide, Barcelona.

MEUNIER, A. (1981): "Grammaires du francais et modalités. Matériaux pour

l'histoire d'une nébuleuse", DRLAV25, pp. 119-144.

PALMER, F. R. (1986): Mood and Modality, CUP, Cambridge.

SWEETSER, E.E. (1990): From Etimology to Pragmatics. Metaphorical and

Cultural Aspects ofSemantic Structure, CUP, Cambridge.