Salmo 140. Oración ante el peligro

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Antonio García 2007 . Versión adaptada

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2. En estasplica , el salmista pide al Seor que lo libre del doble peligro que lo amenaza:+la hostilidad de sus enemigos (v. 9)+y la tentacin de dejarse arrastrar por los malos deseos, imitando la maledicencia y los excesos de los impos (vs. 3-4).Suvoluntadde resistir a las seducciones del mal, incluye tambin la buena disposicin para aceptar las advertencias de los justos, aunque resulten penosas (v. 5). 3. +++ El Salterio nos presenta en este poema a un fiel israelita abriendo su alma hacia Yav. En un clima de profunda intimidad le brinda su oracin, asemejndola al aroma del incienso que inunda el Templo en las liturgias celebradas por el pueblo santo: Seor, te estoy llamando, socrreme deprisa! Escuchami voz cuando clamo a ti! Suba mi oracin como incienso en tu presencia, mis manos alzadas como ofrenda de la tarde!. +++ Nuestro hombre orante es consciente de que el mayor dao que puede recaer sobre l consiste en que alguien, que dice ser su amigo, susurre a sus odos palabras tan gratificantes como engaosas; y que le induzcan al desvo e, incluso, a la ruptura de su relacin con Dios: Que el ungento del malvado no perfume mi cabeza, pues me comprometera en sus maldades. +++ Jesucristo, el Hijo de Dios, tambin fue tentado y solicitado lisonjeramente por el impo. Tambin Satans intent derramar su ungento sobre l. Recordemos que, una vez bautizado por Juan Bautista, se retir al desierto para prepararse a la misin que su Padre le haba encomendado. Al final de su estancia, se le acerc Satans para tentarle, aprovechando su debilidad fsica a causa de su ayuno. 4. Seor, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oracin como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. 5. Coloca, Seor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios; no dejes inclinarse mi corazn a la maldad, a cometer crmenes y delitos; ni que con los hombres malvados participe en banquetes. 6. Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungento del impo no perfume mi cabeza; yo seguir rezando en sus desgracias. 7. Sus jefes cayeron despeados, aunque escucharon mis palabras amables; como una piedra de molino, rota por tierra, estn esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba. 8. Seor, mis ojos estn vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; gurdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores. 9. ORACIN DE LA TARDESuba mi oracin como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. Va oscureciendo, Seor . Ha pasado el da con su cortejo de actividades y reuniones, gente y trabajo, hablar y escuchar, libros y papeles, decisiones y dudas. Ni siquiera s bien lo que he hecho o lo que he dicho, pero el da toca a su fin y quiero ofrecrtelo, Seor, tal como ha sido, antes de cerrar la cuenta y pasar pgina. Acepta este da como varilla de inciensoque se ha quemado hora a hora en tu presencia, dejando en las cenizas del pasado la fragancia del presente. Acptalo como mis manos alzadas hacia ti, smbolo e instrumento de mis acciones diarias para vivir mi vida y establecer tu Reino. Acptalo como ofrenda de la tarde, sacrificio vespertino que celebra en el altar del tiempo la liturgia de la eternidad. Acptalo como oracin que resume mi fe, mi entrega, mi vida. Acepta al final del da el humilde homenaje de mi existir humano. Presento ante ti el da de hoy tal y como ha sido , como yo lo he vivido y como t lo has visto. Recgelo con tu mirada y archvalo en los pliegues de tu misericordia. Su recuerdo queda a salvo en tu eternidad, y yo puedo desprenderme de l con alegre confianza. Aligera mis hombros de la carga de este da, para que no oprima mi memoria o hiera mi pensamiento. Limpia mi mente de todo disgusto y toda pena, y que no quede resto ni basura que enturbie mi conciencia.Acepta, Seor, mi sacrificio vespertino . Haz que cicatricen mis recuerdos y se cierre mi pasado, para que yo pueda vivir el presente con la plenitud de tu gracia. 10. N uestros ojos estn vueltos hacia ti, Seor; gurdanos de los lazos que nos han tendido, no nos dejes caer en la tentacin y haznos participar en la victoria pascual de tu Hijo; que podamos contemplar cmo nuestro enemigo, el diablo, ha cado despeado y sus tentaciones, como una piedra de molino rota por tierra, han quedado desvanecidas. Por Jesucristo nuestro Seor. Amn.