Sagrada Familia 2015

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SAGRADA FAMILIA Ciclo C 27 de Diciembre de 2.015 Citas de las Lecturas: 1ª Lectura: Eclesiástico 3, 2-6. 12-14 Salmo: 128(127) 2ª Lectura: Colosenses 3, 12-21 Evangelio: Lucas 2, 41-52

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Reflexión de la Palabra de DIOS correspondiente al Domingo de la Sagrada Familia 2015

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Page 1: Sagrada Familia 2015

SAGRADA FAMILIA Ciclo C

27 de Diciembre de 2.015

Citas de las Lecturas:

1ª Lectura: Eclesiástico 3, 2-6. 12-14 Salmo: 128(127)

2ª Lectura: Colosenses 3, 12-21 Evangelio: Lucas 2, 41-52

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Este último domingo del año, la Iglesia lo dedica a la Sagrada Familia. En nuestra Diócesis de Los Teques, el Secretariado de Pastoral Familiar invitó a las familias a celebrar de manera especial este día, asistiendo todos a la Eucaristía Parroquial, que en el caso de nuestra Parroquia San Diego de Alcalá, se celebrará una sola a las 9:00am. El objetivo es que así como grupo familiar recibamos la bendición a las familias, así como también se pide llevar al Niño Jesús del pesebre para que sea bendecido como Iglesia doméstica. Esta es una excelente oportunidad para hacer de esta ocasión un espacio de oración comunitaria por el fortalecimiento de nuestros hogares. La fiesta de este día nos lleva a la intimidad de aquella Sagrada Familia en que se desarrolló el Hijo de DIOS hecho hombre, y tiene como finalidad evocar las virtudes domésticas que reinaban en el hogar de Nazaret: Fidelidad, trabajo, honradez, obediencia, respeto mutuo entre padre, madre y el hijo. Pidamos a las personas de esta trinidad de la tierra que también en nuestras familias tengan vigencia esas virtudes. En el Evangelio recordamos, admiramos y aprendemos de la familia de Nazaret, con un episodio que le puede ocurrir a cualquier familia. Su hijo Jesús, de 12 años, pasaba de la niñez a la adolescencia, etapa en la cual los hijos empiezan a molestarse cuando los tratan como niños, y quieren despegarse de sus padres para ser libres como el viento. El adolescente Jesús vivió esa etapa. El interés del evangelista al presentarlo a los 12 años dialogando en el templo, no era mostrar su gran sabiduría sino enfatizar en su dedicación a las cosas de su Padre, desde temprana edad. San Lucas no presenta a Jesús enseñando a los maestros sino escuchándolos y haciéndoles preguntas, es decir, aprendiendo. Desde niño era una persona que se interrogaba, se cuestionaba y vivía en actitud de búsqueda. La familia es el primer ámbito de la educación. Los padres cristianos han de transmitir la fe a sus hijos, procurando que la Buena Nueva de Jesucristo llegue a sus hijos con claridad y autenticidad; y lo harán si les dan un testimonio creíble de su fe y esperanza cristiana. Si quieren que sean piadosos sus hijos, estos han de ver en sus progenitores una vida de piedad. Entonces ellos, al igual que Jesús, salvando la infinita diferencia existente, irán creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante DIOS y los seres humanos. Para lograrlo es fundamental tomar conciencia de que la educación de los hijos no es cosa exclusiva del colegio; ante todo es tarea y vocación de los padres y madres, con una importante diferencia a favor de los padres y madres: Si aceptan esta tarea apasionante y quieren participar activamente en la formación de sus hijos, estos aprenderán de ellos y con ellos. La familia que educa a los suyos en valores fundamentales para la persona humana está transmitiendo amistad, respeto, solidaridad, compromiso, sacrificio, alegría. Por eso nos dice el Concilio Vaticano II: “Los padres, puesto que han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole y, por tanto, ellos son los primeros y obligados educadores. Este deber de la educación familiar es de tanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse”. Si los padres y madres descuidan su tarea educativa, la televisión, las redes sociales o la calle, llenarán el espacio que ellos no llenan, con todo el grave peligro que esto lleva consigo. Sólo en la familia, fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, el ser humano puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral. Es importante además que los gobernantes entiendan que el Estado no puede sustituir a los padres y madres en la tarea educativa. Su cometido es el de ayudarles, para que puedan cumplir su deber-derecho de educar a los propios hijos de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. San Juan Pablo II lo expresó con estas palabras: “La autoridad pública tiene en este campo un papel subsidiario y no abdica sus derechos cuando se considera al servicio de los padres; al contrario, ésta es precisamente su grandeza: defender y promover el libre ejercicio de los derechos educativos”. De igual manera, el derecho de los padres a la educación religiosa de sus hijos debe ser particularmente garantizado. Si este derecho no se respetase; si los padres no tuviesen la garantía de que sus hijos, sea cual fuere la escuela que frecuentan, incluso la escuela pública, reciban la enseñanza y la educación religiosa, el derecho de la libertad religiosa quedaría desvirtuado en gran medida.

Sagrada Familia de Nazaret, despierta en nuestra sociedad la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, inestimable e insustituible. Que cada familia sea

acogedora morada de DIOS y de la paz para los niños y para los ancianos, para aquellos que están enfermos y solos, para aquellos que son pobres y necesitados.

Jesús, María y José, a ustedes con confianza oramos, a ustedes con alegría nos confiamos" (Papa Francisco). Amén.

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Querido Niño Jesús: No recurro a Ti en esta oportunidad para solicitar favores personales o familiares. La solicitud de ayuda es a nombre de nuestro país que como tú sabes es: Venezuela. Me gustaría que orientes a quienes lo dirigen o aspiran dirigirlo, sobre varios temas ¿Crees que nos puedas echar una manito en ese delicado asunto? ¿Podrás iluminar al liderazgo político a fin de que internalicen que el principal fin de la política sea lograr hacer feliz al ciudadano? Cuéntales que todo aquello que no tenga ese propósito, podrá ser cualquier cosa, pero nunca deberá ser considerado como política.

Te pido que ilumines a nuestros gobernantes para que terminen de aceptar de una vez por todas que nuestro país esta al borde del abismo y que en lugar de agredir e insultar a quienes piensan diferente, deben solicitar el concurso de todos los actores para el manejo de esta crisis, porque si bien es cierto que el problema lo generaron unos pocos, hoy, la metástasis se ha regado por el cuerpo de 30 millones de venezolanos. Por favor, recuérdale a la dirigencia opositora que han pasado a ser mayoría electoral en el país. Aclárales que el tiempo de sequía electoral ha concluido y esperamos que el largo destierro los haya vacunado contra los errores del pasado: El sectarismo, el clientelismo y el nepotismo. Todos estos "ismos" deben comenzar a jugar su tiempo de descuento a partir de este momento. Nuestro país está pasando momentos difíciles y por eso te pido por mi gran familia venezolana. TOLERANCIA, para poder respetar la opinión del que piensa distinto, y principalmente, por encima de esas diferencias, podamos seguir siendo FAMILIA, hermanos, primos, padres, madres, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, compañeros de estudio, o sencillamente ciudadanos del país y el mundo, merecedores de RESPETO e IGUALDAD y que la AMISTAD y el CARIÑO que nos une sea mas GRANDE que cualquier diferencia. También MÁS AMOR. Hay amor pero quizás más amor, mucho más amor en cada familia venezolana. Que aquellas personas que llegan a la vida de una persona, sea para unir a la familia, no para desunirla. Que cada vez que realicemos una acción equivocada, podamos rectificar y ser humildes. Y quiero incluir un valor muy importante: JUSTICIA. Yo pienso que no es necesario vivir lo que otros viven para comprender, sin embargo, hay personas que no tienen la capacidad de comprender a otros, como decimos coloquialmente "no está en sus zapatos", y debido a eso, no son justos en sus decisiones. Así que cada decisión que tomemos, podamos tener la capacidad de ser JUSTOS y comprender a los demás. QUERIDO NIÑO JESÚS, MÁS TOLERANCIA, MÁS AMOR Y MÁS JUSTICIA para Venezuela y el mundo. Y para lograrlo, hay que realizar ACCIONES que vayan en sintonia con lo que queremos como país, ya que si no realizamos acciones para ser un gran país, el país que DIOS mediante todos queremos, no podremos ver los resultados. Ser mejores personas, y al ser mejores personas, le haremos un bien a nuestros niños, que sin duda son el futuro del mundo entero. Ah! Se me olvidaba pedirte que te des una pasadita por el lado de los ciudadanos para recordarles que tal condición solo se alcanza, cuando se reconoce que tenemos el deber de hacer valer nuestros derechos, pero a la vez, acatar y cumplir nuestros deberes. Si, ya sé lo que estás pensando ¿por qué pide que cante quien tiene buena voz? Pues a decir verdad, lo he intentado muchas veces sin tener éxito. Por eso recurro a tan competente autoridad, quien además, está libre de sospechas sobre parcialidad alguna. La inflación y escasez también deben haberte afectado, por eso, no quiero pedirte que nos traigas un regalo navideño, en su lugar quiero pedirte que te lleves... a partir del 2016, todo lo que nos ha fracturado como hermanos: El odio, el miedo, el chantaje, la corrupción y la injusticia. De antemano: ¡Gracias por los favores concedidos! “Niño Jesús: Tú eres el Rey de la Paz, ayúdanos a aceptar sin amarguras las cosas que no podemos cambiar. Tú eres la fortaleza del cristiano, danos valor para transformar

aquello que en nosotros debe mejorar. Tú eres la sabiduría eterna, enséñanos en cada instante como debemos obrar para agradar más a DIOS y hacer mayor bien a las demás personas. Te lo suplicamos, por los méritos de tu infancia a Ti que vives y

reinas por los siglos de los siglos”. Amén.

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Continuamos esta semana con la penúltima parte de la meditación del PADRENUESTRO, de acuerdo al libro: “EL PADRENUESTRO EXPLICADO CON SENCILLEZ”, del Pbro. Luís González Carvajal Santabárbara. En esta oportunidad nos referiremos a la parte en la cual Jesús dice: “Líbranos del mal” (Mateo 6, 13). ¿A qué mal se refiere esta séptima y última petición? No parece probable que podamos pedir en el Padrenuestro vernos libres de todo mal terreno, teniendo en cuenta que Jesús exigió a sus discípulos la disposición para sufrir pobreza, soledad, ataques, calumnias y hasta la cruz.

Además, ¿estamos seguros de saber lo que es malo y lo que es bueno? La experiencia enseña que en la vida natural la oposición da origen al progreso: Avanzamos cuando el suelo resiste a la presión de nuestros pasos y en cambio nos hundimos en la nieve blanda; si no pesaran las cargas sobre nuestros hombros, no habríamos inventado la rueda, etc. Los seres humanos, como el acero, nos forjamos a golpes. En la vida cristiana ocurre algo parecido. Frecuentemente nos fortalece más la adversidad que la plenitud. Recordemos, por ejemplo, aquel «aguijón» que tanto hacía sufrir a San Pablo (2Corintios 12, 7-10) y del que pidió reiteradamente a DIOS verse libre. Ignoramos si se trataba de un pecado o de una enfermedad, pero está claro que DIOS no quiso librarle a pesar de sus reiteradas súplicas: «Te basta mi gracia —le contestó—, ya que mi fuerza se pone de manifiesto en la debilidad» (2Corintios 12, 9). Y aquel hombre «débil», en menos de diez años, recorrió varias veces la mitad oriental del imperio romano, fundando más comunidades cristianas que cualquier otro apóstol. Con razón pudo decir: «He trabajado más que todos los demás, aunque no he sido yo, sino la gracia de DIOS que está conmigo» (1Corintios 15, 10). Semejante es el caso de la enfermedad de San Ignacio de Loyola. Como es sabido, el descubrimiento de Cristo y su transformación, se debió a los ocho meses de convalecencia que le impuso la grave herida recibida en 1521, durante el asedio de Pamplona por las tropas francesas. Sin aquella enfermedad la Iglesia habría perdido un gran santo y una de las órdenes religiosas más importantes, a la cual pertenece el Papa. Algo parecido podríamos decir de las persecuciones. Leemos en Hechos 8, 1: «En aquellos días (tras el martirio de Esteban) se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría». Pero ¿podemos calificar de «mal» aquella persecución? Leamos un poco más adelante: «Al ir de un lugar para otro, los prófugos iban anunciando el mensaje» (Hechos 8, 4). ¡Cuántas veces, a lo largo de la historia de la Iglesia, lo que parecía un mal ha sido fuente de riquezas insospechadas! En el Padrenuestro le pedimos a DIOS que nos libre sólo de lo que de verdad sea un mal, no de lo que nos lo parezca a nosotros. Hay cosas que parecen males y son en realidad bienes, o fuente de bienes. Otras veces ocurrirá lo contrario: Que lo que a nosotros parece un bien sea en realidad un mal. Dice el Catecismo de San Pío V, elaborado por orden del Concilio de Trento: «Entendemos por “mal” no sólo lo que como tal es tenido por el consentimiento unánime de los hombres, sino también las cosas comúnmente consideradas como buenas (riquezas, salud, honores, fuerzas, la misma vida), si en algún caso determinado hubieran de redundar en daño de los intereses de nuestra alma». ¡Esto es tremendo! Resulta, pues, que al rezar el Padrenuestro estamos pidiendo a DIOS que nos libre —por poner únicamente dos ejemplos— de las riquezas o de esa relación personal que nos agrada mucho, pero en realidad nos hace daño. Notemos, además, que la palabra «mal» está en singular. Quizás porque, en última instancia, sólo hay un mal, que es el pecado. En consecuencia, no pediríamos a DIOS que nos haga crecer entre algodones (como hacen hoy muchos padres con sus hijos), sino que nos libre de todo aquello —y sólo de aquello— que sea malo para nuestra vida de seguidores de Jesús. En cambio el verbo está en plural, como todo el Padrenuestro: «Líbranos del mal». Los discípulos de Jesús sabemos que vivimos en comunidad de riesgos: Nadie ha de orar sólo por él mismo; sino que todos debemos tener en cuenta cuando rezamos, los peligros que corren nuestros hermanos. En todo caso, la clave la da el apóstol Santiago, cuando nos dice:

“Sometámonos a DIOS, resistamos al maligno y él se apartará de nosotros” (Santiago 4, 7). Amén.